Reseñas
¿Qué discurso historiográfico convocar para la
        formación del futuro profesor de historia?
                         María Rosa Carbonari
                  Universidad Nacional de Río Cuarto
¿Cuál debería ser el recorte posible y necesario para el iniciante en His-
toria? ¿A que planteos dar prioridad? ¿A qué vínculos apelar con otras
áreas de conocimiento? ¿Cuáles son las herramientas teóricas y meto-
dológicas mínimas para la producción del conocimiento histórico; es
decir, ¿Cómo y con qué elementos iniciar la tarea de formar a futuros
docentes e investigadores en Historia?
Una trayectoria en particular
La cátedra “Introducción a la Historia” para las carreras del Profesora-
do y Licenciatura de Historia (Universidad Nacional de Río Cuarto)
tuvo, desde su conformación (1980) un contenido historiográfico; es
decir, un recorrido desde la antigüedad griega (visión herodotiana y
tucididiana) a la renovación de Annales del siglo XX, con una perspec-
tiva ecléctica y dispersa. A partir de la reforma del Plan de Estudios de
Historia (1998) la clásica cátedra pasó a denominarse “Introducción a la
Historia y a las Ciencias Sociales” manteniendo el perfil anterior.
Bajo esta nueva nominación, se intentaba implementar una propuesta
de trabajo a partir de dos cuestiones fundamentales. Una, vinculada a
nuevas problemáticas teóricas acerca de las implicancias de abordar la
teoría e historiografía bajo esquemas básicamente eurocentristas; y, otra,
relacionada a la necesidad de incluir las Ciencias Sociales en el dictado
de la Cátedra. Esta reorientación se direccionó a partir de los siguientes
planteos ¿desde qué lugar se aborda la construcción del conocimiento
histórico?; frente a un universo existente de bibliografías, materiales,
fuentes, etc. ¿qué recortes, qué selecciones realizamos, qué tradiciones
selectivas mantenemos, a qué fundamentos teóricos le otorgamos rele-
                                - 167 -
Reseñas
vancia significativa y de autoridad?, ¿a quiénes damos voz y a quiénes
silenciamos?; en fin, ¿qué criterios conforman nuestra selección, organi-
zación y secuenciación de contenidos teóricos e historiográficos a ense-
ñar? y fundamentalmente ¿cuál es la significatividad que le damos en el
presente? En síntesis ¿qué pasado evocamos y por qué?
El presente artículo tiene por objetivo presentar los criterios del recorte
de contenidos para abordar la Cátedra Introducción a la Historia y a las
Ciencias Sociales perteneciente a la carrera de Profesorado y Licenciatu-
ra en Historia de la Universidad Nacional de Río Cuarto. En tal sentido,
se plantean dos vías posibles. Una, a partir de la definición de conoci-
miento científico en general, la teoría del conocimiento en las ciencias
sociales y específicamente la construcción científica en la historia. La
otra, a partir de la historicidad de la historia y sus vínculos con los plan-
teos científicos. Así, mientras que la primera alternativa insiste en un
enfoque más sistemático y estructurado, la segunda lo hace desde una
perspectiva constructivista1.
Desde el Conocimiento Científico
Abordar la disciplina Historia desde el paradigma estructurado de las
Ciencias Sociales, implica conceptualizar de inicio lo que se entiende
por ciencia, así como las definiciones de objeto, método, teoría, hipóte-
sis, leyes o tendencias, técnicas de investigación en ciencias sociales y
específicamente en Historia. En tal perspectiva y según la definición de
ciencia que se adopte, y los autores que se tomen como referencias so-
bre la ciencia en general y las ciencias sociales en particular, puede inva-
1 Este último abordaje se sustenta en un historicismo que pone énfasis en la fluidez y
los cambios sociales, exige explicación contextual de los acontecimientos, mientras el
científico busca las estructuras sociales firmes que reaparecen y presumiblemente son
intangibles fuera de cualquier contexto. Estas dos variantes están presentes tanto en el
paradigma de legitimación del orden capitalista como en el paradigma crítico en su
versión determinista y voluntarista (Ver Goldner, 1983).
                                      - 168 -
                                                                                    Reseñas
lidar, minimizar o favorecer la posibilidad del conocimiento científico
en Historia2.
Este planteo monológico de la ciencia significó entrar en discusiones
acerca de la propia cientificidad de la historia y su legitimidad como
conocimiento a partir de un modelo riguroso3. Busca una explicación
que articula un todo coherente. El mismo desautoriza el enfoque dualis-
ta que clasifica a las ciencias en Nomotéticas (sujeta a leyes) e Ideográfi-
cas (búsqueda de lo singular)4, insistiendo en fundamentos acreditados
en la comunidad científica para su estatus académico5.
2Un ejemplo de ello es el libro Introducción al trabajo de la investigación histórica, funda-
mentalmente el capítulo 4: Historia y Ciencias del hombre: problemas de método y epistemología
de Ciro Flamarión Santana Cardoso (1981).
3 Los libros, de W. Kula (1973) y de Topolsky (1985), pertenecientes a la denominada
“Escuela polaca de investigación histórica” de orientación marxista, fueron importantes
referentes en la orientación cientificista de la Historia. También lo fueron los manua-
les de metodología de Cardoso y Perez Brignoli ([1976] 1984) y el de Cardoso
(1980]1981). El enfoque cientificista al que adherían los autores desautorizaba por
completo las otras formas de abordar lo social no sólo en la Historia, sino en las de-
más ciencias sociales.
4 En esta perspectiva, quizás las referencias más notorias estén vinculadas a la tradi-
ción inglesa. Por ejemplo, Idea de la Historia de Collingwood (1952 1968). También se
puede mencionar el de W. H. Walsh Introducción a la filosofía de la historia ([1961]1989).
Integraron ese acervo bibliográfico Edward Hallet Carr con su libro ¿Qué es la Historia?
publicación referida a las conferencias dictadas en la Universidad de Cambridge en
enero-mayo de 1961 (1970); el filósofo escritor italiano Benedeto Croce con Teoría e
historia de la historiografía (1917) e Historia como Hazaña de la Libertad [1938] 1942) y el
filósofo francés Raymon Aron con su Introducción a la filosofía de la historia ([1938]1973).
Específicamente para la tradición argentina fueron referentes los textos de Pérez
Amuchástegui (1977) y Cassani y Pérez Amuchástegui (1979). Estos autores formando
parte de la bibliografía de programas de estudios, que insistieron en un abordaje más
filosófico y plantearon la historia como re-creación del espíritu, como invención.
5  Este planteo deviene del siglo XIX cuando -a decir de Wallerstein (2001)- se va
adquiriendo un “sabor jerárquico” en que la ciencia (newtoniana) triunfaba sobre la
filosofía (especulativa). De allí el surgimiento de varias disciplinas de ciencia social
                                         - 169 -
Reseñas
Desde la historicidad de la historia
Indagar y estudiar los planteos teóricos de la disciplina Historia desde la
propia historicidad de la construcción del conocimiento es la otra vía
posible. Este planteo posibilita acompañar la historicidad de la Historia
como construcción de conocimiento en el tiempo más allá de la pre-
ocupación científica de la modernidad. Dicho en palabras de Walter
Benjamín, la Historia no es solamente una ciencia, sino también una reminiscen-
cia. Lo que fue fijado por la ciencia puede ser modificado por la reminiscencia, por-
que puede cuestionar hasta la propia ciencia (citado por Rouanet, 1987:47).
Idea que también está presente a partir del planteo de Khun (1968) so-
bre la historia de la ciencia. La ciencia hace su propia historicidad para
reconocerse en diferentes contextos, por tanto la historia recorre su
propia trayectoria antes de incluirse dentro del paradigma científico
dado que como recuerda Marc Bloch la disciplina se planteaba a media-
dos del siglo XX “... vieja bajo la forma embrionaria del relato, [sin embargo]
muy joven como empresa razonada de análisis” ([1949]1978: 16).
Este planteo insiste en el orden secuencial. El mismo fue duramente
cuestionado por el postulado explicativo que se sustentaba tanto en los
marxismos como en los estructuralismos, como en el uso confiado de la
cuantificación. Sin embargo a fines del siglo XX, la preocupación por la
narrativa, por el sujeto, por el acontecimiento y todo pasado “único” e
“irrepetible”, rebelde a la cuantificación (Chartier, 1996), se presenta
como un abordaje superador del “determinismo estructuralista” del
cientificismo académico.
dentro del paradigma científico, como los fueron la economía, la sociología, la antro-
pología, la ciencia política y la historia. Wallerstein reconoce el planteo nomotético
para las otras ciencias sociales a diferencia de la Historia que la identifica con orienta-
ción ideográfica y antiteórica. Esta postura, sin embargo, no es compartida con otros
historiadores que insistieron en el planteo monológico. Un claro ejemplo de ello es el
mismo Cardoso (1980).
                                        - 170 -
                                                                              Reseñas
En este contexto, a los manuales didácticos tradicionales de pensar, hacer
y entender los fundamentos iniciales de la disciplina en el siglo XIX, se le
sumaron las propuestas científicas de mediados del siglo XX que descali-
ficaron los fundamentos anteriores del conocimiento histórico. A inicios
del siglo XXI, la crisis del paradigma científico revela que no existe nece-
sariamente una forma y una “fórmula” de hacer la historia, sino que ésta,
más que un área de conocimiento estática con teoría, objeto, método y
técnicas de abordajes, se va constituyendo en el tiempo, ampliando su
objeto de estudio y replanteándose continuamente en el andar.
Por ello, ante la variedad de textos referidos a los planteos iniciales de
hacer historia, el contexto de producción es un dato que posibilita am-
pliar el horizonte de comprensión.
Los Textos para la Disciplina
Con la profesionalización de la Historia en el siglo XIX, fueron referen-
tes principales los textos de Langlois y Seignobos Introducción a los Estu-
dios Históricos [1905] y el de Guillermo Bauer Introducción al Estudio de la
Historia ([1921]1979). Ambas obras estuvieron vinculadas a los funda-
mentos científicos de la disciplina desde una perspectiva del historicis-
mo clásico y fueron textos de iniciación para el trabajo del historiador.
En tanto la renovación historiográfica de Annales, con sus críticas al
positivismo e historicismo, postularon como textos fundamentales a la
Apología por la Historia y Defensa de la tarea del historiador, mal denominada
Introducción a la Historia de Marc Bloch y Combates por la Historia de Lu-
cién Febvre6.
Mientras que Apología… fue escrito entre fines de 1940 y la primavera de
1943 y su primera edición post mortem fue de 1949, Combates… es una
6La incorporación de estos materiales, no implicaron un abandono de los anteriores,
de allí una perspectiva ecléctica en la manera de proponer el abordaje de la Historia a
un iniciante en la profesión.
                                      - 171 -
Reseñas
compilación de los escritos reunidos por Lucien Febvre en 1953 que
buscaba “combatir” la forma tradicional de Historia, y proponer la reno-
vación científica de la historia con el planteo de una historia-problema, de
elaboración de hipótesis y de la búsqueda de la interdisciplinariedad.
Estos dos textos representaron la deslegitimación de una forma de
hacer la historia en un contexto de renovación disciplinaria que los au-
tores pretendían emprender; es decir plantearon una historia que no
quedara limitada a lo político y a la justificación de los Estados Nacio-
nales y que abrazara los postulados científicos7.
La incorporación de estos materiales de lectura para el iniciante en la
carrera de Historia se tornó fundamental para combatir una vieja y ve-
tusta forma de hacer historia; es decir, eran nuevos “aires” contra la
historia meramente cronológica, de individuos y política8.
Dentro de estos cambios, el libro de Jacques Le Goff ([1982] 1991)
Pensar la Historia pareciera adecuarse al nuevo paradigma de explicación
científica de los Annales y constituirse en un material de cátedra signifi-
cativo. Sin embargo la denominada crisis del paradigma científico de la
explicación también implicó una revisión en la forma de construir el
camino historiográfico.
“Tiempos de incertidumbre”, “crisis epistemológica” –a decir de Char-
tier- son palabras usadas a fines del siglo XX sobre la historia. El autor
hace referencia a la editorial de Annales de marzo-abril de 1988 en que
expresaba:
7 Para la corriente de Annales Peter Burke (1991) presenta una síntesis explicativa de
sus distintos períodos.
8 Pero también fue significativo plantear una historia económica y social científica en
proximidad con la nueva perspectiva que daba legitimidad a la crítica del orden consti-
tuido luego de la Revolución Francesa y que tenía su origen académico en Inglaterra
con el surgimiento de la Historiografía marxista académica con Hobsbawm.
                                      - 172 -
                                                                           Reseñas
        “hoy los tiempos parecen llenos de incertidumbre. La
       reclasificación de las disciplinas transforma el paisaje científico y
       vuelve a cuestionar las preeminencias establecidas, afecta las vías
       tradicionales por las cuales circulaba la innovación. Los
       paradigmas dominantes, que se buscaron en los marxismos y en
       los estructuralismos así como en los usos confiados de la
       cuantificación, pierden sus capacidades estructurantes [...] La
       historia que había establecido una buena parte de su dinamismo
       en una ambición federativa, no se ha salvado de esta crisis
       general de las ciencias sociales”
Para Chartier estos diagnósticos señalaban un cambio en los fundamen-
tos teóricos de la Historia. Las bases de la concepción de la Historio-
grafía predominante hasta la segunda mitad del siglo XX y que buscaba
identificar el papel de las estructuras que actuaban, independiente de las
acciones e intenciones de los individuos, se derrumbaron a fines del
siglo XX. Esas “certidumbres” dejaron de ser tales, los historiadores “sen-
sibles a nuevos enfoques sociológicos o antropológicos” pretendían “restaurar el
papel de los individuos en la construcción de los lazos sociales” (1996: 20).
A partir de allí se observan múltiples desplazamientos: de las estructuras
a las redes sociales, del sistema económico a las situaciones vividas, de
las normas colectivas a estrategias singulares. Un nuevo paradigma,
definido como microhistórico procuraría “reconstruir, a partir de una situa-
ción particular, a partir de “lo normal-excepcional” la manera en que los individuos
producen el mundo social, por sus alianzas y sus enfrentamientos, a través de las
dependencias que los unen o los conflictos que los oponen. En tal sentido, el obje-
to de la historia ha dejado de ser las estructuras y los mecanismos que la
rigen para observar “las racionalidades y las estrategias que ponen en práctica las
comunidades, las parentelas, las familias, los individuos” (1996: 21).
La pérdida de las certezas ha modificado la situación historiográfica
como sostiene Dosse, para dar lugar a nuevos interrogante sobre las
nociones utilizadas por los historiadores (2000: 8) y ello repercute en las
propias construcciones historiográficas.
                                     - 173 -
Reseñas
En este planteo se reexamina la relación entre Historia y Ciencia, se
revisa la relación entre Historia y Literatura, así como se recuperan los
postulados neokanteanos. A los grandes relatos estructurales de la his-
toria global o relatos estadísticos de la historia serial se le oponen rela-
tos biográficos entrecruzados. Así, dirá Chartier, la historia tiende a
superar la oposición entre “física social” y “fenomenología social”
(1996: 28).
Frente a este recambio de paradigma, las construcciones historiográficas
son readaptadas y viejos planteos adquieren nuevas relevancias bajo
otra perspectiva de análisis9. Nuevos textos son incorporados aunque
los viejos y tradicionales materiales pueden continuar como referentes
de época a la vez que adquieren nueva significatividad.
Sin embargo, en los programas de cátedra se puede reconocer manuales
clásicos como el Robin G. Collingwood ([1952] 1968), el de Raymon
Aron ([1938] 1983), el de Edward Carr ([1961]1970); autores que intro-
ducen la perspectiva marxista o de Annales, como Josep Fontana
(1982), Ciro Cardoso ([1981] 1982), Jacques Le Gof ([1977] 1982), Pie-
rre Vilar, [1980] 1982), Jean Chesneaux ([1977],1988), Charles–Oliver
Carbonell ([1981]1986), y más contemporáneamente Julio Aróstegui
(1995), Georg G. Iggers, ([1995] 1998), para citar algunos de los más
reveladores en cuanto recorridos historiográficos utilizados como ma-
nuales al iniciante de Historia.
En ese sentido, cabe recordar que estas producciones fueron elaboradas
desde diferentes paradigmas teóricos. Así, se observan: posturas neo-
kantianas, fundamentos científicos desde perspectivas marxistas que
debaten con el fundamento historicista de la ciencia, así como planteos
9 A fines del siglo pasado también Aróstegui reflexionaba que “en el último cuarto de
nuestro siglo se presente, en definitiva, como época de cambio, no sólo en la historiografía, en modo
alguno, sino en toda la concepción general del conocimiento científico del hombre y, en consecuencia, en
la orientación particular de las ciencias sociales (Aróstegui, 1995: 130).
                                             - 174 -
                                                                                     Reseñas
que pretenden reflexionar el lugar de la ciencia historia a fines del siglo
XX desde la Teoría Critica.
Situación que se complica cuando se pretende identificar el paradigma
desde el que cada autor expone su versión sobre Historiografía. Por
ejemplo, Charles-Olivier Carbonell sostiene que es "la historia del discurso -
un discurso escrito y que dice ser cierto- que los hombres han hecho sobre el pasado;
su pasado" (1986: 8); concepto mas bien claro para un iniciante. Pero esta
apreciación es totalmente descalificada por Julio Aróstegui (1995:25).
Por ello se cree que es necesario reconocer, junto con los autores que se
trabajan, a sus referentes teóricos.
Ello, porque los discursos varían no sólo de historiador a historiador,
de filósofo a filósofo, sino también de época en época. Cada cual ha
realizado un esfuerzo intelectual para sintetizar y sistematizar la marcha
de la historiografía occidental desde la antigüedad griega hasta la época
contemporánea. Aunque, algunos con mayores fundamentos heurísti-
cos que otros. En los objetivos de sus escritos, en sus intenciones, en la
finalidad de sus obras, están implícitos los criterios de selección respec-
to a determinados historiadores, filósofos y a las obras escritas que con-
sideraron más representativas en esa construcción historiográfica10.
Frente a esta problemática ¿Es posible transmitir un recorrido histo-
riográfico sin hacer referencias a las diferentes formas de construir co-
nocimiento? Si las conceptualizaciones sobre ciencia se modifican,
¿como ello interfiere en los constructos historiográficos?
10 Asimismo, reconociendo –como dice Bagú- “lo que conocemos como ciencia social es crea-
ción de las culturas de países centro-occidentales de Europa y Estados Unidos” (1970: 15), dado
que la historia escrita nace en Grecia, los modos conceptuales y las técnicas de investi-
gación en historia institucional y política se han desarrollado en Europa centro-
occidental a partir del Renacimiento, la historia económica y la social son producto de
la cultura europea.
                                         - 175 -
Reseñas
La selección de materiales
Así, en la selección de materiales para iniciar el recorrido historiográfico
se retoma obras clásicas como por ejemplo, de R. Collingwood [1946],
que tiene su adaptación didáctica en el texto de Casani y Pérez
Amuchástegui [1961]11 . Estos escritos, si bien podrían considerarse
“desactualizados”, posibilitan mostrar el referente neo-kantiano en his-
toriografía y la postura de una ciencia ideográfica. También forma parte
de los materiales de estudio uno de los considerados “libros malos”12
como el de Carbonell [1981]1986)13. Asimismo, se considera la síntesis
de Carlos Rama [1981] por su inclusión a la historiografía latinoameri-
cana14; la elaboración de Josep Fontana [1982], por su perspectiva del
11 El filósofo ingles R. Collingwood[1946], por ejemplo, cuando elabora su Idea de la
Historia concentra su mayor interés en la cuestión filosófica del pensamiento histórico.
En cambio, Cassani y Pérez Amuchástegui [1961]-manteniendo la misma matriz teóri-
ca que Collingwood-, se interesan más por mostrar los avances metodológicos a través
del tiempo, como el propio título y subtítulo de la obra lo aclara: “Del “epos” a la histo-
ria científica. Una visión de la historiografía a través del método”.
12Aróstegui, considera que “el texto de Carbonell ha tenido en su versión española
mucha más difusión de la merecida” (1995: 26), sería significativo preguntarse el ¿por
qué?.
13 El Libro del francés Charles-Olivier Carbonell bajo el titulo “La Historiografía”
[1981], es también considerado como una breve síntesis, desde Heródoto hasta el
momento que se escribe la obra, acerca de “la diversidad de los modos de representación del
pasado en el espacio y en el tiempo” (1986:2).
14 El historiador uruguayo Carlos Rama también ha incursionado en la trayectoria del
discurso histórico tratando de dar un panorama de La historiografía como conciencia históri-
ca [1981] como ha titulado su libro dando énfasis a la cuestión de la historiografía (o
historia de la historia) como construcción de la conciencia histórica “que tenga en cuenta
el desarrollo del pasado cultural”, pues se tiene como finalidad que “se aprecie la significación
de la historiografía en cuanto conciencia histórica de la Humanidad”(1981: 9).
                                          - 176 -
                                                                                 Reseñas
marxismo científico15; el trabajo de Sánchez Marcos (1993) por su pre-
ocupación de incluir las fuentes, aunque llega al siglo XVIII16.
Estos textos tienen en común presentar un panorama de la historiograf-
ía occidental, aunque varían en la perspectiva de análisis. Para el estudio
de la historiografía contemporánea se selecciona el texto de Peter Burke
([1988] 1991) y de Aguirres Rojas (1999), que a través del recorrido o
“periplo” de Annales, se detienen más en la construcción histórica del
siglo XX17. Completa el panorama de la historiografía contemporánea el
libro de Georges Igger ([1995] 1998)18 que relaciona el dominio de la
razón con el dominio de la Historia y el de Julio Aróstegui (1995) que
relata la renovación historiográfica contemporánea.
15 El español Josep Fontana [1982], desde una perspectiva marxista, aborda la misma
temática tratando de relacionar el pensamiento del historiador con las ideas sociales
subyacentes de cada época preocupándose con la función social del historiador y la
perspectivas hacia el futuro como lo explicita en la titulación de la obra “Historia:
Análisis del pasado y proyecto social”.
16 Sánchez Marcos permite reconocer las dos formas de hacer história que han reco-
rrido y recorren actualmente los debates historiográficos. Es decir una historia narrati-
va herodotiana (ideográfica), o una historia explicativa tucididiana (nomotética).
17La estructuración de estos libros permite, asimismo incluir el debate sobre periodi-
zación.
18 El historiador alemán George Iggers tomando parte de los postulados de la Teoría
Crítica resalta en la revisión historiográfica de una historia unitaria y etnocéntrica bajo
las premisas de un progreso que habían tenido en cuanta las grandes pérdidas que
acompañaron a ese progreso. Se recalca que la Historia no arranca de un centro ni se
mueve de forma unilineal. Existen varias culturas, incluso dentro de esas culturas. Por
ello es posible una multiplicidad de historias, cada una de las cuales exige métodos
específicos de aprehender los aspectos cualitativos de las experiencias vitales. (Igger,
([1995] 1998): 84). Asimismo, la síntesis historiográfica de Iggers permite observar el
recorrido de los temas centrales en la ciencia histórica en el transcurso del siglo XX:
del Estado (Política) al mercado (Economía) al mundo de la vida (Cultura).
                                        - 177 -
Reseñas
En síntesis, la apropiación de estos autores implica realizar un recorrido
historiográfico, con fuentes específicas para cada período19, tratando de
reconocer tanto la elaboración historiográfica como los pensadores e
historiadores de época. Ello permite presentar la siguiente síntesis in-
terpretativa.
Síntesis de un recorrido
La historia del relato, de lo “único e irrepetible”, y la historia explicativa,
de la búsqueda de las verdades permanentes o leyes inmutable, se cons-
tituyen en prototipos originarios de “dos formas de hacer historia: historia
narrativa versus historia explicativa” (Sánchez Marcos, 1993:36). En esta
perspectiva, Herodoto y Tucídides (distanciados tan solo por una gene-
ración) iniciarían un debate teórico que es posible reconocer en la histo-
riografía actual. Así la historia narrativa pretendía recordar los aconte-
cimientos, la historia explicativa buscaba ser un legado para siempre.
El pragmatismo romano, y la historia como campo de adiestramiento
de la política constituyeron una construcción histórica desde el poder
vinculado a la formación del ciudadano que también recorre la histori-
cidad de la historia a los tiempos actuales. Historia-“indagación”, Histo-
ria-“averiguación”, Historia-“pesquisa” fue la impronta griega, mientras
que Historia-enseñanza “madre y maestra de la vida”, sería la marca de
la historiografía romana.
La irrupción de las catacumbas de los cristianos primitivos junto a la
crisis de legitimación de la política y del Imperio Romano significó el
tránsito de la unidad romana a la pluralidad medieval y ello implicó,
para la Europa Occidental, una nueva visión de mundo que postulaba
una temporalidad trascendente, fundamento de la teología y la historio-
grafía medieval que plantea por primera vez una filosofía de la historia.
19 Desde esta perspectiva, por ejemplo, los textos de Bloch, Febvre, Braudel Vilar, –
entre otros-, se transforman en fuentes de análisis.
                                     - 178 -
                                                                                             Reseñas
Civitate Dei de San Agustín no fue sólo una obra de teología sino la pri-
mera de filosofía de la historia que coloca a los hombres –como sostie-
ne Bloch- entre “la Caída y el Juicio Final”; ([1949]1978: 9).
De esta manera, la búsqueda de la verdad, el pragmatismo ideológico y
el sentido teológico fueron las huellas significativas de la antigüedad y el
medioevo que se han mantenido en el tiempo. La modernidad, en la
teoría de occidente, buscó reimprimir la visión humana y rechazó la
explicación apriorística. Desde el siglo XVI en la Europa Occidental,
los humanistas convocaron el pasado, para criticar su presente y co-
menzaron las querellas por la apropiación del pasado entre la fe (católi-
ca y/o protestante) y la razón. Asimismo, la larga transición entre el
feudalismo y capitalismo tuvo el momento de inflexión en el siglo XVII
cuando se expresó la nueva preocupación metodológica de la búsqueda
de la “verdad” junto al mantenimiento del fundamento providencialis-
ta20. El siglo XVIII implicó la impronta de una razón unitaria en Occi-
dente con pretensión de validez universal sobre todo del mundo cono-
cido y ello involucró un nuevo reordenamiento del saber. En la mirada
hacia el futuro, en la búsqueda del progreso, el pasado dejó de tener
relevancia explicativa, dado que se debía legitimar los cambios. Nuevas
20 El XVII fue el siglo del pirronismo Histórico (el escepticismo y la hipercrítica) pero
fue también el siglo del método, de la reacción conservadora y de los indicios de la
filosofía mecanisista. A decir del Bloch, 1681 fue una “gran fecha en la historia del espíritu
humano,[pues] fue definitivamente fundada la crítica de los documentos de archivo” ([1949]1978:
67) por el monje benedictino Jean Mabillón (1632-1707) Pero también en 1681 fue a
decir de Joseph Fontana el triunfo del irracionalismo teológico con la obra del Discurso
sobre la historia universal en el planteo providencialista del obispo Jacques-Bénigne Bos-
suet (1627-1704) ” con el objeto de explicar cambios acaecidos en los imperios”,
“cambios que obedecen al plan de la historia trazado y querido por Dios. (Citado por
Cassani y Perez Amuchástegui : 1979 : 173). La filosofía mecanicista es representada
por Voltaire (1694-1778) quien intenta hacer una analogía con la historia “Si estudiamos
las situaciones de todos los pueblos del universo nos convencemos de que llegaron a establecerse por una
serie de hechos que no tienen relación entre sí aparentemente, pero que en realidad están ligados unos a
otros. Todo es rodaje, poleas, cuerdas y resortes en esta inmensa máquina” . “Lo mismo sucede en el
orden físico...”.
                                             - 179 -
Reseñas
áreas de conocimiento de lo social disputarían con la historia la explica-
ción de la realidad social. De esta manera, la Sociología, la Antropolog-
ía, las Ciencias Políticas y la Economía trataron de revelar las leyes que
regían a la sociedad. Teorías evolucionistas y positivistas impregnaban
el entendimiento histórico y reconstruían la temporalidad en función
del progreso.
Así, en el siglo XIX21, la construcción de la Historia, con pretensión de
conocimiento científico, junto a la legitimidad de los Estados Moder-
nos, cabalgaría entre una preocupación de búsqueda de la verdad obje-
tiva y la “invención de la nación”, en clave romántica. En los diferentes
Estados Modernos la legitimidad del mismo iba acompañada con la
profesionalización de la disciplina.
La resolución estaría dada en el marco del Historicismo alemán y el
Positivismo francés. Posteriormente, a partir de lo que se podría deno-
minar “ciencia normal” (siglo XX), se fundamentaron los modelos de
explicación, tanto desde una perspectiva funcional-estructural como
desde una perspectiva crítica; compartiendo, ambas, la preocupación
por establecer leyes o tendencias y la aproximación a lo económico para
explicar la sociedad; A mediados del siglo XX, con el planteo científico,
la historia explicativa ubicaba a la narración en el “tiempo corto”, en la
“la superficie del océano de la historia” (Braudel 1958). Se diferenciaba
así la Historia Estructural que daba énfasis al contexto de la acción, de
la Historia Narrativa que se detenía en acciones personales. Burke
(1993).
Annales y Marxismo – en formulas interdisciplinarias y bajo un aborda-
je estructuralista- se disputarían la hegemonía sobre el entendimiento de
la sociedad. Situación que se revertía a fines del siglo XX cuando se
21 Tanto Carlos Rama como Charles Olivier denominan al siglo XIX como el siglo de
la Historia.
                                   - 180 -
                                                                 Reseñas
plantea la crisis del paradigma científico y cuando se anuncian los “re-
tornos”. Retorno del sujeto, del acontecimiento, de la narrativa.
En ese fugaz recorrido, en la organización de la información –esquema
que se presenta a continuación- se pretenden identificar continuidades y
rupturas en la línea historiográfica construida con el proyecto de la mo-
dernidad del Siglo XVIII. Se busca, entonces, reconocer: perspectivas
“narrativas” y “explicativas”; fundamentos desde los postulados de la
razón modernizante o de un sentimiento identitario; desde un principio
de ciencia cosificada y objetiva o de un soporte de construcción a partir
de la participación del sujeto; desde una razón de dominio y de legitimi-
dad a los Estados Modernos y del capitalismo o desde una razón crítica
al Estado y al capitalismo. En síntesis, desde un bies determinista es-
tructurado o desde un bies voluntarista.
Estas distintas posiciones historiográficas, presentan cruces, acomoda-
ciones, reactualizaciones, redefiniciones y préstamos. Cada texto que se
escribe sobre Historia, tiene un propósito y está enmarcado en un tiem-
po. El siguiente cuadro que se presenta pretende, de forma esquemáti-
ca, mostrar a partir de los postulados de la razón occidental europea del
siglo XVIII las continuidades, rupturas y reacciones historiográficas que
se produjeron desde siglo XIX. Siglo considerado “de la Historia” por-
que se daba la consubstanciación de la racionalidad en el conocimiento
y se fundamentaba a partir del sustento de cientificidad. En ese plano,
cuando se pregunta qué lugar se le reservaba al conocimiento científico
en la Historia, se puede observar distintos caminos de reacción, ruptura
o continuidad renovada los que dieron origen a diferentes postulados y
distintos abordajes teóricos e historiográficos. Posteriormente, con el
Materialismo Histórico y sus supuestos críticos también ávidos de legi-
timidad científica se darían distintas alternativas de reconocimiento en
el mundo académico.
En este trayecto es significativo reconocer que las implicancias de los
supuestos teóricos son parte fundamental del estudio en Historia. En
ese sentido, la mirada científica presupone que las cosas ocurrirán con
                                - 181 -
Reseñas
su propio ritmo, al contrario de una perspectiva constructivista, en la
que la participación del sujeto reconoce que los acontecimientos de-
penden del “deber ser” (postulado idealista y luego funcionalista) o de
la denuncia y acción de lucha que posibilite revertir la situación (postu-
lado marxista). Ello como bien sostiene Alvin Goldner (1983: 47) -
haciendo referencia en el caso del marxismo y que podría entenderse
para el entendimiento occidental-, deriva de la tensión nuclear entre
voluntarismo y determinismo, entre libertad y necesidad22.
La revisión de los postulados históricos, la recuperación de la narrativa
–anunciadas de distintos retornos- junto a la revisión de los paradigmas
científicos del siglo XX implicaron también el tratar de recuperar otras
alternativas de hacer historia que la “razón instrumental” de occidente
había desplazado (Ver Cardoso, 1988, 1994, Zaidan Filho, 1989).
En esa revisión, así como en las nuevas religaciones muchos de los pos-
tulados de una Historia científica económica y social darían paso a una
historia cultural. Una Historia Cultural en la que se iría acompañando
un proceso de descentramiento del eurocentrismo o “parroquismo"
como lo denomina Wallerstein. Este nuevo planteo implicaba también
no sólo revisar el eurocetrismo sino también la pretensión de universa-
lidad tratando de incorporar las visiones del “otro cultural” o, para de-
cirlo en otros términos, desde el lugar desde donde se expresa el discur-
so.
22Es interesante, en este sentido las díadas que plantea Waldo Ansaldi en Temas claves
que se plantea la historia (1993).
                                      - 182 -
          Reseñas
- 183 -
Reseñas
Desde nosotros, “los otros”
      Como sostiene Walter Benjamín en una de sus tesis sobre
      Historia, “jamás se da un documento de cultura sin que lo sea a la vez de
      la barbarie. E igual que él mismo no está libre de barbarie, tampoco lo está
      el proceso de transmisión en el que pasa de uno a otro”.
En ese sentido, América surge a la Historia formando parte de la historia
occidental bajo los postulados de la Reforma Católica con pretensión de
validez universal, construyendo un discurso desde donde fueron compa-
rados los errores y evaluadas -según una jerarquía propia de valores- las
diferencias. Desde la "Civilización" se estudiaba el mundo "Bárbaro",
desde la "Cristiandad", el mundo "hereje", desde el desarrollo, el subdes-
arrollo, en fin, desde la "Racionalidad Occidental" la "Irracionalidad" de
otros pueblos. Y el resto del mundo no entraba a la historia, sino tras su
descubrimiento por Europa, como lo planteó Mac Ferro (1990). Así, des-
de el siglo XV el proceso civilizatorio y de cristianización llevó implícita-
mente la necesidad de aumentar la esfera de la civilización desde el con-
vencimiento que sus pautas culturales eran las legitimas y debían irradiarse
a la periferia. La cultura civil y la religión cristiana, eran los valores que
desde España se consideraban como fundamentales para una sociedad;
desde el poder de la política oficial hasta de los propios conquistadores,
misioneros y cronistas relatores del suceso. Ellos fueron los que fundaron
la historiografía indiana (Carbonari, Formento y Travaglia, 1997).
El Descubrimiento de América significó, entonces, para la cultura occi-
dental, en su secular trayectoria, una afirmación de su paradigma y su
continuidad histórica. Sin embargo, para los diferentes grupos étnicos
americanos el des-cubrimiento significó una discontinuidad histórica,
una ruptura con sus pasados y por tanto cierta pérdida de sus principios
de organización social. Se inició, así, para el mundo americano una
praxis de reestructuración en función de otros principios ordenadores
de una cultura diferente a la entonces practicada. En tal sentido, la con-
quista española no rompió totalmente con las distintas tradiciones indí-
genas, sino que las colocó en posición subalterna.
                                      - 184 -
                                                                  Reseñas
Durante el siglo XVI, luego de la llegada de los españoles a América, los
intelectuales españoles se plantearon la necesidad de justificar la acción
y construir un nuevo pasado englobador que muestre las virtudes de la
nueva realidad instalada. Por tanto, las construcciones históricas que
elaboraron la Historia Oficial, partieron de fundamentaciones propias
de Europa y se expandieron por el resto del mundo.
Existe, sin embargo otra memoria -que ha sido silenciada- con diferente
forma de pensar, de actuar, de concebir al tiempo, de representar a la
sociedad, de evocar al pasado y revivirlo en el presente. Esa evocación
diferente es también la que puede dar posibilidades de reconstruir otra
historia que también hace a la historia de América. Por ello, la lucha por
el dominio del recuerdo, es decir el control de la memoria, es imprescin-
dible para la continuidad de la tradición que da fundamento de identidad
a los pueblos. La ruptura de la tradición, la pérdida de identidad, la me-
moria vacía de contenidos a recordar, lleva a la dispersión, la alienación
cultural, sin poder reconocerse, sin embargo en la cultura dominante.
La transmisión historiográfica, a pesar de la diferencia en el tratamiento
de la temática, mantiene el enfoque europeo en su cuatripartición didácti-
ca elaborado desde Europa. Sin embargo, la coyuntura del V Centenario
reveló la inconsistencia de un discurso histórico donde el protagonista
más relevante de la acción y narración histórica americana había sido el
europeo, el que mostraba una historia homogénea y armónica en una
línea de continuidad con el referente de los valores europeos.
Estos planteos implicaron en primera instancia comprender las distintas
visiones de mundo y contextualizar el momento en que varias culturas
se enfrentan lo que se denomina “choque cultural” o el eufemismo
“encuentro de culturas”.
Adecuados a los nuevos aires historiográficos, se reconocen distintas
formas y prácticas culturales, se plantean los distintos avances que se
dan en ese campo. Ello debería invitar a rever programas, planes y
currículas de estudios que permitan invertir la perspectiva de análisis.
                                - 185 -
Reseñas
Autores como Portilla (1989), Florescano (1987), Wachtel (1979) podr-
ían contribuir a esta revisión.
Es entonces cuando se puede acompañar la pregunta que se formulara
Nathan Wachtel ¿es acaso azar que la historiografía referida a América
Latina se centre sobre todo en la civilización española, mientras que la
historia del mundo indígena, desde la conquista hasta nuestros días,
permanezca, por así decirlo, desconocida? Frente a ello, se podría inda-
gar ¿cómo y cuándo surge la necesidad de revisar el pasado, de recons-
truir una historia desde una perspectiva diferente a la tradicional? Es
precisamente a partir de los cambios de paradigma de fines de siglo XX
y la revisión del planteo eurocentrista que es posible reconocer otras
historias en toda su originalidad y complejidad planteando, asimismo, la
necesidad de descubrir sus propias trayectorias y ritmos internos. El
punto de partida para iniciar el proyecto de invertir la perspectiva euro-
centrista es el siglo XVI. Ello porque, al decir de Wachtel, es el momen-
to en que comienza la expansión europea sobre el globo y a la vez la
hegemonía occidental aplicada a sociedades cuyo recorrido histórico
seguía caminos totalmente independientes de los del mundo antiguo.
El impacto de la expansión europea en el mundo americano; es decir, el
choque de los dos mundos, implicó para las sociedades americanas,
cerradas en sí mismas, la irrupción de un acontecimiento de origen rigu-
rosamente externo. Ese relato histórico ha sido narrado desde la histo-
riografía occidental, desde la visión de los vencedores, perspectiva que
implicó una continuidad para la cultura occidental y una ruptura de los
valores de la sociedad india que la historiografía americana aún no ha
podido revertir. El siguiente cuadro intenta plantear una crisis de transi-
ción para el mundo europeo que se refleja en los planteos historiográfi-
cos europeos (cambios metodológicos, continuidades y revisiones teóri-
cas) entre el mundo de la fe y la razón (Humanismo, Reforma, Contra-
Reforma, Pirronismo Histórico, Ilustración), mientras que el mundo
americano se construye discursivamente a través de los postulados da-
dos por la Contra-reforma.
                                 - 186 -
                                                                               Reseñas
Tradición católica que la irrupción del liberalismo quebró con los proce-
sos independentistas incipientemente a inicios del siglo XIX pero que
hegemonizaron recién a fines del siglo XIX, subsumiendo la tradición
india Por entonces la lucha por el dominio del discurso histórico se plan-
teó entre católicos y liberales herederos de occidente. La formula del
Nacionalismo Católico, en clave espiritualista se infiltró en las interpreta-
ciones históricas. La modernización de mediados del siglo XX implicó un
asumir científico en la Historia con planteos económicos-sociales, las
teorías funcional-estructuralistas y marxistas dieron las explicaciones des-
de la Ciencia Social y posteriormente, el enfoque científico invadió el
mundo de la cultura. La cultura latinoamericana, no es homogénea ni es
occidental. Los planteos científicos emanados desde el constructo euro-
peo mantienen una línea de continuidad con una tradición que le viene
dada. Nuestra selección y organización de contenidos refuerza dicha tra-
dición. La crisis del paradigma científico no sólo posibilita rever formas
de pensar y construir la historia y/o reconocer que la misma es un pro-
ducto europeo con pretensión de validez universal, buscar formas de
inclusión de otras memorias históricas23. El estudio de la memoria, de
rememoración, permite establecer lazos con el pasado haciéndolo inteli-
gible, lo cual supone que ese pasado sea restituido. Ello nos invita a revi-
sar nuestros materiales de estudio y nuestros postulados de conocimien-
to24. Estos planteos llevan continuamente a preguntar ¿Qué criterios de
selección, organización y secuenciación se debe considerar cuando se
pretende construir historia desde nuestro lugar académico?
23Pues como dice Revel, si bien la historia se separó de la memoria para “constituirse
en disciplina científica, la memoria, por la propia crisis de la ciencia, “ha retornado”
(Revel, 2004: 38).
24Como aporte significativo para revisar nuestra manera de enseñar la teoría de Occi-
dente se considera el clásico, aunque no tan citado trabajo de Sergio Bagú, Tiempo,
Realidad Social y Conocimiento.
                                      - 187 -
Reseñas
          - 188 -
                                                                 Reseñas
Referencia Bibliográfica
AGUIRRE ROJAS, Carlos Antonio. (1999). La Escuela de Los Annales.
  Montesinos. Barcelona.
ANSALDI, Waldo. (1993). Temas claves que se plantea la historia. En No-
  vedades Educativas. Nº 50. Bs. As.
AROSTEGUI, Julio. (1995). La investigación histórica: Teoría y Método.
  Ed. Crítica. Barcelona.
BAGU, Sergio ([1970] 1975). Tiempo, realidad social y conocimiento. Pro-
  puesta de interpretación.
BLOCH, Marc. 1949 1978. Introducción a la Historia. Fondo de Cultu-
  ra Económica. México.
BURKE, Peter ([1988] 1991. La Revolución historiográfica francesa. La Es-
  cuela de los Annales. Gedisa. Barcelona.
BURKE, Peter (1993) Formas de Hacer Historia. Ed. Alianza. Madrid.
CARBONARI, M. Rosa, Formento Liliana y Laura Travaglia (1997).
  Des-Cubrimiento y construcción histórica: Décadas del Nuevo Mundo. En
  Confronto de culturas: conquista, resistência, transformação. Fran-
  cisca L. Nogueira de Azevedo John Manuel Monteiro (org.). Expres-
  são e Cultura. EDUSP, São Paulo. Volumen 7.
CARBONELL, Charles-Olivier (1986). La historiografía. Fondo de
  Cultura Económica. México.
CARDOSO, Ciro F. 1981 1982. Introducción al trabajo de la investigación
  histórica. Conocimiento, método e historia. Editorial Crítica. Barcelo-
  na.
                                - 189 -
Reseñas
CARDOSO, C. F. (1988). Una “nova Historia?” En Ensayos racionalis-
  tas. Rio de Janeiro. Campus.
CARDOSO, C. (1994). Paradigmas rivais na Historiografia atual. Inédito.
CARDOSO, Ciro F. S. y Héctor Perez Brignoli [1970] 1985. Los
  métodos de la historia. Crítica. Barcelona.
CARR, Edward Hallet[1961] 1970. ¿Qué es la Historia? Editorial Seix
  Barral. S.A. Barcelona.
CASSANI, Jorge Luis y A. J. Pérez Amuchástegui 1968 1980 Del
  "Epos" a la Historia Científica. Una visión de la historiografía a través del
  método. Abaco. Buenos Aires.
CROCE, Benedeto [1938] 1942) La historia como hazaña de la libertad.
  Fondo de Cultura Económica. México.
CHARTIER, Roger La historia hoy en día: dudas, desafíos, propuestas En
  La “nueva” historia cultural. La influencia del pos estructuralismo y
  el auge de la interdisciplinariedad. Olavarri, Ignacio y Carpistegu, Ja-
  vier (Dir) Ed. Complutense. Madrid. 1996.
CHESNEAUX, Jean [1976] 1984. ¿Hacemos tabla rasa del pasado?. A
  propósito de la historia y de los historiadores. Siglo XXI. Buenos Aires.
COLLINGWOOD, R.G. 1952 1968.Idea de la historia. F.C.E. México.
DOSSE, François. La historia. Conceptos y escrituras. 2003. Ediciones
  Nueva Visión. Buenos Aires.
FERRO, Marc (1990) Como se cuenta la historia a los niños del mundo entero.
  F.C.E. México.
FEBVRE, Lucien. [1953]1971. Combates por la historia. Ariel. Barcelona.
                                  - 190 -
                                                                   Reseñas
FLORESCANO, Enrique (1987). Memoria Mexicana. Ed Joaquín Mor-
  tiz. México. 1987.
FONTANA, Josep. [1981] 1982. Historia. Análisis del pasado y proyecto
  social. Editorial Crítica. Barcelona.
GOLDNER, Alvin (1983). Los dos marxismos. Madrid. Alianza. 1983
IGGERS, Georg [1995] 1998. La Ciencia Histórica en el siglo XX Idea
  Books. Barcelona.
KHUN, Tomas [1968] 1992. La estructura de las revoluciones científicas.
  México.
KULA. Witold Problemas y métodos de la Historia Económica. Península.
  Barcelona. 1973.
KOROL, Juan C. (1985)."Duraciones" y "paradigmas". En la escuela de los
  "Annales". En Punto de Vista Nº 23. Buenos Aires.
LE GOFF. Jacques. Turín, 1977 1991. Pensar la Historia. Modernidad,
  presente, progreso. Editorial Paidos. Barcelona,
PORTILLA, Miguel León. (1989). El Reverso de la Conquista. Ed. Joa-
  quín Mortiz. Mexico,
RAMA, Carlos. (1981). La historiografía como conciencia histórica. Montesi-
  nos. Barcelona.
REVEL, Jaques. (2004). Tradición y renovación en las Ciencias Sociales y
  Humanas, Jornada Académica en la Universidad de Quilmas.
RONEAUT, Paulo (1987). As Razoes do Iluminismo. Comanhia das letras.
  São Paulo.
TOPOLSKY, Jerzy. (1985). Metodología de la historia. Cátedra. Madrid.
                                 - 191 -
Reseñas
SANCHEZ MARCOS, Fernando. (1993). Invitación a la Historia. La
  historiografía de Heródoto a Voltaire a través de sus textos. Labor. Barcelo-
  na.
VAINFAS, Ronaldo y Ciro F. Cardoso (1997). Dominios da História.
  Ensaiso de Teoría e Metodología. Campus. Río de Janeiro.
VILAR, Pierre. [1980] 1982. Iniciación al vocabulario del análisis histórico.
  Editorial Crítica. Barcelona.
WACHTEL, Nathan (1970). Los Vencidos. Los indios del Perú frente a la
 conquista española. Alianza. Madrid. 1970.
WALLERSTEIN, Immanuel. (Coordinador). [1996] 2001. Abrir las
 Ciencias Sociales. Informe de la comisión Gulbenkian para la reestruc-
 turación de las ciencias sociales. Siglo XXI. México.
ZAIDAN FILHO, Michel. (1989). A Crise da Ração Histórica. Papirus.
  Campinas Límites de los paradigmas decimonónicos. Siglo XXI. México.
                                  - 192 -