INVOCACIÓN INICIAL
℣. Dios mío, ven en mi auxilio.
℟. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Himno: EL TRABAJO, SEÑOR, DE CADA DÍA
El trabajo, Señōr, de cada día
nos sea por tu amor santificado,
convierte su dolor en alegría
de amor, que para dār tú nos has dado.
Paciente y larga es nuestra tarea
en la noche oscura del amor que espera;
dulce huésped del alma, al que flaquea
dale tu luz, tu fuerza que aligera.
En el alto gozoso del camino,
demos gracias a Dios, que nos concede
la esperanza sin fin del don divino;
todo lo puede en él quien nada puede. Amén.
SALMODIA
(VIII) Ant 1. José y María, la madre de Jesûs, * estaban maravillados de lo que se decía de êl.
Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ (II)
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondiô. *
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidôra.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora? *
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retâma.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadâr! †
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la pâz; *
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guêrra».
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo. *
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amên.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO. (If)
Levânto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio? *
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tiêrrâ.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme; *
no duerme ni reposa
el guardián de Israêl.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha; *
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de nôchê.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma; *
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siêmprê.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo. *
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amên.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN (VIII)
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señôr»! *
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalên.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta. *
Allá suben las tribus,
las tribus del Señôr,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señôr; *
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de Davîd.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman, *
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.» *
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo biên.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo. *
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amên.
Ant. José y María, la madre de Jesûs, * estaban maravillados de lo que se decía de êl.
LECTURA BREVE Jr 31, 7-8
Gritad de alegría por Jacob, alabad y decid: «El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel.» Mirad que yo
os traeré del país del norte, os congregaré de los confines de la tierra.
(Tono 7)
℣. Se acordó el Señor de su misericordia. * Alêluya.
℟. Y de su fidelidad en favor de la casa de Israel. * Alêluya.
ORACIÓN
Oremos. Te pedimos, Dios todopoderoso, que tu Salvador, que has enviado del cielo como una luz nueva para
redimir al mundo, nazca también en nuestros corazones y los renueve continuamente. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
℣. Bendigamos al Señor.
℟. Demos gracias a Dios.
INVOCACIÓN INICIAL
V. Dios mío, ven en mi auxilio
R. Señor, date prisa en socorrerme. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Himno: COMO EL FUEGO CALCINA
Como el fuego calcina
la madera reseca,
cuando el pecado nos domina,
Espíritu de Dios,
purifícanos.
Como el río derrama
por la tierra sus aguas
y hay flor y fruto en la rama,
Espíritu de Dios,
vivifícanos.
Como tu fuerte viento
hizo en el mar camino,
cuando haya duda y desaliento,
Espíritu de Dios,
ayúdanos.
Luz, Amor, Viento, Fuego,
los caminos de éxodo
enseña al hombre pobre y ciego.
Espíritu de Dios,
condúcenos. Amén.
SALMODIA
Ant 1. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.
Salmo 119 - DESEO DE LA PAZ
En mi aflicción llamé al Señor,
y él me respondió.
Líbrame, Señor, de los labios mentirosos,
de la lengua traidora.
¿Qué te va a dar o a mandar Dios,
lengua traidora?
Flechas de arquero, afiladas
con ascuas de retama.
¡Ay de mí, desterrado en Masac,
acampado en Cadar!
Demasiado llevo viviendo
con los que odian la paz;
cuando yo digo: «Paz»,
ellos dicen: «Guerra».
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 120 - EL GUARDIÁN DEL PUEBLO.
Levanto mis ojos a los montes:
¿de dónde me vendrá el auxilio?
El auxilio me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.
No permitirá que resbale tu pie,
tu guardián no duerme;
no duerme ni reposa
el guardián de Israel.
El Señor te guarda a su sombra,
está a tu derecha;
de día el sol no te hará daño,
ni la luna de noche.
El Señor te guarda de todo mal,
él guarda tu alma;
el Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora y por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Salmo 121 LA CIUDAD SANTA DE JERUSALÉN
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia
en el palacio de David.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.»
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Han llegado los días de penitencia; expiemos nuestros pecados y salvaremos nuestras almas.
LECTURA BREVE Is 22, 22
Pondré en su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que él cierre nadie lo abrirá.
V. A toda la tierra alcanza su pregón.
R. Y hasta los límites del orbe su lenguaje.
ORACIÓN
OREMOS,
No permitas, Señor, que ninguna desorientación llegue a perturbar nunca la fe de la Iglesia, que tú quisiste estuviera
cimentada sobre la roca sólida de la confesión del apóstol san Pedro. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.