[go: up one dir, main page]

0% encontró este documento útil (0 votos)
12 vistas5 páginas

Agregado A El Delantal Blanco

Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
0% encontró este documento útil (0 votos)
12 vistas5 páginas

Agregado A El Delantal Blanco

Derechos de autor
© © All Rights Reserved
Nos tomamos en serio los derechos de los contenidos. Si sospechas que se trata de tu contenido, reclámalo aquí.
Formatos disponibles
Descarga como DOCX, PDF, TXT o lee en línea desde Scribd
Está en la página 1/ 5

Un día en la playa: Obra de teatro

Personajes:

 La señora: Una mujer joven amante de la playa.

 La empleada.

 González: El novio de La señora, un poco torpe pero divertido.

 Ricardo: Un vendedor ambulante de helados.

 Alvarito: Un Alvarito travieso que juega en la arena.

 Señora mayor: Una mujer mayor que pasea por la playa.

Escenario:

Una playa soleada con sombrillas, toallas y gente disfrutando del día.

Escena 1

(La señora y González se encuentran instalando su sombrilla y


toallas en la arena)

La señora: ¡Por fin llegamos! Este día estaba tardando demasiado en


llegar.

González: ¿Por qué? Tengo meses diciéndote para que vengan a la


playa y siempre sales con una excusa para no venir

La señora: No empieces. Se supone que nos trajiste a relajarnos

González: Lo sé, querida. Aunque la playa no es mi lugar favorito en


el mundo me esforcé para traerles.

(La señora se quita la blusa y González se quita la camisa y queda


en camiseta)

González: Ni pienses que te voy a poner la crema solar.

La señora: No, no te preocupes. Ni siquiera se me había ocurrido. Le


diré a la empleada que me la ponga.
González: ¡No me lo pides porque sabes que no lo haré!

La señora: Tú eres muy torpe, tosco y hasta bruto. Lo que harás será
rayarme la espalda.

González: Cada vez que se me ocurre el valioso intento de hacerte


una cortesía sales con lo mismo. Prefiero no perder mi tiempo
ofertándote gentilezas. No arrojaré margaritas a los cerdos.

La señora: No sé cómo sigo contigo… Me acostumbré… nuestro


matrimonio fue un contrato. Si no nos casábamos no cobraríamos la
herencia.

González: Valía la pena. La fortuna de nuestros padres, juntas, nos


hicieron las personas más adineradas de la hight socialite

La señora: Así es. Lástima que tu posición social no la tuvo otro


hombre para aquel tiempo ¿Y tú ya te pusiste bronceador?

González: Sí, no te preocupes. A veces yo pienso lo mismo pero al


revés… si tú hubieses sido otra mujer yo no estaría en este infierno
ardiendo de la rabia que me haces coger todos los días. Si no fuera
por las vacaciones de Alvarito, yo no estaría perdiendo el tiempo en
este lugar. La playa no es más que un aburrimiento y una perdedera
de tiempo. Como si uno estuviera para eso.

La señora: Nadie te puso una pistola en la cabeza obligándote a


venir.

González: Estoy aquí por el niño, por el niño. Solo para complacerlo a
él.

(Ella entra a la carpa a cambiarse y sale la empleada sin el


delantal puesto)

Empleada: Me encanta el sonido de las olas. Es tan relajante.

González: A mí también. Me dan ganas de quedarme aquí para


siempre.
(De repente, un vendedor ambulante de helados se acerca a ellos)

Ricardo: ¡Helados, helados! ¿Quieren un helado?

Empleada: ¡Sí, por favor! Cremoso y de chocolate para mí.

González: Y para mí uno de fresa, pero de agua, no me gustan los


cremosos.

(Ricardo les da los helados y González le paga)

Empleada: ¡Qué rico! Este helado está delicioso.

González: Sí, es perfecto para este día caluroso. Me gusta comer


helados sintiendo que la brisa del mar me da en la cara. Es una
sensación muy agradable. Prueba para que veas.

Empleada: (Imitándolo) Es verdad se siente más rica la frescura.

(Mientras comen sus helados, un Alvarito travieso corre hacia


ellos con una pelota)

Alvarito: ¡Cuidado!

(El Alvarito lanza la pelota y golpea accidentalmente a la


Empleada en la cabeza)

Empleada: ¡Ay! ¡Me has dado en la cabeza!

Alvarito: ¡Lo siento! No fue a propósito.

González: Ten cuidado, Alvarito. Podrías haberla lastimado.

Alvarito: Está bien, no volverá a pasar.

(El Alvarito se va corriendo y la empleada se soba la cabeza)

Empleada: Estoy bien, solo me duele un poco.

González: ¿Quieres que vayamos al módulo?

Empleada: No, no hace falta. Solo necesito un poco de agua.

(González le da agua a la empleada y ella se la toma)


Empleada: Gracias, ya me siento mejor.

González: De nada.

(En ese momento, una señora mayor pasa por delante de ellos)

Señora mayor: ¡Qué día tan hermoso! La playa está preciosa.

Empleada: Sí, la verdad es que sí.

Señora mayor: Yo suelo venir todos los días a caminar por la playa.
Me ayuda a mantenerme en forma. Los veo a ustedes y me da
nostalgia. Soy viuda y al igual que ustedes yo venía con mi esposo
siempre a la playa. A él le gustaba mucho.

González: Es una buena idea. La playa es un lugar ideal para hacer


ejercicio.

Señora mayor: Sí, y además es muy relajante. Adiós.

(La señora mayor se despide y continúa su camino)

Empleada: Me gusta hablar con las personas mayores. Siempre


tienen historias interesantes que contar.

González: A mí también. Me da la sensación de que he aprendido


mucho de ellas.

La empleada: (Con suspicacia) ¿A qué hora te irás, estás tardando


mucho?

González: Sí. Es tiempo de poner el plan en marcha. Bueno me voy.


Cuando ella salga le dices que tuve que irme urgente, un asunto de
negocios. Que luego la llamo.

La empleada: Se hará conforme a lo planeado, amo. Le recuerdo mi


incremento financiero.

González: No te preocupes (González sale. La empleada entra a la


carpa a ponerse el delantal y sale con la señora quien lleva traje
de baño y pareo)
Escena 2

El delantal blanco

Escena 3

(La empleada y González se encuentran recogiendo las cosas


para irse de la playa)

La empleada: Ha sido un día perfecto.

González: Sí. Lo planeado salió de maravilla

La empleada: No quiero irme.

González: Yo tampoco, pero mañana hay que laborar.

La empleada: Lo sé. Pero al menos tenemos este bello recuerdo para


consolarnos.

González: Sí, un recuerdo que nunca olvidaremos.

(Se abrazan y se van de la playa)

Fin

También podría gustarte