3.

1 En 1479 Isabel y Fernando son nombrados reyes (Castilla y Aragón) tras la victoria de Isabel
sobre la Beltraneja (Tratado de Alcaçovas) y la muerte de Juan II, padre de Fernando. La Concordia
de Segovia (1475) establece la unión dinástica: se compartirá rey y política exterior, pero se
mantendrán instituciones, leyes, monedas..(Federalismo). En la práctica, Castilla se impondrá
(mayor población y riqueza). Ambos buscan, mediante la renovación e introducción de
instituciones, una monarquía autoritaria y unida política, étnica y religiosamente, así como afianzar
el poder monarquico. Estas marcarán las bases del estado moderno.
En la administración, dan cargos a colaboradores fieles (Cardenal Cisneros), recuperan las rentas
y se crean la Santa Hermandad (1476, orden público), desplazando el poder nobiliario. Se controló

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al clero mediante el patronato regio y Fernando como maestre de las órdenes militares.

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Gubernamentalmente, se establecen consejos especializados (Aragón, Indias, Inquisición y

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Órdenes Militares), virreyes en Aragón, el refuerzo de corregidores y la profesionalización del
Consejo Real para unificar y reforzar el poder de ambos reinos. Para reducir la dependencia de

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poderes locales, se crearon Chancillerías y Audiencias en lo jucidial y un de un ejército permanente

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profesional. Por último, se dió la unidad poítico-religiosa con la Inquisición, la expulsión de judíos
(1492) y exilio o conversión (moriscos) de musulmanes (1502).

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Exteriormente, esta unidad impulsó también la guerra de Granada (1482) iniciada tras la toma
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de Zahara (1481). Los Reyes católicos se beneficiaron del apoyo noble, la Santa Hermandad y la
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propia división interna. Inicialmente se dieron campañas de guerrillas, dominando primero el
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occidente (1487) y más tarde, asedios y conquistas de plazas (Almería y Guadix). Las conquistas
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solían incluir capitulaciones respetuosas (salvo Málaga, 1487). En 1489 se cerca Granada (Santa Fe)
y en 1491 Boabdil firma las Capitulaciones, cayendo Granada en 1492, a cambio del señorío de las
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Alpujarras, antes de exiliarse a Marruecos (1493), y el respeto a la religión y leyes nazaríes.

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3.2 El descubrimiento de América en 1492, impulsado por la mentalidad renacentista, avances
técnicos (brújula y carabela) y el afán de expansión hacia las Indias, Inició la Edad Moderna. Colón,
rechazado por Portugal, presentó su proyecto a los Reyes Católicos, quienes tras conquistar
Granada firmaron las Capitulaciones de Santa Fe (1492), nombrándolo almirante, virrey y
gobernador, y otorgándole el 10% de las riquezas futuras. Zarpó de Palos (Pinta, Niña y Santa
María) el 3 de agosto de 1492 y llegó a San Salvador el 12 de octubre. Este primer viaje, seguido
de tres más (1493, 1498, 1502), generó una rivalidad entre Castilla y Portugal.
La bula Inter Caetera (1493) otorgó la posesión a Castillas sin tener en cuenta los límites ya
marcados (Alcaçovas), derivando en el Tratado de Tordesillas (1494) que les permitió ocupar Brasil.

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Américo Vespucci confirmó un nuevo continente. En 50 años, Castilla incorporó casi todo el

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continente mediante capitulaciones. Tras conquistar el Caribe, se organizaron expediciones: Núñez

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de Balboa (Pacífico), Ponce de León (Florida), Cortés (aztecas, 1522) y Pizarro (incas, 1533). Bajo
Felipe II, quedaban pocos territorios sin conquistar. La colonización inicial fue de explotación, pero

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la baja rentabilidad llevó a asentamientos permanentes (Leyes de Burgos, 1512), provocando

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debates éticos (encomienda, mita) y culminando en las Leyes Nuevas (1542, Bartolomé de las
Casas, abolición de estas).

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Desde 1550, la migración masiva consolidó una sociedad mestiza estratificada gobernada
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primero por funcionarios reales (Colón) y luego por instituciones como la Casa de Contratación de
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Sevilla (1503) y el Consejo de Indias (1523), que organizaron el territorio (virreinatos,
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gobernaciones, capitanías, corregimientos, ayuntamientos y audiencias) y controlaron el comercio.
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3.3 Fernando el Católico muere en 1516 y le sucede Carlos I (1516-1556), iniciando la dinastía de
los Austria. Carlos hereda un vasto patrimonio de sus abuelos paternos (Maximiliano de Austria y
María de Borgoña) y maternos (Reyes Católicos), pero su llegada no es pacífica. Desata las
Comunidades en Castilla (1520-1521 Villalar, con Bravo, Padilla y Maldonado), que exigían eliminar
sus consejeros borgoñones, respetar los fueros, reducir impuestos (Convocó cortes para obtener
recursos) y más protagonismo en las Cortes (Constitución de Ávila). A su vez, independientemente
surgen las Germanías (Valencia, Mallorca, 1519-1523) buscando abolir el señorío jurisdiccional y
libertad gremial. Pero la monarquía, aliada con nobles, vence, reforzando su poder. En política
exterior, Carlos busca un imperio universal cristiano y la hegemonía europea, pero fracasó tras

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enfrentarse a turcos (Túnez y Argel), Francia (victoria en Pavía) y protestantes alemanes (Paz de

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Augsburgo), consiguiendo la libertad religiosa.

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En 1556 abdica en su hijo Felipe II, centrado en una monarquía hispánica dependiente de
Castilla (Indias). Para ello, Internamente busca la unidad y la centralización. Así establece Madrid

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como capital (1561) y organiza una administración centralizada con Consejos (Estado, Secretarios,

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Juntas, Nuevos Consejos Territoriales), Audiencias, Chancillerías y virreyes. Pero su política
autoritaria, la Contrarreforma y los proyectos de castellanización provocaron la sublevación

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morisca (Alpujarras 1568-1570) y la rebelión foral de Aragón (1590-1592) tras la fuga de Antonio
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Pérez. En política exterior, para su proyecto, busca la hegemonía europea y el catolicismo,
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luchando contra Francia (San Quintín 1557, Cateau-Cambrésis 1559), los turcos (Lepanto, Liga
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Santa 1571), la rebelión holandesa (1568-1648, Guerra de los Ochenta Años) y contra Inglaterra
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(1588, desastre de la “Armada Invencible”). En cuanto a la unidad ibérica, tras la muerte de

Sebastián I, Felipe II reclama el trono portugués y es jurado en las Cortes de Thomar (1581).
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3.4 En el s. XVII, los Austrias menores enfrentaron crisis económicas, demográficas y sociales y
destacó la figura del valido, quien concentraba el poder. Bajo Felipe III (1598-1621), resaltaron los
duques de Lerma y Uceda (desórdenes administrativos). Expulsaron a los moriscos (1609,
abandono del campo), trasladaron la capital a Valladolid (1601) y reforzaron la nobleza. La política
exterior, pacifista (crisis de la Hacienda), incluyó la paz (Pax Hispánica) con Francia (Vervins, 1598),
Inglaterra (Londres, 1604) y las Provincias Unidas (Tregua de los Doce Años, 1609), aunque empezó
la participación en la Guerra de los Treinta Años (1618).
Felipe IV (1621) confió en el conde-duque de Olivares, quien intentó restaurar la hegemonía
europea. Sin embargo, con Castilla empobrecida, Olivares tuvo que fortalecer el poder real

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mediante reformas (Gran Memorial) como la Unión de Armas (1625, Financiación común), que

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provocaron varios conflictos (sublevación de Cataluña, Corpus de Sangre, 1640) desencadenando

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la crisis de 1640, asumida por Felipe IV (1643). El Tratado de Münster (1648) reconoció la
independencia de Holanda, España siguió en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y la alianza

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francesa-Catalana causó la pérdida del Rosellón y la Cerdaña (Paz de los Pirineos, 1659).

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Felipe IV murió en 1665, siendo sucedido por Carlos II (1665-1700) bajo la regencia de Mariana
de Austria y luego controlado por válidos (Juan José de Austria, Nithard y Valenzuela). A pesar de

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intentos de recuperación, asumió las consecuencias de la crisis: España se debilitó, aumentaron el
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poder feudal y los fueros (neofeudalismo, neoforalismo) y los conflictos internos reaparecieron
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(Segundas Germanías, 1693). Perdió Flandes, el Franco Condado (Aquisgrán, 1668, y Nimega,
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1678) y Portugal (Paz de Lisboa, 1668). Carlos II murió sin descendencia en 1700, nombrando a
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Felipe de Anjou (Guerra de Sucesión, 1701-1714).

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3.5 En el siglo XVI, España crece económicamente por el descubrimiento de América y el aumento
poblacional. Mejora la agricultura (más tierras cultivadas), se desarrolla la industria, especialmente
la textil (Salamanca, Segovia, Sevilla) y el comercio con América próspera. Pero en el s.XVII llega la
crisis: El comercio interno disminuye (trabas aduaneras, mala comunicación), la agricultura
retrocede (expulsión de moriscos, malas cosechas, más impuestos), la industria textil se estanca
por la importación de lana de Flandes (falta de proteccionismo y rigidez gremial) y el comercio con
América decae por ataques ingleses y franceses sin reinvertirse lo que llega.
Todo esto, sumado a los gastos de la Monarquía (guerras), genera inflación y un mayor gasto
público derivando en la subida de impuestos y la bancarrota. Socialmente, esta crisis se profundiza

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con la disminución de la población productiva por la expulsión de moriscos y marginación de

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judeoconversos (limpieza de sangre), emigración a América, enfermedades (viruela) y guerras. Al

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mismo tiempo, el clero (improductivo) crece como refugio, y la nobleza desprestigia los oficios
manuales perjudicando aún más la economía. Como resultado, el estado llano, que soporta la

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carga fiscal, ya escaso, no puede sostener el sistema tributario dominado por la Aristocracia.

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En lo cultural, en el siglo XVI, el Renacimiento (volver a lo clásico), marcado por el humanismo y
el individualismo, florece con los mecenas (Iglesia y Corona), la imprenta y las relaciones con Italia

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y los Países Bajos (Cardenal Cisneros). Destaca la literatura (Garcilaso, Lazarillo de Tormes),
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arquitectura (Machuca), pintura (El Greco) y escultura (Berruguete). En el siglo XVII, bajo la
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influencia del catolicismo (Contrarreforma) y el absolutismo, surge el Barroco que, mediante la
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escultura, pintura y arquitectura (Gregorio, Velázquez, Gómez de Mora), busca impactar el alma y
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propagar la fe (Concilio de Trento) y en literatura trae el Siglo de Oro, consolidando el castellano

como universal (Cervantes, Quevedo o Calderón), y reflejando la sociedad, religiosidad e hidalguía.
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3.6 Carlos II murió sin descendencia en 1700, y aunque las potencias europeas (La Haya) habían
acordado al Archiduque Carlos como sucesor tras morir José Fernando de Baviera (Segundo
Tratado de Participación, 1700), se nombró a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV (01/11/1700). Así,
tras el mantenimiento de sus derechos sucesorios y las acciones de Luis XIV en Flandes y los Países
Bajos surgieron temores de una unión entre Francia y España. Y con la negativa de Leopoldo I,
estalló la Guerra de Sucesión Española (1702-1714), que fue también un conflicto civil: Castilla
(centralista) apoyó a Felipe, y Aragón (foralista) a Carlos.
Los austriacos (Portugal, Saboya, Inglaterra, Provincias Unidas, Dinamarca) avanzaron en ambos
frentes pero, derrotados en Almansa (1707) y con el cambio de bando de Inglaterra (1711,

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coronación de Carlos), firmaron las paces de Utrecht y Rastatt (1713-1714, acuerdos bilaterales,

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Sistema de Utrecht), reconociendo a Felipe V como rey (dinastía borbónica), renunciado a sus

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derechos en Francia y a los territorios europeos y perdiendo Francia su hegemonía. Al contrario,
Inglaterra emergió como potencia con ventajas territoriales (Menorca, Gibraltar) y económicas

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(navio de permiso, asiento de negros), surgiendo un orden basado en el equilibrio y una alianza

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hispano-francesa (parentesco) frente a Inglaterra.
Estas relaciones marcaron toda la política Borbónica empezando con Felipe V que, impulsado

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por Isabel de Farnesio, intentó recuperar los territorios para sus hijos pero, tras fracasar en Sicilia y
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Cerdeña, firmó los primeros Pactos de Familia con Francia (1733 y 1743). Logró Nápoles-Sicilia
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(1733, futuro Carlos III) y Parma (Felipe). Fernando VI mantuvo una neutralidad europea
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(centrándose en América) y restauró la potencia naval española (tercera de Europa). Carlos III,
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firmó el III Pacto de Familia (1761, injerencias británicas en América) involucrándose en la Guerra
de los Siete Años y la independencia de EE.UU., recuperando Menorca y Florida (Paz de Versalles,
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1783). Por último, Carlos IV se enfrentó a la Revolución Francesa (Guerra de la Convención, 1795)
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para terminar aliándose a ella contra Gran Bretaña (San Ildefonso 1796,1800, Fontainebleau 1807).
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3.7 Felipe V instauró un gobierno absolutista al estilo francés, el rey, investido de derecho divino,
encarnaba al Estado y centralizaba los poderes. Se reorganizará así el estado para hacerlo fuerte,
unificado y centralista mediante la administración, el control del clero y la economía.
Administrativamente, los Decretos de Nueva Planta suprimieron fueros, instituciones y
privilegios en la Corona de Aragón (Aragón y Valencia en 1707; Cataluña y Mallorca en 1716),
logrando una unificación jurídica e institucional bajo el modelo de Castilla (desaparición de
virreyes por Capitanes Generales y del Consejo de Aragón). Navarra y las provincias vascas, fieles a
Felipe V, mantuvieron sus fueros. Para mejorar la gestión, los Consejos, excepto el de Castilla
(leyes y Tribunal Supremo), fueron sustituidos por Secretarías (Estado, Hacienda y Justicia) a cargo

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de secretarios nombrados por el rey. Las Cortes de Castilla se convirtieron en Generales,

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incluyendo representantes de Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca, aunque solo se reunieron

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para ratificar decisiones reales y jurar al heredero y el territorio fue reorganizado en intendencias,
a cargo de intendentes (justicia, policía y reclutamiento).

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Para controlar el clero se estableció un política regalista y se firmó el Concordato de 1753 por el

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que el rey elegiría a los candidatos a clérigos. Carlos III expulsará a los jesuitas.
En economía, se aplicaron políticas mercantilistas que centralizaban el comercio, promoviendo

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exportaciones y reduciendo importaciones. La crisis de Hacienda obligó a Felipe V a imponer
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contribuciones en Aragón como las de Castilla (Catastro en Cataluña). Fernando VI intentó una
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contribución única por provincia en base al Catastro de Ensenada, pero la nobleza se opuso. Y
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Carlos III, por su parte, emitió vales reales para financiar la deuda. Este reformismo alcanzó
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también al ejército (quintas y regimientos), la armada y la cultura (Reales Academias).

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3.8 Las reformas borbónicas en América buscaron impulsar las economías coloniales, sujetas al
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monopolio español, reforzar el control ante el avance británico y consolidar el poder monárquico.
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Para ello, administrativamente se consiguió un gobierno eficaz y peninsular, clave para la

economía de la Corona. El Consejo de Indias quedó limitado (funciones judiciales y asesoría) por
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las Secretarías, y la Casa de Contratación por un intendente general marítimo (hasta su disolución
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en 1790). Además, se establecieron corregimientos. Por otro lado, los virreinatos se reorganizaron
y subdividieron con la creación de dos nuevos unidos a Nueva España y Perú: Nueva Granada y Río
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de la Plata. Los virreyes, militares y clérigos peninsulares, vieron su autoridad limitada por
intendentes (políticos, militares, fiscales) y se prohibió la venta de cargos reemplazando a los
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criollos por profesionales. Estas reformas organizaron la burocracia y mejoraron la administración,

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con menos corrupción, más ingresos fiscales y menos autonomía colonial (distancia).
Para defender el territorio y sofocar las rebeliones, se creó un ejército regular profesionalizado
con soldados peninsulares (al final del s.XVIII la mayoría de soldados eran americanos y los
oficiales criollos) y milicias ciudadanas. Por último, en lo económico, se flexibilizó el monopolio con
el Reglamento de 1778 permitiendo a 24 puertos americanos comerciar con 13 peninsulares,
aunque se mantuvo prohibido el comercio extranjero. Se sustituyó el sistema de flotas y galeones
por navíos de registro, autorizados por la Casa de Contratación para viajar entre los nuevos
puertos, y se promovieron la agricultura (colonias agrícolas), obras públicas (carreteras, canales) y
se crearon o aumentaron impuestos (alcabalas pasaron del 2 al 4%).
3.9 Socialmente, la población en España aumentó en el siglo XVIII (menos guerras, hambrunas,
pestes y política poblacional) y Se mantuvo la estratificación: nobleza y clero (privilegiados),
burguesía en ascenso (comerciantes nobilizados) y pueblo llano (campesinos en condiciones duras)
aunque los Borbones intentaron reducir el poder nobiliario mediante una monarquía centralizada.
La economía se basaba en la agricultura, que aumentó con nuevas tierras y cultivos americanos
(maíz, patata), pero la subida de precios (vino,trigo) benefició solo a terratenientes, causando
tensiones como el motín de Esquilache (1766), que demostró la necesidad de reformas bajo Carlos
III (reparto de tierras, Ley Agraria, Mesta) aunque el problema persistió.
La industria era limitada por gremios y falta de mano de obra, destacando el pequeño taller y el

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comerciante-empresario, aunque la Corona incentivó la manufactura (Reales Fábricas) y la

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construcción naval, y la iniciativa privada el algodón. El comercio interno era reducido (bajo poder

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adquisitivo, malas comunicaciones por el relieve y transporte escaso) y el externo deficitario, se
exportaban materias primas e importaban manufacturas. En América, principal fuente de ingresos,

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mejoró el comercio con compañías monopolísticas (Compañía de La Habana) y la liberalización,

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permitiendo a más puertos (Coruña, Santander, Málaga) comerciar bajo registros. Sin embargo, el
contrabando creció y la exportación peninsular era solo agraria (baja producción).

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Culturalmente, La Ilustración promovió la razón, progreso, ciencia y educación, influyendo en las
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reformas borbónicas para modernizar el Antiguo Régimen pero contribuyó a su fin (s.XIX). Aunque
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tardía en llegar, con novatores (antiguos arbitristas) como Feijoo (Teatro Crítico Universal) o
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Mayans, alcanzó su apogeo con Carlos III (despotismo ilustrado) con ilustrados limitados (nobles,
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clérigos o plebeyos intelectuales), como Campomanes o Jovellanos, que impulsaron reformas

económicas (causa de decadencia), culturales y educativas (Sociedades Económicas de Amigos del
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País, Reales Academias, Museo del Prado), y para centralizar la administración. Sin embargo, la
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alfabetización seguía limitada y hubo resistencias sociales (nobles) que impidieron las reformas.
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Artísticamente, impulsó el Neoclasicismo (vuelta a lo clásico), en respuesta al Barroco, con figuras

como Leandro Fernández Moratín (literatura), Ventura Rodríguez (arquitectura) o Goya (pintura).
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