Estudios Bíblicos – Como Crecer en el Conocimiento
Publicado por calithos en noviembre 12th, 2009
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Estudios Bíblicos – Como Crecer en el Conocimiento
Título: Cómo crecer en el conocimiento.
Verdad central: Los creyentes deben esforzarse por crecer en el conocimiento de
Dios.
Texto áureo: “Estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del
conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.” Filipenses 3:8.
Trasfondo bíblico: Proverbios 2:3-6; Juan 14:26; 15:26; 16:13,14; Hechos 15:1-
32; 17:10-12; 18:24-28; 1 Corintios 2:12-16
Bosquejo
I. Aprenda de la Biblia
A. En busca del tesoro escondido.
B. Búsqueda diaria.
II. Aprenda del Espíritu Santo
A. Enseñados por el Espíritu
B. Revelado por el Espíritu
III. Aprenda de los demás
A. De modo colectivo
B. De modo individual
Objetivo
Descubrir cómo crecer en el conocimiento espiritual y aplicarlo.
Introducción
El profeta Daniel anunció que “la ciencia se aumentará” (Daniel 12:4). El siglo
veinte es sin duda un cumplimiento de esa profecía.
Considere cuántas cosas han cambiado como resultado de ese aumento de
conocimiento. Hemos ido desde el caballo y la carreta hasta los aviones, los trenes
y los automóviles. Hemos pasado de las máquinas de escribir a las computadoras.
El rayo láser se ha convertido en un poderoso agente sanador. Las personas
tienen la comodidad de los aparatos domésticos y podemos recibir la noticia
cuando ocurre en cualquier parte del mundo mediante la televisión por satélite.
La avanzada atención a la salud ha extendido el promedio de vida de los seres
humanos. El trasplante de órganos ha llegado a ser cosa de todos los días; la
reproducción asexual, una realidad.
Considere lo que no ha cambiado como resultado de ese aumento de
conocimiento. Sigue habiendo guerras. Las personas parecen volverse cada vez
más pecadoras. El centro moral del mundo parece que se ha salido de su centro
A pesar de todo eso, el evangelio no ha cambiado. La verdadera satisfacción en
la vida sólo resulta mediante el conocimiento de Jesucristo como el Salvador y
Señor personal de uno. Esta semana estudiaremos cómo crecer en el conocimiento
espiritual y cómo aplicarlo.
Comentario Bíblico
I. Aprenda de la Biblia (Proverbios 2:3-6)
A. En busca del tesoro escondido
Imagínese un típico domingo por la mañana en su hogar. La familia se está
preparando para asistir al culto de la iglesia cuando se oye el grito: “¿Han visto
mi…?” Por lo general la madre es quien dice dónde están todos los artículos
perdidos. Entonces se oye el grito: “¡No lo veo aquí!” La madre va de inmediato
al lugar y señala que el artículo está precisamente allí donde ella dijo que estaba.
Lo que sigue es el regaño: “Tienes que buscarlo.”
El libro de Proverbios también trata sobre la necesidad de buscar. En este caso
no se trata de un zapato perdido ni de la revista de Escuela Dominical, sino del
conocimiento de Dios.
Proverbios 2:3-6 nos habla de la necesidad y los beneficios de buscar y
encontrar el conocimiento de Dios. Salomón empleó varios verbos de acción para
indicar la vehemencia del deseo que debemos tener al buscar ese conocimiento.
Lo comparó con la búsqueda de metales preciosos o de un tesoro escondido.
Los beneficios que se reciben son una relación personal con Dios y una
comprensión de lo que significa temerle. Ese temor más que tener miedo es sentir
reverencia y profundo respecto al reconocer la santidad de Dios.
¿Dónde se busca para hallar ese tesoro? “Escudriñad las Escrituras; porque a
vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan
testimonio de mí” (Juan 5:39). La verdad se encuentra en la Biblia, la Palabra de
Dios. Si estudiáramos las Escrituras con la fidelidad con que algunos siguen
ciertos programas de televisión, tendríamos gran galardón (Salmo 19:11).
Dios ha querido revelársenos mediante la Palabra escrita. Ella permite que
conozcamos su carácter y nos dice cómo podemos tener una relación personal con
Él.
B. Búsqueda diaria
El apóstol Pablo conocía el valor de la Biblia para llevar a las personas a un
conocimiento de Dios. En Tesalónica, él discutía con los judíos respecto a
Jesucristo “por medio de las Escrituras” (Hechos 17:2,3). Muchos creyeron de
entre los judíos y los gentiles. Sin embargo, algunos de los judíos que no creían
formaron tal alboroto que los creyentes enviaron de inmediato a Pablo y a Silas
rumbo a Berea.
Los judíos de la sinagoga de allí reaccionaron de manera diferente que los de
Tesalónica. Se les describe como “más nobles” (v. 11).
Pregunta: ¿Por qué se les llamó a los bereanos más nobles que los de
Tesalónica?
Esas personas anhelaban la verdad. Deseaban saber lo que decía la Biblia.
Había receptividad con la determinación de descubrir la veracidad de la
enseñanza de Pablo. Esa no era una actividad ociosa ni un pasatiempo. Ellos
“escudriñaron cada día las Escrituras” (v. 11).
La mayoría de las personas no considerarían el pasar un prolongado espacio de
tiempo sin comer. Muchos hallan difícil incluso el dejar de merendar. Pero
¿cuánto tiempo pasa sin que nos alimentemos de la Palabra de Dios?
La Biblia se compara a sí misma con el alimento.
Pregunta: ¿Cuáles son algunos ejemplos de cómo la Biblia se compara a sí
misma con el alimento?
Jesús le recordó al diablo que no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda
palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4:4). El salmista la describe como más
dulce que la miel (Salmo 19:10). Hebreos 5:12-14 se refiere a ella como leche y
como alimento sólido. La leche es para el nuevo cristiano, que es “inexperto en la
palabra de justicia” (v. 13). El alimento sólido es para los que han alcanzado
madurez, los que “por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento
del bien y del mal” (v. 14).
La importancia de dedicar tiempo diariamente en las Sagradas Escrituras se ve
en el efecto eficaz que tiene en la vida de uno. Lucas mencionó el resultado del
estudio diligente que los bereanos hicieron de las Escrituras: creyeron muchos de
ellos (Hechos 17:12).
La Palabra de Dios también “discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón” (Hebreos 4:12) y nos permite distinguir el bien del mal (5:14). El Salmo
19 afirma que la Palabra convierte el alma, hace sabio al sencillo, alegra el
corazón, alumbra los ojos y advierte del error (w. 7-12). Aprendamos de la Biblia
mientras buscamos sus tesoros escondidos en la diaria esperanza de hallar el
conocimiento de Dios (Proverbios 2:4,5).
II. Aprenda del Espíritu Santo (Juan 14:26; 15:26; 16:13,14)
A. Enseñados por el Espíritu
Dios no nos deja solos en nuestro estudio de las Escrituras. Dios da ayuda por
medio de la persona y la obra del Espíritu Santo.
El Evangelio según San Juan presenta muchas de las enseñanzas de Jesús
respecto al Espíritu Santo. Jesús se refiere al Espíritu con diferentes nombres,
entre ellos el “Consolador” (Juan 14:26) y el “Espíritu de verdad” (15:26). El
Consolador es alguien que va a nuestro lado para ayudarnos. Lo envía Jesucristo
desde la presencia del Padre para ayudarnos a crecer espiritualmente en el
hombre interior (Efesios 3:16).
Como el Espíritu de verdad, El guía a los creyentes a toda la verdad (Juan
16:13). Él es nuestro Maestro. Nuestros textos de estudio revelan lo que Él enseña.
Enseña la Biblia, ayudándonos a recordar “todo lo que yo os he dicho” (14:26).
También nos enseña acerca de Jesucristo, dando testimonio de que Cristo es el
Señor (15:26; 1 Corintios 12:3).
Lo que ha de venir —los acontecimientos futuros— también forman parte de su
dirección a toda la verdad. Los ejemplos bíblicos de esa obra del Espíritu son:
Simeón sabía que no moriría hasta que viera al Mesías (Lucas 2:26) y Agabo
profetizó una hambruna (Hechos 11:28).
Juan 16:14 afirma que el Espíritu “tomará de lo mío [de Jesús], y os hará
saber”. Esos dones del Espíritu mencionados a menudo como dones de
conocimiento son un medio para eso. Mediante la palabra de sabiduría, la
palabra de ciencia y el discernimiento de espíritus, el Espíritu puede revelarles la
verdad a los creyentes, dándoles dirección e instrucción para adorar y servir a
Dios.
B. Revelado por el Espíritu
Pablo habla de la obra del Espíritu Santo en la revelación de lo que “Dios ha
preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9,10).
Pregunta: ¿Qué ha preparado Dios para quienes lo aman?
Ante todo, este versículo se refiere a la salvación que nos ha dado Dios. Pero en
cierto sentido todo lo que recibimos es un don de la gracia de Dios. En realidad, el
Espíritu nos revela lo que Dios nos ha concedido (v. 12).
El hombre natural, el hombre que tiene el espíritu del mundo, no puede
entender lo que viene del Espíritu de Dios (v. 14). Jesús dijo eso cuando le enseñó
a Nicodemo acerca de la necesidad de nacer de nuevo para poder ver el reino de
Dios (Juan 3:3). Habló de la necesidad de nacer del Espíritu, haciendo un
contraste de lo natural con lo espiritual. “Lo que es nacido de la carne, carne es; y
lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (v. 6). Cuando nacemos de nuevo al
creer en Jesucristo como Salvador, nacemos del Espíritu.
Hablándoles a los romanos de la obra del Espíritu, Pablo les recordó que no
vivían “según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios”
moraba en ellos (Romanos 8:9). Esa vida interior del Espíritu revela y da
testimonio de nuestra adopción como hijos de Dios (w. 15,16).
Esa obra del Espíritu Santo en nuestra vida nos deja con una obligación: dar
muerte a las obras de la carne mediante el poder del Espíritu (w. 12,13). Otros
pasajes se refieren a ese conflicto entre la carne —nuestra naturaleza pecaminosa
— y el Espíritu.
Es importante que reconozcamos el don admirable que Dios nos ha dado como
creyentes en la persona del Espíritu Santo. El Espíritu Santo participa en
llevarnos a un conocimiento salvador de Jesucristo, al ayudarnos a llevar una
vida santa que agrade a Dios, al capacitarnos para el servicio a Dios y al
revelarnos lo que Dios nos ha concedido. Dios quiera que estemos dispuestos a
aprender del Espíritu Santo.
III. Aprenda de los demás (Hechos 15:1, 2,6)
A. De modo colectivo
Pregunta: ¿Cuál es el valor de reunirse en un ambiente de grupo, como el de la
Escuela Dominical, para aprender?
Uno de los beneficios más evidentes es que hay una gran fuente de recursos de
los que podemos aprender, tales como el conocimiento de las Escrituras y la
sabiduría espiritual sacada de las experiencias de la vida. ¿Cuan a menudo
creemos que nunca nadie más se ha enfrentado a las pruebas o las luchas de la
vida a las que nos enfrentamos nosotros? En un ambiente de aprendizaje de
grupo, aprendemos que otros han pasado por circunstancias parecidas. Nos
alientan al contarnos cómo Dios los ayudó en sus luchas.
La iglesia de Antioquia afrontaba una situación difícil. Tenía que hallar
respuestas a las preguntas “¿Cómo se salva una persona?” y “¿Cuál es la relación
del creyente con la ley?”
La iglesia de Antioquia había nacido como resultado de la persecución que
siguió al apedreamiento de Esteban (Hechos 11:19). Al principio se les predicó el
evangelio solamente a los judíos. Después se les predicó a los gentiles y gran
número creyó (v. 21). Por lo tanto, la iglesia de Antioquia fue una de las primeras
congregaciones de judíos y gentiles.
Algún tiempo después algunos hombres de Judea llegaron a Antioquia
enseñando que la circuncisión y la obediencia a la ley eran necesarias para la
salvación (15:1,5). Pablo y Bernabé tuvieron “una discusión y contienda no
pequeña con ellos” (v. 2). Se decidió que el asunto se llevara ante los apóstoles y
ancianos de Jerusalén.
Hubo bastante polémica. Se oyeron los informes de Pedro, de Pablo y de
Bernabé. Jacobo presentó las Escrituras que trataban esos asuntos. Por último se
llegó a una decisión. “Ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no
imponeros [a los creyentes gentiles] ninguna carga más que estas cosas
necesarias” (v. 28).
Toda la Iglesia aprendió que Dios salva a todas las personas mediante la gracia
únicamente (w. 9,11). También se determinó que, por causa de la comunión con
los creyentes judíos, los gentiles debían abstenerse “de lo sacrificado a los ídolos,
de sangre, de ahogado y de fornicación” (v. 29).
A Pablo y a Bernabé se les envió de vuelta a Antioquia con una carta del concilio
en Jerusalén. La iglesia de Antioquia leyó la carta y se regocijó por su mensaje
consolador (véase v. 31).
Dios nos ha puesto en un cuerpo de creyentes para que aprendamos los unos de
los otros. Hebreos 10:25 indica que, cuando nos reunimos, debemos alentarnos los
unos a los otros.
B. De modo individual
Aunque podemos aprender de los demás en un ambiente colectivo. Dios también
nos da oportunidades de aprender de modo individual. Un ejemplo de eso es
Apolos (Hechos 18:24-28). Apolos fue a Éfeso y comenzó a hablar acerca de las
cosas del Señor, “aunque solamente conocía el bautismo de Juan” (v. 25). Al oírlo,
Aquila y Priscila invitaron a Apolos a que fuera a su casa, y le enseñaron
plenamente la verdad respecto a Jesucristo. Es evidente que aceptó esa
enseñanza, como se ve en su ministerio en Acaya (v. 28).
Pregunta: ¿Cómo ha usado Dios a las personas para enseñarle?
Los creyentes deben esforzarse por crecer en d conocimiento de Dios. Muchas
veces Dios enviará a alguien que nos estimule en nuestro andar con Cristo, que
nos dé un mensaje de aliento o que ore por nosotros.
Así como Dios envía tales personas para ayudarlo a usted, pídale que lo use a
usted para ayudar a otros.
Aplicación
Se dice que nadie está inmóvil en el camino de la vida. Suponiendo que eso sea
cierto, ¿en qué dirección va usted? ¿Halla que está creciendo en el conocimiento
de Dios y en las cosas de Dios? Resuélvase hoy a ser un verdadero discípulo de
Cristo.