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1 Tuberculosis y vulnerabilidad social. Una investigación etnográfica sobre inmigrantes bolivianos que trabajan y viven en talleres textiles clandestinos del Área Metropolitana de Buenos Aires Alejandro Goldberg 1 1 Doctor en Antropología Social y Cultural y Máster en Antropología de la Medicina por la Universidad Rovira y Virgili (España). Investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la República Argentina (CONICET) en el Instituto de Ciencias Antropológicas, sección Antropología Social. Profesor del Seminario Antropología y Migraciones Internacionales (carrera de Cs. Antropológicas, primer cuatrimestre, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires). E-mail: alejandro.goldberg@gmail.com http://www.antropoymigraciones.com.ar 2 INDICE I. Presentación II. Resumen III. Palabras clave IV. A modo de introducción: datos, conceptos, categorías IV. 1. Diseño, metodología y estrategias de la investigación V. De la ilusión a migrar por un trabajo y una vida mejor, al engaño de los paisanos y la esclavitud en los talleres: trayectorias migratorias e itinerarios terapéuticos de migrantes bolivianos al AMBA VI. Condiciones de acceso al sistema sanitario y proceso asistencial por TBC VII. Representaciones y prácticas alrededor de la TBC VIII. El problema del Modelo Médico Hegemónico (MMH)... ¿o el MMH como problema? IX. Reflexiones finales X. Referencia bibliográficas 3 I. PRESENTACIÓN El presente libro constituye una versión revisada del trabajo “Antropología Médica y Tuberculosis. Estudio sobre inmigrantes bolivianos que trabajan y viven en talleres textiles clandestinos del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA)”, publicado en el libro Tuberculosis desde la Interdisciplina (en prensa), a la vez que recoge los resultados de distintas investigaciones realizadas en el transcurso de los últimos tres años. Entre ellas, pueden mencionarse las siguientes: “Una aproximación antropológica a la Tuberculosis en inmigrantes bolivianos del Área Metropolitana de Buenos Aires: su relación con los modos de vida y de trabajo”, PIP-CONICET; "Las Condiciones de Trabajo en los Talleres Textiles en Buenos Aires, factores de riesgo e impacto en la salud enfermedad de los trabajadores”, SRT; “Análisis de la relevancia de los factores socioculturales en el proceso asistencial de pacientes con tuberculosis usuarios del Instituto Vaccarezza-Hospital Muñiz. Un abordaje etnográfico desde la Antropología Médica”, Beca Carrillo-Oñativia 2009-2010, MINSAL. En tal sentido, uno de los objetivos que se persigue es realizar un aporte desde la Antropología a los enfoques holísticos y transdisciplinarios en torno al abordaje de la enfermedad de la Tuberculosis (TBC) en grupos socioculturales vulnerables. Como trabajadores del campo de la investigación social y cultural asumimos en nuestra tarea cotidiana un compromiso ético-profesional y humano para con las personas con las cuales interactuamos: desde una concepción preventivista, con el horizonte fijado en la posibilidad de disminuir sus indicadores de morbimortalidad por TBC. En definitiva, sumando nuestros esfuerzos a la conquista plena del reconocimiento de sus derechos y colaborando con ellos en su lucha por la mejora en sus condiciones de existencia. Dr. Alejandro Goldberg Febrero de 2012 4 II. RESUMEN Este trabajo está centrado en uno de los grupos socioculturales identificados como más vulnerables a la infección y desarrollo de la tuberculosis: inmigrantes bolivianos del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Se trata de un padecimiento específico ligado a sus modos de vida y de trabajo en nuestra sociedad; puntualmente, vinculado a la experiencia de haber vivido o de vivir; y de haber trabajado o de trabajar en talleres textiles clandestinos, en condiciones de semi esclavitud. El objetivo general del trabajo fue construir un conocimiento complejo de los procesos de salud/enfermedad/atención relacionados con la tuberculosis entre los sujetos de estudio. La metodología etnográfica aplicada permitió indagar en las distintas situaciones de riesgo para su salud, asociadas a sus modos de vida y de trabajo, así como en los itinerarios terapéuticos seguidos para diagnosticar y tratar la enfermedad. III. PALABRAS CLAVE Inmigrantes bolivianos Vulnerabilidad social Tuberculosis Procesos Asistenciales 5 IV. A MODO DE INTRODUCCIÓN: DATOS, CONCEPTOS, CATEGORÍAS. La tuberculosis (TBC) es, desde la antigüedad, una de las enfermedades infecciosas que más muertes ha producido y sigue produciendo en el planeta: actualmente, es la segunda causa de mortalidad entre todas las enfermedades infecciosas. En consecuencia, continúa siendo uno de los mayores problemas sanitarios a escala mundial. De acuerdo a los últimos datos proporcionados por la OMS (WHO, 2009) cerca de 2.000 millones de personas están infectadas por el bacilo de la TBC, lo que supone un tercio de la población mundial. Cada año, 8 millones de personas se enferman de TBC y 2 millones mueren por su causa, localizándose mayoritariamente en los países en vías de desarrollo. En este sentido, la situación actual de la TBC en el mundo es un fiel reflejo de las enormes diferencias geopolíticas, económicas, sociales y epidemiológicas existentes desde hace tiempo entre los países “centrales” y los países “periféricos”, así como al interior de estos. En el caso de Argentina, estas desigualdades se manifiestan al comparar los indicadores de TBC de Jujuy con los de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), por ejemplo; o tomando como unidad de análisis a esta última, si echamos un vistazo a las estadísticas diferenciales existentes a nivel de sus áreas programáticas. (Goldberg, 2010) Más allá de estos datos, a partir de la propuesta de una Epidemiología Sociocultural (Menéndez, 2002; 1998; Breilh, 2003; Haro, 2011 y otros), desde el marco teóricoconceptual de la Antropología Médica y por medio del método etnográfico de investigación que esta utiliza, es posible aproximarse al conocimiento de los grupos poblacionales que aparecen con un grado mayor de vulnerabilidad frente a la TBC en relación a otros conjuntos sociales, en contextos específicos. 2 2 El enfoque de “vulnerabilidad social” permite comprender cierta susceptibilidad social, fragilidad o desprotección en el que se puede encontrar un conjunto sociocultural específico, como lo es el del caso abordado en este trabajo. La vulnerabilidad, así, constituye un indicador de la inequidad y las desigualdades sociales, siendo éstas “la que determinan los riesgos diferenciales y es sobre ella que se debe actuar” (Bronfman, Leyva y Negroni, 2004). Partiendo de lo anterior, es posible afirmar que la vulnerabilidad ante la enfermedad de TBC que poseen los inmigrantes bolivianos que trabajan y viven en talleres textiles clandestinos del AMBA, radica sobre 6 Siguiendo a Menéndez (1998), la epidemiología sociocultural pretende reconocer el papel que juegan la teoría y los valores en la evaluación de los problemas de salud (la salud no es un hecho técnico, sino sociocultural, político y contextual), considerando que interesa identificar los aspectos estructurales que definen el perfil epidemiológico poblacional más allá de su significación estadística, con el fin explícito de incidir de forma propositiva, no sólo en la reducción de la morbimortalidad de los conjuntos sociales, sino también en el mejoramiento de su estado de salud. Este enfoque parte de considerar las concepciones y prácticas del sujeto-paciente en el marco de un sistema social, político y cultural que condiciona las conductas cotidianas de salud influyendo en el proceso de salud/enfermedad/atención; reconociendo el papel hegemónico de la biomedicina y tomando en cuenta las transacciones desarrolladas con los sectores subalternos (Menéndez, 2002). La perspectiva de la epidemiología sociocultural subraya entonces la relevancia de integrar la dimensión epidemiológica con los análisis interpretativos de la cultura atendiendo a los aspectos sociales, tanto aquellos relativos a la interacción social como a los de índole económica y política presentes en la “red multicausal” de las enfermedades y también de la salud. Tanto desde el plano teórico como a través de estudios de caso, por su énfasis holístico y su enfoque etnográfico y cualitativo, desde la Antropología se plantea la necesidad de articular, desde una perspectiva relacional y procesual, los niveles micro y macro en el análisis de los problemas de salud 3. Por lo tanto, lo “sociocultural” en el abordaje epidemiológico “convencional” no se plantea como la necesidad de incorporar una “variable más”; lo propio sucede con la “opción” -limitadade la epidemiología de incorporar mecánicamente los métodos cualitativos. todo en su condición de clase subalterna-subordinada cuasi esclava en la sociedad argentina, y no en una supuesta predisposición genética, su origen geográfico o su identidad étnica. (Goldberg, 2010) 3 Como parte del enfoque etnográfico adoptado y las estrategias de investigación aplicadas, fue posible reconstruir las trayectorias migratorias de los sujetos, el modo de vida/de trabajo en los talleres textiles clandestinos y sus itinerarios de salud en el marco de sus procesos asistenciales por tuberculosis. 7 Centrándonos en la TBC, vale señalar que todos los autores coinciden en que se trata de una enfermedad de la pobreza. En opinión de Farmer (2000), esto implica con total claridad que el “mundo subalterno” de los pobres constituye un escondite adecuado para las enfermedades infecciosas, especialmente cuando se trata de situaciones de segregación y marginación social. En el caso de los sujetos que se abordan en este trabajo, lo anterior se ve potenciado por su condición de migrantes sometidos a procesos de estereotipación y estigmatización; por sus trayectorias migratorias que frecuentemente se dan en el marco de mecanismos delictivos como la trata y el tráfico de personas, y la reducción a la servidumbre; por los modos de vida/de trabajo que condicionan su existencia cotidiana en nuestra sociedad (y las “situaciones de riesgo” para la salud que estas suponen). En efecto, dentro de los grupos más vulnerables a la infección y desarrollo de la TBC en el AMBA, podemos identificar a los inmigrantes bolivianos que trabajan y viven en talleres textiles clandestinos. Estos últimos funcionan como unidades productivashabitacionales centrales de sus modos de vida y de trabajo, y por sus características constituyen espacios que posibilitan la emergencia de la tuberculosis, su contagio y su transmisión. Debido a las condiciones de semi-esclavitud en las que estos sujetos trabajan y viven (en muchos casos con sus hijos), su derecho a la atención sanitaria se encuentra relativamente limitado, y en muchos casos directamente vulnerado (como el resto de sus derechos). 8 IV. 1. DISEÑO, METODOLOGÍA Y ESTRATEGIAS DE LA INVESTIGACIÓN. Con frecuencia, desde las Ciencias Exactas o incluso desde disciplinas enroladas en las Ciencias Sociales como la Economía o la Sociología, se confunde –o sencillamente, se desconoce- lo sustancial de la metodología etnográfica como estrategia de investigación cualitativa propia de la Antropología. Esta no consiste únicamente en realizar entrevistas y volcar la información sin más, como si se tratara solamente de una transcripción literal del punto de vista del entrevistado o el rellenado de una ficha. El método etnográfico, por el contrario, implica una manera específica de acercarse a la realidad con el fin de obtener información en profundidad sobre la temática a abordar; supone, por tanto, una investigación rigurosa y de larga duración, y un análisis cualitativo de los datos en toda su complejidad. El trabajo de campo etnográfico combina la observación participante, las entrevistas en profundidad y el análisis de narrativas, con la recopilación y análisis bibliográfico y el uso de fuentes secundarias, aplicando el procedimiento de confrontar los datos obtenidos por vía de las entrevistas con aquellos captados mediante la observación, la participación y las conversaciones informales, en vistas de identificar las contradicciones y concordancias, y como técnica de control de los instrumentos de campo. (Goldberg, 2010) La perspectiva metodológica aplicada en este estudio se inscribe en los cánones contemporáneos de estudios etnográficos (Atkinson y Hamerseley, 1994) como estrategia de investigación privilegiada para el abordaje de la complejidad de los procesos sociales, focalizando en este caso en las dimensiones de la salud/enfermedad/atención. Se propusieron entonces indagaciones basadas en aproximaciones, aprehensiones y descripciones de realidades y fenómenos/problemas particulares, fundamentalmente en términos cualitativos, donde el investigador es en sí mismo el principal instrumento de observación/participación. (Goldberg, 2009) 9 Tanto desde el plano teórico como a través de estudios de caso, por su énfasis holístico y su enfoque etnográfico y cualitativo, desde la Antropología se plantea la necesidad de articular los niveles micro y macro en el análisis de los problemas de salud. El marco teórico-conceptual de la Antropología Médica, aplicada en este caso a los procesos migratorios y la salud permite una cierta capacidad explicativa que posibilita relacionar dichos procesos con las manifestaciones de morbimortalidad que presentan algunas poblaciones (Romaní, 2002), tal como se aborda en este estudio al focalizar en inmigrantes bolivianos/as que trabajan y viven en talleres textiles clandestinos del AMBA. Mediante la etnografía y a través de un enfoque relacional, fue posible conocer y describir, por un lado, determinadas problemáticas de salud ligadas a las situaciones y factores de riesgo específico del trabajo en los talleres textiles que, por ejemplo, las técnicas epidemiológicas –por el mismo método de recolección de datos que utilizanno registran; y, por otro lado, comprender por qué se producen y el contexto en el cual surgen. 4 Se utilizó la técnica de historias de vida y el trabajo con narrativas. A partir del contacto y la selección de informantes clave, fue posible reconstruir, describir y analizar las condiciones en las que se realiza el trabajo en los talleres textiles clandestinos de la CABA y su impacto en la salud de las personas. Las tareas de análisis e interpretación de las prácticas, experiencias y narrativas registradas en el trabajo de campo tuvieron como objetivo no sólo la documentación de las complejas características de la experiencia cotidiana de los sujetos en contextos específicos y su impacto en la salud/enfermedad, sino también la determinación de sus vínculos con los procesos sociales, políticos y económicos de nivel macrosocial. (Goldberg, 2011) 4 Generalmente, los factores o determinantes socioculturales de los problemas de salud de los grupos poblacionales, en el abordaje de la epidemiología convencional constituyen -en el mejor de los casos- una “variable más” a incorporar. Contrariamente, se afirma desde la Antropología Médica la importancia de “los factores socioculturales, reconociendo y asumiendo la existencia de un medio ambiente patologizante, a partir del cual se desarrollan enfermedades específicas como la tuberculosis, incluyendo protagónicamente los factores sociales en dicho medio”. (Goldberg, 2010: 14) 10 Se ha partido de un supuesto metodológico básico de la perspectiva antropológica: el de la recuperación de los saberes y prácticas, de las experiencias y las estrategias desarrolladas por los actores alrededor de enfermedades, padecimientos, malestares y dolencias de distinto tipo que afectan su salud; dentro de un enfoque relacional que diera cuenta tanto de la articulación de los fenómenos en el contexto global de las prácticas, como de la operatoria de procesos socio culturales y políticos. De manera que, tanto los factores estructurales como aquellos microsociales, fueron considerados al momento de recoger y analizar los datos. En consecuencia, a través de la etnografía fue posible detectar no sólo la forma en que los sujetos padecen, sino las maneras en que describen, interpretan, explican y actúan en relación a los problemas de salud derivados de sus condiciones de vida y de trabajo en esta sociedad. Y, al mismo tiempo, dar cuenta de prácticas, saberes y estrategias que poseen, desarrollan y crean los sujetos para hacer frente a los padecimientos sufridos en el contexto sociopolítico y cultural de nuestra sociedad, que en el caso de muchos inmigrantes provenientes de países limítrofes como Bolivia, los excluye, los marginaliza y a través de esto los oprime y explota. (Goldberg, 2011) La investigación se desarrolló en base a dos líneas de trabajo principales: 1) trabajo de campo, con las estrategias de investigación basadas en observaciones de campo, entrevistas en profundidad y grupos de discusión; y 2) trabajo con fuentes secundarias. Un obstáculo metodológico puntual que se presentó en el trabajo de campo fue el de la imposibilidad que tuve por mis propios medios de ingresar al recinto de un taller textil clandestino para efectuar observaciones directas, in situ, debido a las dificultades para desarrollar esta práctica etnográfica (la falta de condiciones de seguridad mínimas para el investigador, la imposibilidad de acceder de forma abierta y pública, etc.) en estas unidades (léase “ilegales”, “por fuera de la ley”, “no registrados” o “en negro”). 5 5 Un punto de partida a explicitar es que en este trabajo, cuando en todo momento me refiera a los talleres textiles clandestinos, estoy definiendo una unidad productiva específica que no solamente no está registrada legalmente (AFIP, ingresos brutos, etc.) y que utiliza trabajo no registrado (es decir, los trabajadores no tienen 11 Finalmente, a partir de los contactos de una de las asistentes en la investigación, miembro del Grupo de Investigación e Intervención Sociocultural con Población Inmigrante (GIISPI) –que dirijo desde 2008- fue posible registrar las condiciones de trabajo en un taller, focalizando en los factores de riesgo para la salud de los trabajadores. Vale apuntar que el acceso al recinto del taller se efectuó finalmente a través de relaciones informales, cuidando de no develar en ningún caso las intenciones de estar realizando un “registro de campo”, y manteniendo en todo momento la reserva – siempre por cuestiones de seguridad- sobre la identidad del taller textil clandestino, los trabajadores y su dueño. Las vías complementarias de “refuerzo” de obtención de datos de calidad para reconstruir las situaciones y los factores de riesgo asociados a las condiciones de trabajo –y de vivienda- en estos talleres, se generaron a partir de distintas fuentes de información: a) Primarias: - Entrevistas en profundidad con trabajadores/as y ex trabajadores/as en talleres textiles clandestinos, en las que describieron de manera detallada las condiciones de trabajo en el taller y su relación con factores de riesgo para su salud, siguiendo el esquema de la ficha de observación (cantidad total de horas y ritmo de trabajo; alimentación, manipulación de máquinas y en qué condiciones; ventilación y luminosidad del recinto, nivel de higiene y hacinamiento; presencia o no de polvo y polvillos; utilización de guantes, barbijos y otros instrumentos de seguridad laboral, etc.). - Desde hace tres años, de manera ininterrumpida, y como parte de las investigaciones citadas, realizo trabajo de campo en el Instituto Vaccarezza-Hospital Muñiz. Como parte contrato ni seguridad social, ni convenio colectivo, ni jubilación, además de la documentación en muchos casos retenida por el dueño del taller), sino que, además y como rasgo significante, su misma dinámica de funcionamiento supone la existencia de tres tipos de delitos que se describirán más adelante: tráfico de personas, trata y reducción a la servidumbre. En otras palabras: no se están estudiando talleres textiles que poseen una parte de sus trabajadores en negro, no declarados, para burlar el pago de impuestos. Se están abordando unidades de explotación laboral semi-esclavo que funcionan en condiciones de absoluta ilegalidad y violación de las leyes vigentes, tanto en la República Argentina como en la CABA, y que forman parte de una cadena de valor en la industria textil entre cuyos principales beneficiarios se encuentran las grandes marcas de indumentaria. 12 del mismo, la relación construida con el equipo de salud (médicos, enfermeras, psicólogas, trabajadoras sociales) ha posibilitado, entre otros aspectos, un conocimiento en profundidad de la realidad hospitalaria en cuanto a población de atención y perfiles de morbi-mortalidad y sociodemográficos. Valga aquí la aclaración metodológica siguiente: no me refiero con esto a que “un médico entrevistado en esta institución me comentó en una oportunidad que atendió en una ocasión a un paciente de origen boliviano con síntomas de tuberculosis, que a su vez le contó que la contrajo trabajando en un taller textil…”. Lamentablemente y como se intentará analizar en este trabajo, la situación es mucho más compleja, y esa realidad ha sido corroborada a su vez sobre la base de un relevamiento previo y sistemático de la información, producida desde hace dos años: todos los miembros del personal de salud del centro referido saben perfectamente, por la experiencia en atender a los pacientes que concurren a los servicios, que una proporción importante de estos, de nacionalidad boliviana, trabajan o trabajaron en talleres textiles clandestinos y allí contrajeron, entre otros padecimientos, la tuberculosis. Ya sea porque se lo contaron durante su periodo de internación o por deducción al cruzar datos de las fichas de distintos pacientes en las cuales –además de completar en el ítem de lugar de trabajo: “taller”- aparecía la misma dirección (la de un mismo taller). Por último, la información que puedan proporcionar estos profesionales de la salud se vincula directamente con la asociación entre determinados signos y síntomas, padecimientos, enfermedades, malestares y demás problemas que generan un daño en la salud de los pacientes, y los factores presentes en las situaciones de riesgo que supone trabajar y vivir en los talleres textiles clandestinos (tanto para los/as trabajadores/as como para sus hijos). b) Secundarias: 1) actas judiciales, denuncias, testimonios ante la justicia y demás documentación existente vinculada, tanto con talleres textiles clandestinos allanados por la justicia como por las denuncias presentadas por ex trabajadores contra estos talleres y 13 las empresas que tercerizan su trabajo en ellos. En estos documentos, a los que he accedido a través de la Defensoría del Pueblo de la CABA o determinados juzgados de esta misma ciudad, se pueden encontrar descripciones completas de los talleres, sea por parte de los ex trabajadores (denunciantes) o del funcionario judicial que labra el acta al momento de efectuar un allanamiento; 2) Diversos materiales confeccionados por organizaciones sociales ligadas a la lucha contra el trabajo esclavo y el cierre de estos talleres, como por ejemplo la Cooperativa La Alameda (videos con cámaras ocultas, testimonios, material fotográfico, etc.). 14 V. DE LA ILUSIÓN A MIGRAR POR UN TRABAJO Y UNA VIDA MEJOR, AL ENGAÑO DE LOS PAISANOS Y LA ESCLAVITUD EN LOS TALLERES: TRAYECTORIAS MIGRATORIAS E ITINERARIOS TERAPÉUTICOS DE MIGRANTES BOLIVIANOS AL AMBA. “El taller la enfermó, y así, vencida/ en plena juventud, quizás no sabe/ de una hermosa esperanza que acaricie/ sus largos sufrimientos de incurable”. (Evaristo Carriego, “Residuo de Fábrica”, en Poesías completas. Buenos Aires: EUDEBA, 1968 {1926}) De acuerdo a Armus (2007), el poema arriba trascrito que asocia trabajo excesivo con tuberculosis –vinculado a las mujeres costureras inmigrantes europeas o hijas argentinas de estas- no fue una originalidad de Carriego, sino que formaba parte de una realidad social que marcó los primeros años del siglo XX en Buenos Aires y otras grandes ciudades del país 6. En la misma línea, el autor cita dos tangos que ilustran lo expuesto: Camino al taller (Cátulo Castillo, 1925): “Camino al conchabo, caminito a la muerte/ bajo el fardo de ropas que llevas a coser/ quién sabe si otro día como éste podré verte/ pobre costurerita, camino al taller”; y Muñeca de percal (Nilo Russo, 1928): “Muy de mañana va camino del taller/ donde la máquina con su ruido infernal/ ensombrece todos tus sueños de mujer…/ el destino te castiga con la cruz de su rigor/ sos la mujer que en una mísera buhardilla/ sufre una cruel tuberculosis incurable/ hasta que llegue un día la muerte con carro funeral…” (Armus, 2007: 118) Un siglo después, con otros sujetos en cuanto a país de origen y cultura de pertenencia, muchas de esas situaciones se repiten, considerando que el capitalismo más que “involucionar” hacia formas de trabajo primitivas (esclavismo, feudalismo, etc.) ha demostrado su capacidad de utilizarlas como estrategias de explotación laboral e incremento de la tasa de ganancia. En la actualidad, los talleres textiles clandestinos del 6 En 1912 el 32,7% de la mortalidad de las mujeres ocupadas en la industria de la vestimenta –tanto trabajadoras de las fábricas de confección como domiciliarias- (el 40,9% si se consideran los casos catalogados como enfermedades del aparato respiratorio) se debía a la tuberculosis. Un índice que prácticamente doblaba al de la mortalidad tuberculosa promedio”. (Armus, 2007: 121-195) 15 AMBA, cuyos dueños son mayoritariamente bolivianos -y en menor medida coreanos-, producen para grandes marcas argentinas de indumentaria explotando fuerza de trabajo, principalmente boliviana, en condiciones serviles. Según la OIM, durante 2006 el 40% de los casos de trata en nuestro país correspondieron al ámbito de la explotación laboral. Este incremento coincide con el proceso de expansión de la industria textil en los últimos años, particularmente la del sector de la confección. El citado organismo “reporta que la mayoría de las víctimas de explotación laboral sufren de problemas pulmonares y alergias por las condiciones sanitarias del taller donde son recluidos, y el polvillo característico de la actividad textil. Por otro lado, enfermedades como la anemia son frecuentes por la falta de alimentación”. (D’ Ovidio et al., 2007: 20) “(...) El trabajo en los talleres se realiza en condiciones de hacinamiento, en habitaciones sin ventilación, plagadas de retazos de tela, hilos, polvillo en el ambiente y pelusas que producen las máquinas. La cantidad de horas trabajadas -entre 10 y 15- y las características del mismo provocan en general serios problemas posturales, respiratorios y de la vista. En el caso de las embarazadas, la intensidad del trabajo, sumada a la escasa y deficiente alimentación ha producido, además de riesgo de vida para la madre y el bebé, anemias crónicas y una baja en las defensas que puede llevar a contraer enfermedades como la tuberculosis. De acuerdo con las normas de higiene y seguridad laboral del Instituto Nacional de Tecnología Industrial, el corte de la tela con la máquina se debe realizar en un ámbito ventilado, utilizando guantes y barbijos (para prevenir la afectación de las vías respiratorias como consecuencia de la pelusa que se genera, y que se esparce por todo el ambiente). Respecto a la pérdida de la visión, a las condiciones ya mencionadas se le suma la poca iluminación que hay en el recinto del taller; un serio problema si se tiene en cuenta que el trabajo en la máquina requiere que el trabajador fije permanentemente la vista en el corte. Asimismo, vale subrayar que un ambiente mal ventilado, donde las partículas portadoras de los bacilos de Koch pueden circular sin 16 quedar expuestas a los efectos letales de la luz solar, amplifica aún más el riesgo de infección”. (Goldberg, 2011: 10) El caso de Ni grafica los riesgos de infección que supone el modo de vida/de trabajo/de vivienda en los talleres. Por intermedio de una amiga que la contactó, llegó al país “para trabajar en la costura” con su hermano, sin imaginar la situación en la que se encontraría una vez alcanzado el destino de su viaje y desconociendo absolutamente el contexto en el que estaba inserta: “(...) Ahí {en el taller} había una persona que tenía tuberculosis.... Tosía mucho y de paso botaba mucha flema. Sí, y yo de seguro me contagié ahí porque había una pieza de cinco por cuatro, por ahí; ahí dormíamos cuatro personas... Pero no me di cuenta, no sabía de la enfermedad nada, no sabía bien el lugar, no sabía bien a dónde ir (...) Primero me dolía la espalda, luego me afectó el corazón, me dolía ahí, y no me di de cuenta que era tuberculosis, nada. Luego de un tiempo se pasó eso, no sentí nada. Luego tosí, tosí, tosí y boté flema con sangre. Ahí me trajo mi hermano aquí mismo {al Hospital Muñiz}, y ahí me dijeron que tenía tuberculosis, que me tenía que internar”. (Entrevista a Ni, inmigrante boliviana internada en el Pabellón Koch del Instituto Vaccarezza-Hospital Muñiz) Otro caso relevado, el de Ma, permite identificar las situaciones de riesgo que existen en estos talleres donde viven y trabajan inmigrantes bolivianos, en muchos casos con sus hijos. Ma relató que su hija se había enfermado cuando tenía tan sólo un año de edad en uno de estos talleres: “(...) yo no me di cuenta, yo en ese entonces no sabía que existía esa enfermedad {por la TBC}, ella lloraba, pero yo no me imaginaba que estaba enferma... veía que le dolía la panza, lloraba, tosía. Mucha tos, lloraba mucho (...) era así, mirá, flaquita, un palito, muy delgadita se me puso; después la empecé a llevar a la salita para que le revisaran la panza y el doctor me dijo: “¡NO! mirá, tu hijita está enferma, llevala que la van a revisar”, y la llevé a otra parte de la salita dónde había otra doctoras, que me dijeron: 17 “mirá, tu hijita se va tener que quedar y tú también”. Yo les pregunté: ¿pero, por qué? ¿Qué tiene?” Ahí nomás me dijeron: “tu hijita tiene tuberculosis, se tiene que quedar...”. La internaron ahí, luego me preguntaron: “¿cuántos son de familia? Yo les respondí: “son tres hermanitos”. Me dijeron: “Bueno, todos tienen que venir...”; y todos fueron a hacerse los análisis”. Ma narró que con posterioridad se dio cuenta que su hija se había contagiado de uno de los inmigrantes bolivianos que trabajaba en el taller. Según su testimonio, el joven jugaba con su pequeña hija todos los días, compartiendo –como suele suceder en estas unidades productivas/habitacionales- prácticamente los mismos ámbitos y espacios reducidos del recinto. Contó que en ese momento percibió que el muchacho no se encontraba bien de salud, que parecía enfermo y que en el último tiempo observó que estaba bastante desmejorado, pero pensó que era producto del cansancio de las prolongadas y agotadoras jornadas de trabajo en el taller. Tenemos así que a las situaciones de riesgo concretas en el trabajo se le suman aquellos –muchos de los cuales son los mismos al encontrarse en el recinto del taller- ligados a las condiciones de vivienda. Sumado a todo ello, aparecen como factores socioculturales de peso que impactan en la baja de las defensas de los trabajadores, elementos vinculados con el “duelo migratorio” (Goldberg, 2010): “(...) Porque las meten ahí, en esos talleres a trabajar... No tienen tiempo para elaborar ningún duelo... La situación de cambio, el desarraigo, el cambio del idioma, el cambio climático, las costumbres, la alimentación...” (Entrevista a F, psicóloga integrante del equipo de salud del Instituto Vaccarezza-Hospital Muñiz) “(...) Yo tenía 48 kilos en Bolivia. Yo me vine con 48 kilos bien, pero venirme acá a la Argentina fue hace casi 6 años, y ahí empecé a bajar, bajar... el tema de la alimentación, el cambio de la alimentación., el cambio de clima, todo está como un poco más alejado de tu familia, y todo eso te estresa. Uno también extraña a su tierra, extraña a su familia; y eso también, de esa parte uno se tiene que tranquilizar, por 18 ejemplo, hoy en día yo tomo conciencia de que tengo que estar tranquila, que todo eso yo también lo traje”. (Entrevista a In, inmigrante boliviana internada en el Pabellón Koch del Instituto Vaccarezza-Hospital Muñiz) Enfermar en las condiciones de vida y de trabajo descritas es un hecho frecuente y recurrente para los trabajadores y las trabajadoras de los talleres textiles clandestinos y sus hijos. Dadas sus características, el taller textil clandestino constituye un espacio que posibilita la emergencia de la tuberculosis, su contagio y su transmisión. En este marco, los inmigrantes bolivianos experimentan y sufren una serie de modalidades de vida y trabajo en un contexto migratorio específico: angustia y depresión que acompaña a la situación de “duelo migratorio” derivada del cambio -a nivel personal, familiar, residencial, cultural, etc.- que supone la nueva situación de emigrar; la fatiga en el trabajo debido a los ritmos intensos y sin descanso, el hacinamiento en el trabajo y en la vivienda (la cual, en la mayoría de los casos, se encuentra en el mismo recinto del taller textil clandestino), la inhalación permanente de polvo y polvillo sin la adecuada protección en los talleres (incluso al dormir), la alimentación deficitaria y diferente a la de origen; y las altas tasas de consumo de alcohol (bebidas destiladas) que se registran en algunos casos. Con el fin de amortiguar esta situación, desde hace un año, aproximadamente, en este centro de salud se está trabajando el tema de los duelos mediante diferentes tipos de talleres. Uno de ellos es un taller de manualidades y costura, en algunos casos utilizando retazos de telas que provienen de los mismos desechos de los talleres textiles, y que el marido (que sigue trabajando allí) o algún familiar próximo, les acercan a las mujeres internadas en el Pabellón Koch durante sus visitas: “Ahora, en esta época {cercana a Navidad}, que todo el mundo se quiere ir, tratamos que hagan los regalitos para los chicos {sus hijos}, le están haciendo los muñecos, se los mandan para ponerlos en el arbolito. Trabajamos esto, de los desprendimientos, que hay duelos transitorios, que en realidad es simplemente un alejamiento, que después de 19 esto hay un reencuentro y todo lo que eso significa; y estos duelos que son más difíciles, que ellos no eligen por ahí trasladarse, sino que los mandan con un supuesto contrato de trabajo que después no es. No es un tema fácil, presentan mucho problema los chicos, porque los hijos cuando ellas están internadas acá, ellas traen como problemas en el grupo, como que los chicos se enojan ante la ausencia repentina de las madres por su internación, que desaparecen de un día para el otro, y después no quieren hablar por teléfono con ellas, entonces ellas se empiezan a angustiar con eso. Y bueno, les explicamos que los chicos, no es que se enojen, no entienden lo que está pasando, es un registro de abandono de la madre. Y empezamos hacer que les manden cartitas, si sabe leer, o sino que le manden dibujos, para que no se desconecten absolutamente del vínculo; y que bueno, ese enojo también es natural que aparezca en los chicos, y que después se les va a pasar...” (Entrevista a F, psicóloga integrante del equipo de salud del Instituto Vaccarezza-Hospital Muñiz) 20 VI. CONDICIONES DE ACCESO AL SISTEMA SANITARIO Y PROCESO ASISTENCIAL POR TBC. Según datos de la Red para la Atención de Tuberculosis de la CABA, dentro de la nacionalidad de los casos de Tuberculosis contabilizados durante 2009 (léase: atendidos en la red de hospitales públicos de la CABA), los argentinos seguían encabezando el ranking con el 43,8% del total; seguidos por los bolivianos con un 37,8%. No obstante, a partir de la aplicación de técnicas cualitativas, propias de la investigación etnográfica que se viene llevando a cabo desde hace tres años -y del análisis de los datos apuntadosha sido posible detectar que el Instituto Vaccarezza (UBA)-Hospital F. Muñiz (CABA) fue el centro de salud pública que registró durante 2009 el mayor número de casos de TBC atendidos entre todos los hospitales de la CABA (el 33% del total), y en cuyo laboratorio se diagnostican por lo menos 1.000 (mil) casos de TBC cada año. Durante 2009 y hasta los últimos meses de 2010, sólo en este hospital, se ha podido corroborar el antecedente ocupacional y/o de residencia en talleres textiles del AMBA en, por lo menos, 240 pacientes bolivianos con diagnóstico de TBC. De acuerdo a Sancineto (2009: 14) “(...) se considera que el riesgo de infección aumenta con la exposición a un alto número de inóculos y durante largos períodos, situación que se da en los hogares {o lugares de trabajo como los talleres textiles clandestinos} con hacinamiento y mala ventilación (…) Por convención, se dice que el riesgo es alto cuando el contacto con el bacilífero es de seis o más horas diarias durante un lapso de tres meses o más (…) La aparición de la enfermedad es probable en los infectados que disminuyan su inmunidad. La causa más frecuente de esta situación clínica es la desnutrición que acompaña a la pobreza (…) Para una población dada, se convencionó que la aparición de 50 casos anuales de bacilíferos marca un riesgo del 1% de transmisión de la enfermedad y que mediante el cálculo de proporciones ese 1% se incrementa o disminuye. Este criterio se aplica también según la cantidad de ingresos con tuberculosis bacilífera de un establecimiento de atención médica”. En este sentido, 21 cabe interrogarse si los sujetos de estudio de esta investigación constituirían una “población dada”, según la categoría utilizada por Sancineto... Y si fuera así, ¿cuáles serían los criterios/variables de clasificación/definición de la misma? ¿Resulta la afirmación citada por el autor, director de la Red para la Atención de Tuberculosis de la CABA, suficiente como para reconocer y actuar de manera preventiva y clínica sobre un conjunto social específico con una alta vulnerabilidad a la infección y desarrollo de la TBC, como es el de los inmigrantes bolivianos que trabajan y viven en talleres textiles clandestinos del AMBA? Y, al mismo tiempo, ¿constituyen los datos arrojados por las estadísticas del Hospital Muñiz una evidencia de lo anterior? En el transcurso del trabajo de campo realizado hasta el momento, he podido verificar lo anterior, identificando la presencia y relativa consolidación del grupo de inmigrantes bolivianos de ambos sexos, trabajadores o ex trabajadores en talleres textiles clandestinos, como usuarios de los consultorios externos del Instituto VaccarezzaHospital Muñiz, así como –sobre todo entre las mujeres- en los pabellones de internación del centro. Uno de los aspectos vinculados con esta realidad se refiere a la tendencia de los inmigrantes bolivianos con síntomas de TBC del AMBA a acudir directamente a este centro, porque saben, se lo contaron o escucharon que allí los “atienden bien”. El caso abordado de Bi, inmigrante boliviana nacida en La Paz, permite comprobar esta afirmación. Bi llegó a Buenos Aires un año atrás a través de una amiga suya, conocida desde origen, que le mandó el pasaje a ella y a su esposo, a través de un familiar que viajaba a Bolivia, para que vinieran a trabajar en la costura, fabricando camperas en su taller, situado en el interior de la Villa 1-11-14 del Bajo Flores y en el que trabajaban 8 personas en total. Según cuenta la entrevistada, “ahí adentro {en la villa} hay muchos talleres... yo no sabía que era en la villa, que vivía en la villa. Cuando llegué, ahí me dieron una pieza. No tenía puerta, tenía solamente cortina y era en el patio… Trabajé como un mes 22 nomás. Como era invierno, el frío entraba grave de abajo, y parece que eso me hizo mal a mí. Trabajábamos desde las 6 de la mañana hasta las 10 de la noche... Un día de esos empecé a toser mucho y mi amiga me dio un jarabe, compraron de la farmacia… “Pulmosán”, eso me hizo pasar… Eso tomé, el jarabe me pasó y ya normal estuve. Y a la siguiente semana con fiebre estuve y la espalda me empezó a doler... seguía trabajando, yo me sentía bien. Por mi capricho, yo seguí haciendo, me sentía un poco bien cuando tomé ese jarabe. Y después, ya, mi esposo me obligó ya: “vamos al hospital”, me dijo. Y me trajeron acá {al Hospital Muñiz} con su amigo”. Entrevistador: ¿Y por qué vinieron acá, al Muñiz, y no a otro hospital? Bi: “No, aquí el único que es de los pulmones, lo único que debe ser de esto”. Entrevistador: ¿Ya saben que hay que venir acá? Bi: “Sí, acá. Porque año antes, ¿no ve?, su tío de mi esposo estaba acá, tenía que internarse y no había cama y se internó aquí. Y la mayoría casi de los paisanos nuestros, sabe que aquí atiende bien de los pulmones. Y la mayoría desde lejos venimos hasta acá...” “(...) Lo que pasa es que muchos prefieren venir acá, porque en provincia no consiguen turno, los problemas de salud pública… que en capital siempre es una referencia para todos. Se va mucha gente de La Matanza, ellos tienen… no sé cuál… el hospital de La Matanza, que está en problemas de que la neumonóloga renunció y no tienen neumonólogo... Me lo explicó una paciente, que los atienden médicos clínicos o generalistas, porque no hay neumonólogo. Y los turnos son larguísimos. Además que ellos vienen con el trencito ese que para en la estación Buenos Aires {Barracas} y vienen caminando. O sea, que les resulta mucho más fácil llegar acá desde cualquier punto de La Matanza, que ir al hospital de referencia”. (Va, Grupo de Discusión con trabajadoras sociales del servicio social del Instituto Vaccarezza-Hospital Muñiz) La “absorción” de pacientes derivados de centros de salud del conurbano bonaerense a la que se refiere más arriba la asistente social es un fenómeno habitual. Según datos que 23 pude relevar a través de mi participación en las XII Jornadas Científicas del programa de Tuberculosis: “Tuberculosis Crítica”, Buenos Aires, 10 de noviembre de 2010 (Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires), en el caso de La Matanza (Región Sanitaria VIIa de la Prov. De Bs. As.), es importante señalar que ahí se presentan alrededor de 500 casos anuales notificados de TBC; mientras que la Región Sanitaria VI concentró en 2009 el segundo lugar en el número de casos notificados, siendo Lomas de Zamora -el mayor distrito de la región- el que tuvo más casos: 258. Vale apuntar, por último, que el 46% de los casos notificados en esta última región fueron derivados para su atención y tratamiento al Hospital Muñiz de la CABA. En relación al perfil de los pacientes, surgido en función de la estadísticas registradas en las fichas del servicio social del Instituto Vaccarezza-Hospital Muñiz, se trata de jóvenes de ambos sexos, de entre 20 y 30 años, en una alta proporción que trabajan en costura (talleres textiles clandestinos del AMBA), y, de estos, la gran mayoría de nacionalidad boliviana. Ante la pregunta formulada acerca de cuáles eran los indicadores que se tomaban en cuenta para determinar que estas personas trabajaban en la costura (talleres), la respuesta fue la siguiente: “Cuando le preguntamos, una de las preguntas cuando ingresa, es: ¿a qué se dedica? Y ellos dicen: “costura, textil…”. Y cuando tiene rellenar la dirección de la vivienda en la ficha ponen la del taller, porque viven en el taller. Generalmente, por eso muchos no se acuerdan, porque van pasando de un taller a otro y no se acuerdan la dirección del taller en el que están en ese momento... Están ahí, trabajan y viven en el taller”. (Zu, Grupo de Discusión con trabajadoras sociales del servicio social del Instituto Vaccarezza-Hospital Muñiz) Reafirmando lo expuesto en trabajo anteriores (Goldberg, 2009; Goldberg, 2010), si bien la mayor parte de los casos notificados hasta 2009 inclusive seguían correspondiendo a “nativos” (argentinos), los casos correspondientes a inmigrantes bolivianos muestran un crecimiento, fundamentalmente desde 2004 en adelante. 24 Más allá de las estadísticas recopiladas a través de esta metodología cuantitativa, mediante la aplicación de las estrategias cualitativas desplegadas en la investigación he podido contemplar datos de mayor complejidad. Por ejemplo, he comprobado que, en el caso de algunas de las mujeres inmigrantes bolivianas que se atienden en este centro de salud, no especifican en la ficha que trabajan en la “costura o en textil” porque desarrollan otras tareas (cocinera, limpieza, ayudante) en el recinto del taller (donde, además, viven, en muchos casos con sus hijos y su marido que sí maneja alguna de las máquinas de costura). Por ello, en la ficha aparecen como “amas de casa”, pero debido a las condiciones de hacinamiento y los factores de riesgo ya identificados presentes en el recinto del taller/vivienda, se encuentran igualmente expuestas a la infección y desarrollo de la TBC. Algunos de los sujetos entrevistados para este trabajo desarrollaron distintos itinerarios terapéuticos, en muchos casos de larga duración, que los “condujeron” finalmente al Hospital Muñiz, donde les diagnosticaron la TBC y quedaron internados. Lo anterior se vio reflejado en la historia de Jr, inmigrante boliviana oriunda de El Alto, departamento de La Paz, quien llegó al país a mediados de marzo de 2010 para trabajar de cocinera en un taller textil clandestino del barrio de Floresta, y después de un tiempo comenzó a manejar la máquina (recta) en la costura. Al igual que otros casos relevados en la investigación, esta mujer fue reclutada en origen por intermedio de un familiar que la convenció de que podría trabajar y pagar sus deudas en Bolivia, y así fue que vino acompañada de su marido –que trabajaba de costurero en el mismo taller- y sus dos hijos: todos viviendo en una pequeña pieza de dos metros y durmiendo en una cama de dos plazas en el mismo recinto del taller (separados de este por una sábana), en el que trabajaban desde las 6 de la mañana hasta las 10 de la noche –parando 1 hora para comer- un total de 10 personas fabricando remeras en tela modal (por cada una confeccionada, cobraban 0,25 centavos de peso). Después de aproximadamente un mes de trabajar en el taller, Jr comenzó a sufrir los síntomas que así describió: 25 “(...) me empezó a doler por acá, el estómago, yo no podía, yo tomaba agua y me dolía. Comía una cucharada de comida y ya me empezaba a doler y ya no comía... el estómago es lo que me ha molestado. Tosía al día tres, cuatro veces, pero con flema directamente. Tenía sueño, débil, sin ganas, ya no avanzaba…un mes hemos hecho, pero después ya bajé, ya no podía trabajar”. Del mismo modo que he podido comprobar con otros casos ya abordados, Jr, a pesar de la dolencia referida y el malestar que sentía, siguió trabajando por miedo a las posibles represalias de su tía, dueña del taller. En otros casos más extremos registrados, directamente los trabajadores tienen la prohibición de salir del recinto del taller debido a las condiciones de semi-esclavitud en las que se encuentran: “(...) le decía: “me siento mal”; y ella: “no sé qué tienes” y así... Y bueno, yo tenía miedo de decirle a ella, pero me dolía y le decía, y ella se ponía mal y me decía que, “bueno, hay que entregar {las prendas confeccionadas}. Yo seguía y seguía, en mi mente estaba “tengo que cumplir mi deuda, tengo que mandar {dinero a Bolivia}, tengo que trabajar”. Además de las situaciones de riesgo para la salud presentes en el taller y del “duelo migratorio” apuntado, otro de los factores socioculturales que influyen en el desarrollo de la TBC es aquel vinculado con la situación de presión psicológica y el estado emocional de muchos de estos inmigrantes, que en el caso de Jr, se trata de un proceso migratorio “obligado” por la necesidad de venir a trabajar para pagar deudas asfixiantes en origen. En opinión de una de las psicólogas integrantes del equipo de salud del Instituto Vaccarezza-Hospital Muñiz entrevistadas, esto último actuó como factor interactuante y al mismo tiempo determinante en el desarrollo de la enfermedad en esta mujer: “Por eso se enfermó también. Ya vino estresada, vino mal, deprimida, no pudo desahogarse antes... Después, todo lo que le generó el trabajo en el taller, el encierro, 26 la mala alimentación... todo eso la trajo acá”. (Entrevista a F, psicóloga integrante del equipo de salud del Instituto Vaccarezza-Hospital Muñiz) Tal como apunté más arriba, el itinerario terapéutico de Jr, luego de varias etapas, la condujo al Hospital Muñiz, donde quedó finalmente internada, en el Pabellón Koch: “(...) yo fui al Piñero, a la guardia, porque quedaba más cerca del taller, mi otro tío me llevó ahí. Ahí llegué yo con el dolor de estómago, pero me sacaron la ecografía, que era de la vesícula; me dieron el tratamiento, pero después estaba una semana bien y después estaba igual. Otra vuelta llegué ahí, igual estaba. Después vine {fui} igual. Tres veces llegué a la guardia y nada… Lo mismo siempre: el calmante que me pusieron era lo mismo. Nunca nadie me dijeron de tuberculosis... Y ahí pasó el tiempo rápidamente y peor ya estaba, ya”. Pasaron dos meses desde el momento en que Jr fue por primera vez a la guardia del Piñero hasta el momento en que le hice la entrevista en el Pabellón Koch del Instituto Vaccarezza-Hospital Muñiz, donde estaba internada. Pero antes de eso, tratando de obtener un diagnóstico más preciso sobre su problema de salud, fue llevada por otra tía suya a una clínica privada situada en la avenida Eva Perón, del barrio de Floresta; y posteriormente al Hospital Santojanni. Para ese momento, en el cual continuaba trabajando en el taller, Jr ya sufría los síntomas que representó de la siguiente manera: “Me agarró los escalofríos, temblaba y cuando te pasa eso de una media hora o una hora, me agarraba fiebre ya; ahí me llevó, ya sufría cólicos también, me hicieron el estudio pero estaba bien. Hice el tratamiento también. Bueno de ahí fui al Hospital Santojanni, estaba mal y ahí me pusieron antibiótico igual, sin verme nada, casi me mata. Y al día siguiente yo ya no podía y así… espero una semana pero yo me sentía bien ya, y el dolor ya no tenía, bueno, yo seguía trabajando. Y de vuelta, una semana trabajé y de vuelta a la semana siguiente ya no podía. Ella {su tía} me dijo un día martes que yo ya no podía. Ella me dijo que yo me vaya a Bolivia así como estaba, pero yo le dije: “que no puedo, que así no voy a ir a Bolivia con mis hijos. Si es de salirse de 27 aquí yo me voy a otro lado”. Bueno y así quedamos, y yo me entré al taller y ya no podía seguir haciendo y me salía yo misma, por mi propia cuenta para la pieza, a dormir ya; y en la noche llega mi tío, me preguntó que cómo me sentía y le dije que ya estaba peor. “Por ahí es tuberculosis”, me dijo; “bueno, andá ahí”, me dijo, “al Hospital Muñiz”. Bueno, vinimos a las 4 de la mañana aquí y no nos quiso atender en los consultorios externos. Y así buscamos todo el día y fui a este, qué se llama este hospital allá, el de gastroenterología, ahí fue... Yo ya no podía ahí, casi me desmayo en las gradas y mi marido me llevó y ahí me sacaron la ecografía de la vesícula y {radiografía} del tórax ya me sacó, y ya me pescaron…. Ahí me dijeron que tenía neumonía, pero me mandó para acá, a la guardia; y ahí me interné ya, por la guardia de acá”. El problema de los usuarios (inmigrantes bolivianos o nativos) de los servicios públicos de salud que “deambulan” de un centro a otro sin recibir una adecuada atención ni un diagnóstico riguroso de su problema de salud no es algo nuevo, sino que se encuentra suficientemente documentado en distintos estudios realizados, así como en denuncias ante la Defensoría del Pueblo de la CABA y otras instancias. En el caso particular de Jr, el “error” de diagnóstico primero y principal fue hecho en el centro de salud al que acudió por primera vez, debido a la cercanía con el taller donde trabajaba y vivía en ese momento: la guardia del Hospital Piñero. Allí, el médico de guardia que la atendió le diagnosticó un “malestar estomacal”, lo que determinó su itinerario posterior por medio del cual no la atendieron en el Muñiz en un primer momento, teniendo que ir (siempre por el diagnóstico) hasta el Hospital de Gastroenterología Dr. Carlos Bonorino Udaondo. Finalmente allí, descartaron el diagnóstico inicial, procediendo con la realización de una radiografía de tórax, y diagnosticándole una neumonía que posteriormente, ya derivado el caso a la guardia del Muñiz, resultó ser tuberculosis. 28 Ahora bien, el caso analizado permite formular una serie de interrogantes sobre la tuberculosis y la población de riesgo asociada a la infección y el desarrollo de la enfermedad, desde la perspectiva de la salud pública, concretamente, de la CABA. Si tenemos en cuenta, por un lado, las estadísticas elaboradas por la Red para la Atención de Tuberculosis de la CABA, las cuales muestran que a nivel de áreas programáticas de residencia, la mayor cantidad de casos de TBC se registró en el área del Piñero: 384 casos en 2009, lo cual implicó el 35.1% del total y una tasa de 133,79 por 100.000 habitantes. Y, por otro lado, que dentro de esta área programática se localizan muchos de los talleres textiles clandestinos de la CABA (donde trabajan y viven inmigrantes bolivianos y sus familias)... ¿Cómo se explica, entonces, que un médico de guardia del Piñero haya atendido a Jr y diagnosticado un “malestar estomacal”, sin haberle realizado algunas de las pruebas recomendadas por el Programa Nacional de TBC (PPD, esputo, radiografía de tórax, etc.), desconociendo –además del propio contexto sociosanitario- el protocolo y los procedimientos a seguir en esos casos? Otro caso, el de C, también refleja parte de los problemas con los que a veces se encuentran los sujetos en el marco de sus experiencias con el sistema público de salud, a través de los itinerarios que desarrollan en relación a la TBC. C es originario de Oruro, Bolivia. Hace cinco años que está en Argentina y trabajó siempre en diferentes talleres textiles clandestinos del conurbano bonaerense. De acuerdo a su propia experiencia, considera que “cuando uno llega de otro país a un país extranjero tiene que empezar de cero, y a veces tenés que bancarte todo...” Con bastante experiencia en el rubro, maneja las tres máquinas que se suelen utilizar en general en los talleres: la Recta, la Overlock y la Collareta, dependiendo de la prenda que se produzca. Pretendiendo emular el recorrido de algunos de sus paisanos bolivianos que actualmente son los dueños de muchos de estos talleres, C se propuso abrir su propio taller pero a una escala menor, familiar, y fue así que comenzó a trabajar junto con su hermano y un primo, también bolivianos. Su primer encargo de confección de remeras lo tuvo para un 29 taller textil clandestino más grande, propiedad de un paisano suyo, que –como otros talleres de este tipo- terceriza con frecuencia su producción como parte de la cadena de valor de la industria textil. Relata C. que para él, esta primera prueba era muy importante: tanto que estuvo desde el inicio muy ansioso, y luego angustiado por temor a no llegar a entregar el trabajo en el plazo acordado. Se atrasó más de una semana en terminarlo y –apunta- encima no resultó buena la terminación, por lo que el “cliente” quedó insatisfecho con el producto: “Cuando fui a entregar, estaba muy preocupado y todo eso; no comía, estaba totalmente preocupado, me sentía responsable, no me gusta fallar la gente de esta forma. Bueno, así empezó, empecé a enflaquecer, me quedé en cama dos meses en casa, no caminaba, estaba postrado en la cama. Yo decía, me voy al doctor mañana pero no lo hice, nunca me gustó el hospital. Yo le dije a mi hermano: “si me llevas al hospital es para que me internen porque no quiero volver más, porque no me gusta”. Además del enflaquecimiento que describió, sumado a la depresión y la angustia que sentía por la situación vivida, C narró que las pocas veces que comía, a continuación, debía ir indefectiblemente al baño para defecar diarrea. Convencido finalmente por su hermano de hacerse ver, concurrió al Centro Médico Comunitario San Alberto, en Isidro Casanova: “(...) me dieron medicamentos. Ahí hice una dieta, que más o menos funcionó, pero una vez que lo dejaba ya empezaba y al final ya ni podía caminar. Yo vivo solo y cuando voy de lo de mi mamá, que es cerca de mi casa, voy y empiezo a toser, no aguanté diez pasos caminar, pero casi me muero en esos diez pasos. Llegué a la cama de mi casa y enseguida tomé agua, no podía respirar. Agarré la mermelada, sentía que necesitaba algo dulce, tenía ahí mermelada, me lo comí y ahí me calmó y ahí decidí que era tiempo de que vaya al hospital...” Su hermano lo acompañó al Hospital Posadas, donde le hicieron distintos análisis: 30 “del escupo {esputo}, de la sangre, de los pulmones, todo, pero ahí me dijeron que ya estoy bien; me mandaron a mi casa sin darme remedios, sabiendo que tenía diarrea, todas las cosas, pero ¡nada! Todos se sorprendieron “Tas hecho bolsa, destruido”, me decían, pero ahí no me dieron nada ni me dijeron que tenía nada. Es una persona negligente para mí esa doctora, la médica que a las 6 de la tarde me atendió ahí... “Está bien todo”, me dijo, ni miró, incluso ni le importó, porque vio que el pulmón tenía una parte que estaba blanca... Y así pasó 3 semanas hasta que vine acá cerca, al Hospital Pena, que no tenían cama, o no sé cómo, cuestión es que me trajeron aquí {al Hospital Muñiz}. Enseguida llegué con la ambulancia, enseguida...” La epidemiología y la clínica médica, debido a su construcción biomédica del padecimiento y al método que utilizan, ¿carecen de las herramientas adecuadas para diagnosticar, combatir, prevenir y curar la TBC en el conjunto sociocultural específico del que se trata, como grupo de riesgo con un alto grado de vulnerabilidad? Vale aclarar que de ninguna manera se pretende generalizar a partir de los casos expuestos la conducta, el comportamiento ni la práctica de los médicos respecto al diagnóstico de la TBC (reconociendo aquellos casos de difícil diagnóstico), sino que, por el contrario, se persigue mostrar que este tipo de situaciones conforman una parte de la realidad (y de los problemas) del sistema de atención en los centros de salud pública (en este caso de la CABA, y probablemente de la Argentina). Por último, respecto al tratamiento, los porcentajes de abandono en usuarios bolivianos según el tipo de alta muestran que, si bien el 31,7% completó el tratamiento, se registra un 19,2% de abandono, similar al que se da entre los pacientes nativos (Fuente: Red TBC CABA). Entre las causas del abandono se encuentra, como factor recurrente en todos los pacientes, el tratamiento prolongado. Adicionalmente, como problema ligado al tratamiento y seguimiento de la TBC en este grupo se encuentra la permanente movilidad que caracteriza sus procesos migratorios y sus modos de vida/de trabajo en 31 Argentina: resulta difícil establecer un seguimiento de los sujetos y garantizar el suministro de la medicación: “(...) Hay gente que abandona, tenemos mucho, o sea hay gente que viene ya con la medicación….con el tratamiento empezado en Bolivia, o lo empezó en Bolivia y lo abandonó, o estaban acá, lo estaban haciendo, se van a Bolivia, lo siguen, lo abandonan; vuelven acá, lo vuelven a empezar; o sea esto, hay muchísimo…. Y es el tema ese que la medicación se da por poco tiempo, también eso no ayuda… se da solamente por una semana, después tienen que volver a buscar la otra y así... ¡Imaginate, una vez por semana!” (Va, GD con trabajadoras sociales del servicio social del Instituto Vaccarezza-Hospital Muñiz) De modo que existiría un abandono importante del tratamiento debido, principalmente, a las dificultades económicas para trasladarse a retirar la medicación y hacerse los controles correspondientes: Otro tipo de inconvenientes identificados en el ámbito de los procesos asistenciales de los sujetos de estudio es el referido a la desconfianza que una parte de aquellos que fueron traídos desde origen mediante el mecanismo de trata y se encontraron trabajando y viviendo en los talleres, muestra respecto a acudir a los centros de salud y hacerse atender por un médico. Un elemento asociado a esto se vincula, asimismo, con la falta de hábito y costumbre por parte de la mayoría de la población -sobre todo rural- en origen, de atender los problemas de salud en el sistema biomédico. Entre los motivos, encontramos la poca cobertura que este tiene en esas zonas, por un lado; y, simultáneamente, el extendido uso de otros sistemas de atención como el tradicional andino (y sus terapeutas) y el de autoatención (Menéndez, 1994), a base de plantas medicinales, para prevenir y/o curar determinados padecimientos, dolencias, malestares. Por otro lado, de acuerdo a algunos de los testimonios recogidos en las entrevistas, se dan casos en los cuales aquellos que enferman, directamente optan por volverse a Bolivia... a morir: 32 “(...) se van enfermos a morir a Bolivia, cuando ellos saben que están enfermos no se curan acá, tienen miedo, entonces dicen: “bah, yo me voy a mi país” (...) incluso, son muy avergonzados de que los revise el doctor. Entonces se van, llegan hasta su pueblo y ahí no hay nada {ningún centro de salud para atenderse} (...) Yo recuerdo, hace un tiempo que un primo mío vino acá, estuvo un tiempo trabajando en un taller, yo no sé lo que pasó, pero estuvo un tiempo y luego se fue, se fue a morir al pueblo... Un día que llamé por teléfono a mi madre a Bolivia me contó que volvió enfermo al pueblo, y a la semana se murió...” (Entrevista a Li, ex trabajadora en un taller textil clandestino del AMBA, integrante de la cooperativa La Alameda) El testimonio anterior se vincula de alguna manera con el relato de otro entrevistado, quien afirmaba que en Bolivia, cuando la gente acude al médico de un hospital, es porque piensa que se va a morir; es decir que, se trata de la última fase del itinerario terapéutico, habiendo pasado previamente por los otros dos modelos médicos (de autoatención y tradicional andino). 33 VII. REPRESENTACIONES Y PRÁCTICAS ALREDEDOR DE LA TBC. Habiendo expuesto los modos de vida/de trabajo en los talleres textiles clandestinos de una parte del conjunto de inmigrantes bolivianos del AMBA, no resulta difícil constatar que, en la mayoría de los casos, estos no poseen información relativa al derecho de acceso a la atención sanitaria gratuita en la red de hospitales públicos del país, incluyendo, para el caso de la TBC, los exámenes y estudios y la entrega de la medicación correspondiente para su tratamiento. Por otro lado, encontramos asimismo, como parte de la dinámica de las relaciones médico-paciente (RMP), incluyendo en ellas a otros profesionales miembros del equipo de salud (trabajadores sociales, psicólogos, enfermeros), incorporación de saberes por parte de los sujetos pacientes acerca de la enfermedad y su tratamiento, que resignifican en el marco de sus construcciones simbólicas: “La enfermedad te deja una cicatriz en el pulmón, y depende si fue una enfermedad muy avanzada puede llegar a dejarte secuelas, y son secuelas muy importantes. Por ejemplo, el problema de la respiración, después puede llegar los huecos, los agujeros que dicen, y a veces puedes llegar a quedarte discapacitada, depende hasta donde avanzó la enfermedad… por eso, es mejor (tose) que cuando tu cuerpo está dando el alerta, venir y no pierdes nada con venir al doctor, y decir me pasa esto, porque después ya te arrepientes.,Yo, por ejemplo, me arrepiento, si me hubiese dado cuenta ya desde un principio y hubiese dicho necesito al doctor, no me hubiese pasado…” (Y, inmigrante boliviana con TBC internada en el Pabellón Koch, Hospital Muñiz, ex trabajadora en un taller textil clandestino del AMBA, extraído del grupo de discusión) “Cuando a uno le bajan las defensas es done ahí actúa el bicho, se activa y es ahí donde levanta y empieza a comerte todo… porque el bacilo de Koch es como un bastoncito y te va atrapando y atrapando...” (Ir, inmigrante boliviana con TBC internada en el Pabellón Koch, Hospital Muñiz, extraído del grupo de discusión) 34 “(…) La baja de defensas proviene de muchas cosas: si está en un duelo, por ejemplo, eso también le puede ayudar a bajar las defensas y a que el bicho se active; y estaría bueno pedir ayuda psicológicamente o psiquiátricamente; hay muchos centros de ayuda, y acá también le pueden dar alguna información si alguien viene a buscar...” (Mb, inmigrante boliviana con tuberculosis internada en el Pabellón Koch, Hospital Muñiz, ex trabajadora en un taller textil clandestino del AMBA, extraído del grupo de discusión) También he podido dar cuenta que algunos trabajadores o ex trabajadores de talleres textiles clandestinos consideran, porque lo escucharon, porque se lo transmitieron, que la leche es fundamental para limpiar los pulmones y prevenir –siempre de forma limitadala tuberculosis. “(…) Era la Estación Latina, muchas veces habíamos escuchado que vinieron jóvenes, que habían tenido tuberculosis, o algunos que habían muerto y pedían ayuda para poder encerrarlos, y todas esas cosas, entonces con mi esposo decíamos y nos dijeron de que teníamos que tomar al menos un vaso de leche diario, que eso nos limpiaba los pulmones”. (Entrevista a S, inmigrante boliviana, ex trabajadora en un taller textil clandestino del AMBA) Entre las representaciones de los sujetos entrevistados sobre cuidados alrededor de malestares de tipo respiratorio, desde catarro o gripe hasta aquel al que le han diagnosticado tuberculosis, aparece la autoadministración de remedios caseros, medicamentos y otros productos como, por ejemplo, la leche de burra negra que se adquiere en el mercado de Los Brujos de La Paz, y que se toma para “el mal de pulmón”. “La leche de la burra es muy buena para pulmón. Para tuberculosis, hoy en día, están usando, captando para tuberculosis. ¡En La Paz se vende! En La Paz, un vasito cuesta un peso, dos pesos, un vasito. Lo traen, lo llevan, venden. Leche de burra... tiene que ser 35 burro negro”. (Entrevista a P, inmigrante boliviano con conocimientos en plantas medicinales y terapia herbolaria andino-boliviana) Confirmando lo anterior, Ramírez Hita (2009: 100) cita una entrevista realizada a un médico boliviano de un hospital de La Paz: “Venía un naturista a dar charlas en la sala de espera. Él hacía orientación a los pacientes, cómo se tiene que alimentar, les explicaba cómo... síntomas de la tuberculosis, ¿no? (…) según muchas personas de otros centros, han dicho que ellos les estaban diciendo que vayan a su consultorio para explicarles y cuando tienen tuberculosis tienen que tomar leche de burro”. En consecuencia, por medio del análisis de las narrativas de algunas mujeres entrevistadas, se pudieron recuperar saberes y prácticas socioculturales de origen, en torno al tratamiento de la TBC y otras dolencias y malestares específicos, así como otro tipo de prácticas: Rs: “Mi mamá siempre, desde chica, fue para curarme por el resfrío o porque tenía alguno, por ejemplo, cuando tenía dolores musculares, ella siempre me curaba con el “Mentisan”; o a veces cuando tenía dolor de estómago tomaba mate de coca. Y también mi mamá me decía que hay una planta medicinal para la tuberculosis... Entrevistador: ¿Y no te acordás, el nombre de esa planta? Rs: Y la verdad no (...) Yo nunca, jamás, fui al doctor. Cuando nací, incluso todos mis hermanos, nacimos en casa, mi mamá tuvo el parto siempre en casa, con mi papá y con mi tía que la ayudaban. Entrevistador: ¿Y enterraban la placenta, tenían esa costumbre también? Rs: Y sí, eso sí. Ja: Sí, mi papá también. Traía del hospital y al fondo de casa la enterraba. Entrevistador: Como ofrenda a la Pachamama... Rs: Lo tapaba, venía con una bolsa, yo por lo menos ya sabía lo que era eso”. 36 Na: (...) Yo cuando me enfermé me quería ir a Bolivia, porque también mi papá es naturista de medicina tradicional. Mi papá me dice: “es con hierba y así”. Sí, mi papá me decía: “venite acá que yo te voy a curar”, porque a una señora del hospital ya le dieron medicamentos, ya no puede tomar, hasta ahí no te resulta, entonces se vino a su casa: “ya no doy mas, ya me voy a morir así”. Estaba toda flaca, y toda… tenía tuberculosis. Yo estaba en esa temporada en Bolivia; sí tenía tuberculosis y mi papá lo curó, sigue viviendo la señora... (Fragmentos del GD de mujeres inmigrantes bolivianas internadas en el Pabellón Koch del Instituto Vaccarezza-Hospital Muñiz) Uno de los obstáculos que se presentan para atender distintos tipos de padecimientos en el contexto de nuestra sociedad es que los inmigrantes bolivianos en general no cuentan con las plantas y hierbas medicinales que se encuentran en Bolivia: “Aquí no hay eso, no hay esas hierbas. Y no las dejan entrar. Nosotros traemos un poco de chuñito, una papita de allá digamos, un maíz, nos quitan en las fronteras... la coca también, no se puede. Deben traer a Liniers [por el mercado boliviano] por contacto de transportes que llevan, algo debe ser que puede traer pero no más de eso porque es muy difícil”. (Entrevista a P, inmigrante boliviano con conocimientos en plantas medicinales y terapia herbolaria andino-boliviana) Todo lo expuesto se vincula con los saberes y prácticas, tanto de la medicina tradicional andina –sea quechua o aymará- como de autoatención, concebido como el primer nivel real de atención de las personas.17 Del mismo modo, encontramos una relación entre estas prácticas y el contexto sociosanitario de origen de los inmigrantes. El grado de mayor o menor desconfianza/rechazo a la atención médica en los servicios de salud se vincula, a su vez, con la eficacia otorgada por los bolivianos en su país a la medicina tradicional andina y a sus terapeutas representantes, además de estar influenciada por una atención sanitaria pública no gratuita, de difícil acceso (sobre todo para aquellos que residen en zonas rurales; o sea, la mayoría de la población) y de baja calidad. 37 “Yo tampoco sabía ir al hospital, ni sabía cómo se entra a un hospital… ¡Si la mayoría en Bolivia no va! Cuando estamos bien, si te sentís bien no vas a ir (…) A veces, por ejemplo, mi papá me hacía a veces tomar la remolacha en ayunas, me decía que era muy bueno para la sangre y hay cosas más chiquitas pero que ayudan un montón… todo eso te ayuda (…) Y yo vine acá, en Argentina, y me enfermé, no es que voy a decir que … pero la desgracia me pasó acá; yo en Bolivia estaba bien, el peso bien, normal, todo”. (Entrevista a B, boliviana con tuberculosis internada en el Pabellón Koch, Hospital Muñiz, ex trabajadora en un taller textil clandestino del AMBA) ¿Qué sucede en aquellos casos en los que no pueden –por diversas razones: desde el rechazo a la medicación y la imposibilidad de seguir el tratamiento, hasta la desconfianza en el sistema público de salud y sus representantes, entre otras- resolver el problema de salud? En ocasiones optan por acudir a las clínicas privadas con personal de salud boliviano o directamente regresar a su lugar de origen para ser tratados por un curandero o terapeuta, representante de la medicina andina. “En caso que hospital no sana siempre, no sabe algo, entonces ellos ya saben, lo llevan a Bolivia al curandero, van al curandero allá. Cuando no está enfermo, no pasa nada. Cuando está enfermo cualquier cosa pasa, el mejor es que van allá a la curación. Se hacen curar allá con el curandero, vamos a curar allá...” (Entrevista a L, trabajador en un taller textil clandestino de Lomas de Zamora) “Hoy en día hay más bien clínicas particulares bolivianas. Ahora hay, antes no había, ahora hay. Los domingos está lleno, los sábados, hay mucho, muchos van. Tienen que pagar la consulta pero son doctores diferentes. Rápido atienden ellos y salvan mucho”. (Entrevista a F, trabajador en un taller textil clandestino de Flores) “Yo una vez me enfermé aquí, en aquí me enfermé. Y a Bolivia regresé... Fui a Bolivia a curarme, porque aquí no había cómo atención. Me agarró una enfermedad, diarrea, gómito, sueño, calentura, baja temperatura, frío también vuelve, casi para morir. Vino 38 el curandero del pueblo, cuando llega la noche me curaron. Es muy sencillo, el [la] cura. Con linaza, una hierba, parecido molido de ají, una hierba le ponen al huevo batido, molido, ponen una capa digamos así, batido. Lo mezcló, me ha hecho comer y todo eso al cuerpo ponen. Aquí atrás, a mis manos, al cuerpo, a mis pies de talones. Esa noche dormí tranquilo, ya tenía apetito. Cuando quiero levantar me dolía, no podía levantar, pero yo dormí tranquilo esa noche. Siguiente mañana ya tenía mi apetito. Día por medio, día por medio, día por medio me recuperé. Ya otro más me ha hecho, uno más después de unos quince días, con ese basta. Esto ha sido en 2002. Entonces me curaron con ese curandero. Me cure allá y ya estaba bien, ya me volví a trabajar acá”. (Entrevista a R, trabajador en un taller textil clandestino de Flores) Es decir que la realidad permite identificar el pluralismo asistencial existente –con las diferencias particulares del contexto de origen y del de destino- y, como parte del mismo, los distintos saberes médicos que utilizan los sujetos. Estos se complementan, entran en conflicto y en algunos casos aparecen como superpuestos en el marco de la articulación de sus representaciones y sus prácticas en torno a la salud-enfermedadatención. Sin embargo lo que generalmente ocurre es que tanto las autoridades sanitarias locales/nacionales como el personal de salud de los centros públicos y privados, no reconocen la existencia de diversos sistemas médicos de atención entre la población (en este caso, el de autoatención y el tradicional indígena). En el caso de muchos médicos, incluso, la comprobación empírica de la existencia de representaciones y prácticas en torno a la salud/enfermedad/atención como las que poseen los pacientes inmigrantes bolivianos constituye para ellos un obstáculo para una “adecuada” terapia biomédica. 39 VIII. EL PROBLEMA DEL MODELO MÉDICO HEGEMÓNICO (MMH)... ¿O EL MMH COMO PROBLEMA? Una parte de la investigación llevada a cabo estuvo focalizada en indagar en torno a las concepciones y prácticas sobre la salud/enfermedad/atención del personal sanitario, identificando semejanzas y diferencias entre los distintos integrantes del equipo de salud, a fin de articular el análisis de dichas representaciones con elementos ligados al paradigma del MMH como dominante en el saber y la práctica biomédica-pública (y privada). Se parte de que la salud no es un hecho técnico, sino sociocultural, político y contextual. Desde aquí, entre otros factores, se puede pensar el proceso de formación/deformación de los profesionales de la salud. En tal sentido, no casualmente las críticas al “modelo” de los médicos (Menéndez, 1994) provinieron de parte del personal sanitario no médico: “(...) Pasa que nosotras vemos más el lado social y ellos ven el lado más el lado médico, eso”. (Pa, GD con trabajadoras sociales del servicio social del Instituto VaccarezzaHospital Muñiz) “(...) Digamos que la relación con los médicos es… cero, el criterio es cero...” (Zu, GD con trabajadoras sociales del servicio social del Instituto Vaccarezza-Hospital Muñiz) “(...) No, bueno, en equipo interdisciplinario jamás… depende de la voluntad del médico y de la persona. No es algo que está instaurado institucionalmente”. (Entrevista a F, psicóloga integrante del equipo de salud del Instituto Vaccarezza-Hospital Muñiz) “(...) El trabajo está bastante separado. O sea, cada uno cumple su función desde su lugar. No hay una cosa grupal. No sé cómo funcionarán los otros centros de salud... Pero acá no hay concepto de trabajo interdisciplinario, no existe. Los médicos tienen sus ateneos, atienden a los pacientes, sin intercambiar nada; cosas muy puntuales”. (Va, GD con trabajadoras sociales del servicio social del Instituto Vaccarezza-Hospital Muñiz) 40 Ya planteado en trabajos anteriores (Goldberg, 2007; 2010) y esbozado en la introducción del presente, como parte de la orientación biologicista que impera en su formación y tiñe su práctica, salvo casos concretos de algunos médicos, en general estos no incorporan los factores sociales y culturales al proceso de atención. Esta opinión es compartida por aquellos integrantes del equipo de salud que sí poseen una formación en el campo de lo social (no tanto en lo cultural): “(...) Para mi ellos {los médicos}, lo social que ven es que son extranjeros, que no entienden nada, y ahí les cierra, con eso se quedan... “¿no entienden? Vayan a preguntar al servicio social...” Eso es todo lo social que ellos pueden ver. Ellos ven pulmones, o lo que sea, pero no pueden ven lo general, no tienen la capacidad. Me parece que es en general, aunque hay médicos que son un poco más humanos; desde lo humano, desde el compadecerse, pero no desde un criterio profesional de incluir la salud como algo más amplio, más complejo… Que no es solo lo biológico. Precisamente por eso, porque creo que este es el lugar por excelencia de la formación médica, donde el médico tiene que ser absolutamente biologicista. Me parece que la línea que se baja acá es precisamente esa. Hasta ahora es eso lo que pude ver, excepto médicos como N., ahora con la única que me topé que tiene otra idea de la salud es ella, o sea, como idea, como teoría. El resto, sí son humanos, son macanudos pero no se cuestionan nada de eso...” (Pa, GD con trabajadoras sociales del servicio social del Instituto VaccarezzaHospital Muñiz) Afirma Méndez Gallardo (2004: 31): “Es claro que todo acompañamiento que quiera ser verdaderamente encarnado y eficaz ha de comenzar analizando cuidadosamente la situación y necesidad de los destinatarios. La cercanía, la observación y la escucha deben ser su principio metodológico fundamental (…) toda relación de ayuda debe comenzar por tres características fundamentales: la empatía, el respeto positivo e incondicional y la autenticidad.” 41 “La visión histórica que Méndez Gallardo hace del Hospital Muñiz es coherente con la definición socrática del médico: “una persona que cuida siempre a otra persona y además la cura, cuando puede.” (Maglio, 2004, prólogo: 3). Justamente, eso es parte de lo que está en discusión: las capacidades o competencias socioculturales formativas y prácticas del médico para prevenir, abordar, diagnosticar, tratar y curar con eficacia la TBC en este conjunto sociocultural específico con alto grado de vulnerabilidad a la infección y el desarrollo de esta enfermedad. Lo anterior, pasando por las limitaciones propias de su concepción biologicista-biomédica de asumir la salud a partir de la enfermedad -lo cual se traduce en el énfasis puesto en lo curativo (asistencia) en detrimento de lo preventivo (de promoción y evitabilidad)-; la construcción biomédica del padecimiento y del sujeto como paciente, que conciben a éste como ignorante y, paradójicamente, como responsable de su enfermedad y de la eficacia del cumplimiento del tratamiento que se le prescribe para su curación: construcción que asume a la enfermedad como desviación de una norma biológica, que adopta el axioma de que existe una etiología específica de las enfermedades (y que éstas son universales); hasta la posibilidad de reducir las situaciones de riesgo de infección y desarrollo de la TBC que existen en los talleres textiles clandestinos. 42 IX. REFLEXIONES FINALES. Recuperando el planteamiento de la Epidemiología Sociocultural (Menéndez, 2002; Haro, 2011 y otros), se subraya que “lo sociocultural” en el abordaje de los problemas de salud de la población por parte de la epidemiología biomédica “convencional”, no puede constituir una “variable más” a incorporar. El estudio de caso analizado en esta presentación representa un ejemplo de ello: los factores socioculturales presentes en el proceso de salud/enfermedad/atención de inmigrantes bolivianos que trabajan y viven en talleres textiles clandestinos del AMBA determinan una “situación vulnerable de riesgo” de infección y desarrollo de la TBC en este grupo; y, al mismo tiempo, impactan negativamente en el acceso a los servicios sanitarios y a un tratamiento adecuado de la enfermedad. En este sentido, las desigualdades sociales se traducen en desigualdades en salud: no solo por los indicadores, sino en relación al acceso a los servicios públicos, el diagnóstico y el tratamiento. En el caso de los sujetos abordados en este estudio, esto se potencia debido a la indocumentación, la falta de información relativa a sus derechos, sus condiciones de vida/vivienda y de trabajo (ejemplo de los talleres textiles clandestinos) y los procesos de estigmatización, discriminación y racismo a los que son sometidos por una parte de la población, entre los que se encuentra el personal sanitario de centros públicos de salud del AMBA. En consecuencia, es imprescindible evitar transmitir un mensaje de culpabilización hacia la población usuaria/paciente extranjera, sobre todo de origen boliviano, en relación a las causas de infección y desarrollo de la TBC, así como al proceso del tratamiento (focalizando en la adherencia y no en la obligación del cumplimiento, persiguiendo el éxito del mismo). Los inmigrantes, en general, no suelen venir ni infectados ni enfermos, sino que contraen la infección y desarrollan la enfermedad debido a los modos de vida/de trabajo/de vivienda que marca su existencia cotidiana en nuestra sociedad como inmigrantes. 43 Se remarca de esta manera la importancia de una política de salud pública basada en estrategias de prevención de los contagios y el desarrollo de la TBC; que garantice la accesibilidad a una atención universal, irrestricta y de calidad, y a un tratamiento eficaz que considere a los sujetos y su padecer de la enfermedad en el marco del sistema de relaciones en el que está inserto. La coordinación y el enlace dinámicos entre los niveles asistenciales del sistema sanitario público constituyen elementos centrales, desde una perspectiva preventivista estructural, para conseguir resultados exitosos en el combate de la TBC. El retraso en el diagnóstico y el inicio del tratamiento de la TBC tiene un impacto, tanto a nivel del sujeto/paciente (aumenta el riesgo de mortalidad y morbilidad) como del grupo familiar, laboral, etc. (aumenta el riesgo de infección tuberculosa). Disminuir los factores asociados al retraso del diagnóstico de la TBC, mejorar la calidad de la atención y garantizar un tratamiento eficaz, serían elementos de lo planteado atribuibles al sistema sanitario. Actualizar y complejizar los conocimientos y la información del personal sanitario sobre los grupos de la sociedad más vulnerables a la infección y el desarrollo de la TBC, resulta asimismo fundamental. En estas acciones y tareas, es determinante fortalecer la interdisciplinariedad del equipo de salud de los centro de atención de distinto nivel, reduciendo las jerarquías internas a través de la revalorización del trabajo cotidiano –y estratégico- de enfermeras, psicólogas y asistentes sociales, además del de los médicos. Como factores socioculturales asociados al retraso, analizados en el conjunto específico abordado en esta investigación, pueden mencionarse, entre otros, los siguientes: modos de vida/de trabajo/de vivienda (talleres textiles clandestinos con las condiciones descritas); falta de conocimientos-información previa de origen de los sujetos sobre la TBC (ídem sobre sus derechos); obstáculos en la comunicación y el lenguaje en el ámbito de las RMPI. Desde esta premisa, se debe reconocer que la población de la que se trata es particularmente vulnerable a la TBC; y, simultáneamente, en muchos casos también vulnerada en sus derechos como el de la atención sanitaria 44 universal, gratuita y de calidad (además de los derechos humanos universales a un proceso migratorio dentro del marco legal, a un trabajo digno, a una vivienda digna, etc.) 45 X. REFERENCIA BIBLIOGRÁFICAS. Armus, D. (2007) La ciudad impura: salud, tuberculosis y cultura en Buenos Aires. 1870-1950. Buenos Aires: Edhasa. 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