Señorita Julia
Señorita Julia
finalmente se la quitó... Después la quebró sobre su rodilla sin Ella se pasaba el día en la cocina y en la cuadra. Pero un solo
decir palabra. Esa fue la última noche que vino por aquí. caballo le parecía poco para llevar su coche. Andaba con camisetas
CRISTINA: ¿Eso pasó?... Vamos, ¿no estarás mintiendo?... ¿No? roñosas pero exigía que cada botón llevara el escudo de la casa. La
JUAN: Te lo juro, así fue... ¿Con qué me vas a sorprender esta noche? señorita Julia es igual. Para mí no es lo que podría llamarse una
CRISTINA: (poniendo la mesa) Ah!... Te separé riñones del plato de hoy. dama. Recién, cuando estaba bailando con el guardabosque...
JUAN: (oliendo) Mmmmm, ¡¡riquísimo!! Ceci est mon gran délice! ¡Por favor!... se lo arrancó a Ana y lo obligó a bailar con ella.
(Tocando el plato) ¿Podrías haber calentado el plato, ¿No? ¡Ninguno de nosotros haría una cosa así! Cuando la gente bien
CRISTINA: Sos más exigente que el conde. Cuando empezás no te para nadie. quiere ser común, pasan estas cosas. Pero... la verdad que es una
(Le tira cariñosamente el pelo) linda mujer. Qué figura... Qué hombros... Qué... en fin.
JUAN: No me toques el pelo, ya sabés lo sensible que soy... Dejame... CRISTINA: No hace falta que sigas. Clara, que la ve desnuda todos los días
CRISTINA: Bueno, está bien,... era sólo una caricia. cuando la viste, me contó cómo es detalle por detalle. Y estás
JUAN: (Comen. Cristina trae una botella de cerveza) ¿Cerveza, en un día exagerando.
de fiesta como hoy...? No, gracias. Quiero tomar algo mejor que JUAN: Las mujeres siempre están celosas una de otras. Yo la he visto
esto. (Busca y saca una botella de vino) ¿Ves? Mirá, leé bien la andar a caballo... bailar... Y tiene un cuerpo...
etiqueta. Vamos, traeme una copa. Una copa para vino, nena. Lo CRISTINA: ¿Vas a bailar conmigo cuando termine?
voy a tomar puro. JUAN: Si, claro.
CRISTINA: (Volviendo a la cocina, donde pone una pequeña cacerola) Que Dios CRISTINA: ¿Me lo prometés?
ayude a la mujer que se case con vos. Nunca conocí a un tipo tan JUAN: ¿Que quiere decir, me lo prometés? Cuando digo algo lo
exigente. cumplo... Gracias, estaba muy rico. (Tapa la botella)
JUAN: Pavadas. Pavadas. Tenés que estar muy contenta de haber podido JULIA: (Aparece en la entrada, hablando con alguien que está afuera)
pescar un caballero como yo. Estoy seguro de que salís ganando Vuelvo enseguida. No, no me esperen.
cuando decís que sos mi novia. (Prueba el vino) ¡¡ Muy bueno...!! (Juan esconde la botella en el cajón de debajo de la mesa. Se para
Aunque no lo suficientemente chambré. (Calienta el vaso con la respetuosamente)
mano) Lo compramos en Dijon. Costó cuatro francos el litro, sin JULIA: (Entrando y llevando a Cristina hacia la cocción) ¿Ya está listo?
contar el embotellado y los impuestos... ¿Pero qué carajo estás (Cristina indica que Juan está presente)
cocinando? ¡¡Qué olor a mierda...!! ¡¡Parece el infierno!! JUAN: (Haciéndose el galán) ¿Las señoras tienen algún asunto secreto?
CRISTINA: Ah... ¡Una porquería que la señorita Julia me pidió para Diana! JULIA: (Le pega con el pañuelo) ¡No sea preguntón el señor...!
JUAN: Tratá de expresarte con más delicadeza, por favor... ¿Pero por qué JUAN: Sugestivo perfume de violetas.
justo hoy tenés que cocinar esa porquería para esa perra podrida? JULIA: (Coquetamente) ¡Impertinente! ¿Así que sabe de perfumes
¿Está enferma? también? Lo que sabe hacer bien es bailar - ¡Deje de mirar ahora
CRISTINA: Está lo más bien. Pero anduvo cerca del perro del guardabosque. y apártese de aquí!
Ahora anda con problemas y la señorita Julia quiere evitarlo a JUAN: (Atrevido pero respetuoso) ¿Acaso en ese mágico mejunje que están
toda costa. preparando las señoras esta noche se ve el futuro y lo que el
JUAN: La señorita Julia en algunas cosas es muy exigente y en otras, muy destino ha preparado para ustedes?
descuidada. Se comporta exactamente como lo hacía su madre. JULIA: (Oliendo en el mejunje) Hace falta tener ojos especiales para ver
eso. Ojos muy agudos. (A Cristina) Ponelo en una botella y tapala JUAN: (Entrando) No, no puede ser ¡Está completamente loca! ¡Qué
bien. ¿Me entendés? Bueno, Juan, ahora vamos a bailar. manera de bailar! Todo el mundo aguantando la risa y
JUAN: (Lentamente) No quiero ser grosero, pero este baile se lo tenía burlándose detrás de las puertas. ¿Qué puede hacer uno en esos
prometido a Cristina. casos?
JULIA: Bueno, está bien, cumplirá su promesa en otra oportunidad. ¿No CRISTINA: Le bajó la regla. Y cada vez que le viene se pone así, rara. Bueno,
te parece, Cristina? ¿Me lo prestás un rato? ¿ahora vas a bailar conmigo?
CRISTINA: No depende de mí. Si la señorita quiere, él no puede negarse. JUAN: ¿No estás enojada porque te dejé esperando?
Andá, Juan, y agradecele a la señorita el honor que te dispensa. CRISTINA: Esas cosas sin importancia no me molestan. Además yo sé cual es
JUAN: No quiero ofenderla, señorita, pero considero imprudente que mi lugar.
usted baile dos piezas seguidas con el mismo compañero. La JUAN: (Agarrándola por la cintura) Sos una chica sensible, Cristina. Vas
gente comentará... va a hablar... a ser una buena esposa.
JULIA: (Engranando) ¿Hablar? ¿Sobre qué? ¿Qué quiere decir? JULIA: (Entra sorprendida, habla haciéndose la despreocupada) Usted sí
JUAN: (Cortésmente) Se lo voy a explicar directamente. Puede ser mal que es un caballero educado, dejando a una dama abandonada...
visto que usted demuestre preferencia por uno de sus sirvientes, JUAN: Todo lo contrario, señorita Julia. Como usted ve, he vuelto
mientras los otros esperan ser igualmente honrados... rápidamente a la pareja que había traicionado.
JULIA: ¡Preferencia! ¡Qué idea! ¡Estoy atónita! Yo, la señora de la casa, les JULIA: (Cambiando el tono) ¿Sabía que baila estupendamente? ¿Pero por
hago un gran honor asistiendo al baile de ustedes. Cuando salgo qué está usando ese uniforme un día como hoy? ¡Sáqueselo
a bailar me gusta que me lleve alguien que sepa hacerlo. inmediatamente!
JUAN: Usted manda. Estoy a su servicio. JUAN: Tendría que pedirle que se retire un instante. Tengo mi saco
JULIA: (Suavemente) No lo considere una orden. Hoy todos somos gente allí... (Señala a la derecha)
tratando de ser felices, sin diferencias. ¡Vamos, ofrézcame el JULIA: ¿Mi presencia le molesta? ¿No se puede sacar el saco delante de
brazo! ¡Cristina, no te inquietes! No te lo voy a robar. mí? Vaya, vaya a su cuarto entonces... o cámbiese aquí, y yo me
JUAN Y JULIA SALEN doy vuelta.
JUAN: Perdón, con su permiso (Sale. Vemos su brazo mientras cambia de
PANTOMIMA
saco)
Esto debe ser representado como si la actriz estuviera realmente JULIA: (A Cristina) Cristina... Juan tiene demasiada confianza con vos.
sola. Cuando sea necesario, ella debe darle la espalda al público. Ella ¿Están comprometidos?
no los mira y no debe apresurar sus movimientos como si temiera
que se impacientaran. CRISTINA: ¿Comprometidos...? Bueno, si quiere llamarlo así... podría ser.
JULIA: ¿Cómo?
Cristina sola. A lo lejos se escucha un violín; Cristina tararea la CRISTINA: Señorita, usted también ha estado comprometida, ¿no?
melodía. Levanta la mesa, lava el plato de Juan, lo seca, lo guarda. Se
quita el delantal. Saca un pequeño espejo de un cajón, lo apoya JUAN: Pero yo estuve formalmente comprometida.
contra el jarrón de lilas sobre la mesa. Prende una vela y calienta una CRISTINA: Y... es lo mismo, ¿o no?
tijera con la cual se enrula el flequillo. Va hasta la puerta y escucha.
(Juan vuelve con saco de civil y un sombrero)
Vuelve a la mesa. Encuentra el pañuelo que la señorita Julia ha
olvidado, lo levanta y lo huele. Entonces, como pensando en otra JULIA: Très gentil, monsieur Jean, très gentil!
cosa, lo estira, lo alisa, lo dobla, etcétera. JUAN: Vous voulez plaisanter, madame!
JULIA: Si vous voulez parler français! ¿Dónde aprendió a decir eso? JULIA: Entonces, siéntese... No, espere, antes sírvame algo para beber...
JUAN: En Suiza. Fui somelier en el mejor hotel de Lucerna. JUAN: No sé qué es lo que hay. Me parece que sólo tenemos cerveza...
JULIA: Con esa ropa, parece un caballero. Charmant! (Se sienta en la JULIA: ¿Qué quiere decir "Sólo tenemos cerveza"? Mis gustos son muy
mesa) simples, prefiero la cerveza al vino.
JUAN: Usted me lisonjea. (Juan saca una botella de cerveza de la heladera. La destapa. Busca
JULIA: (Soberbiamente) ¿Lisonjear? ¿Yo, a usted?, ¡Ah! no diga tonterías. un vaso y un plato y le sirve. Ríe)
JUAN: Mi natural modestia me impide creer que usted le diga un elogio JUAN: ¡Mademoiselle!
sincero a alguien tan humilde como yo. Advierto que está JULIA: Gracias. ¿No quiere beber usted también?
exagerando para halagarme y en ese caso la palabra correcta es JUAN: No soy bebedor de cerveza, pero si la señorita me ordena...
lisonjear. JULIA: ¿Ordenar? Usted debería saber que un caballero nunca deja beber
JULIA: ¡Qué forma de hablar! Me parece que usted debe haber perdido sola a una dama.
demasiado tiempo en el teatro. JUAN: Es verdad. (Abriendo otra botella, se sirve)
JUAN: Es cierto. También tuve algo que ver con eso. JULIA: ¿Cómo, no brinda por mí? Usted me da la impresión de ser
JULIA: Pero usted nació por acá cerca, ¿no? bastante tímido.
JUAN: Mi padre trabajaba en una propiedad vecina a esta. Yo la veía JUAN: (Arrodillándose parodiando una actitud romántica, levanta la copa)
muchas veces cuando usted era niña. Usted seguramente no se ¡A la salud de mi patrona!
acuerda de mí. JULIA: ¡Bravo! Ahora béseme el zapato y la ceremonia será perfecta.
JULIA: ¿Le parece? (Juan duda y corajudamente toma su pie y lo besa suavemente)
JUAN: Estoy seguro, y además guardo un recuerdo muy especial... Pero JULIA: Excelente. Podría haber sido un actor.
no hablemos de eso. JUAN: (Se levanta) Así no podemos seguir señorita. Alguien podría venir
JULIA: ¡Ay, sí! Dígame. Vamos, cuénteme... y vernos.
JUAN: Realmente no puedo contarlo. En alguna otra oportunidad, JULIA: ¿Y qué?
puede ser. JUAN: La gente hablaría, eso es todo. Y si usted supiera los chismes
JULIA: En otra oportunidad, quiere decir nunca. ¿Es tan peligroso que venenosos que andan sueltos por ahí.
no me lo puede contar? JULIA: ¿Que clase de cosas dicen? Cuénteme.
JUAN: Peligroso no es, pero prefiero callarme. Mírela... (Cristina se ha JUAN: (Sentándose) No quisiera ser chocante, pero usan expresiones
quedado dormida en una silla al lado de la cocina) que... Bueno, ya se imagina sobre qué temas hablan... ¿no?
JULIA: Ronca, va a ser una buena esposa. Señorita, usted no es una niña y puede adivinar qué dirán esas
JUAN: Mucho no ronca, pero habla dormida. bestias si la ven bebiendo con un hombre y, para colmo, un
JULIA: (Cínicamente) ¿Y usted cómo lo sabe? sirviente, en una noche como esta.
JUAN: (Fríamente) Porque la oigo. (Pausa. Se miran) JULIA: ¿Pero qué tiene? Además, no estamos solos. Cristina nos
JULIA: ¿Por qué no se sienta? acompaña.
JUAN: No me permitiría hacerlo en su presencia. JUAN: Está dormida.
JULIA: Y si se lo ordeno... JULIA: Entonces voy a despertarla. (Se levanta. La sacude) ¡Cristina!
JUAN: Entonces debería obedecer. ¡Cristina!
que es peligroso jugar con fuego? rato me callé y que ahora destapo. Usted nunca sabrá lo que es
JULIA: No para mí. Estoy asegurada contra incendios. ver el mundo desde mí. Las personas como usted son como
JUAN: (Atrevidamente) No, no lo está. Y si usted lo estuviera, aquí hay águilas cuyas espaldas inmaculadas nunca se verán porque
un material inflamable que no lo está. siempre sobrevuelan... quiero decir, uno está abajo. Yo vivía en
JULIA: ¿Qué material? ¿Usted? una choza con siete hermanos y un chancho, sí, un verdadero
JUAN: Si, yo soy el material. No porque yo sea yo, sino porque soy un chancho, allí en el páramo, ni siquiera un arbusto. Pero por la
hombre joven. ventanilla veíamos el muro de su papá, del jardín, claro, con sus
JULIA: ¡Y de buena facha! Un material increíblemente vanidoso. Aunque manzanos. Era el Edén, es decir, el jardín del paraíso donde
sospecho... ¿Acaso el don Juan es un casto José...? retozaban ángeles demoníacos con espadas flamígeras... Y a pesar
(Él la toma por la cintura, ella lo abofetea) de ellos, de los ángeles que le decía, los otros chicos y yo
JULIA: ¡Quieto ahí, bichito! encontrábamos a veces cómo acercarnos de lejos al árbol del bien
JUAN: ¿Que es esto? ¿Una broma... o es en serio? y del mal. ¿Me detesta ahora?
JULIA: Bien en serio. JULIA: Supongo que todos los chicos roban manzanas...
JUAN: Entonces... ¿todo esto fue en serio? Usted hace de un juego algo JUAN: Claro, usted lo dice así nomás, pero me detesta. Sin embargo, una
serio, y eso es peligroso. Yo estoy cansado de este juego, y con su vez entré al jardín de la mano de mi mamá para cosechar la
permiso volveré a mi trabajo. Tengo que lustrar las botas de su cebolla. Bueno, de un lado del jardín, había un pabellón turco
papá antes de las ocho y ya es tarde. sombreado por unos jazmines y una gran madreselva... Nunca
JULIA: Obviemos las botas de mi papá. había visto un edificio así... Me pregunté para qué lo usarían... La
JUAN: No. Son parte de mi trabajo, que no incluye ser su juguete. Y gente entraba y volvía a salir. ¿Qué hacían? Hasta que un día, la
ojalá nunca lo incluya. Me vanaglorio de estar por encima de esas puerta quedó abierta. Me arrastré hasta que pude entrar y vi que
necesidades. en las paredes colgaban cuadros de reyes y emperadores, y que en
JULIA: ¡Qué vanagloria! las ventanas había cortinas de pana roja, con grandes pompones
JUAN: En algunos sentidos, en otros no. que les colgaban. ¡Ay, usted me debería entender! ¡Había llegado
JULIA: Entonces... no sabe lo que es el amor. al baño! (Arranca una flor y se la acerca a la nariz de Julia) Sí, yo
JUAN: ¿Amor? Esa palabra es de ustedes... amor... Me han excitado que jamás había entrado al palacio, que sólo había visto la iglesia.
algunas mujeres, si eso es lo que pregunta. Pero hubo una vez que Pero esto era lo más hermoso, la fuente de mis pensamientos. Y a
el deseo me enfermó... como a los príncipes de las mil y una partir de entonces creció en mí el deseo de experimentar el éxtasis
noches. total de -en fin... me preparé, entré en puntas de pie- contemplé
JULIA: Y ella quién era... (Juan permanece callado) ¿Quién era ella? y me maravillé, pero... y entonces alguien llegó. Había sólo una
JUAN: No me presione. salida para damas y caballeros, pero para mí había otra. Y no tenía
JULIA: ¿Si se lo pregunto de igual a igual, como si fuera su mejor amigo? alternativa... Salté por la ventanita... (La señorita Julia, que había
¿Ella quién era? tomado la flor, la deja caer sobre la mesa) Entonces corrí
JUAN: Esa ella era usted... atravesando un cerco de frambuesas, un campo de frutillas, y me
JULIA: (Sentándose) ¡Qué absurdo! encontré en una terraza con un jardín de rosas... Allí vi un vestido
JUAN: Si usted lo desea, absurdo. Pero esta es la historia que hace un rosado y un par de medias blancas: usted. Me escondí debajo de
unos yuyos, ¿se imagina debajo de qué? De unos cardos que me cuando usted y su amiga hablaban de su novio.
pinchaban, sobre una tierra húmeda que apestaba tanto como yo. JULIA: ¿En serio? ¿Y de qué se enteró?
La miré bien mientras usted paseaba entre los rosales y pensé que JUAN: ¿No se imagina? Yo no creía que ustedes podían decir las palabras
si es cierto que un ladrón puede entrar al cielo y vivir con los que decían.
ángeles, es extraño que el hijo de un campesino, aquí en la Tierra, JULIA: ¡Qué idiota! No nos portamos igual que ustedes cuando estamos
no pueda entrar a un gran parque y jugar con la hija de un conde. comprometidos.
JULIA: (Románticamente) ¿Todos los chicos pobres piensan así? JUAN: (Mirándola) ¿Está segura? Vamos señorita, conmigo no se haga la
JUAN: (Al principio irritativo, luego convencido) ¿Los niños pobres? Si, inocente.
por supuesto. JULIA: El hombre a quien le di mi amor, y se lo di, era un… bah, no era.
JULIA: ¿Es horrible ser pobre, no? JUAN: Eso es lo que siempre dicen, después que lo dan.
JUAN: (Profundamente tocado) Ay, señorita Julia. Un perro puede JULIA: ¿Siempre?
llegar al sofá de una condesa, hasta el hocico de un caballo JUAN: He escuchado esa expresión en bocas parecidas a la suya la última
puede ser acariciado por la mano de una dama, pero un vez que dormí con una dama.
sirviente... (Cambiando el tono) Ay, de vez en cuando, ¿Sabe lo JULIA: (Parándose) ¡Cállese, no quiero escuchar más!
que yo hice? Ese día me metí vestido en el pozo negro. Me JUAN: Igual que ella. Qué extraño. Bueno, ¿me autoriza a irme a
sacaron con sogas y después me pegaron. Pero el domingo dormir?
siguiente, fui a la iglesia a verla a usted. La miré bien y volví a JULIA: (Suavemente) ¿Irse a dormir? ¿Ahora?
mi casa decidido a morir. Claro, tenía que tener una muerte JUAN: Sí. No tengo ganas de ir a bailar.
hermosa y placentera. Recordé que era peligroso dormir debajo JULIA: Prepare los remos y vamos a navegar. Quiero ver salir el sol
de un saúco -es un árbol- y justo nosotros teníamos uno grande JUAN: ¿Le parece razonable eso? No quiero que se rían de mí, ni que me
en flor. Le quité las flores, las arranqué una por una, las tiré en castiguen. Y tengo obligaciones con Cristina.
el cajón de la avena y me acosté allí. ¡Qué suave que es la avena, JULIA: ¿Ahora le dicen Cristina?
tan suave como otra piel! Tapé el cajón y cerré los ojos. Me JUAN: Si, así le dicen. Y usted váyase a lo que llaman sus habitaciones a
quedé dormido y cuando desperté me sentía realmente muy dormir. Es tarde, y con sueño uno hace cosas de borracho. Váyase
mal. Pero, como usted verá, no me morí. ¿Qué deseaba? No lo a la cama, sola. Además, si mi oreja no me engaña, los otros como
sé. No tenía ninguna esperanza de poseerla, por supuesto. yo la están buscando. Y si nos encuentran juntos, usted perdió.
Usted era para mí un símbolo de lo que yo no tenía, de lo que (Se oye ruido)
jamás podría tener. JULIA: A estos los conozco, ellos me conocen. Déjelos entrar.
JULIA: ¿Sabe que es un gran raconteur? ¿Estudió? JUAN: ¡Qué la van a conocer! Le comen la comida, y cuando usted se da
JUAN: Un poquito. Pero leí muchas novelas y voy mucho al teatro. Y vuelta le escupen la espalda. Créame, escúchelos, escúchelos, no,
además siempre pongo la oreja, es con ella, con la oreja, que mejor no escuche.
aprendí todo lo que sé. JULIA: (Escuchando) ¿Qué es eso que se oye?
JULIA: ¿Usted pone su oreja en nuestras bocas? JUAN: Un pícaro verso sobre nosotros.
JUAN: ¿No lo notó? Y además, no se imagina lo que se aprende en el JULIA: ¡Atrevidos! ¡Traidores!
pescante, o remando en el velerito. Una vez había puesto la oreja JUAN: Si, pero son como son. No podemos enfrentarlos. Escapémonos.
JULIA: ¿Escaparnos, a dónde? ¿Al cuarto de Cristina, afuera? ¡No! esclavos con una campanilla eléctrica. Los huéspedes desfilarán
JUAN: No. No nos preocupemos del cuarto. Confíe en mí. Soy su delante de su trono, dejando humildemente los tributos.
amigo, un verdadero amigo. Señora Julia, usted no tiene idea de cómo tiembla la gente
JULIA: ¿Y si nos buscan allí? cuando tiene una cuenta en sus manos. Yo le voy a poner sal a
JUAN: Yo cierro. Y si quieren entrar, empiezo a los tiros. Vamos, le digo los números y después usted le pondrá azúcar con su mejor
que vamos (De rodillas) sonrisa. ¡Ay, sí, vámonos de aquí! (Busca un horario en sus
JULIA: (Urgentemente) ¿Me promete? bolsillos y lo consulta)... Ahora ya mismo en el próximo tren.
JUAN: Lo juro, es decir, le prometo (Salen). Llegamos a Malmö a las seis y media y estamos en Hamburgo
La escena está vacía. Entra Julia. Mira la cocina, comprueba que está a las ocho y cuarenta, mañana por la mañana. De allí a
sola, se revisa la ropa, se compone como puede, se agarra las Frankfurt, después un día y ya estamos en los lagos. A ver...
manos. Busca una polvera y trata de arreglarse la cara y el peinado.
Entra Juan también arreglándose la ropa. espere, en tres días. Eso, en tres días.
JULIA: Me parece fantástico. Pero Juan, dame valor. Decime que me
JUAN: Ahí tiene. ¿Los escuchó bien, no? ¿Todavía cree que se puede querés, vení, dame un beso.
quedar aquí? JUAN: (Dudando) Me gustaría, pero no me atrevo. En esta casa, no.
JULIA: No, claro, ¿pero entonces qué podemos hacer? Claro que la quiero. ¿Cómo puede dudarlo, señorita Julia?
JUAN: Irnos... viajar... Irnos muy lejos. JULIA: (Tímida y femenina) ¡¿Señorita?! Lamame Julia, ¿querés? Ahora
JULIA: ¿Irnos? ¿Pero adónde? no hay diferencia entre los dos. Soy simplemente Julia, llamame
JUAN: A Suiza, a los lagos. ¿Estuvo allí alguna vez? Julia.
JULIA: ¿En los lagos...? No, nunca. ¿Es lindo? JUAN: (Atormentado) No puedo. Todavía hay barreras entre nosotros,
JUAN: Ah, son fantásticos. El lugar es un eterno verano. Hay naranjas, y siempre las habrá mientras nos quedemos en esta casa. Ahora
laureles, flores... de todo ¡Ah! mismo está presente el pasado. Allí está el Señor. En mi vida he
JULIA: ¿Y allí qué hacemos? respetado a nadie tanto como a él... Cuando entro y veo sus
JUAN: Abro un hotel. De luxe-first class hotel, para gente first class. guantes sobre la silla, me siento como un chico... Escucho su
JULIA: ¿Un hotel? campanilla y salto como un caballo asustado... Y cuando veo
JUAN: Efectivamente, un hotel, un hotel. ¡Eso sí que es vida, créame! sus botas ahí paradas, tan derechas y orgullosas, me pongo a
Caras nuevas todos los días, varias lenguas al mismo tiempo, ni temblar (Patea las botas) ¡Supersticiones! Ideas que nos
un minuto de preocupación. Eso: una vida sin nervios, sin tener metieron en la cabeza cuando éramos niños y quedamos para
que pensar en lo que hay que hacer. Siempre hay algo para estar siempre atrapados por ellas. Vámonos a otro país, a una
ocupado. Campanillas sonando a cualquier hora, el silbato de los república en la que todos se crean iguales. Que sean otros los
trenes, carruajes que llegan y se van. Y continuamente, como si que tiemblen ante mi uniforme de portero. Sí, se asustarán, yo
fuera un milagro, las monedas de oro llenando la caja. ¡Eso sí que sé lo que digo. Ellos se asustarán y yo nunca más. No he nacido
es vida! para esto. Soy un hombre, tengo personalidad. Dejame clavar
JULIA: Parece divertido... Pero yo... y yo, ¿qué hago? las uñas en la primera rama y me verás trepar. Hoy soy un
JUAN: Usted será la señora de la casa. La perla del establecimiento. sirviente. Pero el año que viene tendré mi propio hotel, y
¡Con su figura y su estilo estamos hechos! ¡Va a ser terrible! dentro de diez años seré el dueño de algunas tierras... ¡Ah!
Sentada detrás del escritorio como una reina, manejando los
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la señorita julia
JUAN: No le voy a negar que siento lástima por usted. Cuando estaba mis humildes ojos. Saber que la espalda del águila tiene granos
tirado sobre las cebollas y la veía paseando por el jardín de las como la mía, que la palidez elegante de las mejillas puede ser
rosas -ahora se lo puedo decir- me poseían pensamientos solamente polvo, que detrás de las uñas cuidadas puede haber
asquerosos y sucios como a cualquier chico. Y ahora los veo mugre, y que el pañuelo perfumado está roñoso, me produce
cumplidos. alegría. Pero, por otro lado, me sorprende descubrir que
JULIA: ¿Cómo...? ¿El que quiso morir por mí? aquello a lo que yo aspiraba no es valioso, ni siquiera sólido.
JUAN: ¡Todos cuentos! Todo esto me produce tristeza. Es como si viera una flor en
JULIA: ¿Todas mentiras? otoño deshojarse bajo la lluvia y hundirse en el barro.
JUAN: (Adormeciéndose) Más o menos. Una vez leí en un periódico la (Apasionándose) Señorita Julia, usted es gente bien... demasiado
historia de un tipo que se encerró en un cofre de madera con para alguien como yo. Ha sido víctima de una momentánea
algunas flores, porque lo perseguían para que reconociera a un locura, seguramente provocada por el alcohol, y ahora para
hijo... disimularla se dice a sí misma que me ama. Pero eso no es
JULIA: Ya veo... Sos la clase de gente que... cierto. Lo que usted siente por mí es sólo una atracción física...
JUAN: Bueno, tenía que inventar algo. A las mujeres se las seduce con y en ese caso, los dos sentimos lo mismo. Pero yo nunca me
lindas historias. sentiría satisfecho de ser para usted solamente un animal, su
JULIA: ¡Cerdo! Claro... ahora ya le viste la espalda al águila... animal particular... y nunca sería otra cosa, porque sé
JUAN: No fue precisamente la espalda... perfectamente que nunca lograré que usted me ame.
JULIA: Y te colgaste de la primera rama... JULIA: ¿Estás seguro de eso?
JUAN: Me agarré, pero estaba podrida... JUAN: ¿Acaso cree que podría pasar? Yo, en cambio, podría enamorarme
JULIA: Yo iba a ser el frente del hotel. ¿Cómo un alma humana puede de usted fácilmente. Es hermosa, fina (Se le acerca y le toma las
ensuciarse tanto? manos), educada, amorosa cuando quiere serlo... y cuando ha
JUAN: Lávesela, si la tiene sucia. Y la tiene. despertado la pasión de un hombre, esa pasión nunca muere. (Le
JULIA: ¡Lacayo, mucamo, callate cuanto estoy hablando...! toma la cintura, muy teatral) Es usted como un vino caliente,
JUAN: ¡Ah, claro! Pero usted es la puta de este lacayo, la ramera de este cargado de especias, y un beso de sus labios... (Trata de tomarla y
mucamo. ¡Cierre la boca y váyase de aquí! Ninguno de mi clase ella huye)
se hubiera portado como usted esta noche. ¿Qué mucama se JULIA: ¡Soltame! ¡Así no se hace!
hubiera regalado a un hombre como lo hizo usted? ¿Ha visto a JUAN: ¿Pero entonces cómo mierda se hace? Las caricias y las palabras
alguna muchacha de mi clase ofrecer su cuerpo así? Eso sólo lo finas no sirven. Pensar en su futuro y rescatarla de su error,
hacen los animales y las putas. tampoco. ¿Cuál es la manera?
JULIA: (Destrozada) Tenés razón. Golpeame, pisoteame. Es para lo único JULIA: ¡Qué se yo! No hay una forma entre nosotros.
que sirvo. Soy una porquería, una mierda. Pero ayudame, JUAN: Escaparnos es la única.
ayudame a salir de esto, si es que existe alguna salida. JULIA: (Enderezándose) ¿Escaparnos? Sí, debemos hacer eso. Pero estoy
JUAN: No me gusta pegarle a alguien que está indefenso y menos si es tan cansada... dame otro vaso de vino, ¿querés?... ¡Qué cansada
una mujer. Pero no le voy a negar que me reconforta estoy, Dios mío! (Juan le sirve, ella mira el reloj) Pero antes
comprobar que era sólo una cáscara dorada lo que deslumbraba debemos hablar. Nos queda tiempo. (Bebe y pide más con la copa)
que váyase, por favor. Después le escribirá a su padre contándole CRISTINA: Esa no sabe distinguir el bien del mal.
todo, excepto que fue conmigo, eso nunca lo adivinará y no creo (Pausa)
que tenga demasiada curiosidad. JUAN: Digo yo, Cristina...
JULIA: Si yo me voy, vos venís conmigo. Vámonos juntos. CRISTINA: Mmm...
JUAN: ¿Está loca, mujer? La señorita Julia se escapó con un sirviente... JUAN: Es raro, ¿sabés? Cuando uno lo piensa, ella...
enseguida saldría en los diarios, y su padre no lo soportaría. CRISTINA: ¿Qué es raro?
JULIA: No me puedo ir, y no me puedo quedar. Ayudame. Estoy tan JUAN: Todo.
cansada, tan terriblemente cansada... dame órdenes, obligame a (Pausa)
hacer algo... no puedo pensar, no puedo actuar... CRISTINA: ¿Estuvieron tomando juntos?
JUAN: Muy bien, le daré órdenes; vaya a su habitación, vístase, busque JUAN: Sí.
plata para el viaje y vuelva. CRISTINA: ¿En serio? ¡Mirame a los ojos! ¡Qué vergüenza!
JULIA: (Medio en secreto) Vení conmigo. JUAN: Sí.
JUAN: ¿A su habitación? Pero se volvió loca de nuevo. Vamos, váyase CRISTINA: ¿Es posible? Pero... ¿es posible? (¡ug!) Eso, no lo hubiera creído
rápido. (Le muestra la puerta) nunca.
JULIA: ¿No te pedí que me hablaras con cariño? JUAN: ¿No estarás celosa, no?
JUAN: Una orden siempre parece que no fuera cariñosa. Entérese de lo CRISTINA: No, de ella no. Si hubiera sido una de las chicas que trabajan
que es recibirlas. (Sale Julia) aquí, te hubiera arrancado los ojos. Pero con ella, no. No sé por
(Solo, suspira aliviado. Se sienta en la mesa, saca un cuaderno y un qué... ah, pero qué desagradable...
lápiz. Saca unas cuentas murmurando ocasionalmente. Entra JUAN: Entonces, ¿estás enojada con ella?
Cristina vestida para ir a la iglesia trayendo una corbata y una CRISTINA: No, con vos. Es una maldad lo que hiciste. ¡Pobre chica! No me
camisola.) importa quién lo sepa, pero yo no me quedo en una casa donde
CRISTINA: ¡Dios mío, qué desorden! ¿Qué han estado haciendo? la gente no respeta a sus patrones.
JUAN: Fue la señorita Julia... Dejó entrar a cualquiera... Vos estarías JUAN: ¿Y por qué debería respetarlos?
durmiendo... ¿No escuchaste nada? CRISTINA: Decilo vos ya que sos tan vivo. ¿Pero vos no querés trabajar para
CRISTINA: Dormía como un tronco. los que se rebajan delante tuyo, no? Para mí, si uno lo hace, el que
JUAN: ¿Ya te vestiste para ir a la iglesia? se rebaja más es uno.
CRISTINA: Sí. Me prometiste que íbamos a comulgar juntos. JUAN: Es bueno saber que no son mejores que nosotros.
JUAN: Es cierto. Y veo que has traído el uniforme. Dale, nomás. (Se CRISTINA: No estoy de acuerdo. Si no fueran mejores que nosotros, no
sienta, le pone la corbata. Pausa) ¿Cuál es el evangelio de hoy? tendría ningún sentido tratar de mejorarnos. Pensá en el
CRISTINA: (Con sueño) La ejecución de San Juan Bautista. conde, pobre, pensá en él y en todas las que pasó... no, yo no
JUAN: ¡Dios mío, ese es larguísimo! No apretés, que me estás quiero quedarme más en su casa... Dios mío, y con alguien
estrangulando. Estoy tan cansado, tan cansado. como vos... si hubiera sido ese joven abogado, ese joven
CRISTINA: ¿Qué estuviste haciendo toda la noche? Estás verde. caballero...
JUAN: Nada, sentado acá, charlando con la señorita Julia, ¿qué voy a JUAN: ¿Qué pasa conmigo?
hacer? CRISTINA: No pasa nada pero hay una gran diferencia entre la gente y la
gente. No, esto nunca me lo olvidaré. La señorita Julia, siempre JUAN: Está blanca como un muerto y, perdóneme, pero tiene la cara
tan orgullosa y fría con los hombres, nunca hubiera pensado que suicida.
terminaría entregándose a alguien como vos. Ella que casi hace JULIA: Me la voy a lavar entonces. (Se enjuaga con algún trapo) Dame
matar a su perrita porque la había llenado un perro cualquiera... algo limpio, por favor. ¡Ay, que está saliendo el sol!
No tengo miedo de decirlo, me voy. Me voy para siempre. JUAN: El diablo empieza a perder su poder.
JUAN: ¿Y entonces? JULIA: Era hora, ya trabajó bastante por esta noche. Juan, escuchame.
CRISTINA: Bueno, ya que tocaste el tema, sería bueno que vayas buscando ¡Vení conmigo! Conseguí dinero...
algo, teniendo en cuenta que nos vamos a casar. JUAN: ¿Bastante?
JUAN: ¿Buscar qué? Estando casado no podría tener un empleo como JULIA: Bastante para empezar. ¡Vení conmigo! ¡No puedo irme sola, no
este. sé qué me pasa, es terrible! Pensá: un día feriado, en un tren
CRISTINA: No, como este no. Pero te podrías conseguir un puesto de portero asfixiante, lleno de una multitud que te empuja y te mira fijo. ¡No
o de sereno en la administración -que un pájaro en la mano vale puedo, no puedo y no puedo ¡Y encima tener que ir con los
más que cien volando-. Así por lo menos dejarías una pensión recuerdos... otros días como hoy pero hace años... la iglesia llena
para tu mujer y tus hijos. de flores... el almuerzo en el comedor grande, la familia, los
JUAN: Sí, está bien, pero no pienso morirme ni dejar pensiones, al amigos... la noche en el parque, bailes, música, flores, juegos!
menos por ahora. Muchas gracias. Soy más ambicioso. Uno se va, se puede escapar, pero se lleva los recuerdos en el
CRISTINA: ¿Ambicioso? ¿Qué? Y tus responsabilidades con... ¡Pensá un poco, equipaje... y los remordimientos... y la culpa...
infeliz! JUAN: Iré con usted, pero debe ser ahora mismo, antes de que sea tarde.
JUAN: Por favor, basta, terminala con las responsabilidades... Yo sé lo Ahora mismo.
que tengo que hacer. (Escuchan cerca de la puerta) Tendremos JULIA: Preparémonos, entonces. (Agarra la jaula)
mucho tiempo para pensar en eso. Preparate, que vamos a la JUAN: Vamos sin equipaje. Eso nos delatará.
iglesia. JULIA: Sí, nada. Solamente lo que podemos llevar con nosotros en el
CRISTINA: ¿Quién es? ¿Quién está caminando arriba? ¿Qué es ese ruido? camarote.
JUAN: (Yéndose) No sé, alguien del servicio. JUAN: (Poniéndose el sombrero) ¿Qué lleva ahí? ¿Qué es?
CRISTINA: No puede ser el señor. Si hubiera vuelto, lo hubiéramos JULIA: Mi canario. No quiero dejarlo.
escuchado. JUAN: ¡Por favor! ¡No podemos andar con una jaula encima! Usted está
JUAN: (Asustado) ¿El señor? ¿Qué señor? No, hubiera llamado. loca. Deje eso...
CRISTINA: Que Dios nos ayude, y lo ayude a él. Yo nunca me he visto JULIA: ¡No! Es mi único recuerdo de esta casa... El único ser que aquí me
mezclada en un lío como este. (Sale Cristina) quiere, desde que Diana mostró lo que era. ¡Dejámelo llevar, no
JULIA: (Que entra) Estoy lista. (Lleva consigo un bulto). seas cruel!
JUAN: Espere, Cristina está despierta. JUAN: Largue esa jaula, le digo. Y no grite, que Cristina nos va a oír.
JULIA: ¿Sospecha algo de lo nuestro? JULIA: No quiero que lo cuide ningún extraño. Prefiero que lo mates...
JUAN: ¿De lo nuestro? ¿De qué? No, no sabe nada. ¡Pero qué se puso, matalo.
qué facha tiene! JUAN: Dame el bicho ese, que yo me ocupo.
JULIA: ¿Que tengo? JULIA: Está bien, pero que no sufra. ¡No, no puedo!
JUAN: Deme, le digo, que yo lo hago. el título se extinguirá y la descendencia del lacayo será colocado
JULIA: (Toma al pajarito y lo besa) ¿Ay, pobrecito, te vas a morir y dejar en un orfanato, será degenerado y terminará preso.
sola a tu dueña? JUAN: ¡Escuchen cómo habla la gente bien! ¡Muy bien, bravo, señorita
JUAN: No empecemos con las escenas, por favor. ¡Rápido, deme! (Lo Julia! ¡Resucitó el molinero cornudo!
mata sobre la tabla, guillotinándolo con la cuchilla. Julia se da (Entra Cristina)
vuelta) JULIA: ¡Cristina, salvame! ¡Por favor, salvame de este hombre!
JULIA: ¡Matame a mí también! ¡Matame! ¡Podés asesinar a una criatura CRISTINA: (Fría) Lindo espectáculo para un domingo a la mañana... Esto es
inocente sin un temblor! Ahora hay sangre entre nosotros... un chiquero. ¿Qué pasa? ¿Que quiere decir todo esto? Nunca en
¡Maldita sea la hora en que me calenté con vos, maldita la hora mi vida he escuchado gritos y aullidos como los de recién.
en que me concibieron en el vientre de mi madre! JULIA: ¡Cristina! Escuchame, Cristina, Yo te voy a explicar todo.
JUAN: ¿Qué gana con decir eso? ¡Vamos! JUAN: (Algo tímido y avergonzado) Bueno, mientras las señoras discuten
JULIA: (Se acerca al canario a pesar de sí misma) No, todavía no quiero este asunto, yo voy a aprovechar para afeitarme. (Sale)
irme. No puedo irme, tengo que ver... Sshh... Ahí llega un JULIA: Tenés que tratar de entender. Tenés que escucharme.
carruaje, ¿lo oís? (Escuchan) ¿Así qué vos pensás que no aguanto CRISTINA: No, yo no comprendo esta clase de cosas. ¿Adónde piensa ir así
ver sangre, no? Creés que soy tan débil... sí, sí... yo podría ver tu vestida? ¿Y qué está haciendo él con el sombrero puesto...? ¿Eh?
sangre y tu cerebro en esa tabla... Me gustaría ver lo que tenés acá JULIA: Escuchame, Cristina. Escuchame, te lo voy a explicar todo...
nadando en un lago de sangre -creo que podría beber de tu CRISTINA: No quiero saber nada.
cráneo, enredar mis pies en tus intestinos, y comerme tu corazón JULIA: Es que debés escucharme...
asado. Creés que soy débil -creés que te amo, porque mi vientre CRISTINA: ¿Escuchar qué? ¿Lo que hizo con Juan? Eso no tiene nada que ver
recibió tu asquerosa semilla, creés que voy a llevar ese embrión conmigo, es algo entre usted y él. Pero si usted está pensando en
bajo mi corazón y que lo voy a alimentar con mi sangre, sí claro, convencerlo de que se vaya y se escapen juntos, eso le aseguro que
voy a tener un hijo tuyo y le voy a poner tu nombre-; de paso, lo cortamos enseguida.
¿cuál es tu apellido? Nunca lo oí, lo más probable es que no JULIA: Ahora tranquilizate, Cristina, y escuchame. Yo no me puedo
tengas ni eso. Le podríamos poner "Sra. Lavaplatos" o "Sra. quedar aquí y Juan tampoco, así que vamos a irnos...
Limpia pisos" Oíme, perro, perro que usás mi collar, lacayo que CRISTINA: ¿Qué?
tenés mi escudo en los botones... yo voy a tener que compartir JULIA: Escuchame... se me acaba de ocurrir una idea ¿Por qué no nos
con vos mi cocinera, ¿suponés que voy a competir con una vamos los tres juntos? -Sí, nos vamos de este país -a Suiza- y
fregona puta? Ay, creés que soy una cobarde y que me quiero ponemos un hotel los tres juntos. Vos sabés que yo tengo dinero.
escapar... no, no, ahora me quedo -me-que-do. Que reviente Juan y yo lo dirigiríamos, y vos podrías ocuparte de la cocina.
todo. Mi padre volverá y encontrará su secretaire roto y vacío, ¿No es una idea bárbara? ¡Decime que sí! ¡Vamos! ¡Vení con
tocará el timbre dos veces para llamar al lacayo, avisará a la nosotros, así se arregla todo! ¡Decime que sí! ¡Que sí!
policía. Entonces... yo contaré todo. Todo. Será un buen final. Si CRISTINA: ¿Ah, sí?
es que resulta ser el final. Entonces papá tendrá un infarto y se JULIA: Vos no has viajado, Cristina, nunca has estado afuera. Tendrías
morirá. Y así termina la historia y descansamos... la paz eterna. El que salir de aquí y ver un poco el mundo. No tenés idea de lo
escudo de la familia caerá sobre el ataúd y se romperá en pedazos, divertido que es hacer un viaje largo en tren, conocer gente nueva
todo el tiempo, nuevos países. Cuando pasemos por Hamburgo JUAN: (Pone la navaja sobre la mesa) ¿Irme? ¡No seas exagerada! Vos
vamos a ir al zoológico, te va a encantar. Vamos a ir al teatro y a misma oíste el plan de la señorita Julia, y aunque ella ahora esté
la ópera, y cuando estemos en Munich iremos a todos los museos. cansada por no haber dormido en toda la noche, me parece que
Imaginate, Cristina: Rubens, Rafael, todos los grandes pintores, es una propuesta bastante práctica.
todos. Habrás oído hablar de München donde vivía el rey CRISTINA: ¡Pero óiganlo! ¿Creés que voy a ser la cocinera de esta arrastrada?
Ludwig, acordate, el rey que se volvió loco. Y vamos a ver los JUAN: Me hacés el favor de ser educada cuando te refieras a la señora
palacios, porque allí todavía hay palacios, como en los cuentos de ¿Estamos?
hadas. Y ya estamos cerca de Suiza. Ay, los Alpes, Cristina, los CRISTINA: ¡Señora!
Alpes son geniales, donde hay nieve en pleno verano... donde JUAN: Sí, señora, ¡¡ Señora!!...
crecen los naranjos, y los árboles de laureles están verdes todo el CRISTINA: ¡Pero escúchenlo, por favor!
año... Y allí abrimos un hotel. Yo ocuparé el escritorio, mientras JUAN: Sí, que me escuches y que hables menos. La señorita Julia es tu
Juan recibe a los huéspedes en la puerta; yo haré las compras y señora, y lo que desprecies en ella lo estás despreciando en vos
contestaré la correspondencia. ¡Ay, Cristina, qué vida viviremos! misma.
Los trenes pasan silbando, y llegan los carruajes, mientras las CRISTINA: Yo siempre me he respetado a mí misma...
campanillas suenan en las habitaciones y en el corredor, y yo JUAN: Para sentirte más que los otros, solamente.
preparando las cuentas con bastante picante. ¡No te imaginás qué CRISTINA: No, para no rebajarme. ¿Cuándo me has visto jorobando con el
tímidos se ponen los turistas cuando tienen que pagar la cuenta! mucamo o con el jardinero? ¡A ver!
Y vos, vos estarás a cargo de la cocina -no tendrás que cocinar, por JUAN: No pasó porque supiste conseguir un caballero como yo. Tuviste
supuesto- no, vas a estar muy bien vestida para que te vean los suerte.
huéspedes -y, mirá, te digo una cosa, no creas que te estoy CRISTINA: Si, un caballero que le roba avena a los caballos del conde y
halagando, pero con tu aspecto, el día menos pensado te casás con después la vende por ahí...
un millonario, ya vas a ver. Los ingleses son fáciles de agarrar, los JUAN: ¡Mirá quién habla! ¡Todo el mundo sabe que tenés una comisión
más fáciles. Y entonces vamos a ser muy ricos y haremos construir del carnicero!
nuestro propio chalet a orillas del Lago de cómo. Sí, ya sé que CRISTINA: ¿Qué?
algunas veces llueve, pero también algunas veces debe brillar el JUAN: Decís que no podés respetar a la señora. ¡Por favor...!
sol, a pesar de que el cielo siempre está gris. Y, si no, podremos CRISTINA: ¿Vas a venir a la iglesia conmigo? Necesitás oír un buen sermón
volver aquí, o ir a cualquier otro lado... después de lo que has hecho.
(Se lo ve a Juan a la derecha afeitándose con espuma. Escucha JUAN: No, no voy a ir a la iglesia. Andá sola, y confesá tus propios
aprobando) pecados.
CRISTINA: Está bien. Terminó. ¿Usted cree en todo lo que dijo? CRISTINA: Claro que voy a hacerlo para poder volver aquí con mis pecados
JULIA: ¿Si creo? perdonados. Y seguramente conseguiré que los tuyos también lo
CRISTINA: Sí, ¿cree o no? sean. El bendito Señor sufrió y murió en la cruz por nuestra
JULIA: (Cansada) No sé. No creo en nada. En nada, absolutamente en maldad, y, si nos acercamos a Él con sinceridad y humildad en el
nada. corazón, Él se hará cargo de todos nuestros pecados. Y los
CRISTINA: (Ve que Juan ha vuelto) ¿Así que pensabas en irte? perdonará.
JUAN: ¿Dios también va a perdonarte las coimas? JULIA: Y ahora mi madre será vengada otra vez gracias a mí.
JULIA: ¿Creés en serio, Cristina? JUAN: Usted nunca quiso a su padre, señorita Julia.
CRISTINA: Con todo mi corazón, señorita Julia. Estoy tan segura de eso JULIA: ¿Cómo no lo voy a querer? Pero también lo odio, es obvio.
como de que estoy aquí, y lo he creído siempre. Y cuando Fue él quien me hizo odiar mi sexo, ser mitad hombre y
nuestros pecados son muy graves, ahí se muestra toda la mitad mujer, nadie. ¿Quién tiene la culpa de esto? ¿Mi padre,
misericordia del Señor. mi madre, yo? ¿Yo? Yo no tengo yo, I have not self. No tengo
JULIA: ¡Ah, si yo tuviera tu fe! Ah, si... un solo pensamiento que no sea de mi padre, ni una emoción
CRISTINA: Pero no se puede tener fe sino por una gracia especial del Señor, que no sea de mi madre. Y la otra idea, la de que todos somos
y no cualquiera la tiene... iguales, es de mi novio, de ese a quien yo llamaba un idiota
JULIA: ¡Quién la tiene, entonces? por pensar eso. ¿Entonces qué culpa puedo tener? La culpa es
CRISTINA: Ese es un secreto de Dios, señorita Julia. Él ve a las personas a su de Dios, como dice Cristina. No, no va, eso no va. Y eso de
manera. Los últimos serán los primeros... que una persona demasiado rica no puede entrar al cielo es
JULIA: ¿Entonces, Él prefiere a los últimos? trivial. La riqueza no es la riqueza, se está hablando de otra
CRISTINA: Y es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un cosa. ¿Qué nos importa de quién es la culpa? ¿Acaso también
rico entre en el reino de los cielos. Así son las cosas, señorita Julia. ella tiene dueño? Pero de todas maneras, yo soy quien tendrá
Bueno, me voy a ir. Y por las dudas cuando pase por las que aguantar las consecuencias.
caballerizas le diré al peón que no deje sacar ningún caballo antes JUAN: Sí... sí.
de que el conde vuelva a casa. Adiós. (Sale) (Suenan timbres. Julia se sobresalta. Juan se cambia de saco)
JUAN: ¡Puta reventada! ¡Y todo por un canario! JUAN: ¡Llegó el señor! Ay, Dios mío, señorita Julia, ¿usted supone que
JULIA: No nombrés al canario, te lo ruego. ¿Se te ocurre alguna manera Cristina...? (Va hacia el teléfono)
de terminar esto? JULIA: ¿Habrá ido a su escritorio?
JUAN: La verdad, que no. (Suena timbre)
JULIA: ¿Qué harías vos en mi lugar? JUAN: Sí, señor. Sí, señor, inmediatamente. Enseguida, señor, muy bien
JUAN: ¿En su lugar? Espere, vamos a ver. Si yo fuera una mujer... de señor. En media hora, señor.
noble cuna... y hubiera dado un paso en falso... no sé, sí, lo sé. JULIA: ¿Qué dijo? Por Dios, ¿qué dijo?
JULIA: (Tomando la navaja y haciendo el gesto correspondiente) ¿Esto? JUAN: Quiere sus botas y el café en media hora.
JUAN: Claro que yo no lo haría. Hay una diferencia entre nosotros. JULIA: En media hora... entonces... ¡Ay! ¡Estoy cansada! No puedo sentir
JULIA: ¿Porque vos sos un hombre y yo una mujer? ¿Tenemos dos nada. No me arrepiento de nada. No puedo irme ni quedarme,
soluciones, entonces? no puedo vivir, tampoco morirme. ¡Ayudame...! Ordename algo
JUAN: Sí, mi solución y la suya. y te voy a obedecer como una perra. Concedeme esto último para
(Julia sigue con la navaja en la mano) salvar mi honor y mi nombre. Sabés, quisiera hacerlo por mí
JULIA: Yo lo quiero hacer pero no puedo. Papá tampoco pudo cuando misma pero no puedo. Empujame, Juan, ordenámelo.
tuvo la obligación de hacerlo. JUAN: No sé. Ahora no sé qué hacer, no entiendo, es como si esta ropa
JUAN: Su padre estuvo bien. Primero se tenía que vengar. Y se vengó, me cambiara. Yo no puedo ordenarle nada a usted. Y justo ahora
nomás. llama el señor. No puedo explicar bien lo que me pasa. ¡Ah! Este
maldito lacayo que llevo encima... Estoy seguro de que si ahora va a ser demasiado tarde. Va a venir la policía a averiguar... (Suena
viniera el señor y me ordenara cortarme el cuello, lo haría sin dos veces el timbre)
dudarlo. JUAN: (Gritando) Es horrible. Por es la única manera de terminar esto.
JULIA: Imaginate que yo soy vos y que vos sos yo. Actuá como antes, ¡¡Váyase de una vez...!!
cuando te ponías de rodillas, cuando eras un aristócrata. No, (Sale Julia)
¡mejor! ¿Has visto cómo hace un hipnotizador en el teatro? (Juan
asiente) Dice ¡Haga! y la persona hace lo que le ordena. ¡Tome la
escoba! Y la persona la agarra. Le dice ¡Barra!, y barre...
JUAN: Pero la persona tiene que estar dormida.
JULIA: (Como en éxtasis) Yo ya estoy dormida. Este lugar me parece que
fuera de humo, te veo como si fueras una estufa de hierro. Parecés
una estufa vestida de negro, con sombrero alto, los ojos brillando,
como brazas, y toda tu cara de ceniza blanca. (Extiende las manos,
como si él fuera una estufa) Qué lindo calor... ¡Y todo está tan
claro, tan tranquilo!
JUAN: (Toma la navaja y se la coloca en la mano) Aquí está la escoba.
Vaya ahora mismo, ahora mismo, ahora que hay luz. Vaya al
galpón. (Le murmura al oído)
JULIA: (Como despertándose) Gracias. Ahora lo hago. Pero contestame
algo: ¿Los primeros, ellos también recibirán la gracia? Decímelo,
aunque no lo creas...
JUAN: ¿Los primeros? No, nunca. Pero ahora es distinto, señorita, usted
ya no está entre los primeros. ¡Está entre los últimos...!
JULIA: Es verdad. Estoy entre los últimos de todos. Soy la última. ¡Ay!
no puedo ir. ¡Decímelo una vez más, decime que me vaya...!
JUAN: No, ahora basta. No puedo hacer más nada. No puedo más.
JULIA: Y los primeros serán los últimos...
JUAN: No piense más. No piense nada. Usted me saca toda la fuerza y
hace de mí un cobarde... ¿Sonó? ¿Me pareció? No... ¿Y si le pongo
un trapo para que no suene? ¡Por Dios, tener tanto miedo a un
timbre...! Es solamente un timbre. Tan simple. Hay alguien en la
otra puerta, una mano la hace sonar y algo pone la mano en
movimiento. Lo único que hay que hacer es taparse los oídos.
¡Taparse completamente los oídos! ¡Entonces va a sonar más
fuerte! Seguirá sonando hasta que alguno conteste. Pero entonces