LA BIBLIA
LIBRO DE MALAQUIAS
Autor: Malaquías
Tema: acusaciones de Dios contra el judaísmo
postexilico
Fecha: 430 - 420 a.C.
Propósito: Malaquías escribió para los judíos de después
del exilio en Palestina, que otra vez sufrían adversidades
y decadencia espiritual. El pueblo se había vuelto cínico:
dudaba del amor y de las promesas de Dios, ponía su
justicia en tela de juicio y no creía que había provecho
alguno en obedecer sus mandamientos. Como su fe se
desvanecía, se volvieron superficiales e insensibles en
su observancia del culto e indiferentes a los requisitos de
la ley.
El nombre Malaquías (del hebreo "mal'akiah")
significa "el mensajero de Jehová". Es muy
improbable la opinión de que "Malaquías", en
Malaquías, 1:1, sea un titulo descriptivo en vez de un
nombre. Aunque no se dice nada acerca del profeta
en otra parte del AT, su personalidad es muy visible
en este libro. Fue un judío devoto en Judá después
del exilio, contemporáneo de Nehemías y,
probablemente, un profeta sacerdotal. Sus firmes
convicciones en favor de la fidelidad al pacto
(Malaquías, 2:4-5, 8,10) y contra el culto hipócrita y
superficial (Malaquías, 1:7 - 2:9), la idolatría
(Malaquías, 2:10-12), el divorcio (Malaquías, 2:13-16) y
el robo a Dios de los diezmos y ofrendas (Malaquías,
3:8-10) indican que era un hombre de integridad
estricta e intensa devoción a Dios.
El contenido del libro indica que: [1] se había
reconstruido el templo (516 - 515 a.C.) y se
habían restaurado los sacrificios y las fiestas;
[2] Esdras había vuelto a introducir un
conocimiento general de la ley (457 - 455 a.C.;
Esdras, 7:10, 14, 25-26) y [3] los sacerdotes y
el pueblo habían vuelto a descarriarse después
(433 a.C.). Ademas, el clima espiritual y el
descuido que Malaquías enfrento se parecen
mucho a la situación que hallo Nehemías
cuando regreso de una estadía en Persia (433 -
425 a.C.), para servir como gobernador una
segunda vez en Jerusalén (Nehemías, 13:4-30).
En esa ocasión: [a] los sacerdotes se habían corrompido
(Malaquías, 1:6 - 2:9; Nehemías, 13:1-9), [b] se
descuidaron los diezmos y las ofrendas (Malaquías, 3:7-
12, Nehemías, 13:10-13) y [c] el pacto del matrimonio se
había violado, pues los hombres se habían divorciado de
sus esposas hebreas y se habían casado con mujeres
paganas, probablemente mas jóvenes y mas bonitas
(Malaquías, 2:10-16; Nehemías, 13:23-28). Es probable,
por esto, que Malaquías proclamara su mensaje en algún
tiempo entre 430 - 420 a.C.. Malaquías confronto a los
sacerdotes y al pueblo con el llamado profético [1] a
arrepentirse de sus pecados e hipocresía religiosa, antes
que Dios viniera de repente en juicio, [2] a quitar los
obstáculos de la desobediencia que impedían el flujo del
favor y la bendición de Dios y [3] a regresar al Señor y su
pacto con corazón sincero y obediente.
El libro consta de 6 "profecía[s] de la palabra de
Jehová contra Israel, por medio de Malaquías"
(Malaquías, 1:1), entrelazadas con una serie de 10
preguntas sarcásticas y retoricas hechas por Israel y
las respuestas de Dios por medio del profeta. La
profecías del Señor, por medio de Malaquías, son
como sigue: [1] En la primera profecía Dios afirmo su
amor de pacto por Israel (Malaquías, 1:2-5). [2] La
segunda profecía acusaba a los sacerdotes de ser
guardianes infieles de la relación de pacto entre Dios
e Israel (Malaquías, 1:6 - 2:9). [3] La tercera profecía
reprendía al pueblo por quebrantar el pacto de sus
padres (Malaquías, 2:10 - 16). [4] La cuarta profecía
recordaba a Israel la certeza del juicio de Dios por
pecar contra el pacto (Malaquías, 2:17 - 3:6).
[5] La quinta profecía llamaba a toda la comunidad
judía de después del exilio en Palestina a arrepentirse
y volverse al Señor, para que El los pudiera bendecir
otra vez (Malaquías, 3:7-12). [6] La profecía final se
refiere al “libro de memoria” de Dios para los que le
temen y piensan en su nombre (Malaquías, 3:13-18).
Malaquías concluye con una advertencia profética y
una promesa respecto al futuro "día de Jehová"
(Malaquías, 4:1-6). Cinco aspectos especiales
caracterizan al libro de Malaquías: [1] De manera
sencilla, directa y enérgica describe con claridad un
encuentro entre Dios y su pueblo, empleando
principalmente la primera persona. [2] Usa un método
de preguntas y respuestas para presentar la palabra
profética, empleando no menos de 23 preguntas
hechas entre Dios y el pueblo.
Un erudito ha sugerido que el "método" de
escritura de Malaquías puede haberse
originado en las preguntas de los
insultadores, cuando Malaquías dio por
primera vez su mensaje profético en las
calles de Jerusalén o en los atrios del templo.
[3] Malaquías, el ultimo de los profetas del AT,
va seguido de 400 años sin una voz profética
sobresaliente en Israel. La larga ausencia de
un profeta destacado del Señor termino, al
fin, cuando apareció Juan el Bautista, a quien
Malaquías previo y respecto del cual profetizo
que precedería al Mesías (Malaquías, 3:1).
Es probable que el silencio profético, de algo mas de
400 años desde Malaquías a Juan el Bautista, se origine
en el cumplimiento de esta profecía de Miqueas:
Miqueas, 5:2 Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar
entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será
Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio,
desde los días de la eternidad. 5:3 Pero los dejará hasta
el tiempo que dé a luz la que ha de dar a luz; y el resto
de sus hermanos se volverá con los hijos de Israel.
Jehová abandonaría a Israel ("los dejara") hasta el
tiempo en que la virgen María diera a luz al Mesías ("el
tiempo que dé a luz la que ha de dar a luz").
[4] La frase "Jehová de los ejércitos" ocurre 24 veces
en este breve libro. [5] Cabe señalar que la ultima
profecía (que concluye el mensaje profético del AT)
predice que Dios, algún día, enviara al espíritu de
Elías a restaurar padres piadosos y fuertes en Sion,
en oposición a las tendencias sociales
prevalecientes hacia la desintegración de la familia
(Malaquías, 4:5-6). Tres pasajes de Malaquías se citan
en el NT: [1] Las frases "ame a Jacob" y "a Esaú
aborrecí“ (Malaquías, 1:2-3) las cita Pablo en su
discurso sobre la elección (Romanos, 9:13). [2] Jesús
cita la profecía de Malaquías acerca del "mensajero"
que "preparara el camino delante de mi" (Malaquías,
3:1, Isaias, 40:3), en referencia a Juan el Bautista y su
ministerio (Mateo, 11:7-15).
[3] Asimismo, Jesús dio a entender que la profecía
de Malaquías, de que Dios enviaría al profeta Elías,
antes que venga el día de Jehová (Malaquías, 4:5)
se aplicaba a Juan el Bautista (Mateo, 11:14, 17:10-
13, Marcos, 9:11-13).
Malaquías, 4:5 He aquí, yo os envió al profeta
Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y
terrible.
Pero Jesús, hablando de Juan El Bautista, dijo:
Mateo, 11:14 Y si queréis recibirlo, él es aquel
Elías que había de venir.
Pero si le preguntamos a Juan El Bautista si él es Elías,
responde:
Juan, 1:21 Y le preguntaron: ¿Qué pues?. ¿Eres tu Elías?.
Dijo: no soy. ¿Eres tú el profeta?. Y respondió: no.
La Biblia lo explica en Lucas 1:17, que habla de Juan el
Bautista:
Lucas, 1:17 E ira delante de el con el espíritu y el poder de
Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los
hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para
preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
Juan El Bautista vendría, entonces, con la virtud (el
espíritu y el poder) de Elías, pero sin ser Elías.
Ademas de estas 3 referencias claras del
NT a Malaquías, la condenación que hace el
profeta del divorcio injusto (Malaquías,
2:14-16) anticipa la enseñanza estricta del
NT sobre el tema (Mateo, 5:31-32, 19:3-10,
Marcos, 10:2-12, Romanos, 7:1-3, 1º
Corintios, 7:10-16, 39). La profecía de
Malaquías acerca de la futura aparición del
Mesías (Malaquías, 3:1-6, 4:1-3), comprende
tanto la primera como la segunda venida de
Cristo.
AMOR DE JEHOVA POR JACOB
Malaquías, 1:1 Profecía de la palabra de Jehová
contra Israel, por medio de Malaquías.
Malaquías profetizo alrededor de 100 años después
que los primeros exiliados habían retornado de
Babilonia a su tierra natal. Aunque, al principio, el
pueblo había respondido a su restauración con celo
por Dios, su consagración a El disminuyo a medida
que pasaron los años. Malaquías entro en el
escenario alrededor de 430 a.C. para confrontar al
pueblo por su falta de confianza en Dios, su
adoración hipócrita y su negativa a obedecer la ley
de Dios.
Malaquías, 1:2 Yo os he amado, dice Jehová;
y dijisteis: ¿En qué nos amaste? ¿No era
Esaú hermano de Jacob? dice Jehová. Y amé
a Jacob,
El pueblo estaba dudando de que Dios en
realidad los amara. Al haber sufrido aflicción,
acusaban a Dios de ser infiel a sus promesas
del pacto. El Señor insistió en que El había
cuidado de ellos, a lo largo de los años, de
una manera especial. En realidad había sido
Israel el que había dejado de amar y honrar a
Dios al desobedecer su ley.
Malaquías, 1:3 y a Esaú aborrecí, y convertí sus
montes en desolación, y abandoné su heredad
para los chacales del desierto.
La forma verbal "aborrecí" solo significa que Dios
escogió a Jacob, el hermano de Esaú y no a Esaú
mismo, para que heredara las promesas del pacto
y para que fuera uno de los antepasados del
pueblo escogido del que saldría el Mesías. El que
Dios rechazara a Esaú y a sus descendientes como
antepasados del Mesías no tenia nada que ver con
su destino eterno. El deseo de Dios era que Esaú y
su pueblo le sirvieran y también recibieran así su
bendición (Génesis, 25:23, Romanos, 9:13).
JEHOVA REPRENDE A LOS SACERDOTES
Malaquías, 1:6 El hijo honra al padre, y el siervo a su
señor. Si, pues, soy yo padre, ¿dónde está mi honra?
y si soy señor, ¿dónde está mi temor? dice Jehová de
los ejércitos a vosotros, oh sacerdotes, que
menospreciáis mi nombre. Y decís: ¿En qué hemos
menospreciado tu nombre? 1:7 En que ofrecéis sobre
mi altar pan inmundo. Y dijisteis: ¿En qué te hemos
deshonrado? En que pensáis que la mesa de Jehová
es despreciable. 1:8 Y cuando ofrecéis el animal ciego
para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando
ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo?
Preséntalo, pues, a tu príncipe; ¿acaso se agradará de
ti, o le serás acepto? dice Jehová de los ejércitos.
Malaquías presenta una acusación contra los
sacerdotes de la tierra. Ellos estaban
mostrando menosprecio por Dios al ofrecerle
animales que estaban cojos o enfermos, lo cual
era contrario a la ley de Dios (Levítico, 22:22).
Los creyentes en Cristo, deben darle a Dios lo
mejor que tienen. Toda la vida del creyente debe
ser un sacrificio vivo a Dios (Romanos, 12:1). El
tiempo que se invierte en oración y en el
estudio de la Biblia debe ser un momento
escogido del día, no cuando se esta demasiado
cansado para hacer alguna otra cosa. La "mesa
de Jehová" era la mesa usada para matar a los
animales para el sacrificio.
Malaquías, 1:11 Porque desde donde el sol nace hasta
donde se pone, es grande mi nombre entre las
naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre
incienso y ofrenda limpia, porque grande es mi nombre
entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos.
Malaquías predice un tiempo en que personas de todas
las naciones del mundo adorarían a Dios con
sinceridad y en verdad (Isaias, 45:22-25, 49:5-7, 59:19).
Se conocerá al Dios de las Escrituras alrededor del
mundo. Ahora se esta cumpliendo parcialmente esta
profecía, cuando las iglesias envían misioneros al
mundo a predicar el Evangelio. Una manera de
demostrar la autenticidad de la fe es tomando parte en
la tarea misionera mundial de Dios.
Malaquías, 1:12 Y vosotros lo habéis profanado
[mi nombre] cuando decís: Inmunda es la mesa
de Jehová, y cuando decís que su alimento es
despreciable. 1:13 Habéis además dicho: ¡Oh,
qué fastidio es esto! y me despreciáis, dice
Jehová de los ejércitos; y trajisteis lo hurtado,
o cojo, o enfermo, y presentasteis ofrenda.
¿Aceptaré yo eso de vuestra mano? dice
Jehová. 1:14 Maldito el que engaña, el que
teniendo machos en su rebaño, promete, y
sacrifica a Jehová lo dañado. Porque yo soy
Gran Rey, dice Jehová de los ejércitos, y mi
nombre es temible entre las naciones.
REPRENSION DE LA INFIDELIDAD DE ISRAEL
Malaquías, 2:1 Ahora, pues, oh sacerdotes, para
vosotros es este mandamiento. 2:2 Si no oyereis, y si
no decidís de corazón dar gloria a mi nombre, ha dicho
Jehová de los ejércitos, enviaré maldición sobre
vosotros, y maldeciré vuestras bendiciones; y aun las
he maldecido, porque no os habéis decidido de
corazón. 2:3 He aquí, yo os dañaré la sementera, y os
echaré al rostro el estiércol, el estiércol de vuestros
animales sacrificados, y seréis arrojados juntamente
con él. 2:4 Y sabréis que yo os envié este mandamiento,
para que fuese mi pacto con Leví, ha dicho Jehová de
los ejércitos. 2:5 Mi pacto con él fue de vida y de paz,
las cuales cosas yo le di para que me temiera; y tuvo
temor de mí, y delante de mi nombre estuvo humillado.
Malaquías, 2:6 La ley de verdad estuvo en
su boca, e iniquidad no fue hallada en sus
labios; en paz y en justicia anduvo
conmigo, y a muchos hizo apartar de la
iniquidad. 2:7 Porque los labios del
sacerdote han de guardar la sabiduría, y de
su boca el pueblo buscará la ley; porque
mensajero es de Jehová de los ejércitos.
2:8 Mas vosotros os habéis apartado del
camino; habéis hecho tropezar a muchos
en la ley; habéis corrompido el pacto de
Leví, dice Jehová de los ejércitos.
Los sacerdotes habían corrompido el ministerio
al cual Dios los había llamado. No le temían ni
reverenciaban su nombre. Dejaron de proclamar
su Palabra y de llevar una vida buena y justa.
Por eso Dios los castigaría, maldiciéndolos a
ellos y a su ministerio. Debía escogerse a los
sacerdotes de la tribu de Leví. Aquí Dios uso a
Leví y a sus fieles descendientes como
ejemplos de los que deben ser los ministros.
Hoy los ministros deben tener las mismas
virtudes mencionadas en estos versículos.
Deben mostrarle a Dios respeto y amor, vivir
honrada y rectamente, predicar la verdad y
exhortar a otros a que se aparten del pecado.
Malaquías, 2:9 Por tanto, yo también os he hecho
viles y bajos ante todo el pueblo, así como
vosotros no habéis guardado mis caminos, y en
la ley hacéis acepción de personas.
Los sacerdotes estaban mostrando parcialidad
con los ricos y poderosos, permitiéndoles seguir
en sus caminos injustos y pecaminosos y
dejando de confrontarlos con la Palabra de Dios.
Los pastores deben anunciar todo el consejo de
Dios (Hechos, 20:27), proclamando sus justas
demandas a todo el pueblo. Predicar las
bendiciones del Señor Dios y omitir sus
advertencias es una abominación para El.
Malaquías, 2:11 Prevaricó Judá, y en Israel y en
Jerusalén se ha cometido abominación; porque
Judá ha profanado el santuario de Jehová que él
amó, y se casó con hija de dios extraño. 2:12
Jehová cortará de las tiendas de Jacob al hombre
que hiciere esto, al que vela y al que responde, y al
que ofrece ofrenda a Jehová de los ejércitos. 2:13
Y esta otra vez haréis cubrir el altar de Jehová de
lágrimas, de llanto, y de clamor; así que no miraré
más a la ofrenda, para aceptarla con gusto de
vuestra mano. 2:14 Mas diréis: ¿Por qué? Porque
Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu
juventud, contra la cual has sido desleal, siendo
ella tu compañera, y la mujer de tu pacto.
Malaquías, 2:15 ¿No hizo él uno, habiendo en él
abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque
buscaba una descendencia para Dios. Guardaos,
pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para
con la mujer de vuestra juventud. 2:16 Porque Jehová
Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio, y al
que cubre de iniquidad su vestido, dijo Jehová de los
ejércitos. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no
seáis desleales.
Malaquías reprende al pueblo por las graves
transgresiones a la ley de Dios: los hombres se
divorciaban de sus esposas y se casaban con mujeres
paganas, probablemente porque estas ultimas eran
mas jóvenes y hermosas que las primeras.
Los hombres estaban casándose con
mujeres paganas, que servían a otros dioses
(Malaquías, 2:11 porque Judá ha profanado
el santuario de Jehová que él amó, y se casó
con hija de dios extraño), una costumbre
prohibida en la ley mosaica (Éxodo, 34:15-
16, Deuteronomio, 7:3-4, 1º Reyes, 11:1-6). El
NT declara que los creyentes deben casarse
solo con creyentes (1º Corintios, 7:39).
Cuando un creyente se casa con alguien que
no esta entregado al Señor, se arriesga a la
posibilidad de ser inducido a apartarse del
Señor, arriesgando también a sus hijos.
Muchos hombres estaban siendo infieles a la esposa
con la que se habían casado en su juventud (Malaquías,
2:14 Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha
atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la
cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la
mujer de tu pacto). Procuraban divorciarse de ella solo
porque querían casarse con otra. El Señor aborreció
esta clase de conducta egoísta, declarando que El había
hecho del esposo y de la esposa una sola persona. Por
causa del pecado de ellos, Dios había abandonado a los
transgresores y se había negado a oír sus oraciones.
Dios aborrece el divorcio que se inicia con propósitos
egoístas. Esta clase de divorcio es como la persona que
"cubre de iniquidad su vestido", lo que indica que el
divorcio injusto es, a los ojos de Dios, igual a la
injusticia grave, la crueldad y el asesinato (Mateo, 19:9).
EL DIA DEL JUICIO SE ACERCA
Malaquías, 3:1 He aquí, yo envío mi mensajero, el cual
preparará el camino delante de mí; y vendrá
súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros
buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros.
He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos. 3:2 ¿Y
quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién
podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él
es como fuego purificador, y como jabón de lavadores.
3:3 Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque
limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y
como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia.
3:4 Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de
Jerusalén, como en los días pasados, y como en los
años antiguos.
Malaquías, 3:5 Y vendré a vosotros para juicio; y seré
pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros,
contra los que juran mentira, y los que defraudan en su
salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que
hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí,
dice Jehová de los ejércitos.
En respuesta al escepticismo del pueblo, Malaquías
hace hincapié en la certeza de la venida del Mesías.
Antes que viniera el Mesías, El enviaría un mensajero
que prepararía el camino. Se cumplió esta profecía
cuando Juan el Bautista vino como el precursor de
Jesucristo (Mateo, 11:10, Marcos, 1:2, Lucas, 1:76,
7:27). El "ángel del pacto" es Jesucristo, el Mesías. En
estos pasajes se unen la primera y la segunda venida
de Jesucristo.
Malaquías, 3:2 ¿Y quién podrá soportar el
tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar
en pie cuando él se manifieste? Porque él
es como fuego purificador, y como jabón de
lavadores.
Este pasaje no se refiere a la primera sino a
la segunda venida de Jesucristo, cuando El
limpiara y juzgara a Israel. El apartara a
todos los malvados de la tierra y solo
permanecerán los justos (Isaias, 1:25,
Ezequiel, 22:17-22).
EL PAGO DE LOS DIEZMOS
Malaquías, 3:6 Porque yo Jehová no cambio; por
esto, hijos de Jacob, no habéis sido
consumidos. 3:7 Desde los días de vuestros
padres os habéis apartado de mis leyes, y no las
guardasteis. Volveos a mí, y yo me volveré a
vosotros, ha dicho Jehová de los ejércitos. Mas
dijisteis: ¿En qué hemos de volvernos? 3:8
¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me
habéis robado. Y dijisteis: ¿En qué te hemos
robado? En vuestros diezmos y ofrendas. 3:9
Malditos sois con maldición, porque vosotros, la
nación toda, me habéis robado.
El pueblo estaba robando a Dios al
dejar de llevarle sus diezmos (una
decima parte de sus ingresos). En la
ley de Moisés se exigía al pueblo el
diezmo (Levítico, 27:30). Dios amenazo
con maldecir a los que, con egoísmo,
se negaran a dar y prometió bendecir a
los que respaldaran su obra. Los
creyentes neo testamentarios están
obligados a dar a fin de respaldar al
obra del Señor (2º Corintios, 8:2).
Malaquías, 3:10 Traed todos los diezmos al alfolí y
haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto,
dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las
ventanas de los cielos, y derramaré sobre vosotros
bendición hasta que sobreabunde.
Si el pueblo se arrepentía, volvía a Dios y, como
indicio de su arrepentimiento, comenzaba a respaldar
la obra y a los ministros de Dios con sus diezmos y
ofrendas, Dios los bendeciría abundantemente. Dios
espera que su pueblo muestre su amor y devoción a
El y a su obra al dar los diezmos y las ofrendas para
fomentar su reino. Las bendiciones que acompañan a
la fidelidad en dar de los recursos económicos se
recibirán tanto en esta vida como en el mas allá.
Malaquías, 3:11 Reprenderé también
por vosotros al devorador, y no os
destruirá el fruto de la tierra, ni vuestra
vid en el campo será estéril, dice
Jehová de los ejércitos. 3:12 Y todas
las naciones os dirán
bienaventurados; porque seréis tierra
deseable, dice Jehová de los ejércitos.
3:13 Vuestras palabras contra mí han
sido violentas, dice Jehová. Y dijisteis:
¿Qué hemos hablado contra ti?
Malaquías, 3:14 Habéis dicho: Por demás es
servir a Dios. ¿Qué aprovecha que
guardemos su ley, y que andemos afligidos
en presencia de Jehová de los ejércitos?
El pueblo creía que la simple adoración
externa de Dios era suficiente para obtener
su bendición, pero no era ni es así. Por eso
consideraban que era inútil servirle. No
lograban ver que su corazón no era recto
delante de Dios.
DIFERENCIA ENTRE EL JUSTO Y EL MALO
Malaquías, 3:15 Decimos, pues, ahora: Bienaventurados
son los soberbios, y los que hacen impiedad no sólo son
prosperados, sino que tentaron a Dios y escaparon. 3:16
Entonces los que temían a Jehová hablaron cada uno a su
compañero; y Jehová escuchó y oyó, y fue escrito libro de
memoria delante de él para los que temen a Jehová, y para
los que piensan en su nombre.
En contraste con la mayoría, aun había algunos que
honraban a Dios. El Señor promete mantener en el cielo un
registro permanente de quienes lo honran y le temen. No se
les olvidara. Este pasaje les asegura a los creyentes que
Dios observa y anota la fidelidad y el amor de ellos por El.
Cuando estén delante de El en el cielo El recordara la
consagración de ellos.
EL ADVENIMIENTO DEL DIA DE JEHOVA
Malaquías, 4:1 Porque he aquí, viene el día ardiente
como un horno, y todos los soberbios y todos los que
hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los
abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les
dejará ni raíz ni rama.
La expresión “el día” se refiere tanto a la primera como a
la segunda venida de Cristo. El profeta habla como si las
2 venidas ocurrieran como un solo acontecimiento. Esta
mezcla se ve a menudo en la profecía del AT (Zacarías,
9:9). Los que se entregan a la soberbia y a la maldad
serán excluidos del reino de Dios (Malaquías, 3:2-3,
Isaias, 66:15, Sofonías, 1:18, 3:8, 1º Corintios, 6:9-11).
Malaquías, 4:2 Mas a vosotros los que teméis mi
nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas
traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como
becerros de la manada. 4:3 Hollaréis a los malos,
los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros
pies, en el día en que yo actúe, ha dicho Jehová de
los ejércitos.
También el día del Señor significara salvación y
liberación para todos los que lo aman y le sirven. En
su reino, la gloria y la justicia de Dios
resplandecerán como el sol, llevando a sus fieles a
la suprema bondad, bendición, salvación y sanidad.
Todo se arreglara y el pueblo de Dios saltara de
alegría.
Malaquías, 4:4 Acordaos de la ley de
Moisés mi siervo, al cual encargué en
Horeb ordenanzas y leyes para todo Israel.
Malaquías le dice al pueblo de Dios que,
para sobrevivir al día del Señor, deben
observar sus leyes. La fe en Dios siempre
incluye una actitud de obediencia sincera al
Señor. Todavía, a los creyentes en Cristo,
se les exige que observen las exigencias
morales de la ley del AT, así como también
los mandamientos de Cristo (Mateo, 5:17).
Malaquías, 4:5 He aquí, yo os envío el
profeta Elías, antes que venga el día de
Jehová, grande y terrible.
Malaquías profetiza que Elías vendría y
ministraría antes de la llegada del
Señor. El NT revela que eso se refiere
a Juan el Bautista (Mateo, 11:7-14),
quien, “con el espíritu y el poder de
Elías” (Lucas, 1:17), prepararía el
camino para el Mesías.
Malaquías, 4:6 El hará volver el corazón de los
padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos
hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la
tierra con maldición.
El futuro ministerio del profeta venidero se describe
en términos de reconciliar a las familias con Dios y
de reconciliar a las personas unas con otras. Juan
el Bautista predico con ese fin (Lucas, 1:17). No
puede haber ninguna bendición de Dios, ni
abundante vida en el Espíritu, si el pueblo de Dios
no toma como prioridades absolutas de la iglesia la
autoridad, el amor y la fidelidad familiares. Hay que
mantener la pureza y la rectitud del hogar o
fracasaran las congregaciones.
El que tiene mayor responsabilidad en el
cumplimiento de esta tarea es el padre de
familia. Los padres deben mostrar el amor a
sus hijos al orar por ellos (Juan, 17:1), al
pasar tiempo con ellos, al hacer notar las
malvadas costumbres del mundo y al
enseñarles diligentemente la Palabra y los
justos preceptos de Dios. También los
pastores deben hacer de esa meta de Juan
el Bautista su propio propósito para la
iglesia, preparándose así para la venida del
Señor (Lucas, 1:17).
DIEZMOS Y OFRENDAS
La palabra hebrea para “diezmo” (ma’aser),
literalmente significa “una decima parte”. En la ley
de Dios, a los israelitas se les exigía que dieran una
decima parte del producto de la tierra, del ganado y
de sus ingresos, como un reconocimiento de que
Dios los había bendecido (Levítico, 27:30-32,
Números, 18:21, 26, Deuteronomio, 14:22-29). El
diezmo se usaba, primordialmente, para los gastos
de la adoración al Señor y para el sostenimiento de
los sacerdotes. Dios le dio a su pueblo la
posibilidad de administrar los recursos que les
había dado en la tierra prometida (Mateo, 25:15,
Lucas, 19:13).
En el fondo del diezmo esta el concepto de
que Dios es el dueño de todo. (Éxodo, 19:5,
Salmos, 24:1, 50:10-12, Hageo, 2:8). Los
seres humanos fueron y son creados por
Dios y ellos le deben hasta el aire que
respiran (Génesis, 1:26-27, Hechos, 17:28),
de modo que nadie tiene nada que, primero,
no haya recibido del Señor (Job, 1:21, Juan,
3:27, 1º Corintios, 4:7). En las leyes sobre el
diezmo, Dios esta sencillamente
ordenándoles a los israelitas (y hoy a todos
los creyentes) que le devuelvan una parte de
lo que El les había dado primero.
Ademas de los diezmos, a los israelitas se les
exigían numerosas ofrendas a Jehová,
principalmente en la forma de sacrificios. El libro
de Levítico describe diversas ofrendas
ceremoniales: el holocausto (Levítico, 1, 6:8-13),
la oblación (Levítico, 2, 6:14-23), la ofrenda de paz
(Levítico, 3, 7:11-21), la ofrenda por el pecado
(Levítico, 4:1 – 5:13, 6:24-30) y las ofrendas
expiatorias (Levítico, 5:14 – 6:7, 7:1-10). Ademas
de estas ofrendas prescritas, los israelitas podían
ofrecer ofrendas voluntarias al Señor. Algunas de
ellas eran continuas (Levítico, 22:18-23, Números,
15:13, Deuteronomio, 12:6, 17), mientras que
otras eran exclusivas para alguna ocasión.
Por ejemplo, cuando los israelitas emprendieron
la construcción del tabernáculo en el monte Sinaí,
el pueblo dio generosamente para esa tienda y
sus utensilios (Éxodo, 35:20-29). Estaban tan
entusiasmados con ese proyecto que Moisés tuvo
que decirles que dejaran de ofrecer mas (Éxodo,
36:3-7). En la época de Joas, el sumo sacerdote
Joiada hizo un arca en la que el pueblo podía
poner ofrendas voluntarias para financiar las
reparaciones necesarias del templo y dieron
generosamente (2º Reyes, 12:9-10). Asimismo, en
la época del rey Ezequías, la gente dio
generosamente para la obra de reconstrucción
requerida en el templo (2º Crónicas, 31:5-19).
También hubo numerosas ocasiones en la
historia del AT en que el egoísta pueblo de Dios
se aferro a su dinero en vez de dárselo al Señor
en diezmos y ofrendas regulares. Durante la
construcción del segundo templo, los judíos
parecían estar mas interesados en ocuparse de
su propiedad, mientras que dejaban la casa de
Dios en ruinas. Como resultado, dijo Hageo,
muchos de ellos estaban recibiendo reveses
económicos (Hageo, 1:3-6). Algo similar
sucedió en la época del profeta Malaquías y
una vez mas Dios estaba juzgando a su pueblo
por negarse a dar el diezmo (Malaquías, 3:9-12).
MAYORDOMIA DEL DINERO
Estos ejemplos del AT de los diezmos y las
ofrendas contienen importantes principios sobre la
mayordomía del dinero, que son validos para los
creyentes neo testamentarios. Todas las personas
deben tener en cuenta que todo lo que tienen le
pertenece al Señor, de modo que lo que poseen no
es suyo sino que Dios se lo ha confiado (no tienen
derecho de propiedad sobre sus posesiones). El
creyente debe decidir en su corazón servir a Dios y
no al dinero (Mateo, 6:19-24, 2º Corintios, 8:5). La
Biblia pone en claro que cualquier avaricia es una
forma de idolatría (Colosenses, 3:5).
Lo que el creyente da debe ser para fomentar el
reino de Dios, sobre todo la obra de la iglesia
local y la difusión del Evangelio por todo el
mundo (1º Corintios, 9:4-14, Filipenses, 4:15-18,
1º Timoteo, 5:17-18), para ayudar a los
necesitados (Proverbios, 19:17, Gálatas, 2:10, 2º
Corintios, 8:14, 9:2), para hacerse tesoros en el
cielo (Mateo, 6:20, Lucas, 6:32-35) y para
aprender a temer a Dios (Deuteronomio, 14:22-
23). Siempre lo que se da debe estar en
proporción a los ingresos. El diezmo es la
decima parte o el 10%. Dar menos que esto es
desobediencia a la ley de Dios y es robarle a
Dios (Malaquías, 3:8-10).
Asimismo, el NT exige que lo que se de este
en proporción con lo que Dios haya dado
(1º Corintios, 16:2, 2º Corintios, 8:2, 8:3, 12).
Lo que se da debe ser voluntario y
generoso. Esto se enseña tanto en el AT
(Éxodo, 25:1-2, 1º Crónicas, 26:6-9, 2º
Crónicas, 24:8-11) como en el NT (2º
Corintios, 8:1-5, 11-12). No se debe vacilar
en dar como sacrificio (2º Corintios, 8:3)
porque ese es el espíritu en que el Señor
Jesús se entrego a si mismo por todos (2º
Corintios, 8:9).
Mucho mas importante para Dios que el
valor monetario de lo que se da es el
sacrificio implicado (Lucas, 21:1-4). Se debe
dar con alegría (2º Corintios, 9:7). Tanto el
ejemplo de los israelitas en el AT (Éxodo,
35:21-29, 2º Crónicas, 24:10) como el de los
cristianos macedonios en el NT (2º
Corintios, 8:1-5) sirven de modelos para
todos los creyentes. Dios ha prometido
recompensar a los creyentes conforme a
como le hayan dado a El (Deuteronomio,
15:4, Malaquías, 3:10-12, Mateo, 19:21, 1º
Timoteo, 6:19, 2º Corintios, 9:6).