ANALISIS DE SENTENCIA SU 388 de 2005
Magistrado Ponente CLARA INÉS VARGAS HERNÁNDEZ Corte Constitucional Bogotá ,
abril 13de 2005
Hechos: Todos los expedientes acumulados tienen como origen las controversias
entre ex servidores pú blicos y TELECOM, en liquidació n, motivadas por la terminació n
de sus contratos de trabajo a partir del 1 de febrero de 2004, como consecuencia de la
aplicació n del Decreto Reglamentario 190 de 2003. Las peticionarias arguyen que la
terminació n de sus contratos laborales contraría los principios constitucionales de
protecció n a la familia y al menor, señ alan que en su condició n de madres cabeza de
familia se encontraban protegidas por el beneficio creado en la Ley 790 de 2002.
Aducen que el Presidente de la Repú blica incurrió en extralimitació n de sus
potestades al expedir el Decreto 190 de 2003, al limitar hasta el 31 de enero de 2004
el plan de protecció n especial que las amparaba, contrariando varias normas legales y
constitucionales.
Pretenden que se declare que la entidad demandada ha violado de manera flagrante
sus derechos y los de sus menores hijos. Solicitan que se asegure su permanencia en el
servicio, para lo cual deberían implicarse los artículos 14 y 16 del Decreto 190 de
2003, normas que, segú n las peticionarias, son incompatibles con la Carta Política.
Adicionalmente, Carmen Yolanda Cardona Calderó n (T-950971) dio cuenta del
padecimiento de una enfermedad cancerígena de piel y del hecho de faltarle menos de
tres añ os para obtener su derecho a la pensió n de jubilació n; Martha Elena Uriza (T-
994871) explicó que padece una limitació n física debido a una grave enfermedad
progresiva (carcinoma infiltrante moderadamente diferenciado); Hermencia Peñ a
Castro (T-997518) consideró que también debía ser amparada como persona pró xima
a pensionarse, por cuanto a la fecha de expedició n de la Ley 790 de 2002 le faltaban
menos de tres añ os para obtener el derecho a esa prestació n.
Respuesta de la entidad demandada: Por intermedio de su representante la entidad
se opuso en cada uno de los procesos a las pretensiones formuladas. Argumenta que
no le es posible sustraerse del cumplimiento del ordenamiento legal vigente, por
cuanto la norma de la cual las accionantes solicitan su inaplicació n es de orden pú blico
y de obligatoria e inexcusable observancia.
Afirma que a las demandantes se les ha venido pagando todas sus prestaciones
sociales y de seguridad social, en estricto cumplimiento de la Ley 790 de 2002 y el
Decreto 190 de 2003, al igual que se gestiona el pago de la indemnizació n de que
habla el Decreto 1615 de junio 12 de 2003. Indica igualmente que no se está
vulnerando el mínimo vital porque han sido realizados oportunamente los pagos de
salarios y prestaciones. Así mismo, informa que con la indemnizació n que se tiene
previsto pagar se garantizará a cabalidad el sustento y el mínimo vital de las personas
a su cargo.
Por ú ltimo, expone que el mecanismo de tutela no es procedente cuando la presunta
vulneració n de derechos proviene de la aplicació n de normas de cará cter general,
impersonal y abstracto, como bien lo expresa el Decreto 2591 de 1991.
Problemas jurídicos: Las demandantes, quienes trabajaron al servicio de Telecom
(en liquidació n) hasta el 31 de enero de 2004, consideran que la entidad vulneró sus
derechos fundamentales y los de sus hijos ante la decisió n de retirarlas de la empresa
a pesar de encontrarse amparadas por una especial protecció n como madres cabeza
de familia. Por su parte, el representante de Telecom advierte que obró al amparo del
Decreto 190 de 2003, donde se fijó un límite temporal a los beneficios de esa
protecció n reforzada, y explica que en todo caso se previó el pago de las respectivas
indemnizaciones ante la terminació n unilateral de las relaciones laborales.
Con miras a determinar si efectivamente se vulneraron los derechos invocados y si la
solicitud de amparo resulta viable la Sala abordará el estudio de los siguientes
asuntos:
(i) los sujetos de especial protecció n y el desarrollo de acciones afirmativas a favor de
las madres cabeza de familia.
(ii) cuá les son las atribuciones de la administració n para adelantar reformas
institucionales.
(iii) có mo se entiende esa potestad en el caso de las madres cabeza de familia
teniendo en cuenta su particular condició n. Seguidamente la Sala estudiará .
(iv) si en las circunstancias concretas al interior de Telecom —en liquidació n— se
observaron los pará metros constitucionales expuestos, o si por el contrario la ruptura
del vínculo laboral implicó la vulneració n de algú n derecho fundamental. Por ú ltimo
(v) la Corte analizará la eventual improcedencia de la tutela debido al reconocimiento
y pago de indemnizaciones o ante la existencia de otros mecanismos de defensa
judicial. Como se verá luego, la decisió n de aplazar para el final el estudio de este tema
obedece estrictamente a razones metodoló gicas.
La condición constitucional de las madres cabeza de familia como sujetos de
especial protección y el desarrollo de acciones afirmativas en su favor.
El artículo 13 de la Carta señ ala, entre otras cuestiones, la obligació n del Estado de
velar por la igualdad real y efectiva, de adoptar medidas a favor de los grupos
discriminados y marginados, y de proteger a las personas en circunstancias de
debilidad manifiesta. El cumplimiento de estos cometidos constitucionales se
materializa mediante las acciones afirmativas, respecto de las cuales la Corte ya ha
tenido oportunidad de pronunciarse en anteriores sentencias.
Las acciones afirmativas nacen en el derecho norteamericano con la ley nacional de
relaciones laborales de 1935, segú n la cual, si un empresario discriminaba a un
sindicato o miembro de aquel, debía suspender su actuació n y adoptar “acciones
afirmativas” para ubicar a las víctimas en el lugar que estarían si no hubieran sido
discriminadas.
No obstante, el desarrollo posterior vendría dado para superar los histó ricos
problemas de segregació n racial en la sociedad norteamericana. Sus orígenes remotos
también se encuentran en la Constitució n de la Repú blica India (1950), que hizo
referencia expresa a la posibilidad de reservar un porcentaje de puestos en la
administració n pú blica a miembros de la casta que había sufrido mayor
discriminació n histó rica, como una forma de compensar su injusta exclusió n. Y añ os
má s tarde fueron desarrolladas en Europa occidental especialmente con el proceso de
integració n europea, tanto en el nivel normativo como en las decisiones del Tribunal
de Justicia de las Comunidades Europeas, casi siempre con el objetivo de poner fin a la
discriminació n contra la mujer en el á mbito laboral.
Así pues, las acciones afirmativas surgieron histó ricamente con una doble finalidad:
(i) para compensar a ciertos grupos discriminados a lo largo de la historia, y
(ii) para nivelar las condiciones de quienes, por haber sido discriminados, se vieron
impedidos de disfrutar sus derechos en las mismas condiciones que los demá s. Con el
paso del tiempo se concibieron también.
(iii) para incrementar niveles de participació n, especialmente en escenarios políticos.
Sin embargo, en una concepció n má s amplia las acciones afirmativas son producto del
Estado social de derecho y de la transició n de la igualdad formal a la igualdad
sustantiva o material, reconocida como componente esencial de aquel y plasmada
expresamente en la mayoría de textos del constitucionalismo moderno como ocurre
en el caso colombiano (Carta, art. 13). Sobre su naturaleza, en la Sentencia C-371 de
2001 la Corte explicó lo siguiente:
“Con esta expresió n se designan políticas o medidas dirigidas a favorecer a
determinadas personas o grupos, ya sea con el fin de eliminar o reducir las
desigualdades de tipo social, cultural o econó mico que los afectan, bien de lograr que
los miembros de un grupo sobrepresentado, usualmente un grupo que ha sido
discriminado, tengan una mayor representació n” .
Ahora bien, para el diseñ o e implementació n concreta de las acciones afirmativas el
primer llamado a intervenir es el legislador, en tanto ó rgano de deliberació n política y
escenario democrá tico del má s alto nivel y cuya actividad, má s que importante, es
imprescindible para poner en escena mecanismos que permitan alcanzar niveles
mínimos de igualdad sustantiva, especialmente bajo la ó ptica de la igualdad de
oportunidades.
En concordancia con la ló gica del artículo 13 de la Constitució n, el artículo 43 del
mismo estatuto señ ala que “(...) el Estado apoyará de manera especial a la mujer
cabeza de familia”. Y de esta manera se hace palpable la necesidad de ofrecer a las
mujeres que se encuentren en dichas condiciones algunas prerrogativas, no
privilegios, con miras a hacer má s llevadera la difícil tarea de asumir en forma
solitaria las riendas del hogar de forma que puedan desempeñ arse en otros escenarios
como el laboral, dando con ello respuesta a una grave problemá tica que el propio
constituyente de 1991 reconoció en los siguientes términos:
“(...) diversos motivos, como la violencia —que ha dejado un sinnú mero de mujeres
viudas— el abandono del hogar por parte del hombre y la displicencia de este con
respecto a la natalidad, han obligado a la mujer a incorporarse a los roles de
producció n adquiriendo la responsabilidad de ser la base de sustentació n econó mica
de su hogar, sin haber llegado jamá s a desprenderse de los patrones culturales que la
confinan al espacio doméstico y al cuidado de los hijos.
(...).
Un nú mero creciente de hogares tiene jefatura femenina. De acuerdo con los patrones
de separació n la gran mayoría de estos está n compuestos por mujeres jó venes, con
hijos todavía dependientes. Segú n la encuesta nacional de hogares DANE (1981) un
17% de los hogares eran monoparentales, de los cuales el 85% correspondían a
mujeres; el censo de 1985 reporta un 17.9% de hogares en esta situació n y segú n el
estudio nacional de separaciones conyugales, llevado a cabo por la Universidad
Externado de Colombia en 1986, el porcentaje de mujeres cabeza de familia es del
21%. Para 1985, la tasa global de participació n de la població n femenina clasificada
por el DANE en estado de miseria era del 22.5%, la má s baja por sector social. La
situació n de pobreza es dramá tica y tiende a profundizarse por las altas tasas de
dependencias concentradas en cabezas de mujeres solas, enfrentadas casi a todas a
gran inestabilidad laboral, baja remuneració n y desprovistas del sistema de seguridad
social” .
La jurisprudencia de esta corporació n también ha reconocido la difícil situació n a la
que se enfrentan las mujeres y especialmente en su rol de madres cabeza de familia.
Por ejemplo, en la Sentencia C-184 de 2003 señ aló al respecto
“3.2.2. Como se indicó , uno de los roles que culturalmente se impuso a la mujer fue el
de “encargada del hogar” como una consecuencia del ser “madre”, de tal suerte que
era educada y formada para desempeñ ar las tareas del hogar, encargarse de los hijos y
velar por aquellas personas dependientes, como los ancianos. Sin desconocer la
importancia que juega toda mujer, al igual que todo hombre, dentro de su
Ratio Descidendi: La Corte concluye que las acciones de tutela eran procedentes, por
cuanto en los casos de madres cabeza de familia correspondía proteger tanto los
derechos fundamentales de las peticionarias como los de sus menores hijos y
personas dependientes, ordenando que no se llevara a cabo su desvinculació n, ya que
esto contraría los postulados y principios del Estado Social de Derecho de proteger a
quienes se encuentran en un alto grado de indefensió n.
La Corte advierte que no toda mujer puede ser considerada como madre cabeza de
familia por el só lo hecho de que esté a su cargo la direcció n del hogar. En efecto, para
tener dicha condició n es presupuesto indispensable que se tenga a cargo la
responsabilidad de hijos menores o de otras personas incapacitadas para trabajar;
que esa responsabilidad sea de cará cter permanente; no só lo la ausencia permanente
o abandono del hogar por parte de la pareja, sino que aquélla se sustraiga del
cumplimiento de sus obligaciones como padre; o bien que la pareja no asuma la
responsabilidad que le corresponde y ello obedezca a un motivo verdaderamente
poderoso como la incapacidad física, sensorial, síquica o mental ó , como es obvio, la
muerte y por ú ltimo, que haya una deficiencia sustancial de ayuda de los demá s
miembros de la familia, lo cual significa la responsabilidad solitaria de la madre para
sostener el hogar.
Así pues, la mera circunstancia del desempleo y la vacancia temporal de la pareja, o su
ausencia transitoria, por prolongada y desafortunada que resulte, no constituyen
elementos a partir de los cuales pueda predicarse que una madre tiene la
responsabilidad exclusiva del hogar en su condició n de madre cabeza de familia. De la
misma forma conviene aclarar que la condició n de madre cabeza de familia no
depende de una formalidad jurídica sino de las circunstancias materiales que la
configuran. La Sala considera que la medida de protecció n debe hacerse extensiva a
todas aquellas madres cabeza de familia que, en aplicació n del límite temporal
indebidamente creado (artículo 16 del Decreto 190 de 2003 y Ley 812 de 2003),
fueron desvinculadas de TELECOM a partir del 1 de febrero de 2004.
En relació n a los padres cabeza de familia la Corte supone que las prerrogativas
diseñ adas para las madres cabeza de familia en virtud del artículo 43 de la
Constitució n podrían hacerse extensivas a los varones en circunstancias similares, con
el ú nico propó sito de proteger a quienes dependen de ellos. En relació n a la
procedencia de la acció n de tutela algunos casos el factor temporal cobra especial
relevancia, como ocurre precisamente en los procesos liquidatarios de cercana
culminació n, ya que otras vías judiciales de defensa podrían resultar ineficaces ante la
pró xima e inexorable desaparició n de la empresa.
En los asuntos que actualmente son objeto de estudio la Corte concluye que las
acciones de tutela eran procedentes, por cuanto en los casos de madres cabeza de
familia correspondía proteger tanto los derechos fundamentales de las peticionarias
como los de sus menores hijos y personas dependientes, ordenando que no se llevara
a cabo su desvinculació n. Para la Sala no pasa desapercibido que existían
disposiciones que consagraban una indemnizació n a favor de las personas retiradas
de la entidad, de la cual eventualmente pudieron ser beneficiarias. Pero como la
indemnizació n tuvo fundamento en la desvinculació n de los demandantes, al quedar
sin efecto el acto de desvinculació n sucederá lo mismo con la indemnizació n habiendo
lugar a restituciones y compensaciones mutuas.
Resuelve: La Sala tuteló los derechos invocados por las accionantes. En consecuencia,
revocará los fallos de instancia que negaron el amparo y ordenará a Telecom en
Liquidació n-, que reintegre en sus labores a los demandantes, sin solució n de
continuidad desde la fecha en la cual fueron desvinculadas y hasta la terminació n
definitiva de la existencia jurídica de la empresa. Así mismo, como las demandantes
retiradas de sus cargos a pesar de estar amparadas por el artículo 12 de la ley 790 de
2002, debe reconocérseles todos los salarios y prestaciones a que tenían derecho
desde la fecha en la cual se desvincularon y hasta el momento en el que sean
efectivamente incorporadas en la nó mina de la entidad. Adelantar el cruce de cuentas
correspondiente y, en caso de resultar saldos a favor de la entidad, como la restitució n
de la indemnizació n puede no resultar posible en un só lo momento deberá ofrecer
facilidades de pago a las accionantes que garanticen su subsistencia digna y la de sus
hijos menores.
Análisis: Esta sentencia es fijadora de criterio, por el aporte significativo que presenta
en relació n a la protecció n de la estabilidad laboral reforzada a las madres cabeza de
familia extensivo a los padres cabeza de familia. Se observa que la protecció n otorgada
a las madres y padres cabeza de familia en el caso de Telecom tuvo fundamento en
que no obstante que el proceso liquidatario conllevara a la supresió n de cargos estas
personas en atenció n a su situació n de debilidad manifiesta, no podían ser
desvinculados hasta que el proceso liquidatario de la empresa terminará
definitivamente posible en un só lo momento deberá ofrecer facilidades de pago a las
accionantes que garanticen su subsistencia digna y la de sus hijos menores.
ANÁ LISIS: Esta sentencia es fijadora de criterio, por el aporte significativo que
presenta en relació n a la protecció n de la estabilidad laboral reforzada a las madres
cabeza de familia extensivo a los padres cabeza de familia. Se observa que la
protecció n otorgada a las madres y padres cabeza de familia en el caso de Telecom
tuvo fundamento en que, no obstante que el proceso liquidatario conllevara a la
supresió n de cargos estas personas en atenció n a su situació n de debilidad manifiesta,
no podían ser desvinculados hasta que el proceso liquidatario de la empresa
terminará definitivamente.
En esta sentencia se conjuga el deber del Estado de procurar la estabilidad a sus
trabajadores en procesos de reestructuració n administrativa con el deber de adoptar
acciones afirmativas en beneficio de los grupos histó ricamente discriminados. Donde
el Estado tiene la obligació n de adoptar medidas destinadas a proteger de manera
especial a los trabajadores que por sus condiciones de debilidad manifiesta o
discriminació n histó rica así lo demandan, entre los cuales sobresalen las madres
cabeza de familia, velando en cuanto sea posible por su permanencia en la entidad de
manera tal que la indemnizació n constituya la ú ltima alternativa. La calidad de mujer
cabeza de familia exige la adopció n de medidas concretas que debe adoptar el
ordenamiento para hacer real la reivindicació n y protecció n de los derechos de la
mujer como sujeto que se encuentra en una situació n de debilidad y desigualdad que
requiere un refuerzo laboral. En esta sentencia se configuran las condiciones para que
la mujer sea considerada como madre cabeza de familia, titulares de especial
protecció n, que implica la obligatoriedad de las entidades estatales de velar por la
aplicació n de la su estabilidad laboral reforzada.