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Félix Julio Alfonso López, El juego galante: béisbol y sociedad en La Habana (1864-1895), La Habana, Letras Cubanas/Boloña, 2016, 384 págs. El simbolismo de la anotación en béisbol es tan complicado como una metáfora modernista. Roberto González Echevarría, “Prólogo” En el libro que presentamos, su autor, académico de El Colegio de San Gerónimo en La Habana, Cuba, ofrece los resultados de una investigación de largo aliento concluida en la tesis doctoral que defendió en 2010 en el Departamento de Historia de Cuba de la Universidad de La Habana. De largo aliento porque el deporte en su aspecto profesional, concretamente el béisbol, se ha convertido en referencia de su pesquisa sobre el pasado de la mayor isla de las Antillas, como lo demuestra en dos publicaciones previas.1 El autor se aproxima a la literatura clásica sobre el deporte desde una perspectiva social, guiado por los trabajos de Johan Huizinga, Norbert Elias, Eric Dunning y Hans Ulrich Gumbrecht, por citar algunos. Igualmente, repasa los precedentes del estudio del béisbol y se posiciona teóricamente en conceptos como el de cultura, teniendo como referentes a Clifford Geertz y Edward Said; y se inclina por Pierre Bourdieu a la hora de estudiar las diferenciaciones sociales y conflictos simbólicos relacionados con este deporte en la Isla. En definitiva, su conocimiento de la literatura contemporánea y reciente sobre los deportes le permite jugar en distintas canchas de análisis para exprimir la información obtenida en los archivos, en especial debido a que, advierte, existen “escasísimos libros de historia de Cuba [que] recogen el béisbol como parte de su narración, y en estos casos su mención es superficial y no se corresponde con la importancia cultural de este pasatiempo” (p. 37). A pesar de ello, como parte de la historia nacional cubana hubo una renovación de los estudios sobre el béisbol que se produce, indica el autor, en la década de los noventa del pasado siglo con académicos formados en Estados Unidos, como Louis A. Pérez, profesor de la Universidad de Carolina del Norte, y Roberto González Echevarría, catedrático de la Universidad de Yale. El segundo escribió un texto seminal y de obligada referencia sobre los nexos entre la literatura modernista, el danzón y el béisbol a finales del periodo decimonónico.2 Un camino seguido con posterioridad por otros académicos interesados en el tema deportivo en narradores y poetas cubanos.3 1 Félix Julio Alfonso López, Béisbol y estilo: las narrativas del béisbol en la cultura cubana, La Habana, Letras Cubanas, 2004; y Apología del béisbol y La Habana: ciudad mágica, La Habana, Deportes, 2013. 2 Roberto González Echevarría, “Literatura, baile y béisbol en el (último) fin de siglo cubano”, Encuentro de la Cultura Cubana (Madrid), núm. 8-9 (primavera-verano de 1998), pp. 30-42. 3 Javier Antonio Tamayo Fajardo y Rubén Esquivel Ramos, “La historia del deporte cubano en la literatura”, Materiales para la Historia del Deporte (Asociación Andaluza de Historia del Deporte), núm. 7 (2009), pp. 77-87. Planteado por Alfonso López, el estado de la cuestión retoma, como no podía ser de otra manera, las aportaciones de investigadores de otras latitudes caribeñas, con especial énfasis en Puerto Rico, donde el béisbol sigue siendo una etiqueta identitaria nacional. De la misma forma hay que evidenciar cómo la preocupación por el desarrollo del deporte cubano, desde una perspectiva social, ha dado lugar a la aparición de artículos y hasta de una tesis doctoral presentada fuera de tierras cubanas.4 Desde el título mismo, el autor resume el enfoque de la obra, un juego galante que ostenta los deseos modernizadores y de “orden y progreso” positivista en boga en buena parte de América Latina. En la introducción señala que tiene como interés indagar la forma en que un juego importado de Estados Unidos se convierte “rápidamente en pasión de los cubanos, narrativa privilegiada de identidad nacional, metáfora cultural y tema permanente de discusiones privadas y polémicas públicas” (p. 21). Es así que este deporte de supuesto origen europeo, originado en un juego medieval llamado stool ball, es presentado desde su aparición en Estados Unidos, a finales del siglo xviii, hasta la paulatina conformación de las reglas que lo hacen uno de los deportes más complejos, al menos si su reglamentación se compara con otros juegos de conjunto que se han convertido en espectáculos de masas. La narración facilita a Alfonso López aterrizar su investigación en el territorio cubano receptor de este juego, donde la referencia geográfica principal será la ciudad capital, La Habana, pero ello no impide menciones a otras ciudades como la emblemática Matanzas, o alguna tan lejana de la capital como Baracoa, en la provincia de Guantánamo. La obra está prologada por Roberto González Echevarría, mentor del autor y uno de los principales especialistas en “la pelota”, como es conocido el béisbol en Cuba. Como ya se ha dicho, se trata del autor de una obra fundamental para descifrar la trascendencia de este deporte en la Isla,5 que ha impulsado la discusión sobre la significación del béisbol para el reconocimiento e identificación cultural de los cubanos, además de incorporar otros aspectos de igual relevancia construidos antes de la independencia nacional ocurrida en 1898. Estas contribuciones han destacado el papel de la pelota en la construcción nacional y, en tal sentido, el libro de Alfonso López sigue la misma línea, en lo que González Echevarría considera un aporte fundamental para la historia social cubana. Elogios debidos a la claridad de objetivos, patentes en el contenido y desarrollo que se ratifican si se leen con detenimiento los agradecimientos del autor. En ellos se indica el trabajo de pesquisa de fuentes primarias y secundarias, donde sobresale la información obtenida en el Archivo Nacional de Cuba y la hemeroteca, así como la literatura en sus expresiones poéticas y novelescas; 4 Entre los primeros véase, por ejemplo, Carlos E. Reig Romero, “Para una historia de los deportes en Cuba (1800-1899)”, Temas (La Habana), núm. 49 (2007), pp. 24-36; y Juan Antonio Salas Rondón, Génesis y difusión de la educación física en Cuba (18001901), Salamanca, Universidad de Salamanca, 2009, tesis de doctorado. 5 Roberto González Echevarría, The pride of Havana: a history of Cuban baseball, Nueva York, Oxford University Press, 1999. 192 Cuadernos Americanos 163 (México, 2018/1), pp. 191-197. además se exhibe la heterogeneidad de los apoyos y de los lectores que tuvieron en sus manos los distintos avances del libro. Algunos de ellos aficionados a la pelota, pero sobre todo con visiones disciplinares diversas. Sociólogos como Alain Basail, cubano asentado en Chiapas desde hace varios lustros y con una obra sobre la prensa en Cuba durante años paralelos a los estudiados por Alfonso López y donde empatan a la hora de observar las ansias modernizadoras y los conflictos políticos, muchas veces simulados, entre los partidarios del régimen colonial vigente y los de construir una república independiente;6 bibliotecarios de su país natal y, sólo por citar uno más, Leonardo Padura, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015. Los nueve capítulos que componen la obra condensan temáticamente aspectos fundamentales para comprender la llegada, consolidación y crecimiento del béisbol en Cuba antes de la independencia. Capítulos que guardan coherencia temática y donde se incluye buena parte de los protagonistas, instituciones y actores sociales que hacen posible el juego de pelota. El béisbol se convierte en el foco que ilumina una sociedad en una coyuntura primordial para entender lo que en pocos años sería un nuevo Estado nacional. Por su procedencia o simplemente por la novedad que representaba como exponente de una modernidad siempre anhelada en los países de Latinoamérica para evadir el supuesto rezago frente a las metrópolis —antiguas o todavía existentes como en el caso de la Cuba colonial—, el béisbol fue un signo de distinción clasista pero también expresión de las confrontaciones políticas que de manera abierta o solapada se manifestaban a través del juego. Desde principios del siglo xix las posiciones contrapuestas para definir el futuro de Cuba ya se hicieron presentes en debates7 y lo mismo se observó con los dos partidos políticos de la Colonia, Unión Constitucional y Liberal Autonomista, instituciones que vieron cómo el béisbol se entremezcló en sus conflictos al dimensionarse las victorias deportivas en el ámbito simbólico, único triunfo permitido a los partidarios de la independencia. Es así que las autoridades hispanas podían entender la pelota como un juego antiespañol, y más tras las polémicas desatadas por los antitaurinos decimonónicos, un ataque directo al españolismo: “lucha contra los toros y en pro del béisbol como símbolo de un país culto y ajeno a la violencia y la sangre en las corridas” (p. 184). Actividades deportivas convertidas en marcadores de diferenciación social, pero también de posición política, como se aprecia con la apuesta de los españoles, o prohispanistas de la isla, por otros deportes como el fútbol,8 aunque las contradicciones siempre se hacen presentes en la historia 6 Alain Basail, El lápiz rojo: prensa, censura e identidad cubana (1878-1895), La Habana/Bogotá, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, 2004. 7 José María Aguilera Manzano, La formación de la identidad cubana (El debate Saco-La Sagra), Sevilla, csic, 2005. 8 Santiago Prado Pérez de Peñamil, El fútbol y los clubes españoles de La Habana, 1911-1937: asociacionismo y espacios de sociabilidad, La Habana, Fundación Fernando Ortiz, 2013. Cuadernos Americanos 163 (México, 2018/1), pp. 191-197. 193 humana ya que existen curiosidades como la presencia del béisbol en las Islas Canarias, donde los cubanos tuvieron una aportación fundamental.9 Al entrar en detalles concretos del contenido del libro existen sorpresas, o tal vez podría decirse singularidades en comparación con casos como el mexicano. Entre ellas es destacable la impresionante aparición, antes de que finalizara el siglo xix, de un sinnúmero de clubs dedicados a actividades deportivas, pero que en este caso tenían al juego de pelota como el principal motor e impulsor. Para ello el autor sigue la tipología establecida por Klaus Heinemann, un alemán afincado en Cataluña y cuyas investigaciones han formado a numerosos académicos, para referir las funciones que los clubs desempeñan, como las de integración, socialización o las relacionadas con la definición política o su carácter cultural.10 Es así que Alfonso López muestra el ímpetu organizativo estrechamente unido a la pujanza de la Isla como referente de la economía agroexportadora entremezclada con una disyuntiva política que no se definiría sino hasta 1898. Todo ello en una sociedad jerarquizada donde las diferencias del color de la piel seguían siendo factor determinante en las interacciones sociales, a pesar de haberse suprimido la esclavitud en 1880. Es comprensible, entonces, que el béisbol también contribuyera “al desarrollo de una sociedad civil que estaba siendo ampliada en sus consensos por las reformas liberales, la actividad de los partidos políticos y el fin de la esclavitud” (p. 22). Igualmente, y sin abandonar su papel, la rivalidad de los clubs deportivos ponía en la arena de la disputa no simplemente el honor de ganar —y ahí se observa la influencia geertziana en el libro de Alfonso López, en especial en el capítulo seis atravesado por la idea de metáfora social—, sino que se ponía en juego la condición social y política de los mismos, y donde aspectos como los colores de los uniformes representaban algo más que una simple arbitrariedad o elección estética. Como con certeza lo observa el autor, es una lucha simbólica que exponía las contradicciones de un territorio colonial cuya dinámica social hacía cada vez más lejano su nexo con la metrópoli. El béisbol se convirtió en un magma que condensaba buena parte de los conflictos subsumidos o expuestos de la sociedad cubana. No deben extrañar entonces las eclosiones violentas que se produjeron en muchos juegos de pelota en las que se vieron involucrados público y seguidores de las escuadras. La mayor parte de instituciones deportivas, referente imprescindible del libro, no fueron bautizadas con nombres en inglés, y hubo incluso alguna que hacía referencia a raíces africanas. Pero esa apuesta por lo propio, por lo cubano, en la mayor de las Antillas también se evidenció en las calles, de hecho en la primera publicación del semanario El Álbum ya se hablaba de la “beisbolatría” 9 Antonio S. Almeida Aguiar, “La influencia cubana en la introducción del baseball en las Islas Canarias”, Materiales para la Historia del Deporte (Asociación Andaluza de Historia del Deporte), núm. 12 (2014), pp. 71-81. 10 Klaus Heinemann, “Aspectos sociológicos de las organizaciones deportivas”, Apunts. Educació Física i Esports (Barcelona), núm. 49 (tercer trimestre de 1997), pp. 10-19. 194 Cuadernos Americanos 163 (México, 2018/1), pp. 191-197. dominante en los barrios matanceros. Una popularidad extendida en las “tonadas callejeras” y trasladada a la literatura nacional con una prontitud inusitada (p. 98). Tampoco puede obviarse que el béisbol fue visto como elemento modernizador y que él mismo se vio influido por las prácticas de la economía comercial y la incipiente publicidad. El patrocinio de casas comerciales o empresas de distinto signo anticipaba lo que años después ocurriría en los deportes convertidos en espectáculo. Para ejemplo los casos del Lager Beer o el del Bacardí Ron BBC, este último un ejemplo de la emigración catalana hacia el Caribe y también, con posterioridad, de la salida de empresas tras la Revolución Cubana de 1959. El autor tampoco olvida algo que formaba parte imprescindible del discurso de la época, aunque podríamos seguir muchas de sus huellas hasta nuestros días, el papel del deporte como elemento civilizatorio, una actividad higienizadora de lo social frente a los vicios, y también, por ende, regeneradora o inhibidora de la degeneración. Combate contra el ocio improductivo y la molicie que con tanta vehemencia se imploró en América Latina para reclamar la incorporación a la economía capitalista de sus pobladores, con especial énfasis en los indígenas. Alegatos de la época que loaban los beneficios del ejercicio físico, así como el ideal de virilidad, esencial para cumplir las funciones propias y las del servicio a la nación. Discurso no dejado en manos únicamente de los galenos sino también en el de creadores de opinión de la época. En tal sentido aparecen publicaciones periódicas como la Gaceta Médica de La Habana y Anales de la Real Academia de Ciencias de La Habana, con gran influencia de las ideas de Darwin y de Spencer, lo cual recuerda los magníficos trabajos efectuados para el periodo decimonónico mexicano por el historiador Charles Hale.11 La influencia positivista y de los discursos científicos o cientificistas del momento recorrieron la Isla con destacadas figuras y debates,12 hecho que se prolongó durante el siglo xx, ya que los médicos o higienistas cubanos tuvieron destacadas participaciones en las reuniones internacionales, como por ejemplo el eugenista Domingo F. Ramos.13 Es significativo también cómo la prensa tuvo una especialización deportiva difícil de observar en otros países del área americana. Un ingente número de publicaciones deportivas, especialmente las relacionadas con el béisbol, se hicieron presentes antes de la guerra de independencia, hecho que remite a la auténtica relevancia social que en muy pocos años adquirió la pelota entre los cubanos. El autor también expone las dificultades para institucionalizar la práctica de la pelota, es decir, conseguir una organización que permitiera la regularidad de torneos así como la reglamentación adecuada y compartida por todos los equipos; esta 11 Charles Hale, La transformación del liberalismo en México a fines del siglo xix, México, fce, 2002. 12 Armando García González y Raquel Álvarez Peláez, En busca de la raza perfecta: eugenesia e higiene en Cuba (1898-1958), Madrid, csic, 1999. 13 Armando García González y Raquel Álvarez Peláez, Las trampas del poder: sanidad, eugenesia y migración, Cuba y Estados Unidos (1900-1940), Madrid, csic, 2007. Cuadernos Americanos 163 (México, 2018/1), pp. 191-197. 195 larga historia puede seguirse en la tesis doctoral de Karel Luis Pachot.14 Pero con o sin claridad institucional lo que queda claro en el libro es cómo en Cuba la conversión del béisbol en espectáculo fue muy temprana, algo que condujo también a las disputas entre partidarios y detractores de la creciente profesionalización ya en el siglo xix. Es ahí donde el habitus de Pierre Bourdieu toma fuerza, en concreto en el capítulo cuarto, para observar las diferencias entre las personas que practicaban el juego, las que no podían practicarlo o quienes deseaban hacerlo como posibilidad de movilidad social. Es comprensible, así, que la composición de los equipos y la imagen que deseaban transmitir fuera reflejo de los sectores sociales a los que representaban. Una movilidad social que fue coartada temporalmente por la guerra de independencia y en la que algunos destacados peloteros del momento se involucraron de manera notoria. En un mundo dominado por los hombres, las mujeres existían como parte de las familias que componían los clubs para ser espectadoras de los juegos y, en otras ocasiones, se convertían en “madrinas o directivas de honor” (p. 73). Este hecho se repetirá en muchos países como una nítida diferenciación y discriminación en el papel otorgado a hombres y mujeres. La periódica publicación habanera Base Ball afirmaba en 1882 que las “bellas socias no necesitarán más que presentar sus encantadores rostros” (p. 84). El libro finaliza con un recuento de fuentes, así como con una galería de imágenes y varios anexos. Envidiables aquéllas para los historiadores de la imagen pero también para cualquier aficionado a la pelota o simplemente para quienes tienen un interés estético. Por su parte, los anexos ponen a disposición del lector información variada, como el nombre de los clubs, su ubicación geográfica y los años en que estuvieron activos. También existe una recopilación de poemas de la época relacionados con el béisbol. Como señala Roberto González en el prólogo del libro aquí presentado —lleno de información y cuyas referencias trascienden la historia del béisbol cubano en un periodo histórico, para abrir numerosos caminos a la investigación social sobre la Isla—, cualquier neófito que en su bagaje cultural no cuente con la tradición de la pelota, tendrá muchas dificultades para comprender el juego. A la complejidad de las reglas se unen contrasentidos tales como que el equipo a la defensiva esté en posesión de la bola, o que “la cancha misma, el terreno, es de una enigmática, poética complejidad” (p. 10). Esa misma complejidad se desprende de la obra de Alfonso López, escrita con fluidez e ingente información; en este juego importado de Estados Unidos se ponen en liza muchos matices de una sociedad todavía colonial que luchaba por una definición política. De la misma manera se ponen de relieve las diferencias entre las provincias y la ciudad capital, aunque el ferrocarril hubiera facilitado los nexos entre el territorio cubano, y se observa cómo la distribución y uso del tiempo no necesariamente era pensado 14 Karel Luis Pachot, El derecho al deporte, la constitución y las normas de ordenación del deporte en Cuba, Santiago de Cuba, Universidad de Oriente, 2007, tesis de doctorado. 196 Cuadernos Americanos 163 (México, 2018/1), pp. 191-197. igual en una sociedad que apenas salía del esclavismo formal. La pelota no pudo excluirse de la diversidad social y fenotípica de la Isla y, al mismo tiempo, desde que llegó la atravesó con un ímpetu sólo equiparable al del fútbol en dos países rioplatenses como Argentina y Uruguay.15 Desde entonces el béisbol en Cuba ha sido un referente deportivo estrechamente ligado al constructo nacional, como posteriormente han destacado otros estudiosos del deporte en América Latina.16 Como bien expresa un epígrafe del libro signado por Roberto González Echevarría, “cuando se trata de identidades nacionales, los mitos suelen ser más importantes que la historia misma” (p. 45). En el caso del libro de Alfonso López la historia del béisbol en un periodo de la Cuba colonial es realidad documentada con profusión y, en tal sentido, de sus páginas brotan las ideas que harán comprensible cómo y por qué la pelota se convirtió en signo y en mito de la nacionalidad cubana. Un ejercicio para dignificar la historia del deporte como imprescindible para conocer el mundo contemporáneo desde el siglo xix hasta nuestros días. Miguel Lisbona Guillén 15 Eduardo P. Archeti, El potrero, la pista y el ring: las patrias del deporte argentino, Buenos Aires, fce, 2001; y Rafael Bayce, “Cultura, identidades, subjetividades y estereotipos: preguntas generales y apuntes específicos en el caso del fútbol uruguayo”, en Pablo Alabarces, comp., Futbologías: fútbol, identidad y violencia en América Latina, Buenos Aires, Clacso, 2003, pp. 163-177. 16 Roberto da Matta, Universo do futebol: esporte e sociedade brasileira, Río de Janeiro, Pinakotheke, 1982; Andrés Fábregas Puig, Lo sagrado del rebaño: el fútbol como integrador de identidades, Guadalajara, El Colegio de Jalisco, 2001; Gabriel Angelotti Pasteur, Chivas y Tuzos, iconos de México: identidades colectivas y capitalismo de compadres en el fútbol nacional, Zamora, El Colegio de Michoacán, 2010; Sergio Villena Fiengo, “Del fútbol y otros demonios: fútbol, religión y nacionalismo en Costa Rica”, Anuario de Estudios Centroamericanos (San José, Universidad de Costa Rica), núm. 35-36 (2009-2010), pp. 137-147; y Carlos Sandoval, Fuera de juego: fútbol, identidades nacionales y masculinidades en Costa Rica, San José, Universidad de Costa Rica, 2013. Cuadernos Americanos 163 (México, 2018/1), pp. 191-197. 197