Hamlet dislocado
Charla dictada el 28 de abril de 2016
Biblioteca Nacional, Bogotá
Ante todo una confesión: estamos por entrar en un terreno difícil y profundo. Lo que sigue a
continuación no es más que un dibujo imperfecto, un croquis de un comentario apresurado
de Hamlet. Esto ya nos pone en aprietos pues como lo dice Harold Bloom “Hamlet tiene aún
muchos enigmas; tendremos que seguir develándolos, tal y como los místicos y teólogos
continuarán exponiendo los misterios de Dios” (Bloom, 2005, p. 218). Sin pretender en
ningún momento ser ni teólogo ni místico, ni mucho menos querer develar los secretos que
esconde Hamlet, nuestro objetivo consistirá en abordar lo que consideramos la experiencia
trágica de Hamlet.
¿Por qué la tragedia? Hoy en día, a partir de un proceso histórico que no podemos
abordar en estos momentos, todos los que estamos aquí entendemos, pre-comprendemos, qué
quiere decir esta palabra. Si alguien dijera en estos momentos “lo que está sucediendo en
Ecuador es una tragedia”, la mayoría de nosotros entenderíamos, sin problema alguno, qué
quiere decir esta afirmación. Pues bien, justamente nos ha llamado la atención, de manera
especial, que en la portada del príncipe 1603 el titulo completo de la obra de Shakespeare era
La trágica historia de Hamlet príncipe de Dinamarca. No obstante, como muchos de ustedes
habrán notado, esta primera parte del título suele perderse en el olvido. Son muy pocas las
traducciones a lengua castellana que mantiene en el título la palabra tragedia. Aun así, nos
parece crucial preguntarse qué se entiende aquí por “tragedia”. La pregunta que parece tener
más sentido en este contexto sería ¿acaso Shakespeare está entendiendo la tragedia como lo
hacía los neoclasicistas, muy influyentes en la época en que Shakespeare escribió sus obras,
que siguen en cierto sentido la descripción aristotélica de la tragedia? ¿Qué quiere decir este
olvido de la palabra tragedia y al mismo tiempo, como se puede observar en varios estudios
shakesperianos, que se habla más de drama que de tragedia?
Vamos entonces a comenzar a esbozar los problemas que aquí subyacen, a partir de
una serie de observaciones.
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Primer observación, nuestro punto de partida, para ser fiel a la descripción de esta charla,
será una sugerencia de Jacques Derrida en su comentario elíptico de Hamlet en su texto
Espectros de Marx. No nos interesa, en estos momentos, valga la pena resaltarlo, volver
minuciosamente sobre este comentario. Lo que interesa más bien, y creemos que es más
interesante, es recorrer los caminos que abre dicha interpretación. Por lo tanto, vamos a partir
del mismo punto que Derrida, para profundizar y radicalizar las palabras de Hamlet, y
entender en qué consiste la experiencia trágica. ¿Cuál es ese punto de partida? Es un pequeña
exclamación que realiza Hamlet al final del primer acto, una frase que expresa, en nuestra
opinión, su la tragedia:
El mundo está fuera de juicio. ¡Suerte maldita! Que haya que tenido que nacer yo para
enderezarlo (p.219).
La traducción nos plantea una serie de problemas que debemos tratar de zanjar. En el original
Hamlet dice The time is out of joint. Otros traductores proponen traducir esta expresión como
“El tiempo está fuera de quicio”. Según la RAE, quicio, en cuanto locución verbal, significa
estar fuera de orden o estado regular. Ahora bien, out of joint significa, en primera medida
dislocar, como cuando decimos “me he dislocado el hombro”. Esto quiere decir que el hueso
se ha salido de su lugar, y si esto ocurre ¿qué se hace? Volverlo a poner en el lugar que le
corresponde, poner de nuevo las cosas en orden. Es por esta razón que Hamlet maldice su
suerte porque él es el que nació para enderezar el mundo. En eso consiste su maldición y su
destino: nadie puede llevar a cabo esa tarea, ni Ofelia, ni Polonio, ni Laertes, ni Horacio ni
mucho menos la reina. Quien tiene la tarea de volverle al mundo su orden es Hamlet. Es
decir, que ya a final del acto primero sabemos el destino de Hamlet, es clara la tarea de que
debe llevar a cabo.
Segunda observación, time, como lo subraya Derrida (p.32), en el contexto de la obra,
no denota únicamente el tiempo sino el mundo. Véase la radicalidad que esto tiene. El mundo
en el que se encuentra Hamlet está dislocado, fuera de su sitio, y él se siente único responsable
de volver a restablecerlo como era antes. Pero este The time is out of joint, plantea una serie
de problemas para los traductores, pues, citando a Derrida, “por correctas y legítimas que
sean, y sea cual sea el derecho que se le reconozca, están todas desajustadas como injustas
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en el hiato que les afecta” (p.32). La pregunta es cómo traducir una expresión proverbial de
la Inglaterra isabelina. Out of joint califica, en esa época, la decadencia y el desorden moral
y político. Trata de expresar el mismo sentimiento cuando vemos una noticia atroz, una
matanza, que evidencia la decadencia del mundo en el que vivimos y al que cuestionamos
sin demora “¿En qué mundo vivimos?” Pues bueno, la respuesta a esta pregunta sería the
time is out of joint, el tiempo está desquiciado, dislocado, decadente, injusto. Por eso Hamlet,
a nuestro entender, maldice el destino de nacer para volver a poner en su sitio las cosas, de
poner las cosas de nuevo en orden. Lo interesante aquí es que Hamlet no maldice la
corrupción de su tiempo, no se queja por lo que está pasando, sino lo que implica eso, la
suerte a la que fue condenado a volver a colocar en sus goznes un mundo que ha sido
dislocado. Hamlet maldice, en primer lugar, su deber de vengar a su padre, castigar a quienes
hicieron daño al legitimo rey de Dinamarca. Aquí comienza la tragedia de Hamlet, pues
maldice su nacimiento por haber sido él quien tenga semejante tarea. Justamente Derrida
remarca esta arista trágica de la existencia de Hamlet: “No hay tragedia, no hay esencia de lo
trágico sino bajo la condición de esta originariedad, para mayor precisión: de esa anterioridad
pre-originaria y propiamente espectral del crimen” (Derrida, 2012, p.34).
Vean ustedes, las últimas palabras del primer acto nos ponen en sintonía con el destino
maldito de Hamlet. Pero este destino no viene solo. De aquí se desprende nuestra tercera
observación. El acto primero de Hamlet es de suma importancia pues ahí es donde se plantea
los grandes males que van a aquejar a los diferentes personajes de la obra. Todo comienza
con la aparición, la reaparición del espectro que anuncia y comunica la corrupción de un
Estado. El espectro aparece desde el comienzo, aparece sin aparecer, se anuncia su existencia.
Horacio le pregunta a Marcelo, en la primera escena del acto 1, si esa cosa volvió aparecer
[has this thing appeared again tonight?]. Horacio pregunta porque él es incrédulo, no cree
que sea posible que tal aparición exista, esa cosa que aparece no debe existir pues es solo
fantasías. Pero justo después de que el reloj marque la 1, el espectro aparece, aparece ante
los ojos de Horacio, que lo único que puede decir es que este es “la viva imagen del rey
muerto [In the same figure like the King that’s dead]”. Por eso Horacio, al ser el hombre de
ciencia, exhorta al espectro a hablar con él, no una sino dos veces. Pero el espectro se va, no
dice ninguna palabra, tan solo aparece. No puede decir ninguna palabra sino debe ser a
Hamlet para revelarle su destino. Esto anuncia, subrayémoslo, que algo no va bien en el
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Estado y en el mundo. La aparición del espectro del rey muerto anuncia, de la entrada, este
dislocamiento del mundo propio en el que se desarrolla la historia. Horacio entiende, de
antemano, que la aparición es “un anuncio de alguna conmoción para el Estado” (p.95). No
es por nada que Hamlet catalogue a este hombre como uno de los más sabios, pues desde el
principio tienen claro que algo no va bien.
De igual manera pasa con Hamlet un poco antes de encontrarse con el espectro de su
padre. Al final del primer soliloquio Hamlet huele que hay algo que no está bien, que hay
algo fuera de orden al ver que su madre se ha casado con su tío. Las acciones de la madre le
dice a Hamlet que algo anda mal: “¡Ir tan resuelta a un lecho de sábanas incestuosas! No, no
puede ser así. No anuncia nada bueno. ¡Corazón, estalla! ¡Detente, lengua!” (p.131). Lo
primero que nos dice Hamlet en el soliloquio es que las acciones de su madre, de nadie más
que la reina de Dinamarca, solo acentúan el desorden, el dislocamiento, en el cual están
inmersos todos. Esta intuición de Hamlet se reafirma, valga la pena decirlo de pasada, cuando
Horacio le cuenta sobre la aparición del espectro de su padre. Dice Hamlet para sí mismo:
“El espectro de mi padre… ¡armado! Mal, muy mal. Temo alguna sucia trampa…¡Ojalá fuera
de noche! Serénate, alma mía, hasta entonces… La infamia saldrá a la vista aun sepultada
por la tierra” (p.149).
Esto muestra, remarquémoslo, que antes de que le sea revelado su destino, Hamlet
intuye lo que ha de pasar, lo que está pasando: infamias, trampas, dislocamiento del orden
que estaba cuando su padre aún vivía. No obstante, al confirmar sus sospechas, esto no le
ayuda a aceptarla con calma y serenidad. Por el contrario, lo lleva a maldecir su suerte, su
destino, su nacimiento. Hamlet puede tener alguna idea de lo que está pasando pero esto no
le hace aceptar su destino.
Cuarta observación: llega entonces el momento crucial en el cual se agudiza este
dislocamiento del mundo, el encuentro entre el padre y el hijo. Este encuentro es resaltado
por Hegel en sus Lecciones sobre estética:
Más bella y profundamente todavía es tratada en Hamlet la aparición del
espíritu solo como una forma objetiva del barrunto interno de Hamlet. Vemos
a Hamlet entrar en escena con la oscura sensación de que algo terrible debe
haber sucedido; entonces se le aparece el espíritu del padre y le revela todas
las tropelías. Tras ese monitorio descubrimiento esperamos que Hamlet
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inmediatamente castigue enérgicamente el hecho y le consideramos
completamente legitimado para la venganza. Pero él titubea y titubea. Se le ha
reprochado a Shakespeare esta inactividad y se le ha censurado que la pieza
en parte se quede en eso. Pero desde el punto de vista práctico Hamlet es de
naturaleza débil, un ánimo bello melancólico, taciturno, hipocondriaco y
meditabundo, y por lo tanto nada inclinado a un acto de venganza, tal pues,
como también Goethe ha establecido la idea de que lo Shakespeare quiso
describir era la imposición de una gran acción a un alma de incapaz de actuar
(Hegel, 2011, p.169).
Se le ha reprochado a Shakespeare que su obra se desarrolla principalmente en la indecisión.
¿Pero por qué duda Hamlet? La respuesta que queremos esbozar acá es porque Hamlet se ve
dislocado consigo mismo, tan dislocado que es evidente para los demás. Pero para poder
entender esto hay que volver, por un momento, sobre lo que dice Hamlet después de haberle
sido revelado su destino. Lo primero que hace es tabula rasa para dejar en su cabeza
únicamente la ley, el mandato, que le ha dado su padre muerto. La ley del espectro es muy
clara: vengar su muerte y evitar que “el lecho real de Dinamarca sea tálamo de lujuria y
criminal incesto” (p. 201). Frente a esto Hamlet responde:
Sí, borraré de las tablas de mi memoria todo recuerdo frívolo, todas las
sentencias de los libros, todas las formas, las impresiones del pasado grabadas
allí por la juventud y la experiencia, para que solo tu mandato viva en el libro
y en las páginas de mi cerebro sin nada que lo afecte (p.203).
En la cabeza de Hamlet únicamente está el mandato del padre muerto. Es por eso que
creemos que es acertado la afirmación de Hegel de que Hamlet no duda sobre lo que debe
hacer sino del cómo hacerlo (Hegel, 2011, p.177). No obstante Hamlet duda de que la verdad
sea cierta, como lo expresa en su carta enviada a Ofelia: “Duda si la verdad no es mentira
[Doubt truth to be liar]”. Esta duda solo es explicada justo al final del segundo acto, pues
con un espíritu bastante cartesiano Hamlet afirma: “Sé lo que debo hacer. El espíritu que se
me apareció puede ser el diablo, el diablo tiene poderes para asumir formas gratas, o quizá
intente, al hallarme débil y en melancolía […] abusar de mí y perderme. Quiero tener pruebas
contundentes” (p.335). Puede ser el diablo que lo haya engañado, es esto lo que origina la
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duda de Hamlet, por lo tanto debe inventar la obra de teatro, “La ratonera”, para así tener
certeza de que aquello que se le dijo es verdad, para que la conciencia del rey caiga.
En esta indecisión se hace patente la dislocación que debe experimentar Hamlet. Es
tan evidente este dislocamiento entre sus pensamientos y sus acciones, que el rey hace llamar
a la corte a dos amigos de Hamlet para que le ayuden a averiguar el porqué de esta situación.
Justamente al comienzo de la segunda escena del acto 2 lo primero que el rey le dice a
Rosencrantz y Guildernstern es que “Habréis oído hablar de la transformación que Hamlet
ha sufrido. La llamo así porque ni externamente ni en su interior parece ser la persona que
solía” (p.241). “Habréis oír hablar”, dice Claudio, dándonos a entender que los cambios de
Hamlet ya es algo que se habla en toda la corte del rey. Hamlet se encuentra dislocado en la
medida en que ya no puede ser lo que era, porque ha hecho tabula rasa, pero tampoco ha
encontrado la resolución para actuar. Existe una dislocación entre su pensamiento, el
mandato del espectro de su padre, y la venganza misma que ha jurado realizar.
En la escena primera del tercer acto, Claudio, el rey, expresa su preocupación por esta
dislocación. Se la expresa a Polonio, le confiesa su miedo:
¿Amor? No van sus sentimientos por ese camino, y lo que decía, aunque con
cierta discordancia, no eran palabras de locura. Algo oculta su alma y mucho
me temo que, al seguir, amanezca la amenaza. Para prevenirlo he tomado una
decisión súbita. Hela aquí: Saldrá sin tardanza hacia Inglaterra y que allí
reclame el tributo que nos adeudan. Ojalá los nuevos mares y los países varios,
y toda la diversidad que vea arranquen de su corazón lo que tan profundamente
tiene arraigado y contra lo que de continuo lucha su mente” (p.365)
Para poder evitar la amenaza, Claudio cree que la mejor manera es enviar a Hamlet a
Inglaterra, pues allí podrá poner en equilibrio su mente y su corazón, dejando de lado aquello
que se encuentra en lo más profundo de él y que toma la forma de la melancolía. En este
sentido, Claudio ve una amenaza latente en este dislocamiento de Hamlet. Por esta razón
decide enviarlo a otras tierras pero con el mensaje, que llevan los embajadores, de que al
llegar sea decapitado en el instante.
Tenemos que esperar hasta el final del Acto 3, después de haber asesinado a Polonio,
la resolución de Hamlet. Al referirse al cadáver de Polonio Hamlet afirma sin titubeo
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En cuanto a éste [refiriéndose al cadáver de Polonio], me arrepiento, pero así
lo quiso el cielo: castigarme con él y a él conmigo: que fuera yo su azote y su
verdugo. Me hago cargo de él; me hago responsable de su muerte, pues que
yo se la di… buenas noches otras vez. A veces ser bueno supone ser cruel: así
comienza lo malo: para que le siga lo peor (p.473)
Hamlet quiere ser bueno siguiendo el mandato del espectro de su padre, pero al final del
tercer acto se convierte en malo tras matar a Polonio. En este punto se abre el espacio para lo
peor, lo peor que llega a ocurrir en los últimos dos actos. Hamlet, en este punto, está decidido,
tanto que no le importa ser tachado como malo, inclusive no le importa llegar hasta el peor
de los extremos. La indecisión llega a su fin.
Quinta observación: esta tiene que ver con el tiempo. Después de haber atravesado a
pasos enormes los tres primeros actos que nos muestra a un Hamlet melancólico por la muerte
de su padre, indeciso y luego resuelto, queda una pregunta que debemos dejar en el tintero
¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Cuánto tiempo le llevó a Hamlet llegar hasta este punto? Quien
se enfrenta a esta obra de teatro, nos parece, deberá preguntarse por la forma como transcurre
el tiempo. No se habla de días o de noches, no nos hablan de un flujo continuo de tiempo, no
sabemos si a Hamlet le tomó una hora, un día, una semana, un mes o un año llegar a decidir
sobre cómo llevar a cabo su venganza. No hay ninguna mención al tiempo tan solo algunas
vaguedades “la 1 de la madrugada”, “esta misma noche”, “al día siguiente”, “recuerda la
plática de anoche”, pero nada más que eso. Recuérdese the time is out of joint, y esto se ve
en paso de un acto a otro, el tiempo se disloca en cada acto, el tiempo del acto uno no está
articulado clara y explícitamente con el tiempo que trascurre en el segundo acto.
De esta misma manera, nos parece oportuno subrayarlo en este punto, es que si el
tiempo y el mundo están dislocados, como afirma Hamlet al final del acto 1, la pregunta es
¿cómo era el tiempo y el mundo antes se dislocarse? ¿Antes del asesinato del padre, la acción
que lo disloco todo, cómo era el mundo? No lo sabemos, solo tenemos vagas noticias de lo
que era antes, de una guerra que ganó Hamlet al vencer a Fortimbrás, tenemos vagas noticias
del tiempo anterior al dislocamiento por medio de la personificación del espectro. De esta
manera, es posible preguntarse si las acciones de Hamlet efectivamente ayudaron a cometer
su objetivo. Habría que preguntarse si lo que ocurre ayuda en algo para poner en su sitio el
mundo trastocado.
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Dos últimas observaciones que están en virtud de señalar cómo la dislocación no solo
acontece en Hamlet sino también en otras personajes, en especial en el rey Claudio y la reina
Gertrudis.
Sexta observación: la obra de teatro disloca al rey por medio de la culpa y el miedo.
En el soliloquio de Claudio, en la escena 3 del tercer acto expone su delito y su culpabilidad:
Sucio es mi delito; su hedor llega hasta el cielo. Lleva la marca de la más
antigua de las maldiciones: asesinar al hermano. Quisiera rezar, pero no
puedo. Y aunque en mi inclinación tan grande como mi voluntad, la fuerza de
mi delito vence a la de mi deseo. Soy como esos hombres que sujetos a dos
tareas, quedan paralizados , sin poder comenzarlas, desatendiéndolas a un
tiempo. ¿ Será que esta abominable mano se ha encallecido con la sangre
fraterna? (p.439)
En este punto Hamlet y el rey no están tan lejos uno del otro como parece ser en un principio.
Los dos se ven paralizados, sus pensamientos se encuentran dislocados frente a sus acciones,
su voluntad y su deseo están desarticulados uno del otro. De esta manera, el rey también
experimenta la incapacidad de la acción: él no puede ir a asesinar a Hamlet como lo hizo con
su padre. La mano está encallecida e inmovilizada por el delito que ha cometido. Es por esta
razón que Claudio busca ayuda para acabar con Hamlet, primero en Inglaterra luego en
Laertes. Esa es la tragedia y el destino del rey asesino: quedarse inmóvil mientras su deseo
es opacado por su falta de voluntad.
Séptima observación: la reina, después de que Hamlet la enfrente, termina dislocada.
Después de haber presentado la obra, cuando la reina lo llama a su recamara, Hamlet sigue
el consejo que el espectro de su padre le había dado en el primer acto escena IV, antes de que
el espectro salga de escena:
No dejes que el lecho real de Dinamarca sea tálamo de lujuria y criminal
incesto. No importa el modo en que lo lleves a cabo, pero no dejes que tu alma
se contamine, o intente daño alguno contra tu madre: encomiéndala al cielo y
también a las espinas que se alojan en su pecho para herirla y torturarla (p.201)
Justamente es esto lo que hace Hamlet en el acto 3: apela a las espinas que se encuentra en
lo más profundo de su madre para torturarla para herirla, para, utilizando las palabras de la
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reina, partir su corazón en dos mitades (p.471). Es por esto que desesperada, al ver que
Hamlet utilizó palabras hirientes como incesto y traición, su madre le pregunta ¿Qué debo
hacer? Ella no sabe qué hacer, como enfrentar las cosas, sus acciones no corresponden con
su deseo, sus acciones solo han traídos palabras hirientes provenientes de su hijo. En este
sentido la reina deja de ser lo que ella creía que era, esa reina leal a su esposo y amorosa
madre. La reina experimenta el dislocamiento entre lo que ella creía ser y lo que ella
realmente es.
A modo de conclusión una pregunta: si la tragedia de Hamlet consiste en enderezar
el tiempo dislocado, el time is out of joint es su tarea, su maldición, entonces ¿Al final de
todo, después de las múltiples muertes que acontece en la última escena del acto V, se restaura
el orden del mundo? ¿Es decir, Hamlet logra su cometido, su destino, logra enderezar este
time is out of joint? ¿La entrada de Fortimbrás al final de todo significa que el mundo ya no
está más out of joint o por el contrario significa que se instauro un nuevo orden y que Hamlet
fracaso en su tarea?
Bibliografía:
Bloom, H (2005) Cómo leer y por qué (Marcelo Cohen, trad.) Barcelona: Anagrama.
Critchley, S & Webster, J (2013) The Hamlet doctrine. New York: Verso.
Derrida, J (2012) Espectros de Marx. El estado de la deuda, el trabajo del duelo y la nueva
internacional (Cristina de Peretti & José Miguel Alarcón trad.) España: Trotta.
Hegel, G.W.F (2011) Lecciones sobre estética (Alfredo Brotons trad.) Madrid: Akal.
Shakespeare, W (2006) Hamlet (Instituto Shakespeare trad.) Madrid: Catedra.
Steiner, G (1991) La muerte de la tragedia (E.L. Revol trad.) Caracas: Monte Ávila editores.
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