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Tizoc

La película 'Tizoc', protagonizada por María Félix y Pedro Infante, enfrentó la resistencia inicial de Félix debido a su desacuerdo con el papel y la representación de los nativos. A pesar de las dificultades, la película se estrenó en 1957 y recibió premios importantes, aunque Infante no pudo ver su éxito debido a su fallecimiento. Su legado ha perdurado, convirtiéndolo en un ícono del cine mexicano y un símbolo cultural que sigue inspirando a nuevas generaciones.
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Tizoc

La película 'Tizoc', protagonizada por María Félix y Pedro Infante, enfrentó la resistencia inicial de Félix debido a su desacuerdo con el papel y la representación de los nativos. A pesar de las dificultades, la película se estrenó en 1957 y recibió premios importantes, aunque Infante no pudo ver su éxito debido a su fallecimiento. Su legado ha perdurado, convirtiéndolo en un ícono del cine mexicano y un símbolo cultural que sigue inspirando a nuevas generaciones.
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Hablemos hoy sobre la película Tizoc.

En esta ocasión, te compartiré los motivos que


llevaron a María Félix a resistirse inicialmente a participar en esta producción junto a Pedro
Infante. "No me agradó la película, no me gustó Pedro ni el papel", mencionó en entrevistas.
Además, descubrirás por qué Pedro nunca besó a María en la cinta, los premios que obtuvo
esta obra y el sacrificio financiero que Ismael Rodríguez, el director, tuvo que hacer para
pagar a uno de los dos protagonistas. ¿Listos? También mostraremos imágenes nunca
antes vistas y daremos un emocionante vistazo al pasado.

Amigos apasionados del cine mexicano, hoy les traigo un contenido muy especial.
Exploraremos detalles fascinantes sobre la única película en la que María Félix y Pedro
Infante trabajaron juntos. Prepárense, porque iremos punto por punto en esta historia llena
de curiosidades. La producción de esta película comenzó en mayo de mil novecientos
cincuenta y seis, bajo el sello de Matouk Films, la casa productora propiedad de Antonio
Matouk, quien también era el representante legal de Pedro Infante.

En cuanto al director, hablamos del inseparable colaborador de Pedro Infante: Ismael


Rodríguez. Esta fue la penúltima película dirigida por él para Pedro y, además, la última en
la que trabajaron juntos. Las canciones incluidas en el filme son verdaderamente
emblemáticas, perfectamente ajustadas al contexto de la historia. Entre ellas destacan
Pocito de Nacaquinia, Ave María y la inolvidable Te quiero más que a mis ojos, o como lo
expresaba Tizoc, “te quiero más que a mis ojitos”.

La película fue estrenada el veintitrés de octubre de mil novecientos cincuenta y siete, más
de un año después del inicio del rodaje y seis meses después del trágico fallecimiento de
Pedro Infante. Pero, ¿por qué María Félix inicialmente no quería participar? Años después,
en entrevistas, la actriz explicó sus razones con la sinceridad que siempre la caracterizó.
Primero, no le agradó el personaje que debía interpretar. Según ella, no le parecía
apropiado que su rostro se asociara con una figura religiosa, algo con lo que nunca estuvo
conforme.

En segundo lugar, tampoco le gustaba el personaje de Tizoc. Consideraba que la


representación que hicieron de los nativos en la película, tanto en el aspecto físico como en
la personalidad que Pedro Infante imprimió al personaje, no era adecuada ni realista. Sin
embargo, tras un largo proceso de persuasión, María finalmente aceptó participar. Pero no
fue fácil ni barato. Según relatos, Ismael Rodríguez tuvo que hipotecar su casa para cumplir
con el elevado caché que María exigía.

Por si esto fuera poco, Pedro Infante también tuvo que poner de su parte para convencer a
"La Doña". María Félix recordó en varias ocasiones los esfuerzos que Pedro realizó para
ganarse su aprobación. Todos sabemos que Pedro era generoso por naturaleza, tanto con
su público como con sus compañeros de trabajo, y María no fue la excepción. La actriz
contó que Pedro incluso le llevó serenatas en más de una ocasión. Estas serenatas
ocurrieron en su famosa finca de Catipoato, donde años antes se había casado con Jorge
Negrete, conocido como El Charro Cantor.

Pedro, acompañado de mariachis y en su propia voz, conquistó no solo a María Félix, sino
también a los recuerdos que quedaron grabados en esa finca llena de historia. La película,
aunque rodeada de dificultades, marcó un hito en la carrera de ambos actores. Más
adelante, continuaremos con más detalles sobre esta producción única. ¿Qué opinan hasta
ahora? Me encantaría leer sus comentarios sobre esta increíble historia del cine mexicano.

Pedro Infante, como siempre caracterizado por su generosidad y detalles, llegó a


obsequiarle a María Félix regalos memorables durante el rodaje de "Tizoc". Entre ellos, le
entregó una guitarra, que según versiones de la propia actriz, terminó rompiendo por
razones personales. Además, le regaló una esclava que llevaba puesta durante una de sus
visitas, objeto que María decidió conservar como recuerdo.

Estas interacciones se dieron en el emblemático rancho en Catipoato, lugar donde María


había vivido momentos significativos junto a Jorge Negrete. De estas visitas han quedado
plasmadas algunas fotografías históricas, en las que se observa a Pedro e Isabel en una
atmósfera tranquila, conversando en lo que parecía ser una charla amena. En algunas
imágenes, Pedro luce algo intimidado, mientras que en otras ya se percibe más relajado y
cómodo en compañía de la "Doña".

Un detalle curioso que pocos han notado en una de esas fotos es la presencia de un retrato
pequeño de Jorge Negrete colgado en la pared de la casa de María, recordando el vínculo
que aún mantenía con su pasado. Cabe señalar que esto ocurrió tres años después del
fallecimiento del "Charro Cantor", quien murió en diciembre de mil novecientos cincuenta y
tres.

Ahora bien, una de las preguntas que frecuentemente surge en torno a "Tizoc" es: ¿Por qué
Pedro Infante nunca besó a María Félix en la película? Existen varias teorías al respecto.
Una de ellas apunta al respeto que Pedro sentía por Jorge Negrete, considerando que
María era viuda del reconocido cantante en ese momento. Sin embargo, hay elementos de
verdad y mito en esta afirmación. Por un lado, es cierto que Pedro era conocido por ser
tímido, incluso según lo mencionó en su momento su primera esposa, María Luisa León.
Por otro lado, tanto Pedro como María eran artistas profesionales y, de haberlo requerido el
guion, habrían cumplido con lo estipulado. Por lo tanto, parece más plausible que Ismael
Rodríguez, director de la película, prefirió evitar posibles tensiones y decidió no incluir ese
momento en la trama.

Es importante mencionar que Pedro Infante no tuvo la oportunidad de ver el estreno de


"Tizoc", que ocurrió el veintitrés de octubre de mil novecientos cincuenta y siete, seis meses
después de su trágica partida el quince de abril del mismo año. La cinta, sin embargo,
cosechó importantes reconocimientos, como el Globo de Oro y el Oso de Plata en Berlín,
consolidando aún más el legado del actor.

A pesar de esto, existe un debate entre cinéfilos y críticos sobre la verdadera relevancia de
este último galardón. Aunque el Oso de Plata elevó a Pedro Infante como el mejor actor
según los estándares de la época, algunos argumentan que otros premios y logros en su
carrera tuvieron un impacto más trascendental. El Festival de Berlín, aunque prestigioso, no
posee la misma resonancia cultural que eventos como los Óscares, lo que lleva a cuestionar
si este reconocimiento está sobrevalorado en comparación con otros hitos de su carrera.

Independientemente de estas discusiones, "Tizoc" sigue siendo una de las películas más
emblemáticas de Pedro Infante, un testimonio de su versatilidad y entrega como actor, y
una muestra del vínculo que logró establecer con una figura tan icónica como María Félix, a
pesar de las diferencias iniciales.

Así podríamos decir que, en cierto modo, muchos otorgan una gran relevancia a estos
premios. Por ejemplo, Pedro Infante fue nominado en varias ocasiones al Ariel, e incluso
logró ganar este prestigioso galardón. Ahora, aquí va otro dato curioso y, a mi parecer,
interesante: con frecuencia se escucha que Pedro fue el mejor actor del mundo y que por
eso mereció ese premio. Estoy totalmente de acuerdo con esa afirmación, y lo digo con total
sinceridad, ya que soy un gran admirador de Infante. No obstante, cuando se anunció que
Pedro Infante había ganado el Oso de Plata, la audiencia en Berlín se levantó, aplaudiendo
con entusiasmo, esperando ver a Pedro salir al escenario para recibir su premio. Sin
embargo, la realidad era otra, ya que Pedro ya había fallecido. Fue Ismael Rodríguez, el
director de la película "Tizoc", quien asistió en su lugar, acompañado por Antonio Matuk, su
representante, y amigos cercanos. También estuvo presente el hijo del expresidente Miguel
Alemán, Miguel Alemán Velasco, en representación de Pedro. Aquí les dejo algunas fotos
de ese momento histórico, donde ambos se ven recibiendo el galardón en Berlín.

Lo que quiero resaltar es que la gente realmente no tenía idea de quién era Pedro Infante
en ese entonces. Hoy en día, gracias a las redes sociales, Pedro es una figura
internacionalmente reconocida, pero en su época, su fama estaba mayormente limitada a
Latinoamérica, sin llegar a otros continentes como sí ocurrió con otras estrellas como Jorge
Negrete, María Félix, Armendáriz o Cantinflas. Este es un dato que quiero compartir con
ustedes, simplemente como una reflexión objetiva y realista. Espero que hayan disfrutado
de estos datos. Nos veremos en el siguiente video, esto fue una emisión más de su amigo,
David, el historiador.

Continuando con lo que les estaba mencionando, es fascinante cómo la percepción de las
estrellas de cine puede cambiar con el tiempo. En la época en que Pedro Infante se
encontraba en su apogeo, muchos no comprendían aún la magnitud de su talento, y su
impacto no era tan global como podría haber sido. De hecho, como mencionaba antes, su
fama se limitaba a ciertos círculos y, en gran medida, a Latinoamérica. A pesar de ser una
de las figuras más importantes de la época dorada del cine mexicano, Pedro Infante aún era
desconocido para muchas personas fuera de esa región.

Lo que resultó aún más interesante fue el recibimiento que tuvo en el Festival de Berlín. A
pesar de su ausencia física, la gente no dejaba de vitorearlo, y su nombre seguía resonando
en los pasillos del evento. Fue entonces cuando su legado comenzó a consolidarse, y la
proyección de su imagen alcanzó nuevos horizontes, algo que quizás no imaginó cuando
estaba filmando tantas de sus memorables películas.

Cabe destacar que la figura de Pedro Infante ha sido abordada de diversas maneras por
críticos y seguidores. Se le ha considerado un ícono, no solo de la cultura mexicana, sino de
todo el cine latinoamericano. Su voz, su carisma y su habilidad para conectar con el público
lo convirtieron en un verdadero fenómeno. Y si bien es cierto que su vida tuvo ciertos
contrastes, con episodios complicados que forman parte de la historia de la época, también
es indiscutible que su carrera fue sobresaliente y que su nombre permanece grabado en la
memoria colectiva.

Hoy en día, Pedro Infante es una figura inmortalizada, no solo en el cine mexicano, sino
también en los corazones de quienes crecieron viendo sus películas. La industria del cine
ha cambiado, las generaciones han pasado, pero el recuerdo de su legado sigue presente.
Es fascinante cómo, a pesar de los obstáculos que enfrentó en vida, logró trascender y
dejar una huella imborrable.

Finalmente, me gustaría reflexionar sobre lo que significa la preservación de su legado,


especialmente en una era digital, donde el acceso a la información y al cine nunca ha sido
tan fácil. Hoy, Pedro Infante es recordado con admiración y respeto, no solo por su arte,
sino también por la historia que dejó atrás. Y aunque en su momento no fue reconocido
como debería haber sido, el tiempo le ha dado ese lugar tan merecido en el panteón de los
grandes artistas. Sin duda, la memoria de Pedro Infante sigue viva y continúa inspirando a
nuevas generaciones de cineastas y amantes del cine.

Siguiendo con este tema, es realmente intrigante cómo las leyendas del cine, como Pedro
Infante, trascienden no solo por su talento, sino también por las historias que se tejen
alrededor de ellos. La figura de Pedro, su imagen de hombre de pueblo, su voz
inconfundible y su carisma en la pantalla, lo convirtieron en un verdadero ícono. Pero hay
algo que siempre ha sido particularmente fascinante: su capacidad para conectar con la
audiencia en un nivel emocional profundo. Las películas que protagonizó no solo eran
entretenimiento, sino que hablaban de historias cotidianas, de amores perdidos, de luchas
internas, de sacrificios y de esperanza.

Esto fue lo que realmente marcó la diferencia en la carrera de Pedro. No era solo un actor;
era alguien capaz de tocar los corazones de millones de personas. Incluso cuando parecía
estar en su peor momento, siempre había algo en su actuación que lo hacía seguir siendo
cercano al público. Su estilo, su forma de actuar, sus gestos, sus canciones… todo esto lo
convirtió en un ser inolvidable.

A lo largo de los años, los cineastas y críticos han hecho una profunda reflexión sobre el
impacto cultural que Pedro Infante tuvo. Muchos argumentan que fue mucho más que un
símbolo del cine de la Época de Oro mexicana. Fue una representación de la identidad
nacional, del México de aquellos tiempos, con sus tradiciones, su música, sus valores y sus
costumbres. Sin duda, Pedro representaba a una gran parte del pueblo mexicano. En sus
películas, muchas veces se reflejaba la lucha por el amor, por la familia, por los ideales,
pero también las contradicciones del ser humano: la traición, la soledad, el arrepentimiento.
Esa capacidad de mostrar las complejidades del ser humano es lo que lo convierte en una
figura tan relevante y trascendente en la cultura latinoamericana.

Sin embargo, también hay que mencionar las dificultades que Pedro enfrentó durante su
vida. Aunque su talento era innegable, sus demonios personales, las tragedias en su vida y
las dificultades emocionales que atravesó, siempre estuvieron presentes. Esto lo hizo aún
más humano ante los ojos de sus seguidores, quienes veían en él no solo a un artista, sino
también a un hombre luchando con sus propios dilemas internos. Sus relaciones, sus
amores, sus momentos oscuros… todos formaron parte del mito que se creó alrededor de
él.

Después de su muerte, Pedro Infante pasó a ser una figura aún más legendaria. Lo que al
principio era un actor querido, terminó siendo un símbolo de la cultura popular mexicana,
algo más grande que la persona misma. Su nombre está grabado en la historia, y su música
sigue siendo coreada por nuevas generaciones. Hoy, décadas después de su partida, el
impacto de Pedro sigue siendo tan fuerte como en sus días de mayor esplendor.

Lo más interesante es cómo su legado ha perdurado, en parte gracias a la difusión de sus


películas y sus canciones, pero también por las historias que se siguen contando sobre él.
Su imagen sigue siendo relevante en la cultura pop, en el cine, en la música. Lo que en su
momento fue un fenómeno, hoy es un legado cultural que se sigue celebrando. La historia
de Pedro Infante sigue siendo contada, y, por supuesto, seguirá siendo objeto de
fascinación.

A pesar de que ya no está físicamente entre nosotros, Pedro Infante continúa presente en el
imaginario colectivo. Sus canciones siguen sonando en cada rincón de Latinoamérica. La
gente sigue compartiendo historias sobre sus películas y recordando momentos que han
marcado a varias generaciones. En este sentido, podemos decir que Pedro Infante, el
hombre y el mito, sigue siendo una fuente de inspiración para todos aquellos que buscan en
el cine un reflejo de la vida misma.

El impacto de Pedro Infante no solo se limita a su tiempo en la pantalla, sino que sigue vivo
en la cultura popular. Su voz, inconfundible y llena de emoción, sigue siendo parte de la
banda sonora de muchas vidas. Las nuevas generaciones, aunque no lo conocieron en
persona, han heredado su legado a través de la música, las películas y las historias que
siguen contándose sobre él. En cada rincón de América Latina, su nombre sigue siendo
sinónimo de pasión, talento y sacrificio.
Uno de los aspectos más fascinantes de su legado es cómo su figura ha sido reinterpretada
a lo largo de los años. Si bien en sus primeros años de fama, Pedro Infante representaba a
ese hombre sencillo, encantador, y siempre dispuesto a hacer lo correcto, hoy día su
imagen ha tomado un matiz más profundo. El personaje de Pedro Infante en el cine, con
sus contradicciones, sus amores, sus sacrificios y su lucha interna, sigue siendo un reflejo
de las complejidades humanas. Es el hombre común convertido en leyenda, pero con un
toque de vulnerabilidad que lo hace cercano y real.

Las historias sobre su vida personal también han ayudado a cimentar su figura como un ser
humano complejo, no solo como un ídolo de cine. Desde su trágica muerte en un accidente
aéreo hasta sus complicadas relaciones amorosas, todo esto ha añadido una capa de
misterio y fascinación que sigue atrayendo a quienes estudian su vida y carrera. Pedro
Infante nunca fue un ser perfecto, pero precisamente esa imperfección lo hizo más cercano
al público. A pesar de sus defectos y errores, su humanidad brillaba a través de su trabajo,
lo que hizo que se ganara el cariño y la admiración de todos.

En el ámbito musical, sus canciones siguen siendo consideradas clásicas. Con temas como
"Amorcito Corazón", "La culebra" o "Sabes una cosa", Pedro Infante no solo conquistó
corazones en la pantalla grande, sino también en la radio, y más tarde, en las plataformas
de streaming. Su música es un reflejo de las emociones universales: el amor, la nostalgia, el
desengaño, la alegría. Al igual que sus películas, las canciones de Pedro Infante han sido
transmitidas de generación en generación, y aún hoy se siguen cantando en las fiestas, en
los karaokes, y en momentos de reflexión.

Pero quizás lo más impresionante de todo es cómo la imagen de Pedro Infante sigue
evolucionando, incluso después de su muerte. A lo largo de los años, nuevos cineastas y
artistas han encontrado inspiración en su vida y su obra. Ya no es solo un ícono de la época
dorada del cine mexicano, sino una figura que sigue siendo relevante en la actualidad. En la
cultura popular mexicana y latinoamericana, Pedro Infante sigue siendo una referencia, no
solo como actor o cantante, sino como un símbolo de la lucha por el sueño y la gloria. Su
vida, tanto en la pantalla como fuera de ella, sigue siendo un ejemplo de perseverancia, de
pasión y de trabajo duro.

Pedro Infante no solo marcó un hito en el cine y la música mexicana, sino que también fue
un símbolo de la identidad nacional. En sus películas, representaba al hombre común, al
mexicano de a pie, con sus virtudes y defectos, y al mismo tiempo, encarnaba los ideales
del machismo y la honra, características que, aunque hoy en día se interpretan de manera
distinta, eran muy valoradas en su época. A través de su carrera, Pedro Infante estableció
una conexión muy profunda con su audiencia, ya que su manera de interpretar los papeles
no solo parecía natural, sino auténtica.

Con el paso del tiempo, muchos de sus filmes y personajes han sido objeto de análisis y
reinterpretaciones. A pesar de que la época dorada del cine mexicano ya ha quedado atrás,
las películas en las que Pedro Infante fue protagonista siguen siendo vistas y estudiadas.
Su capacidad para conmover, para transmitir tanto ternura como fortaleza, le valió un lugar
en la historia del cine. Incluso décadas después de su muerte, sigue siendo uno de los
actores más recordados y queridos de la cinematografía mexicana.

Es curioso cómo, a pesar de que Pedro Infante dejó de vivir físicamente hace más de seis
décadas, su figura sigue viva en la memoria colectiva. La gente sigue hablando de él, lo
sigue recordando, y su presencia sigue siendo muy palpable en las calles de México y otros
países de habla hispana. Al igual que con otros íconos culturales, su nombre ha trascendido
generaciones, y es probable que en el futuro continúe siendo un referente para nuevos
cineastas y artistas.
En cuanto a la música, Pedro Infante fue una pieza clave en la consolidación del bolero
ranchero y la música popular mexicana. Aunque en sus primeros años se dio a conocer
principalmente por su trabajo en el cine, su voz fue la que finalmente le otorgó la
inmortalidad. Sus canciones siguen siendo cantadas por todos: desde los más jóvenes, que
quizás lo descubren a través de sus abuelos o padres, hasta los más mayores, que
crecieron con sus discos y canciones en su juventud.

Uno de los aspectos más fascinantes de Pedro Infante es que, a pesar de su fama, nunca
dejó de ser una persona común. En las pocas entrevistas que concedió, Pedro hablaba con
humildad de su trabajo y de su vida personal, siempre sin perder esa cercanía con su
audiencia. Para él, ser una estrella no era una meta en sí misma; era simplemente un medio
para llevar a cabo su pasión: la actuación y la música. Esa humildad, esa sencillez, hizo que
los mexicanos y latinoamericanos lo percibieran como alguien cercano, como una figura que
podía entender sus sueños, sus penas, sus alegrías.

Además de su talento en el cine y la música, Pedro Infante dejó una marca indeleble en la
historia de la televisión mexicana. Aunque su carrera cinematográfica fue su gran legado, en
la televisión también dejó su huella, siendo uno de los grandes referentes de la época
dorada de la televisión mexicana. En muchas de sus películas, se abordaban temas
sociales que resonaban con el pueblo, algo que también reflejaba su compromiso social,
aún sin ser un activista en el sentido moderno de la palabra.

Sin duda alguna, Pedro Infante es uno de esos íconos cuya figura nunca se desvanece. Su
imagen sigue viva no solo en la memoria de quienes lo conocieron, sino también en el
corazón de quienes han llegado a descubrirlo a través de sus canciones y películas. En una
época donde las redes sociales y las plataformas digitales permiten revivir a las figuras del
pasado de una manera instantánea, Pedro Infante ha encontrado una nueva generación de
seguidores que lo han adoptado como un símbolo cultural.

Al final de cuentas, Pedro Infante no solo es recordado por su enorme talento, sino por la
esencia misma de lo que representa. Para muchos, es el símbolo del México que soñaba
con una vida mejor, el hombre que luchaba por su honor, por su familia y por su amor. Su
figura trasciende las décadas y se mantiene firme como un pilar de la cultura mexicana y
latinoamericana.

El impacto de Pedro Infante en la cultura mexicana no puede ser subestimado. Su legado


trasciende el tiempo y las generaciones, y su influencia se extiende más allá del cine y la
música. Pedro no solo fue un ícono de la época dorada del cine mexicano, sino también un
referente cultural que representaba una época de cambios, sueños y aspiraciones para todo
un pueblo.

El fenómeno que generó Pedro Infante en su época era tan grande que no solo su figura
alcanzaba a los mexicanos, sino a toda América Latina. En países como Argentina,
Venezuela, Colombia y Perú, su nombre era sinónimo de calidad en el cine y la música. Sus
canciones, como "Amorcito corazón", "Cien años", y "La que se fue", aún resuenan en la
radio y en los hogares, manteniendo viva la memoria de un hombre que representaba la
vida del mexicano de entonces: lleno de pasión, sufrimiento, amor y, sobre todo, esperanza.

Más allá de sus logros artísticos, Pedro Infante fue un hombre de carne y hueso con
virtudes y defectos. Su vida estuvo marcada por la constante lucha entre su carrera y sus
relaciones personales. De hecho, sus vivencias y los conflictos que enfrentó también fueron
parte del atractivo de su figura. Muchos lo veían como un hombre sencillo y sincero, aunque
también se le atribuían ciertos comportamientos erráticos que lo hacían más humano y
cercano.

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