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Lo INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO. CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES Camila Esguerra Muelle [...] sobre el lenguaje se construye el edificio de la legitimación, utilizándolo como instrumento principal 1 . Los discursos que particularmente nos oprimen a todas nosotras y a todos nosotros, lesbianas, mujeres y homosexuales, son aquellos que dan por sentado que io que funda una sociedad, cualquier sociedad, es la heterosexualidad 2 . Para entender la construcción de la identidad de los sujetos sexuales y, dentro de ellos, de las personas lesbianas, gay, bisexuales y transgeneristas, es indispensable hacer un recorrido por los procesos de categorización que histórica y culturalmente se mueven -a través de relaciones sincrónicas y diacrónicas cruzadas- en un rango comprendido entre un sentido construido de manera externa y peyorativa y una construcción de significados hecha "desde adentro" con una intención afirmativa y reivindicativa. Al tiempo, es indispensable considerar que las categorías 'homosexual', 'lesbiana' y 'gay' que se usan de manera común como términos genéricos para definir unas identidades determinadas en contextos como ei de la "modernidad" urbana de ciudades como Bogotá, engloban un tejido más amplio de prácticas, formas de vida y construcción de identidades tan únicas que, si nos tomáramos el trabajo de enunciar con el grado de especificidad que requieren, harían demasiado engorrosas ia lectura y, antes de ello, la escritura de una disertación sobre la construcción de sujetos sexuales. Creo que esta problematización es pertinente cuando nos vamos a referir a cualquier construcción de suje1 2 Bergery Luckman. 1989:87. Wittig, 1978. CAMILA ESQUERRA MUELLE tos -bien sea individuales o colectivos- y más aún cuando esta identidad confronte sistemas de significados y de sentido tan reglados y atravesados de manera innegable por relaciones de poder como el género y ia sexualidad -a lo que habría que añadir el hecho de que todo ejercicio de conocimiento recurre a la categorización a través de la que construimos significados y asignamos identidades-. También es necesario aclarar que los procesos de nombramiento y de autonombramiento suponen ingresar a un terreno de lucha desde el conocimiento y la afirmación en la existencia social de los sujetos. Para ilustrar el complejo panorama que ello supone quisiera contrastar, por ejemplo, las posiciones de Foucault y Boswell en el uso de los términos. Foucault 3 usa el término 'homoerótico' y no 'homosexual' para hablar de los sujetos que tienen prácticas eróticas con individuos del mismo sexo, dado que antes del siglo XIX estas prácticas no presupondrían una identidad, mientras que Boswell4 sostiene que ia categoría 'gay' es la más apropiada, aun para hablar del mundo premoderno. Al mismo tiempo, Butler 5 señala las dificultades de la nominación 'lesbiana'. Plantea, por un lado, cómo la palabra singular 'lesbiana' no puede connotar la pluralidad, la particularidad de las mujeres incluidas en esta categoría y, por otro, que la carga negativa que pesa sobre esta categoría es muy difícil de modificar. Sin embargo, veremos que el a u t o n o m b r a m i e n t o t i e n e una u t i l i d a d s i m b ó l i c a y, por lo t a n t o , innegablemente política. Al decir 'homosexual', 'gay' o 'lesbiana' reconocemos lo que ignoramos y lo que silenciamos, pues, si bien estos términos aluden a la diferencia -en este caso de "orientación sexual" u opción sexual-, a la vez desconocen las particularidades de individuos y ias marcas de identidad colectivas -otorgadas por sus historias, sus comportamientos y sus prospectivas- que, desde luego, no pueden ser comprendidas dentro de estas categorías. Este es el dilema de cualquier ejercicio de categorización que pretenda sintetizar una identidad y, al mismo tiempo, su alcance, pues veremos cómo tales categorías están colmadas de significados, lo que nos mostraría un movimiento metonímico en el que una parte constitutiva del sujeto se convierte en el todo al ser nombrado -es decir: la lesbiana es en su totalidad una lesbiana gracias a que parte de ella (su orientación y opción sexual) pasa a constituir una identidad total-. 3 Foucault, 1991:176. • Boswell, 1993: 66-67. ; Butler, 1998. 2-8 LO INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO. CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES Parto del supuesto de que la homosexualidad es una construcción social, un producto histórico-cultural, no simplemente el producto obvio de la combinación genética de un individuo -como sostienen las teorías esencialistas, las cuales, en todo caso, y al igual que los postulados constructivistas, son "corrientes afirmativas de identidad" 6 (en este sentido, autoras como Eve Sedgwick 7 han señalado que la discusión entre esencialismo y constructivismo es políticamente improductiva)-. Quiero aclarar que no considero que los homosexuales sean consecuencia de su educación o, en general, de su entorno cultural, sino que la homosexualidad, como esquema de clasificación, es un producto de la cultura que genera en cada contexto valores muy distintos; es una "idea", algo que no existe "naturalmente" sino como fenómeno social que se construye a partir de la combinación entre la historia social y cultural de los grupos y de los individuos, y de fenómenos mentales como la construcción de objetos de deseo: aunque se hayan observado contactos sexuales entre individuos del mismo sexo en animales (muy común es el ejemplo de los chimpancés), hasta ahora hemos observado que los chimpancés "fabrican herramientas" 8 pero no construyen objetos de deseo. En este sentido, ni la homosexualidad ni la heterosexualidad pueden ser consideradas "naturales" puesto que, como nociones y prácticas, están enmarcadas en el régimen discursivo que es la sexualidad humana. La sexualidad no puede verse como una simple actividad fisiológica, sin ningún contenido moral, pues pasaría entonces lo mismo con la comida. Aunque comer sea, entre otras cosas, una función fisiológica, no podemos olvidarnos de los restaurantes, de las maneras en la mesa, de la idea de los afrodisíacos, de categorías tales como gourmet o gourmand, etc. En este artículo revisaré no sólo la genealogía de las categorías para designar prácticas y sujetos homoeróticos sino también el origen de los esquemas sociales que hasta hoy nos cobijan. 6 En la actualidad-dentro de los movimientos homosexuales y con los movimientos lésbicosyqueer, se da un álgido debate entre si la homosexualidad es cultural (corrientes como el constructivismo) o natural (idea sostenida por los esencialistas). Este debate tiene como escenario la búsqueda de argumentos para validar la homosexualidad como orientación sexual legitima. Ambas corrientes apuntan a lo mismo: la reivindicación de derechos civiles; sin embargo, los dos tipos de argumentación tienen fortalezas políticas diferentes (Bellucci y Rapisardi). 7 Sedgwick, 1990. a Sabater Pi, 1984: 44, 128-130. 7i9 CAMILA ESQUERRA MUELLE 1 . Erastes, erómenos y sodomitas: de la aceptación al discurso teológico y el orden civil Durante la Edad Media, la palabra 'sodomía', como anota Boswell 9 , no tuvo una denotación clara (los teólogos de la época hablaban de sodomía en el estricto sentido de la palabra cuando se presumía penetración anal); sin embargo, su connotación estaba asociada con el homoerotismo -fundamentalmente masculino y secundariamente femenino-, lo cual no quiere decir que se ignorara como una posible práctica heterosexual ligada con la anticoncepción y, por ende, indeseable 10 . El desarrollo de esta categoría tiene sus orígenes en la Europa del siglo V d.C a partir de un hecho decisivo: la sanción de las leyes canónicas, con la cual la sexualidad se convirtió en un asunto público. Antes, en el siglo IV, Constantino había proclamado el cristianismo como la religión oficial del Imperio Romano y fue este largo proceso histórico el que dio pie a la penalización de conductas sexuales -entre ellas la sodomía- durante los últimos años de ia alta Edad Media. Según Boswell 11 , esta penalización tendría que ver en gran medida con la ruralización de la vida y el decaimiento de las élites urbanas que tuvo lugar luego de la decadencia del Imperio Romano a partir del siglo V, todo el siglo VI y que perduraría hasta entrada la alta Edad Media. Esta ruralización imponía controles excesivos a la vida individual, no sólo de los homosexuales, sino en general de toda la población. Sin embargo, Boswell 12 sostiene que esta penalización no fue tan severa y extendida como se suele pensar, ni tampoco exclusiva para los homosexuales. La regulación de la sexualidad estaba contenida en algunas leyes civiles o -en la temprana Edad Media- en los llamados penitenciales, que no eran otra cosa que manuales de penitencia y no códigos de castigo. Hay que señalar, además, que alrededor de la mitad de las leyes canónicas estaban dedicadas a regular las conductas sexuales. Fueron los llamados padres de la Iglesia en los primeros siglos del medioevo (Tertuliano, Cipriano, Ambrosio Jerónimo, Ulpiano, entre otros) y teólogos y filósofos como santo Tomás de Aquino (en los siglos XII, XIII y XV [Salisbury, 1994]) quienes hicieron el mayor aporte a la conceptualización de ia homosexualidad, la cual marcaría toda la época premoderna en Europa y en 1 Boswell, 1993. 10 Durante la Edad Media se desarrolló el modelo de sexualidad con fines exclusivamente reproductivos como modelo deseable y obligatorio. La sexualidad no procreativa era considerada pecaminosa. 11 Boswell, 1993:197-201. -' Boswell. 1993. 250 LO INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO. CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES Occidente en general, y que, bajo formas diversas, especialmente en los discursos morales consuetudinarios, pervive hasta el momento a través de un largo proceso que, a mi modo de ver, continuó con la Inquisición y llegó a nuestros días con el Holocausto Rosa13 (reclusión y exterminación de homosexuales en campos de concentración nazis). Sin embargo, no se trata de encontrar orígenes sino procesos de construcción de sentidos, de la misma manera como no podemos decir que el relato de Sodoma y Gomorra hubiese dado origen a los significados del término 'sodomía' de una manera mecánica, ni la isla de Lesbos o sus poetisas lo diesen a la palabra 'lesbianismo': son las resignificaciones posteriores de estos relatos o acontecimientos históricos las que brindaron los significados de estas palabras, y de ello se ocuparon los pensadores de la Edad Media, con las consecuencias conocidas. Boswell 1 4 expone que la interpretación del relato de Sodoma (Génesis 19) no está claramente conectado con la prohibición divina de las prácticas homoeróticas, pero tai vez nos podamos arriesgar a pensar en una historia que habla sobre la inhospitalidad y el rechazo a los foráneos. De igual manera, como sostiene el mismo autor, no hay una llnealidad entre el "ideal" de vida griega y nuestros actuales modelos de pensamiento respecto de la homosexualidad. Al mismo tiempo, la noción de naturaleza -que fue la base de la legislación sobre sexualidad en la Edad Media- no tiene un origen directo en las escrituras sino, más bien, en el neoplatonismo judío 1 5 . En ia Edad Media lo teológico y lo secular se unieron frecuentemente en las legislaciones -así c o m o lo " n a t u r a l " y lo " n o r m a l " - en la m e d i d a en que la ley pretendidamente divina se consideró una codificación de la naturaleza, por lo cual lo natural pasó a ser lo normal. Dado que el paganismo europeo y sus valores fueron sepultados hasta el Renacimiento, es posible entender cómo de esta manera la Edad Media rompió con los códigos sexuales de ia antiguas Grecia y Roma, en los que la homoeroticidad masculina era no sólo aceptada sino apreciada, aunque no ocurriera lo mismo con la homoeroticidad femenina (como veremos más adelante), pues para los griegos y romanos la sexualidad reproductiva no era excluyente de la sexualidad puramente erótica, como sí lo fue para la cristiandad. ! Ibid: 352, 353. 14 Boswell, 1993:117-118. 5 Ibid: 1993:172-174. 251 CAMILA ESQUERRA MUELLE En Grecia, las categorías erastes y éramenos, que aparecen para designar a los sujetos que "practicaban el amor entre hombres", nos hablan de lo que sí importaba a los griegos: las relaciones de poder y de dominación. El erasfes era el hombre mayor quien, según códigos muy estrictos, se debía limitar a mantener relaciones intracrurales -es decir, podía introducir su pene, mientras los dos individuos permanecían en posición erguida, entre los muslos del erómenos, un adolescente que al perder su condición de tal debía acceder al matrimonio-. El ideal de esta relación era mantener las jerarquías y evitar la "degradación" de cualquiera de los dos hombres 1 6 ; sin embargo, es posible que hubiera una gran distancia entre el deber ser y las prácticas -como anota Mondimore 17 citando las comedias de Aristófanes, en las que se refiere peyorativamente ai hombre que asume el papel pasivo dentro del acto sexual-. En la sociedad griega, profundamente faiocéntrica, la relación entre hombres era aceptada siempre y cuando fuesen de la misma condición social. Asociado a esta predominancia de lo masculino estaba el hecho de que el amor entre un hombre y una mujer no se calificara como "celestial" (como s i s e hace con la homosexualidad masculina en £/ banquete, de Platón). De hecho, entre los griegos no existían categorías para diferenciar la homosexualidad de la heterosexualidad, pues las prácticas homosexuales estaban dentro de la normalidad sexual establecida, muy al contrario de todas las ideas que se sucederán desde la oficialización del cristianismo en el Imperio Romano hasta nuestros días. En todo caso, no se registran textos o normas que idealicen de igual manera las relaciones entre mujeres, aunque tampoco las penalizaran. En Roma no parece haber habido indicios de penalización de la homosexualidad, aunque sí había una legislación sobre sexualidad que atañía en igual medida a homosexuales y no homosexuales 1 8 . Adicionalmente, parece que no había la relación entre preservación del poder y las prácticas homosexuales manifestada en el modelo griego erastes-erómenos; sin embargo, el lesbianismo parece haber sido tratado como adulterio 19 . Retornando al medioevo, la teología se convirtió en la f u e n t e doctrinaria más importante para los órdenes civiles y sus legislaciones que conformaron los Estados nacionales unificados como ios que subsisten hasta hoy. Se acuñaron designaciones para identificar el pecado - ! 17 Halperin, 1989. Mondimore. 1998. > Boswell, 1993:85-87. Ibid. 1993; 106. 19 252 Lo INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO. CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES sinónimo de crimen- de "hombres que yacían con otros hombres" como pecado nefando o abominable pecado nefando de sodomía -designación inquisitorial relacionada con las Siete partidas de Alfonso El Sabio (1265), o actos contra natura -contándose dentro de eiios la sodomía y, sobre todo, la bestialidad como los más graves-. Otra denominación que designaba las prácticas homosexuales entre hombres fue la de masculorum concubitus: la cohabitación entre hombres 20 . Los teólogos no entendían la homosexualidad como una condición dei sujeto sino como una práctica indeseable: su penalización operó de maneras terribles y ha dejado huellas indelebles en las cabezas de los occidentales, hasta ahora, tai como cuenta Cario Frabetti 21 : En Italia se sigue llamando "finocchio" (hinojo) a! hombre homosexual, aunque muy pocos saben que ello se debe a que en ia Edad Media ios homosexuales eran quemados vivos envueltos en hinojo, planta verde que hacía más lenta la combustión. 2. Cuando América no se llamaba América y los nadie 22 no eran sodomitas El proceso histórico que siglos antes hubiera dado origen a ias leyes canónicas y producido la escisión dei mundo entre Oriente y Occidente también llevó a ias posteriores campañas de expansión europea hacia un continente que habría de llamarse las Indias -por un error de interpretación cartográfica- y que luego se llamaría América. Este "erróneo Oriente" habría de representar un reto de entendimiento que los colonizadores europeos tendrían que solventar a partir de sus idearios, en los que no cabía más que un "Occidente" reducido a ios contornos de! mar Mediterráneo y un Oriente exótico y lejano. En ¡as llamadas Indias, más tarde renombradas América, sus indígenas mantenían diversos esquemas de género y sexualidad que sorprendieron y afectaron a los conquistadores que llegaron a nuestro continente desde el siglo XV. La valoración de estas prácticas, conductas y sujetos en América antes de la conquista era variada; algunos grupos los tenían en buena estima, otros no. Sin embargo, lo que sucedió durante ia conquista y colonización de América en relación con la homosexualidad y ios sistemas de género fue la imposición de un epistema europeo equivalente a la importación de la sodomía; es decir, dei significado peyorativo de ia conducta y los 1 21 Halperin, 1989. Frabetti, 1 9 7 8 : 1 3 9 . 22 Según Williams (1992) 'nadie', en navajo, quiere decir "el que está transformado". Así, unnad/e sería, a los ojos de los colonizadores, un berdache. 253 CAMILA ESQUERRA MUELLE sujetos. Para ese entonces, a diferencia de Europa, en América los homoeróticos tenían, en algunas sociedades, una identidad definida, por demás valorada dentro de la cosmogonía de muchos pueblos y, desde luego, no estaban por fuera de la "normalidad" sino inscritos en ella. Según Williams 23 , los misioneros y exploradores franceses que llegaron a Norteamérica a mediados del siglo XVIII observaron que había hombres y mujeres con "conductas sexuales cruzadas": hombres que vestían de mujer y se emparejaban con hombres y mujeres guerreras y cazadoras que también "tenían esposas". Les llamaron berdaches o "sodomitas dedicados a prácticas infames". Ligado a esto encontramos la procedencia del topónimo 'Amazonas', con el que Pedro de Maghallaes de Guandavo bautizó al río suramericano cuando descubrió, en su viaje por el noroeste de Brasil (1576), a un grupo de mujeres que "llevan el cabello cortado como los hombres, van a la guerra con arcos y flechas y cazan presas... cada una tiene una mujer a su servicio con la que dice que está casada". Gaspar de Carvajal 24 , en su encuentro con las "amazonas", narra cómo los indígenas que eran "sujetos y tributarios de las amazonas y al saber nuestra venida, fueron a pedirles socorro". Según narra Gaspar de Carvajal, estas mujeres "andaban peleando delante de todos los indios como capitanes [...] eran muy altas y blancas, y tenían ei cabello largo y trenzado y revuelto en la cabeza: eran [son] membrudas, andaban desnudas, en cueros y tapadas sus vergüenzas, con sus arcos y flechas en las manos; hacen la guerra como diez indios [...]". En su sociedad de origen los berdaches eran apreciados y tenían un significado mítico-simbólico muy valorado, por io que dice Williams 25 , autor que sugiere la siguiente definición de la categoría: "... berdache se puede definir como varón morfológico que no llene el papel del hombre de una sociedad estándar, que tiene un carácter del nonmasculine". Los berdaches no eran necesariamente homosexuales, pero sí otro género; es decir, ni siquiera eran transgeneristas 2 6 . Los viajeros europeos que vinieron a América dieron nombres a estos berdaches tales como hermaprhodlte (francés e inglés) gargon effemines (francés), hombres maricones impotentes (español) 27 . ' Wiilliams: 1986. 'De Carvajal, 1984:115. s Williams, 1986:2. 26 El transgenerismo consiste en adoptar la apariencia, el rol, las actitudes, etc. de otro género. Los berdaches eran un género aparte, como lo son para nosotros hombre o mujer. 27 Roscoe, 1988. 254 Lo INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO. CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES Esta práctica parece haber sido común en América del Norte antes de la colonización, particularmente en grupos como los iroqueses, los pima, los navajo (que llamaban 'nadie' a sus berdaches), los grupos illinois, arapajo y mijaves y entre los yanquis y los zapotecas de México, así como entre otros grupos de América del Sur 28 . Respecto a ios incas, Cieza de León (c.1520-1554 2 9 ) afirmaba que esta sociedad "despreciaba el pecado nefando" mientras que Garcilaso de la Vega y otros sostuvieron lo contrario. Fray Pedro Martyr narra una terrible escena de penalización a estos "hombres vestidos con trajes de mujeres" durante las exploraciones de Nuñez de Balboa: Halló tan manchada aquella tierra defte vicio, que muchos Indios eftavan veftidos en trage de mugeres, para denotar con el hábito fu torpeza, y fu, tanto lo que fe embraveció defto el Capitán, que quarenta deflos, que pudo coger a las manos, los echó a los perros, para que muriellen defpedacados, con admiración y gufto de los demás Indios 30 . No para todos los grupos ei homoerotismo era algo estimable, siendo ejemplo de ello los aztecas de México o los muiscas de Colombia, como anota Abel M a r t í n e z 3 1 : "Las penas eran severas para violadores y sodomitas" (Humboldt [1769-1859], 1992) y cita a Castellanos: "Mandó a matar a quien mujer forzase, siendo soltero, pero si casado durmiesen dos solteros con la suya. Al sodomita, que muriese luego con ásperos tormentos". En el territorio de lo que hoy es Colombia, en el siglo XVI, también se registraron casos de homoerotismo de los que dan cuenta los cronistas; "Cometen bestiales y nefandos pecados", "Comen carne humana y son abominables y sodomitas y crueles y tiran sus flechas ponzoñosas" (Fernández de Oviedo [1478-1557], 1984). Fray Pedro Aguado ([1538¿?],1930) relata casos de sodomía o pecado nefando -como él lo llamaba- en la provincia de la Nueva Granada. Así mismo, en su diario, Humboldt ([1769-1859], 1982) registra un caso de berdaches a los que llamaban cusmos entre los laches "única nación en la que era permitida una clase de pederastía" que habitaban el norte de Boyacá (pertenecientes a la familia lingüística macrochibcha 32 ): * Ibid. y Williams, 1992. > De León, 1997. 30 De la Peña, 1678 en www.angelfire.com/pe/actualidadpsi/sxperu.html. -Martínez, 1994. ! Rodríguez, 1999. 2oo CAMILA ESQUERRA MUELLE Como en esta nación guerrera sólo trabajaban las mujeres, cuando una mujer paría 5 varones uno detrás de otro, ella (en la doceava luna de edad del varón) podía educar a uno de los varones como si fuera una muchacha. Así esta muchacha se llamaba Cusmo [...] apenas después del establecimiento (fundación) de la Real Audiencia en Santafé fue posible obligar a los Cusmos a vestirse como hombres. Humboldt ([1769-1859], 1982) El cronista Fernández de Oviedo (1984 [1478-1557]) referenció el término camayoa -que quería decir "afeminado" y que utilizaban algunos indígenas para insultar a otro-. Sin embargo, Oviedo dice también que muchos de estos camayoas eran "principales". Martínez (1994) también refiere las dos piezas de orfebrería que representaban actos homosexuales y que Oviedo destruyó con un martillo. Juan de Castellanos, por su parte, comenta de la siguiente manera sobre ios indios de lo que hoy es Santa Marta: "Tienen los hombres buenos pareceres. Y por la mayor parte los varones, celan en gran manera las mujeres. Demás de ser malditos bujarrones 3 3 ". AUÍ, según Martínez 34 se encuentran grabados y esculturas de representaciones homoeróticas. Ei término berdache se ha traducido al castellano como 'bardaje'. Lucena Samoral 35 define bardaje como "invertido que usa prendas de vestir femeninas, puede casarse con hombres, realiza labores de mujer, asume el papel pasivo en las relaciones sexuales y puede construir una verdadera institución en la vida social de un pueblo" -llama la atención el uso de términos como 'invertido' y 'pasivo', que denotan la continuidad científica de los discursos sexológicos-. Lucena, además, relata su inesperado encuentro con un bardaje: durante una temporada de trabajo de campo, en 1964, de paso por la misión de Santa Teresita en el Vichada, sostuvo la siguiente conversación con el padre Hermann Leistra: -Es un fenómeno extraño éste, doctor -me dijo el padre Hermann apenas nos saludamos-. Quizá usted pueda explicarme esto de los hombres vestidos de mujer. Ei sacerdote me señaló a la mujer que iba en vanguardia de la cuadrilla de trabajo y añadió: -Se viste como mujer y trabaja como mujer, pero es hombre 36 . ' Sinónimo despectivo de sodomitas. Martínez, 1994. 5 Lucena,1996: 261. 5 Lucena, 1996. 1 256 Lo INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO. CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES Además de esta conversación, tuvo una entrevista -que tuvo que "extractar, dada la dificultad de conseguir respuestas directas"- con el propio bardaje, Juana, quien pertenece a una tribu guahiba que vive a orillas del caño llamado Yakuiribu, en la orilla derecha del río Tomo. A continuación transcribo algunos apartes: Para abrir el diálogo traté de regalar varios anzuelos, el cual los rechazó diciendo que ella no sabía pescar, pues sólo hacía trabajo de mujer. Pregunté a continuación el nombre y contestó que era Juana. [...] En su casa manda primero el padre luego la madre [...]. Juana va recibir la tierra de su padre. La tierra de su madre la recibirá su hermano Luis. [...]. Su madre [...] enseñó a Juana los trabajos de mujer cuando tenía 13 años (señaló a su acompañante adolescente). Luego, cuando estaba más grandecita le hicieron una gran fiesta para darle marido. La fiesta también se hacía para otro hombre vestido de mujer, al que igualmente ¡ban a dar marido. [...] Juana estaba bien con su marido, pero éste quiso tener hijos y por eso se buscó a la mujer propia 3 7 . Juana no podía darle hijos a su marido (no explicó por qué). Finalmente Juana explicó que actualmente hay pocos hombres vestidos de mujer. [...] Antiguamente había muchos hombres vestidos de mujer. En una tribu cerca a la suya hay muchos hombres vestidos de mujer, pero los hombres propios son los que mandan. No sabe de ningún sitio donde las mujeres propias vistan de hombre 38 . Esta entrevista expresa cómo los bardajes han estado incluidos dentro de la estructura social y de los sistemas de parentesco -incluida la sucesión y la herencia- de los guahibo, como ya lo había anotado Lucena en la definición del término 'bardaje'. Podríamos además deducir que el matrimonio entre los guahibo no estaba ligado a la reproducción. Según Williams 39 , los berdaches tenían un poder místico y ceremonial y, a la vez (de acuerdo con las observaciones de los viajeros), se les brindaba un trato reverencial. Aunque la homoeroticidad estuvo ligada a los berdaches, el caso contrario -es decir, la homoeroticidad de individuos no berdachesno influía necesariamente en la identidad de género ya que, según anota Williams, las relaciones afectivas entre personas del mismo género en las culturas indígenas americanas eran la regla. Es el término que la misma Juana usa para referirse a "mujeres". 'Lucena, 1996:261-263. 'Williams, 1992. 257 CAMILA ESQUERRA MUELLE Mientras tanto, en los siglos subsiguientes a la Edad Media, en Europa se dieron las llamadas amistades prohibidas entre varones, que eran castigadas de las peores maneras 40 . Durante el período colonial, en América, el derecho penal se condensó principalmente en el Libro Vil de la Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias, vigente en toda Hispanoamérica desde el siglo XVI. Este código tuvo origen en ei derecho castellano consignado en las Siete partidas de Alfonso X El Sabio y en las Leyes del Toro, fuentes que, al iniciarse el siglo XIX, fueron recogidas en la Novísima del derecho penal indiano. Estas legislaciones sometieron a ios peores castigos las relaciones homoeróticas consensúales, especialmente cuando se daban entre hombres. 3. Esto no tenía nombre: del pecado nefando a la homosexualidad (discursos humanistas, jurídicos y médicos en Europa y Estados Unidos) En este apartado doy un salto desde la Edad Media -cuando se hablaba del pecado nefando (el pecado sin nombre)- hasta la construcción de la nominación "homosexual" que da inicio a la formación del sujeto, hasta entonces no reconocido como tal. Según sostiene Foucaull 41 , el homosexualismo sólo emerge como una identidad a finales del sigio XIX. La palabra 'homosexualidad' aparece en 1869, en una coyuntura particular: la redacción de un nuevo código penal para la Federación del Norte, que generó la discusión sobre ia preservación de la tipificación como delito de la práctica sexual entre personas del mismo sexo, tal y como lo indicaba el código prusiano hasta el momento 42 . En este contexto, fue Karl Maria Kertbeny (1824-1882) quien acuñó el termino homosexualitat en una carta pública dirigida al ministro de justicia alemán, en la que explicaba que la atracción de personas por otras de su mismo sexo era una condición inherente a algunos individuos y que por ello no podía ser condenable. El significado de la conducta sexual aludida se transformaría dramáticamente, pues no sólo "se inicia el proceso de interpelar a los poderes civiles sobre los derechos propios de un grupo de sujetos definidos por su particularidad sexual" 4 3 , sino que se estableció que los contactos sexuales entre individuos del mismo sexo no eran acontecimientos aislados sino una condición permanente e inherente y no una conducta compulsiva o delictiva, dándose así el nacimiento del homosexual como sujeto. 40 Rocke, 1996. • Foucault, 1991. 42 Mondimore, 1998. 43 Serrano. 1998:13. 25fi Lo INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO. CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES Otra categoría, que apareció antes de la de Kertbeny, fue la de 'uranismo', que explicaba la atracción que las almas femeninas encerradas en cuerpos masculinos sentían por hombres como un fenómeno natural y, por lo tanto, no reprobable. En efecto, Karl Heirich Ulrichs (18251895), su creador, había investigado ei proceso de formación de los órganos sexuales masculinos y femeninos; al observar que ambos se conformaban a partir de los mismos tejidos del embrión en gestación, concluyó que el espíritu masculino o femenino también podía proceder de un mismo núcleo y por ello era posible ser un anima muliebris virili corpore inclusa. Urning denominaba al sujeto y uranismo a esa "forma de amor" cabe anotar aquí que uno de los argumentos de Ulrichs frente a la visión delictiva era el de que "no existe el amor antinatural. Donde hay verdadero amor también hay naturaleza", lo cual nos muestra que, a pesar de que basaba sus argumentos en "razones biológicas", Ulrichs buscó generar esquemas de comprensión y de clasificación que legitimaran al sujeto antes incluso que a su conducta-. Dentro dei esfuerzo de Ulrichs se cuenta el desarrollo de un vocabulario que proponía diversas clasificaciones para designar preferencias sexuales y conceptos como el de 'orientación sexual': acuñó palabras como uranier y dionaer para designar respectivamente a ios 'hombres que amaban a otros hombres' y a los 'hombres corrientes', las cuales luego sustituyó por urning y dioning, mientras que a las mujeres homoeróticas las llamó urningin; a su vez, el término urano-dioning sería lo que hoy llamamos bisexual. El uraniaster sería el hombre que, por no disponer de una pareja femenina, practicaría temporalmente el homoerotismo -algo parecido a lo que hoy llamamos HSH (hombres que tienen sexo con hombres, lo cual no configura una identidad)-. Virilisirt designaba al hombre homoerótico que se casaba por conveniencia o presión social -es decir, era "un urning virilizado"-. Además, Ulrichs subdividió a los urnings en mannling y welbling, que serían, respectivamente, un homosexual masculino en su conducta y un homosexual afeminado, de donde se podrían desprender infinitas gradaciones 44 . En este sentido, su trabajo marca el inicio de la construcción de sujeto homosexual particularizado dentro de su misma particularidad -creo que sería bueno señalar que, aunque Ulrichs acuñó un término para denominar la homosexualidad femenina, en su obra mostró cierta apatía en relación con el lesbianismo 45 -. 1 45 Mondimore; 1998, 50. Mondimore, 1998. 259 CAMILA ESQUERRA MUELLE La intención de todos estos pensadores fue brindar nuevos esquemas de comprensión de conductas y prácticas sancionadas como antinaturales y delictivas, reagrupándolas bajo nuevos términos y desde perspectivas diferentes que generaban nuevos significados sociales sobre la práctica y sobre el sujeto. A este movimiento intelectual se unió también Magnus Hirschfeld (1868-1935), quien fundó en 1897 el Comité Científico y Humanitario para investigar y divulgar información sobre los que se llamaron en la época " t i p o s sexuales i n t e r m e d i o s " ( h o m o s e x u a l e s , t r a v e s t i d o s , hermafroditas) y, en general, sobre sexualidad 46 . Sin embargo, paralelamente a todos estos esfuerzos de reivindicación, otros científicos utilizaron la nueva forma de aproximación a la sexualidad, y en particular a la homosexualidad —el conocimiento "positivo"— con fines claros de control de los comportamientos; es decir, el saber instrumentalizado a través de políticas de salud pública como la eugenesia, que se extendió en Latinoamérica durante las décadas de los años 2 0 y 30 dei siglo pasado 47 . Ésta proponía el ejercicio de una labor preventiva con el fin de mejorar la especie, labor cuyo propósito, dependiendo del enfoque eugenésico que se tuviera -genético o medioambiental-, era el de t r a t a r de e l i m i n a r los genes o los f a c t o r e s sociales medioambientales que originaban "debilidades de la especie", entre otras el alcoholismo, la prostitución, la pobreza, el retardo mental el sindicalismo y, claro, la homosexualidad, así como ciertos fenotipos subvalorados, especialmente el negro. Se entendía entonces la homosexualidad -como se puede colegir de lo anterior- como una enfermedad congénita. Varios médicos alemanes comenzaron la publicación de "estudios" 48 en donde se rechazaba la posibilidad de una homosexualidad normal. Se dieron a conocer y empezaron a imponerse entonces las teorías de la homosexualidad como perversión e inversión sexual. A ello está asociada la expresión 'sentimiento sexual contrario' (kontrare sexualempfindung) con la que el psiquiatra alemán Karl Westphal explicaba el caso de una mujer lesbiana, publicado en 1870 en el Archive fur Psychiatrie. Más adelante, en la publicación de las doce ediciones de Psycophatia Sexualis (1886), a cargo de Krafft-Ebing, se concluiría que la homosexualidad era 5 Serrano, 1997. ' Stepan, 1991, y Pedraza, 1996, 48 Más adelante veremos cómo la falta de métodos sistemáticos en estos estudios propuestos como nociones positivas sobre el asunto serán la causa para que científicos como Kinsey y Hooker desvirtúen sus conclusiones. 260 Lo INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO. CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES una "anomalía en la sensibilidad psicosexuai [que] puede denominarse clínicamente un signo funcional de degeneración" 49 . Frente a las discusiones médicas y jurídicas sobre enfermedad y crimen se desarrolló una pugna entre quienes pretendían despenalizar y "naturalizar" la homosexualidad y quienes pretendían enviarla al diván, al manicomio, a la esterilización o a la prisión. Sin embargo, ya se había producido algo: la existencia del homosexual como diferente, ia posibilidad de una identidad homosexual, independientemente de las valoraciones profundamente negativas. Hay que anotar que hasta hace menos de 30 años, en la década de los 70, se logró que la homosexualidad fuera excluida del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders publicada por la American Psychiatric Asociation o excluir, por lo menos del discurso médico, la llamada "terapia de la reparación de la homosexualidad". Es evidente que la teoría decimonónica de la degeneración se coló con gran facilidad en los códigos consuetudinarios que respaldan las homofobias actuales: 'degenerado' es el término con el que, en nuestro entorno, muchas personas se refieren a los homosexuales, drogadictos, pederastas o violadores, sin distinción alguna. Heredero de Ulrichs, John Addington Symonds, quien vivió en Inglaterra durante la época victoriana, se dedicó a la lectura de poetas y filósofos griegos, lo que lo condujo a la escritura de un ensayo titulado Un problema de ética griega, del cual publicó, en 1883, diez ejemplares para un círculo restringido. Sólo dedicó tres páginas de este ensayo al lesbianismo, y concluyó que los griegos "no desarrollaron ni honraron el amor de las mujeres por las mujeres" 50 . La obra de Symonds -una obra testimonial, elaborada desde la propia experiencia y las lecturas- impulsó a Havelock Ellis (médico interesado en temas literarios y antropológicos) a iniciar su obra en tiempos en que Osear Wilde permanecía preso por homosexual. En 1896 -en Inglaterra y, un año más tarde, en Alemania- publicó Inversión sexual (en la edición alemana figuraban Symonds y Ellis como autores). La contribución de esta obra fue el tipo de casos descritos que mostraban a sujetos "normales" sin historias familiares de enfermedad como las que mostraba Krafft-Ebing 49 Mondimore, 1991. 50 Ibid. 261 CAMILA ESQUERRA MUELLE Sin embargo, las recomendaciones finales de Ellis para los "invertidos congénitos" fue la abstinencia, lo cual seguramente Symonds no esperaba51. 4. Imágenes invisibles: desde el pecatum mutum52 hasta el lesbianismo. Construcción del lesbianismo desde la imaginación y la literatura La construcción de sentido sobre el lesbianismo está mucho menos documentada y no aparece como preocupación fundamental de los intelectuales alemanes e ingleses del siglo XIX. Sin miedo a equivocarme, esto puede ser atribuido a la histórica hegemonía de lo masculino en la cultura Occidental y en sus dependencias. Esto invisibilizó a las lesbianas y, en esa misma medida, las excluyó de la penalización o la sanción. Ejemplo de esto, como anotan Severo y Valiente (1990), es el hecho de que la sodomía femenina, siendo una "sodomía imperfecta", merecía castigos más leves; igualmente, ia inquisición portuguesa consideraba la homoeroticidad femenina "un mal menor"53 -durante el siglo XX, muchas legislaciones nacionales (casos como los de Ecuador, Chile y Colombia) condenaron las relaciones homoeróticas consensúales entre hombres pero no mencionaron la homoeroticidad femenina-. Sin embargo, Giraldo54 sostiene, por un lado, que sí podía existir sodomía perfecta entre las mujeres y, por otro, que no había tota! desatención punitiva en relación con el homoerotismo femenino sino, más bien, una cierta laxitud ante aquellas a quienes se consideraba más propensas a cometer pecados carnales. La autora revisa la legislación de la alte Edad Media y de la época colonial en la Nueva Granada, cuando las Reformas Borbónicas fueron protagonistas a la hora de domesticar el cuerpo y el sistema de reproducción social y biológica. Esta ambigüedad ha ocasionado un atraso en el reconocimiento de las lesbianas como sujetos; es decir, una "invisibilización" de las lesbianas y del lesbianismo, producto del desconocimiento de la sexualidad femenina, lo cual comprobaremos a lo largo del texto. A mi modo de ver, fue en la literatura donde se inició la construcción del sujeto lésbico, lo cual le sugiere una trayectoria propia, que no se define sola ni tan marcadamente a través de los discursos médicos, jurí- 51 Mondimore, 1998: 70. ' Pecado silencioso. 53 Mott, 1987. 'Giraldo, 2001:26-32. 262 Lo INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO. CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES dicos o humanistas, escenarios privilegiados durante el siglo XIX para el estudio de asuntos como la homosexualidad, la inversión y el uranismo. Según argumenta Judith C. Brown 55 , antes de la Edad Media, durante ella y hasta el siglo XIX, "la sexualidad lesbiana no existía" y, por lo tanto, tampoco existían las lesbianas. Aunque la palabra 'lesbiana' aparece una vez en el siglo XVI en la obra de Brantóme, no fue de uso corriente sino a partir del siglo XIX, lo que quiere decir que, en realidad, las mujeres que tenían contactos sexuales con otras no se consideraban a sí mismas ni eran consideradas lesbianas; es más, los posibles contactos sexuales o los sentimientos de deseo, en muchas ocasiones, no se entendían como tales -tal es ei caso de sor Benedetta Carlini, quien, según parece, estuvo convencida de que sus encuentros eróticos con sus compañeras de celda eran encuentros con un ángel llamado Splenditello 56 -. Brown habla de las dificultades conceptuales que entrañaba, durante aquellos siglos, aludir a los "infrecuentes" casos de contacto sexual entre mujeres: [...] se utilizó una larga lista de palabras y circunlocuciones para describir lo que las mujeres al parecer, hacían: masturbación mutua, contaminación, fornicación, sodomía, corrupción mutua, copulación, coito, vicio mutuo, profanación o actos impuros de una mujer con otra 57 . La imposibilidad de nombrar a las lesbianas las excluyó de la existencia social, de ia historia y, en gran parte, por consiguiente, de la penalización. La relativa exclusión de la penalización tal vez haya sido una suerte en términos del número de víctimas de procesos judiciales, siendo el caso de sor Bennedetta Carlini "uno de los raros ejemplos en los que podemos ojear en la realidad práctica y con bastante detalle las actitudes occidentales hacia la sexualidad lesbiana" 5 8 . Sin embargo, el costo histórico tal vez sea demasiado alto: el hecho de que algo no esté penalizado oficialmente no implica que no lo esté consuetudinariamente -tal vez lo que ocurre es que la penalización simplemente no aparece en los registros históricos-; por lo demás, hay que tener en cuenta que el hecho de ser mujer ya merecía toda la desconfianza por parte de las autoridades eclesiásticas y de la sociedad, por lo menos durante toda la Edad Media y 55 Brown, 1989. • Ibid. 57 Ibid.: 29. ' Brown, 1989. 263 CAMILA ESQUERRA MUELLE hasta el siglo XIX, en Europa y sus dominios, dada su "poca capacidad de raciocinio y su lubricidad intrínseca", como afirmaban los patriarcas de la Iglesia 59 . En contraste con lo que sostiene Brown 60 , según el Noveau Dictionaire Etimologique e Historique 6 1 , la primera aparición del término 'lesbiana', en el sentido moderno -es decir, no como gentilicio sino en referencia a la homosexualidad femenina-, aparece en 1787 en una obra literaria titulada Correspondencia secreta; mientras tanto, el Diccionario Hachette 62 y el Diccionario Robert 63 coinciden en señalar a 1867 como el año en que es utilizado por primera vez en "alusión a las costumbres que la tradición atribuía a Safo y a sus compatriotas [...] mujer homosexual", aunque con anterioridad aparece en otras obras también ligadas a la literatura de Safo y de otras poetisas. Directamente asociada a la palabra 'lesbianismo' aparece la expresión 'amor sáfico', que también alude a las prácticas de la poetisa de Lesbos. En este punto es importante tener en cuenta que la poesía de Safo sólo fue redescubierta en el siglo XVI por Occidente, lo que hace que, por lo tanto, la idea popular que supone que el uso de la palabra 'lesbiana' para referirse a la homosexualidad femenina data del tiempo de Safo -llamada por muchos la reina de las tríbadas 64 - sea equivocada. 'Tribadismo' fue el primer término acuñado -en la Antigüedad en Grecia- para referirse a actos sexuales entre mujeres. El Diccionario general de ciencias humanas define el término así: "El triibadismo, propiamente dicho, es la imitación del coito por el frotamiento del dítoris o la utilización de objetos de forma fálica", definición que también se puede deducir del texto Frotes de Los Diálogos de cortesanas 65 de Luciano de Samósata ( [c.120 - 1 9 2 ] , 1981) en ei siglo II de la era cristiana en Grecia: Carióles, en realidad indignado, exclamó: -en realidad en lo referente a la invención de dichos instrumentos vergonzosos (se refiere a los olisboi o baubons 66 ), la monstruosa imitación hecha ! Salisbury, 1991. Brown, 1989. 61 Dauzart, 1971. 1 - Brugére-Trélat, 1980. ! Robert, 1970. 64 Aunque -como refiere Marios Montiel (1996; 13)- algunas interpretaciones moralistas y puritanas preferían creer que se trataba de un "simple grupo de amigas" o una "sociedad religiosa o cultural". 65 1981-1988. 66 Objetos de cuero en forma de falo que servían como consoladores y eran normalmente fabricados en ia ciudad comercial de Mileto (Licht, 1976). 264 LO INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO. CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES con el amor infructuoso, que permite que una mujer abrace a otra mujer, como un hombre lo haría, dejemos que la palabra, que hasta esta fecha muy raramente liega al oído (me avergüenza el mencionarla), permita a la obscenidad tribádica celebrar sus triunfos sin vergüenza. De este texto no sólo podemos inferir ia denotación precisa dei término 'tribadismo' sino también su connotación. La homosexualidad femenina en ia Antigüedad, muy al contrario de ia masculina, no era considerada como legítima ni espiritual, sino como una conducta (algo circunstancial) reprobable, en la medida en que "falseaba" la relación entre un hombre y una mujer y en virtud de la subestimación a la que ésta estaba condenada -no hay que olvidar que ias mujeres no eran consideradas ciudadanas en esta época-. Esta palabra peyorativa fue de uso común hasta bien avanzado el siglo XX. La palabra 'tríbada' aparece documentada por primera vez -según los diccionarios Robert 67 y Hachette- en 1568, y proviene del latín 'tribas' -a su vez derivada dei griego 'tribeim', que significa 'frotar'-. Sinónimo de ésta palabra es el término 'fricatriz', el cual proviene dei mismo verbo 68 . Según el diccionario Oxford 69 , 'tribade' se usó en francés en la forma 'tribade' aproximadamente en ei sigio XVI -viene del latín 'triibad' y, a su vez, dei griego 'triibeim', que quiere decir 'frotar'-, definiéndola como "mujer que practica el vicio contranatura con otras mujeres". De hecho, el teólogo Lodovico María Siniastrari, en el sigio XV!!70, concluyó que sólo ias mujeres con clítoris excesivamente grandes podían cometer sodomía, pues para que se consumara este pecado consideraba indispensable la copulación, que no podía producirse entre mujeres con una condición diferente (por esta razón se llevaron a cabo algunas clitoridectomías). Ei homoerotismo femenino estuvo reducido en la semántica social durante mucho tiempo a una práctica masturbatoria y no a una condición sexual o afectiva de la persona, aunque muchas obras escritas por mujeres en ia Antigüedad -a la sombra de la ignorancia o el desprecio masculino- y en la Edad Media -en medio del silencio monástico- nos hablen de lo contrario. Veamos: 67 Robert, 1970. 66 Coraminas, 1980. 59 Ni en ¡a obra de Coraminas ni en la de Covarrubias aparece ninguna mención a los términos tríbada' o 'lesbiana'. ¡ Boswell, 1993. 265 CAMILA ESQUERRA MUELLE DEDICADO DE A. A A.G., su ROSA SINGULAR Lazos de precioso amor Cuando recuerdo los besos que me diste, y la forma en que con tiernas palabras acariciaste mis pequeños pechos, quisiera morir porque no os puedo ver... ¡Vuelve a casa, dulce amor!, no prolonguéis más vuestro viaje; sabéis que no puedo soportar tu ausencia por más tiempo. Adiós. Acordaos de mí71. Durante el siglo XIX, como anota Carroll Smith Rosenberg72, "incluso comportamientos que nosotros tacharíamos claramente de erotismo homosexual entre mujeres, se solían denominar de otra forma. Médicos norteamericanos y británicos escribieron acerca de jóvenes a veces alumnas de escuela o de universidad que vivían juntas y se estimulaban sexualmente entre sí, pero las denominaban masturbadoras, no lesbianas". En la Antigüedad, además de 'tríbada', existían otras dos palabras para nombrar la homosexualidad femenina: 'hetairistia' y 'dierahistrla', derivadas ambas de 'hetaira' 73 . La primera mención documentada que se tiene de la palabra 'hetairistria' aparece en El banquete, de Platón. Según Martos Montiel74, es la primera referencia escrita sobre homosexualidad femenina. En relación con el mito de las amazonas, también hay imágenes recogidas y no precisamente en Grecia sino en América: Mondimore cuenta el caso de "una amazona del siglo XIX": Conocida como la jefa de los indios crow en el alto Missouri, tuvo "una vida muy afortunada, y sus osadas proezas la elevaron a un nivel de adoración y respeto pocas veces alcanzado por los hombres guerreros...los indios estaban orgullosos de ella y le cantaban las alabanzas con canciones compuestas por ellos mismos después de cada una de sus valerosas hazañas"75 Esta amazona en particular no tenía una sola esposa, sino tres, lo que era privilegio de los jefes de alto rango. 71 Citado por Judith C Brown (1989; 17) y por Francis Mark Mondimore (1998; 75,76) con una traducción distinta. Según Brown, es tal vez, el único caso de poesía lésbica medieval conocido. 72 Smith Rosemberg, 1989. > Licht. 1976. 74 Montiel. 1996. 75 Gay american history, de Jonathan Ned Katz (Nueva York, Thomas Y. Croweli, 1976), p. 310. 266 Lo INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO. CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES Los ejemplos de mujeres que de una u otra forma se propusieron su autodeterminación, aparecen indefectiblemente ligados a la relación entre poder-saber y condición social; por ejemplo, sor Juana Inés de la Cruz o las vírgenes citadas por Salisbury 7 6 . En estos casos la literatura y la religión fueron los medios de llegada y de salida para transgredir las reglas del género que prescribían ignorancia y silencio a las mujeres. Para sor Juana el claustro fue la oportunidad de acceder al conocimiento de la época, mientras que la escritura se convirtió en medio y posibilidad para expresar sus ideas, para lograr la preferencia de la marquesa de la Laguna -con la que sostuvo una relación más allá de lo cortesano- y para expresar el amor del que fue obligada a renegar -lo que también terminaría sucediendo con sus ideas-: A LA MARQUESA DE LA LAGUNA Favorecida y agasajada, teme su afecto parecer gratitud y no fuerza Señora, si la belleza que en Vos llego a contemplar, es bastante a conquistar la más inculta dureza ¿por qué hacéis que el sacrificio que debo a vuestra luz pura, debiéndose a la hermosura, se atribuya al beneficio? Cuando es bien que glorias cante de ser Vos quien me ha rendido, ¿queréis que lo agradecido se equivoque con lo amante? [...] Y en fin, perdonad, perdonad por Dios, Señora, que os hable así, que si yo estuviera en mí, no estuvieras en mí Vos 77 . Es importante anotar que, aparte de algunos casos aislados durante el período colonial en la Nueva Granada, no se han registrado hasta ahora "redes de mujeres homoeróticas"; sin embargo, por la misma época, en Brasil, las prácticas homoeróticas femeninas estaban muy extendidas 78 . ' Salisbury, 1994. ' De la Cruz ([1651-1695], 1997) ! Bellini y Vainfas (1986), citado por Giraldo (2001). 267 CAMILA ESQUERRA MUELLE Durante la época victoriana se oficializó la idea de la mujer "sentimental, amante pero pura, emocionalmente apasionada pero casta" 7 9 . La idea de la carnalidad natural se había desplazado ideológicamente a la "naturaleza" masculina y por ello se aceptaban y, es más, se fomentaban las amistades románticas entre mujeres pues se presuponía que no tenían componente sexual alguno -a este tipo de uniones permanentes entre mujeres solteras se les dio el nombre de "matrimonio bostoniano" 80 , expresión que aparece, de nuevo, privilegiada en el marco literario gracias a Las bostonianas, del escritor inglés Henry James (1993), en donde se habla de este tipo de relaciones (durante los siglos XIX y XX también se encuentran referencias a amistades románticas entre mujeres representadas en textos literarios del momento 81 )-. A pesar de los casos de estas escritoras y de las contadísimas mujeres que, dadas sus condiciones sociales, pudieron vivir un matrimonio bostoniano en el siglo XIX y parte del XX, la invisibilización del lesbianismo y la no inclusión en la penalización es comprensible si se tiene en cuenta la ya citada idea que de la mujer se tenía durante ia época victoriana. Esta invisibilidad efectivamente tuvo consecuencias opuestas. Las mujeres de clase alta que lograron acceder a la universidad vivieron una historia particular gracias a las luchas feministas de mujeres de la alta burguesía como Mary Garret y Martha Carey Thomas -quienes experimentaron una vida ejemplar para el siglo XIX en Estados Unidos, experiencia que, además, ilustró la relación entre dase, conocimiento, poder, lesbianismo y feminismo que caracterizó a estas precursoras de los discursos y de la acción lésbicos-. Ellas no sólo accedieron a la universidad sino también fueron accionistas del Bryan Mawr College, en donde Garret condicionó sus aportes de capital para la fundación de la facultad de medicina a la aceptación de una cláusula mediante la cual se aseguraba la entrada de las mujeres en igualdad de condiciones que los hombres 82 . Éste, sin embargo, no fue el destino de las mujeres obreras de la primera revolución industrial, aunque hay algunas referencias a matrimonios entre mujeres obreras 8 3 . El lesbianismo -como la homosexualidades una identidad que surge en un contexto de industrialización, urbaniza- 79 Mondimore, 1998. Faderman, 1981. 1 Mayoral, 1993. 82 Mondimore, 1998. 'Walkowitz, 1993. 1 268 Lo INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO, CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL D E SUJETOS SEXUALES ción y ruptura de ia familia como unidad de producción en pos del fortalecimiento de su papel de reproducción. La opinión sobre la "pureza" o asexuaiidad de estas uniones femeninas empezó a decaer con artículos como el de Kari Westphal sobre el lesbianismo -en el que aseguraba que era una enfermedad mental- y a raíz de actitudes desafiantes como ia de la escritora inglesa Raddife Hall, quien, en el siglo XIX, vestida de hombre, con un cigarrillo en la boca, vivía abiertamente con su pareja mujer y escribía sobre la "normalidad" socia! de "los millones de seres que experimentan estos sentimientos" -a propósito de la novela de esta escritora (titulada El pozo de la soledad), en la novela de Nigel Nicholson Un matrimonio perfecto, dicha obra es citada por Vita Sackesville (uno de los personajes); además, en ia novela de Nichoison (que trata de las relaciones lésbicas de la época) aparece Virginia Woolf como personaje recreado, ello debido a la relación que Wooif sostuvo con Vita Sackesville-. Como podemos ver, la literatura se convertía en un espacio de diálogo sobre los discursos femeninos y lésbicos de la época. Pero no sólo la literatura fue el escenario de la vida lésbica en estos siglos; muchas de estas escritoras eran al mismo tiempo activistas de los movimientos de reivindicación de la mujer. Ai respecto, William Lee Howard escribía en Effeminate men and masculine woman (1900) 8 4 : Mujeres con ¡deas masculinas de independencia; la mujer varonil que se sentara en la vía publica y levantara su voz pseudoviril proclamando su derecho a decidir sobre temas como la guerra o la religión, o el valor dei celibato o la maldición de la mujer impura, este desagradable ser asocia!, el pervertido sexo femenino, es simplemente un grado distinto de la clase de los degenerados. En ese contexto comienza el parentesco entre el movimiento lésbico y el feminista, aunque muchos movimientos feministas han sufrido en algún momento de su desarrollo cierto grado de iesbofobia, probablemente en aras de proteger su identidad. Detrás de aseveraciones como ias de James Weir -quien escribió en un artículo de American Naturalist (1895) que ia mujer que se hubiese 84 Citado por Mondimore en Historia natural de la homosexualidad (1998) y antes por George Chauncey (hijo) en De la inversión sexual a la homosexualidad: la medicina y la cambiante conceptuaíización de la desviación en la mujer (1982). 269 CAMILA ESQUERRA MUELLE "destacado de alguna forma en la defensa de la igualdad de derechos" daba "muestras de mascuio-feminidad o, por lo menos, mostraba que era víctima de una aberración psicosexual"- se puede ver con claridad una preocupación política por preservar a toda costa los esquemas patriarcales y un desconocimiento voluntario de la mujer, pues estaban en juego no sólo una discusión alrededor de la orientación sexual de unos individuos sino la remoción de diversas estructuras sociales. A diferencia de Ulrichs, Hirschfeid o Symonds, las mujeres no sólo se preocuparon por reivindicar su lesbianismo como orientación sino como opción; es decir, comprendieron primero su situación como mujeres y no solamente la conducta homoerótica -esto queda claramente demostrado en casos como ei de Jane Addams (activista del movimiento de reforma social en EE.UU.) y Rozet Smith (fiiántropa, también estadounidense), quienes sostuvieron una reiación amorosa durante cuarenta años, o e! de Sara Ponsonby y Eleanor Butier, irlandesas de clase alta que, en 1778, ataviadas con ropa de hombre, dejaron las casas paternas para instalarse finalmente en la campiña gaiesa, en donde vivieron juntas por cincuenta y tres años, siendo llamadas "las damas de Llagolien"85-. La palabra 'lesbiana' no fue claramente reivindicativa -como sí io fue 'homosexual'- sino desde ei siglo XX. A diferencia de las voces masculinas presentes en los discursos científicos y jurídicos, ias mujeres encontraron en la literatura la forma de expresar sus gustos e inquietudes alrededor de su homoerotismo y sus afectos. Desde Safo hasta ei sigio XIX, antes y durante el reinado de Victoria I, fueron las escritoras quienes se encargaron de poner sobre ia mesa el tema del amor entre mujeres en el panorama de la tradición Occidental. 'Lesbianismo', 'amor sáfico', 'tribadismo', 'hetairistria', 'dihetairistria', 'fricatriz', 'amazona', 'matrimonio bostoniano' son términos que proceden de fuentes literarias y que han sido acuñados por sujetos muy distintos con propósitos muy distintos: por hombres censuradores y consternados, por mujeres autodeterminadas, por hombres convencidos de la asexuaiidad de la mujer y por unos pocos -como Pierre Louys, autor de la conocida obra Chansons de Bilitis- que recrearon el amor entre mujeres y las alternativas eróticas femeninas -no olvidemos que Louys dedica este libro, escrito a comienzos del sigio XX, "a las mujeres del futuro"-. Dentro de las escritoras de los siglos XIX y XX que expresaron la posibilidad de ia homoeroticidad de las mujeres y, al mismo tiempo, la reivindicación de ellas como sujetos, se cuentan, entre otras, a Anne Lister 85 Mondimore, 1998 270 LO INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO. CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES (nacida en Halifax -Inglaterra- en 1791 en el seno de una familia de la alta burguesía de Yorkshire), periodista que escribió en su diario personal, sin ningún indicio de autorrecriminación, sobre sus experiencias eróticas y afectivas con mujeres de su condición social -entre quienes se destacó su amada Mariana Belcome-, o Virginia Wooif -también inglesaautora de Orlando, escrito en 1929, y Radclyffe Hall, quien escribió El pozo de la soledad, publicada en 1928. También sobresalen la francesa George Sand (nacida en París en 1804), cuyos primeros escritos -Indiana (1832) y Leila (1833)- fueron obras líricas en las que el amor se enfrenta a los convencionalismos de ia época, las estadounidenses Amy Lowel! (1874-1925) -poetisa que dedicó su libro Pictures o f t h e floating world a la actriz Ada Russell-, Gertrude Stein -muy prolífica, especialmente entre los años 1908 y 1946, dentro de cuyas obras hay que destacar Q.E.D. Quod erat demonstrandun (una obra autobiográfica)-, Hiida Dolittle (18861861)-de quien podemos subrayar End to torment: a memoir of Ezra Pound by H. D. (escrito en 1 9 5 8 y publicado en 1979)- y las inglesas Emily Dickinson y Djuna Barnes -quien en 1936 escribe El bosque de la noche, obra en la que desafía y critica la teoría freudiana casi simultáneamente con su aparición-. En el siglo XX también surgen escritoras importantísimas, dentro de quienes hay que mencionar especialmente a la francesa Monique Wittig: sus obras £/ cuerpo ¡esbiano (1977), Opoponax (1964), Las guerrilleras (1977) o Borrador para un diccionario de las amantes (1981) constituyen lo que llamaría una "mitología lésbica contemporánea" a partir de la literatura. La reflexión de Wittig sobre el lenguaje atraviesa toda su obra pero se hace explícita en La mente fletero (1978). Entre las autoras estadounidenses más recientes destacaría a Teresa de Lauretis, quien, aunque nacida y educada en Italia, ha recibido una influencia muy importante de ia teoría queer. Entre sus libros se cuenta Alicia ya no -que no es su obra más representativa de lo queer-, en el que analiza las representaciones de las lesbianas en ei cine. Su libro más reciente, The practice of love (1994), es una reconsideración sobre la teoría freudiana a la luz de textos visuales y literarios lésbicos. Dentro de las escritoras de reciente aparición formadas en ia tradición lésbica y queer e s t a d o u n i d e n s e resalto a Pat Califia -teórica y literata sadomasoquista, Sapphystry (1988)-, Donna Haraway -con su obra analítica Ciencia, cyborgs y mujeres: la reinvención de la naturaleza (1995)-, Joanna Russ -con su novela de ciencia ficción El hombre hembra (1975), Aurdre Lordre (1934-1992) -quien escribió como lesbiana y afroamericanay Gloria Anzaldúa -Borderlands / La frontera (1987)-, una de las más destacadas autoras chicanas de la actualidad. 271 CAMILA ESQUERRA MUELLE En 1947 apareció el capítulo "La lesbiana" en el segundo tomo de El segundo sexo, de Simone de Beauvoir. Allí mezcla de manera contradictoria los discursos de Ebbing-Kraft y de Havellock Ellis, así como del psicoanálisis. Aunque en algunos fragmentos Beauvoir cae en explicaciones del tipo "la invertida es una mujer incompleta", su importancia reside en su teoría subyacente de que el lesbianismo es la construcción de un sujeto por razones de oposición a los esquemas de género imperantes, y además que la homosexualidad no es una opción menos legítima ni "inauténtica" que la heterosexualidad; además, es uno de los primeros textos dedicados al asunto del lesbianismo con una visión de género inédita hasta el momento; sin embargo, el sujeto que construye Beauvoir es un sujeto lésbico que se define siempre en relación con el hombre, lo cual no es gratuito: Claudia Hinojosa 86 explica cómo el concepto 'orientación sexual' -usado por los discursos de la psicología y hasta de ios movimientos de lucha homosexual- es un eufemismo que preserva la idea de desviación sexual. Hinojosa sostiene que la heterosexualidad se considera el norte de la sexualidad, y que una orientación sexual se entiende como una orientación divergente de! norte heterosexual; es decir, como una desviación. En el caso del texto de Beauvoir, la lesbiana se define en relación con otro norte cultural; ei hombre y, al mismo tiempo, es una desviada en el sentido de no consentir su papel de mujer en relación con respecto de éste. En conclusión, es posible diferenciar claramente las historias de construcción del lesbianismo y ia homosexualidad masculina: el lesbianismo no sólo es una orientación sexual sino una opción de género, una autodet e r m i n a c i ó n que se da -en ei marco de condiciones históricas de marginaiización de la mujer- por motivos diferentes a los de los hombres. Aunque la generación de clasificaciones para el amor entre mujeres no ha sido tan profusa como la de hombres, la construcción del sujeto lésbico también se dio al margen de lo hegemónico (los discursos médicos y jurídicos reservados casi exclusivamente a los hombres), fundamentalmente a partir de los siglos XVIII y XIX en Europa. Sin embargo, esa marginalidad en la penalización no ha hecho que las mujeres no participen en las luchas de reivindicación por los derechos civiles y la despenalización. 5. Siglo XX: científicos, políticos Hubo tres científicos que definieron las pautas de la discusión en el siglo XX: Sigmund Freud (1856-1939), Aifred Kinsey (1894-1956) y Evelyn Hooker (1907-1996). ' Hinojosa, 2000. 272 LO INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO. CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES Sigmund Freud -neurólogo y "padre del psicoanálisis"- presentó al mundo una nueva teoría y, al mismo tiempo, un nuevo método de aproximación al fenómeno de la conducta humana, la cual ha sido interpretada de diversas maneras por sus sucesores (tal es el caso de Edmund Bergler o Irving Biber, autor del libro Homosexuality: a pyschoanalitic study of male homosexuals, publicado en 1962, que concluía -a partir de un estudio hecho con una metodología no muy rigurosa- que un padre distante y una madre demasiado cercana afectivamente producían hombres homosexuales -hay que decir que estos hombres, objetos de estudio, permanecían en terapias psicoanalíticas 87 -). Respecto del caso de una mujer lesbiana, Freud (1920) explicaba: La chica sufrió su gran desilusión justamente cuando estaba experimentando la reactivación de su complejo de Edipo infantil. Se hizo plenamente consciente del deseo de tener un hijo, un chico; su conciencia no podía saber que lo que ella quería era un hijo de su padre a imagen de el. ¿Qué pasó después? Que no fue ella quien dio luz al niño, sino su rival a la que odiaba inconscientemente, su madre. Furiosamente resentida y amargada, se apartó de su padre y de los hombres en general. Después de esta gran derrota, abjuró de su condición de mujer y busco otro objetivo para su libido 88 . Kinsey, un biólogo atado a los preceptos de ia taxonomía, inició -en Estados Unidos, durante los años 40 del siglo XX- una revolución en cuanto a los métodos hasta entonces utilizados para el estudio de la sexualidad y, por ende, de la homosexualidad, pues cuestionó la validez de las conclusiones acerca de ia "anormalidad de la homosexualidad" a las que muchos médicos habían llegado hasta el momento a partir de estudios de caso insignificantes en términos de representatividad cuantitativa y fundados en un desarrollo endeble del concepto 'normalidad'; además, planteó la necesidad de efectuar estudios estadísticos -casi censales- de la población para entender la frecuencia y variedad de las conductas sexuales. A pesar de esto, llegó a la conclusión de que la homosexualidad era una conducta desarticulada del sujeto, por lo que no logró establecer bases para hablar de identidad, aunque, por otro lado, defendió ia indeterminación de la homosexualidad -es decir, sostuvo que no por el hecho ' Mondimore. 1998: 122. 88 Freud (1920), citado en Mondimore (1998: 99) en referencia a la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina. 273 CAMILA ESQUERRA MUELLE de que un individuo hubiera tenido eventual, esporádica u ocasionalmente contacto sexual con individuos de su propio sexo se lo podía considerar homosexual-. También creó la escala Kinsey para medir el grado de homosexualidad de una persona, que resulta muy valiosa a la hora de registrar la diversidad de comportamientos sexuales (esta escala gradaba con cero (0) a la persona con conducta absolutamente heterosexual y con seis (6) a la persona con conductas exclusivamente homosexuales 89 ). La científica estadounidense Hooker, siguiendo la lección de sistemática de Kinsey, durante los años 60 demostró que el psicoanálisis no podía "detectar" de ninguna manera la homosexualidad en los individuos, y por ende afirmó que la homosexualidad no estaba ligada a problemas neuropáticos; es decir, que no podía considerarse un objeto clínico y que ia orientación sexual en el desarrollo de la personalidad podía ser menos importante de lo que hasta el momento se había considerado. Para ello se valió precisamente de dos técnicas ampliamente usadas por los psicoanalistas -la prueba de Rorschach (o de "manchas de tinta") y el TAT (prueba de percepción temática)- y de la interpretación de los resultados de esta prueba por parte de "autoridades en la materia". Siguió estudiando intensamente la "comunidad" de gays y lesbianas, y fue una de las primeras en concluir que la enferma era la sociedad que condenaba al homosexual. Sin embargo, los trabajos de Kinsey y Hooker fueron desconocidos durante mucho tiempo por los psicoanalistas y la teoría de Freud incomprendida y malinterpretada. El siglo XX, además de ser la época que vio ei advenimiento de nuevos campos científicos, fue escenario del Holocausto Rosa, asunto que resulta muy significativo si se tiene en cuenta que la penalización nazi hacia homosexuales y lesbianas se dio por no desempeñar un rol predeterminado: de acuerdo con el parágrafo 175 del código jurídico alemán, las mujeres consideradas antisociales eran marcadas con un triángulo negro -dentro de estas mujeres se contaban las infértiles, las prostitutas o, en general, quienes no cumplían con su papel reproductivo-; mientras tanto, los homosexuales eran marcados con un triángulo rosa -y si, además de ser homosexuales, eran judíos, se sobreponía a este, formando una estrella de David, un triángulo amarillo-. Sobre este punto, Charlotte Bunch 9 0 nos ayuda a entender por qué las lesbianas son consideradas como antisociales por parte de los regímenes totalitarios: ' Boswell, 1993: 65 . Bunch, 1984. 90 274 LO INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO. CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES El feminismo lesbiano está basado en un rechazo a las definiciones masculinas de nuestras vidas y es por lo tanto crucial para el desarrollo de nuestras vidas. [...] ¿Cuál es esa definición? Básicamente que la heterosexualidad significa ios hombres primero. Eso es todo. Se asume que toda mujer es heterosexual; que cada mujer es definida por y es propiedad de los hombres. Su cuerpo, sus hijos pertenecen a los hombres. Si no aceptas tal definición eres rara, no importa con quien te acuestes; si no aceptas esa definición en esta sociedad, eres lesbiana. De manera muy lúcida, Bunch muestra que toda mujer que no cumpla con su papel reproductivo en términos sociales y biológicos es considerada antisocial y, por consiguiente, lesbiana, independientemente de sus prácticas sexuales. No sobra decir que el holocausto homosexual no ha sido reparado menos aun el de las lesbianas- ya que, aun después de la caída de Hitler, el parágrafo 175 siguió vigente en Alemania durante años. 6. Queer, gay, lesbiana: profusión de categorías para la autodeterminación La historia de las categorías reivindicativas comienza con los primeros movimientos homófiios de los años 50 en Estados Unidos, tales como Matachín Society, Daugthers of Bilitis y Trie homophiie movement. Más adelante, en los años 60, a raíz de ios movimientos de liberación de lesbianas y gays, en diferentes partes dei mundo se adopta ia palabra 'gay' entendida como 'feliz', 'festivo', 'orgulloso de ser'; sin embargo, la etimología de la palabra 'gay', suscita discusiones: Luiz Mott 91 sostiene que proviene del provenzal-catalán 'gal' de los siglos XIII y XIV, cuya acepción sería muy próxima a h o m o s e x u a l . También se produce la resignificación de la palabra 'lesbiana' por parte de movimientos iésbicos. Boswell 9 2 sostiene que la 'gay', en el sentido en que hoy la utilizamos, antecedería al término 'homosexual' como una categoría de autodeterminación, aunque entiendo que Boswell se refiere a la categoría y no ai término; es decir, ai campo del significado. Quiero resaltar en este momento que, a diferencia de las categorías para referirse a la homosexualidad masculina, las categorías para ia homosexualidad femenina son categorías de autodeterminación desde la resignificación. En vista de que términos como 'homosexual' o 'gay' no daban cabida a las especificidades de las luchas de las mujeres homosexuales, comenzó a hacerse uso de la palabra 'lesbiana' a partir de la conformación, también durante la décaMott, 1998. -' Boswell, 1993: 66-67. 275 CAMILA ESQUERRA MUELLE da de los años 60, del DOB-New York y de Lesbian Feminist Liberation, muy cercanos al feminismo radical 93 . De manera más reciente han aparecido términos como 'queer'. Al respecto es importante traer a colación la nota del traductor del artículo de Alexander Doty 94 "¿Qué es lo que más produce el queerness?", en donde habla de la dificultad de traducir estos términos al español. 'Queer' podría ser traducido como 'raro' o como próximo a la connotación popular de 'afeminado' -es decir, 'raro' en el sentido con el que se usa en Colombia para referirse a homosexual, afeminado, marica-. Así, 'Queer' es una palabra de jerga especializada que bien podríamos traducir para Colombia como 'marica', así como 'queerness' podría ser 'mancada', aunque con una connotación reivindicativa, tal como sucedería, de acuerdo con las sugerencias del traductor del artículo de Doty, con 'puto' en Argentina o 'joto' en México. Sin embargo, ia palabra queer tiene un sentido profundamente antipatriarcal por lo cual no se lograría dar en su traducción predominancia a tan sólo un sector de la diversidad de género (lesbianas, travestidos, transexuales, bisexuales, transgéneristas, etc.), tal y como es pretendido por quienes adoptaron el término. Por otro lado, no se puede decir de una persona que es queer puesto que, como lo ha planteado la propia teoría queer, lo queer es un territorio de significados, no una identidad. Lo queer es, por un lado, el reconocimiento de la complejidad de lo diverso de ias identidades homosexuales y, por otro -como anota Pierre Bourdieu 95 -, un "analizador social al mismo nivel de los movimientos artísticos" -lo cual quiere decir que lo queer es movimiento social y teoría social al mismo tiempo-. Actualmente han surgido y existen muchos términos para hablar de la vida gay y lésbica, no sólo del sujeto y sus particularidades, sino de sus muy diversas formas de ser -ejemplo de ello, en América Latina, es la reivindicación del uso de palabras originalmente peyorativas como 'marica' o 'loca'-: Podemos describirnos (entre otras posibilidades) como lesbianas femeninas y penetradoras, locas new age, fantasiosas y fantasmadoras, travestís clones, leathers, mujeres con smoking, mujeres feministas, hombres feministas, onanistas, traileras 96 , 93 Marotta, 1981. ' Doty, 1996. ' Bourdieu, 1998:143. ; Es lo mismo que 'camionera': lesbiana de aspecto muy masculino. 276 LO INNOMINADO, LO INNOMINABLE Y EL NOMBRAMIENTO. CATEGORIZACIÓN Y EXISTENCIA SOCIAL DE SUJETOS SEXUALES divas, jotos 97 , machos sumisos, mitómanas transexuales, tías, hombres que se definen como lesbianas, lesbianas que se acuestan con hombres, o todos aquellos y aquellas capaces de liarse con aquellos otros y de aprender con ellas e identificarse con ellas 98 . Este listado reúne una serie de "formas de decirse como sujeto sexual" agrupadas bajo ia concepción de lo queer. De esta manera queda esbozada la genealogía de la construcción de sujetos LGBT a través del nombramiento. Es claro que devenir homosexual, gay o lesbiana no consiste exclusivamente en tener relaciones sexuales con personas del mismo sexo, sino que implica un acto de performancia desde un acto del habla y de la construcción social. Prostituto o prostituto, puto, puta. ! 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