«La iglesia cristiana ortodoxa a lo largo de su historia siempre ha
tenido diferentes perspectivas sobre el bautismo. ¿Qué es exactamen-
te lo que simboliza? ¿Qué requisitos son necesarios para poder ser
bautizado? ¿Quién puede bautizar? ¿Cómo se relaciona el bautismo
con la circuncisión en el antiguo testamento? Estas preguntas son
algunos de los temas que se contestan desde diferentes perspectivas
en este libro. El entender correctamente los argumentos teológicos
de una postura requiere que leamos su defensa por alguien que la
cree y la representa bien. Eso es lo que podemos encontrar en estos
capítulos: excelentes teólogos y maestros interactuando unos con
otros para presentar de la manera más objetiva posible su visión de
cómo debe ser aplicado el bautismo. Esto es un tesoro para todo el
que quiera profundizar en su estudio de lo que dice la Biblia sobre
este sacramento tan importante».
      —Nathan Díaz, pastor en la Iglesia Evangélica Cuajimalpa
      (Mex), autor de «Si Dios es bueno, ¿Por qué existe el mal?.
«La Confesión de Fe de Westminster define un sacramento como
“la señal y sello sagrado del pacto de gracia, instituido inmediata-
mente por Dios, para representar a Cristo y Sus beneficios, y para
confirmar nuestro interés en Él”. Este libro presenta de una mane-
ra amable y humilde tres enfoques diferentes sobre la ordenanza de
Cristo para el bautismo. Los autores participan en una discusión
donde no solo discrepan sobre este tema complejo, sino que también
encuentran puntos en común sobre cómo el bautismo representa
la confirmación de nuestra fe cristiana. Es nuestra oración que, a
pesar de nuestras diferencias teológicas, esta guía ayude a la iglesia a
recordar las palabras de Pablo a los Efesios, cuando declara que hay
“un solo Señor, una sola fe, una sola esperanza, un solo bautismo,
un solo Dios y Padre de todos”».
      —Victor Hugo Cruz, es el pastor fundador de la Iglesia El
      Redentor en la Ciudad de México.
«Este libro puede ayudar a los cristianos a entender la práctica del
bautismo en su iglesia y la práctica de otras iglesias».
     — Roy B. Zuck, Bibliotheca Sacra.
«Si no estás seguro de cuándo es correcto el bautismo, o si ya tienes
una opinión formada pero deseas entender por qué otros cristia-
nos igualmente fieles sostienen una posición opuesta a la tuya, lee
El bautismo: Tres puntos de vista».
     —Marvin Olasky, WORLD.
«Independientemente de la postura teológica que se tenga sobre el
bautismo, los ensayos en este volumen servirán para agudizar y desa-
fiar. Este libro puede ser de gran ayuda en una variedad de contextos
y climas si las personas están dispuestas a abordar el tema de manera
abierta y a escuchar honestamente opiniones divergentes».
      —Brian Allred, Mid-America Journal of Theology.
«El bautismo: Tres puntos de vista involucra al lector usando ejem-
plos etimológicos, ejemplos contextuales de las Escrituras, ejemplos
históricos y muchas otras ilustraciones para llegar a conclusiones,
desafiar nociones preconcebidas y señalar debilidades en cada argu-
mento. El libro está dirigido a estudiantes de seminario o pastores
que buscan aclarar sus posiciones y entender mejor las posturas de
otros, pero es igualmente atractivo para el lector promedio que tal
vez nunca haya investigado completamente sus creencias persona-
les sobre el tema».
      — Rachel Lonas, Pulpit Helps.
«Si alguien busca una buena lectura sobre los temas que rodean el
bautismo de creyentes frente al bautismo infantil, con una terce-
ra opción híbrida añadida para darle un buen balance, entonces
El bautismo: Tres puntos de vista es un lugar recomendado para
empezar».
     — Rustin Umstattd, Midwestern Journal of Theology.
El Bautismo: Tres puntos de vista acerca del bautismo fue publicado original-
mente en inglés con el título: Baptism: Three Views
 Copyright ©2009 por Anna-Marie Wright, publicado por InterVarsity Press,
             430 Plaza Drive, Westmont, IL 60559, EE. UU.
                           www.ivpress.com.
                      Todos los derechos reservados
El Bautismo: Tres puntos de vista acerca del bautismo was originally published
in English under the title Baptism: Three Views.
Copyright ©2009 by Anna-Marie Wright, published by InterVarsity Press, 430
                Plaza Drive, Westmont, IL 60559, USA.
                           www.ivpress.com.
                           All rights reserved
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicación puede ser
reproducida parcial o totalmente, de ninguna manera, forma o medio, lo cual
incluye, pero no se limita, a medios electrónicos, mecánicos, por fotocopiadora,
por grabación o a cualquier tipo de sistema de almacenamiento y recuperación
—con la excepción de breves citas que aparezcan en reseñas impresas— sin el
consentimiento por escrito del editor o autor.
Todas las citas bíblicas, a menos que se indique lo contrario, son tomadas de la
Versión RVR60 (Reina Valera 1960), Copyright 1960. Sociedades Bíblicas Unidas.
Todos los derechos reservados
                                   © 2024
                                   EB-615
                          ISBN 978-1-959799-98-6
                      Editorial Bautista Independiente
                   3417 Kenilworth Blvd, Sebring, FL 33870
                             www.ebi-bmm.org
                                (863) 382-6350
Traducción: David Gomero
Impreso en Colombia
En Memoria de
David F. Wright
  (1937-2008)
                                      ÍNDICE
ABREVIATURAS .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  11
INTRODUCCIÓN
Daniel G. Reid .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  13
1.   POSTURA SOBRE EL BAUTISMO DE CREYENTES
     Bruce A. Ware .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 21
         Respuesta de los que apoyan el bautismo de infantes  .  .  .  .  . 53
         Respuesta de los que apoyan la práctica mixta del bautismo 63
         Respuesta conclusiva  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 73
2. POSTURA SOBRE EL BAUTISMO DE INFANTES
   Sinclair B. Ferguson  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 79
         Respuesta de los que apoyan el bautismo de creyentes .  .  .  .  113
         Respuesta de los que apoyan la práctica mixta de bautismo .  121
         Respuesta conclusiva  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 129
3. POSTURA SOBRE LA PRÁCTICA MIXTA DEL BAUTISMO
   Anthony N. S. Lane  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 137
         Respuesta de los que apoyan el bautismo de creyentes .  .  .  .  169
         Respuesta de los que apoyan el bautismo de infantes  .  .  .  .  . 175
         Respuesta conclusiva  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 185
Colaboradores .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  191
Bibliografía de publicaciones
de David F. Wright sobre el bautismo  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 193
Índice de pasajes .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  197
                                                                                                     9
               ABREVIATURAS
ACW       Ancient Christian Writers: The Works of the Fathers in Trans-
          lation [Escritores cristianos antiguos: Las obras de los padres
          en la traducción]. Mahwah, NJ: Paulist Press, 1946-.
AF        J. B. Lightfoot y J. R. Harmer, trad. The Apostolic Fathers [Los
          padres apostólicos]. Editado por M. W. Holmes. 2a ed. Grand
          Rapids, MI: Baker, 1989.
ANF       A. Roberts y J. Donaldson, eds. Ante-Nicene Fathers [Los
          padres ante-nicenos] 10 tomos. Buffalo, NY: Christian Litera-
          ture, 1885-1896. Reimpresión, Grand Rapids, MI: Eerdmans,
          1951-1956; Reimpresión, Peabody, MA: Hendrickson, 1994.
CCL       Corpus Christianorum. Series Latina. Turnhout, Bélgica:
          Brepols, 1953.
FC        Fathers of the Church: A New Translation [Padres de la Iglesia:
          Una nueva traducción]. Washington, DC: Catholic University
          of America Press, 1947-.
LCC       J. Baillie et al., eds. The Library of Christian Classics [La
          biblioteca de los clásicos cristianos]. 26 tomos. Filadelfia:
          Westminster Press, 1953-1966; Reimpresión, Louisville: West-
          minster John Knox Press.
NIDNTT Colin Brown, ed. New International Dictionary of New Testa-
       ment Theology [Nuevo diccionario de teología del Nuevo
       Testamento]. 4 tomos. Grand Rapid, MI: Zondervan, 1986.
NPNF1     P. Schaff et. al., eds. A Select Library of the Nicene and Post-
          Nicene Fathers of the Christian Church [Biblioteca selecta de
          los Padres nicenos y postnicenos de la Iglesia cristiana]. Serie
          1. 14 tomos. Buffalo, NY.: Christian Literature, 1887-1894.
                                                                       11
12                                                           EL BAUTISMO
        Reimpresión, Grand Rapids: Eerdmans, 1952-1956. Reimpre-
        sión, Peabody, MA: Hendrickson, 1994.
NPNF2   P. Schaff et. al., eds. A Select Library of the Nicene and Post-
        Nicene Fathers of the Christian Church [Biblioteca selecta de
        los Padres nicenos y postnicenos de la Iglesia cristiana], Serie 2.
        14 tomos. Buffalo, NY: Christian Literature, 1887-1894. Reim-
        presión, Grand Rapids: Eerdmans, 1952-1956. Reimpresión,
        Peabody, MA: Hendrickson, 1994.
PG      J.–P. Migne, ed. Patrologia Graeca. 166 tomos. París: Migne,
        1857-1886.
PL      J-P Migne, ed. Patrologia Latina 221 tomos. París: Migne,
        1844-1864.
SC      H. de Lubac, J. Daniélou et. al., eds. Sources Chrétiennes.
        París: Editions du Cerf, 1941-.
TDNT    Gerhard Kittel, Gerhard Friedrich y Geoffrey W. Bromiley,
        eds. Compendio del Diccionario teológico del Nuevo Testa-
        mento. Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2002.
                  INTRODUCCIÓN
                           Daniel G. Reid
C
           uando me disponía a escribir esta introducción, me encontré
           con una noticia sobre la dedicación de una nueva pila bautis-
           mal. Se describía y representaba a dicha pila como un objeto de
una belleza impresionante, de forma cruciforme, orientada en los cuatro
puntos cardinales, con su agua «viva» deslizándose tranquilamente sobre
la superficie oscura de la pila, reflejando el techo arqueado de la iglesia.
También era lo suficientemente grande como para efectuar el bautismo
por inmersión.
    Esta pila, situada en la catedral anglicana de Salisbury, Inglaterra, es
la primera pila permanente que se instala en esa catedral en más de un
siglo. Su capacidad para efectuar la inmersión podría sorprender a algunos
bautistas o incluso presbiterianos. Quienes conozcan de historia eclesiás-
tica recordarán que las pilas bautismales de ese tamaño tienen su historia
antigua dentro de la Iglesia. De esto dan evidencia los restos arqueológi-
cos que nos remontan al bautisterio en la casa que servía como iglesia en
la ciudad de Dura-Europas a principios del tercer siglo. La pila bautismal
de Salisbury, instalada en esta catedral centenaria, recuerda el lugar sagrado
que tiene el bautismo en la práctica cristiana, la belleza que puede inspi-
rar, la complejidad de su historia y, para algunos, la conflictiva práctica
del bautismo en la Iglesia anglicana de la postcristiandad.
    Aunque la pila bautismal de Salisbury evoca tranquilidad, ¡las aguas
bautismales no siempre logran ese efecto! Estas también han inspirado
controversias y debates, e incluso algunos capítulos lamentables de la histo-
ria de la Iglesia. Todos hemos escuchado el consejo de no sacar el tema de
la religión o la política en las cenas, pues con demasiada frecuencia estas
conversaciones no acaban bien. Para quienes están acostumbrados a hablar
                                                                           13
14                                                                                EL BAUTISMO
de religión o teología entre la compañía mixta de los fieles, quizás el conse-
jo debería ser: «¡No se habla de bautismo ni de política!». Desde luego, en
el contexto de los movimientos evangélicos no confesionales y paraecle-
siásticos, el bautismo (sus temas, su relación con la fe, su significado y su
modo de aplicación) es un tema que los experimentados han aprendido a
eludir para preservar la paz.
    El hecho de que en este libro tengamos reunidos alrededor de la mesa
a tres teólogos que representan tres puntos de vista diferentes para que nos
hablen sobre el bautismo, debería ser un atractivo en sí mismo. Que no
hayamos sentido la necesidad de retirar ningún cubierto afilado de la mesa
y que no estalle ninguna pelea sobre estas aguas divisorias, es un tributo
al profundo reconocimiento de parte de ellos de que hay «un solo bautis-
mo» del cual habló Pablo (Ef. 4:5, LBLA, NBLA, NVI, RVA), incluso si
ese bautismo se refracta a través de diferentes formas y prácticas.
    Karl Barth, quien durante su carrera teológica cambió su lealtad del
paidobautismo al bautismo de los creyentes, conoció la vida a ambos lados
de la valla. Él comentó:
     Una señal importante de que un defensor del bautismo de niños está
     seguro de que su causa tiene una base teológica sólida debería ser,
     sin duda...que es capaz de presentarla y apoyarla con calma... Pero
     no puede irritarse al debatir con sus oponentes. Si alguien se irrita,
     es señal de que siente que ha sido golpeado en un punto vulnerable
     y desprotegido de su postura, que no tiene una buena conciencia en
     relación con su causa, que consecuentemente no puede tener una
     conciencia buena y tranquila en relación con sus oponentes, y que
     por esta razón tiene que ponerse más furioso.1
    Esta fue, por supuesto, la advertencia de Barth a sus oponentes (ahora
paidobautistas) que podrían tomar los garrotes contra él. La advertencia
es válida para todos los bandos de la cuestión, y es un testimonio de la
«buena conciencia» y los buenos argumentos de cada uno de los contri-
buidores de este libro que con disposición se elogian entre ellos.
1    Karl Barth, Church Dogmatics: The Doctrine of Reconciliation 4/4 [La doctrina de la reconcilia-
     ción 4/4], ed. G. W. Bromiley y T. F. Torrance, trad. G. W. Bromiley (Edinburgh: T & T Clark,
     1969), p. 170.
Introducción                                                            15
    Por otra parte, si preferimos evitar discusiones desagradables sobre el
bautismo, se puede argumentar que no le damos la seriedad suficiente
que lleva este tema. Un teólogo asiático me contó hace poco cómo algu-
nos chinos no cristianos ven el bautismo, diciendo a sus hijos e hijas que
está bien adorar o estudiar la Biblia con esos cristianos, ¡pero que no se
bauticen! Como no creyentes, reconocen que bautizarse es cruzar un río
sin retorno. Esta percepción es sorprendentemente bíblica e instructiva.
El bautismo es una propuesta seria.
    Nada neutraliza tanto los mejores argumentos teológicos a favor del
bautismo de niños como el impulso de una congregación a centrarse en
las simpáticas travesuras de los bebés mientras son bautizados. Por otro
lado, la solemnidad a menudo se improvisa y llega por la litúrgica ilegí-
tima. Quizás el bautismo más impactante que he presenciado fue en una
iglesia bautista cuando bautizaban a un jovencito. Cuando el muchacho
salió del agua, su padre se levantó entre la congregación y declaró en voz
alta: «¡Este es mi hijo amado en quien tengo complacencia!». Evidente-
mente, estaba orgulloso de su hijo y se tomaba el acontecimiento con total
seriedad; pero a mí me sobrecogió la disonancia entre este eco de la voz
celestial en el bautismo de Jesús en el Jordán y este bautismo corriente en
un barrio de las afueras de Chicago.
    Más recientemente, escuché el testimonio de una mujer de media-
na edad que se había criado en una familia judía no religiosa, pero que
se había casado con un cristiano. Por una década asistió con su marido a
una iglesia evangélica presbiteriana antes de bautizarse. Su conversión fue
un viaje muy gradual. A lo largo de los años, cuando se le preguntaba si
había pensado en el bautismo, siempre respondía que lo sabría cuando
estuviera lista. Finalmente, lo estuvo (coincidiendo, no por casualidad,
con el bautismo previsto de su hijo). Reflexionando sobre su experiencia
de bautismo, comentó que sintió que el amor de Dios se derramaba sobre
ella en el momento en que era bautizada. Me impresionó la seriedad y la
consideración con la que tomó aquel paso. El bautismo fue para ella un
acontecimiento decisivo y demarcador. A pesar de su contexto presbite-
riano, tenía connotaciones bautistas. Cuando el rito toca las vidas de las
personas, a veces se producen sorpresas.
    Muchas de las iglesias occidentales, si no es que la mayoría, operan
ahora en sociedades cada vez más poscristianas. David Wright ha afir-
mado que nuestra situación se está pareciendo cada vez más al mundo
16                                                                                    EL BAUTISMO
preconstantiniano de la iglesia primitiva.2 Por esta razón, además de las
cuestiones perennes que explora este libro, parece llegado el momento de
reconsiderar reflexivamente el significado de este «un solo bautismo» que
profesamos como cristianos en medio de sociedades occidentales cada vez
menos cristianas. Los lectores alertas encontrarán que este tema aflora de
vez en cuando en este libro.
    Como tantas otras cuestiones teológicas, a primera vista la práctica y
el significado del bautismo parecen una cuestión sencilla, al menos para
el cristiano evangélico que cree lo que dice la Biblia. ¿Qué dicen las Escri-
turas? Bueno, las Escrituras dicen «x» cosa. Entonces bien, ya no hay más
nada que decir.
    En realidad, el punto de vista sobre el bautismo está ligado a otras
consideraciones teológicas y hermenéuticas. Como señaló David Wright
en un ensayo de 1994,3 el hecho de que haya desacuerdo entre los cristianos
sobre el bautismo plantea cuestiones inquietantes sobre la comprensibili-
dad, o claridad, de las Escrituras. A medida que sigamos los argumentos
expuestos en este libro, tomemos nota de lo que cada uno de estos defen-
sores considera una prueba convincente de su punto de vista. ¿Se trata
estrictamente de lo que enseña el Nuevo Testamento? ¿O hay un contex-
to más amplio (bíblico, teológico, histórico) que entra en juego? ¿Y qué
teología del bautismo rige la práctica que cada uno defiende?
    La postura sobre el bautismo de los creyentes, a veces llamado credo-
bautismo (credo significa «yo creo» en latín), está representada por Bruce
Ware, un teólogo bautista, el cual sostiene que solo deben ser bautiza-
dos quienes ya son creyentes en Cristo y que este bautismo debe ser por
inmersión en agua.
    La postura sobre el bautismo de infantes, a menudo llamado paido-
bautismo (paidos significa «niño» en griego), está representada por Sinc-
lair Ferguson, pastor y teólogo presbiteriano. El mismo sostiene que el
2    David F. Wright, «Recovering Baptism for a New Age of Mission [Recuperar el bautismo para
     una nueva era de misión]», en Doing Theology for the People of God: Studies in Honor of J. I. Packer
     [Haciendo teología para el pueblo de Dios: Estudios en honor de J. I. Packer], ed. Donald Lewis
     y Alister McGrath (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1996), pp. 51-66.
3    David F. Wright, «Scripture and Evangelical Diversity with Special Reference to the Baptismal
     Divide [La Escritura y la diversidad evangélica, con especial referencia a la división bautismal]»,
     en A Pathway into the Holy Scripture [Una senda hacia la Sagrada Escritura], ed. D. F. Wright y
     Philip E. Satterthwaite (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1994), pp. 257-75.
Introducción                                                              17
bautismo es la señal y el sello de la obra del nuevo pacto de Cristo, y es
análogo a la circuncisión, que era la señal del antiguo pacto de Israel.
La continuidad bíblica entre los pactos exige que los infantes de los creyen-
tes sean bautizados, además de los que vienen a Cristo a cualquier edad.
La forma de bautizarlos no constituye un problema.
    La postura de la práctica mixta es defendida por Anthony Lane, quien
en su ensayo describe algo de su historia personal de experiencia bautis-
mal, una biografía que le ha puesto a ambos lados del tema. Su propia
evaluación de las pruebas bíblicas e históricas le ha llevado finalmente a
afirmar tanto el bautismo de adultos, o de conversos, como el bautismo
de infantes o de adultos como opciones legítimas para los nacidos en un
hogar cristiano.
    Estas tres posturas no representan toda la gama de puntos de vista
cristianos sobre el bautismo. Por ejemplo, los puntos de vista luterano,
pentecostal, de las iglesias Cristianas/iglesias de Cristo, católico romano
y ortodoxo no están representados. Incluso, para los tres puntos de vista
que se encuentran aquí representados, otros defensores de estas posturas
hubieran expuesto sus argumentos algo diferente. Pero hay una buena
razón para elegir estos tres puntos de vista. Este libro presupone que la
mayoría de sus lectores provendrán de la corriente evangélica dominan-
te, y los tres puntos de vista representados son los más comunes en esta
amplia tradición. Obviamente, este libro da por sentado que la pregunta
más importante en la mente de sus lectores tiene que ver con dos alterna-
tivas significativas: ¿bautismo de creyentes o bautismo de infantes? Vale la
pena señalar también que nuestros ensayistas están de acuerdo en la premi-
sa fundamental de que las Escrituras son la autoridad final para exponer
nuestra visión del bautismo. Así que cada uno de estos colaboradores está
de acuerdo cuando se trata de apelar a la evidencia bíblica, y esto a su vez
asegura un cierto nivel de coherencia en el debate.
    Es cierto que nos enfrentamos a un riesgo al presentar los tres puntos
de vista de este libro. Los lectores podrían considerar que, al menos en lo
que a ellos respecta, el argumento llega a un punto muerto entre el bautis-
mo de infantes y el de creyentes. Con un tercer punto de vista disponible,
uno que incorpora elementos de las otras dos posturas, algunos lectores
podrían inclinarse naturalmente hacia ese punto intermedio. Pero este
punto de vista no se plantea como un compromiso teológico y práctico.
Es una postura que se mantiene firme sobre su propia base bíblica, teoló-
18                                                            EL BAUTISMO
gica e histórica. Dejaré que Bruce Ware y Sinclair Ferguson presenten sus
mejores argumentos contra esta tercera opción, y que Tony Lane respon-
da del mismo modo.
    Este es un libro que debería funcionar bien en una variedad de aulas,
particularmente en universidades y seminarios evangélicos donde muchos
de los estudiantes provienen de iglesias que proclaman y practican una
de estas tres posturas sobre el bautismo. Los estudiantes querrán cono-
cer los mejores argumentos a favor de la práctica que se ha llevado a cabo
por la tradición de sus iglesias, pero también querrán saber por qué otros
cristianos (incluyendo a menudo a sus compañeros de estudios) prac-
tican el bautismo de manera diferente. Este libro hará un buen trabajo
presentándoles argumentos sólidos para cada punto de vista. Las críticas
de cada ensayista sacarán a la luz debilidades y fortalezas que no siempre
son evidentes. Además de los estudiantes de teología, los laicos curiosos
también encontrarán en este libro una atractiva introducción a la práctica
bautismal de su propia iglesia, así como la de otras iglesias.
    Por último, tengo que comentar por qué yo, el editor de InterVarsity
Press responsable de guiar este proyecto hasta su publicación, estoy escri-
biendo esta introducción. No es algo que jamás hubiera planeado o aspi-
rado a escribir. Sobre este tema me siento como un estudiante de violín
Suzuki sustituyendo a Itzhak Perlman. Estas páginas pertenecieron a David
Wright, quien falleció antes de completarlas. David F. Wright (1937-2008)
nació en Londres y se formó en Cambridge en clásicos y teología. En 1964
comenzó como profesor en el departamento de historia eclesiástica del
New College en la Universidad de Edimburgo, y en 1973 fue ascendido a
profesor titular. En 1999 se le condecoró con la cátedra personal de Patrís-
tica y Cristianismo Reformado, reflejo de su investigación, que abarca-
ba desde los Padres hasta la Reforma, pasando por Martín Bucero, Juan
Calvino, Juan Knox y Pedro Mártir Vermigli. David F. Wright también
meditó mucho sobre el bautismo, hizo profundas investigaciones y escri-
bió ampliamente sobre el tema.
    Creo que David Wright nos habría regalado una introducción que
habría sido un pequeño clásico en sí mismo («valdría el precio del libro»,
como a algunos les gusta decir), y yo hubiera estado ansioso por leerla.
Editor experimentado y exigente, Wright terminó su trabajo sobre los
ensayos y las respuestas de este libro antes de su muerte en febrero de
2008 tras un prolongado combate contra el cáncer de próstata. Por lo
Introducción                                                            19
que podemos determinar, no había encontrado las fuerzas para abordar
la introducción.
    En los ensayos que veremos a continuación, encontraremos referencias
a la investigación y los escritos de David Wright sobre el bautismo. Como
homenaje a su trabajo y como esbozo de la introducción que podría haber
sido, me ha parecido apropiado proporcionar la bibliografía (recopilada
por Anthony Lane) de su trabajo sobre el bautismo, que puede encon-
trarse al final de este libro.
    En una de sus últimas comunicaciones conmigo (14 de enero de 2008),
escribió: «Nunca, en todos mis numerosos escritos sobre el bautismo,
me he puesto a considerar cómo abordar los desacuerdos, y el hecho del
desacuerdo en sí mismo sobre una base incondicional. Podría resultar en
una introducción útil, excepto que sé que mi mente ya no está trabajando
tan agudamente como debería». ¡Me encantaría escuchar su perspectiva
ahora sobre «cómo se abordan los desacuerdos, y el hecho del desacuerdo
en sí mismo!». Pero tal vez una forma de hacerlo sea a través de una lectu-
ra reflexiva y el análisis de este libro.
                                                1
      POSTURA SOBRE EL
    BAUTISMO DE CREYENTES
                                    Bruce A. Ware
L
         as palabras finales del Evangelio de Mateo presentan algunas de
         las instrucciones más importantes del Señor Jesús para Su pueblo
         redimido: «…Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en
el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con voso-
tros todos los días, hasta el fin del mundo» (Mt 28:18-20).1 A pesar de la
obvia importancia de este mandato por parte del Señor, los cristianos han
tenido diferentes interpretaciones, así como diferentes prácticas, en parti-
cular respecto al mandato de bautizar a otros. Uno hubiera esperado que
la Iglesia de Cristo entendiera y siguiera uniformemente lo que Él ordenó.
Sin embargo, la triste realidad es que nuestros diferentes puntos de vista
sobre el bautismo significan que es muy probable que una parte significa-
tiva de la Iglesia de Cristo no esté llevando a cabo lo que Cristo ha orde-
nado, incluso si el no hacerlo proviene de buenos motivos.
    En este capítulo se argumentará a favor de entender las palabras de
Cristo, en el sentido de que aquellos que han creído en Él deben ser sumer-
gidos en agua como obediencia a Su mandamiento.2 El imperativo de
1   A menos que se indique otra versión, todas las citas bíblicas han sido tomadas de la Biblia Reina
    Valera 1960.
2   Para un argumento sostenido de que el bautismo solo es correcto para discípulos, véase de Fred
    A. Malone, The Baptism of Disciples Alone: A Covenantal Argument for Credobaptism Versus Paedo-
                                                                                                  21
22                                                                                    EL BAUTISMO
Cristo aquí es que solo aquellos (o sea, todos aquellos) que se han conver-
tido en creyentes deben ser bautizados después de su conversión a Cristo
(también referido como credobautismo), y que su bautismo debe tener
lugar a través de su inmersión en agua. Entonces, los sujetos al bautis-
mo son los que han creído en Cristo y Su obra expiatoria. El modo de su
bautismo es por inmersión.
    Si el argumento de este capítulo es correcto, entonces simplemente
sucede que grandes porciones de la Iglesia están viviendo en desobediencia
a Cristo, a pesar del hecho de que nieguen que no es así, e incluso traten
de defender su propia práctica de bautizar infantes sobre bases bíblicas
(también referido como paidobautismo).3 Si bien estamos de acuerdo en
estar en desacuerdo como hermanos en Cristo, nuestro desacuerdo aquí
debe ser visto por todos los creyentes como algo que nos pone a pensar,
pues no podemos sino concluir que la obediencia a nuestro Señor está en
juego en cuanto a nuestra comprensión y práctica del bautismo que Él
ordenó que Sus seguidores hicieran.
    A continuación, estaré presentando un resumen argumentando posi-
tivamente respecto al bautismo de creyentes por inmersión,4 apelando
     baptism [El bautismo de los discípulos solos: Un argumento pactual para el credobautismo versus
     el paidobautismo] (Cape Coral, FL.: Founders Press, 2003).
3    Algunas de las defensas más profundas del paidobautismo son las siguientes: Pierre-Charles
     Marcel, The Biblical Doctrine of Infant Baptism: Sacrament of the Covenant of Grace [La doctrina
     bíblica del bautismo de infantes: Sacramento del pacto de gracia], trad. Philip Edgcumbe Hughes
     (London: James Clarke & Co., 1959); Geoffrey W. Bromiley, Children of Promise: The Case for
     Baptizing Infants [Hijos de la promesa: argumentos a favor del bautismo de infantes] (Grand
     Rapids: Eerdmans, 1979); John Murray, Christian Baptism [El bautismo cristiano] (Phillipsburg,
     NJ: P & R, 1980); Robert R. Booth, Children of the Promise: The Biblical Case for Infant Baptism
     [Hijos de la promesa: argumentos bíblicos a favor del bautismo de infantes] (Phillipsburg, NJ:
     P & R, 1995); Douglas Wilson, To a Thousand Generations—Infant Baptism: Covenant Mercy for
     the People of God [Por mil generaciones - El bautismo de infantes: Pacto de misericordia para el
     pueblo de Dios] (Moscow, ID: Canon Press, 1996); y Gregg Strawbridge, ed., The Case for Cove-
     nantal Infant Baptism [El argumento a favor del bautismo infantil según el pacto] (Phillipsburg,
     NJ: P & R, 2003).
4    Para un tratamiento más completo, recomiendo al lector que consulte de George R. Beasley-Mu-
     rray, Baptism in the New Testament [El bautismo en el Nuevo Testamento] (Grand Rapids: Eerd-
     mans, 1962); Paul K. Jewett, El bautismo de infantes y el pacto de gracia (Lima, Perú: Teología para
     vivir, 2021); Malone, The Baptism of Disciples Alone [El bautismo de los discípulos solos]; y espe-
     cialmente de Thomas R. Schreiner y Shawn D. Wright, eds., Believer’s Baptism: Sign of the New
     Covenant in Christ [El bautismo de creyentes: Señal del nuevo pacto en Cristo], New American
     Commentary Studies in Bible & Theology 2 (Nashville: B & H, 2007).
Postura sobre el bautismo de creyentes                                                             23
al apoyo bíblico, teológico e histórico. En el proceso, se hará referencia
a varios puntos de otras tradiciones cristianas, en particular a la tradi-
ción paidobautista reformada. Aunque señalaremos los contrastes con
esa y otras tradiciones, la carga principal de esta parte del capítulo es una
presentación de argumentos positivos a favor de la posición credobautista.
Después de este resumen, se ofrecerán dos breves elogios para los benefi-
cios prácticos del bautismo de creyentes.
APOYO BÍBLICO AL BAUTISMO DE CREYENTES
POR INMERSIÓN
Argumento lingüístico. En primer lugar, el término bautismo se refiere más
clara y naturalmente a la inmersión de una persona en agua y, como tal,
su uso mismo argumenta directamente a favor de la inmersión como el
modo de bautismo, e indirectamente a favor de la aplicación del bautis-
mo a los que ya han pasado la infancia. El significado de la raíz de la pala-
bra baptō es «hundir», «sumergir», «zambullir»5 o, más explícitamente,
«meter dentro o bajo».6 Todos los usos de baptō en el griego clásico, en la
LXX (por ejemplo, 2 R. 5:14) y en el Nuevo Testamento evidencian este
significado predominante. Cuando se trata de lavar o rociar, las palabras
más utilizadas son louō, niptō o rhainō.7 En el Nuevo Testamento en
particular, baptō se utiliza solo cuatro veces, «y solo con el significado de
“hundir”».8 Baptizō aparece principalmente en los Evangelios cuando se
habla del bautismo de Juan, en la forma de inmersión, y en el resto del
Nuevo Testamento cuando se habla del bautismo cristiano. Oepke señala
que la forma intensificada, baptizō, se utiliza en el sentido de «sumergir»
desde la época de Hipócrates en adelante en tales contextos, por ejemplo,
cuando se refiere al hundimiento de un barco en el agua o a alguien que se
ahoga en el agua.9 Es evidente que los términos bíblicos para «bautismo»
tienen el significado predominante asociado a la inmersión.10
5    G. R. Beasley-Murray, «Baptism [Bautismo]», NIDNTT 1:144.
6    Albrecht Oepke, «baptō, baptizō», TDNT 1:529.
7    G. R. Beasley-Murray, «Baptism [Bautismo]», NIDNTT 1:144.
8    Ibíd., 1:145.
9    Oepke, «baptō, baptizō», 1:530.
10   Uno no puede dejar de preguntarse cómo habría cambiado la forma en que la Iglesia abordó la
     cuestión del bautismo si los traductores de nuestras primeras Biblias hubieran traducido baptō y
     baptizō en lugar de transliterar el término. Si hubiéramos leído en nuestras Biblias inglesas que
24                                                                                   EL BAUTISMO
    Argumento contextual. El uso contextual de estos términos en el Nuevo
Testamento apoya este sencillo argumento lingüístico. Por ejemplo, tras el
bautismo de Jesús por Juan el Bautista, vemos a Jesús «subiendo del agua»
(Mt. 3:16) o saliendo «del agua» (Mr. 1:10, LBLA). Cabe destacar que un
erudito católico romano muy minucioso, John Meier, sostiene que Juan
el Bautista practicaba el bautismo por inmersión.
     Que el bautismo de Juan implicaba la inmersión del cuerpo de los
     candidatos queda implícito en la afirmación de que, tras el bautismo
     de Jesús, éste «subió del agua» (Mr. 1:10 || Mt. 3:16). Esta suposición
     se ve reforzada (1) por el hecho de que Juan el Bautista se centrara
     en el río Jordán y en Enón, junto a Salim, donde bautizaba «porque
     había allí muchas aguas» (Jn. 3:23); y (2) por lo que plantea Josefo
     en su obra Antigüedades donde afirma que Juan bautizaba no para
     limpiar las almas, sino para purificar los cuerpos.11
    Del mismo modo, en el relato en donde Felipe bautiza al eunuco etíope,
leemos que Felipe y el eunuco «descendieron ambos al agua» (Hch. 8:38), y
luego ambos «subieron del agua» (Hch. 8:39). Relatos similares se encuentran
en algunos documentos de la iglesia primitiva que se acercan más al período
neotestamentario como tal. Por ejemplo, El Pastor, escrito por Hermas
(ca. d. de C. 140-155), habla de algunos que creyeron en la predicación del
evangelio como si hubieran descendido «al agua y vuelto a ascender».12 Stan-
der y Louw comentan: «Es evidente que las frases “bajar a” y “subir de” se
usan para centrarse en los dos procesos implicados en la inmersión».13 Está
     Jesús fue «sumergido» en el Jordán por Juan el Bautista, o que Jesús ordenó a sus seguidores que
     hicieran discípulos, «sumergiéndolos» en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, no
     podemos dejar de preguntarnos cuán diferente habría sido el pensamiento del pueblo cristiano.
11   John P. Meier, A Marginal Jew: Rethinking the Historical Jesus [Un judío marginal: Nueva visión
     del Jesús histórico], tomo 2, Mentor, Message, and Miracles [Mentor, mensaje y milagros] (New
     York: Doubleday, 1994), p. 93 n. 152. Publicado en español por Editorial Verbo Divino.
12   Hermas Shepherd [El pastor], Similitude 9.16; como fue citado en Hendrick Stander y Johannes
     Louw, Baptism in the Early Church [El bautismo en la iglesia primitiva], rev. ed. (Webster, NY:
     Cary Publications, 2005), p. 20. Nota: doy las gracias al profesor Michael Haykin por darme a
     conocer este recurso histórico tan útil.
13   Stander y Louw, Baptism in the Early Church [El bautismo en la iglesia primitiva], p. 20. Publica-
     do en español por Editorial Legado Bautista Confesional. Stander y Louw, Baptism in the Early
     Church [El bautismo en la iglesia primitiva], p. 25, argumentan de manera similar para enten-
     der que la práctica prevaleciente de la iglesia primitiva era la de la inmersión a partir de varias
Postura sobre el bautismo de creyentes                                                             25
claro que la evidencia de tales relatos favorece fuertemente la noción de que
el bautismo era por inmersión.
    Toda la evidencia reunida favorece fuertemente la noción de que el
bautismo en el Nuevo Testamento era por inmersión. Aunque este argu-
mento se relaciona directamente con la cuestión del modo de bautismo,
también favorece indirectamente la idea de que las personas que se bautiza-
ron no eran infantes.14 Simplemente no vemos ni en el Nuevo Testamento
ni en la iglesia primitiva ninguna práctica clara de inmersión de infantes.15
Si se puede sostener que el modo de bautismo en el Nuevo Testamento
es la inmersión, entonces, esto apoya claramente la idea de que quienes
eran bautizados de esta manera ya habían pasado su infancia. Incluso si
en el Nuevo Testamento y en la iglesia primitiva se bautizaron «niños»,
ciertamente debemos distinguir «niños» en general de «infantes» especí-
ficamente. La noción de que los infantes eran bautizados por inmersión
simplemente no tiene apoyo. Entonces, que el bautismo fuera por inmer-
sión, encaja mejor, por así decirlo, con la idea de que las personas que se
bautizaban eran por lo menos niños pequeños y mayores, y que para nada
se trataba de infantes.
    Instrucción y práctica del bautismo en el Nuevo Testamento. Cada instruc-
ción o mandato del Nuevo Testamento con respecto al bautismo, y cada
ejemplo claro de esta práctica que vemos en él, se refiere al bautismo de
los que se han arrepentido de sus pecados (bautismo de Juan) y han veni-
do a la fe en Cristo (bautismos a partir de Pentecostés). En otras palabras,
el apoyo más fuerte de la evidencia neotestamentaria favorece la posición
del bautismo de los creyentes. Claramente el bautismo de Juan el Bautista
   otras citas de varios padres de la Iglesia y documentos, incluidos entre ellos Arístides de Atenas,
   Clemente de Alejandría (p. 31), Tertuliano (pp. 36-37), Hipólito (p. 42) y Basilio el Grande (que
   practicaba la triple inmersión, p. 82).
14 Soy consciente de que este argumento tendría menos fuerza para los miembros de las iglesias
   ortodoxas griegas, que a menudo practican la inmersión infantil. Sin embargo, la práctica de la
   inmersión de infantes en la ortodoxia griega no se practicaba ni en el Nuevo Testamento ni en
   la iglesia primitiva.
15 Stander y Louw, Baptism in the Early Church [El bautismo en la iglesia primitiva], pp. 29-33,
   comentan que algunos textos de la iglesia primitiva podrían interpretarse en el sentido de que
   indicaban la inmersión de infantes, pero puede demostrarse que estas interpretaciones son mucho
   menos probables que otras; por ejemplo, que la inmersión fuera de «niños» que no eran infantes
   per se o de aquellos que eran «niños» en la fe. Véase, por ejemplo, su discusión sobre el bautismo
   por inmersión de «niños» en Clemente de Alejandría.
26                                                                               EL BAUTISMO
era para aquellos que se habían arrepentido de pecado en anticipación de
la venida del Mesías (Mr. 1:4-8). Dicho bautismo, en el que las personas
confesaban su pecado y respondían al llamado de Juan al arrepentimien-
to (Mr. 1:4-5), sencillamente no encaja con el bautismo de infantes. Esas
personas que se iban a bautizar estaban plenamente conscientes del estado
de sus almas y, por tanto, seguían el mandato de Juan de prepararse para
la venida del Mesías (Mr. 1:8).
    De igual modo, el texto de Mateo que nos habla de la Gran Comisión
ordena a los seguidores de Cristo a «hacer discípulos» (imperativo aoristo,
mathēteusate) mediante el doble procedimiento de «bautizar» y «enseñar»
(ambos participios presentes) todo lo que Cristo les ha mandado. Asimis-
mo, esto parece indicar que los bautizados también pueden ser enseñados;
por lo tanto, son al menos niños pequeños o adultos, pero no infantes. En
cuanto a la cuestión de los sujetos que aquí se consideran como bautiza-
dos, Andreas Köstenberger comenta:
     La orden de Jesús a sus seguidores de hacer discípulos de todas las
     naciones y de bautizarlos y enseñarles presupone claramente que los
     destinatarios del bautismo y la enseñanza tienen la edad y la madurez
     suficientes para elegir conscientemente ser bautizados e instruidos en
     los principios de la fe cristiana. Incluso los defensores del bautismo de
     infantes, como Daniel Doriani, reconocen que «sin dudas, la conver-
     sión de adultos es lo que Jesús tiene en mente en Mateo 28:18-20».16
    A pesar de admitir que los adultos eran a quienes Jesús tenía en mente,
Doriani sugiere además que «combinado con la fe de un adulto converti-
do, o con la fe de los padres en el caso de un infante, el bautismo significa
e interpone una relación con Jesús».17 De hecho, Doriani dice que nada
en el texto de Mateo excluye a los infantes, y que ciertamente «Dios en
16 Andreas J. Köstenberger, «Baptism in the Gospels [El bautismo en los Evangelios]», en Believer’s
   Baptism: Sign of the New Covenant in Christ [El bautismo de los creyentes: señal del nuevo pacto
   en Cristo], ed. Thomas R. Schreiner y Shawn D. Wright, New American Commentary Studies in
   Bible & Theology 2 (Nashville: B & H, 2007), p. 24. La referencia de Köstenberger es de Daniel
   M. Doriani, «Matthew 28:18-20 and the Institution of Baptism [Mateo 28:18-20 y la institución
   del bautismo]», en The Case for Covenantal Infant Baptism [El argumento a favor del bautismo
   de infantes según el pacto], ed. Gregg Strawbridge (Phillipsburg, NJ: P & R, 2003), p. 41
17 Doriani, «Mateo 28:18-20», p. 42.
Postura sobre el bautismo de creyentes                                                       27
Su gracia puede regenerar a un niño desde la edad más temprana, incluso
en conjunción con el bautismo mismo». Él continúa diciendo: «los padres
sabios les hablarán a sus hijos sobre su bautismo [como infante]».18
    Köstenberger toma nota de estas afirmaciones y aporta algunas respues-
tas acertadas. En primer lugar, la afirmación de Doriani de que el bautis-
mo interpone una relación con Jesús combinado con la fe de los padres,
simplemente no tiene base en el texto. Más bien se trata de conversos que
han respondido de manera personal, que se les bautiza y se les enseña. En
segundo lugar, la sugerencia de que Dios puede regenerar «a un niño desde
la más temprana edad» es muy problemática, ya que parece implicar que
hay regeneración por medio del bautismo. En tercer lugar, la sugerencia
de que el bautismo es un medio para enseñar a los niños no es lo que dice
Jesús. Más bien a los que son bautizados entonces se les enseña todo lo que
Jesús ordenó. Jesús no está sugiriendo de que después se les enseñe acer-
ca de su bautismo como infantes. Por último, a la afirmación de Doriani
de que nada en este texto excluye a los infantes, Köstenberger responde
que nada en Mateo sugiere que los niños deban ser bautizados. Si bien los
niños pueden ser capaces de llegar a la fe y recibir las enseñanzas de los
mandamientos de Cristo, esto no es cierto para los infantes; por lo tanto,
las palabras de Jesús aquí no se aplican a los infantes.19
    Más allá de lo que aprendemos del bautismo de Juan y de la Gran
Comisión de Jesús, encontramos que el resto del Nuevo Testamento
vincula de tal manera el bautismo en agua con la novedad de vida y la
recepción del Espíritu, que la interpretación más convincente de las perso-
nas que se bautizaban las identifica como creyentes. El libro de los Hechos
por sí solo presenta varios casos claros de bautismo de creyentes, y a menu-
do vincula sus bautismos en agua a su nueva vida en Cristo y la recepción
del Espíritu Santo. La siguiente lista incluye estos textos del libro de los
Hechos, indicando (mediante el uso de cursivas) la relación en cada texto
entre la creencia previa y el bautismo posterior:
     Hechos 2:38-39: Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de
     vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y reci-
     biréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa,
18 Doriani, «Mateo 28:18-20», p. 42.
19 Andreas J. Köstenberger, «Baptism in the Gospels [El bautismo en los Evangelios]», pp. 24-26.
28                                                                   EL BAUTISMO
     y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el
     Señor nuestro Dios llamare.
     Hechos 2:41: Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados;
     y se añadieron aquel día como tres mil personas.
     Hechos 8:12-13: Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evan-
     gelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban
     hombres y mujeres. También creyó Simón mismo, y habiéndose bauti-
     zado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes mila-
     gros que se hacían, estaba atónito.
     Hechos 8:35-38: Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando
     desde esta escritura, le anunció el evangelio de Jesús. Y yendo por el
     camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco: Aquí hay agua; ¿qué
     impide que yo sea bautizado? …Y mandó parar el carro; y descendie-
     ron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó.
     Hechos 9:18: Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y reci-
     bió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.
     Hechos 10:47-48: Entonces respondió Pedro: ¿Puede acaso alguno impe-
     dir el agua, para que no sean bautizados estos que han recibido el Espíri-
     tu Santo también como nosotros? Y mandó bautizarles en el nombre
     del Señor Jesús. Entonces le rogaron que se quedase por algunos días.
     Hechos 16:14-15: Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de
     púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo;
     y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que
     Pablo decía. Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo:
     Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad.
     Y nos obligó a quedarnos.
     Hechos 16:32-34: Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos los
     que estaban en su casa. Y él, tomándolos en aquella misma hora de
     la noche, les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con todos los
     suyos. Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con toda
     su casa de haber creído a Dios.
     Hechos 18:8: Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor
     con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran
     bautizados.
Postura sobre el bautismo de creyentes                                                           29
     Hechos 19:3-5: Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos
     dijeron: En el bautismo de Juan. Dijo Pablo: Juan bautizó con bautis-
     mo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que
     vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto,
     fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.
     Hechos 22:16: Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautí-
     zate, y lava tus pecados, invocando su nombre.
    Aunque algunos querrán apelar a los bautismos «familiares» entre estos
pasajes de los Hechos como evidencia del bautismo de infantes, argumen-
taré más adelante que estos textos no proporcionan ninguna evidencia
convincente para tal punto de vista. Más bien lo que estos textos testifican
una y otra vez es que el bautismo sigue a la recepción del evangelio y la fe
en Cristo. Entonces, los ejemplos del bautismo de creyentes son explíci-
tos y abundantes, estableciendo el patrón del Nuevo Testamento de que
la fe salvadora precede y fundamenta el bautismo cristiano.
    Tengamos en cuenta también las referencias de Pablo al bautismo tanto
en Romanos 6:3-4 como en Colosenses 2:12. En ambos casos, la apelación
al bautismo pretende significar precisamente la muerte de estos creyentes
a su vieja vida y su regeneración y conversión a una vida nueva. La señal
del bautismo es una señal de vida nueva, el simbolismo mismo del bautis-
mo por inmersión de un creyente. Su sumersión en el agua significa su
muerte en Cristo, y su salida del agua significa su vida nueva en Cristo.
Solo el bautismo por inmersión proporciona el simbolismo de la muerte
a lo viejo y la resurrección a una vida nueva en Cristo.20
    Sostener que los infantes bautizados son regenerados y llegan a ser
receptores del Espíritu y de la nueva vida en Cristo, hace que esta forma
de bautismo fracase en su función como señal de una realidad espiri-
tual objetivamente verdadera. De hecho, Pablo descarta el bautismo de
infantes en Colosenses 2:12, al decir que esta nueva vida se hace reali-
dad «mediante la fe». No es posible que los infantes tengan fe. La fe se
20 Thomas R. Schreiner, «Baptism in the Epistles: An Initiation Rite for Believers [El bautismo en
   las Epístolas: Un rito de iniciación para los creyentes]», en Believer’s Baptism: Sign of the New
   Covenant in Christ [El bautismo de los creyentes: La señal del nuevo pacto en Cristo], ed. Thomas
   R. Schreiner y Shawn D. Wright, New American Commentary Studies in Bible & Theology 2
   (Nashville: B & H, 2007), pp. 74-79.
              COLABORADORES
Sinclair B. Ferguson es maestro de la Confraternidad de Enseñanza de
Ministerios Ligonier y profesor canciller de Teología Sistemática en el
Reformed Theological Seminary. Anteriormente, se desempeñó como
ministro principal de la First Presbyterian Church en Columbia, Caroli-
na del Sur, y ha escrito más de dos docenas de libros, incluyendo El Cristo
completo, El Espíritu Santo y Solo por gracia.
Anthony N. S. Lane es profesor de teología histórica en la London School
of Theology, Northwood, Inglaterra. Es autor de varios libros, entre ellos
John Calvin: Student of the Church Fathers [Juan Calvino: Estudioso de los
padres de la Iglesia] y Justification by Faith in Catholic-Protestant Dialogue:
An Evangelical Assessment [La justificación por la fe en el diálogo católi-
co-protestante: Una evaluación evangélica].
Daniel G. Reid es un editor experimentado de libros de referencia y acadé-
micos en IVP Academic.
Bruce A. Ware es profesor de teología cristiana en The Southern Baptist
Theological Seminary, Louisville, Kentucky. Es autor de varios libros, entre
ellos God’s Greater Glory: The Exalted God of Scripture and the Christian
Faith [La gloria suprema de Dios: El Dios exaltado de las Escrituras y la
fe cristiana], Father, Son, and Holy Spirit: Relationships, Roles, and Rele-
vance [Padre, Hijo y Espíritu Santo: Relaciones, funciones y relevancia] y
Grandes verdades para corazones jóvenes.
David F. Wright (1937-2008) fue profesor de patrística y Cristianismo de
la Reforma en el New College de la Universidad de Edimburgo, Escocia.
Entre sus numerosos estudios publicados sobre temas históricos y teoló-
gicos se encuentran varios sobre el bautismo, entre ellos: What Has Infant
Baptism Done to Baptism? An Enquiry at the End of Christendom [¿Cómo
ha afectado el bautismo de infantes al bautismo? Una investigación en los
últimos tiempos de la cristiandad].
                                                                           191