Diálogo pastoral
DPE
SUMARIO: 1. Nociones. - 2. Cualquier definición incluye algunas
características comunes al diálogo pastoral. - 3. Negativamente podemos
relacionado con otros factores de ayuda espiritual. - 4. Sus contenidos. - 5. El
diálogo se sitúa en el conjunto de la acción pastoral. - 6. Complementa otras
instancias o mediaciones evangelizadoras y pastorales. - 7 Notas y actitudes
del acompañante en el diálogo pastoral. - 8. El diálogo pastoral como
encuentro de ayuda. Nueva metodología. - 9. Variedad de métodos. - 10.
¡Cuatro pasos o modalidades de presencia y de intervención en el diálogo
pastoral según el método Rogers-Carkhuff !1978). - Conclusión
Desde la encíclica Eclesiam suam de Pablo VI y la constitución
pastoral Gaudium et spes del Vaticano II el diálogo ha pasado a ser una
realidad pastoral de primer orden, un estilo común y la gran manera de
acercamiento de la Iglesia a la sociedad. Si Dios mismo se nos ha revelado
como comunión de amor y conocimiento, si el evangelio se presenta como
palabra de Dios al mundo, si el Redentor se presentó entre los hombres
dialogando con todos, la forma que ha de tener la presentación actual de su
voluntad y de su gracia es el diálogo. Es una clave y un estilo, antes incluso de
ser un método o una forma de acción pastoral. ¡Todo proceso evangelizador
tiene esta dimensión interna dialoga!, aunque éste no agote las formas de la
misión.
1. Nociones
Todo diálogo verdadero es un encuentro entre personas o grupos que
intercambian ideas sobre asuntos importantes para ambos. Para que sea
verdadero diálogo ha de ser sincero, libre, en busca de la verdad, con deseo
sincero de dar pasos hacia una mayor comunicación.
Pero si hablamos de diálogo pastoral añadimos una nota característica que lo
distingue:
Hay en él una dimensión sobrenatural, hay un tercero; de hecho, su fin es
buscar la voluntad de Dios y caminar hacia ella. Las diversas definiciones
incluyen estos elementos: "es una ayuda temporal e instrumental que una
persona presta a otra para que esta última pueda notar y experimentar la
acción de Dios en su vida y pueda responder mejor a ella" L. Ma. GARCÍA
DOMÍNGUEZ. Todos uno, n° 111 (julsept 1992), p. 12.
El diálogo pastoral puede abarcar amplias actividades e instituciones, pero en
general se reserva su noción para el ejercicio individual. De hecho, los diálogos
institucionales, doctrinales, ecuménicos, intercongregacionales o de otros
ámbitos eclesiales o ministeriales participan de estas notas, pero en grado y
condiciones diversas.
Simplemente podemos entenderlo como un servicio a la obra de la salvación o
como "la ayuda que un cristiano presta a otro para capacitar a dicha persona
en vistas a atender a la comunicación personal de Dios, y a responder a esta
comunicación, para crecer en intimidad con él y para vivir las consecuencias de
tal relación".
Cuando el creyente, a la búsqueda de la plenitud de la vida cristiana, recibe
una ayuda espiritual que le ilumina, le sostiene y lo guía en el discernimiento de
la voluntad de Dios para alcanzar la santidad, a ese diálogo lo venimos
llamando más propia y concretamente acompañamiento espiritual o dirección
espiritual (Ch. A. Bernard).
Aplicado a las necesidades de la juventud se describe como una "ayuda a
conocerse a sí mismo y sus posibilidades, a la búsqueda de la voluntad de Dios
en su vida, a superar los momentos de oscuridad y a valorar la progresiva
personalización de la opción fundamental". J. RAMÓN URBIETA, Bajo el
impulso del espíritu, SM, Madrid 1986, p. 46.
2. Cualquier definición incluye algunas de estas características comunes
al diálogo pastoral
Siempre su fin propio es responder a Dios. Pero esto puede acontecer en los
momentos iniciales de la conversión, en las fases críticas del camino cristiano o
en la búsqueda explícita de la unión con Dios y del más cercano seguimiento
de Jesús; puede reclamarse cuando entra en juego de modo central el valor
oración como compendio de valores trascendentes teologales, finales o
instrumentales.
En todo caso es una relación desigual, pues los papeles están, han de estar,
siempre claros y diferenciados, uno busca ayuda y otro la ofrece.
La atención en el diálogo pastoral no es sólo bipolar, como en cualquier
diálogo, sino que en éste interviene siempre un tercero: como horizonte de
llamada y como energía para la respuesta. No es sólo relación de ayuda,
psicoterapia, crecimiento humano, pedagogía... Hay en él propuesta de valores
objetivos cristianos. Cristo conocido como amigo y capaz de atraer es el
intérprete de este diálogo.
La ayuda del dialogo es ministerial: no crea el camino, lo sirve, no lo traza. Es
subsidiaria: ha de llegar a la madurez y a dejarle dócil bajo el señor. El diálogo
pastoral es como ejercicio de autoescuela: conducir y ser dócil a las señales
que aparecen en carretera desconocida pero de trafico real, no en lugar de
prácticas. Además es de noche y no se ven más que lo que alumbran los faros.
El sujeto de este diálogo no es únicamente el ministro ordenado. Todo cristiano
maduro está dotado de dones espirituales suficientes para prestar a otro esta
ayuda de interpelación y acompañamiento en la búsqueda del bien y la verdad
en su concreta situación vital. Con tal de que en el fondo y desde el inicio ya
esté la palabra de Dios presente. Ambos participantes en el diálogo están
atentos a esta Palabra tercera. Aunque el "ministro" de este diálogo ha de
hacer más conscientemente de intérprete de la palabra en la situación para
este hermano concreto necesitado de ese peculiar auxilio que es el diálogo
pastoral.
Por esto, con certeza podemos decir que es un carisma eclesial y un nuevo
ministerio que necesita de vocaciones que lo quieran ejercitar y multiplicar en
la Iglesia. Todos pueden hacerlo y todos necesitan este diálogo en la Iglesia.
Todos lo ejercen aunque el adjetivo pastoral pueda atribuir a los ministros
algunas formas especiales o a algunos técnicos preparados aquellas formas
más delicadas de diálogo. Todos pasan por crisis y momentos en que este
diálogo es más urgente, el proceso de la vida cristiana y humana pasa por
cañadas oscuras en las que se precisa más urgentemente la ayuda del diálogo.
3. Negativamente podemos relacionarlo con otros factores de ayuda
espiritual
No es la confesión el único espacio del diálogo pastoral, aunque sea el diálogo
por excelencia que busca la conversión; pero la confesión es pública y versa
siempre sobre lo libre y claro en la conciencia; el dialogo sin embargo, abarca
muchas otras formas y momentos de vida que no son objeto de absolución o
juicio eclesial. Versa más comúnmente sobre lo no claro, dudoso, apenas
presentido; el diálogo pastoral no es mera dirección, rendición de cunetas, ni
evaluación continua, ni tutoría, ni organización de la vida de otro; es más bien
un caminar junto a otro para descubrir juntos a Dios; tampoco es sólo amistad
espiritual entre iguales, ni sólo conversación común, aunque con ambas puede
coincidir y de sus características puede participar en parte; al contrario que la
mera amistad, justificada por sí misma, no se busca como relación por sí
misma sino en vistas a la búsqueda de la "salvación" actual y concreta. Aunque
es mejor cuanto más se afine la técnica no es sólo psicoterapia, ni desahogo ni
refugio ni escape afectivo ni un consultorio de ayuda.
El diálogo pastoral es siempre una relación que busca la salvación concreta y
por tanto es una ayuda personalizada: se hace en diálogo pero trabajando uno
por sí mismo, con implicación de la propia vida concreta, con asimilación
internalizada de los valores. Las cosas más concretas de la vida han de ser ahí
puestas en relación con los grandes valores cristianos. Importa aquí lograr
pasos vitales y concretos frente a la sola proclamación de valores o las meras
convicciones más o menos ideológicamente hechas. Conocerse y conocer los
propios fondos afectivos detectar necesidades subyacentes y la consistencia o
inconsistencia de nuestra conducta frente a la proclamada fe.
Instrumento privilegiado del diálogo pastoral es la entrevista y la conversación.
Esta al fin sirve para que una persona sirva de mediación en la percepción y
asimilación de la palabra que Dios le dirige. Hecha de hablar-abrirse y
escuchar-acoger mutuamente y entre ambos escuchar y abrirse a Dios.
Siempre ha de mantenerse claro esto, que el diálogo es relativo,
instrumental, no buscado por sí mismo como método. La relación, por hermosa
que pueda parecer, no se ha de buscar por sí misma sino por ayudar al diálogo
con Dios y a la comunión.
4. Contenidos
Sus contenidos son variados, como las situaciones humanas en general se
ejercita en los procesos de iniciación y personalización de la fe, las crisis de
pubertad, los conflictos relacionales, las decisiones críticas o momentos
cruciales de elección y vocación. El amplio campo de la espiritualidad cristiana.
La vejez, los duelos y las noches oscuras. Es indispensable en la pastoral de la
oración.
Cumple el grupo su misión y cumple su misión el acompañamiento general:
libros, autores, homilías, ejercicios, conferencias... Pero es normalmente
necesario este diálogo personalizado y cercano entendido como colaboración
que entra en los planes de Dios sobre el hombre. Siempre al servicio del
acompañante primero: el Espíritu Santo autor de todo diálogo y comunión.
5. El diálogo se sitúa en el conjunto de la acción pastoral.
a) En relación con la catequesis el dialogo acompaña a la iniciación cristiana
como proceso unitario la educación de la fe, como algo que afecta a toda la
persona, a la comunidad cristiana como el lugar idóneo de la acción
catequética, destacando la importancia del catecumenado y la maduración
vocacional como meta y contenido del proceso catequético, el
acompañamiento del catequista y su diálogo se ejercita en el grupo y con cada
uno de sus componentes.
b) En relación con el grupo apostólico o de oración el diálogo puede completar
y potenciar el trabajo personal, lugar donde se observa la verdad de las cosas
dichas. No puede este dialogo sustituir al grupo, pero hay cosas que no se
pueden decir públicamente ni en oración, la autorrevelación en la entrevista
sería peligrosa en el grupo. El acompañamiento espiritual en la oración o por el
camino de la oración es un caso particular de acompañamiento espiritual que
goza y sufre algunas de las crisis de este mismo acompañamiento. El
comienzo de un acompañamiento serio dentro o paralelo al grupo es el
comienzo de una verdadera maduración.
6. Complementa otras instancias o mediaciones evangelizadoras y
pastorales
a) El proyecto de grupo ayuda al encuentro de las personas y potencia los
proyectos de cada uno de los miembros. El proyecto de grupo facilita el que
cada persona encuentre en el grupo el lugar y las funciones para los que pueda
servir mejor.
b) La vida de cada día con lo que tiene de novedad, de rutina y de dificultad es
el contenido fundamental del diálogo pastoral. La actitud de disponibilidad es
previa a cualquier discernimiento, tanto personal como comunitario. En este
contexto la vida diaria cobra una motivación y un dinamismo completamente
nuevos. Las pequeñas decisiones de cada día responden a un porqué, para
qué y con quien que el diálogo ha de considerar.
c) La «revisión de vida» dentro del grupo cristiano es un espacio de enorme
importancia. Se habla desde el corazón y la conciencia, y se hacen propuestas
para la realidad desde la utopía. Es un tiempo de interpelación y reconciliación.
Las propuestas llegan muchas veces como insinuaciones; por eso mismo son
lenguaje privilegiado del Espíritu: claridad y fuerza en absoluta libertad. Lo que
más nos obliga es aquello a que nos autoobligamos, porque ha tocado nuestro
corazón y nuestra respuesta es más de amor que de obligación.
d) El proyecto personal. Parte del conocimiento de uno mismo, coge la persona
entera y se formula pensando en el futuro como posibilidad de realización y de
mejora. La meta del proyecto personal son los ideales que uno desea alcanzar,
formulados con la radicalidad del evangelio y el realismo de las propias
condiciones de vida. Para pasar de donde estoy a donde quiero llegar se
necesitan medios de todo tipo: oración, lecturas, reflexión, ascesis, acciones
comprometidas, etc. Conviene incluir un apartado donde se indique lo referente
a la evaluación: periodicidad, modo, etc. Es el instrumento más complementario
del diálogo pastoral centrado en la vida y el compromiso cotidiano y no
dependiente sólo de crisis eventuales o esporádicos impulsos.
7. Notas y actitudes del acompañante en el diálogo pastoral
El acompañante espiritual «es el formador que desde la confesión y
experiencia de su fe, se pone al servicio del hermano, en presencia de Cristo y
a la escucha del Espíritu, para colaborar a discernir con él lo que es mejor para
el crecimiento del mismo hasta la adultez en Cristo por la respuesta adecuada
a las exigencias de la vocación a la santidad en conformidad con los dones que
haya recibido el acompañado».
Lo propio de la tarea del acompañante en el diálogo pastoral está en la vivencia
de la fe, su ministerio es de mediación y se orienta a que el acompañado
discierna y asuma el proyecto de vida propio.
El acompañante de este diálogo debe manifestar en todo momento gran
confianza en las posibilidades de la persona a la que acompaña; si utiliza
modos directivos proyectará a los otros lo que a él le ha venido bien y creará
dependencia y pasividad. Las pedagogías directivas parece que dan resultados
a corto plazo, pero a largo plazo se revelan ineficaces y contraproducentes.
La solidez. Que es conciencia de tener riquezas propias, de las riquezas y
positivas que tiene la existencia, la confianza abierta al absoluto, la experiencia
cierta y profunda del amor incondicional de Dios que engloba, funda y posee.
La docilidad íntima a sus exigencias sin condiciones.
La autenticidad. Fidelidad a lo profundo de sí. No actúa ni se expresa por
agradar. No enmascara ni altera juicios y percepciones, no maquilla su rostro.
No es agresiva ni rígida pero dice sí y no. Aunque no siempre agrade, ser uno
mismo, ser verdadero más que la sinceridad, no contradicción entre lo que se
expresa y lo que se siente, congruencia no actúa como si fuese afectuoso,
siente afecto, como si se pusiera en su lugar, se pone, como si le aceptara cual
es, le acepta tal, sin artificio sin poses sin representar papeles, como persona
no como especialista. Provocaría si no la inautenticidad.
El amor. Cercanía atención, finura de intuición para la maravilla del otro.
Respeta a los que ama. Ama a algunos.
La preparación necesaria solo para los casos especiales en los que es precisa
una ayuda técnica por cualquier motivo que es fácil detectar.
La aceptación incondicional. El otro es persona, aunque no aprueba conductas
su persona es aprobada: ausencias de juicios, expresión de sentimientos.
Obstáculos: cansancio, inconscientes, prejuicios, mentalidad, educación.
La comprensión empática (en la terminología de Rogers) alude a la capacidad
de sumergirse en el mundo subjetivo de los demás y participar de su
experiencia. Ponerse en su lugar, meterse en sus zapatos, mirar el mundo
desde su marco de referencia. Tratar de pronosticar respuestas es un buen
método para medir la capacidad de empatía de cada quien.
La no directividad: aprende el que realiza el aprendizaje. Desde dentro se
madura, desde fuera se proponen valores y criterios. El creyente ya iniciado
tiene dentro de sí el Espíritu como maestro interior y el que está en búsqueda
además de su luz interior dispone tambien de los dones "que en el hombre ha
obrado el Espíritu `que sopla donde quiere"' (RM 56) .
La madurez emocional: capacidad de comunicar sentimientos cálidos sin hacer
trampa, sus necesidades afectivas están organizadas. No busca
compensaciones en la relación. Seguridad interior que obliga a la
independencia.
La escucha: que consta de atención, comprensión, estima, confianza, paz, y
revitalización de las energías ya presentes, que resiste a la tentación de hallar
inmediatamente la solución a un problema, que sabe que las mejores
soluciones están dentro del corazón de interlocutor. La escucha utiliza la
respuesta reflejo, los esfuerzos, la confrontación y el silencio que permite
reposar y 'respirar' para fortalecer una comunión que fortalece y hace proseguir
en la pista iniciada. La escucha no tolera el querer conmover o convencer, el
mucho hablar, el olvidar que sólo el otro puede resolver sus problemas y
madurar la orientación hacia la voluntad de Dios.
8. El diálogo pastoral como encuentro de ayuda. Nueva metodología
El cauce psicopedagógico frecuente del diálogo es la entrevista comprendida
dentro de una ya de antes establecida relación de ayuda. Es una acción de la
Iglesia que orienta y posibilita en el hombre el encuentro con Dios y su
salvación. Este carácter de acción pastoral lo hace más necesario y más
obligado.
Es acción mediadora, pastoral de ayuda mediante el diálogo tiende a lograr el
desarrollo personal y a iniciar o hacer progresar a las personas en la vida de
oración: vida de fe, esperanza y caridad, vida teologal. Es algo más que
pastoral, educativa y formativa. Mira a la profundización de la oración mediante
la relación personal. Es más que una relación personal, de nosotros, se vive de
cara al otro. No aplica métodos. Su fin es espiritual, hay un tercero: el Espíritu
Santo. No es comunión de ellos sino con él. Es a tres.
Tipo excelso de este diálogo es del camino de Emaús. Ha de llegar el diálogo a
entrar en el misterio de la palabra, signo sacramental de la Palabra, y ha de
pasar de la conversación común a la interpelación interior de la gracia o al
misterio de interpelación divina. Si el diálogo consiste en promover el proceso
de crecimiento en la relación con Dios. Por este ideal vale la pena comprometer
todas las fuerzas disponibles. Para llevar a la persona hacia la toma de
conciencia más profunda de los recursos de que dispone y de las carencias
que la condicionan, de las necesidades y de los valores a que aspira y que le
están sirviendo de motivaciones para obrar.
No se trata de solucionar problemas sino de poner las condiciones para quitar
los obstáculos que se oponen a la solución. Se trata de crear un clima, un
estado de ánimo que ayuda al sujeto a tomar conciencia de su situación y a
iniciar un proceso de superación y liberación.
9. Variedad de métodos
Relación YO-tú, "centrada en el pastor": la persona que pide ayuda no está en
condiciones de autodisciplinarse, de programar un camino espiritual valido, por
lo cual el diálogo ejerce una función vicaria de su inteligencia en vías de
maduración, de su voluntad no organizada ni tenaz frente a las exigencias y
responsabilidades propias. Esta ayuda es directiva al menos al comienzo de la
trayectoria, cuando no basta proponer y es preciso exigir, controlar, señalar
deberes y controlar su ejecución exacta. El deseo último es que la situación
cambie y deje de ser directiva para que la persona se autorrealice. Siempre se
guarda la disposición a respetar la autonomía cuantas veces sea capaz de
ejercitarla incluso en el uso y lección de medios.
a. Relación yo-tú: Es la conocida como no-directividad o de terapia
centrada en el cliente (Rogers): en el diálogo las dos personas está en
posición de igualdad y búsqueda, cada cual tiene su punto de vista y su
posición sobre la dirección que hay que tomar o sobre la verdad que hay
que hallar. No hay presiones sino sólo atención al problema sobre el que
se concentran los dos. La actitud fundamental es no-directiva y es la
estima del otro que desarrolla la confianza. Como que no establece
camino de crecimiento. Necesita madurez en ambos polos del diálogo.
Se da una comunicación simétrica.
b. Relación yo-TU: Cuando la finalidad es el acompañamiento en el camino
de la oración para descubrir las riquezas del ser personal y de la
progresión en el servicio a la unidad de la Iglesia, la relación se
consolida y se hacen estables. La atención se centra en la persona, en
el proyecto que vive, en los sentimientos y movimientos que
experimenta, en las constantes de su ser profundo para descubrir raíces.
Existe el deseo de que el otro madure realmente, por ello se le ofrecen
ideas, se le proponen metas y valores, en la línea de un crecimiento que
es el protagonista. Se basa sobre unas actitudes de fondo que el
dialogante debe adquirir y sobre algunas modalidades técnicas que debe
aprender.
10. Cuatro pasos o modalidades de presencia y de intervención en el
diálogo pastoral según el método Rogers-Carkhuff (1978)
a. La acogida sincera y cordial de quien viene en busca de ayuda: Prestar
atención con actitudes: da seguridad ser acogido con interés. Lugar adaptado.
y recogido, contacto con la mirada, nada que moleste, desde fuera o desde
dentro, atención viva, en gestos y muletillas. Goza al sentirse digna de
consideración, percibe un estímulo inconsciente a continuar por el camino de
conocerse a sí misma y del esfuerzo por superar dificultades.
b. Facilitar la autoexploración. Esta se consigue con la reformulación y con
varios tipos de respuesta que se pueden llamar clarificadores: captar
sentimientos propios, comprender las reacciones propias, afrontarlas con
claridad, disipar los estados de ansiedad, disipar la confusión, perforar la
superficie y lograr leer los sentimientos, los contenidos, las posibilidades, los
proyectos y valores, las certezas las ideas fuerza, los sufrimientos, los núcleos
o focos de infección, egoísmos, pecados, tomar contacto consigo mismo, de lo
mejor de sí mismo, de lo positivo de las energías del bien.
c. Responsabilizar a la persona. Con frecuencia se echa la culpa a otros de la
situación en que se encuentra. Es mecanismo de defensa. Personalizar es
tomar mas amplitud de autoconciencia, emprender y aceptar los aspectos
negativos o los errores cometidos.
d. Estimular al compromiso. Definir con claridad la meta hacia la que se tiende
y el camino práctico. Hay que señalar la cantidad de camino practico a recorrer,
implicar a la persona hasta el próximo encuentro.
Conclusión
"Junto al crecimiento del diálogo hoy advertimos una crisis de fe, lo cual no
significa que no se compaginen la adhesión a la fe y el espíritu de diálogo,
aunque en ocasiones estén en conflicto. Pero, cabe preguntarse, ¿cómo puede
ser un diálogo que favorezca la aceptación de la fe? Dicho de otro modo, ¿es
posible la propuesta de la fe en el diálogo? Por otra parte se acepta que el
diálogo es una forma de la misión. La fe entraña la adhesión a un valor que se
toma como sagrado y transcendente, que corresponde a un bien supremo y
absoluto, pero que de ninguna manera se opone al sentido del hombre" (C.
FLORISTÁN, Teología práctica. Salamanca 1993, p. 404).
Pienso que es el diálogo, el de boca en boca, la gran posibilidad de la
expansión fe y la misión en la sociedad actual. Las exigencias y condiciones de
un diálogo, en forma simple o más técnica y desarrollada, tal como lo
describimos con sus características de cercanía humana, tiempo y paciencia
para escuchar, ofrecen una plataforma privilegiada para el testimonio desde la
debilidad y la autoridad de la primera persona. La comprensión y las demás
notas, con que lo hemos descrito, hacen del diálogo pastoral un instrumento
privilegiado en su humildad para la transmisión de la fe en la presente
situación. "El diálogo no nace de una táctica o de un interés, sino que es una
actividad con motivaciones, exigencias y dignidad propias... se funda en la
esperanza y la caridad y dará frutos en el Espiritu" (RM 56). En algunos
ámbitos más reacios o ya muy alejados del mensaje, la única posibilidad y el
humilde cauce de penetración por donde le llega la palabra de Dios y se le
presenta la fe es este "arcaduz de la boca" de un hombre ante otro hombre,
"porque es Dios tan amigo que el gobierno y trato del hombre sea también por
otro hombre semejante a él y que por razón natural sea el hombre regido y
gobernado, que totalmente quiere que las cosas que sobrenaturalmente nos
comunica no las demos entero crédito ni hagan en nosotros confirmada fuerza
y segura, hasta que pasen por este arcaduz humano de la boca del hombre".
(SAN JUAN DE LA CRUZ, Subida del Monte Carmelo, II, 22, 9).