SUELO
El suelo es un medio poroso, biológicamente activo, estructurado y está
desarrollado en la superficie de la Tierra. El suelo incluye aquellos materiales
superficiales de la geosfera (parte sólida del planeta) biológicamente activos. Se
diferencia de las rocas en que este incluye materia inorgánica (mineral, agua,
gases) y orgánica (humus) que se están transformando, lo que da lugar a su
estructuración y organización en horizontes.
Tiene un papel muy importante pues cumple con funciones
ecológicas importantes, es el hábitat de muchos seres vivos, regula el ciclo
hidrológico y el clima y participa en el reciclado biogeoquímico (como el ciclo del
carbono, nitrógeno, etc.).
La microbiología del suelo: Se encarga del estudio de los microorganismos
presentes en el suelo y sus funciones en los procesos biológicos que ocurren en
él. Entre las funciones más importantes se encuentra su participación en los ciclos
de nutrientes, especialmente en el ciclo del agua. Los microorganismos presentes
en el suelo ayudan a filtrar y limpiar el agua que pasa a través del suelo,
eliminando muchas toxinas e impurezas. Además, dichos microorganismos
descomponen la materia orgánica, liberando nutrientes necesarios para las
plantas y otros organismos.
Por otro lado, la materia orgánica en el suelo cumple una serie de funciones
vitales. Primero, mejora la estructura del suelo, lo que permite la retención de
agua, mejorando su disponibilidad para las plantas y reduciendo la erosión. La
materia orgánica del suelo actúa como una esponja, absorbiendo y reteniendo
agua. Esto es vital para regular el ciclo del agua, ya que facilita una liberación
lenta y constante de agua a las plantas y al sistema de raíces, en lugar de permitir
que el agua se escurre y se pierda.
Además, la materia orgánica sirve como fuente de nutrientes para los
microorganismos del suelo, favoreciendo su actividad y diversidad. De esta
manera, se mantiene la salud del suelo y su capacidad para limpiar y filtrar el
agua, protegiendo la calidad de nuestras fuentes hídricas.
Por lo tanto, la microbiología del suelo y la materia orgánica son elementos clave
en la conservación del agua, en la prevención de la sequía y en la protección
contra la contaminación del agua. Proteger y mejorar estos componentes del suelo
es vital para la sostenibilidad de nuestros recursos hídricos.
¿Qué papel juega la microbiología del suelo en el ciclo del agua?
La microbiología del suelo juega un papel crucial en el ciclo del agua debido a que,
los microorganismos presentes en el suelo descomponen la materia orgánica y
liberan nutrientes, mejorando la capacidad del suelo para retener agua. Además,
específicamente las bacterias, pueden ayudar a filtrar y purificar el agua a medida
que esta se infiltra en el suelo, contribuyendo finalmente al proceso de recarga de
los acuíferos (depósitos subterráneos de agua).
Cómo se divide y organiza el suelo
Los suelos y sus características pueden variar espacialmente, tanto lateral como
verticalmente. La variabilidad vertical está definida por la presencia de distintos
niveles con diferentes características y propiedades, formando una secuencia de
horizontes que constituye el perfil edáfico o solum.
Por tanto, los horizontes son niveles más o menos paralelos a la superficie con
unas características que le diferencian de los otros pero que están relacionados.
El suelo comienza a formarse cuando una roca queda expuesta a la atmósfera, y
empieza a ser colonizada por líquenes y cuando sus minerales comienzan a
descomponerse y a alterarse física y químicamente. Este proceso se conoce
como meterorización. Esto da lugar a la formación de los horizontes A y C.
Horizonte A: es el horizonte más superficial y está formado por la actividad
biológica como consecuencia de la implantación de la vegetación.
Horizonte B: también llamado horizonte de acumulación. Su origen es
consecuencia de los procesos de traslocación y transformación de los
materiales de los horizontes A y B. En él se acumulan productos de
alteración y de formación nueva.
Horizonte C: es el más profundo (situado después del B) y está constituido
por la roca madre y por fragmentos derivados de la meteorización.
Tipos de suelos y sus características
Existen varios sistemas de clasificación de suelos.
Suelos orgánicos
Histosoles: constituidos por restos vegetales poco o nada descompuestos,
con o sin mezcla de arena, limo o arcilla, en condiciones de exceso de
agua. Típicamente aparecen en las turbas o turberas.
Suelos condicionados por influencias antrópicas
Antro soles: formados por movilizaciones de tierras, acumulación de
escombros, lodos residuales o aportes de estiércol o con uso agrícola.
Tecno soles: suelos desarrollados sobre residuos de fabricación,
construcción o minería.
Suelos de baja evolución muy condicionados por el clima
Criosoles: se encuentran permanentemente congelados (permafrost).
Suelos de baja evolución muy condicionados por el material originario
Andosoles: con un alto contenido en materiales amorfos o de baja
cristalinidad procedentes de materiales volcánicos piroclásticos. Se
encuentran en casi cualquier clima.
Arenosoles: suelos arenosos.
Vertisoles: suelos muy arcillosos.
Otros suelos de moderada evolución
Umbrisoles: suelos ricos en materia orgánica y ácidos.
Cambisoles: se caracterizan por meteorización del material parental o
inicial.
Suelos condicionados por la topografía y por el agua
Leptosoles: son suelos muy someros sobre roca continua y suelos
extremadamente gravillosos y/o pedregosos (litosoles).
Regosoles: son suelos minerales muy débilmente desarrollados.
Fluvisoles: se localizan cerca de los ríos y presentan un perfil estratificado
donde la cantidad de materia orgánica decrece irregularmente o es
abundante en zonas muy profundas.
Gleysoles: suelos con agua de forma permanente (o casi) en los primeros
50 cm. Hay reducción de los óxidos de hierro y pueden tener colores
rojizos, parduzcos o amarillentos o también grisáceos/azulados.
Stagnosoles: son suelos con una capa de agua que permiten intensas
condiciones de reducción y debido al lavado de los materiales producido
por el agua puede presentar horizontes álbicos o blanquecinos.
Planosoles: son suelos con un horizonte superficial de color claro que
muestra signos de estancamiento periódico de agua que pasa
abruptamente a un horizonte con significativo incremento de arcilla
respecto del horizonte superficial.
Suelos típicamente de clima árido o semiárido
Solonchaks: suelos con un alto contenido en sales solubles (halita, yeso) y
humus.
Solonetz: poco frecuentes y tienen altas proporciones de sodio y/o
magnesio.
Calcisoles: suelos con acumulaciones de carbonato cálcico.
Gypsisoles: suelos con acumulaciones de yeso.
Durisoles: suelos con sílice.
Suelos típicamente de ambiente estepario
Chernozems: ambientes esteparios fríos. Horizonte superficial pardo oscuro
o negro por la acumulación de materia orgánica y pueden tener carbonato
cálcico en los horizontes más profundos.
Kastanozems: ambientes esteparios más secos y cálidos. Horizonte
superficial de color castaño porque hay menor acumulación de materia
orgánica.
Phaeozems: ambientes esteparios más cálidos y húmedos. Similar a los
anteriores, pero sin carbonato cálcico.
Suelos con un subsuelo rico en arcilla
Albeluvisoles: presenta horizontes con empobrecimiento de minerales
debido a su eluvación por el paso del agua.
Alisoles: suelos muy ácidos. En cualquier clima excluyendo los tropicales y
subtropicales.
Acrisoles: avanzado grado de meteorización. Sólo en climas tropicales y
subtropicales.
Luvisoles y lixisoles. son similares, aunque se diferencian en el tipo de
arcillas que presentan.
Suelos típicamente de clima tropical y subtropical
Nitisoles: suelos tropicales rojos, profundos, bien drenados con un horizonte
subsuperficial arcilloso con sodio. Ricos en hierro.
Ferralsoles: son los suelos clásicos de los trópicos húmedos, profundamente
meteorizados y con colores rojos o amarillos. Suelen ser arcillosos con alto
contenido en compuestos de hierro y aluminio.
Plintosoles: suelos con costras endurecidas de arcilla, hierro y cuarzo.
Suelos típicamente de clima frío y húmedo
Podzoles: presentan un horizonte B característico llamado espódico y está
compuesto por materia orgánica, aluminio y hierro.
Tipos de microorganismos en el suelo
En el suelo, se pueden encontrar una gran variedad de microorganismos, los
cuales juegan un papel fundamental en los procesos biogeoquímicos y la salud del
ecosistema.
Estos microorganismos se dividen en diferentes grupos, incluyendo bacterias,
hongos, virus, entre otros.
Los microorganismos del suelo incluyen una amplia variedad de organismos,
como bacterias, hongos, actinomicetos y protozoos.
Cada uno de estos grupos desempeña funciones específicas en el suelo.
Por ejemplo, las bacterias son responsables de la descomposición de la materia
orgánica, la fijación de nitrógeno y la solubilización de minerales.
Los hongos son importantes en la descomposición de la celulosa y la lignina, y
también pueden formar asociaciones simbióticas con las raíces de las plantas.
La cantidad de microorganismos en el suelo puede influir en la fertilidad del suelo.
Los microorganismos descomponen la materia orgánica y liberan nutrientes en
formas disponibles para las plantas.
Además, los microorganismos pueden ayudar a retener el agua en el suelo y
mejorar su estructura.
Por lo tanto, una mayor cantidad de microorganismos en el suelo suele estar
asociada con una mayor fertilidad y productividad.