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La Evolución del Gaucho

El documento presenta una introducción al gaucho en la historia de Argentina y Uruguay. Explica que los primeros gauchos surgieron en el siglo 18 en la Banda Oriental (Uruguay) como hombres de vida nómada que recorrían libremente las llanuras. Luego describe cómo la literatura gauchesca se consolidó en el siglo 19 bajo el gobierno de Juan Manuel de Rosas en Argentina, con autores emblemáticos como Hilario Ascasubi y José Hernández, cuyo poema Martín Fierro se convirtió en la obra más importante del g
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La Evolución del Gaucho

El documento presenta una introducción al gaucho en la historia de Argentina y Uruguay. Explica que los primeros gauchos surgieron en el siglo 18 en la Banda Oriental (Uruguay) como hombres de vida nómada que recorrían libremente las llanuras. Luego describe cómo la literatura gauchesca se consolidó en el siglo 19 bajo el gobierno de Juan Manuel de Rosas en Argentina, con autores emblemáticos como Hilario Ascasubi y José Hernández, cuyo poema Martín Fierro se convirtió en la obra más importante del g
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INTRODUCCIÓN

Camilucho, guaso, vagamundo, changador, gauderio, e incluso tupamaro son


algunos de los términos que se emplearon para denominar a este personaje de la llanura.
Estos términos eran empleados peyorativamente. Domingo Faustino Sarmiento en su
Facundo (Civilización y barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga y aspectos físicos,
costumbres y hábitos de la República Argentina, 1845) señala al gaucho como principal
responsable del atraso cultural que atenaza el desarrollo del país. Pero luego de la
independencia, hubo una resignificación y el gaucho pasó entonces del menosprecio a la
gloria.
Los antepasados del gaucho y el gaucho de los primeros tiempos son producto del
mestizaje. Los vientres de mujeres indígenas -güenoas, minuanes, chanáes y charrúas-
fueron fecundados por los faeneros y mozos sueltos.
Los primeros gauchos surgieron en la Banda Oriental a lo largo del siglo XVIII.
Estos hombres, de costumbres nómades, tenían una vida monótona, salían al campo,
siempre montados a caballo e iban de rancho en rancho recorriendo libremente la campaña.
Un informe de fines del siglo XVIII refiere a los gauchos de la siguiente manera:
“(…) Libres pues e independientes de toda clase de potestad, acomodados a vivir sin casa
ni arraigo, acostumbrados a mudar de albergue cada día, surtidos de unos caballos
velocísimos, dueños de un terreno que hace horizonte, provisto de carne regalada, vestidos
de lo necesario y sobre todo manejando a su discreción de un tesoro inagotable como lo es
de los cueros, fácil es conocer el contento que dará esta vida a los que la disfrutan sin temor
de pena alguna”. (Brito Stéfano, 1953).
Ya, hacia fines del siglo XIX, el término se extendió a todo aquel que habitara en el
campo, tanto aquellos de clase baja como a los de condición más elevada.
Siempre se ha querido explicar la existencia del gaucho a través de la geografía. Las
inmensas llanuras, la facilidad para trasladarse de un lado a otro por un campo sin barreras,
el aislamiento, forman parte de su escenario cotidiano.
Pero el gaucho no existe solo por ello, el gaucho se refugia de su desamparo
sociocultural en el campo.
El gaucho se había adaptado a la intemperie y a la realidad que le tocaba vivir. No
fue producto de la geografía sino de un residuo de la economía y de una estratificación
clasista impuesta. No es un señor sino un paria.
La dictadura de Latorre, el alambramiento de los campos, la llegada del ferrocarril,
la revalorización de las tierras, las persecuciones, las penas por abigeato, confinaron al
gaucho al asilamiento total y al olvido.
El que otrora fuera el brazo armado de la independencia, será ahora la carne de
cañón de las guerras civiles. El gaucho vivió y murió luchando sin ser consciente de los
motivos por los que luchaba y a los caudillos que seguía
Ayer fue un héroe nacional, hoy es un marginado social.

EL GAUCHO EN LA LITERATURA

Las voces payador y payada (que significan, respectivamente, «trovador» y


«tensión») proceden de la lengua provenzal. Las payadas consistían en certámenes
improvisados por los trovadores errantes donde los payadores trataban, alternándose, de
lucirse en duelos provocados por una trampa de juego, una pulla, o un poético lance de
contrapunto.
El crítico Horacio Jorge Becco menciona como característica principal del género
gauchesco, la de ser una poesía de tipo «dialectal», emparentada muy cercanamente con la
lengua hablada, cuyo protagonista suele ser un gaucho, y cuyos temas, rústicos o urbanos,
pueden desarrollar acciones de naturaleza epopéyica o marginal. Sin embargo, como
advierte Becco, esta poesía carece de antecedentes populares y se explica «más bien como
una creación, no del pueblo, sino para el pueblo, surgida, no en la campaña, sino en la
ciudad».
Formalmente, predominó el octosílabo, herencia del romance tradicional español.
No obstante, la estrofa más usada fue el llamado «romance criollo», dispuesto en cuartetas.
Sobre la primitiva poesía gauchesca se puede decir que en sus páginas destaca la
presencia de algunas composiciones que precariamente avizoran los rasgos básicos del
género: el poema del santafesino Juan Baltasar Maziel (1727-1788), titulado Canta un
guaso en estilo campestre los triunfos del Excmo. Señor D. Pedro Cevallos (1777); la
anónima Relación de lo que ha sucedido en la Expedición de Buenos Ayres, que escribe un
sargento de la comitiva, en este año de 1778; el sainete El amor de la estanciera, compuesto
alrededor de 1787; una Crítica jocosa escrita por José Prego de Oliver en 1798;
los Romances a la Defensa y la Reconquista del presbítero de Buenos Aires Pantaleón
Rivarola; y la Salutación gauchi-umbona, atribuida a Pedro Feliciano Pérez Sáenz de Cavia
(1777-1849) y publicada en 1821, que en opinión de Rivera prefigura toda la corriente
narrativa de corte gauchesco.
En un momento posterior, cabría señalar, entre 1813 y 1822, los Cielitos y
los Diálogos patrióticos de Bartolomé Hidalgo (1788-1822). Su Relación que hace el
gaucho Ramón Contreras a Jacinto Chano de todo lo que vio en las fiestas mayas en
Buenos Aires (1822), incluida dos años después en La lira argentina, primera recopilación
de poesía argentina, es considerada como el inicio de «la vida literaria del gaucho».
La verdadera consolidación del género tiene lugar bajo el gobierno de Juan Manuel
de Rosas. Proliferaron en aquellos años los folletos y hojas sueltas que ponían en boca de
gauchos las denuncias contra el gobernador de Buenos Aires. En este ámbito socio-político
se inserta la obra del primer gran poeta gauchesco Hilario Ascasubi (1807-1875). Mientras
que en Montevideo se comienza a editar a partir de 1829 el diario gauchi-político El arriero
argentino, y en 1833 publica su primera composición gauchesca: Un diálogo cívico entre el
gaucho Jacinto Amores y Simón Peñalva.
No hay que olvidar tampoco al uruguayo Antonio D. Lussich (1848-1928). Amigo
íntimo de José Hernández, cuya obra principal, Los tres gauchos orientales (1872), pudo
influir en el poeta argentino, que ese mismo año publicaba en Buenos Aires su Gaucho
Martín Fierro. En 1873 Lussich publica también El matrero Luciano Santos. Nacido en
Buenos Aires, José Hernández (1834-1866) iba a convertirse en el máximo exponente de la
literatura gauchesca y padre de la literatura argentina.

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