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Coll y Mallardi

Este documento discute las tensiones y disputas en el espacio socio-ocupacional y la práctica profesional del trabajo social en la búsqueda de la hegemonía. Analiza las dimensiones socio-institucional, subdeterminante popular y ético-política profesional que influyen en los procesos de intervención. También examina las ideas de Antonio Gramsci sobre el estado ampliado y la importancia de la hegemonía y sociedad civil en dar forma a las relaciones de poder en la sociedad. El objetivo es comprender mejor el contexto contradictorio en el que traba
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Coll y Mallardi

Este documento discute las tensiones y disputas en el espacio socio-ocupacional y la práctica profesional del trabajo social en la búsqueda de la hegemonía. Analiza las dimensiones socio-institucional, subdeterminante popular y ético-política profesional que influyen en los procesos de intervención. También examina las ideas de Antonio Gramsci sobre el estado ampliado y la importancia de la hegemonía y sociedad civil en dar forma a las relaciones de poder en la sociedad. El objetivo es comprender mejor el contexto contradictorio en el que traba
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ESPACIO SOCIO-OCUPACIONAL Y PRCTICA PROFESIONAL DEL TRABAJO SOCIAL: TENSIONESY

DISPUTASEN LA BSQUEDA DE LA HEGEMONA


1


Manuel W. Mallardi - Juan Cruz Coll

Introduccin

El profesional del Trabajo Social desarrolla, en la mayora de los casos, sus procesos
de intervencin en el marco de espacios institucionales donde, a partir de sus incumbencias
profesionales, es contratado con determinadas demandas interventivas. Como consecuencia
de esta insercin en el mercado de trabajo, el profesional, por un lado, recibe una
retribucin econmica -el salario- por las actividades desarrolladas, y, por el otro, realiza sus
procesos de intervencin en un espacio profesional donde sus posturas sobre la realidad y el
papel de los sujetos socio-histricos que en ella convergen entra en relacin con las posturas
de otros sujetos, sean profesionales o no, como, por ejemplo, personal jerrquico de la
organizacin, personal administrativo y los propios usuarios de sus servicios.
Este contexto contradictorio exige aproximarnos a la intervencin profesional
superando una visin unidireccional donde el profesional define los objetivos y las acciones a
llevar a cabo, en tanto que, la propia realidad lo demuestra, la intervencin profesional es
sntesis de mltiples determinaciones objetivas y subjetivas.
Teniendo en cuenta estos elementos, se puede afirmar, en principio, que la teleologa
en los procesos de intervencin es la resultante de un proceso contradictorio donde
convergen distintos elementos de la realidad. Tales elementos son agrupados, con claros
fines analticos, en tres dimensiones ontolgicamente vinculadas. En un primer lugar, se
identifica una dimensin socio-institucional para dar cuenta de las tendencias societales que
definen la posicin del Estado frente a la cuestin social, lo cual adquiere visibilidad
mediante las polticas pblicas que se implementan, as como las dinmicas organizacionales,
con sus objetivos y recursos. En segundo lugar, la dimensin subdeterminante popular hace
referencia a la capacidad objetiva y concreta de interpelacin e incidencia de los distintos
sectores de la clase trabajadora a las instancias hegemnicas que intervienen sobre la

1
El presente artculo es resultado de avances de investigacin realizados en el marco del proyecto de
investigacin: Cuestin social, Estado y Sociedad Civil en la sociedad contempornea. Aproximacin a las
principales tendencias y experiencias en la regin centro de la provincia de Buenos Aires, del cual los autores
son integrantes.
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cuestin social. Finalmente, la dimensin tico-poltica profesional introduce la relacin
entre los medios y los fines, y la articulacin entre los valores que fundamentan la
intervencin profesional y los objetivos que la orientan (Cf. Gianna y Mallardi, 2011).
Esta complejidad, marcada por la contradiccin y la presencia de mltiples intereses y
posturas ante una misma situacin, hace necesario que el profesional supere las exigencias
del padrn tcnico-instrumental y pueda hacer frente a las demandas de la vida profesional
con acciones intelectualmente responsables y fecundas, analticas y crticas, es decir, con
capacidad de realizar una accin efectiva y calificada en la realidad social (Forti y Guerra,
2011).
Para ello, plantean las autoras, es imprescindible una comprensin de la realidad
social en el marco de teoras macroscopicas sobre la sociedad, de las relaciones entre los
varios elementos que componen la realidad en la que estamos insertos y en la cual
pretendemos actuar profesionalmente.
La reconstruccin analtica que el profesional realiza de los distintos procesos sociales
incluye la consideracin de las distintas expresiones de la cuestin social sobre las cuales
interviene, como as tambin el anlisis de las polticas sociales que se generan para su
enfrentamiento. Asimismo, entre otros procesos, se hace necesario un anlisis crtico y
competente de las particularidades del espacio socio-ocupacional en donde el profesional
desarrolla sus intervenciones. Este espacio, lejos de ser pensado como algo esttico e
inmutable, exige de un posicionamiento terico-metodolgico que aprehenda como en su
interior, al ser particular de una sociabilidad marcada por la contradiccin y el conflicto,
convergen distintas posturas y posiciones que luchan cotidianamente por alcanzar la
hegemona.
En este marco, el presente texto pretende, a partir de recuperar los principales
aportes del pensador italiano Antonio Gramsci, identificar las mediaciones que permiten
aproximarnos al espacio socio-ocupacional considerando los elementos arriba mencionados.

El Estado en el pensamiento gramsciano
Para problematizar las implicancias socio-histricas que adquiere la hegemona como
categora que refleja ciertas formas de ser de la realidad, es necesario identificar los
procesos sociales que marcaron la necesidad de entablar entre las clases sociales
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fundamentales un tipo de relacin social diferente a la coercin y la represin por parte de
las clases dominantes hacia los distintos sectores de la clase trabajadora.
Inicialmente, es oportuno recordar la sntesis gramsciana para definir su mirada
peculiar acerca del Estado: Estado =sociedad poltica +sociedad civil, o sea, hegemona
acorazada con coaccin (Gramsci, 2011: 291). En esta lnea, el pensador italiano realiza una
crtica a la idea de Estado que
de costumbre es comprendido como sociedad poltica o dictadura, o aparato
coercitivo para conformar la masa del pueblo, de acuerdo al tipo de
produccin y la economa de un momento dado y no una equivalencia entre
la sociedad poltica y la sociedad civil. (Gramsci, 2006: 146)

De este modo, Gramsci enriquece con nuevas determinaciones la teora marxista del
Estado, donde la Sociedad Civil se encuentra compuesta por los distintos organismos
llamados privados y que corresponden a la funcin de hegemona del grupo dominante
(Gramsci, 2003; Coutinho, 1981); Sociedad Civil que puede ser considerada bajo tres
aspectos: 1) como ideologa de la clase dominante; 2) como concepcin del mundo difundida
entre todas las capas sociales; y 3) como direccin ideolgica de la sociedad, que se articula
en tres niveles esenciales: la ideologa propiamente dicha, la estructura ideolgica y el
material ideolgico
2
.
En esta perspectiva, Coutinho (1997), uno de los principales referentes del
pensamiento gramsciano en Amrica Latina, sostiene que si bien la clsica definicin
marxiana de Estado, entendido como el comit ejecutivo de la burguesa se ajustaba al
momento histrico de su elaboracin, donde objetivamente el Estado capitalista se
mostraba como un arma en manos de la burguesa, las caractersticas de los Estados actuales
hacen necesario superar esa definicin que l considera restricta
3
. Reducir el Estado a la
sociedad poltica, implica la identificacin del Estado con el gobierno, en tanto que la
ampliacin de la ciudadana poltica y social, con el consecuente aumento del nmero de

2
Mientras que la estructura ideolgica implica la organizacin material por medio de la cual la clase dirigente
desarrolla y difunde el frente terico e ideolgico, el material ideolgico incluye los distintos instrumentos de
difusin de la ideolgica en el seno de la sociedad (Portelli, 1992: 17-18).
3
Al respecto Siede (2003) sostiene que la postura gramsciana sobre el Estado no se trata de un rechazo a las
formulaciones de Marx, Engels y Lenin, sino de una superacin dialctica, a partir de nuevos factores histricos
vividos por el autor. En igual modo, Thwaites Rey dice que Gramsci tiene ante s una experiencia
histricamente nueva y sobre ella reflexiona a partir de los elementos de la teora marxista y del leninismo,
produciendo nuevos aportes tericos que permiten, adems de comprender la realidad, su actuar sobre ella
creativamente para transformarla (2007, 138). Para ampliar vase Texier, 1975.
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personas que comenzaron a participar en el hacer de la poltica, fue provocando el paso a lo
que siguiendo a Gramsci define como un Estado ampliado, que se encuentra compuesto por
la sociedad poltica ms la Sociedad Civil, o, como la clsica afirmacin dice, la hegemona es
revestida de coercin (Gramsci, 2003)
4
.
Dice Thwaites Rey que
la ampliacin del concepto de Estado y la consiguiente reformulacin del
concepto de hegemona producida por Gramsci es uno de los aportes ms
significativos a la teora del Estado contempornea (Thwites Rey, 2007: 131).

Donde
la relacin entre coercin y consenso, entre direccin intelectual y moral y
dominio, entre hegemona y dominacin, indisolublemente ligadas a las bases
materiales de produccin y reproduccin de la vida social, constituyen los
trminos nodales de la reflexin gramsciana de mayor relevancia para
entender nuestras sociedades (Thwites Rey, 2007: 131-132)
5


De este modo, avanzando en la comprensin de la configuracin socio-histrica del
Estado, el pensador italiano explicita las nuevas formas de dominacin que se desarrollan en
la sociedad capitalista, donde la coercin se torna insuficiente y requiere de distintas
organizaciones y prcticas sociales que, sustentadas en la bsqueda de consenso, tiendan a
invisibilizar los conflictos sociales.
Esta ampliacin del Estado incorpora este fenmeno nuevo situado entre la economa
y el gobierno, entre la sociedad econmica y la sociedad poltica, el cual sin formar parte
del gobierno incide sobre el Estado, ya que en su interior se producen y reproducen
relaciones de poder, as, continua Coutinho
para Gramsci, la sociedad civil se torna un momento del propio Estado, de
un Estado ahora concebido de modo ampliado. () el Estado se torn dice
Gramsci una sntesis contradictoria y dinmica entre la sociedad poltica (o

4
Las diferencias existentes entre las formas de analizar la Sociedad Civil entre Hegel, Marx y Gramsci escapan a
los fines del presente trabajo. Distintas posturas al respecto se encuentran en los trabajos de Texier, 1975,
Portelli, 1992, Bobbio, 1991, Fernndez, 2004, Kebir, 1991.
5
En oposicin a una visin instrumentalista del Estado, segn Thwaites Rey, Gramsci sostiene que la
supremaca de la burguesa en el capitalismo desarrollado no se debe nicamente a la existencia de un aparato
de coercin (Estado en sentido restringido), sino que logra mantener su poder mediante una compleja red de
instituciones y organismos en el seno de la sociedad civil que, adems de organizar/expresar su propia unidad
como clase, organizan el consenso de las clases subalternas para la reproduccin del sistema de dominacin ()
La supremaca, entonces, es algo ms que la mera disposicin de los Aparatos represivos del Estado y se
expresa en formas que exceden los lmites del Estado en sentido restringido, para abarcar al conjunto de la
sociedad civil (2007: 140).
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5
Estado strictu senso, o Estado-coercin o, simplemente gobierno) y la
sociedad civil. (Coutinho, 1997: 163)
6


De este modo se pasa de pensar al Estado como un arma propia de la burguesa a
considerarlo como un espacio de negociacin, de bsqueda de consensos entre los distintos
actores sociales existentes tendiendo a la obtencin y manutencin de la hegemona. En esta
misma lnea de Souza Filho (2001) sostiene que en Gramsci
el Estado es todo el complejo de actividades prcticas y tericas con las
cuales la clase dominante no solamente justifica y mantiene su dominio, sino
que procura conquistar el consentimiento activo de aquellos sobre los cuales
ejerce su dominacin (Gramsci, apud Carnoy, 1990). En esta concepcin de
Estado est implcita la nocin de que l est formado por aparatos privados
de hegemona (iglesias, escuelas, sindicatos, organizaciones privadas) y por
los aparatos represivos del Estado (constituido por las burocracias ejecutiva,
judicial y policial militar) (Souza Filho, 2001: 98).

Considerando que los denominados aparatos privados de hegemona componen lo
que l nombra como Sociedad Civil, sta es visualizada como una dimensin del Estado
ampliado, con relativa autonoma de la sociedad poltica aunque no se desvincula ni del
Estado ni del mercado, en tanto su base material es distinta, y, adems, se encuentra
caracterizada por la lucha por la hegemona (De Souza Filho, 2001)
7
.
Sostiene Coutinho al respecto:
surge ahora una sociedad que se asocia, que hace poltica, que multiplica los
polos de representacin y organizacin de los intereses, frecuentemente
contrarios a aquellos representados en y por el Estado. Se configura as una
ampliacin efectiva de la ciudadana poltica, conquistada de abajo hacia
arriba. Fue precisamente ese nuevo espacio pblico que Gramsci llamo de
sociedad civil (Coutinho, 1997: 162).
8



6
En otro trabajo el autor sostiene que es importante advertir que el Estado contina siendo capitalista por
ms ampliado que sea y por ms que represente intereses plurales, siempre y cuando (basado en sus criterios
de selectividad) acte guiado por la intencionalidad de mantener una esfera econmica privada, fuera del
alcance de la esfera poltica (Coutinho, 1999).
7
Aclarando este punto el autor sostiene que segn Gramsci, en las sociedades capitalistas avanzadas, la
sociedad civil se presenta con autonoma relativa, tanto funcional como material, en relacin con la sociedad
poltica (Estado-coercin, o Estado en sentido restricto). Por eso en una sociedad occidentalizada, donde la
sociedad civil y la sociedad poltica estn en equilibrio de fuerzas, el poder es ejercido a travs de la coercin y
del consenso. (De Souza Filho, 2001: 100). Para ampliar este punto vase Coutinho, 1981.
8
A partir de la intensificacin de los espacios de participacin y de los procesos de socializacin, Gramsci
visualiza que es precisamente mediante la sociedad civil que las clases dominantes logran consolidar su poder,
como lugar donde se difunde su visin del mundo (Thwites Rey, 2007: 144).
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6
Es importante mencionar que esta articulacin socio-histrica entre hegemona y
coercin, no significa el desplazamiento definitivo de la segunda de la arena poltica y social,
sino que el Estado se configura de tal modo que su utilizacin aparece y se muestra necesaria
cuando los mecanismos de consenso se encuentran amenazados y, por ende, los sectores
dominantes ven amenazada su hegemona.
La historia de la lucha de clases es un elemento fundamental para comprender esta
tensin, donde las reivindicaciones de los distintos sectores de la clase trabajadora fueron
instalando y consolidando esta nueva forma de Estado, ampliando la ciudadana, en sus
distintas dimensiones. Lucha de clases que evidencia conquistas, pero tambin derrotas,
donde la represin y el asesinato de miembros de la clase trabajadora evidencia la
continuidad, necesaria para el orden capitalista, de mecanismos institucionalizados de
coercin.

Relaciones sociales, dominacin y hegemona
Esta nueva realidad socio-histrica implica la transformacin de los mecanismos de
dominacin en la sociedad capitalista, pues la clase dominante debe, a partir de las
estrategias de consenso disponibles, constituirse en clase dirigente. Se trata de un proceso
donde los intereses de la clase dominante pasan a ser compartidos por la mayora de la
poblacin. Sin ser unilateral, implica un complejo proceso donde los intereses y
reivindicaciones de los sectores dominados son incorporados a la agenda aceptada por la
clase dirigente.
Para Gramsci la categora hegemona remite a la capacidad de direccin intelectual y
moral que conquista una clase fundamental en lo econmico, para convertirse de ese modo
en clase dominante y tambin dirigente. Dice Campione al respecto, la hegemona est
concebida como la construccin que permite el paso a una esfera de direccin intelectual y
moral, hasta el punto de que la clase pase del particularismo al universalismo y dirija as a
otros grupos sociales (2007: 74). En la misma lnea, Coutinho (2013) agrega que
la hegemona est ligada a la formacin de lo que Gramsci llama voluntad
colectiva nacional-popular, voluntad que, segn l, trasciende los lmites de
la simple conciencia de clase. Esa voluntad apunta en sentido de la formacin
de un bloque histrico (la expresin es de Gramsci), donde mltiples
intereses son articulados. Permanece as, en la formacin de esa nueva
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hegemona, una multiplicidad de intereses, y eso es lo que constituye el
bloque histrico. Gramsci ciertamente concede a la clase obrera un papel
central en el nuevo bloque histrico, ya que, para l, la clase trabajadora, en el
modo de produccin capitalista, tiene un papel dominante. Pero cuando habla
del bloque histrico, de la hegemona, Gramsci, est pensando en la
construccin de esa voluntad colectiva nacional-popular.

Se trata, entonces, de una forma particular de dominacin de un sector sobre otro,
donde la clase dirigente construye una visin del mundo que incorpora elementos pre-
existentes en los sectores dirigidos. Mediante este proceso, el sector dominante logra
plantear sus intereses como los intereses de la totalidad de la poblacin, tendencia que es
reforzada, como se dijo, a partir de su capacidad de articular intereses.
9
El propio autor
italiano afirma que
El estado es concebido como organismo propio de un grupo, destinado a
crear las condiciones favorables para la mxima expansin del mismo grupo;
pero este desarrollo y esta expansin son concebidos y presentados como la
fuerza motriz de una expansin universal, de un desarrollo de todas las
energas "nacionales". El grupo dominante es coordinado concretamente con
los intereses generales de los grupos subordinados y la vida estatal es
concebida como una formacin y una superacin continua de equilibrios
inestables (en el mbito de la ley), entre los intereses del grupo fundamental y
los de los grupos subordinados; equilibrios en donde los intereses del grupo
dominante prevalecen pero hasta cierto punto, o sea, hasta el punto en que
chocan con el mezquino inters econmico-corporativo. (Gramsci, 2011b: 58)

A partir del final de esta cita, es interesante recordar que el propio pensador italiano,
al abordar la discusin de la hegemona avanza en la identificacin de las bases materiales de
la misma, pues, si bien es cierto que es una categora que remite a las relaciones sociales, a la
construccin de una voluntad colectiva y el consenso supraclasista, tiene un limite histrico
en su desarrollo: el inters econmico del capital. Dice Gramsci al respecto que
la hegemona presupone indudablemente que se tienen en cuenta los
intereses y las tendencias de los grupos sobre los cuales se ejerce la

9
Queda en evidencia que la burguesa logra asentarse como clase dirigente, y no slo dominante, en la
medida en que sus intereses logran expresarse materialmente como los intereses de la sociedad concebida
como un todo. Porque si la sociedad capitalista se basa en el efecto fetichizador de la mercanca, que oculta el
lugar del productor bajo la fachada del ciudadano-consumidor, la plenitud de sus efectos consensuales podr
desplegarse en la medida en que la dimensin del consenso pueda traducirse en una experiencia constable
para las clases subalternas, en los trminos que coloca la sociedad en cada contexto histrico (Thwites Rey,
2007: 150).
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hegemona, que se forma cierto equilibrio de compromiso, es decir que el
grupo dirigente har sacrificios de orden econmico-corporativo, pero es
tambin indudable que tales sacrificios y tal compromiso no pueden concernir
a lo esencial, ya que si la hegemona es tico-poltica no puede dejar de ser
tambin econmica, no puede menos que estar basada en la funcin decisiva
que el grupo dirigente ejerce en el ncleo rector de la actividad econmica
(Gramsci, 2011b: 40-41)
10


Entonces, sobre la base y el lmite de los intereses econmicos, una clase social para
tornarse hegemnica debe tener la capacidad de ceder sus intereses particulares, incorporar
reclamos y posiciones de los sectores subordinados y, de este modo, plantear la existencia
de una visin del mundo universal, con capacidad para hacer sentir como parte de la misma
a cada uno de los sectores particulares que componen la sociedad
11
. En este proceso de
tornarse hegemnica, la clase social dirigente, adems de desarrollar una visin del mundo
supraclasista, debe tener la capacidad de realizar concesiones materiales, con el fin de que
los sectores dominados sean parte objetiva del desarrollo de la sociedad. En trminos
concretos, la hegemona se materializa a partir de aparatos hegemnicos constituidos por
instituciones de la sociedad civil que en su interior reflejan el despliegue de la lucha de clases
(Portantiero, 1999).
Un ejemplo histrico de este proceso est dado por la conformacin de la ciudadana
y las polticas pblicas generadas por el Estado para atender a las necesidades de los
distintos sectores de la clase trabajadora.
Desde esta perspectiva, la ciudadana se constituye en el resultado momentneo de
los procesos sociales conflictivos que caracterizan a la sociedad capitalista, siendo la
capacidad conquistada de apropiarse de los bienes socialmente creados (Coutinho, 1997).
As, los aspectos civiles, polticos y sociales que componen la ciudadana moderna deben ser
pensados tanto como concesiones del Estado democrtico como conquistas de las clases

10
Al respecto, Campione aclara que la hegemona es as el predominio en el campo intelectual y moral,
diferente del dominio en el que se encarna el momento de la coercin. Pero esa direccin tiene races en la
base, componentes materiales junto a los espirituales: no hay hegemona sin base estructural, la clase
hegemnica debe ser una clase principal de la estructura de la sociedad, que pueda aparecer como la clase
progresiva, que realiza los intereses de toda la sociedad (Campione, 2011: 75).
11
Es necesario tener en cuenta que la posibilidad de difusin de ciertos valores est determinada por las
relaciones de compromiso que la clase dominante efecta con otras fuerzas sociales, expresadas en el Estado,
que aparece como el lugar privilegiado donde se establecen las pujas y se materializan las correlaciones de
fuerzas cambiantes en equilibrio, por definicin inestables, entre los grupos fundamentales antagnicos.
(Thwites Rey, 2007: 146).
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9
trabajadoras (Coutinho, 1997; Pastorini, 1999; Vieira, 1998 y 1999).
12
De este modo, la
ciudadana implica una conjuncin de derechos obtenidos a partir de la correlacin de
fuerzas existentes, los cuales componen el llamado Estado de derecho democrtico, el cual
involucra, por un lado, el voto popular como forma de acceder al poder, mientras que por el
otro exige el control social de la administracin pblica (Vieira, 1998: 12).
13

En esta perspectiva, Vieira considera que
no ha existido poltica social desvinculada de los reclamos populares. En
general, el Estado acaba asumiendo algunas de estas reivindicaciones en el
transcurso de su existencia histrica. Los derechos sociales significan, en
primer lugar, la consagracin jurdica de reivindicaciones de los trabajadores.
No significan la consagracin de todas las reivindicaciones populares, sino de
aquello que es aceptable para el grupo dirigente del momento. Levantar las
banderas de la clase obrera, incluso cuando eso configure mejoras en las
condiciones humanas, muestra tambin la necesidad de mantener la
dominacin poltica. (1999: 34)
14


A partir de distintos mecanismos objetivos y subjetivos la clase dirigente, entonces,
plantea la particularidad de su visin del mundo como la visin del mundo de la totalidad de
la poblacin, pero, como se ha adelantado, desde la perspectiva de los sectores dominados,
dirigidos, esa visin del mundo que se plantea como universal no es totalmente falsa, pues,
esa voluntad colectiva en su conformacin incorpor sus puntos de vista. Al respecto,
Thwites Rey afirma que para que la clase dominante pueda
presentar al Estado como organismo del pueblo en su totalidad, es preciso
que esta representacin no sea enteramente falsa. Es preciso que el Estado
tome a su cargo algunos de los intereses de los grupos dominados. La clase

12
Ciertamente, Coutinho sostiene que los derechos tienen siempre su primera expresin sobre la forma de
expectativas de derecho, o sea, de demandas que son formuladas, en un momento histrico determinado, por
clases o grupos sociales. (1997: 148).
13
Analizando el proceso de democratizacin del Estado capitalista, Boron sostiene que su progresiva
democratizacin fue resultado de un largo y violento proceso de extensin de los derechos civiles, polticos y
sociales, que asegur las libertades requeridas para el ejercicio pacfico de la competencia poltica. Debe
subrayarse, no obstante, que esa apertura no fue una benvola concesin desde arriba sino el remate de la
movilizacin poltica de las clases subalternas que, con su protesta y sus reivindicaciones, sus partidos y
sindicatos, forzaron la democratizacin del estado liberal (Boron, 2003: 94).
14
Analizando este mismo proceso Iamamoto dice que los conflictos sociales no son negados, pero lo que es
expresin de la lucha de clases se transforma en problema social, materia prima de la asistencia (1997: 134-
135). Esto permite, segn Eduardo Vasconcelos, entender a las polticas sociales como estrategias de
hegemona, ya que en el campo de la prctica de las polticas sociales, la lucha ideolgica cumple un papel
importante, pues los grupos dominantes buscan convencer al conjunto de la sociedad civil que la concretizacin
de aquellas interpelaciones democrticas que vehiculizan estarn, o estn, siendo realizadas a travs de los
programas y polticas concretos que vienen ofreciendo. (Vasconcelos, E.: 1999: 80).
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10
dominante necesita, para hacer valer sus intereses, como deca Marx,
presentar al Estado ante la sociedad como representante del conjunto del
pueblo (Thwites Rey, 2007: 147).

Ahora bien, comprendiendo las particularidades que adquiere la hegemona en el
proceso de dominacin en las sociedades contemporneas, tanto en sus dimensiones
subjetivas como objetivas, se hace necesario mencionar algunos elementos fundamentales
que den cuenta de la contradiccin de los procesos sociales, lo cual repercute en la
posibilidad de conformacin de una fuerza contra-hegemnica a la clase dominante y
dirigente.
A partir de la identificacin de una sociedad civil fortalecida en las sociedades
occidentales, donde la dominacin se da a partir de la articulacin de estrategias de coercin
y consenso, Gramsci problematiza la estrategia poltica revolucionaria en Occidente. Al
respecto, frente a la propuesta de guerra de movimiento desarrollada en los pases
orientales donde la dominacin se basaba casi exclusivamente en la coercin, en las
sociedades occidentales se hace necesaria una estrategia que tienda a generar una lucha
contra-hegemnica. Dice Gramsci acerca de las diferentes situaciones histricas en Oriente y
en Occidente:
En Oriente el Estado era todo, la sociedad civil era primitiva y gelatinosa; en
Occidente, entre el Estado y sociedad civil exista una justa relacin y bajo el
temblor del Estado se evidenciaba una robusta estructura de la sociedad civil.
El Estado slo era una trinchera avanzada, detrs de la cual exista una robusta
cadena de fortalezas y casamatas (Gramsci, 2011: 83).

Por ello, agrega que
Se trata por consiguiente de estudiar con "profundidad" cules son los
elementos de la sociedad civil que corresponden a los sistemas de defensa en
la guerra de posicin (Gramsci, 2011: 91)

Entonces, frente a la guerra de movimiento que enfrente al Estado-coercin, aclara
Coutinho,
en Occidente, al contrario, las batallas deben emprenderse inicialmente en
el mbito de la sociedad civil, tendiendo a la conquista de posiciones y de
espacios (guerra de posicin), de la direccin poltica-ideolgica y del
consenso de los sectores mayoritarios de la poblacin, como condicin para el
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11
acceso al poder del Estado y su posterior conservacin (Coutinho, 1986:
130)
15
.

En este marco se hace posible que frente al papel hegemnico que cumple el Estado,
las clases subalternas puedan gestar una lucha contrahegemnica, de impulsar la
construccin de una nueva hegemona, mediante una profunda lucha ideolgica para lograr
la hegemona donde el proletariado logre la direccin del conjunto de las clases subalternas
(Thwites Rey, 2007). Agrega Campione (2007) que esta posibilidad socio-histrica indica la
necesidad de involucrar al conjunto de la sociedad y no a una minora, y en cuyo proceso el
poder sea comprendido como una compleja trama de relaciones sociales a modificar
radicalmente y no como un conjunto de instituciones a tomar. Thwites Rey plantea de la
siguiente forma las posibilidades de la lucha contrehegemonica,
frente al papel hegemnico que cumple el Estado se encuentra, en una
relacin dialctica, la posibilidad para las clases subalternas de gestar una
lucha contrahegemnica, de impulsar la construccin de una nueva
hegemona que transforme la relacin existente entre la estructura y
superestructura en el bloque histrico dominante y conforme un nuevo
bloque (Thwites Rey, 2007: 156).

Segn la autora, frente a esta posibilidad, Gramsci propone
...plantearse una profunda lucha ideolgica para lograr la hegemona, que
implica una profunda reforma intelectual y moral de la sociedad y la
construccin de una voluntad nacional-popular, en un sentido que,
reiteramos, va ms all de la mera alianza poltica de clases preconstituidas.
Por eso es fundamental que el proletariado logre la direccin del conjunto de
las clases subalternas para, a partir de amalgamar en una visin integral y
comn los elementos que definen a cada segmento de las clases subalternas,
proyectar su hegemona al conjunto de la sociedad (Thwites Rey, 2007: 159).


15
Ms adelante el pensador brasileo afirma que la clave de la guerra de posicin, de la estrategia adecuada
a los pases occidentales o que se occidentalizan, reside precisamente en la lucha por la conquista de la
hegemona, de la direccin poltica o del consenso (Coutinho, 1986: 132). En otro fragmento agrega que El
criterio central para la decisin de la crisis [de hegemona] es la iniciativa de los sujetos polticos colectivos, la
capacidad de hacer poltica de envolver a grandes masas en la solucin de sus propios problemas, de luchar
cotidianamente por la conquista de espacios y posiciones, sin perder de vista el objetivo final de promover
transformaciones de estructura que pongan fin a la formacin econmico-social capitalista (Coutinho, 1986:
137). En igual lnea, Portantiero afirma que las instituciones de la sociedad civil son el escenario de la lucha
poltica de clases, el campo en el que las masas deben desarrollar la estrategia de la guerra de posiciones
(Portantiero, 1999: 131)
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Estructura y transmisin ideolgica: espacio y significado de la profesin como intelectual
orgnico en la tensin hegemona-contrahegemona

La relacin entre la teora social y el Trabajo Social presenta una historia de
encuentros y desencuentros. En el marco de estas tensiones, subyace a los planteos aqu
realizados la fundamental necesidad del Trabajo Social de mantener un dilogo permanente
con las distintas perspectivas de la teora social. Sin embargo, este dilogo no debe implicar
la idea de la instrumentalizacin de la teora social en los procesos de intervencin.
Estas reflexiones se sustentan en la postura que sostiene que la teora debe permitir a
los profesionales del Trabajo Social fundar solidamente las posturas que elabora sobre los
distintos aspectos que caracterizan a los procesos de intervencin. De este modo, los
planteos anteriormente sintetizados nos permiten aproximarnos a las relaciones sociales
contemporneas considerando la complejidad que las caracteriza, visualizando la
contradiccin y las posibilidades de disputa en trminos societales.
Estas discusiones nos deben permitir, adems, problematizar la participacin del
Trabajo Social en la sociedad contempornea, en tanto intelectual tensionado por los
procesos de hegemona y contrahegemona. Desde esta concepcin el Trabajo Social que se
conciba desde una concepcin gramsciana deber participar de la lucha ideolgica
aportando en difundir una visin del mundo opuesta al sentido comn dominante en la
sociedad burguesa. (Thwites Rey, 2007: 160).
Estos soportes conceptuales que nos aporta la teora gramsciana, especialmente la
configuracin del ejercicio del poder en la sociedad capitalista, nos permite pensar en la
reconstruccin de la profesin desde una perspectiva de ruptura. Autores como Iamamoto y
Faleiros
16
propondrn pensar al Trabajo Social desde la ptica de las relaciones de clases
(1997), o desde paradigma de la correlacin de fuerzas (1986) respectivamente, expresiones

16
Como seala Altineia Maria Neves (2010): Las expresiones de pensamiento gramsciano entre
investigadores Servicio Social de Brasil tienen como punto de partida las reflexiones de Faleiros pues es una
autor, cuyo libro publicado en Brasil en 1972 bajo el ttulo Metodologa e ideologa trabajo social, trae las
primeras referencias de las categoras de Gramsci. Simionatto llama la atencin sobre las reflexiones del autor,
se asentaron en gran parte en el pensamiento Gramsciano y la tradicin marxista, extrapolando, por lo tanto,
lel simple analisis acadmico, al anlisis de la prctica profesional efectiva en el contexto de la sociedad
capitalista. Segn Simionatto (2001): Dentro de las producciones uno de dos hitos principales de servicio
social en este perodo son, sin duda, el mtodo de Belo Horizonte y el libro Crisis y legitimidad en Trabajo
Social de Marilda Iamamoto.
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13
de la incorporacin de tal perspectiva terica en el campo del Trabajo Social. Como seala
Barroco, ubicando en este periodo la madurez terico-poltica de la profesin, desde la
segunda mitad de la dcada del 70:
La madurez profesional se objetiva a travs de la superacin del marxismo
vulgar. Tal superacin implic la retomada de las fuentes del pensamiento de
Marx, cuya expresin mas significativa es la obra de Iamamoto (1982), quien
apoyndose en Gramsci analiza crticamente la funcin poltica del Servicio
Social ().(191) La influencia de Gramsci que aparece en varias producciones
de los aos 80, permite una reinterpretacin de las posibilidades de ruptura.
() (Barroco, 2003: 192 Resaltado nuestro)

Desde estas concepciones se propone superar los condicionamientos de la prctica
profesional en el mbito institucional al considerar las dimensiones poltico-ideolgicas en el
proceso de reproduccin de las relaciones sociales.
En este marco donde el ejercicio del poder es fundado en un desarrollo complejo de
las superestructuras, mediante una compleja red de instituciones y organismos que, adems
de organizar/expresar su propia unidad como clase organizan el consenso en las clases
subalternas para la reproduccin del sistema de dominacin, el Trabajo Social aparece como
profesin estrechamente ligada a esta red. En trminos de Gramsci este entramado de
instituciones y organismos constituye la estructura ideolgica de la sociedad, caracterizada
por ser la organizacin material por medio de la cual la clase dirigente desarrolla y difunde
el frente terico e ideolgico (Portelli, 1992: 17, 18). Se trata de todas las organizaciones
que son portadores materiales de la sociedad civil y buscan influir directa o indirectamente
sobre la opinin pblica (Coutinho, 1981).
Como parte de esta estructura ideolgica se ubican las instituciones prestadoras de
servicios sociales que intervienen sobre distintas expresiones de la cuestin social, siendo
parte constitutiva de las estrategias de hegemona, como una de las formas concretas del
Estado ampliado, actuando como mecanismos de transmisin ideolgica
17
. Como seala
Faleiros

17
Como plantea Thwites Rey Gramsci pretende advertir que el fenmeno de la dominacin en las sociedad
capitalistas modernas es un proceso complejo en el que, adems de los aparatos de coercin, que representan
una especie de lmite ltimo que garantiza la permanencia del orden burgus, interviene toda una serie de
mecanismos de transmisin ideolgica tendientes a lograr un consenso que le otorga bases ms slidas a la
dominacin (Thwites Rey, 2007: 177).
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14
las instituciones son organizaciones especficas de poltica social, como
mediaciones de las clases dominantes para organizar el consenso social,
mecanismos reguladores de las crisis del desarrollo capitalista, las cuales: ()
se presentan con una apariencia humanista para convencer, moldear y educar
la inteligencia y voluntad de las clases dominadas; colocan al cliente en una
posicin pasiva, convirtindose en patrulla ideolgica de su vida personal y
social; se estructuran en funcin de categoras especiales de clientela a partir
del problema que representan para las clases dominantes en un momento
dado-, escondiendo su carcter de clase. (Faleiros, 1986: 9)

Estos mecanismos de transmisin ideolgica operan a travs de los intelectuales
orgnicos propios de la clase dominante, quienes se constituyen en organizadores de la
hegemona (Portantiero, 1994). Como seala Gramsci:
Cada grupo social, naciendo en el terreno propio de una funcin esencial en
el mundo de la produccin econmica, crea con l orgnicamente, una o
varias capas de intelectuales que le dan su homogeneidad y la conciencia de
su propia funcin no solamente en el terreno econmico, sino igualmente en
el terreno social y poltico. (Gramsci, 1970: 338).

Tales instituciones constituyen el espacio socio-ocupacional y profesional del
Trabajo Social, emergente de la divisin social del trabajo propia del capitalismo en su etapa
industrial, en tanto que la profesin se consolida histricamente como una profesin
estrechamente ligada al aparato institucional, donde su prctica es condicionada por las
directrices de las polticas sociales y asistenciales implementadas por tales instituciones
(Iamamoto y Carvalho, 1979).
All el Trabajo Social emerge como un agente clave, dentro del conjunto de
profesionales especialmente calificados que el desarrollo de las fuerzas productivas y las
relaciones sociales pasan a exigir. A travs de este profesional el Estado despliega dicha
funcin de transmisin ideolgica.. Segn Faleiros
El Trabajo Social latinoamericano se vio en forma exclusiva vinculado
orgnicamente a la hegemona burguesa, el cual se caracteriza por una
practica ideolgica, la cual se sita en los aparatos ampliados del Estado, en
los que se articulan prcticas complejas (Faleiros, 1970: 32 Resaltado
nuestro)

En el marco de los elementos constitutivos de la dimensin socio-institucional, la
practica profesional del Trabajo Social asume un carcter eminentemente intelectual en la
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15
mediacin entre los servicios y los sujetos usuarios/destinatarios de los mismos. Como
plantea Iamamoto
actuando en organizaciones publicas y privadas de los cuadros dominantes
de la sociedad, cuyo campo es la prestacin de servicios sociales, el Asistente
Social ejerce una accin eminentemente educativa, organizativa de la clase
trabajadora. Su objetivo es transformar la manera de ver, de actuar, de
comportarse y de sentir de los individuos en su insercin en la sociedad
(Iamamoto, 1997: 143).

El Trabajador social surge entonces como un profesional de la coercin y el consenso
(Iamamoto, 1997), es decir con la funcin estricta de regular la tensin y amortiguar la
demanda de los sectores subalternos y as entonces es convocado por su funcin
disciplinadota antes que por su carcter profesional especializado. Como articulador del
consenso social, logra integrar la cultura popular a la visin del mundo dominante aportando
al objetivo de hacer del inters de la clase dominante, el inters de toda la poblacin.
En este sentido, se entiende al Trabajo Social como profesin surgida para
constituirse en intelectual orgnico de la clase dominante
18
, aunque en su dimensin
dialctica, como sntesis de la correlacin de fuerzas tambin es expresin del nivel de
desarrollo de las clases subalternas, lo que trasciende la pura determinacin y marca la
dinmica dialctica que constituye a la profesin:
El trabajador social tiene, entonces, como funcionario de una institucin,
condicionantes objetivos a su accin. Sin embargo, es necesario concluir que
esa determinacin siendo objetiva y real no es absoluta. Las instituciones no
son un bloque monoplico y tambin ellas de la misma forma que expresan
los intereses de la clase dominante, necesariamente reflejan los intereses de
los grupos dominados. La respuesta institucional a las necesidades de los
trabajadores depende directamente de la dinmica real de lucha de los dos
grupos y del poder de negociacin y de presin que la clase trabajadora pueda
tener en determinadas coyunturas. (Iamamoto y Carvalho, 1979: 2)

Este margen, autonoma relativa (Iamamamoto, 1997, Aquin, 2009) que se configura
en el espacio profesional y en la profesin misma vuelve una necesidad del colectivo
profesional que aspira traducir su practica a favor de los intereses de las clases subalternas el

18
Su demanda proveniente de canales oficiales, esta relacionada desde sus orgenes a las tensiones y cambios
significativos en las oposiciones de clases configuradas en la cuestin social. Esta estrictamente vinculada a la
necesidad de preservacin del orden, de la estabilidad de la sociedad civil, como soporte de la ampliacin de la
productividad del trabajo requerida por el proceso de acumulacin. (Iamamoto, 1997: 146)
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16
dilogo y articulacin con la Teora Social crtica, al mismo tiempo que se entiende como
una condicin para contraponerse a los condicionamientos del espacio institucional que
prefiguran un tipo de practica reproductora de lo instituido. Al respecto se afirma que
el actual escenario de conflictividad implica necesariamente plantearse una
serie de cuestionamientos tico polticos respecto de la condicin de
intelectual orgnico que ocupa el/la trabajador/a social, en su permanente
relacin con los sujetos de la accin y con las estructuras tecno-burocrticas
del Estado. (Arriaguiada, 2012: 1)
Estas construcciones tericas constituyen para el Trabajo Social un soporte clave para
la aprehensin de la dimensin contradictoria en la profesin (Barroco, 2004) y superacin
del fatalismo y mesianismo como tendencias presentes en su historia. Si la construccin de
poder por parte de las clases subalternas, la construccin contrahegemnica implica una
profunda lucha ideolgica, la creacin de una voluntad colectiva que logre articular al
conjunto de las clases subalternas, la dimensin intelectual de la practica profesional cobra
una relevancia central como variable estratgica al asumir conscientemente la dimensin
poltica de su practica, en el espacio estratgico de mediacin entre las demandas de los
sujetos populares y el rol conservador que impone el peso institucional. Esta situacin
genera al Trabajo Social el desafo
en cuanto a su nivel de involucramiento y compromiso en tanto intelectual
orgnico, es decir, por un lado la capacidad de asumir una lectura crtica del
actual escenario de conflictividad, y por otro de levantar un arsenal de nuevos
conocimientos desde y para el Trabajo Social pero tambin que ofrezca
elementos para la reflexin y accin de los diferentes actores involucrados en
esta posible nueva realidad en construccin. (Arriaguiada, 2012: 8)
Entonces, entendiendo al Estado como un espacio de lucha, y al trabajador social
como agente clave en la funcin de transmisin ideolgica, se habilita la posibilidad de
criticar el mandato hegemnico que pesa sobre la profesin y asumir el rol profesional-
institucional como posibilidad de fortalecimiento de los sectores populares, o, como
denominamos anteriormente, de la dimensin subdeterminante popular
19
.

19
En cuanto a la nocin lo popular Iamamoto (1997) seala: en esa formulacin tienden a ser
homogeneizados en una identidad ideal en torno a un proyecto social alternativo de cuo socialista
revolucionario, dejando en un segundo plano la heterogeneidad del campo popular. (209-210). Al respecto,
Mazzeo y Stratta (2007) sealan: Lejos de toda idealizacin romntica hay que reconocer que lo popular es un
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17
En el marco de la contradicciones que se generan a partir de la coexistencia de las
dimensiones que determinan el ejercicio profesional, aportar al fortalecimiento de la
dimensin subdeterminante popular implica, entre otras cuestiones, por un lado, reconocer
al sujeto usuario, como parte de colectivos ms amplios (que en ltima instancia se
traducen en trminos de clase), y, por otro lado, considerar el potencial impacto de la
prctica profesional en el fortalecimiento y la articulacin contrahegemnica orgnica a los
intereses de tales sectores.
Aqu se presenta entonces como fundamental la reconstruccin de la profesin
desde la ptica de las relaciones de clases (Iamamoto, 1997), habilitando visualizar los nexos
y mediaciones del espacio y la prctica profesional-institucional concretas con la dinmica de
la correlacin de fuerzas general. Desde esta perspectiva,
Los personajes involucrados en la prctica profesional, frente a los cuales el
Asistente Social ejerce una funcin mediadora, son encarados mas all de
meras individualidades. Los personajes sociales que entran en juego en la
relacin profesional son considerados simultneamente, en cuanto seres
sociales y particulares, y en cuyo modo de ser, de actuar y de ver el mundo
estn contenidas las determinaciones sociales derivadas de la posicin que
ocupan en el proceso de produccin y en el juego de poder (Iamamoto, 1997
: 90)

En el mismo sentido nos parecen centrales los planteos de Faleiros (2003) en torno al
paradigma de la correlacin de fuerzas como categora conceptual fecunda en el desafo de
construccin de la practica profesional critica dentro del escenario institucional,
apoyndonos en las estrategias de las clases subalternas, de ampliacin de su espacio en el
escenario social, fortalecindolas para la constitucin de formas de poder y direccin de
clase. Afirma el autor que
as, en la construccin del espacio profesional es preciso considerar en las
relaciones de poder y saber particulares, las situaciones sociales complejas en
la relacin de los diferentes actores sociales involucrados en una cuestin. De
esta manera, se abre la posibilidad de que el servicio social trabaje al mismo

campo heterogneo y contradictorio. Est habitado por las predisposiciones que contribuyen con la
reproduccin del sistema de dominacin como tambin por aquellas que lo cuestionan ().A su vez, existen
diferencias al interior de las predisposiciones reproductivas y las cuestionadoras. Podemos identificar entonces
un modo populista y un modo popular de la intervencin poltica popular. Para no confundir, denominaremos
al segundo modo socialista. Pero aclaramos que, en sentido estricto, se trata de modalidades con proyeccin
socialista, del socialismo como latencia y esperanza. (Mazzeo y Stratta, 2007: 8)

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18
tiempo en redes de relaciones particulares y generales para fortalecer la
relacin de fuerzas de los oprimidos en esa red. A la vez esto plantea la
cuestin del objeto en las relaciones estructurales y procesales, sin congelarlo
o dogmatizarlo ni pulverizarlo en millones de pequeos casos fragmentados,
aparentemente desconectados del contexto y de la historia. (Faleiros, 2003:
23)

Entonces, es a partir de la correlacin de fuerzas que se establecen los lmites y
posibilidades de la prctica profesional. Al mismo tiempo tales practicas no son univocas sino
mediatizadas por las caractersticas incorporadas por la profesin en su trayectoria histrica -
atribuyendo un papel peculiar a la profesin en cada momento histrico-. Transformar esas
relaciones de fuerza en las instituciones de Servicio Social implica entonces, capacitarse para
la construccin de categoras de anlisis que permitan darse cuenta de la estructura y de la
coyuntura, de las correlaciones de fuerza que deben vincular, en la vida cotidiana, el
problema y la fuerza, lo tcnico y lo poltico (Faleiros, 1986).
Aqu son vitales las construcciones conceptuales de Gramsci para el anlisis de
situaciones, de correlaciones de fuerzas (2004), ubicando a la prctica profesional en el
contexto de las relaciones sociales e identificando sus mediaciones. Como seala Faleiros, en
el mbito del Trabajo Social
el anlisis de la coyuntura, que comprende como es evidente- la coyuntura
institucional, tiene por objeto el establecimiento de estrategias y tcticas para
fortalecer el polo popular, en el cambio de correlacin de fuerza que
determina el objeto de su demanda y sus alternativas de accin (Faleiros,
1986: 29)

Dentro de esta perspectiva se revela y cobra sentido la importancia/necesidad de
asumir la dimensin poltica como condicin para una practica conciente y critica, lo cual
implica asumir nuestra condicin de clase trabajadora y desde all relacionarnos con los
sujetos-usuarios, teniendo en cuenta que nuestra practica profesional tiene como escenario
ese Estado Ampliado, en el campo de la tarea de transmisin ideolgica de la clase
hegemnica. Tal posicin permite apartarse tanto de la actuacin ingenua como de la
directamente conservadora, sentidos frecuentes que asume la practica profesional
institucional, asumiendo la capacidad de anlisis de la realidad y la opcin poltica frente a
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19
la lucha por la hegemona de las clases, como "condiciones" y al mismo tiempo margen de
autonoma relativa de la practica profesional (Iamamoto, 1997).
En este sentido la nocin de anlisis coyuntural de las instituciones se entiende
como condicin para asumir concretamente la dimensin poltica y lograr un entendimiento
de los lmites y posibilidades de la prctica profesional. De esta forma,
las relaciones entre Prctica Profesional y Aparato Institucional, no pueden
ser entendidas mecnicamente y si a travs de un esfuerzo de comprensin
de sus relaciones en su movimiento contradictorio en donde las condiciones
histricas coyunturales tienen que ser permanentemente incorporadas a esta
comprensin ms global de la problemtica. (Iamamoto y Carvalho, 1979: 3)

En esta perspectiva emerge como un factor clave, en el marco del fortalecimiento de
la construccin contrahegemnica la acumulacin de fuerzas, entendida como
proceso poltico de formacin de una organizacin, de una voluntad colectiva
en la misma vida cotidiana que se articula en proyectos concretos de
cuestionamiento del clientelismo, la burocracia, el autoritarismo, la
centralizacin y todo el aparato que tiene como objetivo transformar a la
poblacin en trampoln para un grupo de control. (Faleiros, 1986: 29).
Aqu la cuestin del sujeto y la participacin popular (Iamamoto, 1997) se presenta
como un elemento central a considerar en la practica profesional para la efectivizacin de
nuestra "autonoma relativa", tanto para contraponerse a las tendencias hegemnicas de la
institucin, como para favorecer la ampliacin de su espacio en el escenario social.
Considerar esta mediacin pone de relieve explcitamente las implicancias en trminos de
relaciones de poder y nos posiciona en un horizonte de fortalecimiento del poder popular
20
.
Por lo tanto, como seala Arraguiada
resulta importante relevar la experiencia de los sujetos subalternos, los
cuales, en sus prcticas contra hegemnica e histricamente situadas,
permiten visibilizar el cuestionamiento y la situacin de crisis del orden social,
econmico y cultural capitalista, donde las prcticas del trabajo social, han

20
Segn Mazzeo y Stratta El poder popular es el proceso a travs del cual los lugares de vida (de trabajo, de
estudio, de recreacin, etc.) de las clases subalternas se transmutan en clula constituyente de un poder social
alternativo y liberador que les permite ganar posiciones y modificar la disposicin del poder y las relaciones de
fuerza y, claro est, avanzar en la consolidacin de un campo contrahegemnico. Se trata de espacios de
anticipacin social y poltica, donde habita lo real posible (el poder popular consuma una transformacin y a la
vez posibilita la apertura a nuevas transformaciones), espacios cuyos modos se contraponen a los ejes
principales de la poltica burguesa, tanto en sus versiones de derecha como en las "progresistas": la
administracin de lo dado y la gestin sin fondo utpico (Mazzeo y Stratta, 2007: 11).
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20
contribuido en gran medida a su mantenimiento o en el otros casos a
contener las explosiones de los sectores populares excluidos (Arraguiada,
2012:3)

Las elaboraciones de Gramsci en torno al ejercicio del poder, y dentro de ste la
relevancia del nivel superestructural, permiten entender la dinmica del Trabajo Social como
parte de este escenario, de este Estado ampliado, en tanto agente clave en la funcin de
transmisin ideolgica. La comprensin coyuntural de tal configuracin, es condicin para la
materializacin de una prctica profesional contrahegemnica que asuma el rol profesional-
institucional como posibilidad de fortalecimiento de los sectores populares.
La profesin solo puede proponerse como alternativa en la medida en que
articule, facilite y refuerce el desarrollo de ese proyecto social organizado en
torno a los intereses populares, como convocatoria de nueva hegemona. Los
profesionales se vuelven alternativos cuando su prctica se torna orgnica al
proyecto popular alternativo. En sntesis: lo alternativo es el proyecto
popular (Iamamoto, 1997)


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