Situada
entre el
Compás y la
Escuadra, la
estrella
flamígera es
el símbolo
del «hombre
primordial»
o Maestro
Masón. Sus
cinco puntas
aluden al
simbolismo
del 5,
Vidriera de la catedral de Amiens basada en la estrella de cinco puntas
número del
«microcosmos». Su forma es idéntica al Pentalfa pitagórico.
Por el número 5 se asocia también con el grado de Compañero, y
aparece en el centro de los Cuadros de Logia de este grado por simbolizar
«la plenitud del estado humano». Igual que la rosa de cinco pétalos evoca
el acceso al quinto elemento (Éter) oculto en la cavidad del corazón. La
estrella flamígera recuerda «al fuego que ardía sin cesar ante el Santo de
los Santos», y representa «el Soplo divino, el fuego central y universal», el
«Sol del universo».
La Estrella flamígera
sólo puede identificarse
con la estrella polar que a
veces se representa por la
pomada que pende del
techo-cielo de la logia. La
estrella flamígera, centro
de la Logia, constituye el
punto de acabamiento del
eje vertical que parte de la
estrella polar. Así, la
Estrella Flamígera aparece Pentalfa en la iglesia de San Bartolomé en Ucero, Soria
como la manifestación
divina, la Shekinah, que simultáneamente, puede verse por encima de
nosotros como polo del mundo, centro de la Logia y de nosotros mismos.
Extractado de: Alexis Hatman, Diccionario Masónico, Barcelona, 2007, p. 73-
74.
La Estrella Flamígera
Posted on May 28, 2013 by gonzalezm83
1. En el diccionario Enciclopédico Masónico (Frau), la Estrella Flamígera
es un emblema de la divinidad, del magnetismo terrestre, fuerza propulsora y atractiva de la
rotación; representaría el espíritu que anima el universo, el principio de toda naturaleza. Una
vez más, el simbolismo confirma que la polisemia es parte de su ocultismo y que el número de
interpretaciones posibles actúan como las capas de una cebolla, cuidando siempre de dejar una
hermenéutica más profunda que la anterior, para que el masón busque sin agotar jamás su
significado.
En una descripción universal, se trata de una estrella de cinco puntas, la primera de las cuales
apunta hacia arriba, sosteniéndose en dos de sus puntas que miran hacia abajo, abriéndose las
últimas dos hacia los costados. Como resultado de la conjunción de los cinco trazos que la
forman, su centro completa la imagen de un Pentágono. “Originalmente representaba a Sirio, el
precursor de la inundación del Nilo. Luego llegó a ser la imagen de Orus –hijo de Osiris-
simbolizado también por el sol, el autor de las estaciones y el Dios del tiempo.” (Pike, 1950) En
la visión hermética, la estrella representa al ser humano, cuya visión más universal es el hombre
de Vitrubio de Da Vinci. En este sentido, representa también la Voluntad Soberana del iniciado
en el grado de Compañero y en el sentido correcto, señala el triunfo de la razón por sobre los
estados más impuros de la materia, el triunfo de las virtudes por sobre los vicios.
La Estrella Flamígera sería el nombre que las escuelas gnósticas dieron al pentagrama
representando a la razón y al conocimiento. Es posible advertir que “la estrella alegórica de los
magos no es otra cosa que el misterioso pentagrama; esos tres reyes, hijos de Zoroastro,
conducido por la flamígera estrella hasta la cuna del Dios microcósmico, bastarían para
demostrar los orígenes, esencialmente cabalísticos y verdaderamente mágicos del dogma
cristiano. Uno de esos reyes es blanco, negro el segundo y moreno el tercero. El blanco ofrece
oro, símbolo de vida y de luz; el negro, mirra, imagen de la muerte y de la noche, en tanto que el
tercero, el moreno, presenta incienso, emblema de la divinidad del dogma conciliador de los dos
principios. Luego, cuando regresan a su país por otro camino, demuestran la necesidad de un
nuevo culto, vale decir una nueva ruta que conduzca a la humanidad a la religión única, la del
ternario sagrado del radiante pentagrama, el único catolicismo eterno.” (Levi)
La Estrella Flamígera ocupa un lugar central en el templo, irradiando su luz desde el oriente para
iluminarlo. Se sitúa entre el sol y la luna para formar un triángulo, y su luz representa el triunfo
del hombre sobre los elementos; el hombre de Vitrubio, en la figura de la cruz, representa en la
Estrella Flamígera la resurrección, el triunfo sobre las tinieblas desde las que avanza el iniciado:
en la versión deísta de la masonería, “esa estrella resplandeciente, cuya luz inunda nuestro
Templo, y que desde su centro lleva la letra G…es símbolo del Gran Arquitecto del
Universo…” (Cassard, 1860).
También llamada pentáculo, es una estrella de cinco brazos
llamada también “pentalfa” o bien “Sygnum Phitagoricum” por su asociación con la escuela
pitagórica que veía en la Estrella la representación de una geometría sagrada que aludía a la
armonía entre el cuerpo y el alma. “En 1582, Tycho Brae (Calendarium Naturale Magicum
Perpetum) sobrepone una figura humana al pentagrama y las letras hebreas YHVE asociadas a
los elementos. Otra ilustración atribuida a Agrippa, contemporáneo de Brae, muestra los cinco
planetas y la luna en el punto de los órganos genitales.” (Musquera, 2009) Más tarde Da Vinci
representará las relaciones geométricas del Hombre y el Universo. En el siglo XIX Eliphas Levi
Sahed representará la dimensión oscura del pentagrama invertido. En esta interpretación, la
Estrella representa al hombre mortal y encerrado en la materia, pero capaz de ordenar sobre
ella y manejarla con el uso de su razón. “Su ejercicio coordinado permite regular y controlar la
energía, la sustancia y el movimiento de dichos elementos.” (Musquera, 2009) Dondequiera que
se encuentre, tal representación, “se le inscribe (al hombre) en una estrella de cinco puntas
representando así al ser humano en cuanto emanado de Dios y creado a su imagen y
semejanza…Esta figura humana se refiere al hombre primordial o andrógino, lo cual nos viene
explicitado por la descomposición del 5 en sus dos sumandos 2 y 3 que, con la exclusión del 1,
símbolo de la indivisibilidad primigenia, son el primer número par, femenino, representante de
la tierra, y el primer impar, masculino, símbolo del cielo.”” (anónimo, 2007)
En una interpretación heredada de los gnósticos, las cinco puntas
de la Estrella representan a los cinco elementos de la naturaleza, luz, aire, viento, tierra y agua.
En este mismo sentido, la estrella hunde sus raíces en las creencias más antiguas babilónicas y
egipcias que más tarde se heredarán al mundo hebreo tras sus cautiverios y estos al mundo
cristiano: la estrella representa con un hilo de continuidad, la vida después de la muerte, el paso
más allá de la materia. Sobre el número cinco, “…podríamos decir que es circular, puesto que en
todas cuantas multiplicaciones interviene se recupera nuevamente y figura al final de la
multiplicación. Esto es, que operamos en el cinco y al final vuelve a ver la Luz; por esto,
cabalísticamente, es el símbolo de la Luz que tanto ansía el Recipiendario, durante las pruebas
de su iniciación. Cinco son igualmente el número de la Estrella Flamígera, del Pentagrama
Musical y del Pentagrama o Sello de Salomón. Cinco son también los sentidos del Hombre, el
cinco es el número ordinal que corresponde a la geometría, ciencia básica de la
masonería…” (Castro García, 2005 )
La Estrella se presenta también como un Tetragrammaton, cuando asume un conjunto de letras
y símbolos alquímicos rodeándola. Es un signo de magia derivado de la Estrella de Brae porque
trae consigo las letras hebreas Iod, Hed Vau, Hed, pero su carga esotérica se asocia con la alta
magia: “…tiene cinco puntas, que corresponden a los cuatro elementos y que simbolizan los
metales ordinarios o facultades inferiores y comunes del hombre: el plomo y su instinto, el
estaño y su atracción vital, el cobre y sus deseos, el hierro y su dureza, a los cuales se une el
Mercurio Filosófico de la Inteligencia Suprema, que a todos amalgama y domina.” (Adoum,
2005). En ese mismo sentido alquímico se ha escrito de ella que, “Cuando se aproxima la
concreción del Azufre, se diseña, en el agua metálica (Nigredo) una estrella de cinco puntas, la
cual simboliza a las etapas que llevan a la formación del futuro Rebis: las dos puntas inferiores
representan al Sol y a la Luna, las dos puntas intermedias al Azufre en forma de fuego puro, y la
punta superior al futuro Rebis Primero o Rebis Blanco. Esta estrella que es la Estrella Flamígera
de los francmasones, representa al ser humano, al hombre y a la mujer de la quinta raza,
provistos de una mente con màs deseos que pensamientos. Es una mente kamamanàsica. Es el
hombre o mujer Azufre.” (Apiano, 2012)
2. ¿Cuándo aparece la Estrella Flamígera por primera vez en la vida del Compañero?
Luego del quinto viaje de la iniciación y con las manos vacías, comienza el rito de ascensión a la
luz. El recipiendario sube cinco escalones que representan su elevación espiritual, los cuatro
primeros escalones, representan los cuatro elementos básicos de la naturaleza: tierra, aire, agua
y fuego. La quinta grada es transparente, no tiene color y representa su último viaje hacia la luz,
los elementos básicos le han purificado y ya puede alzarse hacia ella; en un profundo sentido
platónico, “el iniciado no corre peligro de ser deslumbrado por la claridad cegadora del sol, ni
tampoco encantado por los dulces rayos de la Luna, puesto que sólo tiene delante de sí una
profundidad del negro más absoluto. Sin embargo, mientras que se esfuerza en sondear las
tinieblas, un punto luminoso, apenas perceptible, aparece súbitamente.” (Wirth)
Ahora expuesto a la luz, el iniciado puede contactarse con el exterior, con la luz que debe atraer
hacia él para iluminar con ella. El principio activo y pasivo en el que crece el compañero ha
comenzado a representarse en el último de sus viajes. “Aquel que ha visto brillar la Estrella
Flamígera…” (Wirth) debe ahora instruirse obteniendo de todo una luz que irradia desde las
cosas más disímiles, obteniendo la razón y la verdad de todo cuanto observa, contemplativo y
activo al mismo tiempo. El abandono de las herramientas en el quinto viaje, simboliza la total
libertad con la que se acerca a la luz habiendo dado muestras de dominio de sus sentidos y
pasiones que le permiten abrirse a la percepción de esa Luz Interior. (Lavagnini) Es probable
que el rol de las figuras astrales, tal fuera el caso de la Estrella Flamígera, estuviese asociado
desde el principio en las ligas constructoras medievales con viejas tradiciones orientales
heredadas por estas a través de la Guildas. En tal caso, se trata de una representación simbólica
del paso “de las tinieblas del exterior, es decir la ignorancia, el buscador penetra en el interior
del templo en busca de la luz. Será la victoria de lo espiritual sobre lo material, de la inteligencia
sobre el instinto, así como de lo eterno sobre lo perecedero. Se trata de un punto, de un centro
arquetípico en el que reside el Principio Supremo, la divinidad que es necesario
encontrar.” (Musquera, 2009)
3. La estrella flamígera es un símbolo masónico, que representa lo absoluto en el ser, en la
verdad, en la realidad, en la razón y en la justicia. (Levi, El Libro de los Esplendores). El hombre
de Vitrubio, encerrado en la Estrella que ilumina al Templo Masónico, toma aquí el sentido de la
cruz, del sacrificio para el renacer; la Estrella Flamígera adquiere en esta lectura metafísica el
sentido de un martirio que impone el equilibrio entre los polos opuestos de toda realidad. En su
sentido inverso, la Estrella recuerda que las virtudes pueden ser reemplazadas por los vicios,
representados ahora en las tres puntas de la Estrella, como tres fueron los que dieron muerte a
Hiram Abif. (Levi, El Libro de los Esplendores).
En sus primeros años de vida, las logias continentales, debieron agregar al resistido rito inglés,
un grado intermedio, que debía reconocerse en un número característico. “La estrella flamígera
es un símbolo masónico, que representa lo absoluto en el ser, en la verdad, en la realidad, en la
razón y en la justicia.” (Wirth, El Libro del Compañero). Su condición de pilar estable no es raro
dadas sus raíces en el mundo antiguo: “No debe sorprendernos que el mundo antiguo estuviera
impresionado con la estabilidad de la Estrella Polar, y la procesión estacional de la Ursa Major
alrededor de ella. Ellos observaban el recorrido diario del Sol a través de los cielos, siguiendo
rutas diferentes, conforme el año avanzaba hasta quedar fijo en el momento del solsticio, para
luego retornar por una ruta similar. Observaban, también, a la Luna, cambiando no tan sólo de
órbita, sino de tamaño y forma, conforme se iba sucesivamente apareciendo. Y podían, además,
observar el firmamento estrellado girando en el cielo, en procesión constante. Sòlo la Estrella
Polar les parecía estable, solamente ella se mantenía fija e inmutable. Por ello, no debe
sorprendernos que la revelaran como el símbolo del basamento del Altísimo, o El Shaddai en sì
mismo. De lo anterior, podemos claramente inferir que la “Estrella Flamígera” es en verdad el
emblema de la Estrella Polar…” (Hernàndez Rìos, 2010)
En su conexión con la masonería operativa, el aprendiz inicia un viaje guiado por un maestro
que cuando lo creía convenientemente preparado le entregaba en un acto solemne las
herramientas del segundo grado, “que hacía del mysto un epopto o “vidente”, preparado y
capacitado para realizar la segunda parte del programa, encaminándose gradualmente por sus
propios esfuerzos y bajo la guía de su propia Luz interior, hacia el magisterio…” (Lavagnini). En
el caso del mysto, la palabra hace alusión al verbo griego myo, y que “implica el elemento de
secreto. No significa nada más que cerrar, como hacen los ojos después de ver. El primer objeto
autoevidente de este verbo es el sujeto: se cierra él mismo a la manera de una flor. Pero también
un segundo objeto es posible, que debe estar muy cerca del sujeto y ser su posesión. Ese objeto
es el secreto.” (Kerenyi, 2004) En el caso del “epopto”, la palabra hace alusión a un iniciado, “al
que pasa a su último
grado” (http://www.samaelgnosis.net/libro/html/glosario_teosofico/glosario_e.htm)
En este sentido, la Estrella debe ser reconocida como una hermosa herencia de nuestros
antepasados los Masones operativos. Un Gran Maestro de mi
R.:L.:S.:A.: N° 10 del G.:O.:L.:A.:, me ha enseñado en estos días que
los Compañeros Masones Operativos, eran encargados de realizar su viaje preparatorio para la
exaltación, y aprender de otros maestros en el camino. El mapa de ese viaje, era representado
en una Estrella que debía hacerse sobre el mapa sin levantar el lápiz, con un solo trazo, partiendo
desde el norte y uniendo las ciudades de París, Bordeaux, Dijon, Nantes, Valence para volver
luego a París. Así, cada punta de la Estrella representaba los puntos clave de este viaje de
aprendizaje, guiado místicamente por una estrella, del mismo modo en que los reyes magos lo
habían sido en su viaje de descubrimiento del Dios encarnado.
La Estrella parece convenientemente sugerir también un vínculo histórico de los masones
operativos con la Orden del Temple y las aljamas judías de los núcleos urbanos de fines de la
edad media. Es probable que parte de los secretos iniciáticos de
las comunidades de los judíos libres que transitaban entre las finanzas de la cristiandad
española y los resguardos de los restos de la orden del templo, pasaran progresivamente a
manos de los maestros constructores. La Estrella de cinco puntas se convirtió en algún momento
del traspaso en un símbolo de los ahora llamados “Hijos de Salomón” (Musquera, 2009),
incluyendo las más elaboradas formas de la Kabalá. La primera representación de la estrella es
en los hechos una herencia del Adam Kadmon judío. La asociación de los banqueros judíos y los
templarios como los más grandes grupos financistas de las construcciones de las catedrales, los
ponen por otro lado en una condición única de privilegio y posterior persecución, que después
del siglo XIII, debió encontrar en las guildas y asociaciones de maestros constructores, buenos
lugares de refugio. Así, es posible observar como un hecho “significativo -a mi modo de ver- que
los incipientes canteros visigodos, místicos y arquitectos en una sola pieza, comiencen a
modelar su arte buscando precisamente la solución arquitectónica de una figura tan
determinada como es la estrella de Salomón, cuya proporción exacta intentan expresar en la
curvatura del arco de herradura. Aquellas formas plasmadas en los templos eran ya el intento
decidido de transmitir un mensaje cifrado. Un intento casi siempre fallido, como podemos
fácilmente comprobar si aplicamos las posibilidades buscadas a los resultados obtenidos. Pero
un paso también hacia la concepción del templo como contenedor de conocimientos superiores,
muchos de ellos conservados, disimulados y transmitidos secretamente a lo largo del tiempo por
los ocultistas.” (Atienza, 2000). Por otro lado, el corte en ángulo de 36° del pentáculo, es el
mismo ángulo arquitectónico templario encontrado en las catedrales europeas que pueden
adjudicarse a su obra.
4.
En el seno materno de la Estrella Flamígera alumbra la letra G, símbolo indisociable de la misma,
que completa un sentido profundo de creación, amor, luz, generación, en fin símbolo masónico
de quien viaja libre con una luz interior que ha descubierto tras salir de la oscuridad de la
iniciación. Ahora, la Estrella guía los pasos del Compañero, cuyo deber de formación es ahora
una responsabilidad propia. La Estrella, y la letra G, le recuerdan que la Luz debe guiarle para
encontrar el verdadero camino.
La Estrella marca el inicio, el huevo cósmico dentro de la Logia, porque es desde el seno de su
pentágono que nacen los rayos de luz que lo iluminan, gira, para recordarnos que el movimiento
es infinito cuando se trata de viajar entre los polos en los que se organiza el mundo; gira para
recordarnos el viejo principio hermético: “como es arriba es abajo”; gira para recordarnos que
la ley del masón es la geometría del movimiento; gira para recordarle al Compañero que su tarea
recién comienza, que es menester cavar tumbas a sus vicios y construir catedrales a sus virtudes.
Mayo, 2013
Bibliografía
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