NOVENA DE SÚPLICA POR LAS BENDITAS
ÁNIMAS DEL PURGATORIO
El formulario de oración que se ofrece a continuación está concebido para que los
fieles puedan dirigir la celebración. Téngase en cuenta lo siguiente:
1. Si la oración no es presidida por un ministro ordenado conviene que sea dirigida
por al menos dos fieles: se sitúan fuera del presbiterio en un lugar visible y al orar
mantienen las manos juntas.
2. Si quien preside la celebración es un ministro ordenado, puede comenzar la
celebración con el saludo litúrgico El Señor esté con vosotros e impartir la bendición
al final de la celebración.
3. Si la celebración es junto con la eucaristía primero celébrese la eucaristía del día y
tras la oración después de la comunión se ora con la lectura, reflexión y oración final.
4. Los domingos y otros días de precepto conviene que se distinga la misa dominical
de la novena, por lo que es conveniente que sean dos celebraciones distintas, aún
cuando una sea después de la otra.
RITOS INICIALES
Desde un atril u otro lugar idóneo fuera del presbiterio, nunca desde
el ambón o la sede, se comienza la celebración. Todos en pie.
V/. Dios mío ven en mi auxilio
R/. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
1
SALMO DE MEDITACIÓN
Se elige uno de los siguientes salmos para la meditación.
1
Salmo 22, 1-3. 4. 5. 6 (R.: 1; o bien: 4ab)
R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
O bien:
R/. Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R/.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
2
por años sin término. R/.
Salmo responsorial: Salmo 24, 6-7bc. 17-18. 20-21 (R.: 1; o bien: 3)
R. A ti, Señor, levanto mi alma.
O bien:
R. Los que esperan en ti, Señor, no quedan defraudados.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R.
Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones.
Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados. R.
Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado de haber acudido a ti.
La inocencia y la rectitud me protegerán,
porque espero en ti. R.
3
Salmo responsorial: Salmo 26, 1. 4. 7 y 8b y 9a. 13-14 (R.: 1a; o bien:
13)
R. El Señor es mi luz y mi salvación.
O bien:
R. Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es la defensa de mi vida,
¿quién me hará temblar? R.
Una cosa pido al Señor,
eso buscaré:
habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida;
gozar de la dulzura del Señor,
contemplando su templo. R.
Escúchame, Señor, que te llamo;
ten piedad, respóndeme.
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro. R.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
4
Espera en el Señor, se valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.
Salmo responsorial: Salmo 41, 2. 3. 5bcd; 42, 3. 4. 5 (R.: 41, 3a)
R. Mi alma tiene sed del Dios vivo.
Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío. R.
Tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios? R.
Recuerdo cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza. R.
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R.
Que yo me acerque al altar de Dios,
5
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R.
¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios, que volverás a alabarlo:
«Salud de mi rostro, Dios mío». R.
Salmo responsorial: Salmo 62, 2. 3-4. 5-6. 8-9 (R.: 2b)
R. Mi alma está sedienta de ti, mi Dios.
Oh Dios, tu eres mi Dios, por ti madrugo,
mi alma está sedienta de ti;
mi carne tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R.
6
Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con júbilo;
mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R.
Salmo responsorial: Salmo 102, 8 y 10. 13-14. 15-16. 17-18 (R.: 8a; o
bien: Sal 36, 39a)
R. El Señor es compasivo y misericordioso.
O bien:
R. El Señor es quién salva a los justos.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R.
Como un padre siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro. R.
Los días del hombre duran lo que la hierba,
florecen como la flor del campo,
7
que el viento la roza, y ya no existe,
su terreno no volverá a verla. R.
Pero la misericordia del Señor dura siempre,
su justicia pasa de hijos a nietos:
para los que guardan la alianza
y recitan y cumplen sus mandatos. R.
Salmo responsorial: Salmo 114, 5-6; 115, 10-11. 15-16ac (R.: 114, 9)
R. Caminaré en presencia del Señor
en el país de la vida.
O bien:
R. Aleluya.
El Señor es benigno y justo,
nuestro Dios es compasivo;
el Señor guarda a los sencillos:
estando yo sin fuerzas, me salvó. R.
Tenía fe, aun cuando dije:
«¡Que desgraciado soy!».
Yo decía en mi apuro:
«Los hombres son unos mentirosos». R.
8
Mucho le cuesta al Señor
la muerte de sus fieles.
Señor, yo soy tu siervo,
rompiste mis cadenas. R.
Salmo responsorial: Salmo 121, 1-2. 4-5. 6-7. 8-9 (R.: 1; o bien: cf. 1)
R. ¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
O bien:
R. Vamos alegres a la casa del Señor.
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R.
Desead la paz a Jerusalén:
9
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R.
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro
Dios, te deseo todo bien. R.
Salmo responsorial: Salmo 129, 1-2. 3-4. 5-6. 7. 8 (R.: 1; o bien: cf. 5)
R. Desde lo hondo a ti grito, Señor.
O bien:
R. Espero en el Señor, espero en su palabra.
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi suplica. R.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R.
10
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora. R.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa. R.
Y el redimirá a Israel de
todos sus delitos. R.
10
Salmo responsorial: Salmo: 142, 1-2. 5-6. 7ab y 8ab. 10 (R.: 1a)
R. Señor, escucha mi oración.
Señor, escucha mi oración;
tú, que eres fiel, atiende a mi suplica;
tú, que eres justo, escúchame.
No llames a juicio a tu siervo,
pues ningún hombre vivo es inocente frente a ti. R.
Recuerdo los tiempos antiguos,
medito todas tus acciones,
considero las obras de tus manos
y extiendo mis brazos hacia ti:
11
tengo sed de ti como tierra reseca. R.
Escúchame en seguida, Señor,
que me falta el aliento.
En la mañana hazme escuchar tu gracia,
ya que confío en ti. R.
Enséñame a cumplir tu voluntad,
ya que tú eres mi Dios.
Tu espíritu, que es bueno,
me guíe por tierra llana. R.
Oremos
Escucha, Señor, nuestras súplicas y haz que, al proclamar nuestra fe
en la resurrección de tu Hijo, se avive también nuestra esperanza en la
resurrección de nuestros hermanos. Por nuestro Señor Jesucristo tu
Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es
Dios por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
Lectura de la Palabra de Dios
Quien dirige la celebración se dirige al ambón, mientras el resto
pueden permanecer sentados. Lee el texto bíblico que corresponda
ese día y vuelve al lugar en el que comenzó la celebración para hace
la reflexión.
Oración final
Después de un breve silencio, quien dirige la celebración prosigue
invitando a orar.
Pongámonos en pie y oremos como el Señor nos enseñó:
Padre Nuestro…
12
A continuación prosigue con la siguiente plegaria.
Padre Misericordioso, en unión con la Iglesia Triunfante del Cielo, te
suplicamos que tengas piedad de las almas del Purgatorio. Recuerda
tu eterno amor por ellas y muéstrales los infinitos méritos de tu amado
Hijo. Dígnate librarles de penas y dolores para que gocen de paz y
felicidad. Dios, Padre celestial, te doy gracias por el don de
perseverancia que has concedido a las almas de los fieles difuntos.
Amable Salvador, Jesucristo. Eres el Rey de reyes en el país de la
dicha. Te pido que por tu misericordia oigas mi oración y liberes las
almas del Purgatorio. Llévalas de la prisión de las tinieblas a la luz y
libertad de los hijos de Dios en el reino de tu gloria. Amable salvador,
te doy gracias por haber redimido las pobres almas con tu
preciosísima Sangre, salvándolas de la muerte eterna.
Dios Espíritu Santo, te doy gracias por todos los beneficios con que
has santificado, fortalecido y aliviado a estas benditas almas y en
especial por consolarlas en los actuales sufrimientos con la certeza de
la felicidad eterna. Que pronto se unan contigo y oigan aquellas
benditas palabras que las llaman al hogar del Cielo: "¡Venid benditos
de mi Padre! Tomad posesión del Reino que ha sido preparado para
vosotros desde el principio del mundo".
Concluye invitando a orar a la Virgen y con la invocación final.
Oremos a la Virgen para que interceda por todos sus hijos, de forma
especial por aquellos que están purificándose en el purgatorio:
Dios te Salve María…
V/. Bendigamos al Señor.
R/. Demos gracias a Dios.
LECTURAS Y REFLEXIONES PARA CADA UNO DE LOS DÍAS
I
Lectura bíblica
De la primera carta de San Pablo a los Corintios
13
Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos
¿cómo andan diciendo algunos de vosotros que no hay resurrección
de los muertos? Si no hay resurrección de los muertos, tampoco Cristo
resucitó. Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía
también vuestra fe. Y quedamos como testigos falsos de Dios porque
hemos atestiguado contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no
resucitó, si es que los muertos no resucitan. Porque si los muertos no
resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es
vana: estáis todavía en vuestros pecados. Por tanto, también los que
durmieron en Cristo perecieron. Si solamente para esta vida tenemos
puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los hombres más dignos de
compasión!¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como
primicia de los que murieron. Porque, habiendo venido por un
hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de
los muertos. Pues del mismo modo que por Adán mueren todos, así
también todos revivirán en Cristo. Pero cada cual en su rango: Cristo
como primicia; luego los de Cristo en su venida.
Palabra de Dios
R/. Te alabamos Señor
Reflexión
El catesismo de la Iglesia Católica dice:
Las frecuentes afirmaciones del Nuevo Testamento según las cuales
Jesús "resucitó de entre los muertos" presuponen que, antes de la
resurrección, permaneció en la morada de los muertos. Es el primer
sentido que dio la predicación apostólica al descenso de Jesús a los
infiernos; Jesús conoció la muerte como todos los hombres y se reunió
con ellos en la morada de los muertos. Pero ha descendido como
Salvador proclamando la buena nueva a los espíritus que estaban allí
detenidos.
Cristo, por tanto, bajó a la profundidad de la muerte para "que los
muertos oigan la voz del Hijo de Dios y los que la oigan vivan". Jesús,
"el Príncipe de la vida" aniquiló "mediante la muerte al señor de la
muerte, es decir, al diablo y libertó a cuantos, por temor a la muerte,
estaban de por vida sometidos a esclavitud”. En adelante, Cristo
resucitado "tiene las llaves de la muerte y del Infierno" y "al nombre de
Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos".
14
II
Lectura bíblica
De la carta de San Pablo a los Romanos
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la
angustia?, ¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?,
¿la espada?, como dice la Escritura: Por tu causa somos muertos todo
el día; tratados como ovejas destinadas al matadero. Pero en todo esto
salimos más que vencedores gracias a aquel que nos amó.
Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los ángeles ni los
principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la altura ni
la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de
Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.
Palabra de Dios
R/. Te alabamos Señor
Reflexión
El Papa Francisco dice:
El apóstol presenta el amor de Dios como el motivo más profundo,
invencible, de la confianza y de la esperanza cristianas. Él enumera
las fuerzas contrarias y misteriosas que pueden amenazar el camino
de la fe. Pero inmediatamente afirma con seguridad que si incluso
toda nuestra existencia está rodeada de amenazas, nada podrá
separarnos del amor que Cristo mismo mereció por nosotros,
entregándose totalmente. También los poderes demoníacos, hostiles al
hombre, se detienen impotentes ante la íntima unión de amor entre
Jesús y quien le acoge con fe. Esta realidad del amor fiel que Dios
tiene por cada uno de nosotros nos ayuda a afrontar con serenidad y
fuerza el camino de cada día, que a veces es ágil, a veces en cambio,
es lento y fatigoso.
Sólo el pecado del hombre puede interrumpir este vínculo; pero
también en este caso Dios le buscará siempre, le perseguirá para
restablecer con él una unión que perdura incluso después de la
muerte, es más, una unión que alcanza su cumbre en el encuentro
final con el Padre. Esta certeza confiere un sentido nuevo y pleno a la
15
vida terrena y nos abre a la esperanza para la vida más allá de la
muerte.
III
Lectura bíblica
Del segundo libro de los Macabeos
Judas, después de reorganizar el ejército, se dirigió hacia la ciudad de
Odolán. Al día siguiente, fueron en busca de Judas para recoger los
cadáveres de los que habían caído y depositarlos con sus parientes en
los sepulcros de sus padres. Entonces encontraron bajo las túnicas de
cada uno de los muertos objetos consagrados a los ídolos de Yamnia,
que la Ley prohíbe a los judíos. Fue entonces evidente para todos por
qué motivo habían sucumbido aquellos hombres. Bendijeron, pues,
todos las obras del Señor, juez justo, que manifiesta las cosas ocultas,
y pasaron a la súplica, rogando que quedara completamente borrado
el pecado cometido. El valeroso Judas recomendó a la multitud que se
mantuvieran limpios de pecado, a la vista de lo sucedido por el
pecado de los que habían sucumbido. Después de haber reunido
entre sus hombres cerca de dos mil dracmas, las mandó a Jerusalén
para ofrecer un sacrificio por el pecado, obrando muy hermosa y
noblemente, pensando en la resurrección. Pues de no esperar que los
soldados caídos resucitarían, habría sido superfluo y necio rogar por
los muertos; mas, si consideraba que una magnífica recompensa está
reservada a los que duermen piadosamente, era un pensamiento santo
y piadoso. Por eso mandó hacer este sacrificio expiatorio en favor de
los muertos, para que quedaran liberados del pecado.
Palabra de Dios
R/. Te alabamos Señor
Reflexión
El catecismo de la Iglesia Católica:
16
Los tres estados de la Iglesia. «Hasta que el Señor venga en su
esplendor con todos sus ángeles y, destruida la muerte, tenga
sometido todo, sus discípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya
difuntos, se purifican; mientras otros están glorificados, contemplando
"claramente a Dios mismo, uno y trino, tal cual es"»
"La unión de los miembros de la Iglesia peregrina con los hermanos
que durmieron en la paz de Cristo de ninguna manera se interrumpe.
Más aún, según la constante fe de la Iglesia, se refuerza con la
comunicación de los bienes espirituales".
956 La intercesión de los santos. "Por el hecho de que los del cielo
están más íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente
a toda la Iglesia en la santidad [...] No dejan de interceder por
nosotros ante el Padre.
La Iglesia peregrina, perfectamente consciente de esta comunión de
todo el cuerpo místico de Jesucristo, desde los primeros tiempos del
cristianismo honró con gran piedad el recuerdo de los difuntos y
también ofreció sufragios por ellos; "pues es una idea santa y piadosa
orar por los difuntos para que se vean libres de sus pecados". Nuestra
oración por ellos puede no solamente ayudarles, sino también hacer
eficaz su intercesión en nuestro favor.
En la única familia de Dios. "Todos los hijos de Dios y miembros de
una misma familia en Cristo, al unirnos en el amor mutuo y en la
misma alabanza a la Santísima Trinidad, estamos respondiendo a la
íntima vocación de la Iglesia" (LG 51).
IV
Lectura bíblica
De la segunda carta de San Pablo a Timoteo
No te avergüences, pues, ni del testimonio que has de dar de nuestro
Señor, ni de mí, su prisionero; sino, al contrario, soporta conmigo los
sufrimientos por el Evangelio, ayudado por la fuerza de Dios, que nos
ha salvado y nos ha llamado con una vocación santa, no por nuestras
obras, sino por su propia determinación y por su gracia que nos dio
desde toda la eternidad en Cristo Jesús, y que se ha manifestado ahora
con la Manifestación de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien ha
destruido la muerte y ha hecho irradiar vida e inmortalidad por medio
17
del Evangelio para cuyo servicio he sido yo constituido heraldo,
apóstol y maestro.
Por este motivo estoy soportando estos sufrimientos; pero no me
avergüenzo, porque yo sé bien en quién tengo puesta mi fe, y estoy
convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel
Día.
Palabra de Dios
R/. Te alabamos Señor
Reflexión
El catecismo de la Iglesia Católica dice:
La muerte pone fin a la vida del hombre como tiempo abierto a la
aceptación o rechazo de la gracia divina manifestada en Cristo. El
Nuevo Testamento habla del juicio principalmente en la perspectiva
del encuentro final con Cristo en su segunda venida; pero también
asegura reiteradamente la existencia de la retribución inmediata
después de la muerte de cada uno como consecuencia de sus obras y
de su fe. La parábola del pobre Lázaro y la palabra de Cristo en la
Cruz al buen ladrón, así como otros textos del Nuevo Testamento
hablan de un último destino del alma que puede ser diferente para
unos y para otros.
Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su
retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo,
bien a través de una purificación, bien para entrar inmediatamente en
la bienaventuranza del cielo, bien para condenarse inmediatamente
para siempre.
V
Lectura bíblica
De la primera carta de San Juan
Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios,
pues lo somos. Por eso el mundo no nos conoce porque no le
reconoció a él.
Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado
todavía lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos
18
semejantes a él, porque le veremos tal cual es. Todo el que tiene esta
esperanza en él se purifica, porque él es puro. Todo el que comete
pecado comete también la iniquidad, pues el pecado es la iniquidad.
Y sabéis que él se manifestó para borrar los pecados pues en él no hay
pecado. Todo el que permanece en él, no peca. Todo el que peca, no
le ha visto ni conocido. Hijos míos, que nadie os engañe. El que obra
la justicia es justo, porque él es justo.
Palabra de Dios
R/. Te alabamos Señor
Reflexión
El catecismo de la Iglesia Católica dice:
Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están
perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo. Son para
siempre semejantes a Dios, porque lo ven "tal cual es" cara a cara.
Esta vida perfecta con la Santísima Trinidad, esta comunión de vida y
de amor con ella, con la Virgen María, los ángeles y todos los
bienaventurados se llama "el cielo". El cielo es el fin último y la
realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado
supremo y definitivo de dicha.
Por su muerte y su Resurrección Jesucristo nos ha "abierto" el cielo. La
vida de los bienaventurados consiste en la plena posesión de los frutos
de la redención realizada por Cristo, quien asocia a su glorificación
celestial a aquellos que han creído en Él y que han permanecido fieles
a su voluntad. El cielo es la comunidad bienaventurada de todos los
que están perfectamente incorporados a Él.
En la gloria del cielo, los bienaventurados continúan cumpliendo con
alegría la voluntad de Dios con relación a los demás hombres y a la
creación entera. Ya reinan con Cristo; con Él "ellos reinarán por los
siglos de los siglos".
VI
Lectura bíblica
De la primera carta de San Pablo a los Corintios
19
Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como buen
arquitecto, puse el cimiento, y otro construye encima.¡Mire cada cual
cómo construye! Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya
puesto, Jesucristo. Y si uno construye sobre este cimiento con oro,
plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual
quedará al descubierto; la manifestará el Día, que aparecerá con
fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquél,
cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la
recompensa. Mas aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el castigo.
Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien escapa del fuego.
Palabra de Dios
R/. Te alabamos Señor
Reflexión
El catecismo de la Iglesia Católica dice:
Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero
imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna
salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de
obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.
La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que
es completamente distinta del castigo de los condenados. La tradición
de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por
ejemplo 1 Co 3, 15; 1 P 1, 7) habla de un fuego purificador:
Dice San Gregorio Magno que respecto a ciertas faltas ligeras, es
necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador,
según lo que afirma Aquel que es la Verdad, al decir que si alguno ha
pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será
perdonado ni en este siglo, ni en el futuro. En esta frase podemos
entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero
otras en el siglo futuro.
VII
Lectura bíblica
De la primera carta de San Pablo a los Corintios
20
Conforme a la gracia de Dios que me fue dada, yo, como buen
arquitecto, puse el cimiento, y otro construye encima. ¡Mire cada cual
cómo construye! Pues nadie puede poner otro cimiento que el ya
puesto, Jesucristo. Y si uno construye sobre este cimiento con oro,
plata, piedras preciosas, madera, heno, paja, la obra de cada cual
quedará al descubierto; la manifestará el Día, que aparecerá con
fuego. Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego. Aquél,
cuya obra, construida sobre el cimiento, resista, recibirá la
recompensa. Más aquél, cuya obra quede abrasada, sufrirá el castigo.
Él, no obstante, quedará a salvo, pero como quien escapa del fuego.
Palabra de Dios
R/. Te alabamos Señor
Reflexión
El catecismo de la Iglesia Católica dice:
Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero
imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna
salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de
obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.
La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que
es completamente distinta del castigo de los condenados. La tradición
de la Iglesia, haciendo referencia a ciertos textos de la Escritura (por
ejemplo 1 Co 3, 15; 1 P 1, 7) habla de un fuego purificador:
Dice San Gregorio Magno que respecto a ciertas faltas ligeras, es
necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador,
según lo que afirma Aquel que es la Verdad, al decir que si alguno ha
pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será
perdonado ni en este siglo, ni en el futuro. En esta frase podemos
entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero
otras en el siglo futuro.
VIII
Lectura bíblica
De la primera carta de San Juan
21
Pues este es el mensaje que oísteis desde el principio: que nos
amemos unos a otros. No como Caín, que, al ser del Maligno, mató a
su hermano. Y ¿por qué le mató? Porque sus obras eran malas,
mientras que las de su hermano eran justas. No os extrañéis,
hermanos, si el mundo os aborrece. Nosotros sabemos que hemos
pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos. Quien
no ama permanece en la muerte. Todo el que odia a su hermano es un
asesino; y sabéis que ningún asesino posee vida eterna en sí mismo.
En esto hemos conocido lo que es amor: en que él dio su vida por
nosotros. También nosotros debemos dar la vida por los hermanos. Si
alguno que posee bienes del mundo, ve a su hermano que está
necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el
amor de Dios? Hijos míos, no amemos de palabra ni con la boca, sino
con obras y según la verdad.
Palabra de Dios
R/. Te alabamos Señor
Reflexión
El catecismo de la Iglesia Católica dice:
Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con
Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él,
contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: "Quien no ama
permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un
asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en
él". Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de Él si no
omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los
pequeños que son sus hermanos. Morir en pecado mortal sin estar
arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa
permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre
elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con
Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra
"infierno".
La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su
eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal
descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí
sufren las penas del infierno, "el fuego eterno". La pena principal del
infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente
22
puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido
creado y a las que aspira.
IX
Lectura bíblica
De la segunda carta de San Pablo a los Tesalonicenses
Porque es propio de la justicia de Dios el pagar con tribulación a los
que os atribulan, y a vosotros, los atribulados, con el descanso junto
con nosotros, cuando el Señor Jesús se revele desde el cielo con sus
poderosos ángeles, en medio de una llama de fuego, y tome venganza
de los que no conocen a Dios y de los que no obedecen al Evangelio
de nuestro Señor Jesús. Éstos sufrirán la pena de una ruina eterna,
alejados de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando
venga en aquel día a ser glorificado en sus santos y admirado en todos
los que hayan creído.
Palabra de Dios
R/. Te alabamos Señor
Reflexión
El catecismo de la Iglesia Católica dice:
El Juicio final sucederá cuando vuelva Cristo glorioso. Sólo el Padre
conoce el día y la hora en que tendrá lugar; sólo Él decidirá su
advenimiento. Entonces Él pronunciará por medio de su Hijo
Jesucristo, su palabra definitiva sobre toda la historia. Nosotros
conoceremos el sentido último de toda la obra de la creación y de
toda la economía de la salvación, y comprenderemos los caminos
admirables por los que su Providencia habrá conducido todas las
cosas a su fin último. El Juicio final revelará que la justicia de Dios
triunfa de todas las injusticias cometidas por sus criaturas y que su
amor es más fuerte que la muerte.
El mensaje del Juicio final llama a la conversión mientras Dios da a los
hombres todavía "el tiempo favorable, el tiempo de salvación". Inspira
el santo temor de Dios. Compromete para la justicia del Reino de
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Dios. Anuncia la "bienaventurada esperanza" de la vuelta del Señor
que "vendrá para ser glorificado en sus santos y admirado en todos los
que hayan creído" (2 Ts 1, 10).
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