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Libros La Sangre de La Tierra - Principal 2

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RICARDO NOCETI

La sangre de la tierra
Para una nueva visin de Ceferino NAMUNCUR
Tercera Edicin corregida y aumentada Agosto 2007
Coedicin de: Ediciones Didascalia y Revista Ceferino Misionero Vieytes 150 (8000) Baha Blanca Buenos Aires Argentina

Presentacin Despus de las conocidas biografas de Ceferino Namuncur escritas hace tiempo y en la actualidad agotada- por Luis J. Pedemonte (Victima de amor y otras, de 1930 en adelante), Manuel Glvez (el santito de la toldera, 1947), Luis Castao(Ceferino Namuncur, el Lirio de las Pampas. 1968) y Ral A. Entraigas (El Mancebo de la Tierra (Ceferino Namuncur), 1974), y de varios otros trabajos posteriores que analizaron diversas facetas de El Lirio de las Pampas, aparece ahora este relevante trabajo de Ricardo Noceti, sacerdote salesiano de la Patagonia. Si bien contiene los datos biogrficos esenciales, no es este trabajo propiamente una biografa, sino un profundo estudio que constituye una nueva visin como lo aclara el subttulo- de la espiritualidad de Ceferino y de la cultura y religiosidad de los Mapuches. Para comprender y valorar como corresponde esta obra es indispensable leer con mucha atencin la Introduccin. All el Autor se explaya en los criterios que tuvo en cuenta al redactar este libro y en los objetivos y metodologa de su personal discurso, siempre digno, claro y sobrio. Cada captulo comienza con una pgina, tipogrficamente distinta, en la que se enfoca el argumento a la luz de la Historia la salvacin. Los textos en recuadro son citas bien seleccionadas que iluminan y favorecen la comprensin de cada captulo. Las ilustraciones (en su mayor parte fotografas) tienen, casi todas, un singular valor histrico y provienen de buenos archivos. Adems de las ilustraciones de cada captulo hay otras 12 pginas con ms ilustraciones a todo color. Al respecto agradecemos su valiosa colaboracin al P. Jos Vicente Martnez, responsable del Archivo Histrico de las Misiones Salesianas de la Patagonia de Baha Blanca; al P. Emiliano Aparicio, responsable del Archivo Ceferiniano de la Procura de la Inspectora de Baha Blanca en Buenos Aires; al hermano Marino Francioni, responsable del Archivo de la Inspectora Salesiana de Buenos Aires; a la seora Blanca Civalero Harrison, presidenta de las Obras Benficas Ceferino Namuncur, de Rosario; y a la Sra. Lourdes de Michelino, presidenta dela Pea Ceferiniana de Rosario. Es un honor para ediciones DIDASCALIA la publicacin de esta obra. Seguramente sern muchos los que se beneficiarn con su lectura. Nstor Alfredo Noriega Rosario de Santa Fe, abril de 2000

Nota de los editores: Esta nueva edicin ha sido ampliamente corregida y aumentada. Son completamente nuevos los anexos y varios pargrafos del perfil espiritual de Ceferino.

A manera de prlogo En estas pocas lneas quisiera pedir perdn, agradecer y dedicar. Pedir perdn, especialmente a los hermanos mapuches porque muchas veces, como Iglesia, no hemos sabido entenderlos, entrar en su mundo, valorar su cultura. Perdn por la sangre derramada y por no habernos unido siempre a la justa reivindicacin de sus derechos. Dar gracias al Padre de las misericordias por la tarea abnegada, sacrificada y generosa de tantos misioneros y misioneras que se jugaron por el reino de Jess en las tierras patagnicas. Agradecer tambin a quienes sobre todo mapuches y hermanos salesianosleyeron o escucharon leer estas pginas y nos brindaron sus aportes y sugerencias. Finalmente, dedicar: Muchas veces, a lo largo de esta obra, hemos pensado en los sufrientes olvidados o condenados de la tierra. Son demasiados y todava pasan desapercibidos. A ellos, va dedicado este libro. Hemos trabajado no slo con la cabeza, sino con el corazn. La figura de Ceferino Namuncur nos ha cautivado desde siempre. Por eso creemos que el esfuerzo vali la pena. El Autor

Introduccin Lo primero que cabra preguntarnos y respondernos- al acometer esta tarea es: Por qu una nueva biografa de Ceferino Namuncur? Se han escrito ya muchas (ms de treinta, si no estamos errados) con diversos enfoques y para todos los gustos. Es cierto tambin que la gran mayora de ellas estn agotadas y que el tiempo, voraz alimaa que devora y desgasta todo cuanto existe bajo el sol, hace que muchas de ellas aparezcan envejecidas o superadas para la sensibilidad del hombre de nuestro tiempo. La biografa ms importante producida en los ltimos aos del notable historiador salesiano Ral Entraigas- data ya de 1974. Es una obra que demand un minucioso trabajo de investigacin y cuyo mayor mrito reside en el acopio documental y la seriedad con la que se han compulsado las diversas fuentes, para llegar a resultados (en la medida que esto es posible a la actividad humana) casi definitivos. Sin embargo, hoy sabemos que no es suficiente la reconstruccin de los hechos para entender a fondo la vida de una persona o de una poca. Y en el caso de nuestro protagonista hay muchos otros factores (el antropolgico, el sociolgico, el teolgico, el espiritual), que no fueron tenidos en cuenta por el gran historiador rionegrino y que hoy se hace necesario otro enfoque. Ya el P. Luis Klobertanz en su interesante y polmico folleto de 1986- daba algunas pistas al respecto. Entendemos que este cambio de poca que estamos viviendo, nos convoca audazmente a volver a las fuentes y repasar con una mirada nueva los misterios dela fe y el mensaje de los testigos de la fe. Se hace indispensable releer o reinterpretar cuanto ellos hicieron, dijeron y vivieron, para que hoy podamos sentir que efectivamente estn vivos, que todava tienen algo valedero para decirnos. Adems, nuevas generaciones de cristianos que simpatizan o admiran la figura de Ceferino Namuncur, siguen llegando al mundo. Ellos nos solicitan algo ms, ellos quieren saber cul es el misterio oculto en el corazn de este joven mapuche, cul es la razn de su entrega heroica y sencilla al evangelio. Por todo esto nos hemos decididos a encarar esta aventura. Por si fuera poco, cuado se nos confi la responsabilidad pastoral de la Parroquia de Chimpay y nos sentimos asediados por la curiosidad y la demanda espiritual de los peregrinos, nos dimos cuenta que vala la pena ahondar en todo lo que pudiera ser el mensaje y la figura de Ceferino Namuncur. Cules son los criterios que nos han guiado en la redaccin de esta obra? a) Ante todo, la profunda valoracin de lo indgena. En los tiempos se ha producido un notable acercamiento y redescubrimiento de los pueblos originarios, que nos ha hecho admirar los valores de los cuales ellos son portadores. Los estudios antropolgicos (entre los que no puedo dejar de mencionar la produccin estupenda de la Editorial Abya Yala, de Ecuador) y las orientaciones del Episcopado Latinoamericano, nos invitan no slo a respetar, sino a promover y difundir muchos valores de las culturas aborgenes. En estos tiempos de anulacin o destruccin de las diferencias, ellos nos muestran el camino para mantenerse fieles a la propia identidad, a no dejarse avasallar por la topadora de la globalizacin y a resistir la penetracin de los modelos forneos. El Documento de Puebla denunciaba ya que a causa de influencias externas dominantes o de la imitacin alienante de formas de vida y valores importados, las culturas tradicionales de nuestros pases se han visto deformadas y agredidas minndose as nuestra identidad y nuestros valores propios (pg. 53)

Adems, los mismos indgenas, en nuestro caso los mapuches, expresan hoy de diversas maneras la necesidad de ser reconocidos y de construir una sociedad multitnica y pluricultural, donde todas las minoras puedan tener efectivamente su lugar en la sociedad, segn la consigna de Juan Pablo II: Si quieres la paz, respeta las minoras: Ceferino Namuncur fue un mapuche cristiano y nunca podramos entrar en el misterio de su persona, si no conociramos y valorramos debidamente la cultura mapuche. b) La insercin en la Historia de la Salvacin. Como cristianos, sabemos que el plan de Dios sigue adelante y que, solamente desde la perspectiva de la fe, podemos entender lo que aconteci y sigue aconteciendo en el mundo. Tambin nosotros hoy somos no slo destinatarios sino protagonistas de esta historia. Hemos tratado de leer las principales etapas de la vida de Ceferino en la clave de las principales etapas de la Historia de la Salvacin, porque hemos pensado que este paralelismo poda ser vlido y enriquecedor. c) Necesidad de un marco. Aunque es justo destacar que en la mayor parte de las biografas ya escritas, existi esta preocupacin de manera explcita, tambin este aspecto necesita hoy ser actualizado. Hay necesidad de un marco teolgico adecuado, desde el cual entender las vivencias de la fe que se dan en la vida de las personas. Hay un marco que dan las ciencias humanas y la filosofa, aplicadas al diagnstico de una poca y de una sociedad. Hay tambin un marco espiritual en el que se sita la asimilacin y la integracin de los valores evanglicos. d) Respuesta a la sensibilidad contempornea. Esto es lo ms difcil y sin duda estaremos en dficit. En efecto, en este sentido tenemos que hacer frente a dos tendencias muy fuertes, en cierta forma contrapuestas. Por un lado, porque la actual sensibilidad post-moderna, hija de la cultura cosmopolita y meditica (light) en que nos movemos, no parece particularmente proclive a entender una propuesta de fuerte y de concentrado vigor religioso. Por otro lado, como tendremos ocasin de verlo, la figura de Ceferino, signada por su tenaz fidelidad a lo cotidiano, carece tambin del impacto de los extraordinario y lo sensacional, al que tienden a acostumbrarnos la propuesta meditica y las iglesias electrnicas. e) La superacin de lo anecdtico. Sin lugar a dudas la gente, el pueblo fiel, desea hincar el diente en la carne jugosa de los hechos, de las cosas que pasaron, de la ancdota que hace el caso. Pero entendemos que todo est dicho en el caso de Ceferino Namuncur en sus mltiples biografas. Entendmonos: no hemos querido ni podido renunciar totalmente al anecdotario, puesto que ste tambin hace a la trama de una historia. Pero hemos tratado de seleccionar y sintetizar lo que nos pareca ms significativo. Y sobre todo, hemos tratado de ver los hechos como indicadores de actitudes o situaciones ms decantadas y permanentes. f) Transparencia y honestidad. En efecto, hemos tratado de plantear esta vida, tratando de superar prejuicios y eludiendo los encasillamientos fciles y los planteos acomodaticios. Porque Ceferino, digmoslo con claridad desde el principio, es un personaje incmodo. Incmodo para los huincas, por todo lo que hicieron con su gente mapuche y por su incomprensin y dureza de corazn que an hoy siguen demostrando. Incmodo para los mismos mapuches, algunos de los cuales no le pueden perdonar su apertura a la

cultura huinca, ni dejar de reconocer su estatura moral y su vocacin de servicio hacia su gente. Incmodo tambin para la Iglesia a quien le cost reconocer los valores indgenas y a quien le sigue costando hoy inculturarse con su pueblo. Incmodo para los funcionarios y gobiernos que, muchas veces, persiguieron al indgena o no supieron (y no saben) reconocer sus derechos y escuchar sus legtimos reclamos. g) El reto de la Iglesia latinoamericana en su opcin por los pobres. En efecto, el Documento de Puebla nos instaba a reconocer los rasgos sufrientes de Cristo en los rostros indgenas... que viviendo marginados y en situaciones inhumanas pueden ser considerados los ms pobres entre los pobres (pg. 34). Slo que en este caso hemos querido aprender de los pobres. Ceferino Namuncur es precisamente uno de ellos y ha encarnado, como tendremos ocasin de verlo, valores irrenunciables para todo el pueblo cristiano. En este sentido, puede convertirse en un canal para que muchos puedan llegar a Jess de Nazaret, el pobre de los pobres. h) El rescate de lo retrico y convencional. Con frecuencia la gente de la Iglesia, es decir, nosotros, corremos el peligro de acuar expresiones y frmulas retricas, grandes palabras que se han vaciado de contenido para describir las virtudes o logros de nuestros biografiados. Pareciera que, de esta manera, los colocamos ya en un nicho especial, en un pedestal de oro, al cual no tienen acceso el comn de los mortales. Peor todava cuando estas expresiones alcanzan una cierta cristalizacin y quedan fuera del contexto en que nacieron. Adems, estas formulaciones reflejan un cierto modo de pensar que puede responder ms a la mentalidad de una poca que a la verdad del Evangelio. Es tan fuerte esta tendencia que no estamos seguros de haber alcanzado siempre nuestro objetivo, aunque sa ha sido nuestra intencin. i) Por ltimo, hemos querido escuchar antes de escribir. No hemos querido hablar solos. En primer lugar, escuchar a quienes conocieron a Ceferino. Afortunadamente, el autor conoci a los padres Telmo Ortiz y Miguel de Salvo, quienes fueron compaeros de Ceferino, y al Padre Pedro Pasino, que conoci a su madre y dialog con ella, como as tambin a varios de sus parientes ms directos. Hemos escuchado tambin, a travs de sus obras, a quienes ya escribieron sobre el joven mapuche. Hemos escuchado a la Iglesia que, sobre todo en la figura de los obispos patagnicos, que peridicamente peregrinan junto a su pueblo a Chimpay, nos instan a recoger el legado espiritual y militante del joven mapuche. Pero, sobre todo, hemos querido escuchar a sus hermanos de raza, a los mapuches de hoy, para dejarnos ensear por ellos. Precisamente, a estos est dedicado el ltimo captulo que, creemos, puede constituir uno de los aportes ms importantes y originales de esta obra. En efecto, la autntica vida de Ceferino vivo hoy la siguen escribiendo ellos, con su fe firme como la piedra, con su sufrimiento callado, con el empeo por la reivindicacin de sus derechos, por su compromiso por mantener viva su cultura, con su amor por la patria grande latinoamericana y la patria chica de sus ancestros. Hemos escuchado tambin a tantos peregrinos que testimonian que an hoy Ceferino sigue actuando e intercediendo por su pueblo. Si bien, aparentemente, no tienen cabida en este libro, estn muy presentes porque ellos nos muestran tambin que Ceferino vive en el alma de su gente.

stos han sido nuestro propsito y nuestras intenciones. Habremos conseguido siempre nuestros objetivos? Sin duda que no. Por eso, queremos disculparnos desde el principio. En el fondo, la nica pretensin vlida para el cristiano (y aun sta, qu difcil de alcanzar) es la de ser fieles al Evangelio de Jess. Ceferino Namuncur lo vivi son concesiones. Que su testimonio pueda servir para cuantos, es estos aos oscuros, estn buscando la luz.

Captulo 1 La tierra y la gente de Ceferino Namuncur

Y vio Dios que era bueno (Gn. 1, 12) Esta es la palabra que resuena constantemente cuando Dios va creando el Universo. Todo lo que brota de sus manos es bueno. Dios ha creado las cosas bien, l tiene un maravilloso plan de salvacin para que el hombre pueda ser plenamente feliz, pueda llegar a la plena realizacin de sus aspiraciones y todava ms, a un plus de felicidad que el hombre ni siquiera sospecha y que viene de la prodigiosa bondad del Padre. La creacin es buena, la tierra es buena, el ser humano es bueno. En la aurora de la historia humana, al comienzo, todo era bueno. Esto invita a valorar el plan de Dios sobre la vida de cada uno de los hombres y en la gran historia de la humanidad. Y esto nos invita tambin a valorar la madre tierra, que es el planeta que habitamos, el suelo que pisamos, la fuente de la que dependemos para vivir, la casa de todos los hombres. Y a preguntarnos: qu hemos hecho de ella? De su suelo, de su agua, de su aire, de sus plantas y animales, de su cielo? Las etnias indgenas, incluso las que hoy siguen poblando Amrica, cuestionan profundamente nuestra civilizacin (?) del consumo y de la contaminacin y nos conminan a defender, respetar y amar la tierra, sin la cual es imposible la vida. Adems, esta historia que comienza con la Palabra de Dios que va creando las cosas y finalmente el ser humano, es un fuerte llamado al optimismo y a la esperanza. Ninguna iniciativa es posible, ninguna lucha tiene la menor posibilidad de xito, ningn esfuerzo o sacrificio tiene sentido, si no partimos de la certeza de que hay en el universo y en la humanidad un fondo, un fundamento de bondad y de valor. Y este fundamento, en ltima instancia, es Dios, reconocido tambin por los mapuches como el supremo hacedor y fundamento de todo lo que existe. Los mapuches (gente de la tierra) representan hoy para nosotros este desafo y esta consigna: Dios quiso la tierra, Dios quiso al hombre. Vale la pena luchar por ellos. ** La tierra de Ceferino Namuncur es la Patagonia, vasta planicie surcada por anchos y caudalosos ros, que descienden de las altas cordilleras para desembocar en el Atlntico. Tierra demasiado ancha y extensa para ser considerada como un todo indiferenciado. Tierra de frtiles hondonadas (como las del Ro Negro) y desoladas y agrestes estepas, ricas en petrleo y minerales. Tierra de altas cumbres nevadas, majestuosos bosques de conferas, lagos cristalinos que miran al cielo, arrebatadoras cascadas y arroyos saltarines. Tierra de costas martimas de asombroso dibujo y variada conformacin, donde se suceden altos acantilados y playas incomparables. Tierra de contradicciones, maldita para algunos que en ella han perdido propiedades, familiares o jirones de la propia vida; venturosa para otros, ya que en ellas han podido labrar un porvenir que les pareca vedado. Y vio Dios que era bueno (Gn. 1,12). Ciertamente lo es la tierra patagnica, cada vez ms cultivada en los valles ribereos y cada vez ms erosionada por el viento en las regiones de la meseta. Tierra de tehuelches y mapuches; aventureros y piratas (como Coork y el autoproclamado rey francs Orelie Antoine de Tounens); de pioneros e investigadores (como Darwin y Ameghino); de bandoleros y militares (como Bairoletto y Villegas, ante

quien se rendira Don Manuel Namuncur en 1884), de misioneros y colonos (como Milanesio y colonizadores de diversos pases que poblaron la regin). Esta tierra, cubierta por el mar durante varios siglos, poblada de gigantescos y milenarios bosques, de los que an perduran restos fosilizados, y recorrida por temibles o inofensivos dinosaurios, cuyos restos an hoy nos estremecen. Esta tierra avistada ya por los espaoles en su titnico viaje de 1520, cuando fue abandonado a su suerte parte de la tripulacin por Magallanes para castigar su rebelda e insubordinacin. Esta tierra alternativamente abandonada y temida por el blanco, circunstancialmente ambicionada u olvidada. Esta tierra a la que paulatinamente y en sucesivas oleadas fueron llegando colonizadores de otros pases (italianos, espaoles, galeses, sirios, alemanes, ingleses), como as tambin argentinos (y en las ltimas dcadas, sudamericanos), en busca de nuevos horizontes. Esta tierra donde la evangelizacin tardara en llegar (mucho ms lentamente que en el norte), pero en la que el Evangelio de Jess dara frutos esplndidos de santidad como la Beata Laura Vicua, Don Artmides Zatti y el mismo Ceferino Namuncur. Esta tierra donde la prepotencia conquistadora del blanco conden al indgena a la muerte o al desamparo. Esta tierra que prometa la ciudad de los Csares y muchas veces entregaba slo el hambre y la miseria. Esta tierra rica en promesas y expectativas y, a veces, avara en soluciones o resultados a corto plazo. Esta tierra de interminables y fascinantes leyendas, regada de mitos y misterios, habitada muchas veces con recelo por el hombre, como si temiera una traicin o una emboscada. Esta tierra de manos pintadas en sus entraas, que testimonian la vocacin del hombre por embellecerla y amarla. Esta tierra del fro y del viento, en la que muchos han dejado el pellejo o han terminado al borde de la locura.

La araucanizacin Es claro que grupos de los llamados auca -no araucanos, sino grupo cordilleranos araucanizados- venan realizando expediciones esclavistas y participan del comercio de ganado, pero sin radicarse de este lado de la cordillera. La presencia efectiva de la cultura araucana debi comenzar por el aspecto material, por elementos trados ms por la moda que por la necesidad: tejidos, platera, alfarera. Inicialmente, esos objetos se obtendran por canje; luego se imitara su fabricacin. La intensidad del contacto llevara a la progresiva adopcin de la lengua. Es importante sealar que la lengua mapuche es la que se usaba en los contactos con las autoridades espaolas y con los misioneros, en los parlamentos y en el comercio. Esto debi darle prestigio y practicidad, hasta que entre mediados del siglo XVII y fines del XVIII se transform en la lengua comn de un rea que abarca del Pacfico al Atlntico y desde Buenos Aires y Santiago de Chile hasta el Ro Negro y la Isla de Chiloe. Posteriormente, y a travs de la lengua comn, se fueron extendiendo en uno y otro sentido elementos culturales ms profundos, como relatos tradicionales, creencias religiosas y nombres propios. Recin a principios del siglo XIX podemos constatar la radicacin de grupos originarios de la Araucana en el Neuqun y en la pampa central. En este ltimo caso procedan de Boroa, cerca de Temuco, aunque su cacique, Juan Calfucur, era pehuenche. Esto no signific el traslado de todos los rasgos materiales de la cultura araucana a la pampa, sino, por el contrario, la adaptacin de los recin llegados a la vida en la llanura: el toldo como vivienda, en muchos casos el quillango como vestido, la boleadora como arma, etctera. Ya en el siglo XVII, los misioneros jesutas provenientes de Chile recogen datos sobre la araucanizacin: Rosales (1653) conoce caciques pehuenches con nombre mapuche y que hablan ambas lenguas, y Mascardi (1670) anota nombres mapuches de animales y plantas en la zona del Nahuel Huapi. El movimiento hacia el Este, transformado ahora s en presencia fsica, caracterizar los siglos XVIII y XIX, con mayor intensidad desde la destruccin de las misiones en el Neuqun (1717) y en la Araucana (1723). Los datos de viajeros, misioneros y hombres de la administracin colonial van constatando la aparicin de contingentes auca entre los que tratan o luchan con el espaol en la frontera de Cuyo (desde 1707) y de Buenos Aires (desde 1710). Para mediados de siglo son los misioneros y hacendados de la campaa bonaerense los que escuchan la lengua de Chile y ven ropa y adornos mapuches en lugar de los anteriores. El mapa del jesuita ingls Falkner, predecesor de las exploraciones espaolas del norte de la Patagonia, nos muestra al Hueyque Leuvu (ro de los Sauces), al Huaranca Leuvu (ro Barranca), al Cum Leuvu (ro Colorado), al Curru Leuvu (ro Negro), etctera, todos nombres en mapuche, y el mapa de Cano y Olmedilla, glosado en 1775, sita al sur de la provincia de Cuyo a los pichunches y pehuenches mezclados con huilliches y moluches, todos descendientes de los auca, y seala ya el camino de pehuenches y picunches que corre al norte del Colorado. La lengua tehuelche va desapareciendo, subsistiendo a principios del siglo XIX en la meseta rionegrina y chubutense y de all hacia el sur -fundamentalmente desde la batalla de Languieo-, al noroeste del Chubut. Las migraciones se caracterizan por una creciente competencia por la tierra y sus recursos y por el poder; lucha no exenta de choques violentos y bien explotada por los blancos. Entre los que perdieron su lengua originaria estuvieron los pehuenches cordilleranos, quizs entre fines del siglo XVII y principios del XVIII. Los pehuenches mantuvieron el control territorial -fundamentalmente el de los pasos cordilleranos- y su identidad frente a araucanos y tehuelches, lo que los llev a convertirse en intermediarios comerciales y a menudo en importantes aliados de los espaoles de Chile y Cuyo. (El Gran libro de la Patagonia)

Tierra deshabitada y aletargada en soledades que, simultneamente provoca miedo y atraccin, repulsin y deseo. Tierra de cielos transparentes y noches estrelladas y de hondas cavernas que descienden al centro de la tierra. Tierra de historia reciente y de antiguas oquedades milenarias, donde an hoy se puede encontrar parajes desolados y lugares vrgenes. Esta tierra del denuedo y del coraje, del lejano sur y oeste, donde las caravanas fueron llegando con la nica certeza de ir hacia lo desconocido. Esta tierra donde las mujeres engendraron y parieron por muchos aos con pavor y temblor, no sabiendo qu sera de sus hijos en el incierto maana. Esta tierra de la sabidura indgena, tallada en la roca y en la piedra, inclinada bajo la mano poderosa de los vendavales y erguida ante las imponentes cordilleras. Esta tierra que va descendiendo lenta y escalonadamente hacia el ocano, hasta sumergirse en l, entregndose mansamente al mpetu azul de sus aguas. Esta tierra, entraablemente misteriosa y brava, ofrecida al vigor y a la inteligencia del hombre. Para que ste la trabajara y le siguiera arrancando sus secretos o descubriendo y admirando su inagotable hermosura. Esta tierra compartida con nuestros hermanos chilenos y con ellos durante demasiado tiempo disputada y litigada, hasta el reciente amanecer de la concordia. Esta tierra deshecha en islas y archipilagos hacia el sur, donde la vida es ardua, pero se atreve a trepar sobre la piedra, a horadar el tmpano, a hundirse en la greda inhspita, para defenderse y arraigarse hasta volver a crecer. Esta tierra violenta, carcomida por guerras tribales, humillada por la conquista del desierto, sacudida por crmenes impunes, asediada por matones y aventureros. Esta tierra que, de todos modos, excita la fantasa, cautiva el corazn, fascina los espritus y, finalmente, termina atrapando a los hombres que le declaran fidelidad a muerte, que nunca quisieran abandonarla porque en ella se brinda cotidianamente con el peligro y la emboscada, y porque de ella brota el calor de la madraza. Esta tierra donde an casi todo est por hacerse y donde casi todo parece siempre mucho ms difcil. Esta tierra que, en su historia reciente sigue siendo objeto de polmicas y utopas, de gestas conmovedoras y hechos aberrantes: el frustrado traslado de la capital al sur, la escalada Benetton en las estancias y el ganado lanar, la llegada de ricos y famosos a suntuosas residencias en lugares paradisacos, el basurero nuclear de Gastre, el surgimiento de nuevos profetas como Monseor Nevares, la guerra de las Malvinas, la reserva ecolgica, el caso del soldado Carrasco o el triple crimen de Cipolletti con sus mltiples ramificaciones. La Patagonia sigue siendo, tambin hoy, mbito de contraindicaciones, donde la luz combate con las tinieblas y el corazn de los hombres no sabe muchas veces qu partido tomar. Esta tierra necesita de hombres enteros, capaces de luchar y de sufrir, de construir y soar, de resistir y avanzar, de poner el hombro y juntarse con otros para realizar. Esta tierra, tu tierra y mi tierra. La tierra de Ceferino Namuncur. La gente de la tierra Como ya hemos tenido ocasin de aludir, esta tierra estuvo poblada no solamente por variados saurios y otros animales ms recientes- cuyos vestigios siguen sorprendiendo y admirando a los cientficos y turistas, sino tambin por etnias aborgenes

como los onas, alacalufes y yamanes (llamados por algunos tehuelches meridionales), del extremo sur y los tehuelches y mapuches. En las ltimas dcadas se ha producido un replanteo radical sobre el significado de estas culturas y el aporte que han dado a la construccin de la patria grande latinoamericana. Ya no son considerados segn el fcil e injusto clis de brbaros e incivilizados, porque no responden a los paradigmas de la cultura blanca. Los estudios antropolgicos ms recientes rescatan aportes y valores de estas culturas, absolutamente necesarios en la coyuntura actual. El cuidado y el uso adecuado de la tierra, el respeto de los ciclos naturales en la agricultura y otras actividades humanas, el sentido de la hospitalidad y de la familia, el sentimiento religioso que se dirige a todos los mbitos de la vida, el respeto y la valorizacin de la sabidura de los ancianos, son valores fuertemente arraigados en las culturas aborgenes, que cobran nueva actualidad ante la prdida de sentido y el vaco en que ha cado la sociedad actual. El mismo documento de Santo Domingo reconoce y rescata el aporte que las etnias de Amrica estn llamadas a dar: Los pueblos indgenas de hoy cultivan valores humanos de gran significacin y en la palabra de Juan Pablo II tienen la persuasin de que el mal se identifica con la muerte y el bien con la vida. Estos valores y convicciones son fruto de las semillas del Verbo que estaban ya presentes y obraban en sus antepasados para que fueran descubriendo la presencia del creador en todas sus criaturas: el sol, la luna, la madre tierra, etc. (S.D.44) Y en otro lugar se declara que los pueblos indgenas, habitantes originarios de estas tierras, poseedoras de innumerables riquezas culturales, estn en la base de nuestra cultura actual (S.D. 38). Hablar, entonces, de las gentes de esta tierra es hablar de Ceferino Namuncur, porque este fue el suelo que nutri sus races y en el que se fue fraguando, desde su primera infancia, su fuerte personalidad. Los tehuelches Se trata de una etnia patagnica fuertemente arraigada en la zona, a quienes Magallanes y los suyos llamaron patagones, por la impresin que causaban sus pies envueltos en pieles para protegerse del fro. Los tehuelches se autodesignan chon, es decir hombres. Se puede distinguir los grupos ms meridionales, adaptados a la rigidez del clima en el extremo sur y de hbitos martimos, y los tehuelches del norte, ms arraigados a los usos y costumbres mediterrneos, que fueron asimilando ms rpidamente las costumbres del blanco, entre otras el uso del caballo. Fueron pueblos cazadores, que progresivamente incorporaron tambin la pesca y la recoleccin de races, semillas y mariscos. De todos modos, la base de su alimentacin era la caza del guanaco y el and. Sus armas eran rudimentarias: arco y flecha corta con caa, punta de piedra y hueso, boleadoras y cuchillos de concha o piedra (raspadores). Su organizacin social estaba fundamentalmente basada en la familia o en grupos de familias o clanes. Dedicaban bastante tiempo a la familia y al trato con los hijos y los aprestaban desde pequeos para que aprendieran a montar y los ejercitaban en el uso de las armas. A los veinte aos, los jvenes se incorporaban como guerreros. Respecto de las mujeres, cuando las chicas ingresaban en la pubertad, se celebraba para ellas una virtual fiesta de iniciacin, despus de la cual poda ser pedida en matrimonio.

Los tehuelches eran, por lo general, mansos, ms bien reflexivos y pacficos, con un gran sentido de hospitalidad y camaradera. Tuvieron buenas relaciones con espaoles y criollos. En el siglo XIX favorecieron de alguna manera el dominio argentino en la Patagonia. Crean en Kol como creador y Seor del Universo, que haba creado tambin a los hombres. Entre el mundo de los dioses y el de los hombres se admita la existencia de figuras intermediarias que tenan como misin completar el universo, terminar de ordenarlo y ensear a vivir a los humanos. Profesaban tambin el culto a los muertos. Los mapuches Aunque su origen sigue siendo discutido, los araucanos o mapuches parecen tener algunos contactos con la Patagonia Argentina ya en los siglos XVI y XVII. Sin embargo, recin comenzarn a radicarse en forma ms o menos estable en el siglo XIX. Se organizaban en grupos de familias (por lo general no ms de sesenta), bajo un cacique o lonco, en un territorio bien delimitado, el rehue o lov. En esta forma de agrupacin el grupo bsico familiar es extenso; incluye al padre de la familia, sus hijos varones con sus propias familias (en un caso de estar casados) y todas sus hijas solteras. El jefe de familia o Clan es el representante y patrn de la familia, en funcin sobre todo, de su elocuencia (el arte de hablar era muy valorado por los araucanos) y de su riqueza (que se cuenta por la cantidad y calidad de vestimenta y joyas, y generalmente por el nmero de esposas). Los araucanos tenan dos grandes asambleas o formas colegiadas de gobierno, cuya convocatoria era muy espordica. El Aul Mapu Travn (junta de paz de la tierra) que se reuna anualmente con fines sociales para confraternizar, establecer o afianzar alianzas, favorecer nuevos matrimonios entre miembros de distintas clases e intercambiar productos. El Aucatravun, era una asamblea de carcter blico, mediante la cual se convocaba a los Jefes de Clan para organizar la defensa colectiva, cuando haba alguna amenaza o peligro de agresin externa o para comentar ataques entre otras etnias u hombres blancos. En estas reuniones, adems de planear las correspondientes estrategias de la futura contienda, se elega al Jefe que deba llevar adelante las acciones. La subsistencia econmica de los araucanos se organiza principalmente en torno a la caza, en de la que obtienen carne, cueros, pieles y plumas; pero es importante tambin, por parte de las mujeres y nios, la recoleccin de frutos silvestres, huevos de and, manzanas o piones; la construccin de toldos; el labrado de objetos de plata; los tejidos; la confeccin de utensilios en hueso o piedra, etc. A partir del siglo XVII y sobre todo en el XVIII surge la captura y comercializacin de ganado mayor y el uso del caballo. En la cspide de la religin mapuche se encuentra Nguenechn, Vilpejilve, omnipotente y todopoderoso, creador de todo cuanto existe. Bajo el gobierno de Nguenechen se encontraban los Nguenechen, potestades de las aguas celestiales, encargados de provocar las lluvias y otros dioses o entidades mitolgicas que le estaban subordinados. Entre los espritu malficos se destaca sobre todo el Huecuv, llamado tambin Hualich, causante de diversos males que asediaban al hombre. Tambin era muy sentido el culto de los antepasados o pilln. Aunque no tenan sacerdotes, en un lugar de primera importancia estaba la machi (por lo general, mujer) que haca oraciones o cantos a los dioses, tenan recursos especiales contra el Huecuv, poda curar a los enfermos y ejerca el arte de adivinar (todo dirigido por el cacique).

El Nguenpin es quien convoca al Nguillatn y en diversos momentos interviene con encendido fervor. El Nguillatn era precisamente la oracin o rogativa comunitaria ms importantes del mapuche. En ella se resumen todo el misterio de la fe mapuche. Aunque el Nguillatn vara mucho de un lugar a otro hemos tratado de recoger aqu sus aspectos ms generales. Se realiza cada ao o ao y medio, segn el acuerdo del cacique o los caciques participantes. Dura tres das y se realiza por los general en un terreno llano, donde se arma el rehue (altar). All se colocan los barriles con chicha y las vasijas o damajuanas con mudai. Tienen tres instrumentos musicales que se utilizan en la ceremonia: el cultrn, la pifilca y la trutruca. Despus de las oraciones introductorias, hechas primero por los hombres y luego por las mujeres, se oye tambin el tayl acompaado de cultrn y trutruca. Luego los jinetes hacen el Auin (vuelta en crculos, una con bandera azul y otra con amarilla) y otros dos hombres llevando un cordero cada uno. Luego prosiguen el rezo y los jvenes extraen el corazn a cada cordero que ser colocado ante las ramas del rehue, luego se har alternativamente el aun y el purrn (baile). Durante el baile los Nguepin animan a la concurrencia. El baile vara pero siempre se repiten los ritmos. Puede ser el loncomeo (imitando al avestruz) o el rinquil purrun (baile saltado). Cada tanto se rociar el suelo con mudai. El Nguillatun es la gran oracin mapuche de accin de gracias por los dones de la tierra y al mismo tiempo se pide la fecundidad y el bienestar para todos. Sobre todo que haya pasto y hacienda para poder comer. Transcribiremos la oracin de uno de los Nguillatunes ubicado al sur de Neuqun. Este da arrodillados en la tierra, Dios deme buena cosecha, deme fuerza, mucha cosecha deme, buen pasto deme, buena hacienda deme, buen pensamiento deme, deme vida con toda mi familia, deme un buen trabajo, muchos aos y larga vida deme. Hemos querido desarrollar un poco ms extensamente este aspecto porque sta fue la realidad que en sus primeros aos vivi Ceferino Namuncur.

Captulo 2 La llegada del evangelio

Dijo Dios (Gn. 1,3) En la historia de la Salvacin Yav (y luego Jess) se presenta como un Dios que habla. El es el que por su palabra crea las cosas y saca el universo de la nada, pero l es sobre todo quien dialoga con el hombre para liberarlo de sus esclavitudes y conducirlo a la libertad de los hijos de Dios. Es la palabra liberadora de Yav la que llama a Abraham y la que pone en marcha al pueblo hacia la tierra prometida. Y hay otra constante en este dilogo de Dios con su pueblo, en esta Alianza que su Amor quiso realizar con el hombre: son siempre los pequeos, los pobres, los sencillos quienes responden. Ellos son quienes, por estar al abrigo de la suficiencia y de los aparentes xitos humanos, se abren a la palabra que salva y que redime. Por eso el Evangelio puede decir: En aquel momento Jess se estremeci de gozo, movido por el Espritu Santo, y dijo: Te alabo, Padre, Seor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeos. S, Padre, porque as lo has querido (Lc. 10,21). Esta palabra tambin se cumple en la historia de Ceferino y del pueblo mapuche: La Palabra de Dios, con toda su potencia liberadora, irrumpe en el corazn del hombre para llevarlo a la plenitud de la Verdad. Por eso, la sabidura del pueblo mapuche no se cerr sobre s misma, sino que se abri de par en par a los secretos del Reino. No es nuestro objetivo hacer una historia detallada de la evangelizacin de la Patagonia, en la que participaron varias congregaciones religiosas, adems de representantes del clero diocesano. Slo queremos dar unos pantallazos que nos ayuden a situar y comprender mejor, tanto la situacin religiosa de los principales momentos histricos, como las dificultades que debieron afrontar los misioneros y evangelizadores que fueron llegando a la Patagonia. En esta gran obra evangelizadora hubo sus luces y sus sombras, como en el resto del continente. Por eso, podemos hacer nuestro el juicio de Puebla cuando opina: Si es cierto que la Iglesia en su labor evangelizadora tuvo que soportar el peso de desfallecimientos, alianzas con los poderes terrenos, incompleta visin pastoral y la fuerza destructora del pecado, tambin se debe reconocer que la Evangelizacin, que constituye a Amrica Latina en el continente de la esperanza, ha sido mucho ms poderosa que las sombras que dentro del contexto histrico vivido lamentablemente le acompaaron (Puebla 10). Una de las constantes que se dio a lo largo de esta historia fue la incomprensin y falta de valoracin que hubo por parte de las autoridades nacionales de las etnias y culturas originarias, que dificult durante varios aos la integracin pacfica y ordenada de estas tierras al pas. Magallanes avista y luego se adentra en la Baha San Julin el 23 de marzo de 1520. El 1 de abril (Domingo de Ramos) desembarcan y asisten a la misa oficiada (primera misa celebrada en la Argentina) por el Capelln de la nave Trinidad, el P. Pedro Balderrama. Durante seis meses deambularon entre San Julin y Santa Cruz. Dos sacerdotes iban en la expedicin; adems del ya citado, el P. Bernardo Calmette (francs). Este ltimo, castigado en San Julin por alentar la sublevacin de Juan de Cartagena, qued abandonado en e1 mismo punto el 24 de agosto, en compaa del Capitn Gaspar de Quesada, con sendas talegas de bizcocho y de vino.

Tambin con la flota piloteada por Juan Sebastin el Cano vinieron tres capellanes. Uno de ellos, Juan de Areizaga, se qued varios das, tom parte en varias aventuras y particip en el descubrimiento del Ro San Alifonso (luego llamado Gallegos) el 23 de enero de 1526. Posteriormente hubo otras expediciones con capellanes y otros contactos misioneros, pero mencionaremos slo la expedicin de Juan de Aldazaba, que habiendo llegado a la Patagonia mand hacer una iglesia el 9 de marzo de 1535, en la actual Baha Hornos, cerca de Camarones. En esta iglesia de lonas y velas (probablemente la primera del pas), se rez misa y se celebraron funciones litrgicas durante varios meses. Luego durante varios aos, sobrevienen una especie de intervalo y silencio y merman mucho las expediciones por los mares australes hasta que Pedro Sarmiento de Gamboa, estableca 1a primera poblacin, a la que luego seguira otra, jurdicamente implantada, y que se llam Ciudad del Nombre de Jess. Estaba situada muy cerca del cabo Vrgenes. All se comenz a construir la iglesia dedicada a Nuestra Seora de la Candelaria. En esa expedicin venan dos frailes franciscanos, uno de los cuales se qued tres aos con los sufridos habitantes, que finalmente, terminaron casi todos muriendo de inanicin. Hubo una frustrada tentativa de alcanzar por tierra la zona de la cordillera por parte de don Jernimo Luis de Cabrera. A fines de 1620 parti rumbo a Mendoza con una considerable expedicin de carretas, cuatrocientos hombres de a caballo y seis mil cabezas de ganado. Al llegar aproximadamente a la altura de Moquehue, fueron atacados por los indios pehuenches que incendiaron las carretas de las provisiones y los obligaron a retroceder. Aunque desde Chile ya haba habido varias incursiones militares que causaron mucho malestar entre los indgenas que poblaban la zona de los grandes lagos, la primera gira evangelizadora de importancia la realiza el jesuita Diego de Rosales, quien cruz casi solo la cordillera, se granje buena relacin con los caciques Malopara y Catinquel, predic y catequiz en sus tribus. Estos caciques le confiaron incluso una misin de paz con sus vecinos Pehuenches. Ese mismo ao 1651 volvi a Chile muy satisfecho de lo realizado. En 1653 Rosales vuelve a su zona de misin y puede continuar su tarea sin inconvenientes y disfrutando de la benevolencia de los indgenas. El P. Nicols Mascardi, prosigui la feliz evangelizacin iniciada por su antecesor y, acompaado solo por indios Puelches realiz cuatro expediciones al interior patagnico, viniendo desde el pas trasandino: en 1670 hasta San Martn; en 1671 hasta las cercanas del Lago Muster, en 1672 hasta las inmediaciones del cabo Vrgenes; finalmente, en 1674, cuando se diriga nuevamente al estrecho de Magallanes, un grupo de huiliches lo atac y lo mat. A comienzos de 1700 otro jesuita, el P. Van der Meer, a quien los indgenas llamaban Laguna, mision en los alrededores del Nahuel Huapi, pero fue envenenado en 1707. Y otro tanto ocurri en 1716 con el P.Juan Jos Gulielmi. Al ao siguiente, lo sucedi el P. Elguea, que tambin muri en un incendio provocado en la Misin. Y a mediados del siglo XVIII, tres destacados jesuitas exploraron y misionaron La Pampa y la Patagonia: Jos Gardiel, Matas Strobel y Toms Falkner. Este ltimo era mdico y destacado hombre de ciencia. Es el autor de la clebre obra Descripcin de la Patagonia. Mientras tanto, de Buenos Aires al sur, por va terrestre, era difcil intentar alguna salida, por la presin de las tribus que asediaban las llanuras pampeanas.

Por va martima, otros contactos espordicos tuvieron los misioneros navegantes con las poblaciones portuarias de la Patagonia (el ms notable, el caso del Prroco de Saint Mal, Nol Jouin, que en 1698, evangeliz a los indgenas del estrecho durante siete meses). Y a la isla de Tierra del Fuego fueron llegando tambin varios misioneros protestantes, algunos de los cuales cumplieron importantes tareas de evangelizacin. Un hecho decisivo para la historia patagnica se produce cuando Francisco de Viedma, el 7 de enero de 1778, funda el Puerto del Carmen, que se convertir en el Fuerte de Ro Negro
Nicols Mascardi Segn las crnicas, Mascardi naci en setiembre de 1625. Hacia 1670 aparece en la historia de las misiones jesuticas de Nahuel Huapi el ya eminente padre Mascardi, que se haba embarcado en Sevilla y que, a su pedido, haba sido enviado cerca del ro Maule, en Chile. Al llegar al Nahuel Huapi tena cuarenta y cinco aos. Posea facilidad para aprender idiomas y una elocuencia que le permita comunicarse con desenvoltura con los indgenas, a quienes les hablaba en su propia lengua o dialecto. Destinado en Chilo, durante los aos 1667 y 1668 realiz diversas tareas misioneras, y plane una expedicin hacia la zona oriental de la cordillera de los Andes, con el argumento de que era necesario ampliar su ministerio hacia los indgenas de esas latitudes. El padre Mascardi tena el ambicioso proyecto de encontrar la mtica Ciudad de los Csares, que -se supona- estaba al este de la cordillera de los Andes. Le preocupaba, adems, la situacin espiritual de unos nufragos extraviados cerca del estrecho de Magallanes, supuestamente fundadores de una ciudad en el centro de la montaa. Haba aprendido las lenguas poya, araucana y puelche. Logr conquistar la amistad de los poyas (que moraban cerca del lago Nahuel Huapi) e instruirlos en la religin catlica hablndoles de mansedumbre y paz. Ms tarde convenci a su superior eclesistico para fundar una misin en el lago; en consecuencia, parti con una escolta de soldados, algunos aborgenes y una india muy especial a la que llamaban la Reina (de gran ascendiente entre los nativos), cuyo nombre autctono era Huangueln (Estrella). Al final del ao 1670 llegaron a orillas del lago, y Mascardi empez a buscar un lugar adecuado para levantar una capilla. Al sur del Nahuel Huapi habitaban los huiliches, muy diferentes de los poyas en el aspecto fsico y las costumbres: se distinguan por su rebelda y poca predisposicin a las actitudes amistosas. Como buen misionero, Mascardi decidi entonces instalarse entre estos ltimos para ganar mayores mritos. Adems, desde all poda visitar las tierras de los poyas, que estaban cerca del nacimiento del Lime Leuvu (actual ro Limay). Se estableci en proximidades del lugar conocido hoy como Puerto Venado, en la parte ms ancha de la pennsula Huemul. Para levantar tanto la capilla como su vivienda utiliz madera de coihu (rbol nativo del bosque cordillerano), y coirn (especie graminosa), para su techado. Desde all emprendi diversas expediciones hacia el Sur, incluidos sus cuatro viajes en direccin al estrecho de Magallanes. En la ltima de sus excursiones, acompaado por el cacique amigo Manquehuanai, cuando ya haba llegado al paralelo 47, al norte de la provincia de Santa Cruz, fue muerto durante el encuentro con un grupo hostil de huilliches, en

o Carmen de Patagones, que fue durante varios aos la atalaya o ciudad de avanzada sobre la Patagonia. El mismo navegante, fund (o refund) Puerto Deseado y erigi una Capilla, aunque posteriormente la poblacin fue abandonada. En efecto, tanto para las autoridades del Virreinato, como luego de 1810, para las de Buenos Aires, la Patagonia constitua una tierra hostil, estril, costosa y sin utilidad para el hombre.

La ciudad del Carmen, a pesar de las dificultades, y su vecina Mercedes, se mantuvo estable e incluso en lento crecimiento y tuvo ininterrumpidamente servicios religiosos a travs, primero de los franciscanos, luego de los mercedarios y lazaristas, aunque la Parroquia recin se erigir cannicamente en 1807. La va terrestre hacia el sur fue intentada nuevamente desde la perspectiva militar por Juan Manuel de Rosas en 1832. Rosas consigui adems realizar varios acuerdos de paz con las tribus de la Pampa. Mientras tanto, en Turn, un visionario sacerdote italiano, soaba ya desde 1848 con la Patagonia. Era Juan Bosco, que se sinti llamado por Dios a enviar misioneros de su recin nacida Congregacin a las tierras australes. Para Don Bosco, la Patagonia se convertir en una verdadera obsesin. En 1877, uno de sus colaboradores ms inmediatos deca: Hace quince das no hace ms que hablar de las misiones de la Patagonia. En efecto, despus de vacilar mucho, de asesorarse convenientemente y de estudiar a fondo la cuestin, Don Bosco llega a identificar claramente la tierra de sus sueos como la regin ms austral del continente americano, situada al sur del Ro Colorado. Por esos tiempos, el 11 de marzo de 1840, Domingo Faustino Sarmiento, luego presidente argentino, afirmaba: Para Buenos Aires es cosa intil (el extremo sur). Qu hara el gobierno de Buenos Aires con el estrecho de Magallanes, pas frgido, remoto, inhospedable? Si Chile lo abandonara, lo ocupara acaso Buenos Aires? Y para qu.1 Y el diputado argentino Valentn Alsina el 13 de agosto de 1867, despus de afirmar que ms al sur no hay nada vendible, nada utilizable, ni contratable... nada que sirva.... Agrega: No ha sabido nadie desde el ao 10, que haya ocupado ni an la costa del mar que es lo mejor... Todo est abandonado, no por respetar el derecho de nadie, sino porque no les conviene. Puede ser que haya quien solicite ocupar tal o cual punto de la costa, pero no el interior de las tierras. Esas ni de aqu a ochenta aos. Ojal los descendientes de nuestros nietos vean poblados estos campos.2 Sorprende la falta de visin de nuestros polticos, pero recordemos que Buenos Aires miraba hacia Europa y daba la espalda hacia el interior del pas, consolidando poco a poco un modelo de pas dependiente. Del lado chileno, podemos recordar que en 1880, el destacado escritor Benjamn Vicua Mackenna, publica su obra La Patagonia, en la que se queja que se dispute con la hermana Argentina por... tierras estriles, pramos infantiles, infierno del orbe creado.3 En cambio, para Don Bosco, la Patagonia, precisamente por el abandono en que yaca, era el lugar privilegiado para sus misiones. En 1848 haba exclamado, rodeado de muchos de sus nios y jvenes del Oratorio de Valdocco: Oh, si pudiera disponer de muchos sacerdotes y clrigos, yo los enviara a evangelizar la Patagonia y la Tierra del Fuego: porque esos pueblos fueron hasta hoy los ms abandonados. Finalmente, despus de muchas y laboriosas tratativas con el gobierno y el Arzobispo de Buenos Aires, monseor Aneiros, Don Bosco puede enviar sus primeros misioneros que desembarcan en el puerto de la Capital el 14 de diciembre de 1875. Al comienzo se instalan en San Nicols y en la iglesia Mater Misericordiae, de Buenos Aires. Dos aos despus, ya tienen cinco residencias en Argentina y dos en Uruguay.
Pie de pg. 1: Citado por Belza, Apuntes para una historia dela conquista espiritual de la Patagonia, pg. 41. 2 Ibdem, pg. 41 y 42. 3 Ibdem, pg. 41.

Pero no pudieron marchar inmediatamente a la tierra soada por problemas de poltica estatal y eclesistica. Mientras tanto Don Bosco insista en la urgencia de radicar las Misiones, sorteando cualquier obstculo que se pusiera delante. Escribiendo al P. Santiago Costamagna, que le peda todava un poco de paciencia, Don Bosco escriba: Ni t ni Bodratto me comprendis, debemos ir a la Patagonia, lo quiere el Papa, lo quiere Dios. Ahora bien uno de los obstculos para llegar al sur era que la llave de la Patagonia, era Carmen de Patagones y esta parroquia haba sido encargada a los lazaristas juntamente con las misiones de los territorios sureos. Y ya antes de que stos manifestaran su deseo de dejar la Patagonia, se haban hecho algunas tentativas frustradas para poder llegar. Hasta que, con ocasin de la expedicin al desierto, Monseor Federico Aneiros, acuerda con el Ministro de Guerra que tres capellanes acompaaran la columna principal de las tropas que parten (entre ellos el P. Santiago Costamagna y el Clrigo Botta). stas iran de Buenos Aires a Carhu y, desde all, a Choele Choel. Esta desafortunada e inoportuna connivencia entre la cruz y la espada (que hoy lamentamos y repudiamos porque ambas tenan fines muy distintos) no fue obstculo, si embargo, para que muchos misioneros cumplieran abnegadamente su labor, defendiendo al indgena, incluso frente a autoridades militares o a los poderes constituidos. Entre otras muestras de estos conflictos podemos indicar la expulsin del P. Beauvoir dela Patagonia en 1884, las demoras y dificultades para aprobar el nombramiento de Monseor Cagliero (Roca me recibi con un rebenque, dir Cagliero despus de su primera entrevista), las intrpidas intervenciones de Fagnano tanto en Patagones, como luego en Tierra del Fuego, la persecucin y los arrestos que sufriera el P. Milanesio en Viedma (por parte de Winter) y en Chos Malal (por parte de Olazcoaga). Pero fue, sobre todo, su sacrificada tarea de acompaamiento y evangelizacin itinerante, la que les gan al respecto, la adhesin y la gratitud de los indgenas. Y aunque no siempre supieron apreciar los valores de las culturas originarias , muchos de ellos aprendieron su lengua, dieron a conocer su cultura, fundaron museos o escribieron libros en los que se recoge la memoria de los pueblos autctonos, promovieron escuelas, cooperativas y otras instituciones a travs de las cuales los mismos indgenas pudieron organizarse. Recordemos, entre otras cosas, que el P. Pedemonte 4 fue el promotor del primer Congreso Nacional Indgena. El 24 de mayo de 1879 es considerado, pues, el da del ingreso de los misioneros salesianos a la Patagonia. Ellos suceden a los franciscanos, jesuitas, mercedarios, lazaristas e incluso a sacerdotes diocesanos que fueron pioneros del Evangelio en las tierras patagnicas, que testimoniaron, incluso con su sangre, su fidelidad a la causa de Jesucristo.
Pie de pg.: 4 LUIS PEDEMONTE: Naci en Buenos Aires en 1876, profesin en 1892, sacerdote en 1899, muri en Buenos Aires en 1962. Fue director de varias Obras Salesianas en la Argentina; se preocup mucho de los hurfanos, de los chicos de la calle y de las vocaciones. Fue l quien descubrio a Ceferino Namuncur y promovi grandemente la Causa de Beatificacin del Indio Santo. Escribi varios folletos sobre Ceferino y su primera biografa: Vctima de amor. Fue Inspector Salesiano de Patagonia, Per y Bolivia, de las Antillas y Mjico. Es uno de los ms eminentes y recordados Salesianos de Amrica. Latina. Ral A. Entraigas escribi su biografa. (Nota de los Editores).

Y el 20 de enero de 1880, un grupo de salesianos e Hijas de Mara Auxiliadora, desembarcan en Carmen de Patagones para hacerse cargo el 2 de febrero de la Parroquia y de las Misiones de la Patagonia. Los sueos de San Juan Bosco comenzaban a realizarse!

Captulo 3 Los antepasados

La serpiente Pero despus de haber creado, Dios deja al hombre junto con el gran regalo de la creacin, tambin una consigna. Y aparece la serpiente: el ms astuto de los animales dela tierra (Gn 3,1). Y la serpiente tienta al hombre. El hombre se deja seducir; quiere ser como Dios. Quiere determinar el bien y el mal. Y cae. Y se esconde. Porque el pecado y el mal son una manera de huir de Dios, de esconderse, de enmascararse. El fruto amargo del pecado es la soledad. Tambin las etnias primitivas tienen siempre ante los ojos la presencia del mal. No se ilusionan ante el porvenir del hombre. Saben que la maldad acecha siempre a la humanidad. Por eso, el pueblo mapuche tiene un sentido fuertemente comunitario, como una de las maneras ms eficaces de promover efectivamente el bien y enfrentar la maldad. Quien siente y vive la comunidad, tiene el apoyo de su gente y se siente ms motivado para ser fuerte en el momento de tentacin. Quien se apoya en Dios, sabe que tiene la fuerza ms importante en la lucha contra el maligno. En el mundo que sali saludable y hermoso de las manos de Dios ha ingresado la maldad. Pero el Dios bueno y poderoso sigue estando presente como fundamento de todo lo que existe y l tiene poder para liberarnos del Maligno. Adems, siempre hay una promesa de Salvacin. Esto tambin ocurri en la vida de Ceferino Namuncur. Hacia 1832, cuando Rosas comienza su campaa, tres grandes agrupaciones indgenas compiten por el poder en las llanuras pampeanas. Los Ranqueles, el cacique Yanquetruz, radicado en Levinc, al norte de la actual provincia de La Pampa; los Vorogas de Rondeau, asentados en Salinas Grandes (a1 sur pampeano) y los Pampas de Cachul y Catriel, que merodeaban en las inmediaciones. Los antepasados de Ceferino Namuncur venan de Chile, del Mul Map o pas de la humedad, como se designaba esa tierra de origen por sus abundantes lluvias. En realidad, existan ya desde los siglos XVI y XVII un movimiento de intercambio, de ida y vuelta entre las tierras preandinas y trasandinas, ya que los indgenas desconocan las jurisdicciones o divisiones que incorporaron la conquista espaola y luego los estados nacionales. Pero un acontecimiento de mayor importancia deba turbar el delicado equilibrio que exista entre las tribus pampeanas. En 1835, exista desde haca ya un tiempo un importante nmero de vorogas chilenos en Salinas Grandes. Un da se presentan ante el cacique Rondeau una embajada de vorogas trasandinos, que vienen con el propsito de preparar el camino y anunciar la llegada de un grupo considerable de indios que comerciaban utensilios y mercaderas como tejidos, objetos de plata, zarcillos, pintura para la cara de las mujeres. Hay ms de 200 indios Chilihue, a diez leguas de Salinas Grandes. El cacique decide recibirlos. Pero el 13 de febrero de ese ao descienden de las alturas de Masall los indgenas comerciantesconvertidos en intrpidos guerreros que, en poco tiempo, reducen a la tribu y pasan a degello a sus jefes y ancianos. El caudillo o cacique del grupo recin llegado es precisamente Calfulcur (piedra azul, en lengua mapuche). Despus de dos aos de tranquilidad, a mediados de 1837, los vorogas deciden tomarse venganza de Calfulcur y un nutrido contingente de 2.000 lanzas, al mando de Railef, cruza la cordillera. Sin embargo, despus de atacar la Fortaleza Protectora Argentina, situada en Baha Blanca y estancias y pueblos de los alrededores, engolosinados con el botn enemigo, en lugar de atacar a Calfulcur deciden volver

igualmente victoriosos con ms de cien mil cabezas de ganado. Pero Calfulcur, que no pierde oportunidad de sacar tajada, a la sazn aliado con Rosas, les corta el camino en Queutrec y les inflige una derrota en toda la lnea. Muere Railef y quinientos guerreros, mientras los otros alcanzan a duras penas huir a Chile. Y Calfulcur se corona con una gran victoria, rescata a los cautivos y se apodera de las cien mil cabezas de ganado. Con esta victoria se afianza el poder de Calfulcur, que se ejerce desde la zona de frontera (Junn, Bragado, 25 de Mayo, Azul y Tandil) hasta la cordillera y sur argentino. A la cada de Rosas, con quien Calfulcur haba hecho alianza, el gran cacique mapuche alterna momentos de pacfica convivencia con momentos de guerra o confrontacin, segn su propia conveniencia y la situacin de la Confederacin. Por lo tanto, es la era de los grandes malones y los indgenas, sobre todo despus de la batalla de Sierra Chica, llegan hasta el partido de Lobera y en algn momento alcanzan incluso el Ro Salado, a 200 Kms. de Buenos Aires. El gobierno decide reaccionar y en 1872 lanza una vasta ofensiva contra Calfulcur. El Coronel Rivas sale a buscar al gran cacique mapuche. ste decide enfrentarlo en una ruda batalla campal (que luego ser conocida como la batalla de San Carlos), precedida por una seguidilla de guerrillas. Es el 11 de marzo de 1872 y Calfulcur, derrotado en todas las lneas, es obligado a retirarse a Chilihu. La historia recuerda este combate bajo el nombre de San Carlos. Es la primera gran batalla que pierde Calfulcur. El rey de Salinas Blancas nunca haba conocido antes el sabor de la derrota. Ya se siente viejo y cansado, como para soportar este inesperado fracaso. Y, en efecto, al ao siguiente, el 3 de junio de 1873, muere a los ochenta aos. Se trata ahora de establecer la sucesin. Se renen 224 caciques para elegir al nuevo gran cacique. Adems de los Piedra, hay tambin otras familias como los Laguna (Laufquen), los Ros (Leuv), los Mdanos (Lo), y otros que tienen su cuota de influencias y sus aspiraciones. Los hijos varones de Calfulcur son quince. El mayor es Jos Millaqueu Cur (piedra como de oro). Manuel Namuncur (garrn de piedra), es el tercero y posee una personalidad recia y aguerrida. Sus aptitudes para el mando sobresalen netamente por encima de los dems candidatos, especialmente sobre su hermano mayor, ya muy deteriorado por el alcohol. Sin embargo, tambin ste tiene sus adherentes. Durante 8 das se prolonga el parlamento entre muchos cabildeos y tentativas de alianza. Finalmente, la asamblea decide confiar el mando de la Confederacin a un triunvirato formado por Bernardo, Alvarito y Manuel Namuncur que fue quien, en definitiva, asumira todo el poder. En ese momento tena 62 aos y haba recogido las ltimas recomendaciones del viejo Calfulcur, antes de morir. Namuncur se propone recobrar la confianza de su gente y recuperar el terreno perdido, est resuelto a defender la tierra de sus antepasados cueste lo que cueste. Pero sabe tambin que tiene que negociar y parlamentar con el blanco, entrando en un juego de astucia. Entre tanto, el nuevo emperador mapuche, que ya haba tenido contacto con la Iglesia, a travs del Padre Bibolini, se encuentra con el padre Jos Mara Salvaire, sacerdote lazarista, que va a su encuentro desde Lujn, con el intento de rescatar algunos cautivos. El encuentro estuvo a punto de resultar fatal para el valiente sacerdote, ya que algunos blancos (temerosos de que se ponga coto a su explotacin de los indgenas) predisponen mal al cacique contra el sacerdote, a quien presenta como un brujo que ha venido a sembrar la peste entre indgenas.

En efecto, cuando Salvaire llega a Carhu el 27 de agosto de 1874, es hostigado y amenazado por algunas patrullas indgenas, pero puede proseguir su camino, llegando en noviembre a los toldos de Salinas Grandes. Namuncur no lo quiere recibir y le ordena acampar a una legua y media de sus toldos. El cacique consulta a los capitanejos y muchos piden la muerte del sacerdote. Sin embargo, Bernardo Namuncur lo defiende calurosamente y lo pone bajo su proteccin. El P. Salvaire salvar su vida, y ser en esta ocasin en la que har pblicamente voto solemne a la Virgen de Lujn de escribir su historia y edificarle un templo. ste es el origen dela actual Baslica de Lujn.
La rendicin de Namuncur El Gobierno Nacional sell la paz con el cacique Namuncur incorporndolo al ejrcito con el grado de coronel y otorgndole una pensin vitalicia. El jefe mapuche se pas cmodamente al bando vencedor, traicionando a su gente? Se sinti corrido por el despojo y la miseria? Manuel Namuncur era un hombre lcido y responsable. Si acepta vestir el uniforme militar no es para acomodarse l mismo. Sabe perfectamente que comienzan tiempos nuevos para el pas y que no se puede encerrar en sus posturas o en sus rencores. Namuncur da un intrpido paso adelante: luchar por su pueblo y tutelarlo con las armas nuevas, la paz, el trabajo, la instruccin. Por eso, hace permanentes gestiones ante las autoridades e invita a sus hijos, sobrinos y nietos a estudiar y a promocionarse. El cacique no es un brbaro sediento de destruccin y de muerte. Es un poltico lcido que no se refugia en sus cobardas. Ve claro que su pueblo, sin renunciar a su identidad y a su cultura, no puede quedar al margen de las nuevas transformaciones. Es preciso ver la realidad con ojos nuevos. Estas inquietudes las transmite a sus hijos, especialmente a Ceferino. (Klobertanz, Ceferino Namuncur, 1986)

Entre tanto, Namuncur no se queda quiero. Sabe que, en la lucha contra el blanco, no se debe dejar la iniciativa. En 1875 realiza salidas a trescientas leguas y se alza con quinientos mil vacunos. Llega hasta las puertas de Azul que, por muy poco, no cae en sus manos. El ministro de Guerra de la Nacin, Don Adolfo Alsina, ha comenzado ya la famosazanja, erizada de fortines, para frenar la avanzada del indgena. En 1887 le sucede el General Julio Argentino Roca, decidido a terminar de cualquier manera con los indgenas. Namuncur haba iniciado tratativas de paz con Alsina. En el fondo, se da cuenta de que no ser posible resistir por mucho tiempo a la maquinaria de guerra del blanco. Tambin ante Roca proseguir sus intentos de firmar la paz honrosa para su pueblo. Pero las condiciones que pone Buenos Aires son inaceptables para el cacique mapuche. La generacin del 80 que gobierna el pas tiene sus ojos puestos en Europa. El esquema sarmientino civilizacin y barbarie es la clave de la interpretacin de la realidad nacional. La realidad indgena no es valorada. Ms bien se la considera como una rmora para la as llamada civilizacin. No hay una poltica integradora de los pueblos nativos. No hay el menor atisbo de comprensin de su cultura y del aporte que ellos pueden dar a la construccin de la Repblica. Namuncur se encuentra ante una difcil encrucijada, pero siente que debe luchar hasta el fin. En efecto, el gobierno pretende de los indgenas retrocedan abandonando las mejores tierras y aceptando condiciones de vida poco dignas. Esto es lo que de hecho

ocurrir despus. Y Namuncur tiene grabado todava en los odos las palabras del viejo Calfulcur: No podemos renunciar a Carhu ni a Choele Choel. De todos modos, el poder de la confederacin indgena se encuentra muy debilitado. Por eso, la Conquista del Desierto ser un avance casi sin obstculos. Manuel Glvez la sintetiza con estas palabras: En octubre de 1878 las tropas salen de cinco fuertes: desde Ita-Lo en el norte, hasta Pun en el sur. Se realizan veintisis operaciones de guerra, que Roca dirige telegrficamente desde su despacho ministerial. El 20 de noviembre escribe a Levalle: Necesitamos dar una buena leccin a Namuncur y perseguirlo lo ms lejos posible. En seis meses queda destruido el poder de Namuncur. Han cado prisioneros ms de mil doscientos indios de lanza y han muerto ms de mil trescientos. Diez mil quinientos de chusma estn prisioneros tambin, y un millar han consentido en reducirse. En total: hay catorce mil indios menos. Y han sido rescatados cuatrocientos ochenta cautivos. Y el territorio conquistado por Roca se acerca en extensin al de Francia. 1 Adems, varios caciques, como Pincn, Cachul y Marcelino Catriel, han sido tomados prisioneros. Otros se van rindiendo o se presentan espontneamente, aceptando cualquier condicin como lo hace Juan Jos Catriel. Y Namuncur retrocede apresuradamente, primero hacia el Colorado y luego hacia Lihuel Calel, donde instala su campamento. Sin embargo, en un movimiento muy veloz, las tropas del Ejrcito llegan tambin hasta all. Despus de algunos escarceos, Namuncur consigue huir con su familia y una reducida escolta. Pero, a pesar de que todo parece hundirse a sus pies, el hijo de Calfucur no cede. Puede decirse que ha perdido ya gran parte de su imperio, se ha desmembrado la confederacin, no tiene ya casi guerreros ni poder, pero se refugia en los contrafuertes de la cordillera para seguir resistiendo. All es alojado y apoyado por los caciques Sayhueque y Reuque Cur y se dedica a la guerra de guerrillas. Y desde el 79 al 83 prosigue la lucha, aunque con medios muy precarios y casi sin gente. El 16 de mayo de 1882, el Mayor Daza, con seiscientos soldados se dirige hacia sus toldos, en la precordillera. Namuncur, merced a una estratagema y a su habilidad para manejar el caballo en la montaa, pudo escapar, pero su familia qued en manos de los militares. Pero la suerte est echada. Est solo. Reuque Cur, Alvarito y otros capitanejos, cruzan a Chile para ponerse a salvo. Sayhueque sigue bajando al sur. l no quiere traicionar al pas donde ha vivido tantos aos, aceptando refuerzos del Ejrcito chileno. Namuncur se da cuenta que ya es imposible seguir la lucha. Y enva una embajada al General Villegas a presentar su rendicin. Sin embargo, cuando los enviados llegan, el General no los quiere recibir. Exige la presencia del cacique para cualquier tratativa. Los indgenas se desesperan al verse rechazados y recurren al Padre Milanesio para que oficie de mediador y enve una carta salvoconducto a Namuncur, al tiempo que gestione una garanta y condiciones mnimas para una rendicin honrosa y digna. Y Milanesio responde al cacique mapuche invitndolo a comenzar esta nueva etapa de dilogo y contacto con el blanco que ya resulta inevitable. Desde este momento, Namuncur enfocar de otra manera su relacin con el huinca, y en general, con el Estado Argentino.
Pie de pag. 1: Manuel Glvez, El santito de la toldera, pg. 80. MANUEL GLVEZ: famosos novelista y bigrafo argentino. Naci en Paran (Entre Ros) en 1882 y muri en Buenos Aires en 1962. Despus de haber publicado, con notable xito, la biografas de los argentinos Quiroga, Rosas, Hernndez, Esqui, Sarmiento e Irigoyen; del venezolano Miranda, del

ecuatoriano Garca Moreno y del uruguayo Aparicio Saravia, el Dr. Glvez public en 1947, El santito de la toldera (La vida perfecta de Ceferino Namuncur), Buenos Aires, Editorial Poblet. En 1967 la Editorial Apis, de Rosario de Santa Fe, reedit esta obra con estudio introductorio, comentarios estilsticos y notas explicativas del profesor Nstor Alfredo Noriega.

Captulo 4 Chimpay, la tierra del nacimiento

Sal de tu tierra En la vida de todo autntico cristiano, en algn momento resuena la voz del Padre llamndolo a partir, Como pas en la historia de Abraham, ocurre en la de cada uno de nosotros. Somos arrancados de lo nuestro, de nuestra comodidad, del mundo seguro y atildado en el que nos formamos, de la claridad de nuestros proyectos, de nuestra sangre. Siempre hay que partir para poder vivir la aventura del Dios de la vida. El que se atrinchera, muere, el que se encierra, se atrofia. Cuesta partir, pero no hay otra solucin. Slo quien confa y parte, puede vivir la experiencia autntica de la fe. Y Ceferino respondi como Abraham, sin preguntas, sin excusas, sin rodeos. Simplemente se puso en camino. Fue duro, muy duro. Significaba mucho aquella partida de Chimpay. Significaba un desgarrn en la carne y en el alma. Pero, en la situacin de miseria, de explotacin, de opresin de su gente, estaba la voz de Dios. Y Ceferino cree y confa. Por eso parte. Porque detrs del llamado est siempre la promesa. Porque durante el da, la nube del Seor estaba sobre su morada, y durante la noche, un fuego brillaba en ella (Ex 40,38). Dios gui siempre a su pueblo durante la larga marcha por el desierto. Caminaban hacia la tierra prometida. Y Dios siempre los guiaba. An en medio de las dificultades, los peligros, el hambre y la sed, las derrotas, la idolatra, las infidelidades, Yav siempre segua conduciendo a su pueblo por el desierto. l era siempre fiel a su Alianza. Y el pueblo, a pesar de las dudas, del hambre y la sed, de las tentaciones, prosegua su marcha hacia la tierra prometida. Esto tambin se cumpli plenamente en la vida y en la historia de Ceferino Namuncur. Ceferino hace su camino en Buenos Aires, como luego lo har tambin en Viedma y, finalmente, en Italia. Y en este camino, en el da de los descubrimientos y los consuelos, del cario y de las alegras, y en la noche de las incomprensiones y el rechazo, la soledad y el sufrimiento, Dios lo va guiado. S, durante el da y durante la noche, Dios lo va guiando. Como a Israel, hacia la tierra prometido. Como a Jess, hacia Jerusaln. Y no marcha solo. Marcha como Moiss, con su pueblo a cuestas. Porque Ceferino, pase lo que pase, y haga lo que haga, nunca se desprende de su pueblo. *** Chimpay es un vocablo mapuche que tiene muchas acepciones, pero las ms probables parecen ser tres: meandro o recodo del ro; vado o paso; lugar donde se aloja. Mientras dejamos a los especialistas que definan si es posible- cul de estas denominaciones es la ms apropiada para aplicarse al terruo de Ceferino Namuncur, digamos que el paraje as denominado parece ser bastante antiguo en la geografa indgena. Se han encontrado y se siguen encontrando en la zona numerosos vestigios de asentamientos indgenas, como picaderos, chenques y lugares de enterramiento. Debi de ser un importante lugar de caza y pesca en las largas travesas hacia la llanura pampeana. En efecto, hay constancia de que en Chimpay se hosped con frecuencia el Cacique Queupu, de quien no tenan muy buen concepto, ni el Ejrcito Argentino ni el mismo Namuncur.

Podemos decir tambin que no se refera a un lugar muy determinado de la zona, pero que tampoco se trataba de una designacin genrica, ya que los mapuches no solan imponer nombres, sino a los lugares que tenan una particular significacin, geogrfica, estratgica o religiosa. Recordemos que Don Manuel Namuncur, con la mediacin del Padre Domingo Milanesio, a quien haba recurrido para asegurarse garantas mnimas sobre sus derechos y los de su gente, haba empezado a pensar seriamente en rendirse ya en 1883. Ese mismo ao, el cacique mapuche rechaza la oferta del gobierno chileno, que le ofrece 1.800 soldados para la recuperacin de sus tierras. Y en febrero de 1884 comienza a bajar de la cordillera, primero a Fortn Pulmar y luego al campamento de orqun, adonde llega el 31 de marzo. El 23 de marzo el comandante Pablo Belisle telegrafa al Ministro de Guerra que Namuncur, tal como se ha indicado desde Buenos Aires, se dirige al Fuerte General Roca, para hacer efectiva su rendicin. Belisle describe a Namuncur: Namuncur tendr unos cincuenta aos ms o menos, esta bien conservado y su cara abierta y despejada inspira simpata. Todos los indios lo adoran y se puede considerar entre ellos un verdadero monarca. Despus de recibirle con todos los honores, Belisle le hace acompaar y escoltar por un piquete del Regimiento 2 de caballera de lnea. El 5 de mayo Namuncur llega al Fuerte General Roca donde se procede a la rendicin oficial y recibe el grado de Coronel de la Nacin. Inmediatamente despus, el Cacique viaja a Patagones con el Mayor Linares y luego se embarca en el Vapor Pomona rumbo a Buenos Aires. Namuncur estuvo en Buenos Aires en el mes de junio y tal vez algunos das ms. En realidad, el cacique haba pedido tierras que estaban ms hacia el oeste, en las cercanas del Fortn Chichinal. A su regreso de Buenos Aires reorganiz rpidamente su gente y no fue enviado a Chichinal sino a tierras de Chimpay, en lo que es actualmente Valle Medio del Ro Negro. El General Winter, ya el 20 de febrero de 1885, en su carcter de gobernador militar de la Patagonia, informaba que el conocido Namuncur... que se present con los restos de sus aguerridos guerreros y familias, acatando las leyes del pas en marzo del ao que acaba de finalizar, se halla hoy asentado en Chimpay, acantonamiento de esta lnea militar, entregado por completo a las prcticas de la vida civilizada. De Chimpay se tenan noticias de fuente militar, por el Diario del Coronel Olazcoaga, secretario de Roca en la conquista, en el que se lee: A la sombra de altos sauces, hicimos campamento. Este sitio se llama Chimpay, cuyo nombre indio se traduce llega a alojar. Es pues, antiguo alojamiento de los viajeros indgenas y an paso frecuentado, por la banda sud del ro. Al menos ofrece satisfaccin la comodidad nica que los indios exigen para llamarle paso. Al frente de Chimpay debe haber una gran isla, porque la anchura del ro no es sino de 200 metros y, a menos que la profundidad corresponda all al volumen de agua que el ro representa en otros puntos, debe haber un brazo importante de ste, ms al sud. La distancia andada desde Choele-Choel aqu se reputa en seis leguas. 1
Pie de pgina 1: Olascoaga Manuel, Estudio, pg. 189.

Todava no se ha escrito la historia del Fortn Chimpay. De todos modos, a fines del 79 o principios del 80 podemos decir que ya ha comenzado a funcionar. El P. Milanesio lo encuentra ya erigido y con una cierta historia en su viaje evangelizador de 1883. En efecto, cuando Milanesio da cuenta en su crnica de su gira misionera a Roca, describe ordenadamente toda la lnea de fortines: 1. Guardia Pringles; 2. Conesa; 3. Negro Muerto; 4. Choele Choel; 5. Chimpay; 6. Chelfor; 7. Chinchinales; 8. Roca.

De modo que existe absoluta continuidad en la nomenclatura que encuentra Olazcoaga, ya utilizada por los indgenas, la posterior ubicacin del Fortn, junto a la margen norte del Ro Negro, la estacin del Ferrocarril y la actual poblacin de Chimpay. Reconocemos que son lugares distintos, pero situados a muy escasa distancia unos
Leyenda de la Piedra Azul Pero lo ms precioso que conversamos an en la tribu es la clebre Piedra Azul. Encontrada por mi abuelo Calfucur, a orillas de un lago de Chile, en su juventud. A raz de ese hallazgo, l fue llamado Calfucur, que significa piedra azul. Siempre la llevaba consigo, con la conviccin de que en ella estaban concentrados el destino y el porvenir suyo y de toda su tribu. En efecto, con la proteccin de esa piedra alcanz a reunir bajo sus rdenes a todas las tribus de la pampa. Esa piedra fue heredada luego por mi difunto padre y siempre que fue tenida en veneracin y respeto, en la tribu tuvimos suerte y prosperidad. Pero cierta vez que tomaron prisionero al cacique se llevaron a Buenos Aires la piedra azul, junto con otros objetos en un bal. Pero das ms tarde apareci nuevamente la piedra azul en la tribu. Precisamente interrumpi don Ciraco Namuncur-, la encontr mi abuelita Juana, que era una de las esposas de Don Manuel, una noche, al despertarse, en una cama, debajo del brazo. Y as se cuentan varias historias de la piedra azul, que fue heredada por m a la muerte de mi hermano Julin, al tomar el mando de la tribu. Actualmente la conservamos religiosamente en su cofre, envuelta en una bandera argentina, junto con las dos espadas del coronel.

de otros. El debate que se ha sostenido sobre el lugar de nacimiento de Ceferino Namuncur, pensamos que ha quedado definitivamente resuelto por los datos que actualmente disponemos. Ante todo hay que destacar el testimonio de doa Rosario Burgos, quien siempre mantuvo firme su declaracin de que Ceferino haba nacido en Chimpay. Igualmente el de su hermano Alfredo, que testimoni, bajo juramento: Ceferino naci, como yo, en Chimpay. Ya hemos visto la alusin, en la crnica misionera de Milanesio, en su viaje de 1883 y su referencia al Fortn Chimpay, antes de la llegada de Namuncur. Por otra parte, estaba convenido entre los misioneros que los bautismos de la margen norte se registraban en Patagones y los de la margen sur en Viedma. El mismo Milanesio, en una posterior correra misionera, el 25 de diciembre de 1885, escribe: Con el fresco de la tarde llegamos al Fortn Chimpay. El segundo jefe, capitn Artayeta, nos recibi bien y puso a nuestra disposicin todo lo que estaba a su alcance. Acampaban all los indios de la tribu de Namuncur. El agrimensor Telmaco Gonzlez, comisionado por el gobierno para hacer la mensura de la margen sur del Ro Negro, no registra poblacin alguna hasta 1889. Recin en un informe del Agrimensor Pedro Vinent, del 30 de enero de 1900, en la mensura de Belisle, se dice: En la direccin III - IV sobre la tierra de la margen sur, estn los restos de las tolderas del Cacique Namuncur. Esto significa que, entre 1884 y 1889 la tribu de Namuncur resida en la margen norte del ro. Y entre 1890 y 1900 se trasladaron a la margen sur, segn Don Alfredo: Hacia el lado de Lamarque, pero relativamente cerca del negocio de los Mateuzi donde los Namuncur se surtan de lo que necesitaban para vivir. El Padre Entraigas, despus de un paciente trabajo de investigacin, llega tambin a la misma conclusin: En Chimpay, pues, agreste rincn de la provincia de Ro Negro, vino al mundo EL MANCEBO DE LA TIERRA, el protagonista de esta historia; all en la margen derecha del ro de los sauces, cerca de lo que an se llama bajada Namuncur. Ah

el ro se bifurca, formando una isla. En la parte sur, las barrancas, all se suelen llamar bardas, estn a cierta distancia de la corriente, y dejan un amplio margen al valle, de los rboles y los sembrados cubren de un delicioso verde botella. 2. Como si fuera poco, en las inmediaciones del lugar donde se calcula que estuvo emplazado el Fortn Chimpay, se han encontrado restos seos, morteros y otros materiales que indican una presencia indgena en el lugar. No hay, pues, razones para poner en cuestin la patria chica de Ceferino Namuncur. La hiptesis del Padre Brizzola, que propondra como lugar del nacimiento la margen sur del ro en direccin a Beltrn, no tiene en cuenta los movimientos de la tribu y su probada estada en Chimpay, en la fecha del nacimiento de Ceferino. Ahora bien, en qu lugar preciso estuvo la toldera de Namuncur a la fecha del nacimiento de Ceferino? Podemos decir que esta pregunta es probablemente incontestable (los indgenas, debido a la precariedad de sus viviendas, no dejaban seas duraderas de sus asentamientos y, menos an, despus de la campaa del desierto, en que sus costumbres comenzaron a alterarse), y adems ociosa, porque los mapuches no tenan el concepto de propiedad privada que en la actualidad manejamos. De todos modos, Namuncur deber sufrir la inestabilidad y la deslealtad del hombre blanco, con el cual ha pactado. Como no llegan los ttulos de propiedad de sus tierras en Chimpay, decide viajar a Buenos Aires, en 1894, en compaa de su hermano Bernardo. Tiene el propsito de acelerar los trmites por la propiedad definitiva y solicitar incluso una ampliacin de rea acordada. El cacique mapuche presenta la solicitud de 10 leguas y su pedido es elevado al Senado. Despus de una breve discusin se decide otorgar 8 leguas, distribuidas en la siguiente manera: 3 para el cacique y 5 para su gente. Sin embargo, una clusula afirmaba que las tierras seran de Chimpay o en otro punto si no hubiere all tierras disponibles. En efecto, las tierras de Chimpay, en las inmediaciones del Fuerte homnimo, haban sido adjudicadas al Contraalmirante Guerrico en un reparto de tierras (en el que resultaron beneficiados varios militares que participaron en la Conquista del Desierto) realizado en 1885. De hecho, este Coronel haba recibido su ttulo de propiedad ya en 1886.
Pie de pgina 2: Entraigas, pgs. 33-34 RAL A. ENTRAIGAS: Argentino, rionegrino (1901-1977), sacerdote salesiano, doctor en teologa, miembro de varias Academias de Historia, profesor, poeta, conferenciante, Entraigas fue especficamente historiador y bigrafo. Historiador y bigrafo de la Patagonia, regin austral donde naciera, a la que estudiara con ahnco y pasin y de la que publicara ms de 30 libros, todos escritos con precisa documentacin y con estilo vivsimo y personal que hace las delicias del lector. Principales obras: El padre dotor (1936, Premiado por la Comisin Nacional de Cultura); Monseor Fagnano (1945); El ngel del Colorado (1960, Primer Premio de la Comisin Nacional de Cultura); El apstol de la Patagonia (Monseor cagliero, 1954); El Hornero de Dios (1960); Piedra Buena, Caballero de Mar (1965); El Mancebo de la Tierra (Ceferino Namuncur, 1974); Los salesianos en la Argentina (4 tomos, 1972) Entraigas escribi tambin tres poemarios: Bajo el smbolo austral (1939), Patagonia, regin de la aurora (1958) y Polvo de tiempo y de tiza (1961). Sus versos son siempre fciles, sencillos y sonoros, compuestos, en su mayora, para celebraciones artstico-culturales de nios y jvenes, o para diarios y revistas. (Nota de los Editores).

Esto significaba que Namuncur haba sido lisa y llanamente engaado y que las tierras otorgadas por el honorable Senado de la Nacin ya se saba desde el vamos no iban a ser las de Chimpay.

De hecho, en 1894 se define que las tierras aoradas se encuentran en la provincia de Neuqun, en un paraje situado al sur de la provincia, a orillas del ro Alumin, hoy San Ignacio. All, en efecto, se realiz la mensura (al menos de las tres leguas que corresponderan al cacique) en 1896. Y Don Manuel ilusionado en que el nuevo lugar asignado sera muy superior al anterior esperar con su gente todava un tiempo antes de trasladarse a su tierra prometida en 1900. En resumen, las tierras que le fueron concedidas en ltima instancia tenan un valor notablemente inferior a las que haba ocupado en Chimpay, frtil valle sobre el Ro Negro, cerca de Choele Choel, punto estratgico de ingreso en la Patagonia. De la estada de la tribu de Namuncur en Chimpay no han podido registrarse muchos datos. De todos modos, sabemos que Don Manuel era muy querido y respetado por su gente. Que cuando cobraba su sueldo de Coronel en Choele Choel, distribua buena parte de su salario a su gente: a cada hombre le entregaba $5 y a cada mujer $1. Adems peridicamente compraba harina y yerba para su gente. Debemos decir que gracias a esta austera y equitativa administracin de la miseria que haca Namuncur, no hubo en la tribu grandes hambrunas. Se pasaba hambre, pero no se mora de hambre, como sucedi en Conesa con la tribu de Catriel, en que los indgenas confinados, en poco tiempo fueron muriendo literalmente de inanicin y pestes. El matrimonio Matteuzi tena una muy buena relacin con ellos y les provea de mercadera en su negocio de ramos generales. Ellos han referido que, por ejemplo, en la crisis de 1893, cuando se tema una guerra con Chile, el cacique se ofreci espontneamente para apoyar al Gobierno argentino y que un Teniente habra dado clases de instruccin militar a los mapuches. Ceferino nace el 26 de agosto de 1886, da de la fiesta de San Ceferino. Su madre es Doa Rosario Burgos, una mapuche o, al menos mestiza y no blanca cautiva como errneamente se ha afirmado Es el sexto hijo de doce hermanos. Pero los hijos de Doa Rosario son Mara, Ceferino, Clarisa, Anbal y Fermina. A los dos aos de edad, Ceferino fue bautizado por el P. Domingo Milanesio (Patir Domingo, lo llamaban los indgenas) el 24 de diciembre de 1888. Este misionero haba tenido que sufrir la persecucin de la autoridad militar en Viedma, y luego en Chos Malal, pero nada lo hizo decaer en su tarea evangelizadora de los indgenas. 3 La partida de bautismo de Ceferino se encuentra en los archivos de la Parroquia Nuestra Seora del Carmen de Patagones. Ceferino se cri en el marco de las costumbres y modo de vida del pueblo mapuche. Aprendi desde nio a hablar su lengua, andar a caballo, hacer lea, participar en caceras para poder comer. Y aprendi tambin a adorar a Nguenechn, el Gran Creador para el pueblo mapuche.
Pie de pgina 3: DOMINGO MILANESIO, sacerdote y misionero, naci en Italia en 1843, profes como salesiano el 1869 y recibi el orden sagrado en 1873. En 1877 lleg como misionero a la Argentina y desarroll un prolongado e infatigable trabajo evangelizador entre los indgenas. Fueron famosos los viajes que realiz recorriendo toda la Patagonia, predicando, bautizando, regularizando matrimonios... Fue amigo del Cacique Manuel Namuncur y de su hijo, el Venerable Ceferino, a quien bautiz. Cruz 28 veces la Coordillera de los Andes anunciando el Evangelio y ayudando a sus hermanos los Indgenas. Muri en Bernal en 1922. Lo llamaban El Padre de los Indgenas (Nota de los Editores)

Es interesante destacar que en este mismo ao se encuentra Monseor Cagliero misionando en Chichinales, en la tribu de Sayhueque. Se ignora por qu motivo, estando

tan cerca de las huestes de Namuncur, no fue a misionar tambin entre ellos, ni siquiera los visit. A los dos aos Ceferino tuvo un gran accidente y estuvo a punto de morir ahogado, al caer al Ro Negro y ser llevado rpidamente hacia adentro por una fuerte correntada. De todos modos, segn cuenta su madre, el ro luego lo devolvi milagrosamente a la orilla, donde fue rescatado por su padre. Podemos decir que, en este tiempo, la tribu de Namuncur pasaba por momentos difciles y de gran necesidad. Don Manuel cobraba $300 por mes, pero con ello se deba hacer frente a las necesidades de alrededor de trescientas personas. Anbal, en su testimonio en la causa de Beatificacin, ha declarado algo significativo sobre la infancia de Ceferino: Mi mam me deca, refirindose a Ceferino, que desde muy chico fue un hijo modelo, diligente; muchas veces por la maana, cuando ella se levantaba, se asustaba porque no estaba Ceferino en casa; horas despus, con gran sorpresa de ella, lo vea regresar con un atado de lea, que luego venda y compraba alimentos para ella. Los vecinos de buen corazn, que vean cumplir esta obra por un nio de seis aos, le daban algo ms de lo que produca la venta de la lea. El da que no poda hacer este trabajo, segn mi mam, sala Ceferino a pedir alimento a las casas de los vecinos, quienes le daban y los traa a su madre. Contaba mam que haba comprado unas ovejas a cambio de tejidos y las cuidaba Ceferino con sus propias manos. Mientras l trabajaba, deca mam, los dems hermanos jugaban. 4 Los Namuncur habran estado en Chimpay hasta enero de 1900, despus de la gran inundacin que, probablemente, aceler su partida. Doa Teresa Matteuzi afirmaba que el 6 de enero de 1900, la tribu fue cruzando el ro en bote de un tal Equiza, en un paraje denominado La Paloma. Un mes despus una de sus tas le coment haber ledo en el diario la noticia del casamiento de Namuncur. Y, efectivamente, el 12 de febrero de 1900, Don Manuel Namuncur se haba casado con Ignacia Rail, en General Roca, por civil y por iglesia. Es interesante destacar que, durante su infancia, Ceferino recibi en su tribu el apodo o sobrenombre de Morales, en atencin a un pen muy manso de la zona. Pero se trat siempre y slo de un apodo. El nombre con el cual fue registrado, segn consta tanto en el Registro Civil como en el acta de bautismo, es siempre Ceferino. Ya hemos hablado de la escasez que acechaba a su gente y a su misma familia, por la cual, aun siendo nio de corta edad, haba debido mendigar entre los vecinos. Pues bien, Juan Couel, secretario de Don Manuel, declara haber visto conmovido a Ceferino y con lgrimas en los ojos por las condiciones infrahumanas en las que viva su gente. l mismo refiere que presenci este dilogo entre Ceferino y su padre: -Pap, cmo nos encontramos despus de haber sido dueos de esta tierra! Ahora nos encontramos sin amparo. Por qu no me llevas a Buenos Aires a estudiar? Entre tantos hombres que hay all, habr alguno de buen corazn que quiera darme proteccin, y yo podr estudiar y ser algn da til a mi raza. - S, hijo -le dijo el padre, y lo abraz y lo bes-; y prosigui: -Tengo muchos amigos en Buenos Aires. Por lo menos, dicen que son amigos... Har lo posible para recomendarte a ellos. La nica cosa que quiero decirte es que tienes que separarte de nosotros. Te afligirs, pero no dirs que tu padre te ha abandonado o no secund tus designios. Dios quiera, hijo, que puedas ser til. 5
Pie de pgina 4: Testimonio, ob. Citada, pgs. 91-92. Pie de pgina 5: Testimonio, primera serie, pg. 90.

Es absolutamente sorprendente la precocidad de Ceferino (que, por otra parte, segn testimonio de su madre, pens siempre como un hombrecito) quien, a los 11 aos, se da cuenta de la situacin real que vive su gente y de la necesidad y urgencia de

buscar alguna salida. Y cmo advierte que hay que capacitarse, abrirse a la cultura huinca, hacerse til a su gente. Desde entonces, la situacin de los indgenas no ha variado mucho. Lamentablemente ha pesado durante mucho tiempo el estigma de ser indio y sus derechos no han sido reconocidos ni respetados. Pero el pueblo mapuche sigue luchando an hoy por su dignidad.

Captulo 5 Viaje hacia la cultura huinca

Cmo est solitaria la ciudad popular (Lamentaciones 1,1) La salida de Ceferino Namuncur de su tierra y su radicacin en Buenos Aires no puede asimilarse enteramente a la gran Salida del Pueblo de Israel de Egipto. Tampoco el Exilio refleja plenamente la situacin de Ceferino, rumbo a la tierra prometida. Por eso, creemos que debe entenderse en el marco de la vocacin de Abraham. Sin embargo, Buenos Aires debi representar en algunos aspectos la figura de Babilonia para Ceferino: la ciudad grande, la metrpoli del blanco (por ms que en ese momento fuera tan slo una gran aldea), un reducto del paganismo, en el que Ceferino debi sufrir en carne propia la discriminacin, la burla, la falta de reconocimiento. Pero, al mismo tiempo, esta salida de Ceferino puede asimilarse tambin a la peregrinacin que, como cristianos, estamos llamados a realizar porque no tenemos en este mundo morada fija, sino que vamos buscando la futura. Y entre Egipto, Babilonia y Jerusaln, tambin Ceferino fue haciendo su camino hacia la patria definitiva.

Es propio de los grandes hombres luchar por un ideal y es igualmente necesario para los hombres con visin de la historia aceptar la realidad para trabajar a partir de ella. Del mismo modo que Don Manuel Namuncur, despus de haber sido uno de los caciques (slo igualado y tal vez superado por Sahyueque) que ms se empe en luchar por conservar su tierra y su autonoma, tuvo que aceptar la supremaca de los vencedores y tratar con ellos, Ceferino, en la lnea de su padre, se dio cuenta de que haba que abrirse a la cultura huinca para incorporar sus elementos ms valiosos, pero sin renunciar nunca a la identidad mapuche en la que haba nacido y se haba criado y de la que se senta sanamente orgulloso. Hay que entender en esta perspectiva el traslado de Ceferino a Buenos Aires. Y sobre todo el viaje hacia la cultura blanca que le poda dar otros instrumentos para ser til a su gente. Por los datos disponibles, el viaje debe haberse realizado entre mediados o fines de agosto de 1897. El viaje a Buenos Aires en aquellos aos duraba varios das. Hasta Choele Choel, una comitiva de a caballo acompa a Ceferino y a su padre. Ya haba un pequeo casero, frente a la isla del mismo nombre y la siguiente etapa sera en galera, hasta Ro Colorado. En esa localidad tomaron el tren. Viajaban con l, adems de su padre, un primo de Ceferino y el lenguaraz que siempre acompaaba al Cacique. Cuando se supo en Buenos Aires que don Manuel Namuncur viajaba hacia la Capital, los mapuches residentes que, por distintos motivos, se haban afincado all, se reunieron para esperarlo en la Estacin del Ferrocarril Sud. Presida la delegacin el mapuche Antonio Rey que lo recibi con estas palabras: -Venimos a recibirlo... somos los mismos paisanos suyos de ayer... hemos sido y seguiremos siendo sbditos de Ud... le conservaremos el mismo amor de siempre. Cuando le preguntaron a Ceferino cul era la razn de su viaje a la Capital, ste respondi muy resueltamente: -Vengo a estudiar para ser til a mi raza. Los indgenas residentes seguan sintindose mapuches y celebraron la respuesta de Ceferino. Namuncur fue inmediatamente a ver al General Luis Mara Campos, y a pedirle su intervencin para conseguir colegio para su hijo. El general le prometi conseguirle una beca en los Talleres Nacionales de la Marina, situados en el Tigre. All ingres Ceferino inmediatamente, como aprendiz de carpintero, pero no se sinti cmodo. No tenemos testimonios detallados de cules fueron las razones por las cuales no estuvo a gusto en esta escuela, pero lo cierto es que cuando, a los pocos das, su padre fue a visitarlo, Ceferino le pidi que por favor lo retirara, pues no poda habituarse a ese ambiente. Namuncur recurri al consejo del ex presidente Luis Senz Pea, a quien apreciaba mucho. Y el ex presidente le habl de los Colegios Salesianos, que se destacaban por su buen nivel educativo y su espritu familiar. Se trataba, adems, de los evangelizadores de la Patagonia, a quienes Namuncur no conoca todava directamente, pero de los cuales mucho haba odo hablar. Y ese mismo da, 14 de setiembre de 1897, el Dr. Luis Senz Pea le entregaba al Cacique una nota de recomendacin. En esos mismos das Monseor Cagliero se encontraba en Buenos Aires y hacia l fue con la buena noticia el P. Jos Vespignani,1 despus de recibir al Cacique Namuncur. Hay que decir que hasta ese momento Namuncur no conoca a Monseor Cagliero. De modo que recin a partir de ese momento en que son presentados, inician una amistad que ir afianzndose con el paso del tiempo.

Y el 20 de septiembre de 1897 entraba Ceferino al Colegio Po IX de Almagro. Junto con l tambin ingresaba un sobrino del Cacique, Albino Namuncur Montiel, de 14 aos, cuyos padres tambin vivan en Chimpay. Monseor Cagliero invit al husped a almorzar en el Colegio Hubo discursos, banda y al final todos los chicos rodearon a los visitantes. Ceferino se vio de pronto circundado por seiscientos chicos que lo miraban con curiosidad. En realidad, l viva en el Colegio Po IX, pero estudiaba en el San Francisco de Sales -calle por medio- en el que funcionaban los dos primeros grados del primario. Los primeros das de Ceferino debieron ser difciles. No saba hablar prcticamente ni una palabra en castellano, era el centro de las miradas de sus compaeros (algunas no muy amistosas) por su condicin de indgena, y chicos y grandes comentaban por todas partes la llegada del hijo del gran Cacique mapuche. Sin embargo, cuando Don Manuel Namuncur volvi a verlo despus de unos das, Ceferino le dijo que l se encontraba feliz en su nuevo Colegio y que poda volver tranquilo a la Patagonia. Ceferino haba ingresado en un nuevo mundo. Puso todos sus esfuerzos en adaptarse rpidamente y por cierto lo consigui ya que, en pocos meses, alcanza a expresarse en castellano y en los estudios avanza rpidamente: en 1899 est en segundo grado, en 1900 en tercero, en 1901 en cuarto y en 1902, en sexto grado. Igualmente, llama poderosamente la atencin la excelente caligrafa que puede observarse en varios documentos escritos que se conservan de Ceferino. Hay cartas de abril de 1898 o de noviembre del mismo ao, en las cuales aparece ya, adems de una clara y fluida expresin en castellano, su excelente capacidad caligrfica que fue, con el tiempo, admirada por todos.
Pie de pgina 1:JOS VESPIGNANI: Naci en Italia en 1854, profes en 1876, sacerdote en 1876, muri en 1932. Se hizo salesiano siendo sacerdote y se traslad enseguida a la Argentina, en donde desarroll una gran actividad como Director, Inspector y animador de importantes obras apostlicas. Fue superior, amigo y admirador de Ceferino. (Nota de Editores).

Desde los primeros momentos (y siempre a lo largo de su vida) Ceferino se mantiene ligado a sus padres, a quienes nunca dejar de escribirles, primero a Chimpay y luego a San Ignacio. Ceferino nunca se sinti separado de su gente, ni por las distancias ni por las nuevas costumbres que debi ir asumiendo. Por eso mantuvo con ellos una intensa y cariosa correspondencia y reciba con gran afecto a su padre cuando lo visitaba en el Colegio de Almagro. Por lo dems, Ceferino se va integrando en todos los aspectos de la vida del Colegio: en el estudio, en el juego, en el canto, en la relacin cordial con sus compaeros y superiores que lo apreciaban mucho, en la oracin y en la fe. Precisamente es en el descubrimiento de los grandes valores cristianos donde Ceferino se destaca de inmediato. A travs del catecismo se le abren progresivamente los misterios de la fe cristiana, a los que sin duda lo haban de alguna manera encaminado la sincera vivencia de la religiosidad mapuche, en la que haba vivido su primera infancia. No tenemos mayores detalles de cmo haya sido el catecismo de Ceferino, es decir, su preparacin inmediata a la comunin, pero sabemos que, desde el principio, manifest especial inters por conocer y vivir el Evangelio de Jess. Segn el P. Entraigas, su catequista ha debido ser el P. Antonio Costamagna. En sus conversaciones frecuentes con el P.Jos Vespignani y otros superiores iba desahogando sus dudas y preocupaciones. La participacin cotidiana de la Eucarista tambin lo preparaba e iniciaba para una vivencia cada vez ms plena del banquete eucarstico. Por otra parte, ya a comienzos de 1898, Ceferino fue propuesto para la compaa del ngel Custodio, grupo de nios (ms bien pequeos) que tenan sus reuniones

semanales sobre temas religiosos. Ms adelante, formar parte tambin de otros grupos apostlicos. Como preparacin inmediata a la Primera Comunin, Ceferino realiz los Ejercicios Espirituales junto a sus compaeros en julio de ese ao. Y el 8 de septiembre -fiesta de la natividad de Mara- realiza su Primera Comunin en la Capilla del Colegio Po IX. El P. Jos Vespignani, en un artculo aparecido en el Boletn Salesiano, dice al respecto: Edific a todos su diligencia empeada en prepararse a la primera confesin y, poco despus, a la primera comunin. El fervor con que recibi estos sacramentos le qued impreso en la persona, dndole una expresin casi de ngel y ayudndolo a destacarse indefectiblemente entre sus compaeros por su piedad, diligencia y conducta ejemplar y filial confianza y tierna gratitud hacia los superiores. 2
Testimonio de Jos Alleno Un da nos hallbamos jugando al juego de la bandera con Ceferino, yo y otros compaeros entre los cuales recuerdo a Fermn Carreras, de trgica memoria, a un tal Viale, Bicoca y otros. Se suscit un incidente entre Ceferino y yo: l me haba tocado y yo deba pararme al punto, pero la partida era muy reida y quise trampear para ganar: insist en que no me haba tocado. Ceferino protesta. Yo me acaloro y lo llamo tramposo. l me trat de mal hablado y nos fuimos a las manos. En ese momento intervino un Padre cuyo nombre no recuerdo, pero creo que era hermano de usted (escribe al P. Jos Vespignani), el Padre Pedro, y nos separ.

Aunque no hay ningn documento escrito sobre algn propsito que Ceferino hubiera hecho en el momento de su Primera Comunin, hay quienes piensan que, desde entonces, Ceferino vivi cada vez ms hondamente la piedad eucarstica: Jess estuvo siempre en el centro de su vida.
Pie de pgina 2: Boletn Salesiano, junio de 1915, pg 145.

El mapuche es ms bien cauteloso y reservado. Pero cuando el pe mapuche se entrega, se da sin vueltas y para siempre. Eso ocurri con Ceferino, sobre todo con su entrega a Jesucristo, pero tambin con sus amigos o padres salesianos, a quienes les abri el corazn y se dio sin reservas. Pero a Ceferino, todos estos progresos y adelantos le costaban sangre. Sus primeras notas en este primer ao de colegio son bajas (a excepcin de canto, conducta y catecismo). Y en su segundo ao, en 1898, debi masticar la amargura del aplazo. Por otra parte, un informe del Director del Colegio, al cabo del primer ao de estudios, dice lo siguiente: Ceferino iba aprendiendo el idioma nacional con decisin, pero trabajosamente. 1 Por eso, aprovecha las vacaciones en la Escuela Agrcola de Uribelarrea, para poder seguir avanzando en el estudio y ponerse al da, especialmente en las materias en las que haba tropezado con mayores dificultades. Para eso, para estudiar, ha venido a Buenos Aires y no quiere perder un minuto para seguir conociendo los secretos de la ciencia humana y los misterios de Dios. Tambin Ceferino comienza a sentir muy de cerca la prepotencia y la malicia de sus compaeros. Es cierto que la gran mayora lo aprecia sinceramente. Pero es cierto tambin que algunos se burlan de l, quieren pasarlo por encima, o simplemente lo dejan de lado por su condicin de indgena. Ceferino, sin embargo, no devuelve mal por mal, y si alguna vez amag irse a las manos, inmediatamente se reconcili con su compaero que, por una mentira, haba sido el causante de la discordia.

En las vacaciones aprovechaba tambin para retomar contacto con la madre tierra, haciendo valer su oficio de jinete y ocupndose en sus ratos libres en las tareas del campo. En este sentido, realmente puede decirse que Ceferino no olvida nunca que es mapuche, es decir, gente de la tierra. Cuenta uno de sus compaeros: Como yo era el encargado de llevar todas las maanas la leche del Colegio San Miguel a las Hermanas de Mara Auxiliadora, me pidi el P. Gherra que, ya que iba solo en la jardinera, llevara al nio Ceferino como compaero, pues le servira de distraccin y de paseo. Yo, encantado de tener un compaero de viaje, en pocas horas nos hicimos amigos. En el trayecto quera siempre l manejar el caballo. Yo siempre lo complaca. l me narraba muchas cosas de la Patagonia. Para m eran todas novedades, pero como no me interesaban, prestaba poca atencin. Tanto que una vez lo interrump con una pregunta que no vena al caso. Y l me dijo: Cmo? No le interesan a usted mis explicaciones? Si usted conociera la Patagonia, vera qu linda es. 2 Ceferino, a pesar de la lejana, a pesar de su aceptacin de la cultura blanca, no deja de permanecer siempre fiel a su tierra, a la Patagonia, a su raza mapuche.

Pie de pgina 1: Testimonios, Serie segunda, pg. 17. Pie de pgina 2: Testimonios, Serie primera, pg. 113.

Captulo 6 Ceferino en Buenos Aires

Ceferino en Buenos Aires La estada de Ceferino en Buenos Aires fue un tiempo de descubrimiento, apertura y formacin. Aprendi las ciencias humanas, por sobre todo la catequesis, que le abra el corazn a los misterios del Reino. Fue un tiempo de iniciacin a la sabidura cristiana. Fue descubriendo poco apoco las riquezas de la Palabra de Dios, lmpara destinada a brillar siempre en el camino de su vida. En este sentido puede decirse que en l se cumpli plenamente el Salmo 119: Acurdate de la palabra que me diste, con la que alentaste mi esperanza. Lo que me consuela en la afliccin es que tu palabra me da vida. Los orgullosos se burlan de m como quieren, pero yo no me desvo de la Ley. Recuerdo, Seor, de tus antiguos jueces, y eso me sirve de consuelo(Sal. 119, 49-52). En Ceferino, la antigua sabidura mapuche heredada de sus padres, encuentra aqu como su culminacin. Dios es la fuente de toda sabidura y Ceferino la percibi as. Adems la sabidura tiene un sentido prctico. Se trata de la sabidura que ensea a vivir, a relacionarse con los dems, a cumplir con las propias responsabilidades. Por otra parte, la sabidura cristiana puso al joven mapuche en la perspectiva de lo definitivo, lo ayud a darse cuenta de la relatividad o vanidad de las cosas que pasan y de las mltiples opresiones que el hombre sufre en el mundo y que Ceferino haba experimentado en carne propia. Yo volv mis ojos a toda las opresiones que se cometen bajo el sol: ah estn las lgrimas de los oprimidos, y no hay quien las consuele (Ecl. 4,1) Precisamente, para consolar y animar, para anunciar y liberar, Ceferino trat de profundizar en la sabidura de la fe y en el misterio cristiano. ** Para entender la formacin de Ceferino y su progresiva maduracin personal, es necesario tener presentes dos consideraciones. En primer lugar, Ceferino Namuncur fue un chico extremadamente dotado. Si bien su liderazgo se ejerci de manera radicalmente distinta de cmo lo haban realizado su padre o su abuelo, Ceferino tuvo condiciones personales poco comunes: dotado para las relaciones humanas, dotado para el estudio, dotado para el ejercicio fsico (mientras lo acompa la salud); dotado para el esfuerzo sostenido y perseverante, dotado de una intuicin poco comn y de una madurez precoz que le hacan darse cuenta de cuestiones y realidades importantes y que superaban ampliamente su edad. Pero es cierto tambin, y aqu viene la segunda consideracin, que nada le fue fcil ni regalado. Tuvo que poner en juego toda su tenacidad y su esfuerzo para que todas esas cualidades pudieran desarrollarse y potenciarse. Esto se ir manifestando, por ejemplo, en el estudio, pero tambin en todas las facetas de su aprendizaje en el mundo de los blancos. Uno de los aspectos en los cuales se destac fue el canto. En efecto, ya desde los primeros das, habiendo sido probado para integrar el coro del colegio, el maestro qued entusiasmado de la calidad de la voz de soprano de Ceferino.

Su maestro de coro testimoni: Posea una linda voz de soprano. Le gustaba mucho cantar las partes a solo. Ese ao (1901) se ejecut la misa de Capocci, y Ceferino cant a maravilla el et in terra pax. Para los nios del Po IX era una gran satisfaccin el or cantar al hijo del Cacique. Por esta misma poca frecuent el colegio Po IX e integr tambin el coro, quien despus sera el gran cantor Carlos Gardel 1 (en el Colegio inscripto como Gards). Ceferino siempre recibi algn premio en canto. En el 99, diploma digno de alabanza, al ao siguiente, el segundo premio; en 1901, el primer premio; al ao siguiente (sin duda en la duracin del cambio de voz y con los primeros sntomas de la enfermedad) obtiene airosamente el diploma digno de alabanza. Ese mismo diploma recibi Carlos Gardel. Ceferino tambin se destaca por la fidelidad de su memoria. En 1899, obtiene el segundo lugar en el Concurso Catequstico que se realiza en el Colegio. Entre las distintas facetas o motivo de este prestigio que tena, se encuentra su destreza y habilidad en el deporte. Adems de sus entretenimientos mapuches que pudo ejercitar especialmente en Uribelarrea (andar a caballo, caceras, tiro con el arco, etc.) Tambin jugaba con gusto a la pelota (en la que se destacaba) y a los dems juegos habituales de los chicos en ese momento. Y poco a poco, a medida que pasaba el tiempo y lo iban conociendo, Ceferino iba ganando prestigio entre sus compaeros. En 1899 se haba producido en Ro Negro una gran inundacin que haba causado graves perjuicios y destruccin. A tal punto lleg el desastre que en Viedma el nico edificio que qued en pie fue el Colegio San Francisco de Sales. Y en Stefenelli ha quedado grabado en bronce el lugar hasta donde lleg el agua, en una de las partes del viejo colegio. Para ayudar a los inundados se form en el Colegio Po IX una comisin de alumnos, de las que fue elegido como presidente el mismo Ceferino y en la que tuvo activa participacin. El nacimiento del nuevo siglo report un golpe grande para Ceferino. En ese ao Don Manuel Namuncur y su tribu debieron retirarse de Chimpay, para tomar posesin de las nuevas tierras. Pero hubo tambin otro rudo golpe en ese primer ao del nuevo siglo, que signific un impacto muy grande para Ceferino. Hay que recordar que, aunque los mapuches eran mongamos, el cacique tena el privilegio de tener varias mujeres. Por lo que sabemos, Namuncur tuvo al menos catorce mujeres, segn el documentado estudio del monje benedictino Meinrado Hux, aunque es probable que con algunas de ellas no haya convivido nunca. Se trataba en buena medida de matrimonios polticos, que garantizaban al cacique la adhesin de los clanes con los que se emparentaba. Por lo que sabemos, Don Manuel convivi sobre todo con cuatro, entre las cuales Doa Rosario Burgos, la madre de Ceferino. Ahora bien, cuando Don Manuel se hizo bautizar se propuso dar cumplimiento apenas pudiera al precepto cristiano, casndose con una de sus mujeres y abandonando definitivamente la poligamia. Y consta que se preocup para que sus capitanejos o caciques subordinados hicieran otro tanto. La elegida fue Ignacia Rail. Y aprovech su paso por General Roca para casarse con ella, por civil y por Iglesia. En los archivos de la Parroquia se conserva el Acta de matrimonio. Qu fue de la vida de Rosario Burgos desde entonces? La madre de Ceferino busc refugio en la tribu de Yanquetruz, en las cercanas de Roca. All se cas con un indio llamado Coliqueo, con el que se radic primero en Comallo y luego en Tres Morros, cerca de Zapala. Luego volvi a Ro Negro a la tribu de Anecn Chico, en 1932. Cuando falleci su esposo fue recibida por su hija Clarisa en San Ignacio, donde pas sus ltimos aos y finalmente falleci. Varios salesianos pudieron conocerla personalmente y el P. Pasino la entrevist para que brindara su testimonio sobre algunos hechos de la vida de Ceferino.

Pie de pgina 1: CARLOS GARDEL: (Charles Romuald Gardes); Naci en Toulouse (Francia), en 1887. Actor, compositor y cantante argentino, lleg muy nio al pas junto con su madre Berta. Es considerado el mejor intrprete de tangos de todos los tiempos. Muri en un accidente de aviacin en Medelln (Colombia) en 1936. (Nota de los Editores).

Para Ceferino este hecho signific una estocada dursima. Su madre haba dejado de ser la esposa de Don Manuel Namuncur y, por si fuera poco, se haba ido de la tribu. Hay indicios que permiten afirmar que Ceferino averigu pacientemente el paradero de su madre, hasta poder comunicarse con ella. Pero este golpe es vivido ahora por Ceferino desde la perspectiva de la Cruz de Jesucristo, en la que encuentra respuesta al dolor humano. l ha aprendido a conocerlo y a quererlo cada da ms. Comulga diariamente, ora con frecuencia y cada vez se siente ms atrado por los valores del Reino. En ese mismo ao, un asistente (Luis Bertagna) le llama la atencin a Ceferino porque se lo ve distrado, mirando por la ventana. El maestro, como la situacin se sigue repitiendo, opta por cambiarlo de lugar. Pero el buen mapuche aprovecha una conversacin en el patio para quejrsele mansamente, porque desde el nuevo lugar donde lo han colocado no pude ver la lmpara del sagrario en la capilla. Uno ms de los signos de incomprensin, que ha debido soportar Ceferino, de parte de los blancos. En efecto, nuestro mapuche va madurando rpidamente en su fe cristiana. Las humillaciones que, a veces, debe sufrir por parte de sus compaeros, las dificultades para adaptarse al nuevo ambiente,
Carta de Ceferino P. 100-101 Reverendo Padre Director: (12) Deseo en este da decirle unas cuantas palabras; pero como no puedo decrselas, porque tengo vergenza, yo se las digo con la carta. En estos dos aos y medio que estoy en este colegio, me ha gustado mucho, viendo que todos los superiores me quieren y tambin que los superiores son muy buenos. Estoy muy contento que el reverendsimo monseor Cagliero me haya trado del campo para que sea un buen cristiano. Algn da, cuando sea grande, tambin le ayudar a monseor Cagliero a convertir indios. Los pobres que estn all no saben que hay Dios, no saben que Jesucristo derram su sangre para salvarnos. Yo tampoco lo saba que haba Dios, cuando vine pues entonces debemos rezar por ellos para que se salven. Gracias a Dios que estoy muy bueno, me ha ayudado a estudiar y me ha trado del campo. Yo rezar mucho por Ud. Ceferino Namuncur

las malas noticias de su gente y de su madre, son ocasiones para vivir ms intensamente el Misterio Pascual de Jess. l va haciendo diariamente su camino de purificacin y liberacin interior, que tambin desea para su pueblo. En este sentido, tambin hay que mencionar las intencionales humillaciones a las que el P.Costamagna lo somete en diversas ocasiones para resguardar -con criterios propios de la asctica de la poca- al joven mapuche de la tentacin de la vanidad. Pero Ceferino -y sta es una de las claves en las que l percibe el misterio cristiano- no vive la fe de manera individualista y desintegrada. l ms bien se inspira en el Seor Jess que vino a este mundo para ser el servidor de todos. Por eso, apenas se da cuenta del valor redentor del Cristianismo, surge en l el deseo profundo y ardiente de ser apstol. No es suficiente conocer a Jess. Ni siquiera amarlo y tratar de imitarlo o

seguirlo. Es necesario anunciarlo. Por eso Ceferino se aplica intensamente al apostolado, para que tambin sus compaeros puedan conocer y vivir la Buena Noticia de Jess. Y esto lo hace en todas las circunstancias: en el patio, en la clase, en las vacaciones y la diversin. Pero tambin, en una faceta quizs poco conocida de su vida, lo hace como catequista. En efecto, ya en 1900, es decir, a los catorce aos, se desempea como catequista de nios en el Colegio San Francisco de Sales, de donde es alumno. Por eso, a veces, en los recreos, se lo ve leyendo con mucha atencin el catecismo. Y a la pregunta que le hiciera el Padre Luis sobre el por qu cansarse tanto en lugar de jugar con los dems, Ceferino responde: -Es que debo aprender mejor que todos el catecismo, porque tengo que enserselo despus a mi gente. Adems Ceferino participa activamente en las compaas, grupos de nios y adolescentes que proponan formacin y apostolado a quienes las integraban. Ahora bien, Ceferino perteneci en algn momento a cuatro de estas compaas o grupos simultneamente: a la del ngel Custodio (ya en 1900), a la del Santsimo Sacramento, a la del Pequeo Clero (de los monaguillos) y a la de San Luis. Sus compaeros han testimoniado que se caracterizaba por su participacin y su espritu de iniciativa, que lo convertan en uno de los principales animadores de estos grupos. Justamente para atraer y entretener a los chicos haba aprendido algunos juegos de prestidigitacin. Y result tan interesante y persuasivo en estos juegos que alguien lo
Carta al P. Jos Viva Jess, Mara y Jos! Viva Don Bosco! Revmo. Padre don Jos Vespignani Reverendsimo Padre: Ya hace tiempo que no le escribo carta a V.R. Con qu ansiedad espero la orden de volver a San Carlos, Muy Reverendsimo Padre, mas la orden nunca llega! Concdame la gracia de que pueda volver y estar para Navidad en el colegio, ya que no pude estar para la Inmaculada, a lo menos en esta boda del Nio Jess. Mi salud est completamente restablecida y es por eso que he decidido volver. Ah, mi muy Rdo. Padre, pienso ir muy pronto al Seminario Salesiano de Bernal, pues ya me ha dicho S.S. Ilustrsima Mons. Cagliero para seguir la Voluntad Santa del Seor que me llama a su santo servicio, aunque soy indigno a tan alto honor. Tambin V.R. me prometi que me mandara pronto a esa Santa casa de Bernal; y espero que V.R. se dignar aceptar mi humilde peticin. Recuerdos a S. Ilust.ma Monseor Juan Cagliero. Sin ms que decirle, me despido pidiendo su santa bendicin, encomendndome en sus oraciones, este pobre hijo en J. Y M. Ceferino Namuncur

acus de andar en tratos con el diablo. Varios testigos han manifestado la extraordinaria habilidad con la que mantena en vilo a muchos nios con sus trucos de magia. Y cuando vaya a Viedma, enseara tambin diversos juegos a sus compaeros. En 1899 comienza a germinar tambin en el corazn de Ceferino el deseo de ser sacerdote. Su pasin incontenible de llevar a Jess a los dems lo lleva a querer entregarse totalmente a esta misin, en el sacerdocio. Por eso, le abre su conciencia al padre Jos en la Direccin Espiritual y con su ayuda va haciendo el camino del discernimiento para reconocer cada vez mejor qu es lo que pide la Voz que siente en su interior.

Esta inquietud y este deseo se mantendrn inconmovibles en el corazn de Ceferino, a pesar de las diversas vicisitudes por las que tendr que pasar. Y con el tiempo, podemos decir, se fue haciendo ms fuerte y consistente. Pero, al mismo tiempo que su corazn se abre de par en par al seor Jess para que el Espritu siga haciendo su obra en l, Ceferino se mantiene fuertemente ligado a su gente, a su cultura, a su origen mapuche. En una carta enviada al Padre Jos, encontramos el testimonio ms elocuente de la incipiente pero firme intencin vocacional de Ceferino. An cuando se encarna cada da ms en las exigencias de la cultura blanca, sigue subsistiendo en Ceferino un fuerte sentido de comunin, solidaridad y adhesin a su gente. Por lo pronto, sigue siempre escribiendo a su padre, a su madre y a otros parientes y miembros de la tribu. Es una verdadera lstima que muchas de estas cartas se hayan perdido. Adems, no se avergenza de su condicin indgena manejando arco y flecha a la perfeccin, cuando el P. Beauvoir trae estos artefactos desde Tierra del Fuego al Colegio de Almagro. Ni tampoco cuando monta el petiso del lechero para dar unas vueltas por las calles de Buenos Aires, dando una demostracin de su destreza de jinete, ante el temor y el escndalo de muchos vecinos bienpensantes. O como cuando el seor Viggiolo, que lo sola llevar los domingos a su casa de campo, le pidi el favor de que seleccionara algunos caballos que haba comprado, para saber si eran de tiro o de silla. Ceferino comenz palpando los caballos en la cruz. Luego los fue separando y, finalmente, mont uno por uno a los que haba clasificado como de silla. Y el xito fue completo, la seleccin haba sido la justa en todos los casos. Adems, cuando tiene ocasin de hablar en su lengua con algn misionero, nunca pierde la oportunidad. En este sentido, Ceferino nunca fue un vergonzante de su lengua o de su cultura. Tambin ense algunas palabras en mapuche a algunos de sus compaeros ms curiosos. Especialmente durante las vacaciones que pasaba en Uribelarrea, aprovechaba para hacer largas cabalgatas y ocuparse afectuosamente de todo lo que tena que ver con la tierra y con el campo. Hasta parece que Ceferino salv a algunos compaeros de una estampida de novillos, por su experiencia de hombre de campo. Demostraba tambin un gran respeto por la naturaleza, proverbial en las etnias aborgenes de Amrica, y un trato respetuoso y carioso con los animales. Le fastidiaba sobremanera cuando alguien los haca sufrir o los persegua sin motivo. En todo esto y mucho ms, Ceferino segua siendo profundamente Namuncur, es decir indgena y mapuche hasta los tutanos. Por eso, una de las grandes alegras que tuvo el adolescente mapuche fue la gran misin que Monseor Cagliero realiz en la tribu Namuncur, en San Ignacio, despus de una larga gira que lo llev primero a Chosmalal y a otras muchas poblaciones y parajes del campo neuquino. En esa misin Cagliero prepar personalmente al cacique quien, el 25 de marzo de 1901, hizo su primera comunin y, despus de unos das, recibi la Confirmacin. Esta misin dur ms de seis meses y Ceferino la sigui con gran avidez. No en vano, en un homenaje tributado a Monseor Cagliero en Buenos Aires y en el cual tuvo a su cargo uno de sus discursos, Ceferino concluy diciendo: Yo tambin me har salesiano y un da ir con Monseor Cagliero a ensear a mis hermanos el camino del cielo, como me lo ensearon a m. En esa misin el viejo Cacique (ya contaba 86 aos) pidi tambin al misionero que bendijera el camposanto, ya que, hasta ese momento, San Ignacio no tena cementerio.

Pero, adems, Namuncur hizo profesin pblica de su fe cristiana y anim a los suyos a instruirse en la fe, aprovechando la presencia de los misioneros. Parece que hacia fines de 1901 le aparecen los primeros sntomas de la enfermedad. Y a mediados de octubre de 1902 los superiores deciden enviarlo a Uribelarrea, porque el estado de su salud deja bastante que desear. Se pensaba que el aire de campo le resultara beneficioso y tal vez no se sospechaba an la gravedad de la enfermedad. Durante esos meses, Ceferino vivi intensamente unido al Misterio del cuerpo entregado y de la sangre derramada en la Eucarista. Se le pidi que realizara el oficio de sacristn, y lo cumpli con entusiasmo y cuidado, hasta el ms mnimo detalle en el orden y la limpieza de la capilla y los dems objetos sagrados. Adems, muchas veces ayudaba como asistente o preceptor de los chicos de la Escuela Agrcola. El P. Heduvan nos ha dejado precisamente este testimonio: Este joven mostr siempre, durante esos pocos meses del ao 1902, un caudal grande de piedad, siendo adems, por el buen temperamento que lo caracterizaba, muy apreciado por los pequeos agricultores, a los cuales asista y cuidaba cuando el asistente no poda, por alguna razn, estar con ellos. Y no recuerdo que alguno se le hubiera insubordinado o faltado el respeto al pequeo asistente. Hay que decir tambin que el progreso de la enfermedad no le impide a Ceferino afianzarse en su deseo de ser sacerdote y misionero de su pueblo. Por eso, cuando se le dice que los aspirantes al sacerdocio deben continuar sus estudios en el colegio de Bernal, manifiesta su firme intencin de solicitar que se lo admita en ese colegio, como aspirante salesiano. Este deseo se convertir en l en una verdadera obsesin, que no lo abandonar hasta su muerte. Sin embargo, a pesar de lo que l supona, no estaba sano. Al contrario, la enfermedad segua su curso y los superiores deciden enviarlo a Viedma, confiando en que el clima patagnico favorecera su recuperacin.

Captulo 7 Ceferino en Viedma

Seor, el que t amas est enfermo En esta larga marcha del pueblo de Dios, est tambin la crisis, el dolor, la enfermedad. El desierto es duro y spero. En cualquier momento sobreviene el cansancio de la carne, la enfermedad y la muerte. Tambin en la vida de Ceferino llega el momento de la enfermedad, pero sta es, como la de Lzaro, para Gloria de Dios. El l se cumple tambin plenamente la palabra de Jess a Mara: No te he dicho que si crees, vers la Gloria de Dios? (Jn. 11,40) La enfermedad de Ceferino es otra oportunidad, la gran oportunidad de llevar la Cruz de Jess. Porque el que quiere salvar su vida la perder... . En la enfermedad Ceferino, como Jess en la Cruz, se va despojando de todo, absolutamente de todo. Si el enfermo es el rostro viviente de Jess Crucificado, tambin Ceferino Namuncur, solidario con tanta gente de su pueblo, que muri vctima de las epidemias o enfermedades para los que no tenan defensa, se identifica con Cristo agonizante y abandonado. Pero Dios cumple sus promesas y el pueblo puede confiar en llegar a la tierra prometida. Y tambin el Crucificado lleva en s la semilla de la Resurreccin. Aproximadamente a fines de enero de 1902 (segn los clculos de Entraigas), Ceferino viaja a Viedma. Patagones y Viedma han sido la avanzada en la evangelizacin de la Patagonia. All estn las comunidades salesianas, desde donde salen los misioneros, como Patiru Domingo en sus largos y fatigosos viajes misioneros. All tiene su residencia Monseor Cagliero, Vicario de la Patagonia. All est la Parroquia del Carmen, los colegios salesianos y las Hijas de Mara Auxiliadora, los Oratorios. All tambin el padre Evasio Garrone, conocido por la gente como el padre doctor ha fundado el primer Hospital de la Patagonia. All pasar Ceferino probablemente los momentos ms gratos de su vida. Pero all tambin deber cargar la cruz de la incomprensin y el rechazo. Viaja en el Vapor Pomona y aparentemente sin nadie que lo acompae. Y ya el 8 de febrero escribe al P. Jos Vespignani a Buenos Aires, comentndole el viaje y su llegada al Colegio Salesiano de Viedma. All, entre otras cosas, le comenta con orgullo mapuche: Oiga, carioso Padre, lo que el buen capitn deca a los dems pasajeros: 'Este nio nunca se marea, es muy fuerte, ste s que es un hombre'. Ceferino viaja a Viedma por motivos de salud. Sin duda, habr hablado con sus superiores y mdicos al respecto. Podemos preguntarnos: conoca Ceferino la seriedad de la enfermedad que lo aquejaba? En la mencionada carta, en uno de los prrafos, se lee: Estando deshauciado y teniendo que lanzarme a un viaje largo y penoso. Si nos atenemos al tenor de las palabras, Ceferino saba que estaba deshauciado. En otras ocasiones, especialmente cuando la enfermedad le da alguna tregua, parecera que Ceferino confa en restablecerse. Es propio de la psicologa del enfermo alternar estados de realismo y claridad con momentos en que el mismo deseo de la salud lo mueve a ser optimista con respecto a la evolucin de la enfermedad. De todos modos, si efectivamente conoca su estado de salud, con qu serenidad y fortaleza, con qu discrecin y naturalidad, con qu alegra y capacidad de proyecto sigue viviendo. En ningn momento encontramos en l actitudes de vctima, de depresin o de tristeza. Manifiesta una notable fortaleza interior y est siempre animado por el Espritu de Dios que lo sostendr hasta el final.

Mientras tanto Don Manuel Namuncur, probablemente enterado de los quebrantos de la salud de Ceferino, envi una comitiva a Buenos Aires, para que se lo trajeran a San Ignacio. Sabemos por distintas fuentes que el Cacique extraaba a su hijo y deseaba poder verlo lo antes posible. Formaban parte de la comitiva, su hijo Julin, su hermano Jos y Miguel, un joven de la tribu. Los enva con una carta dirigida a Don Luis Senz Pea. All se encuentran con la sorpresa de que Ceferino no est en Buenos Aires, sino que ha sido enviado a Viedma. Deben regresar, entonces, con las manos vacas. Mientras tanto, la vida de Ceferino transcurra en el Colegio San Francisco de Sales que, en ese momento, se encontraba en pleno auge. Su edificio -monumental para la poca- haba sido inaugurado en 1897. Funcionaba all una Escuela de Artes y Oficios con pupilaje, en la que estudiaban muchos chicos de la Patagonia, aprendiendo y capacitndose para diversos oficios: carpintera, sastrera, tipografa, etc. Haba tambin un pequeo grupito de aspirantes que recibieron con gran alegra a Ceferino cuando se enteraron que ste deseaba tambin ser sacerdote salesiano. En aquellos aos reinaba en el Colegio San Francisco de Sales un maravilloso clima de confianza, fervor espiritual y afecto recproco entre todos los miembros de aquella laboriosa colmena. Se viva y respiraba un autntico espritu de familia que hizo que Ceferino se encontrara muy pronto a sus anchas. Un compaero de Ceferino, Augusto Valle, nos narra lo siguiente: ramos pocos compaeros y nos queramos como hermanos. No he vuelto en mi vida a disfrutar de una amistad tan sincera como la de los aos pasados en el Colegio San Francisco de Sales... All los alumnos de sexto grado compartamos con los Superiores y los hermanos Coadjutores de los mismos juegos diarios, broma tras broma en los mismos, con sencillez e ingenuidad en unos, aunque inocente picarda en otros, que a veces segua fuera de los recreos. Esto daba al Colegio un ambiente familiar que slo Don Bosco y el ngel de la Patagonia, Monseor Cagliero, con su imitador, el P. Vacchina, 1 podan formar. Cuntos episodios y cuntas hermosas ancdotas podra contar!. 2 Adems de salesianos sacerdotes haba un nutrido grupo de hermanos Coadjutores, entre los cuales estaba el Beato don Artmides Zatti, que era uno de los pilares del Hospital regional. En Viedma, Ceferino se granje inmediatamente la amistad y el afecto de sus compaeros. Y encontr en el Padre Juan Beraldi un confesor sencillo y bueno, por el que siempre se sinti comprendido y apreciado. Apenas llegado al Colegio, como an era tiempo de vacaciones, Ceferino participa con los chicos que se han quedado de las excursiones, juegos, cantos, caminatas y otros mil entretenimientos que los educadores programan para que todos puedan estar contenidos y entretenidos. Ceferino se pone inmediatamente a disposicin de todos, especialmente de los ms pequeos. Pero, apenas comenzaron las clases, acometi con la tenacidad y el esfuerzo habituales en l, el estudio, incluso el del latn, que deban realizar los aspirantes. Le fue confiada adems la tarea de mantener ordenada la Capilla privada de Monseor Cagliero, tarea que desempe con la mayor alegra y generosidad.
Pie de pgina 1: BERNARDO VACCHINA: Naci en Italia en 1859, profes en 1887, sacerdote en 1882, muri en 1935. Muy querido por Don Bosco. Llegado como misionero a la Argentina, estuvo muchos aos ayudando a Monseor Cagliero en la organizacin del Vicariato y realizando una vasta obra de evangelizacin y civilizacin entre los Indgenas. Fue superior y amigo de Ceferino en Viedma. (Nota de los Editores) 2. Testimonio, Serie Primera, pg. 59

Cuando se dio por concluido el edificio del Colegio Mara Auxiliadora de Patagones, se resolvi que los aspirantes pasaran a la vecina ciudad maragata, precisamente al lugar que antes haban ocupado las Hermanas, que se denomin en aquel momento Colegio San Francisco Javier. Eran dieciocho aspirantes. Nos hemos referido a la pasin de Ceferino por el sacerdocio y a su deseo incontenible de llegar cuanto antes al aspirantado salesiano. Pues bien, Ceferino debi quedarse en Viedma. El P. Luis Klobertanz, en su valioso folleto, propone la hiptesis de que, como Ceferino no era hijo legtimo (no olvidemos que su padre tuvo varias esposas y recin se cas por Iglesia en 1900 con una de ellas), el Cardenal Cagliero se encontraba en un gran conflicto de conciencia, ya que, por una parte, vea las condiciones inmejorables de Ceferino para la vida salesiana pero, por otra, el Cdigo de Derecho Cannico entonces vigente, impeda la admisin a las rdenes sagradas a los hijos de familias de condicin irregular. Y es por ese motivo que se frustra la integracin de Ceferino con los aspirantes en Patagones, como as tambin se frustran otros intentos que el joven mapuche har en Italia (como los que antes haba hecho por ingresar en Bernal). Hay que decir, ante todo, que no hay ningn documento ni testimonio que avale esta hiptesis. Sin embargo, si consideramos tambin los reiterados y angustiosos pedidos que Ceferino hace de su acta de bautismo (sin que recibiera nunca respuesta afirmativa), parecera plausible la hiptesis del P. Klobertanz, ya que en esa poca tena mucho peso la normalidad cristiana de la familia en el discernimiento de los aspirantes al sacerdocio. No obstante, en esta decisin, hay tambin otro factor que sin duda ha debido ser decisivo en ese momento del traslado de los aspirantes a Patagones. Este factor es, sin duda, el quebrantamiento de la salud de Ceferino (aspecto que fue siempre muy tenido en cuenta para la admisin a la vida salesiana) y la necesidad de atenderlo con mayor cuidado, ya que en Viedma se contaba con el Hospital y la asistencia solcita del P. Garrone y del enfermero Don Artmides Zatti. Pero, cmo sinti, como vivi Ceferino este acontecimiento de algn modo crucial para su vida? Veamos cmo relat el P. De Salvo, integrante de ese lote de aspirante, ese da.

Testimonio del Padre De Salvo:


Precedidos por el padre Vacchina, nos instalamos en el antiguo colegio de las Hermanas. Con nosotros vino tambin Ceferino quien quiso traer, l mismo, una pequea estatua de Mara Auxiliadora que fue colocada en el patio embaldosado, bajo un pequeo prtico. Por muchos aos recibi el saludo de los aspirantes, al finalizar los recreos largos, cantndose ante ella hermosas alabanzas. ramos dieciocho aspirantes fundadores. Pero tuvimos una tristeza: Ceferino no poda quedarse con nosotros... Su salud, en extremo delicada, requera cuidados especiales. Y los superiores, que lo amaban muchsimo, no quisieron cargar con la responsabilidad de quitarle la vigilancia ms que paterna con que el padre Garrone segua, meticulosamente, los pasos de la inexorable tuberculosis, que amenazaba arrebatar a la Congregacin una de sus glorias ms puras, y una de las esperanzas ms acariciadas, cual era la de que Ceferino llegara a ser sacerdote y misionero entre sus mismos paisanos, que era tambin la suprema aspiracin de su vida. Y Ceferino tuvo que abandonarnos! Quedamos diecisiete aspirantes... Nunca olvidar la escena: terminaba el da 13 de junio; el padre Vacchina, que tampoco poda disimular la emocin con que se separaba de nosotros, con quienes comparta la mayor parte del da, en Viedma, nos reuni a su derredor... Los ltimos consejos los dio con palabras entrecortadas. Luego se sobrepuso. Dijo una serie de chistes llenos de su gracia peculiar y nos dio a besar la mano. Pero su ojo experto haba advertido que, en un rincn, solo, con la cabeza inclinada, estaba el hijo del desierto, su predilecto Ceferino, triste, conteniendo las lgrimas... El padre Vacchina, lo recuerdo muy bien, vacil... Pero se hizo el fuerte y con voz esforzada le dijo: -Ceferino, ven ac; despdete de tus compaeritos... Vamos! Hay que ser fuerte... caramba! No faltaba ms! No ves como yo no lloro? Y luego, con voz ms fuerte, quizs para disimular mejor lo que senta en esos momentos de separacin, dirigindose a nosotros nos dijo: -Y ustedes qu hacen con esa cara de dolorosa? Est lindo eso! Como si fuera el fin del mundo... Vamos a ver! El padre Vacchina, con una excusa, se retir por breves momentos. Nosotros rodeamos a Ceferino, y nos despedimos, sin poder contener nuestra emocin y tristeza al verlo alejarse de nosotros por primera vez... Al cabo volvi el padre Vacchina, tom de la mano a Ceferino y, pasando su sombrero por encima de nuestras cabezas, se alej. Los acompaamos hasta la puerta... Ceferino, en sus escritos, dej consignada la tristeza grande que le produjo esta separacin. (14).
14. Testimonios, Serie primera, pgs. 128-129.

Y Entraigas, coloca como colofn de este testimonio este prrafo que, si bien paga tributo a la retrica dela poca, no deja de tener su fuerza conmovedora: Qu noche aquella del 13 de junio de 1903 para el pobre Mancebo!. Solo en el casern de Viedma, tosiendo sin cesar, se sinti fracasado, vencido, anulado... Las lgrimas corran abundantemente por sus mejillas. Ansiaba como ningn otro de los aspirantes estudiar para ser sacerdote, y la enfermedad se le cruzaba en el camino como un designio fatal... Por qu Dios que lo haba llamado, no le alivianaba el camino? 2 Llega para Ceferino uno de los momentos culminantes de la Cruz en su camino de creyente. Dios le peda (era Dios quin se lo peda?) que renunciara a aquello que l mismo le haba puesto en el corazn. El desasimiento deba llegar hasta lo ms ntimo, lo ms autntico, lo ms profundo.
Pie de pgina 2: Entraigas, pg. 178.

Con todo, Ceferino seguira luchando, sufriendo, esperando. El viaje a Italia ser otro motivo de esperanza para curarse y poder seguir los estudios eclesisticos. Adems, el joven mapuche nunca dej de sentirse cerca de sus compaeros aspirantes y frecuentemente iba a visitarlos con el P. Vacchina, director del Colegio. El P. De Salvo recuerda de este modo esas visitas: El buen Padre frecuentemente nos apareca en el patio y su secretario infaltable era Namuncur, quien con sus propios brazos, traa la sabrosa carga de uva. A pesar de habernos familiarizado con l, este servicio humilde que nos haca, nos llenaba de admiracin: el hijo del grande y temido Namuncur, en su afecto hacia nosotros. Se sobrepona a su enfermedad... Y l mismo quera traernos sus regalos, subiendo, sudoroso, las empinadas calles desde el muelle hasta nuestro colegio. Me parece verlo: a pesar de su buena voluntad, sus fuerzas no eran para tanto. Y, al terminar la voluntaria tarea que con tanto gusto se haba impuesto, depositaba su carga sobre una ventana baja del patio y, medio sofocado por el esfuerzo hecho, apenas poda contestar a nuestros efusivos saludos. Pero nosotros aprecibamos su virtuoso proceder en todo su valor. Y nuestra veneracin hacia l iba en aumento. Y sentamos un verdadero orgullo al merecer sus atenciones y poder comprobar su afecto fraternal y sabernos compaeros suyos... Por eso tuvimos siempre nuestra conviccin de que nuestro compaero era un verdadero santo.... 3
Pie de pgina 3: Testimonio, pg. 201.

Carta de Ceferino a Vespignani (p. 162) Viva Jess, Mara y Jos! Viedma, marzo 13 de 1903 Muy Reverendo Padre Jos: Con grandsimo placer y alegra escribo estos pocos y humildes renglones a V.P. Quisiera estar a su lado en el da grandioso de su Santo Patrono San Jos, sin embargo, desde este lugar tan distante, le mando mis humildes felicitaciones que salen de mi pobre, sincero y agradecido corazn. Uno mis plegarias a los nios de ese colegio que dirigen fervorosas a San Jos por V.P. Yo siempre quiero pertenecer al nmero de vuestros hijos en Jess y Mara; hasta ahora, nunca me he privado del V.P. especialmente cuando tengo la dicha de recibir en mi corazn el Pan de los ngeles, reza siempre por V.P. Despus de tantos beneficios espirituales y corporales que VP. me hizo ser posible que yo deje de rogar por un Padre tan carioso, amable y bondadoso como V.P.? En este colegio de Viedma se consagr un mes entero a San Jos, con lectura espiritual del Gran Santo todos los das. Ah, Padre! Reina una devocin grandsima a este santo predilecto de este colegio y se han conseguido gracias especiales de San Jos. A m, que estoy un poco enfermo, los superiores me consuelan con decirme que recurra a San Jos; lo estoy haciendo y confo mucho en San Jos que es tan bueno, no dejar de escucharme. Voy a pedir a San Jos bendiga sus fatigas y le d dinero para que adelante la grandiosa obra de nuestro templo de San Carlos. Sin otra cosa por la presente, gozme profesarme humilde y obediente hijo en Jess y Mara de V.P. mientras con cario le beso la mano. V. Jess, Mara y Jos. W. Ceferino Namuncur Testimonio de Jos Caranta Terminaba el ao 1903 y las antiguas dolencias presentronse nuevamente con vmitos de sangre que le hicieron guardar cama durante una semana y que no le permitieron seguir sus estudios. Dedicse entonces con entusiasmo a ayudarme en la sacrista. Fue en esa poca cuando lo conoc ntimamente y valoric los tesoros de gracia encerrados en el pequeo hijo del desierto. Fue mi ayudante en la sacrista. Todo lo que le mandaba lo haca sin contradecir. Era incansable: trabajaba con cario en el servicio de Dios... Una vez que trabajamos todo el da y hasta la noche en la preparacin de la fiesta del primer da del ao, yo le dije: Siento mucho el haberte hecho trabajar tanto, y l me contest con estas preciosas palabras: No importa el trabajar mucho, con tal que salvemos el alma. Era ordenado en todo: preguntaba siempre lo que deba hacer y todo lo cumpla con un fin recto, todo por amor de Dios... y no como otros chicos que lo hacan mal y pronto para correr al patio... Del Mancebo de la Tierra, pgina 182

Pero, entre tanto, en el Colegio San Francisco de Sales se segua desarrollando la vida cotidiana de Ceferino. All, mientras l contina estudiando, rezando, trabajando, jugando, tambin la enfermedad prosigue implacablemente su curso. El P. Evasio Garrone era quien velaba siempre con gran solicitud por la salud de Ceferino. No era mdico recibido pero tena un valioso conocimiento emprico y una feliz

intuicin para diagnosticar y tratar enfermedades. Por eso, la gente lo admiraba y le tena una irrebatible confianza. Y l fue siguiendo muy de cerca la evolucin de la enfermedad de Ceferino. Tambin Don Artmides Zatti se preocupaba con gran diligencia por el joven mapuche. Se sabe que era particularmente carioso con l y que estaba muy atento al proceso de la enfermedad. Ceferino algunas veces protesta por tantas atenciones o por los gastos que pudiera llegar a causar, pero finalmente logran hacerle aceptar que su enfermedad requiere que con l se tengan cuidados especiales. Precisamente, Don Zatti, declarando en la Causa como testigo, relatar cmo todas las maanas, segn la receta del P. Garrone, compartan un bife a la plancha, una copita de vino y un pedazo de pan. Y por la tarde, la segunda medicacin: un paseo para tomar aire puro, buscar huevos frescos de la chacra y tomar un buen cctel de huevo batido. Don Zatti, que en ese momento tena unos 22 aos y tambin estaba tuberculoso, recuerda que Ceferino le deca: Qu buenos son nuestros superiores. Nos aman como si fueran nuestro padre y nuestra madre. Vamos a rezar por ellos el Rosario. Ceferino guardar siempre un recuerdo muy grato de Don Zatti y le enviar desde Roma una estampa con la dedicatoria: A mi enfermero Artmides Zatti, cordiales saludos. 4 En algunas temporadas, con gran pesar suyo, deba interrumpir la asistencia a clase, pero luego de reponerse, volva con mayor ahnco y tenacidad al estudio. Pero estas mejoras eran siempre provisorias y breves. A los pocos das se vea obligado a volver a la enfermera. Entre tanto, lleg su hermano Julin (el mismo que ya haba ido por l a Buenos Aires) a buscarlo. Ceferino le agradeci su preocupacin y le envi carios a su padre, pero no quiso ir por el momento a San Ignacio. Aun cuando todos se preocupaban de que el adolescente mapuche no realizara trabajos pesados, como l estaba siempre dispuesto para todo servicio, al llegar las Fiestas Patronales de aquel ao, tuvo un intenso trajn. Por eso, al acabar la procesin, encuentran al joven mapuche inclinado sobre una gran alfombra que haba estado doblando, con fuerte tos y claras seales de fatiga. Aquella misma noche tuvo vmitos de sangre.
Pie de pgina 4: Vase Noriega N.A., Venerable A. Zatti, Salesiano Coadjutor, Ediciones DIDASCALIA, Rosario, 1998, pgs. 13-14

Testimonio De Salvo, Era todava el tiempo de vacaciones. El padre Vacchina, coadyuvado por el padre Jenaro Alonso, que nos asista, y por el clrigo Jos Reguera, ideaba todos los medios posibles para evitar que estuviramos en ocio. Por eso las continuas caminatas, los paseos, los cantos, los teatros, etc. La Quinta [hoy Instituto Don Bosco] era la meta de nuestras excursiones diarias. Y Ceferino era el aliado de los ms pequeos. Una de las diversiones preferidas que favoreca la abundancia de sauces y de mimbres, era la preparacin de arcos y flechas y el tiro al blanco. Namuncur se encontraba en su elemento. Nos reuna alrededor y con una diligencia y rapidez notable, nos armaba el juguete preferido... Para nosotros era un orgullo lucir nuestras habilidades de flechero con los arcos que preparaba el hijo del cacique. La prueba de fuego de nuestros arcos la haca Ceferino, cuando una flecha llegaba a superar la altura de la torre del colegio, daba su visto bueno, nos entregaba el arco y la flecha y nos enseaba a tirar, animndonos a igualarlo y superarlo. Haba que ver la fiesta que nos haca cuando esto suceda! Las acequias de riego de la Quinta y el zanjn de Las Delicias favorecan tambin nuestras aficiones nuticas. Todos preparbamos barquitos, con sus velas y timn. Y Ceferino era la salvacin de los ms chicos. Los barquitos que l preparaba eran los mejores, lo ms marinos. Los ahijados de Ceferino formaban su barra, para aplaudir y festejar las victorias de los barquitos del mancebo, que siempre acababan en nuestro poder, obsequiados por el constructor. El Padre Vacchina, que casi siempre nos acompaaba en nuestras excursiones, reuna a su lado a los aspirantes en el viaje de ida y de vuelta y, con unas flautas preparadas con caa y papel de seda (y a falta de sta la misma membrana interna y transparente de la caa recortada con cuidado) organizaba una orquesta con la que ejecutbamos cantos, marchas, etc. Ceferino luca su maestra en la preparacin de flautas y en el canto, para el que tena muy buena voz.

Entre tanto, sigue con la esperanza de ingresar en el Aspirantado salesiano y reclama su fe de bautismo al P. Crestanello en Junn de los Andes. Pero no obtiene respuesta. Y Ceferino, a pesar de haber decidido no regresar todava a San Ignacio, sigue manteniendo el alma mapuche. Cuando se hacen paseos a la Quinta de Viedma (llamada comnmente la Quinta de los curas), se las ingenia para buscar, por todos los medios, andar a caballo. Y las piruetas y destrezas que hace con el animal dejan admirados a todos. Del mismo modo, durante las vacaciones, en la rambla junto al ro, uno de los juegos de mayor aceptacin era la preparacin y el ejercicio con arcos y flechas. Ceferino, por supuesto, se destaca en armar los mejores implementos y por su tiro prcticamente infalible. Igualmente eran famosos sus barquitos de madera, que navegaban por el Ro Negro y participaban de las carreras que los chicos organizaban. Pero an en este Colegio donde, hemos visto, reinaba un clima muy clido y familiar, Ceferino no deja de sufrir la incomprensin, la malicia o, simplemente, la falta de tacto y prudencia de quienes lo rodean. Como aquella desgraciada ocasin en la que quien despus sera el P. De Salvo le pregunt a quemarropa: Ceferino, qu gusto tiene la carne humana?. El 29 de enero de 1904, Monseor Cagliero regresa a Viedma, despus de haber estado en Italia y Buenos Aires bastante tiempo. Despus de los Ejercicios Espirituales y otras actividades propias de su ministerio episcopal, todo se prepar para un acto particularmente importante y significativo: la primera vesticin de novicios en la Patagonia. La celebracin se llev a cabo el 25 de febrero, en la inconclusa pero ya gigantesca iglesia de Patagones. Los novicios eran doce, diez clrigos y dos coadjutores.

Ceferino conoca muy bien a sus compaeros, incluso haba intimado con varios de ellos. Uno de sus grandes sueos era precisamente poder vivir aquel momento. Pero deber tan slo mirar y orar. Y alegrarse por sus amigos, con los que haba compartido tantos momentos gratos, antes de que partieran para Patagones. Entraigas comenta: Todos vestan esa librea bendita que los haca miembros del clero, y l no. l rechazado como un indigno. Y concluye: Todos recibieron el hbito, excepto el que ms lo mereca. 5 Haca pocos das que la Hermana Severina, que lo apreciaba mucho y todos los das le preparaba algo especial para reforzar su dieta, le haba preguntado para qu quera ser sacerdote. Y Ceferino inmediatamente le haba contestado: -Para salvar a mis hermanos, a los que veo sufrir mucho. Entre tanto, Don Manuel Namuncur, avisado por Monseor Cagliero de su intencin de llevar a Ceferino a Italia, baj a Viedma para despedirse de su hijo. Esto ocurri en junio de 1904 y aparentemente Ceferino an no saba nada del propsito de Monseor. Precisamente en esos das le fue comunicada la noticia. En su corazn se jugaban sentimientos contrastantes, el sentimiento de pertenencia a su tierra y a su gente y su cario por ellos, y la nueva aventura que se abra ante s. Podemos decir que fue con gusto a Italia, pero con el alma prendida a la Patagonia. La despedida de Monseor Cagliero se llev a cabo el 4 de julio en el Colegio Mara Auxiliadora de Patagones y fue muy emotiva. Pero tambin en la Municipalidad de Viedma tuvo lugar un acto de despedida, que demostr hasta qu punto la gente del lugar se haba encariado con el obispo. Entre tanto, Ceferino se despidi con gran dolor de su padre. Una vez ms, deba partir.
Pie de pgina 5: Entraigas, pg. 204

Captulo 8 Ceferino en Italia

Vi los cielos nuevos y la tierra nueva (Ap 21,1) La meta de Israel es la tierra prometida, signo y emblema de la Jerusaln Celestial, de la patria definitiva del Reino que todos estamos llamados a alcanzar. Ceferino vivi de esta esperanza. Vivi su compromiso en a vida y en la historia, pero con la conciencia de que el Reino comienza aqu y se cumple definitivamente en el ms all. sta es la fuerza dinamizadora de la historia y de la vida de los creyentes. sta es la certeza que nos anima a luchar, a esperar, a no venirnos abajo incluso cuando las dificultades pueden ser grandes y los obstculos parezcan insalvables. Tanto en las grandes decisiones, como en las cosas ordinarias de la vida cotidiana, Ceferino Namuncur se sabe en camino. Toda su vida est transida por este anhelo del Reino. Por eso desea ardientemente ser sacerdote y misionero de los suyos. Su ansia es la salvacin de los hombres, en particular de su pueblo. sta es la constante que aparece siempre en su vida. Por eso se alimenta con la fe de la Eucarista y se nutre fervientemente en la adoracin. La Eucarista es la vianda de los caminantes. En la Eucarista, de alguna manera pregustamos el Reino definitivo, al mismo tiempo que recibimos la fuerza para buscarlo y construirlo cada da. Porque no podemos construir el Reino, sin desear su cumplimiento, sin avizorar en el horizonte la utopa realizada, el sueo de Dios cumplido. Porque l es siempre fiel a sus promesas. En 1904 Monseor Cagliero 1 fue nombrado Arzobispo de Sebaste y luego Cardenal de la Iglesia. Antes de viajar a Roma, quiso despedirse, como era lgico, de su gente patagnica. Por eso viaj a Viedma. Adems estaba decidido a cumplir el propsito que, desde haca ya algn tiempo, acunaba en su corazn: llevar consigo a Ceferino a Roma. Tena la secreta esperanza de que los secretos de la medicina europea pudieran hacer algo por la salud del adolescente mapuche. Ya desde Buenos Aires, donde le haba sorprendido la noticia del nombramiento, Cagliero haba escrito a Namuncur, el cual, como hemos visto, envi a su hijo Julin primero a Buenos Aires y luego a Viedma a buscar a Ceferino. Hay quienes opinan que Don Manuel Namuncur se opona a la vocacin sacerdotal de Ceferino y quera tenerlo consigo como lugarteniente y lenguaraz. En realidad, no hay ningn argumento ni documento que avalen esta hiptesis. Namuncur nunca expres a nadie su desacuerdo con la vocacin de Ceferino, ni manifiesta ninguna hostilidad a los misioneros que van a evangelizar a su gente. Al contrario, adems de participar de la vida sacramental, insiste varias veces en la construccin de la capilla de San Ignacio, en el lugar de su tribu.
Pie de pgina 1: JUAN CAGLIERO: Cardenal, misionero. Naci en Italia en 1838. Sacerdote salesiano en 1862. Obispo en 1884. Muy querido por Don Bosco, fue puesto al frente de la primera expedicin de Misioneros Salesianos que llegaron a Buenos Aires en 1875. Luego fue el Vicario Apostlico de la Patagonia, con asiento en Viedma. Dio gran impulso a la evangelizacin de los Indgenas y de los inmigrantes italianos. En 1908 fue nombrado por la Santa Sede Delegado Apostlico en Centro Amrica. En 1915 fue elegido Cardenal y desde 1920 fue Obispo de Frascati. Muri en Roma en 1926. Cfr.C.CASSANO: Il Cardinale Giovanni Cagliero, Torino, 1935, 2 volmenes 856 pgs. y RAL A. ENTRAIGAS: El apstol de la Patagonia. Rosario, 1955, 706 pgs. (Nota de los Editores

Incluso en esa ltima ocasin su intencin pareciera ser pasar algunos das con Ceferino, antes que ste viajase a Italia. Como lo recuerda uno de los testigos: Su padre Don Manuel, le haba narrado que personalmente haba ido hasta Viedma para llevarse al joven de vacaciones a la tribu. El da que lleg, Ceferino lo recibi con un cario extraordinario, y al proponerle una ida a sus tierras, ste consinti sin dificultad. Pero, al da siguiente, por haber reflexionado mejor, no hubo medio de poderlo convencer con mil y una razn; ya haban transcurrido siete largos aos de ausencia y los parientes deseaban verlo... todo fue intil. Ceferino qued irremovible en su decisin. 2
Excmo Seor D. Manuel Namuncur Mi amadsimo Pap: Recib su paternal carta ltima, fechada 11 de marzo. Me caus un inmenso jbilo y alegra al saber que todos estn bien de salud, gracias a Dios Todopoderoso. Debo comunicarle tambin mi grande complacencia por la sublimidad de sus pensamientos, altos, nobles y verdaderos. Agradzcole su grande resignacin de sacrificar aos de no vernos. En cuanto a mis estudios, resulta muy bien. Pero mi salud me lo impidi continuar. Hace un mes que empec una cura seria para sanarme del todo. El Doctor que me asiste es uno bueno y muy distinguido, porque es Doctor del Papa, el Sumo Pontfice. Se llama Laponi. Me hace dos visitas al da. De aqu a dos semanas me voy del Hospital y voy a otro Ospital cerca del mar. A m me hace muy bien el aire del mar. Cuando esta mejor me preparar para volver en Buenos Aires y de all, a Viedma. En otras cartas le dar noticias ms claras. Monseor Cagliero agradece sus amigables saludos y os manda los suyos con la Bendicin Apostlica. Saludos y recuerdos a todos. Mil bezos y abrazos. Querido Pap, os pido su paternal Bendicin y crame su afectmo. hijo que desea abrazaros. Ceferino Namuncur

Cuando Ceferino recibi la noticia de su viaje a Italia, sinti por una parte una gran alegra. Podra conocer las tierras de Don Bosco, el gran soador de la Patagonia y profeta de la santidad juvenil. En Roma tal vez pudiera ver al Papa. Por otro lado su corazn senta un dolor muy grande. Nuevamente partir, dejar el ambiente hogareo de Viedma, donde todos formaban un solo corazn y una sola alma, dejar otra vez sus tierras patagnicas, alejarse a tanta distancia y quizs definitivamente de su familia y de su tribu. Finalmente, despus de varios agasajos y homenajes a Monseor Cagliero, parten de Viedma el 9 de julio de 1904, en breque hacia Fortn Mercedes. Al llegar a las inmediaciones de Fortn Mercedes tropiezan con una gran inundacin que convierte el viaje en una verdadera odisea. Despus de muchos inconvenientes y peripecias logran llegar. Son recibidos y despedidos con mucho entusiasmo, el 10 de julio salen en volanta hacia Mdanos y de all en tren hasta Baha Blanca, desde donde prosiguen ese mismo da a Buenos Aires con el mismo medio. En Buenos Aires continan los homenajes a Cagliero. Pero tambin Ceferino es objeto de atencin por parte de la prensa. Incluso en alguna oportunidad, algn periodista se propone expresamente ponerlo a prueba con preguntas capciosas. Y Ceferino responde con serenidad y aplomo, ganndose el respeto de quienes lo escuchan.
Pie de pgina 2. Testimonio, Serie segunda, pg. 50.

Desde Buenos Aires, poco antes de partir, Ceferino vuelve a la carga por su certificado de bautismo, escribiendo al Padre Crestanello en Junn de los Andes. Todava

no ha perdido la esperanza de ser aceptado como aspirante al sacerdocio y dicho certificado resulta indispensable en la documentacin que se le exige. En Almagro, Ceferino se encuentra con gran alegra con sus ex compaeros de pupilaje. La alegra es recproca. Pero todos se dan cuenta con preocupacin de que su salud se ha deteriorado. El padre Jos Vespignani testimonia que preguntndole por su salud, me contest con toda serenidad que iba regular; le pregunt si le haba sucedido
Testimonio de un compaero en Roma Era un joven de unos diecinueve aos, un patagn fornido [tarchiato (quizs nuestro trmino morrudo traduce mejor el concepto)] (17) de porte calmo y de mirada viva e ingenua... El Papa Po X, ante esa flor del desierto, tan lozana de esperanza para la tierra y para el cielo, se conmovi y lo bendijo con toda la efusin de su alma. Luego, se deba elegir un colegio donde el muchacho cursase sus estudios para seguir su vocacin, pues soaba siempre con ser clrigo. Pero l tena necesidad de especiales cuidados... El nuevo clima, el nuevo tenor de vida, la tensin de la mente y la nostalgia amenazaban su fibra... Se pens en Frascati, en Villa Sora, lugar de veraneo y centro de estudio y de vida salesiana. Monseor Cagliero mismo lo acompa. Los alumnos (preparados por la paternal palabra de nuestro director, el padre Ludovico Costa) rodeamos alegremente al valiente misionero y a la flor del desierto. Desde que lo vi, me impresion su calma, su mirada ingenua, profunda, que trasuntaba muchos pensamientos no expresados... Con nosotros hablaba poco por la dificultad del idioma y porque no pensbamos mucho en acercarnos a l familiarmente. Paseaba sobre la terraza que dominaba el patio de recreos y miraba a los compaeros que jugaban y corran... Muchas veces su pensamiento se perda a lo lejos, hacia la cpula de San Pedro que se divisaba en el horizonte. Pronto apareci cansado y enfermo. Pero serio y mesurado como siempre, no demostr nunca abatimiento ni se lament. Yo tena con l cierta amistad. Pero siempre ocupado uno en las conversaciones con otros compaeros, me contentaba con cambiar con l algunas palabras, tambin porque no era fcil hablarle por cuanto de italiano saba poco. (Testimonios, serie segunda)

tener alguna hemorragia y me contest que el mes anterior haba echado sangre en abundancia. 3 Aprovech tambin la oportunidad de su estada en Buenos Aires, para sacarse una fotografa (de las pocas que tenemos), en la Fotografa Milanesa. Finalmente, el 19 de julio de 1904, se embarca la comitiva en el vapor Sicilia. Viajan con l el P. Jos Vespignani, Monseor Cagliero y muchos otros inspectores, padres y hermanos salesianos que viajaban a Turn para participar del Captulo General, la Asamblea Internacional de los Salesianos a la que acudan todos los Inspectores. Varios de ellos han testimoniado la profunda impresin que les dej nuestro protagonista, por su educacin, su inteligencia y la sabidura cristiana que demostraba en la comunicacin y en sus actitudes. Desde ese momento Ceferino se convirti, como bien lo destaca el P. Entraigas en su Biografa, en corresponsal viajero, enviando gran cantidad de cartas y postales a parientes, superiores, misioneros y amigos.
Pie de pgina 3: Testimonios serie primera, pg. 9.

Ceferino viaja y con l viaja su tierra, su gente, su raza. Viaja el clamor de todos aquellos que han sido desposedos, derrotados, hambreados. Durante el viaje, trata de ir aprendiendo italiano, porque su apertura al nuevo mundo sigue intacta. El 10 de agosto llegan a Genova. A Ceferino la ciudad le impresiona enormemente, sobre todo la cantidad y la calidad de los templos e iglesias. A los pocos das viajan a Turn. En Valdocco, Ceferino es llevado a visitar al sucesor de Don Bosco, Don Miguel Ra. La entrevista lo llena de emocin. A partir de ese momento, Ceferino disfruta de muchas atenciones e incluso varias personalidades de la vida pblica, cultural y eclesistica italiana, expresan el deseo de conocerlo. Cunto de autntico inters y cunto de frvola curiosidad y esnobismo hay en estas situaciones no lo sabemos, pero l no se deja perturbar por los personajes ni por los homenajes. Su sencillez y su humildad quedan intactos, pertenece a una raza sufrida y es hijo de un Lonco que lo ha dejado todo por defender los intereses y derechos de su gente. La misma naturalidad, con que siempre se desenvuelve Ceferino, hacen agradable su trato y confirman la autenticidad de su persona. Durante el tiempo pasado en Turn, podemos decir que las tres ocupaciones principales de Ceferino fueron: Orar (lo que haca muy a menudo en el Santuario de Mara Auxiliadora; a Don Arrio, coadjutor salesiano, le confi que gustoso estara todo el da a los pies de Mara); escribir a su gente que haba dejado en la Argentina; y entrevistarse con mucha gente o visitar distintas comunidades salesianas de Turn y la zona, acompaando por lo general a Monseor Cagliero. Entre otras cosas, se dirige a su padre, reclamando que averigen acerca de su fe de bautismo. Vuelve tambin sobre el mismo requerimiento al P. Crestanello. Este Certificado de Bautismo se ha convertido en una verdadera obsesin para Ceferino. Y de ninguno de los dos recibir ninguna respuesta. Es un gran interrogante que pende en la historia de Ceferino. Cmo es posible que nadie supiera que l haba sido asentado en la Parroquia de Patagones? Cmo nadie le da la pista verdadera? Por qu no se le contesta? Tambin aqu de la gente que ms quera Ceferino se desilusiona? Por qu este silencio? Tal vez se lo da por desahuciado y moribundo? Pero no sera precisamente un favor hacia alguien que desea tan fuerte y sinceramente este documento bautismal? El 19 de setiembre Ceferino viaja a Roma donde se quedar unos diez das. Y el 27 de setiembre varios salesianos, entre ellos tambin Ceferino, encabezados por Monseor Cagliero, fueron recibidos en audiencia por Po X. Ceferino expondr ampliamente este emotivo encuentro en una larga carta al P. Esteban Pagliere, que estaba en ese momento en Viedma. Despus de ser recibidos en la sala de audiencias (Ceferino recuerda que l pas en tercer lugar, luego de Cagliero y el P. Marengo, a saludar al Santo Padre), Ceferino dijo al Papa unas palabras en italiano. Aunque corri el riesgo de no poder concluir por la emocin, alcanz a controlarse y lleg finalmente al fin de su discurso Luego el Santo Padre le habl paternalmente a Ceferino. Segn su traduccin, ste es el mensaje del Santo Padre: Bueno, hijo mo, te doy gracias por lo bien que hablas del Vicario de Cristo. Quiera el Seor que puedas poner en prctica todo lo que dices: de convertir a todos tus hermanos de la Patagonia a Jesucristo. Y yo, a este fin, te doy de todo corazn mi apostlica Bendicin. Di a tu pap que el Santo Padre lo bendice a l, a toda su familia y a toda la gente que est en su poder. Dios te bendiga, hijo mo... 4 Ceferino ofreci adems al Santo Padre un quillango que haba llevado de la Patagonia.
Pie de pgina 4: Carta al P. Cagliere.

Ceferino dar cuenta en una carta de todo el desarrollo del acto, entre otras cosas de las frases de cortesa e incluso de las formas afectuosas que se cruzan entre los salesianos y el Papa. Cuando todos se retiran, el secretario privado del Papa llama a Ceferino y lo conduce al escritorio del Santo Padre, donde ste le aguardaba con una amplia sonrisa. Entonces el Papa busca en uno de los cajones de su escritorio y entrega al joven mapuche una hermosa medalla de plata que, en una cara, tiene el busto de Po IX y , en la otra, al mismo Po IX, indicando la imagen de Mara Inmaculada. Nuestro joven mapuche, con su sencillez, con su buen trato, con su educacin, con su sabidura llena de humildad y discrecin, los deja admirados a todos. Luego, Ceferino viaja con el P. Jos Vespignani por varias ciudades italianas (Florencia, Miln, Bolonia, etc.). Al volver a Turn retoma sus estudios. Lo destinan a primer ao del secundario con chicos mucho menores que l. El P. Zuretti, que fue profesor de Ceferino, dej registradas en su diario observaciones muy interesantes sobre su estada all. El joven salesiano qued admirado y fascinado por la diligencia, la aplicacin y la correccin de Ceferino en todos los mbitos. Como estudiante, como compaero, como cristiano, no vacil en afirmar que estaba ante un joven excepcional.
Psame a Namuncur Cuando lleg de Turn la noticia del fallecimiento del buen Ceferino, el reverendsimo padre Jos Vespignani me encarg de comunicar la noticia al coronel Namuncur, padre del mismo. Algn tiempo despus llegaba el Coronel acompaado por dos hijos, uno de los cuales era el lenguaraz. Vena a expresar su resignacin y su gratitud. Como faltaba poco para las doce, acept la invitacin de quedarse a almorzar. A los postres, habl en su idioma al hijo y ste nos dijo: El seor cacique, mi padre, pide permiso para hablar a la comunidad. Fue sorpresa general y muy grata, aunque no entendamos nada, escuchar la enrgica palabra del coronel. Acallados los aplausos que le tributamos al terminar, se levanta el hijo y dice: El seor cacique, mi padre, me ordena que traduzca las expresiones que acaba de pronunciar.... El antiguo dominador de la pampa haba entonado un himno de gratitud a Don Bosco y a sus hijos, al obispo Cagliero y a sus misioneros por los beneficios de la civilizacin cristiana prestados a la tribu y, en modo particular, a su querido hijo Ceferino. Mucho he sentido -deca- la muerte de mi querido hijo lejos de la patria, sin tener el consuelo de abrazarlo y darle el ltimo adis. Pero me consuela que lo ha hecho por m el inolvidable amigo monseor Cagliero y los salesianos que lo asistieron. Resignado en mi dolor, acatando la disposicin de Dios, no tengo sino palabras de reconocimiento hacia los salesianos que lo educaron. Y lo mismo sus hermanos, mis hijos... (Testimonios, serie primera)

Admitir en l un pecado grave nos pareca una cosa imposible... No tenamos nada que corregir en l... Nunca se quejaba de nada y eso que no deba ser nada cmodo para un muchacho de dieciocho aos estar mezclado, con los de doce. Nunca se lament por su enfermedad, el mal que no perdona! Nunca lo vi triste, al contrario, siempre sonriente y con una igualdad de carcter, siempre la misma calma, la misma dulzura, la misma serena bondad del alma... 5
Pie de pgina 5: Testimonios, serie primera, pg. 15

Despus de pasar algunos das de descanso en la patria chica del P. Garrone, Ceferino va a Roma. Probablemente se busque un clima ms templado para su salud. Por eso se lo destina al Colegio de Villa Sora, en Frascatti. All llega Ceferino el 21 de noviembre de 1904. Llegaba para estudiar cuando, en realidad, la enfermedad que lo aquejaba haba hecho estragos en su ya debilitada salud. El Padre Director de la casa testimonia al respecto: Por una lamentable equivocacin, que fue para l causa de sinsabores y sacrificios no leves, fue recibido en Villa Sora como alumno ordinario, apto para cumplir todos los deberes que las clases y la vida colegial imponen. De ah que no tuvo las consideraciones que en el alimento y en las ocupaciones hubiera requerido su estado de salud. 6 Es triste y doloroso, Ceferino fue llevado a Roma por consideracin a su salud y no se tienen en cuenta las condiciones mnimas de atencin y cuidado. Ceferino, como lo haba hecho en Turn y antes en Almagro y en Viedma, se dedic con toda el alma al estudio y al cumplimiento de sus deberes de estudiante. Adems, prosigue con sus estudios de italiano y latn (nuestro buen mapuche deber afrontar en pocos aos el estudio del castellano, italiano y latn). Tambin aqu llama la atencin de todos por su espritu de oracin, por su piedad eucarstica, por la sencillez y humildad en el trato. De todos modos la enfermedad segua implacable su curso. Pero Ceferino debe soportar en Villa Sora, otra prueba particularmente dolorosa: la soledad. No pudiendo tomar parte en los juegos de sus compaeros, con dificultades para la comunicacin por su italiano muy incipiente (aunque en realidad lo haba aprendido bastante bien), con diferencia de edad con sus compaeros de curso, Ceferino tropieza con graves dificultades de relacin. Adems, probablemente la enfermedad infectocontagiosa, lleva a los dems a alejarse de l. No nos puede sorprender que sea dejado de lado por los dems, pero parece que tambin l (que en Viedma haba sido el alma del patio) a veces se recluye en el silencio. El mapuche sabe bien lo que es el silencio, el que tantas veces ha sido su compaero inseparable en el campo. Pero es triste pensar que haya sido un silencio impuesto por el abandono o la marginacin. Por otra parte, los superiores que estn muy ocupados con los que haceres generales de la casa y del alumnado, no pueden dedicarle todo el tiempo que tal vez l necesitara. Por eso, quien haba sido el alma de las excursiones y los paseos en Viedma, ahora deambula solitario y aislado por los jardines o los largos corredores de Frascatti. Y todo esto, con la misma sencillez de siempre y sin la ms mnima queja! El P. Ludovico Costa narra lo siguiente: En los pocos meses que estuvo en este colegio, ninguno tuvo que observar en l la menor cosa digna de reproche. Fue especialmente admirable en l el espritu de piedad, de humildad y de completa resignacin a la voluntad de Dios. 7 Es probable que Ceferino, aunque no lo deje traslucir, presintiese su prximo fin. En los ltimos das escribe a su madre y a su padre, ya con la letra cansada y deforme. La cercana del fin siempre nos hace volver a los orgenes. A principios de marzo deja de asistir a clase. Espera la llegada de Monseor Cagliero que, aparentemente, tiene la idea de enviarlo a otro lugar de clima ms suave, al sur de Italia.
Pie de pgina 6: Testimonios, serie primera, pg. 12. Pie de pgina 7: Testimonios, serie primera, pg. 12.

Las dos ltimas cartas de Ceferino al P. Pagliere y a su confesor, el P. Juan Beraldi, son en realidad conmovedoras. A este ltimo le dice, entre otras cosas: Los recreos que hago no son recreos. Solamente voy al patio a tomar aire. Despus siempre solo, sin hablar con ninguno... Cunta tristeza y dolor rezuman estas palabras! Despus de haber disfrutado de la compaa de tanta gente en todos los sitios por los que transit, Ceferino debe hacer ahora (cuando ms necesita apoyo y compaa) la amarga experiencia de la soledad. A fines de marzo lo llevan al Colegio Sagrado Corazn de Roma, probablemente para evitar el contagio y tambin porque la enfermera estaba mejor equipada para una atencin ms eficiente al enfermo. Antes de partir, Ceferino distribuye su tesoro entre los compaeros: medallitas y estampas que l mismo haba recibido en los lugares que haba visitado. El 28 de marzo es internado en el Hospital Fatebenefratelli, atendido por los hermanos de San Juan de Dios, en la Isla Tiberina. De su estada en el Hospital, todos los testimonios estn concordes en destacar su oracin continua, su disponibilidad a la Voluntad de Dios, su fortaleza en el sufrimiento. Por el sacerdote Jos Iorio, en aquel tiempo enfermero del Colegio Sagrado Corazn, que iba a menudo a visitarlo al hospital durante su enfermedad, sabemos qu grande era su resignacin en la dolorosa enfermedad: Nunca se le oy quejarse de nada, an cuando solo al verlo daba compasin y arrancaba lgrimas, tan consumido y sufriente se lo vea. Antes bien, no slo no se quejaba de sus sufrimientos, sino que los olvidaba para pensar en los de los otros: haba sido conducido al hospital y colocado en la cama a su lado, un joven de nuestra casa de Roma que estaba, como Namuncur, en el ltimo perodo de su enfermedad. Ceferino a este joven le infunda valor con palabras llenas de amor y ensendole a dirigir toda accin, todo sufrimiento, a Dios Nuestro Seor. Y al Padre Iorio, tres das antes de morir, le deca: - Padre, yo dentro poco me ir; pero le recomiendo este pobre joven que est a mi lado; venga a visitarlo a menudo... Si viera usted cunto sufre!... De noche no duerme casi nada, tose y tose... Y esto lo deca mientras l estaba peor, mientras l mismo no solamente no dorma casi nada, sino nada, nada... 8 Durante el tiempo en que estuvo internado, en medio de su gran debilidad, sac fuerzas de flaquezas para escribir a su padre Don Manuel una cariosa carta, en la que quiere tranquilizarlo respecto de su salud. Y cuando escribe el 25 de abril (ya su ltima carta) al P. Jos Vespignani, le pide que se comunique con su padre para hablarle de su estado de salud. Monseor Cagliero, que haba sido su blsamo y su consuelo en esos ltimos das, le da los ltimos sacramentos y lo acompaa hasta el final. Fallece en silencio el 11 de mayo de 1905. Sus restos son llevados a Campo Verano (cementerio de Roma) por un pequeo grupo de personas. All son enterrados en una humilde tumba con una cruz de madera y chapa de latn que llevaba la inscripcin de su nombre y la fecha de su fallecimiento. Los funerales se hicieron en la Baslica del Sagrado Corazn, con mucha participacin de la Comunidad Salesiana y de fieles en general.
Pie de pgina 8: Testimonios, serie primera, pg. 34.

Captulo 9 La memoria de Ceferino

Pregunta a tus antepasados y te lo contarn, a tus ancianos y te lo dirn (Ecli 44) El pueblo de Dios y el nuevo Pueblo de Dios siempre hace memoria de los grandes acontecimiento de la salvacin. Sobre todo en la liturgia, pero tambin en la oracin personal, en la transmisin oral y en la catequesis, siempre se tiene presente a quienes nos precedieron en el surco de la fe. Tambin, la religiosidad espontnea del pueblo suele descubrir prontamente los valores del Reino encerrados en estos servidores leales del Evangelio de Jess. Pero hacer memoria significa pasar por el corazn, retomar con cario la herencia de quienes dejaron una huella profunda en el alma del pueblo. Israel hace memoria de los actos salvficos de Yav. La Iglesia venera ante todo a los santos, pero tambin a todos aquellos que viviiron sin concesiones el Evangelio de Jess y que, cuando Dios ponga su sello en los milagros reconocidos, sern beatificados y propuestos a la veneracin de todo el pueblo. El pueblo de Dios, entre tantas otras caractersticas, es fiel, y cuando ha reconocido a alguien que le pertenece, ya no lo abandona nunca. Este parece ser el caso de Ceferino Namuncur. Pertenece profundamente al pueblo de Dios, que est dispuesto a guardarlo siempre en el corazn. ** Apenas falleci Ceferino Namuncur, hubo muchas personas que guardaron su recuerdo con veneracin, conscientes de que haban conocido a un santo. Ya en 1911 el P. Esteban Pagliere tena la intencin de escribir la biografa del joven mapuche y el P. Jos Vespignani lanzaba un prolijo cuestionario para recoger testimonios. Mientras tanto, al seminarista chileno Vctor H. Kinast se le encomienda que averige en qu situacin han quedado los restos de Ceferino. Con diligencia y rapidez, este salesiano hace las averiguaciones del caso y as se entera de que, si no se provee prontamente a su exhumacin, los restos de Ceferino sern colocados en la fosa comn. He aqu cmo narra el salesiano chileno el estado de la tumba de Ceferino: Usted me haba pedido una descripcin del lugar donde est sepultado: es el ms miserable que se puede imaginar: apenas una pequea cruz indica que all hay uno bajo la tierra y que es el joven Zeffirino Namuncur. Lo testifica una inscripcin en latn que dice: Zeffirino Namuncur, d' anni 18, morto a Roma il 11 maggio 1905. El da de difuntos yo mismo quise ir a barnizar un poco esa cruz, a cortar la yerba que, espesa, creca sobre la tumba, a sembrar algunas flores sobre ella e hice pasar adelante y rezar a sus pies a los nios del Colegio de Sagrado Corazn, narrndoles en pocas palabras la vida de Ceferino. S, de Ceferino que, como bien dice Don Bosco (y aqu el original sigue en italiano, nosotros traducimos) hubiera merecido un trato totalmente distinto. Como resultado de los esfuerzos y diligencias de este gran admirador de Ceferino, el 6 de mayo de 1915, un grupo de personas, encabezadas por el Director del ya mencionado Colegio Sagrado Corazn, se dirigieron al cementerio de Campo Verano para la exhumacin y traslado de los restos. Y una vez identificados, fueron colocados en una urna nueva, en el nicho 358, fila segunda, seccin nueva, del cementerio romano. En 1924, en forma totalmente privada, son trasladados desde Roma a Fortn Mercedes, situado frente a la vecina localidad de Pedro Luro (sur de la provincia de Buenos Aires); pareca el lugar ms convocante de la Patagonia. Posea un gran santuario dedicado a Mara Auxiliadora, dos grandes Colegios con sendos pupilajes,

atendidos por los Salesianos y las Hijas de Mara Auxiliadora, un Seminario con muchos seminaristas y era un lugar de paso casi obligatorio de los misioneros de la Patagonia. Pareci en ese momento el lugar ms oportuno y a la mano de los peregrinos que, por otra parte, ya empezaban a llegar para visitar el Santuario de la Virgen. All estuvieron, en la Capilla reconstruida del antiguo Fortn, hasta 1991, ao en que son trasladados a una sala contigua del Santuario Mara Auxiliadora, por razones de mayor seguridad. Hubo que esperar varios aos para tener la primera biografa de Ceferino, que debemos al P. Luis Pedemonte. Desde entonces, se han sucedido diversas publicaciones, algunas de carcter biogrfico y documental, otras de carcter espiritual. El P. Emiliano Aparicio ha registrado alrededor de 60 ttulos (sin contar obras en las que, por tratarse de estudios de conjunto, la biografa de Ceferino aparece muy sintticamente) y puede ser que haya habido tambin otras ediciones que l no hubiera alcanzado a detectar. El 2 de mayo de 1944 se inicia la Causa de Beatificacin de Ceferino. En ella depusieron una gran cantidad de calificados testigos, la inmensa mayora de los cuales lo haban conocido y tratado personalmente. En 1976, Ceferino fue declarado Venerable, es decir, fue aprobada lo que se denomina tcnicamente la heroicidad de las virtudes, es decir se admite que, de acuerdo a la documentacin presentada, Ceferino vivi las virtudes evanglicas en grado heroico. Ya desde 1920, el pueblo de Dios haba comenzado a intuir la eficaz intercesin de Ceferino y a entrar en sintona son su mensaje. La gente, sobre todo el pueblo humilde que est en presencia de uno de los suyos, se siente identificada con l y comienza a expresarse a travs de una de las modalidades tpicas de la piedad popular: las peregrinaciones. Hay que hacer notar que el equipo de pastoral del Santuario -esto ocurre en Fortn Mercedes- trata siempre de destacar la figura de la Madre Auxiliadora
Puebla, 7

Nuestro radical substracto catlico, con sus vitales formas vigentes de religiosidad, fue establecido y dinamizado por una vasta legin misionera de obispos, religiosos y laicos. Est, ante todo, la labor de nuestros santos, como Toribio de Mogrovejo, Rosa de Lima, Martn de Porres, Pedro Claver, Luis Beltrn y otros... quienes nos ensean que, superando las debilidades y cobardas de los hombres que los rodean y a veces los perseguan, el Evangelio, en su plenitud de gracia y amor, se vivi y se puede vivir en Amrica Latina como signo de grandeza espiritual y de verdad divina.

que espera a sus hijos. Pero para todos los amigos de Ceferino, la madre no puede separarse de quien tanto la quiso y la honr en la tierra. Tambin el solar natal de Ceferino Namuncur, la pequea localidad de Chimpay (Ro Negro), resulta revalorizada a partir del centenario del nacimiento del joven mapuche. Desde entonces (1986), todos los aos acuden multitudes de peregrinos a la Fiesta de la Fe en Chimpay (fechada el ltimo domingo de agosto), en la que se trata de orientar la piedad popular, para que la devocin a Ceferino se convierta en canal para el encuentro con Jesucristo. Pero, a lo largo y ancho del pas, son incontables las ermitas que, en los cruces de las rutas, a lo largo de los caminos y las plazas, parques o cerros se han ido levantando. El pueblo de Dios, que quiere la cercana de los amigos de Dios, trata de recordarlos y tenerlos presentes, a travs de estos medios simples y concretos que lo ayudan a visualizar, de alguna manera, su presencia. Asimismo, innumerables placas recuerdan y testimonian la inclaudicable gratitud de sus devotos ante las gracias y favores recibidos.

La presencia viva de Ceferino en el alma del pueblo argentino, se registra tambin en muchas otras expresiones. El folklore le ha dedicado canciones (y, a veces, enteras cantatas) en sus ms afamadas voces. Tambin el teatro y el cine han dado muestras de su inters por el joven mapuche. El periodismo se ha ocupado y sigue ocupndose permanentemente de l. Su nombre est en muchas calles, escuelas y diversas instituciones de nuestros pueblos y ciudades. En distintos lugares se han constituido centros y peas ceferinianas, que realizan distintas actividades de servicio hacia los ms pobres. Cultivan los valores que so Ceferino, divulgan su vida y lo dan a conocer a los dems. La revista Ceferino Misionero sigue proponiendo su mensaje actualizado y como respuesta a las necesidades y desafos del hombre de nuestro tiempo. Desde Brasil se ha hecho llegar la propuesta de que Ceferino Namuncur sea nombrado Protector de los pueblos indgenas de Amrica Latina. El fenmeno ceferiniano se enmarca dentro de la religiosidad o piedad popular, con sus caractersticas propias, y esto plantea a los agentes de pastoral la necesidad de valorar y tomar en serio esta realidad, orientndola debidamente, para que pueda encontrar su marco cristolgico y eclesial. Ya se han realizado varios encuentros nacionales ceferinianos, con gran participacin de amigos de Ceferino y una seria reflexin sobre lo que debera ser la pastoral ceferiniana. Se sigue profundizando tambin el sentido de su santidad para los hombres y jvenes de hoy. En particular, para la gente simple y sencilla, que intuye ms espontnea e inmediatamente el mensaje de Ceferino. Su figura emblemtica ha llevado a la familia salesiana a dedicarse ms intensamente a la evangelizacin y animacin de las comunidades mapuches en la Patagonia argentina. Mientras tanto, el pueblo fiel pide y desea intensamente su pronta beatificacin.

Captulo 10 Ceferino, en el hoy de nuestra historia

Un tiempo para cada cosa (Ecl. 3,1) La historia de la salvacin no es un recordar y admirar el pasado. Es una historia viva en la que pasado, presente y futuro se encuentran indisolublemente unidos en una trama cuyos hilos no se pueden separar. Por eso en la Escritura se nos dice que hay un tiempo para cada cosa bajo el sol (Ecl. 3,1) Y por eso, la clave para ser fieles al plan de Dios es el hoy de nuestra historia. ste es el desafo de los cristianos. Por eso, la Iglesia con el Concilio Vaticano II nos anima a discernir los signos de los tiempos, porque Dios nos sigue hablando en los acontecimientos que vivimos y en las luchas que libramos. Tambin el mensaje de Ceferino debe ser actualizado, no podemos dejarlo anclado en un pasado inmvil y definitivo. El libro del Apocalipsis afirma: Alegrmonos, regocijmonos y demos gloria a Dios, porque han llegado las bodas del cordero (Ap. 19,7). El futuro, para el cristiano, ya ha comenzado. Por eso, el mensaje de los testigos de fe est llamado a proyectarse en cada momento de la historia. Porque la esposa ya se ha preparado, y la han vestido con lino fino de blancura resplandeciente. El lino simboliza las buenas acciones de los santos. (Ap. 19,7-8). ** Y llegando ya casi al fin de este recorrido por la vida y el mensaje de Ceferino Namuncur, llega la hora de preguntarnos: ser todava vlido su mensaje? Este indgena mapuche, representante sin duda de una cultura tan distinta de la nuestra, tendr algo importante para decir al hombre de hoy? Este joven -o adolescente- que vivi al fin del siglo pasado, con otras expectativas y aspiraciones, podr comunicarnos algo que hoy tambin podamos aprovechar y vivir nosotros, en el nuevo milenio? No es malo que nos planteemos stas y otras preguntas, porque nos obligan a profundizar el sentido del mensaje que hoy Ceferino puede dejarnos. Precisamente, trataremos de mostrar de qu manera Ceferino Namuncur encarna, precisamente un patrimonio de valores y una reserva espiritual, que es particularmente importante y significativa para los hombres de nuestro tiempo. En esta cultura del xito y del avasallamiento de las diferencias, Ceferino se presenta como aquel que no se deja arrastrar por el auge y la exaltacin del progreso y se mantiene, con sencillez y humildad, fiel a su propia identidad y a su destino. Para esta sociedad de consumo y del marketing en la que constantemente se impele a los hombres a gastar y consumir, Ceferino aparece como el portador de bienes que no se compran ni se venden y por los cuales vale la pena jugar la vida. En un mundo en el que se ha producido un permanente vaciamiento de valores, que despojan a la vida de consistencia o sentido, Ceferino resulta ser el mensajero de un patrimonio espiritual que hace digna la vida. En una Argentina carente de modelos y de puntos de referencia, Ceferino es hoy tambin para muchos, alguien que se jug por su fe y por su gente, que marca un camino vlido y honroso que muchos argentinos deberan seguir. En esta situacin de sumergimiento tico y de corrupcin a todos los niveles, Ceferino representa la fidelidad a la palabra empeada, el no a las transacciones y a las componendas. En un planeta altamente contaminado en sus elementos primordiales y en grave peligro de destruccin irreversible, Ceferino mapuche (gente de la tierra)

representa un desafo para preocuparnos y ocuparnos seriamente del cuidado ambiental y la preservacin de los recursos naturales. Finalmente, en esta triste etapa histrica de globalizacin y exclusin, Ceferino se presenta como alguien que es capaz de incluir a todos, vengan de donde vinieren y sean quienes fueren. En efecto, una de las caractersticas ms asombrosas del fenmeno ceferiniano es la de su universalidad. A l recurren y se encomiendan gentes de todas las edades, de las ms variadas latitudes, de todo tipo de cultura y formacin, de todas las clases sociales sin excepcin. Esto no deja de llamar poderosamente la atencin porque se trata de un pobre y un indgena, que hoy pareciera asumir un cierto liderazgo espiritual o encontrar una forma de reconocimiento en la sociedad, que incluye a muchsimas personas.
Qu aprender de Ceferino? Principalmente una cosa, la gran verdad de la semilla del Evangelio. Aquella semilla que, en el camino, entre zarzas y espinos, en tierra dura, en tierra generosa, y que ofrece frutos segn la disposicin del terreno, es la semilla que recibimos nosotros y que recibi Ceferino. En nuestro joven la cosecha fue abundante, capaz de admirar a los hombres y de alegrar el corazn de Dios. l nos anima. Los medios de que se serva estn a nuestro alcance. Son los de siempre. Son muy sencillos. No los despreciemos. Por el contrario, hagamos lo posible por revalorizarlos, por aprovecharlos. La Palabra de Dios. La devocin a la Virgen. Los Sacramentos. La amistad con Jess Sacramentado; las buenas lecturas. Acercarse a buenos amigos. La oracin. Todo esto que ustedes tienen a mano, sostuvo y fortific al mximo su vida de cristiano. Perseveren, aunque les cueste, en cultivar esos medios humildes y eficaces. Se convertirn ustedes en tierra de mucho rendimiento espiritual. Y no se olviden de que lo que vale cuesta. El Reino de los Cielos se alcanza a viva fuerza y slo los esforzados lo conquistan (Mt. 11,12). Las lgrimas de Ceferino son un lenguaje que debe llegarnos a lo ms profundo, a nosotros los habitantes de la Patagonia, a quienes vivimos en su misma tierra. Juan Couel, secretario del cacique, confiaba al padre Esteban Pagliere que su primo Ceferino lloraba ante su padre al ver la misrrima condicin de los indios, mal alimentados, ridculamentee cubiertos con ropas prestadas o mal habidas. "Pap, cmo nos encontramos despus de haber sido los dueos de esta tierra! Ahora nos encontramos sin amparo... Por qu no me llevas a Buenos Aires a estudiar? Entre tantos hombres que hay all habr alguno de buen corazn que quiera darme proteccin y yo podr estudiar y ser un da til a mi raza" (Testimonios, pg. 90). La iglesia de esta tierra de Ceferino debe traducir su inquietud de "ser til a mi raza" en algo cordialmente sentido y en un gran esfuerzo prctico. Los ojos humedecidos de Ceferino nos indican dnde estn nuestros hermanos mal alimentados, mal vestidos. "Ahora nos encontramos desamparados", siguen repitiendo. Desde los pobres a todos es la nica forma en que podemos captar el plan de Dios. Carta Pastoral de Monseor Hesayne

Y, en efecto, si hay algo que puede decirse del fenmeno ceferiniano es que se trata de un fenmeno inclusivo (como en todas o casi todas las formas de religiosidad popular). En estos tiempos de exclusin, donde grandes masas de personas quedan fuera de los bienes y servicios indispensables para la vida, Ceferino convoca e incluye a todos. Es ms, Ceferino ante todo por ser quien es (indgena, pobre, joven, derrotado) debera ser considerado especialmente como el intercesor de los dbiles, los aborgenes, los pobres, los excluidos. Ellos son quienes estn mejor predispuestos a su propuesta. Ellos son quienes ms fcilmente se identifican con Ceferino Namuncur. Ellos son tambin quienes hoy ms lo necesitan. Ellos viven desde la religiosidad o piedad popular su encuentro con Ceferino y

traen consigo los valores que el Documento de Puebla ha querido enumerar como tpicos de la religiosidad popular, especialmente la presencia trinitaria que se percibe en devociones y en iconografas, (p. 164) Por eso, son muchos los pobres de nuestra tierra que se encomiendan a l, que piden o agradecen, o que peregrinan a los lugares en que ha quedado alguna marca de sus huellas. En este sentido Ceferino se coloca en la perspectiva de las grandes orientaciones del Episcopado Latinoamericano en su opcin por los pobres, por todo lo que l representa y significa. Pero Ceferino, a la luz de cuanto llevamos dicho, es tambin la opcin de los pobres que lo sienten suyo, cercano, consustanciado con sus angustias y sufrimientos. Los pobres y excluidos de nuestra tierra sienten que Ceferino vivi a fondo y sin concesiones la propuesta de Jess de Nazareth y que vivi tambin la suerte de los marginados y discriminados del mundo. Y que hoy est junto a Dios. Que hoy puede hacer algo importante por ellos y por todos. Pero, sobre todo, que hoy nos invita a no esperar pasivamente, dejando correr la historia a nuestro lado. l nos llama hoy a ser tiles a nuestra gente, a participar en la lucha por la liberacin y la igualdad de oportunidades para todos los seres humanos. Ceferino Namuncur nos invita hoy a hacernos cargo del dolor de la humanidad, de las mltiples formas de opresin, exclusin y miseria que golpean a tantas personas. Es ste un desafo grande que, tal vez, todava est esperando una respuesta.

Captulo 11 Espiritualidad de Ceferino

Todos los que son conducidos por el Espritu son Hijos de Dios (Rm 8,14) Vivimos en la era del Espritu. Desde que ste fue derramado en Pentecosts, vivimos de l. En realidad, su venida, como sabemos, haba sido anunciada ya en el Antiguo Testamento, en el que muchas veces se nos da a entender que toda la historia de la Salvacin ha puesto su proa hacia l. Pero no podemos resistirnos a transcribir un pasaje del Profeta Isaas, en el que el anuncio del Espritu, cobra fuerza y valor inusitados: No temas Jacob, mi servidor, Iesurn, a quien yo eleg. Porque derram agua sobre el suelo sediento y torrentes sobre las tierras secas; derramar mi espritu sobre tu descendencia y mi bendicin sobre tus vstagos. Ellos brotarn como las hierbas entre las aguas, como sauce al borde de los arroyos. Uno dir: 'Yo pertenezco al Seor' y otro llevar el nombre de Jacob; otro recibir sobre su mano: 'Del Seor' y ser designado con el nombre de Israel (Is 44, 2-5) En la era del Espritu, la Historia de la Salvacin no anula la historia del pecado humano, pero hay una fuerza nueva que atraviesa el acontecer humano y llega tambin al corazn de los hombres. Por l se cumple tambin esta otra palabra de Isaas: l fortalece al que est fatigado y acrecienta la fuerza del que no tiene vigor. los jvenes se fatigan y se agotan, los muchachos tropiezan y caen. Pero los que esperan en el Seor renuevan sus fuerzas, despliegan alas como las guilas; corren y no se agotan, avanzan y no se fatigan. (Is 40, 29-31). Aunque han sido dadas muchas definiciones de Espiritualidad, para lo que aqu nos interesa, diremos que entendemos por espiritualidad la obra del Espritu de Dios en un cristiano que, por supuesto, se abre y secunda la accin del Espritu. El Nuevo Testamento est recorrido de una punta a la otra por el Espritu Santo. Nada puede entenderse sin l en la vida de la Iglesia y en la vida de los cristianos. Por eso, Pablo pudo afirmar: Nadie puede decir: 'Jess es el Seor', si no est impulsado por el Espritu Santo (1 Co 12,3). Es decir, somos incapaces de todo inicio y crecimiento en la fe, si no nos mueve el Espritu de Dios. Por eso, el mismo Pablo, en un famoso prrafo de la Carta a los Glatas (Ga 5, 1626), exhorta a los cristianos a dejarse conducir por el Espritu. Y como culminacin de su enseanza sobre la apertura y docilidad al Espritu, Pablo concluye: Si vivimos animados por el Espritu, dejmonos conducir tambin por l(Ga 5,25). Y como cada ser humano es nico, cada uno resulta ms sensible a algunos rasgos del Evangelio de Jess, que sintonizan ms inmediatamente con su temperamento, con la educacin recibida y con su historia personal. Tambin el contexto social y cultural tiene su influjo en el modelo de espiritualidad que la persona puede ir forjando o asumiendo. De todos modos, es siempre el Espritu de Dios el que va guiando a las personas en esta sntesis integradora, en la que convergen tantos factores y que desemboca en lo que ha sido llamado gracia de unidad. Este es precisamente el mbito donde se fragua -o fracasa- la identidad espiritual de cada cristiano. Y precisamente la vida de Ceferino Namuncur resulta absolutamente incomprensible sin esta referencia explcita al Espritu. l fue quien lo condujo, tanto a travs de su sorprendente curva biogrfica, como tambin en su itinerario espiritual. Ni los hechos concretos de la vida de Ceferino ni, mucho menos, su crecimiento y maduracin en la vida cristiana, sus admirables intuiciones, su ofrecimiento indeclinable a la Voluntad del Padre, pueden explicarse, si no es por la accin constante y desconcertante del Espritu de Dios.

Fue el Espritu de Dios el que condujo al P. Domingo Milanesio hasta la tribu de Namuncur, en Chimpay, para bautizar all a Ceferino y a otros miembros de su tribu, para que fueran ungidos por ese mismo Espritu el 24 de diciembre de 1888. Y, desde entonces, el Espritu lo fue acompaando y conduciendo a travs de todas las etapas y vicisitudes de su vida. En particular, creemos que el Espritu de Dios model algunos rasgos significativos y peculiares en el corazn de Ceferino (por ser quien era y por responder como respondi), que pueden aportar su granito de arena a la magna y rica historia de la espiritualidad cristiana. I. El servidor sufriente Entendemos que la figura del servidor sufriente es una de las que mejor puede ayudarnos a entender el significado profundo de la vida y del corazn creyente de Ceferino Namuncur. Por supuesto que los cnticos del Siervo de Yav (I: 42, 1-9; 49, 1-9; 50, 4-11; 52, 13; 53-12) son, ante todo, el anuncio del Mesas que se ha cumplido plenamente en Jess de Nazareth. Pero es cierto tambin que, desde esta concreta palabra de Dios, podemos asomarnos mejor a la obra del Espritu en el interior de Ceferino. Y percibir cmo se fue decantando en l la vivencia profunda del Evangelio de Jess. Los principales aspectos de esta identificacin con el sentido sufriente de Isaas, parecen ser los siguientes: 1. El sufrimiento de la raza Como sabemos, desde muy pequeo, Ceferino se dio cuenta de la situacin de postracin y miseria en que se debata su gente. Aunque era hijo del cacique -y tal vez en mayor medida precisamente por eso- sinti en carne propia la humillacin de mendigar y de ver mendigar a su padre en Buenos Aires para obtener la propiedad de unas pocas hectreas de tierra para quienes haban sido dueos de la Patagonia. Desde la rendicin en General Roca -y aun antes, cuando su padre haba tratado infructuosamente de firmar una paz honrosa- su gente vive bajo el estigma del desprecio y la frustracin. Ahora bien, como lo sabemos, esta situacin tuvo una repercusin muy honda en el corazn de Ceferino. Su hermano Alfredo testimoni: Lagrimeaba al ver la misrrima condicin de los indios de chusma, mal alimentados, ridculamente cubiertos con ropa prestada o mal habidas. En esos das de escasez aun en los toldos del cacique, ante el apremio del padre imposibilitado de aliviar las necesidades de su gente hambrienta.... Ante esta situacin, Ceferino toma la decisin de ir a estudiar. Esto nos muestra hasta qu punto hicieron mella en l los padecimientos de su pueblo. En efecto, de su raza vencida pudo decirse tambin:.. .creci como un retoo en su presencia, como una raz que brota de una tierra rida, sin forma ni hermosura que atrajera nuestras miradas (Is 53,2). 2. El que quiera seguirme... Y desde que tiene que dejar a su gente, podemos decir que el sufrimiento se acenta. Al tratar de asumir la nueva cultura y entrar en el mundo del blanco, Ceferino se encuentra con la incomprensin, la burla, el menosprecio y, a veces tambin, el mal trato de sus compaeros (y de algunos de sus educadores). l podra decir tambin: No retir mi rostro cuando me ultrajaban y escupan (Is 50,6). Cuntas veces se sinti llamar indio como si fuera el peor de los insultos! Y aunque haba sido elegido del Seor, encontr muchas dificultades de parte de los hombres para poder cumplir sus sueos y responder al llamado de Dios.

sta fue la espina ms aguda que llev clavada en su vida, especialmente en sus ltimos aos. Su participacin en el misterio pascual de Jess, signific para l la muerte de aquello que ms profundamente deseaba su corazn: ser sacerdote. Vivi intensa y dolorosamente este deseo y la incertidumbre que la falta de respuesta por parte de los hombres gener en su corazn. Cuando no fue aceptado para ir con los aspirantes a la casa de Patagones, sinti el cimbronazo ms fuerte de su vida y comenz a vivir muy hondamente aquellas palabras del Evangelio: Si el grano de trigo no muere, no da fruto (Jn. 12, 24). Y, sin embargo, nunca se dej doblegar por el resentimiento o la sospecha: El Seor abri mi odo y yo no me resist ni me volv atrs (Is 50,5). Es que en l se cumplen admirablemente tambin las palabras de Pablo en la primera Carta a los Corintios: Dios eligi lo que el mundo tiene por necio, para confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por dbil, para confundir a los fuertes; lo que es vil y despreciable y lo que no vale nada, para aniquilar a lo que vale. As nadie podr gloriarse delante de Dios (1 Co. 1,27-29). Y Ceferino pudo vivir intensamente esto que Pablo llama el mensaje de la Cruz, locura para que los que se pierdan, pero para los que se salvan, fuerza de Dios(l Co 1,18). Esta eleccin de Dios confunde los criterios y los deseos de los hombres, pero es fuerza de Dios para quien confa en l: Pero el Seor viene en mi ayuda: por eso, no quedar confundido; por eso, endurec mi rostro como el pedernal y s muy bien que no quedar defraudado (Is. 50,7). 3. La soledad y el abandono El momento culminante de la pasin de Jess, el servidor sufriente, es precisamente la soledad y el abandono en la cruz. Tambin esta experiencia fue profundamente vivida por Ceferino, sobre todo en su estada en Roma y en los ltimos meses de su enfermedad. Est solo, lejos de su familia y de su patria. No tiene casi con quien desahogarse y compartir. l tambin debe sorber el cliz hasta la ltima gota. En efecto, no es slo el sufrimiento fsico el que lo abruma en Roma, sino sobre todo el aislamiento y el abandono: despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores y habituado al sufrimiento (Is 53,3) - Y aun podemos preguntarnos si la humilde tumba en la que fue sepultado en el cementerio Verano, no cumple tambin esta palabra: Se le dio un sepulcro con los malhechores y una tumba con los impos, aunque no haba cometido violencia ni haba engao en su boca (Is. 53,9).

Contemplativos en lo cotidiano Hemos constatado que nuestra vida, y la realidad que nos rodea, est toda ella atravesada por el Misterio de Dios, suprema verdad para nosotros. Vivimos inmersos en Dios, manifestado en la muerte y resurreccin de Jess. Pero tambin constatamos, con frecuencia, que nos faltan ojos profundos y capacidad de escucha y de meditacin para captar el significado de la realidad ms all de las experiencias. Tenemos necesidad de silencio para ahondar en nosotros mismos, para atravesar las meras impresiones, y llegar al misterio de Dios y de nosotros mismos. Esta es experiencia de interioridad en la Espiritualidad juvenil salesiana; un espacio ntimo y personal donde resuenan todas las voces que nos vienen del exterior, y donde cada uno ha de decidir sobre su propia vida, construir su propia personalidad, y ser coherente con las opciones. En ese espacio nos habla el Espritu de Jess, muchas veces desde el silencio. Eso no es fcil. Por tanto, tenemos necesidad de ayudarnos recprocamente para lograr una nueva capacidad de ascesis que nos haga capaces de contemplar la realidad, desde el Misterio que lleva adentro. Contemplar es atravesar las cosas para llegar a poseerlas plenamente, sabiendo conjugar lo que se ve y lo que permanece invisible a una mirada distrada y superficial. La capacidad de contemplacin afecta a toda la vida del hombre. No es un gesto reservado para unos momentos especiales. Y si la vida diaria es la mediacin donde se hace presente el Dios de Jesucristo, en todos los momentos de esta vida podemos contemplar la presencia de Dios y encontrarnos con l. Quien contempla en lo cotidiano, busca un espacio separado en el que acercarse a Dios. Quien adems llega a ser contemplativo en lo cotidiano, reconoce la sacramentalidad de su vida. Una vida contemplada es el lugar en el que vemos a Dios, el espacio de nuestro seguimiento de Cristo. En ella encontramos la razn para asumir y vivir el Reino de Dios, que es vida abundante para todos. (Espiritualidad Juvenil Salesiana, Roma, 1996)

Pero, despus de su muerte, entendemos que se cumple tambin plenamente en l el triunfo del servidor sufriente: Si ofrece su vida en sacrificio de reparacin, ver su descendencia, prolongar sus das y la voluntad del Seor se cumplir por medio de l. A causa de tantas fatigas, l ver la luz y, al saberlo, quedar saciado (Is. 53, 10-11). 4. La expiacin En efecto, la figura de Ceferino tiene, tambin a la luz del cuarto canto del servidor sufriente, una dimensin expiatoria, especialmente por los pecados de los blancos vencedores, que sometieron con prepotencia a su gente, pero tambin de los suyos, que tampoco fueron inocentes en el trato con los tehuelches o los vorogas. Y tambin representa un fuerte llamado a la reconciliacin y a la paz entre los pueblos y entre los grupos antagnicos de la sociedad: El castigo que nos da la paz cay sobre l y por sus heridas fuimos sanados (Is. 53,5). Ceferino carg sobre s el pecado de muchos y, por eso, an hoy su memoria no es, a veces, suficientemente entendida y valorada. II. Espiritualidad de la vida cotidiana En estos tiempos en que se produce el retorno de los brujos y de los ngeles, en el que an la gente sinceramente religiosa (dejemos de lado el fenmeno de las sectas o los under de la religiosidad) est en busca de lo extraordinario y de lo extrao, y en que se pretende vivir experiencias distintas, vale la pena remarcar que la vida y la espiritualidad de Ceferino, representan un camino de sencillez y de humildad, enmarcados en el mbito gris de la vida cotidiana. Hasta tal punto no hay en l nada de extraordinario o de grandioso (ms all de ser el hijo del ltimo gran cacique mapuche), que quienes consideran la santidad cristiana bajo el enfoque de lo puramente heroico, se sentiran defraudados.

En ese sentido, su figura puede ayudar (ciertamente, no es la nica) a entender la santidad cristiana desde otra perspectiva. En efecto, el Evangelio de Jess ha de encarnarse para ser tal en la situacin concreta de la vida de los hombres, all donde se desenvuelve el accionar diario y donde estamos llamados a testimoniar los valores del Reino. No es fuera del mundo, sino dentro del mundo y de las circunstancias cotidianas, donde el Seor se nos manifiesta y solicita. En realidad, sta es una intuicin que San Juan Bosco mam desde su cuna de recia estirpe campesina. Su madre lo inici desde los primeros aos en una fe muy concreta que se trasluca en la contemplacin de los fenmenos de la naturaleza, en la vida de familia y en el quehacer de todos los das. Y l tambin, una vez que hubo comenzado la obra de los oratorios, supo realizar una propuesta cristiana simple y efectiva a los chicos pobres y abandonados que frecuentaban sus casas. Supo tambin trazarles una pedagoga de la santidad que estuviera a su alcance. Y los salesianos que vinieron a la Argentina -varios de ellos, entre sus primeros discpulos- trajeron tambin esta pedagoga espiritual. Del ambiente que ellos supieron generar en los colegios de Almagro y Viedma -los que frecuent Ceferino- y de la percepcin que tuvo el joven mapuche de esa propuesta cristiana, resulta esta forma de vida espiritual, que hoy es particularmente interesante para el hombre de nuestro tiempo. 1. El ritmo de un internado Ante todo hay que decir que Ceferino vive en Almagro al ritmo de un pupilaje. All la vida est organizada, a veces demasado. Adems, es compartida con muchos otros chicos de su edad. No hay lugar para excepciones, todos deben cumplir los mismos horarios, realizar los mismos deberes, ceirse al mismo reglamento. El internado marca un cierto tipo de vida, al que necesariamente hay que adaptarse. No es para todos. Se corre el riesgo de la masificacin, de la mecanizacin (prima la rutina, pueden hacerse las cosas sin conviccin), de la falta de libertad, sobre todo en el aspecto religioso. Hay que decir, ante todo, que Ceferino se adapt maravillosamente a la vida del internado. l provena de un estilo de vida simple, pero libre. Sin embargo, en ningn momento tuvo dificultades serias para adaptarse a las exigencias de los internados que le toc frecuentar. Pero hay ms; Ceferino encontr en el Internado (que en la casa de Don Bosco se converta en una verdadera familia) el cauce por donde pudiera ir fluyendo -mansa y serenamente- su vida cristiana. All vivi -tanto en Almagro, como en Viedma, y en Frascati- su amistad con el Seor y con los hombres. All descubri el valor de las cosas pequeas, de los gestos cotidianos, del deber cumplido con alegra. Con naturalidad (y, al mismo tiempo, con esfuerzo) trat de ser un buen alumno, de poner lo mejor de s mismo en la convivencia diaria, de aceptar interiormente la novedad (y Ceferino tuvo que pasar por varios colegios) y la rutina de lo que tena que vivir. Hay que decir que las exigencias del Internado o de la familia de Don Bosco, vividas desde esta perspectiva, daban motivaciones fuertes y una pedagoga eficaz para la maduracin en la fe y el camino hacia la santidad. Prueba de ello son la vida de Domingo Savio (y tantos otros chicos del Oratorio de Don Bosco) y de la Beata Laura Vicua. LOS SACRAMENTOS DE LA VIDA COTIDIANA

Entendemos por tales a los sacramentos que pueden reiterarse habitualmente y, por lo tanto, tienden a modelar el corazn creyente y nutrir su fe. Estos son los sacramentos de la Eucarista y de la Reconciliacin. Recordemos que Don Bosco luch mucho para que se admitiera a los nios a la comunin, y luego, a la comunin frecuente. Lo consideraba un medio indispensable para alimentar la vida cristiana de los nios y adolescentes. Compartir
El instinto egosta del hombre joven o adulto, lo lleva a buscar ventajas personales. Lo mejor para m! Hay un testimonio muy elocuente de Pedro Tealdi que contrasta con este comportamiento. Dice que Ceferino, en los paseos, antes de comer, se detena para ver si a alguno le haba tocado una racin ms pequea. Entonces le ofreca la suya pretextando que la del compaero le agradaba ms. Los domingos por la tarde los internos del colegio Po IX solan ir de paseo a San Isidro. A la hora de la merienda corra el "mate". Es la bebida tpica del indgena. Gaseosas, licores y otros brebajes se resumen para el aborigen en el clsico mate. Privarlo a Ceferino de ese elemento era como sacarle algo esencial a su sustento. Y all asoma nuevamente el gesto del araucano que no slo comparte con el blanco lo que es propio de su raza, el mate, sino incluso, deja su "turno" para que la "vuelta" sea ms rpida. El compartir de Ceferino era completamente desinteresado. Sin privilegios. Lo que en un muchacho suele constituir un afn de posesin, el dolo de tener para Ceferino se trueca en un espontneo gozo en el dar. Por eso lleg a ser grande. El hombre se agiganta interiormente cuando aprende a donarse totalmente. As era el estilo de Ceferino: compartir siempre, sin esperar recompensa. En todo caso est la promesa evanglica, segn la cual tiene premio hasta un simple vaso de agua. En la cuenta del divino banco, quien da uno recibe ciento. (Barasich, Mensaje de un joven mapuche)

Ceferino vivi intensamente ambos sacramentos. La reconciliacin semanal o quincenal era vivida y practicada como un encuentro con el Padre misericordioso, que le ofreca el abrazo del perdn y lo animaba a seguir creciendo. Se senta en esto personalmente interpelado. Se senta llamado en primera persona a ser fiel. Por otra parte, la Eucarista representaba el encuentro con Jess vivo, el que se lo haba dado (y le segua dando) todo, el amigo consolador a quien confiaba sus anhelos, sueos y frustraciones de adolescente. Desde que Ceferino recibi su primera comunin, a los 12 aos, qued definitivamente marcado por la Eucarista. La presencia real, viva de Jess le haca percibir muy hondamente el misterio de la encarnacin, de la cercana del Hijo de Dios, que haba venido a mostrarnos cunto nos quiere el Padre. La Eucarista era para Ceferino un punto de salida y de retorno. Salida hacia la vida, hacia el encuentro con los dems, hacia lo de todos los das. Y retorno, despus de lo vivido, con el corazn lleno de experiencias para compartir la historia ya vivida, para descansar en el Amigo y volver a emprender el camino. Ceferino, sin rehuir el deber cotidiano, vive pendiente de la Eucarista. Por eso su necesidad de ver la lucecita del Sagrario desde su banco de estudio; de ah tambin el fervor con el que vive la Misa de cada da. EL VALOR DE LAS PEQUEAS COSAS

Para un nio o un adolescente, si bien es cierto que es bueno que sepa enamorarse de grandes ideales, la dificultad radica muchas veces en ir encarnando en la vida concreta y progresivamente, las cosas que va descubriendo. Ceferino fue aprendiendo paulatinamente, como ya hemos tenido ocasin de decir, a santificarse en lo pequeo de cada da. No hay nada de extraordinario en esmerarse en ser un buen alumno y en estudiar las lecciones de cada da, pero hacerlo siempre (y Ceferino debi readaptarse varias veces) desde Jess y su Evangelio, ofrecindolo y dando gracias por ello, significa ponerse en sintona con el agua viva de la Gracia y del Espritu. Y lo mismo vale en el mbito de todas las responsabilidades cotidianas y de los servicios que se le asignaron, a aquellos a los que l se ofreci voluntariamente. Estas cosas vividas desde el amor a Jesucristo y a los hermanos, quedan transfiguradas. Se convierten en oracin. Representan la continuidad y la prolongacin de la Eucarista, cuando ella nos devuelve al mundo. 2. Prctica sacramental Ante todo, Don Bosco haba sido un gran luchador -y esto haba ido a contrapelo de ciertas corrientes espirituales de su medio- para que los nios y adolescentes se acercaran a los sacramentos. Y dentro de su sistema educativo, la confesin y la comunin frecuentes son considerados elementos de primera magnitud para el crecimiento de la fe de sus oratorianos. Cuando Ceferino llega al Colegio Po IX, todava no ha hecho su primera comunin. Aunque no tenemos detalles de cmo haya sido su preparacin, a juzgar por los efectos, ha dejado una huella profunda en su corazn. Cuando a los doce aos hace su primera comunin, ya es plenamente consciente de todo lo que la Eucarista puede llegar a significar en su vida. Por eso, su participacin en la Eucarista de todos los das (tal como era habitual entonces en los colegios salesianos), era sentida y vivida como el acontecimiento central de la jornada y no como mero cumplimiento de un factor horario. Podemos decir que el mismo Jess Eucarista fue modelando el corazn de Ceferino en este contacto diario con l. Por otra parte, en ese momento, en los Colegios Salesianos la Catequesis era considerada como algo fundamental en la vida de la comunidad, ya que se volcaban en ella los mejores esfuerzos. Tanto para estimular a los chicos, como para favorecer la mejor comprensin del misterio cristiano, no se escatimaban medios y, de algn modo, toda la vida del Oratorio o del Colegio se orientaba hacia La Eucarista. Al ao siguiente Ceferino recibi la Confirmacin, que signific un momento importante en lo que se refiere a la accin del Espritu en su corazn. Precisamente es a partir de ese momento, cuando la apertura y la entrega de Ceferino se hacen ms plenas y sin concesiones. Pero es sobre todo, a travs del sacramento de la Reconciliacin cmo va descubriendo y experimentando el Amor misericordioso del Padre y en el que se hace efectiva la Direccin Espiritual, que lo va orientando progresivamente en el camino de la santidad cristiana. Ceferino frecuenta y celebra asiduamente este sacramento y encuentra en l la posibilidad de abrir plenamente su corazn y confiar sus dificultades, dudas y aspiraciones. Encuentra siempre buenos confesores o, al menos, representan siempre una ayuda eficiente y concreta para l.

La vida de la gracia va tomando poco a poco forma en su corazn y la purificacin constante a travs del sacramento del perdn, lo ayuda a ir despejando el camino de toda barrera y de todo obstculo para la accin del Espritu. La prctica sacramental representa tambin para Ceferino una insercin vital y cordial en la vida de la iglesia, especialmente importante en aquella poca en que no eran tan accesibles otras formas de insercin y participacin. 3. Vida de oracin Ceferino, como est abundantemente testimoniado en la Causa, fue un gran orante. Y esto, en varios sentidos. En primer lugar, Ceferino forj desde su infancia un odo atento y un corazn abierto. Tuvo el silencio interior y la capacidad de escuchar. Su oracin estuvo transida de silencio y apertura. De su raza mapuche recibi sin duda una particular capacidad para escuchar y para hacer silencio. Y el Espritu de Dios dilat esta posibilidad para que fuera tierra fecunda a la espera de la semilla. Sintindose pequeo, se daba cuenta de que no tena nada que buscar en s mismo, y, por eso tena el alma totalmente dirigida hacia Dios. Por eso, adquiri una gran facilidad o espontaneidad para ponerse en su presencia y se volvi extremadamente sensible a las inspiraciones del Espritu. Como ya lo haba aprendido en los campos de Chimpay, Ceferino era particularmente sensible a las manifestaciones de Dios en la naturaleza, pero despus de la comunin tambin se mostr muy sensible a los signos de Dios en la historia de los hombres. En segundo lugar, Ceferino busc permanentemente a Dios. Como la cierva sedienta va en busca del agua (S. 41,1), como dice el salmo, Ceferino tuvo siempre sed de Dios. Especialmente hambre y sed de Eucarista. Por eso, no solamente particip con gran fervor de la misa diaria recibiendo la comunin, sino que acogi con la mejor predisposicin la recomendacin de Don Bosco: Quieren muchas gracias de Jess? Visiten a Jess Sacramentado. Quieren pocas gracias de l? Vistenlo poco. No quieren ninguna gracia? No lo visiten en absoluto. Por eso Ceferino visitaba a menudo a Jess Eucarista en las capillas de los Colegios o Casas Salesianas donde le toc estar. En tercer lugar, la oracin de Ceferino fue simple y profunda. Probablemente no haya llegado a las altas cumbres de la oracin, pero en su simplicidad, encarn una forma de oracin afectuosa y filial, como se transluce en sus cartas. Una oracin hecha de confianza y de relacin personal, dirigida al centro del misterio cristiano: Jess en la Eucarista. 4. Alegre cumplimiento del deber cotidiano Esta es otra marca indeleble de la espiritualidad salesiana. La vida cristiana pasa concretamente por las vivencias cotidianas. Esta es la prueba de fuego de la virtud. El Evangelio de Jess debe calar en las cosas pequeas de cada da, a travs de las cuales se encarna en la historia nuestra vida. Un cristiano irresponsable no puede ser un cristiano fiel. Ceferino comprendi rpidamente -guiado por el Espritu que le dio la sabidura de la fe- la necesidad de ser fiel en lo poco, para ser fiel en lo mucho. Ceferino entonces, apenas fue entendiendo las exigencias del horario, del estudio y las modalidades del internado, se entreg de lleno a esa vida. Hay que destacar que no fue un cumplimiento automtico, rutinario o simplemente obligatorio. Ceferino se adapt espontneamente a este ritmo, sintiendo que por all pasaba la voluntad del Padre. Y entonces se esmer esforzadamente por ser un buen estudiante (y pensemos cunto le cost, incluso algn aplazo), finalizando siempre su estudio al Seor y a los

hermanos (nunca perder de vista que l estudia, efectivamente, para ser til a su gente). Trat tambin de cultivar, como todo chico, la alegra del juego en el patio salesiano. Por eso, en Buenos Aires, no rehus retomar el arco y la flecha para demostrar quin era a sus compaeros, ni montar al caballo del lechero recordando sus andanzas infantiles en Chimpay. Y en Viedma, un compaero lo defini como el alma del recreo. Igualmente, se tom muy a pecho sus responsabilidades cuando le toc ser sacristn, o cumplir tareas campestres en Uribelarrea, o realizar otros oficios de limpieza en las Casas Salesianas. Y esto nunca fue siempre considerado como un peso o como un yugo difcil de sobrellevar, sino fue siempre asumido con alegra y optimismo. Del mismo modo, cuando le lleg la hora de la enfermedad, Ceferino haca lo que haba que hacer con sencillez y serenidad. En ese sentido, de alguna manera la faceta del servidor sufriente estuvo escondida por una actitud normal y espontnea de su nimo templado y valiente, propio de su raza. No se puede negar que Ceferino experiment tambin, si se quiere, experiencias poco comunes para los chicos de su edad. Tuvo a su cargo discursos importantes ante personalidades de relieve; fue entrevistado por la prensa en ms de una oportunidad; fue de alguna manera tutoreado por un ex presidente de la Nacin; altern en Turn con los superiores de mxima jerarqua de la Congregacin Salesiana; y finalmente fue llevado ante el Papa. Pero hay que decir que en todos estos hechos, se comport con extrema lucidez y humildad. Nada lo haca salir de su habitual discrecin y estos acontecimientos se enraizaban en continuidad con su vida de todos los das, a la que volva siempre con conviccin y alegra. 5. La direccin espiritual Hay que decir que, apenas Ceferino lleg al Colegio de Almagro, supo buscar la Direccin Espiritual y que sta represent para l un medio fundamental de crecimiento en la fe. Tanto con el P. Jos Vespignani en Almagro, como luego con el P. Vacchina en Viedma, se entreg con total confianza y docilidad a quienes lo podan orientar en su vida espiritual. Adems supo combinar admirablemente la prctica frecuente de la reconciliacin, como mbito de purificacin, de vida nueva en la Gracia y de encuentro con Cristo vivo, con la orientacin espiritual que, en sentido ms amplio, reciba del sacerdote que lo acompaaba o del conjunto de instituciones que de alguna manera signaban la vida de los nios y adolescentes del Colegio. Ceferino realiza adems una experiencia profundamente sanadora de la paternidad espiritual que lo ayudar a ir superando sus limitaciones y defectos, de manera progresiva y natural. Conserva siempre un recuerdo muy clido de sus confesores o directores espirituales, les escribe peridicamente y los recuerda en su memoria y en su oracin. En este sentido podemos decir que la direccin espiritual, al menos como la entenda Don Bosco, se coloca en el mbito de la vida cotidiana de Ceferino. 6. Su decisin vocacional Estamos convencidos tambin de que la temprana decisin de Ceferino en el plano vocacional fue un poderoso impulso de crecimiento y perfeccionamiento espiritual. Quien sabe adonde va, busca tambin por dnde ir. Esta es otra dimensin de este estilo de santidad profundamente realista que se enmarca en la espiritualidad de lo cotidiano. Adems, su espritu de lucha ante las dificultades hace que pueda mantenerse siempre

firme en el camino trazado de seguir a Jess viviendo su Evangelio. Por eso, no se cansa de pedir una y otra vez su certificado de bautismo, ora y llora por su vocacin, busca el apoyo de quienes lo puedan ayudar y apoyar, se esfuerza en el estudio y en todo aquello que pueda significar un acercamiento al ideal que tiene siempre ante los ojos. 7. La presencia de Mara Podemos decir que Ceferino aprendi a conocer a Jess de la mano de Mara. En efecto, tanto en el Colegio Salesiano de Almagro como en Viedma, Mara estaba presente e iba abriendo camino a sus hijos. Por eso, desde que Ceferino se abre al misterio de Cristo, se encuentra inmediatamente con su Madre, y en todas partes por donde pas, se sinti acompaado por la presencia de la Madre. l, que haba tenido que dejar a su madre tan lejos, para no volver a verla ya nunca ms, encuentra en la fe cristiana una nueva Madre, de la cual no se separar nunca. De aqu su fidelidad al Rosario, su dilogo constante con ella, la vivencia cotidiana del cntico de Mara. Cuando estuvo en Turn, aprovech intensamente el tiempo libre, para orar largamente en el Santuario de Mara Auxiliadora y poner en prctica, al menos durante algunas horas, aquella frase: Yo estara a los pies de Mara todo el da. III- Apertura Misionera Espritu misionero significa una peculiar manera de vivir la dimensin misionera de la fe a la que, si bien todos los cristianos estamos llamados a desarrollar, algunos, como Ceferino, se abren plenamente a la Gracia para poder vivirla ms intensamente. 1. Las necesidades de su gente. Ceferino manifest su carisma misionero, especialmente por su sensibilidad y por la resonancia que tuvieron en su corazn las necesidades de su gente. Podemos decir que Dios le habl especialmente a travs de la situacin que vivan los mapuches y, en particular los de su tribu, de cuya realidad inmediata l participaba ms directamente. Esa fue la primera motivacin que lo llev a partir. Sin duda que el Espritu de Dios recibido en el Bautismo le abri los ojos para que se diera cuenta de la realidad de postracin y agona en que viva su tribu.Quiero ser til a mi gente. Evidentemente este deseo, que en Ceferino se convierte en firme propsito tiene, tal vez, en su inicio un soporte puramente humano, pero es la base de sustentacin sobre la que se arraigar su vocacin misionera. El ser til encontrar su realizacin plena en el anuncio de Jesucristo. 2. Apertura a sus coetneos. Pero en Ceferino, este deseo y esta vocacin comienza a realizarse casi inmediatamente por su gran apertura a los coetneos, con quienes le toca compartir la vida. Ceferino no se cierra sobre s mismo. Y, a pesar de demostrar en varios aspectos una precoz madurez, no deja de ser uno ms entre sus compaeros. Pero es preciso destacar tambin que esta apertura es sobre todo para llevarles a Jesucristo en las actividades diarias de la jornada. Ceferino anuncia a Jess, ms que hablando de l, viviendo de los valores de Jess. No rehuye nada de lo que es sano y bueno (la recreacin, el dilogo, las caceras, excursiones, trabajos, estudio, msica y canto, juegos y concursos), pero va aprendiendo tambin, que todo esto debe estar orientado al Reino. Discpulo y misionero, Ceferino, por una parte es, en alguna medida, fruto de la misin salesiana en la Patagonia. Su gente ha sido misionada por el Patiru Domingo y

luego tambin por otros misioneros. Estos misioneros se entregaron de lleno y sin concesiones al anuncio del Reino. Trajinaron a pie, a caballo, en sulki, en vehculos muy primitivos, leguas y leguas de meseta patagnica, vivieron al sereno, en ranchos y tolderas y en primitivos fortines; fueron incomprendidos y tuvieron graves problemas con la autoridad civil y militar. Con sangre, sudor y lgrimas fueron roturando y esparciendo la semilla en el pedregoso suelo patagnico, aprendieron la lengua y la cultura de los mapuches; defendieron a los indgenas, aunque a veces no alcanzaron a comprenderlos enteramente. Ceferino culmin su obra de formacin en el Colegio de Almagro. All descubri la vocacin misionera en su plenitud y all comenz a ser misionero, en las circunstancias de la vida diaria, entre sus compaeros. 3. Intercesin por su pueblo. Pero podramos pensar que el gran ideal misionero de Ceferino, en gran medida, queda trunco, en cuanto nunca lleg a poder realizarlo plenamente. En realidad, tenemos que decir que nunca dej de ser misionero. Al contrario, desde que Jess lo llam a compartir plenamente la herencia del Cielo, Ceferino comenz a actuar ms que nunca, respondiendo a las necesidades de su pueblo. Por eso, tantos fieles han experimentado la eficacia de su intercesin; por esto tambin tantos peregrinos acuden, desde los ms remotos lugares, a cumplir promesas o agradecer favores obtenidos por su intercesin. El pueblo cristiano intuy que Ceferino es un intercesor muy vlido con el que todos pueden sentirse identificados. Y que lo que Ceferino no pudo realizar plenamente aqu en la tierra, durante su estada en este mundo, lo est y lo sigue realizando ahora desde el Cielo. IV- LAS DIFICULTADES Y DEBILIDADES La santidad de Ceferino no sera real y autnticamente humana si no hubiera tenido que hacer las cuentas con dificultades y debilidades, que son propias de la condicin humana. Ya hemos hablado de la burla y discriminacin por las que tuvo que pasar y ante las cuales nunca respondi con enojo o resentimiento, pero que debieron suscitar en su temperamento sensible, momentos de turbacin y desaliento. Quisiramos referirnos ahora a otros aspectos, que tal vez no han sido suficientemente destacados a lo largo de nuestra exposicin. 1. Lejana de la familia. Ceferino, como buen mapuche, estaba profundamente ligado a su familia. Lo haba estado en Chimpay y lo seguira estando despus. Lo demuestra su afectuossima e ininterrumpida correspondencia y las largas charlas mantenidas con su padre, cuando ste iba a visitarlo en Buenos Aires. Lo demuestra tambin el dolor que experiment al enterarse que su madre haba dejado la tribu -cuando su padre se casa por civil y por Iglesia con Ignacia Rail- y los continuos esfuerzos por dar con su paradero y tener noticias de ella. Ceferino dud mucho en volver a visitar a su familia cuando su primo Julin fue a buscarlo a Viedma. Probablemente, desisti de esta visita movido por los consejos de sus superiores que, estando a la mentalidad de la poca, vean muchas veces a las vacaciones como la cosecha del diablo. Sin embargo, siempre se sinti muy cerca de sus familiares. Incluso, especialmente en los primeros tiempos, los extra mucho.

2. Integracin afectiva y castidad: Ceferino fue un chico que tuvo una gran capacidad de adaptacin, un agudo sentido del compaerismo y una clara predisposicin a la amistad. Tena una afectividad rica (aunque no ciertamente desbordante) que se expresaba con serenidad, sobriedad y apertura. De todos modos, como aparece en algunas de sus cartas, experimentaba tambin toda la fuerza de las pulsiones vitales e instintivas propias de la adolescencia. Se senta vulnerable y buscaba en la reconciliacin y en la Direccin Espiritual la ayuda para ir superando las dificultades y tentaciones en este campo. Su proyecto vocacional era claro y orientaba sus esfuerzos, pero el dominio de su instinto sexual no dejaba de ser para l una meta a la que solo con la ayuda de la Gracia poda ir acercndose paulatinamente. Se sinti particularmente afectado en Italia, cuando debi afrontar la soledad, en forma ms aguda y manifiesta. Y lo comunic con pena y desazn en alguna de sus cartas. Pero en todo momento supo reaccionar con espritu de fe y depositando su confianza en el Seor. 3. Frustracin vocacional. Sin duda, debi ser sta la cruz o la dificultad ms pesada de la vida de Ceferino. El se senta llamado a ser salesiano, sacerdote y misionero de su gente, pero no poda llevar adelante su proyecto por diversos obstculos que lo preocupaban hondamente: ante todo, nadie le daba informaciones precisas sobre su certificado de bautismo. Lo reclam incansablemente a un lado y a otro, pero sin resultado alguno. Y ste era un documento imprescindible para ser admitido. Otro obstculo que l, sin duda, debi ignorar, era lo que podramos llamar la situacin familiar cannica que, como ya tuvimos ocasin de exponer, no era la legtima segn la Iglesia. Finalmente, su enfermedad, que le impeda cursar normalmente los estudios y convivir con otros compaeros de aspirantado (pero de la enfermedad en s hablaremos a continuacin). De todos modos, lo que es importante destacar es que toda esta situacin marc el nimo de Ceferino, constituy su pasin. Y sabemos que toda autntica pasin, como la de Jess, tiene momentos agudos de lucha y tentacin. 4. La enfermedad: Aunque Ceferino, rarsimas veces se queja de su enfermedad, debi sin duda ser una prueba dolorosa para l. Le impeda hacer una vida totalmente normal codo a codo, con sus compaeros de internado, le creaba dificultades para el estudio y de alguna manera condicionaba tambin su futuro. Por momentos, en alguna de sus cartas podemos entrever un cierto cansancio ante la enfermedad. Parece que en algn momento intuy que se trataba de algo incurable, pero casi nunca lo dej traslucir. En este aspecto, como en tantos otros, prim su habitual discrecin: cuanto menos se hablara de l, tanto mejor era para el Reino de Dios.

Captulo 12 La voz de los mapuches

Hubo entre ellos quienes dejaron nombre... (Eci 44,8) En la Escritura, constantemente se hace memoria de las obras de Dios, realizadas a lo largo de la historia. Se recuerda a los antepasados que cumplieron una misin importante para el pueblo. En la Historia de la Salvacin encontramos una esencial continuidad. Es la misma Alianza de fidelidad que Dios renueva constantemente con su Pueblo. Y esta continuidad es marcada tambin por las genealogas, por la ininterrumpida sucesin de generaciones. En el libro de Ben Sir (llamado tambin Eclesistico) se dice precisamente: Hubo entre ellos quienes dejaron nombre, para que se hablara de ellos con elogio. De otros no ha quedado recuerdo, desaparecieron como si no hubieran existido, pasaron cual si a ser no llegaron, as como sus hijos despus de ellos. Mas de otro modo estos hombres de bien, cuyas acciones justas no han quedado en olvido. Con su linaje permanece la rica herencia que procede de ellos. En las alianzas se mantuvo su linaje y sus hijos gracias a ellos. Para siempre permanece su linaje y su gloria no se borrar. (Ecl. 44, 8-13) Tambin el pueblo mapuche recuerda hoy a Ceferino Namuncur. l es un hito de esta historia de los pueblos indgenas, en la que se da, por una parte, la continuidad con la propia identidad y las races y, por otra, la apertura al encuentro y a la convivencia con otras culturas y con otros pueblos. Recoger, entonces, el testimonio del pueblo mapuche es, como escuchar el eco de los antepasados y, al mismo tiempo, recordar la sabidura de quienes, con su vida y con su consejo, han marcado para siempre la vida del pueblo. A ellos pertenece precisamente Ceferino Namuncur. Por eso, remontarse a l, a travs de las vivencias de la gente de la tierra, significa proseguir y enriquecer una historia, mantenindola viva con el aporte de quienes viven para siempre. Hemos credo oportuno concluir estos apuntes con un captulo dedicado a escuchar atentamente la voz de los mapuches. Nos ha parecido importante dialogar con aquellos que hoy continan siendo la sangre de la tierra. Mucho tiempo ha pasado desde la conquista del desierto, que se propuso erradicar al indgena e imponerle pautas de comportamiento extraas a su cultura y a su historia. Desde entonces y de muchas maneras, ha sido clara una manifiesta incomprensin del indgena por parte de los blancos. Sin embargo, en los ltimos aos est asomando una nueva conciencia acerca de la necesidad de respeto y reconocimiento de los pueblos indgenas, tal como ha quedado plasmada en la Constitucin Nacional. Tambin las agrupaciones mapuches se han ido transformando en el curso de estos aos. Algunos han quedado en sus agrupaciones y conservando su lengua, sus tradiciones, sus ritos. Otros han emigrado a las ciudades y an en ellas hay comportamientos diferenciados. Hay mapuches que, debido al escarnio y a la falta de valoracin a que han sido sometidos por el blanco, no se reconocen como tales e incluso ocultan su identidad. Hay quienes mantienen la conciencia viva de lo que son, pero consideran que la integracin y la prdida de los propios valores es algo inevitable. En lo que se refiere a las Agrupaciones, tampoco la evolucin ha sido uniforme. Neuqun es la Provincia en la que se mantienen la mayor cantidad de agrupaciones (ms de treinta), reconocidas o no.

Hay tambin posiciones extremas, que reivindican la independencia del pueblo mapuche y su autonoma cultural, territorial y jurdica. Por lo que se refiere a Ceferino Namuncur, la posicin de los mapuches, tampoco es uniforme y presenta varias facetas. Hay un cierto nmero de mapuches para quienes Ceferino sigue siendo un desconocido o alguien de quien se tiene un conocimiento muy vago y muy remoto. Para otros mapuches, Ceferino no tiene arraigo en su existir ni en su vida religiosa, porque lo consideran como algo extrao a su cultura y a sus tradiciones y como perteneciente al orbe catlico. Para los mapuches que han abrazado los cultos evanglicos o pentecostales (y an otras sectas) la figura de Ceferino evoca resabios de idolatra. Adems, hay un pequeo grupo de mapuches (de fuerte radicalizacin ideolgica) que tienen una visin muy crtica de la figura de Ceferino Namuncur, por su insercin en la cultura huinca. Pero, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que la inmensa mayora del pueblo mapuche, siente a Ceferino Namuncur como algo propio, con el cual se identifica, a quien invoca como intercesor privilegiado, o considera vlido como ejemplo a seguir. Sin duda que estos mapuches son catlicos y ven a Ceferino en la rbita de la santidad cristiana. Pero, tambin es cierto que no consideran que su identificacin religiosa -en este caso cristiana- se contradiga con su identidad mapuche. Precisamente, por considerar que este grupo es ampliamente mayoritario y tambin porque son quienes ms han ahondado en la presencia de Ceferino y mantienen una relacin vital con l, consideramos que su testimonio es particularmente representativo y significativo. Por eso, los presentamos al lector, tal cual han sido tomados, esperando que mantengan toda su frescura y espontaneidad. OLGA HUENEHUEIN (Agrupacin Chiquilihuin) Desde que comenc la primaria, a los 14 aos, empec a escuchar la voz de Ceferino Namuncur, apuntalada por el P Mateo, mi profesor de castellano, ya que en aquella poca no saba hablar el castellano. Un poco conversando con la gente fui conversando con la gente de los Namuncur. Ellos, por ejemplo, siempre hablan de Ceferino. Ellos tienen una gran fe en el hermano Ceferino. Su gente, creo que es una esperanza que tienen que Ceferino venga. Ellos suean con l, suean cosas muy lindas. Yo quisiera contarles lo que me deca el abuelo Juan Namuncur. Me parece verlo y orlo todava. l deca que Ceferino es uno de los hermanos que, en la Comunidad, est llegando. Y yo le pregunt por qu. Porque siempre lo estoy soando a Ceferino. Y no s por qu lo veo de otra forma que como sale en las fotos. Es decir, lo veo tambin como est en las fotos, pero de otra manera. Por ejemplo a Ceferino galopando, a Ceferino agarrando la boleadora, y de eso no hay fotos. Y hay gente que lo suea de otras formas. Y ellos suean tambin que el espritu de Ceferino pide volver con su gente. Otra cosa es la de la gente mayor que le pide mucho a Ceferino por varias cosas, especialmente para que su gente pueda volver a hablar su lengua. Particularmente a m, una de las cosas que ms me hizo llorar, porque est Doa Teresa Hinal que slo habla el mapundun, y ella en un momento del ruego le peda a Ceferino que hiciera que los ms jvenes pudieran volver a hablar el idioma. A m me emocion mucho, porque es la nica abuela que ruega y habla el mapuche. Inclusive haba algunas abuelas que iban muy mal vestidas, como disfrazadas y pintadas, con cosas que nunca hizo el mapuche, y entonces

se peda tambin por ellas. Eso fue muy fuerte. Y los mapuches sienten que el cuerpo debe estar en la Comunidad. Y bueno, ojal sea as. Y Futa Chao pueda alumbrar y lo podamos tener de vecino a Ceferino. IRMA QUILALEO (Junn de los Andes) Ceferino representa para m una gran historia, por toda la historia que lleva el pueblo mapuche. Pero, a pesar de tener tantas dificultades en la vida, de tener un compromiso grande con su comunidad, con todos sus hermanos, l pudo superar todo eso y salir adelante. Incluso cuando escuch por primera vez el nombre de Ceferino, para m era uno ms. Pero con el tiempo me fue interesando conocer cada vez ms acerca de la vida de l, cmo haba llegado al Colegio, quin era su familia, de dnde era. Hoy conozco la Comunidad, los parientes directos de l. Aparte conozco tambin a mucha gente que me ha dicho que Ceferino les ha hecho milagros, que los ha ayudado. Y siempre me decan: Encomendate al indiecito. Y fue por eso que yo me interes en saber quin era el indiecito. Y s, es cierto que l tiene un gran espritu que transmite confianza, tranquilidad. Y es como si una nunca termina de conocerlo. A m me sucede eso. Yo da a da siento que me falta algo ms para aprender. Y eso que he charlado con los parientes, con los devotos, he ledo los libros que hablan de l, pero siento que es como si me faltara conocerlo mucho ms. Yo tengo tambin a mi marido, que son muy devotos de Ceferino y era como que yo, bueno no poda tampoco dejar de invocarlo. Porque a veces uno se pregunta: ser tan cierto? Y s es cierto que l nos acompaa y que escucha nuestros ruegos. Y yo no slo lo tengo presente cuando voy a la Iglesia Catlica sino que en la rogativa misma, que yo creo que todo el mundo lo tiene muy presente. Este ao, por ejemplo, fui por primera vez a la Comunidad de l, a San Ignacio, a la Misa que se le hace, y qued asombrada de la cantidad de gente que va a esa Misa. Va muchsima gente tambin de otras comunidades. Y la comunidad de l, lo tiene realmente en un lugar muy sagrado. Ellos contaban que, a pesar de que siempre lo haban sentido muy cerca a Ceferino, cuando les enviaron el busto que pusieron en el cerro, sintieron algo increble. DOA CLEMENTINA HUILIPAN (Nahuel Mapu) Ceferino fue a estudiar y quiso ser, como decir, un santo. Pero Dios lo llam jovencito y tuvo que irse. Nosotros le rezamos cuando vamos al Colegio Ceferino. Y s, creo tambin en Ceferino, y por ah le hacemos nuestros ruegos, lo mismo que a la Virgen Mara. Y pienso que fue as y es as. LUCHO NAMUNCURA (San Ignacio, Neuqun) Para nosotros es una cosa muy sobrenatural. Porque l fue muy bueno segn la historia que se cuenta, lo que han hecho los curas, pero tambin lo que me cont mi mam y lo que contaba la madre de Ceferino, Doa Rosario Burgos, que estuvo sus ltimos aos en la Agrupacin nuestra. Por lo menos, mientras l estuvo en la casa, en la familia. Despus, cuando l se fue, ella ya no lo vio ms. Para nosotros es algo grandioso. Y pusimos una estatua de Ceferino arriba en el cerro, y todos los aos lo recordamos, en el cerro que es tambin el lugar donde se hace la rogativa. Todos los aos

el 11 de mayo y el 26 de agosto hacemos la Misa con el Padre Mateo y viene mucha gente de toda la zona. Y tambin lo tenemos presente en la rogativa que se hace una vez al ao. ANGELITA CAICUL (Huechuleufquen - Neuqun) Yo, segn me contaron mis parientes, soy un poco familia de l. Ceferino representa mucho para m. Yo lo quiero muchsimo, porque es de mi raza y porque es... no, santo todava no es, pero por qu? Ser porque l est pasando lo que le pas con el pueblo mapuche, que lo dejaron de lado? A lo mejor lo estn marginando porque es mapuche. Yo a Ceferino nunca le he pedido nada, porque para eso yo me dirijo a la Virgen Mara, pero me interesa mucho ms, por todo lo que l quiso hacer por mi raza. MANUELA CAULAF (Sierra Colorada) Yo lo primero que me acuerdo es lo que le en una Revista que hablaba de Ceferino y a partir de ah, me quise enterar bien quin era Ceferino. Namuncur tambin nosotros tenemos en el pueblo y me llamaba la atencin que Ceferino tena el mismo apellido que los viejos que tenamos all en el campo. En Sierra Colorada, que todava estn los hijos de esta gente. Me interesaba saber si eran familiares de este Ceferino. Y as fui conociendo a travs de la lectura la vida de Ceferino. Para m, yo antes de conocerlo a travs de la Iglesia, lo conoca por el apellido que era un guerrero Namuncur, de Manuel Namuncur. Y yo quera saber qu relacin tena ese chico con su gente, por qu haba ido a morir a Italia. As trat de conseguir la historia de l, los libritos que cuentan su vida. Y as empec a conocer su gran vocacin por traer el Evangelio a su raza. Aunque a veces no me quedaba claro, si nosotros invocamos a Futa Chao y si Ceferino fue a otra cosa que no era tan nuestra, no era tan directo en lo nuestro. Eso me preguntaba en mi juventud, cuando yo tena diecisiete, dieciocho aos. Y cuando yo fui creciendo y empec a entender ms todo esto fue con la llegada de los franciscanos, con ellos s pude preguntar por qu este hermano nuestro haba ido tan lejos y haba dejado lo nuestro, y entonces los padres me comentaron que l fue un inspirado de Dios. Dios nos envi a este hermano para ensearnos lo que era la Vida de Dios, la Vida de Jess, la vida de Futa Chao, como decimos nosotros. Yo salgo a la maana y le digo a Futa Chao que me ayude en esto, que me ayude en el otro... Dicindole tambin a Ceferino, que es nuestro hermano. l sabe lo que es el dolor y lo que es la alegra, que nos acompae, que no haya tantas diferencias, que todos esos valores que se han perdido los volvamos a encontrar. Que todo eso vuelva a las familias y vuelva a nuestros pueblos. Eso es lo que yo siento y eso es lo que le pido a Ceferino. Porque es mi hermano de raza. OLGA CURIPAN (Baha Blanca) Yo primero conoc a la familia de Ceferino por mis familiares. Los referentes de los mapuches como Calfucur y los dems. Y a Ceferino especficamente lo conoc a travs de la Iglesia, a travs de los curas, dicho cariosamente. Y por mi hermana mayor que ha estado siempre muy cercana a la Iglesia. Era la que nos transmita el conocimiento de Ceferino. Ceferino a travs de la Iglesia, no Ceferino Mapuche, digamos. A partir de all, lo conoc y supe tambin que se haban hecho obras en funcin de Ceferino Namuncur. Despus tuve la ocasin de conocer todo lo que se ha hecho en funcin de un

paisano nuestro, no? Tan grande, no? Hablar de un paisano nuestro es hablar de profunda fe, no? A nosotros, los mapuches, si hay algo que nos sobra es fe. Entonces en eso creo muchsimo, en esto de acercarse con fe a este hermano nuestro, a este Peni Ceferino. Y me parece hermoso todo lo que se hace, lo que ustedes han hecho, lo que los jvenes hacen en funcin de esto. Es una manera ms -como nosotros estamos en esto de difundir la cultura mapuche- es una manera ms en esto de reivindicar a la gente de la raza. Creo que todos los que tenemos una posibilidad y una raza como la nuestra, a veces nos preguntamos por nuestro origen y qu podemos hacer por los nuestros. Sin duda, el ms reconocido ha sido Ceferino, no es cierto? En el campo que cada uno est, en la disciplina que cada uno desarrolle, es bueno saber que puede hacer algo, no? Ceferino puso un gran granito de arena por nuestra gente. Es un ejemplo. Y es un orgullo tambin, no? Porque l es uno de los nuestros. TERESA NAMUNCUR (Agrupacin Namuncur, San Ignacio, Neuqun) Yo ya tuve conocimiento de l, desde muy chiquita, de cuando Rosario Burgos vino a vivir a la Agrupacin. Yo era muy chiquita, pero ya se hablaba y ella tambin hablaba de Ceferino. No siempre, porque lo trataba con mucho respeto. Pero en las fechas de Ceferino, ella contaba cosas. Yo casi no me acuerdo ahora. Porque era chica y ahora por ah la memoria no me da. Nosotros, los mapuches, por lo menos nosotros, tenemos una gran creencia en Ceferino. Porque l se entreg a Dios y nos dice que tambin nosotros nos tenemos que entregar. Y tenemos mucha esperanza en l, porque l dijo: Quiero ser til a mi gente. Y nosotros, que somos de su raza, sabemos que Ceferino nos escucha y nos abre camino. Cuando se inaugur el busto que tenemos en el cerro, se hizo una rogativa en mapuche y la gente estaba con mucha emocin. Yo he hecho novenas y he conseguido lo que peda. Por eso, yo digo, que estamos siempre guiados por l. Todas las rogativas las hacemos prcticamente en memoria de l. Cuando hay problemas difciles o que no se puedan resolver, parece que con la ayuda de l, todo se hace ms fcil. FRANCISCO HUILIPN (Junn de los Andes) Ceferino representa una persona y un smbolo. Es uno de los grandes del presente de los jvenes, que ha llegado al corazn de muchos jvenes, de muchas familias, sobre todo por la sencillez y humildad que l transmite y que ha transmitido siempre. Lo ms valioso es que es un santo (es decir, lo van a declarar algn da, porque lo fue). Es un mapuche, gente de la tierra, segundo porque es argentino, tercero porque es patagnico. Y, adems de eso, es importante porque siendo mapuche, l puede dar a conocer que no son indios los que estn ac. Los indios estn all, en el otro continente. Nosotros somos mapuches o aborgenes, gente de esta tierra, que nacimos y vivimos ac, mucho antes que hubieran venido los colonizadores, ya los pueblos aborgenes estaban aqu en esta tierra. La sociedad considera a la gente mapuche, a nosotros, como que somos menos, pero a travs de Ceferino se puede percibir el tacto de los mapuches, la sencillez, y que a travs de eso llegan a Dios, llegan a sus hermanos y as se manifiestan, por supuesto tambin en la rogativa, que es la oracin propia de cada comunidad y de cada mapuche.

JACINTO ANCUFIL (Patagones) Ceferino Namuncur es alguien muy importante para el pueblo mapuche. l estaba destinado a ser alguien con poderes especiales dentro del pueblo mapuche, hasta que Manuel Namuncur se entreg y lo entreg a los blancos. Pero el pei Ceferino sigui siendo mapuche y lleg a ser de enseanza tambin para los blancos. Namuncur demuestra que tambin los mapuches tenemos mucho que ensear a los blancos y a todos. Ceferino fue a aprender, con toda su sencillez, pero result y resulta ser, ms que un nio, un anciano por la sabidura que tuvo y que tiene. Vea, que l estaba tocado por Dios no me queda ninguna duda. Desde chico, desde ya antes de irse de su tribu, l ya estaba tocado por Dios. Ahora tambin los blancos buscan a Ceferino, todos lo buscan, porque fue un elegido de Dios. Fue alguien que, ya desde muy chico, supo respetar y adorar a Nguenechn, a Futa Chao. l ya se daba cuenta que Nguenechn es el nico Padre y Creador de lo que existe y que slo l, no los generales ni los presidentes, gobiernan el Universo. Mire, Ceferino es uno que ha dejado una huella que no se va a borrar. Por eso tanta gente lo quiere y se hacen las peregrinaciones y van a buscarlo adonde estn sus restos. Yo tambin voy a Fortn Mercedes y tambin he estado en Chimpay. Y Namuncur le responde a la fe de la gente. Yo mismo, cuando mi hija estuvo muy enferma del hgado y la tenan que operar, y ella estaba embarazada, los mdicos decan que haba que abortar. Pero nosotros no quisimos, porque la vida no se toca, la vida le pertenece slo a Dios. Y ella tuvo su beb, mi hija Milagros, porque fue un milagro de Dios, pero por el pei Ceferino. Por eso, no importa tanto si lo decretan santo a Ceferino, porque yo pienso que l ya es santo y lo que l es no se lo saca ni se lo pone nadie. APARICIO MILLAPI (San Antonio Oeste, Ro Negro) Para m, Ceferino es, sobre todo, un ejemplo a seguir. Fue alguien que se jug, que no estuvo mirando el partido desde afuera, sino que se puso a jugar en serio. Ceferino es un cristiano. Muchos lo ven slo como alguien que hace gracias y favores. Yo lo veo sobre todo como alguien que vivi la Palabra de Dios, no? Vivi el Evangelio de Jess, se lo tom en serio. Y lo vivi sin darse aires, con mucha sencillez y humildad. Yo creo que Ceferino tiene un gran mensaje sobre todo para los jvenes. Uno es grande no por las pilchas que se pone, no por la plata que pueda tener o qu s yo, uno es grande cuando es capaz de hacerse chiquito y servir al Seor. Lo dice el Evangelio, me parece: Felices los que son como nios.... Y Ceferino es un ejemplo para todos, porque lo que l vivi estamos llamados a vivirlo todos los cristianos. A veces, lo tenemos medio olvidado y por ah, zas, Tata Dios nos hace una entrada para que nos demos cuenta dnde est la verdad, cul es el camino. Bueno, Ceferino es una lucecita que l ha querido dejarnos. JULIO, RAFAEL, SILVIO Y JOS (Agrupaciones de Carrilil y Saic, zona de Junn de los Andes) Ceferino es, para el pueblo mapuche, un santo, una cosa muy sagrada, un joven que arriesg la vida, no tuvo temor de dejar su familia. La gente de ac le reza. En Ruca Choroi hay una imagen en el cerro y la gente pasa cuando viaja a dar gracias o a pedirle

buen viaje. Le dejan plata y le prenden velas. Tambin en la ruta de Alumin todos pasan, para que les vaya bien en el viaje. Creen que si no pasan, les puede pasar algo. Se le reza a Ceferino por respeto a l y para llegar a Dios por intercesin de l, para que Dios lo tenga en cuenta. Y como en Saic no hay Misa ni capilla, la nica forma de llegar a Dios que la gente tiene son esos lugares, una Virgen o Ceferino. Los nicos que llegan ah son los misioneros, y ellos dejaron la Virgencita para que la gente le rece. En Ruca Choroi los evanglicos a veces pasan a sacar la plata y romper todo. Nosotros le rezamos y la familia tambin. Yo lo hago cuando paso por la ermita. Algunos le rezan tambin en la Rogativa. Por ejemplo en San Ignacio, porque son sus familiares. En otras comunidades no es as, puede ser porque no conocen la historia. Los viejos pasan y le rezan en mapuche solamente a Dios. ** stos son tan slo algunos de los testimonios que hemos podido recoger. En realidad, hay una riqueza grande en el testimonio de fe del pueblo mapuche. Y ellos entienden (en su mayora) que la religiosidad mapuche de Ceferino los predispuso favorablemente a la sabidura cristiana. Valdra la pena, en un prximo trabajo, afrontar esta temtica ms especficamente, porque la gente dela tierra tiene todava mucho que decirnos.

ANEXO I La personalidad de Ceferino

Queremos concluir presentando el estudio del Dr. Edmundo Vaamonde sobre la personalidad de Ceferino, publicado por el P.Entraigas, en su obra ya citada. Creemos que, a pesar de los aos transcurridos (el estudio fue elaborado en 1973), no ha perdido nada de su vigencia y puede ayudarnos a conocer mejor, desde otro ngulo, al joven mapuche. De este prolijo estudios, queremos subrayar algunos aspectos que nos parecen importantes: 1. La normalidad psicolgica de Ceferino. Vale la pena reafirmar, por si hiciera falta, que Ceferino fue un chico totalmente normal, con los condicionamientos propios de su cultura y del proceso de trasculturacin que vivi. No hubo en l raptos (o delirios) msticos ni actitudes que pudieran considerarse extraas en su conducta o en la insercin con sus compaeros. 2. Su evolucin. Sabemos que el tiempo -y ms todava en la adolescenciava creando o modificando hbitos y costumbres, maneras de ver y de actuar, actitudes y comportamientos. Esto tambin es claramente visible en Ceferino. Pero se trata siempre de una evolucin serena y no traumtica. 3. Sus lmites y cualidades: del estudio resultan los lmites de la personalidad de Ceferino ( su ansiedad, una cierta agresividad encubierta y que se volva contra l mismo, la necesidad de ser reconocido y aceptado, su tendencia en los momentos difciles a la depresin o al abatimiento, etc.) y tambin sus potencialidades, que ya hemos subrayado abundantemente. Pero lo importante es considerar que la santidad de Ceferino (como la de todo verdadero santo) se realiza desde su realidad humana integral y no a pesar de ella.

Secuencia Cientfica ESTUDIO DE SU PERSONALIDAD


El doctor Edmundo Vaamonde, estudiando las cartas originales, llega a las siguientes conclusiones respecto de la personalidad del Mancebo de la tierra: El presente estudio de la personalidad de Ceferino Namuncur se ha efectuado mediante: a) el examen grafolgico de su correspondencia original (del 29 de noviembre de 1899 al 25 de abril de 1905) que he tenido a la vista, y b) mediante el contenido proyectivo que surge de la misma. Sujeto con buen potencial intelectual, cuyo rendimiento se encontr, en un comienzo, descendido por la incidencia de factores socio-culturales (carencia de adecuados estmulos perceptivos y factores de trasculturacin). Posteriormente, con la incorporacin del aprendizaje escolar y positivos elementos de personalidad y ambientales (la primera carta autgrafa se re-monta al 29 de noviembre de 1899, cuando tena trece aos y cursaba segundo grado), introproyect pautas que le permitieron elaborar adecuada-mente el proceso del pensamiento, posibilitando la utilizacin de sus recursos intelectuales. Esto facilit, en este sentido, un rendimiento casi paralelo al de las condiciones de su potencial intelectivo. En los ltimos aos de su vida se observa un considerable descenso del rendimiento de la inteligencia, en cuanto a la fijacin de nuevos eneagramas (debido a la preocupacin por la enfermedad), si bien por otra parte se advierte an la plasticidad de su pensamiento.

En el orden intelectual se observa: claridad mental y de las ideas. La agilidad mental es de tipo medio, con un exceso en la capacidad de anlisis en detrimento del poder de sntesis. Recorriendo cronolgicamente sus escritos, se pone de manifiesto una marcada ansiedad por incorporar todo lo que el ambiente escolar le brinda y adaptarse a todos sus requerimientos. Hay una cierta esterotipia (apego al hbito) en esta incorporacin y en su proyeccin hacia el afuera; prefiere analizar y no perder nada de lo que se le da. Slo en sus ltimos grafismos aparecen elementos ms personales, y por lo tanto, ms originales y creativos, que, inferimos, se encontraban encubiertos por la ansiedad de adaptarse al nuevo ambiente. Tanto la organizacin y el mtodo ante la actividad, como la tenacidad, elementos de su temperamento, le permiten ajustarse con diligencia y cierta rigidez al sistema educativo de aquellos aos. Por estos motivos pudo obtener positivos resultados en el rendimiento escolar, que lo gratificaban personal y socialmente, reparando sus sentimientos de inferioridad en estas reas (en su adolescencia y comparando su nacimiento con el ambiente psicosocial que lo rodeaba, ste probablemente fue vivido a nivel inconsciente como algo inferiorizante, en especial si nos ubicamos en cmo eran considerados los indios en el ambiente popular y social-poltico del Buenos Aires de entonces). Son evidentes sus reconocimientos de gratitud para quienes lo beneficiaban en algn sentido y su necesidad de devolver lo que hacan por l y su ncleo socio-familiar. La delicadeza de sus sentimientos y su gratitud hicieron posibles una actitud alocntrica de su parte a travs del tiempo, que concret en la entrega ala vocacin religiosa. De esa manera pudo superar sentimientos de megalosis a que lo someti la enfermedad y de los que era consciente. Posea aptitudes prcticas (manuales) y diplomticas. Hay una buena capacidad para objetivar mediante juicios acertados y fineza en el discernimiento. La memoria es de tipo auditivo-visual predominantemente. La capacidad de observacin es superior a lo normal. Las fallas de la atencin son leves y se encuentran acentuadas en sus ltimos escritos, hecho comprensible teniendo presentes los evidentes rasgos de preocupacin somtica. En los ltimos aos de su vida se observa una disminucin de la misma, por los motivos mencionados. Sus intereses vitales se encuentran ubicados en las reas psicolgico-espiritual y social, y concuerdan con su edad. En el orden afectivo se observa una madurez ligeramente retrasada con respecto a su edad (considerando una edad promedio). Estimando sus escritos dinmicamente, se comprueba la modificacin con marcados esfuerzos de sus reacciones primaria, adaptando gran parte de su caudal a las exigencias del medio ambiente. Internamente posee fuerza y tenacidad, con una intencionalidad dirigida a la consecucin de sus fines. Con todo, hay un resto de agresividad vuelta contra s mismo, que no logra descargar, por la intensa necesidad que experimenta de sentirse aceptado. Podemos decir que sus tendencias naturales y su afectividad son reflexivas, y aunque se dirigen a la determinacin, acta moderadamente y con ms freno de s mismo.

El humor exterior es estable y sereno, aunque internamente tiende a la depresin. Esto se explica si se tiene en cuenta el alejamiento del hogar paterno, las naturales dificultades de adaptacin a un nuevo medio ambiente y las preocupaciones por el deterioro de su salud. Socialmente se evidencian a nivel caracterolgico rasgos de amabilidad, ternura, simpata y cordialidad, y de un profundo deseo de comunicacin. Es decir, su carcter es conciliador y de naturaleza comprensiva, aunque con cierto convencionalismo y adaptacin a las disciplinas y mtodo de vida impuesto por la educacin. En este sentido son evidentes su espritu de cooperacin y altruismo. En un nivel ms profundo, existen rasgos de falta de benevolencia y de confianza en s mismo, que han sido superados mediante la sublimacin en lo religioso. Parte de la ansiedad es canalizada mediante el movimiento fsico y una necesidad de cambio ambiental, a pesar de sentirse satisfecho en cada lugar. Lo que surge como rasgo preponderante de fondo, que a mi parecer otorga una caracterstica peculiar a la personalidad de Ceferino, es su permanente anhelo de perfeccin, concretado en modificar, sin claudicacin, su persona, al educarla a las pautas que le fueron propuestas como mejores. Esta actitud vital cobra dimensiones elocuentes, si se tiene presente su ncleo de nacimiento (herencia racial), la edad, los bruscos cambios de residencia y medio ambiente, y su enfermedad, que lo acompa durante largos aos. DOCTOR EDMUNDO VAAMONDE
Consejero y profesor del Instituto de Psicopedagoga de la Universidad del Salvador laureado por un trabajo en colaboracin por la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires

ANEXO II La voz de nuestros pastores

Con ocasin del centenario del fallecimiento de Ceferino, los obispos de la Patagonia, emitieron dos cartas, para destacar el significado del acontecimiento, que constituyen dos documentos excelentes para ahondar algunos puntos de la personalidad de Ceferino. Vale la pena destacar algunos de sus aspectos: 1. Importancia de estas cartas: Son dos: una dirigida a los jvenes y otra al Pueblo de Dios ante la noticia de la beatificacin. Era la primera vez que todos los obispos de la Patagonia acordaban y aprobaban un -en realidad, como ya dijimos fueron dos- documento conjunto. Adems, adheran tambin algunos obispos emritos. Sera excesivo afirmar que Ceferino cre o afianz la comunin de los pastores en la Patagonia? 2. El procedimiento: Para redactar estos documentos, los obispos realizaron una consulta muy amplia: a expertos en el tema, a misioneros, a sacerdotes, a mapuches. Fue un verdadero camino eclesial, como dira Puebla, un camino de comunin y participacin. No fueron ellos que, como nicos iluminados, elaboraron la cosa. Muchos fueron llamados a decir su palabra al respecto. 3. El gnero: se trata de Cartas casi familiares que, como tales, han sido escritas en un lenguaje sencillo y coloquial. Son cartas breves, pero llenas de contenido. A travs de bloques de preguntas que se intercalan estratgicamente de acuerdo a los contenidos que se van exponiendo, proponen profundizar el mensaje a travs de la meditacin personal o el intercambio en grupos o comunidades, donde se pueda tambin actualizar el mensaje de Ceferino para nuestra vida y el hoy de nuestra historia. 4. Los contenidos: se destacan con claridad algunos temas centrales: la identidad mapuche de Ceferino nunca desmentida ni negada por ste; su compromiso con el Evangelio de Jess; su ideal misionero hacia su gente; la necesidad de reconocer y preservar hoy los derechos de los pueblos originarios a los cuales l perteneci; la forma sencilla y entregada de vivir la propia fe; su convocatoria a vivir hoy el Evangelio en la justicia y el amor.

CARTA DE LOS OBISPOS DE LA PATAGONIA ARGENTINA POR LA BEATIFICACIN DE CEFERINO NAMUNCURA LOS OBISPOS DE LA REGIN PATAGONIA-COMAHUE
a todos los hombres y mujeres de nuestra Patria Argentina Con inmenso jbilo hemos recibido el anuncio que el Papa Benedicto XVI aprob el dictamen de la Congregacin de la Causa de los Santos declarando la aceptacin del milagro obtenido por la intercesin del Venerable CEFERINO NAMUNCUR, dejando as abierto el camino para su Beatificacin. La solemne celebracin de la Beatificacin se llevar a cabo en la localidad de Chimpay (Ro Negro Patagonia Argentina), cuna de Ceferino, el prximo domingo 11 de noviembre, a las 11,00 horas, en la Misa presidida por el Legado del Papa Benedicto XVI, acompaado por numerosos Obispos, Sacerdotes, Religiosos, Religiosas y por todos los que desean sumarse para festejar, desde la fe, este trascendente acontecimiento para todo el pueblo de nuestra Patria. 1- Motivo de esta Carta Con ocasin del Centenario de la muerte de Ceferino (11 de mayo del 2005) escribimos una Carta a los habitantes de la Regin Patagonia-Comahue, cuyos principales conceptos queremos ahora volver a compartir, en el deseo que este acontecimiento renueve nuestro compromiso por seguir el camino de santidad que recorri Ceferino y nos ayude a conocer ms el paso de Dios por nuestra historia.

Creemos, con mucha humildad, que nos sentimos particularmente queridos por nuestro Padre Dios. En esta tierra patagnica, pobre de poblacin y de estructuras, en una tierra que, en el decir popular, muchas veces fue llamada maldita, Dios quiso suscitar frutos de santidad. En estos pocos aos de evangelizacin, la Iglesia ha declarado beatos a Laura Vicua; adolescente que vivi y muri en Junn de los Andes hace poco ms de cien aos, a Artmides Zatti, salesiano enfermero que vivi y muri en Viedma; y ahora a Ceferino Namuncur. Es nuestro ms ferviente deseo que esta beatificacin renueve en nuestra Patria la adhesin al don de la fe cristiana, tomando en serio el Evangelio, como lo hizo Ceferino. Que, particularmente los cristianos, renovemos el compromiso por una santidad que asuma con realismo la causa de la unidad entre los argentinos, prestando atencin especialmente a todos y cada uno de los pobres y excluidos, que deben ser los primeros en formar parte de la Argentina que queremos.
2- En el camino de la Evangelizacin

El nacimiento de la Iglesia en la Patagonia est ligada a la actividad incansable y a la abnegacin de aquellos misioneros que, dejando su patria, vinieron a predicar el Evangelio y a dar vida a numerosas obras de educacin, de asistencia social, de promocin humana y cristiana, sumando esfuerzos con otros cristianos y personas de buena voluntad.

Desde el inicio la accin de los misioneros busc educar y promover. Porque saban que el autntico discpulo de Jesucristo se siente solidario con el hermano que sufre, trataron de aliviar sus penas; se comprometieron y lucharon para que fuera respetada la dignidad de la persona humana. En este proceso de evangelizacin y promocin surgi y floreci la santidad en la tierra patagnica. En los centros misioneros fueron creando las escuelas, los talleres, y hospitales para dar respuesta a las necesidades de la poblacin patagnica. Se abrieron canales de riego para convertir en valle frtil las tierras asoladas por el viento. Se trazaron caminos, se construyeron iglesias. La evangelizacin de esta tierra patagnica es una verdadera epopeya de creacin y de crecimiento de las comunidades cristianas. Evangelizacin no exenta de dificultades y errores. Accin misionera que ms all de sus lmites busc aprender a caminar con los pobres y con el pueblo mapuche, como lo atestigua la historia de tantos varones y mujeres que a lo largo y ancho de nuestro vasto territorio han trabajado y entregado su vida silenciosamente. Evangelizacin que quiere tambin hoy asumir el pedido de Juan Pablo II en su visita a nuestra tierra: Que nadie se sienta tranquilo mientras haya en vuestra patria un hombre, una mujer, un nio, un anciano, un enfermo, un hijo de Dios! cuya dignidad humana y cristiana no sea respetada y amada (Viedma 1987).
3- La Tierra y su Gente

La tierra de Ceferino es la Patagonia, vasta planicie surcada por anchos y caudalosos ros. Tierra demasiado ancha y extensa para ser considerada como un todo indiferenciado. La Patagonia, nuestra tierra, que es la tierra de Ceferino Namuncur, sigue siendo, tambin hoy, mbito de contradicciones, donde la luz debe disipar a las tinieblas, porque el corazn del hombre no sabe muchas veces qu partido tomar. Toda la vida de Ceferino estuvo marcada por su origen. Perteneca a uno de los pueblos originarios de nuestra Amrica Latina. Era miembro de los que se reconocen como mapuches, gente de la tierra, de los que tienen la tierra como madre, una madre que no se puede manipular en perjuicio de algunos de sus hijos, sino que hay que respetar y cuidar amorosamente. Este es el suelo que nutri sus races y en el que se fue fraguando su fuerte personalidad. Pero sta es tambin la tierra que con avidez los blancos hemos dividido, vendido y queremos seguir dominando, sin escrpulos. La tierra que est surcada por millares de kilmetros de alambrados, la tierra que est perforada para extraer la riqueza del gas y del petrleo o corre el riesgo de ser contaminada para sacar los minerales.
De los once aos y medio que vivi Ceferino en esta misma Patagonia, en la que vivimos nosotros, muchas cosas han cambiado ciertamente, pero todava quedan muchas de sus bellezas, de su silencio, de sus vientos, de la posibilidad de vivir una relacin verdadera y efectiva con la naturaleza y con las personas que viven aqu.

4 Ceferino: Mapuche y Cristiano Como hijo de esta tierra aprendi en su familia y en su ambiente a descubrir la fuerza de Nguenechn, Dios omnipotente y creador de todo. Particip indudablemente de las rogativas para agradecer y pedir fecundidad y buen tiempo para sus animales. Conoci as el significado profundo de cada ceremonia y sinti a Dios como alguien muy presente en cada instante de su vida cotidiana. Ceferino nunca reneg de su origen y en los once aos y medio que vivi en Chimpay pudo profundizar el universo cultural de su pueblo, con sus diversos valores humanos, su riqueza espiritual y sus ritos sagrados. Fueron los aos en que se form su capacidad reflexiva, su voluntad tenaz, su fortaleza frente a las dificultades en que viva, su firme decisin de ser til a su gente. Sin ninguna duda, Ceferino se identific con su pueblo y su tribu. Pero no es slo la religiosidad de su pueblo lo que marca la vida de Ceferino. A los dos aos su familia celebr su bautismo en la Iglesia Catlica. Lo bautiz el misionero salesiano Domingo Milanesio, muy amigo de su padre Manuel Namuncur. Es hermoso leer en las cartas de Ceferino cmo valora y recuerda esta nueva realidad. De buen grado manifest siempre su felicidad por haber recibido el bautismo. En su corazn, lleno del profundo sentido de Dios propio de su gente, la fe seguir creciendo y madurando en la preparacin a la primera comunin. El Espritu del Seor Jess obraba en su ungido con la cruz de Cristo. Y as Ceferino ir creciendo como discpulo misionero del Seor Jess. En los aos que vivi en los Colegios Salesianos de Buenos Aires, Viedma y Frascati (Roma) Ceferino comprendi la Buena Noticia de la Salvacin de Jess, la hizo suya, la acept y madur en su deseo de ser misionero de su gente. Por el don del bautismo Ceferino logr unificar su corazn de mapuche y cristiano. En esta profunda experiencia de fe, comenz a soar con el proyecto de ser sacerdote para anunciar a su pueblo el Evangelio de Cristo, a quien amaba y segua. Desde all encontr la fuerza y la sabidura para superar no pocas dificultades en su camino. Por su bautismo Ceferino se convirti en modelo y, como Cristo, en signo de contradiccin para sus hermanos y para los cristianos. La fe de Ceferino, podemos calificarla de fe pascual, una fe marcada por el sufrimiento, el servicio y la esperanza. No le fue fcil a Ceferino no renegar de su origen, vivi plenamente el que se ha llamado el sufrimiento de su raza. Uno de sus hermanos testimoni que Ceferino lagrimeaba al ver la misrrima condicin de los suyos... Padeci el mal trato de sus compaeros, el sentirse llamar indio, como si fuera el peor de los insultos. Vivi en silencio la dilatada espera para comenzar a concretar el sueo de convertirse en misionero de su gente. En su ltima enfermedad, particularmente, sufri la lejana de los suyos y de sus afectos. Muri solo en un hospital en Roma el 11 de mayo de 1905. Es por todo esto que podemos decir que fue y es todava un signo de contradiccin: en una sociedad donde se proclama la supremaca de la raza blanca l afirma la igualdad de todas las razas; en una sociedad donde se aprecia el valor de la violencia y de la fuerza fsica, l manifiesta el valor del amor y del perdn. 5 Ceferino: Misionero Cuando dej Chimpay para ir a Buenos Aires su opcin fue clara y programtica: Pap, me duelen los infortunios de nuestra gente, quiero hacer algo. Quiero estudiar para ser til a mi gente. Motivacin que se ir convirtiendo en clara

opcin vocacional y en fuerte impulso de crecimiento y perfeccionamiento espiritual. Manifest la grandeza de su corazn a travs de su profunda sensibilidad, compasin frente al dolor y la miseria de los suyos. Esa gente que de seores de las pampas se haba vuelto pobre, enferma, sin tierra ni vivienda. Ceferino sufri en carne propia la humillacin de ver a su padre ir a mendigar unas pocas leguas de tierra y, aunque era el hijo del cacique, tuvo que salir a buscar lea, para que su madre la pudiera cambiar por los vicios necesarios para comer. l descubri y manifest su vocacin en su inters, esfuerzo y buen resultado en el estudio. Esa fue la primera motivacin que lo llev a partir. Sin duda que el Espritu de Dios recibido en el bautismo le abri los ojos, y creciendo en el conocimiento de Cristo fue descubriendo en l una llamada ms profunda: ser sacerdote y misionero de su pueblo. Un deseo que se hizo siempre ms fuerte en su corazn, un proyecto de vida ms amplio que lo llev a mantenerse siempre firme en el seguimiento de Jess. Por esto no se cans de pedir una y otra vez su certificado de bautismo, or y llor por su vocacin. Este sueo le dio la fuerza y sentido al tener que irse lejos de los suyos, estudiar otra cultura, aprender italiano y latn. Hasta los ltimos momentos de su vida en el hospital, fue capaz de estar atento al otro. Y nunca dej de ser misionero; tampoco ahora, porque desde que Jess lo llam a compartir su herencia en el cielo, sigue estando atento a las necesidades del pueblo. 6 El Mensaje de Ceferino Muchos testimonios dicen que Ceferino saba sonrer; que sonrea con sus ojos grandes, ingenuos, y limpios. Esta alegra reflejaba su alma enamorada de Dios, de la Virgen Mara. Respiraba gratitud en sus gestos, en sus cartas, siempre agradeca a todos. La gratitud es signo de las almas nobles, de los humildes de corazn, los amigos de Dios. Su vida es un mensaje de santidad, vivida en el compromiso serio frente a la realidad de su gente y es manifestacin de que asumi el Evangelio como proyecto de vida. Lo vivi con mucha sencillez y humildad. Su mensaje es el testimonio de quien se juega, no mira desde afuera. Es un verdadero mapuche y cristiano. La fortaleza de su raza la uni a la fuerza de la gracia bautismal. Una santidad enraizada en el Evangelio y en la realidad de su pueblo. Se entreg a Dios y nos invita a nosotros a seguir su ejemplo. Ceferino abre un camino para que nos animemos a seguir sus pasos. Nos ensea a amar nuestra tierra, nuestra gente. Su ejemplo nos anima a ponernos en camino para ser tiles servidores de los hermanos, siendo as de verdad discpulos misioneros del Seor. Su vocacin misionera se manifiesta en tantas expresiones de religiosidad popular que hacen que est presente su imagen en muchos hogares, como as tambin se hayan levantado ermitas y monumentos a la vera de las rutas y caminos de nuestra Patria y que tantos peregrinos, ao tras ao, visiten Chimpay, dando su testimonio de que vuelven a Dios movidos por el ejemplo de Ceferino. En tiempos violentos y de crisis, como los que lamentablemente nos toca vivir hoy, su ejemplo nos ensea a ser fuertes, a tener un corazn y una mirada capaz de descubrir lo esencial, para superar tanta discriminacin y violencia. Su entereza y la firmeza en sus opciones nos estimula a no dejarnos llevar por los intereses mezquinos, sino a buscar el bien de todos. Ceferino es un joven de esta tierra que tiene mucha poblacin juvenil. Su joven e inquieto corazn se jug por la verdad, fue libre para realizar su ideal. Supo volar

asumiendo los riesgos y las renuncias de su opcin. Tiene entonces un mensaje para todo joven que busca la verdadera vida. Celebrar este acontecimiento con motivo de su Beatificacin, nos ayuda a hacer memoria, pero tambin nos ayuda a renovar la dimensin proftica de nuestra fe. Su ideal de servicio y entrega, no exento de dificultades, nos ensea a no achicarnos en el seguimiento de Jesucristo. Ceferino y su mensaje nos estimulan a no callar por miedo o cobarda la buena noticia del Evangelio. Nos desafan a ser hoy signos profticos del Reino, frente a la ambicin de poder, al consumismo aplastante, a la indiferencia frente al dolor del hermano. Ser profetas que no se creen dueos de la verdad, sino sus servidores. 7 - Conclusin

Queridos hombres y mujeres de nuestra Patria, es especialmente a ustedes que hemos querido presentar el testimonio de este joven aborigen, discpulo y misionero. Es para nosotros, en este tercer milenio que hemos comenzado, un modelo para todos los que viven aqu, en esta tierra de esperanza. Modelo de amor por su familia, su pueblo y su tierra. Modelo de fe que ha cultivado y desarrollado an en medio de dificultades y cruces.
Modelo juvenil por el proyecto de vida que fue forjando. Hoy nuestra Patria necesita jvenes que quieran ser tiles a su pueblo, que quieran ser misioneros en su pueblo. Ceferino gaucho y amigo de todos nos conceda la fuerza para entregar la propia vida al servicio del bien comn, de la justicia y la verdad que nos hace libres. Que nos ayude, como Iglesia en la Argentina, a ser hoy discpulos y misioneros trabajando en comunin fraterna para que todos se encuentren con Dios y su Palabra, y en l tengan Vida. Ceferino, siguiendo a Jess, presenta una alternativa a nuestra sociedad consumista y que excluye a muchos. En una sociedad que despreciaba a los aborgenes, que haba hecho de la Campaa del desierto una epopeya de la civilizacin contra la barbarie, se presenta este joven sin poder, sin dinero, sin ttulos, sin odio. Es un indio que ha perdido todo, pero que mantiene su cultura, sus valores, su espritu de comunin con los dems y su frrea voluntad. Es pobre de medios materiales, pero es rico de virtudes y de actitudes que hacen de l un modelo nuevo y distinto, ejemplo para todos. Por eso Ceferino es un llamado de atencin en nuestro mundo: es un joven indgena, que nos indica el camino de una vida digna y que vale la pena vivir. Que Ceferino, hoy y siempre misionero, nos obtenga las bendiciones ms abundantes para todos y en particular para su pueblo. Con la bendicin de Dios, que nos ama y acompaa sus hermanos Obispos de la Patagonia, tierra de Santos. Viedma, Julio del 2007
Obispos Diocesanos: + Mons. Nstor H. Navarro, del Alto Valle R.N. + Mons. Fernando C. Maletti, de San Carlos de Bariloche + Mons. Esteban M. Laxague, de Viedma + Mons. Marcelo A. Melani, de Neuqun + Mons. Virginio D. Bressanelli de Comodoro Rivadavia + Mons. Juan Carlos Romann, de Ro Gallegos.

Obispos emritos: + Mons. Alejandro Buccolini, de Ro Gallegos, + Mons. Miguel Esteban Hesayne, de Viedma + Mons. Jos Pedro Pozzi, del Alto Valle + Mons. Pedro Ronchino, de Comodoro Rivadavia.

CARTA DE LOS OBISPOS DE LA PATAGONIA A LOS JOVENES A los fieles de la Patagonia y en particular a los jvenes.
Queridos hermanos/ as: Cada ao en Chimpay ( Ro Negro) se renen a fines de agosto varias decenas de millares de personas para festejar a un indiecito: el Venerable CEFERINO NAMUNCURA. Celebrndose el 11 de mayo del 2005 el centenario de su muerte, nos ha parecido oportuno a los Obispos de la Patagonia compartir con ustedes nuestra alegra por este regalo de Dios y nuestro compromiso en el camino de santidad que Ceferino recorri y nos seala con tanta claridad. 1- Ceferino parte de nuestra tierra. Toda la vida de Ceferino estuvo marcada por su origen. Ceferino nunca reneg de l y durante los once aos que vivi en Chimpay pudo asimilar el universo cultural de su pueblo con sus valores humanos, su riqueza espiritual y sus ritos sagrados. Fueron once aos vividos en esta misma Patagonia en la que estamos viviendo nosotros. No tendramos que mirar a Ceferino para mantener nuestra relacin con las races ms profundas de nuestras familias con todos sus valores?. No tendramos que saber aceptar a todos los que viven alrededor nuestro aunque no sean de nuestra misma raza, cultura, religin y nos parecen diversos y diferentes de nosotros? 2- Ceferino y la fe. En Chimpay Ceferino particip de las rogativas de cada ao en honor de Futachau, Dios, el Gran Padre. Sinti a Dios como alguien muy presente en cada instante de su vida cotidiana. Pero no fue slo la religiosidad de su pueblo que marc la vida de Ceferino. A los dos aos fue bautizado en la Iglesia catlica por un misionero (el padre Domingo Milanesio) que ser muy amigo de su padre. En los aos que vivi en los colegios salesianos de Buenos Aires, Viedma y Roma Ceferino profundiz la Buena Noticia de la Salvacin de Jess, la hizo suya, la acept no como algo totalmente nuevo, sino como un enriquecimiento de cuanto haba vivido en su infancia. As el descubrimiento del bautismo y de los dems sacramentos le permiti soar con un proyecto de vida muy noble: QUERER SER TIL A SU GENTE. No tendramos que examinar nuestra vida de bautizados? el bautismo para nosotros es un constante llamado a vivir segn la Palabra de Dios amndolo a El y a cuantos nos rodean como Cristo ha enseado? 3-Ceferino misionero. Cuando dej Chimpay para Buenos Aires aquella decisin: Quiero ser til a mi gente, creciendo en el conocimiento y en el amor a Cristo, se fue transformando en otra opcin ms profunda: Quiero ser sacerdote y misionero en mi pueblo. Un sueo, el suyo, que mantuvo vivo hasta los ltimos das. No tendramos que preguntarnos tambin nosotros cul es la vocacin a la que el Seor nos ha llamado? No tendramos que abrirnos a la voluntad de Dios Padre en cada momento de nuestra vida, sabiendo que ser siempre para nuestra felicidad? 4-Conclusin. Queridos jvenes de nuestra Patagonia: Nos parece que Ceferino puede ser, tambin hoy y aqu un modelo de amor POR su pueblo y su tierra; modelo de una fe cultivada y

desarrollada tambin en medio de dificultades y cruces; modelo juvenil para el proyecto de vida que el supo abrazar. Ceferino el buen indiecito conceda a todos la fuerza para entregar la propia vida para el bien comn y la alegra del encuentro con Tata Dios y su Palabra. Que l nos obtenga las bendiciones ms abundantes para todos y en particular para su pueblo. Sus obispos de la Patagonia.
+ Mons. Nstor H. Navarro, Obispo del Alto Valle del R.N. + Mons. Fernando C. Maletti, Obispo de San Carlos de Bariloche + Mons. Esteban M. Laxague, Obispo de Viedma + Mons. Marcelo A. Melani, Obispo de Neuqun + Mons. Virginio D. Bressianelli Obispo de Comodoro Rivadavia, + Mons. Alejandro Antonio Buccolini, Obispo de Ro Gallegos + Mons. Jos Pedro Pozzi, Obispo emrito del Alto Valle + Mons. Pedro Ronchino Obispo emrito de Comodoro Rivadavia + Mons. Miguel Esteban Hesayne, Obispo emrito de Viedma.

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