Müller Trinidad
Müller Trinidad
LA AUTORREVELACION DE DIOS
COMO AMOR DEL PADRE, DEL HIJO
Y DEL ESPIRITU
(L A T E O L O G IA T R IN IT A R IA )
I. TEMAS Y HORIZONTES DE LA
TEOLOGIA TRINITARIA
417
ra especial el judafsmo y el islam. Se consideraba, en cambio, que la Trinidad era
un aditamento especfficamente cristiano, que debfa derivarse, de una manera exclu-
sivamente positivista, a partir de la revelacion sobrenatural y que estaba, al pare-
cer, en contradiction con la idea de Dios extrafda por la razon natural. El Dios de
la raz6n natural era una personalidad (concebida en los terminos objetivados pro-
pios de la metafisica de la substancia) situada mas alia y por encima del universo
que, en analogfa con la persona humana, posee su propio centro de action de acuer-
do con su conciencia y su voluntad. A esta persona se le aplicaban todos los pre-
dicados propios de las personas creadas, solo que atribuyendoles un contenido ili-
mitado. E n total desconexion con esta conception, se situaba, en el piano de la
revelacion sobrenatural, el misterio de la unidad de tres personas en Dios. A par
tir de estas premisas, la teologia trinitaria deberfa concentrar todos sus esfuerzos
en el problema especulativo de como poder conciliar al Dios unipersonal de la teo
dicea con el Dios tripersonal de la revelaci6n. Ya este simple planteamiento indi-
ca hasta que punto la teologia trinitaria habfa perdido el contacto con la autorre
velacion historica de Dios. Incurri6, por tanto, en la sospecha de dedicarse a
abstractos misterios conceptuales que, a modo de elementos de unas «matemati-
cas superiores» (por ejemplo, como 1 podria equivaler a 3), resultaban inaccesibles
a los sencillos creyentes.
U na teologia orientada hacia sus fuentes tem a que superar tanto la biparticion
del tratado sobre Dios como la conception de que la Trinidad es s61o un elemento
adicional del cristianismo que no afecta sustancialm ente a la relatio n personal
del cristiano con Dios en la fe, el am or y la oration y que carece de importancia
para el desarrollo de cada uno de los tratados dogmaticos concretos.
D e la autorrevelacion de Dios como creador, redentor y reconciliador de los
hombres, de su oferta de alianza a Israel y de su automanifestacion como Padre de
Jesucristo se desprende la doctrina de la unidad de Dios. Asf, la identification
de Dios con el Padre de Jesucristo lleva a un concepto de Dios caracterizado tan
to por la unidad de la.divinidad como.por.la relacionalidad vque es elemento cons-
titutivo de su esencia. La relacionalidad interna de Dios ensu Palabra y e n s u Espf
ritu se revela en la relationJiistoricacon la humanidad de Jestis v en la identificaridn
1—implfcita en aquella relation— de la Palabra divina con este hombre (encarna
cion de Dios, union hipostatica). En la relation con Jesus, Dios se revela como
Padre. E n el inicio de la vida publica de Jesus, en el bautismo en el Jordan, en la
transfiguration, la cruz, la resurrection, la ascencion y el envfo del Espfritu da Dios
a conocer su esencia mtima: Padre, Hijo y Espfritu, aparecen como los sujetos
—en m utua referencia— de la unica realidad divina. Asf, pues, a la Trinidad divi
na no se ha llegado por el camino de una deduction especulativa a partir de un con
cepto abstracto, ni se le presenta al hombre, de forma positivista, comp comuni-
cacion|neram ente extrfnseca en la que «simplemente hay que creer». L a fe en la
Trinidad es mas el reconocimiento reflejo de la autopertura historica de Dios en
Jesus de Nazaret, en su Palabra y en su esencia, que se revela a trav6s de la encar
nacion y de la mision escatologica del Espfritu. ------- -------------------
Puede, pues, decirse: La Trinidad economica (historicosalvifica) es la base del
conocimiento de la Trinidad inmanente (intradivina). La Trinidad inmanente es el
fundamento ontico de la Trinidad econdmica.
2. E l problem a sistem atico de la teologi'a trinitaria
En su fe, los cristianos «adoran a Dios Padre y al Hijo como Dios y al Espiritu
Santo y sehalan que poseen el mismo poder en su unicidad (henosis) y diferencia
en su secuencia y orden (taxis)» (leg. 10; cf. Theophilus vers. Ant, Autol. II, 15).
420
y
(
El bautism o declara que «el Padre nos ha agraciado con el renacimiento por
su Hijo en el Espfritu Santo, pues quienes reciben el Espfritu Santo y lo llevan (
en sf son llevados a la Palabra, es decir, al Hijo. Pero el Hijo los lleva al Padre,
(
y el Padre los hace participes de su inmortalidad. Asf, pues, sin el Espfritu no
puede verse la Palabra de Dios y sin el Hijo nadie puede llegar al Padre, porque (
el Hijo es el conocim iento del Padre. El conocimiemto del Hijo se consigue
por el Espfritu. El Hijo, en cuanto dispensador, da el Espiritu, segun el bene- (
placito del Padre, a quienes el Padre quiere y como quiere» (epid. 7).
(
(
Hipolito senala la conexion entre el bautismo, la catequesis y la confesion de
fe. Al bautismo en el Dios trino corresponde la estructura trinitaria de la confesion (
de fe. (
Revisten una gran importancia las reglas de fe de los siglos II y m (Ireneo, haer.
1 ,10,1; Tertuliano, virg. vel. 1; praescri. 13; adv. Prax 2; Novaciano, trin. 1). *
Origenes menciona como puntos esenciales de la proclamation apostolica: ,
«Primero: que hay un solo Dios que lo ha creado y ordenado todo ... luego,
que Jesucristo, el que ha venido, fue engendrado por Dios antes de toda crea
tion ... Se ha despojado a sf mismo y se ha hecho hombre, ha tornado carne, aun-
que era Dios y, a traves de su humanization, siguio siendo lo que era: Dios ...
Luego nos ha concedido, en cuanto partfcipes de la gloria y la dignidad del Padre
y del Hijo, el Santo Espfritu» (princ. praef. 4).
421
1. El simbolo niceno-constantinopolitano 325-381; D H 125,150; D H R 54, 86.
2. El «apostolico» del siglo II: D H 30; D H R 4-9 (en sus diversas versiones).
3. El «Atanasiano» o Quicumque, del siglo iv: D H 75; D H R 39-40.
4. La Carta de Dionisio de Roma a Dionisio de Alexandria del ano 262: D H 112-
115; D H R 48-51.
5. El sinodo rom ano bajo Damaso I, en 382: DH 153-176; D H R 58-82.
6. El II concilio de Constantinopla, ano 553, canones 1 y 2: DH421s.; D H R 213s.
7. El sinodo de L etran , del ano 649, bajo M artin I, canones 1 y 2; D H 501s.;
D H R 254s.
8. El XI concilio de Toledo, de 675: DH 525-532; D H R 275-282.
9. El sinodo rom ano, de 680, bajo el papa Agaton I: D H 546.
10. El XV concilio de Toledo, de 688: DH 566.
11. El XVI concilio de Toledo, de 693: D H 568-570; D H R 296.
12. El IV concilio de Letran, de 1215: DH 800, 804s.; D H R 428, 432.
13. El II concilio de Lyon, de 1274, en la profesidn de fe del em perador Miguel
Paleologo: D H 851-853; D H R 461-463.
14. El concilio de la union de Florencia, de 1439, con las bulas Laetentur coeli (DH
1300-1303; D H R 691-694) y, en 1442, Cantate Domino (D H 1330-1333; D H R
703-705).
15. La constitucidn Cum quorumdan hominum del papa Paulo IV, en 1555, contra
los unitaristas y los sozinianos: DH 1880; D H R 993.
422
ritu no es engendrado. Procede originariamente del Padre y del Hijo como de un
linico principio. De acuerdo con el nombre de Espfritu y con el uso lingufstico de
la Sagrada Escritura, esta procesion recibe el nom bre de «espiracion».
4. E n la unidad del Dios unico se dan varias relaciones y propiedades realmente
distintas entre sf. Como es la relation mutua de las personas divinas la que consti-
tuye la realization esencial unica de Dios, entre la esencia de Dios y las personas
divinas solo hay una diferencia virtual.
5. Las personas divinas no son realmente ditintas de la esencia divina; no for-
man, junto con 6sta, una cuatemidad. D e donde se deriva la formula trinitaria basi-
ca: En Dios todo es uno, donde no obsta la oposicion de la relation (In Deo omnia
m um , ubi non obviat relationis oppositio) (D H 1330; D H R 703).
6. Las personas divinas no son partes o elem entos de la realization de Dios,
sino que cada una de ellas es el Dios linico y verdadero. Cada persona divina esta
en las otras. Se compenetran mutuamente (pericoresis).
7. No se puede separar a unas personas divinas de las otras cuanto actuan hacia
el exterior (ad extra). Constituyen un unico principio de action en la creation, la
redenci6n y la consumacion final. P ero esto no quiere decir que no se de en
la unidad de su action una diferencia de las personas (en la revelacion historica).
La operatio Dei ad extra se produce segun el ordo relationis.
b) El modalismo
424
«Este fuera el momenta oportuno de hablar contra los que dividen, cortan y des-
truyen la mas venerada predication de la Iglesia, la unidad de principio en Dios,
repartiendola en tres potencias e hipostasis separadas y en tres divinidades...
Porque este (Sabelio) blasfema diciendo que el mismo Hijo es el Padre y vice-
versa; aquellos, por el contrario, predican, en cierto modo, tres dioses, pues divi
den la santa Unidad en tres hipostasis absolutamente separadas entre sf. Porque
es necesario que el V erbo divino este unido con el Dios del universo y que el
Espiritu Santo habite y permanezca en Dios; y, consiguientemente, es de toda
necesidad que la divina Trinidad se recapitule y reuna como en un vertice, en
uno solo, es decir, en el Dios omnipotente del universo. Porque la doctrina de
Marcion, hombre de m ente vana, que corta y divide en tres la unidad de prin
cipio, es ensenanza diabolica ... Pero no son menos de reprender quienes opi-
nan que el Hijo es una criatura ... Luego ni se debe dividir en tres divinidades la
adm irable y divina unidad, ni disminuir con la idea de creation la dignidad y
suprema grandeza del Senor; sino que hay que creer en Dios Padre omnipotente
y en Jesucristo su Hijo y en el Espi'ritu Santo, y que en el Dios del universo
esta unido el Verbo. “Porque yo —dice— y el Padre somos una sola cosa” (Jn
10,30) y “Yo estoy en el Padre y el Padre en mi” (Jn 14,10). Porque de este modo
es posible mantener Integra tanto la divina Trinidad como la santa predication
de la unidad de principio (= la monarqui'a o unidad de Dios que brota del Padre,
del autor)» (DH 112-115; D H R 48-51).
c) El triteismo
425
dra, ni es engendrado, ni procede; sino que el Padre es el que engendra; el Hijo
el que es engendrado y el Espfritu Santo el que procede, de modo que las dis-
tinciones estan en las personas y la unidad en la naturaleza. Consiguientemen-
te, aunque uno sea el Padre, otro el Hijo y otro el Espfritu Santo, sin embargo,
no son otra cosa, sino lo que es el Padre, lo mismo absolutamente es el Hijo y el
Espfritu Santo; de modo que segun la fe ortodoxa y catolica, se los cree con-
sustanciales» (D H 804s.; D H R 432).
426
y ~ -
En contra del triteismo y del modalismo se halla la form ula de que el Padre, el
Hijo y el Espiritu son un alius diferente, pero no un aliud (no una esencia individual
distinta).
Como los arrianos negaban la filiation divina eterna del Logos, tenfan que recha-
zar tam bien, forzosam ente, que Dios sea P adre eterno. En este supuesto, Dios
llega a ser Padre cuando crea a la primera de sus obras, a saber, el Hijo. La relation
de Dios Padre con el Hijo es, pues, aquf, extrfnseca a la esencia divina. La hom o
ousia del Hijo afirmada en el concilio de Nicea (325) dice, por el contrario, que la
Trinidad inm anente es el presupuesto de la Trinidad economica, en la que se re
vela como verdad y se comunica como gracia y vida. Cuando el concilio ecumeni-
co de Constantinopla del 381 y el sinodo romano del 382, bajo Damaso I, recono-
cieron que el Espfritu Santo es verdadero Dios (=no creado) y tiene su hipostasis
propia, llego a su fin el proceso de formacion del dogma trinitario y del pneuma
tologico.
427
Este judafsmo posbiblico entiende el discurso sobre la divinidad de Cristo como
una especie de divinizacion de un hombre. D e donde se sigue la erronea interpre
tation de que la Trinidad es la triplication numerica de Dios, es decir, una cierta
especie de doctrina que admite la existencia de tres dioses. De esta falsa intelec-
cion basica sobre el contenido mismo se deriva tambien una equivocada compren-
si6n de la evolution teologica del dogma trinitario y cristologico. Aqui' la Trini
dad seria simplemente una recai'da en el paganismo politeista y la divinidad de Cristo
seria la apoteosis de un hombre. El Jesus historico no habria tenido ni el menor
barrunto acerca de su divinidad o de su existencia como segunda persona de la T ri
nidad. E n el siglo iv se le habria anadido al segundo Dios el Espi'ritu Santo, como
el Dios tercero (cf. P. Lapide, Jiidischer Monotheismus, M 21982).
Ya a mediados del siglo n, el judfo Trifon objetaba al filosofo cristiano Justino:
«Tu afirmacion de que el dicho Cristo es Dios desde la eternidad, que se ha reba-
jado a convertirse en hombre y a nacer, y que no es hombre de hombres, se me
antoja no solo inconcebible, sino incluso descabellada.» (dial. 48,1)
428
8. El antitrinitarismo desde el siglo xvi
429
Fue muy notable la influencia ejercida por esta corriente tanto en el deismo en
la filosofia de la Ilustracion y en la critica de la religion como tambien, y persis-
tentem ente, en las concepciones religiosas de la literatura clasica y romantica.
Es, en este sentido, un caso ejemplar la figura de Immanuel Kant. En el mar-
co de su reduction de la fe a la moral, la fe en la Trinidad es la representation sim-
bolica del poder, la sabidurfa y el amor del supremo principio moral, llamado Dios.
A finales del siglo xvm parecfa ya que la doctrina de la Trinidad se habfa des-
vanecido totalm ente bajo los golpes de la crftica racionalista. Pues, se pregunta-
ba, en efecto: ^Como tres personas pueden constituir la esencia unica de lo Abso
luto como una substantia prim al Y a ello se anadfa la crftica radical a la utilizacion
del concepto de persona en la doctrina sobre Dios. En el llamado debate del ate-
fsmo, J. G. Fichte formulaba:
430
dimiento y su voluntad con las esencias que contempla fuera de si mismo. At inten-
tar descubrir y desenmascarar este mecanismo de proyeccion, Feuerbach desdivi-
niza al Dios trascendente imaginado. El hombre se comprenderi'a a si mismo en su
propia divinidad: «La conciencia de si del hombre en su totalidad es la conciencia
de la Trinidad» (Das Wesen des Christentums, 1841, Werke 5,75).
«Dios sin Hijo es yo, Dios con Hijo es tu. Yo es entendimiento, tu es amor; el amor
con entendimiento y el entendimiento con amor es Espiritu, es el hombre total. El
Espi'ritu es la totalidad del hombre como tal, el hombre total. Tan solo la vida
comun es vida verdadera, divina, satisfecha en si... —Este sencillo pensamien-
to, esta verdad simple, innata al hombre, es el secreto del misterio sobrenatural
de la Trinidad» (ibi'd. 78s.).
La teologia protestante liberal del siglo xix basada en las ideas de Daniel Frie
drich Ernst Schleiermacher solo admite la Trinidad economica. La m anifestation
tripersonal de Dios es tan s61o la expresion —que sale a nuestro encuentro en la
historia y en el mundo— de la unipersonalidad del Espiritu absoluto. La religion
consistiria en situarse con responsabilidad moral ante esta personalidad divina y
m ostrar una confianza afectiva frente a la benigna bondad paternal. El hombre
Jesus habria sido el mejor interprete de esta religiosidad afectiva moral.
E n su obra principal Der christliche Glaube (21831) todo lo que dice sobre la
«doctrina de la Trinidad divina» se reduce a una observation marginal final. Esta
doctrina no brotari'a, segun el, de la autoconciencia cristiana inmediata de la que
han surgido, como correlato objetivo, los otros contenidos doctrinales, Se tratarfa
tan s61o de una com bination en la que se sintetizan otras expresiones del senti-
miento cristiano de dependencia total frente a lo Absoluto. Enteram ente en el sen-
tido de Sabelio, Schleiermacher solo admite tres distintos modos de actuar del Dios
unico. La doctrina acerca de la Trinidad inm anente se le antoja antropomorfis-
mo. Nuestra conciencia de Dios estaria, en efecto, indisolublemente unida a la con
ciencia del m undo que se da en nuestra conciencia del yo. No hay ningun conoci
miento de Dios independiente de su ser en el mundo.
La crisis de la fe en la Trinidad se refleja tambien en el hecho de que en la his-
toriografia liberal sobre los dogmas (F. Loofs, W. Kohler, M. W erner) o en la escue-
la de la historia de las religiones (E. Norden, R. Reitzenstein, W. Bousset) o se la
desenmascara desde una perspectiva historica evolutiva como resultado de un ale-
jamiento ontologico metafisico respecto del cristianismo bfblico o se la considera
un producto de la fantasia creadora bajo el influjo de una conception del mundo
precientifica y politeista (cf. ya la exposition de D. F. Strauss, Die christliche Glau-
benslehre 1 ,1840, Da 1974,462-502; F. C. Baur, Die christliche Lehre von der Dreiei-
nigkeit und Menschenwerdung in ihrer geschichtlichen Entwicklung III, Tu 1843).
Aquf el dogma es simplemente fantasia religiosa, que en el mito se expresaba a tra
ves de imagenes y ahora lo hace a traves de conceptos especulativos.
Ofrece un ejemplo paradigmatico de la historiografi'a liberal de los dogmas la
afirmacion de A dolf von Harnack de que la Trinidad y la encarnacion no tienen
nada en comun con el evangelio primitivo. Para el, el «nucleo de la religion* es la
confianza sencilla en la providencia paternal de Dios, el amor servicial, la entere-
za moral y el perdon (Lehrbuch der Dogmengeschichte III, 1906). En sus Vorle-
sungen iiber das Wesen des Christentums, 1899-1900) se encuentra la celebre
formula:
«No es el Hijo, sino solo el Padre quien constituye la parte intrfnseca del Evan-
gelio, tal como Jesiis lo ha anunciado. Pero nadie ha conocido nunca al Padre
tal como el lo conoce; es el quien comunica a los demas este conocimiento, y
proporciona asi a “los muchos” un servicio incomparable® (M 1964, 92).
432
r
como consecuencia de las contraposiciones epistemologicas y metaffsicas entre ser
y pensamiento, espi'ritu y naturaleza, racionalismo y empirisimo, trascendencia e
inmanencia, substantia y relation, historia mundana e historia salvffica, metaffsica
ontica y trascendentalism o crftico, atefsmo de la Ilustracion popular y defsmo o
pantefsmo de las clases cultas.
El unico modo de franquear el foso del enfrentamiento denunciado por Kant
entre la espontaneidad de la razon y la objetividad de las cosas seria, segtin Hegel,
identificar el pensamiento con el ser. Pero la razon finita es incapaz de captar esta
union. Esto solo es posible en el Espfritu absoluto, es decir, en Dios. Cuando el
Espfritu piensa, lo pensado es tanto su realidad como su manifestation (es decir, es
su verdad en la naturaleza y en la historia).
El punto esencial de la crftica a la doctrina trinitaria hegeliana se centra en la
constitution de las personas en la Trinidad inmanente. Segun Hegel, las personas
divinas seconstituyen en virtud de una autodiferenciacion en cuanto que el vacfo
y la indeterminacion originarias de Dios tienen que llegar a su plenitud y consu
macion unicamente a traves de la autocontraposition en el Hijo y la autorreunifi-
cacion de «tesis y antftesis» en el Espfritu.
Es cierto que por este camino se establece una estrecha conexion entre la Tri
nidad economica y la inmanente, pero a costa de convertir ia revelacion de Dios en
el mundo en un elemento necesario de su propia constitution. Tam bien se cues-
tiona, en esta explication, la realidad propia del mundo y la libertad del hombre en
el proceso historico. Segun el testimonio bfblico, determinante para la fe cristiana
en Dios, Dios no se constituye mediante autodiferenciacion, sino m ediante auto
comunicacion. D e la plenitud, de nada necesitada, de su ser divino, el Padre comu
nica entera y totalmente su esencia divina al Hijo y lo expresa, amando, en la per
sona del Espfritu Santo. La diferencia de las personas se identifica con las relaciones
de origen que forman la personalidad y en las que la esencia de Dios se consuma
eternam ente como amor que se com parte y se comunica. La diferencia entre el
Padre y el Hijo no implica, por tanto, una autonegacion, o el dolor infinito del amor
que seria, en la Trinidad inmanente, la no-identidad del Padre y el Hijo y, en la eco
nomica, la m uerte de Dios en cruz.
En la cruz, Dios asume de hecho libremente sobre sf el dolor del mundo, el sufri-
miento del am or y la muerte del alejamiento divino. Pero no acontece para repre-
sentar en el escenario del mundo el espectaculo intradivino de un amor que se des-
une-y-une. E l m undo tiene necesidad de redencion frente a la m uerte (como
distanciamiento de Dios), porque la creation, que no es otra cosa sino la partici
pation en la plenitud positiva del ser de Dios, se ha alejado de Dios por el peca
do. Y como Dios, en la libertad de su amor, ha asumido en su Hijo el ser humano
bajo las condiciones del pecado (cf. Rom 8,3) y deja que se desfogue en el la con
tradiction respecto al amor del Dios trino, en la muerte en cruz de Jesus quedan
subsanados el pecado y la m uerte en virtud de la plenitud infinita del amor trino.
En la resurrection del hombre Jesus de la muerte y en la revelacion del misterio de
su persona como Logos eterno se da a conocer definitivamente el Dios trino como
la vida, Ia verdad y la plenitud del am or que es el mismo en su propia esencia
(lJn 4,8.16).
433
b) La Trinidad como lo specificurn christianum
Aunque no puede ignorarse que las ideas de Hegel requieren una critica de pro-
fundo calado, tampoco es licito olvidar que proporcionaron un notable impulso que
sacd a la teologia trinitaria de su aislamiento y le devolvio la signification central
que le corresponde en la reflexion sobre la fe.
Son muchos y muy destacados los representantes tanto de la teologia catolica
(Karl R ahner, Hans Urs von Balthasar, Yves Congar, Henri de Lubac y otros),
como de la evangelica (Karl Barth, Wolfhart Pannenberg, Eberhard Jiingel, Jur
gen Moltmann, Gerhard Ebeling) y la ortodoxa (S. N. Bulgakov, N. Afanassieff, L.
Chomyakov) que han hecho de la Trinidad el punto de partida de una nueva media
tion y transmision de la fe cristiana.
En su critica al intento por reducir la fe cristiana a un sentimiento religioso gene
ral (a un apriori afectivo, moral o racional), Karl Barth ha reclamado, en primer
lugar, que no debe comenzarse por un discurso generico sobre Dios y la religion,
sino que el punto de arranque de toda la teologia debe ser el Dios del testimonio
bfblico. El Dios testificado por la Escritura se ha revelado como creador, reden-
tor y reconciliador en la historia de la salvation y como Padre Hijo y Espiritu en el
acontecimiento Cristo. E n el acontecimiento de su autorrevelacion Dios se da tal
cual es.
Por consiguiente, Karl Rahner puede fijar como ley fundamental de toda la teo-
logi'a cristiana la siguiente formula: «La Trinidad “economica” es la Trinidad “inma
nente”. Y a la inversa» (Mysal II, 328).
Si el Dios uno y trino se comunica al hombre (es decir, no se limita a propor-
cionar informaciones teoricas), entonces la Trinidad tiene una importancia deter-
m inante para la vida hum ana y su camino hacia Dios. De aqui se le derivan a la
m oderna teologia trinitaria cuatro series de problemas:
1. El lugar de la doctrina trinitaria en la dogmatica.
2. La unidad de la Trinidad inmanente y la Trinidad cconomica.
3. La referencia vital del conocimiento de Dios en su triple actividad. La T rini
dad no es un misterio conceptual que solo interesarfa a los especialistas, sino una
realidad que afecta inmediatamente a la relation viva con Dios de todos y cada
uno de los cristianos en la fe y en la oration. Justamente a traves de su ser y de
su actuar trino, Dios determ ina las realizaciones existenciales basicas del ser
humano en el amor, el sufrimiento y la muerte. Pues Dios, en cuanto amor tri
no, es la respuesta al interrogante que es el hombre para sf mismo.
4. La conexion de la autorrevelacion de Dios en la vida y la muerte de su Hijo con
la historia del dolor y el sufrimiento de la humanidad.
434
II. LA FE EN LA TRINIDAD EN EL
TESTIMONIO BIBLICO
«En aquel momento, se lleno de gozo Jesus en el Espi'ritu Santo, y dijo: “Yo te
bendigo, Padre, Senor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas
a sabios y prudentes, y se las has revelado a pequenos. Si, Padre, pues tal ha sido
tu beneplacito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quien
es el Hijo sino el Padre; y quien es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo
se lo quiera revelar» (Lc 10,21-23).
435
zada en y soportada por el acontecimiento de la revelaci6n. En el punto culminante
se produce la revelacion de la Trinidad economica en el acontecimiento de la resu
rrection de Jesus crucificado por el poder el Espiritu Santo, a traves del cual D i o s
se revela como Padre, Hijo y Espi'ritu (Rom 1,2s.; 8,11). A partir de entonces, la
existencia cristiana consiste en la filiation divina, que se consuma como participa
tion en la «esencia y la imagen de su Hijo» (Rom 8,29) y en el don del Espi'ritu a
los corazones de los hombres (Rom 5,5; 8,23) para que los que hemos sido intro-
ducidos, por el poder de la gracia, en la relation filial de Jesus con el Padre, poda-
mos clamar, por medio del Espiritu: «jAbba, Padre!» (Rom 8,15; G al 4,4-6; Jn
14,15.23.26).
El mediador del reino de Dios, elevado a la dignidad de consorte del trono con
el Padre («exaltado a la derecha del Padre»), dota a su Iglesia, desde el Padre y
a p artir de su unidad con el en cuanto Hijo, con el poder del Espiritu (Lc 24,49;
Act 2,32.39; 5,32; 7,55; Jn 20,22). La Iglesia es la Iglesia del Dios trino (Act 20,28).
Tam bien la futura resurrection de los m uertos y la consumacion de la Iglesia y
del mundo en la parusia de Cristo es obra de Dios y de su revelacion como Padre,
Hijo y Espiritu (Rom 8,9-11; ITes 1,5.10; Ap 22,17). La semejanza con D ios y la
vision de su esencia (lJn 3,2; IC o r 13,12) se lleva a cabo como participation en
la naturaleza y la vida de Dios, que es el amor. Dios ha revelado que su esencia es
am or al enviar «al mundo a su Hijo unico» ( lJ n 4,9) y al «darnos su Espfritu»
(lJn 4,13).
Bajo el supuesto de que Dios no es, ni en el Antiguo ni en el Nuevo Testamento,
aquella esencia suprema (carente en sf misma de relaciones con ninguna otra cosa)
de que hablan la teodicea, el deismo o la especulacion abstracta de Dios, sino el
Dios de la libre autocomunicacion y de la alianza y, finalmente, el Dios y Padre
de Jesucristo, se com prende tam bien facilmente por que en numerosas form u
las de bendicion, expresiones liturgicas y doxologfas del Nuevo Testamento se cree
y se confiesa la unica realidad de la esencia y de la revelacion divina bajo la suce-
si6n coordinada de los nombres del Padre, el Hijo y el Espiritu.
«La gracia del Senor Jesucristo, el amor de Dios y la comunion del Espi'ritu San
to sean con todos vosotros* (2Cor 13,13).
«Os suplico, hermanos, por nuestro Senor Jesucristo y por el amor del Espiritu
Santo, que lucheis juntam ente conmigo en vuestras oraciones rogando a Dios
por mi'» (Rom 15,30).
«Vosotros, queridos, edificandoos sobre vuestra santi'sima fe y orando en el Espi'
ritu Santo, manteneos en la caridad de Dios, aguardando la misericordia de nues
tro Steiior Jesucristo para vida eterna» (Jud 20).
----i_------------------------------------------------------
436
IC or 8,6:
(Y asf nosotros tenemos)
un solo Dios, el Padre... EIJ fl-EOg OJWXTTlp
y un solo Senor: Jesucristo eig K V Q L o q ’IrjaoSs Xgiotog
IC or 12,4-6:
Hay diversidad de dones,
pero el Espiritu es el mismo. to 8e airto jiVE^a
Hay diversidad de servicios,
pero el Senor es el mismo. oafaos xTJQiog
H ay diversidad de operaciones,
pero Dios es el mismo. o auto? fteoc;
E f 4,4-6:
un solo Espiritu... un solo Senor... ... ev jrvsi3[ia,... Elg Kupiog,
un solo Dios y Padre de todos... ... el$ deog xod jtari]p jcavxwv ...
437
dicado «Hijo». En Jesiis sale al paso del hombre el Hijo unico y humanizado del
Padre y m ediador escatologico de la salvation. E n el se hace Dios inmediatamen-
te presente. E n el contexto de la historia de Jesus revela Dios al Espi'ritu del Padre
y del Hijo como el don escatologico en el que se da a si' mismo. Por tanto, tam p o
co el Espiritu es un poder o una eficacia apersonal de Dios o una description pura-
m ente m etaforica de la action divina. El Espfritu, que explora los abismos de la
divinidad (IC or 2,10), se afirma en la unidad y la diferencia de la relacion al Padre.
Es contraria al autotestim onio de Cristo y a la confesion de la primitiva Igle
sia una interpretation que de entrada solo admite una union moral entre Dios y
el hombre Jesus, al que luego se le daria, de una manera meramente metaforica, el
nombre de hijo de Dios, en el mismo sentido y con el mismo contenido que cuan
do se le aplica al pueblo de la alianza, a los profetas y a los reyes. Segun esta inter-
prelation, la divinizacidn del hombre Jesus se habri'a producido mas tarde y poco
a poco. Se explicarfan asf las formulas de fe trinitarias que hablan del Padre y del
Hijo sin mencionar explfcitamente al Espfritu Santo. Solo mucho mas tarde se habria
Uegado a una divinizacion e hipostacion del Espfritu, de modo que al final del pro
ceso en vez de un Dios habrfan surgido, por asf decirlo, tres dioses o, al menos, una
divinidad triform e. P ero contra esta concepcion, el Nuevo Testam ento afirma
que en el H ijo y el Espfritu se ha revelado la presencia salvffica escatologica de
Dios. Como ambos proceden del Padre, se insertan totalm ente en la esfera de la
divinidad y forman con el Padre la una y unica realidad esencial viviente de la divi
nidad que se realiza eternam ente como amor. E n la encarnacion de la Palabra
divina y en la mision escatologica y universal del Espfritu se revela la actividad pro
pia y auto noma del Hijo y del Espfritu. Son, a una con el Padre y relacionados entre
sf, los portadores de la unica divinidad. Como hay una sola autocomunicacion de
Dios como P adre al H ijo y al Espfritu, constituyen los tres la unidad y unicidad
de Dios, que se realiza no a modo de yuxtaposicion sino en mutua diferencia y refe
rencia «personal».
III. PERSPECTIVAS HISTORICOTEOLOGICAS
439
y el Espi'ritu (haer. 1,10,1; cf. epid.6). El hombre, en cuanto criatura de Dios y de
acuerdo con la imagen y semejanza de Dios que lleva en sf, esta ordenado a una
plenitud y consumacion sobrenatural (haer. V,6,l). El Padre volvera a unir en el
amor, tam bien en Cristo, el Hijo hecho hombre y cabeza de la nueva creation, al
hombre creado en su Logos. La redencion alcanzara su plenitud en el don del Espf
ritu. Y asf, el Hijo y el Espfritu son «como las dos manos de Dios». Pertenecen a la
esencia divina. Se distinguen, pues, absolutamente de los seres creados. Por su medio
lleva Dios a cabo su inmanencia mundana en la creation y en la historia de la sal
vation, respecto de la cual Dios Padre es siempre trascendente. A diferencia de las
especulaciones gnosticas, Ireneo afirma que el origen o procedencia del Hijo y
del Espfritu respecto del Padre superan la capacidad intelectual humana. Esto, con
todo, no le impide hablar de la generation eterna del Hijo desde el Padre y distin-
guirla de la generation tem poral de las criaturas desde Dios. E n la historia de la
salvation, la T rinidad se revela sobre todo, segun Ireneo, en la encarnacion de
la Palabra eterna. Este cristocentrismo de la historia de la salvation habria sido pre-
parado ya en el Antiguo Testam ento por el Espfritu Santo y llegarfa a su perfec
tion en la fe de los discipulos en Jesus. La unidad del Padre, del Hijo y del Espfri
tu se revelarfan escatologicamente al impulsar el Espfritu a la Iglesia a lo largo
del camino hacia el fin, para que llegue el dfa en que el Padre pueda reunir en Cris
to al universo entero y a la humanidad total en una recapitulatio omnium (Act 3,21)
y pueda atraerlos definitivamente a sf.
440
En contra del modalismo, Tertuliano acentua la diferencia real del Padre, el
Hijo y el Espi'ritu. Rechaza la tesis del patripasianismo segun la cual seria el Padre
quien habria padecido porque —de acuerdo con las concepciones modalistas— el
Hijo no es otra cosa sino una simple m anifestation modal del Padre. En el sacra-
mentun oikonomiae (el misterio de la historia de la salvation, la Trinidad econo
mica) se dem uestra, segun Tertuliano, que el Padre es distinto del Hijo y el Hijo
distinto del Espfritu. En cuanto personas, serfan alius, pero en cuanto a la esencia
divina comun no serfan aliud. Especialmente en la encarnacion se advierte, siem
pre segun Tertuliano, la diferencia divina del Padre y del Hijo en la relation filial
de Jesiis a Dios, su Padre. D ado que Jesus ruega al Padre y se somete a su volun-
tad, se ve claramente que el Padre no es el Hijo. El enviado es distinto del que envfa,
el obediente es distinto de aquel a quien se presta obediencia. El Padre, el Hijo
y el Espfritu son titulares autonomos de sus propios actos. En la Trinidad econo
mica se revelan como «personas en las que subsiste el unico Dios».
Tertuliano contribuyo sobre todo a la ctarificacion del termino «persona». Este
vocablo designa al Padre, al Hijo y al Espfritu en cuanto sujetos o titulares, distintos
entre sf, de una unica naturaleza divina individual. D e todas formas, no puede iden-
tificarse a la persona latina con el prosopon griego, cuyo significado original es el de
la «mascara» que se colocaban los actores de las representaciones teatrales para dar
a conocer su «papel». El contenido objetivo de la persona (y mas tarde tambien el
de prosopon, derivado de aquella) debe determinarse mas bien a traves del vocablo
griego hypostasis. Desde la epoca de los Capadocios existfa una clara diferenciacion
entre hypostasis y ousia. Para distinguir nftidamente en Occidente el concepto de subs
tancia frente al de la naturaleza general abstracta, se puntualizo el significado de la
persona o la hipostasis, ariadiendole el concepto de subsistencia. Hasta las aporta-
ciones de los neocalcedonianos (Juan Gramatico, Leoncio de Bizancio, Leoncio de
Jerusalen, Maximo Confesor y Juan Damasceno) no se consiguio una diferenciacion
conceptual neta y precisa entre los terminos hypostasis/ousia ni tampoco entre los de
subsistentia/substantia/essentia. En todo caso, no puede partirse aquf de una defini
tion neutral antecedente de los conceptos. En la perspectiva de la historia de los dog
mas y del lenguaje, se recorrio mas bien el camino inverso. Debe entenderse el con
tenido de los conceptos hypostasis y persona de tal modo que puedan designar con
la mayor precision posible la diferencia —conocida en la fe— del Padre, el Hijo y el
Espfritu dentro de la esencia indivisible del Dios .unico en su mutua referencia, segun
el orden del origen. No se trata, pues, en modo alguno de que el contenido haya sido
remodelado para encajarlo en un sistema conceptual previamente dado.
En la definition de los conceptos de subsistencia e hipostasis entra tambien la idea
de la relation. A diferencia de las divisiones tradicionales de las categorias filosoficas,
aquf no puede encuadrarse a la relation entre los accidentales. D ebe indicarse,
por el contrario, que lo propio y caracterfstico de la persona divina es la subsisten
cia, que se constituye relacionalmente en la referencia a las otras personas divinas.
441
en las tres personas (mia ousia - treis hypostaseis). La fe en la Trinidad no depen-
de de procesos deductivos de la teologi'a trinitaria. Pero una exposition teologica
puede aportar ayuda a la realization rational de la fe, puede profundizarla, puri-
ficarla respecto de las posiciones heterodoxas y afianzarla contra los ataques de
la religion (judi'a) y de la filosofi'a pagana.
El Logos es, junto al Padre, el segundo Dios (6eijxkooc; deog). No se quiere afir-
mar aqui una duplication de la naturaleza divina, sino la reception de la divini
dad a partir del Padre. El Padre es el origen de la divinidad (ho theos). El Hijo reci
be del Padre la divinidad (theos, sin arti'culo).
IS, diferencia de la posterior formulation arriana, debe decirse, siguiendo el pen
samiento de Origenes, que no ha habido nunca un tiempo en el que el Logos no
haya existido junto con y en union con el Padre (princ. 1,2,9). El Hijo no surge de
una em anation o efusion natural de la esencia de Dios. Es la voluntad esencial
del Padre la que hace que el Hijo proceda de su propia substancia. Origenes esta-
blece una distincion entre esta inefable procesion del Logos desde el Padre y el ori
gen tem poral de la creation por medio del Logos,que es su mediador. Y esto sig
nifica que la creation es posible en la unidad interior y la diferencia del Padre y del
Hijo y que en su realization revela (al menos a modo de insinuation) la unidad y,
442
a la vez, la diferencia en Dios. Las ocasionales designaciones del Logos como
criatura en Col 1,15 y Prov 8,22-25 no pueden ser entendidas en el sentido de una
creation de la nada. Se expresa aqui, en sentido trasladado, la procesion del Hijo
y su generation arquetfpica en virtud de la voluntad del Padre. E l H ijo se con-
vierte asf en imagen eterna y resplandor del Padre, de cuya esencia divina partici-
pa (en sentido platonico). Por la encarnaci<5n, el mediador de la creation pasa a ser
tambien mediador historico de la salvation. Su obra consiste no solo en el perdon
de los pecados, sino tambien, y sobre todo, en la gracia de la asuncion salvffica de
la naturaleza humana. La gracia como deification vincula con la comunion de la
Palabra y del Padre que son, en la eternidad, la unidad-diferencia de su amor.
443
del movimiento del Hijo al Padre en el Espiritu Santo. De la igualdad esencial se
deriva la unidad esencial que se realiza en el ambito intradivino y se revela en el
espacio de la economia de la salvation en la diferencia del Padre, del Hijo y del
Espi'ritu.
Al igual que los arrianos, tambien Atanasio asume la diferencia radical entre
Dios y el mundo. Pero objeta contra ellos que la palabra «Dios» no designa una
naturaleza abstracta o un sujeto monopersonal absoluto (concebido en los termi-
nos de la substancia metaffsica), al que se le anadin'an accidentalmente las rela-
ciones. En tal caso, en efecto, Dios solo seria Padre cuando se refiere al Logos crea
do y le introduce en la relaci6n filial. En realidad, Dios posee su propia esencia
porque es eternam ente el Padre del Hijo y el origen del Espfritu. Para distinguir la
procesidn intradivina del Hijo de la procedencia del m undo en virtud de la volun-
tad del Padre y de la mediacion que ejerce el Logos en la creacion, Atanasio recu-
rre a los term inos de «generacion» o de «nacimiento eterno». Afirma, de todos
modos, que la procesion del Hijo desde el Padre es un misterio inefable. Aquf el
pensamiento humano solo puede echar mano de debiles analogfas, que no disuel-
ven el misterio sino que precisamente pretenden protegerlo frente a todo tipo de
rationalization. En todas y cada una de las acciones de Dios hacia afuera se reve
la siempre como el Padre que actua por el Hijo en el Espfritu Santo. Finalmente,
esa filiation del Logos, igual en esencia al Padre eterno, se nos ha revelado median
te la encarnacion de Cristo en la virgen Maria. Solo porque fue Dios mismo quien
padecio por nosotros en la naturaleza humana asumida esta cerca de los hombres
tambien en el amor de Jesucristo crucificado y resucitado, y asf hemos sido inclui-
dos en la vida divina.
Conocemos asimismo la procesion del Espfritu en el hecho de que nos ha sido
enviado como maestro para Uevarnos al conocimiento del Hijo y del Padre (IC or
12,3). El E spfritu de Dios, que viene de las profundidades de la divinidad que
solo el penetra (IC or 2,10s.), es Dios mismo, pero diferente del Padre y del Hijo.
Solo en el se da la comunion vivificante con el Padre y el Hijo (cf. IC o r 1,9). La
procesion del Hijo desde el Padre tiene que distinguirse de la procesion del Espf
ritu ya por el simple hecho de que entre el Hijo y el Espfritu no se da un paralelis-
m o pleno, como si fueran hermanos. El Espfritu no procede del Hijo del mismo
modo que el Hijo procede del Padre. Cada uno de ellos procede del Padre de una
manera propia y especffica, pero sin que se de un escalonamiento jerarquizado en
el sentido del subordinacionismo. Es decir, ambos estan en posesidn de la misma y
unica esencia divina.
E n el sfnodo de A lejandria del ano 362 aludio A tanasio a las claras diferen-
cias de las expresiones lingufsticas y de los esquemas conceptuales de los griegos
y los latinos en el ambito de la doctrina trinitaria, pero admitiendo al mismo tiem
po Is conm nidad en la fe. Conocfa bien el esfuerzo del espi'ritu hum ano finito
para’expresar el misterio en el lenguaje de los hombres. Sabfa, al igual que Hilario
de Poitiers (obTa principal: De Trinitate), la problematica fundamental del pensa
miento teologico, que solo puede hablar del misterio de Dios en terminos analogi-
cos. Pero basicamente puede afirmarse lo siguiente: son las formas lingufsticas y
conceptuales las que deben acomodarse al misterio y no, a la inversa, encajar por
la fuerza el contenido dentro de conceptos humanos previamente establecidos.
444
5. La doctrina trinitaria de los Capadocios
«E1 nombre de Padre no designa ni una esencia ni una actividad, sino una refe
rencia (exeoig), que senala como se relaciona el Padre con el Hijo y el Hijo con
el Padre.» (or. 29,16)
445
Las relaciones que surgen del Padre no indican ni una desvalorizacion des-
cendente ni una jerarquizacion cualitativa en Dios. Se trata, muy al contrario, de
superar el subordinacionismo mediante una coordination relational. Cada perso
na tiene su propiedad, mediante la cual se distingue de las otras dos personas en el
entramado de las relaciones de origen que fundamentan la homoousia del Hijo y
del Espi'ritu con el Padre. Son, en esta hipostasi'a y relacionalidad, el ser, la esencia
y la vida del Dios unico. Solo asf puede decirse que el Padre es ingenito (cxyE-miaici),
que realiza hipostaticamente su paternidad y, con ello, su divinidad en la genera
tion eterna del Hijo (EKjtoQEucng) y en la procesion del Espi'ritu Santo (EKTtEuijnq),
que el Hijo realiza hipostaticamente su filiation y, con ello, la divinidad, al ser engen
drado por el Padre o nacer eternamente de el y que en cuanto Hijo etemo del Padre
alcanza su plenitud en orden a el (en respuesta de gratitud), mientras que el Espi'
ritu realiza hipostaticamente su procedencia del Padre y posee la esencia divina en
la autodonacion divina del amor del Padre (Gregorio de Nacianzo, or. 25,16).
446
va al conocimiento y al amor de Dios y en el que este am or y este conocimiento
se manifiestan. Si el alma, en cuanto imagen creada de Dios, posee una dinamica
que la orienta a Dios y solo puede alcanzar su plenitud en la participation de la vida
divina, entonces unicamente puede volverse hacia su arquetipo, en la historia con-
creta, a traves de la encarnacion del Logos y del envfo del Espfritu Santo a nues
tros corazones (de acuerdo con el pasaje de Rom 5,5, frecuentem ente citado por
Agustm). Es decir, solo puede entrar en la comunion con el Dios del am or trino a
traves de la m ediation historicosalvffica del Hijo y de su Espfritu.
El pensamiento de Agustfn tuvo que enfrentarse a los extremos contrapues-
tos del sabelianismo y del arrianismo. E n contra del arrianismo tardfo, acentua la
igualdad esencial del Padre, el Hijo y el Espfritu. D e ahf que en la exposition agus-
tiniana de la Trinidad inmanente pase un tanto a segundo termino, aunque sin difu-
minarse del todo, el pensamiento griego de la monarqufa (=el principio sin princi
pio) del P adre. El P adre es aquf, en efecto, principium , fo n s et origo de toda la
divinidad y de la procesi6n del Hijo y del Espfritu (trin. IV, 20,29). El Padre es prin
cipium sine principio, el Hijo principium de principio. El Espfritu Santo procede de
ambos. Pero en la Trinidad economica reaparece con mayor relieve ante la mira-
da la idea de la monarqufa del Padre.
Mientras que en O riente las reflexiones tenfan una direccion mas bien lineal,
que avanzaba desde el orden interior de la Trinidad hacia el orden historicosalvf-
fico (desde el Padre por el Hijo en el Espiritu), Agustm contempla la Trinidad inma
nente de una manera que cabrfa calificar de circular y cerrada en sf. El proceso tri-
nitario vital pasa del Padre al Hijo y se cierra en el Espfritu Santo, que es la comunion
de ambos como amor. Por consiguiente, aquf puede entenderse el ser personal del
Espfritu como el amor mutuo del Padre y del Hijo. D e todas formas, tambien Agus
tm hace desembocar los procesos intradivinos (productiones) en las misiones (mis-
siones) temporales. El Hijo aparece de hecho en el tiempo en virtud de la encar
nacion y el Espfritu en virtud de la efusion escatologica. Por eso, los hombres nos
relacionamos realm ente en la historia y en la vida personal con el mismo Dios y
somos santificados y deificados por el Dios trino.
La contribution mas importante de Agustfn se halla en la doctrina de la rela
tion, que ya habfa sido insinuada por Gregorio de Nacianzo. Mantiene siempre una
cierta reserva frente al ya aclimatado concepto de «persona», debido a que, dada
su signification originaria de mascara de los actores teatrales, se corrfa el riesgo de
darle una erronea interpretaci6n. El concepto de persona deberfa ser siempre inter-
nam ente entendido como orientado a la hipostasis y deberfa superar, por consi
guiente, la categorfa de substancia (pensada como algo encerrado en sf y carente
de relaciones).
La relacionalidad esta ya inscrita en los nombres bfblicos del Padre y del Hijo.
No debe partirse de un concepto de persona entendido a modo de substancia y com-
plementarlo luego extrfnsecamente con la categorfa de la relation. La relacionali
dad se encuentra en la persona misma, a saber, en la paternidad, en la filiation y
en la espiracion del Espfritu de Dios. Asf, pues, en Dios todo es uno, salvo lo que
se afirma de cada una de las tres personas en su diferente relation con las otras (civ.
XI,9,10; cf. Anselmo de Canterbury, De processione spiritus sancti, 1; tambien el
concilio de Florencia, D H 1330; D H R 703). A diferencia de la tabla aristotelica de
las categorias, aquf las relaciones no pertenecen a los accidentales. Se trata de rela
ciones reales, es decir, constitutivas de la esencia. Forma parte de la esencia eter-
447
na de Dios ser desde la eternidad Padre del Hijo (es decir, una relatio realis). En
cambio, y a diferencia del ser de Padre, el ser creador no es elemento constitutivo
de la esencia eterna de Dios, porque la creation no es necesaria, sino libremente
puesta desde el amor (esto es, una relatio rationis).
Las personas no son partes, fases o elementos de Dios. Cada una de ellas es
en si misma, en relation a las otras dos, el Dios unico y verdadero. Por eso debe
decirse Deus est Trinitas. La diferencia entre las personas consiste en el orden de
las relaciones y no en la diferencia respecto a una esencia preexistente a las tres y
concebida como una realidad abstracta. Al contrario, en la Trinidad el acto esen
cial de Dios se identifica con las personas, que solo se diferencian entre sf por su
referencia mutua.
La peculiaridad del Espfritu Santo consiste en que es, en la eternidad, el don
m utuo que el Padre hace al H ijo y en el que el Hijo se da de nuevo, amando, a)
Padre. E n este don se distinguen entre sf y en el se ganan eternam ente como la
comunion en el amor. El Espfritu Santo es donum, amor y communicatio o com-
munio.
Contemplado desde la perspectiva de la Trinidad economica salvffica, esto sig
nifica que el Espfritu es el don (donum) historicosalvffico soteriologico de Dios y
Dios es el que se dona (se donans). El Espfritu es el amor de Dios a nosotros y en
nosotros y es tambien, a la vez, Dios en su autocomunicacion gratuita, el que sus-
tenta nuestra respuesta en la fe, la esperanza y el amor y nos introduce para siem
pre en la comunion del amor divino. Por eso, cada individuo concreto (en su alma)
y la Iglesia son imagen, senal y sacramento de la comunion de las personas divi
nas y de la comunion del Padre, el Hijo y el Espfritu.
La teorfa de Agustm, conocida bajo el nombre de «analogfa psicologica de la
Trinidad», no pretende en modo alguno deducir el misterio de Dios trino a partir
de una especie de estructura basica triadica del alma. Las estructuras triadicas (mens-
notitia-amor o memoria-intellectus-voluntas) son tan solo huellas o imagenes, vesti
gia et imagines trinitatis. Como ayudas para la comprension estas analogfas meta-
foricas extrafdas de la antropologfa son preferibles a las sacadas de la naturaleza
(peso, numero, medida; sol, rayo, luz) o del ambito de la cultura, por ejemplo, cuan
do se dice que la gramdtica, la retorica y la dialectica configuran la esencia unica del
lenguaje, tambien cuando se las aplica para clarificar y hacer mas inteligible la afir
macion central de la fe cristiana. Pero se trata siempre solo de ayudas a la com
prension, no de explicaciones de la realidad misma ni deducciones. Para llegar al
conocimiento de la Trinidad inmanente es necesario la Trinidad economica. Aquf
la verdadera imago trinitatis es el hombre Jesus (2Cor 4,4) en su relatio n filial
—mediada por el Espfritu Santo— al Padre y subsistente en la palabra eterna. En
esta relation se revela la relacionalidad interna de Dios Padre respecto de su Pala-
bra/ljfijo y de su Espfritu (cf. Lc 10,21s.; 1Jn 4,8-16; Rom 8,3.9 et passim).
7. La transition a la E scolastica
448
La influencia agustiniana se dejo sentir en tres niveles:
1. En la Escuela de los victorinos, en especial en Ricardo de San Victor, y mas tar
de en los franciscanos, encabezados por Buenaventura y Duns Escoto, que par-
tian de la idea de Dios como la esencia eterna que es amor y culmina su movi
miento en el Espi'ritu Santo. El Espi'ritu Santo es el vinculo del amor entre el
Padre y el Hijo.
2. E n Anselmo de Canterbury, y a continuation en la Escuela dominicana, con
su cima culminante en Tomas de Aquino, que expoman la esencia del Dios tri
no desde el analisis del espiritu y de sus realizaciones basicas del conocimien
to y la voluntad. Pero tampoco aquf esta prolongation de la doctrina psicolo-
gica trinitaria pretende afirmar que pueda deducirse la Trinidad a partir de un
concepto (por ejemplo, el del espi'ritu o el del amor). La li'nea expositiva se apo-
yaba obviamente en eJ conocimiento de la Trinidad transmitido por la revela
cion. ’
3. E n los esquemas historicosalvificos globales esbozados por Ruperto de Deutz y
Joaquin de Fiore (con su muy discutible doctrina de las etapas cronologicas suce-
sivas del Padre, el Hijo y el Espi'ritu), que tienen su punto de referencia ultimo
en el misterio del Dios trino, principio y fin de la creation, de la historia y del
hombre.
449
Reviste gran importancia la critica de Ricardo al concepto de persona de Boe-
cio (tract, theol. V, 3: persona est rationalis naturae individua substantia. Aqui se
entiende fa persona como equivalente de la hypostasis). En la definition de Boecio
no hay ninguna referencia a la relacionalidad, de modo que se trata de un con
cepto inaplicable a la Trinidad. La substancia individual seria la divinidad de Dios.
Desde estos supuestos no cabe imaginar una diferencia de las personas que no ten-
ga como resultado el triteismo. Dado que Ricardo no habla de la substancia, sino
de la existencia, puede ofrecer la siguiente description del concepto —en si inde-
finible— de persona: «Persona est intellectualis naturae incommunicabilis existen-
tia», la persona es la existencia incomunicable de una naturaleza intelectual
(trin. IV,23).
A diferencia de la definition boeciana, este concepto es aplicable analogica-
mente tanto a las personas divinas como a las creadas. Mientras que la substancia
designa solo estaticamente la inmediatez (= la no intercambiabilidad) de la perso
na, la existencia abarca tanto la posesion ontica individual como la procedencia, el
de donde del ser individual. Segun esto, en la esencia divina las procesiones (de las
personas del Hijo y del Espiritu) designan la personalidad como una autoposesion
respecto de las otras personas. Por consiguiente, una persona divina es un modo
existencial inmediato y directo de la naturaleza divina. La naturaleza divina per-
tenece a las tres personas en virtud de las dos procedencias, a saber, la del Hijo res
pecto del Padre y la del Espiritu respecto del Padre por medio del Hijo.
450
a) Las procesiones intradivinas
451
en el am or experim entam os al Espi'ritu Santo que hace que Dios nos atraiga
y nos abarque como el bien supremo.
Al m ovimiento trinitario de Dios a nosotros responde el movimiento trinita-
riamente configurado del alma a Dios. En el alma habita el Dios trino.
En el ambito eclesiologico, debe contemplarse a la Iglesia, en cuanto fundacion
del Padre, como cuerpo mi'stico de Cristo. La Iglesia es animada y vivificada por el
E spiritu Santo, de quien proceden sus servicios, sus m inisterios y sus caris-
mas. El Espiritu Santo gui'a a la Iglesia hacia la consumaci6n, hasta alcanzar la par
ticipation plena en la vida trinitaria de Dios.
452
vacion de los hombres consiste en el conocimiento de Dios y en la comunion con
el como verdad y como vida:
«E1 conocimiento de las personas divinas nos es necesario por una doble razon:
»En primer lugar, para que reflexionemos correctamente sobre la constitu
tion de las cosas. Para que, en efecto, cuando decimos que Dios lo ha hecho todo
mediante su pa la b ra , quede rechazado el error de quienes suponen que Dios
ha creado las cosas por necesidad. Pero para que asumamos que se da en Dios
una procesion del amor, se indica que no ha creado a las criaturas debido a algun
tipo de necesidad, ni tampoco mediante una causa exterior, sino por amor a su
bondad...
»Tambienpor una segunda razon, y esta principal, nos es necesario el cono
cimiento de la Trinidad, para que pensemos rectamente acerca de la salvacion
del genero humano, que se consuma por medio del Hijo encarnado y el don del
Espiritu Santo» (S. th. I q. 32 a.l ad 3).
453
ration (spiratio) y por eso se le llama acertadamente spiritus sanctus (= divinus) o
nveiina ayiov (cf. Jn 20,22).
El proceso de la espiracion esta mas vinculado al acto de la voluntad de hacer
proceder que al de una comunicacion intelectual. Es decir, como persona divina el
Espiritu Santo procede per m odum voluntatis o per m odum amoris.
La diferente conception de la procesion del Espfritu (segun las ensenanzas
orientales «solo del Padre», segun la doctrina occidental «y del Hijo») dio origen a
la llam ada controversia del Filioque . El III concilio de T oledo del 589 utiliza,
para la conception latina de que el Espfritu procede ab utroque, el giro Filioque
(DH 470). D e todas formas, el Espfritu procede principaliter del Padre, que posee
la esencia divina como principium sine principio, mientras que del Hijo procede en
cuanto que es principium de principio (cf. la conception oriental en Juan Damas-
ceno, fid. orth. I, 8.12).
Como Agustfn, tambien Tomas parte de la unidad esencial de Dios en la igual-
dad de las personas. Pero en su unidad esencial Dios no subsiste antes o fuera de
las relaciones subsistentes que son las personas divinas. Los escritos bfblicos hablan
de una realization dinamica vital de Dios y emplean nombres que designan las pro-
cesiones intradivinas (Hijo, Palabra, Espfritu, A liento). Tam bien Tom&s asume
—a pesar de la infinita diferencia entre Dios y la naturaleza del hombre— la analo-
gfa agustiniana de la realization del espfritu humano, porque considera que aporta
ayuda particularmente adecuada para una mejor comprension. El hombre, en efec
to, ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. De todas formas, la utilizacion de
esta analogfa presupone ya el conocimiento de la Trinidad a partir de la revelacion
positiva y no tiene, por tanto, nada que ver con un proceso deductivo a partir de
un concepto o de una idea innata. En el espfritu humano los actos de la inteligen-
cia o de la voluntad no pueden desembocar nunca en hipostasis propias. Ello no
obstante, en la autorrealizacion espiritual descubrimos, en primer lugar, la auto-
expresion en la palabra interior (verbum mentis). Esta palabra interior es la expre
sion plastica y esencialmente igual de mi propio yo. Solo en esta dualidad interna
de la afirmacion y lo afirmado estoy en mf mismo. Al mismo tiempo, me identifico
con mi palabra interna, en la que estoy presente para mf mismo, es decir, me afir-
mo. Y esta autoafirm acion del hablante en lo hablado es un acontecimiento del
amor. La realization espiritual del hombre es siempre y a la vez conocimiento
y amor. A esta position interna de la palabra se la puede denominar tambien, en
sentido analogico, generation, es decir, produccidn en igualdad esencial. En Dios
puede hablarse, aunque siempre en sentido analogico, de la Palabra o la imagen
eterna como del Hijo. A la procesion del amor se la denomina, con expresion m eta
forica, espiracion. La espiracion y la respiration (spirare) son la expresion sensible
de une igualacion interna del am ante y el amado y de la voluntad de comunicarse
a sf njlsmo tambien en la palabra.
Todo lo anterior, trasladado a la teologi'a trinitaria, significa lo siguiente: la Pala
bra eterna del Padre eterno procede a modo de generation. En consecuencia, el
Hijo existe como la imagen perfecta del Padre en cuanto que, por un lado, se dife
rencia de el, mientras que, por otro lado, realiza, justamente en esta diferencia, como
subsistente, la esencia plena de la divinidad.
El Espfritu Santo procede del Padre en cuanto que el Padre quiere realmente
al Hijo procedente de el, es el objetivo de su voluntad y, en este acto volitivo, rea
liza a la vez la unidad con el Hijo como inclination amorosa. Y esto es una reali-
454
zacion subsistente y propia del ser de Dios que procede de Ia relation del Padre y
el Hijo, se distingue de los dos y los distingue entre si. Por eso es el Espfritu una
hipostasis propia en Dios.
En perspectiva bfblica, el Espi'ritu Santo no tiene un nombre propio. La paia-
bra «espfritu» designa tanto la esencia de Dios como la tercera persona divina y
es asimismo tanto una definition esencial como una denom ination personal.
La relation es, en razon de su propia esencia, la referencia de una cosa a otra. Son
elementos constitutivos de la relation el sujeto portador (hypostasis), el fin (termi
nus) y el fundamento (fundamentum) sobre el que se basa o sustenta la oposicion
relativa de los dos correlatos (Tomas de Aquino, S. th. I q. 28 a. 3). Hay relaciones
reales y otras que son solo logicas o mentales. D eben distinguirse, ademas, las rela
ciones mutuas (por ejemplo, entre el hombre y la mujer en el matrimonio) de las uni-
laterales (todas las de la creation a Dios, que son una referencia de Dios al mundo
libremente puesta, dado que el mundo no forma parte de la plenitud esencial de Dios).
Aplicando todo lo anterior a la vida intradivina surgen cuatro relaciones:
1. La relation del Padre al Hijo en la generacion activa o la paternidad (= generare).
2. La relation del Hijo al Padre en el pasivo ser generado o ser/nacido de la filia
tion (-- generari).
3. La relation del Padre y del Hijo al Espfritu Santo en la espiracion activa (= spi-
rare).
4. La relation del Espfritu al Padre y al Hijo en el pasivo ser espirado (= spirari)
o la personalidad del Espfritu.
D e estas cuatro, tres se distinguen realmente entre sf y configuran la persona
lidad: generar (ser Padre, o la paternidad), ser generado (ser Hijo, o la filiation) y
ser espirado (ser Espfritu). La espiracion activa se identifica con la paternidad y
la filiation. Y en ella solo existe una distincion conceptual, no real.
E ntre la esencia divina y las relaciones constitutivas de las personas no se da
(en contra de la opinion de Gilberto de la Porree) ninguna diferencia real. Las per
sonas divinas no estan yuxtapuestas a la unica relaci6n configuradora de la perso
na, ni tampoco referidas a la naturaleza divina (D H 745, 803; D H R 389, 431). Las
personas divinas no surgen de una naturaleza comun a las tres (a modo de partes
o de individuos independientes de una naturaleza general), sino del Padre, que
posee la naturaleza divina sin recibirla de ningun otro principio y la comunica, con
igualdad esencial, al Hijo y al Espfritu. La naturaleza numericamente una e indi
vidual de Dios subsiste en la relacionalidad de origen —constitutiva de la perso
nalidad— del Padre, el Hijo y el Espfritu. E n las cosas creadas subsiste una subs
tancia por sf misma como portadora o sustentadora de todas las posibles actividades,
de modo que sus manifestaciones exteriores son accidentales respecto de la subs
tancia. Pero en Dios las cosas son esencialmente distintas, pues el sujeto de la acti
vidad de la comunicacion y de la reception se identifica estrictamente con el acto
mismo de la comunicacion. En Dios no hay relaciones accidentales. La constitu
tion de las personas divinas se identifica con la relacionalidad del Padre como
origen sin origen de la divinidad. Las personas divinas son, pues, relaciones sub-
sistentes, o bien las relaciones subsistentes son las personas divinas.
455
Para defmir las diferencias entre las personas no basta con considerar las pro-
cesiones. Solo teniendo en cuenta las relaciones puede descubrirse la conexion entre
la Trinidad de las personas y la unidad de la esencia.
De las procesiones surgen cuatro relaciones, tres de las cuales son constitutivas
de las personas: la paternidad, la filiation y la espiracion del Espiritu. D e la rela
tion del Espiritu al Padre y al Hijo no surge una nueva persona divina.
Es en esta oposicion de las relaciones de origen donde se consuma la esencia
trinitaria de Dios.
Asf, pues, en Tomas de Aquino la relation es el concepto clave de la doctrina
sobre la Trinidad. Se daba aquf un decisivo paso adelante respecto de Aristoteles.
En efecto, en la logica y en la teorfa del conocimiento aristotelicas solo existen rela
ciones predicamentales (ya que la categorfa de la relation pertenece a los «acci-
dentales»), por ejemplo, la relation de un nino a sus padres, que es solo una deter
mination predicamental, predicada del sujeto. La esencia del hijo es el ser humano
y no la referencia a sus padres.
E n el am bito de la creation, la subsistencia no puede identificarse plenamen-
te con una relation predicamental. D e lo contrario, se eliminarfa su autonomfa
como criatura y, en el hombre, se destruirfa incluso su ser personal o, como mfni-
mo, se le reducirfa a la dimension empfrico-psicologica de la comunion de comu
nicacion hum ana y se excluirfa, por tanto, que la hipostasis, fundam entada en el
acto de la creation, fuera el presupuesto metaffsico de la realization historica, comu-
nitaria y dialogal de la personalidad humana,
Segun Tomas de Aquino, debe admitirse en Dios una relation subsistente. Solo
en Dios puede darse una relation como referencia pura capaz de configurar el fun
damento unico de la constitution de una persona divina.
Solo porque el Padre, el Hijo y el Espfritu subsisten en relation recfproca en la
realidad personal unica de Dios pueden entenderse mutuamente, y precisamente
a traves de esta oposici6n, como personas o hipostasis distintas entre sf.
En el hombre, las realizaciones fundam entals del entendimiento y de la volun
tad estan solo accidentalmente referidas a la substancia humana. En Dios, en cam-
bio, que consuma su esencia eterna en la generation del Hijo/imagen y en el amor
pleno, a las relaciones opuestas se las denom ina las tres personas divinas. Por
consiguiente, debe concebirse la esencia de una persona trinitaria como relation
subsistente. La oposicion de las referencias de unas a otras constituye la diferencia
personal y la unidad de la esencia consiste precisamente en la relacionalidad de
las personas.
La ventaja de estas reflexiones radica en que, en un primer momenta, no se uti
liza el concepto de persona en un sentido absoluto que luego tenga que diferen-
ciarse, a lo largo de un laborioso proceso, mediante el concepto de relation.
Nc|'se enfrentan, por asf decirlo, tres personas que luego deben ser entendidas
como constituyendo entre las tres una unidad posterior, sino que la persona esta
caracterizada ya de antemano por una relation subsistente. Aquf, la subsistencia
y la relacionalidad son dos elementos que se constituyen m utuam ente y que for-
man finalmente la esencia de la persona divina.
No surge, pues, entre la naturaleza divina y las relaciones personales subsis-
tentes ninguna diferencia esencial. Las personas divinas, en efecto, no se oponen a
la naturaleza comun sino que, por el contrario, al diferenciarse solo se oponen entre
sf. Por consiguiente, la diferencia entre la naturaleza divina y las relaciones perso-
456
nales es solo conceptual, no real. La unidad esencial de Dios es la oposicion a las
relaciones subsistentes, reconocidas y adoradas por nosotros, siguiendo el ejemplo
de la Sagrada Escritura, como Padre, Hijo y Espiritu.
457
misericordia, la bondad) o las obras divinas en la creation, la redencion y la santi-
ficacion, o los nom bres divinos (Dios como «Padre de Jesucristo», el Hijo como
«redentor y salvador» y el Espfritu como «Senor y vivificador») y las personas divi
nas (apropiaciones).
La pericoresis trinitaria
La in-hesion de cada persona divina en las otras y su indisoluble comunion en
la unidad de la esencia divina ha sido expresada, sobre todo por Juan Damasceno
en la teologia oriental, a traves de la idea de la mutua compenetracion de las per
sonas (perikhoresis, circumincessio, fid. orth. 1,8; 14; 111,5).
La teologia trinitaria oriental se desarroll6 como contraposition o replica al
modalismo. A centuaba, por consiguiente, la diferencia de las personas y funda-
m entaba su unidad en la procedencia del Padre. Para impedir la disgregacion, se
insistfa en la recfproca inhabitation. La teologia occidental partfa, desde Agustfn,
de la unidad de la esencia divina y destacaba, contra el arrianismo y el subordina-
cionismo, la igualdad de las personas, de modo que pasaba un tanto a segundo pia
no el discurso sobre el Padre como origen de la Trinidad. Existfa, pues, el peligro
de un distanciamiento excesivo entre la esencia de Dios y las divinas personas. Cuan
do la teologia occidental acepto y asumio las ideas de Juan Damasceno (siglo xi),
volvio a insistirse en la circumincessio o la circuminsessio (=inhabitacion mutua)
y en la unidad entre las personas y la esencia divina.
Invocando la autoridad de Fulgencio de Ruspe, el Decreto para los jacobitas del
concilio de Florencia, de 1442, declara:
«Estas tres personas son un solo Dios y no tres dioses; porque las tres tienen una
sola substancia, una sola esencia, una sola naturaleza, una sola divinidad,
una sola inmensidad, una eternidad y todo es uno, donde no obsta la oposicion
de relation. Por razon de esta unidad, el Padre esta todo en el Hijo, todo en el
Espfritu Santo; el Hijo esta todo en el Padre, todo en el Espfritu Santo; el Espf
ritu Santo esta todo en el Padre, todo en el Hijo ... El Padre, cuanto es o tiene,
no lo tiene de otro, sino de sf mismo; y es principio sin principio. El Hijo, cuanto
es o tiene, lo tiene del Padre, y es principio de principio. El Espiritu Santo, cuan
to es o tiene, lo tiene juntam ente del Padre y del Hijo. Mas el Padre y el Hijo no
son dos principios del Espfritu Santo, sino un solo principio: Como el Padre y el
Hijo y el Espfritu Santo no son tres principios de la creation, sino un solo prin-
cipio...» (DH 1330s.; D H R 703s.).
El concepto de envfo o mision, de rafces bfblicas (Gal 4,4; Rom 5,5; Jn 20,21),
une a la Trinidad inmanente con la economica. La mision del Hijo en la encarna-
cion y la mision del Espfritu Santo en la efusidn del amor de Dios no son acciones
accidentales diferentes de Dios, sino Dios mismo en su action y su autocom uni-
cacion al mundo. Las misiones del Hijo y del Espfritu son a modo de «prolonga-
ciones» de las procesiones intradivinas en la creacion. Quien se mantiene fiel a la
fe y al amor al Hijo de Dios encarnado y se deja alcanzar por su Espfritu, quedara
458
facultado, en virtud de las misiones divinas, para participar, por la gracia y el amor,
de la vida de Dios, que se identifica con las procesiones intradivinas de las perso
nas (cf.Jn 14,20.25; 17,22s.; Gal 4,4-6; Rom 8,15.29; lJ n 1,1-3 et passim).
459
La tradition oriental entendfa que afirmar que el Espi'ritu procede a la vez del
Padre y del Hijo equivali'a a decir que procede inmediatamente de la naturaleza de
Dios. A hora bien, si la diferencia de las personas divinas surge de su origen en el
Padre, entonces la causa de la procesion del Espi'ritu no puede ser aquello que es
comun a las personas, a saber, la naturaleza.
Pero en la perspectiva latina, tal como habfa sido modelada por Ambrosio y
Agustfn, la distincion de las personas se fundam enta en la oposicion de las rela
ciones. Y como la espiracion no implica ninguna oposicion relativa entre el Padre
y el Hijo, puede ser comun a los dos. Esto no significa que el Espfritu proceda de
la naturaleza divina, porque esta nunca existe en abstracto, sino que subsiste siem
pre y solo en las hipostasis divinas. Por tanto, el Espfritu procede del Padre prirt-
cipaliter, en cuanto que este es la fuente absoluta de la divinidad, de las procesio
nes y de las oposiciones relativas de las personas. Pero el Padre ha transferido al
Hijo que el Espfritu proceda tambien de el como de un principio unico, sin que
desaparezca por ello la diferencia respecto de la principialidad del Padre. El Padre
es, en efecto, siempre, en el ordo relationis, el principium sine principio, mientras
que el Hijo es principium de principio de la procesion del Espfritu. El Espfritu no
procede de la naturaleza divina del Hijo, sino de la propiedad personal que se le ha
conferido al Hijo. Se cierra asf en el Espfritu Santo el cfrculo de la divinidad al ser
este Espfritu el vinculo entre el Padre y el Hijo.
Los latinos (mcluido Tomas de Aquino) admiten que los griegos pueden afir
m ar rectamente que el Espfritu procede por medio del Hijo. Pero insisten en que
debe proceder asimismo del Hijo, pues de lo contrario no se distinguirfan las rela
ciones del Hijo y del Espfritu respecto del Padre. Asf, pues, el Hijo procede por
generation y el Espfritu por espiracion, es decir, procede del amor del Padre al Hijo
y del amor de respuesta del Hijo al Padre inserto en aquel amor.
Tras un primer intento fallido de m ediation del II concilio de Lyon el ano 1274
(D H 850,853; D H R 460,463), el Concilio de la union de Florencia del ano 1439 hallo
en la bula Laetentur coeli (DH 1300ss.; DHR 691ss.) la siguiente formulation comun:
Todos los cristianos deben creer y profesar «que el Espfritu Santo procede eter
nam ente del Padre y del Hijo, y del Padre juntam ente y el Hijo tiene su esen
cia y su ser subsistente, y de uno y otro procede eternamente como de un solo
principio, y por unica aspiration; a par declaramos que lo que los santos Doc-
tores y Padres dicen que el Espfritu Santo procede del Padre por el Hijo, tien-
de a esta inteligencia, para significar por ello que tambien el Hijo es, segun los
griegos, causa, y segun los latinos, principio de la subsistencia del Espfritu San
to ..como tambien el Padre.
» Y puesto que todo lo que es del Padre, el Padre mismo se lo dio a su Hijo
unigenito al engendrarle, fuera de ser Padre, el mismo preceder el Hijo al Espf
ritu Santo lo tiene el mismo H ijo eternam ente tam bien del mismo Padre, de
quien es tam bien eternam ente engendrado. D efinim os ademas que la adi-
cion de las palabras Filioque (=y del Hijo) fue lfcita y razonablemente pues-
ta en el Sfmbolo, en gracia de declarar la verdad y por necesidad entonces
urgente.»
460
A las Iglesias orientales no se les pedfa ni en el concilio de Florencia ni en otras
posteriores tentativas de union que incluyeran en su redaction del credo niceno-
constantinopolitano el inciso del Filioque. Solo se les solicitaba que respetaran la
situation de necesidad de la Iglesia latina en su lucha contra el arrianismo y el pris-
cilianismo. El Filioque no supone ningun tipo de ampliation objctiva, sino que se
le entendfa como simple adicion para precisar la fe en la Trinidad comun a las
dos partes.
La objecion de tipo jurfdico formal de que se habfa modificado el tenor literal
del Credo con menosprecio de las disposiciones canonicas no tiene en cuenta ni
la situation hist6rica del siglo vi ni la h'nea evolutiva, ya para entonces en amplia
medida independiente, ni el hecho de que tales prohibiciones no se refieren al puro
tenor literal, sino a los contenidos (D H 265; D H R 125).
En el dialogo ecumenico con las Iglesias ortodoxas, los viejos catolicos y los
anglicanos han declarado que seria preferible renunciar al Filioque, pero sin que la
Iglesia latina tenga que revisar y declarar objetivamente falsa su centenaria p ra
xis de oration. Se trata, ademas, de una anadidura con intention puramente acla-
ratoria, que mantiene y explica la confesion comun de Ia unidad de Dios en la esen
cia y la Trinidad en las personas de acuerdo con el ordo relationis y con los recursos
de la tradition doctrinal de Occidente.
Con esta distincion, a saber, por un lado, de la comunidad en la fe y, por el otro,
de la diferencia legftima de la tradition teologica, en el mantenimiento del Filio
que segun la redaction occidental, junto al paralelo reconocimiento del Credo en
su originaria version oriental, se admite tanto la confesion de la fe comun como una
cierta banda de fluctuation en sus formulaciones teologicas.
No es necesario conciliar hasta en sus ultimos detalles ambas tradiciones teo
logicas. Pueden mantenerse ambas como dos modelos complementarios. No for
ma parte de la confesion de fe la afirmacion de que la propiedad de las personas
provenga primariamente de las procesiones y de la monarqufa del Padre o de las
relaciones subsistentes y de la oposicion relativa de las personas divinas.
Es comun la fe en Dios Padre, Hijo y Espfritu Santo y la unidad de Dios en la
trinidad de las personas.
461
IV. CONCEPCIONES SISTEMATICAS
DE LA TEOLOGIA TRINITARIA
c o n t e m p o r An e a
462
cia de Dios en el sentimiento, es decir, en un apriori religioso. La signification de
la autocomunicacion historica se limitaria aqui a proporcionar simple m aterial
de relleno para estas estructuras religiosas subjetivas.
Ambas orientaciones se oponen, segun Barth, a la soberanfa de la autorreve
lacion de Dios. La doctrina de la Trinidad deberfa iniciarse, por el contrario, con
un reconocimiento del Deus dixit y consistiria en la experiencia del concepto Dei
loquentis persona. Dios se revelaria como el Senor (reino de Dios interno del Anti
guo Testamento y proclam ation de la basileia de Jesus) y se dari'a a conocer como
sujeto, predicado y objeto y, por tanto, como titular o portador, como aconteci
miento y contenido de la revelacion. Pero no puede desligarse el contenido de la
autorrevelacion de Dios en Ia Palabra y el Espi'ritu (Trinidad inmanente) de su for
ma historica de autocomunicacion (Trinidad economica'). La forma en que Dios se
hace presente, hablando, en la historia, no es otra cosa sino la libre repetition de
la revelacion de su vida eterna trinitaria. A partir de la autorrevelacion de Dios,
puede afirmarse de las tres personas divinas lo siguiente:
1. «E1 Dios unico se revela segun la Escritura como creador, es decir, como el
Senor de nuestra existencia. Como tal Dios es nuestro Padre, porque esta ya
antes en sf mismo como Padre del Dios Hijo» (KD 1-1,404).
3. «E1 Dios unico se revela, segun la Escritura, como el redentor, es decir, como
el Senor que libera. Es, en cuanto tal, el Espfritu Santo, a traves de cuya recep
tion somos hechos hijos de Dios, porque esta ya antes en sf mismo como el Espf
ritu del amor de Dios Padre y de Dios Hijo» (KD 1-1,470).
463
unitariamente concebido seria de hecho, y a causa de su naturaleza absoluta e indi-
ferenciada, un enfrente m eramente delimitador respecto de la libertad humana.
Pero si la esencia de Dios esta constituida por su autocomunicacion y su autodife
renciacion interna, entonces su autorrevelacion como Senor es al mismo tiempo la
oferta de una participation en su libertad soberana y en su vida como amor. Aquf
la obediencia al Dios trinitario es la mas alta realization posible de la libertad.
El atefsmo, en cambio, dilapida la autonomfa y la libertad del hom bre, p o r
que no entiende a la persona humana en el contexto de la relacionalidad y la comu
nion. Y en estos supuestos la libertad solo puede ser concebida como delim ita
tion enrocada en sf misma frente a los demas, en vez de respuesta a una
determ ination precedente que lleva a la comunion em briagadora a traves de un
amor incondicional.
Barth conoce bien la problematica del concepto de persona de la E dad M oder-
na. A nte la notable divergencia entre la conception paleoeclesial de la hipostasis
y la persona y el concepto que la reduce al yo empxrico de la moderna filosofia racio-
nalista y empirista, surge casi inevitablemente una erronea interpretation, de indo
le modalista o triteista, de la formula clasica de la unidad de Dios en las tres per
sonas. E n consecuencia, B arth propone sustituir el concepto de persona p o r la
expresion «tres modos de ser relativamente distintos de Dios» (DK 1-1,380). La
acusacion de modalismo lanzada contra el por su expresi6n «modos de ser» es sim
ple producto del desconocimiento de aquel antiguo modalismo que consideraba
que la diferencia de Padre, Hijo y Espfritu no se fundamenta en Dios, sino en la
perspectiva humana de Dios.
464
deriva su principio teologico trinitario basico: La Trinidad economica es la Trini
dad inmanente. Y a la inversa (Mysal II, 328). En su venida a nosotros en la histo
ria, Dios se revela como el sujeto de la historia de la salvacion (Padre), mediante
la encarnacion de su Palabra escatologica eterna (como Hijo o como Palabra del
Padre) y el envfo escatologico del Espi'ritu Santo (del Padre y del Hijo) al mundo
y al corazon de los creyentes. A la autoapertura trinitaria de la esencia de Dios en
su venida historica corresponde la respuesta — trinitariam ente articulada— del
hombre que se abre a Dios. Es una respuesta mediada en el Espi'ritu Santo, Ueva-
da a cabo mediante la Palabra encarnada en su referencia a Dios Padre (de acuer-
do con el enunciado escolastico actus specificatur ab obiecto). Frente a una erronea
interpretation del axioma de que las obras de la Trinidad hacia el exterior son indi
visas (opera trinitatis ad extra sunt indivisa), y la afirmacion de que podria haber-
se encarnado cualquiera de las tres personas divinas, aunque era sumamente con-
veniente la encarnacion del Logos (Tomas, S. th. Ill q. 3 a. 8), Rahner sostiene que
solo podi'a encarnarse el Hijo. Entre las procesiones eternas en Dios y las misiones
de las personas al exterior existe una relation no solo adecuada o apropiada (exter-
namente vinculada) sino propia de cada persona. Es propiedad del Hijo que en el
envfo al mundo y en la encarnacion de la Palabra se revela que procede del acto
generador del Padre. En la economfa se revela que el Espfritu procede del Padre
y del Hijo como santificacion que perdona y deifica al pecador y le inserta en la
comunion intratrinitaria del amor. El pecador justificado no obtiene tan solo una
relation apropiada al Hijo y al Espfritu. En razon de la autocomunicacion del Dios
trino entabla una relation personal insustituible con cada una de las personas divi
nas segun el orden de su vida intra-trinitaria. El hombre no se refiere, pues, a Dios
como a una naturaleza divina abstracta o —en terminos dei'stas— a una uniperso-
nalidad divina a la que luego se le anadirfa, de una manera en cierto modo como
ornamental o accidental, la relation con las hipostasis divinas reveladas. El hom
bre justificado se relaciona con Dios segun el modo como Dios se posee eterna-
mente y se comunica temporalmente en su diferencia relacional de Padre, Hijo y
Espfritu. Y asf, el Dios trino es misterio salvffico ya en sf mismo y no simple factum
trascendental crefdo por autoridad, que de suyo no tendrfa nada que ver con la
comunion salvffica de Dios.
En contra de algunas injustificadas acusaciones, no se da en Rahner la menor
traza de modalismo sabeliano, pues de lo que se trata es de la revelacion del ver
dadero sf mismo de Dios que se comunica, ni de hegelianismo, pues la Trinidad
inmanente se revela en la historia por libre decision y desde su plenitud, exenta de
necesidades. Tampoco aflora en su pensamiento el monosubjetivismo de una per
sonalidad absoluta con fases o momentos de autodevenir meramente secundarios
y subordinados, pues, en efecto, tambien Rahner admite que el Padre posee ori-
ginariamente su propia esencia cuando la comunica, en igualdad esencial, al Hijo
y al Espfritu. Rahner no distingue, pues, entre el concepto filos6ficamente enalte-
cido de una divinidad monopersonal absoluta (como acontecfa, al menos como ries-
go, en el tratado dogmatico De Deo uno sobresaturado de defsmo) y el conoci
miento adquirido exclusivamente a partir de la teologia revelada, de modo que a
esta monosubjetividad vendrfan a anadfrsele otras dos nuevas subjetividades.
R ahner expone la interconexion entre la Trinidad inmanente y la economica,
tanto desde la perspectiva de la revelacion historica como desde la epistemologfa
teologica, en los siguientes terminos:
465
«E1 Dios unico se comunica como autoexpresion absoluta y como don absoluto
del amor. Su comunicacion es (y aqui esta el misterio absoluto revelado por vez
prim era en Cristo) verdadera autocomunicacion, es decir, Dios da a su criatu
ra no solo participation (mediada) “en si”, en cuanto que a traves de su causa-
lidad om nipotente crea y concede las realidades creadas y finitas, sino que, en
una causalidad cuasiformal, se da a si mismo realmente y en el mas estricto sen
tido de la palabra. Esta autocomunicacion de Dios a nosotros tiene, segun el tes-
timonio de la revelacion en la Escritura, un triple aspecto: es autocomunicacion
en la que lo comunicado sigue siendo lo soberano e inabarcable, lo que, tam
bien en cuanto recibido, sigue siendo lo sin principio, indisponible e inabarca
ble; es autocomunicacion en la que el Dios que se abre “esta ahf” como verdad
que se expresa a si' misma y como poder de disposition que actua libremente en
la historia; y es autocomunicacion en la que el Dios que se comunica produce en
el receptor la aceptacion am orosa de su comunicacion y ello de tal modo que
la aceptacion no degrada la comunicacion al nivel de lo m eram ente creado»
(Mysal 1, 338s.).
466
Hijo es el Dios que se expresa a sf mismo, el Dios autoexpresado. Hay, con todo,
una «conciencia» de sf de las personas divinas, pero es una conciencia que se iden
tifica con la unidad de su ser divino, en cuanto que el Padre, conociendo y aman-
do, se expresa a sf mismo y se comunica en el Hijo y en el Espfritu. Pero esta dife
rencia relativa de las personas se identifica con la unidad de Dios.
Rahner no pretende, al contrario que Barth, superar ni sustituir el concepto de
persona. Propone, por el contrario, la utilizacion conjunta de la expresion modali-
dad subsistente distinta extrafda de la originaria signification de persona y legiti-
mada por la definici6n de la persona de la escuela tomista. Se evitarfa asf una erro
nea inteleccion triteista de la Trinidad inducida por el concepto psicologico-empfrico
de la persona.
Esta expresion de «modo subsistente distinto» deberfa significar lo que en el
concepto clasico de persona de la Trinidad se entendfa en el sentido de hipostasis
y subsistencia (relatio subsistens).
«E1 Dios uno subsiste en tres modos subsistentes distintos; los modos subsis
tentes del Padre-Hijo-Espfritu son distintos en cuanto relaciones opuestas y por
eso estos “tres” no son el mismo;
»el Padre-Hijo-Espfritu son el Dios uno, cada uno de ellos en un distinto
modo subsistente, y por eso pueden enumerarse “tres” en Dios;
»Dios es “trino” en virtud de sus tres modos subsistentes;
»Dios como subsistente en un determinado modo de subsistencia (por ejem
plo, el del Padre) es “otro” distinto del Dios subsistente en otro modo de sub
sistencia, pero no es “otra cosa”;
»el modo subsistente es distinto en virtud de su oposicion relativa a otro y
es real en virtud de su identidad con la esencia divina,
»en cada uno de los tres distintos modos de subsistencia subsiste la unica y
misma esencia divina; por eso, “el” que subsiste en este modo de subsistencia es
verdaderamente Dios» (Mysal 11,392).
467
rano absolutista, el movimiento ilustrado hacia la autonomfa del hombre deberfa
desembocar inevitablemente en una negation atea de Dios. Si, a tenor de los antes
mencionados axiomas metaffsicos, la esencia divina es inmutable e impasible, no
tiene relation ninguna con la historia. La historia no puede posibilitar ninguna aper-
tura de la esencia de Dios. Se relaciona con Dios tan solo como los accidentes con
la substantia. Dios no puede en modo alguno verse afectado por la historia ni pue
de asumir en su propio ser divino la miseria, el sufrimiento y la muerte del hombre
para revelarse en ellos segun su esencia. Ahora bien, la Escritura muestra que Dios
se ha dejado afectar de hecho por los sufrimientos del hombre. Por consiguiente,
la teodicea metaffsica no esta capacitada para explorar mas de cerca el discurso
bfblico de la autocomunicacion de Dios en la historia y en la cruz de Jesus.
Recurriendo tanto a la concepci6n idealista hegeliana de la Trinidad, que pue
de asumir en la historia incluso la negation de Dios en la m uerte en cruz de Jesus
(Viernes de pasion especulativo) en la consumacion de la esencia divina, como a la
teologia de Lutero, llega Jiingel a una revelacion de la Trinidad que se define des
de la vertiente de la teologi'a de la cruz.
Dios no se comunica como la esencia suprema que esta por encima del m un
do y que luego, en un segundo paso, se relaciona con el mundo y al mundo con el.
Al contrario, ha decidido libremente desde la eternidad que quiere llegar hasta sf
mismo, y por tanto, hasta nosotros, a traves del hombre Jesus entregado en la cruz
por los hombres a la maldicion por los pecados (Gal 3,12; 2Cor 5,21; Rom 8,3). Por
tanto, form a parte de la definition de la esencia divina la historicidad libremente
asumida. No llegamos, segun Jiingel, hasta la action de Dios en la historia a tra
ves de un conocimiento de la esencia divina anterior a la revelacion. Es a la inver-
sa: estamos destinados a conocer la esencia divina a traves unicamente de la action
de Dios en la historia. Y como se nos niega un conocimiento de Dios fuera de la
revelacion, solo podemos conocer la esencia divina en el acontecimiento de su iden
tification con Jesus muerto en la cruz. Dios se nos descubre a traves de su autodi
ferenciacion y su autoidentification. Solo conocemos a Dios como aquel que se ha
determinado libremente a no llegar hasta sf mismo sin el Jesus muerto, maldecido,
enterrado y resucitado. Dios definirfa, por tanto, su ser divino como la vida y el
amor a traves de la identification con Jesus muerto, al que revela como Hijo suyo.
E n el acontecimiento de la muerte de Jesus asumirfa Dios en su realization esen
cial la m uerte como lo que le es extrano y contradictorio, es decir, la impiedad total
del mundo, y se afirmarfa asf como vida frente a la muerte. El no de Dios a sf mis
mo es su sf a nosotros. El atefsmo como no a Dios ha quedado asf superado median
te la autonegacion de Dios y permanece siempre en un segundo piano respecto
de la autoidentificaci6n de Dios con el Jesiis maldecido en la cruz, en el que Dios
se m uestra como la vida. Desde la cruz, la muerte forma parte del ser y de la esen-
ei.reterna de Dios. Por tanto, la metaffsica defsta (tam bien la del am bito de la
tedtlicea cristiana clasica) desemboca en el atefsmo contemporaneo y en la inca-
pacidad de imaginarse a Dios. Por tanto, la muerte de Dios en cruz, en la que se
determina libremente, en su ser y en su cognoscibilidad, a favor nuestro, seria la
revelacion de la vida divina —superior a la muerte— como amor. En virtud de su
autocomunicacion como Padre del Hijo crucificado por la impiedad de los hom
bres y de la unidad vivificante como Espfritu Santo desde la resurrection de entre
los muertos, ahora Dios vuelve a entrar dentro del campo de lo pensable como la
unidad y el sentido de la sentencia bfblica: «Dios es el amor» (lJn 4,8).
468
«Este es, pues, el Dios que es amor: el que esta en tanta mayor autorreferencia
cuanto mas carece de referencia y se derrama asf con sobreabundancia y supe-
ra su propio ser. Desde esta perspectiva debe suscribirse sin reserva alguna la
tesis de Karl Rahner: “La Trinidad inm anente es la Trinidad economica. Y a
la inversa”. La afirmacion es exacta, porque en el abandono de Dios de Jesus y
en su m uerte (Me 15,34-37) acontece Dios mismo. Lo que narra la historia de la
pasion permite comprender la doctrina de la Trinidad.» (Gott als Geheimnis der
Welt, 506s.; para una critica del planteamiento de Jiingel, G.L. Muller, Hebt das
sola-fide-Prinzip die Moglichkeit einer natlirlichen Theologie? Eine Ruckfrage
bei Thomas von A quin, en Cath 40 [1986] 59-96)
469
1. La form a monarquica se desprende de las obras de Dios. El Padre actua por el
Hijo en el Espfritu. T oda actividad brota del Padre. La m ediation acontece
por medio del Hijo. Toda la eficacia debe serle asignada al Espiritu Santo.
2. E n la form a eucaristica se produce una inversion de la orientation. E n la con-
ducta de respuesta del hom bre a Dios en el lamento, la oration y la alabanza
todo brota del Espfritu y es transmitido por el Hijo al Padre, que es el receptor
de la respuesta humana. Solo en la escatologi'a se equilibran entre sf estos dos
movim ientos de la T rinidad del hom bre a D ios o de Dios al hombre. Y esto
lleva a
3. La doxologia trinitaria, en la que se adora y glorifica al Dios trino en y por si
mismo.
Segun Moltmann, solo en una doctrina trinitaria social puede formularse correc-
tam ente la unidad de la Trinidad y la cruz. Ya la creation misma estaria funda-
m entada en la diferencia y la unidad interna del Padre y del Hijo. Esta creation
seri'a una forma del superavit, del exceso del am or entre ambos. No obstante, el
m undo se distinguiria tambien de Dios, que en la m utua referencia de Dios y la
creation se torna tambien dependiente del mundo. En esta relation se expresarfa
el amor creador, pero tambien doliente y receptivo, entre el Padre y el Hijo.
«Por eso debe contemplarse la historia de la creation como la tragedia del amor
divino, como la historia de la redencion, pero tambien como la fiesta del gozo
divino» ( Trinitat und Reich Gottes, M 21986,75).
fPor eso, y en este sentido, esta la redencion del mundo vinculada con la auto-
fredencion de Dios respecto de su sufrimiento. E n este sentido, no sufre solo
Dios con y por el mundo, sino que tambien el hombre liberado sufre con Dios
y por el. La teologi'a de la pasion de Dios lleva a la idea del autosometimiento
de Dios al sufrimiento. D ebe llegar, tambien, por consiguiente, a la idea de la
autorredencion escatologica de Dios. E ntre estos dos movim ientos se situa
la historia de la profunda comunion de Dios y de los hombres en el sufrimien
to, la compasion mutua y el amor apasionado de los unos por los otros» ( Trinitat
und Reich Gottes, 75s.).
Moltmann cree, pues, que en el centro de la Trinidad se situa el Logos crucifi-
cado. No se puede seguir hablando de la Trinidad esencial de Dios prescindiendo
de la cruz, porque Cristo es el cordero que ha sido inmolado desde el inicio del mun
do (Ap 13,8; IPe 1,20), la cruz es la senal del am or eterno de Dios y, contemplada
en perspectiva historica, el punto de reunification de la historia divina y humana
del sufrimiento y del amor.
471
que hablan tan solo de distintos modos de subsistencia en Dios. El otro peligro seria,
siempre segun Pannenberg, iniciar el discurso por el modelo del amor, que entien
de al P adre como amante carente de origen y existente en sf, que causa desde s(
mismo un objeto y produce finalmente la unidad de sujeto y objeto. En este mode
lo, el Hijo y el Espfritu estarfan, en definitiva, subordinados al Padre. Pannenberg
se niega a aceptar como punto de partida tanto la unidad para llegar a la trinidad
de las personas como la trinidad antepuesta a las personas para recapitularlas a con
tinuation en la unidad de la esencia. Tampoco se puede comenzar, segun el, por un
tratado De Deo uno desarrollado desde una vision filosofica, adscribiendo a la esen
cia divina los predicados de omnipotencia, omnisciencia, omnipresencia, etc., para
coordinarlos, en un momento posterior, de diferentes maneras, con las tres perso
nas divinas, conocidas a partir de la revelacion.
Solo es posible solucionar estas aporfas si se parte estrictamente de la Trinidad
economica, para conocer desde ella las misiones de las personas. Solo a traves del
testimonio bfblico pueden deducirse las relaciones intradivinas. La unidad de la
Trinidad economica y la inmanente debe ser desarrollada a partir de su fundamento
en la Escritura. No es posible entender la revelacion de la paternidad de Dios si no
se incluye la conducta de Jesus para con el como su Padre. Ya Atanasio habria indi-
cado que el concepto de padre no es absoluto, sino que esta internam ente carac-
terizado por la relacionalidad. Y asf, tambien el Padre alcanzarfa su divinidad y
su gloria por el Hijo, que tributa al Padre obediencia plena y le glorifica. Le reve
la, pues, en su ser divino y entrega al final de la historia su reino al Padre, para que
se revele plenamente Dios en su ser paternal (cf. Flp 2,11; IC or 15,28). La autodi
ferenciacion del hombre Jesus respecto del Padre se manifiesta desde los inicios de
su proclam ation del reino de su Padre hasta la entrega al Padre del reino de Cris
to. Esta autodistincion del hombre Jesus respecto a Dios, a una con la paralela y
simultanea revelacion de su unidad con el, indica que en Jesus se da un aspecto que
forma parte de la esencia eterna de Dios. Esta idea se habria expresado ya desde
fechas tempranas a traves del concepto de la preexistencia y del tftulo de Kyrios,
que es un predicado de la divinidad.
Se advertirfa, ademas, que Dios no es nunca Dios sin Jesus y sin el Espi'ritu San
to, sino que la unidad de Dios solo existe en y como autodiferenciacion de Padre,
Hijo y Espfritu y se consuma en un enfrente de estos tres centros de action.
La m utua dependencia de las tres personas no elimina la unidad de Dios. Tam
poco debe negarse que el punto de partida del movimiento trinitario se situa en
el Padre. L a personalidad, la propiedad de las personas, solo puede definirse a tra-
v6s de su m utua referencia. Que cada una de ellas es algo diferente respecto de las
otras dos, esto es, Padre, Hijo y Espfritu, es lo que constituye su identidad perso
nal., A traves de la obra del Hijo se im planta en la creatio n el reino del Padre.
A t|aves de la obra del Espi'ritu, que glorifica al Hijo como plenipotenciario del
Padre y en el al Padre mismo, alcanza aquel reino su consumacion. El Hijo y el Espf
ritu estan al servicio de la «monarqufa» del Padre y la llevan a su plenitud. Pero
el Padre nunca tiene su reino (y, por tanto, su divinidad) sin el Hijo, sino s61o siem
pre por el Hijo y el Espfritu. Si la monarqufa del Padre no se realiza nunca de for
ma directa e inmediata, sino siempre por intermedio del Hijo y del Espfritu, resul-
ta ser necesario que la unidad del reino de Dios incluya en su misma esencia la
forma de esta mediation. La esencia de la monarqufa del Padre solo obtiene la defi
nition de su contenido a traves de la mencionada mediation. En todo caso, la media-
472
cion del Hijo y del Espiritu no puede ser un elemento extrinseco de aquella monar-
quia. N o puede aclararse el problema de la unidad del Dios trino sin la inclusion
de la economfa de la salvacion. Es cierto que debe marcarse una distancia entre
la Trinidad inmanente y la economica. Pero asf como Dios es el mismo, tanto en su
esencia como en su revelacidn historica, aunque debe ser entendido a un mismo
tiempo como distinto del acontecimiento de su revelacidn y a la vez como identico
con ella, asf, a la inversa, tampoco cabe imaginar la unidad del Dios trino prescin-
diendo de su revelacidn y de su accidn historicosalvffica en la creacion, sintetiza-
da en aquella revelacidn.
473
(
Hijo en el amor. Por eso puede asumir Cristo el dolor del mundo en el dolor y en la
( unidad de Dios y superarlo definitivamente en el amor del Espfritu. La resurrection
^ de Jesus por el Espfritu del Padre es la revelation de la vida de Dios en la unidad
del amor del Padre, el Hijo y el Espfritu. Dado que la communio humano-divina
{ m uestra ser analogfa y participation de la com m unio intradivina de las divinas
personas, en Jesucristo quedarfan tambien liberadas por la gracia las libertades fini-
tas del hom bre para sf mismo y los hombres pasarfan a ser actores del teodrama.
Solo desde esta unidad tan hondamente entendida de la Trinidad inmanente y la
economica puede superarse la aporfa mencionada al principio y entenderse juntas
la libertad absoluta de Dios frente al mundo y la contingencia y el caracter de acon
tecimiento de la historia como base de la communio humano-divina.
Si, pues, en la unidad infinita de Dios es precisamente la diferencia interna de
i las hipostasis la que constituye la plenitud divina en las relaciones de su amor, enton
ces en la procesion del Hijo esta ya dada tambien la posibilidad de que el poder de
\ Dios libere en el Hijo lo no-divino, dotado de la disposition interna de participar
f en su amor trinitario. Cuando el Hijo de Dios encarnado devuelve a los hombres a
; Dios, no hay en ello tan solo una simple veneration extrfnseca a Dios, sino la glo-
l rificacion de Dios a traves de la naturaleza redimida. Al participar en la vida tri-
i nitaria, la creacion serfa ya gloria de Dios, porque la persona creada se convierte
' en un don m ediante el cual en la oikonomia de las personas divinas se con-suma su
( amor trinitario. El enriquecimiento que Dios alcanza de hecho mediante la criatu
ra redimida no significa un anadido extrinseco a la gloria de Dios, ni la satisfaction
* de su anhelo de gloria externa, ni mucho menos la elimination de algun tipo de defi-
( ciencia o de carencia que aun hubiera en el. La «plenitud» de la Trinidad, tal como
acontece mediante la encarnacion, la mision del Espfritu y la santificacion del hom-
( bre, tiene su fundamento no en la criatura sino en el mismo Dios. Solo su sobre-
^ plenitud, a la que nada se puede afiadir y que no pierde nada de sf cuando se derra-
raa, puede abrir la vida divina a la realidad creada. Dios no es un rfgido ser unitario
( ni una absolutez cerrada en sf y desprovista de relaciones. La unidad de Dios con
siste, por el contrario, en la quietud —siempre en aumento y siempre en union inin-
^ terrumpida en el amor— de la plenitud infinitamente con-movida del ser. No desa-
i parece la diferencia entre el creador y la criatura, sino que se manifiesta, en el nivel
historicosalvffico, como la diferencia entre Cristo como cabeza y la Iglesia como su
'< cuerpo. En el nivel teologico, la unification en el amor se fundamenta en la unidad
del Padre, el Hijo y el Espfritu. Tiene su exaltation escatologica en los esponsales
de Jesucristo, el cordero eternamente inmolado, con su esposa, que se prepara con
{ el Espfritu para las «bodas del Cordero» (Ap 19,8; 23,17). La respuesta a la pre-
gunta del para que de la creacion y del descenso divino a las condiciones de la
^ historia de la libertad creada se encuentra, segun Balthasar, en la in-utilidad del
< amoj que se da gratuitamente. La creacion consumada en Dios es:
( ; ____________________________________________________________
, «Un regalo adicional que el Padre hace al Hijo, pero tambien el Hijo al Padre y
el Espfritu de ambos, un regalo porque a traves de las diferentes actuaciones de
( cada una de las tres personas el mundo participa internam ente del intercam-
bio de la vida divina, que este mundo devuelve a Dios, como regalo divino, a
', una con el regalo de su ser creado, pues de Dios recibe lo divino» ( Theodra-
■ matik, IV, 476).
( 474
7. R esum en. La consum acion d el hom bre en el
m isterio trinitario d el amor
475
males del hom bre prescindiendo del contenido de la consumacion procedente del
exterior, sino solo mediante abstraction del contenido dado. En concreto, a toda
la metaffsica pre y extracristiana (incluida la aristotelica) le falta una reflexion
sobre la m ediation entre el contenido y la forma del ser humano, mas exactamente
en las categorias de lo historico, lo dialogal y lo personal. En cualquier caso, toda
la antropologfa precristiana debe ser considerablemente modificada desde la pers-
pectiva de la revelacion. Pero no se trata tan solo de anadir al pensamiento ratio
nal, a m odo de com plem ento externo, los datos m eram ente teologicos aporta-
dos por la revelacion. Los conocimientos procedentes de la revelacion actuan aquf
unicam ente como catalizadores y tienen la funci6n de ofrecer a la razon, histo-
ricam ente condicionada, ayuda para la explication de sus estructuras formales
basicas.
Si ha de ser el Dios trino quien de respuesta a la pregunta de que es el hom
bre para sf mismo, entonces debe entenderse la existencia humana de tal modo que
la vida trinitaria divina pueda tener su correspondencia en ella. No puede imagi-
narse, pues, aquella existencia como una substancia rfgida y objetiva firmemente
cerrada en sf y sobre sf misma. Toda aclaracion antropologica de la esencia debe
llegar hasta el ser personal y hasta la realization relacional y trascendental del hom
bre incluida en aquel ser.
D ebe concebirse, por consiguiente, el ser del hombre como personal y dialogal.
El hombre se encuentra siempre en un horizonte del ser y del mundo marcado por
la historia y la contingencia. Su constitution esencial es tal que Dios puede salir a
su encuentro personal, dialogal, historico y escatologico como palabra y puede unir-
se asf a el en una comunion de amor personal.
En este sentido, el don de sf de Dios como respuesta a la pregunta de lo que
es el hombre para sf mismo implica una estructura personal y dialogal y, justamente
en ella, es am or trinitario. El ser-amor-trino de Dios es el presupuesto para que
el hom bre pueda entender el sentido de la creacion en su conjunto y pueda con-
vertir en realidad el sentido de su ser humano. Ser hombre significa, pues, haber
sido creado por Dios a su imagen y semejanza y haber sido llamado a participar en
aquel am or que actua en Dios mismo como unidad del Padre cognoscente y del
Hijo conocido en el Espfritu Santo.
Pero este ser humano asf llegado a su plenitud acontece en el horizonte de la
historia. La historia es el ambito adecuado para la realization de la esencia hum a
na, una realization que avanza hacia una meta en la que el hombre se gana a sf mis
mo en su unidad y totalidad y se une asf definitivamente a Dios en el amor. Y a esto
lo llamamos el eskhaton.
Al comprometerse en la creacion, el Dios trinitario se inclina a hacerse presente
en la historia. Como autoexpresion intradivina y como mediadora de la creacion,
la P |la b ra divina se hace en el hombre Jesus portadora activa tanto de la action
historica y hum ana de Dios hacia los hombres como de la action humana hacia
Dios. Jesus es, en efecto, mediador entre Dios y los hombres en virtud de la union
hipostatica. Si quiere Dios incluir a la humanidad en su propio amor trino por el
camino de una realization escatologica de la salvacion en la historia, debe revelar-
se como el am or eterno entre el Padre y el Hijo en el Espfritu Santo. En el m un
do se prolonga no solo la procesion eterna del Hijo desde el Padre, sino tambien la
procesion eterna del Espfritu desde el Padre y el Hijo. El Espfritu Santo lleva de
tal modo a la vida trinitaria divina a los hombres que se orientan segun la presen-
476
T
cia de Dios en Jesucristo que la autorrealizacion humana pasa a ser una co-reali-
zacion de la communio del Padre y del Hijo en el Espiritu Santo.