Estados Unidos: El Sueño Inacabado, La Larga Marcha de Los Afroamericanos
Estados Unidos: El Sueño Inacabado, La Larga Marcha de Los Afroamericanos
¿Qué ha sido del sueño del que Martín Luther King hablaba en 1963, en Washington,
ante 250.000 personas negras y blancas entremezcladas? El sueño de una América
multicolor a1 fin desembarazada del racismo, de la pobreza y de la explotación. Hoy, 35
años más tarde, su sueño no ha sido todavía realizado, y los afroamericanos se
encuentran en una situación todavía peor que en 1963, peor que antes de la aprobación
de 1a Ley sobre los Derechos Cívicos arrancada en 1964.
Las luchas de los afroamericanos por 1a recuperación de sus derechos cívicos duraron
más de 40 años para concluir con una victoria, al menos en los textos, hacia 1970,
gracias a la acción, desgraciadamente muy a menudo desordenada de Malcom X, de
Martín Luther King, de los Panteras Negras, de los juristas del NAACP, de los liberales
blancos y negros, y de los radicales del Partido Demócrata.
Tras los asesinatos de Malcom X en 1965 y de Martin Luther King en 1968, sobre los
cuales planea la sombra del FBI, una represión despiadada ha aniquilado casi por
completo la revuelta de los años setenta de los afroamericanos y de otras minorías. Fue
una verdadera guerra secreta contra 1a disidencia interna conducida por el FBI y 1a
CIA, en el marco del Programa COINTELPRO (Counter Intelligence Program), una
ofensiva disimulada pero masiva contra las organizaciones y grupos de izquierda, el
Partido Comunista, los movimientos pacifistas, los negros, los estudiantes, y otras
fuerzas democráticas. Este programa tenía como objetivo "desenmascarar, desmembrar,
desestabilizar, desacreditar o neutralizar", matándolos sí era necesario, a los dirigentes,
los miembros o los simpatizantes de estos grupos. La aplicación de este plan, dirigido
por el director del FBI, Hoover, que declaró que los Panteras Negras eran "la mayor
amenaza que pesaba sobre 1a seguridad nacional", se saldó, entre septiembre de 1968 y
diciembre de 1969, con el asesinato por la policía de catorce dirigentes de los Panteras y
el encarcelamiento de cientos de militantes, algunos de los cuales todavía están en
prisión, amenazados con acabar allí sus días.
Desde los años setenta el beneficio de una legislación duramente conseguida, destinada
oficialmente a poner término a la exclusión racial, ha quedado anulada por una
estrategia gubernamental de cerco físico y de enclavamiento económico que acarrea una
verdadera decadencia de la vida social en los guetos.
Esta estrategia, inaugurada en 1980 por Ronald Reagan, y proseguida por sus sucesores
Bush y Clinton, ha reducido significativamente los presupuestos de ayuda social, de
educación, de salud, de construcción de viviendas y de renovación urbana. Los
afroamericanos han pagado masivamente los costes de este desmantelamiento. Un 35%
de las familias negras se sitúan hoy por debajo del umbral de pobreza (contra el 6% de
las familias blancas). Como medía, los ingresos de una familia negra representan el 58%
de los de una familia blanca, ¡cifra inferior a 1a de 1967!
La tasa oficial de paro entre los afroamericanos se estableció en dos veces la tasa medía
nacional, cuyo modo de cálculo está puesto en entredicho (¡5'5%!). En realidad, la tasa
de los negros debe situarse alrededor del 25%. Para los jóvenes negros entre 16 y 19
años, esta tasa se eleva al 57%. ¡En 1967, era del 26'5%! En 1a actualidad, en Harlem,
el 75% de los jóvenes está sin empleo. Acentuando todavía más 1a guerra contra los
pobres, Reagan redujo a la mitad 1a duración de las prestaciones de desempleo, a 13
semanas en lugar de 26. La esperanza de vida para un hombre negro es de 69 años,
contra 76 para un blanco. La tasa de mortalidad infantil entre los negros es de 16'5 por
cada mil contra 8'1 entre los blancos.
Afroamericanos pobres en Nueva York
Los más desposeídos, cientos de miles de familias, se ven privados poco a poco de las
ayudas sociales sin las cuales —como los subsidios de welfare o los food stamps
creados por Kennedy en 1961 y que todavía subsisten—no pueden sobrevivir. De este
modo, se estima que 12 millones de niños en los Estados Unidos no consumen la
cantidad mínima de calorías necesarias. Al privar al Gobierno federal de los fondos
necesarios, la administración Reagan-Bush ha retirado a la autoridad central la gestión
del welfare. Así, es extraordinario constatar como hoy día en los Estados Unidos, la
salud, las jubilaciones, las guarderías, la educación, la renovación de los centros
urbanos y la vivienda social son negocios privados en manos de los trusts (Corporate
welfare).
Finalmente, hemos asistido en el curso de los últimos años a una ofensiva puramente
racista. Así, los negros, súper explotados desde siempre, que han constituido un
subproletariado sobre el que se cimentó la riqueza de las finanzas blancas, son hoy
designados como la causa de las dificultades de América. Los raquíticos subsidios que
algunos perciben para sobrevivir son expuestos como primas a la pereza, que se deleitan
presentándola como congénita entre los negros. El gobierno se apoya en esta
propaganda racista para justificar los programas tendentes a eliminar poco a poco las
conquistas de los derechos cívicos. Es así como prácticamente han terminado con el
busing y con la integración escolar, o con la acción afirmativa, que estaba destinada a
asegurar la igualdad de oportunidades en la educación y en el empleo a las víctimas de
las discriminaciones de ayer y de hoy.
El confinamiento de los afroamericanos en los guetos entra bajo el ámbito del Artículo
II-C de la Convención Internacional para la Prevención y la Represión del Crimen de
Genocidio, ratificada por los Estados Unidos, que estipula: "En la presente Convención,
el genocidio se entiende como cualquiera de los actos siguientes, cometidos con la
intención de destruir, total o parcialmente, un grupo nacional, étnico, racial o religioso
como tal. Artículo II-C: Sumisión intencional del grupo en condiciones de existencia
que vayan a acarrear su destrucción física total o parcial".
Casi todas las familias negras del gueto sólo subsisten gracias al welfare, la ayuda
pública, que es un factor esencial en el desmembramiento de las familias negras, al
mismo tiempo que un instrumento de opresión. Con el welfare, "se llega a ser esclavo
de la peor especie, el esclavo que reclama cadenas".
Y el hambre reina a menudo en estos hogares desprotegidos. ¿Cómo vivir con tres
dólares diarios cuando una hamburguesa cuesta dos? No existe cobertura social en los
Estados Unidos. Los presupuestos sociales, ya recortados por la administración Reagan,
han sido todavía disminuidos más por sus sucesores, Bush y Clinton. Harlem, por
ejemplo, es el lugar del mundo con la criminalidad más elevada. La delincuencia se
expande, porque la supervivencia en el gueto es una lucha cotidiana. Se mata seis veces
más que en el resto de Nueva York o de Chicago. Y en la mayor parte de los crímenes,
no se conocerán nunca los móviles ni los autores. Los hombres negros se arriesgan siete
veces más que un blanco a ser víctimas de un crimen. Un hombre negro que viva en
Harlem tiene menos posibilidades de alcanzar los 65 años que un habitante de
Bangladesh. "Según los estudios, usted duerme menos, tiene más posibilidades de ser
obeso y de sufrir de hipertensión. Esto no es debido solamente a la pobreza. Su vida
más corta y penosa es debida en gran medida a las ansiedades causadas por el hecho de
ser negro en América". [109]
A propósito de las revueltas de Los Ángeles en abril de 1992, la editorial del New York
Times del 7 de mayo de 1992 afirma que "los incendios de Los Ángeles iluminan con
una luz cruda y nueva la manera en que América dispara sobre ciertos enclaves. Peor
todavía, América dispara sobre personas: sobre una generación de jóvenes negros".
La droga
La droga ha sido siempre en las manos del hombre blanco un instrumento de opresión
de las demás razas. El ejemplo más conocido es la importación en China del opio de la
India, que provocó la famosa Guerra del Opio (1839-1842) entre Inglaterra y China,
cuyo gobierno quería prohibir el tráfico de opio. Una vez vencida China, el dominio de
Inglaterra fue facilitado por un régimen corrupto y, sobre todo, por el envenenamiento
organizado de todo un pueblo por medio de la droga.
En nuestros días, Harlem, por ejemplo, posee ocho veces más drogadictos que el resto
de la aglomeración de Nueva York. En 1a actualidad, el 40% de los crímenes tienen
relación con la droga. Los afroamericanos de Harlem han sustituido a la cocaína y 1a
heroína por el crack, ese derivado barato de la cocaína de efectos vio-lentos e
inmediatos.
Esta droga, que actúa sobre el cerebro, produce una euforia seguida de un estado
depresivo, de irritabilidad, de ansiedad y de psicosis paranoica. Siguen luego enfisemas
pulmonares y una sobredosis puede provocar un infarto, un aumento del ritmo cardiaco
y de la presión sanguínea; el toxicómano sufre alucinaciones, tiene la impresión de que
su cuerpo es recorrido por un ejército de insectos. Sufre también anorexia y pérdida de
peso. Finalmente sobreviene la muerte.
Heroína
En los guetos la droga está en todas partes. El rápido aumento del suministro de crack
ha provocado la caída del precio del sobre, de 40 dólares en 1988 a un precio que oscila
entre los 3 y los 10 dólares en la actualidad. Esta baja ha provocado una afluencia de
consumidores de débiles recursos económicos. Además, esta cocaína traficada, que se
consume sin jeringa, aleja el miedo al sida. En el Estado de Nueva York, más de un
tercio de los consumidores de crack son afroamericanos, aunque sólo constituyen el 14'6
de la población total del Estado.
Los afroamericanos representan el 50% de los adeptos a las drogas absorbidas por
inyección intravenosa, estimados en 1'2 millones, de los que aproximadamente 300.000
sufren del sida. En el Estado de Georgia, los afroamericanos de sexo masculino
constituyen 8 de cada 10 (79%) de los casos atribuibles únicamente al uso de drogas por
inyección intravenosa, mientras representan el 43% de todos los casos de sida en
Detroit, en abril de 1987 suman el 76% de todos los casos de sida debidos al uso de
drogas intravenosas.
Los afroamericanos constituyen un porcentaje desproporcionado (27%) de todos los
casos de sida revelados por el Center for Disease Control de Atlanta. Los niños
afroamericanos e hispanos representan aproximada-mente el 80% de todos los niños
afectados por esta enfermedad en los Estados Unidos. Dos tercios de todos los casos de
negros infectados están concentra-dos en Nueva York, Nueva Jersey y Florida. Éstos
tienen tres veces más riesgo de contraer el sida que los blancos. Las miserables
condiciones de vida y también 1a falta de defensas inmunológicas de los negros afecta-
dos por el sida, explican la rápida propagación actual de la tuberculosis en los guetos.
Los bebés-cocaína
Uno de cada cinco niños negros que nacen hoy en el gueto es un drogadicto. Lo es
incluso antes de nacer. Le ocurre durante el embarazo, en el vientre de su madre que se
droga, consumiendo crack lo más frecuentemente. La toxicomanía tiene efectos directos
y múltiples en el embarazo. Un niño de cada diez que nacen en Harlem tiene un peso
inferior a la media. En la maternidad del Gran Hospital de Harlem, de cada 3.000
nacimientos, la tasa de niños de pecho drogadictos es del 15%. Se les llama los bebés-
cocaína. Prematuros en dos meses, pesan 600 gramos menos que los otros niños de su
edad y tienen tres veces más posibilidades de morir en el transcurso de sus primeros
años. En este mismo establecimiento, 1a tasa de abortos naturales es dos veces más
elevada que la media". [111] "El crack daña el feto que se está desarrollando mucho
más que 1a heroína o que las demás drogas duras". [112]
El bebé-cocaína que escapa a 1a mortalidad infantil sufrirá durante toda su corta vida
los efectos directos y múltiples de la toxicomanía sobre el embarazo: epilepsia,
parálisis, malformaciones, retardos motores y mentales, agitación febril, incapacidad
para comunicarse...
"Los bebés-cocaína corren el riesgo de ser víctimas de la muerte súbita quince veces
más que los demás niños. Pero para ellos la muerte es quizás la mejor opción. Para
muchos de los bebés-cocaína que sobreviven, la primera experiencia de su vida es 1a
agonía causada por 1a falta de cocaína. Sufren horriblemente. Son tan sensibles que no
se les puede manipular ni alimentar normalmente. Mueven sin cesar sus miembros,
buscando un alivio. Ni siquiera los más endurecidos médicos especialistas pueden
soportar los aullidos insoportables de estos bebés. "Nunca en mi carrera médica he visto
un sufrimiento como el causado por la cocaína", declaró el director de 1a maternidad del
Hospital General del Distrito de Columbia al Wall Street Journal". [113]
El genocidio
La droga se ha extendido como una epidemia en los guetos negros americanos. ¿Esta
banalización es fruto del azar? A esta pregunta planteada a tres miembros del Consejo
de la Ciudad de Detroit, tristemente célebre por sus guetos, se obtuvieron las siguientes
respuestas: "Es una industria capitalista y un medio de acción sicológica". "La droga es
en primer lugar una fuente de ingresos. Pero ha sido introducida en la comunidad negra
para luchar contra el movimiento a favor de los Derechos Cívicos. Es una nueva forma
de esclavitud, como lo fue el siglo pasado el alcohol entre los indios. Es necesario
constatar que, sí bien también hace estragos entre los blancos, entre ellos permanece
más controlada". Tras haber evocado las causas sociales de la toxicomanía. Un tercer
electo local añade: "Pero no se puede olvidar que la droga permite mantener tranquilo al
pueblo". [114]
Palabras de Leonard McNeil, del American Friends Service Committee, obtenidas luego
de una conferencia sobre el crack en el Distrito Tenderloin de San Francisco, el 27 de
abril de 1990 y referidas por Recovering Issue el 18 de junio de 1990: "Pero el crack,
sumado a la corta esperanza de vida entre los hombres negros, 1a elevada tasa de
mortalidad infantil, el desproporcionado porcentaje de negros encarcelados o muertos
por 1a policía, los homeless, los desempleados, 1a vida en medio de desechos tóxicos, el
sida y la falta de estructuras de salud, muestran la evidencia de una ofensiva deliberada
contra las minorías".
El Gobierno federal estima que en el año 2000, podría haber de uno a cuatro millones de
niños expuestos al crack en los Estados Unidos. Y que al menos 100.000 vivirían en los
cinco barrios de Nueva York.[116] Un artículo aparecido el 21 de abril de 1990 en el
Oakland Tribune muestra sin ambigüedad que la guerra contra 1a droga se ha
convertido en una guerra contra la comunidad afroamericana. [117]
Guerra del gobierno estadounidense contra la comunidad afroamericana
En agosto de 1996, el periódico californiano San Jose Mercury News publicó una
resonante investigación efectuada por el reportero del diario, Gary Webb, acusando a la
CIA de estar en el origen, durante los años ochenta, de la introducción del crack, la
cocaína del pobre, en los guetos negros de las ciudades americanas. Titulado Oscura
alianza, y rápidamente difundido en el sitio web del diario, la investigación acusaba a
traficantes de droga nicaragüenses de haber introducido en el mercado, en Los Angeles,
grandes cantidades de crack para financiar, en connivencia con 1a CIA, la resistencia de
los contras al régimen sandinista. La misma provocó una emoción considerable en la
comunidad negra que ocasionó la apertura de una investigación interna de la CIA.
A pesar de esta voltereta (¿espontánea?) del San José Mercury News, se ve claro que,
como piensan numerosos sociólogos y militantes afroamericanos, el comercio de crack,
de la cocaína y de la heroína, así como el SIDA, son otros tantos elementos de una
conspiración secreta e inconfesable por parte del gobierno y de la CIA para exterminar a
una gran parte de la población negra.
Brutalidades policiales
Esto ocurre en un país en que la opinión general considera que el hecho de ser de origen
africano es ya en sí un crimen, donde la comunidad negra en su con-junto es
considerada como predispuesta al crimen, y el sistema de justicia criminal se dedica no
a reducir la criminalidad sino a detener y condenar a un número cada vez mayor de
"criminales".
Desde 1968 hasta hoy, el sistema judicial ha sido utilizado sistemáticamente para
justificar los asesina-tos cometidos por las fuerzas de la ley y el orden contra los
miembros de las minorías. Recordemos solamente algunos ejemplos: más de treinta
militantes del partido de los Panteras Negras han sido asesinados por la policía o por
individuos que han actuado instigados por ella, como se ha probado posteriormente.
Todos estos asesinatos, que necesitaban una coartada legal, fueron clasificados como
"homicidio justificado" (incluido el asesinato de Fred Hampton, que resultó muerto de
un balazo en la cabeza disparado a bocajarro mientras dormía).
"Éstos son vuestros inventos, tío: las cadenas y los palos. Vosotros los habéis inventado
hace cuatrocientos años y los seguís utilizando hasta el día de hoy. Vosotros los habéis
inventado. Pero sólo representan una fracción de vuestra barbarie, tío. Vosotros habéis
utilizado el árbol y la soga para ahorcar al negro. Vosotros habéis utilizado el cuchillo
para castrarlo mientras luchaba con la cuerda para encontrar su hálito. Vosotros habéis
utilizado el fuego para que se retorciera todavía más, porque el ahorcamiento y la
castración no eran diversiones suficientes para vosotros. Después, habéis utilizado otra
cosa —otro de vuestros inventos—, esa cosa que llamáis la ley. Ésta estaba escrita por
vosotros y para vosotros y los de vuestra ralea, y cualquier hombre que no sea de
vuestra ralea debía transgredirla tarde o temprano". [121]
Consecuencia de esta justicia racista, es que cerca de 1a mitad (48%) de las 1.630.940
personas que pueblan las penitenciarías, las prisiones del Estado y las municipales, son
negros afroamericanos, mientras que no representan más que el 12% de 1a población.
Existe la misma proporción de negros entre los 3.350 condenados a muerte que están
actualmente en el corredor de la muerte. Se encarcela mucho más a los negros en los
Estados Unidos que en África del Sur en tiempos del apartheid: 3.109 cada 100.000
contra 729 en África del Sur. [123]
La policía detiene siete veces más a menudo a los negros y once veces más a menudo a
las negras. Los acusa respectivamente siete y doce veces más a menudo. Los hace
condenar ocho y catorce veces más a menudo. Obtiene condenas de privación de
libertad ocho y dieciocho veces más a menudo. Y les condena a prisión diez y catorce
veces más a menudo que a los blancos y a las blancas. Un afroamericano es interpelado
mientras un blanco no 10 sería en las mismas circunstancias; se pide al negro una fianza
que se sabe bien que no podrá pagar. Se encuentra entonces en prisión, alejado de los
suyos, sin medios para pagarse un abogado; no puede preparar su defensa y está
obligado a aceptar un abogado de oficio que ni siquiera tiene tiempo para estudiar su
dossier, suponiendo que tenga intención de hacerlo. En el caso más frecuente, es
presentado a un juez blanco, un fiscal blanco y a un jurado blanco, y va a parar a
prisión. La justicia racista le condenará a una muy larga pena por un delito real o
inventado, por el que muchos blancos habrían sido absueltos o condenados a una pena
de cárcel mucho más liviana.
Un estudio gubernamental de 1979 revelaba que un negro de cada cinco iría a la cárcel
en el curso de su vida. Esto se ha agravado después y, hoy, esta proporción está próxima
a uno de cada cuatro. El número total de afroamericanos en los Estados Unidos que han
ido a la cárcel es de cerca de tres millones, casi la población de Chicago.
En febrero de 1990, un estudio llevado a cabo por el Sentencing Projet, una asociación
de abogados de Washington D.C. demostró que la delincuencia negra, aliada al racismo
del sistema judicial americano, tenía como consecuencia que un joven negro entre 20 y
29 años sobre cuatro estaba entre rejas, en libertad bajo palabra o en libertad vigilada.
Este estudio concluía que una generación entera de negros corría el riesgo de ser
excluida para siempre de la vida activa. Una generación sacrificada. ¿Cómo no ver en
esta política de segregación de la sociedad de los afroamericanos un aspecto de la
aplicación del genocidio limitado?
Más de la mitad de las muertes de prisioneros en los estados del nordeste de los Estados
Unidos en 1991 eran causados por el sida, según la Oficina de Estadísticas Judiciales.
En el ámbito nacional, el 28% de los 1.863 presos muertos en prisión eran víctimas del
sida. En Nueva Jersey, el 69% de las muertes de detenidos estaban ligadas al sida, así
como el 66% en Nueva York, el 44% en Florida, el 33% en Maryland y el 30% en
Carolina del Norte y en Massachusetts.[124]
El Center for Disease Control and Prevention de Atlanta, en Georgia, índica que los
casos de sida están aumentando en las prisiones americanas. 5.279 presos estaban
afectados de sida en 1994, es decir, 5'2 casos por cada 1.000 presos, casi seis veces el
porcentaje de la población general adulta, que es de 0'9 por 1.000. [125]
El Crimen Bill
"Este Crimen Bill, que comprende igualmente una disposición llamada Three stricks
and you're out ("tres golpes y estás eliminado", una regla del béisbol) y miles de
millones de dólares para las prisiones y la administración penitenciaria, es tan
draconiano que ni Reagan ni Bush habrían podido adoptarlo. En su esencia, el proyecto
es un programa de empleo público que moviliza para los trabajadores blancos más de
30.000 millones de dólares. Vemos aquí un programa social sin parangón que refleja
claramente la evolución socio-política y económica de los Estados Unidos". [126]
En el curso del debate sobre este proyecto, los senadores se han pronunciado por 52
votos a favor contra 41 por el aplazamiento del examen de una enmienda presentada,
dirigida a prohibir la ejecución de menores delincuentes. Por 314 votos contra 111, 1a
Cámara de representantes ha pisado los talones a las posiciones del Senado sobre la
pena capital.
Béisbol y justicia
En marzo de 1995, Jerry D. Williams, de 25 años, con dos hijos, californiano y negro,
robó un pedazo de pizza llamada pepperoni a unos chiquillos en un fast food de
Redondo Beach y fue condenado por ello a 25 años de prisión, en aplicación de la ley
Three strikes, firmada por el presidente Clinton en 1994.
Inspirada en una regla del juego de béisbol, Three strikes and you're out, esta ley
estipula que los reincidentes condenados en dos ocasiones, son merecedores, después de
una tercera comparecencia ante un juez, a una condena que va de 25 años de prisión
hasta cadena perpetua, sin posibilidad de liberación bajo palabra. Éste es el caso de
Williams.
Un pedazo de pizza vale 25 años de cárcel, 10 mismo que un atraco, que una violación,
que un asesinato. Como ponía de relieve un periodista de L'Humanité: "El béisbol
determina la jurisprudencia americana, se puede temer que en los próximos años los
condenados sean simple y llanamente echados a los leones del circo".
Condiciones carcelarias
A pesar de los discursos de los responsables del sistema carcelario de los Estados
Unidos, que se vanaglorian de 1a humanidad de las prisiones americanas, los presos y
sus visitas afirman que las brutalidades en las prisiones no han desaparecido nunca e
incluso que han adquirido una nueva forma, a menudo disimulada.
Más del 70% de los presos que respondieron a este sondeo declararon que las
brutalidades severas, físicas y sicológicas, eran moneda corriente en las prisiones de
máxima seguridad de los Estados Unidos. Confinamiento en aislamiento, supresión de
los privilegios y brutalidades físicas eran las prácticas habituales en 1a mayor parte de
las prisiones de alta seguridad. "Los abusos físicos tienen un comienzo y un final,
mientras que los abusos psicológicos abarcan la totalidad del tiempo. Incluso los más
endurecidos están afectados por cada pequeño detalle de estos abusos: un guiño, un
nuevo horario de actividades, un cambio de alimentación, una carta enviada con retraso,
una visita rechazada, una observación sobre el contenido del correo. Detalles que
pueden tener múltiples razones y provocar serias medidas disciplinarias."
Cerca del 40% de los presos interrogados han visto reclusos que recibían tratamiento
psiquiátrico o medicación contra su voluntad. El 32% informaron sobre incidentes
causados por brutalidades verbales e insultos racistas, el deterioro de ła alimentación,
extorsiones de dinero, cacheos "personales" y amenazas de muerte, incluidas las
perpetradas por guardianes de la prisión del condado de Los Ángeles que eran
miembros del Ku Klux Klan.
El 90% de los presos encuestados confirmaron las brutalidades físicas. El 70% de entre
ellos afirmaron sufrirlas a1 menos una vez por mes. El personal de prisiones se sirve de
sus puños, de sus píes, de cachiporras eléctricas, de gases lacrimógenos, de mangas de
incendio, de sus porras eléctricas, de mangos de escoba, de tubos de caucho y de fusiles
que lanzan balas de madera.
Sólo el 10% de los detenidos declararon no haber sido testigos de tales brutalidades. Las
principales motivaciones que empujan al personal de prisiones a cometerlas son sus
prejuicios raciales y políticos.
Los prejuicios políticos son los más frecuentes. Se ensañan contra los presos que luchan
contra las injusticias y que animan y ayudan a los otros reclusos a hacer 10 mismo. Los
jailhouse lawyers ("abogados de prisiones") son el objetivo más frecuente del personal
penitenciario. Los abogados de prisiones ayudan a los otros presos, muchos de ellos
analfabetos, a redactar sus denuncias y sus recursos contra las prisiones y las Cortes.
Como el régimen interno es arbitrario, discriminatorio e incoherente en todas las
prisiones, la mayor parte de los presos tienen constantemente conflictos con la
administración y 1a justicia. A causa de ello, los guardianes y los administradores
mantienen habitualmente una política de aislar a los abogados de prisiones. Finalmente,
el 30% designa-ron como objetivo de la administración penitenciaria a los presos
políticos.
El grupo afectado más usual después de los abogados de prisiones es el constituido por
los afroamericanos. Había frecuentes denuncias de "disciplina selectiva basada en
prejuicios raciales". Se denunciaba 1a naturaleza racista del sistema de justicia criminal
que encarcelaba a un número desproporcionado de personas no blancas con condenas
más largas y más severas (como ocurre, por ejemplo, con la pena de muerte).
Después estaban los presos afectados por problemas mentales. Ubicados en un ambiente
inapropiado y sin tratamiento adecuado, los retrasados mentales plantean problemas a
los guardianes, que, habitualmente, no encuentran más solución que la brutalidad.
Odiados por el personal de prisiones, son alojados a menudo a modo de castigo con los
inestables y los perturbados.
El 3 de mayo de 1995, los periodistas, los fotógrafos, las televisiones, eran convocados
por el gobernador republicano de Alabama para asistir al acontecimiento: el regreso de
los forzados, con grilletes, encadenados de a cinco, para trabajar en las cunetas. Un
espectáculo que no se había visto desde hacía treinta años. El jefe de la administración
penitenciaria del Estado, Ron Jones, explicó que esta medida había sido tomada para
economizar personal de guardia y con el fin de convertir la prisión en algo tan
desagradable que los delincuentes no tuvieran ningún deseo de volver a ellas. "Sin
grilletes ni cadenas, necesito un guardián para vigilar a 28 reclusos. Con las cadenas, es
suficiente con uno para 40." Los presos tienen derecho a un mínimo de treinta días de
este régimen especial: doce horas de trabajo diario encadenados, sin radio, sin
televisión, sin visitas, sin cantina. Florida y Arizona tienen previsto seguir el ejemplo de
Alabama.
Este método de volver las prisiones inhumanas se extiende: el sheriff de Phoenix, en
Arizona, ha instalado a los reclusos en un campamento rudimentario, en pleno desierto,
sin la más mínima comodidad. En otros estados, se retira a los presos las salas de
ejercicio físico y la televisión, se abandonan los programas de reinserción o de
tratamiento para los delincuentes sexuales. Los grupos de defensa de los derechos
humanos denuncian esta tendencia nacional denominándolos castigos crueles e
inhumanos, prohibidos por la Constitución.
La pena de muerte
Entre 1967 y 1977, no hubo ejecuciones en los Estados Unidos, si bien no se dejaron de
producir condenas a muerte durante ese periodo. En 1972, la Corte Suprema declaró
anticonstitucional y nula la ley vigente sobre la pena de muerte, basándose en el hecho
de que la mayor parte de las leyes aplicadas hasta esa fecha constituían un castigo "cruel
e inhabitual", en violación de las 8ª y 14ª enmiendas de la Constitución de los Estados
Unidos. En 1976, una decisión de la Corte Suprema según la cual la pena de muerte era
constitucional si era pronunciada bajo ciertas condiciones, puso fin a una moratoria que
suspendía las ejecuciones durante 10 años. Posteriormente, 38 estados han revisado sus
leyes en esta materia y restablecido 1a pena de muerte. Al día de hoy, 433 presos han
sido ejecutados desde 1976 hasta fines de 1997; de ellos 38 en 1993, 31 en 1994, 56 en
1995, 45 en 1996 y 74 en 1997. Es decir que el ritmo de ejecuciones se acelera. Y esto
va a tono con la opinión pública, que se adhiere a las teorías de la seguridad.
La pena de muerte en los Estados Unidos es racista, como lo es todo el sistema judicial
americano. En su informe sobre 1a misma en los Estados Unidos aparecido en 1987,
Amnistía Internacional constataba que: "Tal parece que los negros reconocidos
culpables del asesinato de blancos son condenados a la pena de muerte más a menudo
que cualquier otra categoría de personas; por el contrario, los blancos son raras veces
condenados a 1a pena capital por haber matado negros". (Un antiguo miembro del Ku
Klux Klan, Henry Francis Hays, que fue ejecutado el 6 de junio de 1997, es el primer
blanco ejecutado por el asesinato de un negro desde 1944.) Se observa que, como para
las otras condenas, la justicia americana establece un orden de gravedad en el que los
delitos considerados como los más graves son aquéllos en que los agresores son negros
y las víctimas blancas, seguido por los de agresores blancos y víctimas blancas, y,
finalmente, los de agresores blancos y víctimas negras. Esto es lo que constata Amnistía
Internacional en su informe: "Resulta notable que en Florida y en Texas, los negros
culpables de asesinato de blancos arriesgaban respectivamente cinco y seis veces más
ser condenados a muerte que los blancos que habían matado a otros blancos. En Florida,
para los negros responsables del asesinato de blancos el riesgo de ser condenados a
muerte era 40 veces mayor que para los que habían matado negros".
La mayoría de los negros que están en el corredor de la muerte están acusados del
asesinato de un blanco. "Ningún blanco ha sido nunca ejecutado por la violación de una
mujer negra mientras que el 54% de los negros que violaron a mujeres blancas entre
1930 y 1967 fueron ejecutados y el 89% de los hombres ejecutados por violación eran
negros." [127]
Añadamos que en los Estados Unidos, generalmente, la pena de muerte golpea muy
particularmente a los pobres, el 60% de los condenados están desempleados en el
momento de su detención; el 65% no tienen especialidad; el 50% no ha terminado el
primer ciclo de estudios; el 90% son demasiado pobres para pagarse un abogado. En
California, durante un periodo de ocho años, el 42% de los obreros convictos de
asesinato en primer grado fueron condenados a muerte, mientras que para los cuellos
blancos, la proporción era del 5%.
Es necesario saber que la pena capital no tiene ningún poder de disuasión: Canadá
abolió la pena de muerte y el porcentaje de asesinatos ha descendido en ese país; en
Florida y en Texas la han restablecido y el porcentaje de asesinatos no ha cesado de
crecer. Cierto número de sicólogos ha expuesto incluso la teoría de que la pena de
muerte en realidad alienta un comportamiento sicopático en el que una persona busca su
propia muerte en una especie de suicidio autoprogramado.
El colmo del horror, es que en caso de error (o error entre comillas), ¡es irreversible! En
noviembre de 1985, 1a Asociación Americana de Derechos Cívicos (ACLU) revelaba
que 25 personas habían sido ejecutadas por error en los Estados Unidos desde
comienzos de siglo por crímenes que no habían cometido o que incluso no habían
existido. Conocemos bien a Sacco y Vanzetti, los Rosenberg o a Willie McGee. ¿Pero
cuántos otros que ignoramos se han encontrado en su caso? No se puede guardar
silencio sobre estas afrentas a los derechos humanoos.
Ejecución de menores
En octubre de 1991, Amnistía Internacional declaraba que los Estados Unidos ejecutaba
más menores que cualquier otro país del mundo, exceptuando a Irak e Irán. Entre 1989
y 1994, únicamente otros cinco países han ejecutado menores que tenían menos de 18
años en el momento de los hechos: Irak, Irán, Nigeria, Pakistán y Arabia Saudita. En el
mismo periodo, ocho menores delincuentes fueron ejecutados en los Estados Unidos,
cinco de ellos en Texas. Esta escandalosa práctica de los Estados Unidos se lleva a cabo
en violación de las normas y tratados internacionales relativos a los derechos humanos.
En efecto, según el artículo 6, apartado 5 del Pacto internacional relativo a los derechos
cívicos y políticos: "Ninguna sentencia de muerte puede ser impuesta por crímenes
cometidos por personas menores de 18 años de edad y no puede ser ejecutada sobre
mujeres embarazadas". Lo mismo que, según el artículo 4, apartado 5 de la Convención
americana sobre derechos humanos: "La pena de muerte no puede ser aplicada a las
personas que, en el momento en que el crimen fue cometido, tenían menos de 18 o más
de 70 años..." El Gobierno americano suscribió estos dos tratados en 1997, pero no los
ha ratificado todavía.
A despecho de estos textos, sólo 9 estados americanos que mantienen la pena de muerte
prohíben su aplicación a personas menores de 18 años. En 17 estados, la legislación
autoriza la condena a muerte a menores de 18 años. Este límite es fijado, ya sea por
textos legislativos relativos a la pena capital, ya por leyes que especifican 1a edad a la
que los menores pueden, al igual que los adultos, ser juzgados por las jurisdicciones
penales. Este límite de edad es de 10 años en Indiana y Vermont, de 12 años en
Montana, de 13 años en Mississippi, de 14 años en Alabama, Idaho, Kentucky,
Missouri, Carolina del Norte y Utah, de 15 años en Arkansas, Louisiana y Virginia, de
16 años en Nevada y de 17 años en Texas, Georgia y Nuevo Hampshire. Otros once
estados no han especificado ningún límite de edad". [128]
Como ocurre con los adultos, la condición racial influye en las condenas a muerte en
numerosos esta-dos. En Texas, ocho menores de los nueve condenados a muerte de que
da constancia Amnistía Internacional en un informe de enero de 1994, eran negros o
hispanos, como lo eran también Curtis Harris y Rubén Cantu, los dos menores
ejecutados en este Estado durante el año 1993.
Como con los negros adultos, estos acusados no están bien representados y son
defendidos, en 1a mayoría de los casos, por abogados de oficio sin experiencia ni
motivación. No hacen valer 1a influencia del ambiente y no mencionan circunstancias
atenuantes, entre las que debiera figurar en primer término justamente su juventud, que
les hace influenciables, tanto para bien como para mal.
En un estudio sobre los jóvenes condenados a la pena capital en los Estados Unidos,
publicado en 1991, Amnistía Internacional constataba que estos últimos provenían, en
su mayor parte, de familias particularmente desfavorecidas. La mayoría de ellos habían
padecido violencias físicas o sexuales graves y tenían una inteligencia inferior a la
media, e incluso sufrían enfermedades mentales o lesiones cerebrales. Finalmente,
muchos de ellos no habían dispuesto de una defensa conveniente durante su proceso.
[129]
"Se ha constatado que, en algunos estados, los meno-res con peticiones de pena de
muerte eran automática-mente juzgados por las jurisdicciones de derecho común en
ausencia de cualquier evaluación individual de la capacidad del acusado para ser
juzgado como un adulto. En otros casos, ocurría que el sistema de justicia de menores
no disponía de establecimientos que pudieran acoger a los condenados a condenas
largas, la que parece, más que 1a madurez del acusado, haber sido la razón principal
para el envío ante una jurisdicción de derecho común". [130]
En los Estados Unidos, un elevado número de presos que sufren trastornos mentales o
retraso mental están bajo el peso de una condena a muerte y otros muchos han sido
ejecutados. Las garantías internacionales, al igual que un informe presentado por la
comisión presidencial en 1991, plantean la eliminación de la pena de muerte para los
acusados con retrasos mentales. La resolución 1989/64 adoptada por el ECOSOC en
mayo de 1988, y concerniente a la aplicación de garantías para la protección de los
derechos de las personas sancionables con la pena capital recomienda "suprimir la pena
de muerte, tanto en el estadio de condena como en el de ejecución, para los retrasados
mentales o para las personas cuyas capacidades mentales sean extremadamente
limitadas". El comité presidencial sobre el retraso mental subraya particularmente la
necesidad de identificar a los acusados con retraso. "Las personas acusadas que sufren
retraso mental y que no están identificadas como tales están en gran desventaja en la
organización de su defensa... Sus derechos corren el riesgo de estar menos protegidos y
puede darse e1 caso de que disposiciones útiles para su causa no sean tenidas en
consideración. Es poco probable que estas personas sean conscientes de su derecho a
guardar silencio o de rechazar responder a las preguntas concernientes a su
culpabilidad." Amnistía Internacional ha reunido informaciones sobre más de 50 presos
que sufrían problemas mentales graves ejecutados en los Estados Unidos desde 1982.
Penitenciaría de Marion
Desde entonces, los presos son encerrados en su celda 23 horas diarias, completamente
aislados de los otros presos, en una celda de 2'40 por 1'80 metros, equipada solamente
con una "cama" de cemento, un lavabo y un espejo de aseo. Comen, duermen y hacen
sus necesidades dentro de esta celda. Padecen brutalidades físicas y sicológicas: palizas,
cacheos anales y otras medidas degradantes. Los presos permanecen a menudo echados,
encadenados a su cama, a veces durante varios días. Las visitas son muy limitadas, lo
mismo que el derecho para recibir cartas o materiales para escribir. La alimentación es
insuficiente, e1 acceso a cuidados médicos mínimo. La penitenciaría es vigilada por
guardianes renombrados por su brutalidad. Los efectos suicidas del aislamiento
sensorial y de algunos de los programas de "modificación del comportamiento" que se
practican son alarmantes. La Unidad de Control de Marion tiene un porcentaje de
suicidios cinco veces superior al nacional.
En 1993, una nueva unidad de control fue abierta en Florence, en Colorado, donde los
pocos contactos humanos de Marion fueron todavía disminuidos. Marion y Florence no
son casos aislados. Las unidades de control se multiplican por todo el país.
California posee una segunda unidad de control, en Folsom Prison, en la que las camas
han sido sustituidas por capas de cemento. En Stateville Prison, en Illinois, los presos
"incontrolables" son aislados en pequeñas celdas sin ventana, con solamente una
pequeña ranura en la puerta para pasar los platos de comida. Otras unidades del mismo
tipo existen en Coxsachie, en el Estado de Nueva York, o en Lebanon, en Ohio, y la
lista se alarga de año en año. Según un estudio realizado en 1990 por la dirección de
Marion, 36 estados han adoptado unidades de control inspiradas en la de Marion.
Los responsables de prisiones vociferan que las unidades de control están destinadas a
presos juzgados demasiado violentos para permanecer en las demás prisiones. Pero un
informe del Congreso de 1983 afirmaba ya entonces que el 80% de los presos de
Marion no justificaban ese nivel de seguridad. En realidad, éstos son enviados a Marion
por otras razones: organizar paros en el trabajo, practicar su religión o entablar
demasiadas actuaciones ante la justicia. Además, muchos prisioneros políticos son
enviados a Marion. El líder del American Indian Movement, Leonard Peltier, y el
miembro del Ejército de Liberación Negro, Sekou Odinga, fueron enviados
directamente del tribunal que los condenó a Marion, lo que desmiente el mito de que los
presos de Marion han sido violentos en otras cárceles. Por otra parte, Ralph Arons,
director de Marion, declaraba en 1975: "El objetivo de la unidad de control de Marion
es dominar los comportamientos revolucionarios en el sistema penitenciario y en 1a
sociedad exterior".
Estos prisioneros políticos sufren condiciones de prisión muy duras. La mayor parte de
ellos están encarcelados en unidades de control destinadas a "someter a los cabecillas".
El subapartado anterior está dedicado a estas siniestras prisiones.
Los prisioneros políticos más conocidos han sido el pastor negro Ben Chavis y los Diez
de Wilmington, Johnny Imani Harris, liberado bajo palabra en 1991, después de una
primera condena a muerte y de doce años de prisión, Terrence Johnson, encarcelado en
1978, a la edad de quince años y liberado en 1994 después de dieciséis años de prisión.
Dhoruba Bin Wahad, condenado en 1973 a perpetuidad y que obtuvo un sobreseimiento
en 1990, tras 17 años de prisión, Elmer Gerónimo Pratt, antiguo dirigente de los
Panteras Negras de California, encarcelado desde 1968 y que fue liberado sin fianza el
10 de junio de 1997, ante la presión de un potente movimiento de solidaridad
internacional. Están todavía entre rejas el líder del American Indian Movement,
Leonard Peltier, en prisión desde 1976, David Rice y Ed Poindexter, los dos de los
Panteras Negras, en prisión desde 1971, y Mumia Abu Jamal, antiguo dirigente de los
Panteras Negras y presidente del sindicato de periodistas negros de Filadelfia,
condenado a muerte en 1982 y todavía hoy en el corredor de la muerte. Todos ellos han
sido víctimas de montajes ideados por el FBI.
Tras pasar veintiséis años en prisión, catorce peticiones de puesta en libertad bajo
palabra rechazadas y cuatro recursos infructuosos, Elmer Gerónimo Pratt ha sido
liberado bajo fianza el 10 de junio de 1997, a la espera de un nuevo juicio que se
pretende sea imparcial. Purgaba una pena de prisión a perpetuidad por un asesinato que
todo el mundo sabe que no cometió.
Mientras estaba en prisión, fue acusado del robo y asesinato de una mujer blanca
cometido el 8 de diciembre de 1968 en Santa Mónica (California). Declarado culpable
el 28 de julio de 1972, fue condenado a reclusión criminal a perpetuidad. Ha
manifestado siempre su inocencia y afirmado que el asunto había sido en su totalidad un
montaje del FBI en el marco de la operación COINTELPRO, y que el día del asesinato
en cuestión, se encontraba a 600 kilómetros del lugar del crimen, en una concentración
de los Panteras Negras en Oakland. Además, el FBI, que le vigilaba permanentemente,
tenía la prueba en sus ficheros. Sin embargo, cuando Gerónimo pidió, en virtud del
Freedom of Information Act, [132] que el FBI entregara este documento, éste se negó a
hacerlo.
Fue declarado culpable por el testimonio del marido de la víctima. Este último admitió
no haber visto al agresor más que una sola vez, cuatro años antes, y ello sólo durante
unos instantes. Sin embargo, identificó a Gerónimo como el asesino, si bien había
descrito a éste, algunas semanas después del asesinato, como un hombre muy grande y
de piel muy negra, mientras que el acusado es más bien pequeño y su piel es parecida a
la de un indio (de ahí su apodo).
Pero el principal testigo de la acusación fue Julius Butler, antiguo miembro del BPP,
que declaró que Gerónimo le había enviado una carta en la que se reconocía culpable
del crimen. Ahora bien, ha sido revelado que Butler era un chivato de FBI, lo que negó
en el momento del juicio. Después de la condena de Gerónimo, fueron reveladas otras
pruebas de las irregularidades cometidas por el FBI en el transcurso del juicio: tres
chivatos fueron introducidos en el equipo encargado de la defensa de Gerónimo y
habían entregado documentos sobre la estrategia y la táctica previstas por ésta, así como
las deposiciones de al menos dos testigos de la defensa. Un testigo ocular del crimen
había identificado a otra persona como posible asesino, y sin embargo este dato no le
fue entregado al abogado de Gerónimo. El FBI y la policía de Los Ángeles habían
trabajado conjuntamente e intercambiado informaciones concernientes a la instrucción,
la detención y el juicio en el asunto Pratt.
Leonard Peltier
Leonard Peltier, indio anishinabe-lakota (sioux), es uno de los líderes del American
Indian Movement (AIM) desde 1970. Purga actualmente su vigesimosegundo año de
prisión por un crimen que no cometió, víctima de la colusión entre el FBI y la justicia
americana para neutralizar al American Indian Movement después de la ocupación de
Wounded Knee, en la reserva Sioux de Pine Ridge, en 1973.
Leonard Peltier
Leonard fue condenado a dos penas de prisión de por vida consecutivas por el presunto
asesinato de dos agentes del FBI en esta misma reserva, en Dakota del Sur. Los cargos
por los que fue encarcelado, así como las "pruebas" que acarrearon su ingreso en prisión
fueron fabricadas de arriba abajo por el FBI, que presentó pruebas falsas, informes
balísticos falsificados, y amenazó e intimidó a testigos con el fin de hacerles firmar
falsedades. Sin embargo, hoy es el día en que ninguna corte está en condiciones de
probar su culpabilidad. Por el contrarío, durante sus recursos y apelaciones, se han
reunido numerosos elementos que prueban la mala conducta del FBI. En un teletipo del
31 de octubre de 1975, los expertos en balística del FBI reportaron que ninguna de las
balas encontradas en el lugar del tiroteo podía corresponder al fusil perteneciente a
Leonard Peltier. Esta prueba fue apartada del dossier y no ha vuelto a aparecer, junto a
otros documentos, más que gracias a la Freedom of Information Act. Además, el FBI
utilizó falsas deposiciones para obtener la extradición de Leonard Peltier de Canadá
hacía los Estados Unidos, lo que constituye una grave violación del derecho
internacional y del tratado de extradición existente entre los dos países. A la luz de
nuevos elementos que prueban la actitud condenable y las tácticas inapropiadas
empleadas por la acusación de Leonard Peltier, el fiscal general Lynn Crooks admitió el
9 de noviembre de 1992, ante la octava Corte de apelación de Saint Paul (Minnesota):
"Nosotros no podemos probar quién mató a estos agentes". Sin embargo, esta misma
Corte rechazó, en 1993, acordar la revisión del proceso que habría permitido demostrar
la inocencia de Peltier y probar las malversaciones del FBI y del Gobierno americano en
este asunto.
Mumia Abu Jamal se crió en Filadelfia. Fue miembro fundador (con 15 años) del
comité de los Panteras Negras de Filadelfia. Es allí donde debutó en su carrera como
periodista. Escribía en el periódico del partido en calidad de delegado de información
del comité local.
El policía Faulkner murió, una hora después del tiroteo, en el hospital universitario
donde Mumia debió sufrir una intervención quirúrgica. En efecto, una bala proveniente
del arma de Faulkner le había alcanzado en el pecho y se había alojado cerca de la
columna vertebral. Reclamando su inocencia, Mumia Abu Jamal fue acusado del
asesinato del policía, a pesar del testimonio de cuatro personas que afirmaron haber
visto a un tercer hombre disparar y huir corriendo. Fue citado ante la justicia en 1982.
El asunto fue confiado al juez Sabo, apodado El rey del corredor de la muerte, que
detentaba el récord de condenas a muerte en los Estados Unidos: 31, de ellas 29
inflingidas a negros. Además era miembro del mismo sindicato de policías que
Faulkner: la Fraternidad de la Policía (FOP), lo que ponía en duda su imparcialidad.
El proceso fue el clásico tratándose de un negro. Mumia Abu Jamal se vio privado de
escoger su abogado y de los medíos financieros necesarios para su defensa. Se le
prohibió asegurar él mismo su defensa. Se le impuso un abogado de oficio conocido por
su incompetencia. Todos los jurados negros, salvo uno, fueron excluidos del jurado. La
lista de irregularidades que salpicó este juicio es larga: soborno e intimidación de
testigos; encubrimiento de pruebas favorables para la defensa; politización a ultranza de
la fase penal del proceso con la utilización de dossiers del FBI relativos a sus
actividades en el seno del partido de los Panteras Negras como pruebas definitivas
"justificando la pena de muerte"; negativa a tener en cuenta en apelación las
revelaciones de testigos arrepentidos de haber tenido en cuenta intimidaciones policiales
durante el juicio de 1982 y que afirmaban haber visto ellos también a otro hombre huir
corriendo del lugar del tiroteo. Por último, el mantenimiento en apelación del juez Sabo,
a pesar de encontrarse entonces jubilado.
Dentro de su celda, desde hace 18 años, Mumia no ha cesado nunca de escribir artículos
ni de militar por la justicia y contra el racismo. [133]
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[109] Andrew Hacker en Two Nations, Charles Scribnerś Son. Macmillan Publishing
Company, Nueva York, 1992.
[120] Center for Research on Criminal Justice, Berkeley, California, The Iron Fist and
the Velvet Glove.
[121] En Parla petite porte, por Ernest 1. Gaines, Liana Levi Editor, 1996.
[130] Greenwald Helene B., "Capital Punishment for Minors: An Height Amendment
Analysis", en Journal of Criminal Law and Cńminology, volumen 74, n°74, 1983.
[133] Sus obras han sido publicadas en castellano por la Editorial Txalaparta.