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¿Quieres Ser Neurofeliz - Supera El Miedo y La Ansiedad

Libro para ser NEUROFELIZ
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
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¿Quieres Ser Neurofeliz - Supera El Miedo y La Ansiedad

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¿ QUIERES SER NEUROFELIZ?

SUPERA EL MIEDO Y LA ANSIEDAD

Dr. Oriol Lugo Real


Ana Farr é Men é ndez
¿QUIERES SER NEUROFELIZ? SUPERA EL MIEDO Y LA ANSIEDAD
Copyright © 2020
por Oriol Lugo Real y Ana Farré Menéndez
Todos los derechos reservados.
Diseño de cubierta por Ana Farré Menéndez.
Revisión por Montserrat Real Izquierdo, Angel Lugo Calderón y Ana Farré
Menéndez.

Esta obra contiene derechos de autor que están reservados a Oriol Lugo Real
y a Ana Farré Menéndez. Ninguna parte de este libro puede ser reproducida
en cualquier forma o por cualquier medio electrónico o mecánico, incluyendo
sistemas de almacenamiento y recuperación de la información.

ADVERTENCIA
Este libro está diseñado para proporcionar información teórica y práctica al
lector/a.
Las orientaciones y consejos no pretenden ser un sustituto de una
psicoterapia, terapia o proceso de Coaching. Ni los autores ni los editores
serán responsables de los daños y perjuicios que el lector/a pudiera sufrir.
Cada persona debe, según su criterio, aplicar cada orientación a su situación
según su propia responsabilidad y según su punto de vista.
Oriol Lugo Real & Ana Farré Menéndez
Dedicado a todos/as los que
siguen libe
su mochila emocional
REGALO
Querido lector/a, como muestra de que estamos comprometidos con tu
crecimiento y desarrollo personal, déjanos darte este obsequio:

24 PREGUNTAS Y RESPUESTAS PARA CAMBIAR TU VIDA EN UN


DÍA

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SER NEUROFELIZ? SUPERA EL MIEDO Y LA ANSIEDAD

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hace reflexionar, o que te lleva a cambiar algún aspecto de tu vida,
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plataforma como Amazon, nos gustaría leer tu COMENTARIO. Tus
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Cuando lo hagas avísanos a oriolugo@owlpsicologia.com,


anafarre@owlpsicologia.com, también puedes etiquetarnos en las redes
con @oriolugoreal y @ana_farre o a través del hashtag #neurofeliz

Allá donde estés, estamos a tu disposición.

¡MUCHAS GRACIAS!
ÍNDICE

1.- Introducción

2.- Cuando me atacó

3. Neurofelicidad

4.- Delante del escenario

5.- Con nuestro equipo

6.- En sesión con un adolescente

7.- Herramientas

8.- Casos y tratamientos

9.- El cerebro feliz

10.- Conclusiones

11.- Bibliografía

12.- Anexos

13.- Recuerda
1. Introducción
Con los nuevos avances en el campo de las Neurociencias, cada vez sabemos
más como funciona nuestro cerebro y el porqué de muchas conductas,
limitaciones o bloqueos que nos ocurren en nuestro día a día. Por ejemplo,
sabemos que ocurre en el cerebro de una persona cuando está estresada, el
porqué de las pesadillas o la dificultad de hablar en público de forma
tranquila.
Todo este conocimiento científico no permanece sólo en universidades o en
centros de investigación, ahora está a nuestra disposición a través de las
Terapias Neurocientíficas. La Psicología y el Coaching han avanzado mucho
y ya no es necesario pasar por procesos largos de años. Con estas nuevas
terapias combinamos los últimos descubrimientos neurocientíficos con la
práctica de la psicoterapia y el Coaching. El resultado: un conjunto de
metodologías que nos ayudan a poder liberarnos de nuestras limitaciones,
bloqueos y traumas de una forma rápida y efectiva.
Diríamos que todas las vivencias que experimentamos a lo largo de nuestra
vida dejan una huella en nuestra memoria. Si son experiencias dolorosas
como, por ejemplo, un accidente de tráfico, un despido o una separación,
sentimos todo un conjunto de emociones que, si no somos capaces de
exteriorizar y liberar, pueden llegar a instaurarse en forma de traumas en
nuestra memoria y en nuestro cuerpo (los famosos dolores psicosomáticos),
con todas las repercusiones que esto implica en nuestro presente.
Muchas veces, cuando sufrimos de estrés, de miedos o de tristeza, deseamos
poder resolver estas situaciones de una forma rápida y optamos por la
medicación. La farmacología es sólo un parche, si no se realiza ningún tipo
de proceso de crecimiento en paralelo. Es necesario que la persona pueda
también vaciar su mochila emocional. De lo contrario, cuando decida dejar de
tomar los fármacos pertinentes, los problemas van a seguir estando presentes
en su vida, con el riesgo de volver a recaer en la misma sintomatología.
Muchas veces para clarificar mejor esta situación ponemos la metáfora de la
avería en el coche. Vas conduciendo y de repente te aparece el piloto
luminoso de falta de aceite. En esa ocasión tienes dos opciones: o prestas
atención a lo que el panel de control te está indicando y cambias el aceite de
tu coche o simplemente lo ignoras. Incluso hay gente que es capaz de ponerle
un trozo de cinta americana encima de la luz con tal de que no le moleste.
Cual es el resultado de esta última acción: que el motor acaba estropeándose.
Esto es lo mismo que ocurre con nuestro cuerpo y mente si decidimos obviar
las señales o sólo tomar fármacos.
El no hacer caso a las señales que te manda tu cuerpo en forma de tensión,
dolor de espalda, dolor de cervicales, mareos, llantos, nerviosismo, agitación
de las extremidades, aceleración cardíaca…, es una forma de que estas
señales o síntomas puedan ir a más. Y si sólo optamos por la medicación,
nunca llegaremos a resolver el elemento clave que se encuentra en las
profundidades. Necesitamos hallar la raíz de nuestra problemática para
resolverla.

Por ejemplo, en el caso de un duelo complicado, el hecho de tomar


psicofármacos nos puede ayudar a sentirnos un poco mejor, pero a la que
dejemos de tomarlos seguiremos sin haber gestionado correctamente esa
perdida. El dolor aún perdurará porque nunca llegamos a a resolverlo. En
estos casos una buena opción puede ser un trabajo en paralelo a través de la
psicoterapia y de la farmacología.
También, hay mucha gente que es reacia a visitar a un profesional para
tratar sus problemas o bloqueos debido al estigma social que aún impera en
muchos países. Si a esto le sumamos el gran esfuerzo a nivel emocional y
económico que representa muchas veces, la persona desiste a la idea de
sanarse.
Es importante plantearse la idea de ir al psicólogo/a como una inversión en
ti mismo. Quizás la mejor inversión que podrás hacer en tu vida. Ya que, si
tu te sientes mejor, aprendes más de ti mismo, resuelves tus problemas o
aquello que te causa dolor, tu vida acabará mejorando y aportándote una
gran riqueza en todos los sentidos.
Las Terapias Neurocientíficas permiten aplicar técnicas y ejercicios
derivados de los últimos avances en el campo de las neurociencias. Éstas,
nos están enseñando el poder sanador que tiene nuestro propio cerebro
sobre la mente y el cuerpo y cada vez van a ir a más. Esto ya no es el
futuro, es el presente.
Al igual que cuando hablamos de la “Realidad Virtual” como algo del
futuro, ahora cada vez está más presente en nuestro día a día y la estamos
normalizando. Así va a ocurrir y ya está ocurriendo cuando nos referimos a
las Neurociencias.
Decir que las “Neurociencias es algo del futuro”, es hacer uso de un
anacronismo, porque ya son muy presentes.
Y como cualquier ola, aquellas personas que no se adapten a los nuevos
cambios van a perderse de obtener grandes ventajas y beneficios.
¡Empezamos entonces este apasionante viaje hacia nuestro cerebro y
nuestra mente!
Las Neurociencias

La neurociencia nace de la necesidad del ser humano para saber cómo


funciona el cerebro, dar respuesta a conductas anómalas y paliar el
sufrimiento. A modo introductorio, el autor Carlos Blanco (2014), hace
referencia a seis etapas: la primera de la Antigüedad clásica y la Edad Media,
siendo en la Grecia antigua donde se descubrió el encéfalo como la sede de
las funciones superiores; la segunda al final del Renacimiento al aplicarse el
método científico en la exploración del sistema nervioso; la tercera a finales
del siglo XVIII, con el descubrimiento de la actividad eléctrica en el sistema
nervioso y la electrofisiología neuronal; la cuarta a mediados del siglo
XIX, con la localización cortical de las distintas funciones del psiquismo
humano y la excitación del córtex cerebral; la quinta a finales del siglo XIX,
con el establecimiento de la doctrina de la neurona y la aplicación de la
metodología reduccionista al estudio del Sistema Nervioso; y la sexta, en los
años 60 del siglo XX, con el nacimiento de las Neurociencias como estudio
interdisciplinar de la mente y la implantación de una metodología holística
(Blanco, 2014). Este recorrido nos permite entender el origen actual de las
Neurociencias modernas, cuya base se halla en gran parte en el
descubrimiento de la psicofarmacología y de las técnicas de neuroimagen.
Algunos ejemplos serían el del primer fármaco para tratar con eficacia la
esquizofrenia, la clorpromazina (Diaz, 1996) y del descubrimiento sobre la
Resonancia Magnética (Lauterbur, 1973).
Como podemos apreciar, los avances científicos nos han permitido dar saltos
en el número de aplicaciones prácticas en nuestro día a día. El conocimiento
es acumulativo y cada vez que se produce un descubrimiento son muchas las
nuevas oportunidades que se generan.
Quizás una gran ventaja en la actualidad es que gracias a la hiperconectividad
de la que todos/as disfrutamos podemos aprovechar aún más todos los
últimos descubrimientos. Además, los distintos equipos de investigación a
nivel mundial pueden también colaborar entre sí.
Por un lado, el gran desarrollo actual de las Neurociencias puede explicarse
por el creciente número de pacientes que sufren enfermedades y accidentes
del sistema nervioso (el Alzheimer, Parkinson, demencias) o trastornos
psiquiátricos (la depresión o la esquizofrenia), llevando a las autoridades
sanitarias a incrementar los medios dedicados tanto a la investigación como a
la atención sanitaria (Collins, Patel, Joestl, March y Insel, 2011). La
Neurociencia contribuye a nuestro conocimiento de los trastornos
psiquiátricos. Nos ayuda a entender los trastornos cerebrales y a idear
estrategias de tratamiento. Los enfoques clínicos y de laboratorio se
complementan, permitiendo que las investigaciones básicas y la práctica
clínica tengan una influencia recíproca. Por otro lado, estas investigaciones
tienen el propósito de encontrar soluciones y medotologías que permitan
trabajar con estos pacientes, mejorando su calidad de vida y a la vez
pudiendo permitir que haya en un futuro una cura para ciertas enfermedades
y trastornos.
Las investigaciones en el campo de las Neurociencias permiten aportar un
mayor número de conceptos y técnicas que los profesionales de la salud
utilizan para comprender y ayudar a sus pacientes. A la vez, el hecho de
efectuar observaciones clínicas y tratamientos psicoterapéuticos específicos y
adaptados, se recogen datos que estimulan el desarrollo de teorías sobre
mecanismos cerebrales. Este intercambio es mutuamente beneficioso y
además permite que puedan aplicarse estos resultados a otros perfiles y
grupos de pacientes con otro tipo de trastornos (Rosenzweig et al., 2005).
Cuanto más sabemos más podemos beneficiar a toda una serie de sectores y
ámbitos de trabajo y de investigación. Es un proceso escalable que ya está en
movimiento.
Las Terapias Neurocientíficas

Las terapias neurocientíficas son aquellas metodologías de trabajo para el


bienestar humano (salud mental, emocional, corporal…), que operan con
conceptos/ estrategias neurológicas de forma implícita. Son terapias en las
que se busca una armonización de los hemisferios, el poder incidir de una
forma mucho más directa al procesamiento de las experiencias. Permiten el
realizar cambios sinápticos y la relajación de partes del cerebro como las
amígdalas. Estas terapias trabajan de forma científica, con una base probada y
sus resultados son rápidos, profundos y duraderos.
Estas terapias pueden ser rechazadas por los psicoterapeutas clásicos, ya que
estos son reacios a creer que se pueden lograr cambios en tan poco tiempo y
de una manera tan efectiva.
“¿Cómo es posible poder superar un trauma o una fobia en pocas sesiones?
“Eso es imposible”.
Nuestra respuesta es la siguiente:
“Al igual que un trauma se genera en un breve periodo de tiempo, también se
puede superar en un periodo corto de tiempo”.
“Esto tiene que ver con la Neuroplasticidad” (gran capacidad de adaptación
del cerebro de adaptarse y de modificarse).
Las terapias neurocientíficas pueden parecer milagrosas, pero no lo son, al
final lo que permiten es trabajar con una información o un conocimiento que
hace décadas no se disponía (revolución de las neurociencias). A medida que
vamos sabiendo más sobre nuestro cerebro y sobre su funcionamiento, el
número de terapias y de metodologías que trabajan en estos niveles van a
aumentar.

Algunas de ellas son:

– EMDR® (Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares).


– Coaching Wingwave®.
– Brainspotting®.
– TIC® (Técnicas de Integración Cerebral).
A medida que avance el lector/a a través de las páginas descubrirá que existe
un extenso grupo de terapias con una base en las Neurociencias. Este
conjunto de metodologías cada vez va a estar más presente en nuestro día a
día ya que permiten poder aprovechar los últimos descubrimientos teóricos
con sus respectivas aplicaciones prácticas.
Como profesionales de la salud, los psicólogos y psicoterapeutas tendremos
que adaptarnos a estos avances ya que es nuestro deber el poder ofrecer
aquellas herramientas y estrategias que mejor puedan ayudar a nuestros
clientes y pacientes.
No hacerlo sería como vivir de espaldas a los cambios científicos y
tecnológicos que están aconteciendo delante de nosotros.
Sería como saber de la existencia de Internet y seguir negando u obviando su
uso.
2. Cuando me atacó
Cada vez que me cambio de ropa recuerdo el incidente. En mi piel están
grabadas las marcas de ese animal. Han pasado más de quince años, pero aún
tengo de forma muy vivida ese recuerdo.
Me sucedió siendo un adolescente. Regresaba a casa después de pasar una
tarde de verano con mis amigos. Se estaba haciendo tarde y decidí tomar un
atajo. En lugar de seguir por calles más concurridas de mi pueblo, opté por
acortar distancias y busqué una ruta alternativa mucho más directa. Me dirigí
por una zona de descampados con hierbas altas. Conocía el camino ya que lo
había utilizado otras veces. No me agradaba mucho, pues estaba siempre
lleno de desperdicios y alguna vez se me había cruzado alguna rata.
Entonces fue cuando a lo lejos divisé una figura oscura que se movia con
gran rapidez. Al principio, no le quise prestar atención, ya que la zona
también era utilizada por paseantes con sus perros.
Sin embargo, en esta ocasión el animal corría directamente hacia mí en lo que
pronto percibí como un ataque. Su vista estaba clavada en mí. Ni un ladrido
ni un gruñido que me avisara de sus intenciones. Recuerdo solo su gran
tamaño y su pelaje marrón oscuro. No sabría identificar si se trataba de una
raza de las consideradas peligrosas. La sensación de terror intenso me dejó
totalmente paralizado. Y mi única reacción fue la de permanecer totalmente
quieto esperando que eso le hiciera cambiar de idea y que no me mordiese.
Pues no fue así
El animal, (luego supe que se trataba de un pastor alemán) se lanzó,
mordiéndome sobre mi pierna derecha. Perdí el equilibrio y al caer, siguió
mordiéndome con mayor ferocidad. Yo solo pensaba que aquello no podía
estar pasando. El ataque parecía que fuese a cámara lenta. Sentí como si me
estuviesen clavando un cuchillo. Solo sentía mucho dolor y estaba deseando
que apareciera su dueño para que me lo quitara de encima. Entre en fase de
pánico. ¿Y si era un perro abandonado? ¿Cómo iba a salvarme? Pero por allí
no aparecía nadie para rescatarme.
Finalmente lo aparté como pude con las manos. Recuerdo que traté de
golpearlo con todas mis fuerzas. Y me dejó ir.
El corazón me latía a gran velocidad y estaba hecho un flan. Pude comprobar
que solo me había mordido en la pierna, pero la mordida era bastante grande
y profunda.
Me levanté como pude, temiendo que me volviese a atacar, pero no apareció
más.
Una vez estuve totalmente en pie continué hasta mi casa. El dolor era
inmenso y se iba intensificando cada vez más. Recuerdo que llamé a mis
padres por el móvil y nos encontramos a mitad de camino.
Mis padres, asustados, decidieron recogerme en coche y llevarme, primero, al
centro hospitalario más cercano. Y desde urgencias del ambulatorio nos
dirigieron al Hospital del Mar de Barcelona, el cual está especializado en
mordeduras de animales Allí me examinaron y pudieron contemplar la
gravedad de la herida.

Al ser una mordedura de perro no podían coserme. Así que recibí unos
cuidados adecuados para la situación. Además, tuve que vacunarme por la
posibilidad de contraer alguna enfermedad relacionada con ese animal.
Por supuesto que luego averigüé que el animal tenía dueño y que este lo
dejaba deambular libre por el descampado mientras èl se quedaba en su casa.
El animal me atacó porque yo estaba en su “territorio”.
Con el tiempo la herida se sanó y la profunda cicatriz quedó disimulada por
mi vello adolescente. Fui creciendo y aunque recupere la plena movilidad de
la pierna, algo cambió en mi interior.
Ahora tenía una herida emocional mucho más profunda y presente.
Noté que cada vez que iba por la calle y percibía un perro de esa raza mi
corazón se agitaba, mi respiración se volvía entrecortada y un espasmo
recorría todo mi cuerpo. Me encontraba en una situación de miedo y tensión.
Y lo extraño es que nunca me había sentido así.
La respuesta automática era rápidamente cambiar de lado y cruzar a la otra
punta de la calle. Otras veces, como no podía moverme ya que quizás la calle
era estrecha o había mucha gente, simplemente me quedaba paralizado. En
otras trataba de alargar la mano como para alejar el perro.
Todas esas respuestas no eran propias de mí. Era como si hubiera aprendido a
tenerle miedo a los canes.
Estaba claro que la experiencia me había traumatizado, generando una herida
emocional que aún estaba vigente. Pero esto era algo que no me gustaba ya
que yo mismo había tenido un perro y nunca le había temido.
Desde ese momento aprendí la facilidad con la que podemos llegar a
traumatizarnos, y como una fobia se puede instaurar en cuestión de segundos
y minutos.
Sólo a medida que fui adentrándome en el campo de la Neurociencia aplicada
a la Psicoterapia, descubriría que es lo que realmente me había sucedido. Y
luego aprendería a liberarme de esta fobia.
Tenía tantas ganas de poder superar este miedo irracional a los perros que
busqué toda clase de metodologías. Hasta que al fin di con la clave. No fue
fácil y tuve que pasar por muchos procesos formativos. Pero al final pude
descubrir como superarlo y volver a sentirme tranquilo y seguro.
Lo sorprendente fue la rápidez con la que superé esta experiencia, llegando a
la conclusión de que, si un trauma puede instaurarse en cuestión de breves
instantes, el proceso inverso de liberación también puede ser ágil y rápido, ya
que el cerebro dispone de una gran flexibilidad para el cambio y la
transformación, también llamada neuroplasticidad.
Pero lo que más me sorprendió fue descubrir toda la red de experiencias que
mi mente inconsciente albergaba respecto a este tema.
¿Cómo podía ser que esta experiencia fuera sólo la gota que colmó el vaso?
¿Qué otros recuerdos daban sustento a mi fobia?
¿De qué manera se había almacenado este material?
Todas estas preguntas obtuvieron una respuesta, así como mis emociones de
miedo y perturbación fueron al fin liberadas.

Fue gracias a una de las terapias neurocientíficas que después compartiremos


que pude llegar a tal punto de mi vida, donde soy capaz de tocar toda clase de
perros.
E incluso he llegado a acariciar algunas razas de perros de amigos y
conocidos, que quizás en el pasado ni me lo hubiera planteado.
Pero estos son ejemplos de mi experiencia. Cada persona que ha pasado por
un proceso de superación de sus miedos y fobias tiene su propia versión.
Para decir que un tema está superado, cada uno/a tiene sus propios criterios y
estándares. No hace falta llegar al punto como yo hice de tocar a un perro.
Hay personas que se contentan con poder hablar de un tema, con poder ver
una imagen o con simplemente estar en un lugar cercano a ese antiguo miedo.
3. Neurofelicidad
Hoy en día se habla mucho del concepto de la “felicidad”. En las redes, en la
televisión, en la radio, en los periódicos y en las revistas, constantemente
aparece este concepto. Pero llega un punto en que no sabemos a qué nos
referimos cuando queremos expresar esta idea.
Podríamos decir que todos/as tenemos un concepto particular sobre la
felicidad. Si le preguntas a alguien que quiere que le toque la lotería, te dirá
que ser feliz consiste en tener mucho dinero; a alguien que se acaba de casar,
que el amor de una pareja es la máxima expresión de felicidad; y si li
preguntas a unos padres, seguramente te responderán que son sus hijos.
Hay tantas definiciones de felicidad como personas que habitan en este
planeta. Aun así, lo que más dolor nos causa son las incongruencias.
Fumamos, bebemos, tenemos conductas sedentarias, dedicamos más tiempo a
chatear que no a vernos cara a cara con nuestros amigos/as…Y luego nos
preguntamos: ¿por qué no somos felices?
La respuesta reside en esta incoherencia de la que hablamos. Si no eres
coherente con aquello que quieres, como por ejemplo ser feliz, entonces
llegamos al punto de ser infelices.
Todos/as en el fondo tenemos claro lo que queremos en nuestras vidas, pero a
veces nos centramos más en lo que no queremos o en seguir pautas de
nuestro pasado.
Este tipo de pensamientos y conductas nos generan emociones que nos hacen
sentir desmotivados/as y sin energías para cambiar.
Nosotros, desde las Neurociencias, que son las ciencias que estudian el
cerebro, el sistema nervioso, su funcionamiento y su vinculación con el
comportamiento humano; decimos que no somos felices porque en nuestra
mente hay toda una serie de estructuras que no están en equilibrio.
Gracias a los últimos avances en el campo de las Neurociencias,
concretamente aplicadas al ámbito de la Psicoterapia, han nacido un cuerpo
de nuevas técnicas y metodologías que nos ayudan a ser más felices. De
forma más específica: ayudan a nuestro cerebro y organismo a estar más
armonizados o equilibrados. Cuando estamos estresados o con tensión,
nuestros hemisferios se desarmonizan y nuestro organismo se encuentra en
un estado de desequilibrio.
Otra forma de apreciar estos desajustes es con la metáfora de la mochila:
Diríamos que todos/as llevamos una mochila en nuestra espalda, cargada con
toda una clase de experiencias. Algunas más positivas y otras más negativas.
Las experiencias más negativas, las llamamos traumas, que son básicamente
experiencias que, por la intensidad o la reiteración de las emociones vividas,
se acaban encapsulando. Es entonces cuando se generan los recuerdos
dolorosos.
Estos recuerdos, aunque sean pasados siguen haciéndonos daño. Y el cúmulo
de todas estas experiencias negativas hace que llevemos un gran peso a
nuestras espaldas.
Esto se manifiesta en forma de trastornos, como la ansiedad, la depresión, las
fobias...
Y también en forma de dolores psicosomáticos.
Estas experiencias vienen de la infancia, de la etapa de la impronta, que es
una etapa en la que los niños y niñas de los 0 a los 6-7 años, están madurando
a nivel cerebral.
Esta etapa es un periodo de fuerte modelaje, donde los infantes copian todo lo
que perciben: incorporan creencias, hábitos, rutinas, valores... Y esto queda
bien guardado como si fuera una huella o una marca de fuego.
También hay la etapa de la vida intrauterina, que es el periodo en el cual los
bebés en su estado de gestación, están totalmente conectados con su madre.
Entonces, los cambios hormonales o del estrés pasan a través del corriente
sanguíneo al bebé y esto puede generar toda una serie de cambios y de
recuerdos somáticos (en el cuerpo).
Luego a lo largo de los años iremos acumulando experiencias, que se irán
depositando en nuestro inconsciente. Algunos de estos recuerdos son
conscientes y otros no los recordamos, o creemos que están olvidados. Todo
lo contrario, están muy presentes en nuestro día a día, y nos condicionan en
quiénes somos y las decisiones que tomamos.
Esto se ve con claridad gracias al efecto péndulo, que no es otra cosa, que las
dos caras del mismo comportamiento o de la misma forma de pensar
(entraremos en más detalles en los próximos capítulos). Podemos estar en un
extremo de pensar que somos muy buenos en lo que hacemos, por poner un
ejemplo, pero de repente sentirnos los peores del mundo. Estos cambios de
ideas vienen porque tenemos unas redes de recuerdos que nos afectan y nos
determinan quienes somos.
Pero todas estas situaciones y trastornos se pueden superar...
Gracias a las Terapias Neurocientíficas, que son estas técnicas nacidas de los
últimos avances de la tecnología aplicada al descubrimiento y al estudio del
cerebro, podemos efectuar cambios profundos y duraderos en las personas
tratadas.
Hemos podido, y somos capaces de ver en vivo y en directo, lo que le ocurre
a nuestro cerebro cuando está estresado, relajado, con miedo o cuando
estamos enfadados.
Estos conocimientos nos permiten generar herramientas que nos ayudan a
liberar emociones, sensaciones y pensamientos.
De esta manera, cuando alguien sufre de estrés sus amígdalas se ven sobre
activadas. Éstas son una parte del cerebro, en la zona límbica, donde
gestionamos las emociones. Cuando estamos estresados/as nos ponemos en
modo de supervivencia: con la respuesta de huida, lucha o congelación.
Así pues, alguien que ha sufrido un trauma, sus amígdalas responden como si
estuviera en una situación de peligro. Y aunque haya pasado mucho tiempo,
el mero hecho de pensar en ese recuerdo hace que la persona vuelva a sentir
las mismas emociones o sensaciones corporales, porque sus amígdalas están
respondiendo de la misma manera.
No sólo es una cuestión emocional, sino también es física, ya que cuando el
cuerpo experimenta una emoción podemos percibir cambios térmicos. Por
ejemplo, con la rabia la sangre se condensa en los puños y cuando sentimos
tristeza, la temperatura corporal disminuye, siendo menores las zonas de
activación.
Es algo totalmente sorprendente poder apreciar un cuadro de las temperaturas
y de las zonas corporales en función de las emociones que siente cada
persona. Esto nos enseña la fuerte conexión existente entre emociones y
cuerpo. Para poner un ejemplo totalmente distinto, cuando alguien se siente
avergonzado, a través de las cámaras térmicas podemos apreciar como sus
mejillas aumentan de temperatura debido a la acumulación de sangre en esas
zonas.
Nuestra misión con las Terapias Neurocientíficas es ayudar a las personas
para que puedan desestresar sus amígdalas. Que estas pequeñas áreas de
nuestro cerebro, del tamaño de dos “almendras” (ubicadas en la zona límbica)
puedan dejar de sobreactivarse, y así puedan recuperar un funcionamiento de
un estado de calma. Como respuesta de aplicar estas técnicas el estrés, las
tensiones, los miedos, los temblores, la sudoración desaparece y así acabamos
por liberar las emociones y las sensaciones corporales.

Hemos creado un método integrador OWL THERAPY® donde combinamos


algunas de las partes o conceptos de las terapias más potentes en el campo
neurocientífico; como serían: el EMDR®, las TIC®, el Brainspotting® o el
Coaching Wingwave®, entre otras.
Hemos generado un protocolo de trabajo, donde primero descubrimos el
MAPA. Este consiste en una recopilación de todas las experiencias que ha
vivido una persona respecto a un tema. Tal como hemos explicado
anteriormente, nuestros recuerdos pueden venir de nuestras experiencias
vitales. Y aunque creamos que no nos acordamos, hay registros de estos
sucesos que permanecen ocultos en nuestro inconsciente.
Por ejemplo, si alguien tiene miedo a volar, serían todas las situaciones donde
ha sufrido este temor tanto en su presente (si ahora está planeando sus futuras
vaciones), pasado (si ha tenido vuelos con turbulencias o recuerdos de
familiares con temor a volar) y futuro (la fecha en la que va a tomar el vuelo).
En el futuro serían los “y si...”, que son los miedos anticipatorios.
Cuando pensamos en el futuro, creemos que éste no existe. Pero en el caso de
los temores o de la ansiedad, podemos notar como simplemente cuando
pensamos en ciertos temas o situaciones nuestro cuerpo empieza a sudar,
nuestro corazón se acelera o podemos experimentar emociones como miedo o
agobio… Estos son elementos producidos por nuestra mente, ya que lo está
percibiendo como si fuera algo real. Acto seguido, el cuerpo responde en
consecuencia.
Una vez recopilamos el MAPA, el siguiente paso es la desensibilización y el
reprocesamiento. Esta fase consiste en aplicar algunas técnicas, como serían
los movimientos oculares rápidos, o la estimulación bilateral, ya sea con
golpecitos o con música especial. Esto ayuda a que los dos hemisferios se
sincronicen y que las amígdalas se relajen.
Cuando estamos relajados/as podemos observar como nuestros dos
hemisferios (el derecho y el izquierdo) se encuentra mejor conectados y
sincronizados. A través de un conjunto de conexiones que se hallan en el
cuerpo calloso (como si fuera un puente que une estas dos mitades) la
información circula con facilidad. Si estamos estresados la conexión se ve
alterada. De aquí que cuando nos encontramos con tensión o con muchos
problemas nos cuesta recordar donde dejamos las llaves o el nombre de ese
cliente.

Al aplicar cualquiera de las herramientas anteriormente descritas como:


- La música de estimulación bilateral (música especial creada por
neurocientíficos que facilita que haya una activación alternativa del
hermisferio derecho e izquierdo, ayudando a que haya una mayor conexión
entre estos dos).
- Los movimientos oculares rápidos (cuando dormimos pasamos por varias
fases del sueño, la fase REM, “Rapid Eye Movement”, es la que permite que
podamos reprocesar y liberar todo lo que hemos vivido a lo largo del día y
también en otros momentos de nuestras vidas). Estos movimientos copian el
mecanismo natural de nuestro cerebro. En lugar de tener a la persona
durmiendo, se realiza a través de un profesional que mueve sus dedos de
derecha a izquierda en horizontal, de forma rápida y facilitando que la
persona siga este movimiento con los ojos abiertos.
- Los golpes de estimulación bilateral o “tapping” (a través de golpear
suavemente con las manos las rodillas y otras partes del cuerpo, se facilita
que haya una activación del hemisferio derecho e izquierdo de forma
alternativa). Esto produce el mismo mecanismo que las anteriores técnicas
descritas, ayudando a una mayor conexión interhemisférica y que las
amígdalas puedan desestresarse.

Todas estas herramientas se pueden aplicar en momentos de tensión o de


perturbación o cuando la persona revive mentalmente los sucesos traumáticos
o dolorosos.
El resultado final, es que la persona pueda volver a conectarse al recuerdo,
pensando en él, y que sienta que las emociones han disminuido o que se han
liberado; y que las sensaciones corporales se han reducido, o han
desaparecido, dando paso a un estado de calma corporal.
El recuerdo no queda borrado, sino que se reprocesa, pudiendo así la persona
darle otra lectura o reinterpretación.
Por ejemplo, una situación de hablar en público puede causar pánico a una
persona, pero si después de aplicar las técnicas, esta misma persona se
encuentra relajada y tranquila, entonces va a interpretar su futura ponencia
como menos amenazadora, o incluso como una gran oportunidad para
sentirse orgulloso/a.
Finalmente, nuestro propósito es que la persona pueda vaciar y liberar el
máximo posible su mochila emocional (ese conjunto de experiencias que
lleva en su interior).
Como resultado de todo el proceso, el/la participante se sentirá más libre,
tranquilo/a, relajado/a y más feliz.
Quizás otra forma de ver la “felicidad” es como aquel estado donde el pasado
no nos duele, o no nos duele tanto; en el presente estamos tranquilos/as; y el
futuro se siente como esperanzador.
4. Delante del escenario
Nos dirigíamos a la Universidad Barcelona School of Management (centro
formativo adscrito a la Universidad Pompeu Fabra) para facilitar la ponencia
acerca de las “Neurociencias aplicadas a las organizaciones”, cuando nos
encontramos literalmente parados en medio del centro de la ciudad. Una larga
columna de coches bloqueaba el paso y faltaba poco tiempo para acceder al
recinto.
Nos extrañó la situación ya que ya hacía más de una hora que los niños/as
habían salido del colegio, pero el tráfico seguía igual de denso. Entonces
caímos en la cuenta que esa misma tarde jugaba el Barça en el Camp Nou.
Unos minutos más tarde, que se hicieron una eternidad, lográbamos acceder
la facultad para empezar con nuestra conferencia. Nos sorprendió el
comprobar un auditorio lleno pese al partido de fútbol que se iba a celebrar
en beve. Puede parecer algo ridículo, pero cuando juega el Barça muchos de
los eventos pueden sufrir una deserción.
En nuestro caso no fue así, y nos presentaron, pudiendo dar iniciada la
conferencia. Acto seguido quisimos hacer un experimento con los más de
cien asistentes.

El experimento

La prueba que ellos/as hicieron, es la misma que queremos que tú lector/a


también realices.
Esto lo hacemos así porque aprendemos a base de emociones. Con lo cual, si
logramos, aunque sea a través de estas páginas que conectes con tus
emociones y tus sentimientos, entonces el conocimiento quedará mucho más
grabado que si simplemente nos limitamos a leer sin más.
A continuación, vamos a mostrarte un determinado número de imágenes.
Algunas quizás te pueden atraer, otras tal vez pueden generarte repulsión.
Queremos que te des cuenta de como tu cuerpo responde.
Para ello, primero te sugerimos que te pongas cómodo/a. Aleja el móvil o
cualquier aparato que pueda distraerte. Luego, cierra los ojos y haz una
profunda respiración. Explora como está tu cuerpo. ¿Cómo te sientes? ¿Notas
algún punto de tensión? ¿Cómo son los latidos de tu corazón? ¿Cómo es tu
forma de respirar? ¿Cómo están tus manos? ¿Y tus brazos y piernas? ¿Hay
alguna parte que está tensa de tu cuerpo? ¿O notas una tranquilidad y
relajación general?
¡Fantástico!
Ya estás listo/a para poder efectuar el siguiente ejercicio.
Lo importante es que cuando veas las imágenes te detengas unos pocos
segundos, para acto seguido poder pasar a la siguiente página.
No te preocupes sólo van a ser unas cuantas imágenes.

Además, recuerda que en cualquier momento tu tienes el pleno control de


poder pasar de página o de cerrar el libro.
¡Empezamos con la primera página!

AVISO: *Si hay alguna imagen que hiere tu sensibilidad, nos disculpamos de
antemano. Nuestro propósito no es otro que poder enseñarte unos conceptos
a través de una pequeña práctica.
¡Muy bien!
Ya está.
Fin del experimento.
¿Has sentido alguna sensación corporal?
Ya sea sudor en las manos, nerviosismo en los pies, piernas o brazos,
sensación de querer salir corriendo y dejar la lectura, pelos de punta…
¿Alguna palpitación?
Fantástico.
Ya no vamos a mostrarte más imágenes a lo largo de esta obra.
¿Qué ha ocurrido?
¿Ha sido una respuesta planificada conscientemente?
¿O ha sido más una respuesta impulsiva, inconsciente y automática?
Concretamente se han activado las amígdalas, que es la parte del cerebro que
se encarga de gestionar las emociones. En este caso con el miedo, el asco, el
desagrado, la repulsión.
Se han activado de forma automática mientras tu contemplabas estas
imágenes, porque es un mecanismo de supervivencia.
Estas fotografías muestran elementos y situaciones que nos pueden llegar a
afectar, pero podríamos haber puesto un gran número de fotografías de
situaciones que también nos pueden activar emocionalmente: por ejemplo, el
hecho de vernos con un cliente difícil, o alguien que no nos cae bien, un
atasco de tráfico, o el hecho de plantearnos hablar en público…
¿Qué es lo que ha ocurrido?
Te has fijado que las imágenes están impresas en una hoja de papel (o en un
aparato electrónico). Es una mera proyección de un elemento que no es real.
Y aún así, quizás has respondido como si se tratara de una situación real.
¿Por qué?
Porque nuestro cerebro responde ante estímulos de la misma manera como si
fueran reales o como si fueran una auténtica amenaza. Aunque es sólo una
percepción, nuestra mente y nuestro sistema ya nos prepara.
Son elementos irreales pero que vivimos de forma muy real.
Piensa que el objetivo de nuestro cuerpo es nuestra supervivencia.
Esto rompe un poco los esquemas que pudieras tener acerca de nuestro
propósito de vida y la felicidad. Nuestro cuerpo y nuestra mente no busca que
seamos felices. Básicamente, pretende que te mantengas con vida.

De aquí a que nos quedamos más con los elementos o las situaciones que
pueden ser percibidas como peligrosas o negativas en lugar de acordarnos de
las que han sido felices o positivas. Esto es así porqué si te acuerdas más de
las escenas o momentos de peligro vas a tener más posibilidades de
sobrevivir.

Esto no quiere decir que no tengamos que aspirar a la felicidad. Simplemente


que la felicidad es un elemento extra el cual tenemos que trabajarlo para
llegar a sentirlo.
Por defecto, estamos programados única y exclusivamente para sobrevivir.
Puede parecer muy básico, pero llevamos miles y miles de años funcionando
de esta manera.
Es sólo hasta hace algunos siglos que nos hemos empezado a plantear la idea
de alcanzar la felicidad.
El miedo

En inglés miedo es “FEAR”. Y a los ingleses les gustan mucho los juegos de
palabras. Ellos dan un significado distinto a la palabra miedo a través de sus
siglas. Y dicen que miedo también puede ser:

F: Fake (falso).
E: Event (evento o suceso):
A: Appearing (que parece o que se muestra).
R: Real (real).

Traducido, sería: una percepción de una situación que parece real pero que no
lo es.

Y ¿qué es lo que te hemos mostrado?


Unas meras imágenes que tus ojos han captado y han enviado esa
información a tu cerebro, procesando este a una gran velocidad e
identificando cada imagen como “si fuera una posible amenaza”.
Y esto lo hacemos sin pensar. Estamos programados/as para poder realizar
tres acciones:
- Luchar.
- Huir.
- Congelarnos o paralizarnos.

En inglés le llaman las tres “F”:


- Fight.
- Fly.
- Freeze.
El mecanismo de supervivencia

Vamos a explicártelo con un ejemplo muy claro.

Imagina por un momento que de repente entra en la habitación o en el


espacio donde estés ahora mismo un león.
Puedes escuchar como ruge bien fuerte. Sus zarpas se clavan en el suelo y
sigue avanzando hacia ti. Notas su olor, como su respiración suena como un
gran ronquido. Se mueve lentamente como un hábil cazador. Contemplas su
pelaje amarillento y su larga melena aproximándose. Sus ojos te miran
fijamente, mantiene en todo momento el contacto con los tuyos. Te mira sin
pestañear. Eres su próxima presa. Y se está preparando para abalanzarse
encima de ti. En cuestión de segundos se arrojará y sus mandíbulas entrarán
en contacto con tu piel.

¿Qué harías?

Quizás te podría pasar por la cabeza la “loca” idea de tratar de luchar con ese
animal. Tu corazón latiendo bien fuerte y haciendo acopio de valentía.
Tal vez tomarías una silla o algún elemento cercano para defenderte.
O puede que salieras corriendo, sintiendo como la adrenalina recorre por tu
torrente sanguíneo, notando ese extra de energía.
Otra opción sería la de congelarte. Hacerte el muerto y tratar de frenar esa
respiración intensa que sólo hace que acelerarse. Sólo si el león pasa de largo
estarás salvado/a.

Esperamos que hayas sobrevivido al león…

Este ejemplo te lo ponemos para que te des cuenta de las respuestas de


supervivencia que podemos llegar a activar. Y cómo estas respuestas son
automáticas. Ahora con el caso del león te has podido parar a pensar cual
sería la mejor opción, pero cuando estás delante de una situación crítica la
respuesta es inmediata. Es algo que procesa tu inconsciente.

Tal vez te preguntas: ¿pero en mí día a día no tengo que lidiar con leones?
Sí, es verdad. Hace muchos miles de años que dejamos la sabana africana,
pero los leones se han sustituido por clientes difíciles, atascos de tráfico y
conflictos con compañeros/as o familiares…

Nuestra respuesta es igual. Son percepciones de amenazas que interpretamos


como si fueran reales.
Y luego llegamos al punto de que creemos que tenemos pleno control sobre
nuestras vidas. Cuando son todos estos procesos inconscientes los que acaban
gestionando gran parte de nuestras elecciones cuotidianas.
Además, las respuestas pueden ser igualmente intensas. Sino piensa en
cualquiera de estas situaciones y el grado de estrés que puedes llegar a
experimentar:

- El retraso de tu transporte público.


- Una llamada indeseada.
- Una discusión con un compañero/a o con tu coordinador/a.
- Un berrinche de tu hijo/a.
- La pérdida de tu móvil.
- Un insulto o comentario despectivo de un conductor/a.
- Una tormenta que te alcance de improviso.
- Un atasco de tráfico.
- La falta de batería en el móvil sin tener a mano el cargador.
- Un mensaje de texto de alguien que tiene un problema.
- Un cajero automático que se traga nuestra tarjeta.
- Una multa de tráfico.
- Una pitada de claxon dirigida a nosotros/as.
- Un pisotón o golpe de alguien cercano.
- Cruzar por una zona poco iluminada.
- Una gran mancha en tu camisa en medio de un evento social.
- Un conflicto con tu pareja.
- Una desilusión por parte de un amigo/a.
- La pérdida de tu bono de transporte público.
- Que un documento importante se borre en el ordenador.
- El perder u olvidarte de una contraseña.
-…

Son situaciones que pueden parecerte rídiculas, pero seguro que has podido
vivir más de una de ellas.
¿Y cuál ha sido la respuesta?
Podríamos decir que en la gran mayoría de ellas has experimentado como
mínimo estrés.

Obviamente ya no estamos en la sabana, pero nuestros leones se han


transformado. Y nuestro cerebro sigue funcionando igual que nuestros
ancestros los cuales tenían que sobrevivir a toda clase de depredadores.
Los tres cerebros

Tenemos la creencia de que nuestra mente consciente es la que acaba


gestionando la gran mayoría de nuestras elecciones, pero luego nos damos
cuenta que hay situaciones donde nos movemos por impulos.
Creemos que tenemos muy claras las cosas y luego acabamos haciendo lo
contrario. Pensamos que elegiríamos una opción y luego escogemos otra bien
distinta, o queremos decirle un mensaje específico a alguien y terminamos
contándole otra historia u otro mensaje totalmente diferente…
Seguro que te ha ocurrido alguna de las situaciones anteriores. Y esto se debe
a que dentro del cerebro existen distintas partes.

Nuestro cerebro está formado por tres capas evolutivas:

- El cerebro reptiliano: que es la parte más básica y primitiva, pero no por ello
menos funcional. Es la parte que nos permite ejecutar esas tres respuestas de
supervivencia (ya sea delante de un león o de un cliente enfadado).

- El cerebro mamífero o zona límbica: es la parte que se encarga de las


relaciones. Es la que se encarga de poder establecer amistades, las relaciones
familiares con los hijos, padres…

- El neocortex: es la parte más racional, donde atribuímos las funciones


superiores (planificación, abstracción…).

Es curioso porque las personas, en general, creemos que ésta, la parte del
neocortex, es la que realmente controla nuestras vidas. Pero realmente lo que
nos está controlando en mayor medida es la parte reptiliana.

¿Alguna vez has tenido una reunión con alguien importante?


Tal vez te ibas mentalizando/a.
Te decías a ti mismo/a que controlabas la situación o que ibas a estar
tanquilo/a.
Y al llegar a la reunión…
¿Te desbordaste?
¿Qué ocurrió?

Pensabas que controlabas la situación. Te decías a ti mismo/a, que tenías


pleno control. Te repetías incesantemente que eras tú quien estabas
gestionándolo todo. Habías pensado que a través de tu parte más lógica y
consciente ibas a tenerlo todo asegurado.

Y lo que acaba ocurriendo es que la parte inconsciente de manera automática


acaba respondiendo delante de ese estímulo. Es decir, la parte reptiliana es la
que ha acabado tomando el control.
Esto se produce porque las partes superiores se bloquean y la parte más
primitiva en términos evolutivos es la que finalmente acaba respondiendo.

También puede haberte pasado que con amigos/as, familiares, en algún


momento de nervios o tensión hayas podido reproducir algún insulto o que
hayas llegado a chillar. Y luego nos arrepentimos. Ha sido automático.
Decimos que lo hemos hecho sin querer, que nos hemos dejado llevar.

¿Quién ha respondido aquí?

Otra vez, la parte más automática es la que ha tomado el control.


Porque ésta es la parte que interpreta los acontecimientos como amenazas o
no amenazas. Y así vamos a lo largo del día a día. Puede parecer algo muy
básico o rudimentario, pero este cerebro es el que nos ha permitido
mantenernos con vida durante miles de años.

El cerebro réptil o reptiliano también es el que responde con las sensaciones


corporales (regulación de las funciones vitales básicas). Con lo cual, esas
respuestas físicas automáticas también son una respuesta del mismo sistema
de supervivencia. Las sensaciones de notar como se acelera el pulso cardíaco,
de como los músculos se tensan, como te sudan las manos…, en el momento
de contemplar por ejemplo las imágenes anteriores, son respuestas que se han
generado como una forma de preparar al cuerpo para sobrevivir.
La mochila emocional

En nuestra práctica profesional nos gusta mucho usar metáforas para poder
explicar mejor el trabajo que hacemos con nuestros pacientes y clientes.
Imagina por un momento que llevas una mochila en la espalda y ésta se
encuentra repleta de piedras (anteriormente hemos usado este ejemplo, pero
ahora sólo nos vamos a centrar en las experiencias dolorosas). Algunas son
grandes y pesadas y otras son pequeñas y en gran cantidad.
Las primeras, las piedras grandes y pesadas son un reflejo de lo que
llamamos los traumas con “T” mayúscula. Estas son experiencias dolorosas
en las que hemos percibido o experimentado la muerte de algún familiar, una
enfermedad grave, un suceso que ha puesto en riesgo tu propia vida o la de
alguien conocido (pueden ser accidentes de tráfico, enfermedades terminales,
catástrofes naturales, atentados terroristas, conflictos bélicos…). Y luego
tendríamos los traumas con “t” minúscula, que equivaldrían a esas
piedrecitas, que, aunque no son muy grandes, hay una gran cantidad de ellas.
Estas experiencias serían, por ejemplo, el maltratro psicológico que podemos
encontrar en relaciones tóxicas o en relaciones disfuncionales (insultos,
humillaciones, vejaciones).
Estas piedras nos frenan, nos bloquean y no nos dejan avanzar. Nos pesan
literalmente.

¿Alguna vez has sufrido de dolores de cervicales?

¿Has padecido de dolores de espalda?

¿Has sentido tensión en las lumbares?

¿Te has notado alguna vez las extremidades tensas?

Éstos son sólo algunos ejemplos de posibles dolores psicosomáticos, es decir,


aquellos dolores corporales que provienen de un malestar mental o
emocional. Tu cuerpo está mandando señales de que hay algo interno que no
está resuelto. Probablemente, se trata de alguna piedra o varias de ellas que se
han asentado y que aún no has llegado a liberarlas.
Esta mochila con el paso de los años se va cargando cada vez más. Es por
este motivo, que tenemos que enfocarnos en gestionar todas esas evidencias
que nos causan dolor o malestar.
Poder llegar a trabajar los traumas es lo que hacemos a través de las Terapias
Neurocientíficas.
Cuando hablamos de trauma, las personas pueden imaginarse escenas
terroríficas, pero en realidad esta palabra con origen griego, quiere decir
“herida” y equivale a un “quiebre” o a algo que nos deja una huella.
Significa, que cualquier experiencia en la cual ha habido una emoción que
nos ha desbordado, puede llegar a convertirse en un trauma.
Es tanta la emoción que hemos vivido que no somos capaces de gestionarla y
ésta nos acaba superando, generando un impacto en nuestro organismo que
hace que nuestra mente acabe registrándola, ya que como hemos dicho
anteriormente, estamos programados para la supervivencia. Es por este
motivo que registramos muy bien las situaciones que nos han causado daño y
dolor, ya que es una forma de evitar que volvamos a vivir o pasar este tipo de
acontecimientos.

Para tu mente es muy importante acordarse de:

- Aquella vez que tocaste el fuego y te quemaste.


- Esa caída de un árbol donde te rompiste un brazo.
- El día que tragaste mucha agua en el mar o en la piscina.
- El momento en el que casi te atropella un coche.
- La ruptura con una expareja.
- Un despido de un puesto de trabajo.
- Una pérdida económica.
- Un conflicto familiar.
-…

Aún así a veces también generamos patrones que hacen que repitamos
muchas de estas conductas. De aquí el proverbio “el hombre es el único
animal que tropieza dos veces seguidas con la misma piedra”.

Como hemos descrito podemos tener muchas clases de traumas, lo


importante es el trabajo que hagamos con cada una de estas experiencias.
Podemos seguir negándolas o fingiendo que no existen. O podemos empezar
a reconocerlas, aceptarlas y ponernos a trabajar con éstas.
La mente inconsciente y la mente consciente

Una manera muy práctica para poder llegar a comprender las dos maneras en
las que procesamos las personas la información, sería a través de la metáfora
del “iceberg”.
La parte consciente que es la que se ve, sería el síntoma y la parte que no se
percibe o inconsciente sería la causa o el origen. Por ejemplo, la parte visible
podría ser: dolor de cabeza, insomnio, nerviosismo…Pero debajo de este
síntoma o conjuntos de síntomas (que no son nunca la causa), hay un
elemento mucho más relevante que lo está sustentando (parte inconsciente).
Con las Terapias Neurocientíficas y con las Neurociencias nos hemos dado
cuenta que debemos ir a lo profundo, tenemos que ver el origen.
¿Qué es lo que está detrás?
¿Qué es lo que hace que se mantenga o se incremente?
Se ha estudiado que la etapa de la impronta que es la que va de los 0 a los 6-7
años es crucial. Es en este periodo cuando se forman las bases y también
cuando se empiezan a acumular las piedras (siguiendo con la metáfora de la
mochila emocional).
Los niños/as son como esponjas, lo absorben todo literalmente. Incorporan
creencias, hábitos, miedos. Así que es importante si tienes hijos/as de estas
edades o conoces a amigos/as o familiares que tengan niños/as de estas
edades tened cuidado, porque son etapas críticas. Y después se ha estudiado
que la etapa intrauterina también tiene efectos a nivel inconsciente en el bebé.
Porque el bebé no está aislado, está conectado a través del riego sanguineo
del cordón umbilical. Así que todas las vivencias de la madre acaban
afectando a su hijo/a. Si la madre está estresada, esas hormonas (cortisol),
pasarán al niño/a directamente. Y aunque el bebé no tenga desarrollado el
cerebro, sí que hay un registro corporal (memoria somática).
Otro ejemplo de la influencia de la madre y del entorno con el bebé sería el
caso de los estímulos sonoros. Los bebés pueden reconocer estímulos como
la misma voz de la madre o algunas pistas musicales. Una vez nacen,
responden con estos mismos elementos.
Estos son factores a tener en cuenta en el desarrollo madurativo de los
niños/as y que ya en un principio pueden influir en su desarrollo.
Cuando trabajamos con el uso de las Terapias Neurocientíficas podemos
hacer que el paciente conecte con recuerdos de estos primeros momentos de
existencia. Tal como hemos mencionado anteriormente, lo hacen a través de
una memoria somática, ya que la memoria propia del hipocampo o de otras
regiones aún no estaba totalmente formada.
Para las personas que viven estas experiencias es algo extraño porque no son
recuerdos que puedan manifestar como cuando estuvieron hace años de
vacaciones, pero sí que sienten que su cuerpo se activa o que pueden aflorar
emociones o sentimientos.
Este material es el que nosotros utilizamos para poder realizar un trabajo de
liberación de las sensaciones, las emociones y los pensamientos
perturbadores.
Aunque la persona piense que se lo está inventando, muchas veces el cuerpo
es capaz de almacenar información a un nivel mucho más profundo. Si somos
capaces de trabajar con esta información entonces podremos liberar mucho
mejor toda esa carga de experiencias.

Si utilizamos una vez más la metáfora de la mochila, sería como poder soltar
las primeras piedras que la persona acumuló en su base, sólo para así poder
seguir liberando las otras que fueron acumulándose consecutivamente.
Lo bueno de este tipo de tratamientos es que nunca es demasiado tarde para
volver a los orígenes. Cuando conectamos con aquel elemento que realmente
es la base o el origen que causa el síntoma es cuando podemos llegar a liberar
todo el material perturbador.
La revolución de las Neurociencias

En nuestro país tenemos un gran referente en el ámbito de la investigación


que es el Dr. Santiago Ramon y Cajal, padre de la Neurociencia.
Él decía que “el cerebro es un mundo formado por una cantidad de
continentes inexplorados y grandes extensiones de territorio desconocido”.
Esta frase nos va muy bien para explicar que a día de hoy el cerebro sigue
siendo un gran misterio. Ha pasado un siglo de los trabajos de Santiago
Ramon y Cajal, y seguimos aún descubriendo nuevos secretos sobre este
órgano.
Sabemos mucho acerca del cerebro, como responde delante de ciertos
estímulos, pero aún hay mucho que desconocemos.

¿Cómo sabemos como funciona el cerebro?


Gracias a una serie de técnicas como son las siguientes:
Tècnicas de Neuroimagen (Allan Cormack y Godfrey Houndsfield), que
pueden dividirse en Ténicas de Neuroimagen Estructual y Técnicas de
Neuroimagen Funcional.

Dentro del primer grupo, las Técnicas de Neuroimagen Estructural podemos


encontrar:

- La Tomografía Axial Computerizada (TAC).

- La Resonancia Magnética Nuclear (RMN).

Dentro del segundo grupo, las Técnicas de Neuroimagen Funcional podemos


encontrar:

- La Tomografía por Emisión de Positrones (PET).

- La Tomografía Computerizada por Emisión de Fotones Simples (SPECT).

- La Resonancia Magnética Funcional (RMf).


A continuación, vamos a explicarlas con más detalle:

· Técnicas de Neuroimagen Estructural (permiten ver un conjunto de fotos


estáticas del cerebro; localizar lesiones cerebrales).

- La Tomografía Axial Computerizada (TAC):

Es un escáner que se desarrolló en los años 70 y utiliza radiación X para


obtener cortes o secciones de objetos anatómicos. Se obtienen múltiples
imágenes por medio de la fuente de rayos y de los detectores de radiación,
realizando movimientos de rotación alrededor del cuerpo (consiguiendo así
información desde distintos ángulos). Los cortes que se obtienen son
transversales de una región y órgano específico, de forma perpendicular a un
eje longitudinal. Es una técnica rápida pero peligrosa por la radiación.

- La Resonancia Magnética Nuclear (RMN):

Técnica de finales de los años 80, dispone de mayor resolución y no utiliza


radiación. Utiliza ondas de radio que interaccionan con los átomos
(hidrógeno) del cuerpo mientras están sometidos a un potente imán que rodea
al paciente. Permite obtener en vivo imágenes del cerebro y del Sistema
Nervioso Central. No tiene efectos nocivos para el cuerpo, aunque la
duración es de 30 a 60 minutos (hay que vigilar con los aparatos metálicos).

· Técnicas de Neuroimagen Funcional (permiten ver un vídeo del cerebro,


mientras la persona está realizando una actividad cognitiva; ver áreas que se
activan).

- La Resonancia Magnética Funcional (RMf):

Permite mostrar en imágenes las regiones cerebrales que ejecutan una tarea
determinada. No es necesario inyectar ninguna sustancia. Sus bases son la
especificación cortical (cada función cerebral es ejecutada por una o más
áreas definidas), vasodilatación cerebral local (el área cerebral que ejecuta
una determinada función sufre dilataciones de sus vasos arteriales y venosos
microscópicos), el efecto magnético de la desoxihemoglobina (funciona
como un imán microscópico). Los avances en este campo son revolucionarios
(neuromarketing, neuroeconomía, facilitación de la comunicación...).

- La Tomografía por Emisión de Positrones (PET):

Técnica no invasiva (no presenta molestias ni es dolorosa) de diagnóstico e


investigación en vivo, por imagen capaz de medir la actividad metabólica. Se
introduce en el interior del cuerpo un radiofármaco de vida media ultracorta,
administrado a través de una inyección intravenosa (uso de distintos
radiofármacos). La imagen se obtiene gracias a los tomógrafos, capaces de
detectar los fotones gamma emitidos por el paciente. El isótopo produce un
positrón que después se aniquila con un electrón para producir los dos rayos
gamma. Los dos rayos gamma salen en direcciones opuestas y su detección
simultánea permite localizar el isótopo de forma más precisa que en la
SPECT. Puede mostrar qué áreas del cuerpo tienen un metabolismo glucídico
elevado.

- La Tomografía Computerizada por Emisión de Fotones Simples (SPECT):

Es una técnica médica de tomografía que utiliza rayos gamma. Se hacen


como radiografías. Cada una de las imágenes que se obtienen es
bidimensional, pero pueden combinarse muchas imágenes tomadas desde
distintas posiciones alrededor del paciente para obtener una imagen
tridimensional. Esta última imagen puede manipularse informáticamente para
obtener secciones dimensionales del cuerpo en cualquier orientación.
Usa isótopos radioactivos, que se introducen en el cuerpo humano como parte
de moléculas biológicamente activas. Es el isótopo el que produce
directamente el rayo gamma. Es una técnica más simple que la PET porque
pueden usarse isótopos más fáciles de obtener y de vida media más larga.

Estas técnicas nos permiten poder estudiar más de cerca el cerebro y como
interactua con distintas clases de estímulos, lo que nos facilita poder hacer un
estudio más riguroso.
Además, tal como se ha mencionado, el estudio a mayor precisión de las
funciones y de las áreas activadas del cerebro nos ayuda a poder llevar a cabo
estudios en un gran número de campos, no sólo en los pertinentes a la
medicina o a la psicoterapia.
Gracias a estos instrumentos podemos también aprender como responde el
cerebro a toda clase de situaciones con lo cual las bases del conocimiento de
las Neurociencias pueden aplicarse a áreas de estudio y de conocimiento tan
dispares como la educación, la economía, el marketing…
Realmente las apliaciones no tienen límite y sólo hace falta comprobar los
últimos estudios en los que se han utilizado algunas de estas herramientas.
Esto nos permitirá que sea una cuestión de años que podamos llegar a
conocer con profundidad todos los detalles que alberga nuestro cerebro, así
como las distintas partes de nuestro sistema nervioso.
Aplicaciones de las Neurociencias

¿Dónde llegamos entonces con las Neurociencias?


Ahora mismo estamos viviendo una auténtica revolución con este cuerpo de
conocimiento científico. Existe una gran cantidad de avances científicos y
estos conocimientos se están aplicando a toda clase de áreas o sectores como:

- En la Educación, con la Neuroeducación.


- En el Marketing, con el Neuromarketing.
- En la Economía, con la Neureconomía.

Por ejemplo, en el caso de la Neuroeducación podemos aprender cuales son


las mejores formas de aprender nuevos contenidos. O, por ejemplo, que tipo
de estímulos son más fáciles de memorizar.
En el ámbito Neuromarketing hay una gran industria que busca la manera de
presentar los productos de la forma más atractiva posible para el consumidor.
Y en el área de la Neuroconomía se estudia como responde el cerebro delante
del dinero o delante de las posibles pérdidas o beneficios económicos.

También encontramos que, en el ámbito de la práctica de la Psicología


Clínica, empiezan a ver una nueva corriente que son las Terapias
Neurocientíficas. Estas son prácticas clínicas que contienen conocimientos de
las Neurociencias y que nos permiten poder hacer un tipo de trabajo de una
forma más avanzada. Es decir, tenemos un conocimiento que antes se
quedaba en laboratorios, hospitales o centros de investigación y ahora se
están abriendo estos espacios y se está divulgando este conocimiento. Los
psicólogos/as clínicos están aprovechando estos conceptos para crear nuevas
técnicas y metodologías.

Una metáfora que podríamos usar para entender mejor estos avances sería la
del correo postal y la del correo electrónico.

¿Te acuerdas de cuando escribías cartas?

Parece como del siglo pasado esto de mantener una correspondencia con
alguien a través del papel. Pero en realidad no han pasado tantos años…
Podríamos comparar la situación de las Terapias Neurocientíficas con la de
las cartas.

Para ello vamos a invitar a realizar un viaje en el tiempo. Un viaje hacia atrás,
concretamente a hace unas décadas.
Ahora piensa en la idea de enviarle a alguien una misiva.

Imagínate que tienes unos buenos amigos/as en la otra parte del mundo, por
ejemplo, en Argentina o en Australia. Si les escribes una carta, esta puede
tardar meses en llegar…, si es que acaba llegando y no se pierde.

Ahora volvamos al presente. Ya estás de regreso.

¿Ahora en la actualidad qué hacemos?

Utilizamos el correo electrónico. Mandamos un email y con un “click”,


podemos hacer llegar una información a la otra punta del mundo en cuestión
de segundos.

Este avance, gracias a la tecnología ha permitido esta revolución. En nuestro


caso gracias a la tecnología y a la ciencia podemos hacer que una persona
pueda trabajar sus traumas, sus creencias, conductas o experiencias
dolorosas…, o incluso trabajar para que llegue a su excelencia, de una forma
mucho más rápida. Quizás no con segundos como sería el caso del correo
electrónico, pero sí a una velocidad tan rápida si la comparamos con otras
corrientes psicoterapéuticas que parecen mucho más ágiles y veloces.
Nosotros, lo que hacemos es aprovechar lo último que se ha descubierto en el
ámbito de las Neurociencias para darle una aplicación práctica en el campo
de las terapias psicológicas.
Por ejemplo, si nos basamos en una terapia principalmente hablada estaremos
activando unas áreas del cerebro que son principalmente asociadas al
neocortex (parte más mental), pero si queremos trabajar con las emociones de
una forma más directa quizás deberemos activar otras zonas del cerebro.
Esto no quiere decir que las otras terapias no funcionen, sino todo lo
contrario, estas terapias se pueden complementar. Quizás las Terapias
Neurocientíficas nos permiten ir un paso más allá.

Para descubrir su funcionamiento te invitamos a seguir leyendo y a


descubrirlas en los siguientes capítulos.
5. Con nuestro equipo
Nos encontrábamos reunidos en nuestra sede de OWL INSTITUTE en
Barcelona, concretamente en el Barrio de Gracia. Este es un lugar muy
acogedor en un entorno donde uno se siente como si estuviera en un pueblo,
aunque en realidad estás en medio de Barcelona.
Nuestro equipo de psicólogos/as se sentó en unas sillas pudiendo cerrar un
semicírculo que miraba directamente hacia una pantalla de tela. En ella se
podía leer:
“Bases de las Terapias Neurocientíficas”.
Ibamos a impartir una formación de fin de semana donde compartiríamos
nuestro conocimiento acerca de la Neurociencia aplicada a las terapias
psicólogicas. Además, añadiríamos elementos vinculados con la
Neurofelicidad y sobre como encontrar el equilibrio emocional.
Para poder ejemplificar la idea de lo que llevamos cada uno/a en la mochila
explicamos la metáfora del iceberg donde podíamos comprender que existe
una parte más consciente y otra parte más inconsciente (esta metáfora ya la
conoces). Y a continuación, les hicimos un pequeño test de asociación libre.

El test de asociación libre

Ahora te vamos a invitar a ti querido/a lector/a a efectuar la misma prueba.


Tranquilo/a, no vamos a mostrarte imágenes desagradables como las que
hicimos anteriormente.
Acto seguido vas a leer una palabra en mayúsculas, y luego vas a pensar en
todas las palabras, conceptos o ideas que aparezcan en tu mente a
continuación.
La propuesta es que sea algo inmediato, sin meditaciones.
Sólo si actuas de forma impulsiva lograremos acceder a un nivel más
profundo de tu inconsciente. Si te detienes y reflexionas, entonces estarás
más en la parte consciente.
No importa el resultado de tus respuestas. No estamos aquí para juzgarte.
Tampoco te recomendamos que te juzgues a ti mismo/a.
Simplemente es un ejercicio para que puedas darte cuenta del material que
llevas en tu mochila, para que luego en un futuro puedas si lo deseas
transformarlo.
Recuerda, no hay respuestas correctas o incorrectas. Sólo se trata de
información que de alguna manera tu mente inconsciente está guardadando
en tu interior. Estos conceptos o ideas se formaron a través de experiencias
del pasado y han quedado grabadas.
El gran problema es que no somos realmente conscientes de todas estas
asociaciones de significados que hemos ido originando a lo largo de los años.
Y es entonces cuando un día nos sorprendemos cuando nos ponemos de mal
humor con el mero hecho de escuchar una palabra o, al contrario, nos
ponemos alegres cuando percibimos cierto concepto o vocablo.
¿Estás listo/a para pasar el test de asociación libre?
Recuerda que es una cuestión de velocidad, así que no te detengas. Di en voz
alta las palabras.
O si tienes opción, anótalas en este mismo libro o en una hoja aparte.

El hecho de escribirlo te ayudará a que luego puedas repasarlo.


También una alternativa es utilizar una grabadora (como la de tu propio
móvil), con lo cual, cuando digas la palabra podrás a continuación pronunciar
todos aquellos términos que tú puedas asociar.
¡Empezamos!
SALUD
¿Qué ideas, palabras, conceptos, emociones…, te han aparecido?

Si lo deseas puedes anotarlos a continuación:

-
DINERO
¿Qué ideas, palabras, conceptos, emociones…, te han aparecido?

Si lo deseas puedes anotarlos a continuación:

-
AMOR
¿Qué ideas, palabras, conceptos, emociones…, te han aparecido?

Si lo deseas puedes anotarlos a continuación:

-
FAMILIA
¿Qué ideas, palabras, conceptos, emociones…, te han aparecido?

Si lo deseas puedes anotarlos a continuación:

-
AMISTAD
¿Qué ideas, palabras, conceptos, emociones…, te han aparecido?

Si lo deseas puedes anotarlos a continuación:

-
TRABAJO
¿Qué ideas, palabras, conceptos, emociones…, te han aparecido?

Si lo deseas puedes anotarlos a continuación:

-
VACACIONES
¿Qué ideas, palabras, conceptos, emociones…, te han aparecido?

Si lo deseas puedes anotarlos a continuación:

-
Fin del experimento.
¡Muy buen trabajo!

Si has podido responder a las distintas ideas o conceptos habrás accedido a un


nivel más pofundo de tu mente.
Si por el contrario no has respondido porque te has bloqueado, no pasa nada.
Puedes volver a repetir este ejercicio cuando te sientas preparado/a.

Si te fijas ante un concepto habrán aparecido ideas o asociaciones que tú


podrías catalogar como positivas y en otros conceptos habrás conectado con
términos que podrías considerar como negativos.
Esto es algo muy habitual.
Cuando damos talleres sobre este tipo de conceptos, es muy curioso descubrir
como en una sala llena de personas, cuando aparece una palabra al azar como
las anteriores, hay tanta variedad de respuestas como de personas hay en ese
espacio.
Por ejemplo, delante de la palabra “SALUD”, hemos llegado a escuchar
términos como: dieta, deporte, caminar, enfermedad, hospital, pastillas,
recuperación, buena, mejorando…
Esto no es ni malo ni bueno. Son respuestas y punto.
Nos dan pistas de como en tu mente inconsciente hay una serie de conexiones
que pueden vincular términos o palabras al azar con otros conceptos o ideas
que quizás tu desconocías.
De este modo podemos entender mejor porque respondemos de tal manera
cuando, por ejemplo, estamos entre amigos/as y al sacar el tema del “trabajo”
(por poner un ejemplo) haya alguien que se enfade; o cuando estamos en el
cine y aparece una escena donde “dos amigos se enfadan nos pongamos a
llorar”; o si delante de una valla publicitaria aparece un cartel acerca de un
“nuevo complemento dietético” nos sintamos culpables…
Estos son ejemplos de todos los procesos que nuestra mente está llevando a
cabo a la hora de procesar los estímulos de nuestro día a día. No sólo está
recogiendo información del ahora, sino que está conectando con el pasado y
está efectuando posibles predicciones o hipótesis de cara al futuro.
De aquí que muchos de nuestros traumas o experiencias dolorosas estén a día
de hoy más activas que nunca. Y también es la explicación de por qué cuando
pensamos en el futuro podemos llegar a experimentar sensaciones físicas y
emociones de malestar, pese a que aún no ha ocurrido aquello que nos
preocupa. Es como si nuestra mente fuera capaz de acceder a esta base de
datos casi infinita de nuestra mente inconsciente y hallar información que
parecía que no existía o que estaba enterrada entre capas y capas de
recuerdos.
Podríamos decir que casi todo lo que hemos vivido está bien grabado en
nuestra mente inconsciente. Aunque tal vez esté en niveles o de formas muy
distintas a las que nos podemos imaginar.
Tal como hemos explicado anteriormente, puede que muchos de estos
recuerdos se encuentren en la memoria somática o corporal. Y allí
continuarán hasta que no seamos conscientes de ellos y decidamos trabajar
con este material.
En el caso de nuestro equipo, se sorprendieron mucho cuando efectuaron el
ejercicio.
Hubo algunos/as que conectaron con conceptos más “negativos” y en otros
casos con conceptos más “positivos”. Pero lo importante de todo esto es que
ellos/as fueran más conscientes de todo aquello que su mente está guardando.
Sólo de esta forma podrían seguir tirando del hilo y descubrir qué recuerdos
estaban influyendo en estas percepciones.

Un ejemplo que acostumbramos a poner cuando hacemos este ejercicio en


una sala es con la palabra “MAR”.
Mar en si es una palabra neutra o generalmene positiva, pero la gran mayoría
de personas que asocian aspectos negativos, les preguntamos a
continuación…
¿Has visto la película de Steven Spielberg, “TIBURÓN”?
La gran mayoría de ellos/as dicen que sí y añaden que les impactó muy
negativamente.
O también les preguntamos:
¿Tuvisto algún susto en el mar?
¿Tragaste mucha agua?
¿Te picaron las medusas?
Estos podrían ser detalles de como una vivencia o varias vivencias pasadas
puede seguir influyendo en algo que aparentemente tendría que ser neutro o
más bien agradable. Son casos donde se ha formado un condicionamiento que
hace que ese individuo haya podido desarrollar un cierto temor, malestar o
aversión a bañarse en el mar.

Y en tu caso, ¿cuáles crees que son tus asociaciones?


6. En sesión con un adolescente
Él estaba sentado en una silla con los brazos cruzados y la cara roja. Hacia
pocos minutos que había cruzado por la puerta de la consulta y su rostro
expresaba enfado y descontento.
A la pregunta de “¿cómo estás?” y “¿qué ha ocurrido?”
Se derrumbó y entre llantos y balbuceos expresó:
“Mis padres me han castigado sin poder jugar el partido del sábado”.
No era la primera vez que veía a ese muchacho con esta actitud.
A medida que fuimos hablando salió de su boca una idea muy interesante:
“Cuando crezca no pienso ser como mis padres”.
Esta frase que es casi un tópico entre los adolescentes, me sirvió a la
perfección para explicarle el “efecto péndulo”, que es un concepto muy
práctico a la hora de entender como funciona nuestra mente y porqué nos
comportamos de ciertas maneras (muchas de ellas yendo en contra de nuestra
propia felicidad).
El término del efecto péndulo lo hemos mencionado en el inicio de esta obra,
pero ahora vamos a exponerlo con profundidad.
El joven no había escuchado nunca esta idea y mostró interés.
Imagina por un momento un péndulo. Una pieza redonda de metal que oscila
de derecha a izquierda.
A continuación, le dije: “Tú eres como este péndulo”.
Te estás moviendo ahora mismo al contrario de tus padres.
Ellos te ponen normas y límites y tú buscas irte al otro extremo. Justamente
anhelas la libertad, la flexibilidad, tus propias reglas…
¿Es correcto?
El chico asintió con la cabeza.
Pero cuando eras más pequeño, ¿quiénes eran las personas que más
admirabas en el mundo?
Después de citarme algunos jugadores de futbol, le pregunté:
Antes de que tuvieras a estos ídolos, ¿a quién seguías?
“A mis padres”.
Entonces, le indiqué el otro extremo del péndulo.
Piensa que todo lo que estás haciendo o lo que estás realizando en la
actualidad está casi basado en esta idea de la oscilación.
Hay muchas acciones, creencias, formas de sentir que te han venido dadas de
tus padres (por no decir la gran mayoría), con lo cual en tu día a día acabas
haciendo dos cosas:

- O sigues al pie de la letra lo que ellos te inculcaron.

- O buscas el otro extremo (lo contrario).

Pongamos unos ejemplos:

Tus padres son conservadores. Probablemente tú eres más liberal.


Si a tus padres les gusta el orden, puede que a ti te guste más el desorden (o el
orden a tu manera).
Si ellos prefieren madrugar, a ti te gusta trasnochar.
….

Y así podríamos hacer una larga lista.

Pero fíjate, al igual que te he dicho algunos ejemplos en los que tú buscas ir
al polo extremo, también hay muchos otros ejemplos en los que estás en la
misma posición.

Por ejemplo:

A tus padres les gusta ir a esquiar o a la playa, probablemente a ti también te


guste.
Si tus padres prefieren comer viendo la televisión, es muy probable que a ti te
guste también comer viendo alguna pantalla.
Si ellos utlizan ciertas expresiones o palabras, es muy probable que tu las
uses en tu vocabulario o como una forma de comunicarte.
Todos estos casos son situaciones en las que ha habido una influencia y se
han configurado patrones mentales. Estos patrones o formas de funcionar son
la gran mayoría de ellos inconscientes.
Lo relevante es darte cuenta de si sigues estando en un polo o en el otro del
péndulo, para así poderlo cambiar.
Cuanta más fuerza ejerce un lado del péndulo más acabarás impulsándote
hacia el otro extremo.
En el caso de adultos, ponemos el caso de cuando alguien se dice a sí mismo:
“SOY EL MEJOR”. Está expresión está claramente polarizada.
Es como si hablaramos en términos de blanco y negro. Y puede que esa
misma persona en otras situaciones internamente se diga a si mismo: “NO
VALGO NADA” o “SOY UN DESASTRE”.

¿Cómo puede ser que alguien pueda hayarse en estos dos polos?
Porque cuando esta en un lado está con tanta fuerza que puede que termine
oscilando hacia el otro extremo.

Lo relevante es aprender sobre estas polaridades para ser conscientes y poder


sanar las heridas emocionales que están ocultas.
Nuestro propósito es poder encontrar el equilibrio a través de la integración.
En el caso de este joven es que pueda sentir que sus padres le están
castigando como una forma de marcarle límites porque se preocupan por sus
estudios. Y consideran que si no le ponen ese límite no va a poder enfocarse
en estudiar.
Obviamente esta reflexión que te acabo de mostrar de forma tan clara y
directa sólo fue aceptada por el adolescente a base de trabajarla en consulta.
También fue necesario llegar a algunos pactos y compromisos para que
pudiera comprender mejor que las decisiones de sus padres eran por su bien.

Y, tú ¿cuáles de tus acciones están polarizadas?

¿Estás haciendo lo mismo que tus padres?

¿O estás realizando justamente lo contrario?


¿O tal vez has encontrado un punto de equilibrio?
7. Herramientas
Quizás a estas alturas te preguntarás… ¿Cuáles son entonces estas Terapias
Neurocientíficas y cómo se aplican?
Nos encanta que tengas ganas de conocerlas y de saber acerca de su
aplicabilidad.
Podríamos decir que han aparecido varias marcas o metodologías patentadas.
Son prácticas, ejercicios y técnicas con un registro propio, que permiten a
través de sus protocolos y procesos estandarizados (probadas científicamente,
con un volumen de estudios científicos revisados), ayudar a los pacientes y
clientes en toda clase de situaciones.
Estas terapias son facilitadas por escuelas y profesionales especializados para
que puedan impartise con unas bases de calidad. El perfil de formación de
estas técnicas es el de psicólogos, psiquiatras y otros profesionales de la
salud.
La más conocida de ellas es la del EMDR®, que sus siglas en inglés son “Eye
Movement Desenzitization and Reprocesing”, que traducidas al castellano
serían “Desensibilización y Reprocesamiento por los Movimientos
Oculares”.
Aún así existen todo un seguido de terapias con una base neurobiológica que
nos permiten incluirlas dentro del mismo rango de las Terapias
Neurocientíficas.

Algunas de ellas son:

- EMDR®.
- Coaching Wingwave®.
- Brainspotting®.
- TIC® (Técnicas de Integración Cerebral).
- OWL THERAPY®.

A continuación, vamos a explicarlas poniendo hincapié en las técnicas y


herramientas que se hayan en cada una de ellas. Estas terapias son marcas
registradas así que las mostramos, pero sin explicarte en profundidad sus
protocolos. Nosotros nos hemos formado con todas ellas llegando a sus
máximos niveles.
Para profundizar en su aprendizaje, recomendamos que puedas acceder a los
libros y artículos que exponemos en la bibliografía. En el caso de ser un
profesional de la salud (psicólogo/a, psiquiatra…) y quieras formarte con
alguna de ellas, puedes aplicar una solicitud para sus cursos. Y en el caso de
querer pasar por un proceso terapéutico con alguna de ellas, puedes acceder a
las bases de profesionales formados en éstas, que encontrarás en sus portales
web oficiales.
EMDR®
El EMDR ® (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos
Oculares) es un enfoque de la psicoterapia integral compatible con todas las
orientaciones teóricas contemporáneas.
Está internacionalmente reconocido como un tratamiento de primera línea
para el trauma y también es aplicable a una amplia gama de problemas
clínicos. La aplicación de esta terapia permite procesar directamente los
recuerdos almacenados de forma neurofisiológica. Estos eventos a trabajar
son los que establecen las bases para la patología y para la salud. La
aplicación clínica del EMDR® está elaborada a través de un tratamiento de
ocho fases (Shapiro & Deany, 2010).
Como terapia dispone de una base neurológica en la que se trabajan con los
mecanismos de los movimientos oculares rápidos (MOR).
El EMDR®, fue creada por Francine Shapiro en su descubrimiento a finales
de los años 80 (Shapiro, 2004, 2013).
El funcionamiento del EMDR® consiste en emular el movimiento rápido
ocular de la fase REM. Haciendo que el paciente siga con la mirada los sets o
movimientos horizontales que produce el terapeuta con los dedos, se obtienen
los mismos efectos reparadores que durante el sueño profundo o fase REM.
Al dormir se realizan movimientos involuntarios con los ojos a gran
velocidad; este mecanismo natural permite re-procesar las experiencias
vividas y además reducir o eliminar el estrés.
Con el trabajo de la práctica del EMDR ® se permite que la persona reduzca
los niveles de activación en la amígdala (Bergmann, 1998, 2000, 2008,
2010).

Mi experiència con el EMDR ®:


Cómo psicólogo y profesional de la salud es para mí un reto estar al
corriente de los últimos avances científicos y seguir formándome de manera
continuada.
Con esta inquietud es como descubrí el EMDR® (Desensibilización y
Reprocesamiento a través de los Movimientos Oculares).
Una de mis motivaciones a la hora de trabajar con mis clientes es ofrecerles
herramientas o metodologías que yo mismo he probado. Así que cuando la
instructora pidió un voluntario, no lo dudé ni un minuto.
La psicóloga me preguntó qué era lo que deseaba trabajar. Mi respuesta fue:
quiero superar mi fobia a las arañas. Ella me pidió que recordara el suceso
más antiguo que yo podía evocar en referencia al miedo a las arañas.
En ese momento pensé en una escena de la cual sólo recordaba imágenes
muy borrosas. Recordaba estar en la cuna y tener en el techo un peluche
colgando, con una apariencia de araña de dibujos animados.
Al pensar en este recuerdo, aparentemente olvidado, me vinieron otros
recuerdos de escenas y momentos relacionados con el peluche. Estaba claro
que aquel muñeco de ojos saltones, había causado un impacto negativo en
mí.
Una vez conectado con las emociones y sensaciones que esa escena me
transmitía en el presente, la psicóloga inició los sets o Movimientos Oculares
Rápidos (MOR), que consistían en mover rápidamente su mano
horizontalmente, mientras yo la seguía con los ojos.

A medida que iba moviendo los ojos, las emociones del miedo y de la
angustia empezaban a reducirse. Algo estaba cambiando en mí, tanto a nivel
emocional como corporal.
Los nervios de la barriga se estaban calmando, al igual que la tensión en los
brazos.
A medida que el proceso avanzaba, venían a mi mente nuevos pensamientos,
emociones y sensaciones de lo ocurrido.
En algunas ocasiones mi mente saltaba a otras experiencias de miedo y de
asco en referencia a las arañas. Pero luego la psicóloga me hacía regresar a
la escena original.
Estuvimos casi una hora trabajando, hasta que llegó un momento en el que
las emociones de miedo habían desaparecido por completo y en su lugar se
había instaurado la calma y la tranquilidad.
Las sensaciones de tensión y de nervios habían desaparecido por completo. Y
ahora soy capaz de interpretar lo ocurrido como un recuerdo del pasado sin
ninguna clase de molestia o de peligro.
Los días siguientes seguimos trabajando, reprocesando otras escenas
traumáticas con las arañas. Lo sorprendente era poder sentir con que
profundidad, efectividad y rapidez el EMDR® era capaz de liberar a las
personas de cualquier trauma.
La explicación científica recae en la acción de los Movimientos Oculares
Rápidos. Estos movimientos, son unos mecanismos naturales que el
organismo realiza cada noche. Al dormir pasamos por diferentes fases de
sueño, una de ellas es la fase REM o fase de sueño profundo, en la cual
movemos los ojos a gran velocidad. Esta acción nos permite liberarnos cada
noche del estrés y de las preocupaciones del día a día o de otros momentos.
De esta manera a través de las Terapias Neurocientíficas o de
reprocesamiento, como el EMDR®, nos aprovechamos de los mecanismos de
autocuración del cuerpo.
COACHING WINGWAVE ®

En el año 2000 surgió el Coaching Wingwave®, un método ideal para


reforzar rápidamente, ampliar y volver a hacer fluidos, los recursos mentales
y creativos plenamente presentes en la persona mediante un coaching
emocional enfocado (Besser-Siegmund & Siegmund, 2010), de la mano de
los psicólogos Cora Besser y Harry Siegmund.
Esta terapia es una evolución de la anterior y combina los movimientos
oculares rápidos o aleteos, en los tres niveles visuales, arriba, en medio y
abajo.
Además, añade un test Bi-Digital o test de O-Ring del, Dr. Yoshiaki Omura
que permite medir la respuesta al estrés (Omura, 1987) y la PNL
(Programación Neurolingüística) a través del rapport, creando sintonía con el
cliente y del feedback, para poder tener una comunicación fluida y en
conexión constante con el cliente.
El Coaching Wingwave® nos permite llegar a la raíz del trauma o del
bloqueo, además de trabajar con objetivos o metas futuras. Los movimientos
oculares en las tres posiciones o niveles, permiten también reducir la
activación de la amígdala (Besser-Siegmund & Siegmund, 2010).

Mi experiencia con el Coaching Wingwave®:


A partir de lo que me ocurrió con el ataque del Pastor Alemán, cruzaba la
calle cada vez que veía un perro o me ponía el abrigo o el maletín en el
costado como un acto reflejo de protección.
Pasaron los años y acudí a una formación de una terapia basada en los
últimos descubrimientos de las Neurociencias aplicadas a la psicoterapia; el
Coaching Wingwave®. Esta metodología nació en Alemania de manos del
matrimonio Cora Besser y Harry Siegmund.
Fue sorprendente el percibir como con pocas sesiones logré superar mi
trauma a los perros. Pero quizás lo que más llamó mi atención fue el
descubrir que el origen de mi terror se hallaba en mi infancia.
El Coaching Wingwave® es una potente metodología que combina 3
elementos: los Movimientos Oculares Rápidos (MOR), que permiten
reprocesar las emociones encapsuladas; el feedback y la sintonía de la
Programación Neurolingüística (PNL), para poder generar un buen vínculo
con el cliente; y un test bi-digital o kinesiológico, que permite detectar
pequeñas respuestas inconscientes de estrés.
Fue a partir de este test, como la terapeuta me ayudó a descubrir el
verdadero origen de mi fobia. A través de la kinesiología, con un test de
respuesta al estrés, pudieron medir cuando empezó todo. Pusé mis dedos
índice y pulgar como si hiciera un círculo y la profesional iba testeando este
test tirando de mis dedos. La propuesta era comprobar las microrespuestas
al estrés mientras iba repitiendo afirmaciones.
Por ejemplo, yo decía “mi terror a los perros se originó en la infancia”.
Entonces ella iba calibrando el test. Cuando notaba una respuesta de estrés
quería decir que allí había un material a trabajar.

Como un destello de intensa luz, el recuerdo apareció en mi consciencia.


La imagen de mi abuela contándome de pequeño como su perro, le había
mordido en el pie causándole una intensa hemorragia. Yo con apenas cinco
años, observaba su cicatriz sintiendo una mezcla de miedo y de asco.
Aquel recuerdo del pasado, de la etapa de la impronta (del nacimiento hasta
los seis o siete años), estaba sustentando los síntomas de mi verdadero pavor
a los perros. Claramente, el incidente del descampado había añadido
material traumático, pero era fundamental reprocesar el origen.
Así que a continuación, la terapeuta me indicó que conectara con la emoción
del miedo y de la aversión y también con la sensación corporal de nervios y
de tensión en el pecho y en la barriga.
Acto seguido, inició el trabajo con los sets o aleteos (moviendo su mano
rápidamente de derecha a izquierda, mientras yo la seguía con los ojos).
Con unos minutos de trabajo, sentí un gran alivio, y mi respiración fue cada
vez más profunda y tranquila. El pánico y el asco estaban disminuyendo de
intensidad.
Después de proseguir con este trabajo, mi cuerpo se relajó y fui capaz de
sonreír, aliviado. ¿Qué había ocurrido?
¿Cómo era posible que mi temor y mi repulsión hubieran desaparecido?
A través de los Movimientos Oculares Rápidos, ayudamos a nuestro cerebro,
concretamente a la amígdala a que reduzca la señal de activación y la
segregación de hormonas asociadas al estrés. Hacemos de forma artificial lo
que el cerebro realiza cada noche a través de la fase de sueño profundo (fase
REM).
Percibí un estado de relajación de todo mi organismo. El miedo y el asco
habían dejado paso a la tranquilidad y a la valentía.
Un tiempo después un conocido apareció en mi consulta con su mascota.
Concretamente se trataba de un perro de raza Bull Terrier.
Que sorpresa me llevé cuando pude acariciarlo sintiéndome libre de toda
clase de tensiones.

Aquí os dejo el video donde aparece el proceso que viví:

https://www.youtube.com/watch?v=6iAigETb2fM
BRAINSPOTTING

El año 2003, nació el Brainspotting, con el Dr. David Grand (Grand, 2014).
El Brainspotting es un método de tratamiento que funciona mediante la
identificación, el procesamiento y la liberación de las fuentes
neurofisiológicos básicas del dolor emocional y corporal, los traumas, la
disociación y otros síntomas.
El Brainspotting es una forma simultánea de diagnóstico y tratamiento, que
emplea y se ayuda de la estimulación de los sonidos BioLaterales, que
permiten un trabajo profundo, directo y potente, pero centrado y contenido
(Brainspotting BSP What is Brainspotting?, 2016).
David Grand creó el Brainspotting a partir del EMDR®, cuando descubrió
los “Brainspots”, o puntos de acceso a la experiencia. Son posiciones
oculares donde la persona manifiesta una mayor activación o carga de
material emocional (Grand, 2014; Grand & Goldberg, 2015).
Podemos detectar un Brainspot a través de una vara o puntero, explorando los
distintos ejes, como son el “eje x” en horizontal, el “eje y” en vertical y el
“eje z” en profundidad.
Una vez se conecta con la experiencia se le pide a la persona que observe esa
emoción o situación sin ninguna clase de juicio. El trabajo de la sintonía dual,
entre el cliente y el terapeuta, y la sintonía neurológica, entre enfocar donde
está el problema y llevar los recursos disponibles para su reprocesamiento y
resolución, permite que la persona pueda trabajar lo sucedido hasta que no
exista ninguna sensación corporal, emoción o pensamiento de perturbación.
Con la auto-observación de las sensaciones, permitimos que haya un
descenso de la perturbación, sobre todo en las estructuras subcorticales del
cerebro.
Es por esta razón que el reprocesamiento es más profundo (Grand, 2014;
Grand & Goldberg, 2015).

Mi experiencia con el Brainspotting®:


En una de las formaciones de Brainspotting, salí como voluntario a la hora
de poder experimentar la práctica de esta técnica. En ese momento estaba
pasando por una etapa de muchos cambios en el trabajo. Me encontraba en
una situación de transformación; de haber dejado un trabajo como ejecutivo
en una empresa de formación y empezar entonces una nueva carrera como
emprendedor, montando mi propio centro de psicoterapia junto a mi socia
Ana. Ese año en la consultora, fue de lo más estresante. Sentía que había
estado rindiendo a un nivel poco sano, con jornadas de más de 12 horas de
trabajo, con trabajos y proyectos los fines de semana… Y, además, la
relación con mi jefe en ese entonces, había sido de lo más tóxica. Harto y
estresado de susa gritos, desprecios y humillaciones. Esta experiencia fue
muy traumática y las emociones vividas se encapsularon en mi cuerpo debido
a que la carga era tan intensa que no me di el permiso para liberarlas.
El resultado fue una mochila emocional de lo más abultada, que me impedía
disfrutar de mi vida y de los buenos momentos con mi pareja. Cuando se
terminó todo me relajé y fue entonces cuando empezaron a aflorar muchos
de los recuerdos de ese año.
Y la situación de prácticas con la formación en Brainspotting® fue el
catalizador de estas experiencias. Fue algo curioso, porque cuando Mario
Salvador, el facilitador de ese nivel de Brainspotting® me preguntó acerca
del tema a trabajar, ya sentí que iba a remover mucho más de lo que
inicialmente me había planteado soltar.
A través del puntero identificamos un “brainspot” o punto de acceso a la
experiencia y fue como si de golpe volviera a entrar en esa pesadilla. Recreé
los pasillos y las mesas de la oficina, la sala de reuniones, mi antiguo jefe…
Fue algo muy duro. Me derrumbé y empecé a llorar soltando todo el dolor
vivido durante tantos meses.
Fue como activar algo que había estado muy apagado en mí y que sabía que
necesitaba liberar. Después del llanto y la tristeza, me vino la rabia. A través
de la guía del psicoterapeuta ponía mi atención plena en las sensaciones
físicas. Podía notar como las manos se tensaban y como mi estómago se
cerraba. El ruido de las tripas era un buen indicador de que había algo en
mí que aún estaba bien presente. A través de la observación de estas
sensaciones, sin etiquetarlas y sin juzgarlas me fui calmando.
Después vinieron algunos estadios más de llantos. Pero tal como nos indicó
el profesor, esto era algo bien normal. Las emociones cuando se estancan o
se quedan quietas es cuando más daño hacen. Si los sentimientos se
enquistan entonces no facilitamos que puedan liberarse e integrarse. Si por
el contrario sentimos que las emociones se mueven (aumentan o disminuyen
de intensidad) o se van intercambiando por otras emociones, es un buen
indicador. Esto quiere decir que estamos permitiendo que haya una
fluctuación y un movimiento sano. El resultado final es que permites que ese
dolor que ha estado guardado en lo más profundo de ti, pueda aflorar hasta
la superficie y discurrir de una manera fluida y sosegada, mitigándose poco
a poco.
En mi caso todos esos sentimientos estaban soterrados bajo capas y capas de
distracciones y negaciones. Pero en se momento me estaba dando el permiso
para reconocerlos, observarlos, aprender de ellos y liberarlos facilitando su
integración.
Después de una hora me sentí mucho más liberado. Sentí como si me hubiera
sacado un peso muy grande de encima. Esto me permitió poder conectar con
un mayor estado de calma y de tranquilidad. También me afloraron
emociones de perdón.
Fue una experiencia totalmente sanadora.
TIC

En el año 2000 surgieron las “TIC”, las Técnicas de Integración Cerebral®,


con el Dr. Pablo Solvey y la Dra. Raquel Ferrazzano de Solvey (Solvey &
Ferrazzano de Solvey, 2008).
Esta terapia está formada por la Técnica de “Los Anteojos Hemisféricos” y
por la Técnica de “1 Ojo X Vez”.
Las TIC son un método terapéutico que posibilita la integración de las
diferencias de percepción que existen acerca de un hecho cuando se observa
con uno u otro hemisferio cerebral.
Entre ambos hay diferencias notables en creencias, emociones, sensaciones
corporales y en los niveles de perturbación, producidos por el problema. El
uso de estas técnicas permite la integración de esta información disímil
logrando su resolución, desensibilizando los traumas, las obsesiones, las
fobias y las creencias negativas.
El marco teórico de las TIC ® sostiene, que cuando sufrimos de estrés o de
cualquier otra clase de dificultad, nuestros hemisferios se desincronizan
(Solvey & Ferrazzano de Solvey, 2008).
El trabajo que se efectúa a través de ambas técnicas, la Técnica de los
Anteojos Hemisféricos (Schiffer, Teicher, Papanicolau, 1995; Schiffer, 1998)
y la Técnica de Un Ojo por Vez (Cook & Bradshaw, 1999), permiten
estimular alternativamente el hemisferio izquierdo y el hemisferio derecho
para que se vuelvan a sincronizar, logrando así una reprocesamiento de la
experiencia.
También sus estudios prueban que cada hemisferio percibe la experiencia de
una manera particular y que cuando los dos se integran es cuando podemos
superar ese conflicto o esa perturbación. Con la sincronización hemisférica se
facilita el cambio de los estadios de onda cerebral, reduciendo los niveles de
perturbación (Solvey & Ferrazzano de Solvey, 2008).

Mi experiencia con las TIC:


A lo largo de los años he ido conociendo a otros psicólogos/as y terapeutas,
y algo que me ha llamado la atención es que, al conocerlos, muchos nunca
han pasado por un proceso de psicoterapia o un proceso terapéutico.
¿Cómo entonces puedes saber lo que sienten tus pacientes cuando trabajas
con ellos?
Así que, nos lanzamos a descubrir las TIC. Este método es un conjunto de
técnicas englobadas dentro de un marco teórico basado en los últimos
descubrimientos acerca de la forma en la que operan los dos hemisferios
cerebrales.
En las TIC® se trabaja combinando distintas técnicas como “un ojo por vez”
y los “anteojos interhemisféricos”. Por ejemplo, al tapar uno y otro ojo
alternativamente mientras se piensa en un suceso estresante o perturbador,
facilitamos la conexión y la sincronización de los hemisferios y como
resultado, nos sentimos más relajados y serenos. Estas técnicas que permiten
la armonización de los hemisferios actúan directamente sobre la amígdala,
haciendo que sus niveles de activación se reduzcan radicalmente. Sería como
estar viendo una película de miedo sintiéndote tranquilo/ a y relajado/ a. Al
final, tu cerebro interpreta que aquello no te causa ningún pavor y le das otro
sentido.
Esto es así, ya que cada hemisferio tiene una predominancia en el
procesamiento de la información y en la manera de funcionar. Por ejemplo,
el hemisferio derecho tiene una mayor tendencia a trabajar de manera
holística, emocional, artística, con una percepción global, intuitiva. Por otro
lado, el hemisferio izquierdo tiene una mayor tendencia a trabajar de
manera serial, lógica, racional, analítica, prestando atención a los detalles,
haciendo uso del lenguaje. Obviamente los dos hemisferios están conectados
a través del cuerpo calloso, el cual permite que haya una comunicación entre
ambos.
Cuando sufrimos un trauma o un suceso muy doloroso, como podría ser un
accidente de coche, la pérdida de un familiar, un conflicto familiar o una
separación, se genera un desequilibrio entre los dos hemisferios. Las
emociones suelen estancarse y no se procesan correctamente. Es cuando la
rabia, el miedo y la tristeza se apoderan de nosotros (secuestro emocional).
Por ejemplo, en el caso de un duelo complicado o patológico, puede ocurrir
que, al conectar sólo con el hemisferio derecho a través de las técnicas antes
mencionadas, la persona se muestra con una gran tristeza y es incapaz de
hablar. Al contrario, cuando conectamos con el hemisferio izquierdo, puede
suceder que la persona se muestre más fría y serena, llegando incluso a
verbalizar que está bien, o que lo sucedido no es para tanto.
En mi caso me formé en Madrid con Rosa González y Manuel López, los
cuales realizan los cursos oficiales de las Técnicas de Integración Cerebral®
(TIC), tal y como fueron creados por los doctores Solvey en el Centro de
Terapias de Avanzada en Argentina.
Yo salí voluntario para poder trabajar con mi alergia. Desde que tengo uso
de razón he estado estornudando a causa de mis múltiples aversiones.
Las alergias sean del tipo que sean, pueden tener una base psicológica, ya
sea a través de una mala experiencia del pasado que ha originado este
exceso de respuesta fisiológica, al interpretar que hay elementos
amenazantes. Obviamente primero hay que descartar las causas biológicas a
través de una visita con un médico alergólogo.

Las TIC disponen de una técnica de búsqueda de las experiencias y sucesos


que la persona ha vivido a lo largo de su vida. Esta técnica, es muy parecida
a una técnica de regresión o FLOATBACK (flotar hacia atrás), en la cual la
persona se relaja muchísimo. A continuación, se conecta con las sensaciones
corporales de la situación que quiere trabajar, por ejemplo, en mi caso
cuando tengo alergia, siento que me pongo nervioso, con falta de aire en el
pecho y que me cuesta respirar, empezando a estornudar. Es entonces
cuando vamos hacia atrás, hacia el pasado, hacia una etapa anterior. Vamos
siguiendo las mismas sensaciones físicas y dejando que vengan los recuerdos
del pasado. No es una hipnosis, sino que consiste en una práctica en la cual
la persona se siente muy relajada. Es curioso como trabaja la mente, porqué
en mi caso empezaron a llegar experiencias de hacía muchos años. Algunas
casi olvidadas.

El terapeuta hace una recopilación de todas las escenas, hasta llegar a la


Escena Fundante. Esta escena o experiencia es la primera vez que el cuerpo
sintió esas mismas sensaciones físicas. Esta escena suele localizarse en la
impronta, desde el nacimiento hasta los seis o siete años, o incluso en la vida
intrauterina (cuando estamos dentro del vientre materno también podemos
vernos afectados por los cambios o estímulos de nuestro alrededor).
Entonces aquí iniciaríamos la práctica de reprocesamiento o de liberación
emocional.
En el caso de las TIC, se combinan las herramientas de “un ojo por vez”,
que consiste en ir alternando el taparse un ojo y otro. Esto permite que los
dos hemisferios vuelvan a conectarse y que la persona a la vez se sienta más
tranquila y serena. También utilizamos las “gafas interhemisféricas”, con los
mismos resultados. Y, además, usamos el Punto K, que es una técnica propia
de las E.F.T®, (“Emotional Freedom Techniques” o “Técnicas de
Liberación Emocional”), las cuales permiten reducir o eliminar el malestar a
través de puntos corporales (“tapping”). Otro recurso que empleamos
fueron las P.E.T® (“Pain Erasing Techniques” o “Técnicas de Borrado del
Dolor”), que también combina los movimientos oculares, ayudando a
reprocesar la emoción que está sustentando o generando un dolor físico.
Al final pudimos reprocesar escenas del nacimiento (memoria corporal de
ahogo o de asfixia en el parto), escenas de una mordedura de un gato, la
cuál probablemente me generó alergia al pelo de estos animales, situaciones
de nervios en los exámenes y toda una lista de experiencias.
El resultado: una mejora de mi respiración, siendo capaz de poder respirar
con mayor libertad y profundidad.
Estas metodologías y técnicas cada vez, van a estar más presentes en nuestra
sociedad ya que la gente busca métodos y procesos que sean más eficaces,
rápidos, profundos y perdurables en el tiempo. A medida que vayamos
descubriendo más sobre nuestro cerebro, este conocimiento será aplicable al
campo de las psicoterapias.
OWL THERAPY®

Es un modelo integrador de terapias con bases neurológicas. Como terapia se


aplica con gran rapidez, si la comparamos con las terapias convencionales o
terapias basadas exclusivamente en la conversación. También permite el
poder trabajar a unos niveles muy profundos, pudiendo reprocesar todas las
experiencias asociadas. Y así se puede llegar a desbloquear emociones o
traumas que estuvieras obligado a soportar. Su forma de trabajo es constante
y se aplica de forma seguida hasta que se reprocesa aquella emoción,
sensación o pensamiento perturbador. También facilita que los recursos o
elementos positivos se puedan reforzar y ampliar.
Con OWL THERAPY® aceleramos y potenciamos el reprocesamiento de las
experiencias tanto positivas como negativas al integrar todas las demás
terapias neurocientíficas/ neurobiológicas o terapias con bases neurológicas.
Los resultados se pueden comprobar al momento con el cambio de actitud de
la persona ante la misma situación o escena. Además, el seguimiento en los
días posteriores a la terapia, permite poder comprobar como se asientan todos
los cambios (re-consolidación). Es importante preguntar al cliente si ha
notado algún cambio, o si algo ha variado, ya que a veces el cambio es tan
fluido y natural que el cliente lo percibe como algo totalmente integrado.
La duración estimada del proceso de trabajo para: transformar creencias/
emociones/ conductas desadaptativas es de 6 a 12 sesiones.
La duración estimada del proceso de trabajo para: potenciar creencias/
emociones/ conductas adaptativas es de 1 sesión a 6 sesiones.
Se puede integrar una metodología de recursos en un trabajo de bloqueos.
También se puede trabajar de forma seguida, primero con los bloqueos y
luego con los recursos (potenciar o expandir habilidades, destresas o
fortalezas).
En algunas ocasiones el sujeto puede sentir, que lo que acabamos de hacer no
funcionará (efecto Caverna). Que hacía tanto tiempo que llevaba conviviendo
con el problema que es imposible que se haya solucionado tan rápido o que
en realidad no tenía ningún problema (Efecto Apex y Efecto Nadir,
respectivamente). En estos casos es importante explorar con cada ojo (si se
quiere en el Brainspot de la escena de incredulidad) y luego hacer un trabajo
de 1 ojo por vez hasta que haya certeza plena en el cambio en los dos ojos),
técnicas propias de las TIC (Técnicas de Integración Cerebral). También es
fundamental tener presente que en algunas ocasiones puede ser el mismo
terapeuta el que no confíe en los cambios que haya efectuado su cliente
(Efecto Re-Apex).
Las escenas perturbadoras se deben liberar utilizando una escala SUDS;
Subjective Unit of Distress, del 0-10. Se le pregunta a la persona del 0 al 10
como siente el nivel de malestar o de perturbación cuando conecta con esa
situación o episodio. Si dice 0 es que no siente ahora en el presente ninguna
clase de perturbación o malestar cuando piensa en ese suceso. Y un 10
equivale al máximo grado de perturbación o de malestar posible.
Siendo un indicador fiable de que el trabajo ha efectuado una
desensibilización y reprocesamiento exhaustivo cuando la persona indica un
0. Además, se pueden usar algunas otras técnicas para acabar de liberar toda
la perturbación que aun pueda estar presente, para acabar de asegurarnos de
que el material está totalmente trabajado.

Por lo que respecta a los recursos, se puede trabajar para anclarlos o


asociarlos de varias maneras. Los recursos deben expandirse hasta su máxima
expresión posible. También las creencias positivas pueden desarrollarse hasta
su máximo nivel (ESCALA VOC; Validity of Cognition, del 1-7). Esta escala
nos permite medir como una persona puede llegar a creerse una idea siendo 1
que se la cree poco y un 7 que es totalmente cierta en su sistema de creencias.

Mi experiencia con OWL THERAPY®:


Esta metodología surgió, como experiencia de base, después de hacer más de
diez formaciones de toda clase de terapias con base neurobiológica o con
una vinculación directa con las Neurociencias aplicadas. Tras años de
pruebas y aprendizajes, decidimos crear una estructura lógica de trabajo en
la que incluimos los elementos que, en base a sus resultados, mejores
beneficios podían proporcionar a nuestros pacientes.
OWL THERAPY® nació tras una situación que vimos repetirse en muchos de
los cursos y formaciones. Cuando encontrábamos un descanso nos
acercábamos a los profesores o figuras de referencia (alguna de ellas de
talla mundial), y cuando les comentábamos que había ciertos aspectos de su
metodología que eran igual o parecidos al de otras terapias, ellos/as
simplemente decían que su estrategia o técnica era la que funcionaba. Esto
nos sorprendió, ya que de alguna manera estas metodologías se han formado
a partir de ir integrando terapias previas. Y que ahora estuvieran
rechazando o negando parte de la efectividad de las otras nos pareció una
respuesta más propia del marketing que no de un carácter sanitario o
empírico.
Esto nos llevó a crear una secuencia lógica de trabajo en la cual primero
pedíamos a la persona que pudiera crear un MAPA de su problema o
demanda. A través de una situación reciente de su experiencia a trabajar le
pedíamos que pudiera conectar con las sensaciones físicas.
En mi caso por ejemplo tome como elemento a trabajar la relación con un
familiar. Después de explorar como sentía a nivel corporal una gran tensión
en la barriga y en el pecho, a través de la suave relajación practicamos con
la técnica del “FLOATBACK” o “flotar hacia atrás” a través de la cual
pude conectar con experiencias dolorosas del pasado, hasta llegar a una
escena de la infancia (escena fundante).
Con esta primera parte de trabajo ya habíamos recogido todo lo que estaba
vinculado con mi pasado en referencia al tema que estábamos tratando.
Cada escena de dolor que había experimentado, era una escena
alimentadora, que daba fuerza a las heridas emocionales. Después nos
fuimos hacia el presente y el futuro con el “FLOATFORWARD”. Esta
técnica es muy parecida a la anterior, a través de una suave relajación,
permitiendo que la mente se enfoque en las sensaciones físicas, facilita que
esta se conecte con ideas de ahora o de un futuro cercano. Es sorprendente
como la mente es capaz de generar todas estas situaciones, que, aunque no
son reales, las podemos vivir como tales. Son los famosos “y si…”, que no
existen pero que la mente acaba recreando y los acabamos sintiendo en el
cuerpo.
Con estas acciones ya teníamos el MAPA configurado. Esto es muy
liberador, porque sabes en una sesión que es lo que te perturba, el tema por
el cual estás acudiendo a un profesional está formado por “x” número de
escenas. Normalmente estas pueden ir de las 4 o 5 escenas a las 20 escenas.
Pueden parecer muchas, pero esto nos permite poder acotar el proceso de
trabajo. Ahora sabemos todo aquello que está dando fuerza a los síntomas
(tristeza, malestar, llantos, dolores psicosomáticos…). Y sabemos que
liberando cada una de estas escenas al final acabaremos liberando todas las
perturbaciones que se manifiestan en el presente.
Nos pusimos a reprocesar cada una de las escenas. Para ello
identificábamos lo que yo percibía a nivel visual, auditivo y cinestésico,
pudiendo valorar las emociones y las sensaciones físicas de malestar. Luego
las puntuaba del 0 al 10 con la escala SUDS, según mi malestar. Y también
explorábamos lo que más me perturbaba y mis creencias al respecto.
Para poder hacer un trabajo con estas emociones y sensaciones,
aplicábamos algunas herramientas como la música bilateral, el “tapping”
(estimulación física bilateral), los movimientos oculares rápidos y toda clase
de otros elementos.
El resultado era la liberación emocional de cada una de estas escenas. Era
como sentir que de repente una situación que parecía una pesadilla se
convertía en un recuerdo como mínimo neutro, es decir, que no despertaba
esas emociones del pasado (tristeza, rabia, apatía…), ni tampoco las
sensaciones corporales (tensión en el pecho, barriga…). Y en el mejor de los
casos podía llegar a conectar luego de haberlas liberado con emociones
como amor, empatía, perdón….
La sensación es de “asegurarte que vacías toda la mochila respecto a ese
tema a trabajar”.
Ahora a nivel personal mi relación con este familiar ha mejorado mucho.
Pudiendo cambiar la manera en la que nos comunicamos y cómo abordamos
ciertos temas del pasado.

Nota aclaratoria:
En el fondo los distintos represantes de las varias metodologías miran de
competir con las demás. Pero el proceso y las técnicas principales son casi
idénticas o guardan un gran parecido entre ellas. Es como hablar un mismo
idioma, pero con matices diferentes.
8.- Casos y Tratamientos

Gestión del estrés

¿Qué le ocurre a nuestro organismo cuando estamos estresados?


En primer lugar, hay que comprender cuales son aquellos indicadores de
estrés, y concretamente cuando los podemos notar a nivel mental y
emocional.

Algunos posibles indicadores, serían:

- Dolores de cabeza y migrañas.


- Cambios de humor (podemos pasar de estar contentos/as, a enfadados/as o
tristes).
- Pérdida de memoria.
- Falta de capacidad de concentración.
- Dificultad para poder usar nuestra creatividad o nuestro pensamiento lateral.
- Dificultad en aprender o incorporar nuevos aprendizajes.
- Alteraciones en nuestros ciclos de sueño y vigilia.
- Modificaciones de nuestros sistemas de recompensa.
- Falta de energía y ganas de hacer actividades

Como podemos apreciar, todos estos indicadores son muy negativos y


probablemente los vivimos a diario.
Realmente podemos empezar a hacer cambios en nuestras vidas, pero tienes
que querer que estos sucedan.
Hay también en algunos casos un componente de adicción al estrés, o a esta
forma de vivir acelerados. Existen personas que, aunque no les gusta vivir
estresados, creen que si se auto exigen o si trabajan en exceso entonces se
sentirán que controlan más las situaciones. Son también los llamados/as
“workaholics” o adictos al trabajo.
Estas actitudes vitales tienen un riesgo, ya que pueden causar daños a nivel
físico, mental y emocional. Y, además, pueden afectar al entorno más directo
de la persona, generando conflictos con amigos/as y familiares.

¿Qué podemos hacer?

Las Neurociencias han descubierto que el estrés se centra principalmente en


una región donde se gestionan y modulan las emociones (área límbica). En
esta zona del cerebro es donde están las amígdalas, encargadas principales de
nuestra regulación emocional.
Cuando estamos estresados/as estas amígdalas se sobreactivan. Si logramos
reducir su activación, entonces también podremos calmarnos y sentirnos más
relajados.
De esta manera las Neurociencias aplicadas al campo de la Psicoterapia han
generado un cuerpo de nuevas prácticas o metodologías para ayudarnos en
este propósito.
Algunas de estas técnicas son milenarias como sería el caso de la meditación
(actualmente con su adaptación a Occidente, que sería el Mindfulness).
También a nivel más moderno contaríamos con las Terapias Neurocientíficas
o terapias con una base neurobiológica (las cuales permiten poder reducir la
activación de las zonas o áreas límbicas de regulación emocional).
También las psicoterapias convencionales son un gran aliado y se pueden
combinar y unir con las terapias anteriormente mencionadas.
Al final lo importante es tomar consciencia de lo relevante que es cuidarse y
auto regularse.

Entender mejor el estrés para liberarlo

El descubrimiento de la respuesta del estrés en nuestro cerebro nos permite


entender mejor como se forman algunos trastornos y enfermedades. Estas
investigaciones han sido posibles a partir de las técnicas de Neuroimagen,
que por ejemplo se aplican en los estudios de medición de respuestas a
elementos estresores o que pueden perturbar a los sujetos (Dedovic,
Duchesne, Andrews, Engert & Pruessner, 2009).
Cuando estamos estresados/as, nuestros niveles de cortisol aumentan. Hay
una sobreactivación de las amígdalas, áreas que gestionan nuestras
emociones. Nuestro hipocampo, área vinculada a la memoria, se bloquea. Y
la conexión entre nuestros hemisferios (hemisferio derecho y hemisferio
izquierdo) resulta alterada (área del cuerpo calloso).

Entonces, ¿cómo podemos liberarnos con las Terapias Neurocientíficas?

Tal como hemos expresado, estas metodologías tienen el mismo propósito:


- Que las amígdalas puedan volver a unos niveles normales o funcionales de
activación.
- Que nuestros dos hemisferios estén mejor conectados.
- Que haya una disminución de las hormonas relacionadas con el estrés.

Estos efectos son rápidos e intensos ya que hemos localizado las áreas del
cerebro afectadas por los estímulos estresores o perturbadores. Además,
conocemos cuales son los efectos auto reparadores del cerebro, como serían
por ejemplo los que se producen en la fase REM (o MOR, en castellano,
Movimientos Oculares Rápidos), y así podemos replicarlos (Kuiken,
Chudleigh, & Racher,2010).
Cada vez sufrimos de más estrés y de más tensiones, y estas técnicas abren
las puertas a nuevas prácticas y formas de trabajar en las consultas
psicológicas. Son metodologías que pueden complementarse con el trabajo
psicoterapéutico habitual.
Lo que nos permite la ciencia es ir actualizando nuestra manera de
comprender lo que nos sucede en nuestro día a día y también poder obtener
herramientas para facilitarnos una mejor salud mental, física y emocional.
Estas técnicas empiezan a difundirse a nivel internacional y cada vez hay más
profesionales del campo de la medicina, de la psicología y de los campos
terapéuticos que están empezando a integrarlas en sus prácticas diarias.

Es importante tener presente que el estrés nos puede afectar a todos/as y que
ahora disponemos de nuevas prácticas que pueden ayudarnos a:

- Estar más tranquilos/as.


- Dormir mejor
- Abandonar prácticas compensatorias del estrés como la ingesta compulsiva
o rituales y manías para calmarse.
- Regular mejor las emociones
- Poder respirar con mayor facilidad.
- Ritmos cardíacos más estables o regulares
- Mejores digestiones
- Mejora de males psicosomáticos vinculados al estrés o a las tensiones.

Estas técnicas siguen en estudio y a medida que avancen las investigaciones


en el campo de las Neurociencias, van a existir más pruebas acerca de su
efectividad.

Tu salud está en tus manos, así que ten muy presente tus niveles de estrés. El
estrés puede acortar tu vida. Da el paso para gestionar mejor tus jornadas.
También es importante trabajar a diario con el estrés. Podemos pensar que es
mejor esperar a cuando estemos de vacaciones o en periodos de mayor relax.
El gran inconveniente es que tal vez estos momentos tardan en llegar y ya
hemos ido acumulando demasiadas tensiones.

¿Y si planteamos una serie de trabajos diarios para poder dejándolo ir?


Podemos utilizar prácticas que están a nuestro alacance como:
- El deporte.
- El arte.
- El pasear cerca del mar.
- Caminar por la montaña.
- Poder charlar o expresar verbalmente lo que nos genera tensión.
- Dormir las horas que necesitamos.
- Mantener una dieta equilibrada.
- Evitar bebidas excitantes.
- Poner humor en nuestro día a día.
- Escuchar música relajante.
- Las visualizaciones.
- Las relaciones sanas.
- La meditación.
-…
Gestión del miedo

El miedo es una respuesta natural de nuestro organismo que nos permite


poder activarnos. Los problemas aparecen cuando justamente nos
encontramos en situaciones donde sufrimos por un exceso (fobias, ansiedad,
ataques de pánico…), o por su completa extinción (lesiones cerebrales o
afectaciones en las áreas límbicas del encéfalo…).
Podríamos pensar que una ausencia total de miedo o temor es una gran
bendición. Todo lo contrario. Las personas que debido a un accidente o a una
enfermedad como podría ser un tumor cerebral, han sido afectadas por una
alteración en sus amígdalas (regiones que regulan las respuestas emocionales
del organismo), son más propensas a sufrir accidentes o a poner en riesgo su
vida.
El hecho de no tener miedo, es como si de repente en nuestro coche todos los
paneles y señales luminosas desapareciesen. Entonces, conducir sería una
auténtica prueba de temeridad. Sería como hacer un trayecto sin saber si vas a
tener suficiente líquido para los frenos, si tu motor va a poder aguantar o si
tienes los ejes o la dirección realmente funcionado correctamente.
Esta situación traducida a tu día a día consistiría: en cruzar la carretera sin
mirar, cocinar sin miedo al fuego o poder iniciar una pelea sin ningún temor a
que en cualquier momento tu vida estuviera en riesgo.
Normalmente en consulta lo más habitual son las demandas de las personas
que se identifican más con el primer grupo, las que sufren por un exceso de
miedo.
Las Neurociencias han facilitado el estudio y la investigación más extendida
del miedo. Los resultados de las neuroimágenes (imágenes de nuestro
cerebro) nos reflejan que sobre todo el temor se gestiona en las amígdalas y a
través del circuito del Eje Hipotalámico-Pituitario-Adrenal (HPA).
Este circuito se activa cuando estamos frente a un temor o a un estímulo que
nos genera tensión (tanto si es real como imaginario), y entonces nos
ponemos en modo supervivencia. Este modo consiste en tres posibles
respuestas: luchar, huir o congelarnos (parálisis), tal como hemos
mencionado anteriormente.
El hecho de saber más sobre qué ocurre en nuestro organismo cuando
sentimos miedo también nos ayuda a generar todo un cuerpo de técnicas y
metodologías terapéuticas para así poder liberarnos con mayor facilidad.
Por ejemplo, técnicas que permiten la integración cerebral ayudan a que entre
los dos hemisferios pueda fluir mejor la información y como consecuencia,
que se relajen las zonas del límbico (áreas de gestión emocional; donde se
encuentran las amígdalas). Algunas de estas técnicas son: las respiraciones
relajantes, las visualizaciones de espacios de seguridad, las metodologías del
EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento a través de los Movimientos
Oculares Rápidos), el Mindfulness, psicoterapias cognitivas conductuales y
también el uso de psicoterapias convencionales. Todas estas prácticas
permiten que a nivel neurológico la respuesta del miedo pueda gestionarse y
reducirse. Además, que el/la paciente pueda generar nuevas conexiones entre
las neuronas, es decir, que pueda conectar esos recuerdos de temor con
nuevas emociones de tranquilidad o de seguridad (conexión con los recursos
personales que la misma persona dispone).

Al final una de las reflexiones que hacemos es que el miedo es una respuesta
totalmente natural. Tenemos de alguna forma que empezar a aceptar y a
comprender mejor esta emoción. La solución no reside en luchar ni en negar
el temor, sino en poder aceptarlo, reconocerlo y poder trabajar con él.
Los miedos irreales hay que controlarlos con estas y otras técnicas para que
una cuestión de supervivencia y adaptación no se convierta en un problema
en nuestra vida
Las Neurociencias son una ventana hacia un futuro que cada vez es más
presente y nos aporta luz donde antes quizás estábamos más a oscuras. Tus
miedos pueden superarse con la ayuda correspondiente.
Superar la fobia social

¿Qué es la fobia social?


Es un trastorno en el cual la persona muestra un gran temor a todo lo que
implica relacionarse con los demás al sentirse observado y juzgado. Este
trastorno puede trabajarse a través de la psicoterapia y concretamente con las
Terapias Neurocientíficas. Estas metodologías nos permiten poder llegar a
unos niveles más profundos del cerebro de los pacientes. Concretamente,
trabajamos con la capa del ‟Allocórtez”, que es la que se conecta con
nuestras emociones y sensaciones corporales.
Las terapias convencionales, son procesos donde generalmente la persona
habla y comparte sus problemas, capas más lógicas “Isocórtez”. Las terapias
neurocientíficas inciden en áreas menos mentales, ponen menos el foco en el
habla y más en estas zonas de mayor profundidad.

Síntomas de la fobia social


Porque cuando alguien sufre una fobia, lo primero que reacciona es su
cuerpo, a través de la aceleración del pulso cardíaco, la rigidez muscular o la
sudoración; acto seguido, empieza a sentir emociones de temor, pánico o de
angustia; y finalmente es capaz de verbalizar o racionalizar acerca de la
situación amenazante.

Como superar la fobia social


Una de las metodologías más estudiadas dentro de las Terapias
Neurocientíficas es la del EMDR (“Desensibilización y Reprocesamiento a
través de los Moviemientos Oculares”). El funcionamiento de esta técnica se
fundamenta en la acción de los movimientos oculares rápidos.
Cada noche al dormir pasamos por distintas fases del sueño. Una de estas, es
la fase del sueño REM, donde movemos los ojos rápidamente y esta acción
natural facilita que se libere el estrés y la tensión de nuestro organismo.
Cuando alguien sufre una fobia y queremos liberarla, replicamos el mismo
mecanismo, pero con los ojos abiertos.
Pedimos que el/la paciente piense en esa situación social que quiere hacer
frente o superar y acto seguido le pedimos que siga nuestros dedos,
rápidamente, de izquierda a derecha. El resultado: la persona siente que las
sensaciones de nervios en la barriga o de tensión muscular pierden fuerza, y
las emociones de miedo y tensión se liberan. Finalmente, puede reinterpretar
esa fiesta, evento o encuentro social como un entorno seguro y tranquilo.
También puede darle otro signficado a los pensamientos acerca de sentirse
observado y juzgado. Esto es así ya que no experimenta las mismas
emociones y sensaciones físicas.
Estas acciones son rápidas y efectivas porque actuamos en las zonas
concretas donde se conecta con la información corporal y emocional.

Además, existen otras técnicas y procedimientos, pero su función es la


misma: facilitar la integración de los dos hemisferios cerebrales (hemisferio
derecho y hemisferio izquierdo) y también la integración de los tres cerebros
(el cerebro repitiliano, el cerebro mamífero y el neocórtex). Finalmente, la
persona puede superar aquellas situaciones que vive con gran perturbación de
una forma rápida y efectiva.

Caso sobre la fobia social

Imagina que entras en un bar y la mera idea de acercarte al camarero/a para


pedir un café se vuelve algo terrorífico. Te giras y ves las mesas llenas de
personas hablando entre ellas. Algunas hasta se ríen, y tú estás allí de pie,
quieto/a, paralizado/a por el miedo.
¿Y si hablan de mí?
¿Y si se están riendo de mi apariencia?
Los nervios se apoderan de tu cuerpo y la única vía de salvación está en salir
corriendo.

Esta introducción bien podría ser común para los miles y miles de hombres y
mujeres que sufren de fobia social o ansiedad social, o lo que es lo mismo: el
miedo irracional a las interacciones sociales. Es un miedo que todos/as
podemos llegar a padecer a lo largo de nuestra vida.
Y esto es lo que le ocurría a Eric (nombre modificado), quién llevaba más de
3 años sin poder acudir a una reunión, fiesta o evento social. Sólo podía
mantener relaciones con familiares y amigos/as muy cercanos, y en grupos no
superiores a 3 y 4 personas. Su miedo no se produjo de la noche a la mañana.
Fue algo progresivo, aunque a través de las Terapias Neurocientíficas,
descubrimos su origen.

Cuando vino a consulta, él tenía una vaga idea de cómo pudo empezar su
trastorno. Según comentaba, de pequeño había sido un niño muy poco
sociable. Era raro que invitara a compañeros y compañeras de clase a jugar a
casa. Y a lo largo de los años fue estableciendo muy pocas relaciones. Sus
mejores amigos eran dos chicos de su misma edad y tenía tendencia a
encerrarse en casa con lecturas, videojuegos y programas de televisión. Por
trabajo, estos últimos años, había empezado a tener que acudir a reuniones de
su departamento y cada vez le costaba más.

Hace tres años tuvo que hablar en público en una de las reuniones a las que
acudió el coordinador general. Este hecho le produjo un gran estrés y
malestar, haciendo que tuviera insomnio y problemas digestivos las semanas
previas al acontecimiento. El día de la presentación no pudo acabar su
exposición ya que se quedó bloqueado. La respuesta por parte de sus
supervisores fue negativa y esto generó un mayor estrés en Eric.

Ahora evita todo tipo de charlas en público y también ha ido limitando sus
interacciones con sus compañeros y compañeras de trabajo. Lleva tiempo que
ha ido reduciendo su presencia en eventos sociales, fiestas y celebraciones de
amigos y familiares. Siempre responde que está ocupado o que ya tiene
planes, aunque se queda en su piso encerrado.

Su nivel de miedo ha llegado a cuotas tan elevadas, que se está planteando


dejar el trabajo. Esta situación hace que Eric acuda a consulta. Como bien
dice, el miedo es tan intenso que le está imposibilitando el poder realizar
actividades que a él le gustaría realizar.

Al trabajar con las Terapias Neurocientíficas (concretamente con OWL


THERAPY), descubrimos el MAPA (o red neuronal de recuerdos de Eric,
respecto a sus sensaciones de miedo, temblores, nerviosismo, dolores de
estómago, etc…). En este MAPA aparecen registradas escenas del pasado,
donde tuvo conflictos y burlas en el colegio; escenas de la adolescencia
donde se quedaba en casa solo con miedo a ser rechazado por el grupo de
compañeros; y también la experiencia de la presentación en la empresa;
además, aparecieron escenas de su presente, de su día a día en la oficina; y
finalmente, escenas de su futuro, donde anticipaba que tendría que volver a
hablar en público, o el mero hecho de seguir relacionándose con
compañeros/as de su misma planta.

A partir de aquí, aplicamos las técnicas de “desensibilización y


reprocesamiento”, como por ejemplo los movimientos oculares rápidos (que
consisten en hacer que la persona siga con los ojos, los dedos del psicólogo/a,
los cuales se mueven rápidamente en horizontal, emulando el efecto liberador
de la fase REM del sueño). Esto facilitó que Eric pudiera ir liberando
recuerdos y creencias negativas sobre su pasado.

A continuación, se combinó las Terapias Neurocientíficas con una escala de


desensibilización sistemática o progresiva, en la que se marcaron unos
objetivos de 0 a 10 (0 = menos perturbador o amenazante y 10 = máximo
nivel de perturbación y amenaza). Este trabajo facilitó que Eric fuera
superando situaciones tan estresantes para él, como llamar a un amigo/a (él
puntuó que le causaba miedo de nivel 4), salir a pasear (5), ir a un bar
cercano (6).

Y ya en las etapas finales, la terapia se enfocó más en el ámbito laboral. Esto


permitió que Eric dejara de replantearse la idea de dejar su trabajo. Además,
Eric ya no sufre por su futuro. Cuando liberamos todas las emociones y
sensaciones vinculadas con esos momentos próximos.
También es importante recalcar que el límite del efecto de las Terapias
Neurocientíficas lo marca la propia persona. Eric decidió que lo que él quería
era liberarse del pánico y del miedo que sentía en su día a día y en el trabajo.
Pero una vez logrado, decidió que este nivel de control y de funcionamiento
le era suficiente. Esto hizo que el trabajo terminara en esta fase. No tiene
porque, alguien que sufre de fobia social o ansiedad social, querer volverse
una persona extrovertida y de lo más sociable. Si el deseo y objetivo de la
persona es superar el miedo o el pánico en un nivel estable o funcional, puede
ser suficiente. Es decir, que pueda sentir que puede desenvolverse en
situaciones del día a día sin tener que sufrir.

Este caso nos enseña como todos los miedos son aprendidos, y que, aunque
no nos acordemos de sus orígenes, a través de las Terapias Neurocientíficas
podemos encontrar un MAPA para poder organizar la información. Además,
podemos liberar todos estos recuerdos pasados, presentes e incluso las
escenas futuras, ya que el cerebro dispone de los mecanismos para auto
sanarse.

Eric es un ejemplo de cómo podemos remodelar y reaprender nuevas formas


de funcionar. Nuestro cerebro dispone de una gran disposición para el cambio
y la adaptación (neuro plasticidad). Alguien que ha estado mucho tiempo
sufriendo, puede recuperar su calidad de vida en un tiempo más corto.
Superar el miedo a volar

Si poco antes de coger un avión o sólo con la idea de subirte a uno,


experimentas angustia, ahogo, palpitaciones, sudoración o temblores es
posible que sufras aerofobia.

Se trata del miedo intenso e irracional a volar o a los aviones. Es una de las
fobias más frecuentes y puede estar asociada a otras como la claustrofobia
(miedo a los espacios cerrados), o la acrofobia (pánico a las alturas).
Traumas, inseguridades o una experiencia previa muy negativa son las causas
más comunes de la aerofobia, pero no siempre es el caso. A menudo
encontramos en la base de este miedo una experiencia traumática no
relacionada con el hecho de volar.
También es habitual que aparezca en personas que necesitan "tener todo bajo
control". Cada persona es única y es por este motivo que estas terapias
permiten personalizar mucho, llegando a encontrar el origen del trauma y
toda la información que está vinculado a esa problemática.

Nuestro propósito: que la persona pueda vaciar su mochila emocional y de


este modo pueda coger tranquila y segura su próximo vuelo.

Os dejamos un vídeo testimonio.


https://youtu.be/y4_H7HdgG_A

El protocolo de este proceso consiste en poder encontrar como ya hemos


mencionado las escenas que dan fuerza a que persista este temor.
Normalmente hay una serie de experiencias que provienen del pasado. En el
caso del miedo a volar no es extraño que aparezcan escenas de:

- Vuelos complicados.
- Turbulencias anteriores.
- Películas donde aparecen accidentes aéreos.
- El recuerdo de los atentados del 11-S.
- Conflictos o problemas que tenían que ver con las alturas…
Y luego hay también un gran número de escenas del futuro:

- Futuras vacaciones.
- Posibles viajes de trabajo.
- Vuelos programados.
- Otros…

Lo importante es que se puedan liberar todas estas experiencias y que


también se permita poder hacer un tratamiento para que si la persona debe
coger un vuelo en relativamente poco tiempo pueda entrenarse
desensibilizando y reprocesando esta escena futura.

Ahora vamos a compartir otro caso de superación del miedo a volar:

Hollywood, desde bien pequeños/as, nos ha hecho soñar, pero también sufrir
pesadillas, como son: el temor al mar, a los tiburones, a las alturas, a los
ladrones, a los fantasmas y demás monstruos y criaturas, padecer de pánico a
volar, subir a un ascensor y a toda clase de accidentes… ¿Puedes pensar en
algún título de cartelera que refleje alguno de estos elementos?
Todos/as hemos visto, ya sea en el cine o en casa, algunas de las películas
más emblemáticas del siglo XX, que aparentemente parecían inofensivas,
pero que dejaron una huella en nuestro inconsciente. Además, antiguamente
la edad recomendada para visionar una película no se controlaba tanto como
ahora hacemos con los niños.
Este era el caso de L. (nombre preservado), una mujer ya jubilada que en su
nueva etapa vital quería cumplir su gran sueño de viajar por todo el mundo.
Pero cada vez que se embarcaba en un avión su cuerpo reaccionaba como si
estuviera en medio de una de esas películas de miedo y de suspense. Lo que
la mente imagina es capaz de trasladarlo al cuerpo, de tal manera que, lo que
parece ficticio, se convierte en real (efectos psicosomáticos). Es como cuando
uno piensa que va a ponerse nervioso/a delante de un suceso molesto o
desagradable y, a continuación, el cuerpo empieza a responder con sudores,
temblores, dolores de cabeza y de barriga…. Quizás no es el suceso en sí,
sino lo que pensamos y lo que representa ese acontecimiento para
nosotros/as. Acto seguido el cuerpo responde a lo que la mente ha ido
generando.
L. sufría de mareos, sudores y temblores cada vez que se montaba en un
avión o también si subía a lugares de cierta altura. Había estado viajando por
Europa, pero en algunos de estos viajes estuvo con mareos y vómitos. Sobre
todo, cuando el avión donde viajaba tenía turbulencias, o si se asomaba a las
barandas de edificios de más de diez pisos. Cuando estuvo en París, delante
de monumentos tan emblemáticos como la Torre Eiffel o Notre Dame, no
pudo subir hasta el mirador, pues sufrió de desvanecimientos.
Cuando empezamos con las Terapias Neurocientíficas (junio), L. tenía
programado un viaje a Asia, para dentro de dos meses (agosto). Esto nos
llevó a trabajar de una manera más intensiva (6 sesiones semanales seguidas).
En la primera sesión, descubrimos los síntomas de sus miedos, a través de los
recuerdos más recientes (mareos) en un vuelo con destino a Suiza, que realizó
y luego al hacer luego unas rutas de montaña (temblores y desmayos por los
temores a las alturas). Esas sensaciones físicas, nos sirvieron como elementos
para poder hallar más experiencias del pasado. Aparecieron recuerdos de
otros viajes, hasta llegar a las escenas más antiguas con algunas escenas de
vértigos al asomarse al balcón del piso de sus abuelos (con cuatro años). Una
vez registradas las escenas del pasado y las del presente, nos pusimos a
registrar las escenas del futuro. Estas escenas no existen, pero son
informaciones que la mente anticipa que podrían llegar a ocurrir. Si estas
escenas del futuro no se liberan luego podrían seguir causando malestar en la
persona.
Con el MAPA (registro de todas las escenas), nos pusimos a trabajar con la
música de estimulación bilateral, el tapping y los movimientos oculares
rápidos, para así liberar las sensaciones físicas, las emociones de miedo y de
ansiedad y los pensamientos perturbadores de todas las escenas.
El resultado fue sorprendente para L. Se sintió, según sus propias palabras
“muy descansada, al poder contemplar tanto su pasado como su futuro con
tranquilidad”. No borramos los recuerdos, sino que desensibilizamos los
niveles de estrés. También llegamos a reprocesar todos los contenidos
perturbadores, para así dejar paso a la aparición de recursos y de otros
recuerdos más positivos.
El proceso fue intensivo ya que L. necesitaba hacer cambios y mejoras
respecto a sus miedos en un breve periodo de tiempo. Unos meses más tarde
recibimos algunas instantáneas de L. posando en un lugar que parecía un
templo encima de una gran ladera. Por estas imágenes ya comprendimos que
la terapia tuvo un efecto muy positivo. Después pudimos charlar y me relató
acerca de sus vivencias.
Al igual que podemos aprender un miedo, también podemos reaprender a
sentirnos seguros/as delante de cualquier situación o lugar estresante. Nuestro
cerebro tiene una gran plasticidad, lo que nos permite hacer cambios
independientemente de la edad que tengamos o de la duración de nuestros
síntomas.
Superar el acoso escolar
Hay muchas maneras de abordar el acoso escolar. La parte más importante
recae en la prevención. A nivel estatal está cada vez más extendido el
programa TEI, "Tutoría entre iguales", promovido por muchos profesionales
como es el caso de Andrés González Bellido, catedrático de orientación
educativa y coordinador de investigaciones en la Universidad de Barcelona.
La tutoría entre iguales es un método de aprendizaje cooperativo basado en la
creación de parejas de alumnos, con una relación asimétrica, donde hay una
tutorización, y con el objetivo común, conocido y compartido que se alcance
a través de un marco de relación planificada por el profesorado. Además,
incluye sesiones formativas en las aulas y un trabajo de concienciación y de
adquisición de competencias que favorezcan la convivencia y la eliminación
de la violencia.
Si el problema ya está presente, como profesionales de la Psicología, nosotros
trabajamos con los niños y niñas que lo sufren. Lo abordamos en tres ejes
principales, el primero es el de poder reforzar la autoestima y la resiliencia
(capacidad de poder sostener y recuperarse de experiencias dolorosas). Este
elemento es vital para que el niño o joven pueda recuperar la seguridad y la
motivación. También en paralelo hacemos un trabajo para potenciar las
habilidades sociales. El propósito es enseñar maneras de relacionarse de una
forma más adaptativa en su entorno, poder defenderse sin utilizar la
violencia, establecer nuevas amistades y relaciones, en definitiva que pueda
también vencer los temores y sus preocupaciones a la hora de relacionarse. Y
el tercer pilar es el de facilitar que el niño o joven pueda liberarse de todas las
experiencias negativas y traumáticas que lleva acumuladas.
Cuando un niño o joven presencia o recibe violencia, sea del tipo que sea,
estas experiencias se van almacenando, formando toda una red de recuerdos
traumáticos. A través de los últimos avances en el campo de las
Neurociencias, se ha descubierto cómo podemos liberar las tensiones y las
emociones negativas de los recuerdos del pasado.
Nosotros trabajamos con estas técnicas neurocientíficas para ayudar a que el
niño/a o joven pueda rebajar o librarse de las emociones negativas de miedo,
tristeza, rabia, ansiedad y otras emociones que lleva acumuladas en su
pasado. El resultado es que el niño o joven pueda sentirse aliviado, más feliz
y sobre todo, más capaz para afrontar nuevos retos y situaciones difíciles, ya
que hemos creado una nueva red de recuerdos más positiva. Estas terapias
están facilitando que niños /as que han vivido o que están pasando por
momentos muy dolorosos, puedan con un número acotado de sesiones
rehacer todo lo que han perdido. La ciencia y las nuevas políticas de
concienciación nos están ayudando a superar este problema que es el acoso
escolar. Aún queda mucho trabajo por hacer, pero todos juntos lo
conseguiremos.
Concretamente recordamos el caso de un adolescente que había estado
sufriendo durante tres años consecutivos, una situación de acoso escolar. Al
principio se trató de violencia psicològica y ya en una última etapa, se
produjeron agresiones físicas.
Conseguimos con las Terapias Neurocientíficas ir liberando el MAPA de
experiencias del pasado. Fue algo doloroso porque en el proceso el chico tuvo
que revivir momentos traumáticos, però con el único propósito de que
pudiese liberar todo el miedo y toda la culpa que había ido acumulando. En el
presente combinamos un trabajo de autoestima y de empoderamiento junto a
la colaboración y la plena ayuda de la família y del centro educativo.
Finalmente y para una etapa de futuro, estuvimos liberando sus miedos a que
se volviesen a repetir escenas de violencia.
El hecho que marcó un claro ejemplo de su superación fue cuando el
muchacho se atrevió a llevar a la escuela su camiseta favorita. Esta camiseta
había sido fuertemente criticada por sus compañeros ya que era una excusa
para que ejercieran violencia hacia él.
Cuando la vistió, él mismo afirmó que ya no tenía miedo y que se sentía
seguro. También en ese momento el entorno escolar había mejorado y se
había hecho un trabajo con los compañeros/as. Fue una prueba de como se
puede superar este tipo de experiencias dolorosas.
Obviamente el trabajo fue conjunto. Podríamos habernos limitado a trabajar
las experiencias trumáticas pasadas, presentes y futuras del chico, pero si su
entorno escolar hubiera continuado siendo violento, entonces su mochila se
hubiera ido llenando de forma continua.
Es importante también en la medida de lo posible trabajar con todo el
sistema: el joven, la familia, los compañeros/as, los profesores, el colegio o
instituto…
Si trabajamos con todas las personas implicadas, nos aseguramos de que se
produzca un cambio mucho más rápido, efectivo y duradero.
Esperamos que este caso sirva de ánimo a muchas personas que están
sufriendo actualmente de acoso o violencia o que sufrieron cuando eran
niños/as.
Nunca es tarde para liberar las heridas del pasado.
Y como adultos es también una forma de estar en paz con nuestro pasado.
Una forma de soltar las emociones de rencor, odio, culpa, tristeza…
Superar el miedo escénico
“A” es directivo de una multinacional y sufre un gran bloqueo cuando debe
hablar delante de los demás directivos/as de la compañía. Cada lunes por la
mañana se reunen a las diez para exponer los objetivos de la semana y
compartir las visiones de los distintos departamentos. En el momento que
“A” tiene que exponer los datos de su área le empiezan a sudar y a temblar
las piernas. Su voz se vuelve débil y frágil. Consigue articular parte de su
discurso, no sin antes hacer algún que otro sorbo de agua mientras le
tiemblan las manos. Es lo que denominamos “TERROR ESCÉNICO”
Lleva sufriendo de este miedo desde que tiene memoria. Ya en el colegio no
le gustaba salir a la pizarra a hablar delante de sus compañeros/as de clase. Y
en la universidad lo pasó muy mal en las exposiciones grupales. En el trabajo
todo iba bien hasta que su coordinador se jubiló y le promocionaron para el
cargo. Ahora tiene pendiente una gran conferencia donde se van a reunir
también clientes y proveedores. Sólo el pensar en este evento le genera
nauseas, mareos y fuertes migrañas.
Lo que le ocurría a “A” es lo que se denomina una “somatización”, es decir,
la tensión mental o emocional que siente la persona la acaba manifestando a
través de unos síntomas físicos o corporales. Es una manera que encuentra el
cuerpo y la mente de poder liberarse de la tensión y de poder superar aquello
que le preocupa o le genera tensión. El problema recae en el hecho de que
estos síntomas son muy molestos y a veces pueden causar grandes dolores y
complicaciones en la persona. Además, “A” empezó a tener muchas
pesadillas donde se veía en ridículo en medio de la sala de actos.
Cuando empezamos a trabajar con él, teníamos una agenda concreta con una
fecha final del proceso. La de su puesta en escena con la conferencia. Esto
podía generar más tensión, pero con las Terapias Neurocientíficas, pudimos
establecer un calendario de visitas para así liberar al máximo y con rapidez
todas las tensiones pasadas, presentes y futuras.
El primer paso: una vez hicimos la entrevista, usamos la técnica del
“Floatback” o flotar hacia atrás, la cual nos permitió descubrir todo el MAPA
de recuerdos traumáticos que se vinculaban con las situaciones de hablar en
público. Entre algunas de estas escenas, aparecieron los recuerdos de la
infancia, del colegio, de cuando tenía que exponer trabajos o momentos
donde sufrió de la burla de compañeros o profesores. Luego en el presente,
surgieron vivencias de problemas con trabajos y proyectos. Y finalmente,
aplicamos la técnica del “Floatforward” o flotar hacia adelante, que consiste
en buscar más escenas del presente y del futuro (los famosos “y si”, como,
por ejemplo: “y si todo va mal”, “y si es un fracaso”, …).
Una vez recopilamos todos los recuerdos de experiencias traumáticas, nos
pusimos a liberar escena por escena. Entonces, fuimos primero al pasado y
empezamos por los recuerdos de la infancia. Cuando accedíamos al recuerdo
podíamos registrar las sensaciones físicas, las emociones y el grado de
perturbación, para posteriormente aplicar las técnicas de reprocesamiento
como el tapping, los sets o movimientos oculares rápidos y la música de
estimulación bilateral, entre otras metodologías.
El resultado fue que “A” se sintió muy liberado. Con sus propias palabras,
“era como si todo aquello que me había causado tanto dolor y tanto miedo
ahora quedaba como una película en blanco y negro”. Lo que hicimos en
sesión no fue borrar los recuerdos, sino liberar sus emociones y
reinterpretarlos, desde una posición de calma, recursos y superación.
Llegó el día de la presentación y “A” estaba nervioso, pero no entró en
pánico. Sintió unos nervios adaptativos o preparatorios, y luego a los cinco
minutos de empezar la conferencia se calmó. Cuando terminó, recibió una
gran ovación de todo el público, sintiéndose aliviado y descansado.
“A” explica que no le gusta hablar en público y que las terapias no han hecho
que se vuelva un apasionado de la oratoria. Para él su objetivo era poder
cumplir con este día y que no sufriera en las próximas conferencias o
exposiciones.
El cambio fue total y pudo tomarse las reuniones de los lunes de otra manera.
Ahora sigue en la misma empresa, pero ya no tiembla ni sufre de tensiones,
cada vez que le proponen de dar una charla en público o de acudir a presentar
resultados en alguna junta.
La capacidad de liberarse de los miedos se encuentra en la neuroplasticidad,
que es la habilidad que todos/as tenemos de hacer adaptaciones en nuestro
cerebro y en sus conexiones neuronales. El cambio está dentro de nosotros/as.
Superar el miedo de ir al dentista
Quien no recuerda esas visitas al dentista donde en su sala de espera, oíamos
unos “terribles” ruidos de taladros y succionadores que, junto al olor a
desinfectante aséptico y a anestesia, nos hacía enfermar de miedo. La
mayoría de nosotros lo acabamos de superar como un trance necesario pero
molesto. Pero a otras personas, el simple hecho de pensarlo ya les pone
tensas, nerviosas y atemorizadas.
Este es el caso de una de nuestras pacientes que pudo superar ese miedo
gracias a las Terapias Neurocientíficas.
Aquí tienes el video para poderlo visionar:
https://www.youtube.com/watch?v=P_xtB_Mhhdw

El proceso es igual que en otro tipo de situaciones. Después de encontrar las


experiencias del pasado y las escenas o situaciones futuras (en este caso las
futuras operaciones al dentista), pasamos a liberar las experiencias con varias
de las técnicas anteriormente mencionadas.
Normalmente hay una red de recuerdos que puede ser más o menos extensa,
pero cada una de las vivencias contiene una carga emocional que hace que la
persona se active cuando piensa en estos temas.
El proceso es rápido y ágil lo que permite que la persona no tenga que estar
mucho tiempo esperando para dar el paso.
Lo sorprendente es que cuando uno se anima a experimentar el estímulo que
le causaba tanto temor se sorprendre la gran mayoría de las veces al descubrir
que ahora está tranquilo/a y con una tensión muy reducida, por no decir casi
nula.
No es que ahora le guste ir al dentista, simplemente que al liberar todas esas
escenas que estaban asociadas con el miedo, el dolor y el sufrimiento la
experiencia se acaba transformando.
Es como si hubiéramos soltado todo ese contenido perturbador para dejar las
escenas como mínimo neutras. Esta neutralidad permite que la persona pueda
contemplar esas situaciones sin ninguna clase de aprensión.
Muchas veces los pacientes pueden relatar que ahora esa situación la viven
como si fuera algo tan normal como ir a comprar el pan. O hay personas que
comparten que para ellas ahora esta situación ha tomado distancia. La
perciben como lejana y sin ningún tipo de activación física o emocional.
Estas pueden ser señales del trabajo que se ha producido y le permiten a la
persona poder hacer frente a aquello que tanto temía.
También un buen indicador puede ser cuando la persona habla en pasado.
Cuando utiliza expresiones como “antes me daba miedo”, o “hace unas
semanas no me planteaba pedir consulta”.
Estos son elementos que nos indican del cambio mental que ha producido la
persona.
Superar el insomnio
No dormir o dormir mal se está convirtiendo en un trastorno y una queja cada
vez más frecuente en consulta.
El insomnio se define como la dificultad para iniciar o mantener el sueño y
puede manifestarse como una dificultad para coger el sueño, despertarse
frecuentemente durante la noche o despertarse muy temprano por la mañana.
Las causas del insomnio son múltiples, las más habituales son por algún
problema en los neurotransmisores o por causas a nivel emocional.
El estrés es otro factor muy importante que puede ser temporal o crónico por
causas diversas como profesionales, económicas, familiares, relacionales,
sexuales, etc. También puede tratarse de estrés postraumático o
postoperatorio con dolores, entre otros.
Las alteraciones del sueño, cuando perduran y se hacen crónicas, implican
muchos problemas de salud física y mental. Las consecuencias van más allá
del cansancio diurno o de la irritabilidad.
Con las terapias neurocientíficas buscamos donde está el origen del trauma o
problema y desde ese punto se inicia el tratamiento con técnicas basadas en
los últimos descubrimientos en neurociencias.
Nuestro propósito: que la persona pueda vaciar su mochila emocional y de
este modo pueda volver a tener un sueño estable y reparador.
En el caso del insomnio trabajamos con M., una mujer la cual llevaba un año
y medio con dificultades a la hora de conciliar el sueño. Podía tardar más de
una hora en dormirse y luego tenía despertares a media noche.
Después de explorar sus escenas del pasado pudimos evidenciar que su madre
también había sufrido de insomnio. Habia una vinculación emocional
inconsciente con ella y esto aún estaba activo en su mente. También esta
persona tenía problemas en su trabajo que le generaban mucho estrés.
Cuando liberamos toda esta carga emocional M. sintió que podía dormirse
con más prontitud. También logró mantener el sueño toda la noche.
En este caso pudimos apreciar como había una fuerte carga emocional con
temas de su pasado y como una situación actual de estrés laboral le estaba
afectando en su descanso.
Si nos hubiéramos tal vez centrado sólo en el pasado o sólo en el presente/
futuro entonces quizás los síntomas del insomnio hubieran podido regresar.
De esta forma, pudiendo liberar toda la mochila nos aseguramos que la
persona pudiera obtener una mejora en su sueño.
Como podemos apreciar no tiene porque ser un solo evento el causante del
síntoma.
En ocasiones podemos usar la metáfora del vaso de agua para poder explicar
bien que ocurre en nuestra mente.
Imagina que tu tienes un vaso de agua y que está muy lleno. De repente cae
una gota más y se derrama.
¿Qué es el causante de que se haya derramado?
Hay mucha gente que podría responder que es debido a la última gota. Otros
dirán que se debe a que ya estaba el vaso previamente lleno.
Nosotros te diríamos que se debe a las dos respuestas anteriores.
Ahora vamos a concretar más este ejemplo. Si alguien ha estado sufriendo de
mucho estrés o de situaciones muy dolorosas a lo largo de los años y esta
persona no ha soltado todas estas emociones, puede que en el presente tenga
un gran problema o un conflicto que le genere un gran estrés. Pero si surgen
síntomas o sensaciones de malestar físico, mental o emocional, tal vez no
sólo se deba a lo que acaba de acontecer. Probablemente se deba a la suma de
todos los elementos que han estado influyendo negativamente en la persona.
Es por este motivo, que es importante hacer un buen trabajo para vaciar toda
la mochila emocional.
Crecer después del trauma

A lo largo de la vida podemos pasar por muchos sucesos traumáticos y


dolorosos. Por ejemplo, separaciones de los padres, muertes de familiares,
accidentes de tráfico, maltrato psicológico o físico, abusos, adicciones…
Estos acontecimientos de alguna manera van configurando nuestras
creencias, nuestros valores, nuestras conductas y comportamientos, en
definitiva, quienes somos.
Cuando la gente habla de los traumas o de estas experiencias que han causado
un gran dolor o pesar, suelen olvidarse de su lado positivo.
¿Pero es que a caso hay algún elemento positivo?
La respuesta es afirmativa. Se empieza a tratar cada vez más el concepto de
“crecimiento postraumático”, que plantea que la persona que ha sufrido un
trauma, puede llegar a concebirse a sí misma de una manera más fuerte y
segura, además de cambiar las relaciones con los otros, estrechando los
vínculos, y todo ello, acompañado también de cambios profundos en
cuestiones filosóficas, espirituales o religiosas.
Según Lawrence G. Calhoun y Richard Tedeschi (2009), profesores de la
Universidad de Carolina del Norte, el “crecimiento postraumático” es más
habitual de lo que nos imaginamos.
Cuando alguien es capaz de superar un trauma, su sistema neurobiológico se
adapta y se generan nuevas conexiones cerebrales que permiten hacer
aprendizajes, muchos de ellos positivos acerca de la propia persona, de los
demás y del entorno.
Estos mismos autores remarcan los beneficios de mejora de las relaciones en
general, una mayor percepción de las posibilidades de desarrollo personal,
una mejor apreciación de la vida, un sentido mayor de fortaleza personal y de
desarrollo espiritual. Los sujetos de traumas que han reportado un
“crecimiento postraumático” expresan que, dentro de la pérdida, se ha
generado también una ganancia de gran valor.
Por ejemplo, aquellas personas que han sufrido de una angina pulmonar
suelen dejar de fumar de inmediato. Otros casos serían los de las personas
que han sufrido un infarto de miocardio y como consecuencia cambian sus
hábitos alimenticios. O también las personas que tras un accidente
automovilístico ganan mayor consciencia de la importancia de una
conducción segura o de no tolerar ningún consumo de alcohol cuando se
conduce.
Los mismos autores afirman que tal crecimiento no es fácil ni libre de
sufrimiento. En una gran mayoría de ocasiones los efectos secundarios de un
trauma no tratado pueden persistir, además de la dificultad de adaptación a la
vida diaria del sujeto.
De esta manera un nuevo bloque de terapias basadas en los avances de las
Neurociencias, las Terapias Neurocientíficas o de Reprocesamiento, nos
permite poder superar los traumas. Su acción va directa al origen del suceso
perturbador y a través de sus diversas metodologías y herramientas,
ayudamos a activar los mecanismos cerebrales endógenos para que el propio
organismo sane.

Las emociones que no se trabajan quedan enquistadas y se activan los


mecanismos de defensa. Delante de un suceso doloroso, es habitual negar o
reprimir lo ocurrido. Esto lo único que genera es que esta emoción o herida
emocional quede grabada en nuestro organismo pudiendo afectarnos en
nuestro día a día. También estas emociones congeladas pueden actuar como
si fueran una bomba de relojería, estallando en el momento más
insospechado.
Por ejemplo, una persona que no ha resuelto el duelo por la muerte de un
familiar, puede negar que sienta tristeza o dolor al pensar en su padre.
Entonces esta persona puede seguir en su día a día evitando cualquier
elemento que le recuerde la figura de su padre. Más adelante, puede ocurrir
que un suceso que no tenga aparente conexión, como por ejemplo la muerte
de una mascota o una discusión de pareja, active ese recuerdo doloroso no
procesado y que la persona se extrañe por su alta labilidad o alteración
emocional. Aparentemente los dos episodios están desconectados, pero
quizás hay algún nexo o asociación. Lo que sí que es evidente es que el
trauma sigue presente en la persona al igual que sus síntomas, que pueden
aflorar en toda clase de manifestaciones.
También hay personas a quienes los traumas les afectan a nivel corporal.
Pueden ser tensiones en la espalda, migrañas o dolores estomacales que
aparecen a partir del suceso. La persona puede continuar con sus rutinas
habituales, negando cualquier relación y cuando sucede algún acontecimiento
que puede estar ligeramente vinculado, estos dolores se intensifican.
De aquí la importancia de poder trabajar los traumas o las vivencias
dolorosas, ya que dentro del “crecimiento postraumático” habría también un
apartado de liberación física o corporal.
La modificación o reducción de las somatizaciones pueden ser también un
buen indicador de que la experiencia ha empezado a ser reprocesada y que
por lo tanto se está produciendo el “crecimiento postraumático”.
A modo de conclusión, el psiquiatra y fundador de la Logoterapia, Viktor
Frankl sería un ejemplo de “crecimiento postraumático”. Cómo superviviente
de un campo de exterminio, él expresaba su superación del trauma así:
“No existe ninguna situación en la vida que carezca de auténtico sentido.
Este hecho debe atribuirse a que los aspectos aparentemente negativos de la
existencia humana, y sobre todo aquella trágica triada en la que confluyen el
sufrimiento, la culpa y la muerte, también puede transformarse en algo
positivo, en un servicio, a condición de que se salga a su encuentro con la
adecuada actitud y disposición.”
En su caso, obtuvo muchos aprendizajes de lo que vivió y además le sirvió
para poder generar una nueva corriente dentro de la Psicología que ayuda a
las personas a encontrar su sentido en la vida.
En el caso de los supervivientes del Holocausto, hubo muchos que sufrieron
de traumas para toda la vida, pero también hubo que trabajaron para poder
superarlos y dar un nuevo sentido en su vida.
En la actualidad el EMDR y otras de estas Terapias Neurocientíficas son
empleadas con militares que han regresado de la guerra, con personas que
han sufrido de desastres naturales e, incluso con personas que han sido
víctimas de ataques terroristas.
Estos ejemplos nos animan a crecer después de haber sufrido cualquier clase
de traumas.
9. El cerebro feliz
Hoy en día la palabra “Felicidad” está de moda. No lo vamos a negar.
Vivimos en un siglo donde los avances científicos y tecnológicos nos han
aportado y nos aportan una gran comodidad. Disponemos de muchas
facilidades que nuestros abuelos/as no podrían casi ni creer. Aun así, las
estadísticas sobre el aumento de las enfermedades mentales y sobre los
trastornos psicológicos son alarmantes. A nivel mundial, la Organización
Mundial de la Salud (OMS) contempla que unos 700 millones de personas
en todo el mundo sufren de desórdenes mentales y neurológicos, 30
millones en Europa y más de 500.000 personas en España.

¿Dónde encuentro la felicidad?

El problema es que el foco de atención, según nuesta opinión, no está bien


orientado. Pensamos que la felicidad está allí a fuera: en nuestras redes
sociales, nuestros robots aspiradores, nuestras series y películas, nuestras
cenas en restaurantes elegantes… En todo lo que parece que nos hace una
vida más fácil y simple. ¿Pero y si la felicidad fuera un estado o una
respuesta presente en nuestro cerebro?

Estos mismo avances científicos y tecnológicos nos han permitido generar


una serie de herramientas que nos facilitan el poder estudiar lo que ocurre
en el cerebro de una persona en vivo y en directo cuando está enfadado/a,
triste, ansioso/a, o, por el contrario, en estados de tranquilidad, calma y
felicidad.

Estos resultados son de un gran valor porque nos acercan más a los
estados naturales que todos podemos sentir para encontrarnos más felices.

Cuando se estudió a través de las técnicas de neuroimagen al hombre más


feliz de la tierra, el monje Matthieu Ricard, demostró que su corteza
cerebral izquierda (la que concentra las sensaciones placenteras) disponía
de mayor actividad que su corteza derecha (la que concentra las
sensaciones de tristeza o miedo).

Esto nos indica que quizás la felicidad está más cerca de lo que pensamos.
Concretamente la tenemos en nuestra cabeza.

No hace falta que nos volvamos monjes o ascetas, o que nos retiremos a
una cueva. Podemos ser cada día un poco más felices si nos enfocamos en
conectar con todas estas emociones más positivas, a partir de toda clase de
ejercicios, rutinas o pautas. Por ejemplo, la psicoterapia es una vía para
también ayudarnos a conectarnos con nuestros recursos y fortalezas y
poder también sanar y liberarnos de nuestras emociones más negativas.
Con las Terapias Neurocientíficas, a lo largo de estas páginas, ya hemos
podido aprender que también nos pueden facilitar el alcanzar nuestra
felicidad.

A lo mejor sólo hemos de dirigir la mirada hacia nosotros/as, hacia


nuestros sentimientos, nuestros pensamientos y decidir querer hacer crecer
aquello bueno que todos/as tenemos. Es una cuestión de práctica, pero los
beneficios son enormes.

Quizás la auténtica felicidad ya está a nuestra disposición si nos damos el


permiso.
La felicidad de nuestro cerebro

Podemos entender la felicidad como un estado mental en el cual se dan toda


una serie de reacciones neuroquímicas. Por ejemplo, hay un aumento de
hormonas como son: la dopamina, la serotonina, la oxitocina o las endorfinas
(Breuning, 2015). De esta manera, aunque cada persona tiene su propia
definición de felicidad, sí que existe un estado cerebral que puede ser
compartido por todos/as.
Pongamos como caso aquella pareja que acaba de tener un bebé,
probablemente si les preguntas si son felices te responderán que sí, ya que el
nacimiento de un hijo/a genera toda una serie de reacciones neuroquímicas en
las que están implicadas las hormonas anteriores.
Lo mismo ocurriría si le preguntas a alguien que acaba de irse de vacaciones
a ese lugar donde hacía tantos años que quería ir. O a la persona que acaba de
terminar esos estudios que tanto le costaron de lograr.
La diferencia será el grado y la intensidad en la que estas sustancias se
encuentran presentes en el organismo de esa persona. Esto hará que cada
persona, en sus circunstancias, viva la felicidad de una manera distinta, pero
químicamente muy parecida.
Podemos cambiar nuestros estados de felicidad

Aun así, la felicidad se puede generar y trabajar a través de nuevas acciones y


hábitos. A continuación, vamos a compartir algunas pautas que podemos
aplicar en nuestro día a día. Estas prácticas servirán como un complemento a
las terapias anteriormente mencionadas.

Uno de los primeros pilares que podemos cambiar son nuestras expectativas.
En la obra el “Algoritmo de la Felicidad” (Gawdat, 2017), el autor nos
plantea la fórmula de equilibrar nuestras expectativas en relación a la
realidad. Cuando existe una gran diferencia entre lo que esperamos que
ocurra con lo que finalmente acaba pasando (eventos) entonces generamos
todo un conjunto de emociones o sentimientos vinculados con la frustración,
la tristeza, la apatía, la rabia…
Estas emociones acaban también originando toda una serie de sustancias
cerebrales que se vinculan con estados de bloqueo, estrés o desactivación
(por ejemplo, las hormonas del cortisol). Si cada vez que vas a tomar un tren
o un autobús sabes que vas a llegar tarde, toma el anterior o no te pongas
reuniones a primera hora.
Otro aspecto para incrementar nuestra felicidad es el de mantener en unos
niveles elevados de satisfacción áreas personales como: el amor, el sexo, el
trabajo (alineado con nosotros), la economía personal, nuestro ocio (sobre
todo que podamos reír) y la amistad. Estas áreas según el neurocientífico
Dean Burnett (2018) son capaces de ayudarnos a cambiar la neuroquímica de
nuestro cerebro.

También podemos seguir los consejos de la neurocientífica Wendy Suzuki


(2016), quien nos sugiere que añadamos ejercicio diario a nuestras vidas, la
práctica de la meditación o mindfulness y la acción o compromiso para
mantenernos activos/as.
Según comenta, con estas prácticas podemos mejorar nuestras conexiones
cerebrales, generar estados de calma y satisfacción y a la vez disfrutar de las
hormonas del placer.
Cuidado con los engaños de la felicidad

Por otro lado, no todo es tan fácil y sencillo. Gracias a las aportaciones del
escritor especializado en ciencia David DiSalvo (2011) nos advierte de
algunos engaños que nos genera nuestro propio cerebro y que nos dificultan
el ser felices. Por ejemplo, cuando escogemos el placer inmediato podemos
encontrarnos con una insatisfacción muy elevada en el futuro. Si decidimos
posponer nuestras obligaciones (estudio o trabajo) y decidimos pasárnoslo
bien (ir al cine o salir de fiesta, en su lugar), esta felicidad momentánea, no
nos compensará el sufrimiento de no alcanzar nuestras metas (posible
suspenso o despido).

Además, tenemos que tener presente que cuando nos centramos en


expectativas demasiado elevadas, lo que podríamos llamar “un exceso de
optimismo”, podemos entonces padecer de mayor infelicidad. La creencia de
todo irá bien sin ninguna razón o justificación puede ser dañina. Se ha
estudiado como los niveles de optimismo no realista pueden llegar a
causarnos mucho malestar emocional (Sharot, 2011). Esto se debe a todos los
efectos o consecuencias que luego se acaban generando.

También es interesante la aportación del autor Raghunathan (2016), que


desmonta la correlación de dinero y felicidad. Él afirma que el dinero es un
elemento higiénico que nos permite sentirnos satisfechos, pero que a partir de
cierto nivel no aporta más felicidad. Sí que nos ayuda a sentirnos más felices
cuando estamos realizando actividades solidarias o altruistas. Este tipo de
acciones generan también hormonas vinculadas con la felicidad. Y luego
aboga por la aceptación de la incerteza como una manera de poder lidiar
mejor con todos los eventos que nos ocurren.

La incerteza es quizás uno de los elementos que más malestar puede llegar a
causar a los seres humanos. El no saber, en la antigüedad, podía equivaler a
acabar muriendo. Ahora en el presente no tenemos tantas amenazas mortales,
pero sí que es verdad que nuestro cerebro sigue funcionando de la misma
manera que hace miles de años. Esta diferencia de realidades causa que en el
presente sigamos sufriendo por la incerteza.

Así que aprender a gestionar esta sensación puede ser una forma de poder
equilibrar nuestra vida y llegar a sentirnos mucho más satisfechos con
nosotros/as mismos/as.
La felicidad en tu cerebro

Una vez exploradas las dos corrientes de cómo podemos hacer que nuestro
cerebro sea más feliz, y descartar aquellas falsas premisas o elementos que no
nos ayudan, nos quedamos con el concepto de Neuroplasticidad. Este término
significa la capacidad que tiene nuestra estructura cerebral de hacer nuevos
aprendizajes y de cambiar su forma. Como resultado de esta capacidad
cerebral, los seres humanos disponemos siempre de margen para mejorar,
para transformarnos, para crecer y desarrollarnos.

Es cuestión de que cada persona asuma su responsabilidad y pueda seguir


algunas pautas a diario, no de forma puntual y espontánea. Esto es lo que
marcará la diferencia entre tener un cerebro más o menos feliz. Y también así
podemos desechar las fórmulas rápidas o milagrosas, que la ciencia ya ha
empezado a desmentir.
La neuroquímica de la felicidad

Muchas veces nos sentimos abatidos, sin ganas de hacer nada...


Son esos días donde nos decimos que no estamos de humor, que nos sentimos
sin fuerzas...
¿A qué se deben estos estados?
Hay muchas maneras de abordar la motivación y los estados emocionales,
pero vamos a compartir una mirada desde las Neurociencias.
Sabemos que existen todo un conjunto de hormonas que afectan a nuestra
felicidad o a nuestros niveles de energía o de emocionalidad. Según la
investigadora Loretta Breuning (2012), nuestra felicidad podría basarse en la
combinación de cuatro hormonas.

Estas hormonas son:

• La dopamina.
• La serotonina.
• La oxitocina.
• Las endorfinas.

La dopamina es una hormona que se vincula con el placer de obtener una


recompensa o un beneficio. Podemos obtenerla con facilidad cuando
comemos, practicamos sexo o cuando vemos un vídeo o una película que nos
gusta.

La serotonina es la hormona que más comúnmente se ha asociado con la


felicidad, aunque no es la única. Esta sustancia es la encargada de
recompensar nuestro estatus social y el sentimiento de orgullo y de
valoración en un entorno social. Podemos obtener más de ella cuando
recibimos comentarios positivos por parte de nuestros compañeros o cuando
alguien nos indica que le ha gustado una de nuestras fotografías en las redes
sociales.

La oxitocina es una hormona que regula nuestros vínculos más cercanos.


Cuando recibimos un abrazo, un beso, o una caricia, estamos generando más
de esta sustancia. Su principal función es la de fortalecer nuestras relaciones
más cercanas. Por esta razón cuando una mamá acaba de dar a luz, sus
niveles de oxitocina aumentan como una medida de unión con su bebé.

Las endorfinas son las hormonas que hacen de calmantes naturales. Se


liberan con facilidad cuando practicamos deporte y nos ayudan a poder
sentirnos mejor, más relajados y a la vez a sentir menos dolor o molestias.

Todas ellas contribuyen a aumentar nuestra percepción de sentirnos felices.


El problema es cuando nos volvemos adictos a una serie de conductas que las
generan y entramos en un patrón de círculos viciosos. Por ejemplo, cuando
nos volvemos adictos al chocolate, a los "selfies" (fotos y videos online), a
las relaciones tóxicas o al deporte insano.

Por esta razón se recomienda explorar alternativas saludables que nos puedan
ayudar a generar las mismas respuestas neuroquímicas.

Por ejemplo: marcarse metas o desafíos asequibles, aprender nuevas


aficiones, realizar desafíos mentales (dopamina); ayudar a los demás,
colaborar como voluntario/a, ofrecer tu conocimiento en alguna materia
(serotonina); pasar tiempo con tus amigos, dedicar espacio a tu familia, darte
un masaje en pareja (oxitocina); practicar deporte de manera sana, salir a
bailar, en definitiva, mover el cuerpo saludablemente (endorfinas).

Tal como hemos comentado, este planteamiento es sólo un prisma o posición


desde la que podemos estudiar y contemplar nuestra felicidad. Aun así, es
una postura muy interesante ya que nos acerca a un saber que sigue siendo un
misterio: el conocer mejor nuestro cerebro y su funcionamiento.

No es la única postura desde la que podemos estudiar nuestra felicidad. Ya


los antiguos griegos se planteaban qué era la felicidad y como podían ser más
felices. La diferencia con la era actual es que la ciencia y la tecnología están
permitiendo que tengamos más evidencias acerca de cómo nos sentimos
cuando estamos felices. Estos descubrimientos nos permiten poder crear
estrategias prácticas para poder mejorar nuestras vidas.

Así la autora (Breuning, 2012), recomienda que en primer lugar te des cuenta
de cuáles son tus rutinas o patrones. A veces, no somos del todo conscientes
de lo que estamos haciendo. Simplemente nos sentimos satisfechos sin
conocer del todo cuáles son estas rutinas.

Hay personas que no se dan cuenta de que cuando están nerviosas lo que les
calma es comer helado o dulces, hasta que empiezan a engordar. Aquí es
donde reside el punto de ganar consciencia para sustituir estas conductas por
otras que sean más saludables. Y a la vez, que estas nuevas acciones puedan
generar los mismos niveles de hormonas que las conductas del pasado. Si no
buscamos una conducta o hábito que sea un buen sustituto, entonces
volveremos a recaer y a reincidir en nuestros hábitos perjudiciales.

Esperamos que puedas empezar a hacer uso de los consejos que plantea la
autora para así poder aumentar tus niveles de felicidad. El cambio está en la
decisión de querer sentirte mejor. Y recuerda, no es lo que haces una única
vez, sino la perseverancia y la rutina de mantener todas estas actividades o
propuestas. ¡Tu felicidad está más cerca de lo que crees!
Entrena tu cerebro para ser feliz

Con el buen tiempo son muchas las personas que empiezan a hacer dietas y a
apuntarse al gimnasio. Existe un gran deseo para poder sentirnos más a gusto
con nuestros cuerpos.

¿Pero podemos hacer lo mismo con nuestro cerebro?

¿Podemos entrenar nuestro cerebro?

¿Es posible ser más felices con este tipo de entrenamientos?

Los estados de felicidad


Existen muchas definiciones de felicidad, tantas como personas habitan en
este planeta. Pero podemos contemplar también la felicidad como un estado
mental, formado por emociones como: la alegría, el optimismo y la serenidad
(entre algunas de ellas). Estos estados y emociones son comunes a todos los
seres humanos y podemos trabajar para acercarnos a ellos.

En primer lugar, debemos ganar más consciencia de cuáles son nuestros


estados emocionales en el momento presente.

A veces, se hace difícil pararse y simplemente darse cuenta de: ¿cómo me


siento ahora?

Puede que sólo nos preguntemos acerca de nuestros sentimientos o


emociones cuando estamos desbordados, pero a lo largo del día son muchas
las sensaciones que podemos experimentar.

Una vez reconocemos como estamos, por ejemplo: “me siento alegre”, “me
siento estresada”, “me siento contento” … Esto nos lleva a poder plantearnos
un cambio en estos mismos niveles de emocionalidad.

Las rutinas del día a día


Para ello tenemos que reconocer si estamos en algún tipo de rutina o hábito
de conducta. Por ejemplo, si te das cuenta que te sientes nervioso/a, puede
que reconozcas que estás yendo a trabajar cada mañana con un margen de
tiempo muy justo, con lo que estás continuamente sufriendo por llegar a la
hora adecuada. Estos estados mentales y emocionales son los que nos restan y
nos alejan de nuestra felicidad.

Si queremos ser felices tenemos que orientarnos hacia estados mentales y


emocionales que nos permitan sentirnos bien. No es cuestión de bloquear las
emociones que no nos gustan, sino aceptarlas como emociones y sentimientos
naturales, y luego dirigir nuestra atención hacia otros estados más positivos.

Rutinas de felicidad
A la larga somos seres de hábitos y rutinas. Para ello podemos entrenar
nuestro cerebro para que siga unos mejores patrones de pensamiento y
comportamiento.

Por ejemplo, hay actividades que nos ayudan a conectarnos con la alegría,
con el optimismo y con la serenidad, como serían el leer un buen libro o
escuchar tu música favorita, el charlar con un buen amigo/a, meditar o
tomarte un baño relajante.

Estas actividades no son difíciles de hacer, nos cuestan porque muchas veces
vamos con el piloto automático y no nos damos el permiso para cuidarnos.

El cerebro humano necesita un tiempo para habituarse a nuevos hábitos o


rutinas. Este periodo de adaptación es el que hace que sea difícil a veces de
mantenernos firmes en nuestros propósitos de cambio. Pero una vez
incorporamos un nuevo hábito entonces, al estar nuestro cerebro
acostumbrado, nos es más fácil de mantenerlo. Si son hábitos que nos hacen
sentir más felices a la larga nos ayudarán a mejorar nuestro estado de ánimo.

Quizás meditar un día no te hace una persona muchísimo más feliz, pero a la
larga, cada día puedes ir sintiéndote un poco mejor, hasta que instaures ese
nuevo hábito.

O también tenemos el caso de las personas que deciden salir a correr o a


hacer deporte. Quizás en la primera semana no notarán grandes cambios, pero
con el tiempo sí que van a sentirse mucho mejor consigo mismos/as.

Educar al cerebro para la felicidad


Esta es la clave de la felicidad, enseñar a nuestro cerebro esas pautas y rutinas
para que cada día podamos crecer un poco más.

Cuando tengamos instaurados todos estos nuevos hábitos, entonces será


mucho más fácil de mantenerlos. Al crear una rutina a nivel neurológico se
han formado unas conexiones neuronales mucho más resistentes y esto
permite que podamos acceder a estas funciones o pautas de una manera fácil
y simple. Sería lo que se denomina un proceso de automatización.

Cada vez que repitamos estas mismas conductas generaremos una activación
neuronal de las mismas áreas cerebrales y de las mismas neuronas,
reforzando más estas rutas de información. Por esto es tan fácil para alguien
que lleva meditando dos meses, dedicarse unos minutos al día para centrarse
en sí mismo/a y tan difícil para alguien que acaba de empezar.

Está en tus manos generar todas estas nuevas rutinas positivas. Tú puedes
conectarte con esta felicidad y hacer que tu cerebro se convierta en tu gran
aliado.
¿Entonces, qué podemos hacer?

Si conocemos como funciona nuestro cerebro y cuáles son las respuestas de


nuestro organismo a diversos estímulos o sucesos, podemos plantear algunas
acciones beneficiosas.
Algunos consejos a seguir para poder conectarnos más con nuestra felicidad,
entendiéndola como un estado mental de tranquilidad, alegría y/o calma…
(conjunto de emociones activadas a la vez), son:

#1. Busca maneras de liberarte del estrés.


Un cerebro estresado es un cerebro infeliz. Podemos soltar grandes niveles de
tensión a través del deporte, del humor, o mediante prácticas creativas que
nos ayuden a relajarnos como el arte o la música.

#2. Mantén relaciones sanas y positivas.


Somos seres sociales y el contagio de emociones nos afecta. Así que rodéate
de personas que te hagan sentir bien. Esto activará zonas cerebrales de placer
y de satisfacción.

#3. Visualiza espacios o recuerdos positivos.


Con la mente podemos crear realidades que nos conecten con emociones o
sentimientos de paz, amor, tranquilidad… A través de la mente podemos
viajar en el tiempo y en el espacio.

#4. Utiliza la música para poder cambiar tus estados de ánimo.


Hay música que nos puede facilitar el relajarnos o calmarnos. Hacerte una
lista personalizada de canciones relajantes nos puede ser de gran utilidad.
Cuando aplicamos las Terapias Neurocientíficas hacemos uso con nuestros
pacientes de la “Música de Estimulación Bilateral”, la cual ayuda a que el
cerebro se libere del estrés y de las perturbaciones.

#5. Practica la meditación o el “mindfulness”.


Cuando estamos centrados en el aquí y en el ahora ayudamos a que nuestra
zona del cerebro llamada prefrontal (encargada de la planificación y de la
organización de las acciones) pueda relajarse. Así, dejamos de pensar en lo
que nos preocupa de nuestro futuro y podemos respirar con tranquilidad.

Obviamente todos estos consejos no aportan la felicidad inmediata y para


siempre. Son prácticas que podemos incorporar de manera diaria, como un
gimnasio.

Al igual que no obtenemos un cuerpo fuerte y robusto yendo un par de veces


a entrenar, lo mismo ocurre con nuestra felicidad. Debemos hacer un trabajo
rutinario para poder ir conectando con estos estados de emociones más
positivas.

Con el paso del tiempo descubriremos como nuestros niveles de felicidad


aumentan gracias a la persistencia. También un aspecto positivo es que no
hace falta esperar meses para sentirnos más felices. Podemos empezar a
sentirnos mejor con nosotros/as mismos/as y con nuestro entorno en el mismo
momento en el que los ponemos en práctica.
¿Por qué se vuelve tan difícil ser felices?

La respuesta es que no estamos programados para ello. Biológicamente tu


organismo sólo busca tu supervivencia. Le da igual si eres más o menos feliz,
lo que prefiere es que no te coma un león (siguiendo con el ejemplo de los
capítulos anteriores). Bien, quizás este era el planteamiento del hombre/mujer
del paleolítico, pero en la actualidad sigue vigente. Quizás no temes tanto al
león, pero su versión actual podría ser un despido, una separación o la
pérdida del respeto por parte de tus hijos/as (tal como describimos
anteriormente).
Así que quizás no hace falta que busques más, tienes la felicidad más cerca
de lo que nunca has imaginado. Sólo necesitas ganar consciencia de que tú
puedes hacer los cambios necesarios para acercarte más a estos estados de
felicidad.
En el mismo momento en el que tú decidas que vas a ser más feliz, ya va
estar sucediendo en tu vida. De lo contrario, sólo va a ser un horizonte lejano.
Cada vez que busques la felicidad en el exterior, esta se alejará de ti. No
corras a alcanzar la felicidad, párate y decide ser más feliz ahora mismo.

Ya estamos entrando en las fases finales de esta obra, y lo que sí queremos es


que hagas una pausa.
Sí, queremos que te pares y que antes de seguir leyendo practiques o pongas
en uso alguno de los consejos que te hemos mencionado a lo largo de estas
páginas.
Puedes, por ejemplo:

- Pedir ayuda.
- Empezar a meditar.
- Salir a pasear o a practicar deporte.
- Dar un abrazo a alguien.
- Escuchar tu música favorita.
- Visualizar un paisaje agradable.
- Sonreir delante del espejo.
- Llamar a un buen amigo/a.
-…

¿Lo tienes? Entonces puedes seguir leyendo.


La felicidad fácil o duradera

La Neurociencia ha demostrado que tenemos una serie de estados


emocionales como son la alegría, el amor, la satisfacción y el placer, por
poner algunos ejemplos, que nosotros/as etiquetamos como felicidad (de
manera combinada o de manera individual).
Estos estados se generan a base de unas reacciones neuroquímicas que
generan cambios estructurales en nuestro propio cerebro y en todo el
conjunto de nuestro organismo (esto lo hemos podido ir evidenciando en las
páginas anteriores).
Por ejemplo, cuando estamos enamorados se elevan los niveles de algunas de
estas hormonas, como es el caso de la oxitocina; cuando comemos chocolate,
nuestra dopamina aumenta; cuando recibimos un cumplido de un
compañero/a podemos obtener un mayor nivel de serotonina; y cuando
volvemos a casa después de una sesión de gimnasio
nuestras endorfinas invaden nuestro cuerpo.
Todas estas hormonas generan una serie de cambios en nuestro cuerpo a nivel
biológico y acaban también originando cambios en nuestras emociones y en
nuestros pensamientos. El hecho de disponer de un incremento en
nuestra oxitocina hará que nos sintamos mucho más cómodos/as con la
presencia de la persona o personas queridas, sentiremos más confianza,
tranquilidad y alegría y tendremos pensamientos o ideas más optimistas y
positiva.
Lo importante es tener presente como estos estados pueden acercarnos a la
felicidad de una manera más funcional. Podemos practicar conductas como la
ingesta compulsiva, el hacernos fotos y videos obsesivamente para colgarlos
en las redes, el practicar deporte de manera insana o mantener relaciones
tóxicas como una forma de obtener esta supuesta felicidad, pero a un precio
muy elevado.
Todas las anteriores conductas mencionadas acabarán por generar las mismas
sustancias, pero a un precio muy elevado. Y, además, la persona se puede
volver adicta a estas rutinas o hábitos negativos.
Este es el problema de buscar la “felicidad fácil”, la supuesta vía corta para
llegar a esos estados mentales y emocionales que nos hacen sentir bien a un
elevado coste.
En lugar de buscar la felicidad por estos senderos quizás podemos explorar
otras rutas. En estos casos es cuando un psicólogo/a, un terapeuta, o un coach
podría ayudarte para que pudieras conocerte mejor, saber realmente tus
necesidades, tus deseos, cambiar tus hábitos, tus pautas… Para que pudieras
así llegar a un nivel de “felicidad más auténtica” o “felicidad duradera”.
También el conocimiento que nos aportan las Neurociencias es de gran
utilidad ya que comprendemos mejor nuestro cerebro, como funcionamos y
cómo podemos así sacarle un máximo provecho.
No son decisiones fáciles, pero paso a paso lo podemos lograr. Estar cada vez
más cerca del sendero de una felicidad más real y más verídica.

Tú puedes iniciar este nuevo camino, quizás pidiendo asesoramiento y


marcándote pequeños pasos a diario.
10. Conclusiones
Las Terapias Neurocientíficas o de reprocesamiento están cada vez más
presentes en la comunidad científica, aumentado el número de publicaciones
y estudios científicos. Aún así el número de trabajos aún es inferior en
comparación a terapias más convencionales como la corriente Cognitiva-
Conductual. El gran crecimiento de estas terapias también requiere de una
correcta supervisión para que los estudios cumplan con una validez y una
fiabilidad científica.
En el caso de las Terapias Neurocientíficas, muchas investigaciones se están
acompañando de pruebas de neuroimagen que permiten poder detectar los
efectos directos en el cerebro. Este factor aporta un gran valor a los estudios,
reforzando sus fundamentos científicos.
Se ha encontrado una predominancia de estudios y trabajos acerca del
EMDR ®, en segundo lugar, del Coaching Wingwave ®, en tercer lugar, del
Brainspotting, y en el caso de las TIC sólo se hallaron libros de texto
específicos que avalan sus bases científicas, siendo las TIC la terapia que más
verificación científica requiere aún.
Cada vez más estas terapias empiezan a estar presentes en centros de salud
públicos como hospitales, clínias o centros terapéuticos.
El EMDR® está reconocido por la OMS y en los manuales DSM y se
práctica en algunos hospitales. Además, el EMDR® se emplea en centros
sanitarios de España y con resultados óptimos (Lago & Larraz, 2012).
También confiamos que en los próximos años el crecimiento de estas terapias
tanto en número de trabajos científicos como de investigadores
comprometidos con su evaluación crezca exponencialmente. Esperamos que
esta obra sea de ayuda para que estas terapias dispongan de una mayor
promoción y aparezcan futuros estudios.

En lo que respecta a la Neurofelicidad, cada vez hay más personas que están
vaciando sus mochilas emocionales. Como resultado estos individuos se
están sintiendo más libres, tranquilos/as, relajadas. En definitiva, se
encuentran en unos estados emocionales muy cercanos a la felicidad.
La “felicidad” la podríamos definir como un estado en donde el pasado no
nos duele, o no nos duele tanto; en el presente estamos tranquilos; y el futuro
se siente como esperanzador.
Y para llegar a ese estado podemos hacerlo por muchas vías. Y a través de las
Neurociencias, tal como has podido evidenciar podemos realizarlo gracias a
las Terapias Neurocientificas.
Esperamos que tras haber leído este libro te animes a poder pasar por un
proceso de cualquiera de estas terapias.
– EMDR® (Desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares).
– Coaching Wingwave®.
– Brainspotting®.
– TIC® (Técnicas de Integración Cerebral).
– OWL THERAPY® (Observe the waves link).

O que puedas aplicar cualquiera de los otros consejos, pautas o ejercicios que
hayas podido encontrar en estas páginas.

¡Deseamos que llegues a ser feliz!


Antes de terminar, queremos dejar bien claro…

No borramos los recuerdos

Imagina por un momento que se ha inventado un dispositivo que permite


poder borrar los recuerdos del pasado. Piensa en una máquina capaz de
eliminar todas aquellas experiencias dolorosas, de sufrimiento y de
perturbación.

¿Qué borrarías?

Quizás en alguna ocasión te has planteado como poder olvidar una


experiencia que te ha marcado negativamente… Hay algunos estudios que
empiezan a hacer uso de algunos psicofármacos para dificultar la
consolidación de recuerdos después de accidentes o de experiencias muy
dolorosas.

Nosotros no estamos a favor del olvido, sino del aprendizaje y la superación


post traumática. Cada vez que superas una experiencia dolorosa esta
experiencia te aporta un aprendizaje, un desarrollo como persona y a la vez te
ayuda a tener una mayor consciencia y comprensión sobre ti y el mundo que
te rodea.

¿Y qué pasa cuando no se supera?

Aquí es cuando tenemos el problema. Las personas no quieren borrar los


recuerdos superados de experiencias duras y difíciles. Porque estas ya se
encuentran integradas. Ya no generan ningún daño cuando se rememoran. El
problema es cuando existen recuerdos post traumáticos que persisten en la
memoria y nos siguen haciendo daño. Estas vivencias son ejemplos de
situaciones que no hemos superado.

Con las Terapias Neurocientíficas, tal como hemos relatado a lo largo de


todos estos capítulos, podemos llegar a integrar estas experiencias que quizás
aun nos siguen causando dolor.
Lo importante es tener presente que somos quienes somos por las
experiencias que hemos vivido y por lo que hemos aprendido de ellas. Así
que más que borrar los recuerdos, plantéate si quieres o no superarlos para así
sentirte en paz.

Quizás algún día inventen una máquina capaz de borrar de manera selectiva
todas aquellas experiencias que tú elijas. Será entonces el momento cuando tú
vas a tener que elegir.

¿Quién quieres ser?

Nosotros elegimos ser nuestros recuerdos, nuestros aprendizajes y nuestras


vivencias superadas. No es un camino fácil, pero es un camino que puede
reconfortarte y hacerte sentir orgulloso/a de haber sido valiente y de haber
afrontado tus fantasmas.
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EMDR. Barcelona: Kairós.
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mundo interior: una introducción a la neurociencia de la experiencia
subjetiva. Ciudad de Mexico, México: Fondo de Cultura Económica.
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Integración Cerebral y Técnicas Basadas en la Energía Fundamentos
Teóricos y Trastornos de Ansiedad. Buenos Aires: TdeA Ediciones.
Solvey, P., & Solvey, R. D. (2008). Terapias de avanzada. Vol 2. Técnicas de
Integración Cerebral y Técnicas Basadas en la Energía Trastornos
Somáticos y Otras técnicas. Buenos Aires: TdeA Ediciones.
Solvey, P., & Solvey, R. D. (2008). Terapias de avanzada. Vol 3. Técnicas
basadas en la Energía. Buenos Aires: TdeA Ediciones.
Solvey, P., & Solvey, R. D. (2008). Terapias de avanzada. Vol 4. EMDR:
Avances en Teoría y Técnica. Buenos Aires: TdeA Ediciones.
Solvey, P., & Solvey, R. D. (2008). Terapias de avanzada. Vol 5. Abordajes
en EMDR. Buenos Aires: TdeA Ediciones.
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dos estudios de caso. Revista de Psicoterapia. Vol.26, no101, pág. 161-
178.
12. ANEXOS

EMDR

https://www.emdria.org/

https://www.emdr-es.org/
Shapiro, F. (2010). E.M.D.R Desensibilización Y Reprocesamiento Por
Medio Del Movimiento Ocular. México, D.F.: Editorial Pax México

Coaching Wingwave
https://wingwave.com/es/
Besser-Siegmund, C & Siegmund, H. (2011). Coaching wingwave: PNL,
feedback muscular y reprocesamiento cerebral. Barcelona: Rigden

Brainspotting
https://brainspotting.com/
Grand, D (2014). Brainspotting: La técnica revolucionaria que logra un
cambio rápido y efectivo. Málaga: Sirio.
TIC

http://www.terapiasdeavanzada.org/
Solvey, P & Ferrazzano, R.C. (2008). Terapias de Avanzada. Vol1. Buenos
Aires, Argentina: TdeA Ediciones.
13. RECUERDA
Ahora que hemos llegado al final de este libro espero y deseo que hayas
podido comprender mejor como ser neurofeliz. Cuando uno/a trabaja con si
mismo/a se da cuenta de tantas cosas que puede cambiar. Seguro que ahora te
invade una sensación de satisfacción y de empoderamiento después de haber
descubierto a través de ¿QUIERES SER NEUROFELIZ? SUPERA EL
MIEDO Y LA ANSIEDAD

Si te fijas la gran mayoría de veces son nuestros frenos internos y no los


externos los que nos limitan. Aprender a cómo llegar a hacer una buena
gestión emocional es la clave.
Pero no todo está en la teoría. Es por esta razón que ahora te toca pasar a la
práctica. Todo lo que has aprendido a través de estas páginas está esperando a
que lo materialices.

La combinación de teoría y práctica es lo que nos permite crecer,


manteniendo a la vez la esencia de quién eres.
Si este libro ha generado un cambio en ti, por pequeño que sea…
RECUERDA darle voz.

¿CÓMO?
- CON UNA VALORACIÓN EN LA PLATAFORMA DONDE LO
COMPRASTE.
- CON UN COMENTARIO EN ESTA MISMA PLATAFORMA.
- COLGANDO UNA FOTO DE ESTA OBRA EN LAS REDES
SOCIALES.
- ETIQUETÁNDONOS: @ORIOLUGOREAL y a @ANA_FARRE
- ETIQUETANDO LA OBRA: #NEUROFELIZ
- COMPARTIENDO EL LIBRO CON TUS AMIGOS/AS Y FAMILIARES.
- ASISTIENDO A UNA CONFERENCIA O EVENTO GRATUITO DE
PRESENTACIÓN.
- PARTICIPANDO EN UN WEBINAR O SESIÓN GRATUITA DE
PRESENTACIÓN ONLINE.
- COMO TÚ QUIERAS

¿TE IMAGINAS UN MUNDO EN EL QUE LA GENTE LIBERARA SU


MOCHILA EMOCIONAL?

Sería fabuloso. Únete a esta propuesta.

TU TESTIMONIO PUEDE SER DE LO MÁS ÚTIL.

Y ya finalizando…

Podríamos terminar con la idea de que podemos estar toda una vida para
liberar nuestros traumas…
Pero ahora ya sabes que puedes lograrlo de forma mucho más rápida y ágil.

¡TÚ PUEDES, NO ESTÁS SOLO/A!


Todos los títulos publicados

- Coaching de Vida: Crecer, Estancarse o morir


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- 365 Consejos de Coaching para crecer cada día


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ebook/dp/B07WFBS7J6/ref=sr_1_1?
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- Hazlo simple, sé feliz


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- Coaching y Cuentos: Cómo crecer a través de los


relatos de siempre
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- Coaching y Creencias: Piensa y actúa para alcanzar el


éxito
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- Coaching Vocacional: Manual para encontrar tu
camino
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- Sé valiente. Relato para superar el miedo


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- Coaching y Felicidad. Aprendizajes de vida


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confinamiento: Cómo transformar la ansiedad e
incertidumbre en hábitos que te ayudarán a alcanzar tus
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día
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