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Expediente #01751-2021-PA/TC, Lambayeque

El Tribunal Constitucional declaró improcedente la demanda de amparo interpuesta por Adela Socorro Ramírez Huancas, quien cuestionaba la falta de una prueba de ADN en un proceso de impugnación de paternidad. La decisión se fundamenta en que la recurrente obstaculizó la realización de dicha prueba y no asistió a las audiencias correspondientes. Además, se deja constancia de un fundamento de voto de la magistrada Ledesma Narváez sobre la naturaleza de los votos singulares en el contexto del caso.

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Expediente #01751-2021-PA/TC, Lambayeque

El Tribunal Constitucional declaró improcedente la demanda de amparo interpuesta por Adela Socorro Ramírez Huancas, quien cuestionaba la falta de una prueba de ADN en un proceso de impugnación de paternidad. La decisión se fundamenta en que la recurrente obstaculizó la realización de dicha prueba y no asistió a las audiencias correspondientes. Además, se deja constancia de un fundamento de voto de la magistrada Ledesma Narváez sobre la naturaleza de los votos singulares en el contexto del caso.

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EXP. N.

° 01751-2021-PA/TC
LAMBAYEQUE
ADELA SOCORRO RAMÍREZ
HUANCAS

RAZÓN DE RELATORÍA

Con fecha 24 de setiembre de 2021, la Sala Segunda del Tribunal Constitucional,


integrada por el magistrado Sardón de Taboada y con la participación de los
magistrados Espinosa-Saldaña Barrera y Ledesma Narváez, llamados
sucesivamente para dirimir la discordia suscitada por los votos singulares de los
magistrados Ferrero Costa y Blume Fortini, ha dictado el auto en el Expediente
01751-2021-PA/TC, por el que resuelve:

Declarar IMPROCEDENTE la demanda de amparo.

Se deja constancia de que la magistrada Ledesma Narváez ha emitido fundamento


de voto, el cual se agrega.

La secretaria de la Sala Segunda hace constar fehacientemente que la presente razón


encabeza el auto y que los magistrados intervinientes firman digitalmente al pie de
ella en señal de conformidad.

SS.

LEDESMA NARVÁEZ
FERRERO COSTA
BLUME FORTINI
SARDÓN DE TABOADA
ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA

Rubí Alcántara Torres


Secretaria de la Sala Segunda
EXP. N.° 01751-2021-PA/TC
LAMBAYEQUE
ADELA SOCORRO RAMÍREZ
HUANCAS

AUTO DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL

Lima, 24 de setiembre de 2021

VISTO

El recurso de agravio constitucional interpuesto por doña Adela Socorro Ramírez


Huancas contra la resolución de fojas 182, de 12 de marzo de 2021, expedida por
la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Lambayeque, que
declaró improcedente su demanda de amparo; y

ATENDIENDO A QUE

1. Mediante escrito presentado el 26 de julio de 2019 (f. 45) —subsanado


mediante escrito del 22 de agosto de 2019 (f. 113)—, doña Adela Socorro
Ramírez Huancas interpuso demanda de amparo solicitando la nulidad de las
siguientes resoluciones judiciales expedidas en el proceso de impugnación de
paternidad promovido en su contra por don Nemecio Tocto Cruz (Expediente
923-2013):

(a) Resolución 45, de 19 de julio de 2016 (f. 69), expedida por el Tercer
Juzgado de Familia de Chiclayo, que declaró fundada la demanda.
(b) Sentencia de vista de 31 de marzo de 2017 (f. 87), expedida por la
Primera Sala Especializada Civil del mismo distrito judicial, que
confirmó la Resolución 45.
(c) Sentencia casatoria de 24 de abril de 2018 (f. 95), expedida por la Sala
Civil Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la República
(Casación 2236-2017 Lambayeque), que declaró infundado su recurso
de casación y, en consecuencia, no casó la sentencia de vista.

2. Sostiene que se estimó la demanda subyacente sin que se hubiera practicado


una prueba de ADN y, por ello, denuncia la vulneración de su derecho
fundamental al debido proceso, así como del derecho de su hijo a la identidad.

3. El Primer Juzgado Especializado en lo Civil de Chiclayo de la Corte Superior


de Justicia de Lambayeque, mediante Resolución 2, de 6 de setiembre de
2019 (f. 114), declaró improcedente la demanda, tras considerar que las
resoluciones judiciales cuestionadas expresan las razones que sustentan sus
respectivos fallos estimatorios y que lo que en realidad pretende la recurrente
es el reexamen de lo resuelto en sede ordinaria.
EXP. N.° 01751-2021-PA/TC
LAMBAYEQUE
ADELA SOCORRO RAMÍREZ
HUANCAS

4. A su turno, la Segunda Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de


Lambayeque, mediante Resolución 9, de 12 de marzo de 2021 (f. 182),
confirmó la apelada por similares fundamentos.

5. Ahora bien, esta Sala del Tribunal Constitucional aprecia que, en estricto, la
recurrente cuestiona que don Nemecio Tocto Cruz haya sido vencedor en el
proceso de impugnación de paternidad subyacente, pese a que en él no se
practicó la prueba de ADN.

6. Sin embargo, se desprende de autos, que la recurrente formuló oposición a la


prueba de ADN y apeló la resolución que declaró infundada dicha oposición,
desestimación que fue finalmente confirmada por la Sala Superior (cfr.
sentencia de 19 de julio de 2016, fundamentos 15 y 22). Asimismo, la
recurrente no asistió a la audiencia de pruebas en la cual iban a tomarse las
muestras biológicas para la prueba de ADN, ni tampoco asistió a la primera
reprogramación de la prueba, ni a la segunda reprogramación (cfr. idem,
fundamentos 20, 25 y 31). Además de ello, formuló oposición a que la toma
de muestras se realice fuera del juzgado y apeló la resolución que declaró
infundada dicha oposición. Dicha desestimación fue finalmente confirmada
por la Sala Superior (cfr. idem, fundamentos 27, 29 y 33).

7. Dicha conducta procesal fue objeto de análisis en la sentencia de vista


también cuestionada, en la cual se concluyó que, si bien no se le podía obligar
a concurrir a la audiencia de pruebas, sí puede imponérsele las consecuencias
jurídicas de su conducta, esto es, estimando la demanda impuesta en su contra
(cfr. sentencia de vista de 31 de marzo de 2017, fundamentos 11 al 13). En
igual sentido se pronunció la Sala Suprema demandada al analizar la conducta
procesal de la ahora recurrente, por lo que estimó pertinente la aplicación del
artículo 282 del Texto Único Ordenado del Código Procesal Civil, según el
cual el juez puede extraer conclusiones en contra de los intereses de las partes
atendiendo a la conducta que estas asumen en el proceso, particularmente
cuando se manifiesta notoriamente falta de cooperación para lograr la
finalidad de los medios probatorios o con actitudes de obstrucción (cfr.
sentencia casatoria de 24 de abril de 2018, fundamento 12).

8. Siendo ello así, resulta evidente que, en el proceso subyacente, la conducta


procesal de la recurrente estuvo exclusivamente dirigida a impedir la
actuación de la prueba de ADN, pese a los múltiples requerimientos y
apremios impartidos. Por tanto, mal puede la recurrente denunciar en el
amparo que dicha prueba no se actuó, como si de un vicio se tratara, cuando
es ella misma la que impidió su actuación. Por consiguiente, carece de objeto
emitir un pronunciamiento de fondo sobre los hechos denunciados.
EXP. N.° 01751-2021-PA/TC
LAMBAYEQUE
ADELA SOCORRO RAMÍREZ
HUANCAS

9. Sin perjuicio de lo señalado, cabe destacar que el menor cuya filiación fue
impugnada en el proceso subyacente, según se desprende de autos, nació el 5
de mayo de 2002 (cfr. sentencia de 19 de julio de 2016, fundamento 39), es
decir, que a la fecha cuenta con diecinueve años de edad. Por esta razón, como
no corresponde en el presente caso invocar en su favor el principio de interés
superior del niño, se deja a salvo su derecho de acudir en vía de acción a la
jurisdicción ordinaria a fin de instar la restitución o resarcimiento que estime
pertinentes.

10. En consecuencia, en el caso de autos resulta de aplicación el numeral 1,


artículo 7 del Nuevo Código Procesal Constitucional.

Por estas consideraciones, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le


confiere la Constitución Política del Perú, con la participación del magistrado
Espinosa-Saldaña Barrera y la magistrada Ledesma Narváez —conforme a lo
dispuesto en la Resolución Administrativa 172-2021-P/TC—, llamados
sucesivamente para dirimir la discordia suscitada por los votos singulares de los
magistrados Ferrero Costa y Blume Fortini, y con el fundamento de voto de la
magistrada Ledesma Narváez, que se agrega,

RESUELVE

Declarar IMPROCEDENTE la demanda de amparo.

Publíquese y notifíquese.

SS.

LEDESMA NARVÁEZ
SARDÓN DE TABOADA
ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA
EXP. N.° 01751-2021-PA/TC
LAMBAYEQUE
ADELA SOCORRO RAMÍREZ
HUANCAS

FUNDAMENTO DE VOTO DE LA MAGISTRADA LEDESMA NARVÁEZ

Si en la votación de un caso concreto


un magistrado del Tribunal
Constitucional no se pronuncia sobre
dicho caso, entonces, en sentido
estricto, no ha votado, no administra
justicia y no está conociendo el caso en
última y definitiva instancia

En el presente caso, debo manifestar que coincido con el sentido del voto por el
cual se declara IMPROCEDENTE la demanda, por las mismas consideraciones
que ahí se exponen. Sin perjuicio de ello, debo manifestar que, de la revisión de
actuados en el presente caso, dejo constancia, respetuosamente, que los magistrados
Ferrero Costa y Blume Fortini están denominando “votos singulares” a decisiones
que no corresponden tener esa denominación dado que no se pronuncian sobre el
respectivo caso concreto.

Si un magistrado o una mayoría de magistrados se ha pronunciado en el sentido de


que la demanda del caso concreto es improcedente, entonces los votos singulares,
de haberlos, deben contraargumentar sobre esas razones de la improcedencia u otras
razones, pero siempre relacionadas a la pretensión del caso concreto.

Lo que no corresponde hacer es que el “voto singular” trate únicamente sobre


cuestiones incidentales, como aquella, si se debe convocar o no a una audiencia
pública, pero sin ninguna razón, ni una sola, sobre el específico caso concreto. Al
actuar de este modo no sólo se está desacatando el Reglamento Normativo del
Tribunal Constitucional o la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, sino
también a la Constitución.

Además, dejo constancia que con dicha forma de proceder se está desacatando
acuerdos del Pleno, que modificaron el Reglamento Normativo del Tribunal
Constitucional, respecto de la tramitación de los procesos de control concreto
dispuesta por el Nuevo Código Procesal Constitucional, pues se está dejando
resolver sobre el caso concreto en la respectiva vista de la causa.

Si los magistrados Ferrero y Blume, asumen que la expresión “vista de la causa”


del artículo 24 del nuevo código, sólo puede ser entendida como “audiencia
pública”, su decisión será respetable, pero de ninguna forma pueden incumplir el
Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional (artículo 11-C) que hoy
establece que la expresión “vista de la causa” puede realizarse sin audiencia pública
o con una posterior audiencia pública, y menos aún pueden incumplir la exigencia
EXP. N.° 01751-2021-PA/TC
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ADELA SOCORRO RAMÍREZ
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de pronunciarse sobre el caso concreto.

No sabemos qué razones tuvo el Poder Legislativo cuando elaboró el artículo 24


del Nuevo Código Procesal Constitucional (lo que de por sí es grave, pues, como
es de conocimiento público, no se dio una amplia deliberación pública previa al
dictado de dicho código). Lo cierto es que, una vez publicada una ley, ésta se
independiza de su autor.

¿Qué es lo que redactó el legislador en el artículo 24? Diremos que en uno de sus
extremos redactó la expresión “vista de la causa”. ¿Existe en el derecho procesal
diferentes tipos de “vista de la causa”? por supuesto que Si. Existe la “vista de la
causa con informe oral” y la “vista de la causa sin informe oral”. ¿Qué establece el
Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional sobre el particular? En el
artículo 11-C establece que en la tramitación de los casos siempre debe haber vista
de la causa y que en aquellos casos que requieran pronunciamiento de fondo se
realizará la respectiva audiencia pública.

¿Qué es lo deben hacer todos los magistrados del Tribunal Constitucional al


respecto? Cumplir el Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional. ¿Qué es
lo que están haciendo los dos magistrados del Tribunal Constitucional antes
mencionados? Están incumpliendo el Reglamento Normativo del Tribunal
Constitucional pues en las vistas de la causa no están votando en el caso concreto.

Seguidamente, amplio mis razones:

A. Sobre el uso inadecuado de la denominación “voto singular”

1. La Constitución establece en el artículo 139 inciso 8, como un principio de la


función jurisdiccional, el de “no dejar de administrar justicia” y en el artículo
202 inciso 2 que corresponde al Tribunal Constitucional “2. Conocer, en
última y definitiva instancia, las resoluciones denegatorias de hábeas corpus,
amparo, hábeas data, y acción de cumplimiento”.
A su vez, la Ley 28301, Orgánica del Tribunal Constitucional establece en el
artículo 5 que “En ningún caso el Tribunal Constitucional deja de resolver
(…) Los magistrados tampoco pueden dejar de votar, debiendo hacerlo en
favor o en contra en cada oportunidad (…)”.
El Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional establece en el artículo
8 que “(…) Los Magistrados no pueden abstenerse de votar, debiendo
hacerlo a favor o en contra en cada oportunidad (…)”.

2. En el presente caso, de acuerdo a la normatividad antes mencionada y


teniendo en consideración las posiciones de ambos magistrados, no estamos
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propiamente ante un voto singular. En ningún extremo de los denominados


“votos singulares” hay algún pronunciamiento sobre la pretensión contenida
en la demanda.
Tales decisiones únicamente tienen referencias a lo que consideran la
necesidad de que se realice lo que llaman una “audiencia de vista” y al
ejercicio del derecho de defensa, afirmando que dicho derecho sólo es
efectivo cuando el justiciable y sus abogados pueden exponer, de manera
escrita y también de modo oral los argumentos pertinentes. Sostienen también
que la expresión “vista de la causa” debe ser entendida como “audiencia
pública”.

3. Al respecto, pueden revisarse minuciosamente los denominados “votos


singulares” y en ninguna parte de estos hay alguna referencia al caso concreto,
a los argumentos del demandante o a la pretensión contenida en la demanda.
Si no existe dicho pronunciamiento entonces no se puede denominar voto
singular. En sentido estricto no han votado en el presente caso, no están
administrando justicia y no están conociendo el caso en última y definitiva
instancia. Hay una grave omisión en sus autodenominados “votos singulares”.
No están votando ni a favor ni en contra en cada oportunidad, como exige la
Ley Orgánica del Tribunal Constitucional y su Reglamento Normativo.
Simplemente, no están votando en el caso concreto.

4. Por lo tanto, entendiendo que los magistrados mencionados no han votado en


el presente caso, correspondería devolver el respectivo expediente para que
se emita el voto que corresponda. Sin embargo, dado que este expediente se
me ha remitido, por formar parte de otra sala, para que emita mi voto y así
completar los 3 votos necesarios para hacer sentencia en Sala, procedo a
pronunciarme para no perjudicar los derechos fundamentales de los
justiciables quienes requieren una atención con prontitud y celeridad por parte
del Tribunal Constitucional.

Lo expuesto no es impedimento para dejar expresa constancia sobre la


omisión de pronunciamiento sobre la pretensión concreta, sino también de su
desacato a un acuerdo del Pleno del Tribunal Constitucional, como lo
veremos en seguida.

B. Sobre el desacato a los acuerdos de Pleno del Tribunal Constitucional

5. El artículo 19.2 del Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional


establece como uno de los deberes de los Magistrados del Tribunal
Constitucional: “Cumplir y hacer cumplir su Ley Orgánica, el Nuevo Código
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Procesal Constitucional, el ordenamiento jurídico de la Nación y el presente


Reglamento”.

Asimismo, el artículo 11-C del referido cuerpo normativo establece lo


siguiente: “En los procesos de hábeas corpus, amparo, hábeas data y
cumplimiento, la vista de la causa es obligatoria. Si en la vista de la causa la
Sala considera que la demanda es improcedente, se resuelve en ese sentido
mediante auto, sin convocatoria a audiencia pública. También se resuelven
sin convocatoria a audiencia pública los recursos de agravio constitucional
a favor de la debida ejecución de la sentencia, las apelaciones por salto y las
quejas. Si en la vista de la causa la Sala considera que la demanda requiere
un pronunciamiento de fondo por parte suya, se notifica a las partes,
convocando a audiencia pública. Si en la vista de la causa la Sala considera
que la demanda requiere un pronunciamiento de fondo por parte del Pleno,
se notifica a las partes, convocando a audiencia pública. Los secretarios de
Sala están autorizados a suscribir los decretos de notificación de vistas de la
causa y de celebración de audiencias públicas”.

6. El mencionado artículo 11-C fue incorporado por el Artículo Quinto de la


Resolución Administrativa N° 168-2021-P/TC. Si bien el acuerdo de Pleno
que aprobó tal incorporación se produjo con el voto en contra de los
magistrados Ferrero Costa y Blume Fortini, ello en ningún modo justifica que
tales magistrados no acaten las disposiciones del Reglamento Normativo.
Una vez aprobada la reforma del Reglamento Normativo, es vinculante para
todos los magistrados, para los servidores y servidoras del Tribunal
Constitucional, así como los respectivos justiciables. Eso es lo que ordena
nuestro marco normativo y así se ha procedido con todas las reformas del
Reglamento Normativo.

7. El citado artículo 11-C del Reglamento (que no hace sino materializar lo


previsto en las citadas normas de la Constitución y Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional), contiene algunos mandatos normativos, como los siguientes:
1) “(…) Si en la vista de la causa la Sala considera que la demanda es
improcedente, se resuelve en ese sentido mediante auto, sin convocatoria a
audiencia pública (…)”.
De este extremo se desprende que, si los tres magistrados de la sala consideran
que la demanda es improcedente, deben resolverlo así. Ello exige un
pronunciamiento sobre el caso concreto;
2) “También se resuelven sin convocatoria a audiencia pública los recursos
de agravio constitucional a favor de la debida ejecución de la sentencia, las
apelaciones por salto y las quejas”. De este extremo se desprende la
exigencia un pronunciamiento sobre el caso concreto;
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ADELA SOCORRO RAMÍREZ
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3) “Si en la vista de la causa la Sala considera que la demanda requiere un


pronunciamiento de fondo por parte suya, se notifica a las partes,
convocando a audiencia pública”. De este extremo se desprende la exigencia
un pronunciamiento sobre el caso concreto;
4) “Si en la vista de la causa la Sala considera que la demanda requiere un
pronunciamiento de fondo por parte del Pleno, se notifica a las partes,
convocando a audiencia pública”. De este extremo se desprende la exigencia
un pronunciamiento sobre el caso concreto.

8. Todos estos supuestos exigen el pronunciamiento sobre la pretensión del caso


concreto. Eso es lo que dice el reglamento (y otras normas citadas) y lo que
debemos cumplir todos. Si un magistrado estima que debe emitir un voto
singular en cada uno de los 4 supuestos mencionados entonces dicho voto,
para ser considerado como tal, debe expresar las razones que estime
pertinente pero siempre vinculadas al caso concreto.

9. A modo de ejemplo sobre la adecuada forma de manifestar la discrepancia y


respeto de los acuerdos de Pleno (y otras normas citadas), debo recordar que,
en octubre de 2015, mediante Resolución Administrativa N° 138-2015-
P/TC, se modificó el artículo 10 del Reglamento Normativo del Tribunal
Constitucional en el sentido de exigir sólo 4 votos para aprobar un precedente.
Dicha modificatoria fue aprobada por 4 votos (magistrados Miranda Canales,
Blume Fortini, Ramos Núñez y Espinosa-Saldaña Barrera) y 3 votos en contra
(magistrados Urviola Hani, Ledesma Narváez y Sardón de Taboada). Pesé a
que voté en contra, en ninguna oportunidad me opuse a la nueva de regla de
votación que puso el Pleno pues era, es y será mi deber respetar y acatar el
Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional.

10. No quiero analizar en detalle la argumentación de los magistrados Ferrero y


Blume, sino tan sólo precisar que, conforme a la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el
derecho defensa no sólo se puede hacer valer mediante argumentos orales
sino también mediante argumentos escritos. La defensa puede ser escrita o
puede ser oral.

11. Si el legislador que dictó el Nuevo Código Procesal Constitucional puso en


el artículo 24 el texto “vista de la causa” y no puso “audiencia pública”, sus
razones habrá tenido, pero una vez publicada la ley, ésta se independiza de su
autor.
Si hoy dice “vista de la causa”, entonces no se puede forzar la interpretación
y obligarnos a entender que ello es lo mismo que “audiencia pública”.
Basta sólo revisar la normatividad procesal en el Perú para darnos cuenta que
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pueden haber vistas de la causa con audiencia pública y sin audiencia pública.
Así pues, el mandato expreso del legislador contenido en el artículo 24 del
Nuevo Código Procesal Constitucional es que los casos que lleguen al
Tribunal Constitucional tengan vista de causa, y eso es lo que se está
cumpliendo.
Por el contrario, resulta un exceso que se obligue a que estas causas tengan,
en todos los casos, vistas con audiencias públicas para que los abogados
puedan informar oralmente. Ello no ha sido previsto por el legislador.

12. Por ello, resulta preocupante que se desacate no solo los acuerdos adoptados
en mayoría por el Pleno del Tribunal Constitucional, sino también el mandato
expreso del propio legislador (entre otras normas citadas), generando votos
que no contienen un expreso pronunciamiento sobre la pretensión del caso
concreto.

S.

LEDESMA NARVÁEZ
EXP. N.° 01751-2021-PA/TC
LAMBAYEQUE
ADELA SOCORRO RAMÍREZ
HUANCAS

VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO FERRERO COSTA

Con el debido respeto por la opinión de nuestros colegas magistrados,


emitimos el presente voto singular, pues consideramos que en el caso de autos
se debe convocar a audiencia pública.

Con la emisión de la Ley 31307, que regula el Nuevo Código Procesal


Constitucional publicado el viernes 23 de julio del presente año, se presentan
novedades interesantes e importantes, las cuales, como se expresa en la parte
final del texto de la exposición de motivos, se encuentran en concordancia con
las políticas de Estado del Acuerdo Nacional, específicamente en lo
relacionado con la plena vigencia de la Constitución, los derechos humanos, el
acceso a la justicia y la independencia judicial.

Entre las modificaciones más significativas podríamos mencionar la


prohibición de aplicar el rechazo liminar (artículo 6) y la obligatoriedad de la
vista de la causa en sede del Tribunal Constitucional (segundo párrafo del
artículo 24). Dicho texto señala lo siguiente: «(…) En el Tribunal
Constitucional es obligatoria la vista de la causa. La falta de convocatoria de
la vista y del ejercicio de la defensa invalidan el trámite del recurso de agravio
constitucional». Sobre este último punto y su alcance radica nuestro
desacuerdo con la resolución en mayoría.

En ese contexto, y como ya lo hemos reiterado desde que nos integramos al


Tribunal Constitucional en septiembre de 2017, a través de nuestro primer voto
singular emitido en el Expediente 00143-2016-PA/TC (publicado en la web
institucional www.tc.gob.pe con fecha 30 de noviembre de 2017), en relación
con el precedente vinculante Vásquez Romero, Expediente 00987-2014-
PA/TC, nuestro alejamiento, respecto a la emisión de una resolución
constitucional en procesos de la libertad sin que se realice la audiencia de vista,
se vincula estrechamente al ejercicio del derecho a la defensa, el cual solo es
efectivo cuando el justiciable y sus abogados pueden exponer, de manera
escrita y oral, los argumentos pertinentes, concretándose el principio de
inmediación que debe regir en todo proceso constitucional (fundamento 9 de
nuestro voto), y también conforme lo ordena el artículo III del Título
Preliminar del Nuevo Código Procesal Constitucional. Es decir que
copulativamente se deben presentar ambas maneras de exposición de alegatos.

Asimismo, debemos tener en cuenta que la Constitución Política del Perú, en


su artículo 202, inciso 2, prescribe que corresponde al Tribunal Constitucional
EXP. N.° 01751-2021-PA/TC
LAMBAYEQUE
ADELA SOCORRO RAMÍREZ
HUANCAS

«conocer, en última y definitiva instancia, las resoluciones denegatorias


dictadas en los procesos de habeas corpus, amparo, habeas data y acción de
cumplimiento». Esta disposición constitucional, desde una posición de franca
tutela de los derechos fundamentales, exige que el Tribunal Constitucional
escuche y evalúe los alegatos de quien se estima amenazado o agraviado en
alguno de los derechos fundamentales. Una lectura diversa contravendría
mandatos esenciales de la Constitución, tales como el principio de defensa de
la persona humana y el respeto de su dignidad como fin supremo de la sociedad
y del Estado.

Resulta relevante, en este punto, recordar que, como afirmó Raúl Ferrero
Rebagliati, «la defensa del derecho de uno es, al mismo tiempo, una defensa
total de la Constitución, pues si toda garantía constitucional entraña el acceso
a la prestación jurisdiccional, cada cual al defender su derecho está
defendiendo el de los demás y el de la comunidad que resulta oprimida o
envilecida sin la protección judicial auténtica». Así pues, lo constitucional es
escuchar a la parte como concretización de su derecho irrenunciable a la
defensa. Al mismo tiempo, el derecho a ser oído se manifiesta como la
democratización de los procesos constitucionales de libertad.

A mayor abundamiento, el Diccionario Panhispánico del Español Jurídico, en


el que participan importantes instituciones como la Real Academia Española,
la Cumbre Judicial Iberoamericana, la Asociación de Academias de la Lengua
Española, entre otras, define la vista como

Actuación en que se relaciona ante el tribunal, con citación de las


partes, un juicio o incidente, para dictar el fallo, oyendo a los
defensores o interesados que a ella concurran. Es una actuación oral,
sin perjuicio de su documentación escrita o por grabación de imagen
y sonido, y salvo excepciones, de carácter público (cfr.
https://dpej.rae.es/lema/vista ).

Por estos motivos, consideramos que en el caso de autos se debe convocar la


vista de la causa entendida como audiencia pública, lo que garantiza que el
Tribunal Constitucional, en tanto instancia última y definitiva, escuche a las
personas afectadas en sus derechos fundamentales; especialmente si se tiene
en cuenta que, agotada la vía constitucional, al justiciable solo le queda el
camino de la jurisdicción internacional de protección de derechos humanos.

S.

FERRERO COSTA
EXP. N.° 01751-2021-PA/TC
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VOTO SINGULAR DEL MAGISTRADO ERNESTO BLUME FORTINI,


OPINANDO QUE ANTES DE RESOLVERSE LA CAUSA DEBE
PREVIAMENTE CONVOCARSE A VISTA DE LA MISMA EN
AUDIENCIA PÚBLICA CON INFORME ORAL, EN CUMPLIMIENTO
DEL ARTÍCULO 24 DEL NUEVO CÓDIGO PROCESAL
CONSTITUCIONAL

Discrepo, muy respetuosamente, de lo decidido en la resolución de mayoría, en la


que, sin vista de la causa en audiencia pública dando oportunidad a las partes de
informar, como lo manda el segundo párrafo del artículo 24 del Nuevo Código
Procesal Constitucional, aprobado mediante la Ley 31307, se ha decidido declarar
IMPROCEDENTE la demanda, contraviniendo el claro mandato contenido en
dicha norma que transcribo a continuación, a pesar de que se trata de un mandato
de orden público y, por lo tanto, de inexcusable cumplimiento:

“En el Tribunal Constitucional es obligatoria la vista de la


causa, la falta de convocatoria de la vista y del ejercicio de
la defensa invalidan el trámite del recurso de agravio
constitucional”.

De esta forma, recurriendo a una interpretación restrictiva de la expresión “vista de


la causa” y abandonando el principio de interpretación pro homine que debe
orientar el accionar de todo juez constitucional, lo que en el fondo se ha hecho es
mantener la figura de la sentencia interlocutoria denegatoria, cuya aplicación
extensiva ha sido nefasta para miles de justiciables, desde que la misma empezó a
implementarse en el segundo semestre de 2014, pero esta vez bajo la forma de una
supuesta “vista de la causa” sin audiencia pública y sin posibilidad de informar para
las partes, afectando su derecho de defensa, pese a que la propia norma antes
transcrita sanciona con invalidación del trámite del recurso de agravio la falta de
convocatoria a las partes a vista de la causa en audiencia pública para que ejerzan
su derecho de defensa.

Desarrollo a continuación las razones de mi radical discrepancia con la resolución


de mayoría:

1. Conforme lo he dejado sentado en los miles de votos singulares que he


emitido desde que asumí el cargo de Magistrado del Tribunal Constitucional
en el año 2014, en los procesos constitucionales en los que he intervenido y
en los que se emitieron sentencias interlocutorias denegatorias, mediante las
cuales se efectuó una indebida aplicación extensiva, indiscriminada y
general del precedente Vásquez Romero, recaído en el Expediente 00987-
EXP. N.° 01751-2021-PA/TC
LAMBAYEQUE
ADELA SOCORRO RAMÍREZ
HUANCAS

2014-PA/TC, para rechazar miles de procesos constitucionales de tutela de


derechos, sin respetar los derechos del justiciable demandante, al punto de
que, inconstitucionalmente y transgrediendo el inciso segundo del artículo
203 de la Constitución Política del Perú (que establece claramente que el
Tribunal Constitucional conoce en última y definitiva instancia las
resoluciones denegatorias de habeas corpus, amparo, habeas data y
cumplimiento), se recalificaron los recursos de agravio constitucional ya
concedidos a los justiciables recurrentes y se los declaró improcedentes,
afectando sus derechos fundamentales, tales como el derecho a ser oído, el
derecho de defensa, el derecho a la pluralidad de instancias, el derecho al
debido proceso, el derecho a la tutela procesal efectiva, entre otros.

2. En tales miles de votos singulares dejé clara e inequívocamente precisado


que la decisión contenida en las resoluciones de mayoría, si se optaba por
dictar una sentencia interlocutoria invocando el precedente Vásquez
Romero y este fuera aplicable, no correspondía declarar improcedente el
recurso de agravio constitucional, sino entrar al fondo del asunto y evaluar
la pretensión contenida en la demanda, a los efectos de determinar si la
misma se encontraba dentro de los supuestos consagrados en dicho
precedente.

3. Así mismo, en los referidos votos singulares, al referirme al marco


constitucional y legal para acceder al Tribunal Constitucional como última
y definitiva instancia constitucional en la jurisdicción nacional, expresé los
siguientes fundamentos de mi posición, que ahora reitero:

3.1 Que la Constitución Política del Perú ha consagrado, en el inciso 2)


de su artículo 202, que el Tribunal Constitucional conoce, en última
y definitiva instancia, las resoluciones denegatorias dictadas por el
Poder Judicial en los procesos de habeas corpus, amparo, habeas data
y cumplimiento; habilitando de tal forma al demandante a acceder al
máximo órgano de la justicia constitucional, sin más condición que
este se halle ante una resolución denegatoria de segundo grado.

3.2 Que, complementando tal propósito habilitador de acceso al


Tribunal Constitucional, el entonces vigente Código Procesal
Constitucional en su artículo 18 reguló el recurso de agravio
constitucional a favor del demandante, como el instrumento
procedimental idóneo para impugnar la resolución denegatoria a su
pretensión dictada en segundo grado por el Poder Judicial, sea que
este haya declarado improcedente la demanda o que haya declarado
infundada la demanda, sin más requisito para su concesión y
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procedencia que se trate de una resolución denegatoria y que se


interponga dentro del plazo de diez días de notificada.

3.3 Que, ratificando esa línea habilitadora de acceso al Tribunal


Constitucional, el mismo código adjetivo constitucional había
introducido en su artículo 19 el recurso de queja por denegatoria de
recurso de agravio constitucional, el cual permitía al demandante
cuestionar ante el propio Tribunal Constitucional aquella resolución
dictada por el Poder Judicial que hubiese denegado o rechazado tal
medio impugnatorio, a fin que el Tribunal Constitucional haga una
revisión de la declaración de improcedencia cuestionada, en la línea
de brindar una mayor garantía al justiciable y, eventualmente,
rectificar la decisión a favor del demandante, si se detectaba que la
denegatoria careció de fundamento.

3.4 Que, por tanto, dentro de la lógica de la justicia finalista, amparista


y antiformalista que informaba el acceso al Tribunal Constitucional,
así como las instituciones procesales reguladas por el entonces
vigente Código Procesal Constitucional, no cabía establecer
requisitos de procedencia adicionales a los dos señalados y, menos
aún, sostener que al Tribunal Constitucional le compete determinar
la procedencia del recurso de agravio constitucional, salvo el caso de
su intervención residual vía queja por denegatoria del mismo para
procurar su concesión.

3.5 Que la concesión del recurso de agravio constitucional y, por tanto,


la calificación de su procedencia era una competencia del Poder
Judicial, ejercida a través de las Salas de sus Cortes Superiores
encargadas de conocer en segundo grado los procesos que nos
ocupaban, cuando hubiesen dictado resoluciones denegatorias a la
pretensión del demandante, por ser improcedente o infundada la
demanda, según el caso, que permitía acceder al Tribunal
Constitucional, a los efectos que, como última y definitiva instancia
(como instancia de grado), definiera la controversia.

3.6 Que, por tanto, una vez abierta la puerta de acceso al Tribunal
Constitucional vía la concesión del recurso de agravio
constitucional, lo cual significaba acceder a una instancia de grado,
que, además, es última y definitiva en la jurisdicción nacional, no
cabía que el Tribunal Constitucional calificara la procedencia o
improcedencia del citado recurso, por cuanto aquel venía ya
calificado y concedido por la segunda instancia judicial.
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3.7 Que el Tribunal Constitucional no tenía competencia para entrar a


dicha calificación y, si lo hacía, estaría volviendo a calificar, en
perjuicio del justiciable demandante un recurso ya calificado y
concedido; contrariando la lógica finalista, amparista y
antiformalista antes referida, y violentando su derecho de acceso a
la justicia constitucional especializada en instancia final y definitiva
en la jurisdicción interna. Más aún si la expedición de la sentencia
interlocutoria denegatoria se producía sin vista en audiencia pública.

3.8 Hago notar que el Nuevo Código Procesal Constitucional ha


mantenido los artículos 18 y 19 de su predecesor, pero numerándolos
como artículos 24 y 25, respectivamente.

4. De otro lado, en los citados votos singulares dejé aclarado que, si bien debía
procurarse la descarga, aquella debía hacerse sin desamparar, desguarnecer
ni abdicar, e hice hincapié en la correcta interpretación del precedente
Vásquez Romero, para lo cual esgrimí los siguientes fundamentos:

4.1 Que, en armonía con lo expresado, cualquier intento de descarga que


asumiera el Tribunal Constitucional si observaba que existían causas
manifiestamente improcedentes o infundadas, que debieron merecer
una descalificación desde un inicio, por no darse los supuestos
elementales que habilitaban la generación de un proceso
constitucional, no pasaba por descalificar el recurso de agravio
constitucional ya concedido, sino por emitir un pronunciamiento
desestimatorio, que indicara con toda precisión la razón que llevaba
a tal decisión; máxime si los supuestos a los que se refería el
fundamento 49 de la sentencia recaída en el Expediente 0987-2014-
PA/TC, no eran, dentro del contexto descrito, instrumentos de
rechazo de plano del recurso de agravio constitucional, que, como
tales, justificaran su improcedencia, sino situaciones que, de
presentarse, originaban una sentencia interlocutoria denegatoria por
carecer de sustento la pretensión contenida en la demanda, lo cual
implicaba necesariamente entrar al examen del fondo del asunto.

4.2 Que, además, cualquier intento de descarga procesal no debía olvidar


que cada caso era peculiar y merecía un análisis propio, prolijo y
detenido, para arribar a una decisión debidamente motivada y justa,
ajena a facilismos y apresuramientos, pues ello era una exigencia de
cumplimiento ineludible en la excelsa función de administrar la
justicia constitucional que tenía el Tribunal Constitucional, como
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garante final de la vigencia efectiva de los derechos fundamentales


y de la primacía normativa de la Constitución, y como última y
definitiva instancia en los procesos de la llamada jurisdicción de la
libertad, pues lo contrario colisionaría con el principio de
interdicción de la arbitrariedad.

4.3 Que, por lo demás, consideraba pertinente precisar que las causales
de rechazo que contemplaba el precedente contenido en la sentencia
recaída en el Expediente 00987-2014-PA/TC solo debían ser
entendidas con un criterio eminentemente restrictivo. Esto es, como
referidas única y exclusivamente a los cuatro supuestos que allí se
consignan y siempre que aparezcan en forma indiscutible e
indubitable. No así con un criterio de aplicación extensiva y, menos
aún, a otros supuestos de desestimación de la pretensión.

5. Por lo demás, en los mismos votos singulares dejé constancia del exceso
incurrido y de mi radical apartamiento de la forma de aplicación y extensión
del precedente Vásquez Romero, para cuyo efecto señalé:

5.1. Que, en ese contexto, resultaba un notable exceso pretender, como


ya venía ocurriendo en una buena cantidad de casos, que la totalidad
de causales de improcedencia de los procesos constitucionales
previstas en el entonces vigente Código Procesal Constitucional
(Cfr. artículos 4, 5 y 70, entre otros), fuesen subsumidas dentro de
los supuestos establecidos en el citado precedente, pues este último,
lo enfatizaba, fue concebido para casos muy excepcionales en los
que no hubiese duda alguna sobre su encuadramiento en tales
supuestos: para casos de notoria, indudable y grotesca
improcedencia, que habilitaban la desestimación de la pretensión sin
más trámite, de manera excepcional. No fue concebido con una
finalidad laxa, amplia y genérica, ni habilitadora de otras
situaciones; máxime si la decisión se emitiría sin más trámite. Se
trató de una figura de aplicación excepcional. No de aplicación
general. Y, lo aclaré, ese fue el motivo por el que acompañé la
propuesta, que lamentablemente fue desnaturalizada, como lo he
explicado precedentemente.

*
Carencia de fundamentación en la vulneración que se invoque, ausencia de trascendencia
constitucional en la cuestión de derecho planteada, contradicción a un precedente vinculante
emanado del Tribunal Constitucional y existencia de casos desestimatorios sustancialmente iguales.
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5.2 Que las consideraciones descritas me llevaban a sostener que,


adicionalmente a mi discrepancia por el uso equivocado que se venía
haciendo de la llamada sentencia interlocutoria denegatoria,
tampoco podía asumir como razonable y conforme a Derecho su
aplicación indiscriminada, extensiva y generalizada a toda causal de
improcedencia o de rechazo contemplada en el Código Procesal
Constitucional, omitiendo el trámite de vista en audiencia pública y
sin oír a las partes.

5.3 Que ello lesionaba el derecho al debido proceso, el derecho a la tutela


procesal efectiva y el derecho de defensa, entre otros, que estaban
reconocidos en el artículo 139, incisos 3 y 14 de la Constitución,
respectivamente, en los artículos 1 y 8 de la Convención Americana
de Derechos Humanos y en el artículo 4 del mismo entonces vigente
Código Procesal Constitucional; derechos que el Tribunal
Constitucional había desarrollado con amplitud en numerosas
sentencias dictadas antes del precedente Vásquez Romero, como el
derecho a la debida motivación de las resoluciones judiciales y sus
parámetros de medición.

5.4 Que frente a esas dos situaciones, la desnaturalización de la


aplicación del precedente Vásquez Romero y su indebida extensión
a todas las causales de improcedencia previstas en el entonces
vigente Código Procesal Constitucional, había llegado a la firme
convicción que debía dejar constancia de mi apartamiento de tales
formas de entender y aplicar dicho precedente, por lo que votaba en
el sentido que el Tribunal Constitucional debía dar trámite regular a
la causa, convocar a audiencia para la vista de la misma, oír a las
partes en caso solicitaran informar y admitir nuevas pruebas si estas
se presentaran, así como conocer y ameritar las argumentaciones que
esgrimieran en defensa de sus derechos, en un marco de respeto
irrestricto a su derecho de defensa, como última y definitiva
instancia que agotaba la jurisdicción interna, dejando aclarado que,
al no haberse emitido pronunciamiento sobre la pretensión, no podía
opinar sobre el fondo de la controversia, ya que la resolución de
mayoría, lesionando los antes aludidos derechos de la parte
demandante, se limitaba a declarar improcedente el recurso de
agravio constitucional.

6. Como consecuencia de la utilización de la inconstitucional figura de la


sentencia interlocutoria, en forma inédita en la historia del Tribunal
Constitucional, se rechazaron miles de causas que llegaban a él con recursos
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de agravio constitucional típicos concedidos a favor de los justiciables


demandantes, sin siquiera darles oportunidad de defenderse y de ser oídos,
violando flagrantemente, entre otros, sus derechos fundamentales a la
pluralidad de instancias, a la tutela procesal efectiva, a ser oído, a tener una
vista de causa en audiencia pública con plena garantía para que las partes y
sus abogados pudieran informar oralmente ante los señores Magistrados y
al debido proceso, entre otros.

7. Tan lesivo, inédito e insólito proceder, provocó un efecto dominó en las


instancias inferiores (Juzgados Especializados y Cortes Superiores
competentes del Poder Judicial), que optaron por el facilismo de rechazar
liminarmente las demandas de habeas corpus, amparo, habeas data y
cumplimiento, desconociendo el derecho de los demandantes y
desguarneciéndolos en una ola abdicante de justicia constitucional que
jamás se había visto en la historia del Tribunal Constitucional.

8. Frente a la magnitud del fenómeno de lesión de derechos, promovido y


protagonizado por el propio Tribunal Constitucional, en virtud de decisiones
de mayoría, que había abandonado en los casos en mención su rol
constitucional de máximo garante de la vigencia efectiva de los derechos
fundamentales, el Congreso de la República decidió aprobar mediante la
Ley 31307, publicada el 23 de julio de 2021, y vigente a partir del día
siguiente, 24 de julio, el Nuevo Código Procesal Constitucional, que entre
sus normas prohibió todo rechazo liminar y estableció la obligatoriedad de
vista de la causa en audiencia pública con informe oral ante el Tribunal
Constitucional con expresa convocatoria a las partes y garantía de ejercicio
de su derecho de defensa, bajo apercibimiento de anularse todo el trámite
del recurso de agravio efectuado ante su sede.

9. Es más, en ese nuevo marco normativo procedimental, se reiteró la


prevalencia del principio de inmediación entre los jueces constitucionales y
las partes del proceso. Esto, con la finalidad de procurar garantizar una
justicia constitucional finalista y tuitiva de los derechos fundamentales, así
como la fuerza normativa de la Constitución.

10. En efecto, hoy se aprecia que los artículos 12, 23, 24, 35, 64, 91 y 117 del
Nuevo Código Procesal Constitucional expresamente disponen la
obligatoriedad del desarrollo de vistas de causa en audiencias públicas en
los procesos de amparo, de habeas corpus, de habeas data y de cumplimiento
en todas sus instancias.

11. A ello, lo enfatizo, se suma la prohibición del rechazo liminar establecida


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en el artículo 6 del mencionado código adjetivo, que señala que “De


conformidad con los fines de los procesos constitucionales de defensa de
derechos fundamentales, en los procesos constitucionales de habeas corpus,
amparo, habeas data y de cumplimiento no procede el rechazo liminar de la
demanda”.

12. Ahora bien, es el caso que, pese a todo lo explicitado y a despecho de lo


establecido en el Nuevo Código Procesal Constitucional, por mayoría, como
lo he adelantado en la parte inicial del presente voto, este Colegiado
Constitucional ha decidido interpretar restrictivamente el mandato
contenido en el segundo párrafo de su artículo 24, para mantener los
alcances de la figura de la sentencia interlocutoria pero con otro ropaje,
ahora denominándola “vista de la causa” y diferenciándola de “audiencia
pública”, pese a que se deben entender como sinónimos en el sentido de
“vista de la causa en audiencia pública y con garantía de oportunidad de que
los justiciables y sus abogados puedan participar en ella e informar, en
ejercicio de su derecho de defensa”.

13. Al respecto, lo reitero, con relación al trámite de los denominados procesos


constitucionales de la libertad (habeas corpus, amparo, habeas data y
cumplimiento) se ha desconocido abiertamente el segundo párrafo del
artículo 24 del Nuevo Código Procesal Constitucional, que para mayor
ilustración vuelvo a transcribir:

“En el Tribunal Constitucional es obligatoria la vista de la


causa, la falta de convocatoria de la vista y del ejercicio de la
defensa invalidan el trámite del recurso de agravio
constitucional”.

14. De dicha norma legal se desprende con toda claridad lo siguiente:

14.1. Que la vista de la causa ante el Tribunal Constitucional es


obligatoria;

14.2. Que la falta de convocatoria a la vista de la causa invalida el trámite


del recurso de agravio constitucional; vale decir, que anula todo lo
actuado ante el Tribunal Constitucional; y

14.3. Que, conjuntamente, la falta del ejercicio de la defensa invalida el


recurso de agravio constitucional; vale decir, que anula todo lo
actuado ante el Tribunal Constitucional.
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15. Nótese que el Nuevo Código Procesal Constitucional señala expresamente


en el artículo transcrito que hay una obligación de “convocatoria” a la vista
de la causa, por lo que esta debe entenderse como vista de la causa en
audiencia pública, con posibilidad de que las partes o sus abogados
participen en ella e informen oralmente. Es decir, equiparando vista de la
causa con audiencia pública. Es más, de acuerdo al diccionario de la Real
Academia de la Lengua Española el vocablo “convocatoria” tiene las
siguientes definiciones:

“1. adj. Que convoca.


2. f. Acción de convocar. Aprobó en la convocatoria de
septiembre.
3. f. Anuncio o escrito con que se convoca.”

16. Al respecto, el mismo diccionario precisa que “convocar” significa:

“1. tr. Citar, llamar a una o más personas para que


concurran a lugar o acto determinado.
2. tr. Anunciar, hacer público un acto, como un concurso,
unas oposiciones, una huelga, etc., para que pueda
participar quien esté interesado.
3. tr. aclamar (‖ dar voces en honor y aplauso de alguien).”

17. Es decir, que una convocatoria implica hacer un llamado para que las partes
interesadas concurran a un acto determinado. Si se trata de un proceso
constitucional es evidente que las partes interesadas son los justiciables de
tal proceso.

18. El precitado artículo 24 del Nuevo Código Procesal Constitucional añade


que la obligación de convocatoria debe estar aparejada con la garantía del
“ejercicio de la defensa”. Tal obligación es de máxima importancia, al punto
que, como reza el precitado numeral, incluso se anula el trámite del recurso
de agravio constitucional si no es así. Esto significa que, en la vista de la
causa, cuya convocatoria es obligatoria, las partes deben tener plena garantía
para ejercer su derecho de defensa, el que, evidentemente, se materializa
mediante el informe oral ante los magistrados que van a resolver su causa.

19. Más aún, el Reglamento Normativo del Tribunal Constitucional, antes de


las modificatorias que la mayoría últimamente ha introducido para justificar
su interpretación restrictiva (ver Normas Legales de El Peruano de fecha 18
de setiembre de 2021), contenía varios artículos que utilizaban como
sinónimos vista de la causa y audiencia pública.
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20. Ya finalizando, cabe acotar que, así no hubiera normativa


infraconstitucional definitoria de lo que debe interpretarse como vista de la
causa y aún admitiendo una interpretación restrictiva (vista solo entre los
magistrados sin convocatoria a las partes) y una interpretación amplia (vista
en audiencia pública con convocatoria a las partes y posibilidad que
intervengan), es evidente que los procesos constitucionales se tramitan con
arreglo a sus propios principios constitucionales, entre los que se encuentra
el principio “pro homine”, que se manifiesta de dos maneras:

1) “Preferencia interpretativa”, en virtud del cual “el intérprete de los


derechos ha de buscar la interpretación que más optimice un derecho
constitucional.”1
2) “Preferencia de normas”, en función del cual, ante un caso a debatir,
el juez tendrá que aplicar la norma más favorable a la persona, con
independencia de su nivel jurídico”2.

21. Es más, esta última modalidad está ahora regulada en el último párrafo del
artículo VIII del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional, que
a la letra preceptúa: “En caso de incompatibilidad entre una norma
convencional y una constitucional, los jueces preferirán la norma que más
favorezca a la persona y sus derechos humanos.”

22. Este principio ha sido reconocido múltiples veces por el Tribunal


Constitucional, como es el caso de la STC 2061-2013-PA/TC, suscrita por
los magistrados Miranda Canales, Sardón de Taboada y Espinosa-Saldaña
Barrera, en la que se sostuvo:

“… este Colegiado considera que la interpretación de la


resolución materia de cuestionamiento resulta acorde con los
principios pro homine y pro libertatis, según los cuales, ante
diferentes interpretaciones de un dispositivo legal, se debe
optar por aquella que conduzca a una mejor protección de los
derechos fundamentales, descartando así las que restrinjan o
limiten su ejercicio. Vale decir, el principio pro homine
impone que, en lugar de asumirse la interpretación restrictiva
e impedir el derecho a la efectiva tutela jurisdiccional, se opte
1
Carpio Marcos, Edgar. La interpretación de los derechos fundamentales. Derecho PUCP. Pag.
463-530.
2
Ibidem.
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por aquella que posibilite a los recurrentes el ejercicio de dicho


derecho.”

23. En ese sentido, frente a la pregunta ¿Qué favorece más los derechos
fundamentales de los litigantes: considerar que la vista de la causa
obligatoria regulada en el artículo 24 se puede hacer sin informe oral o
considerar que es obligatorio conceder el uso de la palabra a los justiciables
y a sus abogados, si así lo requieren? La respuesta es obvia, pues se deben
respetar los principios del Estado Constitucional y entender que la vista de
la causa es con informe oral, porque esa es la posición que optimiza el
respeto, la garantía y la defensa de los derechos fundamentales.

24. En esa línea, debo reiterar que la audiencia pública en la que se realizan los
informes orales es de vital importancia en el desarrollo de los procesos
constitucionales y garantiza la plena vigencia del derecho a la defensa, por
lo que cualquier impedimento al uso de la palabra para participar en un
informe oral constituye una grave vulneración de este derecho; ello por
cuanto en las audiencias los magistrados tienen la oportunidad de escuchar
a las partes y a sus abogados, llegando muchas veces a generarse un debate
que permite esclarecer dudas y que también se absuelven preguntas a las
partes asistentes, de tal suerte que el juez constitucional obtiene mayores
elementos de juicio para resolver, pues se forma una mejor y mayor
convicción respecto del caso materia de controversia. Además, también se
ha precisado en reiteradas oportunidades que en las audiencias se
materializa, como en pocas ocasiones dentro del proceso, el principio de
inmediación, que es consustancial a todo proceso constitucional, conforme
lo dispone el artículo III del Título Preliminar del Código Procesal
Constitucional.

25. Además, el derecho fundamental de defensa se debe aplicar durante todo el


desarrollo del proceso, lo cual incluye evidentemente la etapa que se
desarrolla ante el Tribunal Constitucional, más aún si se considera que este
es el garante de la vigencia efectiva de los derechos fundamentales.

26. Resulta sumamente delicado para la seguridad jurídica que el actual Pleno,
cuya mayoría de sus integrantes está con mandato vencido, decida, en
numerosos de casos, no ver la causa en audiencia pública, producto de la
interpretación restrictiva que ha efectuado del tantas veces citado artículo
24 del Nuevo Código Procesal Constitucional, dando pie a que quienes se
consideren afectados con tal decisión planteen posteriormente su nulidad,
apoyándose en la última parte de su segundo párrafo, que preceptúa que “la
falta de convocatoria de la vista y del ejercicio de la defensa invalidan el
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trámite del recurso de agravio constitucional.”; lo cual podría ser amparado


por futuros Colegiados y darse un efecto en cadena, con las consecuencias
que aquello conllevaría, al anularse un gran número de decisiones de este
Tribunal.

27. No hay que olvidar, lo reitero para concluir el presente voto, que, como lo
sostuve en el fundamento de voto que emití en el Expediente 0225-2014-
PHC/TC, la audiencia pública de la vista de la causa es de vital importancia
en el desarrollo de los procesos constitucionales. En esta se escucha a las
partes y a sus abogados; se genera un debate que coadyuva en la
sustanciación del proceso; se absuelven preguntas y se despejan dudas; y así
el juez constitucional obtiene mayores elementos de juicio para resolver,
pues se forma una mejor convicción respecto del caso materia de
controversia. En esta audiencia se materializa, como en pocas ocasiones
dentro del proceso, el principio de inmediación. Además de ello, el acto de
la vista de la causa es el último acto procesal relevante previo a la emisión
de la sentencia, ya que, salvo circunstancias excepcionales, después de su
culminación la causa queda al voto, por lo que resulta de suma importancia
que los justiciables participen en su realización.

Sentido de mi voto

Por las razones y fundamentos expuestos, voto en el sentido que antes de emitir
pronunciamiento sobre la pretensión el Tribunal Constitucional dé trámite regular
a la causa, convoque a audiencia pública para la vista de la misma, oiga a las partes
en caso soliciten informar oralmente y admita nuevas pruebas si estas se presentan,
así como conozca y amerite las argumentaciones que esgriman en defensa de sus
derechos, en un marco de respeto irrestricto a su derecho de defensa, como última
y definitiva instancia que agota la jurisdicción interna; bajo apercibimiento de
anularse el trámite del recurso de agravio constitucional como lo manda el artículo
24 del Nuevo Código Procesal Constitucional en la última parte de su segundo
párrafo.

S.

BLUME FORTINI

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