[go: up one dir, main page]

0% encontró este documento útil (0 votos)
20 vistas7 páginas

Arquitectura Del Siglo XIX

El siglo XIX en arquitectura se caracteriza por el historicismo y eclecticismo, donde se revive estilos pasados y se mezcla diferentes estilos en una misma obra. La Revolución Industrial introduce nuevos materiales como el hierro y el acero, permitiendo la construcción de edificios funcionales y altos, como los rascacielos en Chicago. El modernismo, que surge a finales de siglo, busca una estética orgánica y decorativa, siendo Antoni Gaudí una figura destacada en este movimiento.

Cargado por

Michel Ramírez
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
20 vistas7 páginas

Arquitectura Del Siglo XIX

El siglo XIX en arquitectura se caracteriza por el historicismo y eclecticismo, donde se revive estilos pasados y se mezcla diferentes estilos en una misma obra. La Revolución Industrial introduce nuevos materiales como el hierro y el acero, permitiendo la construcción de edificios funcionales y altos, como los rascacielos en Chicago. El modernismo, que surge a finales de siglo, busca una estética orgánica y decorativa, siendo Antoni Gaudí una figura destacada en este movimiento.

Cargado por

Michel Ramírez
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 7

LA ARQUITECTURA DEL SIGLO XIX

1. Historicismo y eclecticismo

La arquitectura neoclásica fue indiscutible protagonista del primer


tercio del siglo XIX, pero aún había mucho que construir y muchas
ideas que desarrollar. Durante este siglo se van a poner las bases
sobre las que habrá de crecer la arquitectura del siglo XX. En un
principio aparecerán los “revivals”, esto es, la resurrección de estilos
ya desaparecidos; como solución adoptada por el arquitecto del
momento que se encuentra ante el gran dilema de hallar el estilo
apropiado a todos los cambios que se habían producido. La
mentalidad romántica vuelve los ojos al pasado, pero en este caso,
el punto de referencia no va a ser solamente el mundo clásico, sino
la Edad Media. A esto hay que unir los mundos lejanos y exóticos
que se conocieron gracias al colonialismo. Lo exótico para el
hombre romántico representa lo pintoresco, un concepto que se
manejará con bastante frecuencia.
La exaltación nacionalista es otro de los motivos por los que el
arquitecto del siglo XIX ahonda en el pasado para encontrar el estilo
que mejor caracteriza a un pueblo, el modelo nacional. Así es como
surgen el Neogótico, el Neorrománico o el Neomudéjar, entre otros
muchos estilos que se unen al Neoclasicismo de principios de siglo.
Esto supuso una investigación y una reflexión sobre los mismos, la
verdadera valoración de estilos que hasta el momento habían sido
prácticamente ignorados y despreciados.
De esta forma, la arquitectura de la primera mitad del siglo XIX
estará centrada fundamentalmente entre dos de estos “neo”, en
concreto en el debate entre el clasicismo y el goticismo. Se trata de
dos posturas, en principio irreconciliables desde el punto de vista
formal, pero que presentan un: aspecto en común: ambas realizan
una lectura lo más purista posible de los estilos que les sirven de
inspiración. Londres es un magnífico ejemplo de la coexistencia de
ambas tendencias. En la década de los años 40 coincidían en la
ciudad la finalización de la fachada sur del British Museum a cargo
de Robert Smirke (1780-1867) en una línea de clasicismo neogriego, y
el inicio de la construcción de las Casas del Parlamento de Charles
Barry (1795-1860) y Augustus W. Pugin (1812-1852) (25), máxima
expresión del neogótico inglés.
Junto al “revival” debemos hablar de “eclecticismo”, consistente en
mezclar diferentes estilos en una misma obra en un intento de
fusionar lo mejor o lo más representativo de cada uno de ellos. Este
proceso se afianzará coincidiendo con la mitad del siglo XIX. Los
estilos del pasado no se siguen ya de forma aislada, purista, sino que
se combinan sus formas en función de las necesidades y en un
mismo edificio. Nace así el “Eclecticismo”, la más extendida e
influyente forma de entender la arquitectura de todo el siglo XIX.
En el triunfo y difusión del Eclecticismo resultó fundamental la
intervención urbanística dirigida por barón Haussmann en París. Con
tal motivo fue preciso llevar acabo un enorme esfuerzo constructivo
que, teniendo en cuenta el impulso oficial y centralizado, logró una
gran coherencia. A partir de la arquitectura francesa anterior y de la
reinterpretación de los estilos históricos se definió una manera de
construir a veces denominada “Estilo Imperio”, del que derivará gran
parte del gusto posterior. Se trata de una arquitectura sólida,
colorista y variada, en la que prima la libertad de inspiración. Tal vez
su obra más significativa fuera en este sentido la Opera de Paris
(1825-98) de Garnier [comentarla].

2. Los nuevos materiales y el camino hacia una nueva


arquitectura

Superadas las primeras décadas del siglo XIX, la arquitectura, hasta


entonces centrada en el debate entre neoclasicistas y neogoticistas,
se encuentra ante retos para los que no tiene fácil respuesta.
El problema fundamental consiste en tratar de dar satisfacción a las
nuevas necesidades constructivas planteadas por la sociedad
industrial y el fuerte crecimiento de la población. Surgen tipologías
como las grandes fábricas, las estaciones de ferrocarril o los recintos
para las muestras comerciales, para los que no hay precedentes
históricos. Los arquitectos se encuentran entonces entre la
posibilidad de adecuar las formas del pasado a las nuevas
edificaciones o plantearlas a partir de lenguajes completamente
nuevos.
En general, se optó por una posición intermedia, siguiendo al más
prestigioso de los teóricos y arquitectos del momento, Eugene-
Emmanuel Viollet-le-Duc (1814-1879), quien simultanea su
admiración por las formas góticas, con la defensa de la utilización
de las nuevas tecnologías y materiales propiciados por la Revolución
Industrial. En ambos planteamientos encuentra un elemento común
que convertirá en el referente de su obra y en el de buena parte de
los arquitectos del siglo XIX: la racionalidad constructiva.
En este sentido el hierro se convertiría en elemento de referencia. La
Revolución Industrial hizo posible su fabricación masiva y
económica, y su transporte hasta cualquier punto geográfico,
abriendo unas inmensas posibilidades de empleo en la edificación.
En principio fueron los ingenieros los que supieron apreciar las
ventajas que ofrecía este material y comenzaron a utilizarlo sobre
todo en la construcción de puentes. Los inicios fueron tímidos,
empleando el hierro casi como si se hubiera tratado de piedra. Sin
embargo, pronto se plantean soluciones más arriesgadas y se aplicó
el hierro a la propia arquitectura, avanzándose por el camino de las
nuevas posibilidades estéticas de este material. La madurez llegaría
a partir de la segunda mitad del XIX con las “Exposiciones
Universales”, comenzando por la de Londres en 1851 (Cristal Palace
de Joseph Pastón) y culminando en la de París de 1889 (Galería de
las máquinas y Torre Eiffel)

Las características más importantes son las siguientes:

• El material que utilizan es el hierro, hierro colado, de gran


consistencia, más elástico indicado para soportes de gran
carga. Desde 1845 se impone el acero de producción
industrial y se generaliza el uso del cristal. En los revestimientos
de los muros se utilizan materiales tradicionales (mampostería,
ladrillo, piedra,..)
• Los muros son simples cerramientos de los edificios sin otra
función ya que la carga está sustentada por un armazón
interno. Los soportes aislados suelen ser columnas de fundición
trabajadas como las clásicas y pies derechos de hierro
laminado más resistente para cargas de gran empuje o
construcciones amplias.
• Las cubiertas son techumbres de armazón metálico de
diferentes formas o bóvedas metálicas cubiertas con láminas
de cristal, teja o pizarra.
• La decoración hecha en metal es casi inexistente pero
aparece a menudo otra decoración de materiales
tradicionales en los revestimientos externos.
• En el espacio interno aporta un nuevo concepto espacial de
extensión indefinida, amplia, despejada y luminosa. Muestra
respeto por la simetría, proporción y armonía pero no teoriza
sobre esto.
• Se centró en la construcción de edificios acordes con los
nuevos tiempos: puentes, fábricas, invernaderos, estaciones
de ferrocarril, mercados, edificios para exposiciones, lo que
significa el nacimiento de nuevas tipologías. Creó una nueva
tradición constructiva que se ajusta al principio de que la
forma sigue a la función. Se impone lentamente a mediados
del XIX con sus innovaciones: construcción en esqueleto que
permite edificar en altura, las paredes de vidrieras casi
continuas, la planta libre y origina una nueva visión
arquitectónica
3. El utilitarismo norteamericano como origen de la nueva
arquitectura moderna: la Escuela de Chicago

A finales del siglo XIX se observa un paulatino rechazo a las obras de


tipo historicista, especialmente en Estados Unidos. Este país, y
concretamente la ciudad de Chicago, se convirtió en el pionero de
la auténtica arquitectura utilitaria y racionalista, necesaria en unas
ciudades en que el desarrollo industrial y el rápido crecimiento
poblacional exigían soluciones rápidas y económicas a las nuevas
necesidades. Contaban, además, con la ventaja de poder edificar
sin tener forzosamente como referencia las construcciones del
pasado. Era más valorada la racionalidad que el esteticismo de un
arte pasado y lejano.
A mediados de siglo, Chicago se había convertido en el centro del
comercio de EE.UU. y su población crecía vertiginosamente. Tras el
incendio de 1871, que arrasó gran parte de sus edificios
administrativos y de sus viviendas, se hizo necesario reconstruir la
ciudad. Para ello, se desechó la madera y se utilizó desde entonces
hierro y hormigón armado para levantar oficinas, viviendas, hoteles y
almacenes. El nuevo Chicago se construyó con edificios que
empleaban los nuevos materiales, nuevas tecnologías y nuevos tipos
de edificios, que economizaban, al ser elevados en altura, un suelo
cada vez más caro, entre ellos destacarán los “rascacielos”.
Una serie de elementos comunes aparecen en buna parte de estos
arquitectos. Entre ellos: el uso de pilares de hormigón para los
cimientos; el armazón de hierro para las estructuras; la ampliación
de los ventanales que reducen los muros de carga; la reducción de
los elementos decorativos tradicionales (aunque se mantienen en
una estética Art Nouveau); la búsqueda de la máxima funcionalidad
en el edificio; y una nueva estética basada en los volúmenes
geométricos y el juego entre verticales y horizontales. El carácter
exterior del edificio debe emanar de la función interior.
Entre los estudios de arquitectos que se encargaron de su
reconstrucción destacaron los de William Le Baron (1832-1907), Henry
Richardson (1838-1886) y Louis Sullivan (1856-1924).
La gran aportación de Le Baron fue la utilización de las estructuras
en esqueleto (2) a partir de vigas de hierro en “I”, iniciando así el
método característico de construcción del siglo XX. El nuevo sistema
suponía que los muros dejaban de tener una función sustentante y
se convertían en muros cortina que simplemente cerraban el
edificio. Este proceso de edificación, posteriormente perfeccionado
con la combinación de acero y hormigón, unido a la aplicación del
ascensor de seguridad, hizo posible multiplicar la construcción en
altura. Los pisos superiores pasaron a ser los más valorados y se
resolvió en parte el problema del elevado valor del terreno.
Richardson y Sullivan (almacenes Carsons [comentarlo]) continuaron
la labor de Le Baron en la definición del rascacielos. El modelo más
habitual fue el de estructura triple de raíz clásica (base, fuste y
capitel), con fachadas reticulares cada vez más abiertas mediante
ventanales recortados sobre el muro. El nivel inferior, de finalidad
comercial, destacaba por su diafanidad. El edificio debía ser, ante
todo, práctico y, por tanto, responder a las necesidades para las
que fue concebido. Sullivan resumió este sentido utilitario con una
frase que está en el origen del Movimiento Moderno, la que afirma
que, en arquitectura, “la forma sigue a la función”.

4. El modernismo arquitectónico (Gaudí como comentario)

A caballo entre los siglos XIX y XX surge un estilo artístico fugaz pero
de gran intensidad, el Modernismo, transmisor de la herencia cultural
de siglo XIX y fundamento de muchas de las corrientes
arquitectónicas del XX. El modernismo es un fenómeno complejo
que se produce en las ciudades de aquellos países por donde se
alcanza un cierto desarrollo industrial. Pretende ser el reflejo de una
sociedad moderna y activa para hacer una ciudad alegre, nueva y
elegante frente al “feismo” de la ciudad industrial. La búsqueda de
la belleza aplicada a todos los órdenes de la vida. Será el estilo de
una rica y refinada burguesía de fin de siglo, la más preparada
social e intelectualmente.
A pesar de las diferentes interpretaciones y nombres que recibe en
los países en que se desarrolla, mantiene unas características más o
menos comunes:

• Es una arquitectura que se pretende global, pues el arquitecto


es también un diseñador que elabora los objetos de la casa
(puertas, chimenea, mobiliario). Para ello, busca un regreso al
trabajo artesano (importancia de la cerámica) frente a la
mecanización impersonal de la industria.
• En materiales junto con los tradicionales se utilizan el hierro y el
vidrio de forma constructiva y decorativa. Los nuevos
materiales se abren pues paso, incluso como protagonistas de
la propia fachada (Gaudí).
• Los muros tiene un modelado plástico y sinuoso con formas
caprichosas y los soportes son columnas, con aspectos de
tallos vegetales, y pilares de piedra con formas fantásticas.
• La decoración es un elemento importantísimo. Las superficies
curvas y la decoración floral y ondulaste dan forma a los
edificios y recubren los muebles y las paredes. Las algas
marinas, los lirios y los tulipanes, las mariposas, las vestiduras y
los largos cabellos femeninos se unen en una curiosa mezcla
con un sentido orgánico. Están realizadas en cerámicas,
relieves o vidrieras y el color es un elemento fundamental. Es la
naturaleza orgánica que se apodera del rigor de la ciudad.

Victor Horta es el pionero en Bélgica y en toda Europa. Su obra La


casa Tassel de Bruselas es la primera manifestación de este estilo.
En España, este estilo tendría un gran desarrollo, en concreto en
Cataluña. Su desarrollo industrial permite incluirla en las corrientes
artísticas europeas y "el modernisme" alcanza un desarrollo y una
vigencia mayores que en otros lugares, pues se prolonga hasta los
años veinte. Características del "modernisme" es el acento
neogótico de muchas de sus obras, consecuencia del nacionalismo
de la burguesía catalana que pretende encontrar en lo medieval un
esplendor modélico.
Entre los arquitectos del "Modernisme" estarían Lluís Domènech i
Montaner y Josep Puig i Cadafalch. Pero por encima de todos nos
encontramos con Antoni Gaudí.
Es el mejor y más creativo arquitecto de la época del Modernisme.
Su arquitectura es más audaz y libre de prejuicios técnicos y formales
que la de su tiempo y demuestra la capacidad de la arquitectura
como vehículo de expresión lírica, de no estar casi siempre limitada
por el utilitarismo y las tradiciones. Sus obras más importantes son:, La
reforma de la casa Batlló donde las paredes se ondulas, La casa
Milá, llamada también "la Pedrera", el parque Güell, y La Sagrada
Familia.

distintos producto de los nuevos materiales y de las nuevas


necesidades.

Escultura del XIX

(escultura neoclásica p. XIX Canova)

Mediados del XIX:

La brillantez, imaginación y calidad alcanzadas por la pintura


durante el siglo XIX no tuvieron paralelo en el caso de la escultura, a
pesar de que, sobre todo a partir de 1850, los escultores se
esforzarían en obtener efectos de luces y sombras a través del
tratamiento de las superficies, tanto de piedra como de metal o
arcilla, intentando conseguir un ilusionismo similar al pictórico.
La llegada del Realismo supone una renovación de la escultura en
cuanto a forma y contenido, si bien habrá que esperar hasta finales
de siglo para que se materialice su deslinde definitivo de la pintura y
se manifieste con un lenguaje nuevo y autónomo.
Hasta entonces, la escultura estaba mediatizada por su querencia a
los modelos del pasado y por su vinculación a intereses políticos y
propagandísticos. De este modo, su realización se veía limitada a la
exaltación de personajes ilustres, de héroes militares, de relevantes
políticos y de significados literatos o artistas, lo que propiciaba la
proliferación de monumentos conmemorativos y de homenaje. Unos
monumentos que cumplían tanto una función didáctica y
ejemplarizante como un fin decorativo, y cuya ubicación respondía
a programas urbanísticos y embellecedores de las ciudades.
Asimismo, la escultura florecería, con concesiones a la fantasía y a la
evocación sentimental, en los monumentos funerarios, cuya
importancia se vería multiplicada por la creación de grandes
cementerios en el extrarradio de las ciudades, fruto, a su vez, del
desarrollo de la moda del culto a los muertos. (Pensador de Rodin)

También podría gustarte