Un encuentro con Cristo
PROFECIA DEL NACIMIETNO DE JESÚS
Nos ha nacido un niño,
Dios nos ha dado un hijo:
a ese niño se le ha dado
el poder de gobernar;
y se le darán estos nombres:
Consejero admirable, Dios invencible,
Padre eterno, Príncipe de paz.
7 Él se sentará en el trono de David,
y reinará sobre todo el mundo
y por siempre habrá paz.
»Su reino será invencible,
y para siempre reinarán
la justicia y el derecho.
»Esto lo hará el Dios todopoderoso
por el gran amor que nos tiene.» Isaías 9:6-7
NACIMIENTO DE JESÚS
Dios mandó al ángel Gabriel a Nazaret, un pueblo de la región de Galilea. 27 El
ángel llevaba un mensaje para una joven llamada María. Ella estaba comprometida
para casarse con José, quien era descendiente del rey David.
28
El ángel entró a donde estaba María, la saludó y le dijo:
—¡Dios te ha bendecido de manera especial! El Señor está contigo.
29
María se sorprendió mucho al oír un saludo tan extraño, y se preguntaba qué
significaba eso.
30
Entonces el ángel le dijo:
—No tengas miedo, María, porque Dios te ha dado un gran privilegio. 31 Vas a
quedar embarazada; y tendrás un hijo, a quien le pondrás por nombre Jesús. 32 Este
niño llegará a ser muy importante, y lo llamarán “Hijo del Dios altísimo”. Dios lo
hará rey, como hizo con su antepasado David; 33 gobernará a la nación de Israel
para siempre, y su reinado no terminará nunca.
34
María le preguntó al ángel:
—¿Cómo pasará esto, si aún no me he casado?
35
El ángel le contestó:
—El Espíritu Santo se acercará a ti; el Dios altísimo te cubrirá con su poder. Por eso
el niño vivirá completamente dedicado a Dios, y será llamado “Hijo de Dios”. 36 Tu
prima Isabel, aunque ya es muy vieja, también va a tener un hijo. La gente pensaba
que ella nunca podría tener hijos, pero hace ya seis meses que está
embarazada. 37 Eso demuestra que para Dios todo es posible.
38
María respondió:
—Yo soy la esclava del Señor. Que suceda todo tal como me lo has dicho.
Y el ángel se fue. Lucas 1:26-38
Jesús murió por nuestros pecados.
Jesús se levantó de entre los muertos.
Jesús ascendió al cielo.
Jesús nos dejó un mandato a sus discípulos.
Historia de Pablo:
Saulo[a] estaba furioso y amenazaba con matar a todos los seguidores del Señor
Jesús. Por eso fue a pedirle al jefe de los sacerdotes unas cartas con un permiso
especial. Quería ir a la ciudad de Damasco y sacar de las sinagogas a todos los que
siguieran las enseñanzas de Jesús, para llevarlos presos a la cárcel de Jerusalén.
3
Ya estaba Saulo por llegar a Damasco cuando, de pronto, desde el cielo lo rodeó
un gran resplandor, como de un rayo. 4 Saulo cayó al suelo, y una voz le dijo:
—¡Saulo, Saulo! ¿Por qué me persigues?
5
—¿Quién eres, Señor? —preguntó Saulo.
—Yo soy Jesús —respondió la voz—. Es a mí a quien estás persiguiendo. 6 Pero
levántate y entra en la ciudad, que allí sabrás lo que tienes que hacer.
7
Los hombres que iban con Saulo se quedaron muy asustados, pues oyeron la voz,
pero no vieron a nadie. 8 Por fin, Saulo se puso de pie pero, aunque tenía los ojos
abiertos, no podía ver nada. Entonces lo tomaron de la mano y lo llevaron a la
ciudad de Damasco. 9 Allí Saulo estuvo ciego durante tres días, y no quiso comer ni
beber nada.
10
En Damasco vivía un seguidor de Jesús llamado Ananías. En una visión que tuvo,
oyó que el Señor Jesús lo llamaba:
—¡Ananías! ¡Ananías!
—Señor, aquí estoy —respondió.
Y el Señor le dijo:
11
—Levántate y ve a la Calle Recta. En la casa de Judas, busca a un hombre de la
ciudad de Tarso. Se llama Saulo, y está orando allí. 12 Yo le he mostrado que un
hombre, llamado Ananías, llegará a poner sus manos sobre él, para que pueda ver
de nuevo.
13
—Señor —respondió Ananías—, me han contado que en Jerusalén este hombre
ha hecho muchas cosas terribles contra tus seguidores. 14 ¡Hasta el jefe de los
sacerdotes le ha dado permiso para que atrape aquí, en Damasco, a todos los que
te adoran!
15
Sin embargo, el Señor Jesús le dijo:
—Ve, porque yo he elegido a ese hombre para que me sirva. Él hablará de mí ante
reyes y gente que no me conoce, y ante el pueblo de Israel. 16 Yo le voy a mostrar
lo mucho que va a sufrir por mí.
17
Ananías fue y entró en la casa donde estaba Saulo. Al llegar, le puso las manos
sobre la cabeza y le dijo: «Amigo Saulo, el Señor Jesús se te apareció cuando venías
hacia Damasco. Él mismo me mandó que viniera aquí, para que puedas ver de
nuevo y para que recibas el Espíritu Santo.»
18
Al instante, algo duro, parecido a las escamas de pescado, cayó de los ojos de
Saulo, y éste pudo volver a ver. Entonces se puso de pie y fue
bautizado. 19 Después de eso, comió y tuvo nuevas fuerzas.
Hechos 9:1-19
EL ENDEMONIADO GADARENO
Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del lago, a la región de
Gerasa. 27 Cuando Jesús bajó de la barca, le salió al encuentro un hombre de ese
lugar, que tenía muchos demonios.
Ese hombre no vivía en una casa, sino en el cementerio, y hacía ya mucho tiempo
que andaba desnudo. 28-29 Como los demonios lo atacaban muchas veces, la gente
le ponía cadenas en las manos y en los pies, y lo mantenía vigilado. Pero él rompía
las cadenas, y los demonios lo hacían huir a lugares solitarios.
Cuando este hombre vio a Jesús, lanzó un grito y cayó de rodillas ante él. Entonces
Jesús ordenó a los demonios que salieran del hombre, pero ellos gritaron:
—¡Jesús, Hijo del Dios altísimo! ¿Qué vas a hacer con nosotros? Te rogamos que no
nos hagas sufrir.
30
Jesús le preguntó al hombre:
—¿Cómo te llamas?
Él contestó:
—Me llamo Ejército.
Dijo eso porque eran muchos los demonios que habían entrado en él.
31
Los demonios le rogaron a Jesús que no los mandara al abismo, donde se castiga
a los demonios.
32
Cerca de allí, en un cerro, había muchos cerdos comiendo. Los demonios le
suplicaron a Jesús que los dejara entrar en esos animales, y él les dio
permiso. 33 Los demonios salieron del hombre y se metieron dentro de los cerdos.
Entonces los cerdos corrieron cuesta abajo, y cayeron en el lago y se ahogaron.
34
Cuando los hombres que cuidaban los cerdos vieron lo que había pasado,
corrieron al pueblo y les contaron a todos lo sucedido.
35
La gente fue a ver qué había pasado. Al llegar, vieron sentado a los pies de Jesús
al hombre que antes había tenido los demonios. El hombre estaba vestido y se
comportaba normalmente, y los que estaban allí temblaban de miedo.
36
Los que vieron cómo Jesús había sanado a aquel hombre, empezaron a
contárselo a todo el mundo. 37 Entonces los habitantes de la región de Gerasa le
rogaron a Jesús que se fuera de allí, porque tenían mucho miedo.
Cuando Jesús subió a la barca para regresar a Galilea, 38 el hombre que ahora
estaba sano le rogó a Jesús que lo dejara ir con él. Pero Jesús le dijo: 39 «Vuelve a tu
casa y cuéntales a todos lo que Dios ha hecho por ti.»
El hombre se fue al pueblo y contó todo lo que Jesús había hecho por él.
Lucas 8:26-39
Mujer con el flujo de sangre
Entre esa gente estaba una mujer enferma. Desde hacía doce años tenía una
enfermedad que le hacía perder mucha sangre. Había gastado todo su dinero en
médicos, pero ninguno había podido sanarla. 44 Ella se acercó a Jesús por detrás,
tocó levemente su manto, y enseguida quedó sana. 45 Entonces Jesús le preguntó a
la gente:
—¿Quién me tocó?
Como todos decían que no había sido ninguno de ellos, Pedro le dijo:
—Maestro, ¿no ves que todos se amontonan a tu alrededor y te empujan?
46
Pero Jesús volvió a decirles:
—Estoy seguro de que alguien me ha tocado, pues sentí que de mí salió poder.
47
Cuando la mujer vio que ya no podía esconderse, temblando de miedo fue y se
arrodilló delante de Jesús. Luego, frente a todos los que estaban allí, contó por qué
había tocado el manto de Jesús, y cómo de inmediato había quedado sana.
48
Jesús entonces le dijo a la mujer:
—Hija, fuiste sanada porque confiaste en mí. Puedes irte en paz.
Lucas 8:43-48
JESÚS Y LA SAMIRTANA
1-3
Los fariseos se enteraron de que el número de seguidores de Jesús aumentaba
cada día más, y de que Jesús bautizaba más que Juan el Bautista. Cuando Jesús se
dio cuenta de que los fariseos se habían enterado de eso, salió de la región de
Judea y regresó a Galilea. 4 En el viaje, tenía que pasar por Samaria. 5 En esa región
llegó a un pueblo llamado Sicar. Cerca de allí había un pozo de agua que hacía
mucho tiempo había pertenecido a Jacob.[a] Cuando Jacob murió, el nuevo dueño
del terreno donde estaba ese pozo fue su hijo José.
6
Eran como las doce del día, y Jesús estaba cansado del viaje. Por eso se sentó a la
orilla del pozo, 7-8 mientras los discípulos iban al pueblo a comprar comida.
En eso, una mujer de Samaria llegó a sacar agua del pozo. Jesús le dijo a la mujer:
—Dame un poco de agua.
9
Como los judíos no se llevaban bien con los de Samaria,[b] la mujer le preguntó:
—¡Pero si usted es judío! ¿Cómo es que me pide agua a mí, que soy samaritana?
10
Jesús le respondió:
—Tú no sabes lo que Dios quiere darte, y tampoco sabes quién soy yo. Si lo
supieras, tú me pedirías agua, y yo te daría el agua que da vida.
11
La mujer le dijo:
—Señor, ni siquiera tiene usted con qué sacar agua de este pozo profundo. ¿Cómo
va a darme esa agua? 12 Hace mucho tiempo nuestro antepasado Jacob nos dejó
este pozo. Él, sus hijos y sus rebaños bebían agua de aquí. ¿Acaso es usted más
importante que Jacob?
13
Jesús le contestó:
—Cualquiera que bebe del agua de este pozo vuelve a tener sed, 14 pero el que
beba del agua que yo doy nunca más tendrá sed. Porque esa agua es como un
manantial del que brota vida eterna.
15
Entonces la mujer le dijo:
—Señor, déme usted de esa agua, para que yo no vuelva a tener sed, ni tenga que
venir aquí a sacarla.
16
Jesús le dijo:
—Ve a llamar a tu esposo y regresa aquí con él.
17
—No tengo esposo —respondió la mujer.
Jesús le dijo:
—Es cierto, 18 porque has tenido cinco, y el hombre con el que ahora vives no es tu
esposo.
19
Al oír esto, la mujer le dijo:
—Señor, me parece que usted es un profeta. 20 Desde hace mucho tiempo mis
antepasados han adorado a Dios en este cerro,[c] pero ustedes los judíos dicen que
se debe adorar a Dios en Jerusalén.
21
Jesús le contestó:
—Créeme, mujer, pronto llegará el tiempo cuando, para adorar a Dios, nadie
tendrá que venir a este cerro ni ir a Jerusalén. 22 Ustedes los samaritanos no saben
a quién adoran. Pero nosotros los judíos sí sabemos a quién adoramos. Porque el
salvador saldrá de los judíos. 23-24 Dios es espíritu, y los que lo adoran, para que lo
adoren como se debe, tienen que ser guiados por el Espíritu. Se acerca el tiempo
en que los que adoran a Dios el Padre lo harán como se debe, guiados por el
Espíritu, porque así es como el Padre quiere ser adorado. ¡Y ese tiempo ya ha
llegado!
25
La mujer le dijo:
—Yo sé que va a venir el Mesías, a quien también llamamos el Cristo. Cuando él
venga, nos explicará todas las cosas.
26
Jesús le dijo:
—Yo soy el Mesías. Yo soy, el que habla contigo.
27
En ese momento llegaron los discípulos de Jesús, y se extrañaron de ver que
hablaba con una mujer. Pero ninguno se atrevió a preguntarle qué quería, o de qué
conversaba con ella.
28
La mujer dejó su cántaro, se fue al pueblo y le dijo a la gente: 29 «Vengan a ver a
un hombre que sabe todo lo que he hecho en la vida. ¡Podría ser el Mesías!»
30
Entonces la gente salió del pueblo y fue a buscar a Jesús.
31
Mientras esto sucedía, los discípulos le rogaban a Jesús:
—Maestro, por favor, come algo.
32
Pero él les dijo:
—Yo tengo una comida que ustedes no conocen.
33
Los discípulos se preguntaban: «¿Será que alguien le trajo comida?» 34 Pero Jesús
les dijo:
«Mi comida es obedecer a Dios, y completar el trabajo que él me envió a hacer.
35
»Después de sembrar el trigo, ustedes dicen: “Dentro de cuatro meses
recogeremos la cosecha.” Fíjense bien: toda esa gente que viene es como un
campo de trigo que ya está listo para la cosecha. 36 Dios premiará a los que
trabajan recogiendo toda esta cosecha de gente, pues todos tendrán vida eterna.
Así, el que sembró el campo y los que recojan la cosecha se alegrarán juntos. 37 Es
cierto lo que dice el refrán: “Uno es el que siembra, y otro el que cosecha.” 38 Yo los
envío a cosechar lo que a ustedes no les costó ningún trabajo sembrar. Otros
invitaron a toda esta gente a venir, y ustedes se han beneficiado del trabajo de
ellos.»
39
Mucha gente que vivía en ese pueblo de Samaria creyó en Jesús, porque la mujer
les había dicho: «Él sabe todo lo que he hecho en la vida.» 40 Por eso, cuando la
gente del pueblo llegó a donde estaba Jesús, le rogó que se quedara con ellos. Él
se quedó allí dos días, 41 y muchas otras personas creyeron al oír lo que él
decía. 42 La gente le dijo a la mujer: «Ahora creemos, no por lo que tú nos dijiste,
sino porque nosotros mismos lo hemos oído; y sabemos que en verdad él es el
Salvador del mundo.»
JESÚS TE TRANSFORMA PARA CAMBIAR TU DESTINO EN LA TIERRA EN LA
ETERNIDAD
Hay caminos que al hombre le parecen rectos pero su final es muerte
Proverbios 14:12
Dios sabe el mal destino que te espera sin el por eso el quiere salvarte y
cambiarte.