[go: up one dir, main page]

0% encontró este documento útil (0 votos)
68 vistas6 páginas

Electra de Sófocles

Cargado por

urielflores063
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
68 vistas6 páginas

Electra de Sófocles

Cargado por

urielflores063
Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 6

Electra (Frag.).

Sófocles
C., se inscribe dentro del ciclo mítico de
Esta obra , escrita entre lo s años 418 y 419 a.
tes de Micenas, Y se conecta con el ciclo de
los Atridas , descendiente s de Atreo y gobernan
era conocido por los espectadores que, por
la guerra de Troya . Todo este conjunto de mitos
tación se iniciaba con el regreso de Orestes a
lo tanto , no se sorprendían cuando la represen
había ocurrido con anterioridad: al declararse
Micenas en busca de venganza . Sabían lo que
ito aqueo. Pero la diosa Artemis había exi-
la guerra a Troya , Agamenón era el jefe del ejérc
vientos , y las naves griegas pudieran partir.
gido un sacrificio humano para que volvieran los
, entregó a su hija lfigenia. Su madre, fu-
Agam enón, engañando a su esposa Clitemnestra
marido con la ayud a de Egisto, de quien se
riosa al enterarse, tramó la venganza contra su
fador Agamenón regresó Y halló la muerte
convirtió en amante . Diez años después, un triun
ro que corría su pequeño hermano Orestes
de un hach azo. Su hija Electra, temerosa del pelig
lo entregó a los cuidados de su preceptor.
por ser el factible vengador del asesinato paterno,
la orden de matar a su madre y a Egisto.
Años más tarde, Orestes reci be del dios Apolo

po atrá s fue generalí-


PRECEPTOR.-¡Oh, hijo de Aga men ón, el que tiem
ti esos luga res fam osos que
si mo en Troya! Hoy pued es cont emp lar ante
r adon de hem os llegado no
tant as veces anhelabas volver a ver. [...] El luga
fren te tien es el palacio, fe-
puedes dud ar que es Micenas, rica en oro; y de
don de , desp ués del asesi-
cund o en desg racias, de los Pelópidas. En él fue
llev a tu mis ma sang re, de
nato de tu padr e, te recibí de man os de la que
he cria do hast a la vigoro-
tu herm ana; me hice cargo de ti y te salvé, y te
de la mue rte de tu padre.
sa edad a que has llegado para ser el ven gad or
de los ami gos , hemos de
Aho ra , pues , Orestes, y tú , Píla des, el más leal
...]
deci dir lo que vamos a hace r y cuan to ante s. [
~J .
idor es! Bien dem uest ras
ORESTEs.-¡O h, tú , el más quer ido de los serv · pla-
] -r r· ,
tus sent imie ntos gene roso s para conm igo . [... .1e con iare pue s mis
a dec ir, y si ~n al¡o no voy
nes ; por t_u p,art e , óyem~ aten to lo que voy ' u1o pi'-
d el me3o
r cam ino · Cua nd o f UI· a con su 1tar e1 orac
· tado, md1
acer b ca me
tico ' para sa er. e qué mod o t oma na , ven gan za de los ases mos · de m1· pa-
la cont esta ción que vais a 01r. , .
dre," Febo me. dio
Solo., sm arm as ' sin soldado s, as t utam ente , por sorp resa , perp etra con
,
tu prop ia man
. o las just as mu er t es "• y a que tal fue el orác ulo que 01, en-
, , . , te lo perm ita; te enterara,s
trara s tu pnm,ero al pala cio , cuan d o 1a ocas10n
de cua .nto en el ocur re ' de mo d O que pue das mfo . rma rme exac tame nte: no.
d d
h ay mie o e que pued an rec ono cert e tras tan larg a ause ncia , encaneci-
d , d. '
o como es tas por los ·
· iera
aiios·' ni siqu sosp echa rán quié n eres . Les iras
. d
que eres un ex tran Jero que 11 e~a d e Foci , . uno e
da, de part e de Fano teo,
sus meJ·ores aliado s. Les anun cias lu ue
. ego, Y esto hazl o con jura men to, q
Ores tes ha mue rt 0 , ,· d s-
en un acci dent e c asua 1 en 1os cert ame nes pit1cos, e
pedi do del pesc ante d o, que
e s u carr oza. Tal debe ser el fond o de tu relat ~
adornarás ~?n to~a. cl ase_de ~elal les. Nosotros, por nuestra pa r te, la I com o
rib10 el d10s, den a m a re m os a nte todo sobre la tumba de m i p adre
lo pre Sc
libaciones y col~caremos los mech ones de cabe llo que nos cor tarem os, y
volverernos aqui traye nd0 e n las m a nos la urna de bron ce , que sabes dej é
os con la noti -
esco n dida entre unas . modo los engañarem
m a t as. De este
. para ellos agradable,
c1a, . de que m1 cu er po n o existe , que h a sido quem a-
do y reducido a _cemzas. [...] Yo ta mbién , gracias a esta fa lsa noticia , ap a re-
ceré pronto radiante como un as tro a los ojos de mis enemigos. ¡Ea, tierra
atria, dioses de mi p a ís, acoged me propicios y d ad a mi retorno un éxito
feliz; haz tú lo mismo, palacio de mis padres, pues enviado por los dioses
vengo en nombre de la justicia a purificarte! ¡No permitá is que salga des-
honrado de este país; por el contrario, h aced que pueda recobrar mi anti -
gua riqueza y sea el rest au rador de esta Casa! [...]
(Salen los tres y entra ELEC TRA).
ELECTRA.- ¡Luz sagrada, aire que envuelves la Tierra, cuántas veces m e
habéis oído doloridos ca ntos y escuchado los golpes que he descargado so-
bre mi pecho angustiado [...]! El lecho odioso que ocupo en este palacio
odiado sabe cómo me lamento por la suerte de mi desgraciado padre, a
quien el sangriento Ares no albergó en país bárbaro, pero a quien mi m a-
dre y su adúltero galán, Egisto, abrieron la cabeza con el hacha, cual los
leñadores hacen con el roble. Y ninguna otra mujer en el palacio gime y
deplora este crimen, que te hizo sucumbir a ti, padre mío, de un modo tan
inicuo y deplorable.
Y no cesaré en mis lamentos y en mis amargas quejas, [...]; no cesaré,
cual ruiseñor que perdió a sus hijuelos, de lanzar gemidos ante la puerta
del palacio paterno, como un eco que todos escuchen: ¡Morada de Hades y
de Perséfone, [...] y vosotras, augustas hijas de los dioses, Erinias, que veis
a los criminales asesinos de aquellos a quienes usurparon el lecho, venid,
socorredme, vengad la muerte de mi padre y enviadme a mi hermano,
pues sola no puedo ya aguantar el peso de esta angustia que me anonada!
(Durante las últimas palabras de ELECTRA, el CORO, compuesto de quince
mujeres, entra en escena).

[ELECTRA NO SABE AÚN QUE SU HERMANO HA REGRESADO. DISCUTE CON


SU HERMANA CRISÓSTEMIS, QUIEN PREFIERE NO ENFRENTARSE A SU MADRE
y A EGISTO, Y CONTINÚA SU CAMINO RUMBO A LA TUMBA DE AGAMENÓN .
LUEGO CLITEMNESTRA SALE DEL PALACIO Y ENCUENTRA A ELECTRA].

CLITEMNESTRA.-¿Estás aquí tú? Y como siempre, errando de aquí para


·
allá. ' d emgran ·
d o a los tuyos. Bien se ve que Egisto, que es qmen ·
· siempre 1
te impide salir, no está aquí, y como hoy está ausente, ningún caso ha-
·
ces de m'1. A pesar de que tantas veces, y a tantas gentes vienes · · do
repitten
que te trato con dureza y con injusticia, y hago escarnio de ti y de todo lo
tuyo, no te tengo rencor; y si alguna vez soy violenta, es porque no cesas
de d ·
ecir mal de mí y me veo forzada a responderte. Pretendes, y ese es el
único y perpet uo tema de tus agrav ios, q.ue tu padre fu e muerto por ~
ma no. Por mi ma no, sí; es cierto; y n o lo ni:g~. D1ke, la Justicia, en efecto
lo condenó a muerte, y no yo solamente; D1ke, cuya causa deberías defen~
der si por ventura t uvieses un poco de cord u ra. E~e ~ombre, en efecto,
tu padre, cuya suerte no cesas de lam_e ntar, fue el ~m eo, ent re todos los
griegos, que tuvo la crue ldad de sacr1 f1ca r a los dwses a t u propia her-
man a, no había sufrido tanto él en engendrarla como yo al ponerla en el
mundo. Dejemos eso. Dime, pues, ¿por qué razón, y pa r a qué gentes la
sac rificó? Me dirás que fu e para los a rgivos; pero ¿qu é derecho tenía
él para m atar a mi hij a? Y si me la mató, en vez de m atar a la suya
su herm a no Menelao, ¿no debía dar me satisfacción p or ello? ¿No te-
nía dos hijos Menelao? ¿No les tocaba a ellos, y no a mi hija, morir,
puesto que había n n acido de u n padre y u n a m adre por cuya cau-
sa se había llevado a cabo aquella exp edición? ¿Es que Hades tenía
ha mbre de mis hijos y prefería devorar a los míos en vez de devorar
a los de Helena? ¿O es que tu malvado p adre h abía llegado a perder
todo el amor que tenía a mis hijos y lo conservaba solo para Mene-
lao? ¿No es acaso esto propio de un padre criminal e insensato? Tal
es mi sentir, aunque pienses tú lo contrario; y la que murió también
sería de mi parecer si fuese posible que recobrara la voz. No tengo,
pues, remordimientos de lo que he hecho, y si, según tú, no tengo ra-
zón, empieza tú por ser justa y entonces podrás acusar a los demás.
ELECTRA.-Esta vez no dirás que empecé y o a ultrajarte y que tú
no has hecho más que contestarme. Pero, si me lo permites, yo te diría
la verdad de lo que ocurrió con relación al muerto y a mi hermana.
CLITEMNESTRA.-Sea, te lo permito: si siempre comenzases en ese tono,
no exasperarías a los que te escuchan.
ELECTRA.-Pues bien, voy a hablarte. Acabas de reconocer que mataste
a mi padre; ¿puede haber una confesión más ignominiosa que esta, lo hi-
cieses con razón o sin ella? Ahora bien, te voy a demostrar que no loma-
taste con justicia, sino inducida por sugestión del hombre criminal con
quien convives hoy. Pregunta a Artemis cazadora por qué ella había pa-
rado todos los vientos en Áulide, o mejor dicho, te lo voy a decir yo, pues
por ella no es posible que lo sepas. Un día, según se cuenta, mi padre se
distraía en un bosque consagrado a la diosa, cuando el ruido de sus pasos
hizo que se levantase un [...] ciervo, de cuya muerte se envaneció. Irrita-
da_~or ello la hija de Latona, retuvo a los aqueos hasta que mi padre s~-
cn ficase ª su propia hija en compensación del animal. Tal fue el sacn-
ficio de Ifigenia, pues no había otro medio para que el ejército volviese
ª sus hogares O continuara su marcha contra Ilión. Por estas razones, Y
cont~_ariado Y tras prolongada resistencia, sacrificó, muy a pesar suyo: ª
s~ hiJa Y no por complacer a Menelao. Pero aunque hubiera sido eS to ul-
h ec h o por 'hacer un favor a su h errnano,
. , como
timo, , ' y lo hub iese
, tú dices
·
¿temas tu por que matarlo a él? ¿Con qué derecho? Mira que si promulgas
esta ley entre los mortales, decretas tu castigo y tu sanción; porque, si con
~ se ha de castigar a quien m a ta, has de morir tú la primera si se
uerte
Ja rn lica la pena que m er eces con a rreglo a esa_justicia. Pero refl ex i~na y
te ap alegas un pretexto falso. ¿Puedes decirme en virtud de que m o-
ás que ,
ver ntregas hoy a los actos m as vergonzosos que d arse puede vivien -
. os te e ,
uv n malvado que te ayudo entonces a matar a mi p adre, le das hij os
do con u ,
tierras a los que ya tenias, aunque sean honrados y h aya n nacido de
Y d~:rno rnatrimonio? ¿Cómo es posible que yo apr uebe tu proceder? ¿Di-
.
. 1g-
. ? En to d o caso no 1a vengas sin
legi
, e obras as1, para vengar a If.1gen1a. .
ras qu .
rninia, ya que es infamante desposa rse con un en emigo por causa d e
no a hija. Pero ni siquiera es posible darte un consejo, porque enseguida
º~tas por todas partes que injurio a mi madre. Tú , ¿mi m ad re? M ás bien
!res una dueña tiránica para mí, que arrastro una existencia dolorosa en-
tre injustos sufrimientos con los que continuament e me abrumáis tú _y tu
córnplice. Y entre tanto, en el destierro, después de haber escapado de tus
manos, el desgraciado Orestes lleva una vida miserable. A menudo me re -
prochas que yo lo crié para castigo tuyo. Si pudiera hacerlo, lo h a ría, sá-
belo. Y ahora, oído esto, publica ante todos, si así te place, que soy mala,
violenta, desvergonzada ; que si en todo eso sobresalgo, en nada deshonro ,
creo yo, la sangre que de ti he recibido. [...]

[LLEGA EL PRECEPTOR E INFORMA LA MUERTE DE ORESTES. CLITEMNESTRA


SE ALEGRA E INGRESA AL PALACIO CON EL PRECEPTOR).

ELECTRA.-¿Creéis, vosotras, que se va apenada y dolorida? ¿Habéis vis-


to lo mucho que ha llorado y lamentado, la miserable, la triste muerte de
su hijo? Al contrario, se ha marchado riendo. ¡Qué infortunada soy! Queri-
do Orestes, ¡qué perdida me dejas con tu muerte! Te vas y me arrancas del
corazón las únicas esperanzas que me quedaban: verte volver lleno de vida
para vengar a tu padre, para vengarme a mí, desgraciada. Y ahora, ¿adón-
de puedo ir? Me encuentro sola, sin ti, sin mi padre. ¿Habré de continuar
siendo esclava de estos seres, los más odiados en el mundo, estos asesinos
de mi padre? ¡Qué bonita existencia! No, de ahora en adelante no quiero
seguir compartiendo su techo; aquí, en esta puerta, abandonada, sola, sin
amigos, dejaré que se agoste mi vida; y si alguno de los del palacio le mo-
lesta verme así, que me mate; será un bien que me hará; pues si he de vivir
siempre triste, no tengo ningún deseo de vivir. [...] ¡Ah! ¡Ah! ¡Ay!
C0Ro.-Hija mía, ¿por qué lloras?
ELECTRA.-(Con un gesto de desesperación) ¡Ah , dioses! [...] Yo no tengo
ª ~adie, pues el que todavía me quedaba me ha sido arrebatado y ya no
exi ste. [...] Que el apoyo en que sostenía mis esperanzas ha desaparecido.
CORo.-Todos los mortales están destinados a morir. [...]

[ANTE LA ANUNCIADA MUERTE DE ÜRESTES, SU HERMANA RESUELVE, EN


CONTRA DE LAS NORMAS, VENGAR LA MUERTE DE AGAMENON., A LAS PUERTAS
DEL PAL
ACIO, ENCUENTRA A SU HERMANO QUIEN SE DA A CONOCER).
ORESTES.- No hay tal tumba ; quien vive n o la necesita.
ELECTRA.- ¿Qué has di cho, hij o mío?
OHESTES.- Nada que no sea verdad.
ELECT RA.-¿Vive , pues, mi hermano?
ORESTES.-Sí, sí; aún respiro.
ELECTRA.- ¿Acaso eres tú?
OR ESTEs.- Mira este sello de mi padre y verás si digo la verdad. [...]
ELECTRA .- ¡Oh hij o! ¡Hijo de un padre a l que yo amaba tanto! ¡Por fin
h as vuelto y encuentra s a tu llegada lo que tanto deseabas ver! [...] Hermano
querido: me enteré de la noticia de tu muerte, que nunca hubiese creído·
muda, un dolor violento se apoderó de mí [.. .]. Pero ahora ya te tengo. [...] '
ORESTES.- Déjate ahora de palabras superflua s [.. .]. La conversación nos
haría perder la oportunid ad. Lo que has de decirme es lo que nos conviene
en la situación actual: vamos a ver; dime ¿dónde debo esconderm e, o dón-
de debo presentar me para que mi llegada ponga término hoy a la risa de
nuestros enemigos? Ten, además, cuidado, si entramos los dos a un tiempo
en el palacio, que nuestra madre, al ver la alegría de tu semblante , no adi-
vine tus sentimien tos; por el contrario, sigue lamentán dote como siempre,
y como si mi muerte no hubiera sido imaginari a. Cuando hayamos logrado
nuestros fines, entonces podremos regocijarn os y reírnos libremente .
ELECTRA.- Hermano mío, lo que tú quieres lo quiero yo [.. .]. Así pues,
en cuanto a lo que pasa acá ya lo sabes. Te han dicho que Egisto está au-
sente y que mi madre se encuentra en el palacio. No tengas miedo de que
ni siquiera vislumbre en mi rostro ni asomo de alegría. Tan hondo se ha
infiltrado en mí un odio inveterad o que ni siquiera ahora que te he visto
puedo cesar de llorar. .. de alegría ... ¿Cómo voy a poder contener mis lá-
grimas, si en un mismo día te he visto muerto y vivo? Eres, para mí, moti-
vo de sucesos tan increíbles que, si mi padre volviese a la vida, no lo con-
sideraría como un imposible , sino que creería verlo. [...]

[ORESTES, EL PRECEPTOR Y PÍLADES ENTRAN. LOS SIGUE ELECTRA).

coRo.- Mirad cómo avan za el furibundo Ares, respirand o inevitabl_e


muerte. Ya entran y se deslizan en el palacio, persiguie ndo los odiosos cn-
menes, las Erinias, esos sabuesos de quienes nadie escapa. Y así, no tar-
darán mucho tiempo en cumplirse las visiones que tienen en suspenso el
sueño de mi alma. Con pasos furtivos el vengador de los muertos se intro-
duce en el techo paterno, morada de riquezas ancestral es; en las manos
lleva la espada recién afilada. Y el hijo de Maya, Hermes, velando la trarn-
pa, en la sombra, lo guía recto al blanco.
(En ese momento, E LECTRA sale del palacio con precaución ). ,
[...] CLITEMN ESTRA.- (Desde dentro). ¡Socorro! •Ay! •Este palacio, vacio
·
d e ~migos, esta, lleno de enemigos!
. ' de' mí! Egisto, d ' de
[...] ¡Desgraci ada ¿ on
estas? [...] ¡Oh, hijo mío, ten piedad de tu madre!
end ró.
dad ni de él ni del pad re qu e Jo eng
ELECTRA.- Pue s tú no tuv iste pie o con -
irp e in fo rtu n ad a! ¡H oy e l De stin
coRIFEO.- ¡Oh , ciu dad! ¡Oh , est
sí con sum a su rui na!
su111ª' ' ¡Ay! ¡Me han herido!
cLITEMNESTRA.-(En el interior).
und a vez.
ELECTRA.-Da le, si pue des , por seg
ás aún ? [...]
cLITEMNESTRA .- ¡Oh , dio ses ! ¿M tie rra!
o.- Se cum ple n las ma ldi cio nes : ¡re viv en los que est án baj o
coR rer la san -
mp o han suc um bid o hac en cor
Los mu ert os que des de hac e tie
ADES salen del palacio).
gre de sus ase sin os. (ORESTES y PÍL víc ti-
tin tas en san gre , got ean la de la
coR IFE o.- He los aqu í; sus ma nos
cen sur arl os. [...]
ma sac rifi cad a a Are s; no pue do den te.
aci o, Ap olo nos dio una ord en pru
ORESTES.-Todo ha ido bie n en pal
cia da?
ELECTRA.- ¿H a mu ert o la des gra s.
nci a ma ter na te ult raj e ya j a má
ORESTES.-N o tem as que la arr oga
ndo a Egi sto , que va a lleg ar. [...]
CORIFEO.-Callad. Qu e est oy vie
(ORESTES y PÍLADES salen). de Fó -
e en dón de est án eso s hué spe des
EGISTo.-¿Quién de vos otr as sab ta-
nos tra en las not icia s de que Ore ste s per dió la vid a en un cer
cida que Or est es?
n ecu est re? (...) ¿H an anu nci ado , com o cos a cie rta, la mu ert e de
me áve r ta-
En una s par ihu ela s traen un cad
(Se abren las pue rta s del Palacio.
y PÍLADES).
pado. De uno y otro lado, ORESTES dio -
STO .-¡ Oh , Zeu s! Lo que aqu í veo no se ha rea liza do sin que los
EGI esc ond e a
rre d po r com ple to ese vel o que
ses lo hay an que rid o. [...] De sco
mis ojos el dif unt o. [...] .es -
TE S.- De scó rrel o tú mis mo : no es a mí sin o a ti a qui en toc a ver
0RES
de afe cto .
tas reli qui as y dir igi rle s pal abr as
tra est á en el pal aci o, llá ma la.
EGIST0.-(A ELECTRA). Si Cli tem nes des -
la bus que s en otr a par te. (Eg isto
0RESTES.-La tie nes jun to a ti; no
cubre el cadáver). de mí?
tra mp a he caído, oh des gra cia do
EGISTo.-¡Ay, qué veo! [...] ¿En qué abr a. [...]
em bar go, déj am e dec irte una pal
[...] Estoy per did o, ya no exi sto. Sin rir.
tra ta aho ra de hab lar, sin o de mo
ORESTEs.-E ntr a, dat e pri sa: no se

C TRA , BU E N OS AIR ES,


OCL ES, EL REÑ IDE RO - ELE
DE CEC CO, SER GIO y SÓF
CÁN TAR O, 201 2.

También podría gustarte