GONZALO MARÍA DE LA TORRE GUERRERO
(CARMEN DE ATRATO/CHOCÓ 1932)
Misionero claretiano por vocación,
nació en el Carmen de Atrato (Chocó) el 6 de Junio de
1932. Sus padres: Manuel Salvador de la Torre Londoño
y Rufina Guerrero Vélez. Su crianza, desde los 3 meses
de nacido se desarrolló en Quibdó (Chocó), por eso él
mismo se considera quibdoseño. De niño recorrió las
viejas calles del barrio La Yesquita, desde su casafinca
familiar, llamada “Pierde el día”, denominación que hacía
referencia a la terminación del barrio hacia este sector.
Entre flores, legumbres, yerbas curativas, árboles
frutales, vacas que daban leche fresca, entre rezos del
rosario, enseñanzas cristianas y andanzas misioneras,
floreció la vocación misionera de Gonzalo y la vida
religiosa para Camila y Maruja, sus hermanas, quienes
hoy hacen parte de la comunidad religiosa de las
hermanas Dominicas de la Presentación.
Su itinerario formativo transcurre entre 1945 y 1964, así:
1945-1949 seminario menor en Bosa (Bogotá); 1950
noviciado en Sasaima (Cundinamarca); 1951-1953
estudios de filosofía en Zipaquirá (Cundinamarca); 1954-
1957 estudios de teología en Manizales (Caldas); 1957-
1958 licenciatura en teología en Roma; 1958-1961
especialización en Biblia, hasta el título de Láurea en el
Instituto Bíblico de Roma; 1961-1962 ejercicio del
profesorado en España; 1962-1963 estudios de
especialización en Biblia en Jerusalén; 1963-1964
práctica del profesorado en Inglaterra. Su itinerario en
Colombia ha sido el siguiente: 1965-1976 ejercicio del
profesorado en diversas universidades de Manizales,
Bogotá y Medellín; 1970-1976 Provincial Claretiano de
Colombia Occidental (Medellín); 1976-1979 miembro del
Equipo de Pastoral de los Claretianos en Medellín; 1979-
1994 misionero en el Medio Atrato con sede en Beté
(Chocó); 1994-2006 director del Centro Bíblico Camino
en Quibdó; 2006-2010 primer rector de la Fundación
Universitaria Claretiana; 2010-2015 profesor de Biblia en
la Universidad Uniclaretiana de Quibdó y director de la
Muestra Bíblica Claretiana; 2016-2020 profesor de la
Uniclaretiana en Medellín y director de la Muestra Bíblica
en Medellín.
De su tiempo de misionero en el Chocó, podemos decir
que, desde Beté, recorrió los innumerables caseríos del
Medio Atrato, en compañía de un equipo misionero
significativo, cuyo núcleo principal fueron las Seglares
Claretianas. Aquí Gonzalo se reencuentra con sus raíces
afro-chocoanas, ya que su mamá era una mujer mulata
del bajo Atrato (Vigía de Curvaradó-Chocó). Con su
equipo misionero, con el Evangelio de Jesús en la mano
y el corazón, y con la Teología de la Liberación en la
mente, todos trataron de identificarse con el pueblo,
compartir su vida de pobreza, despertar esperanzas,
concretar proyectos, emprender aprendizajes de
economía solidaria para el futuro, todo esto a
concretarse en numerosos hogares infantiles, trapiches
comunitarios, trilladoras comunitarias, talleres de
carpintería, centros de costura, confecciones y
manualidades y varias cooperativas comunitarias. El
Equipo Misionero laico estaba constituido por profesoras,
enfermeras, economistas, constructoras, cooperativistas,
artesanas, etc. Todo al servicio del pueblo.
Sin embargo, el trabajo principal de Gonzalo y el Equipo
Misionero estuvo centrado principalmente en la
recuperación de la cultura afro-atrateña, en la formación
bíblica del campesinado, en la creación de Comunidades
Eclesiales de Base, en la alfabetización del
campesinado, entre otros. Todo lo cual desembocó, casi
por propia fuerza, en la organización del campesinado
con la aparición de la ACIA (Asociación Campesina
Integral del Atrato), que terminó siendo la COCOMACIA
(Consejo Comunitario Mayor de la ACIA), con el cual se
logró la recuperación de 800 mil hectáreas como
territorio comunitario de las comunidades del Medio
Atrato afroatrateño. Esta organización tuvo el mérito de
haberles abierto camino a otras organizaciones
afrodescendientes en Colombia y de activar lo
organizativo dentro del mismo Chocó. Es, pues, en el
Medio Atrato donde el misionero se reencuentra con sus
raíces y con el Evangelio de Jesús, incluyente y
liberador; se siente igual a sus gentes, se confunde con
ellas y se dedica a formar hombres y mujeres que han
florecido en medio de la palabra de Dios que no
discrimina. El grupo de “Seglares Claretianas” es una de
sus obras que no mueren, una de sus semillas que
germinan. La Universidad Claretiana -La Uniclaretiana-
se convirtió en un proyecto de vida para él, y al ser una
obra apoyada por sus superiores y por muchos de sus
hermanos de comunidad, hoy le brinda al Chocó y a
Colombia posibilidades de aprendizajes para las clases
menos favorecidas.
El misionero Gonzalo ha tratado de llevarnos por los
caminos del Evangelio incluyente y liberador, desde
muchos espacios académicos y de vivencia bíblica,
como el Centro Bíblico Camino de Quibdó, la Fundación
Universitaria Claretiana (Uniclaretiana), y las Seglares
Claretianas; son numerosas las personas que a través
de su mensaje descubren al verdadero Cristo humano y
cercano a la realidad de los hombres y mujeres del
Chocó y del mundo. Toda su preparación académica en
torno al Evangelio de Cristo, le ha permitido llegar a la
conciencia de todos aquellos que han pasado por su
trabajo abnegado y formador. Como misionero, deja en
su historia una serie de escritos para la posteridad, entre
otros: “Las Parábolas que narró Jesús, según los
evangelios sinópticos” (Quibdó, 2010); “Los milagros de
Jesús y sus relatos, según los evangelios sinópticos”
(Quibdó, 2014); “Con olor a pueblo”, una recolección de
doce artículos donde el misionero recoge sus
investigaciones, experiencias y planteamientos en torno
a la cultura y pastoral afro (Quibdó, 2015); además de
abundante producción académica de módulos de estudio
y de publicación de artículos en diversas revistas
nacionales e internacionales. Otra de sus obras que no
debemos olvidar es la “Muestra bíblica”, una maqueta
pedagógica de toda la Biblia, basada en las ciencias
auxiliares bíblicas, y relacionada con los nuevos
planteamientos y discusiones que se dan en torno a la
Biblia a partir de dichas ciencias. Esta obra tuvo el mérito
de haber nacido y haberse consolidado y enriquecido
aquí en Quibdó, aunque hoy esté instalada en Medellín,
atendida directamente por el padre Gonzalo, buscando
también desde allí ampliar sus ofertas.
Una palabra especial merece su relación con el alabao
atrateño. De niño lo escuchó en su barrio (La Yesquita) y
de misionero lo vivió a fondo en los numerosos caseríos
del Medio Atrato. Ha hecho varios escritos sobre el
mismo y ha llegado a componerle poemas que siguen
estando inéditos, esperando tiempos propicios para que
salgan a la luz. Si estos no llegan, quedarán como
patrimonio para la posteridad. Gonzalo sabe meterse
dentro del alabao, lo siente, lo vive, lo disfruta, sabe
desentrañar sus contenidos y también sabe desentrañar
cada una de su estrofas populares y picarescas a veces.
Porque el alabao no es solo letra ni sólo música es un
ensamble de romance literario, de música ancestral y de
sentimientos del alma que lo hacen imperecedero y
único, como única es el alma de los afrodescendientes
del Medio Atrato. Esta es el alma que el misionero
Gonzalo ha sabido descubrir, sentir y disfrutar.
Es con el alabao, con quien yo también me nutro de
sabiduría popular, de elementos de espiritualidad y de
sueños y esperanzas. En el alabao he sabido encontrar
a Dios y al pueblo. Mi alma ha descubierto que estos
cantos son la esencia misma de nuestros mayores, ya
que guardan la memoria de lo que ellos entendieron
sobre la vida y la muerte. El misionero se ha ido, como
las golondrinas, pero me he quedado con el compromiso
de fortalecer y publicar todo aquello que aprendí de los
cantadores y cantadoras que también son fuente de
inspiración del alabao, al mismo tiempo que lo convierten
en un canto de esperanza y de liberación. GRACIAS
PADRE GONZALO, como cariñosamente le llamamos en
el Chocó, o “Gonza”, como le dicen los atrateños y
atrateñas que navegan de río en río, de pueblo en
pueblo, recordando las enseñanzas del maestro que
trató de ser cercano y cariñoso.
Es desde la vecindad, la amistad y el mutuo aprecio de
donde nace este homenaje humilde y sincero, para que
todos lo recordemos como un profeta afro chocoano,
anunciador del Evangelio inculturado, reivindicador del
pueblo afrochocoano, a partir del cual ha hecho una
propuesta de espiritualidad mística, en varias entregas
poéticas, de las cuales ya lleva publicadas dos. Toda la
obra se llama “Amada Negra, Amada-Pueblo” (2019),
una especie de Cantar de los Cantares negro, que tiene
de fondo los ríos, la selva y el mundo campesino
afroatrateño. Los amores de este Cantar de Cantares
negro los concretiza una hermosa negra afroatrateña, a
la cual hace hablar no solo desde su hermosura sino
desde su sabiduría campesina. Se trata de una escuela
de sabiduría popular, que ya está a disposición de
lectores que sueñan en una iglesia popular y renovada.
Recomendamos esta obra como una pequeña joya
poética, escondida, que nace en las entrañas de la selva
chocoana. Es una obra que recrea, enseña y evangeliza.
Gracias, P. Gonzalo, por el corazón, la poesía, la
teología y el talento que puso en ella, gracias por amar
tanto al pueblo afro y por admirar tanto a la cultura, a la
juventud y a la mujer negra.
Por: Ana Gilma Santos Ayala/Educadora, gestora e
investigadora cultural.