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Abuso Sexual de Menores - Reflexiones

Este documento discute la pedofilia y el abuso sexual de menores desde una perspectiva médico-legal. Define la pedofilia como la atracción sexual hacia niños y la pederastia como el abuso sexual cometido contra niños. Explica que algunos abusadores se identifican como pedófilos pero no como pederastas, distinguiendo entre la tendencia (pedofilia) y la práctica abusiva y delictiva (pederastia).

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Abuso Sexual de Menores - Reflexiones

Este documento discute la pedofilia y el abuso sexual de menores desde una perspectiva médico-legal. Define la pedofilia como la atracción sexual hacia niños y la pederastia como el abuso sexual cometido contra niños. Explica que algunos abusadores se identifican como pedófilos pero no como pederastas, distinguiendo entre la tendencia (pedofilia) y la práctica abusiva y delictiva (pederastia).

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CUADERNOS

Algunas MEDICINA
reflexionesDEsobre FORENSE
la pedofilia y el•abuso
AÑO sexual
3 – Nºde2
menores 93
(93-112)

ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE LA


PEDOFILIA Y EL ABUSO
SEXUAL DE MENORES
1. que se hace de las mismas
INTRODUCCIÓN in- vocando hechos que Por estas razones
suelen ser respuestas a se considera
uno de los problemas motivaciones ajenas a la necesario hacer una
queen acucian a la real situación invocada. aproximación
sociedad en la Así, se tiene noticia de la reflexiva al tema
actualidad es el presencia de falsas para asumir, des- de
relacio-nado con el denuncias en búsqueda de el conocimiento
abuso sexual de me- beneficios secundarios, científico, la
nores. Esta induccio- nes a menores a experiencia y la
manifestación sexual manifestar haber sido responsabilidad
siempre existió en víctimas de abusos profesional, con la
forma más o me- nos sexuales inexistentes, mayor equidad
oculta, quizás por el diagnósticos apresu- rados, posible, el
tabú cul- tural vigente sobre todo en el área psí- controvertido y a
en los últimos años quica, por ineptitud técnica veces espinoso
ha tomado un auge u otras razones problema de
muy importan- te, subalternas. dilucidar, desde el
probablemente punto de vista
motorizado por la sexológi- co, las
mayor libertad de implicancias médico
expresión, el menor lega- les que
temor a su presentan las
exteriorización, la conductas
actualización de la pedofílicas.
legislación vi- gente o
la promoción o
divulgación 2. DEFINICIONES Y
periodística. CONCEPTOS
GENERALES
Las personas que por
distintos motivos están al Recordemos que el
tanto de estas conductas término pedofi- lia
sexuales tienen la obli- fue acuñado en
gación de reflexionar sobre alemán por el
los rea- les alcances de psiquiatra Richard
estas manifesta- ciones, ya von Krafft-Ebing
que si bien es induda- ble (1840-1902), quien
que estos delitos existieron utilizó por pri- mera
siempre y existen, no es vez la expresión
menos cierto que se observa Pädophilia erótica en
con preocu- pación el su influyente libro
aprovechamiento peligro- so
Psycho- pathia Sexualis, Juan Carlos Romi
publicado en 1886. Lorenzo García
Samartino
El diccionario de la RAE
recoge las dos variantes
morfológicas, pedo- filia y
paidofilia, que se pueden con-
siderar sinónimos.

Otra controversia se establece


en- tre los términos
pedofilia y pede- rastia. El
mencionado diccionario ha
introducido en su edición
del
2001 el término pedofilia,
además de seguir
registrando la palabra
pederastia, para las que
recoge las siguientes
definiciones:

a) Pedofilia. f. Atracción
erótica o
94 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 94

sexual que una persona in


adulta siente hacia niños o dis
adolescentes. tin
ta
b) Pederastia. f. Abuso m
sexual co- metido con niños. en
te
Desde el punto de vista el
semánti- co, la distinción es us
clara: es esen- cialmente o
diferente sentir atracción de
erótica por los niños a pe
abusar sexualmente de do
ellos. Así pues, la distinción fili
surge entre la tendencia a
sexual (pedofilia) y la co
práctica abu- siva y delictiva n
(pederastia). el
se
Algunos abusadores sexuales nti
in- fantiles se definen como do
pedófilos pero no de
pederastas, distinguiendo de
entre tener la tendencia lit
que los empuja a sentir o
atracción sexual por los y
niños (pedofilia) y las prác- co
ticas sexuales con menores n
(pede- rastia). el
sig
En el primer caso, se trata de ni
una tendencia psíquica, fic
considerada como una ad
parafilia por la sexología y la o
psiquiatría, mientras que en de
el segundo hay una práctica, en
que es delictiva según fer
nuestra legislación. Sin m
embargo, es necesario dejar ed
en claro que si el pedófilo de ad
alguna manera establece un .
vínculo efec- tivo (acción) de As
aproximación o to- camiento í,
erótico sobre un menor, esa po
conducta es delictiva r
aunque no haya existido la ej
violación, ya que el CP la e
tipifica como abuso sexual m
simple (en la redacción pl
anterior denominado abuso o,
deshonesto) explicitado en se
el Art. 119 CP. e
m
En el lenguaje periodístico pl
encon- tramos ea
95 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 95

el sin- tagma «acusar de Según la edad de la persona


pedofilia» o se habla de que es objeto del deseo
una «red de pedofilia», sexual se dis- tinguen tres
para designar una tipos de trastornos:
organización de personas pedofilia para la atracción
dedicadas a la explota- ción hacia niños en edad
sexual de menores. prepuberal; efebofi- lia (del
griego ephebo, ‘niño que ha
entrado en la pubertad’)
para refe- rirse al deseo
sexual hacia adoles- centes,
y nepiofilia (de nepion, ‘in-
fante’) para designar la
atracción hacia niños
lactantes o infantes.

Según el Manual de
Diagnóstico de los
Trastornos Mentales (DSM-
IV) la pedofilia se encuentra
den- tro de la categoría de
parafilias, que forma par te
de los “Trastornos
sexuales y de la identidad
sexual”. Se la define como
fantasías sexua- les
recurrentes y altamente
exci- tantes, impulsos
sexuales o com-
portamientos que implican
activi- dad sexual con niños
(13 años o menos) durante
un período no in- ferior a los
seis meses.

Por lo tanto, los pedófilos


suelen ser
predominantemente varones
y frecuentemente de edad
avanzada. Rara vez se
presenta en mujeres,
aunque no se descarta esta
incli- nación sexo-amorosa
en ellas. Las víctimas
pueden ser niños de am- bos
sexos.

La acción consistente en
utilizar al menor como objeto
pasivo de una cópula anal se
denomina pedica- ción.

El lolismo es la preferencia
sexoeró- tica de varones
maduros por ado- lescentes
96 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 96

(niñas en su despertar puberal). El término se


popularizó por la novela de Novikov “Lolita”. Se llama La efebofilia es la atracción
también hebefilia. sexual

Se denomina corofilia la inclinación de ciertas lesbianas


maduras por niñas impúberes.
la cópula anal activa o pasiva como amante de los
de una persona madura jóvenes.
hacia ado- lescentes
varones de 13 a 18 años. La pederosis es la cópula anal prac- ticada por un
adulto sobre un me- nor de uno u otro sexo tomado
Otros términos de interés como objeto pasivo (pedicación). El sexo anal
son: sodomía, pederastia y practicado sobre una niña también se le llama
pederosis. La sodomía (de corefalis- mo.
Sodoma, ciudad palestina a
orillas del Mar Muerto) Se denomina socialmente “taxi
consiste en el sexo anal. La
cópu- la anal puede ser
heterosexual (anomeatia) u
homosexual (andro-
somdomia). La sodomía se
acepta que es el sexo anal
entre varones y por
extensión con animales con
los que se tiene penetración
(sodo- mización).

La pederastia (del griego


paideras- tía) es en general
sinónimo de sodomía, es
decir, la realización de la
penetración anal. Se refiere
en común y habitualmente a
la que se realiza entre
homosexuales, aun- que en
ciertas circunstancias (ra-
ramente) puede utilizarse
para la cópula anal entre
heterosexuales. Se llama
sujeto activo al que reali- za
la inmisión peniana (en la
jerga: “bufarrón”) y pasivo al
que se pres- ta a la inmisión
(en la jerga: “comi- lón”). Los
sexólogos alemanes sue- len
emplear el término latino
“pe- dicatio”, siendo
sinónimo de “con-
masculatio”.

El término pederastia
también se lo suele utilizar
para describir el sexo anal
practicado por un adulto con
un menor. Así se habla de
pe- derasta al que practica
97 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 97

d. Lo que confiere este


bo característico matiz de
y” sordidez a la prostitución
al homosexual contem- poránea
ad no es tanto la utilización
ole indisimulada del dinero
sce (muchas veces para el
nte consumo de drogas) cuanto
o la pretensión de disimular,
ad bajo la excusa de la
ult moneda, la naturaleza de la
o pulsión que se remunera.
jov Se aduce que la partici-
en pación queda restringida, en
qu el con- trato homosexual, al
e rol “activo” (penetrador anal
ve o pasivo del fela- dor), no
nd calificando por ello de ho-
e mosexuales sus propias
sus conduc- tas, sino que éstas
fav se reservan para sus clientes
ore o partenaires, con el
s beneficio de la aceptación
se po- pular.
xu
ale
s a 3. EL PEDÓFILO COMO UN
cli AGRESOR SEXUAL
ent GENÉRICO
es
ho No se puede estudiar y
mo compren- der los delitos
se sexuales si no se parte de
xu un mínimo de conocimien- to
ale sobre qué significa la
s sexualidad en la conducta de
sól cada individuo.
o
co Se observa frecuentemente
mo que estos delitos son
“u cometidos por individuos con
na una conducta sexual habitual
es considerada “normal”. La
ca manifestación de la
pa conducta sexual delictiva
da está ligada a una
” circunstancia personal o
de ambien- tal facilitadora.
su
he Por supuesto que también
ter este delito lo pueden
o- cometer perturba- dos
se sexuales (disfuncionales y/o
xu parafílicos o desviados:
ali fetichistas, voyeristas) pero
da
98 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 98

de en claro que estas per


be turbaciones sexuales por sí
qu mismas, por lo menos en la
ed inmensa mayoría de ellas, no
ar están contempladas como
gr
delitos contra la integridad av
sexual por el Código Penal e;
vigente como el caso del los
pedófilo actuante. im
pu
La conducta sexual delictiva lso
es una conducta concreta s
del individuo, expresión de se
su relación con la víc- tima ac
en un lugar (espacio) y en tú
una fecha (tiempo) an
determinados. Esto significa, co
desde el punto de vista m
individual, la dificultad del o
delin- cuente para aceptar la ac
ley. En esta tarea, la -
sexología y la psiquiatría to
forenses pueden establecer s
los aspectos de la rei
personalidad de cada ter
delincuente y diferenciar un ad
caso de otro al reconstruir, os
con la mayor exactitud ,
posible, la géne- sis y ap
dinámica del fenómeno ro
crimi- nal en particular. pi
án
En este trabajo se
do
reflexionara so- bre los
se
delincuentes sexuales que
la
presentan factores de
pa
riesgo de índole sexual, es
ra
decir, que presen- tan
fili
perturbaciones sexuales
a
cuali- tativas (la pedofilia
de
como desvia- ción o
l
parafilia) que condicionan
fu
directa o indirectamente las
nci
con- ductas delictivas.

Respecto a la gravedad de
las pa- rafilias se considera
que depende del grado de
actuación y del nivel de
perturbación: leve, fantasía
no escenificada; moderada,
la imagi- nería en ocasiones
se transforma en acción
provocando conflictos
sociales y ocupacionales; y
99 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 99

onamiento global del


individuo. 4. LA ETIOPATOGENIA
DE LA PEDOFILIA
Las disfunciones sexuales COMO PARAFILIA
como perturbaciones
sexuales cuantitati- vas (por Los factores etiopatogénicos
ejemplo la disfunción erec- de la pedofilia comprenden
tiva), si bien pueden tener tres grupos principales que
inciden- cias en las afectan el desarro- llo de la
conductas delictivas de personalidad: el biológi- co,
algunos individuos, el medio ambiente y los
presentan una frecuencia facto- res mentales de
menor y menos signifi- cativa integración y sín- tesis.
que las parafilias. Todos son importantes en la
formación de una parafilia
pedofí- lica.

Desde el punto de vista de la


ad- quisición de las
respuestas eróti- cas
placenteras se debe tener en
cuenta la predisposición de
la per- sonalidad, como
factor genético, más las
experiencias ambientales
que da el aprendizaje.
Existiría una condición
predisposicional, de
acuerdo al potencial de la
perso- nalidad, una especie
de “tabla de arcilla” lisa y
moldeable sobre la cual se
marcarían “huellas” que
serían las experiencias
eróticas vividas por ensayo,
azar o circuns- tancias,
deseadas o no; y, que ac-
tuarían de allí en adelante
como una relación “llave-
cerradura” cada vez que se
asocian ambas situa- ciones
(circunstancia - predisposi-
ción al placer erótico),
detonando la conducta
sexual adecuada o in-
adecuada. Si bien las nuevas
ex- periencias hacen “nuevas
marcas”, las primeras
siguen manteniendo la
eficiencia erótica,
respondiendo con idoneidad
placentera a pesar del
tiempo transcurrido.

La pedofilia se explica
siguiendo ese patrón
100 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 100

general. Las imágenes, fantasías, o comportamientos facilitó la reite- ración de


des- viados serían producto de experien- cias vividas experiencias fijando un
sobre la base de una personalidad predisponente que patrón de conducta erótico.
provocaron, en su momento, un placer sexual que
Lamacz, proponen un hipotético camino que debe
La interpretación freudiana tomar la mente del individuo para llegar al placer
de la sexualidad infantil y erótico sexual y a la satisfacción. Expone el concepto
del papel que continúa “mapa del amor” como una especie de ins- cripción
desempeñando en el adul- to, o plantilla grabadas en el cerebro en la que se esbozan
permitió conceptualizar a las las actividades sexuales que preferi- mos. Tal
“per- versiones” como acontecimiento se desa- rrolla en la infancia a través de
conductas infanti- les las experiencias vividas en función del placer–
anacrónicamente fijadas displacer. Se cree que la
conse- cuencia de un
desarrollo problema- tizado
de la sexualidad infantil.

Las per versiones


representarían placeres
primitivos cuya exigencia es
muy significativa. Esto
supone la dificultad de
despegarse de di- chos
sistemas de satisfacción. Es
decir, que la “fijación”
representa una elección
primaria: la elección de la
perversión como fenómeno
anacrónico. El fracaso de
nuevas experiencias
sexuales que el indi- viduo
no pueda integrar, lo hace
“regresar” hacia sus
primeras ex- periencias. La
regresión es el me- canismo
que retropulsa al individuo
hacia los sistemas primitivos
de satisfacción.

El psicoanálisis considera
que la neurosis es el
reverso de la per- versión.
En la neurosis todos los
síntomas se forman contra el
sis- tema pulsional activo
que no es aceptado por el
yo (egodistonía). En la
perversión, la conducta arcai-
ca es asumida y deseada por
el yo (egosintonía). El
perverso tolera la
perversión.

Money, (1989), en su libro


“Mapas del amor
vandalizado”, escrito con
101 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 101

ney considera que la su-


ép presión de los juegos
oc sexuales pre- paratorios de
a la infancia podría impedir un
má desarrollo sexual sano.
s Algunas culturas temen
vul que los niños sean
ner expuestos temprana- mente
abl a la actividad sexual. El cas-
e tigar estas conductas puede
gir obs- taculizar el desarrollo
a de un mapa de amor
alr normofílico. Por consi-
ed guiente, el individuo
e- adquiere un mapa del amor
dor o plantilla mental
de erotosexual a través de las
los expe- riencias e imágenes
cin mentales vivi- das donde las
co actividades gratifi- cantes
a queen provocan excitación
los y orgasmo de características
oc parafí- licas reemplazan a
ho las normofíli- cas.

os,
lue 5. EPIDEMIOLOGÍA Y
go DESCRIPCIÓN DE LAS
las CONDUCTAS
po PEDOFÍLICAS
sib
ilid El término parafilia designa
ad un tras- torno sexológico y/o
es psiquiátrico. La pedofilia es
de una parafilia queen pueden
mo ser consecuencia de diver-
difi sos factores.
-
ca Un cierto número de
ció pedofílicos son agresores
n sexuales. Es decir, padecen
se un trastorno psicosexual con
ha características delictivas.
ce Fren- te a un estímulo fuera
n de lo común, personal o
difí socialmente inacepta- ble,
cil real o imaginario, responden
es con un estado queen
o consiste en la necesidad
ref impulsiva de iniciar o
rac mantener óptima la
- excitación ero- tosexual para
tar alcanzar el orgasmo.
ias
.
Mo
102 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 102

La es de los 18 años. La
pai mayor
do
fili
a
es
de
lej
os
la
pa
ra
fili
a
del
icti
va

s
co

n.
Se
est
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n
el
20
%
de
los
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os
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eri
ca-
no
s
ha
n
sid
o
víc
ti
ma
s
de
ab
us
o
ant
103 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 103

parte de los actos de abuso er


con- sisten en tocamiento ec
genital o sexo oral. La tiv
penetración anal y vaginal no os
es frecuente a excepción de su
los casos de incesto. el
en
La inmensa mayoría de los ap
paidófi- los son ar
heterosexuales, pero si se ec
toma en cuenta el porcentaje er
de homosexuales en la ca
población ge- neral, se so
obser vará queen existen s
más paidófilos entre estos de
últimos queen entre los vi
heterosexuales. Esto no ol
implica queen los ad
homosexuales per se sean or
abusadores de niños, una es
idea errónea muy habitual. .
Por lo tanto, existen
paidófilos hetero- sexuales, Ta
homosexuales o bisexua- les, m
queen se limitan sólo al bi
incesto o no. Hay paidófilos én
exclusivos (atraídos sólo se
por niños) y no ex- clusivos. ob
se
Se observa también entre los rv
pai- dófilos un 50% de an
consumidores de alcohol y pe
se ha señalado queen es dó
frecuente queen se hayan fil
visto envueltos en os
situaciones de exhi- dis
bicionismo, violación o -
voyerismo. fu
nci
También es común observar on
queen el abusador de al
menores es un parien- te de es
la víctima. La mayoría de los co
abusadores están casados y n
tienen hijos propios y no pa
todos son paidó- filos en el rej
sentido estricto. as
ad
Entre los individuos queen ult
presentan perturbaciones as.
sexuales cuantitati- vas En
(disfunciones sexuales) es es
poco frecuente la conducta to
delicti- va. No obstante, s
entre los disfun- cionales ca
104 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 104

sos sólo a través de la dimiento o capacidad sexual


parafilia compensan la y así reafirman su
disfunción, sobre todo masculinidad auto
erectiva. El menor les genera cuestionada. El abuso sexual
menos conflictos porque des- bloquea la impotencia
piensan queen éste no de origen
evalúa su ren- predominantemente
psíquico al reafirmar la
masculinidad a través de la
agresión sexual, sobre todo
cuando perciben el temor de
la víc- tima.

Los pedófilos son personas


queen pueden tener
familia, y algunos abusan
también a miembros de la
misma. Suele observarse
queen es- tos sujetos no
tienen capacidad para
cortejar o relacionarse con
mujeres por ser sumamente
inse- guros, la impotencia
parcial es usual. Algunos son
homosexuales ocultos.

Las relaciones pedofílicas


pueden ir desde tocamientos
hasta la pe- netración
vaginal o anal, en algu- nas
ocasiones excepcionales lle-
gan a asesinar a sus víctimas
para evitar ser descubiertos.
Esta for- ma parafilica se
caracteriza más queen por la
excitación sexual, por el uso
y abuso del poder. A pesar
queen su actividad rara vez
supone la vio- lencia, la
sociedad los suele casti- gar
con más severidad queen a
los violadores, queen sí
recurren a la vio- lencia
física.

Los pedófilos en general son


adul- tos, del sexo
masculino, queen ob- tienen
satisfacciones sexuales
mediante un contacto físico
y a menudo sexual con
niños. Algunos
investigadores opinan queen
es típi- co queen los
paidófilos conozcan
105 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 105

personalmente a los niños queen manosean, ya sea los órganos genitales y


por ser un veci- no cercano, o pariente. sugerir- le queen manipule
los suyos, y me-
A menudo el pedófilo se conforma con acariciar el
cabello del niño, aunque también puede manipular- le
conducta las implicacio- nes sexuales queen el
nos frecuentemente, paidófilo per- cibe y a las cuales responde. Se trata
intentar una intromisión. de una perturbación del obje- to de la tendencia sexual,
Estas conductas pue- den queen es reemplazado por otro antinatural: fantasías o
repetirse por semanas, conductas queen implican actividad sexual entre un
meses o años si no lo adulto y un niño.
descubren otros adultos o lo
denuncia el propio niño. La pedofilia puede ser física o no, y va desde la
exposición de los genitales y las conversaciones su-
Los paidófilos pueden tender
a ser rígidamente
moralistas o religio- sos. La
mayoría de los paidófilos
heterosexuales de mayor
edad son o han estado
casados alguna vez en su
vida.

Investigaciones sobre la
gravedad de la perturbación
de los paidófi- los y la edad
de los mismos con- cluyeron
queen existen tres grupos:
a) de edad adolescentes,
b) de treinta y cinco a
cuarenta años, y c) de
cincuenta y cinco a sesenta
años. El segundo es el grupo
más numeroso. Se considera
queen a este grupo
pertenecen quienes han su-
frido grandes desajustes
mentales y sociales, queen
incluye el alcoho- lismo,
frecuentemente asociado
con su conducta.

Se ha interpretado queen en
ciertos casos el impulso a
abordar sexual- mente a un
niño refleja el senti- miento
de haber fracasado en la
vida adulta, social y
sexualmente. Aunque un
adulto predispuesto a la
paidofilia puede
ocasionalmen- te ser
seducido por las inocentes y
desinhibidas muestras de
afecto de un niño; no es este
quien infun- de con su
106 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 106

a y la agresiva
ge heterosexual.
sti
va Los sentimentales
s homoeróticos tie- nen poco o
al ningún interés por las
us mujeres, toda su capacidad
o sexual se concentra en los
de niños, concre- tándose bajo
ma la forma de caricias queen le
ter provocan el orgasmo.
ial
po Los agresivos heterosexuales
rn inten- tan satisfacer sus
o- impulsos con niñas, con
gr métodos queen van des- de
áfi la seducción a la violencia,
co, ter- minando, en contadas
inc ocasiones, en homicidio
est sádico-criminal.
o
y Otros estudios, respecto a
vio los abu- sadores masculinos,
lac han determi- nado: a) los
ión impulsivos, queen en al-
. guna ocasión abusan a un
niño y b) los pedofílicos
Se propiamente di- chos, cuya
dis preferencia sexual son los
tin niños. Éstos últimos suelen
gu organizar muy bien sus
en andanzas, eligen
do cuidadosamente a sus vícti-
s mas a los queen
var “entrampan”, y tra- tan de
ian ubicarse en lugares adonde
tes pueden tener fácil acceso a
en ellos (instituciones de
la cuidado infantil, colegios,
pe entrenamiento deportivo,
do etc.).
fili
a: Para los pedofílicos es
la esencial garantizarse el
se silencio de su vícti- ma, a
nti quien seleccionan y prepa-
me ran, al mismo tiempo queen
nt neutrali- zar la capacidad del
al responsable del niño, si lo
ho hubiera. Esto explica como
mo personalidades socialmente
er respetadas en una
ó- comunidad pue- den actuar
tic los abusos sexuales
durante años sin ser
107 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 107

de ico. El primero, suele actuar


tec en
ta
do
s.

Ha
y
au
tor
es
qu
e
dis
tin
gu
en
do
s
cat
eg
orí
as
pri
nci
pal
es
de
ab
us
ad
o-
re
s
vio
len
tos
:
el
im
pu
lsi
vo
y
el
rit
ua
-
líst
108 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 108

forma reactiva a la situación es


en que puede hallar a la tr
victima, la planifi- cación de és
sus delitos es mínima o .
inexistente (al punto de no
tomar precauciones para Ha
ocultar su ac- ción). Es y
frecuente que presente una pe
historia criminal de diversa dó
ín- dole de delitos entre ellos fil
de vio- lencia física, siendo os
sus intereses sexuales más qu
bien generales. El segundo e
tiene una historia de pa- no
rafilias diversas, planifica pr
cuidado- samente los es
escenarios donde pueda en
llevar a cabo su compleja e ta
intensa vida de fantasía, y n
desplie- ga recursos muy tra
desarrollados para proteger st
su identidad de abu- sador. or
Las mencionadas parafilias no
incluyen voyerismo, s
fetichismo y una larga serie psi
de actividades e intereses co
de tipo sádico y maso- pa
quista. tol
óg
Para el estudio de un caso se ico
re- comienda realizar un s.
cuidadoso análisis de los Si
distintos paráme- tros que n
caracterizan a estos dos e
tipos de individuos: los m
patrones de selección de ba
sus víctimas, los patrones rg
de conductas previas al o,
delito, el tipo más probable se
de con- ducta ofensiva, los ha
tipos de esce- narios vis
preferidos y los motivos sub- to
yacentes a la particular qu
elección que hacen de sus e
víctimas. do
s
La personalidad del agresor ter
de mediana o mayor edad es -
el de un individuo solitario y cio
con dificultad para s
establecer relaciones hetero- de
sexuales normales, suele los
tener baja autoestima, con re
pocos recur- sos para cl
enfrentar situaciones de us
109 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 109

os pedofílicos maduros No siempre sucede, pero las


llevaron a cabo esta con- per- sonas que fueron
ducta en momentos que sexualmente abusadas en
sufrían situaciones su niñez tienen la
estresantes. posibilidad de convertirse en
pedó- filas en la adultez. No
se trata de una venganza,
sino de un proceso a nivel
inconsciente, incluso a ve-
ces relacionado con abuso
de dro- gas.

En general, las instituciones


y tam- bién las familias
tratan de ocultar el
problema. Incluso hay
madres que protegen al
esposo abusador de los
hijos.

Entre los serios trastornos


que puede dejar en las
víctimas el abu- so sexual
infantil figuran: episodios de
depresión aguda, conducta
sui- cida u homicida,
desórdenes adic- tivos,
agudo sentido de culpabili-
dad, baja autoestima,
severos epi- sodios
disociativos, conversión del
abusado en abusador,
negación a recibir terapia.

Tratar las parafilias es un


reto para la psicoterapia, la
psiquiatría, la criminología y
otras disciplinas; la finalidad
es que el paciente aban-
done la parafilia que hace
daño a terceras personas
como lo son la paidofilia,
exhibicionismo, froteris- mo,
voyerismo, etc. Muchos
pacien- tes pueden ser
ayudados a vivir más
satisfactoriamente,
alcanzan- do un mejor
control consciente y auto
disciplinado por medio de
asesoramiento y de
psicoterapia.

En algunos casos de
pedofilia el tratamiento más
110 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 110

beneficioso es la técnica de la desensibilización en- imaginen la atracción por


cubierta, en la que se asocian los factores estimulantes mu- jeres adultas.
para el su- jeto con situaciones aversivas que Frecuentemente se
resultarían de la expresión de sus impulsos; al avanzar
el tratamien- to se entrena a los pacientes para que
El estudio de las características de los pedófilos que
obser va una disminución realizan abusos sexuales de menores no ha permiti- do
de la atracción hacia las hasta el momento determinar al- gún carácter específico.
niñas y una dis- minución No existe el perfil inequívoco del pedófilo, si bien se
aún mayor en la ansie- dad recalcan algunos antecedentes:
producida por las mujeres.
1) Antecedentes de haber crecido en un ambiente
Medicamentos como hostil. Haber creci- do en un ambiente infantil no pro-
antipsicóti- cos, tector, de abandono o maltrato fí- sico parece ser una
antidepresivos o anti- característica
androgé- nicos han dado
buenos resultados en
algunos pacientes. En la
mayo- ría de los abusadores
violentos y agresivos el
aislamiento social (cár- cel)
es lo único que evita que se
siga dañando a terceras
personas.

Las parafilias que no hacen


daño a terceras personas,
en donde ambas partes de la
pareja lo dis- frutan y están
de acuerdo en lle- varlas a
cabo, no necesitan trata-
miento alguno.

En síntesis: la mayoría de los


pe- dófilos son hombres, en
general menos agresivos
que los violado- res de
adultos; muchos de ellos
son alcohólicos o
consumidores de drogas, o
psicóticos, de mente tor- pe
o asociales y su edad
fluctúa entre los 30 y 40
años. Suelen ser individuos
débiles, inmaduros, so-
litarios y llenos de culpa.

6. ALGUNAS
REFLEXIONES
MÉDICO-LEGALES

a) Sobre las
características de los
pedófilos
111 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 111

a patolo- gía psíquica:


en inestabilidad, inmadu- rez,
alg baja autoestima, etc., que
un tra- tan de superar a través
os de la agre- sión sexual.
ab
us 3) Conflictos de pareja.
ad También se pone énfasis en
ore la presencia de problemas
s maritales, en el aleja-
se miento sexual de la pareja y
xu la vio- lencia familiar. Es
ale decir, se ha tra- bajado en la
s hipótesis de una con- fusión
pe e inversión de roles entre
dó los diferentes miembros de
filo la fa- milia como génesis de
s. la abusivi- dad sexual.
2) 4) Factores externos sobre
Tr una per- sonalidad
ast predispuesta. Se argu-
or menta que los abusadores
no sexua- les son
s personalidades introverti-
de das, solitarias y con falta de
la apoyo social sobre los que
pe se instalan factores externos
rs desencadenan- tes como el
on alcoholismo o la adic- ción a
ali drogas.
da
d. Un modelo teórico muy
Par aceptado es el que trata
a de organizar los datos
otr existentes de forma que pue-
os da darse respuesta a cuatro
aut pre- guntas:
ore
s 1. ¿Por qué una persona
los encuen- tra congruente y
ab emocionalmente gratificante
us la relación con un niño?
ad
or 2. ¿Por qué una persona es
es capaz de ser activada
se sexualmente por un niño?
xu
ale 3. ¿Por qué una persona
s bloquea sus esfuerzos para
pr obtener gratifi- cación sexual
es y emocional de fuen- tes
ent socialmente aceptadas?
an
alg
un
112 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 112

4.
¿P
or
qu
é
un
a
pe
rs
on
a
no
es
di-
113 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 113

suadida por las inhibiciones se


socia- les existentes xu
contrarias a la rela- ción al.
sexual con niños? Pa
ra
Las tres primeras preguntas qu
tratan de explicar porque e
ciertas perso- nas sienten se
interés sexual por los niños pr
y la cuarta porque tal inte- o-
rés se traduce en una du
conducta de abuso sexual. zc
a
Para que se produzca abuso el
sexual deben darse cuatro ab
factores de ma- nera us
simultánea o sucesiva: a) o
Con- gruencia emocional, b) se
Activación sexual por un xu
niño, c) Bloqueo de las al
relaciones sexuales normales, inf
d) Desinhibición an
comportamental. til
es
La congruencia emocional pr
puede ser explicada por la eci
existencia de una so
importante inmadurez en los qu
abusadores sexuales que los e
hace experimentarse a sí la
mismo como niños, tener co
necesidades emocio- nales ng
infantiles, y por lo tanto, de- ru
seo de relacionarse con en
niños. También se puede cia
argumentar la baja e
autoestima y el sentido de m
ineficacia personal como oci
factores generadores de la o-
búsqueda de relaciones na
que les proporcionen l
sentimientos de poder, se
omnipoten- cia y control. añ
ad
La activación sexual con a
niños se ha separado de la a
congruencia emocional al un
suponer que no se trata de cie
cuestiones necesariamen- te rto
relacionadas. Se supone ni
que puede haber vel
necesidades de rela- ción
emocional como las presen-
tadas, que sean
satisfechas de manera no
114 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 114

de activación sexual con les con adultos. Los


niños. sentimientos de inutilidad
personal, la conocida
El tercer factor es el bloqueo inadecuación interpersonal
de las capacidades o de muchos abusadores
posibilidades para satisfacer sexuales y un
las necesidades sexua- distanciamiento sexual en
sus re- laciones de pareja,
estarían en la base de este
tipo de bloqueo.

La desinhibición
comportamental sería una
condición necesaria para que
las tendencias o impulsos
ex- plicados por los tres
factores an- teriores se
traduzcan de manera
estable o esporádicamente
en ac- tos de abuso sexual
infantil. Se deben superar
tres barreras: los
inhibidores internos, los
inhibido- res externos y la
resistencia o no aceptación
de la víctima.

Entre los factores que


permiten la desinhibición
interna se deben ci- tar la
adicción a determinados tóxi-
cos (alcohol, cocaína); la
senilidad; el retraso mental;
etc. La supera- ción de los
inhibidores externos se
facilita si no se encuentra
presen- te (física o
psíquicamente) ningu- na
persona (por ej.: la madre)
que pueda cuidar de la
víctima.

Por último, es preciso que el


abu- sador supere la
resistencia de la víctima a
través de la seducción, la
amenaza o la agresión. En
este sentido, un niño
desprovisto, y por tanto
necesitado, de apoyo, cariño
y compañía estará en una
situación de mayor riesgo
para ser víctima de abuso
sexual. Un niño sin nin- gún
tipo de información sexual
115 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 115

pue- de ser más fácilmente víctima de los engaños y la explicables a partir de las
seducción de un abusador sexual. características psicológicas
del sujeto o de su historia
Para que se dé el abuso sexual sería necesario que perso-
un sujeto ex- perimente una cierta activación fi-
siológica, es decir, serían factores individuales y
dis- torsionar la visión de sí mismo, las relaciones, y el
nal: del tipo de familia en mundo en general.
que vive el sujeto, de
aspectos culturales, de la La sexuación traumática se produ- ce por la intrusión
situación general de vida del de intereses y conductas sexuales de un adulto en el
sujeto, etc. desarrollo sexual normal de un niño. Estas conductas
son in- apropiadas para un niño y al ser
El modelo presentado hace recompensadas con frecuencia por los adultos pueden
hinca- pié en abusadores aprender a usarlas como estrategia para ob- tener
fundamental- mente beneficios o relacionarse con los demás, adquieren
masculinos (95%). Sólo se ha aprendizajes deformados de la impor tancia y
observado un 5% de significados de determinadas con-
abusado- ras femeninas, casi
siempre a tra- vés de
mecanismos como la pre-
disposición
intergeneracional, la relación
maestra - amante alumno, o
la mujer coercionada por un
va- rón (por miedo al
abandono).

b) Sobre el niño
abusado

Se ha propuesto un Modelo
Diná- mico de la génesis del
trauma de abuso sexual
infantil que puede ser
entendido desde cuatro
componen- tes:

a) Sexuación
traumática,

b) Pérdida de confianza

relacional, c)

Estigmatización,

d) Sentido de pérdida o
falta de poder.

Esta dinámica supone una


altera- ción del
funcionamiento emocional y
cognitivo que puede llegar a
116 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 116

umatizada o gravemente
du afecta- da de numerosas
cta formas.
s
se Los abusos sexuales
xu conllevan una pérdida de
ale confianza en la relación con
s, el agresor. Este puede ser
así es- pecialmente conflictivo
co cuando existen relaciones
mo familiares entre el agresor y
co la víctima. La víctima puede
nc ser manipulada, herida,
ep- amenazada, etc.,
cio precisamente por quien era
ne objeto de confianza. Esta
s ruptura de confianza en las
err relacio- nes se puede
ón extender a toda la familia
ea por no haber logrado librar a
s la víctima de estas
so experiencias, y extenderse
br también a todas las personas
e del sexo del agresor.
la
se La estigmatización es sentida
xu como culpa, vergüenza,
ali- envilecimiento, pérdida de
da valor, sentimientos que sólo
d a él / ella le ocurren lo peor,
y etc. La víctima se puede
éti conside- rar marcada para el
ca resto de la vida por las
se experiencias más traumati-
xu zantes y considerarse
al. distinta, des- graciada,
Por marginada, etc.
últi
mo Las víctimas, por último,
, pueden llegar a creer y
la sentir que lo que les sucede
se está fuera de su con- trol,
xu que no saben reaccionar
ali ante las situaciones, en
da definitiva, que tienen poco
d poder sobre sí mismos y
del sobre cuanto les sucede. En
niñ este mismo sentido se
o pueden volver temerosos de
pu lo que puede ocu- rrirles en
ed el futuro, tomar actitudes
e pasivas y poco asertivas, ser
qu retraí- dos socialmente, etc.
ed
ar
tra
117 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 117

Lo a) Sentimientos de
s aislamiento,
efe
cto
s a
lar
go
pla
zo
de
scr
ip-
tos
en
nu
me
ros
os
est
udi
os
ret
ros
-
pe
cti
vo
s,
rel
aci
on
ad
os
co
n
el
ha-
be
r
suf
rid
o
ab
us
o
se
xu
al
so
n:
118 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 118

marginalidad, baja ac
autoestima, y de tiv
estigmatización, b) a-
Depresión, an- siedad y ci
trastornos neurovegetati- ón
vos, c) Ideación suicida y .
conduc- tas
autodestructivas, d) El
Agresivi- dad sexual, e) ac
Fracaso escolar, f) Dificultad on
para establecer vínculos y te
mantenerlos, g) Par ci
ticipación sexual pasiva, mi
automatizada y au- sente en
(prestan el cuerpo). to
tra
Otra consecuencia que u
puede acontecer m
secundariamente a un áti
menor abusado sexualmente co
son los trastornos por pu
estrés postrau- mático e-
(TPET). de
se
Esta patología, aceptada r
como un diagnóstico válido re
recién en la dé- cada pasada, ex
es uno de los pocos pe
trastornos psiquiátricos que ri
ha sido definido sobre la m
base de su etiología, y no en
simplemente a los síntomas ta
fenomenológicamente do
considerados. de
va
El rasgo esencial del ria
trastorno es la aparición de s
síntomas caracte- rísticos m
que sigue a la exposición de an
un acontecimiento er
estresante y as
extremadamente .
traumático. El cuadro Ha
sintomático característico bit
secundario a la exposición al ua
trau- ma debe incluir la lm
presencia de en
reexperimentación te
persistente del ap
acontecimiento traumático, ar
evita- ción persistente de los ec
estímulos relacionados a él, e
embotamiento de la co
capacidad de respuesta, y m
síntomas persistentes de o
119 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 119

recuerdos recurrentes e in- persona se compor ta como


trusivos, o pesadillas si en ese momento se
recurrentes donde el encontrara en él. Hay tres
acontecimiento vuelve a aspectos “persistente”,
suceder, o estados “recurrente” y
disociativos que duran de “perturbador”, así como la
pocos segundos a varias presencia de parálisis e
horas durante las cuales se hiperactividad después del
reviven aspectos del suceso trau- ma, que se debe
y la considerar en el TPET.

Debemos recordar que


durante mucho tiempo en
las pericias de menores
abusados se tuvo en cuenta
el análisis de la realidad de
Udo Undeuscht, 1967, cuyos
indi- cadores son los
siguientes:

a) Relato consistente en el
tiempo (confrontación del
relato en varias entrevistas),

b) Conocimientos sexuales
inapro- piados para la edad,

c) Descripción detallada
acerca de personas lugares
y tiempos,

d) Relato de circunstancias
típicas y características de
abuso sexual,

e) Relato de presión o
coacción del agresor,

f) Estructuración lógica del

relato, g) Afecto congruente

con el hecho
relatado (vergüenza,
retracción,
culpa,
etc.)

7. REFLEXIONES SOBRE
LA OBSERVACIÓN DE
FALSAS DENUNCIAS

Una pregunta que se


impone en este tipo de
denuncias es: “¿Cómo
120 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 120

distinguir cuándo las declaraciones de niños, en casos


de alegado abu- so sexual, son verdaderas o fal- sas?”.
Se han dado casos de de- nuncias de abuso sexual
que lue- go se comprobó que no habían sucedido.
121 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 121

a. Las denuncias en sí b) si fue abusado pero por otra per- sona diferente al
mismas. que se acusa;

Padilla atribuye el aumento c) si alguno de los padres está in- terpretando


de fal- sas alegaciones, a equivocadamente los usos y prácticas normales que se
que el abuso sexual era llevan a cabo como parte del cui- dado e higiene de un
antes un secreto del cual la niño,
sociedad no hablaba y en los
últi- mos tiempos se ha d) si alguno de los adultos puede querer obtener un
hecho “popu- lar” como beneficio secun-
tema en los medios ma- sivos
de comunicación. Por lo tan-
to, la mejor manera de
descalificar moralmente a
alguien y sacarlo del medio
en disputas por tenencia, vi-
sitas y alimentos y
venganzas diver- sas, es
acusarlo de abuso sexual,
como antes lo hubiera sido
de adul- terio, consumo de
drogas u homo- sexualidad,
hoy estos motivos con-
mueven poco. En el Cuerpo
Médico Forense se observó
un aumento de este tipo
denuncias coincidentes con
la implementación de la ley
de violencia familiar.

Estudios internacionales
reflejan que hubo un
aumento en el núme- ro de
falsas alegaciones de abuso
sexual impensable hasta
hace poco. También éstas
tienen efec- tos negativos
sobre los niños, aun cuando
después se pueda aclarar
debidamente la situación,
pues el vínculo con el
progenitor acusado puede
quedar irremediablemente
dañado por el sufrimiento
vivido.

Frente a la denuncia es
recomen- dable preguntarse:

a) si el niño fue abusado


de la manera que se está
denunciando;
122 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 122

dar infantil debe ser la de


io, creerle.
po
r Frente a este dilema hay que
eje dis- tinguir, el papel que
mp corresponde a los tribunales
lo, de justicia, de la ac- tividad
la del terapeuta como tal. En
ten los países experimentados
en en el tema, no todo material
cia recogido en el ámbito
co terapéutico es tomado
m- como prueba en los
ple procesos. Si las entrevistas
ta. de propósito diag- nóstico
han tomado el giro de “te-
Est rapéuticas”, tal el caso de
as los en- trevistadores que
pre ven al niño diez o veinte
gu veces con el fin que éste
nta vaya develando el abuso, el
s mate- rial es desechado por
no la sencilla razón que no
le tiene valor probato- rio
res alguno.
tan
val Durante bastante tiempo se
or ha sostenido que los relatos
al no verí- dicos rondaban el 3
tes al 4% de los casos. Otros
tim elevan esa cifra al 10
oni %. Una investigación
o efectuada en Denver sobre
de 576 casos, arrojó que un
los 6% de las acusaciones eran
niñ falsas y basadas en mentiras
os. deli- beradas; y, un 17% no
Por eran verda- deras, aunque
su- basadas en errores de buena
pu fe; en total, un 23% de
est situaciones no verdaderas.
o
la
act b. La memoria
itu infantil
d
ini La memoria humana es
cia construc- tiva y selectiva,
l esto es, no existe un
fre registro como el obtenido
nte por un grabador o un video
al cámara. Esta memoria, llena
re- de los baches más diversos,
lat puede variar y ser
o “rellenada” por la influencia
123 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 123

de
fac
-
tor
es
div
ers
os,
y
tod
os
sa
be
mo
s
lo
difí
cil
qu
e
no
s
res
ult
a
rec
on
str
uir
un
he
ch
o
del
qu
e
he
mo
s
sid
o
tes
-
124 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 124

tigos y de la multiplicidad de Un
rela- tos distintos que en a
estas situa- ciones se ve
pueden recabar. z
ins
En los niños, en particular los tal
más pequeños, la memoria ad
funciona en cierto sentido as
en forma similar a la de los co
ancianos: los hechos se m
borran con mucha facilidad y o
si se insiste desde una m
posición de po- der e e
influencia es posible, muchas m
veces, rellenar el hueco con ori
otros “sucesos” que se as
quieran instalar como reales cie
(co-construcciones). rto
s
Los niños pueden, y de he
hecho lo hacen, mentir con ch
diversos propó- sitos. Por os
ejemplo, para evitar una qu
reprimenda, para parecer e
más im- portantes o para no
guardar un secre- to en un su
juego. Pero, también está ce
comprobado que los niños di
meno- res de siete son er
incapaces de in- ventar una on
historia con el propósi- to ,
deliberado de perjudicar a el
un tercero. ni
ño
De esta manera, cualquier los
historia falsa de abuso so
sexual no ha sido inventada st
por el niño pequeño, ni es el en
resultado de una mentira dr
pro- pia. Ha sido instalada en á
la mente infantil por uno o co
más adultos. Y, no es m
infrecuente que a esto se o
hayan prestado, sin tal
quererlo, los profesionales es
llamados a interve- nir, .
especialmente si se In
encontra- ban predispuestos ve
a comprobar que el abuso rs
existió o si por moti- vos a
emocionales se m
abanderaron a favor de una en
de las partes. te
y
co
125 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 125

n similares pro- cedimientos, do de que se está


en algunos casos se puede defendiendo una causa justa,
lograr que hechos reales que su rol es protagó- nico,
sean borrados, y el niño que de sus declaraciones
asegurará que no ocurrieron. depende que un “malvado”
sea encarcelado y que cese
Si además ese niño fue el peligro de la venganza que
convenci- éste se toma- ría contra él y
la madre, en caso de
quedar libre, se logra que
el supuesto abusado lleve,
ante quien lo quiera
escuchar, una historia de la
perversión del adulto en
cues- tión.

La convicción del niño en


el que se co-construyó una
historia no verídica es de
tal naturaleza que se hace
imposible, aún para profe-
sionales bien entrenados en
el tema, discernir si los
hechos real- mente
sucedieron o no,

Incluso el “tono emocional”


de la narración, que serviría
para discer- nir si la historia
es verdadera o in- ducida,
en los casos en que ha
habido una co-construcción
será la coherente con la
convicción de un niño que
ha sido efectivamente
objeto de actos malvados
por par- te del adulto.

Se ha llamado la atención
sobre una de las pocas
señales que pue- den ser
útiles, en lo que al relato
infantil se refiere, y es
cuando al niño se le
pregunta sobre hechos bien
concretas, por ejemplo: la
erección peniana o
penetraciones. Si los hechos
invocados no suce- dieron,
el supuesto abusado elu- de
ese tipo de información o le
re- sulta desconocida.

En síntesis, si una persona


adulta y con influencia sobre
126 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 126

un niño lo induce a tomar como ciertos he- chos que son repetidos a través de
no acontecieron, una vez establecida esa construcción un tiempo
en su mente el niño actuará y hablará con la mayor
convicción de que está en lo cierto. Más si los relatos
mayoría de los casos falsos pro- vienen de madres
suficientemente prolongado que hablan de lo que el hijo les “habría” hablado.
y si son reforzados por
entrevistas a cargo de algún Cuando existe un disputa parental, cuanto más intensa
equipo profesional. El niño ni sea más pro- babilidad hay que los niños sean
miente ni fabula adrede, sino involucrados y que comiencen a mostrar signos de
que estará convencido del trauma emocio- nal y desórdenes de conducta.
hecho. Tan convencido
puede lle- gar a estar que
puede ser difícil conseguir
que se rectifique, aún si se le
demuestra que los hechos no
sucedieron.

La primera forma de
inducción de un adulto
puede provenir de una re-
definición de un acto que en
sí mismo es inocente. La
madre pue- de preguntar:
¿Tu papá te tocó la cola
alguna vez?, lo que
realmente pudo haber
ocurrido al higienizar al niño.
Pero, por el tono del que pre-
gunta, éste puede entender:
“papá me tocó y eso se ve
que no está bien”. El niño se
defenderá dicien- do: “yo no
quería, pero él lo hizo igual”.
Ante nuevas preguntas no
es infrecuente que “adorne”
con más información en el
sentido de lo que él percibe
que el adulto quie- re oír.

c. Denuncias y situación
familiar

Existen seis veces más


acusacio- nes de abuso
sexual en familias en las
que hay disputas de divor-
cio, tenencia y visitas que
en las que esto no ocurre.

Otra cuestión es ¿el niño


habló pri- mero sobre el tema
con un tercero (maestra,
amigo, pariente) antes que
con la madre, por caso? La
127 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 127

udencia con que se deben


Si elevar los informes pericia-
est les al tribunal recomendando
o que se mencione
oc explícitamente esa
urr dificultad. El no hacerlo
ió, puede constituir una falla
ser ética.
á
difí Se ha observado en la
cil dinámica fa- miliar en casos
par de abuso, que hay madres
a que les cuesta muchísimo
el aceptar que el cónyuge haya
ev abusa- do sexualmente a sus
alu hijos. En la vereda de
ad enfrente se encuentran las
or que les resulta muy fácil
dis aceptar esta posibilidad,
cer aunque no sea cierto.
nir
cu Otras madres pueden
ánt percibir en forma
o distorsionada señales afec-
de tuosas como besos y
est abrazos, por ejemplo entre
o una niña y el padre cuando
es se encuentran o se despi-
de den, como expresiones
bid sexuales, y de allí en
o a adelante ponen en marcha
la mecanismos para impedir los
dis encuentros e influir en los
put “re- cuerdos” infantiles.
a y
cu Se debe reparar también en
ánt el tipo de personalidad del
o a progenitor que tiene la
po custodia y que motoriza la
sib denuncia: si bien pueden no
le mani- festar indicadores de
ab enfermedad mental, por
us ejemplo delirios, no es
o infrecuente que muestren
se persona- lidades de tipo
xu paranoide, histrió- nica y
al. manipulativa, o con tenden-
To cias “borderline”.
do
est Otro dato a tener en cuenta
o es qué actitud inicial asumió
re el adulto que recibió el
ma primer relato infantil. Es- tas
rca reacciones se deben
la evaluar con todo cuidado
pr
128 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 128

pu e en el niño, co-cons-
es trucción.
pu
ed
en
ori
ent
ar
so
bre
si
se
pu
do
de
sar
ro-
llar
un
pr
oc
es
o
de
co
nst
ruc
ció
n,
pri
me
ro
en
el
mi
sm
o
ad
ult
o y
lue
-
go
de
sd
e
ést
129 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 129

d. El entrevistador y ni
la pericia ño
de
Otro recaudo a tener los
presente es la calidad y la he
preparación del en- ch
trevistador a cargo del os
diagnósti- co. Éste debe in
tener un entrena- miento vo
especial en interrogar a ni- ca
ños sobre la ardua cuestión do
de si el abuso existió o no. s.
Es perento- rio, además, Ad
que el entrevistador tenga e-
una extensa práctica previa m
en el contacto con niños sin ás
histo- rias de abuso. Las pe
entrevistas para diagnosticar rm
este tipo de delitos no itir
resultan fáciles, por empezar á
por- que es muy fuerte la re
carga emo- cional que ex
conllevan. a
mi
También es fundamental na
que la persona que r
interrogue no tenga un ju
especial empeño en nt
“descubrir o develar” abusos o
sexuales: debe ser lo más a
neutral posible y abier- ta a otr
que los hechos invocados os
qui- zás no sucedieron. col
eg
Este es uno de los motivos as
que hacen casi cu
imprescindible que sean án
grabadas, preferentemente ta
con medios audiovisuales, y s
que se realicen con la ve
presencia simultá- nea de ce
otro profesional, ya sea en el s
mismo recinto o en cámara se
de Gesell. Los registros a
obtenidos servirán para ne
evitar que el niño sea
interrogado por varias
personas diferentes en
múltiples ocasiones, con lo
cual, por un lado se dismi-
nuirá la carga traumática que
las repeticiones conllevan
para el niño, la contaminación
del material y con ello la
continua re-instalación en el
130 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 130

cesario, el material minar siendo una prueba en


obtenido. el pro- ceso judicial. En ese
caso no es difí- cil caer en
Otra zona de riesgo es la poderosas subjetividades,
exposición de las sobre todo si el entrevistador
conclusiones frente a los Tri- está predispuesto a ver a
bunales. Puede ocurrir que alguien como el que
un en- trevistador exprese “seguramente” ha cometido
alguna interpre- tación de los un acto delictivo. De allí la
hechos, que puede ter- importan- cia de utilizar
referencias estadísti-
camente probadas al
momento de comparar
indicadores, o informar que
no existen datos que
permitan afirmar o negar la
relación con el he- cho. A
diferencia de lo que ocurre
en el ámbito clínico, en el
cual la in- terpretación puede
arrojar una luz nueva en el
proceso terapéutico, en la
práctica pericial su utilización
es poco prudente. Se dice
que Freud, con su
profundidad y agudeza, lo
advirtió cuando dijo que un
cigarro es un símbolo fálico,
pero muchas veces es sólo
un cigarro; mientras pitaba
con fruición el suyo.

El mismo recaudo se debe


obser- var cuando se
evalúan los dibujos y juegos
de los niños en las entre-
vistas: mucho material
interpreta- do como
indicativo de abuso sexual lo
fue porque no se tuvo en
cuenta el contexto general
en que el ma- terial fue
obtenido, esto es, el gra- do
de la influencia de adultos y
la co-existencia de
“entrevistas oficia- les” de
juegos y dibujos con los
efectuados
“extraoficialmente” en casa
por algún progenitor.

Demás está decir que un


experto debe tener bien
presentes obser- vaciones
tales como que el 50% de los
131 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 131

niños no abusados cuando jue- gan con muñecos signos indicadores de abuso,
anatómicamente correctos introducen un dedo en la incluso conocimientos
abertura anal o vaginal de la muñe- ca y que la mayoría sexuales inapropiados para la
de ellos toma- ron al muñeco de su pene para re- edad, aparecen en niños no
volearlo. También se describió que muchos de los abusados,
entrevistador. El argumento tiene que ver con la evi-
cuando han sido sometidos a dencia científica de que un profe- sional “convencido”
repe- tidos interrogatorios de que los hechos sucedieron, casi siempre tenderá a
sobre el tema; y, que no obtener del niño respues- tas que avalen su creencia.
existe diferencia significa-
tiva en la frecuencia de
dibujos de genitales en niños 8. CONSIDERACIONES PSIQUIÁTRICAS SOBRE LAS
abusados de ni- ños no PERICIAS MÉDICAS LEGALES
abusados.
Para arribar a los conceptos clíni-
En resumen: si ha habido
una co- construcción de una
falsa memo- ria, los dibujos,
juegos y actitudes del niño
pueden mostrarse simila- res
a los que se obtienen de
niños que realmente han
padecido abu- so. Asimismo,
hay que tomar es- peciales
recaudos cuando la sin-
tomatología presente pueda
corres- ponder a estados post
traumáticos por divorcios o
disputas entre los padres. No
existen signos “patog-
nomónicos” y es una
obligación ética que los
peritos adviertan de esto al
tribunal.

Cuando los interrogatorios


son más de uno o dos, la
certidumbre de los
resultados se desvanece a
medida que aumenta el
número. Las entrevistas
repetidas y las rei- teradas
preguntas incrementan el
riesgo de contaminación,
más si los entrevistadores
están inclina- dos a
encontrar el abuso.

Es imprescindible distinguir
entre entrevistas
terapéuticas y entrevis- tas
diagnósticas con fines
judicia- les. Se diferencian
en el propósi- to, en el
número y en la actitud del
terapeuta o del
132 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 132

o) y los signos (lo objetivo)


co que nos permita llegar a
s definir un síndrome, es decir,
de el conjunto de síntomas y
enf signos que nos permi- ta
er hacer un diagnóstico
me presuntivo de un trastorno o
da enfermedad. Esto sería “lo
de que ocurre”.
s y
/ o Para saber “por qué ocurre”
tra debe- mos investigar la
sto etiopatogenia del trastorno
r- mental, esto es, las cau- sas
no (etiología) y los motivos
s (pato- genia) que lo
se producen. Sabemos que son
de pocos los trastornos men-
be tales que pueden
ten adjudicarse in-
er equívocamente a una causa
en espe- cífica. Toda patología
cu no depende sólo de los
ent factores patógenos, sino
a también del medio en que
un está inmerso el paciente
a (familia, socie- dad,
inv institución, factores climato-
est lógicos, medio ambiente y
iga educa- ción). Son pocas las
ció patologías certificadas como
n unifactoriales, por ejemplo,
se las alteraciones cro-
mi mosómicas o la sífilis, entre
oló otras. Por lo tanto, la
gic inmensa mayoría tienen un
a origen multifactorial. In-
a tervienen factores biológicos
tra pre- natales y postnatales;
vé familiares, ambientales,
s culturales, e incluso las
de creencias.
los
est De lo anterior se colige
udi que los diagnósticos en
os medicina tienen la certeza y
de la incertidumbre que le
los brinda la ciencia
sín estadística. En efecto, al no
to ser una ciencia exac- ta, la
ma medicina basa sus asevera-
s ciones en la probabilidad.
(lo
su Si bien esta aclaración puede
bje sem- brar la duda, el médico
tiv
133 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 133

qu origen en la época
e hipocrática.
es
el
en
car
ga
do
de
dil
uci
da
rla
,
se
ha
pe
rfe
cci
on
ad
o
bri
nd
an
do
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gr
ad
o
de
val
ide
z
ad
ec
ua
do
co
n
un

to-
do
qu
e
tie
ne
su
134 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 134

La dificultad del diagnóstico, asi


en la mayoría de los casos, st
no surge del en
desconocimiento de los cia
síntomas y de los signos que l,
definen un de- terminado m
trastorno, sino de la re- ás
colección apropiada de la aú
informa- ción o del análisis n
de la misma. cu
an
La psiquiatría, por ser una -
rama de la medicina, utiliza do
los mismos métodos que la se
clínica en general. En efecto, ap
para la clínica psiquiá- trica lic
la historia vital del sujeto, el a
devenir y la modificación de al
sus conductas y / o ideas, á
resulta esen- cial ya que los m
signos y síntomas que bit
pueden detectarse en un cor- o
te transversal de la vida del fo
mis- mo (el aquí y ahora) re
pueden tener distintos ns
orígenes. Por ello, para e
arribar a ciertos pe
diagnósticos es necesario -
esperar el decurso de la na
enfermedad. De manera tal l.
que los psiquiatras de fuste El
tienen en cuenta el valor de pa
poner diagnósti- cos cie
presuntivos no por ignorancia nt
técnica sino porque, por e
saber la importancia que qu
tiene la evolución de un e
cuadro mental, antes de es
emitir un diagnóstico de vis
certeza, observan las to
modificaciones que en
experimenta en el tiempo. el
á
El diagnóstico psiquiátrico m
presen- ta aún más bit
dificultades cuando la o
persona “refiere” síntomas asi
que no modifican la st
conducta. Es decir, el en
psiquiatra “oye” pero no cia
“ve” lo que el paciente dice. l
co
Si la psiquiatría clínica nc
presenta las dificultades ur
mencionadas en el ámbito re
135 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 135

al psi- quiatra “para nimiento del problema que lo


confesar” lo que le sucede. lleva a la consulta.
Tiene las dificultades y li-
mitaciones propias que le La situación no es la misma
permi- ten el miedo, la cuan- do el paciente “no va a
vergüenza, el des- la consul- ta” sino que “lo
conocimiento, etc., pero con llevan” terceros, que son los
la con- vicción “de colaborar” que observan las difi-
en el discer- cultades, aunque
generalmente sus puntos de
vista no son com- partidos o
aceptados por el enfer- mo.
Entonces el diagnóstico
pue- de hacerse más difícil.

La colaboración del paciente


facili- ta el examen, salvo
que con su participación
busque distorsionar lo que le
sucede ex profeso en bús-
queda de un beneficio
secundario.

En el ámbito forense las


dificulta- des para arribar a
un diagnóstico psiquiátrico
pueden aumentar ya que la
persona que debe ser peri-
tada no concurre
voluntariamente, sino por
instancia judicial, por lo
tanto, habitualmente, va
mal pre- dispuesta.

Durante la pericia puede


intentar colocarse en la
mejor situación posible
respecto al problema que lo
involucra. Entonces puede
simu- lar, disimular o
sobresimular, cuan- do no
mentir, deformar o magnifi-
car su estado, siempre atrás
de un beneficio real o
imaginado; ya sea para
demostrar que no pudo
come- ter el acto que se le
imputa, o que al momento
del hecho su psiquis no se
encontraba normal, desde un
punto de vista médico legal.

Al psiquiatra se le pide
establecer una correlación
entre el estado de las
136 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 136

facultades mentales y la con- ducta disvaliosa. El convergen en un mismo su-


diagnóstico es relativamente fácil cuando resulta obvio jeto. Por ejemplo, delirio y
que el síntoma o el signo es el sustento de la conducta, agresión,
y cuan- do el síntoma y/o el signo y la con- ducta
hermenéutico (instrumento de las ciencias natu- rales
síndrome demencial y falsa para la comprensión de los hechos). Por lo tanto debe
denun- cia, etc. analizar a través de los estudios de terce- ros la
conducta del imputado, o la víctima. Estas pericias, si
Es diferente cuando al bien tie- nen la limitación de la falta de con- tacto con
psiquiatra le preguntan si el la fuente, permite que el psiquiatra se coloque en una
imputado pudo realizar un situa- ción de privilegio ya que puede en
acto disvalioso no aso- ciado
a un signo, síntoma o síndro-
me. En este caso el sujeto no
pre- senta indicadores de
patología psi- quiátrica. Es
decir, se encuentra dentro
de la población “normal”
desde un punto de vista
médico- legal, si bien puede
no ser normal desde el punto
de vista clínico asis- tencial.

Frente a la última posibilidad


no es mucho lo que puede
aportar el psi- quiatra. Por
más que una persona posea
una personalidad con cier-
tos rasgos que puedan
correlacio- narse con cierta
conducta delicti- va, no por
ello tuvo que haberla
realizado alguna vez, o en la
oca- sión que se le imputa.
Recordemos que la
predisposición no es deter-
minante. El estudio de la
persona- lidad, obtenida con
métodos clíni- cos y
mediante pruebas, ayuda al
perito a conocer la intimidad
de la persona que tiene
delante, pero jamás deben
utilizarse como argu- mento
decisivo en un conflicto jurí-
dico.

Bajo ciertas circunstancias se


pone al perito ante la
encrucijada de te- ner que
utilizar en el análisis peri-
cial el método heurístico
(búsque- da o investigación
de documentos o fuentes
históricas) y además a
veces también el
137 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 137

uí y ahora (corte
for transversal).
ma
hol
ísti El concepto de
ca normalidad.
ob
ser Desde la perspectiva
var psicojurídica corresponde a
el un estado de las facultades
de mentales que, desde el
ve punto de vista penal,
nir permite al sujeto
his comprender la criminalidad
tór de un acto y dirigir sus
ico acciones; y desde el punto
qu de vista civil, requie- re que
e el sujeto tenga capacidad
de para dirigir su persona y
ter adminis- trar sus bienes. En
mi ambos fueros,
nó independientemente que
un pueda presentar alguna
he alteración psico- patológica
ch detectable a través de la
o, clínica psiquiátrica.
y
no El psiquiatra forense se
sól encuentra con estas
o dificultades cuando rea- liza
los una pericia sexológica.
efe
cto Así, la pedofilia se convier
s te en delito cuando se actúa
cir la tenden- cia. El placer, sea
cu por razones cua- litativas o
nst cuantitativas, mueve a la
an- voluntad para que salte la
cia barre- ra de lo aceptado por
les la sociedad. Es un acto
en voluntario.
un
de Para alcanzar la satisfacción
ter del placer, las personas
mi “normales desde el punto
na de vista psicojurídi- co”,
do recurren al engaño, al aisla-
aq miento psíquico y físico de la
vícti- ma, es decir ponen su
inteligencia al servicio del
placer. Recurren o crean el
ambiente necesario para
lograr el fin.
138 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 138

Cu o, el sujeto se protege
an inteligentemente .
do ¿Cómo puede descubrir el
se psiquia- tra esa diferencia
ve cuanti o cualita- tiva si el
ac interesado no lo expre- sa?
us ¿Cómo, si del examen
ad clínico
cu
psiquiátrico no surgen al
indicadores de trastornos qu
mentales que hagan ier
sospecharlo? ¿Acudir al in
psicodiag- nóstico como en di
las pericias de fi- liación se vi
recurre a la comparación de du
muestras de ADN para o
determi- nar la paternidad? pu
ed
En dicho estudio se e
comparan dos o más es
muestras. Tiene una proba- tar
bilidad de certeza cercana al en
100%. En la obtención de co
las muestras no interviene nd
la voluntad del suje- to. La ici
confiabilidad depende de la on
técnica de determinación. El es
resul- tado es una “prueba” po
cierta. te
nci
No se justifica que el
al
individuo se niegue a que le
es
tomen una mues- tra si es
de
inocente, porque la posi-
se
bilidad de error es casi
r
desprecia- ble y se puede
un
repetir en él, cuan- tas veces
ab
sea necesario.
us
ad
or
9.
se
COROLARIO
xu
al.
De todo lo expuesto y a
manera de síntesis se puede
El
decir que, en la peritación de
in
adultos presuntos
di
victimarios de abuso sexual
vi
de menores, se han
du
examinado tanto sujetos
o
parafílicos pedófilos como
co
individuos considerados
n
“norma- les” desde el punto
te
de vista psico- sexológicos.
nd
De manera tal que
139 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 139

encia o incli- nación


parafílicas no necesaria- emitir un dictamen o al
mente tienen que ser por ello testimoniar frente al
abu- sador sexual, en tanto y tribunal.
en cuanto no cometa un
delito sexual. Hay que A su vez se debe saber
recordar que las tendencias que los menores abusados
predisponen pero no existieron y existen, tanto
determinan, hecho por parte de victima- rios
importante al momento de extrafamiliares como
intrafa- miliares; pero
también, al momen- to de
realizar la pericia médico le-
gal hay que tener presente
que la falsa denuncia es
posible, sobre todo cuando
las causas que se ale- gan
tienen como presuntos
abusa- dores a personas en
un ámbito familiar con
conflictos.

Por último, se debe recordar


la di- ficultad del perito para
poder res- ponder los puntos
de pericia que se le
proponen, a propósito de la
causa a investigar. Cada
caso es el caso, hay que
desprenderse de
preconceptos, de estadísticas
y de criterios para examinar
lo más ob- jetivamente
posible al sujeto que se
presenta, pues no existen
cer- tezas sobre la conducta
sexual humana que es
impredecible.

El abordaje del presunto


victimario a través del
examen clínico psiquiá- trico-
sexológico presenta las
dificul- tades propias de toda
persona que debe ser
peritada y no concurre por
propia voluntad, sino a
instancias judiciales, por lo
tanto mal predis- puesta
para ser entrevistado psi-
quiátricamente. En el ámbito
foren- se las dificultades para
llegar a un diagnóstico
psiquiátrico sexológico son
mayores que en el ámbito
asis- tencial. De manera tal
140 Juan Carlos Romi, Lorenzo García Algunas reflexiones sobre la pedofilia y el abuso sexual de
Samartino menores 140

que el perito debe actuar con la humildad que le exigen


las circunstancias y dejar de lado la omnipotencia de
pensar que sus conocimientos y su técnica le brindan
siempre conclusiones in- equívocas.

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