7 de Octubre del 2024
Primera lectura: Gál 1,6-12:
He recibido el Evangelio
Salmo: 111:
Doy gracias al Señor de todo corazón
Evangelio: Lc 10,25-37:
¿Quién es mi prójimo?
27ª Semana Ordinario Nuestra Señora del Rosario
25 En aquel tiempo un doctor de la ley se levantó y, para poner a prueba a Jesús,
le preguntó: Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?
26 Jesús le contestó: ¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué es lo que lees?
27 Respondió: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con
todas tus fuerzas, con toda tu mente, y al prójimo como a ti mismo.
28 Entonces le dijo: Has respondido correctamente: obra así y vivirás.
29 Él, queriendo justificarse, preguntó a Jesús: ¿Y quién es mi prójimo?
30 Jesús le contestó: Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó. Tropezó con unos
asaltantes que lo desnudaron, lo hirieron y se fueron dejándolo medio muerto.
31 Coincidió que bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verlo, pasó de largo.
32 Lo mismo un levita, llegó al lugar, lo vio y pasó de largo.
33 Un samaritano que iba de camino llegó a donde estaba, lo vio y se
compadeció.
34 Le echó aceite y vino en las heridas y se las vendó. Después, montándolo en
su cabalgadura, lo condujo a una posada y lo cuidó.
35 Al día siguiente sacó dos monedas, se las dio al dueño de la posada y le
encargó: Cuida de él, y lo que gastes de más te lo pagaré a la vuelta.
36 ¿Quién de los tres te parece que se portó como prójimo del que cayó en manos
de los asaltantes?
37 Contestó: El que lo trató con misericordia. Y Jesús le dijo: Ve y haz tú lo mismo.
Comentario
La pregunta que da inicio a este pasaje bien puede ser parte del paradigma
clásico de muchas religiones: ¿Qué debo hacer yo para ganar la vida eterna? La
preocupación por la salvación más como un logro o esfuerzo particular que como
un don, recorre la historia del cristianismo. Dan cuenta de ello muchos episodios
con tintes egoístas por los que habrá que continuar pidiendo perdón. Con Jesús, a
pesar de que él no deja de lado lo que indica la Ley, se abren otras posibilidades:
la Salvación no es una conquista en solitario sino un camino que se abre a partir
del prójimo como sacramento que necesitamos comulgar. Con la parábola se
profundiza en la idea del prójimo como aquel que no siempre vive y cree como
nosotros. Jesús hace ver que ‘prójimo’ es aquel que se mueve con misericordia
hasta sentir que la vida del “otro” (extraño, extranjero, desconocido) es importante.
En resumidas cuentas, animarnos a ser buenos samaritanos es un ejercicio de
salida y encuentro, de compasión y acción.
“La compasión consiste en interiorizar y hacer nuestro el sufrimiento del otro, para
reaccionar y hacer por él todo lo que podamos” (J. Pagola).