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Antologia Terror

La 'Antología de Microrrelatos de Terror' es una recopilación de 94 breves historias escritas por estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades, Plantel Vallejo, como resultado de un concurso de escritura creativa. La antología busca explorar el género del terror, abordando temas como lo sobrenatural y las emociones humanas, y se presenta como una herramienta didáctica para fomentar la creación literaria entre los jóvenes. Esta publicación, editada en enero de 2023, refleja la imaginación y creatividad de los estudiantes, ofreciendo relatos que provocan miedo y reflexión.
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
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Antologia Terror

La 'Antología de Microrrelatos de Terror' es una recopilación de 94 breves historias escritas por estudiantes del Colegio de Ciencias y Humanidades, Plantel Vallejo, como resultado de un concurso de escritura creativa. La antología busca explorar el género del terror, abordando temas como lo sobrenatural y las emociones humanas, y se presenta como una herramienta didáctica para fomentar la creación literaria entre los jóvenes. Esta publicación, editada en enero de 2023, refleja la imaginación y creatividad de los estudiantes, ofreciendo relatos que provocan miedo y reflexión.
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ANTOLOGIA

DE MICRORRELATOS DE

TERROR
BREVES HISTORIAS PARA NO DORMIR

Compiladora: Mtra. Ana Gloria Cardona Silva


e cc
h
Editorial CCH Vallejo

ANTOLOGIA DE MICRORRELATOS DE TERROR


BREVES HISTORIAS PARA NO DORMIR
Es una publicación editada por el Colegio de Ciencias y Humanidades,
Plantel Vallejo. Av. de los 100 Metros Esq. Fortuna, Magdalena de las
Salinas, Gustavo A. Madero, C.P. 07760, CD. MX.

Revisión técnica del libro:


Lic. César Alonso García Huitrón.
Compiladora:
Mtra. Ana Gloria Cardona Silva.
Corrección de estilo:
Lic. Lilian Romero Quebrad y Lic. Josue Bonilla Hidalgo.
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO
Dr. Enrique Luis Graue Wiechers
Rector
Dr. Leonardo Lomelí Vanegas
Secretario General

COLEGIO DE CIENCIAS Y HUMANIDADES


Dr. Benjamín Barajas Sánchez
Director General
Lic. Mayra Monsalvo Carmona
Secretaria General

COLEGIO DE CIENCIAS Y HUMANIDADES VALLEJO


Lic. Maricela González Delgado
Directora
Mtro. Manuel Odilón Gómez Castillo
Secretario General
Lic. Blanca Adela Zamora Muñoz
Secretaria Administrativa
Mtra. María Xóchitl Megchún Trejo
Secretaria Académica
Lic. Rocío Sánchez Sánchez
Secretaria Docente
Lic. Armando Segura Morales
Secretario de Asuntos Estudiantiles
Lic. Carlos Ortega Ambriz
Secretario de Servicios de Apoyo al Aprendizaje
I.Q. Georgina Guadalupe Góngora Cruz
Secretaria Técnica del Siladin
Esta publicación tiene fines didácticos y de difusión e investigación acorde
con lo establecido en el artículo 148 y análogos de la Ley Federal del Derecho
de Autor. Queda prohibida su reproducción parcial o total por cualquier
medio físico o electrónico sin la autorización por escrito del titular de los
derechos patrimoniales.

Primera edición enero 2023

Colegio de Ciencias y Humanidades, Plantel Vallejo. Av. de los 100 Metros


Esq. Fortuna, Magdalena de las Salinas, Gustavo A. Madero, C.P. 07760,
CD. MX.

ISBN: En trámite

Impreso y hecho en México


PRESENTACIÓN

D
esde su inicio, la literatura ha representado para el ser humano
un lenguaje encaminado a la expresión de sus emociones y sen-
timientos, un motivo, inspiración y salida a un mundo de magia,
suspenso, reflexión y aprendizaje que le ha permitido evolucio-
nar el pensamiento y alimentar su imaginación para innovar y plasmar sus
ideas; incluso, compartir sus miedos y emociones más oscuros.
La palabra escrita tiene el poder de transmitir todo tipo de emociones que
pueden ahogarnos si no las compartimos. A través de las líneas proyectamos
lo que no decimos abiertamente, personajes y escenarios cobran vida para
narrarnos algo, un algo que nuestros jóvenes cecehacheros inmortalizan en
esta antología.
De acuerdo con el Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, la poesía y la
literatura nos hacen tocar y mostrar lo impalpable. Por ello, en este contexto
tan complejo en el que vivimos, la escritura y la literatura se convierten en
una puerta siempre abierta a un mundo tan vasto como la imaginación de
la juventud universitaria.
Sin duda, estas nos permiten pensar, ensimismarse en lo leído para enten-
der otro punto de vista y nueva información; reforzar y comprender con-
ceptos con los que se enriquece el léxico, y compartir nuestro sentir, nuestras
ideas y mundos. Pareciera que la lectura es un espejo, porque nos permite
reflejar a través de cada texto la realidad, incluso el contexto de confina-
miento que vivimos recientemente.
La creación literaria es un escaparate, un aliciente de fantasía que nos lle-
na de mil y una historias para adentrarnos en el pensamiento que soslaya el
aprender a hacer para mostrar diversas realidades llenas de fantasía, como
lo presentan los estudiantes de nuestro CCH Vallejo a través de microrre-
latos de terror.
Sin duda ha sido una tarea compleja, poder plasmar una historia a través
de breves párrafos y que infundieran el terror necesario para no poder dor-
mir. En hora buena por atreverse, y ojalá que con cada narración fomente-
mos la creación literaria en la juventud de nuestro Colegio.

Lic. Maricela González Delgado


Directora del CCH Vallejo
PRÓLOGO

E
n este ciclo escolar presenté un proyecto para impartir un curso-taller di-
rigido a los alumnos con la temática de escritura creativa, centrada en los
microrrelatos de terror, a la coordinadora del PIA del plantel Vallejo, la
profesora Zyanya Sánchez Gómez. Como parte de esto, se consideró con-
vocar a los alumnos del plantel a un concurso abierto, en el marco de las festividades
de Halloween y Día de Muertos.
Organizamos la actividad, nombramos un jurado y, para nuestra grata sorpresa,
recibimos 150 microcuentos de terror, escritos por estudiantes de ambos turnos y de
los tres semestres. El jurado seleccionó a los ganadores (5 en total) y en una ceremo-
nia se premió y reconoció la participación de los jóvenes.
De una selección de estos microcuentos surgió la presente Antología, donde elegi-
mos 94 historias escritas por nuestros estudiantes. Estos breves relatos están llenos de
imaginación, creatividad y de diversas atmosferas con la intención de representar la
irracionalidad y de elevar por los aires muchas de nuestras certezas.
Cuando nos acercamos a una Antología como esta, a una novela o al apagarse las
luces del cine, las preguntas que nos vienen a la mente son: ¿Por qué leemos relatos o
vemos películas de terror? y ¿por qué son tan populares? Estamos conscientes de que
siempre tenemos la opción de cerrar el libro, de pasar del blog, de no haber compra-
do ese boleto, de apartarnos, de no entrar en esas historias, o de conocerlas, con la
certeza de que no viviremos esos terribles acontecimientos, que no pueden suceder,
ya que, desde los tiempos más antiguos, hemos descubierto nuestra capacidad de
deleitarnos con el terror a través de las experiencias vicarias en que nos sumergimos.
Y por eso aquí estamos, interesados, expectantes, a punto de conocer esos breves
relatos que provocan ese miedo que experimentábamos, cuando éramos niños y du-
dábamos de esa fina línea que separaba la realidad de la ficción.
El terror es definido como el sentimiento más intenso de miedo, donde el
individuo ya no puede pensar de forma racional. El terror puede generar sudoración
fría, la parálisis de los músculos y hasta la muerte por paro cardíaco.
Un cuento de terror es un relato literario que persigue generar sentimientos de
miedo en el lector. Para esto presenta historias vinculadas a las temáticas más atemo-
rizantes para los seres humanos, como la muerte, las enfermedades físicas o men-
tales, los crímenes, las catástrofes naturales, los espíritus y las bestias sobrenaturales.
A la hora de escribir una historia de terror, sin importar que seamos expertos
y reconocidos novelistas o jóvenes de bachillerato participando en un concurso, es
importante tener en cuenta que hay cuatro elementos básicos para conseguir esa
sensación en el lector:
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

TERROR SOBRENATURAL

S
u nombre lo dice todo, en este tipo de historias, la fuente principal del
miedo es el conflicto entre lo humano y lo sobrenatural. Como ya mencio-
nábamos, el miedo a lo desconocido, a lo impredecible, a lo que proviene
de esferas extraterrenales y sobre lo que los seres humanos no tenemos
ningún control, es una de las fuentes principales de las historias de terror.
Este horror sobrenatural, implica algún tipo de suspensión o supresión de las le-
yes naturales, su premisa básica parte de lo anómalo, generalmente encarnado en
entes como monstruos, fantasmas, casas encantadas, maldiciones, hombres lobo o
vampiros. La religiosidad y la superstición son antecedentes de este tipo de terror;
se respira una atmósfera de ansiedad, de temor, donde las fuerzas desconocidas
y malignas nos asechan, desafiando nuestra única protección contra el caos y los
demonios: esas leyes inmutables de la naturaleza.
En esta primera selección, conoceremos historias que van desde el terror cósmi-
co que nos remite a los Mitos de Cthulhu con El ser devorador, ganador del pri-
mer lugar en el Concurso o La dualidad de un dios, que nos presenta una inespe-
rada mitología; la provincia mexicana, con sus historias de aparecidos, noches de
muertos y entidades que son parte de leyendas, creencia y cuentos que constituyen
expresiones de nuestro folclor, como en El camino a casa, Despertar, El retrato y
El otro lado del infierno; también encontraremos espacios muy cercanos como la
escuela, las calles de la ciudad, la estación del metro, el casillero, un salón de clases
o una casa antigua; se guardan tristes secretos de abuso escolar, personajes e imá-
genes que no quisiéramos conocer o experimentar, como en Estación 14, Belcebú,
Se escondía atrás de un casillero o El mejor alumno y, como no podían faltar, las
leyendas urbanas, las historias que se cuentan y que nos negamos a aceptar como
verdaderas, hasta que un día una bella joven nos pide auto stop, como en La chica
del vestido blanco, Muerta, El negociador, Cuento de terror o La Adrenalina.
Vamos a echar un vistazo a estos primeros microcuentos, donde ponemos en
suspenso nuestra lógica y nos sumergimos en lo sobrenatural.

9
10
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

MIROCUENTOS (21)

EL SER DEVORADOR
Pablo Urbano Botello
Vespertino, tercer semestre. Primer lugar

E
strellas, espacio, cosmos, nuestra bóveda celeste nos ha visto crecer como especie, la
cosa más maravillosa y hermosa que nos ha regalado la existencia misma, pero... de
alguna forma siento que el universo está sufriendo, de alguna forma que no com-
prendo por qué las estrellas me hablan, me cuentan todo, me hablan de su dolor, de
su miedo, sé que le temen a algo, algo más grande que ellas, algo que en los bordes cósmicos
deja a las estrellas en un rojo sangre. El grito de las estrellas por el terror que él causa, aquel
que observa. Él está cerca, flautas demoníacas anuncian su llegada, el ser devorador está aquí,
el sol está llorando sangre y ahora yo lo hago.

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EL RETRATO
Regina Valeria Soto Rosales
Vespertino tercer semestre. Mención honorífica

mi familia le comenzaron a ocurrir cosas extrañas en la casa, se queja-

A ban de que alguien los observaba, se movían objetos y las cosas de su


lugar. Mi mamá lloraba todo el tiempo, mi papá estaba de mal humor
y mis hermanos ya ni siquiera me hablaban, cada vez se sentía más
frío y triste nuestro hogar.
Una tarde, mi mamá empezó a colocar el altar de muertos y tomó un retrato,
lo colocó hasta arriba; nos acercamos a ver cómo quedó la ofrenda, pero todos
lloraban demasiado, yo no entendía por qué, hasta que miré aquel retrato y ahí
lo entendí todo, era yo.

EL MEJOR ALUMNO
Libby Sunem Olvera Figueroa
Matutino. Quinto semestre

É
l se presentó puntual a sus clases, cuando el maestro Dante hizo el pase
de lista ni siquiera notó que tenía un estudiante nuevo que no respondió
al obligado registro de asistencia; sin embargo, este nuevo personaje se
hizo notar por su ropaje extraño, antiguo, de mirada extraviada como
si pensara todo el tiempo y acompañado de un sepulcral silencio que lo hacía
invisible al resto del grupo. Esta actitud no coincidía ante los aportes, respuestas
ágiles y profundas que ofrecía en el aula ante las notables disertaciones y pregun-
tas inquisitivas que elaboraba el profesor.
Cada día, en el horario, día y fecha señalada, el estudiante aparecía puntual-
mente a aprender en la clase de filosofía; parecía haber leído como si dispusiera
de todo el tiempo del mundo, profundizaba, memorizaba pasajes completos de
Aristóteles, Cicerón, Sócrates, Protágoras y otros pensadores griegos; ofrecía sus
puntos de vista críticos y sensibles sobre su impacto en la vida diaria; ésa en reali-
dad era una conducta extraña, pues pocos jóvenes dan muestra de tales actitudes

12
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

El Maestro Dante deseó entrevistarse con este joven, algo en su alma lo atraía
a esa mente “vieja”, quería conversar con él para impulsarlo, no obstante, cada
que finalizaba su clase, éste ya no estaba al alcance de su mirada, era como si
se desvaneciera y saliera de prisa de su salón. En una ocasión, logró verlo a lo
lejos, quiso gritarle, pero no sabía su nombre ¿cómo era posible que no supiera el
nombre de su mejor estudiante? Decidió seguirlo, lo vio ingresar a los baños del
edificio X. Esperó a que saliera, pasó el tiempo y eso no sucedió; tras media hora
afuera decidió entrar a buscarlo, al pasar la puerta pudo escuchar la recitación fiel
y puntual de los Diálogos de Platón; desde el umbral pudo ver cómo él se paseaba
y estudiaba con pasión, era tal su concentración que no notó que el profe Dante
lo observaba sorprendido y emocionado al borde de las lágrimas. Por un descui-
do, el mentor hizo notar su presencia, el joven interrumpió su estudio, levantó la
vista, el encuentro fue inevitable, ambos se miraron a los ojos. Él se desvaneció
frente a Dante. Un eco frío y vacío llenó el ambiente.

MUERTA
Leslie Jazmín Victoria Manuel
Vespertino. Tercer semestre

n una cabaña una desconocida se preguntaba en dónde se encontraba o qué hora

E era, preocupada por volver a casa miró de reojo a su alrededor en el pequeño cuar-
to en el que se encontraba y la única información que pudo recaudar era: un cuarto
muy sucio y una pequeña ventana.
Como era lógico fue a ver qué podía ver al otro lado de la ventana y no veía nada más que
nieve y oscuridad, lo cual era raro, dado que estaban a mitad de verano.
Un poco alterada, sin perder el control, intentó salir de ahí, pero no pudo, usó varías herra-
mientas, pero, por más útiles que parecieran, no lograban ayudarla. A pesar de las horas que
pasaban, ella era valiente y se veía tranquila, se notaba que era fuerte.
Intento tras intento, no se dio cuenta de que había amanecido casi llorando, empezó a
gritar durante horas, pero nadie la escuchó, entonces, cayó en rodillas a llorar; era demasiado
para cualquier persona que estuviera en esa situación, incluso para ella.
Replicó esto durante días, semanas y meses a pesar de que no comía o bebía y, aunque
podía dormir, no era necesario, se hizo a la idea de que estaba muerta y se repetía:
- ¿Se supone que esto es el cielo?, ¿se supone que esto es el infierno?, ¿después de morir no
hay nada más increíble?, ¿Será este lugar un reflejo de mí?, ¿Este es mi castigo?, ¿Tan simple?
Tan simple y ya no hay nada más después de morir.

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SÍ, EL MUÑECO ES MI AMIGO
María Fernanda Cruz Hernández
Vespertino. Tercer semestre

rick, un niño de un pueblo oculto a las afueras de la ciudad, vivía la

E vida común y corriente de un niño; sin embargo, al ser hijo único,


carecía de compañía y realmente su vida no era tan feliz, pues sus pa-
dres se reservaban el afecto que debían darle. Tenían largas jornadas
de trabajo, por lo que cuidar a Erick se les hacía cada vez más complicado, así
que decidieron buscar a alguien que lo cuidara, mientras ellos estaban ausentes.
r
Una chica peculiar, con un acento extraño, respondió a las solicitudes y se posó
frente a su casa para tomar el puesto. Aunque los padres del chico se extraña-
ron, porque jamás la habían visto, fue tanta su urgencia que accedieron rápida-
mente. La chica inicio al día siguiente, haciendo sus labores y tratando de llevar
una linda relación con Erick. Así fue por un par de semanas y, tras muchos
intentos fallidos, logró tener una conversación con él. Notó su tristeza y el gran
apego que el niño tenía con cierto juguete que no soltaba ni por un instante. Le
pregunto por sus amigos y gustos, mientras el niño respondía negativamente a
estas preguntas. Compadecida, le preguntó si creía en los deseos, si le gustaría
que aquel muñeco de felpa fuese su amigo, -Ya sabes, que hable contigo y esas
cosas-. El niño, entusiasmado, respondió que sí, pero ¿Cuál era el poder de ella
para lograr que eso sucediera? A unos días, los padres escucharon unas voces
en el cuarto de Erick, huellas extrañas y sonidos que parecieran venir de aquel
muñeco, pero sus atareadas vidas evadieron el tema. Aunque la madre seguía
con dudas sobre la identidad de la chica, ver a su hijo tan feliz, le hacía omitir
aquel pensamiento de su cabeza.
Una tarde, la chica decidió irse, sin explicaciones, sólo diciéndole a Erick
que pasara lo que pasara, siempre dijera que el muñeco era su amigo. Las cosas
ahora ya no pintaban tan bien, Erick parecía ya no querer estar solo en casa
con aquel muñeco que adoraba tanto, insistía a sus padres, pero ante su nega-
tiva, sucedió algo que desató la inquietud de todo el pueblo. Erick desapareció
sin razón aparente. Una noche, los padres regresaron después de un día muy
largo, había un silencio enorme en la casa. Al echar un vistazo de reojo en la
habitación del niño, se encontraba aquel muñeco con una nota que decía: “Sí,
el muñeco es mi amigo”, cosa extraña, ya que llevaban más de 3 años que había
iniciado la búsqueda por la desaparición del niño.

14
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

VER SU PEQUEÑO Y
DELICADO CUERPO
Fernanda Castañeda Sotelo
Vespertino. Tercer semestre

er su pequeño y delicado cuerpo corriendo, para que no la atrapé,

V es de las cosas que me hacen muy feliz. Intenta hacer que no la en-
cuentre escabulléndose entre los árboles, corriendo hacia diferentes
lugares. Imposible no reírme de sus intentos nulos por ganar, ¿acaso
no sabe quién soy? Sería ilógico, después de todo, ella me invocó y no es por ser
ególatra, pero, si quiero algo, haré lo que sea por conseguirlo, como es el caso
de su alma.

LA CHICA DEL VESTIDO BLANCO


Karen Paola Espinoza Altamirano
Matutino. Primer semestre

zrael Saans era un joven de 21 años que su vida se basaba en ir al trabajo, a la casa

A y de la casa el trabajo. Ese día volvió del trabajo a altas horas de la noche, en su
Ferrari rojo. Nunca fue fanático del terror y era amargado. Pero esa noche, cambió
algo. Eran las 12:00 am, cuando en medio de la carretera una figura le llamó la
atención. Una chica de cabello negro, bellísima, sin duda, con un vestido blanco sin zapatos,
simplemente estaba ahí parada. El chico, queriendo buscar un poco de diversión por su tan
misera noche, decidió estacionarse y acercarse a la chica. Cuando le tocó el hombro, se dio
cuenta de que estaba helada.
- ¿Te encuentras bien? – preguntó un poco confundido.
- No encuentro a mi padre y tengo mucho frío – respondió casi en un susurro.
El chico se ofreció a ayudarla. La llevó en su coche tapándola un poco, incluso su auto se
empezó a enfriar. No entendió la razón de lo que sucedió, pero no le tomó importancia. La
dejó en donde ella había indicado, una pequeña cabaña a unos kilómetros de la ciudad. La
chica se bajó y ni las gracias le dio.
Cuando se dio cuenta de que la chica había dejado un pañuelo en su asiento, lo tomó, salió
del carro y tocó la puerta de la casa. El chico, esperando recibir a la chica, se dio con la sor-

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presa de que ahí vivía una anciana. Le entregó el pañuelo un tanto extrañado. La señora se
mostró confundida, pero luego unas lágrimas cayeron de su mejilla. El chico muy preocupado
le preguntó el por qué de sus lágrimas.
- Este pañuelo le perteneció a mi hija – a la señora se le entrecortó más la voz.
Ella iba con su padre en una tarde de invierno, cuando un choque provocó su muerte. Tan
solo tenía 17 años, cuando murió... hace más de 25 años.
El chico horrorizado salió corriendo y gritando de aquel lugar, se subió a su auto y manejó
lo más rápido posible de ese sitio. Sin embargo, al ver en el retrovisor, estaba una chica de
vestido blanco en su asiento trasero. La chica levantó la cara, pero no tenía rostro. Se acercó a
él y le rompió el cuello. Nunca más se supo de él. Así como de muchos otros jóvenes muertos
en esa misma carretera.

EL NEGOCIADOR
Edgar Samuel Trejo Medina
Vespertino. Tercer semestre

abemos que muchas veces los vendedores ambulantes pareciera que salen de la nada;

S realmente ninguno es peligroso, o ¿sí?


El último caso que sabemos fue de una mujer que trabajaba en Londres. Cuenta
que una noche, mientras dormía, tocaron la puerta de su dormitorio, pensando que
era su compañero de piso. Ella abrió y ahí estaba un señor de complexión delgada, con traje,
acompañado de dos maletines. Él dijo con una voz grave:
-véo que te gusta el dinero, yo podría dártelo
La mujer pensando que era una estafa o una broma, acepta. El negociador saca dinero de
una de sus maletas, que, siempre que intentaban vaciarlas, se volvían a llenar, de otra maleta
saca un caracol y explica:
-Éste es tu dinero, nunca se acabará, pero éste caracol te seguirá a todas partes y, en el mo-
mento en el que te toque, morirás.
El pequeño caracol empezó a avanzar, la mujer aterrada intentó aventar algo pesado, pero
el caracol era simplemente inmortal, nada podía dañarlo.
También sabemos de casos como el de un señor de México que tenía una pluma con la que
podía controlar a las personas, el trato eran 8 años de su vida, de una maleta sacó la pluma y
de la otra un perro, el perro no era peligroso o dañino solo se lo dio y al igual que en el caso
anterior una vez aceptas el trató el negociante desaparece, lo más extraño es que nadie sabe
qué pasa con los que se niegan ya que de estos no hay registros, por lo que se teoriza que
desaparecen y los encierra en una de las maletas.
Sabemos, al igual que el negociante, que, al tocar tu puerta, se congela el tiempo, ya que,
mientras estás haciendo el trato, nadie se mueve y afirman que tú tampoco lo hiciste; este

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ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

sujeto no tiene límites y al parecer es pura suerte que aparezca, debido a que no importa la
seguridad que tengas, él sólo tocará la puerta, te dará una oferta y se irá.
Por lo que la próxima vez que alguien toque la puerta de tu cuarto, del trabajo o la del
baño, ten cuidado, el negociador podría estar esperándote con una grandiosa oferta que no
podrás rechazar.

EL CAMINO A CASA
Brian Vertty López
Vespertino. Tercer semestre

-¿A lguna vez lo has visto? - Me susurró una extraña mujer de pelo cano, que por
la melancólica noche apenas lograba distinguirla, ella replicó - ¿No lo sabes
aún? - despertando en mí una inmensa curiosidad, con sigilo me acerqué
para entrar en contacto con su cuerpo, al intentar visualizarla con más cla-
ridad, pude quitar lo que parecía ser una especie de chal extraño, dejando a la vista un rostro
de aspecto esquelético, que añadía la sensación de esa interfase entre la vida y la muerte, con
manos huesudas recubiertas por piel gris, sin rastros o alguna señal que me indicara que era
real. Al verla, mi cuerpo se paralizó y fue el momento oportuno, para que ella se abalanzara
sobre mí, poniendo de forma violenta una de sus afiladas uñas rotas en mi frente. Eso es lo
último que recuerdo de aquella noche sombría, quedando marca de aquel ataque, de forma
física, a su vez, mi percepción visual, que me hace cuestionar sobre lo que es real y lo que
no. La vida continuó de manera habitual, pero el hecho de pasar por aquel lugar, me llena-
ba con una sensación de incomodidad, aunque, cuando caminaba un poco más, mi mente
lo suprimía. Siempre fue tedioso el regreso a mi hogar, porque tenía que recorrer mucha
distancia; sin embargo, las personas que charlaban conmigo hacían el camino más ameno,
por ejemplo, a unos cuantos metros de la entrada de mi comunidad, podía llegar al parque,
en donde podía ver a mi amigo Alex, un joven de unos 20 años, deportista, que cada noche
después de llegar de su empleo, siempre a la misma hora decide invertir en su cuerpo, y salir a
hacer múltiples ejercicios, pero siempre lo acompañaba un sonido de cadenas que chocaban
con el suelo, al verlo siempre hablábamos un par de minutos, la misma platica ambigua desde
que lo conozco.
Al llegar a mi casa, realizaba la misma rutina. Pensé que mi vida seria así de monótona
siempre, soñaba con experimentar algo como lo de aquella noche, algo que estimulara las
ganas de seguir viviendo, hasta que un día pasó: al arribar a mi comunidad pude observar
una silueta que, sin duda, me venía siguiendo, lo miré de reojo y comencé a caminar más rá-
pido, pero mi esfuerzo era inútil, la silueta seguía de tras mío, por lo que decidí buscar ayuda.
Al caminar recordé a Alex, y sin dudar fui hacia él, grave error, ya que el recordar la escena
me consume un poco el alma: algo o alguien había destrozado su cuerpo, dejando rastros de

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huesos, atados a las cadenas que tanta felicidad le dieron a Alex. Me encontraba en shock,
pero ese ente seguía acosándome, no tuve más remedio que entrar a la milpa de maíz que se
encontraba alado mío para así encontrar refugio.
Cuando pienso que ya había pasado todo, decidí salir de mi escondite para seguir mi ca-
mino, pero al asomar mi cabeza pude ver con claridad la imagen tétrica de un esqueleto
que esperaba por mí, ambos nos vimos y en seguida mi cuerpo empezó a desvanecerse, mi
cerebro no podía saber que pasaba, e iba perdiendo el conocimiento, y de pronto desperté,
me encontrada en un cuarto que me recordaba a la sala de mi hogar, pero que claramente no
era, al girar el rostro pude ver a muchas personas que perfectamente sabía que ya no vivían,
todos y cada uno de ellos me gritaban “Bienvenido a casa”.

CUENTO DE TERROR
Luis Gustavo Sánchez López
Vespertino. Tercer semestre

E
n una noche oscura, en un panteón se encontraba el velador, cuando de repente
escucha ruido saliendo de las tumbas. El velador se acerca para descubrir qué era
eso, ve que las lápidas de los muertos se estaban agrietando, de pronto los muertos
salen de sus tumbas. El velador, muerto miedo, se queda pasmado, pero al poco
tiempo se da cuenta que ellos lo ignoraban. El velador voltea a ver sus manos y ve que están
en descomposición, dándose cuenta de que él ya estaba muerto.

LA DUALIDAD DE UN DIOS.
Ottmar Vázquez González
Vespertino. Quinto semestre

ola, comenzaré por presentarme, mi nombre es Fantasi, soy

H un dios relativamente nuevo, tomando en cuenta que nací


en 1766; mi nombre significa “Imaginación” en noruego
y soy el dios que le da imaginación a los humanos. Mucha
gente nos busca por protección y, la verdad, sí respondemos a las plega-
rias, sólo que a veces ustedes no saben cómo analizar la respuesta.
En fin, todos los dioses tenemos una maldición si lo quieren ver así,

18
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

desde Huitzilopochtli, Mictlantecuhtli, Quetzalcóatl y yo, que tengo por


tradición familiar de mi padre, de quién no quiero revelar su identidad,
un nombre nórdico. Nuestra maldición es la “dualidad”, pero ¿qué es
eso? Pues, donde hay bondad, hay maldad. Un dios, sólo por dar un
ejemplo, utilizó su dualidad alguna vez, matando al hijo primogénito de
cada egipcio en un ataque de esta maldición.

En cuanto a mí, yo no sabía cómo funcionaba, hasta que empecé a


tener pesadillas recurrentes con “Black Knife”, un “yo” que tiene muchí-
simas cicatrices en su cuerpo; posteriormente, empecé a soñar cosas dife-
rentes, como dispararle a un vagabundo, ahorcar a un sujeto que cenaba
en un puesto de tacos y apuñalar a un taxista, por ejemplo, sólo porque
tenía algo de necesidad por hacerlo. Además, mi papá dice “No te quedes
con la curiosidad de hacer algo.”
Llegué a soñar con ese vecino que siempre estaba alcoholizado y haciendo
escándalo, con su famosa frase “¿Un tequila?” Le hubiera valido más dejar la
botella, porque su última fiesta fue bastante prendida.
No me había dado cuenta de que todo era real, hasta que el incidente
de mi vecino despertó a todo el edificio esa noche, además de que muchos
otros sueños, que no terminaría de contar, aparecieron en las noticias día
con día.
Mi tío, Mictlantecuhtli, o Hades, como se le conoce en otras regiones, está
enseñándome a dominar mi dualidad y sé que lo haré algún día.
Bueno, me despido por ahora, no sin antes desearles buenas noches.

LA VERDAD
Mónica Contreras Ibarra
Vespertino. Tercer semestre

A
brí los ojos, estaba sobre una cama muy incómoda, en el cuarto
había un olor repugnante, pero el lugar era muy tranquilo, oí a
dos personas a lo lejos hablando, me acerqué silenciosamente
hacia ellos, no quería romper la tranquilidad del lugar. Recuer-
do haber tenido un accidente, entonces les comenté y ellos se pusieron pá-
lidos de la noticia; pensé que a lo mejor era uno de esos casos milagrosos
e instantáneamente comenzaron a retroceder, y luego a correr, volteé y
observé el cuarto y, a un lado de la cama en la que me encontraba, estaban
los órganos y yo era el cadáver.

19
SANGRE DE CRISTAL
Yesenia García Díaz
Vespertino. Tercer semestre

sta historia no me consta que sea del todo cierta, pero ha circulado

E desde hace años en la familia de Martín.


En una noche lluviosa está Martín, un joven de 22 años que espera
a su novia en la sala de su casa, el motivo de la visita es una cena
pendiente. Paola, su novia, se está arreglando para salir. Le había dicho que en
5 minutos bajaba a la sala, que estaba por terminarse de arreglar. Ella, como
siempre, muy vanidosa, se miraba al espejo durante mucho tiempo. Repenti-
namente, el espejo empezó a romperse y supurar un líquido rojo, ¡sangre!
Gritó tan fuerte que Martín subió enseguida a la habitación; cuando en-
tró, vio que su novia estaba paralizada frente al espejo. Inesperadamente, una
mano de cristal salió del mismo y la empezó a estrangular tan fuerte, que logró
degollarla haciendo que la sangre brotara por doquier. Desde aquella noche,
Martín le advirtió a su familia que eliminaran los espejos de la casa, por temor
de que les pasara lo mismo que a su querida Paola.

BELCEBÚ
Luna Pamela García Ramírez
Vespertino. Tercer semestre

mmanuel tenía 15 años y vivía con su abuela, sus padres habían muerto, cuando él

E tenía 7 años. Desde aquel día cambió su forma de ver la vida, todo se volvió triste,
pues era solitario, le encantaba leer libros de demonios, espíritus y todo acerca de
terror, lo único que lo motivaba era encontrar un hechizo que lo dejara volver a ver
a sus padres. Estaba en la biblioteca de su escuela, cuando una ráfaga de aire, al fondo del
pasillo, tiró un libro que parecía antiguo, con algunas páginas quemadas y un título que no se
alcanzaba a leer. El libro era sobre Belcebú- ¿Quién es él? - se preguntó, quería saber más, así
que decidió investigar y entre sus páginas encontró un ritual para invocarlo.
Esa noche preparó todo para hacerlo, él creía que no funcionaría. Comenzó con el ritual y
repentinamente se apagaron todas las velas, se escucharon lamentos aterradores y aumentó
el susurro de los árboles. En eso escuchó a su abuela entrar en la casa, guardó todo, prendió
las luces y se fue a dormir. En medio de un sueño intranquilo, sintió cómo algo lo ahorcaba,
la presión aumentó en su cuello, provocando que se despertara. Al día siguiente, sintió que

20
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

lo acompañaba una presencia que no podía entender, le dieron


ganas de vomitar y con las arcadas, una mosca gorda, verdosa
que zumbaba salió de su boca. Al investigar qué estaba pasan-
do, se percató de que, en su invocación interrumpida de forma
abrupta, no cerró los portales y no uso ningún tipo de protección.
Escuchó gritos y eran de su abuela, así que corrió a ver qué había
pasado. La anciana yacía en la cama, huellas de dedos hacían
moretones alrededor de su cuello, tenía varios rasguños y una
sonrisa aterradora, y por doquier revoloteaba un enjambre de
aquellas moscas gordas.

Se asustó mucho y pensó en una solución para deshacerse de


Belcebú. Esta vez no lo tomaría por sorpresa, ya había leído lo
suficiente para conocer a su enemigo. En una nueva invocación le
propuso un juego: si él ganaba, lo dejaría ver por última vez a sus
papás, pero, si Belcebú ganaba, lo llevaba con él. El Señor de las
moscas aceptó y, como era de esperar, ganó el juego, pero quizás
no era tan malo como lo pintaban, pues lo dejó ver de nuevo a
sus padres. Emmanuel habló con ellos, comenzó a convulsionarse,
con el movimiento tiró una vela y la casa se incendió. Llegaron
los bomberos y lo único que se salvó fue el libro de Belcebú, se
percataron de que encima del libro había demasiadas moscas que
formaban la silueta de un demonio.

CEMPASÚCHIL Y UN PAN
DE TRES COLORES
José de Jesús Sánchez Reyes.
Matutino. Quinto semestre

ace ya un mes que ella murió, hoy me pareció verla en todas partes, incluso me

H pareció escucharla durante las clases. El chico del CCH que vendía pentagramas
dijo que tal vez ella volvería durante este día, que me esperaría junto al cempa-
súchil y su pan de tres colores.
No puedo dormir, estoy demasiado entusiasmado, espera, escucho algo, la veo por el agu-
jero de la puerta- ¡Está ahí! ¡Es ella! ¡Ella está llorando de tristeza por verme!
Pero no está llorando ¿Por qué se está riendo?, ¿dónde están sus ojos? Y ¿por qué sonríe así?

21
ESTACIÓN 14
Zoe Atenea Montiel García
Vespertino .Tercer semestre

C
on el tiempo justo, apenas para ingresar a la estación, corremos para
subir al tren. Anuncian la salida hacia Matehuala, inicia la marcha,
se va quedando atrás el bullicio de la ciudad. Después de varias horas
el tren se comienza a vaciar y el horizonte enrojece. Caen las horas,
agotados entre el calor, la charla y la melancolía del atardecer, dormitamos, una
pesadez invade mi mente y mi cuerpo, cierro los ojos, en vano trato de dormir, un
frío me recorre el cuerpo y miró al horizonte, por la ventana el rostro de una mujer
sollozando con sangre en la boca, veo a todos lados para buscar a la mujer y nada,
un viento gélido me resopla al oído y me estremece, parpadeo y con temor miro de
reojo por la ventana, pero no hay nada ni nadie. El frío intenso, el túnel oscuro, las
entrañas de la tierra, las toneladas de metal en movimiento ensordecedor. Parpa-
deo y otra vez esa mujer se refleja en la ventana del vagón, sobresaltada y nerviosa
busco a Lizzy en medio de esa oscuridad sórdida, ella no está, quiero levantarme y
cambiar de lugar, mis piernas no responden, ¡Oscuridad total! El tren sigue avan-
zando y susurran al oído mi nombre – ¡Teresa!
Por el pasillo se escucha un grito, golpes, alguien ha tropezado, estoy paralizada,
no me puedo mover, aunque quiero mirar atrás y buscar la mirada de Chepina
o de Angie, pero me resulta imposible, deseo abrir los ojos, tanta oscuridad me
ahoga y este túnel que parece no tener fin, pareciera que las entrañas de la tierra
nos hubieran devorado...quiero gritar, pero no puedo, no sale sonido de mi boca,
no me puedo mover, mi pecho va estallar- ayuda, ayuda- grito desde mi ser, pero
nadie me escucha, tengo anestesiada la lengua y no siento mi rostro, de mi boca
sale un líquido espeso que parece que es sangre.
¿En dónde estoy? Siento que me arden las encías y no puedo cerrar mis labios,
me están arrancando los dientes, no me puedo mover, uno a uno siento las manos
que manipulan y taladran las raíces de mis dientes. Me duele la cabeza, la nariz, el
cráneo a penas y puedo respirar estoy muda e inmóvil, siento cómo se me escapa
la vida por ese hilo de sangre. Escucho nuevamente mi nombre -Tere, Teresa,
despierta, ya llegamos.
Siento el frío de la noche de otoño, ya listas caminamos hacia la sala de es-
pera y buscamos alguien que nos pueda orientar. A lo lejos se ve un grupo de
personas que nos miran con gran ahínco, murmuran entre ellos, uno de ellos se
aproxima y dice – Bienvenidas, ¡Jóvenes sonrisas! Se carcajean dejándonos ver
su desdentada boca.

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ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

EL OTRO LADO
DEL INFIERNO
Jorge Alberto Márquez Hernández.
Matutino. Quinto semestre

n Tultepec se encontraban dos amigos, una chica y un chi-

E co, que venían saliendo muy noche del gimnasio. El chico


acompañó a su amiga a casa, pues habían observado que en
todo el camino no había nadie, pero, al llegar, la casa estaba
vacía. Entonces, le marcaron a todas las personas que pudieron, pero
ninguna contestaba, notaron que de vez en cuando se escuchaba un
pequeño murmurar, una voz grave y misteriosa, la cual te helaba el
cuerpo, seguido de eso, se escuchó un grito desgarrador de una mujer,
pero parecía venir de todas partes; así que decidieron ir a buscar a su
gente por la obscura y fría noche. El chico de repente comienza a sen-
tirse muy tenso, como si alguien estuviera al lado de él, la chica lo mira
confundida, hasta que escuchan un grito tan desgarrador que rompe
los focos de los postes a su alrededor; corren desesperados, mientras
sienten su cuerpo tan pesado y les es casi imposible respirar.
No pararon de correr, hasta llegar a donde había luz, confundidos
y aterrorizados se preguntaban - ¿Qué pasó? - No tenían respuesta
alguna. A lo lejos notaron una luz tan brillante y blanca que les mo-
lestaba los ojos, enseguida una sombra negra y muy grande pasó,
intrigados pensaron que era una persona, deciden ir a ver, pero sólo
encontraron un hoyo con luz brillante.
Deciden entrar especulando que podría ser un lugar seguro, al avan-
zar, vieron a sus madres, corrieron llenos de felicidad para abrazarlas,
pero ellas parecían alejarse más y más, continuaron corriendo hasta
que quedaron sin fuerza y, confundidos, al voltear hacia atrás, vieron
en el lugar personas que eran torturadas por demonios, otras lamen-
tándose de hambre, con frío, con sed, con una mirada desorbitada y
locura eminente, al buscar la salida y no encontrar nada, llegaron a
alucinar, observando gente muerta por todas partes, hasta que escu-
charon un estruendo ensordecedor y la sombra misteriosa apareció, sin
saber si era real o parte de su imaginación, ellos quedaron paralizados,
mientras la sombra sin pensarlo los devoraba. Ese lugar era el mismo
infierno, por lo que es mejor no andar de noche ¿no creen?

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LA MUERTE ME PERSIGUE
Mextli Mariana Soto Herrera
Vespertino. Tercer semestre

V
oy despertando, me siento aturdida por los sonidos
de las campanas, mi respiración está muy acelerada
y lo único que puedo hacer es observar todo, sin de-
cir una palabra, sin poder sacar de mi boca siquiera
un suspiro, a mi alrededor sólo están las frías sábanas, la tenue
luz entrando por mi ventana y a través de ella, veo al gato de la
casa de enfrente con la cola toda erizada y los ojos bien abiertos
como si hubiera visto a un fantasma.
Aún exaltada, salgo de casa con mucha prisa, miro hacia el
cielo nublado y un escalofrío me cala los huesos; el helado aire
entra por mi boca y lo siento pasar por mi garganta como el
filo de un cuchillo, siento que no puedo más, corro, pero por un
momento escucho el ligero tintineo de unas campanas, el senti-
miento al escuchar este familiar sonido, extrañamente me tran-
quiliza, pero, cada vez se siente más cerca, como diciéndome
“sigue, no pares, corre”, como si de una advertencia se tratase.
Lo ignoro, ya no corro, pero acelero el paso y de pronto re-
cuerdo todo, la misma escena de mis sueños... Una mujer alta,
lleva puesto un largo vestido, el cabello recogido y con la cara
cubierta de polvos blancos como la nieve; se acerca a mí re-
pentinamente y me mira de lejos, siento una extraña sensación
que cada vez me desespera más. Me siento aterrorizada, pues
su silueta se va deformando tomando la forma de mis más pro-
fundos miedos, confundida veo a mi alrededor y todo de pronto
se torna obscuro y antes de que toda luz se consuma, miro a
la mujer a los ojos intentando buscar una salida y al encontrar
sus pupilas con las mías, siento a la misma muerte, me paralizo
y mi mente queda en blanco, lo único que me salva entre tan
ensordecedor silencio son las campanas que ahora escucho con
toda claridad.

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ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

LA ADRENALINA
Sánchez Cruz Raúl Azariel
Vespertino. Tercer semestre

espués de una semana muy larga en el trabajo, por fin es viernes, mi jefe me dio

D permiso de irme treinta minutos antes, normalmente siempre me hace esperar


más, pero hoy no sé qué mosca le picó. Me dirigí a mi casa, no queda muy le-
jos, por lo que decidí caminar, aunque fuera una noche fría y solitaria, iba con
audífonos puestos por lo que no escuchaba el ruido del exterior, de pronto frente a mis ojos
salieron tres sujetos que me interceptaron, me pidieron que les diera mi teléfono y mi cartera,
mientras uno de ellos me apuntaba con un arma. De los ocho años que llevo caminando por
aquí, nunca me había sucedido algo parecido a esto, por lo que entré en pánico y salí corrien-
do tan rápido como me fue posible, ellos también corrieron detrás de mí y quince segundos
después escuché un par de disparos, sentí como unos piquetes de una aguja clavándose contra
mi espalda, pero pude seguir corriendo, se me hizo raro que esto estuviera sucediendo, ense-
guida recordé que alguna vez vi un programa de médicos en la televisión, donde decían que
la adrenalina puede darte fuerzas en un momento de tensión o zozobra, porque la voluntad
de tu cuerpo para sobrevivir te hace seguir adelante y a veces ni siquiera sientes el dolor. Lle-
gué a mi casa, donde mi esposa me esperaba como todos los días para cenar juntos, golpeé la
puerta desesperadamente pidiéndole ayuda.
- ¡Abre la puerta por favor! -me vienen persiguiendo unos malhechores, -¡Abre la puerta!
Y ella no me respondió. Busqué la llave de la casa entre los bolsillos de mis pantalones, no
obstante, no había nada, todo mi cuerpo estaba titubeando del miedo, seguí golpeando la
puerta; sin embargo, era inútil, entonces miré hacia atrás para ver si aún me venían siguien-
do, pero fue entonces, cuando vi un cuerpo tirado en la calle en medio de un enorme charco
de sangre, supe que la adrenalina… la adrenalina no había tenido nada que ver y me costó
trabajo aceptar que la persona tirada era yo.

DESPERTAR
Stefhany Yañez Gudiño
Matutino. Quinto semestre

ra una mañana fría y nublada, yo preparaba nuestra ofrenda de día de muertos

E como cada año, esta vez no estaba del todo animada, pues me sentía extraña, qui-
zás, porque esta vez se sumaban un par de fotografías más. La pandemia dejó varios
fallecidos en mi familia, aunque la muerte que más me afectó fue la de mi abuelita,

25
ella marcó mucho durante toda mi vida, era mi segunda madre y una de las personas más
importantes en mi día a día.
Mientras colocaba las velas y fotografías de nuestros muertitos, escuché un ruido muy fuerte
proveniente de la cocina, tanta era mi curiosidad, que al instante corrí para averiguar qué era
lo que había provocado aquel ruido, al acercarme me di cuenta que había sido mi gata, Oliva,
que sólo estaba buscando un poco de comida; volví a la mesita, donde estaba preparando la
ofrenda, me pasé casi todo el día entero haciéndola, ya que me encargué muy bien de poner
las cosas que les gustaban a mis seres queridos, del agotamiento me fui a descansar a mi
recámara, en donde tomé una siesta que duró más de 3 horas. Al despertar me percaté que
todo en mi habitación estaba acomodado de forma diferente, me dirigí hacia la recámara de
mis padres, pero al igual que la mía se encontraba de manera distinta; lo siguiente que hice
fue buscar la ofrenda que había hecho para saber si todo había sido un sueño o si en verdad
había ocurrido, entonces, al llegar a ella, observé que las velas seguían de la misma forma, tal
y como las había dejado, al igual que las fotografías, pero la única diferencia era que esta vez
mi fotografía estaba colocada junto a una veladora como la de los otros muertitos.

SE ESCONDÍA ATRÁS
DE UN CASILLERO
Arturo Alejandro Gutiérrez De Lucio
Vespertino. Tercer semestre

S
e escondía atrás de un casillero en la escuela de la ciudad,
donde asechaba a los estudiantes, él los miraba a los ojos y los
hacía sufrir, haciendo que sintieran todo el dolor del mundo,
para después dejarlos traumados de por vida. Un día él mis-
mo se llevó a su perdición, cuando unos estudiantes lo descubrieron
mirando a un chico. Ellos decidieron atacarlo, sabiendo que, si lo
miraban a los ojos, estaban condenados. Al principio, ninguno de sus
planes funcionó, pero luego todos entraron a los baños y, sin pensar,
el demonio se miró a un espejo y su mismo poder lo hizo sufrir hasta
la muerte.

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ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

27
EL MONSTRUO ES REAL

E
l terror realista explora temores causados por sucesos, personajes y
eventos que pueden existir en el mundo real, no tiene esos elementos
sobrenaturales, sino que se centra en asesinatos, catástrofes, ataques
de animales, seres humanos al límite, que, orillados hasta los peores
extremos o inmersos en la locura, pueden ser capaces de cometer los actos
más atroces.
Las historias se centran en la fragilidad del cuerpo y de la mente humana, a
partir de personajes que, tras apariencias convencionales y hasta encantadoras
o magnéticas, encuentran el placer o la imperiosa demanda en la caza, en la
búsqueda de la víctima perfecta; el monstruo real se esconde bajo una máscara de
humanidad, tras la cual, en privado, da rienda suelta a sus más bajos instintos.
El mayor horror proviene de que puede ser cualquiera: tu pareja, tu hermano,
tu vecino y, ante eso, somos los más vulnerables.
En esta selección de microcuentos, se expone el lado oscuro de la imaginación.
Historias perturbadoras donde la violencia y el abuso convierten en un infierno
el propio hogar y sólo la muerte podrá redimirla, como en los ganadores del se-
gundo lugar y tercer lugar: La pila de ropa y Despertar, también en las histo-
rias Al fin en paz, Dime que me quieres, La pequeña niña y el gato Meow
o cuando la escuela se convierte en el espacio de las pesadillas de los más débiles
y en el coto de caza para otros como en Chico sonrisa, El primer lugar.
Encontraremos historias como Rolly, en las que se descubre la verdad, por-
que el monstruo es real y se salió con la suya, aunque debía amarte y protegerte,
en esta historia él marcará la vida de la protagonista. Especial lugar tienen los
relatos de figuras cotidianas como un payaso, un compañero de oficina o el ve-
cino con quien a veces nos encontramos, esos serán monstruos sanguinarios, así
el caso de Hoy es un buen día para comenzar a laborar, En un pequeño
pueblo muy alejado. No podían faltar los enfermos mentales, algunos inter-
nados en hospitales psiquiátricos, otros desapercibidos hasta que algo explota en
sus mentes y la masacre inicia, tal es el caso de Las alucinaciones no paraban,
Hasta que llegue la muerte.
Vamos a conocer estos relatos que nos llevan a la oscuridad de la imaginación
de los autores y a las nuestras, lector.

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ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

MIROCUENTOS (35)

LA PILA DE ROPA
Estefanía López Castelo
Vespertino. Tercer semestre. Segundo lugar

sta casa me inquieta. Los cuadros que adornan el pasillo hacen que se me revuel-

E va el estómago. Apenas puedes ver los detalles, porque la luz de los focos está a
punto de morir. Toda esta casa parece una prisión. En la puerta se escucha cómo
intentan abrir el cerrojo, él ha llegado. Una vez dentro, azota con gran fuerza la
puerta, está furioso.
Del miedo instintivo me escondo en la habitación. Él da grandes y fuerte pisadas que hacen
rechinar la madera. Se ve cansado, me arroja su saco y suéter como si me confundiera con
un ropero. Se tumba en la cama, después de varios suspiros, al fin me mira, no me retiré las
prendas que cuelgan de mí.
No pronuncia ni una palabra, sólo me mira con extrañeza, mientras me examina, no me
imagino qué me reclamará, espero a que diga al menos una palabra, que no me considere
como una simple pila de ropa, sé que sólo soy eso para él, debe estar pensado cuándo desha-
cerse de mí. No quiero ni moverme, prefiero esperar a que me ignore y que se quede dormido
para seguir con lo que tengo que hacer, pero él lo piensa mucho, suplico que piense que soy
una molestia, una pila de ropa y me deje en paz.
Por momentos me tiene miedo, pero se cuestiona a sí mismo. Se decide que yo valgo lo
mismo que ropa sucia y se pone a dormir. Me propongo estrangularlo y tomar cualquier cosa
de valor, antes de que los vecinos regresen y escuchen algo.

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DESPERTAR
Abdel Cortez Villafuerte
Vespertino, tercer semestre. Tercer lugar

ra el amanecer del primero de noviembre del 2015, lo recuerdo muy bien. No me

E puedo quitar la sensación que sentí aquella noche, me temblaban las piernas al ver
que estaba en la nueva cama que me había comprado mi padrastro, porque había
cumplido catorce años el día anterior.
Para explicarte bien, acompáñame, te voy a contar algo. ¿Ves eso?, ¿ves a ese hombre con
cara de malo? Yo confié en él por un tiempo, aunque debí hacer caso a mis suposiciones. Mi
mamá era alguien muy bella y de muy bonitos sentimientos, podía atraer a varios hombres, y
ésa es la razón por la que tuve varios padrastros a lo largo de mi vida, ya que nunca conocí a
mi papá, pues él murió, cuando yo era niño, y no me acuerdo mucho de él.
Mi mamá me dijo que iría a la mejor universidad del país con el dinero que mi papi nos
dejó, no sabes la emoción que sentía, cada vez que me decía eso. Un día mi mamá llegó con
un hombre nuevo, pero éste era diferente. Yo ya estaba acostumbrado a que los novios de mi
mamá me dieran muchos regalos, pero él me dio demasiados y todos eran muy caros.
Me pareció un poco normal, ya que vestía muy formal y tenía una cara demasiado seria,
típica de hombre rico. Pasaron muchos meses y seguía con este tipo, me sorprendió mucho,
ya que mi mamá siempre cambiaba de novio y me dejaba mucho dinero, pero esta vez no fue
así, se había enamorado de este hombre, y como no negarlo, también se ganó mi confianza
con muchos regalos.
Hubo una noche muy especial, el Halloween de ese año celebramos una fiesta a lo grande,
ya que mi mamá y ese hombre se iban a casar, entonces celebraron de una manera tan espec-
tacular que asistió casi todo el pueblo y hubo muchas atracciones, había comida gratis para
todos los invitados y un brindis que hasta hace poco entendí.
Yo estaba jugando con mis amigos, estrenando todos los juguetes que me había dado mi
padrastro, me acuerdo de que él mencionó que cumpliría con su parte del trato, mantenerla
con dinero y lujos de por vida, y ella también efectuaría parte del suyo, entregarle su amor y lo
que más apreciaba en el mundo - yo era lo que más amaba en su vida. Ahora, ese hombre es
mi papá y mi dueño, de vez en cuando bajo a ver a mi mamá para saber cómo vive, me alegro
de que ahora tenga una mejor vida, sigo esperando a que algún día venga a acompañarme y
estemos juntos otra vez. ¿Y tú? Cuéntame ¿por qué estás aquí?

30
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

Y AHÍ ESTABA ELLA


Amanda Abigail Sánchez Topete
Vespertino. Tercer semestre

ahí estaba ella, tan linda, con una sonrisa que me devuelve a la vida, corrí para

Y alcanzar al amor que tanto he esperado, pero, cuando llegué a ella, desapareció, la
perdí, la perdí para siempre, sé que no regresará y lo único que me queda de ella
es su recuerdo deambulando por mi mente y el deseo de su regreso, aunque sé que
es imposible, pues yo mismo la maté.

HOY ES UN BUEN DÍA PARA


COMENZAR A LABORAR
Alyn Jessica Romero Martínez
Vespertino. Tercer semestre

oy es un buen día para comenzar a laborar, el sol está en su punto más alto,

H luminoso e imponente, acompañado de un azulado cielo, que causa el contraste


perfecto con unas cuantas esponjosas nubes blancas, esfumadas alrededor.
Seguramente, los niños se entusiasmarán al ver un colorido payaso, que ale-
grará sus grises días con bromas y divertidas temáticas en el espectáculo gratuito, ofrecido
cordialmente gracias al buen humor con el que me he levantado. Nada malo ocurrirá hoy.
Al terminar, miro mi apariencia en el espejo más cercano, los zapatos grandes son realmen-
te cómodos, la holgada vestimenta aumenta un poco la estatura que tengo y el maquillaje
irradia tanta felicidad al punto de parecer un poco sádica la expresión alegre en un rostro
cansado.
Salgo a la calle, encontrando un grupo con aproximadamente 10 niños, que juegan en un
jardín recién podado, con ellos iniciaré. Llamo su atención haciendo unos cuantos trucos de
magia, que los cautiva al instante, me miran sorprendidos, mientras me rodean sentados en el
pasto para observar mejor, colocado entre ellos, preparo la gran hazaña final, hasta que una
señora los llama:
¡Niños párenle a sus jueguitos, vamos a comer! ¡Traje golosinas! – lo último es dicho como
obsequio para llegar más rápido. El truco se ve interrumpido, cuando todos los niños se
abalanzan a la puerta residencial, dejándome atrás cansado y con mucha hambre.

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Esto se repite el resto del día. Al anochecer regreso a casa sin nada para alimentarme, el
día fue un completo desastre, al menos eso pensaba hasta que en una esquina analizó a un
niño solitario, y yo, desesperado, me abalanzo sobre él. Entonces, el pequeño grita, rasguña,
intenta defenderse y el trabajo se complica.
Debí ocultar el cuchillo para no ahuyentar mi comida.

LA SONRISA DE LA MUERTE
Mariana Palacios Salazar
Vespertino. Tercer semestre

ra una noche de invierno, las 9:30 aproximadamente, cuando Sara, que esperaba

E el autobús para ir a su casa, se percató de que, a diferencia de otros días, ella se


encontraba completamente sola, cosa que no le importó. Algunos minutos después,
se dio cuenta de que había una persona, o al menos podía sentir su presencia. De
camino a casa todo marchaba normal, aunque, al bajar del autobús, tenía la sensación de
que la seguían, pero, al voltear, notó que lo único que había a su lado, era su propia sombra.
Era ya de madrugada, cuando despertó por un vaso de agua y volvió a sentir esa pe-
sadez de que alguien permanecía detrás de ella, fue ahí cuando se percató que seguía siendo
su propia sombra, pero esta vez la sombra le sonreía. Sin poder creerlo y muerta de miedo,
volvió a su cama pensando que alucinaba. Sin embargo, esta sombra con una sonrisa maca-
bra comenzó a seguirla a todos lados.
Al pasar los días, Sara se encontraba en malas condiciones, debido a la sensación de
que estaba siendo perseguida y a la imposibilidad de esconderse de su propia sombra. Todos
pensaban que estaba loca, pero Sara no soportó más la presión, hasta que un día pensó en
una forma de deshacerse de su propia sombra...
Al siguiente día, su madre la encontró muerta, al parecer un suicido de la forma más ho-
rrible, Sara dejó una nota explicando sus razones: “ahora te perseguirá a ti hasta la muerte”.

32
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

AL FIN EN PAZ
Arely Martínez Ramírez
Matutino.Tercer semestre

ola soy Mónica, una niña de 12 años, sólo tengo a mi madre, pues mi padre falle-

H ció en un accidente de autos. Yo llevo una vida sencilla, voy a la escuela, regreso,
como, hago tarea y duermo, pero, cuando no estoy haciendo nada de eso, veo
la tele con mi mamá en la sala y es muy divertido de verdad, lo disfruto mucho
o al menos eso debo pensar, pues, si le digo lo contrario o le digo que quiero hacer algo más,
enloquece y sinceramente da miedo.
Por fin pasó el día, me dormí y en la mañana (que estaba extrañamente nublada) salí de mi
cuarto y todo estaba muy extraño, perdí totalmente la noción del tiempo, no sabía qué día,
ni qué hora era, incluso, comencé a dudar sobre mi propia existencia, sentía mi cuerpo muy
extraño, no me sentía como yo misma, trataba de llamar a mi madre, pero no podía, mi boca
simplemente no se abría, era como si mis labios estuvieran completamente pegados, en este
punto sólo me tire en el piso con un gran sentimiento de desesperación.
Después de un rato me pude tranquilizar o, al menos, traté de razonar un poco y, aunque
me costaba un poco, caminé hacia la cocina para servirme un vaso de agua, pero me di cuen-
ta de que tampoco podía sostener nada ni sentirlo, era como si no existiera, fui a mi cuarto y
me sorprendí mucho al ver...me acostada de lado en la cama y, cuando crucé para observar-
me mejor, fue mayor mi sorpresa al ver que no respiraba, estaba con una gran sonrisa en el
rostro y en una de mis manos tenía pastillas para dormir, mientras que en la otra sostenía un
cuchillo lleno de sangre.
Después de admirar la escena un rato, me dirigí hacia la sala y ahí estaba mi madre con
una expresión triste, cansada, en su abdomen estaba escrito con mucho amor y un poco de
sangre “yo también quiero ser feliz”.

ESA NOCHE
Daniela Alejandra Marcial Jiménez.
Vespertino. Tercer semestre

C
uando cae la noche, sólo pienso en cómo era mi vida antes de subir al auto, cómo
se sentía que nunca escaparía de ahí, amaba a mi madre, ella tenía una voz muy
áspera, cuando gritaba rogando por su vida, pero nunca sería lo mismo, desde que
la había dejado en la bañera pidiendo ayuda, rogando piedad, al fin pude sentirme

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LAS ALUCINACIONES NO PARABAN
Juan Pablo Navarro Martínez
Vespertino. Tercer semestre

as alucinaciones no paraban, pese a que tenía poco tiempo de haber probado la san-

L gre de bebés, había pasado tiempo sin hacerlo y creía que había olvidado la sensa-
ción de querer más y más, no puedo parar mi cabeza, sólo se enfoca en probar más
y más, tengo que ir a la guardería de nuevo, pero no puedo esperar a que sean las 8
y reúnan a todos esos niños, no importan las consecuencias que esto tenga y mucho menos lo
que me pueda pasar, quiero más sangre, más niños quiero muchísimo más.
Al pasar las horas, se dirigió a la guardería del estado de Pipnyag, se desató la mayor ma-
sacre en la historia del país asiático a manos de un drogadicto que habría descubierto los ritos
satánicos hasta obsesionarse con la sangre de niños pequeños, ya que una droga provenía de
ellos.

HACERME EL DORMIDO,
SALVÓ MI VIDA...
Edgar David Reséndiz Trejo
Matutino. Quinto semestre

E
n mi familia siempre nos hemos acostado temprano a comparación de otras, yo
me avergonzaba de esto, por lo que siempre mentía a mis amigos sobre la hora a
la que me dormía. El caso es que, desde hacía unos meses, me quedaba 1 hora o
2 desde que mis padres me acostaban, hablando por whatsApp con mis amigos o
jugando a cualquier cosa. Algunas veces mis padres se levantaban para ir al baño, o para
ir a la cocina por un vaso de agua, por lo que rápidamente tenía que apagar mi teléfono y
hacerme el dormido.
Bien, esa noche, estaba jugando, llevaba ya varias horas, cuando oí pasos subir por la es-
calera - Qué raro... - pensé - no recuerdo haber oído a mis padres bajar a la cocina – supuse
que, como había estado tan concentrado jugando, no me había percatado de que mi padre
había bajado por un vaso de agua, los pasos eran algo pesados, aunque intentaba ser silen-
cioso, como solía hacer, por lo que rápidamente pensé que era él; apagué mi teléfono, lo
escondí debajo de mi manta, y me hice el dormido, a penas 1 o 2 segundos después, vi que
los pasos cesaron, y aprovechando que estaba oscuro, entre abrí los ojos y vi a la silueta de

34
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

mi padre asomarse a mi habitación, como hacía siempre, y pasados unos


3 largos segundos, se marchó a su habitación - Genial - pensé yo - puedo
jugar un poquito más - oí cómo abría la puerta de su habitación y entraba
a dormir de nuevo.
Cuando estaba listo para volver a aquel juego, escuché golpes secos desde
la habitación de mis padres, lo cual hizo que no encendiera mi teléfono, era
golpes secos y fuertes, no sabía qué estaban haciendo, supuse que estarían
haciendo cosas de adultos, mis amigos me habían hablado de esos temas.
Puesto que no habían cerrado la puerta, salí de la cama, y, siendo lo más
silencioso posible, me acerqué a la habitación de mis padres, agachado y
pegado a la puerta me asomé, vi una sombra de un hombre grande, y con lo
que parecía ser un machete, golpeando lo que parecían dos almohadas, algo
duras, me quedé paralizado viendo y oyendo esos golpes secos, al instante
supe, que no eran almohadas, eran mis padres....
No lloré, ni tampoco suspiré, no tuve valor ni a soltar el aire que
estaban en mis pulmones, estaba completamente congelado, mi cerebro
me pegó una descarga eléctrica, y volví en mí, oía mi corazón latir a una
velocidad que no sentía ni en las clases de educación física, supongo que
mi instinto, me dijo, vuelve a tu habitación ahora mismo, o morirás, sin
pensarlo, le hice caso.

Volví a mi habitación con mayor cautela de la que salí, me costaba


respirar y el corazón me iba a mil, me quedé de pie mirando a un
punto fijo, sin pensar en nada, de nuevo, congelado... Mi cerebro me
soltó otra de esas descargas, cuando oí que los golpes cesaron, sentí
un escalofrío, en ese momento, sentí que la mejor opción era hacer-
me el dormido, así que me metí en la cama sin hacer ruido y cerré
los ojos, notaba mi corazón latir a una velocidad, retumbaba en mi
cabeza, hasta que oí los pasos de nuevo, en ese momento, sentí que
mis oídos se agudizaron, para intentar saber la posición exacta del
extraño. Noté que venía hacía mi habitación, no abrí los ojos, aun es-
tando de espaldas con la puerta, pero notaba que estaba ahí, mirán-
dome, de pie en la puerta, quería llorar y gritar, pero no podía, mis
instintos más primarios mandaban de mi cuerpo en ese momento...
Yo seguía completamente inmóvil, no había movido un pelo,
un silenció denso invadió la habitación, aún seguía su presencia,
sabía que estaba mirándome. Noté que se acercó a mí, escuché su
respiración justo detrás, de repente, oí cómo tocaba o acariciaba
la pared de mi habitación, oí que salió de la habitación y bajó las
escaleras y perdí el rastro de sus pasos.

35
Permanecí inmóvil, sin abrir los ojos y sin dormir, no sé cuánto tiempo, perdí la noción del
tiempo, llevaba muchísimo sin oír ni un solo paso o rastro de que hubiese alguien más en casa.
Me armé de valor, con el corazón a mil, abrí muy poco a poco los ojos, vi claramente la pared
azul de mi habitación, era de día, pero aún no brillaba el sol, supuse que serían las 7 u 8 de la
mañana, me quedé mirando a la pared un buen rato con los ojos abiertos, no quería salir de
la cama, no quería comprobar si todo había sido un sueño, o si había sido real, todo era raro,
a esa hora mis padres ya estaban hablando mientras desayunaban. Me armé una vez más de
valor y decidí darme la vuelta para ver los cuerpos de mis padres, completamente mutilados,
llenos de sangre, sus caras eran irreconocibles y sus extremidades, colgaban por unos finos
hilos rojos; solté un grito que llevaba guardando desde que empezó todo esto, comencé a llo-
rar, estaba asustado, no podía dejar de llorar, me ahogaba en mis propios mocos y lágrimas,
el suelo de la habitación estaba lleno de sangre, me fijé en eso al limpiar mis lágrimas, pues
volvían a salir, noté algo duro bajo la manta, era mi teléfono, seguía ahí, justo donde lo dejé,
lo tomé y, al intentar salir de la cama, vi un mensaje escrito con la sangre de mis padres en esa
pared azul... “Sé que estabas despierto”.

HOJAS ROJAS
Naomi Ramírez Andrés
Vespertino. Tercer semestre

or la mañana del 6 de octubre, Angus, quien era un chico despreocu-

P pado y solitario, se preparaba para asistir al colegio, donde disfrutaba


de su clase de literatura impartida por el profesor Archier, él era muy
querido en el pueblo, ya que siempre tenía tiempo para una interesan-
te plática o para ayudar a los demás.
Aquel día próximo a la celebración de Halloween, todo el pueblo sentía el
terrorífico frío que helaba el corazón de cualquiera, pero no impedía que los
amigables vecinos adornaran sus casas y jardines con sorprendentes adornos
de Halloween; Archier adoraba aquellas fechas, también era un gran fanático
de la música de años anteriores, pasando por los tritonos y letras ocultistas de
Black Sabbath, pero, a quien en verdad admiraba Archier, era al fantástico y
teatral Alice Cooper, que viajaba alrededor del mundo cargado de escenogra-
fías y letras que provocaban pesadillas en las noches más oscuras.
Esa tarde, al terminar las clases, y, mientras el cielo rojo daba paso a la her-
mosa postura de la Luna, Angus se encontraba vagando por el bosque disfru-
tando del canto de los cuervos. Al caer la noche, Angus se había percatado de

36
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

que se adentró a una zona que no reconocía, la temperatura bajaba, mientras


su latido crecía junto a su miedo, Angus seguía caminando, pero había una
sensación nueva, sentía una mirada penetrante que erizaba todo su cuerpo,
aquella mirada lo perseguía a donde fuera, pero esta vez, hubo una respiración
que poco a poco se acercaba más a él, hasta que la debilidad de sus piernas lo
derrumbaron en el frío pasto, donde un charco de sangre me hizo gritar, de
pronto, entre lágrimas y sangre, alguien cesó de golpe su llamado y las delgadas
hojas se teñían de un rojo vivo.
A la mañana siguiente, al salir a la calle, un vecino se asombró de la impac-
tante decoración del señor Archer, que consistía en bolsas de basura en forma
de cuerpo que colgaban de su tejado, al acercarse a la casa, el olor pútrido
alejaba a todos, incluso al amigable señor Archer.

¿POR QUÉ HAY UN HOMBRE


EN EL SÓTANO?
Itzá Emiliano López Labrada
Matutino. Tercer semestre
25/08/2007

oy fue un día extraño, mi madre se molestó mucho conmigo por alguna

“H razón que no conozco, pero todo mejoró como fue pasando el día y se con-
virtió en el mejor cumpleaños número 13 de todo el mundo.
Como probablemente tú sabes, mi querido diario, desde que soy muy pe-
queña he deseado un cachorrito para ya no sentirme sola en las tardes, cuando mis padres
no están. Y hoy creí que esa ilusión se había cumplido, ya que estas últimas semanas había
escuchado muchos sonidos en el sótano que me hicieron creer que ahí estaría mi cachorrito,
pero hoy a pocas horas después de despertar me pareció oír a madre discutiendo con alguien,
cuando bajé, escuché claramente que la discusión era sobre el alimento para alguien y me
emocioné muchísimo, ya que pensé que sería el alimento para mi regalo de cumpleaños, pero
creo que no fue así exactamente. Cuando le pregunté a madre simplemente me tomó del
cabello y me llevó a la cocina diciéndome que en un momento me serviría el desayuno, pero
que antes debía atender una llamada.
Yo estaba sumamente entusiasmada pensando en qué nombre le pondría a mi nuevo cacho-
rro, podría ser “Chuchin” o tal vez “Pelusa” si era una hembra, ¿pero y si era un perro pelón?
Pelusa no creo que sea el mejor nombre para un perro calvo. En fin, fui tan feliz esos primeros
minutos de la mañana hasta que vi algo, ¡sí! vi la puerta del sótano abierta, ese sótano que mi

37
madre me ha prohibido entrar desde que tengo memoria, así que, cuando vi la puerta abierta,
sabía que no podía perder esa oportunidad, me levanté muy rápido y caminé cuidadosamente
hacia la puerta del sótano, aunque mi madre parecía estar en el patio de afuera muy ocupada
con su llamada, cuando llegué a la puerta percibí un olor horrible, casi insoportable, olía a
humedad mezclada con un aroma de desechos, muy nauseabundo, pero no me importó sola-
mente me cubrí con mi brazo recién roseado con ese perfume que me dio mi tío el fin de sema-
na pasado y continué. Cuando puse un pie dentro de aquella habitación me caí y me lastimé
mi pie izquierdo, porque no vi que había un pequeño escalón y me fui para abajo, cuando caí,
me lastimé el tobillo y me astillé la mano, por lo que no aguanté y lloré.
Rápidamente, madre fue por mí y me agarró del cuello mientras me gritaba de una mane-
ra muy agresiva que solo hizo que llorara aún más. Después de eso madre se disculpó conmi-
go, pero me dijo de manera muy seria si había visto algo en el sótano yo le dije que no y siguió
quitándome las pequeñas astillas de mi mano. Unos minutos después de eso, papi vino por
mí y madre, entonces nos llevó a comer hamburguesas, después fuimos al cine y, regresando
a casa, estaban todos, mis tíos, mis abuelos y el amigo extraño de mi papi, ese que siempre
me ha dado mucho miedo por ser tan alto y tener siempre una cara enojada. Todos ellos me
sorprendieron y del fondo de la cocina salió madre con una caja en la que estaba Pelusita, mi
nueva mejor amiga.
Fue un día genial, tan increíble que olvidé por completo preguntar a madre por qué en el
sótano había un tipo delgado, muy feo, sin ojos y amarrado con cadenas a la pared.”

LÍNEA CERO
Gabriela Abigail Fernández Castellanos
Vespertino.Tercer semestre

ue hasta esa noche que me tocó doblar turno, todo estaba

F bastante tranquilo en la excavación del túnel donde pasaría


el metro. Me percaté que había una luz hasta el fondo, algo
raro, siendo yo el único guardia en ese tramo. Conforme
me iba acercando, los murmullos se hacían más fuertes, las sombras
tomaban forma y había un olor fétido que se hacía más intenso.
La luz que se apreciaba provenía de veladoras y las sombras perte-
necían a personas que se mantenían en círculo, ninguno mostraba su
cara. Para ese entonces no encontraba explicación racional del por
qué, pero lo que miré después hizo que saliera corriendo inmediata-
mente: pies humanos sobresaliendo del cemento fresco, algunos aún
se movían, otros ya estaban en descomposición.
Mientras corría, el estómago me pedía a gritos que vomitara, mis
piernas entumecidas ya no podían correr y me sentía sofocado, mi

38
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

garganta ya estaba totalmente seca y desgarrada por tratar de jalar


un poco más de aire que era escaso en ese túnel.
Corrí tanto que perdí noción del tiempo, desde entonces no he
vuelto a ver la luz del sol, no sé qué día es hoy ni cuánto tiempo ha
pasado, solo sé que no hay escapatoria y parece ser que gritar no sirve
de nada, porque yo los escucho, aunque ellos a mí no.

COBARDE
Brenda Mariana Trejo Tovar
Matutino. Quinto semestre

D
esperté por un sonido en la ventana del autobús, alguien estaba golpeando con
insistencia, miré, pero no logré ver nada, estaba todo oscuro, miré a mis lados y
por todo el autobús, pero no había nada, la oscuridad era demasiada. Me había
quedado dormida durante el camino a casa.
El golpeteo seguía siendo constante, tomé mi celular y lo encendí, tenía 2 llamadas perdidas
de mi madre. El sonido en la ventana comenzaba a ser un poco molesto, busqué la linterna en
mi celular y la prendí, iluminé primero dentro del autobús y sí, estaba en lo cierto. No había
nadie y mi pequeña figura me había escondido en los asientos de atrás, nadie vio que me
quedé aquí. Suspiré, ahora tendré que llamar a alguien para que venga por mí.
Giré el celular y dirigí la luz a la ventana. Oh, no. Grave error, un hombre me estaba vien-
do fijamente, pero no era normal, su rostro estaba completamente negro, ni siquiera se veía
que tuviera ojos, el lugar donde se suponía que debían estar, estaba hueco, no había rastro de
que tuviera una nariz, pero su boca dibujaba una sonrisa en mi dirección, se reía de mí. Sus
dientes estaban afilados tal cual un animal, tenía colmillos y estaba lleno de sangre. La peor
imagen que podría tener en mi vida.
Detuvo su golpeteo, ahora señalaba detrás mío, seguía riendo desenfrenadamente, el miedo
me tenía paralizada, pero giré un poco mi cabeza y lo que vi me aterró más. Había una chica
delgada tirada entre los asientos, era pequeña en estatura, su cabello castaño estaba teñido en
rojo y sus ojos estaban abiertos inyectados en sangre viéndome directamente, el terror en sus
ojos me hizo sentir escalofríos. Ella estaba muerta y tenía escrito en la frente “Cobarde”, eran
heridas hechas por lo que parecían garras.
Grité a más no poder y después me sentí inmóvil. Intenté con todas mis fuerzas moverme
y huir, me tiré entre los asientos, mientras escuchaba como esa cosa subía al autobús. Debía
huir, pero algo me lo impidió, en medio de la oscuridad me había movido en dirección al
cadáver y me tuve que quedar quieta a su lado, si hacía ruido algún ruido esa cosa me iba
a encontrar. Cerré los ojos con fuerza e intenté controlar mi respiración, era casi imposible.
Abrí los ojos de golpe cuando escuché su risa y respiración justo en mi nuca, pero no fue lo
peor, reconocí a la chica muerta frente a mí, era yo.

39
ERA UNA NOCHE FRÍA COMO
CUALQUIER OTRA
Leonardo Zepeda Atempaneca
Vespertino. Tercer semestre

T
e encuentras pasando el rato sólo en un bar y algunas horas después llega un chico,
que se sienta a tú lado. Se presentaron y comenzaron a platicar y no tardaron en
volverse amigos, el tiempo pasó mientras hablaban y se hizo muy tarde.
Él te invita a su casa a pasar el rato y tú aceptas, llegan a la casa y entran, él te
invita una bebida. Pocos minutos después te sientes mareado, no aguantas más y caes incons-
ciente. ¡MALA SUERTE! Tu amigo es un asesino en serie.

DETRÁS DE CÁMARAS
Valeria Nolasco Rosas
Vespertino. Tercer semestre

ra una noche cualquiera, justo acababa de empezar mi turno y me encontraba en

E las cámaras de seguridad, conocía muy bien el estacionamiento del centro comer-
cial, pero esa noche, justo acabando de cerrar la plaza, ví a un hombre enloquecido,
tratando de someter a una chica en el estacionamiento, estaba algo oscuro, así que
salí corriendo para ayudar a la chica, al llegar, empujé al hombre y me puse enfrente de ella
para protegerla, pero, al sentir el cuchillo atravesando mi espalda, me di cuenta de mi error.

EL PRIMER LUGAR
Zuri Nahomi Velázquez Vázquez
Matutino. Tercer semestre

S
in lugar a dudas mi parte favorita de Día de Muertos es colocar la ofrenda para re-
cordar a quienes amamos y que ya no están con nosotros. Es por eso que, cuando me
enteré del concurso de ofrendas que realizaría mi escuela no dejé pasar la oportuni-
dad y puse manos a la obra con la decoración.
Utilicé flores, platillos típicos, frutas y, por supuesto, no podrían faltar las calaveras deco-
radas que sin duda alguna harían de mi ofrenda un espectáculo visual y me harían ganar el

40
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

primer lugar, que no estaba para nada herrado, pues después de todo
gané el primer puesto y una mención honorífica.
¿Cuál fue mi sorpresa? Enterarme de que gané por poner em-
peño en las calaveras, que, según los jueces, lucían muy realistas
para ser hechas por un niño de 10 años. Supongo que el velador
del cementerio tenía razón al decirme que se darían cuenta de que
son reales ¿o no?

CUANDO PAPÁ MURIÓ


Ana Sofía Pérez Cruz
Vespertino. Tercer semestre

C
uando papá murió, mi mamá se deprimió bastante, por-
que era su única compañía y porque solían salir a volar
cometas juntos.
Como no quería verla triste, un día le regalé un cometa
que hice con mi papá y que salí a volar con ella. “Mira qué bonito
vuela”, me dijo mientras sonreía. Ese cometa le traía buenos recuer-
dos a mi mamá, porque hasta tenía los tatuajes de mi papá.

AÚN EN TU MENTE
Ian Enrique Hernández Gómez
Matutino. Quinto semestre

M
i esposa aún seguía gritándome, soltaba palabras tan
crueles, “poco hombre, nunca encontrarás a alguien
que te ame”. Lleno de ira y llanto le solté un golpe.
Ella solamente se limitó a sonreír sarcásticamente “no
vales nada, nunca fuiste suficiente y jamás lo serás, me das lástima.
Morirás solo y viejo como cualquier gato callejero”.
Solté 1, 2, 3... Golpes, estaba cegado, no podía detenerme, la ira
me consumía, mis lágrimas no paraban, una y otra vez mis puños la
impactaban, mientras ella se reía. La gente en la calle me miraba, no
dejaban de observarme, por suerte aún no había notado la sangre
que goteaba de la maleta, pero le parecía sumamente extraño que
no dejará de golpearla. Debo de llegar rápido al acantilado, pensé.

41
EN UN PEQUEÑO PUEBLO
MUY ALEJADO
Allison Fernanda Arroyo Granados
Vespertino. Tercer semestre

n un pequeño pueblo muy alejado de la ciudad vive una joven de 17 años llamada

E Metzi, en sus tiempos libres trabaja como niñera. Una noche, al cuidar al pequeño
John, hijo único de los señores Smith, Metzi estaba en la cocina preparando la cena
para el pequeño, cuando de repente sonó el timbre, al llegar y preguntar quién era,
sólo se escuchaba una respiración, pero no era una respiración normal, sino como la de una
persona asmática.
Cuando Metzi abre, sólo se pueden observar manchas de sangre en la puerta, asustada,
intenta cerrar la puerta, pero se detiene, cuando al otro lado de la calle un hombre alto,
delgado y vestido de payaso, él tiene un cuchillo y de su boca escurre sangre. Ella toma en
brazos a John y comienza a correr afuera de la casa, encontrándose con los señores Smith.
Llorando les relata lo sucedido. El señor Smith llama a la policía, quien revisa la zona, pero
no encuentra nada. Por su parte, ella decide regresar a su casa, pero, a la mitad del camino, se
encuentra el mismo payaso, aunque esta vez no tiene oportunidad ni de gritar. Metzi es una
joven que un día desapareció sin dejar rastro alguno.

DULCE O TRUCO
Sofía Rodríguez Paniagua
Vespertino. Tercer semestre

E
ra la noche de Halloween y un grupo de cinco amigos habían salido a pedir dulce o
truco como de costumbre. Todos iban disfrazados, unos con atuendos escalofriantes
y otros, con unos más divertidos, pues pensaban que para eso era la noche, para
sustos y risas, lo que no sabían era que se llevarían más sustos que risas.
Este grupito de amigos se caracterizaba por ser muy “bromista”, siempre les jugaban bro-
mas a sus compañeros, maestros, vecinos, personas desconocidas, etc. Al momento de pedir
dulces, la gente se los daba sin titubear, ya que temían ser víctimas de una de sus bromitas,
ellos sólo se reían al recibir estos dulces.
Habían recorrido todo su vecindario, recolectando y asustando a uno que otro niñito que
pasaba por ahí, hasta que llegaron a la última casa de la calle. Tocaron la puerta diciendo
“¿dulce o truco?” un silencio, volvieron a tocar y otra vez ese silencio. Se veía una luz encendi-

42
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

da en el interior de la casa, por lo que pensaron que estaban siendo ignorados. Se molestaron,
ante este pensamiento tocaron fuertemente la puerta una vez más, pero esta vez fue diferente,
se escuchó un ruido fuerte en el interior y la luz se apagó. Comenzaron a sentir escalofríos e
iban a salir de ahí, pero, al momento en que se dieron la vuelta, se escuchó el rechinar de la
puerta que se estaba abriendo. Los jóvenes voltearon lentamente y temerosos vieron el inte-
rior de la casa a oscuras, se oía una voz a lo lejos diciendo “truco”.
Uno a uno, los jóvenes desaparecieron a la luz de la luna, al parecer fue el fin de las “bro-
mas” que sufría ese vecindario.

MI PADRE
Mía Camilla Sanabria Camarena
Vespertino. Tercer semestre

o adoro a mi padre, aunque ya no esté conmigo, siempre cargo con una pequeña

Y parte de él. Él y yo éramos muy unidos y la pasábamos siempre bien.


Siempre recuerdo todos los momentos lindos que vivimos, hasta que mi madre
decidió internarme en el hospital psiquiátrico. Al parecer, no le gustaba mi forma
de recordarlo y de traerlo conmigo, ¡Pero, si solamente llevaba su cabeza en mis manos, no
era para tanto!

NO ME MIRES ASÍ
Dulce Zafiro Manzano Ángeles
Matutino. Primer semestre

adie quiso oír mis palabras, así que decidí escribirlas en esta carta. No sé quién

N llegue a leerla, tal vez David sea la primera y última persona en hacerlo.
Es probable que la destruya, porque contiene evidencia o quizá la guarde
como si fuera un trofeo. Me queda poco tiempo, puedo oírlo pasearse por el
salón de mi casa.
Mi nombre es Santiago, mi edad o datos no importan realmente, lo único importante es
que, yo, soy su próxima víctima. David terminó de leer la carta inconclusa por sexta vez en la
semana y se decidió a bajar al sótano, en donde en una de las paredes su amado lo esperaba.
-No me mires así, querido- le dijo David al cuerpo putrefacto y sin ojos, que, acomodado
meticulosamente, se encontraba adentro de un agujero de la pared.

43
LA PEQUEÑA NIÑA
Y EL GATO MEOW
Laura Edith Victoriano Martínez
Vespertino. Tercer semestre

a pequeña niña de ojos grandes es bonita y parece que no tiene problemas en su

L vida; siempre está solita y dice que eso no le importa, pero muy en el fondo siente un
gran vacío en su corazón, su gato Meow siempre está con ella.
Cuando la pequeña niña está muy feliz, ofrece amor al gatito Meow, y por lo tanto
Meow decide quedarse más tiempo en sus piernas. Pero, cuando la pequeña niña está muy
triste, lo único que le da a Meow es desprecio.
Meow siempre está confundido y a veces piensa en huir de casa, un par de ocasiones se ha
ido de dos a tres días; sin embargo, siempre vuelve.
¿Pero por qué vuelve?, ¿Siente lástima por ella? o ¿En verdad la quiere?
La última vez que la pequeña niña estaba comenzando a ser amiga de un niño, de la nada
le dio un golpe muy fuerte en el ojo, hasta el punto de sacarle una lágrima de sangre.
Ese día Meow vio el peligro que corría al estar con la pequeña niña, pero no contaba con
alguien más que también le diera un poco de amor, comida y un lugar para dormir.
En la vida algunos somos la pequeña niña y otros, el gato Meow, ya que, amar con violencia
y dar todo, para que alguien se quede, y quedarse con alguien, sólo porque te da lo necesario
para vivir, a cambio de dar amor y compañía, no son actos de amor, sino de terror.

ALI, MI AMIGA SONRIENTE


Yuliana García Torres
Vespertino. Tercer semestre

S
ofía desconcertada miró su reloj, desde hace una semana no
importa qué tan cansada llegue de la universidad, siempre se
despierta a la misma hora. Harta de la situación se levanta de
su cama, se pone un suéter y se dirige a la cocina por un vaso
de leche, pues después intentaría dormir por lo menos una hora más.
En la mesa se encuentra con su amiga Alejandra, pero no es sorpresa,
porque Ale tiene que irse a las 5:00 y ella ama su trabajo.
-Hola, Ale, ¿pudiste descansar bien? Yo sigo muy agotada ayer, tuve
un día muy pesado.

44
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

-Hola, Sofí, sí, mi noche estuvo muy tranquila, como todas las demás,
gracias.
Sofía estaba realmente feliz, porque sabía que ella era la razón por la
que Alejandra ya no tenía que estresarse y enojarse todos los días con su
difícil trabajo.
-Genial, sabía que ese té de hierba, que te di la semana pasada, te
ayudaría mucho, Ali dijo que te lo preparara y eso resolvería nuestros
problemas.
Sofía miro hacia su cuarto, donde estaba la pequeña de piel muy blan-
ca y ojos azules, sonriéndole feliz y entusiasmada, como siempre que
la visitaba, pero esta vez tenía una mirada diferente, como si estuviera
orgullosa de algo.
-Bueno, Ale, nos vemos después, tengo que dormir bien para poder
suplirte. Alejandra no respondió más, Sofía se fue de nuevo a su cuarto a
descansar, pero estaba segura que la noche siguiente, cuando viera a Ale,
le diría que se bañe, ella realmente empieza a apestar...

MI DULCE NIÑA
Isis Guadalupe Gómez Navarro
Vespertino. Tercer semestre

Tenía 17 años, era joven, las personas solían decirme que era muy
hermosa y amable, por eso me elogiaban a ratos. Era ya tarde, me
dirigía a casa después de un largo día de trabajo, en eso un joven se
ofreció a llevarme, parecía muy apuesto y amable, así que acepté, lo
tomé relajado, aún no había salido con ningún chico, por lo que creí
que era la oportunidad perfecta para conocer a alguien.
Salimos por un par de semanas y un día en específico el me invitó
a su departamento. Todo iba muy bien, el me ofreció una cerveza,
porque se dio cuenta que estaba algo tensa, bailamos casi toda la
noche y empezamos a hablar, pero salió el tema de su exnovia y las
cosas se pusieron algo complicadas al mencionar que había muerto,
de un momento a otro él se abalanzó sobre mí, empezó a ahorcarme,
dejándome casi inconsciente, pero eso no le bastaba y, sin remordi-
miento alguno, abusó de mí y torturó, lastimó mis piernas, haciéndo-
les cortes profundos para luego echarles sal, sumergió mi cabeza en
un balde con agua repetidas veces y me obligó a usar la ropa de su
antigua novia, habiendo un momento tan tenso, procedió a golpear-
me la cabeza con un tubo.

45
Después de eso, quedé inconsciente y, cuando desperté, me encontraba
amarrada a una silla, lo volteé a ver con una cara de odio y sufrimiento,
mientras él, con cara burlona, me dijo “hasta nunca, Mi dulce niña”. Sin
dudar, me arrojo al mar. Espera, esa frase la había oído en algún lugar,
¿en dónde? Una vez que llegué al fondo, pude notar que me encontraba
junto al cuerpo putrefacto de mi hermana, en mi cabeza sólo se escuchó
un crack. Había espacio para muchas incógnitas, caí en cuenta que ése
era el novio de mi hermana, pero… ¿Cómo descubrió en dónde estaba
el cuerpo? Y lo peor, ¿cómo supo que era yo quien la había asesinado?

DIME QUE ME QUIERES


Amairani Hernández Méndez
Vespertino. Tercer semestre

H
ace no mucho tiempo, había una familia conformada por
madre e hijo, Eleonor y Daniel de 9 años. Un día, como de
costumbre, Daniel se levantó a preparar el desayuno para
él y su madre, lo dejó sobre la mesa y se dirigió a su cuarto
para arreglarse e ir a la escuela. Su madre despertó y se dirigió al come-
dor, encontrando que el desayuno ya se había enfriado, lo que ocasionó
que fuera al cuarto de su hijo enfadada con un cinturón en la mano,
mientras le gritaba - ¡Cómo es posible que el plato este frio! Α la próxima
espera a que yo despierte primero.
Daniel llegó sollozando a la escuela, debido a los golpes que le dio
su madre. La maestra le preguntó qué fue lo que pasó, él solo pudo
responder que se había caído camino a la escuela, la maestra insistió,
pero, al obtener la misma respuesta y detalles de la caída, dejó de darle
importancia.
Al regresar, preparó la comida. Cuando llegó su madre, sólo colgó su
abrigo y su bolso, y se sentó a comer con su hijo. Daniel la miró fijamente y
le dijo: “mamá, dime que me quieres”. Ella lo miró y comenzó a reír. Eleo-
nor se levantó a lavar su plato, cuando Daniel le dijo de nuevo: “mamá,
dime que me quieres”. Eleonor lo miró con desprecio y le dijo que olvidara
esas tonterías. Daniel no podía comprender el desprecio de su madre.
Al día siguiente, todo pasó, como de costumbre, y Eleonor le dijo a
su hijo que tirara la basura, Daniel sólo asintió con la cabeza y luego se

46
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

fue a la escuela. Durante el recreo subió a la azotea y, harto de la


indiferencia de su madre, se lanzó, calló al piso y murió al instante.
Cuando Eleonor llegó a casa y vio la basura en el mismo lugar,
se dirigió al cuarto de su hijo muy molesta, cuando abrió la puerta
encontró a Daniel sentado en la orilla de la ventana junto a su
cama, le preguntó sobre la basura, Daniel volteó a verla con la
mirada perdida, con la cabeza recargada en su hombro izquierdo
y sólo le dijo: “mamá, dime que me quieres”. Eleonor se molestó
más y le dijo “Daniel, te dije que te olvidaras de esas tonterías”.
El teléfono de la casa comenzó a sonar y Eleonor no atendió
hasta la tercera vez, tomó la bocina molesta por la insistencia.
- ¿Sra. Rodríguez? dijo una voz al otro lado, - le llamo para in-
formarle que su hijo falleció, se lanzó de la azotea esta tarde y no
sobrevivió, lo lamento mucho.

MIS BROWNIES FAVORITOS


Laura Paola García Garibalde
Vespertino. Tercer semestre

-C uente su versión.
-Sí, su señoría...bueno, ahí estaba yo, haciendo lo
que más me gusta, cocinar; lo mejor es que lo hacía
para mis sobrinos. Preparo los mejores brownies de
mi colonia, como usted sabe, toda receta lleva su ingrediente secreto
y ésta no era la excepción.
Sali temprano a buscar los ingredientes, encontré todo, pero no
sabía dónde esconderlos, era bastante difícil de transportarlos. Pero
sabía que en la kermés de mis sobrinos serían todo un éxito mis brow-
nies...así que seguí sin resentimiento y sin ninguna culpa.
-Preferiría que fuera rápido, no divague, por favor.
-Claro, claro...pues todo lo malo comenzó, cuando llegó la horri-
ble vecina, mis sobrinos abrieron la puerta, desde lejos escuché su
asquerosa voz...traté de esconder todo lo más rápido posible, pero
claro... tenía que abrir la puerta de la cocina, y ahí estaba yo, pero
esta vez con los cuerpos de sus hijos, tratando de sacar sus pequeños
corazones.
- ¿Acaso usted está loco?, ¿O enfermo? Caso cerrado, usted es de-
clarado asesino de más de 50 infantes.

47
ROJO
Melissa Hernández Castillo
Vespertino. Tercer semestre

maba el color rojo, sus labios y vestidos siempre se teñían de carmín. Tan brillante

A y vivo que le robaba un suspiro. Ah, lástima que costara tanto limpiarlo, sacar las
manchas. Cuando estaba seco era un martirio, aparte de perder el encanto, dejaba
un aroma a oxidado.
La sangre era hermosa, cuando escurría del cuerpo aún tibio de sus acompañantes, pero
no duraba lo suficiente estando fresca. Seguía buscando la forma de inmortalizarla y tomaría
algunas personas más.

EL PSIQUIÁTRICO DE LAS
SONRISAS
Natalia Castellanos Vite
Vespertino. Tercer semestre

T
odo empezó un 22 de julio del 2013 en el Psiquiátrico “Be-
lisario Domínguez”. Ahí se trataban a muchos enfermos con
diferentes padecimientos, pero había uno en especial llamado
Rogelio. La mayoría de los pacientes eran sociables y amables
entre ellos, pero Rogelio estaba alejado de todos, no le gustaba hablar y,
si lo hacía, era con él mismo. Su única comida diaria era pastel de mer-
melada de fresa, y, si algún día no lo complacían, se ponía muy agresivo.
Un día, Rogelio empezó a ser más amable con todos y empezó a convi-
vir con sus compañeros. La noche del 23 de julio, se escucharon algunos
ruidos extraños y al investigar vieron que faltaban dos pacientes; todo
parecía indicar que habían logrado burlar la vigilancia y escapado.
Rogelio seguía comportándose como un paciente modelo y, con estric-
ta supervisión, preparó pasteles de mermelada de fresa que compartía
con los enfermeros. Llegado el día 24, Rogelio tuvo un cambio de humor
inesperado y a la hora de la comida, sacó un cuchillo, se abalanzó contra
pacientes y enfermeros, apuñalándolos con rabia y fuerza inauditas; lo
más perturbador fue que los pacientes no gritaban de dolor, sino que
tenían una gran sonrisa.

48
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

Rogelio empezó a dibujar en las paredes, usando los dedos mutilados


de sus compañeros como lápices de colores. Más tarde, cuando lo inte-
rrogaron acerca de los crímenes, explicó que los pasteles que hizo para
los enfermeros llevaban sangre de los pacientes desaparecidos, ya que en
su vida pasada había sido un afamado repostero y el secreto de su éxito
era la sangre de quienes mataba y usaba para la mermelada de fresa de
sus pasteles y por eso mismo pedía siempre pastel con mermelada de
fresa, sin encontrar el sabor que extrañaba. Por eso es que había deci-
dido salir y convivir con todos sus compañeros, aparentando dibujar y
hacer actividades, cuando en verdad les estaba enseñando a los pacientes
lo que iba a hacer con sus cuerpos, después de matarlos, pero ninguno
parecía que estaba en desacuerdo.
Finalmente, al tiempo, Rogelio consiguió quitarse la vida y dejo una
carta que decía: “Gracias a todos los que comieron de mis pasteles, siem-
pre había soñado comerlos con mis amigos. Cuando me encuentren
muerto, por favor, les suplico que me conviertan en un pastel con mer-
melada de fresa y se lo den a personas con una vida feliz y sonriente”.

ROLY
Koré Fernanda Figueroa Quintanar

¿T
Matutino. Quinto semestre

e dan miedo aquellas criaturas, sobre las que tus padres te cuentan, cuando
eres niño? Α mí, no. Por casi una década le tuve mucho miedo a una criatura
de la que jamás me contaron historias y para la que no estaba preparada.
Mi primer encuentro con esta criatura fue a los tres años, ocurrió mientras
dormía. Me despertó la sensación de frio, vi una figura muy grande y de color negro parada
a la izquierda de mi cama, me quedé paralizada, segundos después la criatura comenzó a
acercarse haciéndose cada vez más grande, subió a mi cama y ahí fue donde pude distinguir
que su cara era como la de un conejo, pero con la peculiaridad de que tenía escrita en la oreja
izquierda la palabra Roly, inmediatamente, la criatura comenzó a rasguñarme los brazos,
luego mi estómago y finalmente mis piernas, hasta que logró quitar la ropa que las cubría,
tenía mucho frio y mi piel ardía como nunca, mis lágrimas comenzaron a escurrir por mi
rostro, cuando sentí el dolor más horrible de toda mi vida, justo en mi entrepierna, lo más
grande que jamás hubiera sentido, ardía, quemaba y rasgaba, era como sentir un cuchillo que
entraba y salía cortando todo a su paso, pero eso no fue suficiente para la criatura, comenzó a
morder y lamer todo mi pecho, no sé cuánto tiempo pasó, pero lo sentí como años, cada vez
la criatura era más salvaje, parecía que se cansaba, mientras más me lastimaba, su respiración

49
se agitaba y parecía que también quería gritar, de pronto se desplomó sobre mí, era muy pe-
sada, segundos después se levantó y se fue. Salió caminando como si nada por la puerta de mi
habitación. Nuestro primer encuentro no le bastó, la criatura volvió, así lo hizo casi todos los
días de mi vida, hasta mi cumpleaños número doce.
La semana pasada, cuando ayudé a mis padres a sacar las cosas de su cuarto para
la mudanza, vi una máscara de conejo con la palabra Roly grabada en la oreja izquierda.
Comprendí que no era una criatura, era un monstruo, que dormía todos los días en la habi-
tación aledaña. Él decía que me amaba más que a nada, pero era un asqueroso y mentiroso
monstruo.

CHICO SONRISA
Viridiana Polette Encino Hernández
Matutino. Quinto semestre

Q
uizás sea el último día que lo vea. Una nueva mañana y, como siem-
pre, lo seguí. Intenté ser lo más discreta que pude, él subió tranqui-
lamente al autobús. Él lucía impecable, tímido y con esa sonrisa que
lo caracterizaba.
El trayecto iba bien, pero, inesperadamente el autobús se paró a mitad de la
carretera, las ventanas cerradas en su totalidad. Todo quedó en completo silen-
cio durante unos minutos.
Debido a que iba dormido no se percató de nada. Fue entonces, cuando el
autobús comenzó a arder en llamas en la parte delantera, éramos los únicos
que nos encontrábamos adentro. Despertó por el humo que sus fosas nasales
percibieron. Él, al ver aquel escenario, comenzó a llorar y a pedir ayuda con
desespero.
Sin dudarlo, tapé su boca y, en cuanto me vio, parecía que sus ojos querían
salirse y sólo pude dedicarle una sonrisa, tan tierna, como la que me regaló hace
5 años. Ahí, recordé aquella frase: “Ojo por ojo, diente por diente”.
¿Alguna vez han conocido el amor?
Wendy Geraldine Noguez Medina y Oscar Emiliano Hernández Ramírez,
matutino, tercer semestre
¿Alguna vez han conocido el amor? Amor, del que prefieres morir antes
que dejar ir, aquel que se mete en tu piel, como cuando está lejos, te invade la
melancolía y parece que mueres por algunos segundos, pero regresas para sentir
el mismo dolor del segundo anterior. De ése que mata cerca, pero duele lejos, ése
es amor de verdad, y yo lo conocí con ella, una chica hermosa, cabello castaño
claro y unos ojos con un intenso color café con destellos de sol que hacen que
tu día se ilumine, y su sonrisa, una sonrisa tan hermosa, es como ver el mismo

50
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

paraíso, ella es simplemente un ángel, su cara tan perfecta... una cara con la que
todos sueñan con despertar.
Yo la tengo, todos los días mirándome con aquellos enormes y hermosos ojos,
la veo a cada hora del día, está para mí en mis días malos, puedo abrazarla para
que sienta mi calor, pero ella siempre está fría... algo característico de ella. Me
ama, sé que me ama, incluso está conmigo, aun cuando sus padres la siguen
buscando, me prefirió a mí, y yo la elegiría por encima de cada chica que veo,
ella es la indicada.
Salgo a trabajar cada día y ella me espera en casa, soy tan feliz de tenerla
cerca, aunque nadie lo sepa, no pueden saber de ella, porque nos separarían,
los demás no entienden lo que es amor, no saben el deseo que se tiene de una
persona aun cuando no está bien. Así que a diario tengo que salir y fingir que
siento pena por sus padres e informarles de cada “avance” que se tiene del caso,
sólo finjo. Ellos no la valoraban, ellos no la protegían, ellos no la amaban, de ser
así, ella estaría con ellos, no conmigo. Pero hoy no pude contener más mi alegría
y, cuando el padre lloraba en mi oficina, suplicando que la encontráramos, solté
una risa, muy pequeña e insignificante, fue un error y lo sé, lo entendí justo aho-
ra, fue eso, sólo esa maldita risa, pero es que ella me hace tan feliz que no pude
evitar sonreír, reír, cuando escuché como la familia suplicaba sólo un día más
con ella y yo era tan afortunado de tenerla siempre.
Fui un idiota, mis compañeros de trabajo ahora están aquí, me quieren llevar
lejos de ella, pero ¿por qué? Yo sólo la quiero contemplar, sólo la quiero ver son-
reír, pero mi estúpido error ahora hace que nos separen, no pueden hacerlo, yo
sé cómo mantenerla sonriente y reluciente...Me tienen sometido en el suelo, su
padre, su idiota padre cae al suelo junto a mí. En cuanto entra a mi sala y ve a su
hija sentada en el sillón, me grita, me insulta, me escupe, pero yo no lo entiendo,
ella sólo es feliz, ella sólo sonríe, ¿por qué está tan enojado?
Ahora me llevan a mi estación de trabajo, pero alguien más está sentado en
mi silla... ahora alguien más lleva puesto mi uniforme y trae mi taza de café, ¿por
qué? ¡Yo soy el jefe aquí! Y ahora él se burla de mí. El sinvergüenza me pregunta
¿por qué lo hice?, ¿por qué lo hice?
Porque la amo, porque quiero verla feliz, quiero verla sonreír, reluciente y her-
mosa, parece no entenderlo, ¿de verdad le tengo que explicar que era la única
manera? Ella antes lloraba, no era linda llorando, no me gusta verla así, me ena-
moré de ella al verla caminando aquella noche, me enamoré al verla sonriendo,
así que no me gusta verla infeliz triste, tuve que hacerlo, tuve que matarla, sólo
así iba a conservar su belleza, su perfección que pude atrapar aquel día en el
que la disequé, es que yo la amo, yo sé que ella no me habla, ni me acaricia, ni
si quiera me dirige una mirada, pero con sólo tenerla siento que tengo al mundo
entero, ¿no conocen el amor? Le pregunté a aquel farsante que ocupaba mi silla,
yo si lo conozco y es ella, me necesita, yo sé cómo tenerla en perfecto estado.
Pero pareció no importarle, no lo conmovió nuestro amor, a mí me mando a

51
internar de por vida y a ella la entregó con su familia, quienes, después de un día,
la abandonaron en un lugar solo, rodeada de tierra. Ara, mi amada, está pudrién-
dose bajo tierra y ahora está lejos de mí.

HASTA QUE LLEGUE LA


MUERTE
Ariadna Abigail Barragán Sánchez
Vespertino. Tercer semestre

a habían pasado dos horas desde que estaba cuidando a

Y un bebé, no sé de quien habría podido ser hijo, ni siquiera


su nombre, pero mi madre me dijo que lo tenía que cui-
dar; sin embargo, no sé por qué me dejaría cuidando a
un bebé, sabiendo perfectamente que hace poco me habían dado mi
diagnóstico. Estuvo durmiendo los primeros treinta minutos, hasta
que escuché su llanto, no he convivido con niños en mi vida y menos
con bebés, por lo que no sé cómo actuar en estos casos, no sé si fueron
mis problemas de ira, o que no estaba tomando mis medicamentos,
o el hecho de que su llanto ya me tenía atormentado. Lo único que
quería era que se callara, que parara de llorar y gritar, sólo podía se-
guir golpeándolo y gritarle que debía parar, una y otra vez, no medí
con qué intensidad le estaba pegando, sólo quería que se calmara.
Mientras que yo seguía golpeándolo, veía como su rostro se defor-
maba, me detuve una vez que lo observé, lo que antes era un bebé,
parecía un cadáver, uno de piel grisácea, con las cuencas de los ojos
vacías de un color negro.
Apenas terminaba de ver esto, cuando mi madre entraba a la ha-
bitación, su expresión era de pánico, sabía que la escena que ella
estaba apreciando sería demasiado para ella, aun sabiendo eso, y,
con una voz bastante angustiada, me impactó lo que dijo - ¿Qué me
estás haciendo? Cuando miré hacia donde se supone que estaba el
bebé, estaba mi madre, no supe qué hacer, no entendía cómo le pude
haber hecho eso, era mi madre, quien, a pesar de mi extraña forma
de actuar desde niño, seguía queriéndome y, estando a mi lado, me
consumió el terror y el remordimiento. No me gusta hablar mucho
de eso, porque en algunas noches puedo ver como si un bebé me
observara del otro lado de los barrotes.

52
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

TOMÓ EL CADÁVER
DE LA BELLA MUJER
Odalys Castillo Delgado
Vespertino Tercer semestre

T
omó el cadáver de la bella mujer de mediana edad, vio su rostro frío y la beso apa-
sionadamente. Cuando se alejó, comenzó a sollozar y a gritar de ira.
- Todo esto es tu culpa, nunca me diste la oportunidad de hacer esto... de besar-
te con pasión, de abrazarte con cariño y de estar juntos. Tan sólo si me hubieras
amado, si me hubieras dado la oportunidad de amarte, nunca te hubiera asesinado, pero tú
siempre te excusaste en que no podías, dado que eras mi madre.

LOS OJOS HACEN ALGO


MÁS QUE MIRAR
Luisa Fernanda Villeda Rayón
Matutino. Quinto semestre

na vez un hombre en compañía de dos amigos fue a un hostal y se

U dirigió a la recepcionista para registrarse. La señorita los atendió


amablemente y les dio su llave, les comentó que, en el camino a su
habitación, había una puerta, pero dicha puerta no contenía núme-
ro, porque se encontraba cerrada y nadie tenía permitido entrar. También le co-
mentó que tampoco debían de mirar hacia adentro de la recámara, bajo ninguna
circunstancia. Los sujetos siguieron las ordenes de la recepcionista y se fueron
directamente a su habitación.
En la siguiente noche, la curiosidad de uno de ellos no lo dejaba en paz, así que
decidió revisar, que desde luego estaba cerrada. Se agachó y miró por un orifi-
cio. Sintió una brisa fría en su ojo y se le erizó la piel. Lo que alcanzó a percibir
fue simplemente una habitación común y corriente como la de él, aunque muy
descuidada, pues se alcanzaba a percibir polvo y telarañas, pero vio algo pertur-
bador, había una mujer con la piel muy blanca, estaba en una mecedora y tenía
recargada su cabeza en la pared. El tipo se confundió un poco, pero se dejó llevar
por su intuición, estuvo a punto de tocar, pero decidió no hacerlo, dice que sintió
un mal presentimiento.

53
Esta decisión salvó su vida. Se retiró y volvió a su habitación a con-
tarle a sus amigos. Al día siguiente, volvió a aquella puerta y vio por
el orificio, esta vez sólo vio la obscuridad. Pensó que tal vez la gente
del cuarto lo había descubierto y que probablemente habían tapado
el orificio con alguna tela.
Para este punto, el sujeto fue con la señora a preguntarle y cal-
mar su curiosidad. Ella suspiró y preguntó: ¿Miraste por el orificio de
la puerta? Él le contestó que sí, a lo que ella comentó: Hace tiempo
un hombre asesinó a su esposa en esa habitación y desde entonces el
espíritu de esa mujer vaga en ese lugar. Esta gente no era ordinaria,
tenían la particularidad de que su piel era completamente blanca, lo
que los hacia resaltar en la oscuridad.

54
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

EL MIEDO ESTÁ EN TU MENTE

A
hora es el turno de esas historias, cuyo terror se siembra en
los temores de los personajes, se abre paso a la vulnerabilidad
mental, las supersticiones, los sentimientos de culpa, las apa-
riencias y el lado obscuro de su psique. Y es que, en este caso,
el miedo puede adoptar muchas formas y todas ellas tienden a atacar la
mente del protagonista, por lo que sus delirios o alucinaciones se con-
funden con la realidad y muchas veces ese personaje, con el que llegas a
identificarte, al que compadeces por su destino, es la persona trastornada
y causante de todos los males. En este territorio, el miedo ya no lo produ-
ce la aparición de una entidad ajena, sino la insinuación de que existe un
desconocido en el propio yo.
Esas enajenaciones que se apoderan de nuestros protagonistas y les
impiden distinguir entre lo que es real, son el centro de historias como
Despierta, que obtuvo una mención honorífica, La sombra, “Suerte que
no encendiste la luz”, Asfixiante oscuridad y Cuento de terror.
Los temores ancestrales, los amigos imaginarios de la niñez que en
ocasiones son proyecciones de nuestro lado más oscuro, como en Mi
amigo Antonio o esos eventos traumáticos que nos llevan a perdernos
entre la realidad y la fantasía, los conoceremos en Es una noche como
cualquiera, El hombre sonriente, ¿Qué hago aquí? o Un extraño en mi
casa.
Mención especial merecen Mi padre y El paraíso, historias muy breves
pero impactantes, que cabalgan entre esta categoría y la de El monstruo
es real, pues las mentes trastornadas de sus protagonistas los orillaron a
cometer los peores crímenes sin estar conscientes de ello.

55
56
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

MIROCUENTOS (15)

DESPIERTA
Solís Leal Paulina,
Vespertino. Tercer semestre. Mención Honorífica

T
enía hambre, ya estaba en casa, pero mamá seguía en el sofá. Estos días
se ha quedado ahí sin hacer mucho; cuando papá vuelve a casa es cuando
vuelven a pelear. La miré, ella estaba adelgazando mucho, sus mejillas esta-
ban ahuecadas, olía mal, pero no quería decírselo. Comí un sándwich que
me preparé con lo que encontré en la nevera, luego volví a mi cama, me dormí antes
de que papá volviese a casa. Hoy no fui a la escuela, en su lugar fui a la sala con mamá.
Me le acerqué, sin embargo, seguía dormida. Intenté despertarla, pero tampoco fun-
cionó. - ¿Mamá? - Dije, pero no tuve respuesta-. Miré al suelo, encontré pedazos de
vidrio regados cerca de la cocina ¿Siempre estuvieron ahí?
Volví a sacudir a mi mamá, - ¡Despierta! -Repetía-, mientras la sacudía. Su
piel seguía fría. - Papá no tardará en llegar-, agregué. Pero papá no había regresado
desde hace semanas.

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LA SOMBRA
Vargas León Emiliano
Vespertino. Tercer semestre

E
n cuanto cerró sus ojos, Laura dejó de sentir el penetrante rui-
do que taladraba su cabeza, el incesante dolor en sus huesos, la
pena de su estado. Todo desapareció, pero, en cuanto aquella
sombra, que tanto la había observado de lejos, cruzó por pri-
mera vez la puerta y la besó en el antebrazo, donde antes la ataban un
montón de cadenas suaves que ni siquiera habría podido levantar, que la
mantenían sufriendo en este lado del mundo.

MI AMIGO ANTONIO
Estrella Itzel Martínez Pavón
Matutino,. Quinto semestre

ntonio era mi amigo, ya que él era el único que me entendía, aunque

A tenía un aspecto poco común, no tenía la mitad de su cabeza y sus ojos


eran completamente negros. A mi familia no le gustaba Antonio, me
decía que no existía, que sólo era producto de mi imaginación ¡Ca-
ramba! ¿Por qué siempre lo quieren arruinar todo?
Le conté lo sucedido a Antonio y se enojó mucho, me dijo que haría algo
que siempre recordarían, de modo que no pusieran en duda jamás su existencia.
Y sí, lo hizo; entonces ellos cambiaron de opinión, cuando Antonio los mató.

58
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

¿DÓNDE VIVEN LOS MONSTRUOS?


Mariana Alejandra Acevedo Rosas
Matutino. Primer semestre

aminabas por el bosque, en medio del silencio se escuchaban quebrar las hojas

C
mucho tiempo.
con tu paso. Decidiste pasar por el lago, te sentaste y observaste el reflejo tuyo a
través del agua. Después de unos minutos percibiste que había una niña detrás de
ti, te quedaste atónita, ¿cómo es que ella seguía aquí? La habías dejado atrás hace

Volteaste y ya no estaba, recordaste que ella tenía la habilidad de ir y venir cuando quisiera.
De pronto, sentiste su presencia detrás de ti y, con ahínco, ella te tomó por el cuello. Tu cora-
zón se aceleró, sabías que ella pretendía matarte, pero también sabías que eso era imposible,
sin ti ella no existiría y sin ella tú no existirías. No puedes dejar atrás algo que vive dentro de ti.

CUENTO DE TERROR
Yaretzi Duarte Botello
Vespertino. Tercer semestre

E
l pasajero 1 sube al camión y se sienta al lado de una mujer de
mediana edad, la mira y comienza a hablar.
- Existen muchos tipos de cosas que nos pueden dar miedo,
pero hay algo que es peor que las arañas, los zombis y todo
eso. Es nuestra mente, la que tiene la capacidad de cambiar la realidad
y nuestra percepción del mundo a su antojo, puede aislarnos de todo
y de todos, pero al mismo tiempo mantenernos coordinados entre la
multitud y la gente, y en este último caso, la mente se pierde y no los
entiende, aunque sepa que están ahí, solamente prefiere fingir que no
existen.
- Mujer, es gracioso, ¿no?
Ella lo mira a los hijos y le responde con voz calmada.
-Tienes razón, la percepción de cada persona es tan diferente, ¿cómo
saber cuál es la verdadera?
Chofer- ¿Joven, se encuentra bien?
Pasajero- Excelente, sólo estoy conversando con la dama.
Chofer- Joven, únicamente está usted en el camión, no hay nadie más
que usted y yo.

59
SUERTE QUE NO
ENCENDISTE LA LUZ
Quetzalli Hernández Romero
Matutino. Tercer semestre

A
brí los ojos, aún temblaba, no me había recuperado del impacto.
- ¿De nuevo? - dije - No, no otra vez, ¿qué fue?, ¿cómo fue? Juro que
creí que soñaba, pero... ¿no fue así?, ¡CLARO QUE NO FUE ASÍ!
¿Cuántas veces más hasta que logre conciliar el sueño? Estoy tan acos-
tumbrado a vivir con este miedo que, ya hasta parece que me gusta, pero, ¿qué
me gusta? Creen que alucino. Esta criatura nunca se irá, me araña las piernas y
me quitará las uñas, nunca se irá, nunca. Creen que alucino.
Recuerdo con detalles la primera vez que la vi en aquel vagón, yo volvía de
la escuela, nadie la veía, sólo yo, ¿no existía? Primero creí que distorsionaba mi
realidad por el sueño que tenía, los primeros días me sentí superior a cualquiera,
creyendo que aquella cualidad mía era única. Yo solía ser normal, solía vivir
bien, mis amigos, mis padres, mi hermanito, ¡Cómo extraño a Paolo!
Ya no me creen, ni me creerían, pero ¿Por qué? Creen que alucino. Juro que
es real, ¡LO JURO! ¿Quién más, si no soy yo?, ¿quién más, si no eres tú? Sólo
quiero paz, eterna tranquilidad, quiero descansar, ¿o quiero vivir? No, mi vida
es un eterno cuestionamiento de lo que existe y lo que no, ¿quién, si no es ella?
Creen que alucino.
Como decía, recuerdo con detalles cada parte de su rostro, cada parte de su
lengua partida en dos, sus ojos oscuros, profundos, apagados, enormes, y los
odio, LOS ODIO. Él me ha quitado todo, ella me ha quitado todo, me quiere
volver loco, me quiere loco, no muerto, loco, no muerto. ¿Mi eterno castigo
será estar muerto en vida?, ¿mi única libertad sería la muerte?, ¿quién, si no es
ella? Aún la recuerdo, siempre lo haré, sus uñas largas me torturan cada noche,
me tentaba a lastimarme, quisiera no estar, quisiera desaparecer de todos lados.
¡NO!, viene otra vez.
- LUCY- grité desesperado - AQUÍ VIENE OTRA VEZ.
- Joven, David - respondió tranquila - olvidé la hora de tus pastillas, suerte que
no encendiste la luz.
- Deja de reírte así - respondí.
- Suerte que no encendiste la luz.

60
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

DEL DORMILÓN
PARA EL FANTASMÓN
Carlos Navarrete López
Matutino. Tercer semestre

gnacio por muchos es llamado Nacho, es un perezoso, pero inocente chico

I de apenas ocho años de edad, fascinado por la región lacustre del lumino-
so Michoacán, en vísperas de la celebración mexicana más trascendental. Al
desempacar él y sus papas, con predominante oscuridad de ese instante, son
entrañablemente acogidos en el hogar de Arameni y Lime (primas de Nacho que
tienen poco más de once años).
El frío de aquella noche, cercana a la visita de difuntos en tierras de vivos, hizo
que todos cenaran un hirviente ponche decorado con recién horneado pan de
muerto. Luego Ignacio, con sus humildes primas, salió al patio para charlar y reírse,
como los otros niños que únicamente van a divertirse.
Los pequeños se encontraban en pleno auge de una larga plática, cuando una
pequeña brisa llegó y les hizo contemplar el legendario lago de Pátzcuaro, que se
posaba en frente de ellos, a lo que no pudieron evitar hablar de este.
—Nace una fiesta en la noche y en el día encima del lago y sus orillas —cauti-
vado comentó Ignacio— el día de muertos es encantador, mis padres me dijeron
que el de aquí es muy mágico, incluso aún más, mucho más que de dónde vengo.
—¡En serio lo es! —exclamó con devoción Lime.
—En ocasiones no —señaló con gran seriedad Arameni—, el lago era considera-
do como una puerta al inframundo, incluso todavía quedan personas que lo ven así.
—Es cierto —respondió Lime — no de la nada la tradición es tan fabulosa por ahí.
Ignacio temeroso y agotado se negaron a prestar interés a lo anterior, él viajó muy
lejos sólo para disfrutar, no para gritar. Dejando atrás a Nacho, Arameni y Lime,
quienes fueron al robusto árbol de la casa para planear cómo asustar a Ignacio,
pero, cuando estas se descuidaron, él ya no se encontraba, apresuradas checaron
el área del patio; sin embargo, no lo hallaron. Pálidas por temor de no localizarlo,
entraron a la casa para hacerles saber a sus padres de la situación, no obstante, al
mirar al mismo tiempo, se percataron de que Ignacio dormía mal recostado, pero
pacíficamente junto a la cálida chimenea que lo consolaba y relajaba después de
un largo día.

61
EL HOMBRE SONRIENTE
Brenda Viridiana Diaz Azpeitia
Matutino. Tercer semestre

l Hombre Sonriente, ¿Una persona?, ¿una alucinación?, ¿un trastorno?

E Nadie en realidad lo sabe.


Esta es la historia de Margo, una joven de 17 años con una vida
simple; sin embargo, su vida cambiará tras su encuentro con El Hom-
bre Sonriente.
Si alguna vez te has preguntado ¿Quién soy? o ¿qué hago aquí?, pues déjame
decirte que no eres la única. Margo es de esas personas que todas las noches se
hacen esas preguntas, con las que recurrentemente se queda dormida, pero no
esta noche, esta noche no es recurrente, esta noche el Hombre Sonriente se hizo
presente en sus sueños. En este sueño Margo fue perseguida por él, quien intentaba
acabar con su vida, pero en el momento clímax de su sueño, despertó apresurada-
mente repitiéndose una y otra vez “esto fue sólo un sueño, un horrible y espantoso
sueño”. Sin embargo, todo cambió a su alrededor, las alucinaciones se hicieron
presente como el efecto del Hombre Sonriente tras su encuentro con él. Su actitud
ha cambiado, ya no habla con sus amigos, evade a sus padres en todo momento
por miedo a que sus alucinaciones le hagan daño.
Sus padres se preocuparon y decidieron enviarla a un hospital psiquiátrico. En
este lugar su condición empeoró. Debido a sus síntomas, la diagnosticaron como
esquizofrénica, rápidamente se le suministró medicamento, estuvo en terapia por
un año y sus sueños se normalizaban, pues ya no aparecía aquel ente.
-He dado un seguimiento constante a tu avance y déjame decirte, Margo, que los
estás haciendo muy bien, el medicamento ha estado controlando tu padecimiento,
no has tenido ataques como los que tenías, cuando llegaste, y eso me hace sentir
muy orgullosa.
Margo sonrió nerviosamente, mientras su acompañante agregaba.
- Así que he decidido dejarte regresar a casa, ¿Tú crees que estás lista para
dejar esto?
-Nadie nunca está lo suficientemente listo, pero le aseguro que haré mi mejor
esfuerzo, créame que este horrible suceso es algo que quiero dejar atrás, para mí
fue algo que nunca olvidaré y ahora sé que todo eso nunca paso, sólo fue un sueño
- contestó Margo.
-Me alegra mucho escuchar eso.
Fuera de la habitación se escucha cómo una silla de ruedas empujada.
- Voy a comenzar el papeleo, para que puedas regresar a casa lo más pron-
to posible.

62
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

La silla de ruedas cada vez está más cerca, Margo gira su mirada hacia atrás
para ver quien está afuera de la habitación, cuando repentinamente observa pasar
al hombre sonriente empujando la silla de ruedas. Margo impactada no dice ni
una sola palabra, pero sus ojos llenos de lágrimas y confusión lo dicen todo.
- ¿Margo?, ¿Margo?, ¿Margo estás bien?
Margo mira a la doctora, traga saliva, piensa sus palabras y contesta sonriendo.
- ¡Claro!
El Hombre Sonriente es ¿una persona?, ¿una alucinación?, ¿un trastorno? Na-
die en realidad lo sabe.

¿QUÉ HAGO AQUÍ?


Diego Alberto Montes Ruelas
Vespertino. Tercer semestre

E
s de noche, despiertas, estás en tu cama, pero estas muy agotado y tu cuerpo parece
estar tenso como si hubieras vivido o tenido una pesadilla. Después de 20 minutos,
aproximadamente, de mirar el techo, decides levantarte y haces las actividades del
diario, pero con un pensamiento o una preocupación de algo que viviste, pero que
por alguna razón no recuerdas.
Con una taza de café en la mano levantas las cortinas y ves algo extraño en la casa de en-
frente, un asesinato, no sabes que hacer, estas en shock, te empieza a doler la cabeza , como
si recordaras este preciso momento, vuelves a pensar con claridad, el asesino te ve fijamente
con lo que parece una arma, quizá un cuchillo, rápidamente te escondes bajo la ventana,
es demasiado tarde, logró verte, piensas un segundo la situación, sabes qué hacer, pero por
alguna razón tu cuerpo no puede moverse, cuando por fin reaccionas, el presunto asesino ya
está cruzando la calle a una velocidad bastante alta, corres, él es muy rápido, te va a alcanzar,
está todo perdido, hoy morirás .
Intentas correr y salir de tu edificio por la salida de emergencia, pero él ya está en tu de-
partamento con el cuchillo lleno de sangre, no lograste huir, el asesino te toma del brazo y
te noquea, despiertas en lo que parece un baño, tu baño junto con el cadáver de la persona
que anteriormente fue asesinada, esa persona eres tú, por alguna razón te empieza a doler
la cabeza, han pasado 10 minutos, al parecer, el reloj suena y de la nada aparece el asesino,
parece que está nervioso, no sabe qué hacer, como si fuera su primera vez en cometer un acto
así, tú estás intentando gritar, pero tienes amordazada la boca, el asesino se agarra la cabeza
y se pregunta, ¿Cómo llegué aquí?, ¿qué hice? Después de un tiempo de llorar el asesino te
dice, perdón no sé qué hago aquí, no sé qué hice, perdón eres tú o yo y te apuñala, mientras
te desangras, ves borroso, el asesino parece estar apareciendo y desapareciendo, todo parece
estar cambiando y de la nada ves oscuro.

63
Reaccionas, estás bien, no recuerdas nada, ni por qué estás ahí, parece que tie-
nes un arma en la mano, un cuchillo, en el suelo yace un cadáver de una persona
que nunca habías visto, cuando de repente volteas a ver a tu alrededor, ves a un
sujeto observándote desde la ventana, no sabes qué hacer y decides correr por él.

MUERTO
Luis Antonio Zavala Pulido
Vespertino. Tercer semestre

-¡N o despierta! Oyes a lo lejos.


No sientes tu cuerpo, tampoco lo puedes mover.
Abres y cierras los ojos, y sólo el techo logras ver.
- ¡Despertó! – alguien dice - se te subió el muerto.

ES UNA NOCHE COMO CUALQUIERA


Víctor Sánchez Xolio
Vespertino. Tercer semestre

s una noche como cualquiera. Hace un año pasó algo importante, pero no recuerdo

E qué, pero aquí estoy, esperando a mi esposo, quien está a punto de llegar del trabajo.
Él entra por la puerta y me saluda.
- Buenas noches, mi amor. Te ves preciosa como el primer día que te conocí, no
siempre lo digo, pero te amo mucho, eres lo mejor que me ha pasado en la vida quiero estar
contigo siempre.
Me gusta que sea así conmigo y le contestó.
- Yo también te amo mucho, mira vamos a cenar. Te estaba esperando.
- tómate tus pastillas, recuerda que siempre se te olvidan – agrega.
- Me conoces muy bien, justo estaba por hacerlo, están en la mesa.
Destapó el frasco y tomó 2 comprimidos.
Fabián, por qué te fuiste, ¡Te extraño tanto! Desde tu accidente hace un año ya nada es
igual para mí. Él ya no está, no le hablo, creo que dejaré de tomar esas pastillas que se lo
llevan cada vez.

64
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

MI PADRE
M
ía Camilla Sanabria Camarena, vespertino, tercer semestre
Yo adoro a mi padre, aunque ya no esté conmigo, siempre
cargo con una pequeña parte de él. Él y yo éramos muy unidos
y la pasábamos siempre bien.
Siempre recuerdo todos los momentos lindos que vivimos, hasta que mi
madre decidió internarme en el hospital psiquiátrico. Al parecer, no le gus-
taba mi forma de recordarlo y de traerlo conmigo, ¡Pero, si solamente lleva-
ba su cabeza en mis manos, no era para tanto!

EL PARAÍSO
Leonardo Alejandre Rivera
Vespertino. Tercer semestre

ecuerdo que una vez mi mamá me pidió que dibujara

R cómo se vería el paraíso en el que mi hermana estaría


viviendo.
“Lo que dibujaste es el bosque que está afuera de tu
casa”, me dijo el oficial en la tarde, “y ahora necesito que me digas
exactamente en qué parte esta”.

UN EXTRAÑO EN MI CASA
Evelyn Aidé Pacheco Gómez

Ll
Vespertino. Tercer semestre

egué a mi casa y oí una voz que parecía venir de mi


cuarto. Decía que planeaba ir por víctimas en la no-
che de Halloween. Entonces, me apresuré y asustado
busqué en toda la habitación. Bajo la cama encontré
a una persona que aseguraba haber muerto hace un año, seguido de
eso alcé la mirada, me di cuenta de que la voz provenía de mi cabeza.

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MARIAGE INSOLITE
Sam Ortega
Matutino, primer semestre

“U
stedes no entienden cómo amo a mi marido. Es tan lin-
do conmigo, siempre me ha cuidado como lo merezco,
tal y como si de su vida dependiera de mi seguridad. Es
atento y también es bastante cortés. He ganado la lotería
completamente, ese hombre es mi alma gemela.
Siempre repite que me desea únicamente para él. Es tan atractivo,
cuando menciona cosas como esas, lo adoro demasiado.
Es prácticamente un diez de diez, aunque a veces se porta bastante
extraño conmigo, no me deja salir a la calle, no recibe las visitas de mis
amigos y familiares y tampoco suele dejarme salir de la cama. Aunque,
de cierta forma es entendible, ya no soy ni la sombra de lo que era hace
unos años, mi cuerpo ya no es el mismo y mi movimiento se redujo.
Debería estar agradecida con él por no dejar que ellos me vean así. Me
he entregado en cuerpo y alma a mi esposo, al igual que él lo ha hecho
conmigo. ¿A quién le importa distanciarse un poco de los demás, mien-
tras pueda estar todos los días junto al amor de mi vida?
Nunca lo dejaré solo, aún después de todos estos años debo agrade-
cerle que mi cuerpo putrefacto le siga pareciendo tan excitante. Él es el
único que puede quererme de esta manera y yo soy la única que puede
complacerlo tal y como él se lo merece.”
Esto fue lo que nos comentó aquel hombre acusado de haber asesina-
do a su esposa, después de entrar por la fuerza a su vivienda y encontrar-
lo sentado en el sofá junto a un cadáver momificado de lo que parecía
haber sido una mujer. Nos pidió que por favor le dejásemos a su “ama-
da” explicar el asunto. Nos detuvimos y guardamos silencio, a todos nos
intrigó lo que acababa de decir, pero no esperábamos que tomara los res-
tos de su esposa muerta y comenzara a decir todo ese disparate, mientras
le movía la mandíbula como si de un títere se tratase.

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ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

ASFIXIANTE OSCURIDAD
Isabella Ramírez Barrera
Matutino. Tercer semestre

l reloj suena a las 9:15 pm y, como es costumbre, me apuñala

E un sentimiento de preocupación. Sonrío intentando ocultar-


lo y continúo bebiendo mi café como cada noche, 10.38 pm,
mientras tanto subo las escaleras preparándome para lo que
me espera, me acuesto en mi cama, intentando disipar las voces que
susurran tarareo ignorándolas, cierro los ojos y me fuerzo a dormir, pero
hay algo en mi pecho que acelera mi corazón, el cántico anterior suena
en las profundidades de mi cabeza, cambio de posición esperando que
mis pies dejen de picar, baja un sudor frio por mi espalda y abro los ojos,
sabiendo que ya no puedo negar lo que pasará.
Miro al techo esperando a que me caiga encima el pesado sueño, aun-
que las voces ya no susurran, están gritando y no entiendo lo que dicen,
volteo a ver la esquina de la pared, esta oscura y entonces siento una
presencia cercana a mí, tocando mis orejas, las cubro con rapidez, pero
se sienta sobre me pecho aplastando mis pulmones, evitando que pueda
respirar y me inundan unas enormes ganas de llorar, doy una gran boca-
nada de aire, pero sé que ya es tarde, ha caído la primera lágrima, giro la
cabeza intentando hallar la paz que añoro, lo cual no funciona. En todo
alrededor se forman horribles caras, que me observan disfrutando mi
dolor, las paredes se están cerrando y sus horripilantes rostros están poco
a poco más cerca de mí, se escucha a lo lejos el sonido de una puerta, sé
que es mi madre, por lo que me obligo a relajarme para no hacer ruido
ni llamar su atención, mi ritmo cardiaco se regula y abrazo mi almohada,
comienzo a cerrar los ojos, logrando perderme en la inconciencia, los
abro después de un bipi-pi-pi, me levanto y doy un gran suspiro, de esta
forma inicio mi día, paso frente al espejo y me detengo a ver mis ojeras,
pongo una mano en el espejo y ruego un:
-Déjame en paz, déjame en paz, por favor, ¡Sólo déjame en paz! Un
toc toc me distrae.
-Zara, ¿Qué te pasa, loca?
-Nada mamá, ya casi salgo.
-Está bien, ¡apúrate!
Sujeto mi largo cabello negro antes de salir fastidiada gracias a la chi-
llona voz de mi madre.

67
68
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

LAS CRIATURAS QUE NOS ACECHAN

E
n un cuento de horror, los personajes perciben al monstruo como
un ser que perturba el orden que regula la naturaleza. Entonces,
el monstruo del género del horror se caracteriza por la actitud que
toman los personajes respecto a él, es percibido como algo anti-
natural en un mundo que, de otra manera, sería completamente igual al
nuestro. Su presencia nunca será aceptada o bienvenida y representa una
amenaza mortal para los personajes. El monstruo puede estar en todas par-
tes, escondido entre las sombras, apostando por nuestra incredulidad y cu-
riosidad innata.
Encontraremos criaturas que sólo se insinúan en la penumbra, que nos
acechan sin dejarse de ver, como en las historias de Se busca, ¿Quién está
en casa? o en La sombra de la noche. Entidades que vagan en espacios
abandonados y que tienen una historia propia que contar como El fantas-
ma del edificio Canadá soy yo; o en antiguos cementerios para perse-
guir al ladrón de tumbas o a cualquiera que se atreva a buscar su beneficio
en Los anillos de sus dedos; criaturas llenas de agresividad y sedientas de
sangre, que pueden ser tu peor pesadilla o convertirse en un inesperado alia-
do en ¿Quién es el verdadero monstruo?, también, recuerdos vagos,
sueños inocentes de la infancia que nos volvemos a topar en Ella.
Los microcuentos en este apartado nos llevan a regiones apartadas, desde
pequeños pueblos en los que hace años no llega un visitante ni un médico,
donde puedes encontrarte con La mujer de la noche, El Nahual o Días
de pesca, hasta alejadas latitudes del planeta, donde todo es posible, como
toparte con el Chico de hielo o La bestia de Siberia; o recorrer lugares
que, de tan cotidianos, se vuelven triviales, sin imaginar que ahí habita La
mujer del metro o los zombis de El vagón.
Finalmente, en historias como La cena conoceremos personas comunes
y corrientes, madres amorosas que se transforman en entidades extraña, o
ancianas de apariencia inocente en un elevador en ¿Humano o demonio?

69
MIROCUENTOS (21)
SE BUSCA
Gabriela Abigail Fernández Castellanos
Vespertino. Tercer semestre

oy hace tres años mi padre fue visto por última vez en los vagones del metro.

H Algunos creyeron que se había aventado a los andenes, pero eso es imposible, ya
que no hubo ningún reporte de suicidio en esos rumbos. Simplemente, parece
que se borró del mapa. Él siempre fue una persona algo extraña, en sus últimos
días, poco cuerda, pero aun así era mi padre y yo era su hijo. Nunca debió salir.
Después de buscarlo durante meses, mamá perdió las esperanzas, parece que su enferme-
dad le impidió si quiera sentir otro dolor que no fuera el de sus migrañas. Yo no podía resig-
narme, durante estos días he estado obsesionado con sus rutas, los pasadizos subterráneos y
cada detalle de las estaciones. Creo que estoy listo para hacer mi propia búsqueda, aunque
con las esperanzas abajo. No soporto esto, no sé si lo que pretendo es encontrarlo o simple-
mente desaparecerme.
2:30 am y no hay nadie por las calles, sólo me alumbran los focos de los locales y me
consuela el ronquido de los perros callejeros. Conforme me iba adentrando más y más a los
túneles oscuros, se hacía más evidente el eco que hacían mis pisadas, podía oír incluso mi
propia respiración y podría jurar que un escalofrío recorrió mi cuerpo. Y de pronto...algo
extraño llamó mi atención, a lo lejos se alcanzaba a ver algo que parecía que era un perro
comiendo, pero, ¿qué comía? Mientras me acercaba, un olor desagradable inundaba mis
orificios nasales. Μierda, se trata de un niño con los órganos de fuera, todavía se mueve. Al
percatarse de mi presencia, el perro volteó a verme y yo quedé perplejo, pues no se trataba de
un perro, sino de una bestia con cara de humano, por un instante todo se pausó y, en cuanto
pude, salí corriendo.
Mientras corría, no podía pensar en otra cosa que no fuera en mi madre, en mí y en mi
padre, ¿acaso esa cosa fue quién se lo llevó? Μe preguntaba mientras mis ojos se llenaban de
lágrimas. Corrí tanto que mis piernas se tambalearon y enseguida caí, me golpeé la cabeza
tan fuerte que sólo pude ver negro y destellos blancos.
Cuando recupere la conciencia me encontraba en la oscuridad de mi habitación, paulatina-
mente alcance a distinguir una voz ronca y rasposa como la de mi padre que me llamaba por
mi nombre y entre susurros me preguntaba- ¿ya llegaste hijo?

70
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

¿QUIÉN ESTÁ EN CASA?


Adriana Fernanda Galindo Galindo
Matutino Quinto semestre

C
omo era de costumbre, después de clases había decidido
salir a caminar por la cuidad con mis amigos. Μis pa-
dres no prestaban demasiada atención sobre a qué hora
regresaba a casa, nos veníamos por las mañanas y eso
estaba bien.
— Remy, ¿no piensas volver a casa hoy? Ya van a dar las 12:30 y
mis padres ya están preocupados.
Εn realidad a Roberto le da cada vez más miedo andar por la
noche fuera, eso jamás había sido un problema, pero sus padres son
cada vez más estrictos.
— Esta bien, Roberto, llamaré un taxi y me iré.
Tomé el taxi alrededor de las 12:45, pero consideré no ir a mi casa,
esta quedaba a 40 minutos, más apartada de donde me encontraba
así, que decidí ir con mis abuelos. Tenía las llaves de su casa, por lo
que no sería una molestia el que me tuvieran que abrir.
Llegué a la casa, era de esperarse que mis abuelos estuvieran ya
dormidos, su habitación quedaba al final del pasillo, así que entré en
silencio y con cuidado; mi abuela, desde el otro lado, gritó — ¿Quién
llego? — le dije que había sido yo, que me quedaría a dormir en su
sala, mencionó que no habría problema, así que me dispuse a dormir.
Me recosté en el sillón más amplio y, cuando estuve a punto de
quedarme dormido, recibí una llamada, era mi madre avisándome
que no estarían en casa esta noche, que había pasado por mis abue-
los en la tarde y habían ido junto con ellos a la casa de una tía. No
supe qué hacer, simplemente me paralicé y no pude salir corriendo.
Algo estaba en casa de mis abuelos, algo realmente terrorífico, sentí el
impulso de abrir la puerta y ver quién estaba ahí, pero un escalofrío
inundó mi cuerpo y, cuando menos me di cuenta, estaba parado en
frente de la puerta, algo me detuvo, nunca sabré qué fue, pero sólo
pude tocar a su puerta y en eso se escuchó —Pasa, Remy, te he estado
esperado. Salí de ahí corriendo.
Hasta hoy en día cada que regreso ahí, sé que alguien me ob-
serva, pero jamás me creerán, si lo cuento.

71
LA SOMBRA DE
LA NOCHE
Carlos Antonio Rodríguez Pérez
Vespertino. Trcer semestre

n día cualquiera, una familia hermosa se mudó a

U un pueblo. Εllos se encontraban muy contentos


y emocionados por iniciar una nueva vida. Τodo
parecía que estaba bien, hasta que vieron com-
portamientos extraños en los pobladores, ya que que eran muy
callados y nadie quería hablar con ellos. En su primer día, en
el pueblo notó que todos los pobladores, cuando llegaba la
noche, se metían a su casa, cerraban sus ventas y puertas.
-Mónica: Qué cosa tan rara, el pueblo es muy raro. Está
muy callado ¿Por qué será?
-Mario: No sé, ha de ser costumbre de pueblo.
-Mario: Apaga las luces y vamos a dar una vuelta para co-
nocer el pueblo aprovechando que están dormidos los niños.
-Mónica: Claro vamos.
Tomaron sus cosas y salieron a dar un pequeño paseo, todo
iba muy bien, ellos iban platicando tomados de la mano. Ellos
siguieron caminando y platicando hasta eso, cuando de repen-
te Mario sintió que alguien los estaba siguiendo.
-Mario: Oye, cómo que alguien nos está siguiendo, pero no
veo a nadie.
-Mónica: yo tengo la misma sensación, pero no veo a nadie.
-Mario: No ha de ser nada.
Ellos seguían caminando tranquilos, cuando de repente, al
pasar por una calle oscura, algo toma de los pies a Mario y se
lo lleva. Mónica sólo vio una sombra oscura, que después salió
corriendo para ir su casa. Εlla se había percatado de que sus
hijos también habían desaparecido. Después, fue arrastrada
por un ser malévolo, sombrío y sin forma que se la llevó a
la profunda y eterna oscuridad. Se dice que sus almas fueron
devoradas y sus espíritus en las noches siguen penando por las
largas y oscuras calles del pueblo.

72
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

EL FANTASMA DEL EDIFICIO


CANADÁ SOY YO
Elsa Felipe Morales
Vespertino. Tercer semestre

xiste un edificio, todo mundo dice que está maldito. Ahí fue don-

E de yo viví, nadie sabía del mal que habitaba. Εn el año del 58, el
edificio Canadá por fin abrió sus puertas, después del temblor del
57 que pocos recuerdan. Eran principios de los 60´s, el edificio
era importante. Hubo años felices en la época, donde México era mágico,
hasta que llegó el 85. Fue el principio de todo, el país era un caos, más yo era
pequeña, y de lo que sucedió yo sentí como si nada hubiera pasado. El am-
biente se volvió pesado y cumplí 10 años, aún en mí oído el sonido del bala-
zo en el noveno piso, mi piso. La muerte del magistrado salió en el periódico
y mi padre me lo enseñó. “Hija, la política es peligrosa, si quieres seguir un
camino recto, mejor aléjate de esos” él exclamó. Llevé esa frase el resto de
mi vida. Todavía era ingenua, las palabras que él usó, las distorsioné a mi
conveniencia. Cumplí 16, mi padre falleció de un infarto y al año mi madre
no volvió, un accidente pasó. Me quedé viviendo sola, pero necesitaba co-
mida, necesitaba dinero. Tenía un vecino, era viejo amigo del octavo piso,
jugábamos juntos de niños, nuestros padres se conocían, ambos crecimos y
él se volvió mi compañía. Comenzó a consumir droga y me invitó de lo que
él vendía, me ayudaba a no sentir hambre, a no sentir sueño, nunca supe de
dónde la sacaba, pero fue la única forma en la que yo me alimentaba. Ga-
nábamos dinero de eso, no sabía en lo que me había metido. Mi vecino y yo
habíamos creado un imperio, un lugar solo para gente con dinero, si saben
a lo que me refiero. Empezó a ser un lugar sucio, si no me pagaban, yo los
mataba, un tiro y quedaban. Me sentía poderosa, la gente me temía y en
dinero yo dormía. Cumplí 27 años, año 2012, nos desalojaron del edificio,
donde yo crecí, más yo decidí quedarme ahí, el edificio abandonado estaba,
éramos sólo mi socio y yo. Al poco tiempo la gente regresó. Seguí con mi
negocio hasta que de mis manos salió. Año 2017, mi laboratorio explotó.
Eran drogas químicas, la gente murió, quemaduras e intoxicación. Yo morí,
pero en mi edificio siempre permanecí. Sigo viviendo ahí, matando uno
por uno a quienes están ahí, lo dejaré y, quien guste pasar, bienvenido sea
al día que no regresará. Tal vez si vienes, por una ventana me verás. No me
saludes, porque te obligaré a entrar.

73
¿QUIÉN ES EL VERDADERO
MONSTRUO?
Melany Sioret Mancera Moreno
Vespertino. Tercer semestre

stoy en mi cuarto jugando con mis muñecas, cuando escucho el rechinido que la

E puerta principal hace al abrirse, de inmediato mi cuerpo entra en un estado de


alerta.
Escucho pasos pesados en toda la planta baja, seguido de un golpe y una persona
maldiciendo en voz alta, sin duda es mi padre. Me encuentro paralizada sobre mi cama, no
sé qué hacer, él va a hacerme daño de nuevo.
Mi pulso se acelera, al escuchar cómo los pasos ahora se dirigen a las escaleras para empe-
zar a subirlas acompañadas de su ronca voz preguntando:
-Pequeña, ¿estás ahí?
Entro en pánico y corro a esconderme bajo mi cama, ahí está ella, la abrazo con fuerza,
mientas las lágrimas ruedan por mis mejillas.
-Nena, ¿quieres jugar algo divertido? -dice mi padre entrando en la habitación.
La escucho resoplar con furia a mi lado, me suelta de manera abrupta y se aleja de mi
saliendo de debajo de mi cama.
Veo el terror en la cara de mi padre, al verla por primera vez, no lo culpo, su enorme estatu-
ra que lo supera por mucho y sus garras que sustituyen unas manos pueden ser espeluznantes
a primera vista. Ella lo toma del cuello, levantándolo del suelo para luego estrellarlo contra
una pared, se lanza contra él enterrándole sus enormes garras en el pecho, la escena es espe-
luznante, pero yo sé que ella lo hace por mi bien.
Despierto nuevamente en este cuarto de paredes blancas, llevo unos cuantos días aquí,
pero creo que empiezo a acostumbrarme. Una doctora entra y me pregunta cómo estoy para
después ponerse a charlar y jugar un rato conmigo. Al poco tiempo entra al lugar otro doctor
que me saluda y aparte a la señorita de mi para preguntarle:
- ¿Ha dicho algo más?
-No, después de la declaración que dio a la policía ha hablado muy poco del tema, y lo
único que sigue diciendo es que ella la estaba protegiendo.
- ¿Ella? ¿Quién es ella?
- No sabemos, pero me sorprende su tranquilidad, a pesar de la manera tan brutal en la
que asesinaron a su padre.
Escucho cómo susurran la conversación en un intento, porque no los escuche, pero yo ten-
go muy buen oído. No importa todo lo que la policía haga para encontrarla, yo más que nadie
conoce la facilidad con la que ella puede desaparecer sin dejar rastro alguno.

74
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

¿HUMANO O DEMONIO?
Valeria Itzel Mireles Morales
Vespertino. Tercer semestre

E
ra un día como otro, seguía haciendo la misma aburrida rutina diaria. Lo
único que diferenciaba ese día de los demás era el aíre frío y denso. La gente
se comportaba de una manera extraña y demasiado distante. Parecía como
si nadie me notara. De camino a mi trabajo veía muchas ambulancias y pa-
trullas yendo a la misma dirección. Todo parecía demasiado extraño, no había ningún
ave desplegando sus alas en el enorme cielo, no había tráfico y no se oía el ruido de
cualquier tipo de transporte o construcción, ¿extraño no?
Al llegar al edificio, no había los autos acostumbrados en el estacionamiento y ni un
solo oficial vigilando la entrada. Usé mi pase de entrada para abrir la puerta de cristal
automatizada. Al entrar al edificio, sólo estaba una anciana de unos 90 años demacra-
da; el mirarla provocaba una sensación genuina de dolor. El vestíbulo estaba casi desier-
to, sin una sola alma a la vista, ni siquiera se encontraba el policía que siempre ponía
excusas para no dejarme trabajar. Dejé de darle demasiadas vueltas a eso y me dirigí
con paso decidido hacia el elevador para llegar a mi piso, éste tardó demasiado en llegar,
pero al momento de que iban a cerrarse las puertas, la anciana de la entrada detuvo el
ascensor. Subió y se paró a mi lado izquierdo, no me sentía muy bien, su presencia me
incomodaba mucho, se me erizaba la piel y sentía que mi frecuencia cardiaca era 1000
por segundo, pero dejé a un lado eso y proseguí a preguntarle de manera amable.
- ¿A qué piso se dirige, disculpe?
No obtuve respuesta alguna, solamente con una de sus manos apretó el botón con
el número 10. Sus manos eran asquerosamente delgadas y tenía unas uñas demasiado
largas, amarillas y sucias. El elevador no tardó en responder y empezó su viaje hacia el
piso más próximo, que era el mío. De pronto, se detuvo agresivamente y se apagaron las
luces, al poco tiempo se encendieron de nuevo. Para mi desgracia, fui la única que cayó
al suelo, me sorprendió que la anciana no lo hiciera con ese fuerte freno.
La anciana empezó a hablar en una lengua extraña, al principio parecía ruso, pero
después era imposible identificar los sonidos; sus ojos cambiaron de color, tornándose
completamente negros y brillantes, me volteó a ver, extendió una de sus huesudas ma-
nos y me hizo elevar por encima del suelo, como si fuera una simple pluma. Con una de
sus uñas me hizo una cortada en la mejilla, mientras con una voz tenebrosa y profunda
me dijo:
-Bienvenido a casa.
En ese momento, las luces se apagaron y encendieron, una y otra vez, como si las
lámparas del ascensor fueran a hacer corto, caí al suelo con una fuerza tremenda, pero
me levanté de inmediato. Al alzar la vista, la anciana había desaparecido sin dejar nin-

75
guna señal. El elevador se abrió en el piso de mi destino, todo estaba destruido y en ruinas, era
un milagro| que el elevador no se hubiera derrumbado. Parecía que estaba en otro mundo,
otra dimensión. Sin embargo, esa teoría fue descartada, cuando bajé del elevador y vi ... ¿un
periódico? Espera... ésa es … ¿una foto mía? Sí, es una foto mía en el encabezado, ¿Humano
o demonio?, seguido de una foto mía destrozando casas, matando familias tan sólo con mirarlo
a los ojos, cosas sumamente devastadoras y horribles.

EL SUEÑO
Ulises Alexander Pineda Vázquez
Vespertino. Tercer semestre

s una noche tranquila, una chica está a punto de dormir, se recuesta en su cama y

E antes de ser vencida por el sueño observa por la ventana una estrella fugaz. Después
de un par de horas de sueño plácido, un ruido la despierta, mira su celular, son las
4:58 de la madrugada, escucha otro ruido, parece como si alguien estuviera tocando
la puerta del departamento, la chica se levanta, pone la cadena del seguro, abre la puerta,
pero no hay nadie, regresa a su cama confundida.
Al poco tiempo, los ruidos se escuchan de nuevo, cada vez más fuertes y continuamente,
hasta que la chica decide levantarse de nuevo y quedarse junto a la puerta para ver quién está
tocando, agarra la manija con la mano, pero nadie vuelve a tocar. Ya es de mañana, por lo
que decide preguntarles a los vecinos de al lado si no escucharon los toquidos, pero estos le
dicen que no y que de seguro estaba alucinando o estaba demasiado cansada.
Al volver a su apartamento, la chica decide acostarse un rato más, pues apenas son las 6. Se
cubre con las sábanas, pero su cuerpo se paraliza, sólo sus ojos pueden moverse y observar lo
que pasa a su alrededor. Fija su mirada en la puerta del cuarto y en las sombras ve cómo un
hombre de gran estatura se le acerca lentamente, mientras dice su nombre a modo de susurro.
La chica entra en pánico, trata de gritar y mover el cuerpo, pero todo es en vano, su cuerpo
no responde; ahora puede ver el rostro del hombre, con una sonrisa de lado a lado y unos ojos
del color de la noche más oscura. Coloca sus garras alrededor del cuello de la chica, mientras
que ella indefensa sólo llora de desesperación; el hombre se sube encima de ella, mientras la
asfixia lentamente, le dice: AHORA, YA ERES MIA.
La chica se desmaya, pero despierta de golpe, mira a su alrededor y no hay nada raro,
observa la hora y se asusta al ver que eran las 6 de la mañana. Decide ir por un vaso de agua,
mientras se tranquiliza al pensar que todo fue una pesadilla. Εn la cocina escucha que tocan
a la puerta, ella se asusta, pero dice en voz alta: No tengo por qué tener miedo, todo fue un
sueño, ¿verdad? Detrás de ella, se escucha una voz que dice: ahora tu alma siempre será mía.

76
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

LOS ANILLOS DE SUS DEDOS


Joanna Isabel Santana Delgado
Vespertino. Tercer semestre

D
aisy Clark había estado en coma durante más de un
mes, cuando el médico dijo que finalmente había muer-
to. Fue enterrada en un fresco día de verano, en un pe-
queño cementerio a un kilómetro y medio de su casa.
“Que descanse siempre en paz”, dijo su marido, pero ella no lo
hizo. A última hora de la noche, un ladrón de tumbas con una pala
y una linterna comenzó a desenterrarla. Como la tierra seguía estan-
do suelta, llegó rápidamente al ataúd y lo abrió. Su presentimiento
era cierto. Daisy había sido enterrada portando dos valiosos anillos:
un anillo de bodas con un diamante y un anillo con un rubí que
brillaba como si estuviera vivo.
El ladrón se arrodilló y extendió sus manos dentro del ataúd para
arrebatar los anillos, pero estaban totalmente adheridos a sus dedos.
Así que decidió que la única manera de hacerse con ellos era cor-
tando los dedos con un cuchillo. Pero, cuando cortó el dedo con la
alianza, este comenzó a sangrar, y Daisy Clark comenzó a moverse.
De repente, ella se sentó y, aterrorizado el ladrón, se puso en pie.
Golpeó accidentalmente la linterna y la luz se apagó.
Podía oír a Daisy salir de su tumba. Al pasar junto a él en la oscuri-
dad, el ladrón se quedó allí congelado de miedo, aferrando el cuchi-
llo con la mano. Cuando Daisy lo vio, se cubrió con su sudario y le
preguntó - ¿Quién eres? -Al escuchar hablar al “cadáver”, el ladrón
de tumbas corrió. Daisy se encogió de hombros y siguió caminando,
y no miró hacia atrás ni una sola vez.
Pero llevado por su temor y confusión, el ladrón huyó en la direc-
ción equivocada. Se lanzó de cabeza en la tumba aún abierta, cayó
sobre el cuchillo que llevaba en su mano y él mismo se apuñaló.
Mientras Daisy caminaba hacia su hogar, el ladrón se desangró has-
ta morir, “nunca debí haber ido por esos anillos”, ese fue su último
pensamiento y su último día de vida. Desde entonces, aquella casa se
volvió de respeto, se temía que aquel ser sin vida vagaría por aquel
vecindario tratando de encontrar sus dedos junto con sus prestigio-
sos anillos.

77
DÍAS DE PESCA
Omar Servín Galindo
Vespertino, Tercer semestre

S
alí corriendo de entre las sombras. A pesar del frío
de aquella noche, el sudor escurría por todo mi
cuerpo, sentía un ardor dentro de mí, sabía que no
podía parar, ¡Qué sería de mí, si esa noche me hu-
biese dejado alcanzar!
Yacía solo a la orilla del río, había sido un mal día de pes-
ca. Até mi bote con una soga gruesa, siempre tuve miedo de
que mi bote se fuera río abajo y yo perdiera toda mi fuente
de ingresos junto con él. Saqué de adentro una bolsa con dos
pescados que servirían para la cena de esa helada noche. Ahí
fue cuando lo oí por primera vez, esa temible voz, ese susurró
que decía mi nombre, me erizó la piel, quise ignorarlo, pero no
pude, seguí el sonido de aquella voz, que, aunque me atemo-
rizaba, también me atraía. Caminé un par de horas en medio
del bosque hasta que me sentí tan confundido que decidí re-
gresar e ir a casa.
Desde aquel día escuché ese sonido, cada noche, cada vez
más fuerte, luego cada mañana, en todo momento, ya era
algo insoportable, me volvía loco, al punto de querer arran-
carme los oídos.
Pero esa noche todo fue diferente, no hubo ruido alguno,
no hubo susurros, sólo silencio, calma, me alistaba para ir de
pesca, en algunas temporadas nocturnas se logra mucho, miré
mi rostro al espejo, era un rostro pálido, cansado, lleno de an-
gustia y de repente apareció ella tan temible, tan llena de furia,
decidida a llevarme. Entonces, susurró mi nombre y me invitó
a acompañarla, ¡Era la muerte! Yo lo sabía, así que corrí, corrí
sin parar, atravesé el bosque, en mi mente se repetía constante-
mente las palabras ¡No me quiero morir! ¡No, aún!
Ya no podía verla, pero sabía que me perseguía, así que co-
rrí con todas mis fuerzas y, cuando al fin miré el alba y los
campos que se empezaban a bañar de rayos de sol, supe que
podía parar. La muerte odia el sol, la luz y el olor a vida de los
campos floridos. Escapé de la muerte, o eso creí.

78
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

LA MUJER DE LA NOCHE
Shadany Azul Carrasco Bernal
Vespertino. Tercer semestre

C
omo parte del servicio social de su nueva profesión de médico, Carlos fue enviado
a una comunidad en lo alto de las montañas. Estaba muy emocionado de poder
ayudar a la gente, pero, al llegar, hubo cierta desconfianza. Lo veían tan joven, que
les parecía inexperto.
Tan sólo un par de personas lo vieron con buenos ojos y lo recibieron de la mejor forma
posible, ya que llevaban meses sin un doctor en el pueblo. Queriendo o no, finalmente todas
las personas tuvieron que aceptarlo, porque no tenían nadie más a quien recurrir.
Una madrugada, escuchó el ladrar de los perros y fue a ver de qué se trataba. Distinguió
que una figura femenina que se acercaba y encontró en el suelo un rastro de sangre. Le ro-
gaba que se detuviera, identificándose como médico y ofreciendo ayudarla; sin embargo, la
mujer parecía ida, sólo caminaba hacia él con la cabeza agachada.
El corrió para alcanzarla, pero ella se movía más rápido de lo que parecía. Al estar cerca, sus
ropas rasgadas y cabellera alborotada pusieron más nervioso al chico pensando que algo muy
malo le había pasado. Tocó su espalda; en ese momento ella se dio vuelta, mostrando su cuerpo
cadavérico, emitiendo un grito de dolor en la cara del joven que lo obligó a salir corriendo.
Así el pueblo perdía otro de sus doctores, todo por guardar en secreto las apariciones de la
mujer de la noche, a la que ellos están muy acostumbrados, pero no los citadinos, que hace
mucho olvidaron que cosas como estas existen.

SOLO UN PROBLEMA DEL SUEÑO


César Loperena Granados
Vespertino. Tercer semestre

ltimamente, me he sentido bastante cansado y atemorizado, cuando llega la hora

Ú de dormir, no puedo conciliar el sueño, ya que me aterra una sensación que no


acabo de definir; no me siento tranquilo, me siento agitado y preocupado. Esta
semana ha sido peor que la anterior, mis pesadillas son más constantes y cada vez
se han tornado más violentas. Constantemente, escucho gritar a la gente en mis sueños y veo
a las personas huir de mí, como si yo fuera un peligro.
Siempre, antes de despertar me miro solo, muy cansado y lleno de sangre; he dejado de ver
a muchas personas que formaban parte de mi entorno social y laboral, ¿Será que inconscien-
temente mis pesadillas me están afectando y por eso deciden alejarse de mí? Pensar en esto

79
hace que me duela la cabeza, hace que me preocupe sobre si realmente hago bien las cosas.
Quiero recostarme en mi cama, mirar el techo y no hacer nada más, pero tengo miedo de
que me quede dormido otra vez y ver de nuevo esas horribles escenas, por eso trato de man-
tenerme activo durante las noches para no caer en manos de mis temores.
¡Maldición! Me quedé dormido, aún es de noche y me duele la cabeza. Me levanto por un
par de aspirinas, camino a oscuras y me tropiezo con un objeto que no alcanzo a distinguir,
¡auch! ¿qué es esto?, me pregunto mientras ilumino el objeto con la linterna de mi teléfono,
¿Pero qué?, ¿esto debe de ser una broma, cierto?, esto es una mano, creo haberla visto en...
¡OH POR DIOS, ES EL BRAZO DE MI HERMANA! ¡Pe.…pero qué hace esto a.…aquí!
esto debe de ser una broma, tengo que llamarla.
- Hagas lo que hagas, no llames a nadie.
- ¿Quién dijo eso?, ¿y por qué habré de hacerte caso?
- ¿De verdad creíste que aquello sólo eran sueños?
- ¿Qué?
- ¿Por qué no te acercas al espejo?, ¿o ya no te reconoces a ti mismo?
Me acerco al espejo, enciendo la luz, ¿cómo es que?

LA CENA
Nancy Paola Rosales Huantes
Matutino. Quinto semestre

O
cho de la noche, una madre llama claramente a su hija para la cena - Vivéka-,
grita y la pecosa niña atiende y corre por las escaleras que concluyen en el pasillo.
Amalia siempre ha sido una madre excepcional y comprensiva recordándole a su
hija, cada vez que, si no gusta probar un bocado, no debe hacerlo, mucho menos,
cuando su hija prefiere consumir únicamente la leche por las hojuelas de cereal.
Vivéka se sienta en la mesa con su cuchara favorita en mano, cuando de repente, un sueño
muy pesado se apodera de su mamá, quien se retira a dormir. Amalia se levantaba de la cama
de una manera extraña todo el tiempo, yendo y regresando del cuarto, hasta que cierto mo-
mento salió a observar el lento comer de su pequeña.
—¡Te lo tragas todo y no te levantas de la mesa, hasta que te lo acabes! —gritó, entonces
con mucha rabia. Εn ella se escuchaba ligeramente una segunda voz más gruesa y varonil.
Cabizbaja y sin reclamo alguno, la pecosa obedeció para pedir permiso de ver la televisión,
mientras terminaba, pues realmente no tenía apetito.
Amalia, de muy mala gana y de manera amenazante, le gritó:
—¡Ni se te ocurra prender la televisión, hasta que te lo tragues todo!
Una mamá que nunca le había hablado así a su bebé, oficialmente estaba desquiciada,
delatada por sus ojos espeluznantes. Luego, regresó al cuarto hasta las 9:00 de la noche que
fue cuando la chiquilla sintió un manazo en su piernita quien, asustada por el ardor, giró su

80
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

cabeza hacia el suelo, donde yacía una criatura que inexplicablemente portaba el cuerpo de
su madre: hincada de cuclillas y completamente abierta de piernas a sus piecitos. Presumía
una cara diabólica y una mirada muy penetrante, había aparecido junto a la bebé en menos
de un instante con la mano que le pegó a la nena en el aire, era capaz de imitar la voz de
Amalia y de manipular cuerpos.
Vivéka aún no se explica cómo llegó, ahí sí tenía visión del pasillo del cuarto en el que
claramente observaba las piernas de su madre sobre la cama y jamás caminó por ahí, simple-
mente llegó. Llorando del temor le preguntó el porqué del golpe y su madre excusó que un
mosquito le estaba picando. Sonrió de manera diabólica enseguida y en cuanto terminó la
frase, un punto de sangre le comenzó a escurrir en la palma de la mano, lo cual era imposible,
porque los moscos no extraen la cantidad de sangre para escurrir todo el brazo. Se levantó y
se volvió al cuarto de su mami con un caminar demasiado tranquilo, casi como si se tratase
de una persona sonámbula, pues ni siquiera movía los brazos, daba pasos cortos y muy lentos.
Dadas las 10:00 pm, finalmente regresó Amalia en sí y por obvias razones su hija no le dirigió
la palabra. El espanto para la pecosa no cesó ni con ver que la mujer hizo sus deberes con nor-
malidad. Permaneció sentada en la mesita, hasta que la madrugada llegó junto con su padre.

EL VAGÓN
Emanuel Cancino Herrera
Vespertino. Tercer semestre

e acabó, se ha llevado mi alma y lo único que escucho es el abrir de las puertas del

S vagón, ahora los zombis me arrastran hasta salir de éste, ahí comprendí que ahora
soy uno de ellos. Εntre los empujones caigo en un acantilado, creo que el golpe dolerá
menos que la tortura de una vida invadida por la monotonía, era mejor una muerte,
ya no me importaba nada más, mi alma fue succionada por aquella criatura. Εspera, siento
un jalón de un zombie, creo que éste será mi verdadero fin, dejaré que me coma, al final no
quiero enfrentar la vida adulta ¿O tal vez sí? ¡Dios mío, qué terror!
Desde mi niñez he escuchado sobre la existencia de un monstruo que devoraba el alma
de sus víctimas dejándolas completamente inconscientes. Para identificarlo mejor, mis amigos
y yo lo asociábamos con zombies.
Se ameritaba recordar aquellos días, ya que ahora soy un adulto que está por con-
frontar esta vida y me daba nostalgia tener presente aquellas historias que inventábamos.
Ahora tengo que ir a trabajar, ¿estoy entusiasmado? no, pero es lo que uno tiene que hacer,
ya no es tiempo de jugar, ni de hacer más amigos, sólo trabajar y sobrevivir. Alisto mis cosas y
me voy corriendo a la parada del autobús, era una madrugada muy oscura sentía miedo, no
sé por qué, pero, al subirme al camión, sentí que las personas no eran personas, se compor-
taban como si estuvieran poseídas, ¿qué raro? ¿no? Intento ponerme cómodo y, de repente,
me quedo dormido. Desperté en el metro, de nuevo aquel recuerdo de mi infancia sobre este
monstruo regresó a mi mente, porque, al ver a las personas, parecían zombies.

81
Abordó el vagón y en ese momento una horda de estas criaturas se acerca sin previo
aviso, poseídas por el desvelo, desmotivación, furia y arrepentimiento. Logré encontrar un
espacio para respirar, al asomarme a la ventana pude tener un poco de aire, cuando de re-
pente escucho a alguien acercase, volteó y a lado mío hay un ente obscuro con apariencia
tenebrosa, que posee a una persona sentada, esto era un ritual sencillo, dos cabezas a los lados
y cuatro bostezos fueron suficientes, para que la persona poseída se desvaneciera y despertara
sin gestos, ni emociones; lo pude notar, ya que demostraba un semblante gris, ¡qué horror
que este monstruo lo halla asechado! pero ¿por qué yo no tenía miedo? Pues lo presentía, al
rememorar aquellas historias de mi infancia, cuando llegaban las personas a mi casa muy
cansadas y con una ausencia de motivación, sabía que un día tenía que enfrentarme a este
ente misterioso.
Ahora lo veo de frente, intento charlar con él, quien no habló, pero sí logró poseerme,
entré en un trance, no entendía nada, me negaba a aceptar mi destino a la tortura de los tra-
yectos diarios y largos, a enfrentar la desmotivación y tristeza de sentirme lejos de casa, acep-
tar que este monstruo se llevara mi alma con tal de “ganarme la vida”, a renunciar a hacer
aquellas cosas que me hubiera encantado hacer, al enfrentarme a la falta de oportunidades y
a la frase “Allá si, acá no”.

EL NAHUAL
Ricardo Delgadillo Gayosso
Vespertino. Primer semestre

T
ranscurría el año de 1943, cuando una pequeña niña de nue-
ve años, acompañada por su abuelita, caminaba por las os-
curas calles de Tula en Hidalgo, un pueblo bastante peculiar,
pequeño y hasta cierto punto desolado.
No parecía que fuese a ocurrir algo extraño o irreal, pero ocurrió. De
un momento a otro, a unos metros de ambas apareció la figura escalo-
friante de un perro fuera de sí, no uno común, pareciese como una de
esas pesadillas que se tienen después de ver alguna película de terror,
sólo que no era ficción y estaba sucediendo. Ambas mujeres se quedaron
atónitas por un momento. Entonces la mayor decidió dar un paso al
frente como desafiándola, optando por darle identidad de nahual. Ηabía
escuchado de ellos, su existencia remota y hasta irreal, pero ahora que
estaba presenciando a uno, sabía que no eran sólo mitos.
- ¡Vete! ¡Vete! ¡Lárgate! ¡Déjanos pasar! - Gritó la mujer con cier-
ta determinación, pero también frustración y temor, porque no había

82
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

personas cercanas que pudieran auxiliarlas en caso de ser necesario. La


pequeña niña sólo observaba atónita a la figura en frente de ellas, que no
las dejaba seguir su camino, sintió el brazo de su abuelita en su espalda
como intentando calmarla y hacerla sentir segura. Era, sin duda, la ex-
periencia más aterradora que había vivido a sus escasos nueve años, optó
por orar en su mente, suplicarle a Dios que nada malo ocurriera.
De repente el nahual desapareció, como si nunca hubiese estado ahí,
como un chasquido de dedos, rápido y espontaneo. No parecía haber
alguna explicación lógica ante aquel acontecimiento que habían vivido,
¿Había sido todo imaginación? Por supuesto que no, porque todo pare-
ció real, el miedo que en un principio sintió recorrer su cuerpo había sido
real. Segundos después de la desaparición de tal desdichada criatura, la
abuela tomó la mano de la niña, soltó un pequeño bufido de tranquilidad
y siguió su camino con la pequeña pensativa, ya no tenía temor, sabía
que estaba a salvo con su abuela, después de todo sólo fue un susto. Paz,
ése era su sentir ahora, mañana será otro día.

MI COMPAÑERO DE HISTORIAS
Yoselin Berenice Paredes Aguilar
Vespertino. Tercer semestre

eer es la inspiración para escapar de la dura vida y cada año mi compañero de sue-

L ños me acompaña, un ser tan fantástico como lo que leo, ruego que no nos dejemos
de ver, porque me ilusiona compartir las nuevas historias y añoro el día, en el que
estemos juntos todos los días.
Pide que sea la casa sin calabazas en otoño para nuestros momentos friolentos en la no-
che, por eso adoro mi casa de antaño, porque en otro lado no me lo he encontrado, mientras
el truco o trato ocurre afuera, en mi casa se recibe a una persona no de mi época ni de mi
siglo, pero qué bonito me lo paso.

83
CHICO DE HIELO
Jaanai Cervantes Aguirre
Vespertino. Tercer semestre

A
laska es un lugar lleno de trabajo, muchos tienen la oportunidad de
probar suerte, algunas personas nunca han visto un clima así en su
vida, la nieve, el hielo, el frío, te recuerdan cuantos huesos hay en tu
cuerpo. Era el primer año de Miguel, y su cuñado inexperto fue quien
lo invitó y actuó como su guía en estas áreas, explicándole a grandes rasgos cómo
funcionaba el lugar, para que se sintiera más seguro. Por su inexperiencia, Miguel
se quedó en el campamento de abajo, mientras su cuñado subía más alto, para
que no se vieran.
Desde el primer día, Miguel se ha tratado de adaptarse y, aunque parece difícil,
hay algunas cosas que los inquietan un poco por la noche, ve una pequeña sombra
caminando por el lugar, a veces riendo, a veces gritando, y nadie se percata, por-
que no entiende muy bien el inglés y no sabe cómo consultar a alguien sobre aque-
lla situación. A medida que pasaban los días, la sombra se acercaba más y más,
haciéndole ver que era un niño, lo cual también era extraño, porque no debería
estar allí. Decidido a dormir bien, siguió al niño en una de sus muchas ocasiones,
siempre perdiéndose en el depósito de camiones.
Miguel no se dio por vencido, tenía que entender lo que estaba pasando. Dur-
mió unos días en el almacén, en uno de los camiones, pero, aún en un lugar tan
frío, no era tan amigable con la gente como en la cabaña. En sólo unos días en-
contró el lugar, donde el niño siempre desaparecía. Se acercó y vio algunas marcas
en la pared que no pudo distinguir. Entonces, la cara del niño se reflejó en un
bloque de hielo y salió corriendo. El agua se encharcó hasta los pies de Miguel y el
cuerpo se elevó como una escultura de hielo antes de explotar, cortando las caras
de los curiosos como si fueran cristales afilados. Un poco asustado, Miguel decidió
ignorarlo, pero ya era demasiado tarde, el rostro de Bingtong estaba cubierto de
esquirlas y la confusión marcaba su alma.
Desde el momento, mientras Miguel esté cerca del hielo o del agua, el niño
aparecerá frente a él. Los dos aún no habían hablado, pero Miguel estaba un
poco incómodo, porque el lugar estaba helado, pero cuando el pequeño estaba
cerca, sintió que se iba a morir, como si su flujo de sangre se hubiera ralentizado,
cientos de veces. Sólo insectos fríos entraban en su cuerpo y le impedían moverse,
a veces sentía un bloque de hielo cubriéndolo, apretando fuerte, deteniendo su
respiración, cada respiración entrando y congelando sus entrañas. Una vez des-
pertó en un gran bloque de hielo, el niño lo vio desde afuera, se burló y jugó con
él, tomó un piolet y aplastó todo. Miguel no sintió la herida, pero cuando estuvo,

84
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

cuando se había descongelado un poco, su sangre brotó y se derramó, dejándolo


inconsciente, pero, cuando despertó, estaba bien. A veces lo partía en pedazos con
una sierra, pero de nuevo, después de perder la cabeza, se daba cuenta de que no
había pasado nada y cada uno se comportaba con naturalidad. Cuando volvió a
encontrarse con su cuñado, al final de la temporada, le habló sobre el espíritu de
un niño, que, murió congelado, porque se escondió en un tráiler y no pudo salir. El
pequeño podía causar muchas alucinaciones y, por ello, la mayoría seguía su juego,
al final, nada era verdad. Miguel, por supuesto, decidió no volver.

ELLA
Diana Rebeca Cruz López,
Vespertino. Tercer semestre

sas pesadillas que tanto me habían torturado, habían vuelto noche tras noche, era la

E misma pesadilla, era el mismo recuerdo. Esa oscura y fría casa, esa casa que arruinó
mi vida, mi niña era mecida por alguien, pero no era su madre, quien la mecía, era
esa mujer alta, descalza, sin rostro, de cabello largo y negro.
La mujer estaba obsesionada con ella, cada noche mi pequeña niña de tan solo 2 años
gritaba y lloraba con tanta desesperación, entonces, mi esposa y yo corríamos hacia el cuarto
de nuestra hija y sólo escuchábamos pasos fuertes alejándose de su cuarto y un aire que nos
dejaba temblando de miedo.
Poco tiempo después, la obsesión hacia mi hija cambió, ahora la que gritaba cada noche,
era mi esposa, ella aseguraba que la mujer la veía todas las noches, que ella, al abrir los ojos,
la tenía enfrente, con su cabello rozando la mano de mi esposa, ella sentía un miedo indes-
criptible al ver a esa mujer.

85
La casa a la que nos habíamos mudado era lo peor que nos pudo haber pasado, esa mujer
se obsesionó con mi familia y nosotros estábamos en su territorio, habíamos tomado la deci-
sión de irnos al día siguiente, porque ya no podían con esa situación.
Mi esposa empacó todas sus cosas y, al bajar las escaleras, vio a la mujer, la estaba
esperando a que bajara, estaba tan obsesiona con ellas que no quería que se fueran, antes
prefirió correr hacia ellas, y mi esposa con mucha desesperación corrió y tropezó, aventando
a mi hija, y ella, al intentar agarrarla, se golpeó la cabeza, las perdí a las dos al mismo tiempo.
Esa pesadilla de cómo perdí a mi familia me torturaba cada noche, pero fue diferente:
ella me perseguía, ella estaba enfrente de mí, supe que la casa no era el problema, la obsesión
nunca fue con mi hija ni con mi esposa, la obsesión fue conmigo.

LA MUJER DEL METRO


Sara Masiel López Hernández
Vespertino. Tercer semestre

ran las 23:08 horas en el metro de la Ciudad de México, se encontraba

E casi vacío. Cuando el tren llegó a la zona de los andenes y yo, al observar
que era el único que subiría, comencé a sentir una extraña vibra y ciertos
escalofríos.
Tres mujeres salieron del vagón y yo ingresé, miré hacia el reflejo de la puerta de
enfrente a la que se abrió y observé que detrás de mí se encontraba una mujer con
un vestido negro y con la cabeza agachada. Me senté, eché un vistazo al vagón y me
percaté de que sólo nos encontrábamos esa mujer y yo ahí dentro.
Me di cuenta de que, a pesar de que había muchos lugares vacíos, ella no se sentó.
Μe encontraba muy extraña e incómoda, porque me sentía observada por la mujer
en aquel vagón. Ella llevaba un vestido muy largo que no se veían sus pies, eso es de lo
que me percaté, porque me quedé mirando hacia el piso. Al pasar los segundos, caí en
cuenta de que la mujer se acercaba a mí. Algo dentro de mí me impedía voltear a ver-
la directamente, se me hizo un nudo en la garganta e inmediatamente se me enchinó
la piel. Cuando llegamos a la siguiente estación, ella se había sentado en frente de mí,
tuve el valor de levantar la mirada, observé que las puertas se abrieron y vi cómo dos
personas que iban a ingresar al vagón decidieron no hacerlo al observar a la mujer y
en seguida me vieron con lástima.
Me sentí aterrada, la observé, ella ya me miraba fijamente. La mujer mantenía
una enorme sonrisa, pero no tenía dientes, sus ojos eran dos cavernas obscuras, fue la
imagen más escalofriante que jamás haya visto. La mujer no paraba de verme y yo fijé
mi mirada en el suelo, esperando a que las puertas se abrieran, en el momento que lo
hicieron, mi cuerpo no tuvo la fuerza suficiente para levantarme, las puertas se cerraron,
ella me seguía observando y por dentro sólo me lamenté el haber subido a ese tren.

86
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

RÍE MADRE, MISIÓN DEL MUNDO


Irving Zaid Casiano Martínez
Vespertino. Tercer semestre

n el año de 1978, en la preparatoria del CCH Vallejo se conocen dos

E chicos de la misma edad en su grupo escolar, hablamos de Alejandra


y Emiliano. Alejandra era una chica de extrema belleza, sus ojos eran
verdes, rasgados y chiquitos, su cabello era oscuro y tenía una piel
blanca perfectamente tersa. Desde el momento en que se vieron compartieron
una coqueta sonrisa e inició la magia, tardaron de novios casi 10 años y todo
era aparentemente bello. Αmbos planearon su boda, pero un accidente que le
había ocurrido a Emiliano lo cambiaría todo.
Emiliano amaba a Alejandra, pero su relación era algo codependiente. Ella
no conocía el amor real y éste se aprovechaba de esto, la trataba mal, era muy
posesivo y hasta infiel, pero a la chica no le importaba con tal de que estuviera
con ella. A lo largo de esos años de relación las cosas empeoraban cada vez más,
las personas cercanas a ellos decían que Alejandra siempre tenía marcas en la
piel, heridas y los ojos hundidos, esto último era causa de sus pesadillas por las
noches, donde su madre le encargaba asesinar a todos los hombres que pudiera,
porque su padre había sido un hombre muy malo “el diablo”.
La historia de Alejandra es especial, ya que no conoció a dicha mujer, pero
siempre se le veía diciendo que hablaba con ella, su madre murió, cuando le dio
a luz y esta quedó al cuidado de su tío, quien abusó de ella en varias ocasiones,
hasta que un día fue hallado muerto en su alcoba y se desconocía su muerte,
todo fue un misterio y desde entonces vivía sola, ella hablaba que tenía “la mi-
sión del mundo”.
Es 1988, Alejandra se encuentra en un monte llena de sangre y está llorando.
-Madre, padre. Ya te lo he entregado, madre, al único hombre que he amado.
Las lágrimas corren por sus mejillas - lo he matado... lo he matado.
Alejandra sacó un espejo de entre sus ropas, lo rompió y se empezó a quitar
la piel de la cara con él, reflejándose entre los vidrios rotos.
Al día siguiente fue localizada muerta en la sierra. Se dice que regresa en las
noches una mujer sin cara con un cuchillo oxidado para “cumplir su misión”.

87
LA BESTIA DE SIBERIA
Ramsés Guillermo Espinoza
Vespertino. Primer semestre

B
itácora 001 son las 12:37 pm del 8 enero de 1971: Mi equipo
y yo fuimos enviados al este de Siberia para investigar sobre
un oso de proporciones exageradas. Según los lugareños, este
ejemplar presenta un comportamiento altamente hostil con
cualquiera que se le cruce.
Bitácora 002 son las 4:23 pm del 8 enero de 1971: Hemos colocado
nuestro campamento en las orillas del bosque. Nikita, el técnico, ha ins-
talado al menos una decena de detectores de movimiento por los alre-
dedores, mañana realizaremos una expedición para intentar encontrar
a ese ejemplar.
Bitácora 003 son las 7:32 am del 9 de enero del año de 1971: Nos
hemos abierto camino dentro del bosque, en el que hemos encontrado
cerca de un rio los restos de un jabalí, el mismo fue partido por la mi-
tad, pero no parece que se hayan alimentado de él. Por el tipo de corte,
posiblemente sea un oso el responsable, cuyas huellas son tres veces más
grandes de lo normal.
Bitácora 004 son las 6:15 pm del 9 de enero del año 1971: Adentrán-
donos más en bosque hemos hallado una cueva, que al parecer es la
guarida del oso que buscamos. Cabe resaltar que, cuando entramos a
la cueva, el medidor geiger se disparó por los aires, esto podría indicar
que el oso está contaminado altamente por radiación. Ηemos decidido
volver al campamento, ya que de noche el bosque es un peligro.
Bitácora 005 son 2:30 pm del 10 de enero del año de 1971: Μe ha
despertado Nikita, ya que los detectores de movimiento se han activado.
Esto indica que algo muy grande merodea por nuestras tiendas. Parece
que una especie emite un rugido, pero no es como el de un oso. Nikita ha
salido a ver qué es lo que sucede.
- ¡Qué es eso!
Una especie de oso con cuernos está devorando a Nikita, él me ha visto
y ahora viene por mí. Estoy corriendo por el bosque, sé que viene detrás,
pero de la nada el silencio se ha hecho en el bosque, se habrá ido... (se
escuchan gritos de dolor y se corta la grabación).

88
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

Transgredir lo cotidiano: es necesario que en el relato haya un lugar o un evento deter-


minado, que rompa con la armonía cotidiana de él o los protagonistas, modificando violen-
tamente su existencia.
Acercarse a lo desconocido: ese evento debe estar relacionado con algo que cause cierta
incertidumbre, una sorpresa que no sea agradable y, sobre todo, que no puede ser explicado
mediante la razón.
Utilizar elementos sobrenaturales: ese hecho, inexplicable a través de la razón, debe contar
con características sobrenaturales. No necesariamente se tratará de un fantasma, puede estar
relacionado incluso con actitudes humanas difíciles de comprender por una mente normal:
homicidios, masacres, actos deleznables, etc.
Poner en evidencia la condición de mortales: éste es uno de los elementos que mejor
funciona en los textos; llevar al límite a los protagonistas, para que sean conscientes de su
mortalidad y de su incapacidad de sobrevivir a todo, poniendo en duda su supervivencia ante
la situación que deben enfrentar.
El reto no es menor, especialmente, cuando, para hacerlo, el autor elige (o les es exigido) el
microrrelato o microcuento, que es un texto literario con tres características fundamentales:

Brevedad
Intensidad
Deslumbramiento.

Se ha dicho de estos textos que son “como fogonazos, como estrellas fugaces que pasan ante nuestros ojos
sorprendiéndonos, reconciliándonos con el sentido último de la fantasía”. El microrrelato es narración, por
lo tanto, nos tiene que contar una historia.
Los Microcuentos de terror son relatos que sorprenden al lector por su tono ingenioso, su
halo de misterio, su capacidad de erizar los vellos de la nuca. Las palabras llegan a turbar
la sensibilidad del lector, impactándolo de alguna manera, envolviéndolo en un universo de
sugerencias y significado. Sorpresa, tristeza, miedo, escalofrío, son sentimientos que fluyen en
estas breves piezas literarias que no nos dejarán indiferentes y que son una pequeña muestra
de la capacidad que tienen los estudiantes de asombrarnos.
Los invitamos a traspasar el umbral, a suspender la incredulidad y conocer estas breves
historias, producto del trabajo y de la imaginación obscura de nuestros estudiantes.

JUSTIFICACIÓN DE LOS TEXTOS SELECCIONADOS.


Como decíamos, se recibieron un promedio de 150 microcuentos, de los cuales, algunos
no participaron en las siguientes etapas del concurso, pues llegaron después del cierre, no
cumplían con las características de formato, extensión o tema y, lamentablemente, se detectó
que no eran historias originales.

91
Los 94 microcuentos seleccionados se agrupan a partir de una clasificación que, si bien, no
corresponde de forma canónica a los subgéneros de la literatura de terror, sí lo hace a partir
de elementos centrales como los personajes, el argumento y el final sorprendente. Las cuatro
categorías para clasificación de las historias se resumen de la siguiente manera:

1.- Terror sobrenatural. Historias que tienen como centro de su conflicto el enfrenta-
miento entre el ser humano y entidades que no responden a las leyes de la naturaleza
o implican su suspensión temporal, como fantasmas, demonios, fuerzas malignas e
inexplicables, etc.
2.- El monstruo es real. Son los microcuentos más perturbadores, pues en ese enfrenta-
miento o conflicto, descubrimos que esos monstruos son personas reales y, muchas
veces, muy cercanas al protagonista. Nos pueden causar repulsión o lástima, pero no
quisiéramos toparnos nunca con ellos.
3.- El miedo está en tu mente. Aquí ubicamos las historias cuyas amenazas o terrores no
surgen del otro, sino de la propia mente del protagonista, torturada por sus prejuicios,
creencias profundas, sentimientos de culpa o delirios provocados por la locura. Vícti-
ma y verdugo para el que no hay posibilidad de escapar de sí mismo.
4.- Las criaturas que nos acechan. Por último, estas historias, empatadas con el terror
sobrenatural, pero que implican una criatura cuya sola existencia es abominable. Ese
monstruo que acecha en las sombras, producto de la perversidad humana y a veces
imposible de explicar.

SUGERENCIAS DE ACTIVIDADES DE APRENDIZAJE.


La escritura de microrrelatos busca que cada participante descubra su potencial literario,
al tiempo de que practica y desarrolla procesos de lecto escritura que le serán de utilidad
en sus cursos regulares de todas las asignaturas; además el estudiante es capaz de descubrir
el poder de la escritura como un medio para expresarse de manera creativa y para comu-
nicarse con los demás.
Los Programas de estudio de TLRIID I-IV privilegian la enseñanza de la escritura como
un proceso fundamental en el desarrollo de las cuatro habilidades del enfoque comunicativo:
leer-escribir/escuchar-hablar. Sin embargo, me parece relevante complementar los conteni-
dos formales del programa con procesos guiados más por las experiencias, gustos y emociones
de los estudiantes, de una forma lúdica y creativa, que complemente los aprendizajes que
requiere para desarrollar su competencia lingüística, en una habilidad que, por regla general,
presenta mayores dificultades para los estudiantes.
Como señala María Alejandra Liévano (2018, 21) “la escritura creativa se asume como una
posibilidad que desmarca al estudiante de procedimientos de escritura “automatizados”, en

92
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

tanto que constituye un ejercicio que activa mecanismos de introspección, de cuestionamien-


to de la realidad, como una de reflexión sobre la alteridad y de juegos con el lenguaje que van
más allá de su uso académico”.
Se elige la modalidad de microrrelato, pues no sólo constituye una herramienta para po-
sibilitar acercamientos a la escritura creativa, sino que, como explica más adelante Liévano,
no sólo exige un uso e implementación de los mecanismos literarios, sino que “su elaboración
permite la concreción y favorece el uso de elementos de la oralidad (haciendo énfasis en el
origen del microrrelato que es de la tradición oral) facilitando la narración para los jóvenes”
(pág. 2).
Se sugieren varios tipos de actividades, a partir de la revisión y lectura de los microcuentos
que integran esta Antología:

• Abordar con los estudiantes algunos elementos teóricos básicos acerca del tema: ti-
pología textual, características del cuento, del microrrelato, la narración, elementos y
proceso de lecto-escritura, entre otros.
• Lectura y comentarios de los textos, con la finalidad de aplicar esos elementos en cuan-
to a propósito, personajes, estructura, efecto de sentido, etc.
• Tomar como modelos algunos de los microcuentos, para que los estudiantes practiquen
la escritura creativa, con los diferentes propósitos o temas que el profesor considere.
• Practicar la reescritura de los microcuentos, cambiando perspectiva, narrador, final,
entre otros.
• Practicar la descripción de algunos de los personajes o los ambientes de las historias.

93
FUENTES DE CONSULTA

– Carrol, N. (2005) Filosofía del terror o paradojas del corazón. Recupera-


do de https://www.filosoficas.unam.mx/docs/556/files/filosofia-del-te-
rror-o-paradojas-del-corazon-noel-carroll-(EXTRACTO).pdf
– Clasen, M. (2017). Por qué el terror seduce. Prensa de la Universidad
de Oxford. págs. 3–4. Citado en Películas de terror sobrenatural. Recupe-
rado de https://hmong.es/wiki/Supernatural_horror_film
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94
ANTOLOGIAS DE CUENTOS DE TERROR

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e cc
h
Editorial CCH Vallejo

ANTOLOGIA DE MICRORRELATOS DE TERROR


BREVES HISTORIAS PARA NO DORMIR

Editado por el Departamento de Comunicación Institucional del Colegio de Ciencias


y Humanidades, Plantel Vallejo, UNAM.
Se terminó de imprimir en enero de 2023 en

-El tiraje consta de 30 ejemplares con interiores en papel cuché de 130 g, y portada
en cartulina sulfatada de 12pts. Terminado laminado.
Se usó en la composición el tipo Baskerville a 10 pts.
Impreso en offset.

El cuidado de la edición estuvo a cargo del:


Lic. César Alonso García Huitrón
Distribución: Colegio de Ciencias y Humanidades, Plantel Vallejo, UNAM.

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