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Jesus y La Iglesia Son El Mejor Matrimonio

Este documento analiza el pasaje bíblico Efesios 5:18-33, en el que Pablo describe la relación entre Cristo y la iglesia como un modelo para el matrimonio. 1) Pablo exhorta a los creyentes a estar llenos del Espíritu Santo en lugar de embriagarse, y lista cuatro resultados positivos de estar llenos del Espíritu. 2) Usa la relación entre Cristo y la iglesia como ejemplo de sumisión y amor mutuo para instruir a esposas y esposos, hijos y padres

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Jesus y La Iglesia Son El Mejor Matrimonio

Este documento analiza el pasaje bíblico Efesios 5:18-33, en el que Pablo describe la relación entre Cristo y la iglesia como un modelo para el matrimonio. 1) Pablo exhorta a los creyentes a estar llenos del Espíritu Santo en lugar de embriagarse, y lista cuatro resultados positivos de estar llenos del Espíritu. 2) Usa la relación entre Cristo y la iglesia como ejemplo de sumisión y amor mutuo para instruir a esposas y esposos, hijos y padres

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Efesios 5:18-33

Cristo y la iglesia el mejor matrimonio

Pablo ya le ha dicho a sus lectores que han sido “sellados” con el Espíritu Santo y que no deben
“contristarlo” (1:13; 4:30). Ahora les exige, sed llenos del Espíritu. No hay secreto más grande para
la santidad que estar llenos de aquel cuya naturaleza y hasta su nombre es “santo”.
Gramaticalmente hablando, este párrafo presenta 2 imperativos (no embriagarse y ser llenos del
Espíritu), seguidos por 4 participios presentes (hablando, cantando, dando gracias y sometiéndose).
O sea, teológicamente hablando, primero nos presenta nuestro deber cristiano, y luego describe 4
consecuencias de esta condición espiritual, en términos de nuestras relaciones.
Hay una similitud superficial entre las dos condiciones de “No os embriaguéis con vino,” y “antes
bien sed llenos del Espíritu,”.
Una persona borracha esta bajo la influencia del alcohol, y por cierto que un cristiano lleno del
Espíritu está bajo su influencia y poder. Pero allí termina la comparación y comienza el contraste.
En los cultos paganos, donde se adora a otros dioses falsos, la intoxicación es un medio de
inspiración y conexión. Pero es un error suponer que estar lleno con el Espíritu de Jesucristo es una
clase de embriaguez en la que perdemos el control de nosotros mismos.
Por el contrario “dominio propio” es la cualidad final denominada “fruto del Espíritu” de Gálatas
5:22-23. Entonces, bajo la influencia del Espíritu Santo no perdemos el control, lo ganamos.

Un doctor y teólogo die lo siguiente: “El vino (alcohol).,. hablando farmacológicamente, no es un


estimulante, es un depresivo. Si se toma cualquier libro sobre farmacología y se busca “alcohol” se
encontrará siempre que está clasificado entre los depresivos. No es un estimulante”. Más adelante
dice: “Deprime totalmente los centros de mayor importancia en el cerebro.... Controla todo lo que
da a un hombre auto-dominio, sabiduría, comprensión, discriminación, juicio, equilibrio, poder de
evaluar las cosas; en otras palabras, todo lo que hace que un hombre se comporte de la manera
mejor y más alta”. Lo que el Espíritu Santo hace es exactamente lo opuesto. “Si fuera posible poner
al Espíritu Santo en un texto de farmacología, lo pondría bajo el rubro de estimulantes, porque a
ellos pertenece.... Estimula todas nuestras facultades ... la mente y el intelecto... el corazón... y la
voluntad... ”

Si el alcohol excesivo deshumaniza, transformando a un ser humano en una bestia, la plenitud del
Espíritu nos hace más humanos, porque nos hace como Cristo.

Pablo hace a continuación una lista de cuatro resultados beneficiosos de estar llenos con el Espíritu:
a. La comunión. V.19a
b. La adoración. V.19
c. La gratitud. V.20
d. La sumisión. V.21

Si estamos llenos del Espíritu, estaremos relacionados armoniosamente tanto con Dios (adorándolo
con gozo y agradecimiento) como con los demás (hablando y sometiéndonos uno al otro). En
resumen, los cristianos llenos del Espíritu aman a Dios y se aman irnos a otros, lo cual no resulta
sorprendente ya que el primer fruto del Espíritu es el amor.
Efesios 5:18-33
Pablo ha venido bosquejando los nuevos valores que Dios espera de su sociedad, la iglesia,
especialmente en términos de su unidad y su pureza. Estas 2 cualidades son indispensables para
una vida digna del llamado y acorde con la naturaleza del pueblo de Dios.

Ahora pasa a tratar las nuevas relaciones que, inevitablemente, descubre el nuevo pueblo de dios,
y al hacerlo se concentra durante el resto de su carta en 2 nuevas dimensiones de la vida cristiana.

1. Las relaciones practicas y terrenas del hogar. Porque la familia de Dios deja de ser un
concepto creíble si no esta subdividida en familias humanas que demuestran el amor de
Dios. ¿Para que sirve la paz en la iglesia si no hay paz en el hogar?
2. Tenemos un enemigo en común que enfrentamos y, por lo tanto, el equipamiento que
necesitamos en nuestra incesante guerra espiritual.

Estas dos responsabilidades (el hogar y el trabajo por un lado, y el combate espiritual por el otro)
son bastante diferentes entre sí. El esposo y la esposa, los padres y los hijos, los amos y los siervos
son seres humanos visibles y tangibles, mientras que “los principados y potestades”

Sin embargo, si nuestra fe cristiana ha de tener algún valor práctico, debe ser capaz de afrontar
ambas situaciones. Debe enseñarnos cómo comportarnos cristianamente en el hogar y en el trabajo,
y debe capacitamos para luchar en contra del mal de tal manera que estemos firmes y sin caer. Por
lo tanto, la armonía en el hogar y la estabilidad en la lucha son los dos temas finales que trata el
apóstol.

1. Autoridad y sumisión (V.21)

21 Someteos unos a otros en el temor de Dios.

Si nos damos cuenta, este participio es también un imperativo, porque la demanda de sumisión
mutua lleva a la sumisión que se pide a esposos, hijos y esclavos. No hay ningun verbo en el v.22,
porque el llamado a la sumisión del v.21 se extiende al versículo siguiente. Así que en realidad el
v.21 es un versículo de transición, que forma un puente entre dos secciones.

Lo que está más allá de cualquier cuestionamiento es que los tres párrafos que siguen se dan como
ejemplos de sumisión cristiana, y que el énfasis recae sobre la sumisión. Así, se dirige a las esposas
antes que a sus esposos y se les ordena estar sujetas a ellos (v.22); se menciona a los hijos antes que
a sus padres y se les dice que deben obedecerlos (6:1); y se les habla a los esclavos antes que a los
amos, y se les dice que deben obedecerlos (6:5).

Tenemos que estar de acuerdo con que en muchas culturas las mujeres han sido explotadas, y
tratadas como siervas en sus propias casas; que los hijos a menudo han sido anulados y aplastados,
tachados como “vistos pero no escuchados”; que los obreros han sido tratados injustamente, se les
han dado salarios y condiciones de trabajo inadecuadas, y una participación insuficiente en la toma
de decisiones, para no mencionar las terribles injusticias y barbaridades de la esclavitud y de la trata
de esclavos.

¿a quién deben principalmente su liberación las mujeres, los niños, y los trabajadores? ¿No es a
Jesucristo? Fue Jesucristo quien trató con cortesía a las mujeres y las honró, en una época en que
Efesios 5:18-33
se las despreciaba. Fue Jesucristo quien dijo: “Dejad que los niños vengan a mí” en un período de la
historia en que los bebés que no se querían se tiraban a la basura (como se hace hoy en los
incineradores de los hospitales) o se los abandonaba en la plaza pública para que cualquiera se los
llevara y los tomara como esclavos o para la prostitución. Y es este Jesucristo quien enseñó la
dignidad del trabajo manual trabajando él mismo como carpintero, lavando los pies de sus discípulos
y diciendo “estoy entre ustedes como uno que sirve”.

Debemos ubicar correctamente la enseñanza sobre el comportamiento familiar dentro del contexto
de la carta a los efesios, en la que Pablo ha estado describiendo la nueva y única humanidad que
Dios está creando a través de Cristo. Ha estado enfatizando la completa unidad en Cristo de
personas de todas las culturas, especialmente judíos y gentiles, mientras que en la carta paralela a
los colosenses, ha añadido hombres libres y esclavos (3:11) y, en una carta anterior, hombres y
mujeres (Gál. 3:28).

Pablo ahora levanta nuevas barreras de sexo, edad y rango, en esa nueva sociedad de Dios, en la
cual ya habían sido abolidas.

A la luz de la enseñanza de Jesús y sus apóstoles, podemos confiada y reiteradamente afirmar por
lo menos tres verdades importantes: primero, la dignidad de la mujer, la niñez, y la servidumbre;
segundo, la igualdad ante Dios de todos los seres humanos, sin distinción de su raza, rango, clase,
cultura, sexo, o edad, porque todos están hechos a su imagen; y la profunda unidad de todos los
cristianos, como miembros de la familia de Dios y del cuerpo de Cristo. Es sólo cuando estas
verdades están firmemente aclaradas en nuestra mente, que estamos listos para considerar la
enseñanza del comportamiento familiar.

Para resumir, en el uso bíblico “autoridad” no es sinónimo de “tiranía”. Todos aquellos que ocupan
posiciones de autoridad en la sociedad son responsables tanto ante Dios quien se las ha confiado,
como ante la persona o personas para cuyo beneficio les ha sido otorgada. En una palabra, el
concepto bíblico de autoridad no involucra tiranía sino responsabilidad.
La primera responsabilidad que Pablo elabora es la de los esposos y las esposas. La esencia de su
enseñanza es clara: las esposas deben “someterse” y los esposos deben “amar”.

2. El deber de las esposas (vv. 22-24)

Se dan dos razones, o por lo menos están implícitas, para la sumisión de la esposa frente a su marido.
La primera surge de la creación y se refiere a que el esposo es “cabeza” de su esposa, mientras que
la segunda surge de la redención y se refiere a Cristo como “cabeza” de la iglesia.

22 Las
casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23 porque el marido es cabeza de
la mujer,

La autoridad del esposo se establece como un hecho y se la convierte en base de la sumisión de la


esposa. Pero no se elabora aquí el origen de esa autoridad. Para una comprensión más amplia del
argumento de Pablo necesitamos volvernos a otros pasajes, especialmente 1 Corintios 11: 3-12 y 1
Timoteo 2:11-13. En ambos pasajes se remite a la narración de Génesis 2 y señala que la mujer fue
hecha después del hombre, a partir del hombre, y para el hombre. Añade que el hombre también
nace de la mujer, de manera que hombre y mujer son dependientes el uno del otro. Sin embargo,
Efesios 5:18-33
su énfasis recae en el orden, el modo, y el propósito de la creación de Eva. Y debido a que es
principalmente sobre estos hechos de la creación que Pablo basa su argumento sobre la autoridad
del hombre, su argumento tiene validez permanente y universal, y no debe dejarse de lado como
una limitación cultural. Lo que la creación ha establecido, no hay cultura que pueda destruir.
Dios ha hecho y hace a los hombres y las mujeres diferentes, y una de sus diferencias básicas radica
en la “autoridad” que le ha dado al hombre. Esto puede muy bien tener una base genética. Si es así,
la tendencia natural del hombre necesita ser controlada si su “gobierno” ha de ser constructivo.
Porque “patriarcado” suena paternalista y “autoridad masculina” opresivo. Aun la palabra bíblica
“sumisión” se explica a menudo como si fuera un sinónimo de “sujeción”, “subordinación” y hasta
“sojuzgamiento”. Todas estas palabras tienen asociaciones emotivas. “Sumisión” no constituye una
excepción. Tenemos que tratar de despojarla de ellas y penetrar en su significado bíblico esencial.
No lo descubriremos buscando sus asociaciones modernas ni tampoco a partir de su etimología,
sino primariamente de la manera en que se la utiliza en su contexto casuístico de Efesios 5.

Hay pocas dudas respecto a lo que “sumisión” significaba en el mundo antiguo, donde el desdén por
las mujeres era casi universal. William Barclay lo resume así:
“Los judíos tenían un bajo concepto de las mujeres. En la forma judía de la oración matutina había
una frase en la que el judío cada mañana agradecía a Dios que no lo hubiera hecho ‘un pagano, un
esclavo o una mujer....’ Según la Ley judía, una mujer no era una persona, sino una cosa. Carecía
totalmente de derechos legales, era posesión absoluta del marido que podía disponer de ella a gusto
La situación era peor en el mundo helénico.... Todo el tenor de vida griego hacía del compañerismo
entre el hombre y la mujer algo casi imposible. El griego esperaba que su mujer manejara su casa y
cuidara de sus hijos legítimos; el placer y la compañía los encontraba en alguna otra parte.... En
Grecia el hogar y la vida familiar estaban próximos a extinguirse, y la fidelidad era absolutamente
inexistente.... En los días de Pablo la situación en Roma era aún peor.... La degeneración de Roma
era trágica.... No es exagerado afirmar que toda la atmósfera del mundo antiguo respiraba
adulterio.
Charles Seltman confirma esto. En el Imperio Romano, escribe: “Una niña estaba completamente
bajo el mando de su padre; una esposa completamente bajo el poder de su esposo. Ella era su bien
mueble.... Su vida era de tal impotencia legal que llegaba a la esclavitud, mientras que su status se
describía como ‘imbecilitas’, de donde deriva nuestra palabra actual.”

Es en contra de este oscuro trasfondo que la enseñanza de Pablo brilla con una luz tan fuerte.
Pero aún tenemos que preguntamos en forma precisa qué significa ser “cabeza” y tener
“sumisión”.

Para comenzar, estas palabras no establecen por sí mismas estereotipos de conducta masculina y
femenina. Culturas diferentes asignan tareas diferentes a hombres y mujeres, esposos y esposas.
En Occidente, por ejemplo, ha sido convencional durante mucho tiempo que la esposa haga las
compras, cocine, y limpie, junto con atender la alimentación, el baño, y el cuidado de los bebés. En
muchas partes de África y Asia las mujeres también trabajan en el campo y llevan cargas pesadas
sobre sus cabezas. En nuestros días, sin embargo, y correctamente, estas convenciones se
reconocen como culturales y, por lo tanto, están siendo desafiadas y en algunos casos cambiadas.
Muchas parejas están aprendiendo a compartir las tareas del hogar.

A fin de entender la naturaleza del gobierno del esposo en la nueva sociedad que Dios ha
inaugurado, necesitamos mirar a Jesucristo. Porque Jesucristo es el contexto en el cual Pablo
Efesios 5:18-33
utiliza y desarrolla las palabras “cabeza¨ y “sumisión”. Aunque basa la autoridad del esposo en la
creación, la define en la relación donde Cristo, el redentor, es cabeza: 23 porque el marido es cabeza
de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. El hecho
de que Cristo es la cabeza de su iglesia ya ha sido presentado en Efesios 4:15-16. Es a partir de Cristo
como cabeza que el cuerpo deriva su salud y crece hacia la madurez. Su autoridad expresa cuidado
más que control, responsabilidad más que gobierno. Es por eso que dice “y él es su Salvador”. La
cabeza del cuerpo es el salvador del cuerpo: la característica de su autoridad no es tanto el señorio
sino la salvación.

Si el hecho de que el esposo sea la cabeza de la mujer se asemeja a que Cristo lo sea de su iglesia,
entonces la sumisión de la esposa se asemejará a la de la iglesia: 24 Así que, como la iglesia está
sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.

No hay nada que la vuelva inferior porque la sumisión no es una obediencia ciega a un monton de
reglas sino una aceptación agradecida de su cuidado. La sumisión y el respeto que se exhorta a la
esposa a tener por el esposo, no es de manera alguna la sumisión de un perrito temeroso... Pablo
esta pensando en un vinculo voluntario, libre, gozoso, como lo muestra la analogía de la relación
de la iglesia con Cristo. Cada vez que la autoridad del esposo refleje la autoridad de Cristo,
entonces la sumisión de la esposa a su protección y a su amor, lejos de disminuir su feminidad, la
enriquecerá positivamente.

3. El deber de los esposos (vv.25-33)

La palabra que caracteriza a los esposos es “amor”. Pablo utiliza 2 analogías para ilustrar el
cuidado tierno que el amor de un esposo por una esposa debe implicar:

a. Es que el esposo debe amar a su esposa como Cristo ama a la iglesia. En el AT, el pacto de
gracia que Dios había hecho con su pueblo Israel se menciona muchas veces como un
pacto matrimonial. Jesús retomó esta enseñanza y se refirió claramente a sí mismo como
el Novio.

Lo que llama la atención del desarrollo que Pablo hace del tema es la sacrificada entereza del pacto
de amo con el novio celestial hacia su esposa. Es esto lo que deben imitar los esposos: 25 Maridos,
amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para
santificarla,

Observemos que Pablo utiliza 5 verbos para indicar los pasos consecutivos del compromiso de Cristo
con su esposa, la iglesia.
La amó, se entregó por ella, para hacerla santa, la purificó, para presentársela a sí mismo. Las
palabras “Cristo amó a la iglesia” ubicadas antes de la mención de su sacrificio por ella, paracen
mirar atrás a su preexistencia eterna, cuando por amor a los suyos se propuso venir a salvarlos. Así
que, habiendo amado a la iglesia, “se entregó por ella”.
La referencia primaria es a la cruz.

¿Cuál fue el propósito de su sacrificio? Fue para hacerla santa. Él la purificó.


Efesios 5:18-33
La purificación parece referisrse a la purificación o lavamiento inicial del pecado y la culpa, que
recibimos cuando nos arrepentimos y creemos en Jesús. Esta acción se lleva a cabo “habiéndola
purificado en el lavamiento del agua por la palabra,” habiéndola purificado con el agua y la palabra,
el plan del Novio es hacerla santa y, finalmente “presentársela a sí mismo”. “Santificarla” se refiere
al proceso de santificación en carácter y conducta por el poder del Espíritu que mora en ella,
mientras que el “presentársela” es algo que tendrá lugar cuando Cristo vuelva a tomarla para sí.

Porque iglesia ahora es imperfecta, tiene manchas y arrugas causadas por la suciedad exterior y la
decadencia interior. La iglesia necesita contante limpieza porque se ensucia con el mundo, y la
Palabra de Dios es el agente limpiador. Un día se vera a la iglesia como es, nada menos que la novia
de Cristo V.27 “una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que
fuese santa y sin mancha.”.

La novia no se hace a si misma presentable; es el novio que trabaja para hermosearla. Su amor y
auto sacrificio por ella, su purificación y santificación, están diseñador para su liberación y
perfección, cuando al fin se la presente a sí mismo en la gloria completa. El Dr. Lloyd-Jones escribe:
“¿Puedo expresarlo así? El Especialista de Belleza habrá puesto su toque final a la iglesia, el masaje
habrá sido tan perfecto que no habrá quedado ni una arruga. Se la verá joven, en lo mejor de su
juventud, con color en sus mejillas, con su piel perfecta, sin manchas ni arrugas. Y permanecerá así
por siempre jamás.”

Esta es la consecuencia de que Cristo sea “cabeza”. La Cabeza de la iglesia es su Novio. La Cabeza de
la Iglesia es su Novio. No aplasta a la Iglesia. En lugar de eso, se sacrificó a sí mismo para servirla, a
fin de que ella pueda llegar a ser todo aquello que él desea, es decir ella misma en la plenitud de su
gloria. De la misma manera, un esposo nunca debería usar su autoridad para aplastar o anular a su
esposa, o frustrar su deseo de llegar a ser ella misma. Su amor por ella lo llevará a un camino
exactamente opuesto. Se dará a sí mismo por ella, a fin de que pueda desarrollar su potencial
completo ante Dios y así llegar a ser más completamente ella misma.

b. El esposo debe cuidar amorosamente a su esposa como a su propio cuerpo.

Hasta acá pudimos haber visto lo que se considera como el climax romántico, y pasaremos a lo
que se siente como un anti-climax:
28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos.

Esta es una de las descripciones más profundas y graficas de la unidad que debería caracterizas
al matrimonio cristiano. Porque al darle instrucciones a los esposos de que deben amar a sus
esposas, parece descender del alto nivel del amor de Cristo al nivel más bajo del amor por uno
mismo. Este sentido de anomalía ha llevado a algunos comentaristas a tratar de traducir la frase
de otra manera, pero sus intentos no han tenido éxito porque la frase siguiente, obstinadamente
se niega a tener otro significado que no sea el obvio: El que ama a su mujer a sí mismo se ama.
La explicación probable para el descenso de Pablo al nivel más mundano del amor hacia uno
mismo, es que siempre es realista. No podemos aprehender completamente la grandeza del
amor de Cristo; “sobrepasa todo entendimiento”, como escribió anteriormente. Ni los esposos
encuentran que sea fácil aplicar este nivel a las realidades de la vida familiar. Pero todos sabemos,
por la experiencia de todos los días, cómo nos amamos a nosotros mismos. He aquí la utilidad
práctica de la “regla de oro” que Jesús enunció, de que tratáramos a los otros como nos gustaría
Efesios 5:18-33
ser tratados. Porque todos sabemos esto instintivamente. Después de todo, es la manera en que
nos tratamos a nosotros mismos. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la
sustenta y la cuida (v.29a). Es decir que la alimenta y (puede significar) la viste, o al menos la
atiende.

Sin embargo, esta exhortación al esposo para que “sustente y cuide” a su esposa como lo hace con
su propio cuerpo es más que una guía útil para el comportamiento diario. También contiene una
coherencia interna debido a que él y su esposa, han llegado a ser en realidad “una carne”. Pero
Dios intenta que la relación sexual no sólo sea una unión de cuerpos, sino que simbolice y exprese
la unión de personalidades. Es cuando un esposo y su esposa llegan a unirse profundamente uno
con el otro que será verdad que el que ama a su mujer a sí mismo se ama.

Esto lleva al apóstol a volver mentalmente a Cristo y así llega al clímax de su argumento. Hasta
aquí ha utilizado dos analogías para el amor de un esposo por su esposa: el sacrificio amoroso de
Cristo por su novia, la Iglesia y el cuidado amoroso del esposo por su propio cuerpo. Ahora fusiona
ambas. La novia de Cristo y el cuerpo de Cristo son lo mismo (ver v.23), porque somos miembros de
su cuerpo (v.30)

Nos ha incorporado a sí mismo, nos ha hecho parte de él mismo en una unión profunda e indisoluble.
Esto lleva a Pablo a citar Génesis 2:24: Por esto dejará el hombre a su padre ya su madre y se unirá
a su mujer, y los dos serán una sola carne (v.31) y declarar luego que este misterio es grande (v.32).

Parece no haber razones para dudar de que en primera instancia se está refiriendo a las
profundidades misteriosas y sagradas de la unión sexual misma. Pero entonces, inmediatamente,
continúa con su simbolismo aún más profundo: más yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.
Al hacerlo, no sólo utiliza el ego de su autoridad apostólica, sino que hasta emplea la misma
expresión egó de lego (mas yo digo) que Jesús mismo utilizó en las seis antítesis del Sermón del
Monte.

Resulta apropiado que lo haga, porque un “misterio” es una verdad revelada y el “misterio”
profundo aquí, es decir la unión de la Iglesia con Cristo. Es muy cercana a la unidad judeo-gentil en
el cuerpo de Cristo, que le había sido revelada y acerca de la cual ha escrito en 3:1-6. Por lo tanto,
él ve la relación marital como un hermoso modelo de la unión de la Iglesia en y con Cristo. Cuando
se la aplica a Cristo y su Iglesia, “una carne” es idéntica al “solo y nuevo hombre” de 2:15. Más aun,
los tres cuadros de la Iglesia que Pablo desarrolla en Efesios el cuerpo, el edificio, y la esposa todos
enfatizan la realidad de su unidad debido a su unión con Cristo.

El v.33 es un breve resumen de la enseñanza completa que Pablo ha estado impartiendo a esposos
y esposas: Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo, porque
ella y él son uno, y la mujer respete a su marido. Es cierto que “respete” significa literalmente
“temer”, pero este verbo “puede expresar la emoción del temor en todas sus modificaciones y en
todos sus grados, desde el simple respeto, la reverencia, hasta la adoración, según su objeto”

El apóstol comenzó con una pareja: “amor” y “sumisión”. Termina con otra: “amor” y “respeto”.
Hemos visto que el amor que tiene en mente para el esposo se sacrifica y la sirve con la visión de
habilitar a su esposa para que llegue a ser lo que Dios quiere de ella. Así que la “sumisión” y el
Efesios 5:18-33
“respeto” que pide de la esposa expresa su respuesta a su amor y su deseo de que también llegue
a ser lo que Dios quiere que sea en su “liderazgo”.

A la luz de lo que hemos visto hasta aquí, ahora podemos ver con otros ojos el pasaje de Efesios 5 y
lo que continua. La iglesia es la ayuda idónea del segundo Adán. Eso nos muestra algo del valor de
la iglesia a los ojos de Dios, y de la tarea que la iglesia está llamada a hacer. Recodemos como las
personas ahora dicen que aman a Dios pero su esposa les resulta insoportable. Fue esa esposa la
que el Padre escogió para Su Hijo, para que sea Su cuerpo, unida inseparablemente a Él como el
esposo con la esposa. Y fue por amor a ella que Cristo se entregó a si mismo para santificarla. Ese
es el argumento de Pablo en Efesios 5. El hombre y la mujer vienen a ser uno a través del vinculo
matrimonial. A tral grado que Pablo indica a los maridos en el v. 28, que deben amar a sus mujeres
como a sus mismos cuerpos. Pero observemos lo que sigue diciendo a partir del versículo 29:
29
Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también
Cristo a la iglesia, 30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31 Por esto
dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola
carne. 32 Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia.

Nosotros somos uno con Cristo, y es a través de nosotros que Él está haciendo su obra en el mundo.
Dios le dio una ayuda idónea al primer Adan, para llenar la tierra de “imágenes vivientes de Dios” a
través de la procreación. De igual manera proveyó una ayuda idónea al segundo Adan, Cristo, para
llevar a cabo esa misma tarea por medio de la regeneración. A través de la regeneración Dios nos
imparte nueva vida espiritual de modo que podamos responder al evangelio en arrepentimiento y
fe.

Es por medio de la iglesia que el Espíritu de Dios engendra hijos espirituales a través de la
proclamación del evangelio.

La iglesia es la ayuda idónea de Jesús, a través de la cual Él está extendiendo Sus dominios en el
mundo. No por medio de la espada, sino procreando hijos espirituales por el poder de su Espíritu
actuando a través de Su Palabra. Nosotros somos las manos, los pies y la boca de Cristo en el mundo.
Aparte de Su iglesia, Cristo no tiene otra ayuda idónea para llevar a cabo Su obra.

Es por medio de Sus iglesias locales que Cristo proclama, protege y ejemplifica Su verdad en el
mundo. La iglesia es “columna y baluarte de la verdad”. Así como Adan tenia la obligación de
proteger el huerto para que Satanás no lo infectara con sus mentiras y engaños, nosotros también,
en unión con Cristo, tenemos la obligación de proteger la verdad de Dios.

Por eso, debemos cuidarnos unos a otros “hablando la verdad en amor”, de modo que “crezcamos
en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, cristo, de quien todo el cuerpo, estando
bien ajustado y unido por la cohesion que las coyunturas proveen, conforme al funcionamiento
adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor”
Efesios 4:11-16.

Es a través de ese proceso que somos progresivamente transformados a imagen de Cristo, es así
como la imagen divida es restaurada en nosotros.
Efesios 5:18-33
De modo que somos parte de algo inmensamente mayor que lo que sucede cada domingo cuadno
la iglesia se congrega. Somos parte de una historia que comenzó en el Genesis y que culminará
cuando toda la tierra sea llena de la Gloria de Dios.

4. Resumen:

Tomando primero al esposo, lo que Pablo enfatiza no es su autoridad sobre su esposa, sion su amor
por ella. En autoridad esta definida en términos de responsabilidad afectiva.

Para nuestras mentes, la palabra “autoridad” sugiere poder, dominio, y aun opresión. Imaginamos
al esposo “autoritario” como una figura dominante que toma todas las decisiones por sí mismo,
emite órdenes y espera obediencia, inhibe y aun suprime a su esposa, y por lo tanto la priva de
crecer para llegar a ser una persona madura o completa. Pero esto no es para nada la clase de
“cabeza” que está describiendo el apóstol, cuyo modelo es Jesucristo. Por cierto, “cabeza” envuelve
un grado de liderazgo e iniciativa, como cuando Cristo vino a cortejar y ganar a su esposa. Pero más
específicamente, implica sacrificio, un darse por la causa de la amada, como cuando Cristo se dio a
sí mismo por su esposa.

Si “cabeza” significa en algún sentido “poder”, entonces es poder para preocuparse a fin de no
aplastarla, poder que sirva para no dominarla, poder para facilitar su autosatisfacción, no para
frustrarla o destuirla.

Y en todo esto la meta del amor del esposo ha de ser la cruz de Cristo, en la cual se entregó a sí
mismo, hasta la muerte, en su amor desinteresado por su esposa.

El Dr. Lloyd-Jones tiene una manera impactante de reforzar esta verdad: “¿Cuántos de nosotros
nos hemos dado cuenta de que siempre debemos pensar acerca del estado matrimonial en
términos de la doctrina de la redención? ¿Es esa nuestra manera corriente de pensar acerca del
matrimonio?... ¿Dónde encontramos lo que los libros tienen que decir acerca del matrimonio?
¿Bajo qué sección? Bajo Ética. Pero no pertenecen a ella.

Debemos considerar al matrimonio en términos de la doctrina de la redención.

En cuanto al deber de la esposa en la relacen matrimonial, me sorprende la impopularidad de este


pasaje entre muchas mujeres. Cuando se lee en una boda y provoca comentarios femeninos, pienso
si ha sido leído cuidadosamente y, particularmente, si ha sido leído en su contexto total.

5 puntos que espero no manifestar opresión, como muchos piensan, sino más bien la carta de
liberación genuina.

a. El requerimiento de sumisión es un ejemplo particular de un deber cristiano general


Es decir que la frase “las casadas estén sujetas” (v.22) está precedida por el requerimiento de
que debemos sometemos “unos a otros” (v.21). Por lo tanto, si el deber de la esposa como tal
es someterse a su esposo, también es deber del esposo, como miembro de la nueva sociedad
de Dios, someterse a su esposa. La sumisión es una obligación cristiana universal. En toda la
iglesia cristiana, incluyendo cada hogar cristiano, la sumisión debe ser mutua. Porque Jesucristo
Efesios 5:18-33
mismo es el modelo perfecto de la humildad (no porque conozca sus debilidades, sino por lo
que explicaba anteriormente con respecto a la relación autoridad y responsabilidad; Cristo es
el modelo perfecto de humildad por la responsabilidad misma que conlleva ser Señor y
Salvador). Se vació a sí mismo de su status y derechos, y se humilló para servir. Así que en el
nuevo orden que ha fundado llama a todos sus seguidores a seguir sus pasos. “Y todos, sumisos
unos a otros, revestíos de humildad” ¿No debería regocijarse la esposa de tener el privilegio de
dar una demostración particular de la belleza de la humildad en su actitud hacia su esposo, que
debe caracterizar a todos los miembros de la nueva sociedad de Dios?

La voluntaria sumisión cristiana es muy signifícativa aun en nuestros días. “Jesucristo, más que
perder su dignidad por subordinación al Padre, la demuestra. Cuando una persona es
voluntariamente receptiva hacia otra, le da lugar, y se coloca a su servicio, muestra mayor
dignidad y libertad que un individuo que no soporta ayudar a otro y ser compañero de ningún
otro más que de sí mismo. Efesios 5 sostiene cualquier otra cosa menos la obediencia ciega o
el quebrantamiento de la voluntad de la esposa. En lugar de ello, este capítulo muestra que
en el dominio del Siervo-Mesías crucificado, los súbditos respetan un régimen de libertad e
igualdad en el que una persona asiste a la otra redundando a los derechos poseídos y en
realidad ejercita el derecho de imitar al Mesías mismo.... Aún no se ha encontrado en la
literatura cristiana una descripción del matrimonio más grande, más sabia, y más positiva.”

b. La sumisión de la esposa debe ser entregada a un amante, no a un ogro


La instrucción del apóstol no es: “casadas someteos, esposos dirigid”; es “casadas someteos,
esposos amad”. Por supuesto que en toda época y cultura ha habido ejemplos de esposos
crueles y tiránicos, y ha habido ocasiones dolorosas en las cuales, a fin de mantener la integridad
de su conciencia, una esposa se ha visto obligada a resistir a la autoridad de su marido. Pero
Pablo está describiendo el ideal cristiano, no sus oscuras desviaciones. Esto siempre ha sido
obvio para los comentaristas. Calvino predicaba: “Los esposos ... no deberían ser crueles con
sus esposas, ni pensar que todas las cosas que les agradan son permisivas y legales, porque su
autoridad debería involucrar más compañerismo que reinado”. El apóstol repite tres veces su
recomendación fundamental:
- Maridos, amad a vuestras mujeres (v.25);
- los maridos deben amar a sus mujeres (v.28);
- cada uno de vosotros ame también a su mujer (v.33).

Por lo tanto, si la autoridad del esposo se expresa en el amor responsable por su esposa, ¿qué
razón tendría ella en no someterse a él? Y si un esposo desea sumisión de ella, sabrá que sólo
amándola tendrá éxito.

c. El esposo debe amar como Cristo


¿Suena muy duro para una esposa el requerimiento de “sumisión”? Pienso que es más duro lo
que se requiere de un esposo. No que la “ame” con la pasión romántica, sentimental, y hasta
agresiva, que frecuentemente toma el lugar del amor genuino en nuestros días; en lugar de ello,
Efesios 5:18-33
debe amarla con el amor de Cristo. Si la obligación del esposo de amar se repite tres veces,
también se repite el requerimiento de modelar su actitud y conducta, en la de Cristo.

- Es la cabeza de su esposa como Cristo es Cabeza de la iglesia (v.23);


- debe amar a su esposa como Casto amó a la iglesia (v.25);
- y debe sostenerla y andarla como también Cristo a la iglesia (v.29).

Por lo tanto, su autoridad, su amor, y su cuidado, deben asemejarse al de Cristo. El punto más
alto de la demanda se alcanza en el v.25, donde se lo exhorta a amar a su esposa como Cristo
amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. Esta es la totalidad del auto sacrificio. Debe
amarla con lo que algunas veces se denomina “amor del Calvario”; no puede concebirse un
estándar mayor. Un esposo cristiano que satisface aun parcialmente este ideal, predica el
evangelio sin abrir siquiera sus labios, porque la gente puede ver en él la calidad del amor que
llevó a Jesucristo a la cruz.

d. El amor del esposo, como el de Cristo, se sacrifica para servir

Anteriormente consideramos los cinco verbos de los versículos 25 y 26. Cristo “amó a la Iglesia”
y “se entregó” por ella, para “purificarla”, “santificarla” y, finalmente “presentársela” a sí mismo
en todo esplendor y sin defecto. En otras palabras, su amor y su auto sacrificio no fue una
demostración vacía, sino con propósito. Y su propósito no fue imponer sobre la Iglesia una
identidad alienante sino liberarla de las manchas y arrugas que contaminan su belleza y
demostrar en ella su verdadera gloria. El esposo cristiano debe tener una preocupación similar.
Su dominio nunca será utilizado para oprimir a su esposa. Desea verla liberada de todo lo que
pueda arruinar su verdadera identidad femenina y crecer hacia aquella “gloria”, aquella
perfección de una personalidad completa, que será el destino final de todos aquellos que Cristo
redima. Para este final Cristo se dio a sí mismo. Para este final también el esposo se da a sí
mismo en amor.

e. La sumisión de la esposa no es más que otro aspecto del amor

Hemos visto que la esencia de la instrucción paulina es: “esposas someteos, maridos amad”, y
que estas palabras son diferentes una de otra ya que reconocen que Dios le ha dado la autoridad
al esposo. Sin embargo, «mando tratamos de definir los dos verbos, no es fácil distinguir
claramente entre ellos. ¿Qué significa “someterse”? Es dejarse de lado uno mismo por alguien.
¿Qué significa “amar”? Es dejarse de lado uno mismo por alguien, tal como Cristo “se entregó a
sí mismo” por la iglesia. Por lo tanto, “sumisión” y “amor” son dos aspectos de una misma cosa,
es decir de aquel darse sin egoísmo que es el fundamento de un matrimonio duradero y maduro.

No es que este darse a sí mismo sea fácil. No quiero pintar un cuadro e vida matrimonial más
romántico que realista. La verdad es que todo auto sacrificio, aunque sea el camino del servicio
y el medio de la realización propia, también es doloroso. Más aun, amor y dolor parecen ser
inseparables, sobre todo en pecadores como nosotros, ya que nuestra condición de seres caídos
no ha sido anulada por nuestra re-creación en Cristo. En el matrimonio está el dolor del ajuste, a
medida que la independencia del antiguo “yo” da lugar a la interdependencia del nuevo
“nosotros”. También está el dolor de la vulnerabilidad a medida que la cercanía mutua lleva a
mostrarse a uno mismo como es, y mostrarse a uno mismo lleva al conocimiento mutuo, y el
Efesios 5:18-33
conocimiento mutuo al riesgo del rechazo. Así que los esposos y las esposas no deben esperar
descubrir la armonía sin conflicto; deben esforzarse para construir una relación de amor, respeto,
y verdad.

El darse uno mismo a alguien es reconocer el valor del otro ser. Porque si yo me dejo de lado,
sólo es posible porque valorizo tanto a la otra persona que quiero sacrificarme por él o ella, a fin
de que pueda desarrollarse plenamente en su ser. Ahora bien: perderse uno mismo para que el
otro pueda encontrarse a sí mismo esa es la esencia del evangelio de Cristo. También es la
esencia de la relación matrimonial, porque a medida que el esposo ama a su esposa y la esposa
se somete a su esposo, cada uno está buscando capacitar al otro para que llegue a ser más
plenamente él mismo, dentro de la armoniosa complementariedad de los sexos.

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