Resumen Teológico Sobre La Sexualidad Humana-Ageup
Resumen Teológico Sobre La Sexualidad Humana-Ageup
LA SEXUALIDAD HUMANA
(Documento de Trabajo)
INDICE
PREÁMBULO 2
I. CONTEXTO SOCIO-CULTURAL 3
Abuso sexual 11
Divorcio 12
Sexo prematrimonial 13
Lujuria 14
Adulterio 14
Pornografía y Masturbación 16
Homosexualidad 16
Atracción sexual 17
Identidad sexual 18
Comportamiento sexual 19
BIBLIOGRAFÍA 25
LECTURA RECOMENDADA EN ESPAÑOL 26
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PREÁMBULO
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I. CONTEXTO CULTURAL
Es de suma importancia entender nuestro contexto cultural y, como seguidores de
Jesús responder con la verdad, compasión, convicción y esperanza.
Sociedad Peruana en General
En la actualidad la manera de cómo se manifiesta la sexualidad es de forma libre, sin
complicación alguna; notándose claramente en las redes sociales donde las escenas virtuales
exponen fantasías de cualquier tipo, despertando la libre imaginación de cada uno de los usuarios
sin restricción alguna. Los jóvenes y adolescentes de hoy en día, desarrollan sin límite alguno una
vida sexual más activa que los adultos, enmarcando diversas actitudes ante la sociedad como el
pensar y el actuar en diversas situaciones; desde el inicio de las relaciones sexuales, que siendo
diverso entre los diferentes países, oscilan entre los 15 y 19 años.
Un estudio realizado por Escalante (2008, p.74) identificó que en el Perú los varones
inician su vida sexualmente activa entre los 13 y 14 años, mientras que las mujeres inician a los
15 años. Las personas que aún no inician su vida sexual refieren que se debe a cuestiones
personales, éticas o religiosas; optando diversas actitudes. En la mayoría de casos, en su primera
relación sexual, el uso de preservativos es escaso, ya que ésta no suele ser planeada. El MINSA
afirma lo siguiente:
“El documento técnico publicado identificó que, en el año 2010 el 19,7 % de los
estudiantes de secundaria refirieron haber iniciado sus relaciones sexuales. El 46,7 %
tuvo su primera relación sexual antes de los 14 años. Siendo el porcentaje más alto
entre los varones que entre las mujeres. Concluyendo que el 9,2 % de los escolares
de secundaria tuvieron su primera relación sexual antes de los 14 años, 14,4 % de los
varones y 34,0 % de las mujeres. Siendo importante mencionar que el 9,1 % refieren
haber tenido relaciones sexuales con más de 2 personas, notando un porcentaje siete
veces mayor en varones. Asimismo, el 64,3 % de los que iniciaron su vida sexual
activa en los últimos 12 meses, refieren haber tenido relaciones sexuales utilizando
preservativos, mientras que un 38,9 % refiere haber utilizado otro método
anticonceptivo”. (MINSA, 2017)
3
Perú se encuentra en los primeros lugares entre los países de la región en casos de violencia
sexual. Asimismo, de acuerdo a las estadísticas oficiales, en el año 2016 el 68,2 % de las mujeres
peruanas sufrió algún tipo de violencia por parte de su pareja o expareja sentimental. Según el
Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, entre el 16 de marzo al 30 de setiembre del
2020, 1394 casos correspondieron a violación sexual. Estas cifras alarmantes determinan que en
nuestro país aún no se toma conciencia sobre este tema, sabiendo que existen penas privativas
de la libertad para las violaciones sexuales. (MIMP, 2020)
Con respecto a los matrimonios, las estadísticas indican que en el Perú cada año se casan
alrededor de 70 000 parejas. Pero cada año se divorcian 14 000. El INEI estima que 1 de cada 5
parejas que se casa termina divorciándose. Esto puede deberse a la infidelidad, violencia física y
psicológica, etc. (Perú 21, 14/02/2017)
Por otra parte, tenemos a la trata de personas, entendida como la captación ilegal de
personas para diversos fines, como el de la explotación sexual. En el Perú, diversas
investigaciones señalan que las víctimas de trata de personas son en su mayoría mujeres, niñas,
niños y adolescentes. En lugares alejados la trata de personas es un problema constante por los
determinantes sociales que influyen en gran manera en la realidad de las personas del sector rural.
(INEI, 2019)
Debido a que gran parte de los jóvenes viven su sexualidad en base de lo que el internet
les pueda brindar, la pornografía ha tenido gran presencia en la vida de estos, mostrando la
sexualidad de una manera inadecuada, generando vicios, tanto en hombre como en mujeres;
donde, además, hay cosificación de la mujer. Se ha registrado que este desorden sexual ha
afectado a niños desde los 8 años y a jóvenes que constantemente ven páginas pornográficas,
llegando a registrarse más de 58 000 visitas diarias; ocasionando que sean afectados emocional,
psicológica y sexualmente. (PBC, 2019)
IPSOS, a pedido del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (2017), realizó una
encuesta, basada en la orientación sexual, teniendo como resultado que en el Perú un 8 % de
personas adultas se identifican como parte de la comunidad LGTBQI+, lo cual equivale a 1,7
millones de personas. Además, cabe recalcar que el 61 % de la población LGTBQI+ participante
en la encuesta, declaró que tiene educación superior universitaria. Es también importante el
porcentaje de las/os que declararon contar con estudios superiores no universitarios (19,5 %) y,
en menor medida el grupo que dijo que cuenta con estudios secundarios (14,5 %). (INEI, 2017)
Podríamos seguir considerando los costos sociales y personales de estos temas y más.
Nuestra sociedad está cosechando los frutos de una revolución sexual y la imagen no es buena.
Iglesia Evangélica en General
En cuanto la violencia en las familias evangélicas se afirma:
“Poco más de la quinta parte de evangélicos cree que en las familias cristianas no hay
violencia (33,6 %), creencia que corre el riesgo de ser perpetuada; ya que, al negarla,
tiende a invisibilizar a las víctimas. Asimismo, entre las principales causas que, a juicio
de los creyentes, originan la violencia doméstica, está el hecho de que el diablo influye
en las personas (48,2 %) y de que la mujer no se sujeta al marido (31 %). Estas dos
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últimas creencias acarrearían ciertos riesgos. Por un lado, está la asignación de
responsabilidad al diablo, hecho que implica una “espiritualización” del problema de
la violencia alejándolo de la responsabilidad humana. Por otro lado, atribuir el origen
de la violencia a la ausencia de sujeción de la mujer, dejaría entrever que la
responsabilidad recae más en la mujer que en el varón, y que muchas de las variables
que explican la violencia en los hogares se estarían dejando de lado”. (Paz y
Esperanza, 2017, p.19)
AGEUP
La encuesta nacional realizada entre los estudiantes vinculados a la AGEUP, se
encuentra actualmente en proceso de análisis y conclusiones (Serán incluidas en este
documento).
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II.- LA REVELACIÓN: Punto de Partida de lo que Creemos y Afirmamos
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II.-LA CREACIÓN: Diseño de Dios para la Sexualidad y las Relaciones Humanas
Esta idea de que los seres humanos fueron hechos a imagen de Dios es una doctrina
judeocristiana única y es esencial para nuestra comprensión de las relaciones humanas. Desde el
principio, Dios nos hizo seres relacionales que reflejan su carácter. La única parte de la creación
original que Dios declaró que «no es buena» fue respecto a que el hombre no esté solo (Gn.
2:18). Esto revela la intención de Dios de que las personas vivan en relación amorosa unas con
otras. Este amor se expresa más comúnmente por la palabra griega ágape. Este amor ágape se
describe en plenitud en 1 Co. 13:4-8:
Este pasaje se usa a menudo para describir el amor matrimonial o romántico, pero su
aplicación principal es a la iglesia como el cuerpo de Cristo, la familia de Dios. El amor ágape se
demuestra más plenamente en la persona de Jesucristo, la segunda persona de la Trinidad, en su
amor sacrificial y entregado por nosotros: «Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros,
como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos».
(Jn. 15:12-13).
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Entonces, vemos cuál era el plan original de Dios para las relaciones humanas: Que
debemos caracterizarnos por el amor ágape, por el bienestar y el disfrute de todas las personas.
Él tenía la intención de que debíamos reflejar su imagen cuando nos involucramos en este tipo
de amor entregado a sí mismo.
Matrimonio Sagrado
Desde el principio, Dios también tenía un plan y propósito para las relaciones sexuales
humanas. En el matrimonio, reflejamos la imagen de Dios de una manera única al unirnos
espiritual y físicamente. Fuimos creados a imagen de Dios como hombres y mujeres (Gn. 1:27).
Ambos géneros, juntos, reflejan la imagen de Dios, tanto en su distinción como en su unidad.
El término principal que el Creador ha usado para describir esta relación matrimonial es «una
sola carne».
El hombre dijo: «Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será
llamada "Varona", porque del varón fue tomada”. Por eso es que el hombre deja a su
padre y a su madre, y se une a su mujer para ser una sola carne. (Gn. 2:23s, cursiva
agregada)
«Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y
hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su
mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne;
por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.». (Mt. 19:4-6)
En esta afirmación, Jesús deja claro que Dios es quien hizo a los humanos hombres y
mujeres y quien estableció el matrimonio. Dios es el que declara que son una sola carne. El
esposo y la esposa no sólo se unen, sino que también entran en una relación en la que el Señor
está en el centro. Jesús añade la frase importante: «Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el
hombre». Ya que esta es una unión formada por Dios, es exclusiva, sagrada y destinada a ser de
por vida. Pablo también afirma esta definición de matrimonio. Citando Gn. 2:24, compara la
relación matrimonial con la de Cristo y la Iglesia (Ef. 5:22-33). Por un lado, esta comparación
nos ayuda a comprender mejor la esencia de la relación de cuidado entre Cristo y la Iglesia. Por
otro lado, nos permite ver de una manera más profunda el significado preciado del matrimonio
cristiano.
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Soltería Sagrada
Numerosos cristianos ven a la soltería como el llamado de Dios a largo plazo para sus
vidas, y una oportunidad para desarrollar una devoción más profunda a Dios, así como para
invertir nuestro tiempo plenamente en las amistades. Otros no necesariamente consideran su
soltería a largo plazo, sino que permanecen fieles a Dios y a la obra de Su reino mientras miran
hacia la perspectiva futura del matrimonio. Los cristianos solteros celebran su masculinidad o las
cristianas su feminidad como parte del regalo de la creación de Dios para ellos y ellas. Siguen
siendo amigos dedicados y mantienen relaciones saludables con personas solteras y casadas.
Por supuesto que Jesús era soltero. Él vivió una vida única completa y plena según el
plan de su Padre. Después de que Jesús dio algunas enseñanzas duras sobre la permanencia del
matrimonio, los discípulos reflexionaron que parecería mejor no casarse. En respuesta, Jesús dijo
que el matrimonio no es para todos y describió un llamado para aquellos que eligen no casarse
por el bien del Reino de los Cielos (Mt. 19:12). Es decir, algunos son llamados a la vida en
celibato debido a su papel particular en el reino de Dios y su lugar en el mundo de Dios.
El apóstol Pablo era una de esas personas. Un gran misionero e incansable trabajador
extendiendo las fronteras del reino de Dios, permaneció soltero al menos durante una parte
significativa de su vida. Él aconsejó a otros que permanecieran igual (1 Co. 7:8). Más adelante en
el texto, debido a la «crisis actual» a la que Pablo se refirió, recomendó que los creyentes
permanecieran en cualquier estado de la vida que se encontraran (1 Co. 7:17, 26-28). Muchos de
nosotros conocemos a los fieles seguidores de Jesús que han vivido vidas altamente productivas
de soltería piadosa. Los ejemplos incluyen al fallecido John Stott, rector de «All Souls Church»
en Londres, autor de Certeza Unida, fue un gran biblista y predicador a nivel mundial, fue
cofundador de la IFES. Ada Lum, publicó el libro «Solteras y Humanas» donde el tema de
envejecer como soltera causó mucha fascinación. Cuando la iglesia funciona apropiadamente
como la familia de Dios, las personas solteras y casadas están completamente incluidas. Además,
las personas solteras en la iglesia reflejan los destinos eternos de todos. Jesús recordó a los
saduceos que, en la plenitud del reino, no nos casaremos, explicando que «Porque en la
resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento». (Mt. 22:30)
Unión Sexual en el Matrimonio
La sexualidad se debe disfrutar en el contexto del matrimonio para nuestro bienestar y
para la gloria de Dios. Un hombre y una mujer se convierten en una sola carne a través de las
relaciones sexuales. El matrimonio se consuma en la unión sexual:
«Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad
de Jehová he adquirido varón.» (Gn. 4:1).
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buscar la justicia sancione a los perpetradores y llamar a las personas a volver al diseño sagrado
de Dios para la sexualidad humana.
Divorcio
Cuando Dios estableció por primera vez el matrimonio, dejó en claro que esto fue
diseñado para ser un pacto vinculante de por vida entre un hombre y una mujer. Pero el divorcio
sigue siendo una realidad actual en nuestra sociedad, con el divorcio unilateral sin culpa
permitido en la mayoría de los estados.
El divorcio tiene consecuencias devastadoras para el hogar, la sociedad y la Iglesia. Este
crea un trauma para los niños, así como inestabilidad económica y a menudo tiene efectos
negativos en la salud física y psicológica. La ruptura de los matrimonios debe hacer que nuestros
corazones duelan y nos mueven a renovar nuestros esfuerzos para fortalecerlos. Debido al
pecado y la dureza del corazón, la Biblia hace alguna disposición donde el divorcio pueda ser
permitido (aunque nunca promovido). Moisés hizo una excepción en la ley (Dt. 24:1-4). Esto no
era una orden sino una concesión (como Jesús más tarde dejó en claro). La causa del divorcio
era «la inmundicia», lo que significaba infidelidad conyugal o engaño en cuanto a la virginidad
prematrimonial. En estas situaciones, se permitió un «certificado de divorcio». Algunos han
sugerido que se trataba de un acto de misericordia, por lo que la parte divorciada (en este caso,
la mujer) tendría la libertad de volver a casarse y no quedar económicamente indigente. La
práctica del divorcio se hizo demasiado común entre el pueblo hebreo del período del Antiguo
Testamento. El profeta Malaquías presentó la queja que Dios tenía contra su pueblo:
Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has
sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto. (Mal. 2:14)
Este pasaje es significativo porque revela el corazón de Dios por la difícil situación de la
mujer en la sociedad de Israel. También sirve como un recordatorio de que el matrimonio es un
pacto, ante Dios, que es vinculante entre el esposo y la esposa. En el primer siglo, el divorcio en
la sociedad griega y romana se había convertido en algo común, incluso de moda. Algunos
rabinos adoptaron un punto de vista permisivo: cualquier causa podría servir como motivo para
el divorcio: por no saber cocinar, descuidar la limpieza del hogar, o simplemente «si ella no
encontraba ningún favor en los ojos del esposo» (Rabino Hillel). Otros rabinos (Shammai) tenían
una opinión estricta: el divorcio solo estaba permitido en casos de adulterio. No solo se
consideraba inmoral sino también cruel expulsar a una esposa inocente, dejándola socialmente
indigente. Jesús trató el tema del divorcio de una manera que es consistente con Moisés:
Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre
repudiar a su mujer por cualquier causa? Él, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído
que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo?, y dijo: Por esto, el hombre
dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Así que
no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el
hombre. Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y
repudiarla? Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar
a vuestras mujeres; más al principio no fue así. Y yo os digo que cualquiera que
repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el
que se casa con la repudiada, adultera. (Mt. 19:3-9)
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La única excepción, la inmoralidad sexual, implica que se ha producido una violación en
el pacto matrimonial. Jesús usó el término más amplio porneia que se aplica a cualquier tipo de
inmoralidad sexual, no el término específico para el adulterio, pero en este contexto la clara
implicación es que ha habido infidelidad conyugal. Además, la lectura más natural es que esta
cláusula de excepción se aplica a toda la oración (Mt. 19:9), de modo que donde se permite el
divorcio, también se permite el nuevo matrimonio. Los fariseos se acercaron a Jesús con una
pregunta políticamente cargada: «¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?»
(Mt. 19:3), haciéndose eco de los puntos de vista rabínicos más permisivos. Contrariamente a
este enfoque, Jesús tomó una visión muy restringida: solo una causa, el adulterio, es una razón
legítima para el divorcio. Pero en lugar de tratar primero con la excepción, trató con la regla
general: desde el principio Dios hizo el matrimonio como una unión permanente. En un pasaje
paralelo, Marcos 10, Jesús hizo esta regla recíproca a la esposa «si la mujer repudia a su marido».
Esta es una enseñanza radical, ya que en la cultura judía solo el hombre tenía la opción de
divorciarse de su esposa. La inmoralidad sexual es el único acto que viola y hace una burla del
pacto matrimonial y la relación de una sola carne. Incluso en este caso, el divorcio está permitido,
pero no ordenado, como indicaron los fariseos. Todavía hay esperanza para un matrimonio
cuando la infidelidad ha ocurrió, pero es un largo viaje para reconstruir la confianza que se ha
perdido.
Desde un punto de vista pastoral, primero debemos tratar de preservar el matrimonio.
A Oseas se le dijo que regresara con su esposa a pesar de que ella había sido una prostituta (Os.
3:1). Al tratar con problemas especiales que surgen en la iglesia primitiva, el apóstol Pablo agregó
más enseñanzas sobre el matrimonio y el divorcio en 1 Corintios 7. En el caso de dos creyentes
que estaban casados, les hizo un llamamiento para que no se dejen el uno al otro. Y si [la mujer]
se separa, quédese sin casar, o reconcíliese con su marido (1 Co. 7:10-11). Sin embargo, en la
iglesia de Corinto, hubo casos en que dos no creyentes se habían casado y uno se convirtió en
un seguidor de Jesús. Si el incrédulo estaba dispuesto a permanecer en el matrimonio, Pablo
instruyó al creyente a no buscar el divorcio (1 Co. 7:12-14). Pero si el incrédulo abandonase su
pareja matrimonial, el creyente no estaba «obligado/a» en tales casos, a insistir en el matrimonio.
Es decir, mientras que el creyente no debe buscar el divorcio, tampoco el creyente debe impugnar
el divorcio iniciado por el incrédulo. «a paz nos llamó Dios» (1 Co. 7:15). Dado que el creyente
ya no estaba obligado en tales casos, algunos entienden, que el cónyuge creyente era libre de
volver a casarse. Se usa la misma terminología en Ro. 7:1-4, donde, en el caso de muerte, la
esposa queda libre del matrimonio.
¿Hasta dónde debería extenderse esta enseñanza cuando hay abandono? ¿Se aplica, por
ejemplo, a casos de abuso físico y psicológico (violencia familiar)? Como telón de fondo,
debemos considerar las instrucciones para que los esposos amen, aprecien, cuiden a sus esposas
y para que las esposas respeten a sus esposos (Ef. 5:28-33; 1 P. 3:7). Esta es la descripción modelo
de un matrimonio cristiano saludable. El abuso físico y psicológico son graves violaciones de la
responsabilidad matrimonial y -en algunos casos- creemos que equivalen al abandono y opresión.
En resumen, la Escritura enseña consistentemente que el matrimonio está destinado a
ser un compromiso de por vida. Pero debido al pecado y la dureza del corazón, hay casos
excepcionales en los que se permiten el divorcio y el nuevo matrimonio. Si bien reconocemos
que estos temas son complejos y confesamos que ninguno de nosotros cumple perfectamente
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con los estándares de Dios, buscamos mantener el matrimonio en alto honor y ser fieles a la
enseñanza bíblica.
Sexo prematrimonial
Desde un punto de vista teológico, ¿qué sucede cuando una pareja soltera se involucra
en sexo casual? Están tomando el sagrado don de Dios de sexo y robando placer sin
compromiso, participando en lo que se pretende ser la consumación de un compromiso
matrimonial de por vida. La monogamia sexual en el contexto de la convivencia soltera también
cae fuera de los límites de la práctica sexual bíblica. En nuestro país, por ejemplo: «Las mujeres
que empezaron a convivir a una edad más temprana son las más vulnerables ante la violencia:
Las mujeres que iniciaron la convivencia entre los 14 y 15 años son más propensas a ser víctimas
de violencia física y psicológica por parte de sus parejas. Piensan, que necesitan ser corregidas
para aprender y cumplir con su rol de “esposas”» (Rojas, V. y Bravo, F. ,2019, pp.6-7)
Para describir tal comportamiento prematrimonial o no matrimonial, las Escrituras usan
las palabras «inmoralidad sexual», o, como se mencionó anteriormente, la palabra griega porneia.
Las listas de los pecados de la carne se incluyen regularmente en el Nuevo Testamento (1 Co.
6:18; Ga. 5:19; Ef. 5:3; 1 Te. 4:3-8). Incluso las parejas cristianas a veces tratarán de decir que en
privado se consideran casados con su pareja sexual. Pero el matrimonio no es una decisión
privada entre dos personas. Es una declaración pública, una institución social y una ordenanza
de Dios, donde los votos públicos se hacen ante una comunidad.
Jesús reconoció la diferencia entre el matrimonio y la convivencia cuando se enfrentó
compasivamente a la samaritana: «cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu
marido» (Jn. 4:18). Pablo también abordó este tema en 1 Co. 7:9: «mejor es casarse que estarse
quemando». Esta afirmación sería ilógica si una persona pudiera tener ambos sentidos, podría
tener sus pasiones sexuales cumplidas sin contraer matrimonio. Los jóvenes solteros que
conscientemente eligen esperar una unión sexual sagrada en el matrimonio merecen nuestro
apoyo. Ratificamos a los hombres y mujeres que han permanecido castos, ya sea viendo la soltería
como el llamado a largo plazo de Dios para ellos o ellas o mientras se espera el matrimonio.
Instamos a otros que son sexualmente activos a arrepentirse y regresar al designio de Dios para
la sexualidad y el matrimonio.
Pablo instruyó a Timoteo: «[Trata] a las jovencitas, como a hermanas, con toda pureza»
(1 Ti. 5:2). ¿Qué pasaría si los hombres y las mujeres jóvenes se vieran unos a otros ante todo
como hermanos y hermanas? Lejos de abusar y explotar unos a otros, se desearían la pureza
sexual de los demás. Tratarían al otro con respeto y gentileza. Aquellos que persiguen el
matrimonio esperarían la bendición matrimonial completa que Dios pretendía para su
cumplimiento sexual en una relación de pacto comprometida.
Lujuria
La fuente del adulterio comienza en el corazón. Llevar a otra persona a la cama en el
pensamiento es también una violación de la persona hecha a imagen de Dios.
En el Sermón del Monte, Jesús abordó el tema de la lujuria expandiendo el mandamiento
contra el adulterio para incluir a «cualquiera que mira a una mujer para codiciarla» (Mt. 5:27s).
No estaba descartando el séptimo mandamiento, sino más bien yendo al núcleo del asunto. Sus
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discípulos deben ir más allá de la justicia externa de los fariseos a una postura de humilde
confesión y pureza de corazón. La lujuria está claramente a un paso más allá de la atracción
natural o general. Por lo general, no es la primera mirada, sino la segunda mirada codiciosa
(atracción sexual). La tentación se convierte en lujuria cuando imaginamos a los demás como
parejas sexuales. El impulso de usarlos, o una imagen de ellos, para nuestra propia gratificación
los deshumaniza, transformándolos en objetos. Jesús dijo: «cualquiera que mira a una mujer para
codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón» (Mt. 5:28).
El punto que Jesús hace acerca de la lujuria es doble: (1) Dios está preocupado por
nuestros corazones, nuestros pensamientos, no sólo nuestras acciones; y (2) el pecado sexual es
algo que comienza en el corazón y debe ser tratado allí. Las Escrituras no enseñan que la
tentación sea pecaminosa. Jesús fue «fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin
pecado» (He. 4:15). No necesitamos sentirnos derrotados porque sentimos una atracción física
o estamos tentados. De hecho, en nuestra cultura cargada de sexo, con imágenes sexuales
comunes, casi no hay nadie que no lucha con la tentación sexual en algún nivel. Pero esto no
nos da una excusa para ceder a la tentación. En todas las circunstancias, Dios es capaz de
proporcionar un medio aceptable de escape (1 Co. 10:13; Stg. 1:12-15).
Adulterio
La fidelidad matrimonial era el designio de Dios para los esposos y esposas, pero esta
norma fue violada rápidamente. El séptimo mandamiento dice: «no cometerás adulterio» (Ex.
20:14). La palabra «adulterio» es una palabra técnica que se refiere a una persona casada que tiene
relaciones sexuales con alguien que no es su cónyuge; por lo tanto, implica el pecado sexual de
violar el pacto matrimonial y resulta en estragos para el matrimonio, la familia y la comunidad.
El libro de Proverbios nuevamente habla con agudeza:
No codicies su hermosura en tu corazón, ni ella te prenda con sus ojos; porque a
causa de la mujer ramera el hombre es reducido a un bocado de pan; y la mujer caza
la preciosa alma del varón. (Pr. 6:25s)
El acto del adulterio comienza con un corazón lujurioso y ojos deseosos. Los resultados
son mortales. El ojo es un medio de tentación y lujuria; el cuerpo es el vehículo para cometer
pecado. Pedro habla de hombres corruptos de su tiempo:
«Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas
inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición» (2 P.
2:14).
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Pornografía y Masturbación
La pornografía es un vehículo importante para la lujuria, convirtiendo a otro en un
objeto, o evocando a una persona imaginaria, para el placer personal. La pornografía socava la
confianza conyugal y puede conducir a la insatisfacción con la pareja matrimonial actual o
eventual. Las novelas románticas y las películas también pueden brindar oportunidades para
fantasear con una persona idealizada que posee todas las cualidades que le faltan a un cónyuge.
La industria del entretenimiento normaliza los estilos de vida sexuales destructivos. El rápido
aumento de los «enlaces en línea» también es devastador para los matrimonios.
La masturbación compulsiva, que a menudo se asocia con estas prácticas, es otra
distorsión de las intenciones de Dios de una verdadera intimidad sexual conyugal: unir a dos
personas en una relación de una sola carne de servicio de entrega. Por el contrario, la
masturbación compulsiva solo valora la autosatisfacción, es inherentemente egoísta y carece de
intimidad real. Ya sea una persona casada o soltera, deja a la otra persona aislada y a menudo
llena de vergüenza.
Homosexualidad
Según la Asociación Americana de Psiquiatría, se designa homosexual a todas aquellas
personas con un “patrón perdurable de atracciones emocionales, románticas y/o sexuales” hacia
personas de su mismo sexo. Para hablar de la homosexualidad, la literatura científica y divulgativa
utiliza diversos términos de modo similar: gay, lesbiana, LGTBQI+, persona que mantiene
relaciones sexuales con su mismo sexo, minorías sexuales, homoerotismo, sexualidad incierta,
etc. Términos enmarcados, algunos de ellos, en las teorías de género. Éstas afirman la libre
determinación de la identidad de género, como construcción personal y social,
independientemente de la realidad biológica (sexo) (APA, 2012). Sin embargo, se olvidan que el
concepto también engloba una vivencia bio-psico-social-espiritual en la que la persona siente un
impulso adictivo y erótico hacia personas del mismo sexo y que usual, pero no necesariamente,
tiene relaciones de intimidad física con estas. Todo lo que le ocurre al ser humano influye de un
modo integral. Sería erróneo pensar que la homosexualidad tiene que ver con solo una de estas
áreas. Si bien podemos encontrarnos con el hecho de que una de estas áreas sea la más afectada,
siempre estarán presentes las otras tres (Borghet, 2008, p.46).
La sexualidad se integra, no solo en las conductas, sino también en la corporalidad, los
deseos, los sentimientos, la afectividad, las preferencias, las relaciones, las motivaciones, la
personalidad, el sentido vital y de trascendencia, etc. En definitiva, se integra en la totalidad y
unidad de la persona.
Los textos bíblicos que pueden relacionarse con la homosexualidad, aunque no
muy numerosos, parecen ser bastante claros y detallados. Como punto de referencia,
podemos citar los textos principales:
Lev. 18:22: «No te acostarás con un hombre como quien se acuesta con una mujer.
Eso es una abominación». Lev. 20:13: «Si alguien se acuesta con otro hombre como
quien se acuesta con una mujer, comete un acto abominable y los dos serán
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condenados a muerte...» Dt. 22:5: «La mujer no se pondrá ropa de hombre, ni el
hombre se pondrá ropa de mujer, porque Yahvéh tu Dios detesta a cualquiera que
hace tal cosa». Ro. 1:26-27: «Por tanto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas. En
efecto las mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la
naturaleza. Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer y se
encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros. Hombres con hombres
cometieron actos indecentes, y en sí mismos recibieron el castigo que merecía su
perversión». 1 Co. 6:9: «¿No saben que los malvados no heredarán el reino de Dios?...
Ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los sodomitas, ni los pervertidos
sexuales... heredarán el reino de Dios». 1 Ti. 1:10: «La ley es para... los adúlteros y los
homosexuales».
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En otras palabras, buscamos el perdón por el pecado y la libertad de la tentación. No se nos
exhorta a pedir perdón por la tentación sino sólo por cualquier pecado que hemos cometido. En
cambio, estamos llamados a enfrentarnos a la tentación, a ser fieles en resistir (1 Co. 10:13). En
el momento en que experimentamos una atracción sexual inapropiada hacia alguien, fuera del
matrimonio (sea heterosexual u homosexual), debemos resistir a los pensamientos y sentimientos
impuros que nos sobrevengan, reconocer que queremos huir de tales cosas y no aceptarlas, y
buscar la ayuda y fortaleza de Dios para hacerlo.
Cada vez que la atracción sexual fuera del matrimonio se manifiesta como “pasión
sexual”, el deseo es pecaminoso (Mt. 5:28). Hasta ahí está claro, pero ¿puede haber un terreno
neutral de aprobación que no alcance a ser un deseo pecaminoso? Pensamos que sí. La atracción
natural o general que no sea sexual. Por ejemplo, un hermano puede ser capaz de discernir que
su hermana es bella o una hija crecida puede reconocer que su padre es apuesto sin cometer
ningún tipo incorrecto de deseo sexual. Asimismo, una persona puede percibir a alguien del
mismo sexo como bello o apuesto sin culpabilidad moral. Pero seamos cuidadosos, los deseos
pecaminosos no siempre son tan obvios como el pensamiento expreso: “Debería poder tener
sexo con esta persona”. Los deseos pecaminosos brotan en las largas ojeadas, las segundas
miradas, las opciones de entretenimiento, los apegos emocionales no saludables, las fantasías y
los ojos que miran donde no deben (Job. 31:1). Esto vale para todos nosotros
independientemente de nuestra orientación.
Recordamos que tales experiencias no son el diseño de Dios para nuestra vida y, por lo
tanto, no son buenas para nosotros. Nos esforzamos por honrar a Dios y confiamos que Él es
fiel y no permitirá que seamos tentados más allá de lo que podamos soportar. Afirmar que las
atracciones sexuales fuera del matrimonio son pecado, parece sugerir que incluso la tentación es
un pecado, algo que no creemos que las Escrituras declaran. Y como es de esperar, enseñar algo
que no sea bíblico puede causar un daño pastoral considerable. (Allberry, 2018, págs. 71-72)
Identidad Sexual
La identidad sexual aparece por primera vez en la Biblia en el momento de la creación
del ser humano: «Dios creó al ser humano a su imagen... hombre y mujer los creó» (Gn. 1:27).
La Escritura habla de la identidad sexual como la parte fundamental de la imagen de Dios en la
humanidad que le da la capacidad de relacionarse, de multiplicarse, de ejercer dominio y servir
18
como mayordomos en complementariedad (Gn. 1:27-31). La diferenciación sexual no es
exclusiva del ser humano, pues se encuentra presente en toda la creación, pero Dios manifiesta
su intervención particular en la formación, el cuidado y la valoración de cada ser humano y de
su sexualidad desde el momento de su concepción. Lo anterior se hace evidente en el Salmo 139:
“Tú creaste mis entrañas me formaste en el vientre de mi madre” ...” tus ojos vieron
mi cuerpo en gestación: Todo estaba escrito en tu libro…” (Sal. 139:13, 16).
Comportamiento sexual
Las Escrituras enseñan que la actividad sexual entre personas del mismo sexo está fuera
de la voluntad de Dios de la misma manera que las actividades sexuales heterosexuales antes o
fuera del matrimonio. Esta enseñanza resuena de la afirmación fuerte y consistente en toda la
Biblia de que el contexto único para la práctica sexual es entre un hombre y una mujer dentro
del matrimonio. Jesús mismo reafirma la intención creacional en el matrimonio entre un hombre
y una mujer. (Mr. 10:2-9)
Este documento no da lugar para abordar todos los pasajes bíblicos que prohíben la
actividad sexual entre personas del mismo sexo. Más información (Artículo de InterVarsity:
«Responding to the LGBT Movement: A Theological Statement»/“Respuesta al movimiento
LGBT. Un pronunciamiento teológico”), Recursos: «Lectura recomendada en español» /al final
de este documento, “Estudios Bíblicos Inductivos en torno a temas de la sexualidad humana/
Gn. 1:3; 1 Co. 6; Mr. 10; 1 Ti. 1, Mt. 19; Lv. 18:20.
19
El tratamiento más extenso de la conducta del mismo sexo en las Escrituras se encuentra
en Ro. 1:18-32. Los versículos relevantes son:
Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aún sus mujeres cambiaron
el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres,
dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros,
Cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos
la retribución debida a su extravío. (vv. 26s)
El pasaje comienza con una acusación universal de un Dios justo, contra toda clase de
rebelión humana contra su revelación general en la creación. En lugar de adorar al Creador, los
humanos han adorado lo creado, principalmente a ellos mismos. Han intercambiado la verdad
de Dios por una mentira. Los seres humanos han suprimido constantemente la verdad, y como
resultado, sus corazones se han oscurecido, sus deseos pecaminosos y sus acciones se han
degradado. En todo esto, se dice que la humanidad no tiene excusa.
Además de intercambiar la gloria de Dios por ídolos y la verdad de Dios por una mentira,
algunos intercambiaron relaciones sexuales naturales por otras antinaturales. La palabra
«natural», en la escritura de Pablo, se remonta a la creación y la intención original de Dios para
la sexualidad, parte de la ley natural que Dios construyó en el universo (Ro. 2:14; Ro. 11:24; Ga.
4:8).
El término «antinatural» sugiere una desviación del orden natural de la creación en
Génesis 1:2. Como señala John Stott, este comportamiento se describe como un intercambio:
«las mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza». Por lo tanto, aunque
algunos dirían que su actividad homosexual es «natural» (es decir, consistente con sus deseos),
Pablo argumentaría que no es natural porque no es consistente con la intención original de Dios
para la sexualidad. Algunos han argumentado que las personas tratadas aquí son aquellas con
atracción sexual por el sexo opuesto que eligen practicar el comportamiento homosexual. Sin
embargo, este comportamiento parece ser el resultado de las mujeres que siguen su «lujuria
inflamada...» (Ro. 1:27), que conecta el deseo con el comportamiento.
Las palabras «natural» y «antinatural» se utilizan con una variedad de significados en la
literatura griega y romana. Pero la frase «contrario a la naturaleza» o «antinatural» (griego: para
physin), en este pasaje, se refiere claramente a una rebelión contra el orden natural de Dios en
lugar de actuar en contra de la propia naturaleza. Otros han argumentado que lo que se ve en
este pasaje es la pederastia, ya que era tan común entre la élite en el mundo griego y romano que
los hombres tuvieran una esposa y un niño para satisfacer sus deseos sexuales. Esta opinión
argumenta que Pablo estaba condenando la explotación de la juventud por parte de pedófilos.
Hay al menos dos problemas obvios con este punto de vista. Una es que no hay indicios
de sexo adulto con niños en este pasaje; más bien es hombres con hombres, mujeres con mujeres.
Hay otra palabra griega, paiderastia, que se usó en la literatura pagana para describir el amor hacia
los niños, y Pablo no usa este término ni la palabra aparece en el Nuevo Testamento.
Segundo, la mención del sexo lésbico, entre dos mujeres, hace muy poco probable que
la pederastia esté a la vista, ya que ésta no era la práctica pagana antigua común entre mujeres y
20
niñas. Otros han sugerido que la práctica sexual aquí tiene que ver con la prostitución en el
templo. Sin embargo, no hay ninguna referencia a la prostitución en el templo o el sexo ritual en
este pasaje. A pesar de la mención anterior de la idolatría y la falsa adoración, no hay implicación
de la prostitución en el templo. La práctica pagana de la prostitución masculina y femenina en el
templo era un rito de fertilidad, en el que Israel, en desobediencia, también ocasionalmente se
dedicaba y que fue fuertemente condenado (Dt. 23:17; 1 Ro. 14:24).
Finalmente, nuestro compromiso con la autoridad y la total confiabilidad de las
Escrituras significa que interpretamos textos específicos como este a la luz de todo el cuerpo de
las Escrituras, sin imponer conclusiones preconcebidas. Todos los intentos de interpretar
Romanos 1 deben leerse a la luz de cómo Pablo constantemente aboga por la expresión sexual
exclusivamente en el contexto de la unión matrimonial prevista por Dios entre un hombre y una
mujer (Ro. 7:2s; 1 Co. 7:5-7; Ef. 5:22-33; Col. 3:18-20; 1 Ts. 4:3-8; 1 Ti. 3; 1 Ti. 5; Tit. 2), la cual
es consistente con el testimonio tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento.
Concluimos, por lo tanto, que la intención amorosa de Dios, vista en la clara enseñanza
de las Escrituras tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, restringe la expresión sexual
a una relación matrimonial comprometida entre un esposo y una esposa. La comunidad cristiana
debe ser un lugar donde todos sean bienvenidos a «venir como son» para ser transformados por
el Evangelio. Con una postura humilde hacia nuestros propios fracasos, debemos ser una
comunidad de gracia hacia las personas con todo tipo de atracciones. Debemos encontrar
nuestra identidad en unión con Jesucristo, en sumisión a las Escrituras y en integridad sexual.
Como una comunidad que practica la obediencia radical a Dios, todos nosotros, solteros y
casados, nos comprometemos con la visión del matrimonio de las Escrituras. Con estos
compromisos fundamentales podemos ser el tipo de comunidad que ofrece las buenas nuevas
de la redención a todos, trayendo nuestros dones a la misión de Dios en el mundo.
21
Por la gracia de Dios, y por el poder de la muerte y resurrección de Jesús, podemos
experimentar la sanidad de Dios. A su vez, podemos ofrecer esta sanidad a otros que sufren
de quiebra sexual. Las recompensas de vivir la vida de esta manera son grandiosas. Cuando
vivimos así, experimentamos lo que Dios quiso para nosotros; que seamos plenamente
humanos: Vivir en armonía con los propósitos de Dios, tener paz interior y vivir en integridad
con los demás.
Por la palabra de Jesús, podemos ofrecer esperanza a aquellos que desean ser liberados de
patrones destructivos de comportamiento: «Así que, si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres» (Jn 8, 36). Para algunos esta sanidad es instantánea, para otros implica
un largo proceso de acompañamiento (asesoramiento o consejería); donde la comunidad
cristiana es inmensamente importante para proporcionar apoyo y un ambiente de sanación.
En otros casos, la sanidad completa vendrá solo en la restauración de todas las cosas al final
de los tiempos. Afirmamos que la gracia y el poder de Dios están disponibles para todos.
Después de que el rey David fue aplastado por la culpa de haber cometido adulterio, tuvo que
arrepentirse realmente. Como resultado, encontró limpieza, perdón e incluso se restauró el
gozo (Sal 51, 7-12).
Esta gracia está disponible para nosotros hoy. A través de la sangre de Jesús, podemos
tener «nuestros corazones limpios de una conciencia culpable» (He. 10:22). La promesa de una
conciencia sin carga es uno de los mayores beneficios prácticos de la redención en Cristo Jesús.
A través de la resurrección de Jesús, podemos experimentar el poder de las vidas transformadas
y los medios para vencer la tentación. El pecado no tiene que gobernar sobre nosotros, la
tentación sexual no nos enseñorea (1 Co. 10:13; Ro. 6:12; 1 Ts. 4:3-5). Podemos luchar con
tentaciones particulares durante largas temporadas.
Las Escrituras nos recuerdan que tenemos un enemigo, el diablo, que está suelto para
derrotarnos. «[Él] como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar» (1 P. 5:8).
Debemos estar atentos, pero nunca temerosos. Satanás puede ser resistido por Aquel que es
mayor: Jesús, que está a nuestro lado. «Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido;
porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo» (1 Jn. 4:4). Satanás es «el
acusador de nuestros hermanos [y hermanas]» (Ap. 12:10).
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los estafadores, heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos; más ya habéis sido
lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor
Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios.
Por supuesto, incluso como seguidores de Jesús, no siempre vivimos de acuerdo con los
valores del Reino de Dios. Existe una naturaleza del «ya pero todavía no» en nuestra experiencia
actual del reino. Todavía tentados por el mundo, la carne y el diablo, a veces cedemos a estas
tentaciones. Es reconfortante recordar que Dios siempre está dispuesto a perdonar. Él extiende
su gracia al humilde y arrepentido (Stg. 4:6). Un día, al final de esta era, en el nuevo cielo y la
nueva tierra, Dios restaurará todas las cosas como Él quiso en la creación original:
«He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; Y ellos serán
su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima
de los ojos de ellos; Y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor;
porque las primeras cosas pasaron» ... No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o
que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de
la vida del Cordero. (Ap. 21:1-4, 27)
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En este cielo y tierra restaurados, todo nuestro quebrantamiento, toda nuestra
difamación, toda confusión, distorsión y rebelión se transformarán, porque «cuando [Cristo] se
manifieste, seremos semejantes a Él» (1 Jn. 3:2). Por fin, nuestras relaciones serán completamente
puras, honestas, completas y saludables. Conoceremos a Dios por quien es, porque él mismo
vivirá entre nosotros. Todo será luz, todo será amor, nuestra alegría estará llena. Pero incluso
ahora, gracias a Jesús, hay fuerza en nuestras luchas, victoria en nuestras tentaciones. Él ha
prometido nunca dejarnos; nada puede separarnos de su amor (He. 13:5; Ro. 8:37-39) y a través
del Espíritu Santo, recibimos esperanza cuando nos sentimos desesperados, ayuda cuando nos
sentimos indefensos, limpieza cuando nos sentimos sucios.
Por lo tanto, el discipulado cristiano no es tanto una cuestión de ser empujado a
conformidad con un conjunto ideal de estándares. Más bien, es una cuestión de ser atraídos con
alegría a nuestros futuros ciertos en el reino restaurado de Dios. Es la experiencia de vivir ahora,
en parte, lo que algún día seremos plenamente, en gloria. Cuando Pablo dice: «De modo que, si
alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas» (2 Co. 5:17), está declarando una nueva realidad. Aquellos de nosotros que estamos en
Cristo somos parte de ese nuevo movimiento de Dios, ese nuevo reino, que Dios ya ha puesto
en marcha. Por la gracia de Dios, somos las señales de esa nueva creación que ya se está
manifestando en este mundo y rodando hacia el nuevo cielo y la nueva tierra donde todo se hace
correcto. Lo que estamos viendo es el cumplimiento de la profecía de Isaías:
«No os acordéis de las cosas pasadas,
ni traigáis a memoria las cosas antiguas.
He aquí que yo hago cosa nueva;
Pronto saldrá a luz; ¿no la conoceréis?
Otra vez abriré camino en el desierto,
y ríos en la soledad». (Is. 43:18s)
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