La Espiritualidad Del Comunicador Cristiano
La Espiritualidad Del Comunicador Cristiano
El porcentaje de tiempo y espacio de los medios, dedicado a temas religiosos, ha bajado a lo largo
de las últimas décadas. Esto ha sido ocasionado, entre otras razones, por la creciente
secularización. ¿Dónde están los comunicadores católicos, que luchan en los medios seculares por
una presencia mayor de temas éticos, espirituales y por un tratamiento de los diversos temas más
positivo para la humanidad?
En algunos países se aprovecha cualquier ocasión para atacar a la Iglesia. Esto inhibe a los
periodistas católicos de salir en su defensa. O también produce en la Iglesia silencio, apocamiento,
victimismo y eventualmente nihilismo.
Están las tentaciones 'tecnológica', 'lingüística' y 'profesionista' con más preocupación por la
tecnología, el lenguaje mediático y los convencionalismos llamados 'profesionales' que por el
contenido. Estas olvidan promover la justicia, la verdad, el respeto, la dignidad humana, la
libertad, la ética, los derechos de las minorías y de los pobres y el anuncio cristiano.
Por otra parte, hay personas de buena voluntad, que entran en los medios de la Iglesia, pero
desconocen el lenguaje mediático. Tampoco conocen la teología y la espiritualidad del
comunicador cristiano, que les daría una visión más profunda de por qué son comunicadores y
cuál es su papel fundamental.
Finalmente, el mensaje cristiano mediático no está llegando al público. Así lo indican las
investigaciones recientes entre los jóvenes, por ejemplo en Santiago de Chile (Lagomarsino y
Zarzuri 1998; Martínez-de-Toda 2000a), Quebec (Martínez-de-Toda 2001d).
El mismo Juan Pablo II lo reconoce el 18 de enero de 2002 y señala como causa las exigencias de la
vida cristiana y las diferencias lingüísticas. Efectivamente la cultura de hoy es materialista y
consumista. En cambio el mensaje cristiano es difícil, trascendente y a veces 'contracultural', es
decir, va contra la tendencia cultural del momento. A pesar de todo ha sido aceptado desde su
inicio, se ha extendido por el mundo y no siempre por el peso de las armas.
Pero además el lenguaje teológico es diferente del lenguaje mediático. El Cardenal Ratzinger y el
ahora Cardenal Walter Kasper lo reconocieron el 8 de octubre de 2000 a propósito de los debates
sobre el Dominus Jesus (entrevista en "Frankfurter Allgemeine", publicada en L'Osservatore
Romano, 8 octubre 2000, y en Alfa y Omega, Arzobispado de Madrid, 26-X-2000).
Estos problemas levantan interrogantes: ¿Cómo debe ser el comunicador cristiano? ¿Cuáles deben
ser sus características? ¿Qué motivaciones debe tener? ¿Qué vida interior debe tener para que
pueda comunicar eficazmente?
Aquí se presenta la espiritualidad como algo que debe impregnar toda la misión de comunicador.
Ella le permitirá conocer las razones teológicas de por qué debe comunicar no solo el mensaje
cristiano, sino cualquier tipo de mensaje. Al mismo tiempo le hará vivir su vocación no solamente a
nivel teórico, sino enraizada en su quehacer. Es una espiritualidad que animará toda su vida. Sin
espiritualidad le faltará la convicción de su mensaje. Ella es elemento fundamental de la
comunicación cristiana y el alma del comunicador cristiano. No puede haber una dicotomía entre
la profesión de comunicador y su vida interior. Ambas deben enriquecerse e integrarse
mutuamente.
¿Qué agua puedo beber de un vaso, si está vacío? El público no puede apropiarse el mensaje
cristiano, si el comunicador está vacío, sin convicción. Un periodista con una espiritualidad intensa
será un gran comunicador cristiano.
Los núcleos del presente trabajo son teología, espiritualidad, comunicación y contexto. Se trata de
unir estos elementos. De la teología de la comunicación brotará una espiritualidad que
enriquecerá su comunicación, y le ayudará a vivir una vida cristiana conforme con el contexto y
con el mensaje que quiere dar. La espiritualidad es el puente entre teología y comunicación.
Después se buscarán los elementos teológicos en que se basa la espiritualidad del comunicador
(II). Se verá el camino espiritual del comunicador y las características más concretas de la
espiritualidad del comunicador cristiano (III). Se indicarán las tentaciones más comunes en el
comunicador cristiano (IV). Ellas obligan a buscar las prioridades espirituales (V). Finalmente se
especificará cómo la espiritualidad del comunicador cristiano se da en la práctica (VI).
El comunicador cristiano busca su propia espiritualidad. Pero hay diversos enfoques sobre
espiritualidad.
1. ¿Qué es espiritualidad?
Hay varios estudios sobre jóvenes, medios y espiritualidad. Fueron hechos en Santiago de Chile,
Quebec, Australia, Italia, Holanda, el Reino Unido y Estados Unidos (cfr. Martínez-de-Toda 2001). A
pesar de la diversidad geográfica, presentan algunos rasgos comunes.
Ellos muestran que hay un florecer de experiencias espirituales, sagradas y religiosas de los
jóvenes al contacto con los medios. La nueva religiosidad se desliga de dogmas rígidos y de
instituciones religiosas y prefiere la psicología y la religiosidad oriental (Sudbrack 1988: 9).
Espiritualidad es una de las palabras preferidas de la nueva religiosidad (Ferguson 1981). Las
diferencias en edad marcan también notablemente las diferencias en espiritualidades.
Algunos programas de TV pueden ser espirituales y no religiosos, y al revés. En algunos casos lo
sagrado se refiere solo a valores humanos, como la dignidad humana. Lo sagrado se halla en
situaciones-límite, y lo pueden proporcionar películas, programas de deportes, de publicidad, de
talk-shows sobre problemas de la gente y aventuras de riesgo. Para otros la realidad última es el
sonido, la armonía de la realidad (Berendt 1983: 179s).
H. Mynarek (1983: 1, 21, 83-85, 239-241) propuso sus conclusiones en algunos de estos eslóganes,
que representan las etapas cronológicas de la nueva religiosidad:
1ª "Religión monoteísta, no; religiosidad, sí". 2ª "Iglesia, no; Jesús, sí". 3ª "Jesús, no; Dios
impersonal, sí". 4ª "Religión sin Dios". 5ª "La religión ecológica será la religión del futuro".
Hay grandes diferencias en cómo es concebida la espiritualidad por los estudios religiosos
seculares y por los estudios religiosos basados en la fe cristiana. Los resultados anteriores
representan un desafío para estos últimos. Si más y más gente está buscando una nueva
religiosidad, ¿dónde se equivocaron los cristianos? ¿Cómo vencer el aparente choque entre la
religión vieja y la nueva, entre los teólogos y los encargados del entretenimiento de los medios?
¿Cómo puede la Iglesia cumplir hoy su misión de predicar a Cristo en la actual cultura mediática y
a través de los medios masivos? ¿Qué espiritualidad debe tener el comunicador cristiano, de
forma que su vida interior y su predicación del evangelio tengan en cuenta las nuevas tendencias
de la espiritualidad juvenil frente a los medios? ¿Cómo compaginar una espiritualidad con fe en
Dios con la de los estudios seculares?
Aquí no se trata de responder a todas esas preguntas por completo. Pero se tendrán en cuenta
para el tratamiento del tema. Antes que nada se necesita un diálogo respetuoso y crítico al mismo
tiempo. Esto significa que el cristiano debe estar dispuesto a aprender de la religiosidad nueva.
La espiritualidad cristiana es la forma en que una persona, que está animada por la presencia viva
y por la acción del Espíritu de Cristo, reacciona y actúa habitualmente de acuerdo a Él (Alphonso
1994: 14-15). De esta forma la espiritualidad cristiana abarca toda la persona humana (cuerpo,
alma, espíritu) (Principe 1993: 932). Para S. Pablo una persona es espiritual, cuando todo su ser y
toda su vida están ordenados, dirigidos e influenciados por el Espíritu de Dios (Pneuua Qeou
Pneuma Theou; Spiritus Dei - ver 1 Cor 2:12, 14) (cfr. Principe 1993: 931), por su aliento, que es
vida. Es la actualización del espíritu de Jesús (Sobrino 1985: 8). La renovación de la teología bíblica
y una mayor conciencia de la pneumatología en Occidente ayudaron a ver la importancia de S.
Pablo (Rom 8, 29, 16-17) en la espiritualidad.
Además de este enfoque paulino de espiritualidad cristiana, hay también otros enfoques muy
diversos entre sí. La diversidad mayor se dio entre protestantes y católicos, especialmente en lo
relativo a gracia/obras, palabra/sacramento, y eclesiología. La espiritualidad católica actual se
deriva del Vaticano II (Principe 1993: 933). Dentro de la Iglesia Católica, prescindiendo de las
diversas escuelas, hay también diversos tipos de espiritualidad.
Espiritualidad es el encuentro entre el Espíritu Santo y nuestro espíritu con sus aspiraciones,
problemas y su contexto particular. La espiritualidad surge del encuentro de la experiencia con la
gracia de Dios. Este encuentro es un contacto vital que nos impacta, nos marca y trata de
transformar nuestra vida. El contacto puede ser algo personal con Dios, con personas de Dios, con
libros, música, filmes, programas de los medios, eventos y cosas que se refieren a Dios… El test de
una espiritualidad es una vida integrada con amor y obras.
Haughey (1973), teniendo en cuenta los medios, dice que hay tres tipos de espiritualidad entre los
católicos: la institucional (son leales a la doctrina de la jerarquía, y no se fían de las fuentes
seculares), la pneumática (están preocupados por su propio crecimiento espiritual y se fían más de
los libros que de los medios; por ejemplo, los carismáticos y los religiosos/as de clausura;), y la
autogénica (estimulan la democratización dentro de la Iglesia, y piensan que en general los medios
seculares presentan sin prejuicios a la Iglesia) (Cfr. Thorn 1996: 102-103).
2. Cómo debe ser la espiritualidad
Varios autores ofrecen recomendaciones generales sobre cómo debe ser la espiritualidad cristiana
hoy. En El Salvador Jon Sobrino (1985) dice que "vida espiritual significa vivir la historia con
espíritu de apertura, de disponibilidad, de fidelidad… La verdadera vida espiritual implica un
espíritu de santidad, que no es otra cosa que el compromiso real con los pobres".
En Italia Goffi (1987) compara la espiritualidad del pasado, la de hoy y la que se prevé en el futuro.
Aquella consistía en una exposición doctrinal sistemática, que tendía a señalar de forma completa
cómo se alcanzaba la santidad de forma progresiva. En cambio la espiritualidad contemporánea
prefiere partir de la propia experiencia existencial y vocacional, intentando imprimir en ella una
configuración evangélica propia. Pero señala que la espiritualidad del mañana será más
ecuménica, o sea más católica (universal) de hecho, pues tratará de comprender la multiforme
riqueza espiritual que el Espíritu suscita.
En Estados Unidos Au (1989) considera que la espiritualidad debe ser holística e integrada. Debe
buscar convertir la fe de una persona en un elemento dinámico que afecte todas las dimensiones
de su vida cotidiana, de forma que no sea meramente un asentimiento intelectual de verdades
abstractas.
Finalmente los chilenos Arroyo, Silva y Verdugo (1992) plantean que toda fe requiere
complementariamente una ideología. Ellos la entienden como un sistema de mediaciones para
instaurar en la realidad los valores que ella representa. Esto exige estar alerta sobre el uso que
otras ideologías pueden hacer de la religión misma. Esta puede ser utilizada como instrumento
para defender o implantar un determinado orden social. En este caso "la espiritualidad misma
alimentará las palabras y la acción y desde allí se hará una lectura de las ideologías".
El reto es aplicar estas recomendaciones al trabajo del comunicador cristiano en los medios. En el
último capítulo se indicarán algunas.
La espiritualidad tiene en cuenta el contexto del sitio donde se halle el comunicador. El de América
Latina en términos generales es como sigue:
3.1 Contexto económico: Hay una situación de pobreza de las mayorías. Estas se sienten
arrastradas por el modelo neoliberal y por la globalización sin perspectivas de poder reorientarse
hacia un modelo más humano de desarrollo.
3.2 Contexto cultural. Las nuevas tecnologías y los modernos cambios culturales están influyendo
muy fuertemente en los nuevos lenguajes y símbolos y en las nuevas formas de pensar y sentir. La
cultura de América Latina es una cultura mestiza e híbrida, característica del inmigrado a la ciudad,
sujeto también a la influencia de la cultura contemporánea globalizante.
Esta cultura contemporánea se está haciendo sentir ya con fuerza. He aquí alguna de sus
características: es mediática, fragmentaria (posmoderna). El elemento histórico pesa poco. Lo que
se quiere es libertad. Predomina lo subjetivo, pragmático y consumista. Lo importante es las
relaciones que se tienen. Hay una pérdida de identidad por el desplome de modelos del pasado .
Es globalizante, donde lo que predomina es la competencia y la eficiencia. Es pluralista cultural y
religiosamente. Es secularizada. Grupos específicos, como los jóvenes, tienen su subcultura. (Ver
ampliación de estos conceptos en Martínez-de-Toda 2001a).
En las diversas etnias indígenas hay una comunión entre lo humano, lo cósmico y lo espiritual. Lo
espiritual y lo trascendente son vistos como la esencia de la armonía cósmica en el ciclo vida-
muerte. Hay un sentido de misterio y de significado simbólico en toda realidad. Los ritos de la vida
tienen una gran importancia espiritual. La cultura indígena religiosa es mítica, oral y colectiva. Esto
se da especialmente en Bolivia, Perú, Ecuador, Guatemala y México.
Los europeos del Sur trajeron un catolicismo postridentino, literal, jerárquico y sacramentalista
con su uniformidad doctrinal y disciplinaria. Los españoles se identificaban fuertemente con el
símbolo de la cruz, por la que habían luchado en su país durante ocho siglos contra la luna árabe
en creciente (Martínez 1993: 474). Ellos trajeron consigo al nuevo continente devociones
populares y expresiones dramáticas para sus fiestas religiosas, la participación comunal, un
idealismo ascético y místico y el humanismo de la contrarreforma. Desde el s. XIX y parte del XX se
nota la presencia crítica del positivismo (Augusto Comte 1798-1857) con gran incidencia en la
educación, la política, el derecho, el tratamiento público de lo religioso y la información. Esto se
dio especialmente en Venezuela, México, Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Perú, Bolivia y Cuba.
e) Tiene devociones populares muy enraizadas, como la del Cristo crucificado, espejo de los
sufrimientos propios. Aun Lagomarsino y Zarzuri (1998: 29), de los estudios religiosos seculares,
reconocen la importancia de la Biblia y de Jesús en América Latina. Hay gran veneración por la
Virgen María como madre espiritual y por los santos como poderosos intercesores. Las fiestas
religiosas de la Navidad, Reyes y Semana Santa se celebran con representaciones teatrales y
cantos especiales.
El espíritu es ante todo 'viento', 'fuerza' (spiritus, pneuma). La espiritualidad cristiana es como una
cascada de agua con su fuente principal y sus derivaciones. También es como un árbol con raíces,
tronco, ramas, flores y frutos. Tal es su fuerza y su complejidad. Pero todo está relacionado entre
sí.
Inicialmente hay una gracia, que es la fuente (o raíz) de donde viene todo. Esta gracia o carisma es
recibida por una persona o por una institución. Da pie a diversas espiritualidades, como la
franciscana, la ignaciana, la de los diversos movimientos eclesiales…
Se distinguen dos tipos de carisma: el 'funcional', que va orientado a un servicio concreto. Por
ejemplo, una congregación religiosa determinada se funda para cuidar enfermos, otra a la
educación… En cambio el carisma 'troncal' es algo central, de lo que no se puede prescindir. Por
ejemplo, la Compañía de Jesús se funda orientada hacia fuera para evangelizar el mundo, no se
cierra en sí misma como las Órdenes monacales.
En el caso de la comunicación la gracia fue recibida a través del Vaticano II. Esta fuente se halla
más concretamente en Lumen Gentium (1964) y en Gaudium et Spes (1965), los dos documentos
más importantes del Concilio. Más abundantemente se halla en Communio et Progressio (1971),
documento posterior al Concilio, pero que este había mandado elaborar en Inter Mirifica (1963), y
que por lo tanto se puede considerar dentro del espíritu del Concilio. Su idea fundamental es la
auto-comunicación de Dios, que se da a sí mismo a la humanidad. Es algo central al evangelio. Se
trata, por lo tanto, de un carisma troncal. Sin embargo, también se puede considerar como
`funcional', pues trata de estimular la comunicación entre todos, especialmente a través de los
medios masivos.
Cada idea y cada acción del cristiano tienen presupuestos teológicos. La calidad de mi trabajo
como comunicador depende de los principios de teología y espiritualidad que informen mi
actividad. Los problemas que encuentre en mi camino serán solucionados según la teología que
tenga.
La espiritualidad se basa en la teología, aunque algunos discuten en qué forma se relacionan los
estudios de espiritualidad y de teología (por ejemplo, Principe 1993: 935). Hay diferentes estilos
de teología: el de fides quaerens intellectum (scientificum) (propia de la teología académica) (S.
Anselmo de Canterbury), el de fides quaerens iustitiam socialem (propia de la teología de la
liberación), el de fides quaerens adorationem (propia de la liturgia) (O'Collins 1993: 16-19)… Estas
teologías determinan diferentes tipos de espiritualidad. ¿Podríamos añadir un cuarto estilo: el de
fides quaerens intellectum (communicationis cum Deo et hominibus)?
Teología en este contexto sería una reflexión sistemática sobre la comunicación existente entre
Dios y la humanidad. En general la teología capacita al hombre a ver el mundo con los ojos de
Dios. Es como la medicina, que da la capacidad al médico de saber lo que le pasa al enfermo solo
con verlo y examinarlo.
Algunos teólogos usan el método deductivo. Aquí se prefiere el inductivo o antropológico, según el
cual se parte de la realidad humana comunicacional para ser interpretada a la luz de la teología. La
comunicación humana es un fenómeno antropológico, filosófico y social. Es importante en la vida
y en la fe.
Conviene distinguir entre una 'teología de los instrumentos de comunicación social' (Communio et
Progressio 6, 7, 9, 12-17) y una 'teología de la comunicación'(CP 8, 11, 18). Esta última sería una
lectura de la historia de la salvación y del misterio cristiano, en cuyo centro está la comunicación
(o 'autocomunicación' de Dios), que es la revelación.
La espiritualidad del comunicador cristiano es inicialmente cristológica, pero Cristo nos lleva en
seguida a la Trinidad. Así pues, es esencialmente y sobre todo trinitaria. En primer lugar, porque
"toda espiritualidad auténtica cristiana es ipso facto trinitaria… La doctrina de la Trinidad
constituye el corazón y el alma de la espiritualidad cristiana" (Lacugna y Downey 1993: 968). Pero
lo es especialmente en el caso de la comunicación.
En consecuencia, "El Dios invisible, en la riqueza de su amor, habla a los hombres como a amigos"
(DV 2). Esto significa que la teología tiene como punto de partida, como objeto, como centro y
como meta, un acontecimiento comunicativo: aquel en el que Dios se da al hombre y lo invita a
participar a la plenitud de su vida divina. Por tanto, la comunicación forma parte integrante y
esencial de la revelación cristiana. Todo lo que se ha dicho en la Iglesia sobre revelación, se refiere
también a la comunicación. La Trinidad está siempre en comunicación entre sí y con nosotros y por
eso es maestra y madre de la comunicación.
Asimismo está muy relacionada con los demás misterios de la fe (CP 11).
Por tanto, el eje principal (o tronco) de esta espiritualidad es Jesucristo, el "perfecto comunicador"
en el misterio pascual (CP 11), a quien los hombres vieron y tocaron. Él nos habla de la Trinidad y
nos introduce a ella, eternamente auto-comunicante. Por lo tanto, la espiritualidad del
comunicador es sobre todo cristológica, pero con referencia a la Trinidad (Sachs 1990: 9). El tronco
tiene muchas facetas (todas son donación de Dios a la humanidad). Ellas representan la Creación,
la Encarnación, la Eucaristía, la Cruz, la Resurrección, Pentecostés y la Iglesia.
Esta Instrucción Pastoral es el documento de la Iglesia más importante en este campo. Baragli
(1971: 16) dice que "en su conjunto la CP se puede considerar como la Carta Magna católica de las
comunicaciones sociales". La CP se hizo por un mandato expreso de los Padres Conciliares
recogido en el IM. Está muy en consonancia con el resto de los documentos del Vaticano II. Hoy
día hay elementos para enriquecerla y habría que incluir una reflexión teológica sobre la nueva
cultura mediática. En ella se echaron las bases para una teología de la comunicación.
He aquí un breve resumen de los NN. 1, 6-18, donde se hallan los elementos doctrinales. Se utiliza
por razones didácticas como eje la historia de la salvación:
1. Plan de Dios sobre los medios: La historia de la salvación tiene tres pasos principales: creación
(CP 7), caída (CP 9, 10) y redención (CP 10). Es Dios quien inicia la comunicación con los hombres
con la creación: los medios masivos son una participación en el poder creador de Dios (CP 7). Ellos
son dones de Dios (Pío XII, 1957). Ellos, según designio de la divina providencia, unen a los
hombres para que colaboren con su divina voluntad (CP 2). Más aún, son necesarios para la unión
de la humanidad (CP 6). Con ellos el hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios, participa en la
creación y construcción de la ciudad terrena (CP 7). Los medios ayudan a la comunicación social,
esta lleva a la unión y la unión contribuye al plan de Dios.
La comunicación lleva a la justicia, a la paz, a la benevolencia, a la mutua ayuda, al amor. Los
objetivos ideales de la comunicación social son comunión y progreso (CP 1). Los medios son una de
las mejores formas de llegar a la comunión (CP 12). Los medios de comunicación serán buenos si
ayudan al bien común. Debe haber un equilibrio entre informar, educar y entretener (CP 16). La
comunicación debe ser ajustada a la sinceridad, honradez y verdad (CP 17).
2. El pecado. Si los medios generan males, se debe al pecado. El pecado rompe la comunión. La
solución es liberarse del pecado y volver a la comunión con Dios (CP 9).
De esta forma Él restaura la comunión con Dios y entre los hombres. La historia de la salvación
tiene en su centro la comunicación de Dios. Esta historia es el desarrollo de la comunicación entre
Dios y el hombre hacia una comunión aún mayor.
La CP nos da tres precisiones de Jesús como Perfecto Comunicador: la globalidad, es decir, cuando
se habla de Cristo comunicador no basta considerar la autoridad de las palabras, sino los gestos, el
modo de vivir y sobre todo la capacidad de darse a los demás (DV 2); la condescendencia, es decir,
Cristo se adaptaba a la forma de hablar y pensar de los de su tiempo (CP 11); y su finalidad es
realizar la comunión auténtica (CP 8).
4. Cristo en la Iglesia-sacramento hace que caminemos hacia la unión definitiva, cuando Dios esté
todo en todos (CP 11). Esta comunión, que puede promover la comunicación social, es también el
objetivo de la Iglesia, Pueblo de Dios. La Iglesia es señal e instrumento de la unión Dios-hombre y
entre los hombres (CP 18).
Con este documento la Iglesia llega a una nueva conciencia, lejana de los titubeos y del miedo a los
efectos negativos de los medios y a los 'daños que a menudo su mal uso ha traído a la humanidad'
(IM 2, EN 1/245). La CP incluye aspectos culturales de la comunicación al hablar de la Encarnación.
Efectivamente se hace teología para conocer a Dios (ciencia teórica). Se le conoce para amarlo
(ciencia afectiva) y se le ama practicando lo que Él quiere (ciencia práctica), hasta hacer y ser como
Él: comunicación. Así el intellectus fidei se hace affectus fidei, que a su vez se hace operatio fidei.
Esto permite distinguir dos tipos de teología: la especulativa y la práctica. La primera es la ciencia
teórica, por ejemplo, la teología dogmática. El objetivo inmediato (directo y próximo a nivel
teórico) es conocer a Dios. La escuela tomista se puede considerar como ciencia teórico-práctica,
pero más teórica que práctica.
La teología (práctica) debe estar al servicio de la vida espiritual y de la pastoral. En el primer caso,
sus quehaceres son: discernir la experiencia espiritual, introducir mistagógicamente a tal
experiencia y ceder el paso a la devoción y a la mística, andando más allá del logos. Es aquí donde
aparece la espiritualidad del comunicador.
La teología como servicio a la pastoral debe tener una orientación evangelizadora. Inclusive
algunas disciplinas teológicas deben privilegiar la función pastoral desde el punto de vista temático
y sistemático. Por ejemplo, es conveniente que el curso principal de teología fundamental en su
globalidad vaya a privilegiar una orientación explícitamente pastoral, de forma que ofrezca
efectivamente una teología-para-pastores. (Boff 1998: 65). Así el teólogo podrá comunicar mejor
el mensaje cristiano.
La teología bien desarrollada lleva a un contacto y a un encuentro con Jesucristo (Ef. 3, 14-19). Una
sólida teología trata de ser coherente en la vida personal y cotidiana. La teología guía la vida
humana según los valores dados por Dios. La teología y la espiritualidad son interdependientes.
La teología trata de comunicar también una sabiduría para la vida en valores, orientaciones,
horizontes para vivir, pensar y decidir.
Es verdad que la teología sufre hoy día los efectos del cambio cultural. Estamos en una cultura
pragmatista y activista, que huye de la reflexión personal, de la investigación y el estudio en
general. Es una cultura materialista, hedonista y anti-intelectual. Hay un fideísmo, que consiste en
un creer de forma espontánea basado en la autoridad (Biblia, tradición o autoridad eclesiástica).
La tendencia 'posmoderna' trata de enfatizar la dimensión subjetiva, sensible y experiencial de la
religión, lejos de doctrinas y razones. Pero así quedan al descubierto muchas insidias, como las del
sincretismo espurio, la manipulación psicológica y la instrumentalización política.
Se seguirá el esquema del Plan de Dios con alguna referencia al camino de los Ejercicios
Espirituales (EE.EE) de S. Ignacio de Loyola.
Dios, antes que nada, es Amor. Y todo viene de Él. Todo ha sido hecho porque nos ama. La
iniciativa del amor entre Dios y yo viene de Él. Él me amó primero. "Dios creó solo aquellos seres,
de los que se enamoró" (Card. Lehman). Fui elegido por Dios para nacer en este mundo, porque Él
se enamoró de mí. Soy aceptado por Dios. Me quiere como soy. En mí todo es gracia. Nací de un
sueño de amor divino. Dios me tiene un amor gratuito. Está loco por mí.
2. El hombre es comunicación
¿Quien nos hizo comunicativos? Dios observó: "No está bien que el hombre esté solo" (Gen 3, 8).
Así pues, en la comunicación todo comenzó con Él. El hombre es comunicación, porque está hecho
a imagen y semejanza de Dios (Gen 1, 26). Y Dios, como Trinidad, es comunicación. La
comunicación humana es símbolo y reflejo de la comunicación trinitaria.
Dios Amor (Comunicador) está ahí en ese intercambio comunicacional, que comienza con dejar
nuestro aislamiento y continúa progresivamente al relacionarse unos con otros, informarse,
construir juntos un pensamiento, dialogar, comprenderse e ir creciendo en un amor y comunión,
cada vez más semejante al amor de Dios. ¡Qué bello hacerse consciente de esta dinámica! ¡Qué
bello vivirla internamente! ¡Qué hermoso vivir para que el proceso supere los estorbos que
produce la incomunicación, y por lo tanto el alejamiento del plan de Dios!
Más aun su comunicación es una autocomunicación. Él mismo se nos da. No podíamos recibir
nada mejor. La Trinidad es la fuente de la comunicación.
Se nos dio cuando nos hizo a su imagen y semejanza. Se nos dio en la creación, en la Alianza. Pero
sobre todo se nos da cuando nos envía al Hijo. Jesús es el Perfecto Comunicador. Él también se
autocomunica con nosotros, cuando se encarna para estar más visible a nosotros, cuando muere
por nosotros y nos da su misma vida divina hecha gracia, por la que ahora nos hace hijos de Dios.
El hombre es diálogo con Dios trascendente, pero inspirado por Él mismo. Cuando el hombre peca,
de nuevo la iniciativa de volver al diálogo viene de Dios, de forma que toda comunicación con el
hombre se hace por iniciativa de Dios.
5. La Iglesia es comunicación
Pero Él no quiere que nos relacionemos con Él solamente a nivel individual, sino también como
grupo, como comunidad, como Iglesia, con sacramentos comunitarios. La Iglesia es comunicación.
El modelo preferido de Iglesia actualmente es el de comunión. Y Dios quiere que nos
comuniquemos entre nosotros, y no solamente entre los cristianos, sino entre todos los hombres
sin distinción de religión. La Iglesia es diálogo. Debemos comunicarnos con todos, amar a todos,
aun a los enemigos. Y la esencia del amor es la comunicación. Así volveremos todos unidos al
Padre de quien venimos.
Nuestra capacidad comunicativa se multiplica ahora con las nuevas tecnologías de los medios, que
también son dones de Dios (CP 1; MP). Son buenos a priori (Martini 1991: 14) por haber sido
creados por Él. Y son dones de una categoría superior a las montañas y rascacielos, pues se
relacionan con el plan comunicacional de Dios (Martini 1998: 103). Los medios han sido creados
para la unión y fraternidad humanas (CP 1), para que le ayuden al hombre a cumplir su fin de amar
a Dios. La exhortación apostólica EN (45) reconoce las posibilidades de los medios para el
Evangelio.
El fin primario de los medios es el servicio del género humano, su progreso y su unidad (CP 12).
Comunicar es servir a la verdad y a la realidad; es "servir a los intereses de las mayorías pobres,
porque esos son los intereses verdaderos y objetivos de la realidad" (Sobrino 1998: 1). Aunque el
publicista usa la comunicación para vender y el político para conseguir votos, el comunicador
cristiano la usa para crear progreso y comunidad.
En este sentido todos los pueblos tienen derecho al acceso a los medios de comunicación, pues
todos tienen derecho a la unión y al progreso.
Nuestra comunicación tiene ahora muchos canales: comunicación verbal, no verbal, prensa, cine,
radio, TV, internet, otras nuevas tecnologías… Son 'dones de Dios' (MP, CP, AeN) para llevar
adelante la comunión y el progreso.
Por esta razón nos debemos adaptar a ellos. Debemos conocer y usar su lenguaje. Debemos
estimular la comunicación con los diversos canales. Lo importantes es discernir los criterios de
nuestra comunicación (Principio y Fundamento de los EE.EE.).
Pero los medios masivos se usan de una forma distinta: a veces son anti-sociales y antihumanos.
No los aprovechamos de una forma justa: son más los info-pobres que los info-ricos. Llega el
desequilibrio del pecado, al que se renuncia con firmeza ante la misericordia de Dios (1ª semana
de EE.EE.).
De aquí surge una sensación de alegría, de satisfacción por tener un Dios tan bueno, tan
comunicativo, que se nos da así. El me eligió a mí como comunicador para reproducir la imagen
del Amado. Vale la pena ir con Él. No nos pasará nada. Nos defenderá. Se preocupará de nosotros.
Nos orientará. Nos fiamos de él. Su comunicación sincera y generosa nos ha abierto las puertas del
corazón. Lo seguiremos.
Pero no nos podemos quedar ahí. Hay en el hombre un deseo natural de buscar la máxima
perfección. Dios lo pide. Una vía es unirse a Dios e imitarlo en todo, también en su estilo de
autocomunicación. Dios se nos dio. Quiero hacerme cada vez más consciente de ello y encontrar
un camino espiritual para autocomunicarme yo también.
Debemos imitar a Dios en la Encarnación de Dios. En ella Jesús se incultura entre nosotros. La
inculturación es un requisito para una buena comunicación. Cristo en su Encarnación se adapta a
nosotros para tener una mejor comunicación con nosotros. Nosotros nos ponemos junto a nuestra
audiencia, nos encarnamos en ella para comprenderla mejor, para que nos sienta más vecinos a
ella (con todas las teorías y técnicas de estudio de recepción y de cercanía).
Debemos ser una continuación de Cristo, comunicadores cristianos. Debemos ser justos,
transparentes, comprometidos con la verdad, interculturados, interétnicos. Descubriendo la
identidad de cada uno. Dejando que nuestra audiencia hable. No ser solo la voz de los débiles, sino
dejar oir la propia voz de los supeditados y excluidos.
Esta comunicación lleva a la cooperación entre los hombres y esta llevará al progreso. Lo debemos
imitar en nuestra comunicación interpersonal y mediática. Así nos creerán.
Así podremos llegar a ser una comunidad y volver todos al Padre, del que venimos.
Jesús se ha encarnado, nos ha mostrado cómo debe ser nuestra vida, cercana a la audiencia, a sus
derechos y necesidades. Él es el personaje principal del 'plan' de Dios. Él nos ayuda a dejar de lado
todos los egoísmos y seguridades, que encadenan nuestra libertad, y a asumir todo lo que nos
identifica con Él (2ª semana de EE.EE.). Esto no es fácil. Surgen de nuevo las dudas frente a las
exigencias de Jesús. Él mismo encuentra problemas, que lo llevan a la muerte (3ª semana de
EE.EE.). Pero su pasión y muerte acaban en victoria total. También nosotros venceremos, como
Jesús ha vencido en su resurrección. Aquí contemplamos el Misterio Pascual, donde Él se nos da
tanto que nos hace hijos de Dios.
Después de volver en este drama al equilibrio, nos entregamos completamente a su servicio con
toda nuestra inteligencia, voluntad y corazón (4ª semana de EE.EE.).
- Dios quiere que seamos fuentes de vida para todos buscando la justicia y solidaridad.
La práctica más común hoy día en la programación religiosa sobre todo institucional es no usar
para nada el lenguaje mediático, sino el conceptual y abstracto. Predomina la concepción
anticuada de considerar los medios como extensiones del púlpito, sobre todo en cuanto al
lenguaje que usan, muy lejano al de los medios.
Abundan en las radios y televisoras católicas las charlas, las clases magistrales de catecismo y
Biblia, donde lo importante es dar contenido, aunque sea de una forma abstracta y poco
atrayente. Se descuidan las técnicas de lenguaje, que se verán más adelante. Usan mucho el
contenido abstracto del mensaje y no usan lo narrativo e histórico.
Y así mucha programación religiosa pierde sintonía y los medios la retiran, no siempre por una
actitud antirreligiosa o secularizante, sino simplemente porque es mala mediáticamente. Más bien
los medios aceptarían cualquier cosa, con tal de que esté bien mediáticamente, con tal de que le
guste a la audiencia y la haga crecer cuantitativamente.
Esta tentación puede venir de una espiritualidad débil, poco profunda, quizá no vivida realmente
de corazón. Tales comunicadores se contentan con repetir aburridamente lo que aprendieron en
clase. Tienen una fe no encarnada sin consecuencias en la vida real. Hablan como por obligación,
sin emoción. Son mentalidades cerradas, que no caen en la cuenta de los cambios que ocurren en
la sociedad y de cuál es su papel como comunicador cristiano.
Ante la creciente increencia, Rahner se queja de que los preámbulos de la fe, que se usan en la
evangelización, son demasiado racionalistas. Kasper se lamenta de que 'se ha perdido la
experiencia religiosa; esto trae consecuencias de un gran alcance' (Walter Kasper 1984: 64, 65,
81).
El encuentro inicial con Dios no se hace a través de tratados racionalistas de teología, sino con algo
experimentado y comunicado de persona a persona. Esto es indispensable para la liminalidad y el
encuentro inicial.
Jesús comunicaba partiendo de la 'vida', es decir, del sufrimiento, de la necesidad de pan, de agua
(como en el diálogo con la Samaritana). El anuncio evangélico debe partir de la vida del hombre
para llegar a lo profundo.
Los preámbulos de fe tienen que ser espirituales, culturales y artísticos. Deben ser experiencias
que lleguen a la imaginación y al corazón y liberen al hombre invitándolo a niveles más profundos
de escucha. Este es el papel de la poesía (no necesariamente la de verso): hacer despertar el
sentido del misterio y el deseo por algo más. El comunicador trata de ser poeta, que tiene el don
de saber ver dentro e intuir por dónde va la historia. También trata de ser profeta, que asume el
deber de 'ser conciencia crítica y catalizadora de la voluntad de conversión'.
Esta tentación 'linguística' consiste en pensar que el uso del lenguaje mediático bastará para
anunciar el evangelio a través de los medios. Hay aquí una preeminencia de la técnica lingüística
sobre el contenido, del 'cómo' sobre el 'qué', del medio sobre el mensaje. Está el peligro de fiarse
más de los medios especializados que del mensaje.
Más adelante se precisarán las diversas características del lenguaje mediático. Aquí solo nos
fijamos en unas pocas. El lenguaje mediático es 'sugerente', 'espectacular' y 'teatral', pues trata de
emocionar, conquistar, convencer, impactar, impresionar…
Además, a los medios les gusta presentar conflictos para hacerse interesantes. Cualquier noticia la
convierten en un parte de guerra. Los temas más pacíficos son presentados con una terminología
bélica. Cuando no hay guerras, las inventan con su lenguaje. A veces este lenguaje impide un
tratamiento neutral de los temas. Buscan presentar contradicciones y exageraciones. Y a menudo
se parcializan.
Cada medio trata de llamar la atención más que la competencia para así 'vender' más. Todo está
supeditado a la conquista del mayor número de espectadores. Solo les interesa cuánto dinero les
llega por la publicidad o qué porcentaje de su mensaje político e ideológico es asimilado por la
audiencia.
Los medios inclusive cambian el contenido, si con ello logran aumentar la audiencia y los ingresos.
Esto explica el aumento de sexo, violencia y sensacionalismo en los medios. "El fin justifica los
medios" para ellos.
Hay quienes piensan que el contenido en general, inclusive de los periódicos, ha bajado por este y
otros factores.
¿Cómo usar el máximo de técnica lingüística en una programación religiosa, sin que sufra el
contenido? "No todo lo que es adecuado a los mass media está en consonancia con el Evangelio
de Cristo" (Juan del Río Martín 1999: 7bc).
Algunos dicen que estamos en "la sociedad de la información". Pero no se puede hablar de
sociedad de información y menos de comunicación simplemente por tener más equipos
(computadoras, internet…). Más bien solo se ha llegado en algunos sitios a "la sociedad de las
técnicas de la información". Las técnicas aumentan empujadas por su oferta de información y por
el lucro que generan, pero no crece la comunicación verdadera entre nosotros.
Conviene estar alerta con la ideología técnica. Hay 'mercaderes del templo', que dicen vender
comunicación, pero lo que hacen es aprovecharse del deseo de todos por la comunicación para
introducir el marketing en la comunicación.
Además, las empresas que operan en el campo de las nuevas tecnologías son tan grandes que de
amos de los medios pueden pasar fácilmente a amos de los contenidos, porque los pueden
cambiar por capricho. De la corrupción presente en las empresas de información (Pasquali 2002),
poca ética se puede esperar en sus contenidos.
Nuestra aldea global por ahora es solo 'técnica'. Aún no es comunicacional. Hay en ella demasiada
heterogeneidad cultural no aceptada por los otros. Es verdad que las técnicas pueden generar
mucha información. Pero la comunicación es más que dar muchos datos. Comunicación humana
no es lo mismo que comunicación técnica.
La incomunicación humana no se corrige con tecnologías. Algo podrían ayudar, pero hay otros
factores más fuertes que la obstaculizan. La brecha entre info-ricos e info-pobres aumenta cada
día.
No basta con informar. Lo que la gente necesita es calidad de comunicación. La gente marginada y
reducida a la soledad y al silencio está necesitada de que el comunicador le dé creativamente
esperanza, de que le haga sentir calor humano y solidaridad, de que le haga sentir el amor de Dios.
Esto se traduce, por ejemplo, en 'ser voz de los que no tienen voz' o mejor aún 'dar voz a quienes
no la tienen'.
La comunicación de calidad no es simplemente transmitir, difundir. Esta se puede dar si hay
buenos equipos técnicos. Pero la comunicación es más complicada que la técnica.
Los medios pretenden llamarse medios de 'comunicación'. Algunos lo son. Otros no generan
comunicación. Esta requiere una actitud de participar y de responder. No hay auténtica
comunicación sin la intención de obtener una respuesta. Esta intención, si es seria, debe empezar
mirando con atención la realidad que el otro vive, siente o desea. Pero con mucha frecuencia no se
espera la respuesta, porque la información desde el primer momento no considera al que escucha.
Si se quiere hacer comunicación, hay que comenzar enseñando el gusto por la comunicación
interpersonal. Esta le sacará de la hipnosis mediática y despertará su identidad y originalidad de
persona. Caerá en la cuenta de que uno 'es' en cuanto se da al otro.
Esto se ve mejor en la catequesis. A veces se usa mucho la imagen (la diapositiva, la fotografía, el
video, el power point…), y se descuida la fuerza de la palabra personal y convincente del testigo.
"El medio es también el mensaje".
Se hacen con frecuencia sondeos de opinión sobre la credibilidad de las diversas instituciones de
un país. Generalmente la Iglesia queda entre las de más credibilidad y aprecio. Pero ¿por qué se le
aprecia? Las respuestas varían según los países. En conjunto hay un reconocimiento generalmente
alto de las acciones sociales de la Iglesia: educación (Fe y Alegría, escuelas parroquiales, etc.), paz,
pobres, lucha por la justicia. Muy al final vienen las actividades vinculadas a la predicación del
evangelio y a los sacramentos. Los programas sociales, por tanto, parecen más relevantes que la
actividad religiosa.
Asimismo, hay una actitud muy positiva hacia el Papa: a la mayoría le atrae su carisma personal
por la confianza colectiva en el papel que desempeña. Solo una minoría dice que ven en él a un
mensajero de fe, un símbolo que nos vincula a realidades que exceden nuestras expectativas
humanas.
Todos estos sondeos son muy positivos para la Iglesia y el Papa, pero indican un concepto estrecho
y erróneo sobre lo que debe ser la Iglesia y el Papa. La culpa es de los entrevistados, pero los
medios acríticamente reflejan e informan sobre esta realidad con la misma visión reduccionista: la
inmediata, la terrena, la aparente, en una palabra, la horizontal.
Los medios dan un juicio incompleto de las noticias, si no consideran al Dios actuante detrás de lo
visible. Debemos "caminar como quien está viendo al Dios invisible" (Heb 11, 27).
El comunicador cristiano tiene el peligro de repetir orgullosamente tales resultados, pero cae en la
misma enfermedad excluyente. Los medios presentan lo inmediato y concreto como lo definitivo e
irreversible. El comunicador cristiano debe considerar que es más importante mirar las realidades
últimas, el destino definitivo de la raza y de la historia humanas. Se requiere tener presente las
penúltimas cosas, pero sobre todo las últimas. El comunicador cristiano debe respirar con sus dos
pulmones: la profecía junto con la caridad.
¿Cómo fomentar el anhelo por la patria eterna que da sentido a nuestras opciones y a nuestras
vidas? ¿Cómo abrir la dimensión vertical en la sucesión horizontal de nuestros días? (Martini 1998:
154-155).
Se podría hacer una encuesta similar de opinión sobre cómo considera el público los medios de la
Iglesia o los comunicadores cristianos. ¿Por qué se les aprecia? ¿Porque informan bien, porque
permiten la discusión de todo tipo de temas, porque son simpáticos, porque son cercanos a la
audiencia, porque se interesan por las necesidades de la gente, porque hablan claro sobre la
injusticia, etc.? Ojalá que sea así. Pero ¿cuántos responden: porque me llevan a Dios, porque
representan a Dios?
Los medios contribuyen a este acoso y a no dejarnos en paz: publicidad exterior en la calle, en las
autopistas, entre programas de TV y radio, en sitios web, en las páginas de periódicos y revistas.
Hay demasiados programas cuyo objetivo central es captar nuestra atención, aunque no digan
nada. Solo les interesa conquistarnos como audiencia. Por una parte, este llamar la atención de la
audiencia es una de las características del lenguaje mediático (por ejemplo de la publicidad). Por
otra, los medios generalmente exageran. A veces son desatentos, precipitados, superficiales y
charlatanes.
En la raíz de esta prisa hay una desviación del concepto de comunicar. La comunicación respeta al
otro, respeta su ritmo, su libertad. En cambio, la prisa quiere poseer, dominar y explotar al otro. La
verdadera comunicación exige espacios de silencio contemplativo, viene de dentro. No se
necesitan muchas palabras para comunicar verdaderamente (Martini 1990: 58). Tampoco se
necesitan los trucos de la ficción y del ensueño mediático.
La comunicación lleva tiempo. Nadie puede comunicar todo de una vez, precipitadamente o con
torpeza. Las comunicaciones de Dios, como la Alianza, se prolongan por siglos. El agricultor es
paciente, no fuerza el tiempo de la cosecha, aunque 'siembre con lágrimas' (Salmo 126).
6ª La tentación secularizante
Secularización significa prescindir de Dios. Ella se nota en el abandono de los símbolos religiosos.
No solamente las escuelas se quedan sin crucifijo, sino que van desapareciendo de la conversación
ordinaria y de los medios frases como "si Dios quiere", 'Dios quiera', 'Dios dirá', 'gracias a Dios',
"providencialmente", `milagrosamente'…
Una de las razones de esta pérdida en Occidente puede ser que este se ha centrado en una
comunicación precisa, rigurosamente controlada. La ciencia y la tecnología son el mito preferido
de hoy; ocupan el primer puesto en las prioridades de cada día. Se prefiere el lenguaje del rigor
objetivo para llegar supuestamente a la verdad, aunque nunca se llegue de hecho a ella. Es el
método positivista. Este tipo de lenguaje llega a abandonar el lenguaje simbólico y poético.
Frente a esta destrucción y abandono de símbolos religiosos, se necesita una 'construcción y
reproducción' contracultural de la fe en el mundo actual.
La fe y la espiritualidad necesitan símbolos. Las palabras son insuficientes para expresar nuestros
sentimientos. Pero si no hay sentimientos, tampoco habrá símbolos.
"El carácter secular es propio y peculiar de los laicos. (…) A los laicos corresponde, por propia
vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos
según Dios" (LG 31).
Se trata de un acento propio (aunque no exclusivo) de los laicos, que contradistingue de modo
específico su misión apostólica de la del ministerio ordenado (como el sacerdotal) y la de los
religiosos (Uríbarri 2002: 127).
Esto capacita a los laicos de una forma especial a trabajar en los medios de comunicación, que
actúan en el mundo secular. Ellos son los principales responsables de vivificar con espíritu humano
y cristiano la realidad de los medios.
Según un estudio realizado sobre los símbolos religiosos de hoy (Martínez-de- Toda 2000) se ve
que los sacramentos han bajado en importancia para los medios y para los universitarios.
La Evangelii Nuntiandi (1975, n. 47) lanzó el grito de alerta por el descuido de los sacramentos. En
realidad era un alerta por la pérdida de la fe y de la espiritualidad sacramental. Hace falta
replantearla de nuevo. Pero ¿cómo puede el comunicador valorizar los sacramentos en sus
mensajes si antes no se viven? Si no hay sacramentos, es que no hay espiritualidad.
El modelo "Encuentro". Trata de que la experiencia del encuentro humano sea eco del encuentro
con el misterio santo en el sacramento (Martín Velasco 1995: 8; García Paredes 1991: 124; cfr.
Ferrándiz 2000: 325, 334). Está muy cercano a las categorías familia, comunidad, encuentro y
diálogo.
El modelo "Liberación". Varios teólogos se han preguntado por qué los sacramentos se han
separado de la vida (García Valenceja 1975), por qué entonces han perdido hoy tanto significado
para la gente, por qué se han convertido en símbolos 'perdidos' (Castillo 1992: 166; cfr. Ferrándiz
2000: 355).
Le echan la culpa a que antes se practicaban los sacramentos como si fueran ritos sagrados
mágicos (Borobio 1991: 468; Floristán y Maldonado 1977: 15). Durante siglos el modelo pastoral
predominante era el sacramental, donde lo importante era administrar el sacramento aunque no
se le entendiera muy bien (por ejemplo, la Misa en latín).
Hoy hay que explicarlos teniendo en cuenta los signos de los tiempos. Y hoy tales signos hablan de
solidaridad, justicia, interés por los pobres, igualdad, fraternidad, derechos…
El símbolo liberador es la cruz de Cristo (su muerte y resurrección). La cruz es el símbolo del
crucificado en la tierra y de los procesos de liberación. Pero la Iglesia es también símbolo de la
presencia liberadora de Jesús entre los hombres. Ella debe ser también sacramento de liberación
del pobre (Maldonado 1991: 245-246). "Lo que hagan por ellos, lo hacen por mí".
El modelo "Fiesta" (Martín Velasco 1982; cfr. Ferrándiz 2000: 374). Esta visión renovada y
entusiasta de los sacramentos sería una respuesta ideal a la actual crisis de los sacramentos y a la
increencia. Pero "la respuesta radical (a esta increencia) debe estar apoyada en una espiritualidad
diferente - más Cristológica, más Trinitaria, más Mariana" (Gallagher 1997: 85).
Evidentemente son necesarios los aparatos, las nuevas tecnologías, la gestión profesional, la
buena imagen, el lenguaje mediático, las políticas de comunicación, los estudios, los cursos y el
deseo de informar, pero no bastan. El contenido no puede ser ahogado por ellos. Ellos deben estar
al servicio del mensaje que se quiere transmitir. Deben tener en cuenta la complejidad de la
evangelización y la riqueza del mensaje cristiano.
El Sínodo de Obispos de Asia advierte: "Con tantos retos de hoy, pensamos que se debe volver a
enfatizar la espiritualidad de quienes están involucrados en la comunicación social. Se ha notado
entre los comunicadores de la Iglesia que se sienten entusiasmados por su trabajo profesional,
pero que ha bajado su sentido de espiritualidad" (Asamblea especial de los Obispos de Asia sobre
la comunicación. Taiwan, nov. 23-28, 1998).
Para vencer las tentaciones y resolver los conflictos indicados se necesita discernir, usar el 'tanto
cuanto' ignaciano y elegir lo más importante. Hay tres criterios fundamentales, que se convierten
en requisitos que debe tener el comunicador cristiano en este orden de prioridad y de dificultad:
debe ser santo, evangelizador y profesional (con el conocimiento del lenguaje y las técnicas
mediáticas).
Las tentaciones expuestas indican que algo puede fallar o está fallando en la espiritualidad del
comunicador. ¿Qué es lo que debe priorizar el comunicador cristiano? ¿Qué es lo más importante
en él? ¿La técnica? ¿La ética? ¿El lenguaje mediático? ¿El cómo producir?
A Salomón Dios le dijo: "Pídeme lo que quieras". El sabio Salomón le pidió: "Dame la capacidad de
juzgar bien y de decidir entre lo bueno y lo malo". A Dios le gustó que hubiera pedido 'sabiduría e
inteligencia para gobernar a tu pueblo' (I Reyes 3, 5-14). El comunicador necesita sabiduría e
inteligencia para comunicar.
Un obispo me contaba glorioso en abril de 2002 que un seglar se le había acercado para decirle
que quería estudiar para ser comunicador en la Iglesia. El le contestó: "¡Estupendo! Vaya a
estudiar teología". Verdaderamente, el contenido es más importante que la técnica, el 'qué' es
más importante que el 'cómo'.
Sin embargo el 17 de junio de 2002 me hallaba en misa en las "Camere di St. Ignazio di Loyola" en
Roma, donde él murió y pasó la mayor parte de su tiempo como General de la recién fundada
Compañía di Jesús. De pronto caí en la cuenta de que estaba delante de un gran comunicador.
En París continúa con su conversación constante y tranquila hasta conseguir sus primeros
compañeros entre aquellos universitarios. En Venecia se ordena sacerdote con sus compañeros.
En Roma despliega una gran actividad y se conservan más de 5.000 cartas, escritas sobre todo
como General de la nueva Compañía de Jesús. También escribe varios libros.
¿De dónde le venía esta fuerza comunicativa? Era un SANTO. Él comunicaba con la fuerza, la
convicción y la mansedumbre del santo. Y la verdadera santidad es elocuente, es decir
comunicativa.
A otro gran comunicador, compañero suyo, S. Francisco Javier, se le quemaba el pecho por el
ardor del amor de Dios. "Basta, Señor, basta", gritaba. Y eso le daba fuerza para buscar y bautizar
miles de catecúmenos en la India, para predicar en el Japón y para preparar su entrada en China.
Al seglar que le decía a su obispo que quería estudiar comunicación le añadiría: "Lo más
importante es la santidad. Vaya primero a hacer los Ejercicios Espirituales y así puede ser que
comience a ser SANTO".
El contenido del Evangelio es precioso y avasallador. Es Jesús mismo que nos dice que Dios es
nuestro Padre y que todo en la vida debe ser regulado por el amor, el respeto a los demás, la
comprensión, la alegría de ser hijos de Dios… Y Él va por delante con su ejemplo hasta dar su vida
por nosotros. Jesús (Dios) se adelanta a mis necesidades. Las satisface antes de que yo se lo pida.
Es un amor antecedente y gratuito.
La vida de Jesús cambia la vida del creyente y le mueve a comunicarlo a los demás… Y así las ricas
experiencias de vida de fe y de obras de solidaridad se pueden convertir en noticias que
interroguen a los demás… "Lo que os digo en la oscuridad, decidlo al oído; lo que escucháis al oído,
proclamadlo desde las azoteas" (Mt 10, 27). "La Iglesia es noticia en la medida en que es
acontecimiento, anuncio y proclamación de la Buena Noticia" (Juan del Río Martín 1999: 9b).
Si esto se da, si esto brilla, entonces podemos formar profesionales y perfeccionar su técnica, etc.
Pero sin lo anterior nos engañamos y preparamos nuevas frustraciones. Se necesita conocer las
técnicas de la información religiosa, pero sobre todo se necesita conocer bien a Jesús.
- A su vez el amor a Jesús llevará a 'seguirlo y servirlo', especialmente en la comunión con los
demás y con los más necesitados.
- Esto hará que se le podrá 'imitar' en las afrentas, pobreza, humillaciones, que es el más alto nivel
de humildad-santidad (S. Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, nn. 104, 109, 98).
De aquí viene espontánea el comunicar Jesús a los demás. El interés por las técnicas de la
comunicación tiene que subordinarse a estos cuatro pasos del proceso espiritual y a la primacía
del amor a Jesús y a su mensaje. Lo único que tiene que hacer el comunicador es llevar esto a la
gente de forma convincente. Lo importante no es la técnica, sino el convencimiento. Lo demás es
accesorio. En Pentecostés Pedro hablaba en su lengua, pero todos los extranjeros le entendían. Y
muchos de ellos se convirtieron solo con su palabra.
El futuro de la fe está ligado a la experiencia de Dios. No está ni estará en dar doctrina, prácticas o
ritos.
4. Inculturación y contextualización del evangelio. Esto exige un discernimiento previo para ver
qué valores culturales se parecen más a los del evangelio para fomentarlos.
La evangelización tiene además los siguientes seis prerrequisitos pedagógicos (para una
explicación mayor ver Martínez-de-Toda 2001).
1. Usar el diálogo y las relaciones personales con cada evangelizado. (También en EN, n. 46).
4. Insertarlo en una comunidad o grupo. (Sínodos de los Obispos italianos 1974 e 1977).
5. Apelar a todo el hombre: no solamente a sus aspectos sensibles y emocionales, sino aun a los
intelectuales.
6. Usar los medios masivos en el proceso evangelizador (EN 1975: N. 45). Ello exige conocer las
técnicas necesarias para comunicar el mensaje cristiano en la cultura contemporánea.
El Espíritu Santo puede repetir el milagro de Pentecostés con nosotros de forma extraordinaria.
Sin embargo Dios usa nuestros medios humanos. El Evangelio necesita ciertas técnicas de
presentación. Si se usan los medios masivos, estos tienen sus técnicas específicas, sumamente
ricas, que son imprescindibles. El comunicador cristiano las debe conocer.
La misma Redemptoris Missio reconoce la importancia del estudio del lenguaje mediático: "No
basta, pues, usarlos para difundir el mensaje cristiano y el Magisterio de la Iglesia, sino que
conviene integrar el mensaje mismo en esta "nueva cultura" creada por la comunicación moderna.
Es un problema complejo, ya que esta cultura nace, aun antes que de los contenidos, del hecho
mismo de que existen nuevos modos de comunicar con nuevos lenguajes, nuevas técnicas, nuevos
comportamientos sicológicos" (Juan Pablo II. Redemptoris Missio 1990, n. 37c).
He aquí las principales características del lenguaje audiovisual (de la radio, TV y cine). El lenguaje
audiovisual es emotivo, dramático (con sus dos elementos más importantes: conflicto e
identificación de la audiencia con el personaje principal), narrativo, entretenido, espectacular (con
el uso de grandes escenarios y de personalidades famosas), imaginativo (estimulando la
imaginación con símbolos), excita la curiosidad, es hábil para responder a tiempo las preguntas
más profundas y espontáneas de la gente. (Una explicación mayor de tales características se halla
en Martínez-de-Toda 2000b). El lenguaje del internet participa de estas características pero añade
su peculiaridad de poder ser interactivo.
Por su parte el lenguaje audiovisual religioso también tiene sus propias características y formas:
mítico, ritual, liminal, narrativo, simbólico, artístico y estimula la búsqueda de respuestas sobre el
sentido de la vida. Es también agradable (y lúdico), fascinante, pluralista, universal, con
novedades, atento a las necesidades de la audiencia, visual y se encuentra también en el mismo
medium. Hay que expresarse sobre todo con el corazón en la mano, con los ojos, con la expresión,
con los gestos, con nuestra actitud, con nuestra personalidad…, como lo haría Jesús, que ejercía
tanta atracción entre todos. El reto es hacer del medio el mensaje, convertir el medio en mensaje.
El instrumento de comunicación, más rico y más pobre al mismo tiempo, es la persona del
anunciador. La comunicación es verdadera y eficaz si transmite una experiencia de Dios. Si esta
nace de la comunión con Él llega a ser comunión con los otros.
El género más apto para la comunicación religiosa es el testimonio contado como experiencia
religiosa en forma de narración, drama o entrevista.
La espiritualidad tiene dos indicadores, la oración y la acción. Ellos acreditan si fue asimilado o no
el proceso de la autocomunicación divina y reflejan el grado de respuesta del hombre a tal
autocomunicación.
Juan Pablo II anima a los comunicadores cristianos a promover esta comunión entre todos a través
de una oración, con la que puedan entrar en comunión con el Espíritu de Dios.
La oración es necesaria. Hablar de Dios requiere hablar con Dios. Un proverbio indio dice: "No
dejes que crezca la hierba en la senda que va de la puerta de tu casa a la de tu amigo". Cuanta más
alta y más grande la responsabilidad, más hay que rezar. La responsabilidad del comunicador es
muy grande. Antes de que el comunicador presente a Jesús al hombre, antes de que piense en qué
y cómo comunicarlo, debe pedirle a Él que le enseñe a comunicarlo. La oración debe preceder el
acto de comunicar y también lo debe completar.
La oración se necesita para comunicar, para ser uno mismo. Así el mensaje se hallará en todo
nuestro ser, en todos nuestros sentidos, en nuestra convicción. El desafío de la comunicación
cristiana es convertir el medio en el mensaje. Lo que importa es el ser. Ahí está el mensaje, que la
televisión recoge en detalle. A través de nuestra apariencia el telespectador intuye nuestro ser,
nuestra forma de pensar. El mensaje no solo se halla en nuestras palabras, sino en todos nuestros
movimientos. Más que llamarse uno 'católico' o 'cristiano', lo importante es ser uno mismo.
Toda espiritualidad comprende también la acción que dimana de ella. La acción comprende
conocimientos, actitudes y conductas. Los conocimientos ayudan a formar actitudes y estas
pueden manifestarse en conductas a través de las virtudes.
Ambos indicadores (oración y acción) deben coexistir. No se puede tener un activismo, que
suprima la contemplación, que es la tentación de tantos.
El Espíritu Santo da a individuos y comunidades sus dones de fe, esperanza y caridad (1 Cor 13, 13)
(virtudes teologales), sabiduría, entendimiento (Col 1, 9), y libertad (Rom 8, 21; Gal 5, 13, 2 Cor 3,
17). También da frutos, como el amor, la alegría, la paciencia (Tel 5, 23-24), y los carismas de
diferente tipo que construyen la comunidad cristiana (1 Cor 12, 4-11, 28-30; Rom 12, 6-8; Ef 4, 11-
13) (Principe 1993: 932). Hay otras virtudes también relacionadas con la comunicación: comunión,
progreso, unión, participación, libertad de expresión, atención especial a los débiles, creación de
cultura, horizontalidad, respeto a los demás… El comunicador cristiano practica la comunión y la
unión y empuja hacia ella.
El resultado final es una comunidad de fe, que se proyecta hacia el exterior hasta que todo el
mundo sea comunión y pueda así unida retornar al Padre, a la Trinidad.
El ideal de vivir en una sociedad, donde haya una auténtica comunicación entre todos los seres
humanos, parece coincidir con el ideal del cristianismo por formar una comunidad en los diversos
niveles familiar, grupal, comunitario, social, regional y mundial. Se desea conocer qué aporta la
Iglesia dentro de su vocación más espiritual y qué aporta la espiritualidad cristiana a este ideal.
Hice una pequeña investigación sobre la espiritualidad de nuestros estudiantes del CICS (Centro
Interdisciplinar de Comunicación Social) en la Gregoriana en uno de mis seminarios (el 13 de
marzo de 2002).
Hice esta pregunta: "Elijan las ocho palabras que para ustedes describan mejor la espiritualidad
del comunicador cristiano".
"Las nuevas situaciones por las que pasan nuestros países requieren un discernimiento profundo y
exigen un espíritu de búsqueda de la verdad" (Sobrino 1985: 16-19). Precisamente la misión del
comunicador es manifestar la verdad sin encubrirla jamás (Sobrino 1998), pero haciéndolo
discretamente y con amor. Esto trae persecuciones, que exigen un espíritu de fortaleza y de
santidad para purificarse en la búsqueda de la verdad con amor.
El buen profesional necesita sobre todo escuchar. Necesita educarse para la comunicación
auténtica. Debe saber comunicarse con los demás a nivel interpersonal. Así podrá participar y
colaborar también con otras áreas de la pastoral (AeN, N. 28, 30). Necesita ir más adentro de sí
mismo para encontrar a Dios. Esta comunicación intrapersonal y traspersonal le hará encontrar el
compromiso y la fuerza que le lleve a una mejor comunicación interpersonal, grupal y masiva con
los demás.
2º El profesional ético, pero que además es un cristiano practicante, aunque quizá con poca
preparación teológica. Debe vivir la relación Fe-Justicia (que incluye la de Fe-Verdad), Fe-Cultura
(general y de los jóvenes), hacer Diálogo Interreligioso.
La vida profesional del comunicador cristiano debe ser complementada por una vida privada de 'fe
y obras' (S. Pablo), de una vida intachable y ejemplar, como la de cualquier cristiano. Debe ser una
persona de sacramentos. Debe ser fiel al evangelio y a la Iglesia, con opción por los pobres y
eligiendo lo que Jesús elegiría hoy.
3º El profesional conocedor de alguna teología. El buen periodista debe tocar todos los temas
posibles desde también todos los ángulos posibles, también el religioso. Esto exige una formación
religiosa y teológica.
¿Hablo y actúo como si no estuviera enterado del deseo comunicador de Dios con nosotros? Como
resultado de mi comunicación con la gente, ¿esta se comunica mejor con Dios?
¿Estoy convencido de que la oración es el primer instrumento y el más importante para
comunicarme de forma seria y constructiva con los otros? (Martini 1998: 158). He aquí algunos
consejos de Lafrance (1989: 140): No leas el periódico ni veas la televisión como un turista, sino
busca comunicarte con todos esos, a quienes solo conoces por los medios de información. Tu
oración se enriquecerá con toda esta vida del mundo presentada en los medios. Ella pedirá por
quienes sufren espiritual y materialmente. Comprenderás que a muchos lo que les falta no es
medios, sino la razón para vivir.
¿Sería conveniente que te relaciones de una manera sistemática con otros comunicadores
cristianos? Seguramente habrá otros también interesados en la espiritualidad del comunicador.
Esta relación servirá para compartir ideas, sentimientos, compromisos, planes… y así poder
incrementar una espiritualidad comunicacional. ¿Se podrían tener algunas actividades conjuntas,
como retiros conjuntos, una Misa al mes juntos, reuniones para estudiar algún problema
concreto? ¿Cómo integrar este grupo en SIGNIS y UCLAP?
CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA
Alphonso, Herbert (1994) Living our Spirituality in Depth and in a Uniquely Personal Way. Rome:
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RESUMEN
La comunicación religiosa a través de los medios tiene problemas. El mensaje cristiano mediático
no está llegando al público. Estos problemas levantan interrogantes: ¿Cómo debe ser el
comunicador cristiano? ¿Cuáles deben ser sus características? ¿Qué motivaciones debe tener?
¿Qué vida interior debe tener para que pueda comunicar eficazmente?
Aquí se presenta la espiritualidad como algo que debe impregnar toda la misión de comunicador.
Ella es elemento fundamental de la comunicación cristiana y el alma del comunicador cristiano. No
puede haber una dicotomía entre la profesión de comunicador y su vida interior. Ambas deben
enriquecerse e integrarse mutuamente.
Primero se explicará lo que se entiende por 'espiritualidad' en general, sus características, el
contexto en que se halla la espiritualidad latinoamericana y la necesidad que el comunicador
cristiano tiene de desarrollar su propia espiritualidad.
Después se buscarán los elementos teológicos en que se basa la espiritualidad del comunicador.
Se verán el camino espiritual del comunicador y las características más concretas de la
espiritualidad del comunicador cristiano.
Se indicarán las tentaciones más comunes en el comunicador cristiano: expresarse de una forma
conceptual; priorizar la técnica y el lenguaje mediático sobre el contenido (con las tentaciones
'tecnológica', 'mediática' y 'profesional'); la prisa por comunicar y el abandono de los símbolos
sacramentales.
Ellas obligan a buscar las prioridades espirituales del comunicador cristiano, que le permitan hacer
un discernimiento. Estas son: el comunicador debe ser santo, evangelizador y profesional (con el
conocimiento del lenguaje y las técnicas mediáticas).
ABSTRACT
The religious conimunication in the media faces problems because the Christian mediate message
does not reach the audience. This raises some questions such as: What should the Christian
communicator be like? What characteristics should he have? What should his drive be? What
interior life should he have to coinmunicate efficaciously? This article presents the spirituality as
something that should drench the mission of the communicator, as the essential element of the
Christian communicator. There should be no dichotomy between his profession and his interior
life, but both should enrich each other.
The article explains what is meant by `spirituality' and its characteristics. The context in which the
Latin American spirituality stands, and the need for Chrisfian communicators to develop their own
spirituality.
The theological foundations on which such spirituality should be based will be sought, regarding
the characteristics of the communicator's spiritual path. The articte indicates the most common
temptations of the Christian communicator: expressing himself in a conceptual manner, giving
priority to the technique and language rather than the content, the rush to communicate, and the
Withdrawal of the sacramental symbols. These temptations force us to seek the priorities which
will allow the Christian communicator to discern properly. These are: the communicator has to be
a holy person, an evangelizer and a good updated professional.
Finally, the way such spirituality is applied in the practice, through its indicators (prayer and
action) his virtues (as gifls and fruits of the Holy Spirit), the key spiritual words and levels of the
professional Chrisfian communicator.