Ápeiron. Estudios de filosofía
N.º 17 — Octubre 2022
Vigencia de la filosofía
de Hegel
Número monográfico
editado por
Gabriel Amengual Coll
María del Carmen Paredes Martín
Ápeiron. Estudios de filosofía
N.º 17 — Octubre 2022
Dirección
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Editor
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Secretario de Redacción:
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Consejo de Redacción
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ISSN: 2386 – 5326 / ISBN: 978-84-126021-8-0
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Ápeiron. Estudios de filosofía — N.º 17 - Octubre 2022
Monográfico «Vigencia de la filosofía de Hegel»
Índice
Presentación
Gabriel Amengual Coll y María del Carmen Paredes Martín.................. 7
La apropiación de Hegel, filósofo de la ambigüedad
Edgar Maraguat (Valencia)........................................................................ 13
El sentido y la actualidad del concepto hegeliano de especulación
Mariano de la Maza (Santiago de Chile) .................................................. 33
La relación entre ‘costumbre ética’ (Sitte) y ‘ley’ (Gesetz)
o la fructífera ambivalencia del concepto temprano
de ‘positividad’ en Hegel
Miguel Giusti (Lima) .................................................................................. 55
‘Se reconocen como reconociéndose mutuamente’.
El “concepto puro” del reconocimiento en el capítulo
de la “Autoconciencia” de la Fenomenología del Espíritu de Hegel
Carlos E. Rendón Arroyave (Medellín)..................................................... 77
Idealidad
Sergio Pérez (México) ................................................................................. 99
O Conceito Hegeliano de Objetividade ideal
e a Noção Contemporânea de Modelo Matemático
Agemir Bavaresco y Antônio Carlos da Rocha Costa (Porto Alegre) ..... 121
El Sueño del espíritu. Hegel y su interpretación del νοῦς pasivo
Juan José Padial (Málaga) ....................................................................... 137
Hegel: la extraña redención de la persona
Félix Duque (Madrid) ............................................................................... 163
5
Ápeiron. Estudios de filosofía — N.º 17 - Octubre 2022
Monográfico «Vigencia de la filosofía de Hegel»
El individuo en Hegel
Gabriel Amengual (Palma de Mallorca) ................................................. 185
Merleau-Ponty, Hegel y los límites de la dialéctica
María del Carmen Paredes Martín (Salamanca) ................................... 207
Theodor W. Adorno, lector de Hegel
Gustavo Leyva Martínez (México) .......................................................... 229
Reseña de un desencuentro: Adorno lector de Hegel
Héctor Ferreiro (Buenos Aires)................................................................ 255
Nota sobre los autores ................................................................................ 281
6
Ápeiron. Estudios de filosofía — N.º 17 - Octubre 2022
Monográfico «Vigencia de la filosofía de Hegel»
Idealidad
Ideality
Dr. Sergio Pérez Cortés
Universidad Autónoma Metropolitana
spc0807@gmail.com
Resumen: El presente artículo se propone examinar la categoría de idealidad que aparece en La Lógica, en una doble dirección: primero, mastranto su
génesis y su necesidad en la demostración. Y segundo, haciendo uso de ella
para mostrar, de acuerdo con Hegel, lo que de especifico tiene el idealismo
especulativo en relación a otras formas de idealismo. Para ello la categoría de
idealidad es vinculada a las determinaciones fundamentales del ser: la finitud,
la realidad y el verdadero infinito. Nuestra tesis es que la gran importancia que
Hegel concede a esta categoría se explica porque con ellas establece la base de
la afirmación fundamental del idealismo absoluto: lo verdaderamente real no
son las cosas finitas e inmediatas, sino la idea, el concepto y su manifestación
en la realidad efectiva.
Palabras clave: finitud, infinitud, idealidad, absoluto, sustancia
Abstract: This article proposes to examine the category of ideality that appears in The Logic, in a double direction: first, showing its genesis and its necessity in the demonstration. And second, making use of it to show, according
to Hegel, what is specific to speculative idealism in relation to other forms
of idealism. For this, the category of ideality is linked to the fundamental determinations of being: finitude, reality and true infinity. Our thesis is that the
great importance that Hegel grants to this category is explained by the fact that
with them he establishes the basis of the fundamental affirmation of absolute
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Sergio Pérez
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Idealidad
idealism: the truly real they are not finite and immediate things, if not the idea,
the concept and its manifestation in the effective reality.
Keywords: finitude, infinity, ideality, absolute, substance
Copyright © 2022 Sergio Pérez
Ápeiron. Estudios de filosofía, monográfico «Vigencia de la filosofía de Hegel»,
n.º 17, 2022, pp. 99–119,
Madrid-España (ISSN 2386 – 5326)
http://www.apeironestudiosdefilosofia.com/
Recibido: 29/01/2022 Aceptado: 09/03/2022
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Sergio Pérez
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Idealidad
La categoría de idealidad aparece en la Doctrina del ser, primera
parte de la Lógica, en el momento en que concluye el apartado llamado
“Cualidad”, es decir aquello que determina cualitativamente a cada ser
como el ser que es. Hegel le otorga una gran importancia en la definición del idealismo: “La idealidad de lo finito es la proposición capital
de la filosofía y toda verdadera filosofía es, por esta razón, un idealismo.”1 En la primera edición de la Lógica (1812) la idealidad se encuentra en el apartado (γ) de “Los momentos del ser-para-sí”, mientras en
la segunda edición (1830) ella aparece en una nota, justo después del
“ser-para-uno”. Ello exhibe que la idealidad es, tanto una categoría del
proceso lógico, como algo que está incluido en la estructura de conjunto
de este idealismo pues, como sabemos, Hegel utiliza las notas para indicar la diferencia de su pensamiento en relación a la tradición filosófica
anterior y actual. En tanto que categoría lógica, la idealidad es la conclusión del traspaso del ser finito a la infinitud; “puede ser llamada la
cualidad de la infinitud”2, pero ella es sobre todo resultado del proceso
por el cual la Lógica muestra que las cosas finitas no son verdaderas
en-sí, sino que lo son hasta el momento en que son subsumidas en el
proceso infinito del pensar. La idealidad es entonces una pieza decisiva
en la batalla frontal que Hegel libra a fin de probar que el pensamiento
está enteramente implantado en la constitución del ser en su realidad
verdadera. Nuestro propósito es exponer el proceso lógico que conduce
a la idealidad y, a través de esta, caracterizar el idealismo especulativo
siguiendo tres momentos: la finitud, la realidad y el infinito verdadero.
Idealidad y finitud
La idealidad es la categoría antitética de la finitud; ella es la verdad de
la finitud y puesto que esta es una cuestión clave, resulta preciso iniciar
por la demostración de la precariedad de la finitud contenida en la Ciencia de la lógica. Nos encontramos en el momento en que la dialéctica
de la doctrina del Ser ha alcanzado el Dasein que es, en esencia, el ser
1
2
Hegel, G.W.F., Enciclopedia (1830) §. 95, observación p. 199. (W, 8, 203).
Hegel, G.W.F., Lógica (1830), p. 132. (W, 5, 166).
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Sergio Pérez
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Idealidad
determinado y finito. El Dasein tiene una movilidad interior restringida,
porque si bien es la unidad del ser y la nada, esta unidad se encuentra
bajo la forma unilateral del “ser determinado” o Algo. El Algo es la experiencia de los momentos característicos de las determinaciones del ser
finito: la alteridad y la oposición. La determinación de lo finito es producto de la primera negación, aquella que proviene de otro Algo, aquel
que le hace frente bajo la forma de otro ser determinado y finito, oposición que se repite indefinidamente. El ser finito y su Otro son, por ahora,
opuestos. El ser determinado es finito, pero su otro también es finito:
ambos son simplemente dos, sin que hasta este momento sea necesario
dar un sustrato o alguna precisión cualquiera a esta alteridad.
Debido a esta alteridad, el Algo no puede alcanzar su identidad a
sí sino por el hecho de no-ser lo que el Otro es. Por esta desigualdad
interior, el Algo posee dos determinaciones: la de “ser-en-sí” y “serpara-otro”. Su determinación de ser-en-sí es su aspecto positivo, es la
relación a sí del Algo y Hegel la llama “destinación” (Bestimmung),
pero es inseparable de su “ser-para” que es el aspecto del Algo bajo
el modo de la diferencia, que Hegel llama “constitución” (Beschaffenheit). Todo Algo es en-sí, pero tiene un aspecto relacional por el cual se
introduce en él una determinación externa. Por eso, Hegel afirma que
esta dialéctica entre destinación y constitución introduce el cambio en
el Algo. “Lo otro por sí es lo otro en sí mismo y con esto lo otro de sí
mismo y así lo otro de lo otro – por lo tanto, lo absolutamente desigual
en sí que se niega y se cambia por sí mismo”.3 El Algo adquiere así la
determinación de ser “algo cambiante”: nada en él es lo suficientemente
permanente para declararlo inmóvil.
Debido a su alteridad y su oposición al Otro, el Algo es “cesar en
otro” y de este modo, el Algo y el Otro constituyen, cada uno, la frontera del otro; esta es la categoría de “término” (Grenze): “Todo algo
excluye ese otro de sí y así donde el otro se detiene, el algo es: es donde el otro ya no es: el propio ser de algo es así el no ser del otro y en
este sentido el término del otro”.4 Con el “término” la Lógica anuncia
algo fundamental en torno a la finitud: todo lo que existe es lo que es,
3
4
Hegel, G.W.F., Lógica (1830), p. 107 (w, 5, 127).
Houlgate, Stephen, The opening of Hegel’s “Logic”, p 363.
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Sergio Pérez
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Idealidad
pero lleva dentro de sí su cancelación: “Cuando se dice que las cosas
son finitas…se está diciendo que su no-ser constituye su naturaleza y
su ser…las cosas finitas existen (son) pero la relación hacia sí mismas
consiste en que se refieren a sí mismas como negativas y precisamente
por esa referencia a sí mismas se proyectan fuera de sí mismas, allende
su ser…lo finito no solo cambia sino que perece y no es simplemente
que perezca de modo que podría existir sin tener que perecer, como
un ser dentro de sí; la hora de su nacimiento es la hora de su muerte”.5
Hegel no es, por supuesto, el primer filósofo que sostiene que las cosas
finitas cambian y perecen, pero es el primero que, por su concepción
de la negatividad, puede mostrar que esa extinción es constitutiva de la
esencia de todo lo finito.
Asentado esto, la Lógica continúa probando que, debido a la naturaleza contradictoria del ser, “finitud” no significa solo “cancelación”,
sino también “conservación” del ser. En efecto, todo Algo tiene un término, pero no se conforma con ser el no-ser del Otro, sino que Algo
también se afirma a sí mismo mediante la negación de su término. El
término de un Algo, puesto en él como un negativo que simultáneamente es un esencial, ya no es sólo un término sino un límite (Schranke). La
categoría de “límite” se presenta como “negación esencial” porque esta
negación se inicia desde el interior del Algo, en su en-sí, donde el Algo
se cancela en lo que es: “en la medida en que las cosas son finitas –escribe Hegel- no tienen tal ser aparte de su límite o de su no-ser, sino que
el no-ser constituye su naturaleza y su ser”.6 En la medida en que ahora
porta en sí tanto lo positivo del ser, como lo negativo del no-ser, el Algo
niega la determinación que lo limita, es decir se auto-niega, reaccionando contra su límite y negándolo. A este impulso por superar el límite,
por ir más allá de sí, Hegel lo llama “deber ser”. El “deber ser” aparece
en los seres vivos porque el Algo, sabiéndose finito, reconoce que tiene
una limitación, reacciona ante esta y la niega. El “deber ser” no es sólo
la superación del límite sino la superación de sí del Algo viviente. La
esencia de lo finito es negar el límite que le impone su propia finitud y
así realizarse más allá de sí mismo: es su traspaso a lo infinito.
5
6
Hegel, G.W.F., Lógica, (1830) p. 115. (W, 5, 139-140).
Hegel, G.W.F., Lógica, (1830), p. 115. (w, 5, 139).
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Sergio Pérez
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Idealidad
Sin embargo, cuando lo finito traspasa a lo infinito pierde su solidez,
su apariencia de permanente y deviene infinito; ya no es solo finito sino
a la vez infinito, esto es, cambia su naturaleza y deviene un momento
de lo infinito, deja de ser simplemente ser ahí y se convierte en ideal
(Ideelle). Al ser subsumido en lo infinito, el ser-ahí no puede permanecer en su estado original: suprimido y conservado a la vez, ese ser solo
tiene ahora una existencia ideal. Hegel llama “ideal” al ser que supera
su finitud, su limitación y así completa su determinación en la infinitud,
porque ya no estará determinado por otro, sino por su propio retorno a
sí, es “ser-para-sí” y no “para-otro”. En el ser-para-si se ha inscrito el
verdadero infinito.
La exposición es laboriosa y abstracta, pero con este traspaso de lo
finito al verdadero infinito, Hegel traza el contorno más general de su
idealismo y se distancia de todas las filosofías de la representación.
En efecto, estas piensan que, además del ser finito, más allá de él, sólo
se encuentra a su lado, otro ser finito, aunque llamen a este “infinito”.
Ellas colocan a Dios como un ser al lado de los seres finitos. Para las
filosofías del entendimiento Dios, lo infinito, es solo el otro de lo finito
y no se percatan que, al ser solo otro, ese infinito se hace un momento
limitado, esto es, se finitiza. De este modo, lo finito nunca es trascendido porque tan pronto se pasa a lo infinito, este se revela como siendo,
después de todo, solo otro finito al lado del primer finito: lo finito y lo
infinito son colocados en un antagonismo irreconciliable entre sí.
Hegel sostiene que esta es la representación que se encuentra especial pero no únicamente, en el dominio de la religión: ¿Cómo pudo Dios
crear al mundo?, ¿Cómo lo infinito pudo llegar a lo finito? La respuesta
de Hegel es que no hay tal infinito al lado de lo finito, porque lo infinito
no es más que el fundamento que resulta de la negatividad inherente
al ser. Si las filosofías de la representación no acceden al verdadero
infinito es porque prefieren pensar sólo el aspecto afirmativo del ser, en
detrimento del aspecto negativo. Admiten que el ser es finito, pero lo
olvidan enseguida, prefieren subrayar su ser y no conceden al ser finito
su carácter de “perecedero”. Es esa finitud que hace del ser finito lo
único afirmativo y perdurable, la que hay que superar
¿Por qué es necesaria esta superación? Porque para Hegel la esencia
de la filosofía consiste en no sobrevalorar la existencia finita y deficien-
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Sergio Pérez
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Idealidad
te haciéndola pasar por algo durable e independiente. El verdadero pensamiento filosófico es infinito porque no tiene un más allá en el sentido
que lo tiene la conciencia, la cual deja siempre una oposición entre el
pensamiento y el ser finito objetivo que tiene enfrente. Por lo demás, el
pensamiento lógico no puede fingir que suspende la consecuencia que
hemos visto desarrollarse en su seno: no es el Dasein, el ser finito, el
que es una existencia, pues lo verdadero es justamente aquello de lo que
el ser finito carece, su auto-afirmación, que está en lo infinito.
En breve, Hegel busca devolver a lo finito su significado propio de
“pasajero”, “transitorio”. Después de todo, “finito” quiere decir “lo que
tiene un fin”, algo que es, pero que deja de ser ahí donde se encuentra
enfrentado a un otro y por tanto está limitado por este. Esta desaparición
de lo finito no es a lamentar porque, debido a su naturaleza, dejando de
ser, lo finito se afirma. ¿Qué quiere decir que se afirma? Quiere decir
que lo finito es la unidad de ser y de no-ser, de manera que al dejar de
ser, deja ver que es finito y lo es porque ha encontrado que la verdadera
determinación de lo que es, está más allá de él. Al perecer no hace más
que cumplir con su destinación de ser transitorio.
La idealidad es justamente el resultado de la subsunción del ser finito
en el infinito: “La verdad de lo finito es su idealidad”.7 Esta tiene precisamente la tarea de mostrar a la finitud en su significado verdadero:
el traspaso permanente de lo finito en el otro de sí mismo. El ser que
resulta de la idealidad ya no tiene la forma del Dasein, porque se ha suprimido su aspecto de “ser-para-otro”: por eso la idealidad es la verdad
del ser ahí y del Algo. Lo finito no es verdadero, pero cuando traspasa
al infinito queda subsumido como un momento del proceso y cambia
su estatuto. Con ello, las cosas finitas obtienen una nueva cualidad: la
de ser “ideales”. Para las cosas finitas, “ser ideales” significa que han
sido transformadas, de cosas fundamentalmente separadas entre sí, en
“momentos” de un proceso: “el ser ideal es el ser finito tal como está
en el infinito verdadero, como una destinación, como un contenido que
es distinto, pero no existente de manera independiente sino como momento”.8
7
8
Hegel, G.W.F., Enciclopedia (1830), § 95, observación, p.199. (w, 8, 203).
Hegel, G.W.F., Lógica (1830), p. 132. (W, 5,165).
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Idealidad
Hegel está afirmando que las cosas finitas no son simplemente un
ser-ahí, tiesas en su ser sensible e inmediatas. Aún si a la conciencia se
le presentan como aisladas una de otra, su verdad es la de ser momentos
del proceso infinito al que pertenecen. Las cosas finitas son existencias
reales, pero no son solo eso; también son ideales, porque solo así logran
su subsistencia de suyo. La idealidad es entonces una nueva cualidad
que los seres finitos muestran como resultado del proceso lógico de su
determinación. La idealidad es la estructura metafísica y ontológica (en
el sentido que Hegel da a esta expresión) del ser. Desde luego, con ello
el ser-ahí, el ser finito, no pierde su anterior objetividad, de su realidad,
pero ahora tiene la cualidad de pertenecer a un proceso infinito que le
otorga su verdadera subsistencia.
La unidad entre finitud e idealidad es pues relevante para comprender la clase de idealismo en que nos encontramos. En efecto, Hegel
habla de “idealidad de lo finito”, no de “idealidad de las formas de
la intuición”, y tampoco habla de una “idealidad de los objetos” cuya
representación sería indisociable del trabajo de las formas del entendimiento.9 “Idealidad de lo finito” quiere decir que este, en su estructura lógico-metafísica, es ya ideal y con ello este idealismo otorga al
ser finito una significación nueva. Lo finito deja de ser un fundamento
permanente e incondicionado del conocimiento; ahora lo finito es algo
móvil, un momento del proceso infinito del pensar: “La idealidad no es
simplemente un pensamiento, sino que ella es lo ideal en y para sí, pero
ella es algo superado (aufgeben), un momento, pero no un término abstracto; la idealidad significa la superación (aufgebene) pero igualmente
algo conservado y es en este sentido que será considerada aquí”.10
Al introducir en la esencia del Algo la negación y hacer de él un
momento del proceso infinito, Hegel está transformando la concepción
misma de lo que es un fenómeno y con ello toma una distancia del
idealismo trascendental. La idealidad muestra que las “cosas en-si” son
“fenómenos”, en el sentido específico de que no tienen su ser en ellas
mismas sino en otra cosa, en lo infinito del pensar. Hegel está pues sosTinland, Olivier, L’idéalisme hégélien, p. 192.
Hegel, G.W.F., Vorlesungen über Logik und Metaphysik, citado en Tinland,
Olivier, op. cit, p. 182.
9
10
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Idealidad
teniendo, contra Kant, que las “cosas-en-sí” (y no solo las “cosas-para-mi”) son fenómenos. “De acuerdo con la filosofía de Kant, las cosas
de las que tenemos conocimiento son solamente fenómenos para nosotros y su “en-sí” permanece para nosotros como un más allá inaccesible.
La verdad es de hecho esta: que las cosas de las que tenemos conocimiento son, no solamente para nosotros, sino en-sí, simples fenómenos
y que esta es la determinación propia de las cosas en ello finitas, esto es
tener el fundamento de su ser no en ellas mismas sino en la Idea divina
universal”.11
Hegel no remite el fundamento verdadero de las cosas a la conciencia que, de seres inmediatos los transforma en conocimiento, sino a
la Idea universal, esto es, al proceso activo en el que, por su naturaleza deficitaria, están necesariamente subsumidas. No es la conciencia
trascendental la que las hace fenómenos al aprehenderlas. El idealismo
trascendental tiene razón al ver en la naturaleza fenoménica de las cosas el índice de la insuficiencia del ser finito, pero mientras que Kant
subsana esta insuficiencia con la subjetividad trascendental, Hegel la
remite a la Idea divina, esto es al proceso global que contiene a la vez
al ser finito y a la infinitud que subyace y da razón de todas las cosas
limitadas y pasajeras. El ser “fenómeno” es un rasgo de lo finito mismo y no es el simple correlato del poder idealizante del conocimiento
humano. Es posible concluir entonces que el de Hegel es un idealismo,
pero no subjetivo, sino absoluto, lo que significa que la finitud ha sido
subsumida en el movimiento absoluto de la Idea y no en una conciencia
subjetiva que reflexiona.
Es por eso que Hegel reduce la filosofía de Kant a una simple fenomenología del Espíritu, porque esta solo comprende la finitud de manera abstracta. Al hacer finito al entendimiento, Kant lo ha separado
del Espíritu y entonces le resulta imposible reconocer lo infinito de sí y
lo infinito del objeto: “La filosofía de Kant puede considerarse de una
manera más exacta como aquella que ha aprehendido al Espíritu como
conciencia y que (por tanto) contiene solo determinaciones (propias)
de la fenomenología y no de la filosofía del Espíritu”.12 El idealismo
11
12
Hegel, G.W.F., Enciclopedia (1830), § 45 Zusatz. (w, 8, 122-123).
Hegel, G.W.F., Enciclopedia (1830), § 415 observación, p. 471, (W, 10, 202).
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Sergio Pérez
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Idealidad
subjetivo ignora que participa en el proceso infinito de la Idea y por ello
imagina a la conciencia como lo único activo mientras reduce la cosa
a una mera realidad. Sabe que esta cosa debe ser ideal, pero se lo atribuye al entendimiento en lugar de atribuírselo al Algo mismo durante
el proceso del pensar. En consecuencia, la relación que la conciencia
trascendental mantiene con el mundo de las cosas es solo uno de los
rasgos, y de los más superficiales, de una fenomenalidad absoluta que
se centra en la Idea y que es irreductible a la conciencia porque es lógicamente anterior a esta.13 El idealismo subjetivo afirma que conoce
las cosas como fenómenos, a la manera de un idealismo, pero lo hace
colocando lo ideal como una característica puesta por el entendimiento,
sin darse cuenta que el Algo es ya ideal como parte de su constitución
en el proceso de ser determinado lógicamente. Hegel ha transformado
por completo el planeamiento del problema y lo ha convertido, de una
cuestión epistemológica en una cuestión ontológica y metafísica.
Idealidad y realidad
En ambas ediciones de la Lógica, lo mismo que en la Enciclopedia,
Hegel ha llamado al “ser-ahí”, una “realidad” (Realität): “La cualidad,
en cuanto determinidad que está-siendo frente a la negación contenida
en ella, aunque distinta de ella, es realidad”.14 Por lo tanto, ahora la
idealidad no es solo la verdad de la finitud sino la verdad de la realidad, esto es una forma superior de realidad. De la metafísica tradicional, Hegel retiene la tesis de que algo es verdaderamente real sólo si
es auto-subsistente, esto es ontológicamente independiente. Por ende,
en el caso del ser finito, su realidad es sólo limitada. En efecto, el ser
en-sí puede ser tomado como mera realidad, es decir un ser-ahí como
determinidad que es porque, siguiendo sólo uno de sus momentos, este
ser es aprehendido de manera unilateral según su modo de “ser” o su
afirmación. “Realidad” (Realität) es la categoría que caracteriza esta
fijeza y esta subsistencia relativa del ser-ahí por la que este se da como
13
14
Tinland, Olivier, L’idéalisme hégélien, p. 194.
Hegel, G.W.F., Enciclopedia, § 91, p. 195. (W, 8, 196).
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Sergio Pérez
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Idealidad
finito. Tenemos, pues, una realidad, pero esta realidad es aún limitada.
En consecuencia, este ser finito, una vez traspasado al ser infinito, en
su idealidad, es un ser mucho más determinado y concreto y merece
mucho más el título de “realidad”.
Mediante la idealidad, Hegel está ofreciendo una crítica radical a la
concepción tradicional de “realidad”. Es una descalificación completa
de la comprensión usual que tiene el entendimiento, quien considera
la realidad como una inmediatez inicial, indiscutible y homogénea, indiferente a las interpretaciones provenientes de la imaginación o del
entendimiento. Para Hegel, por el contrario, toda realidad finita está
escindida por el trabajo de la negatividad y por ello es solo un momento
del proceso de la Idea. La realidad limitada del ser en-sí solo encuentra su verdad en la dialéctica del para-otro, esto es, toda realidad no es
simple inmediatez sino ser reflexionado: “El ser-ahí15 es por de pronto
inmediata unidad simple del ser y de la nada. En la medida en que el ser
y la nada se han determinado en él, con más precisión como los momentos que acaban de ser considerados, no está ya en la primera forma de la
inmediatez, sino que es ser-ahí reflexionado; es ser-ahí en la medida en
que se ha determinado como ser en-sí y como ser-para-otro y es la unidad de ellos, en cuanto momentos suyos. Como el ser-ahí reflexionado,
él es la realidad”.16
La idealidad es la verdad de la realidad limitada del ser-ahí, en la medida en que designa el proceso dialéctico que subyace a este. La idealidad es la revelación de la negatividad que está inserta en toda realidad
finita. Es la verdad de la realidad, porque la idealidad no tiene límite,
pues lo ideal es justamente lo que ha subsumido al otro como límite.
O en otras palabras, la realidad, puesta como aquello que ella es en-si,
se muestra ella misma como idealidad, porque es la realidad misma la
que, para ser verdadera, debe hacerse ideal. Es el mismo proceso lógico
el que exige, para esa realidad deficitaria, una totalidad que la subsuma
en un ser enteramente auto-determinado y esta totalidad es la idealidad:
El lector encontrará que, en la traducción del profesor Duque, se hace uso del
término “estar”.
16
Hegel, G.W.F., Lógica (1812), p. 245.
15
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Idealidad
“La idealidad es la misma cosa que la infinitud o bien es la expresión
positiva y reflexionada, determinada, de aquella”.17
Elser finito es ciertamente real (Realität) pero su verdadera realidad
la alcanza en el momento en que deviene ideal: es su idealidad: “Esta
idealidad de lo finito es la proposición capital de la filosofía y toda
verdadera filosofía es por esta razón un idealismo”.18 La idealidad no
es pues un mundo detrás o lejano que tendría una función similar al
cielo de las ideas platónicas. Tampoco es un más allá o más lejos de lo
real, tal como es ofrecido por otros idealismos. Para Hegel, la idealidad se encuentra en la realidad, en su estructura lógico-metafísica, en
la constante actividad de lo negativo que es inmanente a toda realidad
finita. No es pues posible oponer a lo real algo ideal, porque la realidad
limitada, por su naturaleza esencial, revela su propia idealización en
la medida en que lleva en sí misma la declaración de su precariedad:
“Se dice que al lado de la realidad hay también una idealidad, pero la
idealidad no está fuera, ni al lado de la realidad, sino que constituye
esencialmente el ser la verdad de la realidad, puesto como aquella que
esto es en-sí ella se muestra como idealidad”.19
Realidad e idealidad no son lo mismo, pero tampoco son separables.
En efecto, la realidad es simultánea con la idealidad pero no debe ser
confundida con esta. La idealidad no es lo mismo que la realidad, sino
su verdad, es decir su subsunción en una forma de realidad más alta:
“Si por realidad se quiere entender lo sustancial, lo verdadero mismo,
entonces la idealidad es entonces la realidad de verdad…en la medida
en que el estar o la realidad se ha determinado a ser idealidad”.20 Ahora
bien, si la idealidad no se confunde con la realidad, tampoco es separable de esta; la idealidad forma un solo cuerpo con la realidad; ella es
más bien el resultado de la tendencia interior del ser real que preside su
devenir: “La idealidad no tiene contenido sino como idealidad de algo,
sin embargo este algo no es entonces simplemente esto o aquello indeterminado, sino que es el ser-ahí determinado en tanto que realidad que,
Ibid., p. 271.
Hegel, G.W.F., Enciclopedia, (1830) § 95, observación, p. 199. (W, 8, 203).
19
Hegel, G.W.F., Enciclopedia, (1830), § 96, Zusatz. (W, 8, 204).
20
Hegel, G.W.F., Lógica, (1812), p. 271.
17
18
110
Sergio Pérez
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Idealidad
mantenido en y por sí mismo, no posee ninguna verdad”.21 Si la idealidad se separa de lo real de cualquier modo que sea, entonces, “lo real
vuelve a ser uno de los momentos y lo ideal el otro”.22 En el idealismo
especulativo no hay ninguna dualidad entre la realidad y el pensamiento
como la que asola a las filosofías de la representación: “No se ha dado
a la idealidad el honor que merece si no se le concede nada más que no
todo ha sido dicho mediante la realidad. Tal idealidad, al lado, o incluso
por encima de la realidad, no sería más que un nombre vacío”.23
Y es por esta unidad entre realidad e idealidad que Hegel considera
que su filosofía ocupa un lugar aparte. En efecto, él no afirma primero, una realidad existente a la que, luego, una conciencia le aporta sus
operaciones para anexarle al ser primero otro ser, este ideal. Tampoco
considera suficiente decir que la relación de la conciencia al mundo es
ideal. Lo que constituye su idealismo no es la idealización de lo real
por parte del poder sintetizador del entendimiento, sino la idealización
de lo real mismo. Según Hegel, una filosofía que merezca este nombre
es aquella que(lo mismo que la religión) no reconoce la realidad finita
como la realidad verdadera. Una filosofía que otorgue a la realidad finita la plenitud del ser no es propiamente filosofía porque no ha podido
liberarse de la representación usual de la conciencia sensible, la cual
valora al ser en detrimento de su finitud. Un idealismo así es malogrado
porque no ha podido comprender el papel del pensamiento quien transforma la realidad inmediata en ideal en el sentido de encontrar en ella
su verdad, su reconstrucción inteligible mediante conceptos.
La idealidad de lo real es el signo de la profunda transformación
impuesta por el idealismo absoluto. En este, las categorías de la Lógica
no son sencillas formas vacías del pensamiento, sino estructuras del ser
como tal. Cada categoría, especialmente la idealidad, es una parte de la
estructura del ser, a la vez que es un concepto destinado a comprender
el mundo de “las cosas”. Con la idealidad, el ser limitado del ser-ahí,
sufre un vuelco en su concepto, porque se ha convertido en un ser que
se auto-determina en su retorno a sí, es decir más concreto, más real.
Hegel, G.W.F., Enciclopedia (1830), § 96, Zusatz, (W, 8, 204).
Ibidem.
23
Ibidem.
21
22
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Idealidad
Para Hegel, lo que es real es el ser que exhibe en sí mismo su determinación, su concepto, y por tanto, es simultáneamente verdadero: “Se
dice de alguien “este es realmente un hombre”. Aquí ya no se trata del
ser-ahí inmediato, sino del acuerdo del ser-ahí con su concepto. Pero
aprehendida así, la realidad no difiere tampoco de su idealidad, que nosotros aprenderemos a conocer ante todo como ser-para-sí”.24
La realidad verdadera de los seres finitos es su trascendencia hacia
lo infinito. Por este traspaso, ellos suman a su cualidad de ser seres
reales, la cualidad de ser ideales. Los seres finitos son reales pero también son ideales y, convertidos en momentos del proceso, no pierden
realidad sino que ganan un grado mayor de realidad. El idealismo de
Hegel contiene lo real como un momento subsumido y es por eso que
puede afirmar que en filosofía, “la oposición realismo/idealismo no tiene significado.25 El idealismo absoluto concuerda con el empirismo y
el realismo en afirmar que lo verdadero debe encontrarse presente en la
realidad manifiesta. La filosofía tiene que conocer lo que es y no solo
lo que “debe ser”, pero él no concede, como lo hacen el realismo y el
empirismo, que carezca de valor ir más allá de esa realidad inmediata.
Para estas filosofías, solo lo finito es real, en sí mismo no es problemático y no requiere de lo infinito porque es una realidad auto-subsistente.
Para el idealismo de Hegel, por el contrario, la última realidad no son
las cosas-en-sí sino la Idea, es decir la presencia de la sustancia infinita
en la existencia, de la Idea en la existencia.
En otras palabras, Hegel no es un idealista porque tenga dudas acerca de la realidad del mundo manifiesto. Tampoco es un idealista porque
crea que el entendimiento es el único que imprime sus rasgos fundamentales sobre un mundo inerte (como sucede en Kant). Tampoco es
un idealista porque crea que toda la actividad recae en las ideas y que
por tanto, solo el pensamiento es real (como sucede en Berkeley). Y
desde luego tampoco es un idealista porque afirme que el pensamiento
es el creador de la realidad. Hegel es un idealista porque sostiene que
las realidades finitas son parciales, transitorias, y que por tanto solo
alcanzan su completa auto-determinación cuando se afirman en lo infi24
25
Hegel, G.W.F., Enciclopedia, (1830), § 91, Zusatz. (W, 8,196-197).
Hegel, G.W.F., Lógica (1830), p. 136. (w, 5, 172).
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Idealidad
nito, es decir cuando niegan su realidad inmediata, para convertirse en
ideales. Es idealista, porque comprende la realidad como una cualidad o
estructura ontológico-metafísica que todo Algo finito exhibe en su propio proceso, independientemente de lo que la conciencia común y las
filosofías puedan imaginar acerca de él. Finalmente, es idealista porque
sostiene que cualquier Algo solo alcanza su verdadera realidad cuando
es hecho inteligible dentro del proceso del pensar que lo determina y lo
constituye tal como es, esto es, Hegel es idealista porque afirma que el
pensamiento –nuestro pensamiento- está íntimamente involucrado en la
construcción de la realidad.
Idealidad, infinito verdadero y ser-para sí
Como correlato de haber convertido al ser finito en un momento ideal
del proceso, este idealismo sostiene que lo infinito tampoco puede existir
sin los seres finitos. El infinito, la sustancia, está en el mundo de los seres
finitos: está aquí y ahora y no es algo inalcanzable: “El infinito existe
y existe en un sentido más intensivo que el ser primero e inmediato; es
el ser verdadero, el levantamiento (Erhebung) por encima de la limitación”.26 Tal infinito no tiene límites porque en él se ha superado toda
limitación impuesta por la alteridad. Ahora bien, el ser que surge del traspaso del ser finito a la infinitud no puede ser otro ser finito. El ser infinito
no es otro ser al lado del primer ser finito, sino el ser que ha surgido del
relacionarse a sí mismo del ser. Este ser infinito no es otro ser más allá o
preexistente a lo finito, sino un proceso y por tanto, no puede formarse
de él una representación sin traicionar su naturaleza procesual: no es un
ente, ni una cosa, ni una representación sino un concepto y por ende sólo
perceptible para el pensamiento. Pero esto no le resta objetividad: el infinito está presente, terrenal, como existencia efectiva. Por tanto, no es una
abstracción, sino que debe tomar cuerpo en el ser cualitativamente diferenciado. Si Hegel llama al infinito verdadero “el concepto fundamental
26
Hegel, G.W.F. Lógica (1830), p. 122. (W, 5, 150).
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Idealidad
de la filosofía”27 es porque esta tiene como objetivo justamente mostrar la
existencia efectiva de aquel.
Este infinito es un ser devenido, relación a sí mismo del ser en el
traspaso en el otro y luego en sí mismo. Surge así una nueva dimensión
afirmativa del ser que Hegel llama “ser-para-sí”: “El otro existe para él
solo como un ser eliminado, como momento suyo: el ser-para-sí consiste en esto: que se ha salido más allá del límite, más allá de su propio
ser otro, de modo que, en cuanto es esta negación, es el retorno infinito
a sí”.28 En la Lógica, Hegel introduce al ser-para-sí como “infinitud
afirmativa” en oposición a la “infinitud negativa” del infinito espurio.
“En el ser-para-sí se ha cumplido –escribe Hegel- el ser cualitativo:
es el ser infinito”.29 En efecto, lo cualitativo es definido como “la unidad
del ser y la determinación” y ahora esta ha sido completada. En los momentos anteriores, el ser del inicio se hallaba carente de determinación
(ser y nada); luego el ser determinado se hallaba en unidad simple con
otro ser y por tanto su unidad con este no estaba puesta (ser-ahí). En el
“ser-para-sí”, esta unificación entre el ser y su determinación se halla
puesta e igualada, por eso Hegel va a llamarlo “el ser determinado absoluto”: “La finitud ha traspasado en la infinitud, en la puesta negación
de la negación, ella es la simple referencia a sí misma y por tanto es en
sí misma la igualación con el ser: el absoluto ser determinado”.30
A este ser enteramente determinado por la infinitud corresponde la
categoría de idealidad: “El ser-para-sí, dentro de esta determinación, a
saber que se refiere a sí por estar el otro dentro de él, solo que asumido,
es idealidad”.31 De acuerdo con esto, idealidad indica la forma de totalidad cuyo concepto es la infinitud. Ella deja ver el verdadero estatuto
de todas las determinaciones anteriores de la finitud cuyo significado y
verdad se revela solo en el movimiento total del pensar. La idealidad es
así indicativa del movimiento infinito del pensamiento en su auto-determinarse, porque, para Hegel, pensar es siempre unificar procesualmente
lo finito con lo infinito: pensar lo finito como momento del infinito,
Hegel, G.W.F., Enciclopedia, § 95, observación, p.199. (W, 8, 203).
Hegel, G.W.F., Lógica (1830), pp. 139-140. (w, 5, 175).
29
Hegel, G.W.F., Lógica (1830), p. 139. (w, 5,174).
30
Ibidem.
31
Hegel, G.W.F. Lógica (1812), p. 271.
27
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Idealidad
como lo infinito manifestándose, o a la inversa, pensar lo infinito como
unidad de sí mismo y de lo finito.
“El concepto universal del ser-para-sí se ha manifestado. Solo había
que mostrar que aquel concepto corresponde a la representación que
nosotros vinculamos con la expresión “para-sí”.32 En efecto, “para-sí”
significa que el otro ya no es alteridad y solo existe como momento.
Como negación de la primera negación, el ser-para-sí es algo afirmativo, es una realidad más alta que la realidad del ser-ahí que era una
negación simple. Sin embargo, aún es necesario examinar la escisión
interior del ser-para-sí para comprender la unidad definitiva de lo finito
con lo infinito, es decir, la idealidad. En el ser-para-sí, la infinitud se ha
“derrumbado” –dice metafóricamente Hegel- en la forma de inmediación del ser, pero este ser-para-sí aún contiene subsumido el ser finito,
esto es, el ser afectado por la negación. No obstante, este ser finito, al
quedar inmerso en la infinitud ya no puede ser simple alteridad, porque
ha perdido su carácter de negación simple y se presenta ahora él mismo
como negación de la negación, esto es como ser-para-uno: “De esta
manera, la determinidad, que en el ser determinado como tal es otro y
un ser-para otro, se ha replegado en la unidad infinita del ser-para-sí,
y el momento del ser determinado se presenta en el ser-para-si como
ser-para-uno”.33 En otras palabras, el ser-para-uno denota que “aquello
en lo cual hay pasaje es enteramente la misma cosa que lo que opera
el pasaje- los dos términos no tienen otra significación que la única y
misma determinación de ser un otro-, algo en su pasaje a otra cosa no
hace sino unirse a sí mismo…“34
En la Lógica, Hegel hace notables esfuerzos por mostrar la unificación perfecta entre ser-para-sí y ser-para-uno. La razón es que en el
ser-para-uno se muestra la expresión de “cómo lo finito está en unidad
con lo infinito, o sea como ideal”35. Ya no hay dos (Algo y otro) y por
tanto no hay diferencia sino indiferencia: sólo hay un ser que vuelve infinitamente así, esto es, hay un único ser-para-otro y como este es único,
Hegel, G.W.F., Lógica (1830), p. 139. (W, 5, 174).
Hegel, G.W.F., Lógica (1830), p. 140. (W, 5, 176).
34
Hegel, G.W.F., Encyklopädie der PhilosophischenWissenschaften in Grundrisse
(1817), § 48.
35
Hegel, G.W.F., Lógica (1830), p. 140. (W, 5, 176).
32
33
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Idealidad
entonces este es también ser-para-uno. Esta unidad esencial e inseparable entre el ser para-sí y el ser-para-uno es exactamente la idealidad:
“Hay solo una única idealidad de aquello para lo cual o en lo cual una
determinación debería existir como momento y de aquello que debería
ser momento en él”.36 La idealidad es aquello inherente al ser en su
propia constitución, porque no es más que el ser en su infinito retorno a
sí: “Lo ideal es necesariamente para uno, pero no para otro; lo uno para
lo cual es, es él mismo”.37 Cada ser en su cualidad intrínseca es uno con
su idealidad o mejor, sin su idealidad, ningún ser alcanza su verdadera
determinación como el ser cualitativo, diferenciado de otros, que es.
El idealismo de Hegel consiste en afirmar que todo lo existente-para-sí
es resultado del infinito retorno a sí que lo constituye: “El yo está para
el yo, ambos son lo mismo… Dios sólo para Dios y solo la unidad es
Dios… Por lo tanto, yo, el espíritu en general o Dios son ideales porque
son infinitos, pero como existentes para sí no son idealmente distintos
de lo que son para uno”.38
Como unidad perfecta de lo finito y lo infinito, la idealidad es un
punto de separación con otras formas de idealismo. ¿Dónde recae esa
diferencia? De acuerdo con Hegel los idealismos de la representación
son culpables de dos errores complementarios: o bien separan los dos
momentos del para-sí y el ser-para-uno, y entonces convierten al para-sí
en un ser meramente formal; o bien erigen al ser para otro como un ente
y entonces rebajan al ser-para-sí hasta retroceder al ser-determinado. En
la primera alternativa, el ser-para-sí designa, según el lado de la relación
lógica “a-sí”, la unidad que ha subsumido toda forma de alteridad de tal
manera que ella solo es para-sí-misma. En esta situación se encuentran
el ser de los eléatas, el Dios de Spinoza, el Absoluto de Schelling y la
mónada de Leibniz, todos ellos seres ideales. En Spinoza, por ejemplo,
la sustancia es para-sí, pero es solo la determinación abstracta de toda
determinación, es decir es solo formal: “En Spinoza, la infinitud es solo
la afirmación absoluta de una cosa y por tanto solo la unidad inmóvil; la
substancia, por ende, no llega ni una sola vez hasta la determinación el
Ibid., p. 141. (W, 5, 176-177).
Ibid., p. 141. (W, 5, 177).
38
Hegel, G.W.F., Lógica (1830), p. 142. (W, 5, 178).
36
37
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Idealidad
ser-para-sí ni mucho menos a la del sujeto o del espíritu”.39 Lo mismo
sucede con los idealismos subjetivos de Kant o de Fichte. En estos, el
yo es puesto como ideal en la medida en que la “cosa-en-sí” es solamente para el yo, mientras que este solo se refiere a sí mismo, pero con
ello se deja subsistir la “cosa-en-sí” en su exterioridad y su alteridad
radicales respecto al sujeto.
En la segunda alternativa de otros idealismos sucede algo distinto:
en estos, el ser-para-uno da lugar a una distorsión meramente representativa. Si en la primera alternativa lo ideal era puesto como la exclusión
abstracta de la alteridad, ahora esta alteridad es por el contrario afirmada como el contenido verdadero de tal modo que lo ideal que aparece
entonces como el vacío absoluto, como lo que no es efectivo, como lo
simplemente representado. Estos son los idealismos que colocan lo infinito en un más allá inefable y que pretenden humildemente que el ser
finito es transitorio, pero en los hechos, al declarar al infinito incognoscible, acaban por elevar a lo finito a rango de la única realidad efectiva:
“Llamar a Dios solo un ideal presupone el punto de vista desde el cual
la existencia finita vale como lo real y lo ideal o el ser-para-uno tiene
solo un sentido unilateral”.40
Hegel ha sostenido que, en principio, toda verdadera filosofía es un
idealismo, pero que todas ellas difieren en la manera en que ese principio se halla realmente realizado en la doctrina, por tanto, la única cuestión es saber “si al lado del ser-para-sí no permanece todavía la existencia finita subsistiendo como independiente, pero además (depende de)
si en el infinito se haya puesto ya por sí mismo el momento para-uno,
es decir el comportamiento de lo ideal hacia sí mismo como ideal”.41
Es en este sentido que nos hemos propuesto mostrar que la idealidad
define precisamente el idealismo absoluto Lo que caracteriza a este es,
primero, el haber devuelto al ser finito su carácter de perecedero, pero
no para anularlo, sino para subsumirlo en la infinitud que lo determina
por completo; luego este idealismo absoluto niega a la realidad inmediata el estatuto de definitiva, pero no para cancelarla, sino para mostrar
Ibid., p. 142. (W, 5, 179).
Hegel, G.W.F., Lógica (1830), p. 142. (W, 5,178).
41
Ibidem.
39
40
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Idealidad
que ella alcanza su verdad solo en el momento en que es hecha inteligible en el movimiento infinito del pensar; finalmente, este idealismo
es absoluto porque afirma que no hay separación posible entre lo finito
y lo infinito, esto es que el primero traspasa al infinito por su propia
naturaleza esencial y que el infinito no está más allá, sino que habita
y anima toda existencia. En resumen, con la categoría de “idealidad”
Hegel realiza el propósito último de su idealismo: mostrar que lo más
real y toda realidad no es otra cosa que la Idea en su presencia efectiva.
Bibliografía
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Moldenhauer und K.M. Michel, Suhrkamp Verlag, Frankfurt. Las
referencias aparecen en el texto así: (Werke, número de volumen,
número de página).
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