Cuadernos de Conta 7 - Covenants
Cuadernos de Conta 7 - Covenants
ESTADOS CONTABLES
COVENANTS
1) INTRODUCCIÓN: ................................................................................................................. 4
5.3.8) Cláusulas “Pari Psassu” o “RUFO” (Rights upon future offers): ......................... 28
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5.3.10) Obligación de contratar seguros: ..................................................................... 30
8) CONCLUSIÓN: ................................................................................................................... 35
BIBLIOGRAFÍA: ...................................................................................................................... 46
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1) INTRODUCCIÓN:
El correcto análisis de la información inicial (pública o no) que una empresa ofrece
al pedir una financiación, ya sea que esta se curse en el mercado bancario o en el mercado
primario de instrumentos financieros de deuda, es central para que el financista pueda
dimensionar adecuadamente el riesgo que se asume con el financiamiento a otorgar (o en su
caso refinanciar) y fije una remuneración acorde, es decir una remuneración que en
términos de tasa de interés le compense el riesgo percibido.
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Este proceso de análisis se reproduce también, cuando el financista no es un banco
que otorga una financiación directa o un bonista que adquiere bonos en el mercado
primario, sino cuando se convierte en acreedor a través de la adquisición a terceros de
títulos valores de deuda de una firma previamente emitidos y que son adquiridos en el
mercado secundario, aunque en este caso obviamente, la situación que se analiza respecto al
emisor no es la del momento de la emisión, sino la del momento de la compra del
instrumento.
.
Posteriormente al otorgamiento del financiamiento o adquisición del instrumento
que lo representa, el monitoreo de la situación del prestatario permite evaluar cómo va
evolucionando el riesgo asumido, sirviendo esto entre otros objetivos para:
Todas estas actividades de análisis, que ocupan buena parte del objeto de estudio de
la materia, son centrales para gestiona el riesgo de crédito, pues actúan morigerando
considerablemente las probabilidades de incurrir en las altas pérdidas asociadas con créditos
mal evaluados inicialmente, permitiendo por otra parte tomar acciones preventivas para
aquellos créditos bien evaluados inicialmente pero respecto de los cuales con posterioridad
al otorgamiento, el riesgo de impago se dispara.
Tengamos en cuenta que para los financistas la gestión del riesgo de crédito y en
particular dentro de la misma todo el análisis previo al otorgamiento y el monitoreo
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posterior al mismo (ambas actividades orientadas a no asumir más riesgo que el deseado)
resultan críticos, pues una vez que decide otorgar el financiamiento o adquirir en el
mercado secundario los instrumentos financieros que lo representan, los mecanismos con
los que cuenta, para hacer frente a una situación de deterioro de su deudor son limitados y
gravosos en términos de pérdidas a asumir (y más aún cuando dicho deterioro no puede
visualizarse previamente y sorprende al acreedor con una alta exposición en términos de
financiaciones otorgadas al deudor en problemas).
En general el financista no puede ante problemas del deudor, corregir por sí mismo
el rumbo y cuenta solo mecanismos indirectos para señalizar su percepción de una situación
de deterioro, no pudiendo por otra parte efectuar tal señalización sin, a su vez, incurrir en
cuantiosas pérdidas. Estos mecanismos indirectos suelen muchas veces ser efectivos en
términos de provocar las reacciones esperadas en accionistas (en especial controlantes y con
influencia significativa) y managers, en el sentido de que efectivamente los presiona para
que diseñen e implementen políticas correctivas a los problemas sobrevinientes (para
ejemplificarlo digamos que a ningún accionista o manager le resulta simpático percibir que
el riesgo de crédito de su empresa sube, cuando el de empresas similares no lo hace), pero
conllevan para el prestamista en una primera instancia y hasta que tales medidas correctivas
den resultado (si es que finalmente esto ocurre), la asunción de pérdidas a veces casi
inmediatas en el valor de sus activos crediticios (es decir conllevan pérdidas por deterioro
que se manifiestan como una caída del valor razonable de los créditos otorgados).
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Por último cabe destacar, que además de lo descripto en los párrafos anteriores y
que se describe en el marco de un accionar de buena fe de las partes y como consecuencia
del riesgo inherente a cualquier actividad de prestar dinero a quienes desarrollan actividades
empresarias, la forma en que el entramado contractual que deriva de los ordenamientos
jurídicos habituales y que rige en la mayoría de las legislaciones comparadas, distribuye los
derechos decisorios de las partes involucradas (en especial de financistas, accionistas y
managers) otorgando a unos (financistas) herramientas indirectas y a otros (accionistas y
managers) herramientas directas, abre las posibilidades para que el acreedor se embarque al
momento de dar financiación en un “juego” hasta cierto punto desigual. Un “juego” en el
que sus cuenta con menores derechos decisorios y en el que sus intereses, no se alinean con
los de los managers ni con los de los accionistas que sí están en poder de mayores derechos
decisorios y quienes aliados tienen todo el herramental para por ejemplo, una vez concedida
la financiación, modificar (aumentándolo) sustancialmente el perfil de riesgo de las
operaciones de la prestataria y de esa manera defraudar al acreedor logrando que este les
transfiera riqueza, al haberles prestado fondos para someterlos a un riesgo distinto (menor)
al que a la postre se materializa.
Es por todo lo descripto, que desde hace décadas ni en los bancos ni en los
mercados de instrumentos financieros de deuda, los financistas prestan dinero y se sientan
luego simplemente a monitorear pasivamente como el riesgo al que su dinero está sometido
varía, sea que lo haga por modificaciones del contexto de negocios o producto de acciones
encaminadas a perjudicarlos, tomadas por quienes en el entramado contractual que es una
corporación, tienen el poder decisorio. Es decir que hoy en día, ningún acreedor se contenta
simplemente con prestar dinero y luego si el riesgo se modifica, enviar las señales indirectas
al resto de financistas, accionistas y managers respecto a las consecuencias de tal
modificación. Dichas señales pueden ser efectivas, pero son siempre dolorosas y “el costo”
asociado a emitirlas enorme (caída del valor razonable de los instrumentos de deuda en su
poder por deterioro crediticio).
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Por el contrario, tratan de echar mano a todos los mecanismos de protección o
preventivos posibles, para evitar que el riesgo de la financiación ya otorgada se dispare,
respecto a aquel que se tuvo en cuenta a la hora de fijarle un “precio” a tal financiación (es
decir se dispare respecto al riesgo que fue tenido en cuenta al momento de fijar la tasa de
interés o al que se tuvo en cuenta para demandar una determinada tasa interna de retorno
para el instrumento financiero adquirido, en la fecha de tal adquisición).
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2) HISTORIA DE LOS COVENANTS:
Mucho se ha escrito sobre cuáles fueron las primeras apariciones de estas “cláusulas
restrictivas” o “covenants” en los contratos de financiamiento, pero entendemos sería poco
valioso para lo que es el objetivo de este trabajo, hacer también aquí un intento de este tipo.
En esta línea argumentan los autores “Brealey y Miers” que si bien indican que
antes de 1980 se venían aplicando algunas cláusulas de protección a los contratos de
financiamiento, que limitaban las futuras emisiones de deuda y el pago de dividendos de los
obligados, estas cláusulas se fueron relajando en su uso los posteriores “buenos años” de los
mercados de deuda y de la economía, hasta que en 1988 la emisora RJR Nabisco (gigante
alimenticio y del tabaco) aprovechando la ausencia de cláusulas que se lo impidieran, fue
absorbida por otra compañía, habiendo emitido previamente U$S 5000 millones de deuda,
en una operación que a la postre llevó a que se reemplazaran a nivel consolidado U$S
19.000 millones de capital por nueva deuda, provocando dicha operatoria una pérdida casi
inmediato del 12% del valor de mercado de las obligaciones y una modificación de su
calificación desde una “A” previa hacia una “BB” posterior.
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Otro caso emblemático según estos autores, resultó ser el de la conocida cadenas de
hoteles y alimenticia Marriot, que en 1992 realizó una operación en sustancia similar a la de
RJR Nabisco, pero de sentido inverso. En lugar de “sumar” estructuras de activos y pasivos
hacia otras más apalancadas, decidió “apalancar” adicionalmente la estructura de activos
que calzaba con la deuda emitida. Para ello al advertir que cláusula alguna del
financiamiento se lo impedía, la cadena decidió dividirse (escindirse) en dos empresas. La
primera con los mejores hoteles en términos de generación de rentabilidad y flujos de
fondos y sin deuda. La segunda sin activos tan valiosos y con casi toda la deuda emitida.
Resultado… una caída del 30% en el valor de mercado de la deuda que al igual que en el
caso anterior de RJR Nabisco pasó en menos de 48 horas de una categoría “investment
grade” o grado de inversión hacia una categoría de bono especulativo (o en la jerga a la
categoría de bono basura).
Esto lleva a que para poder aglutinar los inmensos recursos que las corporaciones
modernas necesitan, se haga necesario contar con enormes dotaciones de recursos
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financieros (capital como factor y por lo tanto bajo instrumentado bajo la forma de acciones
o instrumentos de deuda) aportados por infinidad de inversores y financistas. Asimismo
para poder gestionar dichos recursos que el “capital” logra aglutinar y convocar al seno de
la organización, se debe recurrir a grupos de managers talentosos y altamente
especializados, en el manejo los mismos, pues solo individuos con formación gerencial,
técnica y talento son capaces de lidiar con recursos tan cuantiosos, diversos y muchas veces
enormemente específicos. Ambos elementos, capital o recursos financieros y capacidad
gerencial o managment, si bien no son los únicos, son claramente centrales a la hora de
permitir a las corporaciones modernas, desarrollar sus funciones productivas o de prestación
de servicios y el desarrollo de estas funciones productivas o de prestación de servicios son a
su vez lo que nos permite como individuos, en nuestras economías capitalistas modernas,
proveernos de la mayoría de lo que consumimos.
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Es por ello que si bien el “mundo” de las cláusulas restrictivas es enorme y habrá
tantas posibilidades de diseñar cláusulas de este tipo como contratos de financiamiento se
firmen, es muy difícil a partir de lo explicado, encontrarse en la práctica con cláusulas que
operen en forma detallada intentando restringir las decisiones operativas y los riesgos de
ellas derivadas. No se encontrarán cláusulas que por ejemplo, digan que una determinada
empresa automotriz que toma un financiamiento “debe solo producir mientras el
endeudamiento no haya sido completamente cancelado autos de modelos color rojo, blanco
y negro y no incursionar en nuevos colores” so pena de que el endeudamiento se dé por de
plazo vencido si no lo hace.
Las cláusulas que apuntan a “contener” los riesgos operativos suelen ser escasas y
apuntan en general, a cuestiones más genéricas o a acciones más genéricas que se quieren
limitar y por ende a aspectos que puedan ser fácilmente monitoreadas en el futuro por los
acreedores. Reiteramos el uso del término “en general”, pues en el mundo de estas cláusulas
hay usos y costumbres, pero nunca reglas fijas y hay también sectores más propicios para
establecer cláusulas aptas para intentar contener o limitar riesgos operativos a lo largo de la
vida del financiamiento que otros.
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con temas estructurales, que en definitiva es difícil que lo afecten en la vida de un
financiamiento a corto plazo.
A diferencia de los operativos, los riesgos de carácter financiero son mucho más
genéricos, estandarizados y fáciles de monitorear por parte del acreedor y por ende suelen
ser, si vale la expresión, “el corazón” de lo que se negocia entre las partes en relación a
estas cláusulas restrictivas. Cuando veamos en el último capítulo de este trabajo la
explicación de la relación entre estas cláusulas y la teoría de opciones, veremos que muchas
veces suele ser completamente incierto para el acreedor saber si tal o cual “decisión”
operativa, actuará aumentando la volatilidad del activo subyacente de la opción, que es el
activo del deudor (lo cual perjudica claramente al acreedor) o terminará disminuyéndola (lo
cual lo beneficia). Solo el managent y tal vez los accionistas controlantes o con influencia
significativa pueden “intuirlo”, aunque tampoco estarán seguros al respecto en un mundo de
riesgo como el actual. Sin embargo veremos a través de las mismas herramientas (teoría de
valoración de opciones), que los riesgos financieros tienen distintas características. Así por
ejemplo, un aumento del índice de endeudamiento posterior a que la financiación a la que se
refiere el covenant ha sido otorgada, actúa siempre en contra del acreedor de dicha
financiación y esto es casi una verdad universal, pudiendo ser de fácil monitoreo que dicho
perjuicio no se materialice, a través de imponerle al deudor a través de un covenant, la
condición de mantener un determinado índice de endeudamiento máximo (sea cual sea la
estructura de activos operativos del deudor y los riesgos que la afecten en un mundo
precisamente que si por algo se caracteriza, es por el riesgo cambiante y creciente).
También veremos que las cláusulas covenant, se refieren también muchas veces a
obligar al deudor a cumplir con requerimientos informativos, toda vez que como
explicamos estos (la emisión de información) son condiciones sine qua non, para que el
acreedor pueda evaluar si ha variado el riesgo del deudor, si su cartera crediticia se ha
deteriorado y en su caso aplicar las medidas correctivas descriptas en la introducción de este
trabajo.
Por último cabe mencionar que muchas veces estas cláusulas son establecidas para
trasladar al deudor, riesgos que afectarán si se materializan, al resultado de la operación de
financiamiento y que el acreedor no quiere asumir y que derivan usualmente de cambios en
el contexto (en especial regulatorio) no controlables por las partes y por ende no
correlacionados necesariamente con la conducta de deudor, ni con su desempeño en la
gestión de las operaciones, ni con el cumplimiento de su obligación de otorgar información.
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4) FUNCIONAMIENTO DE ESTE TIPO DE CLÁUSULAS:
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entrar en incumplimientos de las cláusulas convenidas y de “sacar ventaja” cambiando
adrede el riesgo “original” que tuvo en cuenta el acreedor al fijarle un precio (tasa de
interés) al financiamiento. Sin embargo estos eventos son también un problema para el
acreedor, pues si el financiamiento fue correctamente diseñado, tuvo que tener en cuenta en
su cronograma las verdaderas posibilidades del deudor de generar fondos y acompasado los
vencimientos y estructura de pagos contractuales a dichas posibilidades, siendo un
problema también para el financista que toda la deuda “venza” de golpe, pues será difícil
que logre ser honrada de ese modo por el deudor.
Es por ello que estas cláusulas están pensadas para disuadir al deudor, que se vea
tentado de tomar un endeudamiento a costo barato, para luego subir el riesgo con el que se
aplican los fondos conseguidos a través del préstamo y lograr que el acreedor le transfiera
riqueza o para dar seguridad respecto a que los efectos de ciertos eventos no controlables no
serán absorbidos por el acreedor sino por el deudor, pero no son un gatillo de suicidio
colectivo entre deudores y acreedores, cuando lo que medió es la buena fe en el accionar de
las partes (en especial del deudor) y/o problemas sobrevinientes que no pudieron ser
manejados adecuadamente por el deudor.
Es por ello que las cláusulas covenant suelen no disparar en general en forma
automática e irrevocable caídas en mora, punitorios y pedidos de quiebra, sino más que dan
lugar una vez que se incumple a espacios de negociación (la mayoría de las veces previsto
en las mismas condiciones de la cláusula) para que el deudor se “encuadre” y pueda ser
analizada la situación que llevó al incumplimiento y sus causas, diseñándose las soluciones
para que el contrato de endeudamiento llegue a correcto término, aún con las “addendas” o
modificaciones que sean necesarias a tal fin.
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- Cláusulas que protegen al crédito (orientadas a proteger al acreedor de un
aumento del riesgo crediticio del deudor, por motivos distintos en general
al propio aumento del riesgo de las operaciones de este, por cambios
desfavorables en el contexto).
A lo largo de la vida de un crédito, son múltiples los eventos que pueden operar
sobre el acreedor o sobre el deudor y la relación crediticia entre ambos y modificar de modo
sustancial la ecuación económica original del contrato, sin que necesariamente dichos
eventos importen una variación del riesgo de crédito del deudor. El acreedor puede
establecer cláusulas para que los efectos de dichos eventos recaigan sobre el deudor, siendo
las que siguen las más usuales que siguen esta racionalidad en su diseño.
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dichos fondos pudieron ser prestados es porque antes fueron generados a modo de ahorro y
ello ocurrió por una actividad económica previa en su jurisdicción y parte de la fuente le
corresponde. Con prescindencia de si hay o no entre los fiscos involucrados (el de
residencia del deudor y el del acreedor) convenios para evitar la doble imposición, lo cierto
es que cuando existe una retención en carácter de pago único y definitivo, en el que el fisco
del deudor grava todo o parte de los intereses, el acreedor opta por calcular dichos intereses
de modo de asegurarse un determinado rendimiento libre o neto del impuesto retenido. Esta
cláusula covenant se conoce como “withholding tax” y suele establecer que si el
porcentaje de la retención aumenta, también el monto de los intereses nominales o
contractuales que deben ser pagados por el deudor, como para que el neto que recibe el
acreedor se mantenga sin variación.
Los niveles de encajes bancarios (porción del fondeo obtenido por el banco al
tomar depósitos que no puede ser prestada y debe mantenerse como caja o en instrumentos
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de gran liquidez) que los reguladores de entidades financieras establecen para un sistema
financiero, definen lo que se conoce como “costo de capacidad prestable” o costo neto del
fondeo y afectan el aporte de una operación de financiamiento al margen por
intermediación de la entidad.
Por su parte los niveles de capitales mínimos que son establecidos por estos
reguladores en relación a las distintas aplicaciones de fondos (una de las dimensiones
principales de los riesgos por los que debe un banco constituir capital mínimo según las
normas de Basilea), definen el nivel de apalancamiento de una operación de financiación y
también influyen sobre el margen que la misma genera.
Supongamos que los encajes bancarios son en promedio de un 20%. Esto impone a
las entidades poder disponer de solo 0.80 unidades monetarias (UM) de cada 1 UM tomada
bajo la forma de depósitos, para poder otorgar préstamos. Entonces si el banco toma
depósitos al 10% de tasa anual (tasa pasiva), tendrá que prestar por encima del 12.5% anual
para empezar a obtener un spread positivo (ya que de cada 1 UM que toma, solo puede
prestar 0.8 UM que remuneradas en un 12,5% anual producen las 0.1 UM que permiten
cubrir el costo del depósito). El banco puede por un covenant establecer que por ejemplo
si los encajes suben por encima del 20%, el costo del financiamiento (tasa activa) se
ajusta automáticamente sin necesidad de renegociación alguna entre las partes,
trasladando este riesgo al deudor.
Supongamos ahora que los préstamos sin colaterales (es decir sin garantías) son
ponderados para requerimientos de capitales mínimos, con un 8% de exigencia por parte de
la autoridad regulatoria o lo que es lo mismo, que el banco solo puede financiar un 92% de
la operación con pasivos (depósitos de terceros) debiendo financiar el resto con patrimonio
neto. Si la tasa de interés activa es del 10% y la pasiva del 8% y el monto del préstamo de
100 UM, entonces el banco ganará 10 UM de interés activo anualmente y pagará el 8% de
92 UM tomadas como pasivos de terceros, en la forma de intereses pasivos -7,36 UM-. El
banco debió haber puesto patrimonio propio por 8 UM, con lo que el préstamo debió haber
rendido 2,64 UM que proporcionadas a las 8 puestas por los accionistas representan un 33%
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de rentabilidad. Si el regulador en su ánimo de fortalecer la solvencia del sistema financiero
sube este requisito por ejemplo al 12%, solo 88 UM del préstamo de 100 podrán ser
financiadas con pasivos, debiendo ahora12 ser financiadas con patrimonio propio. La
operación sin que varíe en nada el riesgo de crédito del deudor, pasa a rendir un 24,66%
sobre el patrimonio neto invertido, bajando su rentabilidad original. El banco puede por un
covenant establecer que si los requerimientos de capital mínimo de la operación suben,
se ajuste automáticamente la tasa de interés activa, para que sobre cada UM de
patrimonio neto invertido siga siendo la rentabilidad de la operación del 33%.
En momentos en que las condiciones de los mercados son favorables y las tasas de
interés bajan, los deudores pueden verse tentados con pre-cancelar las financiaciones
previamente tomadas a tasas altas para reemplazarlas por financiaciones a tasas memores,
con el consiguiente perjuicio para el acreedor que es reemplazado. Esta posibilidad de pre-
cancelación es en términos de opciones un “call” u opción de compra a favor del deudor
que resultó “emitida” o “lanzada” por el acreedor. El mismo puede haber ponderado el
valor de la prima de esta opción que implícitamente lanza y haberlo sumado a la tasa de
interés (recargando su valor a partir de este componente), pero bien puede no haberlo hecho
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y reemplazarlo por una cláusula covenant que disuada al deudor de tal conducta y/o lo
penalice de modo que el acreedor no se vea perjudicado.
Supongamos que el acreedor prestó a dos años 100 UM al 10% de interés, con
capital pagadero al final de la operación y servicios de interés anuales. Si las tasas de interés
de mercado, inmediatamente después del primer pago del servicio de interés pasan al 8%
anual, el valor razonable del crédito del acreedor subiría pues tendría en un contexto de
tasas del 8% anual, el derecho a cobrar 110 UM dentro de un año, con lo que su crédito
tendrá un valor razonable de 101.85 UM (110/1.08). Ahora bien, si el deudor pudiera
conseguir un nuevo financiamiento en ese momento por 100 UM y con el mismo cancelar
el anterior, tendría que pagar en un año 108 UM y no 110 UM, con lo que gustoso entraría
en tal operación, con la consiguiente pérdida de valor razonable del préstamo original que
regresa a un valor de 100 UM. Una cláusula covenant puede disuadir al deudor de tal
conducta penalizándola (lo cual en general se incluye en un contrato de financiamiento
si, como dijimos, el acreedor no aumentó en el momento del otorgamiento la tasa de
interés original para “cobrarse” la prima de cancelación anticipada que lanzó a favor
del deudor y le dio a este el derecho de pre-cancelar).
Cláusulas de indemnidad
impositiva
Cláusulas diseñadas para
mantener al acreedor indemne Cláusulas de indemnidad ante
CLAUSULAS DE PROTECCIÓN de los cambios regulatorios cambios en los encajes o niveles
DEL MARGEN DE GARANTIA de capitales mínimos de los
DEL ACREEDOR bancos
Cláusulas de “ilegalidad”
Cláusulas de “ilegalidad”
Cuadro 1
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Tal como previamente comentamos, los Estados Financieros son la columna
vertebral del sistema informativo que permite analizar racionalmente las decisiones de
otorgamiento de financiación y su posterior monitoreo. A tal punto esto es así, que los
reguladores bancarios consideran en sí misma la no presentación de los Estados Financieros
en tiempo y forma por parte del deudor, como una “presunción” de deterioro crediticio
(obligando por ejemplo el Banco Central de la República Argentina a clasificar deudores en
estas condiciones en la categoría 5 “irrecuperables”, categoría a la que se aplican las
máximas exigencias en términos de “previsionamiento por incobrabilidad”). Igual criterio
siguen usualmente los reguladores de la Oferta Pública de títulos valores, en relación a los
dictámenes de Calificadoras de Riesgos, a las que permiten cierta liberalidad en el diseño de
las escalas de calificación, pero a las que obligan a calificar en una categoría singular y
diferenciada los bonos de aquellas emisoras que contratan servicios de calificación, pero
que no presentan información contable en tiempo y forma en oportunidad de la calificación
original o en un proceso de revisión (tal el caso de la Comisión Nacional de Valores que por
artículo 13 del Decreto 656/92 obliga a utilizar en forma diferenciada la letra “E” para
emisiones en tales condiciones). Con esta racionalidad, es usual que se establezcan
covenants que den por caídos los plazos del crédito otorgado o provoquen el
vencimiento anticipado de una obligación negociable, si la información contable no es
provista por el prestatario en tiempo y forma y cumpliendo todas las regulaciones
legales correspondientes.
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financiamiento. Es importante aclarar que estos covenants se refieren a los efectos de
omitir informar (esto es lo que penalizan) y no a la ocurrencia en sí del hecho que se
informa. Por ejemplo se penalizará que no se informe (se omita) que el Presidente del
Directorio o Junta Directiva del emisor ha renunciado, pero no el hecho de la renuncia
en sí misma.
El siguiente es un cuadro resume las cláusulas vistas en este apartado.
Cuadro 2
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Definimos al pay‐out ratio como la porción que del resultado por acción obtenido en un periodo
contable es distribuido bajo la forma de dividendos en efectivo.
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5.3.2) Limitaciones a cambios en las actividades operativas:
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Obviamente estos covenant se establecen excepto que el destino de los fondos prestados sea
justamente para encarar una actividad diferente, comprar otra empresa con actividad operativa
diferente y por ende diferente riesgo o cualquier otro destino que el acreedor consienta y que
implícitamente represente una alteración del riesgo operativo actual de la prestataria.
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5.3.3) Limitaciones al endeudamiento:
Volcados ahora al análisis de los riesgos financieros, los acreedores advierten con
facilidad que un aumento del endeudamiento por encima del considerado al momento de la
evaluación del riesgo de impago y la consecuente fijación de la tasa de interés de la
operación, llevaría a un aumento del riesgo crediticio que no habría sido “tenido en cuenta”
en la fijación del precio (es decir en la fijación de la tasa de interés). Es por ello que ya sea
en forma estática obligando a la empresa a mantener un monto máximo de pasivo o en
forma intermedia obligándola a mantener un mínimo de patrimonio neto por cada
unidad monetaria de pasivo o en forma más dinámica estableciendo una relación
mínima entre generación operativa de fondos y cargos por intereses (que si no se
cumple debería dar lugar a una cancelación de pasivos por recapitalización de la
compañía) este riesgo, es habitualmente limitado a través del establecimiento de
cláusulas covenants.
3
Los valores razonables son “valores neutros” de activos y pasivos y en relación a los activos la
lógica implica que en el seno de la estructura empresarial y en combinación con otros activos, cada
activo tendrá un valor mayor al valor razonable y que podríamos definir como “valor de uso”. Si el
valor razonable es superior al valor de uso la teoría financiera desaconsejaría mantener dicho activo
pues se obtendría un mayor valor vendiéndolo que usándolo en la actividades de la empresa.
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contratos de deuda, para proteger la permanencia en la estructura operativa de
determinados activos y en especial si es que se permite el término, para proteger las
“joyas de la abuela” (en términos protección de la permanencia en la estructura de
activos de aquellos especialmente aptos para generar fondos futuros)4.
4
Obviamente no solo se protegen activos operativos, sino también como explicaremos más
adelante participaciones.
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5.3.6) Limitaciones a las “reorganizaciones societarias”, “fusiones” y
“venta de participaciones”:
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las características apuntadas (son importantes generadoras de fondos y/o tienen un rol
estratégico en el entramado respecto al prestatario – controlante o participante -).
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pero no lo harán en suficiente cuantía, en los períodos próximos como para evitar
incumplimientos en el pago de los servicios de la deuda) y que dicha liquidez quiera
ser preservada por los acreedores. En algunos casos los covenants establecen parámetros
u objetivos globales tales como mantener un ratio de inmovilización dado o un monto de
inversiones nuevas máximo expresado en unidades monetarias, mientras que en otros (más
raros) establecen objetivos físicos puntuales. Recordamos nuevamente el caso antes citado
en el que asesoramos para la negociación de un contrato de préstamo con una
petrolera5(prestataria) y se estableció una cláusula de este tipo con una petrolera, expresada
a través de la facultad de los acreedores de fijar la cantidad de pozos nuevos que podría
perforarse cada año en que la financiación no había sido aún cancelada, en función del resto
del desempeño de la firma, pues este tipo de inversión era la que consumía el grueso de los
“gastos de capital” de la empresa y era de fácil monitoreo.
Esta cláusula, tristemente famosa en Argentina a partir del litigio con los hold-out
(es decir con aquellos bonistas que no aceptaron entrar en los canjes posteriores al default
generalizado de la deuda soberana de 2001), se establece en la mayoría de los contratos de
deuda, para asegurar las condiciones de pago sean similares entre todos los acreedores
quirografarios o no privilegiados, en caso de insolvencia del deudor. La racionalidad de
establecerla, es proteger en un evento de insolvencia a los acreedores más dóciles y
negociadores y por ende propensos a llegar a un acuerdo para la re-estructuración aún
asumiendo pérdidas, de quedar en desigualdad de condiciones en relación a aquellos más
refractarios (a veces porque tienen más “espalda financiera” para aguantar que no se les
pague o se formalice una re-estructuración o a veces porque cuando adquirieron la deuda
con deterioro ya especulaban con esta situación) que exigen a rajatablas el pago total, aún a
sabiendas que si todos los acreedores se pusieran en igual tesitura “todos” perderían más
que en una re-estructuración ordenada. En caso de insolvencia, estos acreedores pueden
“aguantar” la situación hasta forzar el pago completo o con menor quita respecto a los
acreedores más dóciles y la empresa puede verse tentada de concederles lo que demandan, a
cambio de evitarse problemas y cerrar la dolorosa etapa de un default. Tengamos en cuenta
que salvo para aquellos acuerdos que logradas ciertas mayorías resultan vinculantes para
todos los acreedores (acepten o no), al amparo de la legislación de cada jurisdicción sobre
5
La empresa operaba solamente en lo que se conoce en el sector petrolero como “upstream” o “río
arriba” que es la actividad de exploración, perforación y extracción.
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procesos quiebras o reorganizaciones empresarias (es decir aquellos acuerdos que se
convierten de todos modos en vinculantes para los acreedores que no los aceptan), en el
resto de los casos, suele no ser tan gravoso para el deudor en problemas en términos
relativos, acordar una importante quita con una masa importante de acreedores
negociadores y pagar luego el 100% a los pocos rebeldes que queden (para obturar por
ejemplo pedidos de quiebra, embargos u otras acciones legales de estos que puedan llegar a
comprometer la capacidad del deudor de seguir operando). La cláusula de este tipo
establecida en los acuerdos de renegociación y canje de la deuda soberana de la
República Argentina post-default de 2001, cobró especial importancia en la
negociación con los acreedores “rebeldes”, pues justamente una de las características
de las crisis de deuda soberana, es la ausencia de una legislación aplicable que ordene
dichos procesos y permita por ejemplo hacer vinculante un acuerdo cuando un
número suficientemente representativo de acreedores lo hayan aceptado. En
protección de los acreedores que en su momento aceptaron los canjes, la República
Argentina estableció que cualquier oferta que se hiciera dentro de cierto plazo (que
vencerá el 31/12/14) a acreedores que no hubieran entrado en los canjes, se haría
automáticamente extensiva al resto de los acreedores que sí habían aceptado el canje.
Esto impidió hasta la fecha a la República Argentina cumplir la orden judicial de pago
completo a los acreedores rebeldes (denominados con el mote de “fondos buitres”),
pues implicaba dar virtualmente por caídos los efectos de los canjes anteriores y
perder las ventajosas quitas que ya había logrado.
La red de partes relacionadas de un prestatario, suele ser una oportunidad para que
recursos económicos y financieros puedan ser derivados por el deudor, en demérito de la
capacidad de pago oportunamente evaluada por el deudor. Nuevamente, esto resulta
especialmente crítico cuando se trata de operaciones realizadas en condiciones distintas a
las de mercado, pero también puede ser crítico cuando, tratándose de operaciones realizadas
en condiciones de mercado, afectan la liquidez de la prestaría. Así un préstamo de una
entidad deudora a su controladora en condiciones blandas de interés, puede redundar en una
transferencia de recursos a favor de dicha controladora similar a la de una distribución, con
la consiguiente erosión de la capacidad de pago al acreedor. Del mismo modo puede operar
“venderle” bienes o servicios a precios inferiores a los de mercado o “comprarle” a precios
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superiores. Aun operaciones (en especial financieras) hechas en condiciones de mercado,
pueden tener similar efecto, pues si bien no se producen directamente transferencias de
recursos de una entidad a otra, pueden inmovilizar recursos financieros en forma no deseada
por el acreedor y que de otro modo estarían disponibles para el pago de los servicios de la
deuda. Cláusulas genéricas (de más difícil monitoreo de incumplimiento6 u
operatividad) indicando que deben realizarse operaciones de prestación de bienes y
servicios con las partes relacionadas en condiciones de mercado suelen incluirse como
covenants, así como en forma más difundida cláusulas que limitan las posibilidades del
deudor de otorgar asistencias financieras a otros integrantes (en especial a la
controladora) del grupo económico y que obviamente por su propia característica
(apuntan a operaciones financieras menos específicas en tanto realizadas en relación a
un fungible como es el dinero) son más fácilmente monitoreables en su cumplimiento.
Limitando al endeudamiento.
6
Afortunadamente en los Código de Gobernancia Corporativa estas operaciones suelen ser objeto
de revelación obligatoria para la empresa, lo cual permitiría su monitoreo al acreedor o “ampliar” la
cantidad de involucrados en una maniobra de ocultamiento y las consecuencias para los mismos.
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30
Limitando la posibilidad de disponer de activos (en general
operativos).
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31
• Covenants que penalizan como incumplimiento la traba de medidas
cautelares, embargos, etc. sobre la prestataria, medidas judiciales, etc. en
tanto no sean remediadas en un plazo definido (y en general corto).
• Covenants que penalizan la aplicación de los fondos a un destino distinto
del convenido en el contrato que instrumentó el financiamiento.
18 Para los préstamos por pagar reconocidos al final del periodo sobre el que se
informa, una entidad revelará:
(a) detalles de los incumplimientos durante el período que se refieran al principal,
a los intereses, a los fondos de amortización para cancelación de deudas o a las
condiciones de rescate relativas a esos préstamos por pagar;
(b) el importe en libros de los préstamos por pagar que estén impagados al final
del periodo sobre el que se informa; y
(c) si el incumplimiento ha sido corregido o si se han renegociado las condiciones
de los préstamos por pagar antes de la fecha de autorización para emisión de los
estados financieros.
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Por su parte, es usual que muchos de los covenant (en especial aquellos que
protegen al crédito) sean expresados como un objetivo que debe cumplir la prestataria
en relación a un determinado índice o ratio7 de sus Estados Financieros y monitoreados
precisamente a través de dichos estados, a lo largo de la vida del préstamo según los vaya
presentado la entidad deudora.
Suelen establecerse por ejemplo como cláusulas covenant la obligación por parte
del prestatario de dar cumplimiento a una solvencia mínima, a índices de liquidez mínimos
(sean estos índices de liquidez corriente o prueba del ácido), a un ratio de inmovilización
máximo, a un pay-out ratio máximo o por ejemplo ratios de cobertura como la razón del
efectivo general por las operaciones ordinarias a los costos financieros, etc. como forma
de instalar limitaciones que “protegen al crédito” (dado que operan limitando muchos de los
riesgos mencionados en el punto 5.3 de este trabajo).
7
Por su razonable calidad técnica y para estandarizar los nombres en un universo en que no
siempre quienes escriben sobre Análisis de Estados Contables o temas de Finanzas utilizamos
iguales denominaciones, designaremos los ratios que aquí mencionamos de igual forma que lo hace
el autor Enrique Fowler Newton, en la bibliografía citada
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33
contable anterior a la RT 26 de la FACPCE (que adopta las NIIF y que a su vez es de
aplicación obligatoria por parte de la CNV), pudo haber visto como se cancelaba a partir de
la aplicación de las NIIF la posibilidad de valuar estos inventarios a valor de reposición,
para empezar a tener que valuarlos según la NIC 2 sobre Inventarios a por ejemplo PEPS
(Primero Entrado Primero Salido). Esto pudo haber llevado a reconocer un menor valor en
libros al cierre del primer ejercicio de aplicación para los inventarios, el cual pudo haber
afectado marcadamente el índice de liquidez corriente y haber llevado a la prestataria a una
zona de incumplimiento de un covenant que fijara una liquidez mínima.
Pensemos que más allá de impedir conductas no deseadas por el deudor, estas
cláusulas terminan encorsetando algunos aspectos de la gestión operativa de la firma
prestataria y muchos de los relacionados con su futura gestión financiera, quitando grados
8
Obviamente no es el único motivo pues mucho tiene que ver el efecto de la normativa en el
cumplimiento de requisitos de los reguladores bancarios, de seguros, de planes de pensión, etc. y el
efecto de la normativa aplicable en otros parámetros importantes para los mercados, tales como el
resultado por acción, la rentabilidad neta, etc.
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de libertad al managment y a los accionistas controlantes o con influencia significativa,
para aprovechar por ejemplo oportunidades que los mercados financieros presenten en el
futuro. Por ello los covenant no son pasiva ni alegremente aceptados por los deudores o
futuros deudores (al momento de diseñar un bono para lanzar al mercado), sino que por el
contrario son objetos de intensas negociaciones.
8) CONCLUSIÓN:
Cr. Gustavo Delfor Muñoz – Profesor Titular‐ Contabilidad VII – Análisis de Estados Contables – FCE ‐ UNLP
35
otorgar la financiación, para fijar una tasa de interés acorde al riesgo que se asume. Sin
embargo, ciertos riesgos operativos muy genéricos como impedir cambio de actividades,
disposiciones de activos etc. son objeto de restricciones a través de la introducción de
covenants en los contratos de financiamiento.
Más allá de su más limitado uso en relación a los riesgos operativos, donde estas
cláusulas irrumpen con fuerza en los contratos de deuda, es a la hora de limitar los riesgos
financieros del deudor y en especial a la hora de intentar impedir que el riesgo financiero, se
dispare por decisión unilateral del deudor por encima del considerado por parte del acreedor
en el momento inicial, con el consecuente deterioro de la calidad crediticia para el acreedor
que otorgó el financiamiento.
Si en algo estos objetivos se lograron, ello permitirá que el lector que trabaje a
futuro en los mercados bancarios y de instrumentos financieros o en grandes empresas que
acceden a dichos mercados (en especial al último), tenga un mejor desempeño, a partir de
contar con una perspectiva más completa de este tipo de operaciones y sus complejidades.
También si el objetivo que nos propusimos por este trabajo se logra, permitirá que aquel
profesional que en el futuro trabaje en un estudio contable que atienda a empresas de menor
tamaño, se involucre de mejor manera en el asesoramiento de un cliente que dará o tomará
financiación por fuera del mercado bancario o de instrumentos financieros con oferta
pública, conociendo los riesgos de la operación , interpretando cuales quiere asumir cada
parte (en especial su cliente) y diseñando junto con profesionales del derecho contratos que
interpreten tales expectativas y por ende lleguen en el futuro al mejor término, colaborando
a un fin mayor que es el que en definitiva cuenta; lograr que el ahorro se vuelque a las
actividades productivas generando crecimiento económico y empleo.
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APENDICE: Los covenant y la teoría de opciones9
Este tipo de financiamiento puede ser entendido como una opción de venta que
lanza el acreedor a favor de la entidad deudora (que “compra” esta opción de venta) para
que esta si entiende que es conveniente le “venda” sus activos al final del financiamiento,
siendo el “precio de ejercicio” de la opción el valor de la deuda (en el sentido que con la
entrega de los activos, sea cual sea el valor de los mismos la deuda queda cancelada). La
opción se ejercerá obviamente siempre que esté “in the money,” utilizando la terminología
de opciones. Es decir será ejercida siempre que ello resulte conveniente para su comprador
(que son los accionistas) y esto ocurrirá justamente cuando el valor de los activos sea
inferior al valor de la deuda (lo cual es representativo de una situación de insolvencia).
Supongamos que una entidad tiene un activo inicial de 600 unidades monetarias
(UM) y que se endeuda por 400 UM a un año a una tasa de interés del 10%. Deberá en un
año 440 UM. Ahora bien, en un año supongamos que las cosas pueden ir bien o mal en
función de cómo se gestione la empresa y cuál sea el contexto económico y sectorial. Si van
bien las cosas, entonces el activo valdrá UM 900, pero si van mal valdrá UM 400. En el
primer caso el pasivo será honrado pues a los accionistas no les conviene “vender” por UM
440 algo (el conjunto de los activos de la firma) que vale UM 900. Sin embargo si los
activos valen UM 400 no le convendrá pagar por los mismos UM 440. Convendrá “no
pagar” la deuda e ir a una quiebra, con el consabido perjuicio de los acreedores de (al
menos) UM 4010. Es decir convendrá el derecho de vender los activos de valor de mercado
UM 400 a un valor de UM 440 que es el valor de ejercicio de la opción (valor de la deuda a
ese momento)..
9
El presente anexo es de lectura optativa para lectores que son alumnos de grado.
10
Decimos de al menos pues el valor contable que estamos teniendo en cuenta es un valor de los
activos bajo un supuesto de empresa en marcha y en modo alguno puede asegurarse que en un
proceso de liquidación y desguace con la venta de estos activos en forma separada pueda
obtenerse igual valor, siendo la expectativa en general que se obtenga menos.
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37
El valor de la “prima” por la opción que otorgan los acreedores a los accionistas en
un esquema de responsabilidad limitada, queda expresada como la sobretasa que por
encima de la tasa libre de riesgo, los acreedores exigen a la empresa para darle financiación.
Trabajaremos con el método binomial más adelante, pero supongamos por ahora
simplemente que en nuestro ejemplo la tasa libre de riesgo observada en el mercado al
momento de otorgar la financiación es del 4% anual. En este caso quien recibirá en un año
UM 440 en condiciones “seguras” de devolución11 no prestará hoy más de UM 423,07 (UM
440/1,04). Supongamos que en función de un modelo de valoración de opciones (binomial
o Black and Scholes) queda determinado que el valor de la opción que otorgan acreedores a
favor de los accionistas de dar por cancelada la deuda por el valor de los activos de la
misma se determina en UM 23,07. En este caso el acreedor querrá recibir el valor de la
prima por la opción que otorga en el momento cero (o sea cuando presta) y por ende
prestará UM 423.07 que es el valor de interés libre de riesgo, menos el valor de la prima
que quiere cobrar que es de UM 23.07 y que en definitiva “descuenta” de los fondos que le
presta a la empresa. Prestará UM 400 solamente en lugar de UM 423.07 y la tasa libre de
riesgo se habrá convertido en una tasa “con riesgo” que pasa del 4% al 10% anual (presta
UM 400 para recibir en un año UM 440).
11
El término condiciones “seguras” responde a la tasa libre de riesgo, que es en realidad una
construcción de las Finanzas y denomina usualmente el costo de prestarle dinero al gobierno
federal de los Estados Unidos. Mencionamos que es una construcción de las Finanzas pues en rigor
de verdad no existe colocación financiera totalmente libre de riesgo. Basta mencionar las
dificultades en el Congreso que tuvo el presente año (2014) y el anterior el Gobierno del Presidente
Barack Obama para conseguir la autorización de ampliación del endeudamiento en un Congreso
parcialmente dominado por la oposición republicana y lo cerca (a horas literalmente) de que EEUU
entrara en default técnico respecto de su deuda soberana, amén de en principio “asegurar” estos
bonos un rendimiento nominal que bien puede ser negativo a la hora de computar el rendimiento
real (por encima de la inflación).
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38
Ahora bien conforme a la teoría de opciones el valor de una opción (de compra o de
venta) depende de cinco variables:
• Plazo remanente.
• Precio del subyacente hoy (en este caso el valor hoy del activo de la
empresa).
• Precio de ejercicio (en este caso el monto a pagar de la deuda).
• Valor de la tasa de interés libre de riesgo.
• Volatilidad del subyacente (en este caso volatilidad del activo de la empresa
y en especial de los activos operativos).
Las cláusulas covenant (en particular aquellas diseñadas para proteger el crédito)
operan sobre alguna de estas variables, intentando impedir que las mismas modifiquen su
valor en relación al que fue tenido en cuenta por el acreedor al momento de justipreciar la
prima por la opción que otorgaba a favor de los accionistas (momento del otorgamiento) y
que como dijimos se expresó en puntos porcentuales de una “sobretasa” por encima de la
tasa libre de riesgo.
Partamos de un caso base y veamos luego qué ocurre para algunos de los casos, si
alguna/s de las variables que el covenant intenta no cambien, lo hace/n por (justamente) una
ausencia de una cláusula de protección o restrictiva.
CASO BASE:
12
Estos modelos utilizan la volatilidad histórica del activo subyacente, como variable de predicción
de cual será durante el plazo de la opción las posibilidades de variación del valor del mismo. El
modelo binomial si se extiende suficiente cantidad de períodos converge en un modelo continuo
desarrollado por Black and Scholes y que se basa en una distribución de probabilidad normal. .Las
inversiones demuestran responder razonablemente en el comportamiento de su rendimiento a
distribuciones normales de probabilidad.
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39
• Precio del subyacente hoy (en este caso el valor hoy del activo de la
empresa) = 100.
• Precio de ejercicio (en este caso el monto a pagar de la deuda al
vencimiento) = 80 * 1.05 = 84.
• Valor de la tasa de interés libre de riesgo = 2.5% semestral o 5% anual.
• Volatilidad del subyacente (en este caso volatilidad del activo de la
empresa) = +25% -20% cada período..
Por su parte los “resultados” de la opción de venta serán los siguientes (es decir las
pérdidas que tendría un acreedor por el hecho de que el deudor la ejerza, sabiendo que solo
puede ejercerse en un año que es cuando la deuda venza):
Valuando dicha opción con los datos con los que se cuenta por el método binomial
de dos pasos (que como se dijo anteriormente aplicaremos pero no explicaremos en sus
fórmulas por una cuestión de complejidad), se puede determinar que en el momento cero
(es decir en el momento del otorgamiento de la financiación) el “put” u opción de venta que
tienen los accionistas a favor de los acreedores es de
Cr. Gustavo Delfor Muñoz – Profesor Titular‐ Contabilidad VII – Análisis de Estados Contables – FCE ‐ UNLP
40
P = 4,76
Es decir que el prestamista debería prestar UM 80, pero descontar UM 4,76 para
“cobrarse” la prima que lanza y por ende no prestará UM 80, sino UM 75,24 (UM 80 – UM
4,76) para cobrar UM 84 al final del período anual. La tasa no será más la tasa libre de
riesgo, sino que se elevará del 5% anual al 11,12% anual (84 UM / 75.24 UM).
Que hubiera pasado si la empresa que pide la financiación del caso base, está
pensando en cambiar su actividad operativa (que supongamos era originalmente producción
de alimentos) para reorientar sus activos a una operatoria más riesgosa (supongamos
desarrollo de consolas para video juegos compitiendo con Sony, Microsoft, Nintendo, etc.
en un mercado muy rentable pero de competencia salvaje) y los acreedores lo supieran.
En este caso todo sería igual que el caso base, pero por ejemplo la volatilidad del
activo (expresión en un mundo de riesgo de la posibilidad de que las cosas salgan bien
o mal) se potenciaría y pasaría al + 50% y al -33,33% de modo que en cada período
ahora el activo original podría subir un 50% o bajar un 33,33%!!!!!.
Cr. Gustavo Delfor Muñoz – Profesor Titular‐ Contabilidad VII – Análisis de Estados Contables – FCE ‐ UNLP
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a los 6 meses al año
0
Strike price 0
84 0
C 0
‐39,5555556
Cuadro 7
Este acreedor hará el siguiente cálculo. La deuda total dentro de un año será de UM
92,4 (UM 84 que deben ser devueltos al acreedor previo y UM 8.4 que le deben ser
devueltos a él). Si la empresa quiebra, tendrá UM 64 para responder, entonces de esto le
tocará UM 5,54 solamente (que es la proporción de su deuda quirografaria de UM 8,4 en el
total de UM 92,4 multiplicado por los UM 64 de activos que hay para responder).
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42
a los 6 meses al año
0
Strike price 0
8,4 0
C 0
‐2,86
Cuadro 8
semestre 1 al año
144
120
100 100
83,3333333
69,4444444
Cuadro 9
Cr. Gustavo Delfor Muñoz – Profesor Titular‐ Contabilidad VII – Análisis de Estados Contables – FCE ‐ UNLP
43
semestre 1 al año
0
Strike price 0
84 0
‐30,8333333
‐14,5555556
Cuadro 10
En este caso el valor de “P”, es decir el valor de la opción de venta “lanzada” por
los acreedores y que es comprada por la empresa y que le permite a esta (o en definitiva a
sus accionistas) si el pasivo es superior al valor del activo, vender el activo al valor de la
deuda dándola por cancelada, será de P = 3.70 UM y la tasa de costo del endeudamiento
será del 10,10% anual en lugar del 5% anual (que recordemos era la tasa libre de riesgo).
semestre 1 al año
120
100
83,3333333
Cuadro 11
Como expresa el cuadro 11, si las cosas van bien y el activo “llega” a UM 120, se
efectúa la distribución y por efecto de la misma el activo remanente pasa a UM 100 y puede
llegar a 120 UM si el segundo semestre es bueno y o 83.33 UM si es malo.
Cr. Gustavo Delfor Muñoz – Profesor Titular‐ Contabilidad VII – Análisis de Estados Contables – FCE ‐ UNLP
44
100
83,3333333
69,4444444
Cuadro 12
Como muestra el cuadro 12 por su parte los resultados no cambiarían respecto a la
situación original si un primer semestre malo es sucedido por otro también malo.
Más allá de cuales sean las probabilidades asociadas, queda claro que si no se
fija un covenant que prohíbe las distribuciones, la situación será peor que en el caso
base modificado. Ahora hay dos eventos en los cuales hay default (áreas sombreadas
en verde de los dos cuadros 11 y 12 anteriores) en lugar de uno. Una cláusula covenant
que prohíba realizar distribuciones hubiera impedido la posibilidad de que el
escenario del cuadro 11 ocurra.
CONCLUSIÓN:
La conclusión que deja este anexo, para el lector es que el diferencial entre la tasa
libre de riesgo y la tasa a la que el acreedor está dispuesto a otorgar financiación, llamada
prima de riesgo, es equivalente al valor de la prima de una opción de venta emitida por los
acreedores y comprada por la empresa (a favor en definitiva de sus accionistas). Dicha
opción depende en su valor de los mismos elementos que cualquier opción y muchas de las
cláusulas covenant (en especial insistimos aquellas destinadas a proteger el crédito)
pueden ser entendidas claramente como cláusulas restrictivas que tratan de mantener
los valores de las variables que definen el “precio de la opción” dentro de los
parámetros tenidos en cuenta originariamente. Esto permitirá que el acreedor asuma
riesgos, pero que el riesgo que transmite a través de la sobretasa que carga por sobre
la tasa libre de riesgo, responda a lo que analizó en el momento de otorgar
financiamiento y no a maniobras o acciones de los deudores o en su caso a hechos del
príncipe (recordemos el caso de los withholding tax descripto oportunamente) que
terminen en transferencias de riqueza no deseadas a favor de los deudores.
Cr. Gustavo Delfor Muñoz – Profesor Titular‐ Contabilidad VII – Análisis de Estados Contables – FCE ‐ UNLP
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BIBLIOGRAFÍA:
Cr. Gustavo Delfor Muñoz – Profesor Titular‐ Contabilidad VII – Análisis de Estados Contables – FCE ‐ UNLP
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