CUHSO
JULIO 2023 • ISSN 2452-610X • PÁGS. 178-203
RECIBIDO 29/12/2022 - APROBADO 04/05/2023
DOI 10.7770/CUHSO-V33N1-ART477
___________________________________________________________________________________________
A
Balsas de puya (Puya chilensis Molina ) en el
litoral higromórfico de Chile entre los siglos XVI y
XIX
Puya rafts (Puya chilensis Molina 1782) on the hygromorphic littoral of Chile between the
16th and 19th centuries
Daniel Quiroz
Subdirección de Investigación, Servicio Nacional del Patrimonio Cultural, Chile
RESUMEN En el litoral higromórfico chileno se utilizaron diversas embarcaciones para múltiples propósitos. Una de las menos conocidas es la balsa de troncos
de puya, cuyo uso está bien documentado en la obra del historiador jesuita Diego de Rosales (1877 [1674], 1991 [1680]). La evidencia arqueológica de su uso es
indirecta (la existencia de algunas islas pobladas) y en este trabajo nos interesa
evaluar la información proporcionada por Rosales, cotejándola con la entregada por otros europeos que observaron la balsa, antes y después de las descripciones del cronista jesuita. Es importante destacar que la descripción de la balsa de troncos de puya se hace contra el trasfondo de la balsa andina u oceánica
registrada por diversos cronistas desde el siglo XVI. A pesar de lo fragmentario
de la documentación, la balsa de puya es una embarcación de gran interés para
entender los diversos sistemas de navegación desarrollados en las costas del
Centro Sur de Chile por los grupos que la habitaron hasta fines del siglo XIX.
PALABRAS CLAVE Antropología histórica; Chile Centro Sur; navegación; bal-
sas; Puya.
Este trabajo está sujeto a una licencia de Reconocimiento 4.0 Internacional Creative Commons (CC BY 4.0).
178
QUIROZ
BALSAS DE PUYA (PUYA CHILENSIS MOLINA 1782) EN EL LITORAL HIGROMÓRFICO DE CHILE ENTRE LOS
SIGLOS X VI Y XIX
ABSTRACT In the Chilean hygromorphic coast, various vessels were used for
multiple purposes. One of the least known is the puya log raft, which use is well
documented by the works of the Jesuit historian Diego de Rosales (1877 [1674],
1991 [1680]). The archaeological evidence of its use is indirect (the existence of
some populated islands) and in this paper we intend to evaluate the information provided by Rosales, comparing it with that provided by other Europeans
who observed the raft, before and after the descriptions of the Jesuit chronicler.
It’s important to note that the description of the Puya log raft is made against
the background of the Andean or Oceanic raft recorded by various chroniclers
since the 16th century. Despite its fragmentary documentation, the puya log
raft is a vessel of great importance for understanding the diverse navigation
systems developed on shores of Central-South Chile by the groups that inhabited it until the end of the 19th century.
KEY WORDS Historical anthropology; South Central Chile; navigation; rafts;
Puya.
Introducción
En este archipiélago que habitamos (y que denominamos Tierra), la navegación es un
asunto muy importante, ahora y desde tiempos antiguos. Para hacerlo se necesitan
embarcaciones, las que han sido y todavía son, de naturaleza muy diversa. Teóricamente la embarcaciones se pueden clasificar en barcos y balsas, siendo los barcos aquellas “construcciones cóncavas de madera, hierro u otro material, capaces de
flotar en el agua y que sirven de medio de transporte”, y las balsas, “construcciones
planas formadas por un conjunto de maderos que, unidos, constituyen una superficie
flotante, término que por extensión también se usa para designar toda plataforma
flotante hecha con cualquier clase de materiales, como metales, maderas, goma o
plástico, que sirve para desplazarse sobre el agua y transportar una carga”1. Probablemente los troncos (primero, uno, luego dos y más, unidos de alguna manera) fueron
la materia prima de las primeras balsas y la canoa elaborada en un tronco ahuecado
(embarcación cóncava) sea uno de los primeros barcos.
Diego de Rosales confirma la existencia de balsas en el litoral higromórfico sudamericano durante el siglo XVII y su uso por las poblaciones que vivían en dicho
territorio (1877 [1674]). Los españoles usaron el término "balsa"2 para nombrar cierto
_________________________
1. Estas definiciones han sido obtenidas del Diccionario de la lengua española, editado por la Real
Academia Española, actualizado al 2020; ver https://dle.rae.es.
2. Algunos autores señalan que balsa es un término de origen hispano prerromano (Pedrero Sancho,
2010); otros creen que es un préstamo lingüístico del idioma de algún pueblo originario americano
179
CUHSO
JULIO 2023 • ISSN 2452-610X • VOL.33 • NÚM. 1• PÁGS. 178-203
tipo de embarcaciones encontradas en las costas americanas en el siglo XVI, las que
eran conocidas en quechua con el nombre genérico de huanpu (González Holguín,
1952, I, p. 175)3. Recibe también el nombre de balsa un árbol que crece entre México
y Bolivia, Ochroma pyramidale, que tiene la madera más ligera que se conoce, más
liviana incluso que el corcho y que se utilizaba, entre otras cosas, para construir este
tipo de embarcaciones (Ramos Corrales, 2016).
El capitán español Bartolomé Ruiz de Estrada encuentra por primera vez las balsas
en 1526, frente a las costas de Ecuador:
“tomaron un navío en que venían hasta veinte hombres, en que se echaron al agua
los once de ellos, y tomados los otros dejó en sí el piloto tres de ellos y los otros los
echó asimismo en tierra para que se fuesen; y estos tres que quedaron para lenguas,
les hizo muy buen tratamiento y los trajo consigo. Este navío que digo que tomó, tenía
parecer de cabida de hasta treinta toneles; era hecho por el plan y quilla de unas cañas
tan gruesas como postes, ligadas con sogas de uno que dicen eneguen4, que es como
cáñamo, y los altos de otras cañas más delgadas, ligadas con las dichas sogas, adonde
venían sus personas y la mercaduría en enjuto porque lo bajo se bañaba. Traía sus
mástiles y antenas de muy fina madera y velas de algodón del mismo talle, de manera
que los nuestros navíos, y muy buena jarcia del dicho eneguen que digo, que es como
cáñamo, y unas pótalas por anclas a manera de muela de barbero” (Anónimo, 1844,
pp. 196-197)5.
Una descripción de gran interés de esta balsa (con el valioso agregado de un fantástico grabado) la ofrece Girolamo Benzoni en su libro La Historia del Mondo Nuevo, publicado por primera vez en Venecia en 1565:
_________________________
(Jaramillo Arango, 2019); lo cierto es que fue usado para nombrar en las costas americanas un tipo
particular de embarcación que los europeos encontraron en las costas americanas desde el siglo
XVI (Edwards, 1965).
3. El Diccionario Quechua-Español-Quechua indica que wanp'u es "balsa de palos hecha de madera
ligera" (Academia Mayor de la Lengua Quechua, 1995, p. 715). Sánchez indica que el uso del término wampu para designar en el mapudungun primero a las embarcaciones en general y luego a las
monóxilas en particular, es un quechuismo (2020).
4. Se trata del henequén, o sisal, fibra extraída del agave.
5. El manuscrito original consta de 5 páginas y es considerado uno de los primeros testimonios de
la conquista del Perú. Relata los sucesos del primer y segundo viaje de Pizarro llevados a cabo entre
1525 y 1527. Porras Barrenechea cree que fue escrita entre 1527 y 1528 (1967, p. 21) y se piensa
que su autor pudo ser Juan de Sámano, Francisco López de Xerez, Gonzalo Fernández de Oviedo
o incluso el mismo piloto Bartolomé Ruiz de Estrada o un marinero no identificado, pero no existe
acuerdo al respecto (Marrero-Fente, 2004).
180
QUIROZ
BALSAS DE PUYA (PUYA CHILENSIS MOLINA 1782) EN EL LITORAL HIGROMÓRFICO DE CHILE ENTRE LOS
SIGLOS X VI Y XIX
“En toda esta costa del mar, los indios son grandísimos pescadores; la barca que
usan tanto para pescar como para navegar son del modo de balsas, hechas con tres,
cinco, siete, nueve y hasta once troncos livianísimos, puestos en la forma de una mano,
el del medio más largo que todos los otros; las hacen más grandes y más pequeñas,
y de acuerdo con su tamaño y longitud, llevan velas y los indios reman cuando está
el mar en calma y tiran pan, frutas y otras cosas, como un sacrificio, rogándole que
traiga buen viento” (Benzoni, 1572, p. 165: ver figura 1).
Figura 1
Balsa de troncos en las costas de Ecuador y Perú en el siglo XVI (Benzoni, 1572).
Estas embarcaciones, construidas con Ochroma pyramidale y llamadas “balsas
andinas” y también “balsas oceánicas”, propias de las costas del norte del Perú y Ecuador, se usaron durante decenas de siglos, incluso hasta mediados del siglo XX.
Se cree que la tecnología usada en esta embarcación se origina “durante el período
tardío de la cultura agrícola alfarera Valdivia, que se desarrolló en la península de
Santa Elena, hacía 1500 años a. C.” (Rosales, 2022, p. 144). Los últimos navegantes habrían sido “pescadores del norte de Perú, quienes se movilizaban anualmente a Guayaquil: vendían pescado seco y compraban palos de balsa y otros productos”, quiénes
lo habrían hecho “hasta la cuarta década del siglo XX, existiendo registros históricos
de que estos viajes ocurrían, al menos, doscientos años antes” (Rosales, 2022, p. 162).
181
CUHSO
JULIO 2023 • ISSN 2452-610X • VOL.33 • NÚM. 1• PÁGS. 178-203
Es interesante resaltar la tipología funcional que hacen Juan y Ulloa a mediados
del siglo XVIII, luego de realizar una prolija descripción, que no transcribiremos aquí
en su totalidad (ver Lothrop, 1932): "Las balzas no sólo navegan en aquel rio, sino
también por la mar, donde hacen su travesía hasta Payta. Su tamaño es vario y su
ejercicio también; unas tienen el de la pesca; otras sirven para el tráfico del mismo río,
conduciendo todo género de mercancías y frutos desde la Bodega hasta Guayaquil y
de ahí a la Puná, Salto de Tumbez y Payta; y otras más primorosamente fabricadas
para el transporte de las familias a sus haciendas y casas de campo donde van con
todas las comodidades que pudieran tener en una casa" (Juan y Ulloa, 1748, p. 262).
La larga trayectoria de estas balsas y la extensa información acumulada sobre ellas
(Andritzky, 1987; Edwards, 1965; Emanuel, 2012; Estrada, 1955; Hornell, 1931; Ortiz
Sotelo, 1990, 2003;West, 1961), permite considerarlas un modelo posible para pensar
y describir las embarcaciones descritas por Rosales (1877 [1674]) y utilizadas en las
costas del Pacífico Suroriental.
Las embarcaciones indígenas del Pacífico Suroriental
Samuel K. Lothrop publica en 1932 un interesante trabajo de síntesis sobre las embarcaciones indígenas del Pacífico Suroriental (la costa occidental del Sudamérica,
desde el istmo de Panamá hasta el cabo de Hornos) distinguiendo seis tipos básicos:
canoas de un solo tronco ahuecado, balsas de troncos, balsas de cañas (incluyendo las
balsas de totora), balsas de cuero de lobo marino, botes de tablas cosidas y canoas de
cortezas cosidas (Lothrop, 1932, p. 229). Diferencia, además, tres tipos de canoas de
tronco ahuecado: con proa y popa cuadrada, con proa aguzada y popa cuadrada y con
popa y proa aguzada (Lothrop, 1932, pp. 229-235). La tipología de Lothrop distingue
entre balsas (de cuero, de cañas y de troncos), canoas (de un solo tronco y de cortezas
cosidas) y botes (de tablas cosidas), denominadas en Chile meridional dalcas (Finsterbusch, 1934; Medina, 1984).
Lothrop sitúa las balsas de troncos principalmente en las costas de Ecuador y
Perú, señalando que estaban construidas en madera de balsa y eran propulsadas por
velas; indica que habían sido muy bien descritas por los marinos españoles Jorge Juan
y Antonio Ulloa, que visitaron Ecuador en 1736 (Lothrop, 1932, pp. 235-238). Relata
Lothrop que en las costas del norte de Chile se usan balsas de cuero de lobo, pero
en algunos sectores, donde no hay lobos marinos, los flotadores son reemplazados
por troncos y donde escaseaban los troncos apropiados, se usaron "los núcleos de
los cactus gigantes", agregando que "fueron usados por los isleños de Santa María y
Mocha para comerciar con el continente" (Lothrop, 1932, p. 238). Lothrop considera,
entonces, que la puya es el último recurso en lugares donde no se pueden conseguir
cueros de lobo o troncos de árboles adecuados.
182
QUIROZ
BALSAS DE PUYA (PUYA CHILENSIS MOLINA 1782) EN EL LITORAL HIGROMÓRFICO DE CHILE ENTRE LOS
SIGLOS X VI Y XIX
Clinton R. Edwards escribe en 1965 otro importante trabajo de síntesis sobre las
embarcaciones prehispánicas en el litoral del Pacífico sudamericano, utilizando tanto
sus propias observaciones como la evidencia presente en la literatura. En ese libro
Edwards distingue siete tipos de embarcaciones ocupadas en estas costas, algunas
desaparecidas en esa época (las primeras cuatro) y las otras tres vigentes: balsa de
cueros inflados, canoa de cortezas cosidas, dalca o canoa de tablas, balsa de calabazas, flotador de juncos, canoa monóxila, y balsa de troncos (Edwards, 1965). Desde
el punto de vista tipológico, las balsas son, tal como en el caso de Lothrop, de cueros
inflados, de fibras vegetales y de troncos; sin embargo, no hay referencias explícitas en
la obra de Edwards a las balsas de troncos de puya en las costas chilenas.
Nicolás Lira ha abordado en varias oportunidades (2010, 2015, 2017, 2018) el tema
de "las embarcaciones de tradición indígena" en la Patagonia Septentrional, subrayando la presencia de tres categorías o tipos: "las balsas, las canoas monóxilas y las dalcas
o piraguas" (Lira, 2018, p.17). Lira le dedica solo un párrafo a las balsas: "elaboradas
principalmente a partir de fibras vegetales o troncos de madera"; aunque no tengamos
"descripciones detalladas de ellas, podemos plantear que, en su mayoría, habrían sido
relativamente simples, de tamaños medianos o pequeños, y sencillas de confeccionar
[...], principalmente para cruzar los ríos", pero habría algunas excepciones, "de mayor
tamaño, elaboradas con fibra de maguey [...] y utilizadas para cruzar a las islas Quiriquina, Santa María y Mocha, capaces de transportar hasta 30 personas e incluso
ganado". Su principal fuente de información es la obra de Diego de Rosales, escrita
en 1674, enriquecida con un grabado de la crónica de Spielbergen, que estuvo en las
islas en 1615, donde en su esquina inferior derecha aparece una imagen de parte de
una balsa con personas y animales a bordo (Lira, 2018, pp. 17-18). (Figura 3a). En esta
línea de investigación, también se pueden consultar los trabajos de Núñez (1986) y
Álvarez (1999).
No tenemos registros arqueológicos de las balsas de troncos en las costas chilenas,
aunque la mera existencia de islas pobladas frente al continente (isla Santa María, isla
Mocha) nos asegura que las alcanzaron con algún tipo de embarcación. Los datos
históricos disponibles nos aseguran que la más probable fue la balsa de troncos unidos entre sí, lo que no descarta la posibilidad que se usara otro tipo de embarcaciones
para ir a las islas previamente.
Indudablemente, la balsa de troncos de las costas de Perú y Ecuador, llamada también “balsa andina” fue “la joya de la corona” (Emanuel, 2012) de las embarcaciones de
las costas del Pacífico Suroriental y constituye un modelo para cualquier tipo de balsa
de troncos que se intente describir: “era una embarcación muy adecuada para su propósito: era flotante y estable en todas las condiciones del mar, capaz de gobernarse tan
bien como cualquier barco con timón y quilla, lo suficientemente aerodinámica para
navegar en cualquier dirección con respecto al viento, lo suficientemente apta tanto
183
CUHSO
JULIO 2023 • ISSN 2452-610X • VOL.33 • NÚM. 1• PÁGS. 178-203
para navegar como para permanecer a flote por largos periodos de tiempo, y capaz
de los viajes de larga distancia necesarios para mantener relaciones comerciales con
pueblos tan lejanos como América Central o México” (Emanuel, 2012, p. 14).
No parece que las balsas de troncos descritas por Lira, “relativamente simples”,
sean de la misma clase o categoría que las balsas andinas, las que, “equipadas con
mástil y velas eran el principal vehículo para la navegación oceánica en las costas de
Perú y el norte de Chile” (Lothrop, 1932, p. 238), embarcaciones con las que se pudieron “desarrollar y mantener vastas redes de intercambio que se extendían “desde el
norte de Chile hasta, al menos, Colombia y tal vez tan lejos como México (Emanuel,
2012, p. 2). Sin embargo, no podemos descartar algún grado de relación entre ambos
tipos de balsas.
La tipología de balsas de Rosales: “de paxa, de maguei, de cipres y laurel, de pellexos de lobo"
Diego de Rosales indica hacia 1680 la existencia de "canoas", "piraguas" y "balsas",
cuando se refiere a las embarcaciones que surcaban no sólo el océano, sino también
los ríos, lagos y lagunas de Chile.
Las “canoas” eran elaboradas a partir de “un árbol grueso y alto, desbastan el tronco o plan que ha de servir de quilla, cavan el corazón hasta dejar el plan de cuatro
dedos de grueso y los costados poco más de dos, y acomodan el hueco para buque,
la extremidad más delgada para proa, y la más gruesa para popa, donde se asienta
el que gobierna con una pala que llaman canalete, y cuando es grande sirven otros
dos de remeros a los lados y reman en pie sin estribar en el bordo de la canoa, con
que la traen tan ligera que apenas toca al agua. Pero como son redondas son celosas
y suelen trastornarse (Rosales, 1877, I, p. 174)6. Con estas canoas pescan y también
se enfrentan con los españoles. Los que viven cerca del estrecho de Magallanes usan
otras canoas “que son de cortezas de árboles cosidas con nervios de ballena, unas
sobre otras y enmalladas a modo de conchas. Dánles buque como de un barquillo,
y bien levantadas de proa y popa se arrojan sobre las hinchadas ondas y espumosos
mares como un colchón de blanda lana, pasando golfos de mar y brazos, de isla en
isla” (Rosales, 1877, I, p. 175).
La embarcación más utilizada en Chiloé era la “piragua”, fabricada “de solo tres
tablas cosidas: cortan los tablones del largo que quieren la piragua y con fuego entre
unas estaquillas los van encorvando lo necesario para que hagan buque, popa y proa,
y el uno que sirve de plan levanta la punta de delante y de detrás más que los otros
para que sirva de proa y popa y lo demás de quilla; las otras dos tablas arqueadas con
_________________________
6. Hemos actualizado la ortograf ía de los textos de Rosales, pero no la redacción, con la finalidad de
hacerlos más claros y comprensibles.
184
QUIROZ
BALSAS DE PUYA (PUYA CHILENSIS MOLINA 1782) EN EL LITORAL HIGROMÓRFICO DE CHILE ENTRE LOS
SIGLOS X VI Y XIX
fuego sirven de costados, con que forman un barco largo y angosto, juntando unas
tablas con otras y cosiéndolas con la corteza de unas cañas bravas que llaman coleu
[…] y después de cosidas las calafatean […] y de esta suerte hacen piraguas capaces
para doscientos quintales de carga” (Rosales, 1877, I, p. 175).
Entre las balsas, Rosales distingue cuatro tipos según sus materialidades: (a) de
paja (enea, totora, juncos, cortadera y carrizo); (b) de magüey; (c) de ciprés y laurel; y
(d) de pieles de lobo marino (Rosales, 1877, I, pp. 172-174). Señala que "las balsas son
los instrumentos más fáciles y más usuales para estos pasajes" y describe los distintos
tipos de balsas de la siguiente manera:
Las primeras "se componen de diferentes especies de paja, como es, enea, totora, juncos, cortadera y carrizo". De cualquiera de estas fibras que encuentran "en las
lagunas, en los lugares húmedos y las orillas de los ríos", hacen "unos haces gruesos
y puntiagudos que juntándolos forman popa y proa"; para unirlos usan "unas sogas
naturales que llaman boqui, largas y delgadas, flexibles y de mucha fortaleza y duración en el agua". Indica que entre los diferentes tipos de fibras "el carrizo es el mejor y
más usual para balsas, que es un género de paja como cañitas muy delgadas y largas,
y como están huecas son muy livianas en el agua"; los habitantes de estas tierras "así
amigos como enemigos se valen de este género de balsas para el pasaje de los ríos"
(Rosales, 1877, I, p. 172).
Sin embargo, las segundas, las balsas "que hacen de magüey son las más ligeras y
más durables, por ser el magüei de Chile diferente del mexicano". El magüey "es un
tallo de tres varas que producen unas matas semejantes a las de los cardos silvestres,
en la forma de un cirio, redondo, del grueso de una hacha". La corteza es "dura, y por
de dentro, aunque no está hueco, es tan fofa la materia que tiene, que es al modo de
corcho, y en secándose no pesa una paja". Rosales agrega que "de muchos magüeyes
hacen una balsa ligerísima que camina sobre la espuma del agua"; señalando que "en
Arauco, donde ay muchos magüeyes, vi siempre esta prevención" que es "llevar tres
o cuatro magueyes, que ni pesan ni embarazan, y con eso llevan un barco ligero para
pasar los ríos más profundos". En los vados de Lavapié7, que son brazos de mar que
entran por tres bocas, los barcos para aquel pasaje son valsas de magüei (Rosales,
1877, I, p. 172).
Las terceras son unas "balsas de ciprés y laurel, que son maderas livianas, y con
atravesar a los palos unas latas quedan firmes y pasan los ríos con seguridad". Estos
árboles son pequeños "y así no hacen valsas tan capaces como las del nuevo Reyno
de Granada y de Panamá, capaces de trescientos quintales de carga, que levantada la
vela costean, más de doce leguas apartados de tierra, todos los puertos de Guayaquil,
_________________________
7. Rosales se refiere al estuario de Raqui-Tubul, en el golfo de Arauco.
185
CUHSO
JULIO 2023 • ISSN 2452-610X • VOL.33 • NÚM. 1• PÁGS. 178-203
rodeándolas con bordo suficiente para escorar y tener segura la carga y gente de su
marinaje" (Rosales, 1877, I, p. 173). Rosales compara las balsas andinas con estas balsas de ciprés y laurel, asegurando que no son tan capaces como aquellas.
Finalmente, en las Provincias de Coquimbo y Copiapó "hacen las valsas de pellejo
de lobo marino: hacen odres llenos de viento y atan dos o tres, cuidando siempre de
irlos soplando". En estas embarcaciones "se arrojan a las más encrespadas olas del
mar, sin miedo ninguno ni temor de borrasca. Pescan atunes con estas valsas con admirable destreza, porque apenas descubre el cuerpo cuando le atraviesan con un arpón de hueso o de yerro y luego le dan soga, y atando el extremo a la valsa le dejan ir al
atún herido y llevar la valsa, hasta que está desangrado y debilitado de fuerzas, queda
sobre aguado, y entonces recogen la soga y le sacan afuera” (Rosales, 1877, I, p. 173).
Rosales agrega que “aunque sean débiles las embarcaciones será bien referirlas,
[…] no despreciando lo que bárbaras e incultas naciones inventaron, que alguna vez
será más conveniente el que parece más despreciable, pues con ellos, aunque bárbaros, han quitado de las manos muchos triunfos y hecho sentir a ejércitos muy políticos el rigor de sus armas” (Rosales, 1877, I, pp. 171-172). En otras palabras, la experiencia de otros puede ser de utilidad para nosotros.
El magüey, la puya, el chagual o el cardón
Rosales usa el término “magüey” para referirse a una planta de la familia de las Bromeliáceas perteneciente al género Puya, probablemente Puya chilensis, conocida
como chagual, cardón o puya. El término, de origen caribeño, ya había sido utilizado
por los españoles para nombrar al agave, género de plantas suculentas de la familia
Asparagaceae, originaria de la región semiárida que se extiende entre el sur de los
Estados Unidos y norte de México, ahora ampliamente distribuida, de las que se extrae el pulque, el tequila y el mezcal, además de otros usos (García Mendoza, 2007;
Granados, 1993).
Smith y Looser (1935) hacen una revisión completa de las especies chilenas de
Puya, destacando que el género fue descrito por Juan Ignacio Molina en su Saggio
sulla storia naturale del Chili, publicado en 1782, de la siguiente manera:
"El tronco de la Puya [...]. hace en todo aquel Reyno las veces del corcho o de la corteza del alcornoque. Esta planta [...] arroja de la raíz tres o cuatro troncos del grueso de
un hombre, que no pasarán de veinte pulgadas de largo, y están cubiertos de cortezas
esponjosas á manera de escamas encajadas unas en otras. Del centro de cada tronco salen unas hojas de cuatro pies de largo, orladas de espinas ganchosas [...], entre
las cuales se levanta un vástago redondo de nueve pies de alto y de tres pulgadas de
diámetro, cubierto de una corteza dura y de un color verde cargado, pero relleno por
186
QUIROZ
BALSAS DE PUYA (PUYA CHILENSIS MOLINA 1782) EN EL LITORAL HIGROMÓRFICO DE CHILE ENTRE LOS
SIGLOS X VI Y XIX
adentro con una substancia blanquecina, y casi tan consistente como la del corcho
común" (Molina, 1788, pp. 170-171)8.
La puya se utilizaba no solamente para construir embarcaciones. El propio Molina señala que "el nectario de sus flores abunda de miel que buscan con ansiedad los
muchachos; las provincias araucanas producen tres o cuatro especies de esta planta,
todas las cuales fructifican con grande abundancia la miel, que consumen aquellos
pueblos" (Molina 1788, pp. 171-172).
Smith y Looser indican algunos de los otros usos de la planta: "a fines de invierno
y principios de primavera, es frecuente ver en venta en las ciudades de Santiago y Valparaíso las inflorescencias floridas" para adornos de fondas, ramadas y carros alegóricos durante la fiesta de la independencia nacional; también se quemaba las plantas
para "alejar las neblinas que abundan hacia la costa"; los tallos tiernos se comen "a
modo de ensalada y cuando está seco se emplea para hacer asentadores de navajas";
y finalmente, los pescadores "usan trozos cortos del escapo como flotadores para sus
redes, debido a su gran liviandad" (Smith & Looser, 1935, pp. 241-242).
En el norte del país se las conoce por el nombre quechua de chagual, que significa
estopa; en el centro por cardón y en el sur como puya que en mapudungun significa
“herir con punta o púa” (Muñoz, 2003, p. 69).
Figura 2
Ejemplares de Puya chilensis en la desembocadura del río Bío Bío, 2019. Fotograf ía
de Gloria Rojas.
_________________________
8. Utilizamos la traducción del italiano al español realizada por Domingo Joseph de Arquellada
Mendoza y publicada en Madrid en 1788.
187
CUHSO
JULIO 2023 • ISSN 2452-610X • VOL.33 • NÚM. 1• PÁGS. 178-203
Puya está representado en Chile por siete especies endémicas (P. alpestris, P. berteroniana, P. boliviensis, P. coerulea, P. chilensis, P. gilmartiniae y P. venusta). De éstas,
una (P. boliviensis) es exclusiva de la zona norte del país, encontrándose restringida a
la costa entre los 25 y 26 ºS, mientras las seis restantes se distribuyen entre los 29 y 39
ºS, tanto en la costa como en el interior (Zizka et al., 2009). El grupo de especies chilenas de Puya se considera notablemente disjunto, monofilético y filogenéticamente
basal, habiéndose diversificado probablemente a partir de un linaje que se mantuvo a
nivel del mar, aislado de otro linaje que siguió por la cordillera de los Andes hacia el
norte, a mayor altitud (Jabaily y Sytsma, 2010, 2013). De los 11 centros de diversidad
descritos por Varadarajan (1990) para Puya, el único a nivel del mar y que no alcanza
grandes altitudes es el que se encuentra en Chile. Curiosamente, no hay información
en la literatura sobre la presencia, actual o pasada, de Puya en las islas Santa María y
Mocha.
En el caso de Puya, cuyo probable avance fue de sur a norte, cabe preguntarse por
qué no tiene representantes al sur de los 39°S, a pesar de que al menos tres de sus
especies (P. berteroriana, P. alpestris y P. chilensis) se encuentran en la lluviosa zona
de transición (Zizka et al., 2013)9. Tampoco hay información sobre si, en el pasado,
algunas especies de Puya pudieron alcanzar más allá de los 39 °S.
De estas últimas tres especies, es más probable que Puya chilensis, de flores amarillas, sea la especie usada para la fabricación de balsas en la zona de estudio pues es
la que tiene una distribución costera más austral. P. berteroriana, de flores azules,
es más frecuente al norte del río Mataquito y P. alpestris está presente solo entre los
1500-2000 m de altura (Rodríguez et al., 2018).
La puya “posee hojas alargadas suculentas (gruesas y carnosas) y de bordes espinosos, reunidas hacia la base de la planta”; de su centro “nace un tallo que puede
alcanzar de 3 a 4 m de alto, con una inflorescencia de 50 cm” (Muñoz, 2003, p. 68). De
este tallo se obtenían antiguamente los troncos que se usaban para la construcción de
embarcaciones. En la actualidad, “se corta el tallo tierno picado para ensalada”, lo que
podría “perjudicar la propagación de la especie ya que impide la producción de flores
y por lo tanto de semillas” (Muñoz, 2003, p. 69). Como botón de muestra, el 2016
CONAF denunció “la corta ilegal de 200 chaguales en la Reserva Lago Peñuelas para
su uso como alimento” (Cordero et al., 2017, p. 22).
_________________________
9. Las otras tres especies se presentan en el matorral costero semi-árido, P. coerulea entre Coquimbo y Colchagua, P. venusta en Coquimbo y P. gilmartiniae solo al norte de La Serena.
188
QUIROZ
BALSAS DE PUYA (PUYA CHILENSIS MOLINA 1782) EN EL LITORAL HIGROMÓRFICO DE CHILE ENTRE LOS
SIGLOS X VI Y XIX
Las balsas de puya (y/o paja?) en las islas Mocha y Santa María
Diego de Rosales agrega que las balsas de magüey eran ocupadas por los mapuche
para transitar por el mar oceáno, entre el continente y las islas Santa María y Mocha:
"Los indios que habitan en medio del mar en las islas de Santa Maria y la Mocha,
con estas ligeras embarcaciones de maguei atrabiesan el mar y van y vienen a tierra
firme con sus casas y bastimentos, y en ellas passan sus ganados, caballos, atados
de pies y manos, y bueyes y bacas, sin hazer caso de las hondas del mar, aunque a
los indios de la Mocha, por ser aquel mar proceloso, les ha costado muchas vidas el
despreciar sus hondas y no aguardar a tiempo mas sereno. Están en la Mocha algunos trescientos indios infieles, y por el mes de marzo, en que los vientos no son tan
fuertes, passan a Tirva, que es tierra firme de enemigos, y con ellos comercian, y para
atrabesar cinco leguas de mar hazen valsas muy grandes de magüeyes, en que passan
treinta personas y trahen muchos carneros y otras cosas con que comerciar. Y estos
años pasados han traido mucho ambar que daba en sus costas y no le conocian antes
ni hazian caso de él, hasta que los Españoles se le dieron a conocer. Vienen cantando
al son de los remos ciertas canciones en que piden al mar les dege passar a comerciar
prosperamente (Rosales, 1877, I, pp. 172-173).
Las balsas no se usan solamente para el comercio. Rosales dice que también eran
utilizadas "para hacerle la guerra a los españoles". Obligado un barco de españoles a
fondear en la isla Santa María por el mal tiempo,
"los divisaron desde tierra firme los indios rebelados, y haziendo con gran prisa
una armada de seis valsas de magüei y atrabesando con ellas tres leguas de mar, dieron de repente sobre el barco y sobre los soldados españoles que en él estaban, que
eran doze, y dos religiosos de San Juan de Dios, y peleando con sus lanzas los rindieron, sin darles lugar a disparar los arcabuzes, que con la seguridad de que estaban en
un puerto donde no avia gente, los tenian desprevenidos, y los mataron a casi todos
y a un padre de San Juan de Dios, llebando al otro cautivo con algunos soldados, y el
barco por triunfo de su victoria" (Rosales, 1877, I, p. 173).
Estas balsas o algún otro tipo de embarcación eran usadas por los habitantes del
golfo de Arauco en el siglo XVI. Jerónimo de Vivar relata un encuentro que una expedición de Juan Bautista Pastene tuvo en 1550, en las cercanías de la isla Santa María,
con nativos que navegaban en balsas:
"Mandó a hacer a la vela la armada e ir a una isla que cercana estaba, que al pasar habíamos descubierto [isla Santa María]. Y navegando para la isla íbamos en los
esquifes por cerca de la tierra y dentro doce arcabuceros, los cuales tomaron ciertas
balsas con ciertos caciques y los metieron en la galera" (Vivar, 2001, p. 242). Desafortunadamente, Vivar no identifica el material con el que están construidas estas balsas.
189
CUHSO
JULIO 2023 • ISSN 2452-610X • VOL.33 • NÚM. 1• PÁGS. 178-203
Jerónimo de Quiroga, capitán encargado de despoblar la Isla Mocha, cuenta en
1692 que los habitantes de la isla fueron trasladados al continente en "canastos" o
"balsas" de totora:
"Los de la Mocha hasta estos años fueron incógnitos, porque ni nos vieron, ni los
veíamos pero ya se transportaron todos a la tierra firme [...], con grande acierto y feliz
fortuna, pues pasaron en canastos de totora un golfo de 12 leguas todas las familias,
sin pérdida ninguna; y están cristianos todos, dos leguas de la Concepción, con beneficio común de esta república" (Quiroga, 1979 (1692), p. 458). "Despoblé la isla de
la Mocha porque el pirata inglés no sacase de allí bastimentos y llevase la gente para
poblar alguna factoría y fortificase. Fueron 800 almas y fue Dios servido que no se
ahogase ninguno, habiendo atravesado 12 leguas de golfo tormentoso en unas balsas
de totora, y las reduje a esta parte de Bío-Bío, dos leguas de la Concepción, donde hoy
están con su Iglesia y misioneros" (Quiroga, 1979 (1692), p. 460).
¿Estas balsas o canastos de totora son las mismas que Rosales reconoce como de
maguey? No estamos seguros pero podemos recurrir a otro texto del mismo Rosales
para problematizar un poco más el asunto.
En la biograf ía del misionero jesuita Juan del Pozo indica que, estando en la provincia de Tirúa “llegaron dos caciques de la isla de la Mocha, en unas balsas de paja,
con mucha gente, que venían a sus tratos y contratos, con los indios de tierra firme de
Tirúa"; después de pasados unos días "se embarcaron en sus balsas de paja en una callada, que siempre esperan a que el mar esté sereno, pero a las doce del día se levantó
un sur tan furioso, que se quería tragar al pajizo batelillo". La balsa "anduvo tres días
batallando con las ondas, hasta tomar puerto con pérdida de solas dos personas". Más
adelante señala que una de las razones por la que "hasta ahora no han ido los padres
a esta misión" de debe a que no hay barcos "sino unas balsas de paja, que de ordinario
peligran mucho en ellas, y todos van con el agua hasta la rodilla, y la balsa debajo del
agua, con grandísimo riesgo" (Rosales, 1991 [1680], pp. 87-88).
¿Las balsas que se ocupaban para atravesar el canal que separa isla Mocha del
continente eran de troncos (puya) o de paja (totora u otra fibra vegetal) o, en la zona,
ambos tipos de embarcaciones coexistían?
Relación con las balsas de las costas de Perú y Ecuador
¿Existe alguna relación entre las balsas en las que se trasladaban los habitantes de las
islas Santa María y Mocha con las balsas andinas, aquellas embarcaciones usadas en
las costas de Ecuador y Perú? En este punto nos gustaría mostrar las descripciones
literales y visuales que hacen Spilbergen y Dampier de las balsas de troncos.
Joris van Spilbergen, navegante neerlandés, pasa por las islas Mocha, Santa María
y también por las costas de Perú, en 1615 y su diario de viaje se encuentra ilustrado
por una serie de grabados en los que se dibujan, parcial o totalmente, las diferentes
balsas que conocieron durante la expedición.
190
QUIROZ
BALSAS DE PUYA (PUYA CHILENSIS MOLINA 1782) EN EL LITORAL HIGROMÓRFICO DE CHILE ENTRE LOS
SIGLOS X VI Y XIX
En la lámina de isla Mocha (Figura 3a) se observa, en la esquina inferior derecha,
parte de una probable balsa10, con dos personas, un hombre y una mujer, en "sus ropas y forma de vestir” y un animal, sujeto mediante un lazo, que muestra "la extraña
forma de sus ovejas, que tienen una joroba en el lomo como los camellos" (Spilbergen,
1906, lámina 4; entre pp. 52 y 53). La balsa no tiene ninguna referencia ni leyenda y
sus características casi no se distinguen. En la lámina de la isla Santa María todas las
embarcaciones dibujadas son neerlandesas, cinco buques y seis botes (Spilbergen,
1906, lámina 5, entre pp. 54-55). En el texto del diario no hay ninguna mención a
embarcaciones indígenas en la zona.
Figura 3
Representaciones de balsas a comienzos del siglo XVII; a) Isla Mocha, b) Paita. En
Spielbergen 1906, láminas 4 (entre pp. 52 y 53) y 13 (entre pp. 82 y 83).
_________________________
10. En realidad suponemos que están sobre una balsa pues la imagen no es lo suficientemente explícita como para afirmarlo.
191
CUHSO
JULIO 2023 • ISSN 2452-610X • VOL.33 • NÚM. 1• PÁGS. 178-203
La escasa información que proporciona la Figura 3a respecto de la balsa de isla
Mocha es contrarrestada por la riqueza iconográfica que tienen las representadas en
la Figura 3b, del puerto de Paita, en el norte de Perú. En primer plano aparecen dos
balsas de troncos, una más simple, y otra más compleja, con velas (Spilbergen, 1906,
lámina 13, entre pp. 82 y 83). Spilbergen señala que la embarcación con velas " es una
de las embarcaciones de los nativos, que llaman balsem", agregando que "aquí tienen
pescado a bordo y pueden navegar rápidamente con esta embarcación en el viento";
sobre la otra dice " es una pequeña balsem, sin velas" (Spilbergen,1906, entre pp. 82 y
83), sobre la que se dibuja un pájaro "de tamaño maravilloso, con pico, alas y garras en
forma de águila, cuello de oveja y cresta en la cabeza como gallo, constituidos de una
manera muy maravillosa" (Spilbergen, 1906, p. 85). Una descripción bastante mitológica y muy poética de un cóndor.
En el texto no hay referencias adicionales a estas balsas excepto una noticia muy
breve: “Por la tarde vino un pescador del mar, Jan de Wit fue enviado inmediatamente
a buscarlo con su pequeño barco, y, regresando por la tarde, trajo consigo a dicho pescador, este último con un bote y velas muy maravillosamente hechas, y en él estaban
los indios, todos hombres jóvenes, fuertes y robustos; habían estado dos meses pescando, y tenían gran cantidad de pescado seco de muy buen sabor, que fue repartido
entre la flota” (Spilbergen, 1906, p. 85).
William Dampier, aventurero inglés, observa estas embarcaciones en 1684 en las
costas del norte de Perú, frente a Colán, departamento de Piura. Señala que se usan
para pescar y también para comerciar. Las balsas para pescar “tienen solo tres o cuatro troncos de madera ligera, de siete u ocho pies de largo, ubicados uno al lado del
otro, sujetado firmemente con alfileres de madera y fuertemente atado con mimbres.
Los troncos están colocados de manera que los del medio son más largos que los de
los lados, especialmente en la proa o parte delantera, que se estrecha gradualmente
en un ángulo o punta, lo mejor para cortar el agua” (Dampier, 1699, I, p. 141). Otras
balsas, más complejas, se usan para trasladar mercancías. La parte inferior de estas
balsas “está hecha de 20 o 30 troncos grandes de unos 20, 30 o 40 pies de largo, sujetos
y formados como los otros, lado a lado: en la parte superior se coloca otra hilera más
corta de árboles, cruzados, unidos uno al otro y luego unidos a la fila más baja: esta
doble fila de tablones forma el fondo del flotador, y es de una anchura considerable”
(Dampier, 1699, I, pp. 141-142). La balsa “se eleva a unos 10 pies más alto, con filas de
postes que se colocan en posición vertical y sostienen un piso o dos; […]; solo que no
se juntan como en el fondo del flotador, sino solo en los extremos y lados, para dejar
el medio todo hueco como una cámara” (Dampier, 1699, I, p. 142). En estas embarcaciones “llevan 60 o 70 toneladas de mercancías y más; su carga es principalmente
vino, aceite, harina, azúcar, paño de Quito, jabón, vestidos de pieles de cabra, etc.”
(Dampier, 1699, I, p 143). Las balsas más pequeñas que “se usan para pescar, o llevar
192
QUIROZ
BALSAS DE PUYA (PUYA CHILENSIS MOLINA 1782) EN EL LITORAL HIGROMÓRFICO DE CHILE ENTRE LOS
SIGLOS X VI Y XIX
agua a los barcos, o similares (media o una tonelada a la vez) son más gobernables
que las otras, aunque también tienen mástiles y velas; con ellas salen de noche con la
ayuda del viento de la tierra (que rara vez falta en esta costa) y vuelven de día con el
viento del mar” (Dampier, 1699, I, p. 143). Finalmente, Dampier agrega que este tipo
de balsas se usan “en muchos lugares tanto en las Indias Orientales como Occidentales; en la costa de Coromandel en las Indias Orientales los llaman catamaranes, los
que no son más que un tronco, o dos a veces de una especie de madera ligera, y están
hechos sin vela ni timón, y son tan pequeños que llevan a un solo hombre, cuyas
piernas están siempre en el agua, y maneja su tronco con un remo, apareciendo a la
distancia como un hombre sentado en el lomo de un pez” (Dampier, 1699, I, p. 143).
Dampier usa por primera vez el término catamarán11 para denominar a las balsas
de troncos de las costas del Pacífico Suroriental. Desafortunadamente no tenemos
descripciones detalladas de la balsa de puya que permita establecer comparaciones
más precisas con los distintos tipos de balsa de troncos de Ecuador y Perú registrados
por cronistas y viajeros.
Las balsas de puya a comienzos del siglo XIX bajo la mirada de loberos extranjeros
En el siglo XVIII estas “balsas araucanas” sufrieron algunas modificaciones. La Historia Geographica e Hidrographica de Amat y Junyent, escrita en 1760 por José Perfecto
Salas, al respecto señala lo siguiente:
"la Isla de Santa María, fue de Indios Isleños, con muchos ganados, y Caballos,
por ser la Isla grande de buenas aguas, y buenas Campañas, para crías y siembras. Es
abundante de peces, y mariscos, que comerciaban los Indios con las gentes de Arauco; y para esta comunicación tenían unas Balsas grandes, con bordos, botalones altos
para el manejo de los Remos, y en teniendo viento favorable levantaban vela. Despóblose esta Isla de orden del Superior Gobierno el año de 1721, cuando infestaba estas
Costas el Corsario Inglés Quilpetron, porque no se bastimentase en ella, y los Indios
salieron a vivir a las costas de Rumena (Salas, 2018 [1760], pp. 167-168).
La balsa descrita en esta oportunidad es algo más compleja que la de Rosales para
el siglo XVII, pues posee bordos, botalones altos y, en algunos casos, velas, lo que
supone una cierta evolución tecnológica de la balsa para esta época y un mayor parecido con la balsa andina. Sin embargo, la Historia no dice con qué materiales estaban
elaboradas estas balsas, ¿eran de paja, puya o de otro tipo de troncos?
_________________________
11. El término catamarán se compone de dos palabras de origen cingalés kattu (amarrar/unir) y
maram (maderos/troncos) y fue usado por los loberos americanos para referirse a las balsas de
troncos (Mayorga, 2021). Se usa también para nombrar una embarcación polinésica, compuesta por
dos canoas unidas entre sí, observada en 1781 por los tripulantes de la expedición de James Cook
(Bellwood, 1978).
193
CUHSO
JULIO 2023 • ISSN 2452-610X • VOL.33 • NÚM. 1• PÁGS. 178-203
Los loberos yankees que recorrieron las costas sudamericanas desde fines del siglo XVIII también observaron estas balsas y las llamaron "catamaranes", al igual que
Dampier un siglo antes.
La bitácora del bergantín lobero Alabama Packet, capitán Fanning, reporta el 4 de
abril de 1822 que, estando en la isla Santa María "a las 5 PM, vimos acercarse un catamarán que venía del continente, con un hombre del bergantín Frederick y un indio,
trayendo una carta del capitán Smith, pidiendo que la goleta fuera por él. El viernes 5,
nuboso con lluvia, la goleta WASP se puso en marcha, rumbo a la tierra de los indios,
en busca del capitán Smith, llevando al indio que había venido en el catamarán. La
goleta regresó con el capitán Smith". No solo llaman catamaranes a las embarcaciones
de la isla Santa María sino también a las de la costa peruana. La bitácora registra el 12
de noviembre de 1822, cerca de las islas Lobos de Afuera, costa del norte de Perú, la
presencia de "15 catamaranes en labores de pesca"; luego, el 24 de noviembre, llegan
a las isla Lobos de Tierra, "fondean en 14 brazas de agua, encontrando cuatro catamaranes que venían del continente a esta isla en un viaje de pesca" (Wilcox, 1824)12.
La presencia de estos catamaranes en el litoral peruano es registrada y descrita
cuidadosamente por el capitán Morrell, otro lobero estadounidense, tanto en las islas
Lobos en 1823 como para la costa de Sechura en 1825:
"Los indios del continente visitan estas islas todos los años, con el propósito de
la caza de focas, la pesca y la recolección de huevos, que venden en el continente.
Vienen aquí en una especie de balsa, conocida en estas costas por el término catamarán. Esta embarcación se compone de una serie de grandes troncos de naturaleza
ligera y flotante, atados entre sí con cuerdas hechas de ciertas especies de hierba. Por
lo general, miden de veinte a veinticinco pies de largo y, a veces, incluso, cincuenta
pies. En el centro hay una especie de caja, de tres o cuatro pies de alto, para mejor
seguridad del mástil, que está ubicado en la parte inferior del tronco central. Tienen
un corto bauprés, aparejado hacia adelante, al que se sujeta la amura de la vela. La vela
es casi cuadrada e inclinada hacia la yarda, por lo que al izarla en el mástil, las drizas
se inclinan alrededor de un tercio de la distancia, desde el extremo de proa hasta el
de popa del mástil, siendo siempre el más largo y elevado. Luego se iza la amura de la
vela hasta el extremo del bauprés y la escota se iza a popa, de la misma manera que
la escota mayor de los buques. Estos catamaranes se gobiernan con grandes remos
de pala ancha, ubicados en el extremo de popa de los troncos, de unos dos pies de
altura [...] los han visto a cincuenta millas de tierra. Esta es la única forma en que los
indígenas transportan sus productos al mercado en los diferentes pueblos de la costa"
(Morrel, 1832, pp. 120-121).
_________________________
12. La isla Lobos de Tierra se encuentra a 12 millas de la costa peruana, frente a Morote, Lambayeque; las islas Lobos de Afuera son un grupo de dos islas y siete islotes situados a unas 60 millas
de la costa, frente a San José, Lambayeque.
194
QUIROZ
BALSAS DE PUYA (PUYA CHILENSIS MOLINA 1782) EN EL LITORAL HIGROMÓRFICO DE CHILE ENTRE LOS
SIGLOS X VI Y XIX
Las balsas de las costas de Sechura tienen "a unos diez pies de la popa, una plataforma, elevada dos o tres pies, en la que se sientan, comen y duermen; he visto estos
catamaranes a cuarenta o cincuenta millas de tierra" (Morrel, 1832, p. 223). Edwards
(1960) tuvo la oportunidad de observar en funcionamiento las balsas de troncos en
la zona de Sechura: “cuando las embarcaciones están lo suficientemente cerca como
para distinguir a sus tripulantes, los pescadores parecen estar parados en el mar mismo hasta que una mirada de más cerca revela que son transportados por balsas de
troncos […]. Cuando uno de estos barcos, de aspecto extraño, se acerca a la línea
de rompientes, su gran vela de pico alto parece fuera de proporción con el pequeño
conjunto de troncos, y mientras se desliza a través de las olas, parece estar en peligro
inminente de zozobrar; una por una, las balsas se deslizan a través de las rompientes
[…en] aguas poco profundas hasta la orilla, y las tripulaciones saltan por la borda con
el agua hasta las rodillas para llevarlas a la playa” (Edwards, 1960, p. 368).
Los loberos estadounidenses llamaron “catamaranes” tanto a las balsas observadas en el golfo de Arauco como a las clásicas balsas de troncos de las costas de Perú
y Ecuador. Esto nos dice que, bajo su mirada especializada de navegantes, formaban
parte de una misma categoría de embarcaciones.
Las balsas de puya en la segunda mitad del siglo XIX bajo la mirada de los marinos chilenos
Las balsas de troncos de puya "reaparecen" en el registro histórico, a mediados del
siglo XIX un poco más al norte de las islas Mocha y Santa María, en la zona de Curanipe, entre los ríos Maule y Bío-Bío. Esta información se recoge en las Memorias del
Ministerio de Marina publicadas entre 1861 y 1871.
En la Memoria correspondiente al año 1860 se informa que repartidos en el litoral de Curanipe hay 34 pescadores que "pescan de noche en balsas de puyas" (MM,
1861, pp. 56). En 1862 se identifican cerca de 40 pescadores del puerto de Curanipe,
que "para hacer la pesca se sirven de balsas de pullas" (MM, 1863, p. 133). En 1863,
además de los 40 pescadores de Curanipe que "pescan en balsas de pua", hay otros 54
en Buchupureo "que pescan en balsas de pua”, pero además tienen “una chalupa y una
balsa de lobos" (MM, 1864, pp. 136-137). En 1864 en Curanipe hay 50 pescadores "que
usan para la pesca las balsas de puya" (MM, 1865, p. 154). En 1867 hay en el litoral
de Curanipe 40 pescadores "que hacen uso de sus redes i balsas de totora o puyas"
(MM, 1868, p. 93). En 1868 se cuentan cien hombres que para su pesca hacen uso de
sus redes i valsas de totora i puya" (MM, 1869, p. 110). En 1869 hay unos cincuenta
pescadores en el litoral de Curanipe, los que "no tienen más embarcación que balsas
de puyas de cardón" (MM 1870, pp. 149-150). En 1870 son ochenta los pescadores
cuyas "embarcaciones son balsas de totora y de puhas de cardón" (MM, 1871, p. 116).
195
CUHSO
JULIO 2023 • ISSN 2452-610X • VOL.33 • NÚM. 1• PÁGS. 178-203
Podemos asegurar, entonces, que en la Gobernación Marítima del Maule, había
balsas de puya, pua o puha, como parte de la flota de embarcaciones que tenían los
pescadores entre 1860 y 1870. Es significativa la identificación que se hace del uso
simultáneo de balsas de puya y de totora, en la misma zona y época, incluso se indica
el uso de una balsa elaborada en cuero de lobo en Buchupureo. No ocurre lo mismo
en las zonas adyacentes, tanto al norte, Gobernación Marítima de Valparaíso, como
al sur, Gobernación Marítima de Concepción, donde las embarcaciones usadas por
los pescadores y descritas por las autoridades navales son botes, chalupas y principalmente canoas. Incluso en Llico, parte de la Gobernación Marítima del Maule, se
señala que los pescadores usan solo canoas. Los informes de los gobernadores marítimos nos permiten, entonces, circunscribir el uso de este tipo de balsas en esa época
a un área muy reducida que se extiende entre Curanipe y Buchupureo, al sur del río
Maule y al norte del rio Bio Bio. La posibilidad de conocer desde cuándo este tipo de
embarcaciones aparece en esta zona es un tema de investigación abierto.
Figura 4
Distribución de balsas de puya entre los siglos XVI y XIX. Dibujo de Daniela Quiroz.
196
QUIROZ
BALSAS DE PUYA (PUYA CHILENSIS MOLINA 1782) EN EL LITORAL HIGROMÓRFICO DE CHILE ENTRE LOS
SIGLOS X VI Y XIX
La distribución de estas balsas de puya, desde la latitud de isla Mocha hasta el sur
del Maule (Figura 4), debe ser revisada y mejorada, utilizando fuentes hasta ahora no
trabajadas en forma intensiva. Creemos que la revisión sistemática de las bitácoras de
los loberos extranjeros, de las memorias e informes del Ministerio de Marina y de las
noticias aparecidas en los periódicos regionales, nos pueden entregar la información
que buscamos que demuestre en forma más completa, su presencia en las costas de
Chile durante el siglo XIX.
Las balsas de puya en las costas de Arauco: una recapitulación
La balsa de puya en el golfo de Arauco es un tipo de embarcación ingresada en el
registro histórico por Diego de Rosales recién en 1674, aunque las balsas en la zona
fueron ya detectadas y nombradas en 1554 por Jerónimo de Vivar. Rosales no entrega
una descripción detallada de las balsas pero indica que en ellas "passan treinta personas y trahen muchos carneros y otras cosas con que comerciar". Es decir, se trata de
embarcaciones de un tamaño considerable. El uso de balsas en la zona está documentado hasta comienzos del siglo XIX pero no tenemos seguridad que las más tardías
fuesen elaboradas con tallos de puya. Sin embargo, encontramos durante la segunda
mitad del siglo XIX balsas de puya, conviviendo con balsas de totora e, incluso de cuero de lobo, en las costas de Curanipe y Buchupureo lo que muestra una cierta permanencia de estas embarcaciones en el Centro Sur de Chile, que debe ser estudiada con
una mayor profundidad. El tema de las balsas de totora es un problema en si mismo
y no tenemos espacio para reflexionar sobre ellas en este trabajo. Solo mencionemos
que a comienzos del siglo XX, se usaban en la Laguna de Cahuil, un poco más al norte
que la zona descrita (Knoche, 1929; Montané, 1960)13.
Rosales también afirma que, en una oportunidad, “llegaron dos caciques de la isla
de la Mocha, en unas balsas de paja, con mucha gente, que venían a sus tratos y contratos, con los indios de tierra firme de Tirúa" (Rosales, 1991 [1680], p. 87). Esta aseveración provoca ciertas dudas: ¿las balsas usadas en la zona eran de puya o paja? o ¿se
ocupaban ambos tipos de balsas en las costas del golfo de Arauco y tierras aledañas?
¿Rosales se refiere a las mismas balsas, indicando una vez que son de maguey y la otra
que son de paja? Es un problema que, por ahora, no podemos resolver con certeza,
pero, indudablemente los habitantes de las costas de Arauco usaban un tipo de balsa
para aventurarse en el mar. Son preguntas abiertas que, por ahora, no podemos responderlas pues no tenemos los datos que nos entreguen esa seguridad.
_________________________
13. En la colección fotográfica del Museo Histórico Nacional hay una imagen de estas balsas, tomada durante la expedición Oyarzun-Gusinde de 1917. https://www.fotografiapatrimonial.cl/Fotografia/Detalle/44730.
197
CUHSO
JULIO 2023 • ISSN 2452-610X • VOL.33 • NÚM. 1• PÁGS. 178-203
Sin embargo, sean de puya o paja, estas balsas permiten transportar mucha gente,
con mercancías para hacer sus tratos comerciales, lo que nos recuerda, de alguna
manera, las balsas andinas de las costas de Ecuador y Perú ampliamente descritas por
cronistas de los siglos XVI y XVII, las balsas oceánicas del siglo XVIII o los catamaranes que aparecen en los relatos de los loberos estadounidenses que recorrieron las
costas del Pacífico Sur Oriental en las primeras décadas del siglo XIX. Sin duda, se requiere de más información para referirse con más precisión a estas balsas pero resulta
curiosa su particular distribución en un área tan restringida de la costa sudamericana.
¿Las balsas de magüey fueron producto de la imaginación de Diego de Rosales o
realmente hubo embarcaciones elaboradas con sus tallos en las costas de Arauco?
Por supuesto que no fueron producto de su imaginación pero nosotros podemos imaginar, como un tipo de consuelo, las balsas de puya observando las imágenes y leyendo los relatos que produjeron cronistas y navegantes europeos cuando conocieron las
embarcaciones de madera de balsa encontradas en las costas de Ecuador y Perú y le
informaron a sus autoridades sobre estos encuentros.
Agradecimientos
A Gloria Rojas Villegas por su hermosa fotograf ía de ejemplares de puya en la desembocadura del río Bío-Bío; a Daniela Quiroz Caro por su estupendo mapa de la distribución de balsas en la costa higromórfica chilena; a los revisores de este texto, por el
trabajo que se tomaron y las precisas sugerencias que hicieron.
Referencias
Academia Mayor de la Lengua Quechua (1995). Diccionario Quechua-Español-Quechua. Qheswa-Español-Qheswa Simi Taqe. Cuzco: Municipalidad de Cuzco.
Álvarez, L. (1999). Balsas de Totora, de Madera y de Cueros de Lobos en la prehistoria
de Arica. Dialogo Andino, 18, 21-37.
Andritzky, W. (1987). Balsas de la costa norte del Perú antiguo y actual. Boletín de
Lima, 49, 33-41.
Anónimo (1844) Relación de los primeros descubrimientos de Francisco Pizarro y
Diego de Almagro, sacada del códice número CXX de la Biblioteca Imperial de
Viena. En M. Fernández Navarrete, M. Salva y P. Sainz de Baranda (editores), Colección de documentos inéditos para la Historia de España, Tomo V, (pp. 193-201).
Madrid: Imprenta de la viuda de Calero.
Bellwood, P. (1978). The Polynesians Prehistory of an Island People. Nueva York: Thames and Hudson.
Benzoni, G. (1572). La Historia del Mundo Nuevo. Venecia: Pietro & Francesco Tini.
198
QUIROZ
BALSAS DE PUYA (PUYA CHILENSIS MOLINA 1782) EN EL LITORAL HIGROMÓRFICO DE CHILE ENTRE LOS
SIGLOS X VI Y XIX
Cordero, S., Abello, L., y Gálvez, F. (2017). Plantas silvestres comestibles y medicinales
de Chile y otras partes del mundo. Santiago: CORMA.
Dampier, W. (1699). A new voyage round the World. Londres: James Knapton.
Edwards, C. R. (1960). Sailing rafts of Sechura: history and problems of origins.
Southwestern Journal of Anthropology, 16(3), 368-391.
Edwards, C. R. (1965). Aboriginal watercraft on the Pacific Coast of South America.
Berkeley & Los Angeles: University of California Press.
Emanuel, J. (2012). Crown Jewel of the Fleet: Design, Construction, and Use of the
Seagoing Balsa of the Pre-Columbian Andean Coast. En Proceedings of the 13th
International Symposium on Boat and Ship Archaeology (ISBSA 13), Amsterdam.
https://dash.harvard.edu/handle/1/24013725.
Estrada, E. (1955). Balsa and Dugout Navigation in Ecuador. The American Neptune,
15(2), 142-149.
Finsterbusch, C.A. (1934). Las dalcas de Chiloé y los chilotes. Revista Chilena de Historia y Geograf ía, 75(82), 412-433.
García Mendoza, A. J. (2007). Los agave de México. Ciencias, 87, 14.23.
González Holguín, D. (1952). Vocabulario de la lengua general de todo el Perú llamada Lengua Qquichua o del Inca. Lima: Universidad Nacional Mayor de San
Marcos.
Granados S.D. (1993). Los Agaves en México. México: Universidad Autónoma de Chapingo.
Hornell, J. (1931). South American Balsas: The Problem of Their Origin. The Mariner’s
Mirror, 17, 337-355.
Jabaily, R.S., & K.J. Sytsma (2010). Phylogenetics of Puya (Bromeliaceae): placement,
major lineages, and evolution of Chilean species. American Journal of Botany, 97,
337-356.
Jabaily R.S., & K.J. Sytsma (2013). Historical biogeography and life-history evolution
of Andean Puya (Bromeliaceae). Botanical Journal of the Linnean Society, 171,
201–224.
Jaramillo Arango, A. (2019). Navegación indígena en el puerto de Paita. Abasto y contrabando. Bulletin de l'Institut français d'études andines, 48(1), 39-55.
Juan, J., y de Ulloa, A. (1748). Relación histórica del viaje a la América Meridional.
Primera parte, Tomo Primero. Madrid: Antonio Marin.
Knoche, W. (1929). Ein Binsenboot bei Cahuil, Pichilemu. Zeitschrift für Ethnologie,
61 (4/6), 304-309.
199
CUHSO
JULIO 2023 • ISSN 2452-610X • VOL.33 • NÚM. 1• PÁGS. 178-203
Lira, N. (2010). Canoas Monóxilas en el centro-sur de Chile: Navegando sobre los
árboles. Actas del XVII Congreso Nacional de Arqueología Chilena, Tomo 2, (pp.
1473-1485). Valdivia: Kultrun.
Lira, N. (2015). Embarcations de tradition indigène en Patagonie du Nord/Sud du
Chili: connexions, contacts et routes de la cordillère des Andes à la mer. (Tesis de
Doctorado, Universidad de Paris 1 Panthéon-Sorbonne). Paris.
Lira, N. (2017). The Maritime Cultural Landscape of Northern Patagonia. Journal of
Maritime Archaeology, 12, 199–221.
Lira, N. (2018). Embarcaciones de tradición indígena en Patagonia Septentrional:
arqueología, historia y etnograf ía. Revista de Arqueología Histórica Argentina y
Latinoamericana, 12(1), 7-36.
Lothrop, S. K. (1932). Aboriginal Navigation Off the West Coast of South America.
The Journal of the Royal Anthropological Institute of Great Britain and Ireland, 62,
229-256.
Marrero-Fente, R. (2004). Problemas de edición e interpretación en la Relación de
los primeros descubrimientos de Francisco Pizarro y Diego de Almagro (Codex
Vindobonensis S. N. 1600). En I. Arellano y F. del Pino(editores) Lecturas y ediciones de crónicas de indias. Una propuesta interdisciplinar, (pp. 315-336). Madrid:
Iberoamericana.
Mayorga, M. (2021). Loberos de Stonington en torno a las costas de Chile y Perú:
entre la explotación y apropiación territorial. Revista de Estudios Marítimos y Sociales, 19, 266-301.
Medina, A. (1984). Embarcaciones chilenas precolombinas: La Dalca de Chiloé. Revista Chilena de Antropología, 4, 121-138.
MM (Ministerio de Marina). (1861). Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Marina presenta al Congreso Nacional de 1861. Santiago: Imprenta
del Ferrocarril.
MM (Ministerio de Marina) (1863). Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Marina presenta al Congreso Nacional de 1863. Santiago: Imprenta
Nacional.
MM (Ministerio de Marina). (1864). Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Marina presenta al Congreso Nacional de 1864. Santiago Imprenta
Nacional.
MM (Ministerio de Marina). (1865). Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Marina presenta al Congreso Nacional de 1865. Santiago: Imprenta
Nacional.
200
QUIROZ
BALSAS DE PUYA (PUYA CHILENSIS MOLINA 1782) EN EL LITORAL HIGROMÓRFICO DE CHILE ENTRE LOS
SIGLOS X VI Y XIX
MM (Ministerio de Marina). (1868). Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Marina presenta al Congreso Nacional de 1868. Santiago: Imprenta
Nacional.
MM (Ministerio de Marina). (1869). Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Marina presenta al Congreso Nacional de 1869. Santiago: Imprenta
Nacional.
MM (Ministerio de Marina). (1870). Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Marina presenta al Congreso Nacional de 1870. Santiago: Imprenta
Nacional.
MM (Ministerio de Marina). (1871). Memoria que el Ministro de Estado en el Departamento de Marina presenta al Congreso Nacional de 1871. Santiago: Imprenta
Nacional.
Molina, J. I. (1788). Compendio de la historia geográfica, natural y civil del Reyno de
Chile. Madrid: Antonio de Sancha.
Montané, J. (1960). Elementos precerámicos de Cahuil (Provincia de Colchagua, Chile). Notas del Museo Arqueológico de La Serena, 8, 1-12.
Morrel, B. (1832). A narrative of four voyages to the South Sea, North and South Pacific Ocean, Chinese Sea, Ethiopic and Southern Atlantic Ocean, Indian an Antarctic
Ocean, from the year 1822 to 1831. Nueva York: J. & J. Harpe.
Muñoz, M. (2003). Acerca del nombre “Chagual”. Revista del Jardín Botánico Chagual
de Santiago, 1(1), 74-75.
Núñez, L. (1986). Balsas prehistóricas del litoral chileno: Grupos, funciones y secuencia. Boletín del Museo Chileno de Arte Precolombino, 1, 11-35.
Ortiz Sotelo, J. (1990) Embarcaciones aborígenes en el área andina. Historia y Cultura, 20, 49-79.
Ortiz Sotelo, J. (2003). Navegación en la zona sur andina. Derroteros de la Mar del
Sur, 11, 123-135.
Pedrero Sancho, R. (2010). Aportaciones a la etimología de algunos términos de origen prerromano. Palaeohispanica, 10, 601-610.
Quiroga, J. de (1979 [1692]). Memoria de los sucesos de la guerra de Chile. Santiago:
Andrés Bello.
Ramos Corrales, X. (2016). Balsa, Ochroma pyramidale (Cav. ex Lam.) Urb. (Bombacaceae): etnobotánica, anatomía, ensayos fitoquímicos y actividades biológicas.
(Tesis para optar al grado de Doctor en Ciencias Biológicas. La Plata: Universidad
Nacional de La Plata).
Real Academia Española (2020). Diccionario de la lengua española. https://dle.rae.es.
201
CUHSO
JULIO 2023 • ISSN 2452-610X • VOL.33 • NÚM. 1• PÁGS. 178-203
Rodríguez, R., Marticorena, C., Alarcón, D., Baeza, C., Cavieres, L., Finot, V.L., Fuentes, N., Kiessling, A., Mihoc, M., Pauchard, A., Ruiz, E., Sanchez, P., & Marticorena, A.(2018). Catálogo de las plantas vasculares de Chile. Gayana Botánica, 75(1),
1-430.
Rosales, D. de (1877 [1674]). Historia General del Reino de Chile, Flandes Indiano.
Valparaíso: Imprenta del Mercurio.
Rosales, D. de (1991 [1680]). Seis misioneros en la frontera mapuche. Temuco: Universidad de la Frontera.
Rosales, B. (2022). Balsa Huancavilca: de medio de comunicación prehispánica en el
Pacífico americano a factor de desarrollo del Ecuador y el norte del Perú. (Tesis
para optar al Grado de Doctor en Historia y Estudios Humanísticos. Sevilla: Universidad Pablo de Olavide).
Salas, J.P. (2018 [1760]). Historia Geographica e Hidrographica con derrotero general
correlativo al Plan de el Reyno de Chile. Santiago: MAGO.
Sánchez, G. (2020). Los quechuismos en el mapuche (mapudungu(n)), antiguo y moderno. Boletín de Filología, 55(1), 355-377.
Smith, L.B., & G. Looser (1935). Las especies chilenas del género Puya. Revista Universitaria, XX(3), 241-279.
Spilbergen, J. (1906 [1619]). The East and West Indian Mirror. Londres: The Hakluyt
Society.
Varadarajan, G.S. (1990) Patterns of geographical distribution and their implications
in the phylogeny of Puya (Bromeliaceae). Journal of the Arnold Arboretum, 71,
527-552.
Vivar, J. de (2001 [1558]). Crónica de los Reinos de Chile. Madrid: Dastin
West, R. C. (1961). Aboriginal Sea Navigation Between Middle and South America.
American Anthropologist, 63(1), 133-135.
Wilcox, Ph. (1824). [Journal brig Alabama Packett] Log 107, Manuscript Collection, G.
W. Blunt White Library. Mystic: Mystic Seaport Museum.
Zizka, G., Schmidt, M., Schulte, K., Novoa,P., Pinto, R., & König, K. (2009). Chilean
Bromeliaceae: diversity, distribution, and evaluation of conservation status. Biodiversity and Conservation, 18, 2449-2471.
Zizka, G, Schneider, J.V., Schulte, K., & Novoa, P. (2013). Taxonomic revision of the
Chilean Puya species (Puyoideae, Bromeliaceae), with special notes on the Puya
alpestris-Puya berteroniana species complex. Brittonia, 65(4), 387-407.
202
QUIROZ
BALSAS DE PUYA (PUYA CHILENSIS MOLINA 1782) EN EL LITORAL HIGROMÓRFICO DE CHILE ENTRE LOS
SIGLOS X VI Y XIX
Sobre el autor
Daniel Quiroz es Antropólogo, Universidad de Chile. Licenciado en Antropología Social, Magister en Arqueología y Doctor en Historia, Universidad de Chile. Investigador,
Subdirección de Investigación, Servicio Nacional del Patrimonio Cultural; Profesor, Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Chile. Sus
principales líneas de trabajo son el estudio de las adaptaciones marítimas costeras e insulares, la antropología e historia de la caza de mamíferos marinos, las narrativas etnográficas globales y locales sobre ballenas y balleneros, la etnografía histórica de buques,
máquinas e instalaciones industriales y, por supuesto, la teoría de la etnografía. Correo
Electrónico: daniel.quiroz@patrimoniocultural.gob.cl, danielquiroz54@gmail.com
https://orcid.org/0000-0001-7436-6142
203
CUHSO
Fundada en 1984, la revista CUHSO es una de las publicaciones periódicas
más antiguas en ciencias sociales y humanidades del sur de Chile. Con una
periodicidad semestral, recibe todo el año trabajos inéditos de las distintas
disciplinas de las ciencias sociales y las humanidades especializadas en el
estudio y comprensión de la diversidad sociocultural, especialmente de las
sociedades latinoamericanas y sus tensiones producto de la herencia colonial, la modernidad y la globalización. En este sentido, la revista valora
tanto el rigor como la pluralidad teórica, epistemológica y metodológica
de los trabajos.
Editor
Matthias Gloël
Coordinadora editorial
Claudia Campos Letelier
Corrector de estilo y diseñador
Ediciones Silsag
Traductor, corrector lengua inglesa
Alejandra Zegpi Pons
sitio web
cuhso.uct.cl
e-mail
cuhso@uct.cl
licencia de este artículo
Creative Commons Atribución Compartir Igual 4.0 Internacional
204