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7 Lecciones Sobre Terapia Dolor 2 - Yalom

NINGUNO
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_—jDeje de tratar de arreglar las cosas! —gritaba—. Eso cso que mi padre intent6 hacer toda mi vida, ‘Seenojaba por mi impaciencia ante su falta de progreso, ¥ por no reconocer los esfuerzos que habia hecho por ayu- darse asi misma (que nunca me mencioné). Irene queria que yo fuera fuerte y saludable. Cualquier dboleneia —dolor de expalda, un problema de rodilla que requeria una operacin de menisco, un tetra gripe—le causabafastidio, Yo sabia que ella era aprensiva, pero «30 era algo que mantenia ocult. Sobre todo se enojaba porque yo estuiera vivo mien- teas que Jack estaba muerto "Nadia de esto er facil para mi. A mi nunca me han gus- tadolasconfrontacionesairads yen mi vida personal, evi to por lo general as personas colicas. Debido aque de- libero y pienso para esrb, ls confrontacionesretardan ris pensamientos,en toda mi carrera he declinado el deba- teppblico y desalentado toda invitacin a postularme como jefe de departament, Entonces,zcémo hacia frente ala ira de rene? Por em zat, me spoyaba en el vijo adagio de a terapia que esta- Etce que hay que separa persona de ol. Con recuen: cia gran parce del enojo dl paciente hacia el terapeuta se relacona con el rol, no con la persons. "No tomar nada ea forma personal”, como ensefamos los terapeutasjvencs. ©, sl menos, no tomar todo en forma personal. Se debe tra- tarde disriminar ent lo que es propio dea persona y los {que es propio del rol. Presa evidente que gran parte de la ira de Irene iba dirigida contra la vida el destino, Dios, iniferencia eésmica, peo la descargaa simplemente con- teael blanco mis préximo: yo su terapeuta. Irene sabia que ‘me oprimia, y me lo hacia saber de muchas formas. mi sceretaria para cam- biar una entrevista porque yo debia ial devist, Irene le algo que para miiral dentistadebia de ser un placer, compa rad con verlaa ella Py Sin embargo, quad la razén principal por la quel furia de Irene no me agobiaba era porque Yo sabia que encubria su profunda tristeza, desesperaciOn y miedo, Cada vez que ella expresaba enojo, a veces yo reaccionaba instinivamente con irritacién e impaciencia, aunque, por lo general, con compasién. Muchas de la imagenes o frases de Irene me obsesionaban, Una; en particular, que se aloj5 en mi mente, rnunea dejaba de ablandarme. Pertenecs a uno de sus sue” fs sobre aeropuertos (durante los dos primeros aos pos- teriores al muerte de Jack, muchas veces sofaba con que vagaba por un aeropuerto) Corro por a terminal de un aeropuerto. Buscando a Jack. No sé cud es la compaiiaaérea. No sé niimero de vuelo, Estoy desesperada.... Leo las listas de partidas de vuelos en busea de una pista, pero nada tiene sentido. Todos los de nos son silabas que no significan nads. Luego hay una espe- ranza: puedo leer un cartel sobre una de las puertas de sal da, “Mikado” dice. Corro a la puerta. Pero es demasiado tarde. Elavién ya se ha ido, y me despiertollorando, —Ese destino, “Mikado”. ¢Qué asociaciones tiene con Ja palabra “Mikado”? le pregunté No necesito asociaciones —me dijo, desdeRiando mi pregunta—. Sé exactamente por qué sofé con Mikado. Era luna opereta que cantaba de nifia. Hay un verso del que nunca sme olvido: ‘Aunque la noche puede llegar demasiado pronto la tarde durard aiosy aos. Irene me mir6. Tenia los ojos baitados en ligrimas, No tenfa sentido decir nada més. Ni yo, ni ella Ella estaba més allide todo consuelo. Desde ese di, el verso “la tarde dura- afios y aios” reverberaba en mi mente, Ela y Jack nunca pudieron disfrutar de bastantestardes,y por eso yo le podia perdonar cualquier cosa ns Mi tercera leccién avanzads, sobre l ira producida por celdolor results ser de gran valor en otras situaciones clini- ‘as, Mientras que en el pasado yo me apartabs répidamente della ira, tratando de entenderla y resolverla lo antes posi ble, hora estaba aprendiendo 2 busearla y zambullieme en clla, ZY el vehiculo especifico de la leecion? Alli es donde ‘ents el fango negro. (as tasind vn) Enel momento de la mere de mi cufado, cuando me menue com marchase jn pregunts 3 queria estar con $Tyuen qe me edabe pore i esporaetabs via rene seein al fango negeo™"yRecuerda?” me pregons “Nudie quiere que lo cubran de alguien, gno?” Era ura smeifra que habia wea en cs vodss as Ssiones durante Tos dow primers aos deterapia. sQueeralfango nro? Unay ota vez ells esorza ba por encontrar as palabras pecs Poeun sustacl negra ropugrats, are, qu rota de iniy me rodea como un charcos El fang negroes 5qUre50 $a. Repel yasque cualquiera que se me ae. Los Ennepece alls ambin os pone en grave pig. ‘Nungueelfango ngro ena muchos igaficndos, sobre todo enearnaba su fui product dl dolor Deal queme lira por ener espn vv lems de ran fants: podfa permanecet en silencio, ahogéadose en 5a ropa fay sense desesperadamente ola. © pode Eide de bia algando ato el mundo, y sente dses peradamente sol ‘Come aman dl fango negro estaba profondamente agabadsensu mente—-y na haba rn o etree que Pu fers eraicara wi eva metifora par iar mi tera pia Paradiolvera, noncesab apa traps sno Por an wataba de manenerme crea de lla durane 126 su furia, y doblegar su enojo, como habia hecho Jack. Yo debiainvolucrarla,luchar con su fri, ropedir que meapar- tara, Su ira tomaba muchas formas. Constantemente me ponia a prueba y me tendiatrampas. Un dia me tendié una partcularmentetaicionera que brinds una auspiciosa opor- tunidad para el acto terapéutico. Un dia, después de varios meses de agitaci y desalien- to severos,llegs a mi consultorio inexplicablemente calma y contents —Es maravilloso verla tan tranquila —observé—. £émo lo loses? —Tomé una decisién fundamental —djo—. He desecha- do toda expectativa de felicidad orealizacin personal. Basta ddeanhelar amor, sexo, compat, reacién artstica. De ahora en adelante voy a dedicarme por entero a eumplir con mi descripcion de tareas, a ser madee y cirujana. Dijo todo esto con aire de gran aplomo y bienestar. Durante las semanas anteriores, yo me habia sentido muy preocupado por la intensidad e incxorabilidad de su deses- peracidn, preguntindome cuinto ms podria soportar. Por 650, ya pesar de lo abrupto de su cambio, me sent tan con- tento de que hubiera encontrado una manera—fuera como faese— de disminuir su dolor, que opté por no indagar mis acerca de su fuente. En cambio, lo tomé como un suceso bendito, no muy diferente de la paz. que logran muchos bdistas, quienes, mediante la meditaci6n,alvian su sufti- siento al apartarse de todo deseo personal. ‘Para ser honesto, no esperaba que la transformacién de Irene durara, pero si esperaba que aungue fuera un alivio temporario de su implacable dolor, pudira iniciar un ciclo mis positivo en su vida Si un estado de calma le permitia dejar de atormentarse, tomar decisiones adaptativas, hacer nuevas amistades, quizés incluso conocer al hombre ade- ‘uado, entonces no importaba cdmo lograba iniialmente ‘ese estado mental: simplemente podia extender la escalerilla yy subie al siguiente nivel. a7 AA dia siguiente, no obstante, me llamé por teléfono, furiosa. Se da cuenta de lo que ha hecho? Qué clase de tera~ peuta es usted? 'Y decia que yo le importaba! jTodo simu: Jaciénl ;Simulacién! ;La verdad es que esti dispuesto a cerse atrisy observar ranquilamente c6mo renuncio atodo To que es vital en mi vida, el amor, la alegra, la excitacién, todo! No,no, es mis que hacerse aris. Usted esti dispues- to asersun cémplice de mi autoasesinato! ‘Una vez més amenaz6 con abandonar la terapia, pero finalmente pude persuadirla aque volviera para ota sesi6n. Los dos dias siguientes pasé mucho tiempo analizando la secuencia de los acontecimientos. Cuanto ms pensaba enello, mis enojado me ponia. Una vez mis, como el tonto de Charley Brown, habia intentado patear Ia pelota que in- variablemente Lucy levanta en iltimo segundo. Para cuan- do llegé la siguiente sesién, mi enojo igualaba el de Irene. Esa sesién, més que terapia fue una contienda, la pelea mis seria que tuvimos. Las acusaciones brotaban de ella —jUsted me ha abandonado! ;Quiere que me adapte ahogando partes vitales de mi set! ‘Yo no traté de fingir que simpatizaba con su posicién ni aque la entendi "Estoy harto, hasta la coronilla —Ie dije—de sus cam- pos minados. Estoy harto de que me someta a pruebas en las que la mitad del tiempo fracaso. ¥ de todas las pruebas, étaes a mis sucia, la mis traicionera. Tenemos demasiado ‘abajo que hacer, irene —dij, para terminar,y aproveché una frase de su difunto matido. —No soportaré estos dis- arate, Fue una de nuestras mejores sesiones. Cuando terminé (naturalmente, después de otra escaramuza acerca de la fi- nalizacign y su acusacién de que la echaba del consultorio) nuestra alianza terapéutica estaba mas fuerte que nunca. Ni «en mis libros de texto ni en mi supervision o en mis clases habria sofiado con aconsejarle a un estudiante que se enre- dara en una batalla colérca con un paciente. Sin embargo, ns era una sesién de ese tipo la que invariablemente hacia progresar a Irene. Tra la metifora del fango negro la que guiaba estos ex- fuerzos. Al hacer contacto, un contacto emocional, al luchar con ella (hablo en forma figurada, aunque hubo momentos en que senta que estabamos al horde de una pelea fisca) yo probaba una y otra vez que el fango negro era una fieciin que no alquitranaba, ni repelia, ni me ponia en peligro. Irene se aferraba con tanta fuerza ala metafora que esta- ba convencida de que cada vez que yo me aproximaba a sa furiao bien la abandonaria, o moriria Por fin, en un esfuerzo por demostrarle de una vez por todas que su furia no me destruiria ni haria que me fuera, senté una nueva regla fundamental de terapia: “Cada ver ‘que usted estalle contra mi, automsticamente programare- mos una sesidn extra durante esa semana”, Este acto de- rmostré ser muy efectivo: retrospectivamente, considero que fue un acto inspirado. La metifora del fango negro resulabs ser paticularmen- te poderosa porque era sobredeterminada: una sols imagen {que satisfacia y expresaba varias dinimicasinconscientesdis- tintas. La furia producida por el dolor era un significado im- portante, pero habia otras, por ejemplo, la ereencia de que ‘estaba contaminada, que era ponzofiosa y de mala suerte, —Cualquiera que psa el perimetro del fango negro—me dijo en una sesién— firma su propia sentencia de muerte, —zDe modo que usted no se treve a volver aamar por- ‘que sélo puede ofrecer el amor de una Medusa, que destrui- ia quien se acerque a usted? Todos los hombres que amé han muerto: mi marido, mi padre, mi hermano, mi ahijado, y Sandy, de quien no le he habladi, un novio de mente enferma que se suicidé hace —{Otra vez una coincidencial ;Tiene que liberarse de cso! “insist. Es mala suerte, y no tiene implicaciones para el futuro. Los dados no tienen memoria 1 —iCoincidencia, coincidencia su palabra favorital —se burlé—. El término correcto es karma, y su claco mensaje ces que no debo amar a ningin otro hombre. Su autoimagen destructiva me recordaba a Joe Bfstplk, l personaje dela historieta cSmica Lil’ Abner, sobre cuya cabeza flotaeternamente una ominosa nube negra. gCémo iba yo a socavar la ereencia de Irene en un karma maldito? Finalmente lo abordé en forma similar a como habia abor- dado su furia. Debia ofrecer un acto terapéutico, yel mis- ‘mo consistié en pasar por alto sus advertencias, aproximar- me a ella repetidas veces, entrar en el espacio téxico de la mala suerte, y seguir vivo y saludable. Trene relacionaba otro significado més del fango negro ‘con un suefio que tuvo una vez de una hermosa mujer de ‘ojos oscuros, con una rosa roja en el pelo y reclinada sobre un sof Cuando me sergu, me dice de que la mujer no ceralo que parecfa el sof es un féretro, sus ojos son oscuros pero no bellos, sino que estin cargados de muerte, y la rosa roja no es uns flor sino la sangre de una herida de muerte. ‘Yo sé que soy esa mujer y queel que se acerque a mi moriré nel acto. Una razén més para que nadie se me acerque. a imagen de esta mujer con la rosa roja en el pelo me hizo acordar al argumento de El hombre en el laberinto, ‘una extraordinaria novela futurist de Philip Dick, en la que tun hombre es enviado a un mundo recientemente descu- bierto para tomar contacto con una raza de seres avanza~ dos. Aunque para comunicarse emplea toda clase de recur- 20 imaginable —simbolos geométricos, invariantes mate- _maticos, temas musicales, sefias, gritos, movimientos de bra- ‘z08-— siempre es ignorado. Sin embargo, sus esfuerz0s per- ‘urban la tranquilidad de los seres, que no permitiran que ‘suarrogancia quede impune. Cuando estéa punto de regre~ sar a la tierra, lo someten a un misterioso procedimiento neuraquinirgico. Sélo con posterioridad se da cuenta él de la naturaleza de castigo: la cirugia imposibilita que sea cz- paz de contener su angustia existencial. No s6lo lo asalea 130 continuamente el temor de la mera contingencia y de su propia muerte inevitable, sino que esté condenado a a sole- dad, ya que quien se le acerque esté expuesto a las mismas fulminantes rfagas de espanto existencial. Por més que le insistia que el fango negro era una fie- ign, la verdad es que yo mismo me sentiaatrapado. En mi trabajo con Irene, corria la suerte de quienes se acercaban, demasiado al protagonista de Philip Dick: me asaltaba mi propia realidad existencial. Una y otra vez nuestras sesio~ znes me hacfan enfrentarme a mi propia muerte. Aunque siempre he asumido que la muerte estiall,esperando, zum- bando débilmente justo debajo de la membrana de la vida, por lo general siempre pude ignorarls. Por supuesto, pensar en la muerte tiene sus efectos salu dables:entiendo que, si bien la realidad (Fisicalidad) de la muerte nos destruye, a idea de la muerte puede salvarnos. Se tata de una antigua sabiduria: es por eso que, desde hace siglos, los monjes tienen una calavera en su celds, y por lo que Montaigne aconsejaba vivir en un cuarto con vista al cementerio. Mi percepci6n de la muerte me ha servido para revitalizar la vida, ayudéndome a trivializar lo trivial y a valorar lo que es precioso. Si, yo sabia todo esto inteleerual- mente, pero también sabia que no es posible vivir constan- temente expuesto al blanco calor del miedo a la muerte. ‘Ast que, en el pasado, por lo general relegaba el pensa- rmiento de la muerte ala regién posterior dela conciencia. Pero mi trabajo con Irene ya no lo permits. Una y otra ver, mis horas con ela intensificaban no s6lo mi sensibilidad la muerte y mi sentido de lo precioso de la vida, sino tam- bign mi angustia antela muerte, Mas veces que las que pue- do recordar me sorprendia cavilando sobre el hecho de que ssu marido fue derribado alos cuarentay cinco afios, mien- tras que yo ya habia pasado los sesenta Estoy en la zona de Ta muerte, el tiempo de la vida cuando puedo extinguirme en cualquier momento. 131 Quin ha dicho que los terapeutas ganan mucho? (A) Leveion. ‘A medida que nuestro trabajo llegaba asu tercer ao, yo me iba desalentando cada vez mAs. La trapia habia llegado al estancamiento. Irene estaba tan hundida en la depresion {que yo no podia conmoverla. Tampoco avercarme a ella: ‘cuando le preguntaba si se senia cerca o lejos de mi en una sesin lla respondia: —A millas y millas de distancia. Apenas si aleanzo a verlo. —Irene, sé que puede estar cansada de oro, pero es Jmperativo que consideremos empezar con unantidepresivo. Debemos entender y resolver por qué se obstina en oponer: sea la medication, "Los dos sabemos lo que significa la medicacin. =? —Significa que uno ha dejado caer los brazos, que aban- ddona la terapia. Yo no quiero el alivio inmediao de a droga. —2Alivio inmediato, rene? ¢ Tres aos? —Quiero decir que sentieme mejor no es la solucin. so solo pospone el enfrentarme a lo que he perdido. No importaba qué argumento usara yo: no podia slisuadirla de estas creenciassuyas. No obstante, con el tiem- po me satisfizo, permisiéndome que le prescribiera antidepresivos. El resultado fue el mismo que a vez que lo intentamos dos aiios antes. Tres drogas diferentes no slo resultaron ineficaces, sino que le causaban efectos laterales desagradables: severa somnolencia, sueiios extraiios y atemorizantes,pérdda de toda sexvalida y sensualidad, la ‘spantosa sensacin de que ya nada importaba, de haberse desprendido de susintreses, inclusive de s misma, Cuando le sugeri que viera a un consultor, dizectamente se neg6. Desesperado, por fin le di un ulkimtum, —Debe ver al psicofarmacélogo y seguir sus recomen- daciones, o no continuaré trabajando con usted, 132 Irene me miré sin pestahear: Como de costumbre, con su atitud precisa y forzada ala vez, no brindé nada super- fluo, nien palabra ni movimiento, “Lo consideraréy le daré mi respuesta en la préxima sesién —dijo. 'No abstante,en Ia siguiente sesién no respondis en for- ma directa l ultimatum. En cambio, me entregé una co del New Yorker, abiertaen un articulo del poeta ruso Josep Brodsky, ttulado “Sobre el dolor y la razn". En esto —me dijo encontraré la clave de lo que te- ne de malo la terapia. De lo contraro, silo lee y no encuen- tra una respuesta, veré al consultor. Los pacientes me piden muchas veces que lea algo que les interes: alga libro de autoayuda, un articulo sobre un nuevo tratamiento 0 teoria, un texto literario que tiene que ver con su propia situacin, Més de un paciente escritor me ha entregado un largo manuscrito, diciéndome: “Leyendo esto se enteraré de muchas cosas sobre mi”. Esto nunca ha resultado de valor: el paciente podria haber verbalizado el ‘material en mucho menos tempo. No es que quieran una ‘opinion honesta sobre a escrtura: sé que por lo general soy demasiado importante para el paciente como para tener la libertad de brindarle un comentario objetivo. Es obvio que Toque buscar sae cost: aprobaciény amici pero un terapeuta tiene formas mucho mis directa y elec” tivas de satislacer esa necesidad que consumir horas leyen: cdoun manuscrito. Por lo general busco una manera gracio- sa de declinar estos pedidos o, alo sumo, acepto echar un Tigero vistazo al material. Valoro mi iempo de letura y lo protejo a capa y espada, ‘Sin embargo, no me sentf agobiado cuando empecé a leer el articulo que me dio Irene: Tenia un gran respeto, no sélo por su gusto sino por su claridad mental, de manera aque s ella crefa que el articulo contenia la clave de nuestro Stolladero, yo confiaba que el tiempo que invertria seria bien usado. Por supuesto, habria preferido una comunica- cin mis directa, pero estaba aprendiendo a aceptarel modo 1s de discurso oblicuo y con frecuencia poético de Irene, un lenguaje aprendido de su madre. A diferencia de su padre, un modelo de licida racionalidad, profesor de ciencias en ‘un pequefo secundatio del Medio Oeste, su madre era una artista que se comunicaba sutilmente Irene aprendié a en tender los estados animicos de su madre de una manera in- directa. Por ejemplo, cuando el tiempo era bueno, ella de- cia: “Creo que pond:é liros en el aren azul y blanco", 0 trasmita su estado de énimo por la manera.en que rreglaba las mufecas sobre la cama de Irene por Ia mafana. El aticulo se abre con el andlsis de Brodsky de las dos primeras estrofas del poema “Entrar” ‘As Icame to the edge of the wood ‘Thrush music—hark! [Now it was dusk outside, Inside, ic was dark ‘Too dark in the woods for a bird By sleight of wing ‘To better its perch for the night, Though i sll could sing {Cuando lput al bore el bosque Miisica de aondra, yscuchad! Abert wees cence ‘Adentro, oscuro. Demasiad oscuro en el bosque para que un ‘Mediante el arte de sus alas ee Mejorara dénde posarse esa noche, Aunque am pudira cana) Siempre pensé que “Entrar”, un poema sobre i natura: leza, es encantador y simple. Yo lo habia memorizado de adolescente y lo rectaba en voz alta mientras recorria en bicicleta el parque El hogar de los viejo soldados, en Was- hhington. Pero en el artculo, en su brillant andlisis de verso 1 por verso, Brodsky demostraba que cl poema tiene un sig- nificado sombrio. Por ejemplo, en la primera estrofa hay algo siniesto en la egada de laalondea el poeta mismo) al borde del bosque, cuando percibe la oscuridad del interior. Y la segunda estrofa gno es mucho mas que puro lirismo? Por cierto, qué significa el poeta cuando dice que el bos- que esti demasiado oscuro para mejorar el lugar donde po- sarseesa noche mediante el arte de sus alas? El “arte de sus alas*, ge refiee a un ritual religioso, quiza los tiltimos ri- tos? Se est lamentando Frost de que ya es demasiado tar de, que ya esti marcado para la condenacion eterna? Y,efee- tivamente, ls estrofas posteriores confirman esta interpre- tacién, En resumen, Brodsky hace un andlisispujante, de- rmostrando no sélo que se trata de un poema sombrio, sino que Frostes un pocta mucho mis pesimistadelo que sedan euenta muchos. ‘Yo estaba fascinado, El arriculo explicaba por qué este ema, como otros poemas de Frost, aparentementesim- ples, me cautivaban de al manera cuando era un adolescen- te, Pero gla conexién con Irene? ¢La clave para nuestros problemas en la terapia, como dijo? Segui leyendo. ‘Accontinuacién, Brodsky se ocupa del andliss de un ar- 0 poema narrativo, el tétrico poema pastoral “Entierro en asa”, El poema, que tiene lugar en una pequetiagranja, es ‘una conversacidn, una seic de movimientos, un ballet, en- tree granjero y su mujer (Por supuesto, pensé de inmedia- to en los padres de Irene, que vivian en una granja en el Medio Oeste, y también en la escalera por la que descendi6 Irene res décadas atrés para contestar el eléfono y enterar se dela muerte de Alle.) El poema comienza: [He saw her from the bottom of the stairs [Before she saw him. She was starting down Looking back over her shoulder at some fear. (Ea vio desde el pie dela escalera ‘Antes de que ella lo viera, Ella empezaba a bajar 135

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