BIOGRAFIAS
BIOGRAFIAS
-Booz de Belén
Booz
Sucesor Obed
Información personal
Nacimiento Belén
Fallecimiento Belén
Hijos Obed
Sumario
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Significado de su nombre
Descendencia y parentesco
Cuando Noemí llegó a Belén, dijo a las mujeres que la saludaban: No me llamen
Noemí, llamenme Mará, porque el Todopoderoso me ha tratado de forma amarga.
Como era la época de la cosecha de la cebada, Rut bondadosamente fue a espigar
para su propio sustento y el de Noemí, fue a trabajar en el campo de Boaz. Cuando le
dijo a Noemí en el campo de quién estaba trabajando, se alegró, puesto que Boaz era
un pariente cercano de Elimélec y, por lo tanto, uno de los recompradores. Noemí
animó a Rut a presentarle este hecho a Boaz. Este respondió con prontitud y siguió el
trámite legal acostumbrado para recomprar a Noemí la propiedad de Elimélec. De
modo que de acuerdo con la ley de levirato, Rut llegó a ser la esposa de Boaz en favor
de Noemí. Cuando les nació un hijo, las vecinas le pusieron el nombre de Obed, y
dijeron: Le ha nacido un hijo a Noemí. Por lo tanto, Obed se convirtió en el heredero
legal de la casa de Elimélec de Judá.
Cuando volvemos al Antiguo Testamento para descubrir quién es este que ocupa un
lugar de tanta prominencia en el linaje de nuestro Señor y los propósitos de Dios, el
material disponible es abundante. La historia de David se encuentra entre 1 Samuel 16
y 1 Reyes 2, y mucho de este material se encuentra paralelamente en 1 Crónicas 2:29.
I. Marco familiar
Aunque fue modesto en cuanto a su ascendencia (1 Samuel 18:18), David había de ser
padre de una línea de notables descendientes, como lo demuestra la genealogía de
nuestro Señor en el Evangelio de Mateo (Mateo 1:1–17).
Cuando Dios rechazó a Saúl como rey de Israel, David le fue revelado a Samuel como
su sucesor, y por ello el profeta lo ungió en Belén sin ninguna ostentación (1 Samuel
16:1–13).
Uno de los resultados del rechazo de Saúl fue que el Espíritu de Dios se retiró de él,
provocando como consecuencia una gran depresión en su propio espíritu. Se advierte
una impresionante revelación del propósito divino en la providencia por la cual David,
destinado a reemplazar a Saúl en el favor y los planes de Dios, es elegido para
socorrer al rey caído en sus momentos de melancolía (1 Samuel 16:17–21). De esta
manera, la vida de estos dos hombres estuvo íntimamente ligada.
Saúl nombró a David como su paje de armas o escudero. Luego el conocido incidente
con Goliat, el campeón filisteo, lo cambió todo (1 Samuel 17).
El trato de Saúl para con David comenzó a ser cada vez menos amistoso, y en un
momento dado vemos al joven héroe nacional salvándose de un ataque brutal contra
su vida por parte del rey. Sus honores militares le fueron reducidos, fue defraudado en
cuanto a la esposa prometida y unido en matrimonio a la otra hija de Saúl, Mical,
después de llegar a un arreglo que tenía por objeto causarle la muerte (1 Samuel
18:25). Parecería, por lo que se dice en 1 Samuel 24:9, que había en la corte de Saúl
un grupo que fomentaba deliberadamente las desinteligencias entre Saúl y David, y el
estado de cosas entre ellos se fue deteriorando paulatinamente.
Otra tentativa infructuosa de Saúl de matar a David con su lanza fue seguida por un
intento de arresto, que se vio frustrado por una estratagema de Mical, la esposa de
David (1 Samuel 19:8–17). Un rasgo notable de este período en la vida de David es la
manera en que los dos hijos de Saúl, Jonatán y Mical, se aliaron con David contra su
propio padre.
Después de escapar apenas de los jefes militares de los filisteos, por fin David logró
organizar la banda de Adulam, que al principio estaba constituida por un grupo
heterogéneo de fugitivos, pero que más tarde se transformó en una fuerza armada
que asolaba a los invasores del exterior, protegía las cosechas y el ganado de las
comunidades israelitas ubicadas en lugares remotos, y vivía de la generosidad de estas
últimas.
V. Rey en Hebrón
Una vez muerto Saúl, David buscó conocer la voluntad de Dios, quien lo guió a que
volviera a Judá, la zona de su propia tribu, donde sus compatriotas lo ungieron rey.
David fijó su residencia real en Hebrón. Tenía ya 30 años de edad, y reinó en Hebrón
durante siete años y medio.
Los primeros dos años fueron ocupados en una guerra civil entre los defensores de
David y los antiguos cortesanos de Saúl, que habían consagrado a Es-baal (Is-boset),
hijo de Saúl, como rey en Mahanaim. Es muy probable que Es-baal no haya sido más
que un títere en manos de Abner, el fiel seguidor de Saúl.
Cuando estos fueron asesinados, toda oposición organizada contra David terminó, y
fue ungido rey sobre las doce tribus de Israel en Hebrón. De allí transfirió en seguida
la capital de su reino a Jerusalén (2 Samuel 3–5).
A partir de este momento comenzó el período más exitoso del largo reinado de David,
que habría de prolongarse otros 33 años. Debido a una excelente combinación de
coraje personal y hábil conducción militar encaminó a los israelitas hacia una
sistemática y decisiva subyugación de todos sus enemigos (filisteos, cananeos,
moabitas, arameos, edomitas, y amalecitas), de tal manera que su nombre hubiera
adquirido fama en la historia independientemente de su significación para el plan
divino de la redención.
La debilidad de las potencias de los valles del Nilo y del Éufrates en ese entonces le
permitió, mediante conquistas y alianzas, extender su esfera de influencia desde la
frontera egipcia y el golfo de Ácaba hasta el Éufrates superior.
Durante el viaje de retorno del arca ocurrió el incidente que provocó la muerte de Uza
(2 Samuel 6:6–8). Gran parte de la organización religiosa que habría de enriquecer
más tarde el culto en el templo debe su origen a los arreglos para el servicio religioso
en el tabernáculo construido por David en esa época. Además de su importancia
estratégica y política, Jerusalén adquirió de esta manera una significación aun mayor
desde la perspectiva religiosa, con la cual se ha asociado su nombre desde entonces.
Debe ser motivo de asombro y temor reverencial para el creyente el tener presente
que fue durante este período de prosperidad exterior y de aparente fervor religioso
que David cometió el pecado mencionado en las Escrituras como “lo tocante a Urías
heteo” (2 Samuel 11).
La significación y la importancia de este pecado, tanto por su atrocidad como por sus
consecuencias en toda la historia subsiguiente de Israel, no pueden exagerarse. David
se arrepintió profundamente, pero el hecho había sido consumado, y ha quedado
como una demostración de cómo el pecado arruina los propósitos de Dios para sus
hijos. El patético y angustioso clamor con que recibió la noticia de la muerte de
Absalón no fue sino un débil eco de la agonía de un corazón que sabía que esa
muerte, y muchas más, formaban parte de una cosecha que era fruto de la
concupiscencia y el engaño sembrados por él mismo en años anteriores.
La rebelión de Absalón, en la que el reino del norte permaneció leal a David, pronto
fue seguida por una sublevación por parte del mismo reino del norte organizada por el
benjamita Seba. Esta sublevación, como la de Absalón, fue aplastada por Joab. Los
últimos días de David fueron amargados por las maquinaciones de Adonías y Salomón,
que aspiraban al trono, como también porque se daba cuenta de que el legado de
luchas intestinas profetizado por Natán todavía tenía que cumplirse cabalmente.
Además del ejército permanente, comandado por su pariente Joab, David disponía de
una guardia personal reclutada principalmente entre guerreros de origen filisteo, cuya
lealtad hacia su persona nunca flaqueó. Hay abundantes pruebas en los anales
históricos, a los cuales ya se ha hecho referencia, de la habilidad de David para
componer odas y elegías (2 Samuel 1.19–27; 3:33–34; 22; 23:1–7). Una vieja tradición
lo describe como “el dulce cantor de Israel” (2 Samuel 23:1), mientras que escritos
posteriores del Antiguo Testamento se refieren a él como el director del culto musical
de Israel, como el inventor de instrumentos de música que tocaba con habilidad, y
como compositor (Nehemías 12:24, 36, 45–46; Amos 6:5).
VII. Carácter
La Biblia nunca intenta encubrir o paliar los pecados o los defectos de carácter de los
hijos de Dios. “Las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se
escribieron” (Romanos 15:4). Una de las funciones de las Escrituras es la de advertir
por medio del ejemplo, a la vez que servir de aliento. El pecado de David en el caso de
Urías heteo constituye un ejemplo fundamental de lo que se acaba de afirmar. Lo que
se busca es que esta mancha se vea tal como es, es decir como una mácula en la vida
de un personaje por lo demás hermoso y maravillosamente dedicado a la gloria de
Dios. Es verdad que existen elementos en la experiencia de David que al que es hijo
del nuevo pacto le resultan inverosímiles y hasta repugnantes. Sin embargo “él… sirvió
a su propia generación según la voluntad de Dios” (Hechos 13:36), y en esa
generación se destacó como una luz brillante y reluciente para el Dios de Israel.
Sus éxitos fueron numerosos y variados; fue hombre de acción, poeta, amante tierno,
enemigo generoso, firme dispensador de justicia, amigo leal; era todo lo que los
hombres encuentran edificante y admirable en un hombre, y esto por la voluntad de
Dios, que lo creó y lo moldeó para cumplir su destino. Es a David, y no a Saúl, a quien
los judíos miran retrospectivamente con orgullo y afecto como a aquel que estableció
su reino, y es en David que los judíos más perspicaces vieron el ideal de realeza más
allá del cual sus mentes no podían proyectarse, y en dicho ideal buscaban al Mesías
que había de venir, el que liberaría a su pueblo y se sentaría sobre el trono de David
para siempre. El que todo esto no constituía un disparate de tipo idealista y mucho
menos idolatría, lo demuestra la forma en que el Nuevo Testamento certifica las
excelencias de David, de cuya simiente surgió el Mesías según la carne.
Respuesta: Samuel, cuyo nombre significa "oído de Dios", fue dedicado a Dios por su
madre, Hannah , como parte de un voto que hizo antes de que él naciera ( 1 Samuel
1:11 ). Hannah había sido estéril y oró tan fervientemente por un niño que Eli el
sacerdote pensó que estaba borracha ( 1 Samuel 1 ). Dios concedió la solicitud de
Hannah y, fiel a su promesa, Hannah dedicó a Samuel al Señor. Después de que
Samuel fue destetado, probablemente alrededor de los cuatro años, fue llevado al
tabernáculo para servir bajo el mando del sacerdote Elí ( 1 Samuel 1: 22–25) Incluso
cuando era niño, Samuel recibió su propia túnica, una prenda normalmente reservada
para un sacerdote cuando ministraba ante el Señor en la tienda de reunión en Silo,
donde se guardaba el arca del pacto ( 1 Samuel 2:18 ; 3: 3 ) Tradicionalmente, los
hijos del sacerdote sucederían al ministerio de su padre; sin embargo, los hijos de
Eli, Hophni y Phinehas, fueron malvados porque eran inmorales y mostraban
desprecio por la ofrenda del Señor ( 1 Samuel 2:17 , 22 ). Mientras tanto, Samuel
continuó creciendo en estatura y en favor con el Señor y con los hombres ( 1 Samuel
2:26 ).
En un momento en que las profecías y las visiones eran raras, Samuel escuchó lo que
primero creía que era Eli llamándolo durante la noche. Aunque el joven Samuel
estaba ministrando en el tabernáculo, todavía no conocía al Señor, y la palabra del
Señor aún no le había sido revelada ( 1 Samuel 3: 7 ). Las primeras tres veces que el
Señor llamó a Samuel, el niño respondió a Elí. Luego, Eli entendió lo que estaba
sucediendo y le indicó a Samuel que respondiera al Señor si volvía a
llamar. Entonces, "El SEÑOR vino y se quedó allí, gritando como en otras ocasiones,
'¡Samuel! ¡Samuel! Entonces Samuel dijo: 'habla, porque tu siervo está escuchando'
"( 1 Samuel 3:10) Dios le dio un mensaje de juicio para transmitir a Elí. Al día
siguiente, Samuel dio su primer salto de fe, contándole todo a Elí, a pesar de que el
mensaje era una mala noticia para Elí y su familia ( 1 Samuel 3: 11-18 ). Eli respondió
con aceptación. La credibilidad de Samuel como profeta se extendió por todo Israel,
y Dios continuó revelando Su Palabra a Su pueblo a través de Samuel ( 1 Samuel 3:
20–21 ).
Al igual que los hijos de Elí, los dos hijos de Samuel, Joel y Abías, pecaron ante Dios
al buscar ganancias deshonestas y pervertir la justicia. Samuel había designado a sus
hijos como jueces, pero los ancianos de Israel le dijeron a Samuel que debido a que
era demasiado viejo y sus hijos no caminaban en su camino, querían que Samuel
nombrara un rey para gobernar como lo habían hecho otras naciones ( 1 Samuel 8: 1 –
5 ). La reacción inicial de Samuel a su demanda fue de gran disgusto, y oró a Dios
sobre el asunto. Dios le dijo a Samuel que no lo habían rechazado, sino que habían
rechazado a Dios como su rey. Dios le dio permiso a Samuel para permitir su pedido,
pero advirtió a la gente lo que podían esperar de un rey ( 1 Samuel 8: 6–21 ).
Con el tiempo, Saúl , un benjamita, fue ungido por Samuel como el primer rey de
Israel (1 Samuel 10: 1 ). Aun así, Samuel pidió a Dios una señal para mostrar a los
israelitas el mal de elegir reemplazar a su verdadero rey, Dios, con un rey terrenal
( 1 Samuel 12: 16-18 ). Después de un tiempo, Samuel se enteró de que Saúl había
sido rechazado por Dios para guiar a su pueblo debido a la desobediencia de Saúl ( 1
Samuel 13: 11–13 ). Samuel inmediatamente advirtió a Saúl que Dios ya había
buscado un reemplazo para él ( 1 Samuel 13:14 ). Después de que Saúl continuó
desobedeciendo, Samuel lo denunció como rey ( 1 Samuel 15:26 ). Samuel regresó a
casa, para nunca más estar al lado del rey Saúl, pero lloró por él ( 1 Samuel
15:35 ). Dios instruyó a Samuel a elegir otro rey de la familia de Isaí ( 1 Samuel 16:
1), y Samuel ungió al hijo menor de Jesse, David ( 1 Samuel 16:13 ). Sin embargo,
Samuel murió antes de que David fuera hecho rey, y "todo Israel se reunió y lloró por
él" ( 1 Samuel 25: 1 ).
Podemos imaginar lo desalentador que debe haber sido para el joven Samuel dar una
explicación honesta de su primera visión a Eli. Sin embargo, parece que, incluso
desde una edad temprana, la lealtad absoluta de Samuel fue primero a Dios. Puede
haber momentos en los que nos sentimos intimidados por quienes tienen autoridad,
pero, como Samuel demostró más de una vez, es Dios quien debe seguir siendo
nuestra prioridad. El mundo puede mirarnos cínicamente cuando permanecemos
firmes en nuestra fe. Sin embargo, podemos estar seguros de que Dios vindicará a los
que han permanecido fieles a su Palabra ( Salmo 135: 14 ).
Aunque Samuel tenía profundas reservas sobre dejar que la gente tuviera un rey, se
apresuró a consultar a Dios sobre el asunto y acató su decisión ( 1 Samuel 8: 6–
7) Muchos de nosotros podemos consultar a Dios acerca de decisiones importantes en
nuestras vidas, pero ¿cuántos estamos listos para aceptar su consejo y cumplirlo,
especialmente cuando parece ir en contra de nuestros propios deseos? Los líderes en
particular pueden aprender del ejemplo de Samuel del poder que obtuvo de su
estrecha relación con Dios, generada por una vida de oración saludable. Samuel fue
un gran hombre de oración, y su pueblo lo respetó por ello ( 1 Samuel
12:19 , 23) Aunque Samuel era consciente del mal en la vida de Saúl, nunca dejó de
rezar y llorar por él. De hecho, Samuel lo describió como un pecado no rezar por las
personas bajo su cuidado. Quizás demasiado rápido podamos considerar a un
hermano más allá de la restauración cuando lo vemos caer en pecado. Ciertamente,
los planes de Dios para cada individuo se cumplirán, pero nunca debe impedirnos
continuar orando y cuidando a aquellos que son más débiles en su fe ( Romanos 15:
1 ; 1 Tesalonicenses 5:14 ).
El tema principal a lo largo de la vida de Samuel es que solo Dios debe recibir la
gloria y el honor. Después de hacer jueces a sus hijos, debe haber sido muy triste
para Samuel saber que no estaban en condiciones de liderar. Cuando consultó a Dios
sobre la solicitud del pueblo de un rey, no se dijo nada en defensa de sus
hijos. Samuel obedeció las instrucciones de Dios de dar a la gente lo que quería.
Un versículo clave en la vida de Samuel relata sus palabras al rey Saúl: “Pero Samuel
respondió: '¿Se deleita el Señor en holocaustos y sacrificios tanto como en obedecer
la voz del Señor? Obedecer es mejor que sacrificar, y prestar atención es mejor que
la grasa de los carneros '”( 1 Samuel 15:22 ). La obediencia a la Palabra de Dios
siempre debe ser nuestra principal prioridad.
Primer gran profeta de Israel después de Moisés (Jer. 15:1). Su padre, Elcana, era un
levita de la familia de Coat (1 Cr. 6:26, 33, 34) que vivía en el territorio de Efraín, por la
cual también se lo consideraba efraimita (1 S. 1:1). La ciudad donde vivía se llamaba
Ramataim de Sofim. Ana. Su madre era estéril, hizo la promesa de que si Dios le daba
un hijo, lo dedicaría al Señor como nazareo. Dios escuchó su oración y le dio un hijo, a
quien le puso por nombre Samuel. Lo llevó al sumo sacerdote Elí, que vivía en Silo,
con el fin de que lo preparara en el tabernáculo para el servicio del Señor. En Silo,
Samuel vivía en una habitación contigua al santuario y muy cerca de la del sumo
sacerdote. El Señor le reveló el castigo que recaería sobre la casa de Elí por causa de
la conducta profana de sus hijos
La nación lo reconoció como profeta cuando llegó a la adultez. Con el tiempo, los
juicios de Dios cayeron sobre Israel y la casa de Elí. Sus hijos murieron en la batalla,
el arca cayó en poder de los filisteos y el sumo sacerdote falleció. Desde entonces se
convirtió en líder, profeta y juez de Israel. Exhortó a la nación a abandonar los ídolos y
a servir sólo al verdadero Dios. En Mizpa, reunió al pueblo para que hiciera un pacto
con Dios. Los filisteos creyeron que esa gran asamblea tenía intenciones hostiles, y la
atacaron. Animados y conducidos por Samuel, los israelitas combatieron
valientemente y lograron una gran victoria sobre sus enemigos; de ese modo
recuperaron su libertad. Mientras Samuel fue su líder, los filisteos no los molestaron
más (1 S. 7:3.
Cada año administraba justicia en Gilgal, Betel y Mizpa, además de Ramá, la ciudad
de residencia. Para el desempeño de estos deberes Samuel contaba con la ayuda de
profetas que vivían en comunidades. Samuel nombró a sus dos hijos como jueces
adicionales y los ubicó en Beerseba. Pero, ellos eran corruptos, y la gente se quejó de
ellos. Insatisfechos con la falta de continuidad de una dirección sólida, los israelitas
llegaron a la conclusión de que el establecimiento de la monarquía sería la mejor
solución para sus problemas políticos. Por eso le pidieron que nombrara un rey sobre
ellos. El profeta no aprobó este pedido, e incluso lo tomó como una disconformidad
con su administración. Pero Dios le ordenó que accediera a las demandas del pueblo,
señalándole que al expresar su deseo de pasar de una forma teocrática de gobierno a
una monarquía, no lo estaban rechazando a él, sino al dirigente supremo, a Dios
mismo.
Respuesta: Saúl comenzó muy bien solo para ver que sus acciones desobedientes
posteriores descarrilaron lo que podría haber sido un gobierno estelar que honra a
Dios sobre la nación de Israel. ¿Cómo podría alguien tan cercano a Dios al principio
salir de control y perder el favor de Dios? Para entender cómo se mezclaron tanto las
cosas en la vida de Saúl, necesitamos saber algo sobre el hombre mismo. ¿Quién fue
el rey Saúl y qué podemos aprender de su vida?
Aunque la solicitud del pueblo por un rey desagradaba a Samuel, Dios lo permitió. El
pueblo rechazó a Dios como rey, lo abandonó y sirvió a otros dioses ( 1 Samuel 8: 6–
8 ). Dios le dijo a Samuel que ungiera a un rey como el pueblo le había pedido, pero
también que "les advirtiera y les mostrara los caminos del rey que reinará sobre ellos"
(1 Samuel 8: 9 ). Por lo tanto, se convirtió en la tarea de Samuel ungir a un rey de
entre el pueblo. Saúl fue ungido secretamente como el primer rey de todas las tribus
de Israel ( 1 Samuel 10: 1 ) antes de ser seleccionado públicamente por sorteo ( 1
Samuel 10: 17–24 ).
El reinado de Saúl sobre Israel comenzó pacíficamente alrededor de 1050 a. C., pero
la paz no duró. Uno de los eventos más famosos en la vida de Saúl fue el
enfrentamiento con los filisteos en el valle de Ela. Aquí Goliat se burló de los
israelitas durante 40 días hasta que un pastor llamado David lo mató ( 1 Samuel
17) Aparte de ese incidente de miedo e incertidumbre, Saúl era un líder militar
competente. Fue lo suficientemente bueno como para que su gobierno se solidificara
con su victoria en Jabesh-Gilead. Como parte del triunfo, fue nuevamente
proclamado rey en Gilgal ( 1 Samuel 11: 1–15 ). Luego lideró a la nación a través de
varias victorias militares más a medida que su popularidad alcanzó su cenit. Sin
embargo, una serie de errores muy serios, comenzando con una ofrenda de sacrificio
no autorizada ( 1 Samuel 13: 9-14 ), comenzó la caída de Saúl de su reinado. La
espiral descendente de Saúl continuó mientras no lograba eliminar a todos los
amalecitas y su ganado según lo ordenado por Dios ( 1 Samuel 15: 3) Sin tener en
cuenta una orden directa de Dios, decidió perdonar la vida del rey Agag junto con
algunos de los animales elegidos. Trató de ocultar su transgresión mintiéndole a
Samuel y, en esencia, mintiéndole a Dios ( 1 Samuel 15 ). Esta desobediencia fue el
colmo, ya que Dios retiraría su Espíritu de Saúl ( 1 Samuel 16:14 ). La ruptura entre
Dios y Saúl es posiblemente uno de los acontecimientos más tristes en la Escritura.
Si bien se le permitiría a Saúl servir el resto de su vida como rey, estaba plagado de
un espíritu maligno que lo atormentaba y provocaba oleadas de locura ( 1 Samuel 16:
14–23) Los últimos años de Saúl fueron profundamente trágicos, ya que soportó
períodos de profunda depresión maníaca. Sin embargo, fue un joven traído a la corte
del rey llamado David quien se convirtió en la influencia tranquilizadora del rey con
problemas al tocar música que restauraba temporalmente la cordura del rey. El rey
abrazó a David como uno de los suyos, pero todo esto cambió cuando David se
convirtió en un excelente líder militar por derecho propio. De hecho, una canción
popular del día era "Saúl mató a sus miles y David a sus decenas de miles" ( 1 Samuel
18: 7 ). Cuando Saúl se dio cuenta de que Dios estaba con David, el rey trató de
matar a David en cada oportunidad. David logró evadir los innumerables intentos de
su vida con la ayuda del hijo del rey, Jonathan, y la hija del rey, Michal.
Los últimos años de la vida del rey Saúl trajeron una disminución general en su
servicio a la nación y en su fortuna personal. Pasó mucho tiempo, energía y gastos
tratando de matar a David en lugar de consolidar las ganancias de sus victorias
anteriores, y debido a esto, los filisteos sintieron una apertura para una gran victoria
sobre Israel. Después de la muerte de Samuel, el ejército filisteo se reunió contra
Israel. Saúl estaba aterrorizado e intentó preguntarle al Señor, pero no recibió
respuesta a través de los Urim o los profetas. Aunque había expulsado a los médiums
y espiritistas de la tierra, Saúl se disfrazó y preguntó por un médium en Endor. Él le
pidió que contactara a Samuel. Parece que Dios intervino e hizo que Samuel se le
apareciera a Saúl. Samuel le recordó a Saúl su profecía anterior de que le quitarían
el reino.1 Samuel 28 ). Los filisteos, de hecho, enrutaron a Israel y mataron a los
hijos de Saúl, incluido Jonatán. Saúl fue gravemente herido y le pidió a su escudero
que lo matara para que los filisteos no lo torturaran. Con miedo, el portador de la
armadura de Saúl se negó, por lo que Saúl cayó sobre su propia espada, seguido por
su portador de la armadura que hizo lo mismo.
Hay tres lecciones que podemos aprender de la vida del rey Saúl. Primero, obedece
al Señor y busca hacer su voluntad. Desde el comienzo de su reinado, Saúl tuvo la
oportunidad perfecta de ser el punto de referencia para medir a todos los futuros
reyes. Todo lo que tenía que hacer era buscar al Señor de todo corazón, obedecer los
mandamientos de Dios y alinear su voluntad con la de Dios, y su gobierno habría sido
honrador de Dios. Sin embargo, como tantos otros, Saúl eligió un camino diferente y
se apartó de Dios. Encontramos un ejemplo perfecto de su desobediencia en el
incidente en el que Dios le ordenó matar a todos los amalecitas, pero Saúl se quedó
con el rey y algunos de los botines de guerra. Amán el Agagita, quien luego buscaría
matar a los judíos (ver el libro de Ester), era un descendiente del rey cuya vida Saul
salvó. Saúl agravó sus problemas mintiendo a Samuel sobre el incidente. Afirmó que
los soldados habían salvado a los mejores animales para sacrificarlos a Dios ( 1
Samuel 15 ). Este acto, junto con muchos otros durante el curso de su gobierno,
enfatizó el hecho de que no se podía confiar en que fuera un instrumento de la
voluntad de Dios.
La segunda lección que aprendemos es no abusar del poder que se nos da. No hay
duda de que el rey Saúl abusó del poder que Dios le había confiado. El orgullo a
menudo se arrastra a nuestros corazones cuando la gente nos está sirviendo y
honrando. Con el tiempo, recibir un "tratamiento estelar" puede hacernos creer que
realmente somos algo especial y digno de elogio. Cuando esto sucede, olvidamos que
Dios es quien realmente tiene el control y que solo Él gobierna sobre todo. Dios pudo
haber elegido a Saúl porque era humilde, pero con el tiempo esa humildad fue
reemplazada por un orgullo egoísta y destructivo que destruyó su gobierno.
Otra lección para nosotros es liderar como Dios quiere que lo hagamos. Primero
Pedro 5: 2–10es la guía definitiva para guiar a las personas que Dios ha puesto a
nuestro cargo: “Sé pastores del rebaño de Dios que está bajo tu cuidado, sirviendo
como supervisores, no porque debas hacerlo, sino porque estás dispuesto, como Dios
quiere que seas; no codicioso de dinero, pero ansioso por servir; no lo expresó sobre
los que le fueron confiados, sino que fue un ejemplo para el rebaño. Y cuando
aparezca el Pastor Principal, recibirás la corona de gloria que nunca se
desvanecerá. Los hombres jóvenes, de la misma manera, deben someterse a los
mayores. Todos ustedes, vestíos de humildad el uno con el otro, porque "Dios se
opone al orgulloso pero da gracia al humilde". Humíllense, por lo tanto, bajo la
poderosa mano de Dios, para que él los levante a su debido tiempo. Pon toda tu
ansiedad en él porque se preocupa por ti. Ser autocontrolado y alerta. Tu enemigo,
el diablo, ronda como un león rugiente en busca de alguien para devorar. Resiste a
él, manteniéndote firme en la fe, porque sabes que tus hermanos en todo el mundo
están sufriendo el mismo tipo de sufrimientos. Y el Dios de toda gracia, que te llamó
a su gloria eterna en Cristo, después de que hayas sufrido un poco, te restaurará y te
hará fuerte, firme y firme ”. Cuán diferente habría resultado la vida de Saúl si él
obedeció estos principios. El rey Saúl no habría tenido escasez de sabios consejos
disponibles para él. Al ignorar a Dios y a su sabio consejo, Saúl permitió que la salud
espiritual de su pueblo se deteriorara aún más, alejándolos de Dios. porque sabes
que tus hermanos en todo el mundo están sufriendo el mismo tipo de sufrimientos. Y
el Dios de toda gracia, que te llamó a su gloria eterna en Cristo, después de que
hayas sufrido un poco, te restaurará y te hará fuerte, firme y firme ”. Cuán diferente
habría resultado la vida de Saúl si él obedeció estos principios. El rey Saúl no habría
tenido escasez de sabios consejos disponibles para él. Al ignorar a Dios y a su sabio
consejo, Saúl permitió que la salud espiritual de su pueblo se deteriorara aún más,
alejándolos de Dios. porque sabes que tus hermanos en todo el mundo están
sufriendo el mismo tipo de sufrimientos. Y el Dios de toda gracia, que te llamó a su
gloria eterna en Cristo, después de que hayas sufrido un poco, te restaurará y te hará
fuerte, firme y firme ”. Cuán diferente habría resultado la vida de Saúl si él obedeció
estos principios. El rey Saúl no habría tenido escasez de sabios consejos disponibles
para él. Al ignorar a Dios y a su sabio consejo, Saúl permitió que la salud espiritual de
su pueblo se deteriorara aún más, alejándolos de Dios. "Cuán diferente habría
resultado la vida de Saúl si hubiera obedecido estos principios. El rey Saúl no habría
tenido escasez de sabios consejos disponibles para él. Al ignorar a Dios y a su sabio
consejo, Saúl permitió que la salud espiritual de su pueblo se deteriorara aún más,
alejándolos de Dios. "Cuán diferente habría resultado la vida de Saúl si hubiera
obedecido estos principios. El rey Saúl no habría tenido escasez de sabios consejos
disponibles para él. Al ignorar a Dios y a su sabio consejo, Saúl permitió que la salud
espiritual de su pueblo se deteriorara aún más, alejándolos de Dios.
Primer rey hebreo. Era hijo de un benjamita llamado Cis que vivía en la ciudad de
Gabaa. El pueblo, ante la falta de perspectivas de que continuara la dirección sólida
del profeta Samuel, pensó que la monarquía les proporcionaría una forma de gobierno
capaz de solucionar sus problemas políticos e internacionales. Samuel recibió esta
demanda popular con mucho desagrado, pero el Señor le ordenó que accediera a su
deseo, pero que al mismo tiempo los pusiera al corriente de todas las desventajas y
las preocupaciones que les iba a acarrear esta decisión (1 S. 8). Poco después que el
pueblo pidiera un rey, Saúl, un joven apuesto y de elevada estatura, andaba con un
siervo buscando algunas de las asnas de su padre. Entretanto, el profeta había
recibido instrucciones de parte de Dios que vendría un benjamita a quien debía ungir
como rey. Cuando Saúl llegó, recibió definidamente la palabra de que el visitante era
el hombre que gobernaría sobre el pueblo de Dios. Tan pronto como Samuel supo
quién iba a ser el nuevo rey, convocó a toda la nación para que se reuniera en Mizpa,
donde echaron suertes para confirmar a Saúl como el soberano. Cuando éste fue
finalmente presentado ante el pueblo como el elegido de Dios, la mayoría se sintió
satisfecha. Tal vez el hecho de que perteneciera a la menor de las tribus haya
facilitado esa aceptación. Pero hubo quienes manifestaron disconformidad. El joven
rey no asumió inmediatamente el trono, sino que se fue a casa (1 S. 10:17-27) a la
espera de una ocasión oportuna cuando sus servicios y su gobierno fueran necesarios
para el país.
Saúl asume el trono
Primer rey hebreo. Era hijo de un benjamita llamado Cis que vivía en la ciudad de
Gabaa. El pueblo, ante la falta de perspectivas de que continuara la dirección sólida
del profeta Samuel, pensó que la monarquía les proporcionaría una forma de gobierno
capaz de solucionar sus problemas políticos e internacionales. Samuel recibió esta
demanda popular con mucho desagrado, pero el Señor le ordenó que accediera a su
deseo, pero que al mismo tiempo los pusiera al corriente de todas las desventajas y
las preocupaciones que les iba a acarrear esta decisión (1 S. 8). Poco después que el
pueblo pidiera un rey, Saúl, un joven apuesto y de elevada estatura, andaba con un
siervo buscando algunas de las asnas de su padre. Entretanto, el profeta había
recibido instrucciones de parte de Dios que vendría un benjamita a quien debía ungir
como rey. Cuando Saúl llegó, recibió definidamente la palabra de que el visitante era
el hombre que gobernaría sobre el pueblo de Dios. Tan pronto como Samuel supo
quién iba a ser el nuevo rey, convocó a toda la nación para que se reuniera en Mizpa,
donde echaron suertes para confirmar a Saúl como el soberano. Cuando éste fue
finalmente presentado ante el pueblo como el elegido de Dios, la mayoría se sintió
satisfecha. Tal vez el hecho de que perteneciera a la menor de las tribus haya
facilitado esa aceptación. Pero hubo quienes manifestaron disconformidad. El joven
rey no asumió inmediatamente el trono, sino que se fue a casa (1 S. 10:17-27) a la
espera de una ocasión oportuna cuando sus servicios y su gobierno fueran necesarios
para el país.
Salomón
(Jerusalén, actual Israel, h. 1000 a.C. - id., 931 a.C.) Rey de Israel (hacia
970-931 a.C.). Hijo del rey David y de Betsabé, Salomón fue ungido como
soberano de los hebreos e instruido acerca de sus obligaciones por su
padre, en detrimento de Adonías, su hermanastro mayor, quien aspiraba a
la sucesión al trono de Israel.
Éstas y otras muchas obras públicas, así como los gastos de la corte, fueron
sufragados mediante un pesado régimen tributario, sustentado en una
reforma administrativa que dividía el país en doce distritos, cuya extensión
variaba en función de la mayor o menor fertilidad del suelo y de la facilidad
de comunicaciones.
A pesar de reprobar con dureza la permisividad del rey Salomón para con
las prácticas paganas de buena parte de sus mujeres y de considerar la
división de Israel como un castigo divino por su idolatría, la tradición bíblica
ha idealizado la figura del soberano, presentado como un hombre de gran
sabiduría, paradigma de ponderación y justicia, en diversos pasajes de las
Sagradas Escrituras, entre ellos el famoso Juicio de Salomón o la visita de la
reina de Saba.
Respuesta: Salomón fue el tercer y último rey del reino unido de Israel, después del
rey Saúl y el rey David. Él fue el hijo de David y Betsabé, la ex esposa de Urías el
hitita que David había matado para ocultar su adulterio con Betsabé, mientras su
marido estaba en el frente de batalla. Salomón escribió el Cantar de los Cantares, el
libro del Eclesiastés, y una gran parte del libro de los Proverbios. Su autoría del libro
de Eclesiastés es discutida por algunos, aunque Salomón es el único "hijo de David" a
ser "rey de Israel" (no sólo Judá) "en Jerusalén" (Eclesiastés 1:1, 12), y muchas de las
descripciones del autor, encajan perfectamente con Salomón. Salomón reinó durante
40 años (1 Reyes 11:42).
¿Cuáles son los aspectos más destacados de la vida de Salomón? Cuando llegó al
trono, buscó a Dios y Dios le dio la oportunidad de pedir lo que quería. Salomón
reconoció humildemente su incapacidad para gobernar bien y desinteresadamente le
pidió a Dios la sabiduría que necesitaría para gobernar justamente al pueblo de Dios.
Dios le dio sabiduría y también riqueza (1 Reyes 3:4-15; 10:27). De hecho, "Así
excedía el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría" (1
Reyes 10:23). Dios también le dio a Salomón paz por todos lados alrededor durante la
mayor parte de su reinado (1 Reyes 4:20-25).
Salomón tuvo 700 esposas y 300 concubinas, muchas de ellas extranjeras que lo
llevaron a la idolatría en su vejez, enojando grandemente a Dios (1 Reyes 11:1-13). 1
Reyes 11:9-10 registra, "Y se enojó el Señor contra Salomón, por cuanto su corazón se
había apartado del Señor Dios de Israel, que se le había aparecido dos veces, y le
había mandado acerca de esto, que no siguiese a dioses ajenos; mas él no guardó lo
que le mandó el Señor". Dios le dijo a Salomón que iba a quitar su reino, pero por el
bien de David, no lo iba a hacer durante la vida de Salomón. También prometió que
no separaría todo el reino. Entre tanto, Dios levantó adversarios contra Salomón le
causaron problemas todos los días de su vida (1 Reyes 11:14-25). Jeroboam, quien se
convertiría en el primer rey de Israel, también comenzó a rebelarse contra Salomón,
pero huyó (1 Reyes 11:26-40). El reino fue dividido bajo el gobierno de Roboam, hijo
de Salomón (1 Reyes 12).
Hay muchas lecciones que podemos aprender de la vida de Salomón. Primero, cuando
buscamos a Dios con todo nuestro corazón, lo encontraremos (1 Reyes 3:3-7). En
segundo lugar, aquellos que honran a Dios, Él los honrara (1 Reyes 3:11-13; 1 Samuel
2:30). Tercero, Dios nos capacitará para llevar a cabo las tareas a las cuales nos
llama, si confiamos en Él (1 Reyes 3; Romanos 12:3-8; 2 Pedro 1:3). Cuarto, la vida
espiritual es una maratón, no una carrera de velocidad. Un buen comienzo no
siempre es suficiente para terminar bien (1 Reyes 3; 11). Quinto, podemos
sinceramente pedirle a Dios que incline nuestro corazón hacia Él (1 Reyes 8:57-58),
pero vamos a caminar fuera del camino de rectitud si elegimos a violar Su Palabra
revelada. Sexto, los más cercanos a nosotros van a afectar nuestra vida espiritual
(Éxodo 34:16; 1 Reyes 11:1-8; Daniel 1; 3; 1 Corintios 15:33), y por lo tanto debemos
ser muy cuidadosos con las compañías que tengamos. Séptimo, la vida vivida aparte
de Dios no tendrá sentido, independientemente de la educación, objetivos
cumplidos, los más grandes placeres y la mayor abundancia de riqueza (Eclesiastés
1:2).
Se cree que David tenía entre 12 a 16 años de edad cuando fue ungido como rey de
Israel. Él era el más joven de los hijos de Isaí, y una elección poco probable para ser
rey, humanamente hablando. Samuel pensó que Eliab, el hermano mayor de David,
era sin duda el ungido. Sin embargo, Dios le dijo a Samuel, "No mires a su parecer, ni
a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque el Señor no mira lo que
mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor
mira el corazón" (1 Samuel 16:7). Siete de los hijos de Isaí pasaron delante de
Samuel, pero Dios no había escogido a ninguno de ellos. Samuel le preguntó a Isaí si
tenía más hijos. David, el más joven, estaba cuidando ovejas. Así que llamaron el
muchacho y Samuel ungió a David con aceite "y desde aquel día en adelante el
Espíritu del Señor vino sobre David " (1 Samuel 16:13).
La biblia también dice que el Espíritu del Señor se apartó del rey Saúl y un espíritu
malo lo atormentaba (1 Samuel 16:14). Los criados de Saúl sugirieron que buscaran a
alguien que supiera tocar el arpa, y uno de los criados recomendó a David, diciendo:
"He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belén, que sabe tocar, y es valiente y
vigoroso y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y el Señor está
con él" (1 Samuel 16:18). Así, David entró al servicio del rey (1 Samuel 16:21). Saúl
estaba complacido con el joven David, y él se convirtió en su paje de armas.
La satisfacción de Saúl con David desapareció rápidamente cuando David creció en
fuerza y fama. Quizás uno de los relatos bíblicos más conocidos fue cuando David
mató al gigante Goliat. Los filisteos estaban en guerra con los israelitas y se burlaron
de sus fuerzas militares con su paladín, Goliat de Gat. Ellos propusieron un duelo
entre Goliat y alguien que quisiera luchar contra él. Pero nadie en Israel se ofreció
para luchar contra el gigante. Los hermanos mayores de David formaban parte del
ejército de Saúl; después que Goliat había estado provocando a los Israelitas por
cuarenta días, David visitó a sus hermanos en el campo de batalla y escuchó los
alardes de los filisteos. El joven pastor preguntó, diciendo: "¿Qué harán al hombre
que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este
filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?" (1
Samuel 17:26). El hermano mayor de David se enojó y acusó a David de orgullo y de
haber venido solo para ver la batalla. Sin embargo, David siguió hablando del tema.
Saúl escuchó lo que David estaba diciendo y lo hizo venir. David le dijo a Saúl, "No
desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este
filisteo" (1 Samuel 17:32). Saúl era incrédulo; David no tenía formación militar. David
proporcionó sus credenciales como pastor, procurando dar la gloria a Dios. David
había matado leones y osos que perseguían a sus ovejas, y afirmó que el filisteo iba a
morir como ellos, porque había "provocado al ejército del Dios viviente. El Señor, que
me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de
la mano de este filisteo" (1 Samuel 17:36-37). Saulo consintió, siempre y cuando
David llevara la armadura de Saúl a la batalla. Pero David no estaba acostumbrado a
la armadura y entonces la dejó a un lado. David tomó su cayado, cinco piedras lisas,
su saco pastoril, y una honda. Goliat no fue intimidado por David, pero David
tampoco fue intimidado por el gigante. "Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a
mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre del Señor de los
ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. El Señor te
entregará hoy en mi mano" (1 Samuel 17:45-46). La confianza de David en Dios y su
celo por la gloria de Dios, es admirable. David mató a Goliat. Él también entró al
servicio de Saúl a tiempo completo, ya no cuidando las ovejas de su padre.
Fue en ese momento cuando "el alma de Jonatán quedó ligada con la de David" (1
Samuel 18:1). La amistad de David y Jonatán es un gran ejemplo para las amistades
hoy en día. Aunque su padre era el rey y Jonatán habría sido un heredero natural al
trono, Jonatán eligió apoyar a David. Comprendió, aceptó el plan de Dios y protegió
a su amigo de su cruel padre (1 Samuel 18:1-4; 19 - 20). Jonatán demuestra humildad
y amor desinteresado (1 Samuel 18:3; 20:17). Durante el reinado de David, después
de las muertes de Saúl y Jonatán, David buscó a alguien que hubiera quedado de la
casa de Saúl a quien pudiera mostrar amabilidad por amor a Jonatán (2 Samuel 9:1).
Evidentemente, estos dos amigos se cuidaron mucho y se honraron el uno al otro.
Después del incidente con Goliat, David continuó creciendo en fama. Los cantos en el
campamento de Saúl estaban provocando mientras el pueblo cantaba alabanzas a
David y deshonraban al rey Saúl, causando un celo rabioso en Saúl que nunca cesó (1
Samuel 18:7-8).
El celo que Saúl sentía por David lo llevó a convertirse en homicida. Primero, quiso
que los filisteos mataran a David pidiéndole que fuera su yerno. El rey ofreció a su
hija a cambio del servicio militar de David. Él, con humildad, se negó, y la hija de
Saúl fue dada a otro (1 Samuel 18:17-19). Mical, la otra hija de Saúl, estaba
enamorada de David, por lo tanto, Saúl preguntó de nuevo. David se negó de nuevo
debido a su falta de riqueza y la imposibilidad de pagar el precio de la novia por la
hija de un rey. Saúl pidió cien prepucios de filisteos, esperando que David cayera en
manos del enemigo. Cuando David mató a doscientos filisteos, duplicando el pago
requerido, Saulo comprendió que él estaba en desventaja, y tuvo más temor de David
(1 Samuel 18:17-29). Jonatan y Mical advirtieron a David de las intenciones que su
padre tenía de asesinarlo, y David pasó los siguientes años de su vida huyendo del
rey. David escribió varios cánticos durante este tiempo, incluyendo los salmos 57, 59
y 142.
Aunque Saúl nunca dejó de perseguirlo con la intención de matarlo, David nunca
levantó la mano contra su rey y el ungido de Dios (1 Samuel 19:1-2; 24:5-7). Cuando
Saúl finalmente murió, David lloró (2 Samuel 1). Incluso sabiendo que él era el ungido
de Dios, David no forzó su camino al trono. Él respetó la soberanía de Dios y el honró
las autoridades que Dios había establecido, confiando en que Dios cumpliría Su
voluntad en Su tiempo.
David comenzó a tomar otras esposas. Se casó con Abigail, una viuda de Carmel,
durante el tiempo que estaba huyendo de Saúl (1 Samuel 25). David también se había
casado con Ahinoam de Jezreel. Saúl había dado a su hija Mical mujer de David a otro
hombre (1 Samuel 25:43-44). Después de la muerte de Saúl, David fue públicamente
ungido como rey sobre la casa de Judá (2 Samuel 2:4), y entonces él tenía que pelear
contra la casa de Saúl, antes de ser ungido por rey sobre todo Israel a los 32 años de
edad (2 Samuel 5:3-4). Siendo ahora rey, David recuperó a Mical para ser su esposa
nuevamente (2 Samuel 3:14). David también conquistó Jerusalén, tomándola de los
Jebuseos, y llegó a ser más y más poderoso porque el Señor todopoderoso estaba con
él (2 Samuel 5:7).
El arca del pacto había sido previamente capturada por los filisteos (1 Samuel 4). A
su regreso a Israel, el arca fue puesta en Quiriat-jearim en casa de Abinadab (1
Samuel 7:1). David quería traer el arca de vuelta a Jerusalén. Sin embargo, David
omitió algunas de las instrucciones de Dios sobre cómo transportar el arca y quién
debía llevarla. Esto resultó en la muerte de Uza, quien, en medio de todas las
celebraciones, extendió su mano para sostener el arca. Dios hirió a Uza, y murió allí
junto al arca (2 Samuel 6:1-7). Por temor al Señor, David abandonó el traslado del
arca y dejó que permaneciera en casa de Obed-edom (2 Samuel 6:11).
Tres meses más tarde, David reanudó el plan para traer el arca a Jerusalén. Esta vez,
él siguió instrucciones. Él también "danzaba con toda su fuerza delante del Señor" (2
Samuel 6:14). Cuando Mical vio a David adorando de esa manera, "le menospreció en
su corazón" (2 Samuel 6:16). Ella le preguntó a David cómo él, como rey, pudo haber
actuado sin decoro en frente de su pueblo. "Entonces David respondió a Mical: Fue
delante del Señor, quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa, para
constituirme por príncipe sobre el pueblo del Señor, sobre Israel. Por tanto, danzaré
delante del Señor. Y aun me haré más vil que esta vez, y seré bajo a tus ojos; pero
seré honrado delante de las criadas de quienes has hablado" (2 Samuel 6:21-22).
David entendió que la verdadera adoración está destinada únicamente para Dios.
Nosotros no adoramos para beneficiar las opiniones de los demás, sino como una
humilde respuesta a Dios (Juan 4:24).
Después que David se estableció en su palacio y tuvo paz con sus enemigos, él quería
construir un templo para el Señor (2 Samuel 7:1-2). El profeta Natán primero le dijo
a David que hiciera lo que considerara. Pero luego Dios le dice a Natán que David no
sería el que construiría Su templo. En su lugar, Dios prometió construir una casa para
David. Esta promesa incluía una predicción que Salomón construiría el templo. Pero
también habla de la venida del Mesías, el hijo de David que reinaría para siempre (2
Samuel 7:4-17). David respondió con humildad y reverencia: "¿quién soy yo, y qué es
mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí?" (2 Samuel 7:18; ver 2 Samuel 7:18-
29 para toda la oración de David). Antes de morir, David hizo preparativos para el
templo. La razón de Dios para no permitir que David construyera el templo, era que
él había derramado mucha sangre, sin embargo, el hijo de David, sería un hombre de
paz y no un hombre de guerra. Salomón construiría el templo (1 Crónicas 22).
Mucho del derramamiento de sangre por parte de David, había sido el resultado de la
guerra. Pero, en un mezquino incidente, murió uno de los poderosos hombres de
David. Aunque David era un hombre conforme al corazón de Dios, él también era un
ser humano pecador. Mientras que sus ejércitos estaban en guerra durante una
primavera, él se quedó en casa. Desde su azotea, vio a una hermosa mujer
bañándose. Él supo que era Betsabé, esposa de Urías el hitita, uno de sus valientes
hombres que estaba en guerra, y David envió mensajeros para que le trajeran a la
esposa de Urías. David se acostó con Betsabé, y quedó embarazada. David llamó a
Urías del campo de batalla, con la esperanza de que él durmiera con su esposa y
creyera que el niño fuera suyo, pero Urías se negó a ir a su casa mientras sus
compañeros estaban en guerra. Entonces David hizo todo para que Urías muriera en
la batalla. Posteriormente, David se casó con Betsabé (2 Samuel 11). Este incidente
en la vida de David nos muestra que todos, incluso aquellos que tenemos en alta
estima, luchan con el pecado. También sirve como una moraleja acerca de la
tentación y la forma en que el pecado puede multiplicarse rápidamente.
El profeta Natán confrontó a David por su pecado con Betsabé. David respondió con
arrepentimiento. Escribió el salmo 51 en ese momento. Aquí vemos la humildad de
David y su verdadero corazón para el Señor. Aunque Natán le dijo a David que su hijo
iba a morir como resultado de su pecado, David le rogó al Señor por la vida de su
hijo. La relación de David con Dios era tal, que estaba dispuesto a persistir en la fe y
en la esperanza de que Dios pudiera ceder. Cuando Dios promulgó su sentencia,
David la aceptó completamente (2 Samuel 12). En esta historia, vemos también la
gracia y la soberanía de Dios. Salomón, el hijo de David, quien lo sucedió y a través
de quien vendría Jesús, nació de David y Betsabé.
Dios también le había dicho a David por medio de Natán, que la espada no se
apartaría de su casa. De hecho, la familia de David tuvo muchos problemas a partir
de ese momento. Esto lo vemos entre los hijos de David cuando Amnón violó a
Tamar, lo que condujo al asesinato de Amnón por parte de Absalón, y la conspiración
de Absalón contra David. Natán también le había dicho a David que sus esposas serían
dadas a uno que estaba cerca de él; esto no ocurriría en secreto, así como el pecado
de David con Betsabé, sino que sería en público. La profecía se cumplió cuando
Absalón durmió con las concubinas de su padre, en la azotea para que todos vieran (2
Samuel 16).
David es el autor de muchos de los salmos. En ellos, vemos la manera que él buscó y
glorificó a Dios. Generalmente de él se piensa como un rey pastor y un poeta
guerrero. La biblia lo llama "el dulce salmista de Israel" (2 Samuel 23:1). La vida de
David parecía estar llena de una gama de emociones humanas; un joven pastor
común y corriente, con gran confianza en la fidelidad de Dios que honró a
autoridades, huyó por su vida, y se convirtió en el rey contra quien todos los futuros
reyes de Israel serían medidos. Vio muchas victorias militares. También cayó en un
gran pecado, y su familia sufrió como consecuencia de ello. Pero en medio de todo
esto, David se volvió a Dios y confió en Él. Incluso en los Salmos, cuando David está
deprimido o desanimado, le vemos alzar sus ojos a Su creador y darle alabanza. Esta
confianza en Dios y la continua búsqueda de la relación con Él, es parte de lo que
hace que David sea un hombre conforme al corazón de Dios.
Dios prometió a David un descendiente que reinaría en el trono para siempre. Ese rey
eterno es Jesús, el Mesías e Hijo de David.
Descendiente de Judá y nieto de Booz y Rut (Rt. 4:18 22; Mt. 1:2-5; Lc. 3:32). Isaí tuvo
ocho hijos, de los cuales David era el menor (1 S. 17:12-14). Vivía con su familia en
Belén cuando Samuel, por orden divina fue para ungir a David como futuro rey de
Israel (1 S. 16:1-13). Más tarde, cuando huía de Saúl, David, temiendo por la
seguridad de sus parientes, tomó a sus padres y los llevó a Moab, y los puso bajo la
protección del rey de ese país (1 S. 22:3, 4).
Descendiente de Judá y nieto de Booz y Rut (Rt. 4:18 22; Mt. 1:2-5; Lc. 3:32). Isaí tuvo
ocho hijos, de los cuales David era el menor (1 S. 17:12-14). Vivía con su familia en
Belén cuando Samuel, por orden divina fue para ungir a David como futuro rey de
Israel (1 S. 16:1-13). Más tarde, cuando huía de Saúl, David, temiendo por la
seguridad de sus parientes, tomó a sus padres y los llevó a Moab, y los puso bajo la
protección del rey de ese país (1 S. 22:3, 4).
La historia de Sansón comienza con una violación a la ley de Dios. Él desea casarse
con una mujer filistea, a pesar de las protestas de sus padres y en el quebrantar la
ley de Dios sobre el matrimonio con paganos. Su madre y su padre lo acompañan
pasando las viñas de Timnat (Jueces 14:5) para obtener su nueva novia cuando un
león ataca y Sansón lo mata. Cuando Sansón regresó por el cuerpo muerto del león,
estaba lleno de un panal de miel, el cual él comió. Esto constituye una clara
violación de la segunda parte de la ley del Nazareo: "Todo el tiempo que se aparte
para el Señor, no se acercará a persona muerta" (Números 6:6). Sansón parecía saber
que lo que estaba haciendo estaba mal, porque cuando les dio la miel a sus padres,
"no les descubrió que había tomado aquella miel del cuerpo del león" (Jueces 14:9).
Un poco de historia
Eres estéril y no tienes hijos, pero vas a concebir y tendrás un hijo. Cuídate de no beber
vino ni ninguna otra bebida fuerte, ni tampoco comas nada impuro, porque concebirás
y darás a luz un hijo. No pasará la navaja sobre su cabeza, porque el niño va a ser
nazareo, consagrado a Dios desde antes de nacer. Él comenzará a librar a Israel del
poder de los filisteos.
(Jueces 13:3b-5)
¡Qué emoción! No solo iban a tener un hijo sino que este cumpliría una
misión especial. El pueblo de Israel estaba bajo los filisteos en ese
momento y el pequeño Sansón tendría la encomienda de comenzar la
liberación del pueblo. Sus padres eran temerosos de Dios e hicieron
todo tal y como el ángel del Señor les dijo. Finalmente, el niño nació.
Sin embargo, con el paso de los años Sansón pareció olvidar sus
deberes como nazareo y que el Espíritu del Señor debía ser su guía en
todo. Se dejó llevar por sus pasiones y tomó decisiones que chocaban
con el propósito de Dios para su vida.
En la fiesta de la boda, que solía durar 7 días, Sansón retó con una
adivinanza a 30 jóvenes filisteos que le acompañaban. El perdedor
debía dar treinta vestidos de lino y treinta mudas de ropa al ganador.
Esta idea trajo grandes problemas y complicó aun más la relación de
Sansón con los filisteos.
«el Espíritu del Señor vino sobre Sansón con poder, y este descendió a Ascalón y
derrotó a treinta de sus hombres, les quitó sus pertenencias y les dio sus ropas a los que
habían resuelto la adivinanza»
(Jueces 14:19).
¡Esta vez sí que no respondo por el daño que les cause a los filisteos!
(Jueces 15:3)
En su enojo Sansón fue y capturó trescientas zorras (o chacales),
«las ató cola con cola en parejas, y a cada pareja le amarró una
antorcha; luego les prendió fuego a las antorchas y soltó a las zorras
por los sembrados de los filisteos» (Jueces 15:4-5a).
Pero Sansón les dijo: «Puesto que actuaron de esa manera, ¡no pararé hasta que me
haya vengado de ustedes!»
(Jueces 15:7)
Después de esta victoria sobre los filisteos Sansón tuvo una gran sed.
Oró a Dios y él le proveyó agua de forma milagrosa, abriendo una
hondonada. Un buen recordatorio de la humanidad de Sansón y de su
dependencia de Dios. ¡Por la gracia de Dios seguía vivo!
Sansón tenía una debilidad por las mujeres, sobre todo las paganas.
Como líder y juez del pueblo de Israel necesitaba ser prudente y sabio
en sus decisiones, pero infelizmente, no era así. Vez tras vez vemos
cómo se dejaba llevar por los deseos de la carne y la pasión de los
ojos lo cual no proviene de Dios (1 Juan 2:16). Aun así, Dios le daba
fuerzas para vencer a los enemigos del pueblo de Israel, los filisteos.
Luego ella gritó: «¡Sansón, los filisteos se lanzan sobre ti!» Sansón despertó de su
sueño y pensó: «Me escaparé como las otras veces, y me los quitaré de encima». Pero
no sabía que el Señor lo había abandonado.
(Jueces 16:20)
«¡Muera yo junto con los filisteos!» Luego empujó con toda su fuerza, y el templo se
vino abajo sobre los jefes y sobre toda la gente que estaba allí. Fueron muchos más los
que Sansón mató al morir que los que había matado mientras vivía.
(Jueces 16:30)
En sus últimos minutos de vida Sansón recibió una vez más la fuerza
sobrenatural de parte de Dios. Por fin, pudo cumplir con el propósito
para el cual Dios lo había escogido tal como el ángel del Señor
anunció a su mamá antes de él nacer: comenzar a librar a Israel del
poder de los filisteos. Es una pena que durante su vida no se enfocara
más en vivir de acuerdo a los mandatos de Dios.
Como un líder militar, Josué sería considerado uno de los mayores generales de la
historia humana, pero sería un error reconocer la victoria de Israel exclusivamente a
la habilidad a Josué como un general militar. La primera vez que vemos a Josué es en
Éxodo 17, en la batalla contra los amalecitas. Éxodo 17:13 nos dice que Josué
"deshizo a Amalec y a su pueblo" y, por lo tanto, estamos tentados a concluir que la
pericia militar de Josué salvó la situación. Sin embargo, en este pasaje vemos que
ocurre algo extraño. En el versículo 11, leemos: "Y sucedía que cuando alzaba Moisés
su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec".
Finalmente, los brazos de Moisés se cansaron tanto, que tuvieron que traer una
piedra para que se sentara y Aarón y Hur sostuvieron sus manos. Por consiguiente,
vemos en esta historia que Josué prevaleció porque Dios les dio la batalla.
Lo mismo puede decirse de las victorias militares en la tierra prometida. El Señor
había prometido una victoria segura y la entregó de manera convincente. La única
excepción es en la batalla de Hai (Josué 7). Hay varias cosas a tener en cuenta
acerca de este incidente. Israel pecó contra Dios acerca del "anatema" (Josué 7:1).
Dios había ordenado a los israelitas que destruyeran todo lo que era anatema (Josué
6:17), y Acán había guardado para sí parte del botín de la batalla de Jericó. A causa
de esto, Dios los juzgó y no les dio la victoria en Hai. Otra cosa a tener en cuenta, es
que no hay ningún mandato explícito de parte de Dios para ir en contra de Hai. La
finalidad de poner estas dos historias de batalla una al lado de la otra, es para
mostrar que cuando Dios establece el programa y la agenda, hay victoria, pero
cuando el hombre establece el programa y la agenda, se produce el fracaso. Jericó
fue la batalla del Señor; Hai no lo era. Dios redimió la situación y, en definitiva, les
dio la victoria, pero no hasta después de que les diera la lección.
La principal lección que podemos sacar de la vida de Josué, es que Dios es fiel a Sus
promesas. Dios le prometió a Abraham que sus descendientes habitarían en la tierra
y, bajo Josué, Dios trajo al pueblo a la tierra que Él había prometido que les daría.
Este hecho completó la misión de redención que Dios comenzó con Moisés al sacar a
Israel de Egipto. También es una tipología que apunta a la redención final que Jesús
trae a la comunidad de fe. Al igual que Moisés, Jesús nos liberó de la servidumbre y
la esclavitud del pecado, y, al igual que Josué, Jesús nos llevará a la tierra prometida
y al reposo eterno (Hebreos 4:8-10).
Vida de Josué
Según los textos bíblicos, Josué fue el sucesor de Moisés en las campañas
militares llevadas a cabo por los hebreos en la conquista de Canaán. Era hijo
de Nun, de la tribu de Efraín.[6] Nació en Egipto y tenía probablemente la
misma edad que Caleb, con quien suele relacionársele. Participó en los
acontecimientos narrados en el Éxodo como ayudante de Moisés. Fue el
comandante de los israelitas en la batalla contra los amalecitas en Refidín.[7]
Se convirtió en el lugarteniente de Moisés, y lo esperó a mitad de camino
cuando éste subió al Monte Sinaí a recibir los Diez Mandamientos.[8] Fue
también uno de los doce exploradores enviados por Moisés a la tierra de
Canaán,[9] y el único, junto con Caleb, en traer un informe alentador. Su
nombre original era Osea u Oseas y Moisés le puso el nombre de Josué, cuyo
significado en hebreo es Yahveh salva o Yahveh de salvación, y de hecho
Yahveh lo elige como instrumento para realizar su plan de conquista de la
tierra prometida.
Josué
El llamado de Josué
La pregunta es ¿Por qué llamó Dios a Josué? Ante esta interrogante
tendremos que analizar la trayectoria de la vida de Josué, será un análisis
superficial y breve para poder tener un mejor concepto, y dar las respuestas
a la pregunta planteada. El nombre Josue en hebreo es “Y’hõshû’a”; que
traducido es “Jehová es salvación”, su nombre era al principio Óseas que
significa: salvación, esto lo encontramos en Números 13:8, en este mismo
capítulo en el verso 16 Moisés llama a Oseas con el nombre de
Josué. Josué era descendiente de Efraín e hijo de Num, fue un colaborador
muy cercano a Moisés estuvo con él en el monte Sinaí, podemos decir que
Josué fue el primero ayudante de confianza y ministro de Moisés. Fue
encargado del cuidado del primer tabernáculo de reunión Éxodo 33:11;
Josué fue un estratega militar ya que condujo a los israelitas a la victoria
sobre Amalec en Refidim Éxodo 17:8-16. Josué formó parte del grupo de
espías enviados para reconocer la tierra de Canaán, Josué y Caleb se
esforzaron en persuadir al pueblo que había que avanzar y apoderarse del
país, confiados en Dios Números 14:6-9. A causa de su actitud, sus
oyentes casi los apedrearon Números 14:10. Dios los recompensó por su
lealtad y fe, prolongando sus vidas, y permitiéndoles la entrada en la Tierra
Prometida Números 14:20-28. Al final de los cuarenta años en el desierto,
Moisés, por orden de Dios, puso a Josué ante el sumo sacerdote y delante
de toda la asamblea, en Sitim, para conferirle públicamente la sucesión del
mando Números 27:18-23; Deuteronomio 1:38.
Justo antes de la muerte de Moisés, los dos (Moisés y Josué) entraron en el
tabernáculo, a fin de que Josué fuera consagrado por el Señor mismo al
puesto de caudillo del pueblo Deuteronomio 31:14, 23.
1.- Dios lo había escogido, era el propósito de Dios que Josué fuera el
sucesor de Moisés tras su muerte.
6.- Era valiente, recordemos que era hombre de guerra. Una persona
cobarde no puede ser un buen líder.
Si analizamos estas once cualidades vemos que Josue era el tipo ideal para
substituir a Moisés tras su muerte. Dios le había escogido y conocía
perfectamente al pueblo. La misión de Moisés era sacar al pueblo de Egipto,
pero la de Josue era introducirlos a la tierra que Jehová les había
prometido.
Redujo el número de su tropa de treinta y dos mil hombres a trescientos, a fin de que
la gloria de la victoria no fuera atribuida al hombre, sino a Dios. Atacó después el
campamento de los madianitas, que estaba en el valle de Jezreel (Jue. 6:33), cerca
del collado de More (Jue. 7:1). En su desbandada, los madianitas huyeron en dirección
al Jordán y hacia su país (Jue. 7:24-8:3). Gedeón y sus hombres persiguieron a los
madianitas hasta los confines del desierto; tomaron prisioneros a los dos reyes de
Madián, y después Gedeón les dio muerte (Jue. 8:4-21).
Debido a éste hecho los israelitas quisieron ofrecer la corona a Gedeón, que la
rechazó, reafirmando el principio teocrático: Jehová era el rey de Israel (Jue. 8:22).
Entonces, Gedeón se hizo un efod con los pendientes de oro de los madianitas. Lo
puso en Ofra, en el lugar que Jehová se le había aparecido y donde le había ordenado
erigir un altar a Jehová para ofrecerle un holocausto (Jue. 6:12, 26).
Gedeón
Gedeón ‘picapedrero, golpeador’)
El juez que libró a Israel de los madianitas, pueblo beduino que dominaba la zona
central de Palestina en esa época (Jue. 6.1–8.35). Era hijo de Joás, del clan de Abiezer,
de la tribu de Manasés. También se lo conocía como Jerobaal. Algunos eruditos
afirman que es una historia compuesta, y que consta de por lo menos dos relatos
diferentes.
Gedeón fue llamado a liberar a su pueblo cuando estaba trillando trigo secretamente
para evitar estragos por parte de los madianitas. A ello siguió un acto de desafío en el
que destruyó el altar de Baal y la imagen de Asera de su padre; el ingenio de Joás lo
salvó de las consecuencias de este acto. El gesto de desafío parece significar una
protesta contra la asimilación del culto de Yahvéh con el de Baal. Este acto está
asociado con el nombre Jerobaal (yƒrubba>al) que se dio a Gedeón, y que ha sido
intepretado como "Baal se esfuerza", "Baal funda", o "quiera Baal dar aumento".
Algunos superen que este puede haber sido el nombre original de Gedeón, lo que
reflejaría el sincretismo prevaleciente, pero que recibió nueva significación por este
acto iconoclástico. En 2 S. 11.21 aparece como Jerubeset, donde se remplaza el
aborrecido nombre Baal por la palabra "vergüenza".
La derrota de Madián fue decisiva, e Israel tuvo paz por el resto de la vida de Gedeón.
La última visión que se nos ofrece de Gedeón es la de un anciano que disfruta de paz,
con muchas mujeres e hijos, entre ellos el notorio Abimelec (Jue. 9).
He. 11.32 coloca a Gedeón entre los héroes de la fe. Confió en Dios y no en un ejército
numeroso, obteniendo así la victoria con un puñado de hombres, lo que claramente
demuestra que fue una victoria lograda totalmente por Dios. Al parecer "el día de
Madián" se convirtió en dicho proverbial que simbolizaba el auxilio divino sin
mediación del hombre (Is. 9.4). Gedeón aparece como un hombre humilde, y su
rechazo del ofrecimiento del trono real muestra que el gobierno ideal de Israel era la
teocracia (Jue. 8.23).
Rahab
Nombre de una ramera que vivía en una casa que formaba parte del muro de la Jericó
de la edad del bronce tardía. Los espías de Josué se alojaron con ella. Cuando los
buscaron ella los escondió debajo de unos tallos de lino que estaban secándose al sol
en el terrado. Los perseguidores recibieron de ella indicaciones de una falsa pista, y
cuando se fueron ella hizo arreglos con sus huéspedes. Sabía que Jericó debía caer
en manos de los siervos de Yahvéh, de manera que solicitó protección para sí misma
y su familia. Con su ayuda, los espías huyeron por una ventana. Cuando Jericó fue
destruida, su familia se salvó, y Rahab se unió a los israelitas (Jos. 2.6, 17, 22–24).
Gedeón
quinto juez de Israel
"Gedeón agradece a Dios por el milagro del rocío"; pintura del
holandés Maarten van Heemskerck.
Para otros usos de este término, véase Gedeón (desambiguación).
Gedeón en hebreo (ִּדְעוֹןQ )ִגsignifica "Destructor", "Guerrero poderoso"; fue
un juez y guerrero del Antiguo Israel. Fue el quinto de los Jueces del
pueblo judío y es considerado como uno de los más sobresalientes por la
magnitud de su "obra guerrera" contra uno de los pueblos enemigos
de Israel: los madianitas. Fue hijo de Joás, de la tribu de Manasés. Los datos
que se conocen acerca de su historia se encuentran relatados en el Libro de
los Jueces en los capítulos 6 al 8.
Hay dos narraciones de su vocación y no hay acuerdo en el número de sus
campañas, pero la más convalidada es la de la Iglesia católica. Al parecer,
las diferencias se deben a la permanencia de dos estratos de redacción: el
así llamado "elohísta" y el "yahvista" (véase las fuentes del Pentateuco que,
según algunos escrituristas también pueden encontrarse en las narraciones
de los libros llamados "históricos" de la Biblia). Otros afirman que hay tres
fragmentos independientes que se han unido en un solo relato; otros
reconocen dos narraciones didácticas y un texto verdaderamente histórico,
etc. Las investigaciones bíblicas no han logrado llegar a un punto de vista
unificado.
En sustancia, la vida de Gedeón se sitúa tras el asentamiento de los judíos
en el llano de Ofrá donde habían asimilado los cultos idolátricos de las
poblaciones aledañas. Tras esa infidelidad, Yahveh les habría castigado
enviando tribus nómadas y grupos de amalecitas y madianitas a hacerles la
guerra. En esos combates, dos hermanos de Gedeón habrían sido
asesinados. Los israelitas se arrepintieron y pidieron perdón. Yahveh envió a
su ángel a hablar con Gedeón para anunciarle que sería el libertador de su
pueblo. Este pidió una prueba tras un diálogo algo sarcástico con el ángel.
Este último le dio la prueba que pedía abrasando un sacrificio con fuego
milagroso. Al día siguiente Gedeón destruyó el altar de Baal y ante la
indignación del pueblo11:21). Los grupos nómadas se reunieron para hacer
la guerra a Gedeón. Este reunió un ejército que, con diversas condiciones y
pruebas, Yahveh redujo a trescientos hombres (sin contar las tropas
auxiliares). Los israelitas atacaron durante la noche y produjeron tal
confusión que los madianitas se asesinaban entre ellos y tuvieron que huir
despavoridos mientras eran perseguidos por las tropas de Gedeón.[1] Los
mismos jefes de Madián, Oreb y Zeeb murieron en la refriega y sus cabezas
fueron dadas como trofeo a Gedeón.
Gedeón seleccionando su ejército de 300 hombres.
Luego de otros combates victoriosos con los madianitas y de castigar a los
pueblos que no quisieron colaborar en la persecución, la gente del pueblo
quiso que Gedeón fuera su rey. A lo que este no aceptó, alegando que sólo
Dios podía reinar en Israel.
Con las joyas tomadas a los vencidos, Gedeón se hizo elaborar un efod. No
hay tampoco acuerdo entre los expertos en relación con el efod, unos dicen
que se trataba de todo un atuendo sacerdotal con sus joyas y adornos, otros
que se trataba de una tabla o instrumentos para hacer consultas a Yahveh.
Sin embargo, este efod llevó nuevamente a la idolatría a los israelitas.
Gedeón gobernó en Israel otros 40 años que fueron de paz y crecimiento.
Tuvo setenta hijos (era polígamo) entre los que destaca Abimelec.
Es mencionado en el Libro de Judith 8, versículo 1,[2] en la carta a los
Hebreos, capítulo 11, versículo 32[3] por su fe e, indirectamente, en
el Salmo 83, versículo 12[4] por sus victorias militares.
En el cristianismo, la figura de Gedeón aparece mencionada sobre todo en
el marco del episodio del Vellocino de Gedeón.[5] Este episodio bíblico pasa
a convertirse en el catolicismo en una alegoría de la futura Asunción de
María, dejando de ser un simple símbolo de la protección divina del pueblo
judío. Esta reinterpreción católica del episodio es la que explica la amplia
representación del episodio en las artes plásticas desde la Edad Media, pero
también su cita y tratamiento a nivel literario.[6] En la interpretación
cristocéntrica del antiguo Testamento, por tanto, el episodio del Vellocino de
Gedeón se reinterpretó como una alusión a la fecundación de María por el
Espíritu Santo, es decir, como un símbolo o alegoría de la maternidad
virginal de María; en el siglo XV (siglo 15), el vellocino de Gedeón se
convierte en el símbolo de la Orden del Toisón (=Vellocino en francés) de
Oro, substituyendo la figura originaria de Jasón.[7] Escribe el predicador
Alejandro de San Antonio:
“26. Que el vellocino de Gedeón fue retrato de aquella divina Señora, es
cosa clara. Pero en qué se pareció María al vellocino, lo dixo la dulzura de
Bernardo: Caelesti rore arcam rigaturus, totum vellus prius infudit,
redempturus genus humanum, pretium universum contulit in Mariam; ut
nihil esset bonum, quod per manus Mariae non transiret. Assí como para
llenar Dios la tierra de su rocío, le depositó primero en el vellocino cándido,
assí para haver de socorrer, y remediar à los hombres depositó nuestro
socorro y remedio en su Santíssima Madre, para que no huviesse favor
vertido en las criaturas, que no passasse primero por los órganos de
aquellas manos generosas. Y es certíssimo, que los consuelos, gracias y
mercedes que franqueó este vellocino hermoso a los mortales, se
estrenaron en la visita de hoy, desatando en la casa de Isabel todo el rocío
de gracias que traía María en su vientre virginal: Ahora veamos en el Texto
todo el sucesso del vellocino”.[8]
Josué
1. Josué ben Nun, nieto de Elisama, jefe de Efraín (1 Cr. 7.27; Nm. 1.10); su familia lo
llamó hoÆsûea<, "sálvación", Nm. 13.8; Dt. 32.44, hebreo; este nombre aparece
frecuentemente en la tribu de Efraín (1 Cr. 27.20; 2 R. 17.1; Os. 1.1). Moisés añadió el
nombre divino, y lo llamó yƒhoÆsûua<, normalmente traducido en castellano "Josué".
El griego Ieµsous refleja la contracción arameo yesûu> (Neh. 3.19).
Josué era joven todavía en la época del éxodo (Ex. 33.11). Moisés lo eligió como su
ayudante personal, y le dio el mando de un destacamento de las tribus aun no
organizadas para rechazar a los amalecitas incursionadores (Ex. 17). Como
representante efraimita en el reconocimiento iniciado en Cades (Nm. 13–14), apoyó la
recomendación de Caleb de que debía invadirse la tierra. Caleb, la figura principal y de
mayor edad, se menciona sólo a veces en relación con esto; pero es poco probable que
hubiera una versión del episodio que excluyera a Josué, o que algún historiador
posterior haya negado, o no haya estado al tanto, de que también él se libró de la
maldición que pesaba sobre el pueblo incrédulo.
Mientras Moisés estaba solo con Dios en el monte Sinaí, Josué hacía guardia; en la
tienda del tabernáculo también aprendió a servir al Señor; y en los años siguientes, algo
de la paciencia y a mansedumbre de Moisés inevitablemente se añadieron a su valor
(Ex. 24.13; 32.17; 33.11; Nm. 11.28). En las llanuras al lado del Jordán fue consagrado
como sucesor de Moisés en la jerarquía militar, a la par de Eleazar, el sacerdote (Nm.
27.18ss; 34.17; Dt. 3 y 31, donde naturalmente se hace resaltar la posición de Josué). En
aquella época tenía probablemente alrededor de 70 años; Caleb era
extraordinariamente vigoroso a los 85, cuando empezó a ocupar los montes de Judea
(Jos. 15.13–15).
Josué ocupó y consolidó la región de Gilgal, llevó a cabo con éxito campañas contra la
confederación cananea, y dirigió otras operaciones mientras lo requirieron los
esfuerzos unidos de Israel. La colonización de la tierra dependía de la iniciativa de cada
tribu; Josué trató de estimularla por medio de una ocupación formal de Silo, donde se
estableció el santuario nacional. Había llegado el momento de dejar el mando para dar
el ejemplo retirándose a su tierra en Timnat-sera, en el mte. Efraín. Quizás fue en esta
época que llamó a Israel al pacto nacional en Siquem (Jos. 24). Es posible que el
capítulo 23, su despedida, se refiera a la misma ocasión; pero el contenido es diferente,
y parecería referirse a un período posterior. Josué murió a los 110 años, y fue sepultado
cerca de su casa en Timnat-sera.
2. Josué ben Josadac fue el sumo sacerdote de la restauración en 537 a.C., bajo cuyos
oficios se reconstruyó el altar y se dedicó el templo. Hubo oposición al progreso de esas
obras, sin embargo, hasta que en el 520 a.C. fue ayudado por las profecías de Hageo y
Zacarías, que incluían un notable esquema de justificación por la gracia de Dios (Zac.
3). Proféticamente se lo denominó "Renuevo" (s\emah\, Zac. 6.12).
3. Josué de Bet-semes, propietario de los campos en los que se colocó el arca cuando
los filisteos la devolvieron a Israel (1 S. 6.14).
Gedeón
Gedeón ‘picapedrero, golpeador’)
El juez que libró a Israel de los madianitas, pueblo beduino que dominaba la zona
central de Palestina en esa época (Jue. 6.1–8.35). Era hijo de Joás, del clan de Abiezer,
de la tribu de Manasés. También se lo conocía como Jerobaal. Algunos eruditos
afirman que es una historia compuesta, y que consta de por lo menos dos relatos
diferentes.
Gedeón fue llamado a liberar a su pueblo cuando estaba trillando trigo secretamente
para evitar estragos por parte de los madianitas. A ello siguió un acto de desafío en el
que destruyó el altar de Baal y la imagen de Asera de su padre; el ingenio de Joás lo
salvó de las consecuencias de este acto. El gesto de desafío parece significar una
protesta contra la asimilación del culto de Yahvéh con el de Baal. Este acto está
asociado con el nombre Jerobaal (yƒrubba>al) que se dio a Gedeón, y que ha sido
intepretado como "Baal se esfuerza", "Baal funda", o "quiera Baal dar aumento".
Algunos superen que este puede haber sido el nombre original de Gedeón, lo que
reflejaría el sincretismo prevaleciente, pero que recibió nueva significación por este
acto iconoclástico. En 2 S. 11.21 aparece como Jerubeset, donde se remplaza el
aborrecido nombre Baal por la palabra "vergüenza".
La derrota de Madián fue decisiva, e Israel tuvo paz por el resto de la vida de Gedeón.
La última visión que se nos ofrece de Gedeón es la de un anciano que disfruta de paz,
con muchas mujeres e hijos, entre ellos el notorio Abimelec (Jue. 9).
He. 11.32 coloca a Gedeón entre los héroes de la fe. Confió en Dios y no en un ejército
numeroso, obteniendo así la victoria con un puñado de hombres, lo que claramente
demuestra que fue una victoria lograda totalmente por Dios. Al parecer "el día de
Madián" se convirtió en dicho proverbial que simbolizaba el auxilio divino sin
mediación del hombre (Is. 9.4). Gedeón aparece como un hombre humilde, y su
rechazo del ofrecimiento del trono real muestra que el gobierno ideal de Israel era la
teocracia (Jue. 8.23)
Deborah era la única jueza de Israel. Algunos eruditos han sugerido que su posición
como juez era en sí misma un juicio sobre los hombres de voluntad débil de
Israel. Debido a que los hombres de Israel no eran aptos para juzgar, Dios eligió a una
mujer para el trabajo, en parte para avergonzar a los hombres que deberían haber
tomado el liderazgo. Otros comentaristas creen que el papel de Deborah como juez
era una señal de la presencia reconfortante de Dios en medio de su pueblo oprimido
y oprimido.
Cuando Deborah se convirtió en juez, los israelitas habían sido subyugados durante 20
años por Jabin, rey de Canaán. El comandante del ejército de Jabin se
llamaba Sísara , y tenía 900 carros de hierro, armas formidables contra los soldados
de infantería de Israel ( Jueces 4: 3) Los israelitas fueron tratados muy cruelmente
por Sísara y su ejército, y los espíritus de Israel estaban muy bajos. Deborah describe
las dificultades de vivir bajo Jabin y Sisera de esta manera: “Las carreteras fueron
abandonadas y los viajeros se quedaron en los caminos. Los aldeanos cesaron en
Israel; dejaron de ser ”( Jueces 5: 6-7 ). En otras palabras, la gente temía abandonar
sus hogares; Viajar era muy peligroso.
¿Quién fue Débora en la Biblia? Podemos ver que el poder de Dios es lo que importa,
independientemente del instrumento que elija usar. Hombre o mujer, fuerte o débil,
confiado o vacilante: todos son fuertes cuando son movidos por el Espíritu de Dios y
llenos de su fuerza. También podemos ver en Débora una imagen del tierno cuidado
de Dios por su pueblo. Como una madre cuida a sus hijos, Deborah dirigió y alimentó
a Israel (Jueces 5: 7 ).
Enviado como espía, Num 13:6; informa al pueblo, Num 13:30; 14:6-8
Caleb (heb. Kâlêb, “perro”, “hidrófobo” o “impetuoso”; cun. Kalb~n; nab. Klbw;
ugar. Klby; sudar. Klb). 1. Hijo de Jefone, un cenezeo (Num 32:12). Representó
a la tribu de Judá como uno de los 12 dirigentes que fueron enviados desde
Cades-barnea para espiar la tierra de Canaán, y sólo él y Josué volvieron con un
informe animador; los otros espías, con su informe pesimista, desanimaron
completamente al pueblo (Num_13 y 14). Caleb tomó parte en la conquista de la
tierra (unos 40 años más tarde) y fue miembro de la comisión que la ditribuyó
190 entre las 12 tribus (Num 34:19; Jos 14:6-14; 15:13-15). Por ese tiempo (con
85 años de edad) recibió como herencia Hebrón y el territorio vecino, y expulsó
a los anaceos de él; su pariente más joven, Otoniel, tomó Debir y así obtuvo a
Acsa, la hija de Caleb, como esposa (Jos 14:13-15; 15:13-19). “El Neguev de
Caleb” (1Sa 30:14) quizá se refiera a la región de Hebrón y Debir. 2. Hijo de
Hezrón y hermano de Jerameel, de los descendientes de Judá (1Ch 2:18, 42); se
lo llama Quelubai* en 1Ch 2:9 Entre su descendencia estuvo Hur (asociado de
Aarón en la administración de Israel durante la ausencia de Moisés en el Sinaí)
y Bezaleel (el nieto de Hur, el artífice que construyó el tabernáculo y su
mobiliario; Exo 31:2; 1Ch 2:19, 20). Si Acsa, la hija de Caleb (o descendiente
femenina; v 49), fue la bien conocida hija de Caleb 1 (el hijo de Jefone) como
piensan algunos, se seguiría que Caleb 2 fue un descendiente de Caleb 1.
Algunos han deseado identificar como uno a los dos Caleb, pero eso es
imposible: mientras Caleb 2 tuvo un bisnieto (Bezaleel) que construyó el
tabernáculo en el Sinaí, Caleb 1 sólo tenía 40 años cuando fue uno de los 12 espí-
as al año siguiente de la construcción del tabernáculo. Por tanto, el Caleb
bisabuelo de Bezaleel y el Caleb espía deben ser 2 personas diferentes.
Diccionario Bíblico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003
(perro).
1. El hijo de Jefone, el quenezeo; príncipe de Judá de 40 años de edad a quien
Moisés envió con otros 11 para espiar la Tierra Prometida (Num 13:6; Jos 14:7).
Solamente Caleb y Josué animaron al pueblo a subir y tomar la tierra. Dado que
Israel adoptó el informe de la mayoría, Dios impuso sobre ellos 40 años de
vagar en el desierto hasta que esa generación murió. A la edad de 85, cuando la
tierra de Canaán estaba siendo distribuida, Caleb pidió y recibió Hebrón y la
tierra montañosa, hogar de los anaquitas quienes habían aterrorizado a diez de
los espías. Más tarde se convirtió en suegro de Otoniel, el primero de los jueces,
dándole a su hija Acsa (Jdg 1:12-15, Jdg 1:20).
2. Un hijo de Hesrón, hijo de Judá (1Ch 2:18-19, 1Ch 2:42).
1. Príncipe de la tribu de Judá que fue de los escogidos para explorar a Canaán
(Num 13:6). Era hijo de Jefone. Miembro de una tribu no israelita, los †
¢cenezeos, que se había unido a Israel (Num 32:12), especialmente con la tribu
de Judá. Cuando el pueblo temió ante el mal reporte de diez de los espías †œC.
hizo callar al pueblo … y dijo: Subamos luego, y tomemos posesión† (Num
13:30). C. y Josué †œrompieron sus vestidos† recomendando que pasaran a
tomar la tierra. Por eso ambos fueron los únicos de esa generación que entrarían
a ella (Num 14:6, Num 14:24, Num 14:30; Deu 1:36). C. fue escogido para la
labor de repartición de la tierra entre las tribus (Num 34:16-19). Siendo de
ochenta y cinco años, se sentía †œtan fuerte como el día que Moisés† le envió
como espía (Jos 14:11) y pidió a Josué que le diera el monte †¢Hebrón, al cual
conquistó y echó de allí a los hijos de †¢Anac (Jos 15:14). Atacó también Quiriat-
sefer, y ofreció a su hija †¢Acsa en matrimonio para el que la tomara, lo cual
hizo †¢Otoniel (Jos 15:16-17). Acsa le pidió †œa su padre tierras para labrar…. y
él le dio las fuentes de arriba, y las de abajo† (Jos 15:18-19).
CALEB
(Perro).