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Tres Herramientas para El Estudio Bíblico-Juan Stam

El documento recomienda tres herramientas para el estudio bíblico: una lupa para examinar cada pasaje con cuidado y ver lo que realmente dice el texto, un borrador grande para estar abiertos a cambiar nuestras ideas cuando la Biblia nos muestra que estamos equivocados, y unos audífonos para escuchar la voz de Dios y obedecer su voluntad revelada en las Escrituras.

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Tres Herramientas para El Estudio Bíblico-Juan Stam

El documento recomienda tres herramientas para el estudio bíblico: una lupa para examinar cada pasaje con cuidado y ver lo que realmente dice el texto, un borrador grande para estar abiertos a cambiar nuestras ideas cuando la Biblia nos muestra que estamos equivocados, y unos audífonos para escuchar la voz de Dios y obedecer su voluntad revelada en las Escrituras.

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Tres herramientas para el estudio bíblico

Por Juan Stam

Me gusta recomendar tres herramientas para el estudio bíblico, porque he visto a


través de muchos años lo valiosas que son.

Cuando tú oyes, apreciado lector, eso de tres herramientas, me imagino que podrías
pensar de inmediato en una Biblia, un cuaderno y un lapicero. Bueno, esos son muy
importantes, pero estoy pensando en algo diferente. Entonces, ¿serían una traducción
moderna de la Biblia, una concordancia y un comentario bíblico? También muy
importantes, pero ¡tampoco es eso!

La primera de mis herramientas para estudiar bien la Biblia es una lupa. La lupa nos
servirá para examinar cada pasaje con el debido cuidado, o sea, "escudriñar las
escrituras" como lo hacían los bereanos. Eso nos ayudará a ver mucho mejor lo que
realmente está en el texto que el Espíritu Santo inspiró y lo que no está, porque no
aparece bajo la lupa. Y sin duda, habrá sorpresas.

Sorprenderá, por ejemplo, encontrar en los pasajes del Nuevo Testamento que hablan
del juicio final, que todos dicen que seremos juzgados por nuestras obras; nunca dice
que seremos juzgados por nuestra fe o nuestra práctica religiosa. Aun en Apocalipsis 20,
donde como única excepción dice que se abrirá "el libro de la vida", dice primero que se
abrirán "los libros" (de las obras en vida de cada persona) y que todos serán juzgados
"según sus obras" (Ap 20:13).

Otra sorpresa vendrá cuando aplicamos la lupa a Apocalipsis 21-22. Yo creía casi toda
mi vida que al final de este libro profético, Dios nos llevaría al cielo. ¿Qué otra cosa
podría ser nuestro destino final? Pero la lupa revela otro desenlace en Apocalipsis. Juan
ve cielo nuevo y tierra nueva (21:1) y una Nueva Jerusalén que desciende a esa nueva
tierra (21:2,10; 3:12). Aún más sorprendente, Dios trasladará su trono, que Juan mismo
había visto en el cielo (4:1-2), a esa ciudad (22:3). Ahora la sede del gobierno de Dios
"aterrizó" para establecerse en la nueva tierra.
Hace unos años, enseñando esto en Chinandega, Nicaragua, un buen hermano no pudo
aceptar que la Nueva Jerusalén iba a descender a la nueva tierra, y no nosotros ascender
al cielo. Levantó la mano para aclararnos el asunto: "Hermano Juan", nos dijo, "es que
va a descender p'arriba".

Otras veces podemos sorprendernos por descubrir lo que no está bajo la lupa. Por
ejemplo, te invito a ponerle lupa a todo el Nuevo Testamento, desde Mateo hasta el
Apocalipsis, a encontrar un solo versículo que dice que las bodas del Cordero se
realizarán en el cielo durante el período de la gran tribulación. ¡No existe! Esas nupcias
se anuncian, enviando las invitaciones, en 19:7-9, después de la tribulación final y en
vísperas del Armagedón.
Otra sorpresa bajo la lupa: 1 Tesalonicenses 4:13-17, el famoso pasaje sobre el
arrebatamiento, en ningún momento nos lleva hasta la presencia de Dios en el cielo. Nos
arrebata hasta la nube, "para nuestro encuentro con el Señor" (4:17) en el aire. Ni "la
nube" ni "el aire" puede referirse al cielo de Dios.

Una segunda herramienta indispensable para el bueno estudio bíblico es un borrador


(de pizarra y lo más grande posible). Un problema mayor en el estudio bíblico es que no
queremos que la Biblia cambie nuestras ideas y nuestra vida. Es demasiado incómodo, y
nos pone nerviosos. Muchas veces somos como ese buen hermano de Chinandega, que
quería entender "descender" como "descender para arriba", todo para no tener que
cambiar algo que había creído. Pero si estudiamos la Biblia (o cualquier otro libro), es
para que nos cambie. Si no, ¿para qué perder el tiempo leyendo la Biblia?

Creo que si miramos atrás, a lo mejor todos encontraríamos cosas que creíamos antes
pero ya hemos cambiado. En toda la primera fase de mi ministerio, yo creía que los
dones del Espíritu terminaron con los apóstoles y entonces tales manifestaciones hoy
eran falsas porque no podrían ser de Dios. ¡Qué equivocado que estaba! Pero mediante
un estudio más cuidadoso, con buen uso de la lupa, Dios pudo cambiarme y liberarme
de ese prejuicio anti-bíblico.

Claro, esos cambios tienen que estar sujetos a la Palabra; la lupa tiene que ir antes del
borrador. A veces, cuando estoy enseñando, veo que alguien comienza a mover la mano
sobre la frente, un poco como los limpiadores del parabrisas de un carro. Con eso me
doy cuenta que está usando el borrador. Una vez un estudiante me preguntó, "Hermano
Juan, ¿dónde puedo comprar un borrador como de un metro de largo? ¡Es que tengo
muchísimo que borrar!"

Finalmente, la tercera herramienta es un par de audífonos, para sintonizar la voz de


Dios. No estudiamos las Escrituras sólo para ser expertos en conocimiento bíblico, sino
para escuchar al Señor, ser discípulos fieles y obedecer su voluntad. No bastan la lupa y
el borrador; necesitamos también audífonos espirituales.

Para parafrasear la bienaventuranza de Apocalipsis 1:3 "Bienaventurados los que


escudriñan la Palabra con lupa, cambien sus ideas con borrador cuando es necesario, y
escuchan atentamente la voz de Señor con unos audífonos bien afinados, para
inmediatamente poner por obra la palabra profética".

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