Guion:
Coro.
En la inmortal Verona, iguales en poder
Dos casas hay muy nobles, largo tiempo enfrentadas
Por antiguas pendencias por causas olvidadas,
Que acostumbran con sangre sus odios resolver
Sansón. (A Gregorio). La espada está lista. Provócalos y yo te protegeré.
Coro.
Los trágicos sucesos de este amor sin ventura,
Que los odios absurdos de los padres condena,
Y el dolor que la muerte de los hijos procura
En los próximos minutos ocuparan la escena.
(Entra gente del pueblo, con palos, riñen entre ellos)
Pueblo. ¡Abajo los Capuleto! ¡Abajo los Montesco!
Montesco. ¡Viejo miserable! (A la señora
Montesco). ¡No me detengas! ¡Déjame!
Romeo.
O quizá muy pronto.
Tengo un presentimiento, un mal presagio:
Algo que va ocurrir en la fiesta
Me robará la vida bruscamente.
Mas ¿qué digo? Mi destino benévolo
Vigila mi camino. ¡Y ya del miedo
liberados, gocemos de la fiesta!
Romeo.
¿Quién es aquella dama, que la mano
de su galán adorna?
Romeo.
Que la luz de las velas de ella aprenda
Tan blanca cual la perla que engalana
La oreja de un etíope, o paloma
Que huye de negros cuervos. Buscaré
Cuando este baile acabe dónde mora,
Pues si mi mano al fin su mano toca,
Quedará bendecida para siempre.
Confiesa, corazón, nunca has amado
Ni has visto una belleza tan preclara.
Romeo.
Si la divina imagen de la gentil persona
Que reverente adoro mi muy indigna mano
No trató con respeto, mis labios yo le ofrezco,
Tímidos penitentes, para borrar la afrenta.
Julieta.
Bien penitente, amigo, sed justo con la mano
Que se deja arrastrar por el fervor devoto.
Al penitente, el santo con sus manos bendice
Y al peregrino, humilde, sus palmas él le besa.
Romeo.
¿Tienen los santos labios donde posar la ofrenda?
Julieta.
Labios tienen, amigo, que rezan por nosotros.
Romeo.
Dejad, pues, santa imagen, a las manos que recen
Igual que hacen los labios, y así la fe no mengue.
Julieta.
Los santos solo obran cuando escuchan plegarias.
Romeo.
Pues no os mováis, señora, y veréis cómo rezo:
(la besa) y limpien vuestros labios de pecado los míos.
Julieta.
Y que venga a mis labios el que habita en los vuestros.
Romeo.
¡Pecado de mis labios! ¡Oh, pecado bendito!
Devolved mi pecado…
(La besa nuevamente)
Julieta.
Sabéis besar tan bien
Romeo.
¿Y su madre quién es?
Romeo. (Para él)
¡Es una Capuleto! ¡Qué alto precio!
¡Le deberé mi vida a un enemigo!
Romeo.
Y mi desasosiego crece y crece…
Julieta.
¿Quién es el caballero - ¿ama, lo ves? -
¿Que está junto a la puerta y aquí mira…?
Julieta.
¡Primer amor, y nace de odio antiguo!
Ayer era un extraño: hoy lo conozco
¡y es tarde ya! Amor dicen que es ciego,
Pues hace amar a aquel que es enemigo.
Julieta.
Son versos que he aprendido
De uno con quien bailaba…
****
Romeo.
¿Qué es esa luz que veo en la ventana?
¡Es el oriente! Y su sol es Julieta.
Sal, sol, y mata a la envidiosa luna
Que palidece al ver que la supera.
Quien habría de estar a su servicio.
¡Si supiera mi amor cuán grande es!
Habla, no sé qué dice. Mas no importa:
También hablan los ojos. ¿Le respondo?
¿Qué digo? Soy un simple, ¡no me ve!
Tanto sus ojos brillan; cual estrellas
Llenan de luz el cielo: hasta los pájaros
Han de cantar creyendo que es el día.
Su mano lleva al rostro. ¡Quien pudiera ser guante y disfrutar de ese contacto?
Julieta.
¡Pobre de mí!
Romeo. (Sin dejarse ver).
¡No calles! ¡Continua
Hablando, ángel de luz, que desde el cielo
A la tierra bajaste, esplendorosa!
Julieta.
¡Oh, Romeo, ¡si tu nombre
fuera distinto y no pertenecieras,
a la estirpe ruin de los Montesco!
Abomina tu nombre, niega al padre,
O jura que me quieres y seré
Yo quien maldecirá a los Capuleto.
¡Si fuera otro tu nombre! Mas, qué importa:
Tú eres tú mismo, seas Montesco o no.
¿Qué cosa es ser Montesco? No lo es mano
Ni pie, cabeza, brazo o parte alguna
De tu cuerpo. ¡Si fuera otro tu nombre!
¿Qué hay en un nombre? La flor que llaman rosa,
Con otro nombre igual perfumaría;
De igual modo Romeo, aunque Romeo
Otro nombre tuviera, seguiría
Siendo igual de perfecto: olvida el nombre
Y tómate, Romeo, toda tuya.
(Romeo aparece ante ella, al pie de la ventana)
Romeo. (Dejándose ver)
El nombre olvida y dime solo <<amor>>:
Pues desde hoy ya no seré Romeo.
Julieta.
¿Quién eres tú, que brotas de la noche
Y así sorprendes mi secreto?
Romeo.
Un nombre
No dice quién soy, y lo detesto,
Que es un enemigo tuyo.
Julieta.
¿A qué has venido?
El muro es alto, y correrás peligro
Si te encuentran los míos.
Romeo.
Más peligro
Tienen tus ojos que una espada de ellos.
Mas, si me miras tiernamente así,
Todo lo sufriré
Julieta.
Yo que os descubran
No quiero en modo alguno.
Romeo.
No es la muerte
Lo que más temo: yo me dejaría
Matar, si me negarais vuestro amor.
Julieta.
Lo que ya confesé negar no puedo.
¡Ojalá yo pudiera! Mas es tarde.
Basta ya de fingir. Dime: ¿me quieres?
Ya sé. Dirás que sí, y en tu palabra
Yo sí creeré: mil veces jurarás
Amor eterno, que, si en falso juras,
De perjurios de amor va el cielo lleno.
Gentil Romeo, dime que me quieres,
Y que es verdad: pero si consideras
Que ha sido cosa fácil convencerme,
El ceño frunciré, digna huraña,
Y mucho ha de costarte conquistarme.
Romeo.
Por la sagrada luna os juro que…
Julieta.
No, por la luna, no, que es inconstante
Y cambia cada mes su recorrido.
Romeo.
¿Por quién quieres que jure?
Julieta.
No, por nadie
Mas, si quieres jurar, hazlo por ti,
Que eres el dios que adoro, y te creería.
Romeo.
Señora, yo…
Julieta.
Y a pesar que tú eres
Mi contento, no me contenta un pacto
Breve y fugaz en acto y en palabra.
Deja que nuestro amor, sin pesadumbre
Crezca, y espera, que habrá florecido
Cuando vuelvas a verme. Y que esta noche
Tenga tu corazón la calma y el reposo
Que la esperanza le ha brindado al mío.
Julieta.
¡Adiós, amor! (Alto). ¡Ya voy! (A Romeo) Sedme leal.
Si puedo, volveré.
(sale)
Romeo.
¡Noche bendita!
¡Un sueño hermoso temo que haya sido,
Mas no real!
Julieta. (Volviendo aparecer en la ventana)
Tres palabras, Romeo:
Si tengo que creer en tus promesas,
Si es de verdad que quieres que sea tuya,
Manda un mensaje, usando a la persona
Que yo te haré llegar: di cuándo y dónde
Nos podremos casar ocultamente.
Pondré a tus pies yo todo lo que tengo
Y, amor, te seguiré donde tú vayas.
Julieta.
Mañana…
Romeo.
Por favor, hacedlo…
Julieta.
¿Cuándo…?
Romeo.
Hacia las nueve.
Julieta.
Hacia las nueve, ¡un siglo
Me parece que falta! Y ahora vete:
Hazlo por mí, porque ya rompe el alba.
Adiós, amor, dolor tan dulce siento nombre
Que hasta que salga el sol diré tu nombre.
(se va)
Romeo.
Venga el sueño a tus ojos y la paz
A tu pecho. Quién fuera sueño y pecho
Para acogerte. He de contarle el caso
A Fray Lorenzo y reclamar su ayuda.
…..
Julieta.
¡Vive Romeo... y sus manos manchadas
con sangre de Tibaldo! ¡Vil serpiente
que un rostro tan gentil disimulaba!
Nunca tuvo un dragón cueva tan bella
ni hubo jamás un libro mentiroso
que encuadernaran tapas tan lucidas.
¿Por qué se aloja la mentira, dime,
en un palacio tan altivo?
Julieta.
¡Comida por las llagas
si deseas tal cosa! ¡Mi Romeo
no merece el oprobio! ¡Loca he estado
al hacerle reproches!
Julieta.
¿Y aún defiendes
al que mató a tu primo?
¿Y tú qué quieres?
¿Que yo maldiga el nombre del que ahora
es mi esposo? ¿Y qué lengua su nombre
podrá loar, si yo, que hace tres horas
solo que soy su esposa, ya traiciono?
A Tibaldo mataste, ¿por qué, infame?
El infame Tibaldo fue a matarlo,
y él lo ha matado por salvar la vida.
Si eso es así, no hay que llorar entonces
porque este mal un mal más grande evita.
Pero escuché
que has dicho una palabra
que, sin matar, muerte me pronostica.
«Exiliado vida sea Romeo...».
El nombre, exilio, vale mil Tibaldos,
y es igual que decir que padre y madre
como Tibaldo han muerto, y digo poco.
Que se exilie Romeo: no habrá límite
al dolor que contiene esa palabra.
Julieta.
Limpiarán con sus lágrimas
las heridas, y cuando aquellas cesen
por Romeo.
yo verteré las mías
Guarda las cuerdas, no hace falta escala
porque Romeo parte
hacia su exilio.
A mi lecho no irá, solo la
Muerte tendrá la flor que no
puedo ofrecerle.
Julieta.
Dale este anillo si lo ves, y luego,
para el último adiós, dile que venga.
Romeo.
Era la alondra que pregona el alba,
no el ruiseñor. La luz mira, envidiosa,
adornando las nubes
Levante.
Por extinguidos los fuegos de la noche
se acerca el nuevo día; hay que elegir:
vivir, morir, partir o bien quedarse.
Julieta.
¡Adiós, madre querida! ¿Volveremos a vernos?
helado que recorre mis venas.
Aya, ven. Reconfórtame. Mas ¿qué digo? ¿Estoy?
¿Siento un pavor loco?
¡Una escena terrible es esta, que yo sola
tendré que interpretar! Bebo el frasco... ¿Y qué
pasa si efecto no produce? ¿Me casarán el jueves
como estaba previsto? ¡Esto lo ha de impedir!
(Saca de su pecho un puñal).
¡Quédate aquí, escondido!
[Esconde el puñal en el lecho).
¿Y si fuera un veneno
el elixir del fraile, que busca de este modo
la muerte discreta eludir represalias
habernos unido contra el deseo del padre?
No es posible, que es hombre virtuoso.
si, una vez en la tumba, despierto antes de hora
en aquel antro infecto antes de que a salvarme
se presente Romeo? ¿Me asfixiaré quizá?
¿Y si, cuando la noche me cubra con las sombras,
al ver que me rodean pestilentes cadáveres
igual que la mandrágora, no he de morir
[gritando
¿Y si, en pleno delirio, veo venir fantasmas
de mis antepasados, y me lanzo cual loca
a arrancar de su féretro el
cuerpo
tierno aún
de mi primo Tibaldo? ¿Qué es eso? ¡Veo su
[espectro
La mandrágora es una planta que ha sido muy utilizada en
el ocultismo. Sus raíces tienen propiedades narcóticas y con
ellas se preparaban filtros que se consideraban afrodisíacos. La
forma de las raíces, que, a veces, recuerdan la figura humana
nó la leyenda de que era una planta que, al ser arrancad
persiguiendo a Romeo, cuya espada sangrienta
le partió el corazón! ¡Oh, Tibaldo, detente!
¡Huye presto, Romeo! ¡Me dirijo a tu encuentro!
Aquí está el bebedizo, y lo bebo por ti.
(Bebe y cae sobre su lecho, entre cortinas).