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Fabio Morábito. El Idioma Solitario

El documento presenta una colección de obras de Fabio Morábito, un autor que ha escrito en español a pesar de su origen italiano. A través de sus escritos, explora temas como la traición, la vocación y el misterio del lenguaje, destacando la complejidad de la comunicación en su vida personal. Además, se menciona su trayectoria literaria y sus contribuciones a la poesía, cuentos y ensayos.

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Valentina Chappi
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Fabio Morábito. El Idioma Solitario

El documento presenta una colección de obras de Fabio Morábito, un autor que ha escrito en español a pesar de su origen italiano. A través de sus escritos, explora temas como la traición, la vocación y el misterio del lenguaje, destacando la complejidad de la comunicación en su vida personal. Además, se menciona su trayectoria literaria y sus contribuciones a la poesía, cuentos y ensayos.

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tÍtulos recientes EN la colección «Hay árboles en los que se apoya un bosque».

». Dentro de la magnífica obra FABIO MORÁBITO (1955) nació en Alejandría de padres italianos
de Fabio Morábito, que incluye poemas, cuentos, ensayos, traducciones y y a los tres años su familia regresó a Italia. Transcurrió su infan-
una novela, escritos en el rigor del silencio, este libro representa uno de cia en Milán y a los quince años se trasladó a México, donde vive
esos árboles que sintetizan el bosque en el que se encuentran sumergidos. desde entonces. A pesar de ser su lengua materna el italiano,
El buscador de almas Si el aprendizaje del idioma materno supone para el hablante la renuncia ha escrito toda su obra en español. Es autor de cuatro libros
Georg Groddeck de poesía: Lotes baldíos ( FCE , 1985), que ganó el premio
a ese momento inicial en el que todas las lenguas se abren como una pro-
mesa, este libro «nos proporciona a base de lenguaje la salida del lenguaje, Carlos Pellicer en ese mismo año, De lunes todo el año (Joaquín
Bajo el techo que se desmorona
Goran Petrović el atisbo de la realidad del mundo». Mortiz, 1992), que ganó el premio Aguascalientes en 1991,
Con el sigilo de un ladrón que entra en una casa por la noche mientras Alguien de lava (Era, 2002), estos tres reunidos en el volumen
El patrón todos duermen, el escritor traiciona a sus semejantes pero es también La ola que regresa (FCE, 2006), y Delante de un prado una vaca
Goffredo Parise (Era, 2011; Visor, 2014). Ha escrito tres libros de cuentos, La
un centinela que vela su sueño. Desde el primero de los ochenta y cuatro
breves textos que conforman este libro, los temas de la traición y de la lenta furia (Vuelta,1989; Tusquets, 2002; Eterna Cadencia, 2009),
En el bosque
La vida ordenada (Tusquets, 2000; Eterna Cadencia, 2012) y
Katie Kitamura vocación son los ejes a través de los cuales el autor busca el episodio
Grieta de fatiga (Tusquets, 2006; Eterna Cadencia, 2010), este
decisivo que determinó su destino de escritor. Sin ser ni remotamente
El hombre dinero último ganador del premio de narrativa Antonin Artaud 2006.
una autobiografía, impresiona la voluntad de desnudamiento que recorre
Mario Bellatin Ha escrito dos libros de prosas, Caja de herramientas (FCE, 1989;
cada uno de estos textos, empezando por la aceptación de que escribir
Pre-Textos, 2009) y También Berlín se olvida (Tusquets, 2004). Ha
Jota Erre es una forma de darle la espalda al prójimo.
publicado una novela, Emilio, los chistes y la muerte (Anagrama,
William Gaddis Con ironía y a menudo con humor, Fabio Morábito emprende en El
2009), y una breve novela para niños, Cuando las panteras no
idioma materno un viaje en busca de sus raíces, entregándonos un libro que eran negras (Siruela, 1996; FCE, 2011). Es autor de un libro de
El territorio interior
es también la celebración de nuestra capacidad de escapar de la tiranía del ensayos, Los pastores sin ovejas (El Equilibrista, 1995). Tradujo la
Yves Bonnefoy
concepto y llegar al límite del lugar en el que el mundo se revela libre poesía completa de Eugenio Montale, que publicó en España
La historia de mis dientes de cualquier mirada. en 2006 Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, y el Aminta de
Valeria Luiselli Torquato Tasso (UNAM, 2001). Ha residido largas temporadas en
el extranjero y varios de sus libros han sido traducidos al alemán,
De repente un toquido en la puerta (2ª ed.)
Etgar Keret al inglés, al francés, al portugués y al italiano.

Extrañando a Kissinger (4ª ed.)


Etgar Keret

Un hombre sin cabeza (2ª ed.)


Etgar Keret

© Pradip J. Phanse
El idioma solitario

El idioma materno de mi mujer es un idioma que yo


no hablo; ella, en cambio, habla mi lengua materna.
Nos comunicamos a través de un tercer idioma, que
es el idioma del país en el que vivimos. El que yo no
hable ni entienda la lengua materna de mi mujer,
al revés de ella, que habla la mía sin dificultad, me
otorga una gran ventaja. Al estar expuesto en mi casa
a un idioma extraño, que no entiendo ni quiero en-
tender, la calidad de misterio de mi vida es superior
a la suya. Cuando la oigo hablar en su idioma, bien
sea con su hermana por teléfono o con algún com-
patriota que la visita, me doy cuenta de cuán poco
la conozco, pues los sonidos de su lengua no tienen
correspondencia exacta con los de ningún otro idio-
ma que he oído. En especial, la aspereza de ciertas
consonantes aspiradas me perturban todavía des-
pués de más de treinta años de vida en común. Hay
allí, en esos sonidos que parecen comprometer no
sólo su garganta sino su estómago, un aspecto de mi
mujer que escapa a mi comprensión, una cualidad
de su sistema nervioso que me resulta ajena y has-
ta amenazante. Ella ha de experimentar lo mismo,
pues me ha dicho que nunca se siente tan extranjera
y tan sola en nuestra casa como cuando habla su
idioma, consciente de que ni yo ni mi hijo la enten-
demos. Así, después de que acaba de hablar por
teléfono con su hermana, lo primero que hace, con
la boca que todavía rezuma idioma materno, es ir
a verme para referirme detalladamente la conver-
sación que tuvieron, temiendo quizá que su idioma
haya creado un abismo entre nosotros, como esos
terremotos cuya intensidad hace que el eje de la
Tierra se desplace unos cuantos centímetros. Nos
miramos con expresión interrogante y entonces a
menudo me ruega que aprenda su idioma, para no
sentirse en nuestra casa como una loca que desvaría.
Pero yo le respondo que en esa soledad lingüística
suya, y en el misterio que eso supone, se cifra gran
parte de su belleza y de mi amor por ella, y se retira
resignada, como quien ha cerrado un trato desven-
tajoso pero irrevocable.

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