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LAS PARTES EN EL PROCESO
IX JORNADAS NACIONALES
DE DERECHO PROCESAL
COMITÉ CIENTÍFICO DE LA EDITORIAL TIRANT LO BLANCH
María José Añón Roig Marta Lorente Sariñena
Catedrática de Filosofía del Derecho Catedrática de Historia del Derecho de
de la Universidad de Valencia la Universidad Autónoma de Madrid
Ana Cañizares Laso Javier de Lucas Martín
Catedrática de Derecho Civil de Catedrático de Filosofía del Derecho y
la Universidad de Málaga Filosofía Política de la Universidad de Valencia
Jorge A. Cerdio Herrán Víctor Moreno Catena
Catedrático de Teoría y Filosofía de Derecho. Catedrático de Derecho Procesal de la
Instituto Tecnológico Autónomo de México Universidad Carlos III de Madrid
José Ramón Cossío Díaz Francisco Muñoz Conde
Ministro en retiro de la Suprema Catedrático de Derecho Penal de la
Corte de Justicia de la Nación y Universidad Pablo de Olavide de Sevilla
miembro de El Colegio Nacional Angelika Nussberger
María Luisa Cuerda Arnau Catedrática de Derecho Constitucional
e Internacional en la Universidad
Catedrática de Derecho Penal de la
de Colonia (Alemania)
Universidad Jaume I de Castellón
Miembro de la Comisión de Venecia
Manuel Díaz Martínez
Héctor Olasolo Alonso
Catedrático de Derecho Procesal de la UNED
Catedrático de Derecho Internacional de la
Carmen Domínguez Hidalgo Universidad del Rosario (Colombia) y
Catedrática de Derecho Civil de la Presidente del Instituto Ibero-Americano
Pontificia Universidad Católica de Chile de La Haya (Holanda)
Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot Luciano Parejo Alfonso
Juez de la Corte Interamericana Catedrático de Derecho Administrativo
de Derechos Humanos de la Universidad Carlos III de Madrid
Investigador del Instituto de Consuelo Ramón Chornet
Investigaciones Jurídicas de la UNAM Catedrática de Derecho Internacional
Owen Fiss Público y Relaciones Internacionales
Catedrático emérito de Teoría del Derecho de la Universidad de Valencia
de la Universidad de Yale (EEUU) Tomás Sala Franco
José Antonio García-Cruces González Catedrático de Derecho del Trabajo y de la
Catedrático de Derecho Mercantil de la UNED Seguridad Social de la Universidad de Valencia
José Luis González Cussac Ignacio Sancho Gargallo
Catedrático de Derecho Penal de Magistrado de la Sala Primera (Civil)
la Universidad de Valencia del Tribunal Supremo de España
Luis López Guerra Elisa Speckmann Guerra
Catedrático de Derecho Constitucional Directora del Instituto de Investigaciones
de la Universidad Carlos III de Madrid Históricas de la UNAM
Ángel M. López y López Ruth Zimmerling
Catedrático de Derecho Civil de Catedrática de Ciencia Política de la
la Universidad de Sevilla Universidad de Mainz (Alemania)
Fueron miembros de este Comité:
Emilio Beltrán Sánchez, Rosario Valpuesta Fernández y Tomás S. Vives Antón
Procedimiento de selección de originales, ver página web:
www.tirant.net/index.php/editorial/procedimiento-de-seleccion-de-originales
LAS PARTES EN
EL PROCESO
IX JORNADAS NACIONALES
DE DERECHO PROCESAL
Coordinadores
Orlando Poblete Iturrate
Flavia Cilveti Medina
tirant lo blanch
Valencia, 2024
Copyright ® 2024
Todos los derechos reservados. Ni la totalidad ni parte de este libro puede
reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecáni-
co, incluyendo fotocopia, grabación magnética, o cualquier almacenamiento
de información y sistema de recuperación sin permiso escrito de los autores
y del editor.
En caso de erratas y actualizaciones, la Editorial Tirant lo Blanch publicará la
pertinente corrección en la página web www.tirant.com.
© Orlando Poblete Iturrate y
Flavia Andrea Cilveti Medina (Coords.)
© TIRANT LO BLANCH
EDITA: TIRANT LO BLANCH
C/ Artes Gráficas, 14 - 46010 - Valencia
TELFS.: 96/361 00 48 - 50
FAX: 96/369 41 51
Email: tlb@tirant.com
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DEPÓSITO LEGAL:
ISBN: 978-84-1197-356-4
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Responsabilidad Social Corporativa: http://www.tirant.net/Docs/RSCTirant.pdf
AUTORES
Mauricio Abarzúa Montecinos Ximena Marcazzolo Awad
Claudio Agüero San Juan Juan Carlos Marín González
Fernanda Aguirre Mussa Gabriel Marín Mery
Maite Aguirrezabal Grünstein María Mercedes Mozó Silva
Jaime Alcalde Silva Javier Muñoz Saguas
Sergio Arenas Benavides Francisco Narváez Gallo
Víctor Beltrán Román Diego Palomo Vélez
Andrés Bordalí Salamanca Andrés Peña Adasme
Nicolás Browne Arellano Eduardo Reveco Soto
Andrés Bruna Ortiz Carlos del Río Ferreti
Angélica Burmester Pinto Rodrigo Rivera Cuevas
Jaime Carrasco Poblete Renée Rivero Hurtado
Flavia Cilveti Medina Manuel Rodríguez Vega
Juan Ignacio Contardo González Ángelo Rojas Adasme
Cristián Contreras Rojas Sophía Romero Rodríguez
Gonzalo Cortez Matcocivh Alejandro Romero Seguel
Jordi Delgado Castro Isidora Sánchez Ceballos
Jesús Ezurmendia Álvarez María Elena Santibáñez Torres
Juan Carlos Flores Rivas Fabiola Schencke Aedo
Rosa Gómez González Abigail Tapia Alarcón
Piedad González Granda Pía Tavolari Goycoolea
José Luis Guerrero Becar Raúl Tavolari Oliveros
Ruth Israel López Benjamín Ubilla Morales
Priscila Machado Martins María Gracia Villarreal Rodríguez
Índice
Prólogo.......................................................................................................... 15
Orlando Poblete Iturrate
SESIÓN 1: CONFERENCIA
Antecedentes previos y problemática específica derivada de la incompleta regulación
del litisconsorcio necesario en la vigente Ley de Enjuiciamiento Civil.................... 23
Piedad González Granda
SESIÓN 2: PONENCIAS
LAS PARTES EN EL SISTEMA PROCESAL CIVIL
Buena fe y colaboración procesal: principios informadores de los mecanismos alternativos
de resolución de conflictos.............................................................................. 57
María Mercedes Mozó Silva
Flavia Cilveti Medina
La comparecencia remota vía videoconferencia: una respuesta pandémica que llegó
para quedarse. Ventajas y desventajas para las partes en el proceso...................... 71
Benjamín Ubilla Morales
El litisconsorcio necesario en el proceso civil chileno. En particular, sobre la acción de
inoponibilidad como mecanismo de protección del litisconsorte preterido en caso de
falta o indebida constitución.......................................................................... 97
Renée Rivero Hurtado
La Legitimación ordinaria en el derecho procesal civil........................................... 131
Juan Carlos Marín González
El estado como parte en el arbitraje..................................................................... 189
Alejandro Romero Seguel
Juan Carlos Flores Rivas
10 Índice
Desafíos y dificultades de los acuerdos procesales de las partes en el proceso civil
chileno.................................................................................................... 225
Andrés Peña Adasme
LAS PARTES EN EL PROYECTO DE REFORMA PROCESAL CIVIL
Igualdad sustantiva de partes, debido proceso y jurisdicción algorítmica en el proyecto
de Código Procesal Civil chileno: ¿discusión presente o ausente?.......................... 249
Isidora Sánchez Ceballos
La capacidad procesal de las masas patrimoniales................................................ 275
Pía Tavolari Goycoolea
La sucesión procesal en el proyecto de Código Procesal Civil chileno......................... 287
Gonzalo Cortez Matcovich
De los terceros: algunas dudas y las respuestas del proyecto de nuevo Codigo Procesal
Civil........................................................................................................... 309
Raúl Tavolari Oliveros
LAS PARTES EN EL SISTEMA PROCESAL PENAL
Forzamiento de la acusación y la formalización de la investigación: el cambio inter-
pretativo del tribunal constitucional................................................................ 327
Ángelo Rojas Adasme
El artículo 387 del Código Procesal Penal en la reciente jurisprudencia del Tribunal
Constitucional............................................................................................. 341
Ximena Marcazzolo Awad
¿Tengo derecho a guardar silencio? declaraciones espontáneas dadas por el imputado
durante entrevistas informales........................................................................ 357
Víctor Beltrán Román
Ius ut procedatur y denegatio actionis: el problema constitucional del acusador penal
particular y su derecho a la acción procesal...................................................... 381
Carlos del Río Ferretti
Índice 11
El delirante procedimiento de medidas de seguridad contra el enajenado mental........ 417
Manuel Rodríguez Vega
La relación entre el Ministerio Público y el querellante a la luz del derecho a la tutela
judicial efectiva de la víctima......................................................................... 449
María Elena Santibáñez Torres
Nicolás Browne Arellano
LAS PARTES EN EL PROCEDIMIENTO LABORAL
La inspección del trabajo como sujeto procesal en el procedimiento de tutela laboral... 473
Fernanda Aguirre Mussa
María Gracia Villarreal Rodríguez
Legitimación procesal en materia laboral. Análisis doctrinario y jurisprudencial...... 495
Abigail Tapia Alarcón
El recurso de nulidad laboral por infracción a las reglas de la sana crítica: propuesta
de una interpretación y relectura que busque superar la excesiva excepcionalidad y
recupere el valor central del control de la motivación fáctica................................ 515
Diego Palomo Vélez
Jordi Delgado Castro
Cristian Contreras Rojas
Francisco Narváez Gallo
La figura del demandado solidario en el procedimiento laboral............................... 551
Andrés Bruna Ortiz
LAS PARTES EN EL PROCESO COLECTIVO
Asociaciones de consumidores y su rol en procedimientos voluntarios colectivos y acciones
en protección del interés colectivo o difuso......................................................... 565
Eduardo Reveco Soto
Algunas consideraciones sobre la noción de “partes” en el contexto procedimiento
voluntario para la protección del interés colectivo o difuso de los consumidores....... 581
Fabiola Schencke Aedo
12 Índice
La legitimación del SERNAC como titular de la acción en el proceso colectivo........... 599
Maite Aguirrezabal Grünstein
LAS PARTES EN EL PROCEDIMIENTO MEDIO AMBIENTAL
Algunas precisiones respecto a la legitimación activa en la responsabilidad por daño
ambiental.................................................................................................... 623
Gabriel Marín Mery
La intervención de terceros en los procesos judiciales en que se ventilen acciones repa-
ratorias del medio ambiente. Una propuesta de cambio....................................... 637
Jaime Carrasco Poblete
Juan Ignacio Contardo González
La carrera en la demanda por daño ambiental. Problemas de comparecer como terceros
y no como parte principal.............................................................................. 659
Javier Muñoz Saguas
Calidad de parte del Estado en la jurisdicción ambiental....................................... 677
Ruth Israel López
Rodrigo Rivera Cuevas
LAS PARTES EN EL PROCESO DE FAMILIA
Las partes en el proceso de familia. Particularidades procesales derivadas de los vinculos
entre los litigantes......................................................................................... 695
Jesús Ezurmendia Álvarez
Los terceros como partes en el juicio de familia. Panorama general y revisión crítica.. 713
Sergio Arenas Benavides
LAS PARTES EN EL PROCESO CONSTITUCIONAL
Notas sobre la legitimación activa de las municipalidades en el recurso de protección. 733
Claudio Agüero San Juan
Isapres y fallos de protección con efectos erga omnes............................................... 747
Priscila Machado Martins
Índice 13
LAS PARTES EN EL PROCEDIMIENTO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO
La legitimación pasiva y el derecho a una buena administración: ¿es necesaria la
existencia de terceros en el contencioso administrativo sanitario?......................... 771
Mauricio Abarzúa Montecinos
Los terceros en el proceso contencioso administrativo: ejemplos en materia ambiental y
urbanismo................................................................................................... 785
Sophía Romero Rodríguez
Contencioso administrativo chileno: ¿un proceso sin partes?.................................. 815
Andrés Bordalí Salamanca
Legitimación activa de la administración para deducir la acción de nulidad de derecho
público........................................................................................................ 839
Rosa Gómez González
Suspensión del acto administrativo a solicitud de interesado.................................. 865
Juan Carlos Flores Rivas
LAS PARTES EN LOS PROCEDIMIENTOS ESPECIALES
Rol de la Fiscalía Nacional Económica y participación de los particulares en procedi-
mientos contenciosos ante el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia............ 889
Angélica Burmester Pinto
Notas sobre las partes en el procedimiento monitorio de la Ley 18.101, sobre arrenda-
miento de predios urbanos.............................................................................. 905
Jaime Alcalde Silva
Tutela efectiva de los derechos individuales de los consumidores en el derecho chileno:
pasado, presente y perspectivas........................................................................ 925
José Luis Guerrero Becar
El delirante procedimiento de medidas de
seguridad contra el enajenado mental
MANUEL RODRÍGUEZ VEGA1
Resumen: En el presente trabajo se revisan algunas de las incontables dificultades de apli-
cación del procedimiento de medidas de seguridad seguido contra el enajenado mental,
originadas en los vacíos y contradicciones propios de una regulación singularmente lacónica
y fragmentaria, que no encaja armónicamente en el procedimiento ordinario que le sirve
de marco normativo supletorio. Nos centraremos en los asuntos más inciertos y que mayor
inquietud han provocado en el foro, como los alcances de la suspensión del procedimiento,
la internación provisional decretada antes de recibir el informe psiquiátrico solicitado al
suspender el procedimiento, la vinculación de la resolución del Juzgado de Garantía que
se pronuncia sobre la inimputabilidad del requerido en la posterior decisión del Tribunal de
Juicio Oral en lo Penal sobre el mismo aspecto, y la extensión temporal máxima de las medi-
das de seguridad. En el examen de estos asuntos se consulta la escasa doctrina nacional que
se ha preocupado de los mismos, y diversos pronunciamientos de nuestros tribunales, espe-
cialmente de la Corte Suprema, con el objeto de proponer respecto de cada uno de ellos las
interpretaciones que permitan revestir de racionalidad la regulación de este procedimiento.
Palabras clave: Medidas de seguridad, inimputable, enajenación mental, incapacidad pro-
cesal, internación provisional.
I. INTRODUCCIÓN
Las medidas de seguridad impuestas al enajenado mental o inimputa-
ble, se basan únicamente en su peligrosidad y consisten en un tratamiento
dirigido a evitar que delinca nuevamente. A diferencia de la pena, anclada
en la culpabilidad por el injusto realizado, la medida de seguridad surge
como la respuesta a un estado peligroso del autor, que cumple una función
1
Profesor Asistente Adjunto, Facultad de Derecho, Pontificia Universidad Católica
de Chile, Santiago, Chile. Doctor en Derecho, Universidad de Chile. Magíster en
Derecho Penal, Universidad de Talca. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales,
Pontificia Universidad Católica de Chile. Correo electrónico: merodrig@uc.cl
Agradezco a Nicolás Cisternas Vásquez, Abogado de la Unidad de Defensa Penal
Especializada de la Defensoría Penal Pública de Chile, por su valiosa ayuda en la
revisión del borrador de este artículo.
418 Manuel Rodríguez Vega
de prevención especial y, por ende, sin utilidad preventivo-general ni signi-
ficación retributiva para el infractor2.
La integración de las medidas de seguridad en el derecho penal y su em-
palme con el delito3, permite sustraerlas del derecho administrativo y, con
ello, operar en un ámbito en que el individuo peligroso, en tanto adquiere
la calidad de “imputado” y, por consiguiente, el reconocimiento de todos
los derechos aparejados a esa calidad, conserva un estatuto de garantías
adecuado a la eventual imposición de una grave restricción de derechos
sobre su persona4.
De ese modo, el dar residencia a las medidas de seguridad en el orde-
namiento penal permite limitarlas y moderarlas por los mismos principios
que rigen en este último, como el de legalidad5, ultima ratio6, y predicarles
también su carácter fragmentario y subsidiario, pues únicamente ante la
comisión de un hecho típico y antijurídico y cuando la permanencia de
la enfermedad signifique un riesgo de atentados futuros para el imputado
o terceros, se podrá decretar una medida privativa o restrictiva de sus de-
rechos para suprimir o controlar esa peligrosidad7. Mientras el enajenado
2
Sobre las finalidades de las medidas de seguridad impuestas al enajenado mental
v. Horvitz (2004), p. 554, Falcone (2007), pp. 237 y 244, Horvitz (2008), p.
112, Cisternas (2021), p. 115 y Corte de Apelaciones de Valdivia, Rol N° 551-
2021, sentencia de 13 de septiembre de 2021.
3
Cada vez que aludamos al “delito” cometido por el enajenado mental, dada la au-
sencia de imputabilidad y, por tanto, de culpabilidad, nos referimos a la conducta
típica y antijurídica.
4
Falcone (2007), p. 237, v. también, Chahuán (2012), p. 442.
5
Horvitz (2004), p. 559 y Falcone (2007), p. 243 y 246.
6
Falcone (2007), p. 236.
7
En Corte Suprema, Rol N° 1079-2013, sentencia de 18 de abril de 2013, se expli-
ca que la medida de seguridad es una consecuencia jurídica del hecho que suele
suponer un contenido aflictivo para el sujeto, en cuanto privación o restricción de
derechos básicos en grado no menor que el castigo fundado en la culpabilidad por
el hecho, “de manera que la reacción a este suceso no culpable se mantiene dentro
de la esfera del Derecho Penal. Tal inteligencia del instituto permitió el legislador
procesal penal extender a la materia en análisis el respeto al principio de legalidad,
el de intervención mínima (artículos 455 y 457 del Código Procesal Penal), la exi-
gencia de proporcionalidad entre el hecho y su consecuencia (artículos 457 y 481
del código adjetivo), conforme a la cual se hace una ponderación de los intereses en
juego, permitiendo en todo caso la introducción de elementos inherentes a su natu-
raleza, como es el análisis de la entidad de la peligrosidad manifestada en el delito,
el juicio de pronóstico y los bienes jurídicos del sujeto afectados por la medida”.
El delirante procedimiento de medidas de seguridad contra el enajenado mental 419
cometa solo un acto “ilícito”, pero no típico y antijurídico, o perpetrando
este último, su trastorno no signifique actualmente un riesgo de agresión
para sí u otras personas, ese acto no será de incumbencia del sistema penal,
correspondiendo a las instituciones reguladas en el Código de Bello8 y a
las autoridades y procedimientos previstos en el ordenamiento sanitario9,
decretar y adoptar las medidas para evitar la reiteración de esas conductas
ilícitas, de ser necesario10.
Pero los principios y garantías penales rectores de la imposición de me-
didas de seguridad no se circunscriben a los de carácter sustantivo enuncia-
dos, sino que también comprenden los de orden adjetivo.
Aunque la Constitución no consagra explícitamente alguna garantía
particular en este ámbito, ello no importa que ninguna de las constitu-
cionalmente reconocidas sea aprovechable, comenzando por el debido
proceso11. Sin embargo, el ejercicio del derecho a un racional y justo pro-
cedimiento de medida de seguridad, se ve enredado y entorpecido por la
inconclusa regulación que el Código Procesal Penal —en adelante, CPP—
realiza en su Título VII del Libro IV, pues la remisión general en el artícu-
lo 456, en lo no previsto, a la normativa del procedimiento ordinario del
Libro II del mismo código12, da lugar a numerosos e intrincados problemas
8
Título XXV, del Libro I del Código Civil, que contiene “Reglas especiales relativas
a la curaduría del demente”.
9
Libro VII del Código Sanitario, denominado “De la observación y reclusión de los
enfermos mentales, de los alcohólicos y de los que presenten estado de depen-
dencia de otras drogas y substancias”, que debe ser complementado con la Ley N°
21.331, de 11 de mayo de 2021.
10
Con esa orientación, Primer informe de la Comisión Constitución, Legislación y
Justicia de la Cámara de Diputados, párrafo 514.
11
Núñez (2003), pp. 516. Cerda (2010), pp. 741-742, suma como principios que
inspiran la aplicación de las medidas de seguridad: inocencia, legalidad, provisio-
nalidad y proporcionalidad. A lo que se debe añadir, por mandato del inciso 2°
del artículo 5° de la Constitución, los derechos reconocidos en la Convención de
las Naciones Unidas sobre derechos de las personas con discapacidad, Decreto
201, de 17 de septiembre de 2008.
12
No resultaba imperioso incluir en la remisión del artículo 456 al Libro I del
CPP, en tanto este contiene “Disposiciones Generales” aplicables, por ende, al
procedimiento de medida de seguridad seguido contra el enajenado mental,
incluyendo, mutatis mutandi, los derechos y garantías reconocidos en los artí-
culos 93 y 94, la cautela de garantías del artículo 10, el amparo ante el Juez
de Garantía del artículo 95 y, por cierto, la garantía consagrada en el artículo
1 por la que “Ninguna persona podrá ser condenada o penada, ni sometida a
420 Manuel Rodríguez Vega
interpretativos y de aplicación, algunos verdaderas anomias y otros laberin-
tos jurídicos cuya salida todavía no se ha descubierto, justamente dada esa
inacabada y parcial normativa que no encuentra un armónico complemen-
to en las normas supletorias del Libro II13.
Agrava este panorama el que la doctrina nacional, en su mayoría, no de-
muestre interés en estas problemáticas, al igual que el legislador, el que no
ha consumado las reformas que hoy parecen impostergables14, delegando
en la jurisprudencia la titánica empresa de explorar las mejores interpre-
taciones, respetuosas del principio de legalidad, que permitan construir
y operar un procedimiento que pueda catalogarse como racional y justo.
Como se ha esbozado, los problemas de este procedimiento no son po-
cos, sino múltiples y de variada envergadura, y un estudio que agote todos
ellos y con la profundidad que ameritan excede largamente los límites de
este trabajo, motivo por el que nos abocaremos solo a aquellos que parecen
más urgentes, dejando un examen global, más amplio y sistemático, para
otra investigación.
Respecto de cada tema, esbozaremos los términos en que se ha desa-
rrollado la discusión, el estado de la misma en la doctrina y jurisprudencia
nacional, nuestras propuestas y conclusiones.
II. ACTOS DE INVESTIGACIÓN Y PROCESALES
DURANTE LA “SUSPENSIÓN DEL PROCEDIMIENTO”
QUE REGULA EL ARTÍCULO 458 DEL CPP
Los resguardos que contempla el procedimiento de medida de segu-
ridad en favor del inimputable que buscan garantizar que éste no sea
ajeno a un procedimiento racional y justo, pese a que generalmente no
pueda participar en su defensa, contribuir a la misma o a su dirección
una de las medidas de seguridad establecidas en este Código, sino en virtud de
una sentencia fundada, dictada por un tribunal imparcial”.
13
Cisternas (2021), pp. 139, concluye de su investigación que los inimputables se
enfrentan a juicios penales en condiciones especialmente gravosas y, posiblemen-
te, sujetas a mayores desventajas que una persona imputable.
14
El Proyecto de Ley que “Modifica el Código Procesal Penal y otros cuerpos legales
en lo relativo al procedimiento y ejecución de medidas de seguridad”, Boletín N°
5078-07, ingresado el 5 de junio de 2007, continúa en Segundo trámite constitu-
cional en el Senado.
El delirante procedimiento de medidas de seguridad contra el enajenado mental 421
producto de la incapacidad procesal derivada de su enfermedad mental
que lo aqueja actualmente15, no se activan solo una vez declarada la inim-
putabilidad en la audiencia del artículo 462 del CPP, sino que tan pronto
aparecieren antecedentes que permitieren presumirla, condición en la
que debe suspenderse el procedimiento de conformidad al artículo 458
del CPP.
Efectivamente, de la misma manera que esos antecedentes dan forma
a una sospecha de que el delito fue cometido siendo el autor inimputable
por enajenación mental, también constituyen, salvo elementos en contra-
rio, un indicio de que esa enfermedad subsiste y, con ello, la incapacidad
procesal del imputado, esto es, la ausencia de condiciones psíquicas o men-
tales para representar racionalmente sus intereses, ejercer sus derechos y
conducir su defensa de forma inteligente o inteligible16 y, es por eso, que
en ese momento pasa a mediar un curador en su favor, sin perjuicio de la
intervención de su defensor letrado.
Lo dicho explica que desde que se manifiestan las señales de inimputa-
bilidad, el imputado no pueda intervenir activamente en actos de investiga-
ción o del procedimiento en los cuales se requiera capacidad procesal, lo
que el legislador escuetamente reconoce al negarle acceso a la salida alter-
nativa de suspensión condicional del procedimiento, o al procedimiento
abreviado (artículo 461, inciso 2° del CPP)17.
Ahora bien, en lo concerniente a todas aquellas diligencias de investi-
gación en las que normalmente incluso el imputado respecto de quien no
hay asomo de inimputabilidad ni siquiera participa o no es requerida su
intervención o expresión de voluntad, no se advierten las razones por las
que el Ministerio Público no podría llevarlas a cabo no obstante la suspen-
15
Según Horvitz (2008), pp. 110, una vez confirmada la sospecha de enajena-
ción mental del imputado, “corresponde la aplicación de un procedimiento
especial que asegure de modo reforzado el ejercicio de los derechos y ga-
rantías vinculados al debido proceso a quien adolece de ciertas capacidades
cognitivas o intelectuales para defenderse adecuadamente de una imputación
penal”.
16
Horvitz (2008), p. 137. Pese a ser conceptos relacionados y usualmente con-
temporáneos, deben igualmente diferenciarse con claridad la “inimputabili-
dad” de la “incapacidad procesal”, al respecto, con detalle, Falcone (2018), pp.
101-105.
17
En cuanto al acuerdo reparatorio, aun interviniendo el curador designado, nie-
gan su procedencia Horvitz (2004), p. 567 y Cerda (2010), p. 745. Se manifiesta
a favor el Oficio FN N°286/2010, p. 10.
422 Manuel Rodríguez Vega
sión del procedimiento según el citado artículo 458, sobre todo si se ha
designado ya un curador y un abogado defensor18.
No hay motivo razonable para que el Ministerio Público, por ejemplo,
deba esperar la recepción del informe psiquiátrico solicitado al suspender
el procedimiento, para tomar declaración a un testigo, o para ordenar la
pericia de un arma de fuego encontrada en el sitio del suceso. Lo contra-
rio supondría paralizar la actividad investigativa del ente persecutor en el
ínterin, con el riesgo de que dicha evidencia no sea después conseguida,
no obstante que tales elementos puedan ser imprescindibles para sostener
una acusación o un requerimiento de medida de seguridad ulteriores. To-
davía más, si el imputado es detenido en situación de flagrancia y ya en la
audiencia de control de detención emerge la sospecha de inimputabilidad,
significaría la interrupción del procedimiento cerca de veinticuatro horas
de cometido el delito, y su reanudación, eventualmente, meses después,
con la consiguiente dificultad para la labor investigativa19.
18
La doctrina estudiada por Falcone (2018), pp. 107, señala que, verificada la in-
capacidad procesal, dada la carencia de las condiciones para defenderse mate-
rialmente, no se debe realizar acto procesal alguno que vaya más allá de la simple
averiguación del hecho, salvo que redunde en beneficio del imputado; y que, en
todo caso, los actos procesales de un incapaz surten efecto si le son favorables.
Cisternas y Fernández (2016), pp. 81, aparentemente excluyen alguna diferen-
ciación, al aseverar que “un procedimiento penal no puede estar ‘un poco’ sus-
pendido o ‘más o menos’ suspendido: lo está o no lo está”.
19
En Corte Suprema, Rol N° 28370-2015, sentencia de fecha 24 de noviembre de
2015, se explica que: “la suspensión del procedimiento que se decreta por el Juez
de Garantía hasta tanto no se remita el informe psiquiátrico requerido de confor-
midad al artículo 458 del Código Procesal Penal que confirme o descarte la sospe-
cha de enajenación mental del encartado, no importa una paralización absoluta
del procedimiento, por cuanto dicha suspensión solo tiene por objeto evitar que
se produzcan en el ínterin actos de investigación o jurisdiccionales en los que,
de ser efectiva la enajenación, el imputado no podría participar o, al menos, no
podría hacerlo ejerciendo adecuadamente su derecho de defensa. Igualmente se
busca prevenir la materialización de actos condicionados a la expresión válida de
voluntad del imputado, sobre todo aquellos que suponen la renuncia a derechos,
como a guardar silencio o a un juicio oral, tal como ocurre, respectivamente, en
la ‘declaración voluntaria del imputado’ de que trata el artículo 194 del Código
Procesal Penal, y en la suspensión condicional del procedimiento que regla el artí-
culo 237 y en el juicio abreviado que trata el artículo 406 (…) Que, entonces, fue-
ra de los casos arriba enunciados u otros análogos, puede seguir desarrollándose
actos de investigación por parte del Ministerio Público durante la suspensión de
que habla el artículo 458, más aún si lo contrario pudiera conllevar la pérdida de
prueba irrecuperable necesaria para acreditar el hecho punible o la participación
El delirante procedimiento de medidas de seguridad contra el enajenado mental 423
Refrenda esta posición, la evolución de nuestra jurisprudencia —que
se mencionará en el capítulo III— que mayoritariamente acepta la proce-
dencia de la discusión e imposición de medidas cautelares del artículo 155
del CPP durante la “suspensión del procedimiento” —aún se discute como
también veremos más adelante en lo concerniente a la internación provi-
sional—, lo que demuestra que el procedimiento no está del todo suspen-
dido o paralizado, sino solo para aquellos actos supeditados a la capacidad
procesal del imputado20.
Desde la vereda del mismo imputado este estancamiento tampoco se
pinta beneficioso si le impide durante su prolongación ejercer su derecho
de defensa mediante la recopilación de antecedentes que requieran la me-
diación de la fiscalía (artículo 183 del CPP), u obsta para que el Ministerio
Público lleve a cabo indagaciones en su favor, en virtud del principio de
objetividad. Menos favorable parece si durante el período de suspensión el
imputado está sujeto a internación provisional21.
En síntesis, la suspensión del procedimiento atañe únicamente a aque-
llos actos del procedimiento —investigativos o ante los tribunales— cuya
validez está condicionada a la capacidad procesal del imputado que inter-
viene en ellos, pudiendo los demás seguir su curso conforme a las reglas
generales22.
del imputado, sea en un eventual procedimiento de medida de seguridad o en
juicio oral ordinario, en su caso”. Distinta apreciación tiene Horvitz (2004), p.
567, para quien la suspensión del procedimiento trae consigo “la suspensión de
la investigación por parte del ministerio público”, también Cerda (2010), p. 744,
e incluso al parecer la Fiscalía Nacional, que en su Oficio FN N°286/2010, p. 7,
no hace ninguna excepción a la suspensión del procedimiento seguido contra el
imputado respecto de quien se sospecha su inimputabilidad.
20
Posición antagónica manifiestan Cisternas y Fernández (2016), p. 80.
21
Del estudio de 50 procedimientos de medidas de seguridad realizado Cisternas
(2021), pp. 124-125, se constata que 19 personas estuvieron privadas de libertad
por un plazo de entre 6 meses y un año y 19 por más de un año, lapsos que el au-
tor mencionado califica de desproporcionados si se comparan con los tiempos de
privación de libertad que sufrieron personas imputables (adultas y adolescentes)
durante el mismo periodo, y cuya causa atribuye, n. 40, precisamente a la suspen-
sión del procedimiento y al colapso de la red de psiquiatría forense y del Servicio
Médico Legal que dilata la realización de la pericia y la confección del informe.
22
No compartir esta conclusión no implica necesariamente afirmar la ilicitud de las
pruebas obtenidas mediante las diligencias investigativas llevadas a cabo durante
la suspensión del artículo 458, sino que en cada caso habrá que analizar especí-
ficamente si su realización durante ese período significó una afectación real de
424 Manuel Rodríguez Vega
III. LA FORMALIZACIÓN EN EL PROCEDIMIENTO
DE MEDIDA DE SEGURIDAD
La formalización de la investigación no es contradictoria con las normas
del Título VII del Libro IV del CPP y, por ende, resulta supletoriamente
aplicable conforme autoriza el artículo 456 del CPP.
En efecto, la formalización, al igual que en el procedimiento ordinario,
cumple una función esencialmente garantista mediante la información al
imputado y su defensa, de manera específica y clara, acerca de los hechos
que se le atribuyen, su calificación jurídica, y el grado de participación que
le cabe en los mismos, esto es, el contenido de la imputación jurídico-penal
que se dirige en su contra23, conocimiento que resulta esencial para una
adecuada defensa también en este procedimiento especial.
Ratifica este aserto el inciso 2° del artículo 462 al señalar que si el Juez
de Garantía rechaza el requerimiento de medida de seguridad y ordena al
Ministerio Público la formulación de la acusación, esto se hará “conforme
al trámite ordinario”, lo que incluye el artículo 259 del CPP, cuyo inciso
final prescribe “La acusación sólo podrá referirse a hechos y personas in-
cluidos en la formalización de la investigación”, de donde se desprende,
necesariamente, que debe haber una formalización previa antes del reque-
rimiento de medida de seguridad.
Es cierto que si la formalización es una actuación dispensable u obviable
en el procedimiento de medida de seguridad, es una pregunta que resul-
tará interesante nada más cuando los antecedentes que hacen presumir la
inimputabilidad, surjan en una investigación todavía no formalizada.
En esa hipótesis la formalización puede realizarse tanto antes como des-
pués de la solicitud de informe psiquiátrico y la suspensión del procedi-
miento —y en forma previa a la reapertura del procedimiento—, como
una vez recibido el informe que concluye la inimputabilidad y reanudado
el procedimiento, pero siempre antes de formular el requerimiento de me-
dida de seguridad.
alguna garantía fundamental del imputado o enajenado —según el resultado del
informe psiquiátrico—, sobre todo teniendo presente que, incluso en el procedi-
miento ordinario, el artículo 184 del CPP permite a la fiscalía excluir a los demás
intervinientes de las diligencias investigativas que instruya.
23
Gajardo y Hermosilla (2021), p. 125, Salas (2009), pp. 37-38, Horvitz (2002),
p. 540 y Duce y Riego (2009), p. 220.
El delirante procedimiento de medidas de seguridad contra el enajenado mental 425
Respecto de la situación más controvertida consistente en la formaliza-
ción posterior a la suspensión del procedimiento, podría presentarse si la
defensa promueve la suspensión o la decreta de oficio el tribunal, cuando la
fiscalía todavía no cree “oportuno” formalizar (artículo 230 del CPP), deci-
sión que cambia más tarde. Es más, incluso podría instar por la suspensión el
propio Ministerio Público dadas las sospechas existentes de inimputabilidad,
pero sin contar todavía con antecedentes para formalizar la investigación
contra el imputado, lo cual difiere para evitar incurrir en una formalización
arbitraria (artículo 232 del CPP), antecedentes que luego reúne.
Ambos supuestos no se oponen al artículo 458, el que señala que al so-
licitar el informe psiquiátrico debe explicitarse “la conducta punible que
se investiga” y no los hechos de la formalización, debiendo aquella infor-
mación ser proporcionada por la fiscalía en caso de no haber aún llevado
a cabo esa comunicación.
Por otra parte, el artículo 464 del CPP condiciona la internación provisio-
nal del imputado al cumplimiento de los requisitos señalados en los artículos
140 y 141 del CPP, incluyendo la primera disposición como extremo insosla-
yable, la formalización de la investigación24, y siendo procedente esa medida
durante la suspensión del procedimiento —como argumentaremos luego—
y, por cierto, una vez reabierto el procedimiento, igualmente lo es entonces
la formalización. De otro modo, la internación provisional únicamente pro-
cedería respecto del imputado cuyos antecedentes de inimputabilidad sean
conocidos en forma posterior a la formalización, dejando sin respuesta la
necesidad de la medida cautelar en el supuesto ahora examinado.
Entonces, y en armonía con lo postulado en el capítulo II, no es excusa
para omitir la formalización la sospecha de inimputabilidad, que se haya
suspendido el procedimiento, ni siquiera que se haya concluido la enaje-
nación mental en el informe psiquiátrico, pues aunque dichas circunstan-
cias permitan suponer que el imputado no comprenderá la comunicación
realizada mediante la formalización, contará con un curador y un defensor
que con ese conocimiento sí podrán ejercer sus derechos, de la misma
manera que esa incapacidad no obsta la posterior formulación del requeri-
miento de medida de seguridad25.
24
Cerda (2010), pp. 745 y Horvitz (2003), pp. 568, también Corte de Apelacio-
nes de Santiago, Rol N° 2141-2017, sentencia de fecha 1 de septiembre de 2017.
25
Horvitz (2008), p. 121, en cambio, considera que una vez ordenada la confec-
ción del informe debe suspenderse el procedimiento y no procede directamente
formalizar la investigación.
426 Manuel Rodríguez Vega
La ausencia de formalización incluso puede resultar adversa al imputa-
do.
De no formalizar el Ministerio Público la investigación respecto de
quien se presentan indicios de inimputabilidad, su defensa no tendrá cer-
teza de los hechos que se le atribuyen, lo que limitará sus posibilidades de
actuación durante la fase de investigación, incluyendo el período mismo
de suspensión del procedimiento como previamente sostuvimos.
Esa omisión igualmente obstará un escrutinio estricto de congruencia
con el requerimiento de medida de seguridad, que no puede ser sustituido
por el cotejo con la conducta explicitada al pedir el informe psiquiátrico,
la que suele describirse de manera muy vaga, pues solo busca dar un con-
texto situacional que permita al experto definir el objeto de su pericia. En
ese orden, una formalización incluso posterior a la suspensión podría ser
recomendable para fijar con certeza los hechos respecto de los cuales se
deberá emitir el informe psiquiátrico26.
Asimismo, de no haber formalización, sea posterior a la suspensión o
una vez declarada la reapertura del procedimiento, no empezará a correr
el plazo legal (artículo 247 del CPP) o judicial (artículo 234 del CPP) para
el cierre de investigación, con abierta violación al derecho a ser juzgado en
un plazo razonable que garantizan los artículos 7.5 y 8.1 de la Convención
Americana de Derechos Humanos.
Tales detrimentos al derecho de defensa no se justifican ni explican,
y conllevan un trato desigual, desde que habrá otros imputados, respec-
to de quienes los antecedentes sobre inimputabilidad son conocidos
después de la formalización, que sí podrán ejercer plenamente sus de-
rechos.
Por las razones anotadas, la formalización de la investigación es una
condición inexcusable para el posterior requerimiento de medida de se-
guridad, de la misma manera que en el procedimiento ordinario para la
acusación.
26
Si el Ministerio Público formaliza posteriormente por hechos diversos a los que
fueron materia del pronunciamiento en el informe psiquiátrico, deberá, en su
caso, requerirse un nuevo informe.
El delirante procedimiento de medidas de seguridad contra el enajenado mental 427
IV. INTERNACIÓN PROVISIONAL DECRETADA EN FORMA
PREVIA A LA RECEPCIÓN DEL INFORME PSIQUIÁTRICO
SOLICITADO AL SUSPENDER EL PROCEDIMIENTO
Diversos autores postulan que la recepción del informe psiquiátrico so-
licitado al suspender el procedimiento de conformidad al artículo 458, que
concluya que el imputado sufre una grave alteración o insuficiencia en sus
facultades mentales que hicieren temer que atentará contra sí o contra
otras personas, es una condición insuprimible para siquiera discutir la me-
dida de internación provisional27.
Ese aserto implica que si el imputado se halla formalizado y en prisión
preventiva por el delito de homicidio calificado, es decir, respecto de quien
existen antecedentes que justifican la existencia de ese delito y que, ade-
más, permiten presumir fundadamente que ha tenido participación en el
mismo, en base a las sospechas de enajenación —todavía no ratificadas por
el informe psiquiátrico—, debe ser dejado en libertad hasta la recepción
de dicho informe28, que podría demorar un extenso período, sujeto, a lo
más, a medidas cautelares generales del artículo 155 del CPP29, y al control
que voluntariamente puedan brindar los familiares y el curador ad litem.
27
Núñez (2003), pp. 524 y 537, Horvitz (2008), p. 115, Cerda (2010), p. 745, Fal-
cone (2018), p. 114, Corte Suprema, Rol Nº 8131-2009, sentencia de fecha 11 de
noviembre de 2009 y Corte Suprema, Rol Nº 6879-2015, sentencia de fecha 28 de
mayo de 2015. Una exposición de la evolución de la jurisprudencia del Máximo
Tribunal en esta materia entre los años 2009 y 2015, en Falcone (2016), pp. 135
y ss.
28
Horvitz (2008), p. 115.
29
El artículo 464 del CPP dispone la aplicación de las normas contenidas en los pá-
rrafos 4°, 5° y 6° del Título V del Libro Primero, incluyendo el último las medidas
cautelares del artículo 155 del CPP. Comparte su aplicación Falcone (2018), pp.
116, y así se ha resuelto en Corte Suprema, Rol Nº 6879-2015, sentencia de fecha
28 de mayo de 2015 y Corte Suprema, Rol Nº 36605-2015, sentencia de fecha 17
de diciembre de 2015. Una visión opuesta en Cisternas y Fernández (2016), pp.
80, para quienes, suspendido el procedimiento, deben correr la misma suerte las
medidas que se han originado a partir de él. Aun cuando el citado artículo 464
hace aplicables también las reglas del párrafo 4° de la “Prisión preventiva”, existe
consenso en nuestros tribunales que dicha remisión no conlleva la posibilidad de
decretar esa medida cautelar una vez suspendido el procedimiento, sino única-
mente que la internación provisional debe cumplir los extremos de la prisión pre-
ventiva, esto es, encontrarse formalizada la investigación y concurrir los requisitos
materiales de las letras a) y b) del artículo 140. En ese sentido se decidió en Corte
Suprema, Rol N° 2850-2018, sentencia de fecha 20 de febrero de 2018.
428 Manuel Rodríguez Vega
Todo ello, conviene recordar, teniendo en cuenta que el informe psiquiá-
trico puede concluir la imputabilidad del sujeto, supuesto en el que el pro-
cedimiento ordinario deberá proseguir en su contra.
Dicha propuesta no resulta razonable.
Por cierto que hay una deficiente técnica legislativa en la redacción del
artículo 46430, pero el elemento sistemático y axiológico debe proveer de
una mejor interpretación.
El artículo 464 señala que la internación provisional se puede ordenar
por el tribunal “Durante el procedimiento”, no “una vez recibido el informe
psiquiátrico”, ni siquiera reza “Durante el procedimiento de medida de se-
guridad” si se entendiera que este se inicia únicamente con el requerimiento
de medida de seguridad presentado después de recepcionado el informe.
Por otro lado, el artículo 464 alude al “informe psiquiátrico”, y la Real
Academia Española, tomando los significados atingentes, define “informe”
como la “Descripción, oral o escrita, de las características y circunstancias
de un suceso o asunto” y “psiquiátrico” como lo “perteneciente o relativo
a la psiquiatría”, por lo que conforme a las acepciones posibles que da
la combinación de términos de la expresión en análisis, el “informe psi-
quiátrico practicado al imputado” puede ser cualquier documento o an-
tecedente —generalmente escrito— sobre las características psiquiátricas
del imputado, sin que el citado precepto demande que esa evaluación sea
realizada por determinado profesional, en particular, por el mismo que
evacúa el informe mencionado en el artículo 458 del CPP31.
Tal exégesis, por hallarse dentro de las acepciones posibles de la expre-
sión en estudio, no conculca el artículo 5, inciso 2°, del CPP que prescribe
30
Que según Corte de Apelaciones de San Miguel, Rol Nº 126-2016, sentencia
de fecha 9 de mayo de 2016, “es atribuible a un vacío legal, pues resulta expre-
samente riesgoso ingresar a un imputado evidentemente enajenado mental a un
establecimiento de detención común, como asimismo, resulta riesgoso mantener
en libertad a una persona, que atendida la gravedad del delito y las circunstancias
en que este fue cometido, pueda constituir un peligro para la seguridad de terce-
ros y de sí mismo”.
31
En contra puede argumentarse que el 464 se refiere a “el” informe y no a “un”
informe, es decir, hace referencia a un informe ya tratado por la ley y, dado que
el CPP habla solo en dos ocasiones de informes psiquiátricos en los artículos 458
y 464, necesariamente en la última disposición estaría aludiendo al que se ordenó
practicar al suspender el procedimiento según el artículo 458. Esta lectura es se-
cundada por Falcone (2018), p. 114.
El delirante procedimiento de medidas de seguridad contra el enajenado mental 429
la interpretación restrictiva y prohíbe la analogía de las disposiciones del
mismo código que autorizan la restricción de la libertad o de otros dere-
chos del imputado o del ejercicio de alguna de sus facultades.
Asimismo, para los efectos de imponer esta medida cautelar32 parece un
sinsentido vetar la consideración de la misma naturaleza y características del
delito investigado —respecto del cual debe cumplirse por la fiscalía con el
deber de presentar antecedentes respaldatorios suficientes, como demanda
el artículo 140 del CPP—, al momento de ponderar si hay un peligro de
que el imputado atente contra otras personas33. Nada más pensemos en lo
paradójico de afirmar que respecto del imputado formalizado y en prisión
preventiva por el delito de violación con homicidio (artículo 372 bis del CPP,
sancionado con presidio perpetuo calificado) a una menor de edad, si no se
cuenta con el informe psiquiátrico no habrá elementos para temer que en
libertad atentará contra otras personas, más aún si se ha declarado precisa-
mente al suspender el procedimiento que hay una sospecha de enajenación,
lo que lo vuelve todavía, exponencialmente más, peligroso.
Refuerza la interpretación que aquí se favorece, que como lo ha des-
tacado la misma Corte Suprema34, el estándar requerido para la interna-
ción provisional y aquel sobre el que informará el peritaje solicitado para
aplicar una medida de seguridad son distintos: “el informe psiquiátrico
que menciona el artículo 458 en relación 455 del Código Procesal Pe-
nal, debe pronunciarse sobre la existencia de enajenación mental como
de ‘antecedentes calificados’ que permitieren presumir que el imputado
atentará contra sí mismo o contra otras personas. El informe del artículo
464, en cambio, solo debe señalar que el imputado sufre una ‘grave alte-
ración o insuficiencia en sus facultades mentales que hicieren temer que
atentará contra sí o contra otras personas’”35. Apoya también el Máximo
32
En lo tocante a la imposición de la medida de seguridad, Cisternas (2021), p. 135,
estima que considerar la entidad del ilícito para sustentar la peligrosidad puede ser
entendido como una manera circular de argumentar la peligrosidad del agente.
33
Como se razona en Corte Suprema, Rol N° 28370-2015, sentencia de fecha 24 de
noviembre de 2015 y en Corte Suprema, Rol N° 13371-2021, sentencia de fecha
11 de marzo de 2021 (al confirmar Corte de Apelaciones de Santiago, Rol N°
344-2021, sentencia de fecha 2 de marzo de 2021).
34
Corte Suprema, Rol N° 28370-2015, sentencia de fecha 24 de noviembre de 2015.
35
Diferenciación justificada, desde que el primer informe será uno de los insumos prin-
cipales del tribunal para dirimir en su sentencia definitiva la imposición de una me-
dida de seguridad, mientras que el segundo solo servirá para resolver una medida
cautelar.
430 Manuel Rodríguez Vega
Tribunal su resolución en la libertad de prueba que consagra el artículo
295 del CPP, aplicable por remisión del artículo 456, para apreciar cual-
quier antecedente relevante para establecer las circunstancias a que se
refiere el artículo 464.
En definitiva, los antecedentes a que puede acudir el Tribunal de Ga-
rantía para determinar que el imputado sufre una grave alteración o insufi-
ciencia en sus facultades mentales que hicieren temer que atentará contra
sí o contra otras personas, pueden ser los mismos que se tuvieron en cuen-
ta para suspender el procedimiento, u otros adicionales, pero no resulta
indispensable para dicha resolución tener a la vista las conclusiones del
informe psiquiátrico requerido al suspender el procedimiento36.
Lo anterior no implica equiparar los estándares que deben cumplirse
en cada caso, pues para la suspensión del procedimiento basta que se trate
de antecedentes que permitieren presumir la “inimputabilidad”, es decir,
basta “cualquier” alteración o insuficiencia de las facultades mentales37.
Mientras que para decretar la internación provisional se requiere que el in-
forme psiquiátrico señalare que el imputado sufre una “grave” alteración o
insuficiencia en sus facultades mentales que “hicieren temer que atentará
contra sí o contra otras personas”.
36
Nuestro Máximo Tribunal se ha pronunciado, explícita e implícitamente, en el
mismo sentido al resolver diversas acciones de amparo. De la última forma en
Corte Suprema, Rol N° 48.781-2022, sentencia de fecha 5 de agosto de 2022 y
también en Corte Suprema, Rol N° 33107-2020, sentencia de fecha 26 de marzo
de 2020, Corte Suprema, Rol N° 9775-2022, sentencia de fecha 6 de abril de 2022
y Corte Suprema, Rol N° 138615-2022, sentencia de fecha 11 de noviembre de
2022, al revocar en estas últimas los fallos de primera instancia que rechazan las
acciones de amparo por las que se reclama de la no suspensión del procedimiento
pese a existir sospecha de inimputabilidad, resolviendo en su lugar la Corte su sus-
pensión y la sustitución de la prisión preventiva decretada por la de internación
provisional, pese a que el informe psiquiátrico se encontraba a la época pendiente
de confección. Explícitamente declarando que la internación provisional puede
decretarse incluso antes de la recepción del informe psiquiátrico a que alude el
artículo 458, Corte Suprema, Rol N° 2850-2018, sentencia de fecha 20 de febrero
de 2018 y Corte Suprema, Rol N° 57684-2022, sentencia de fecha 19 de agosto
de 2022 (al confirmar Corte de Apelaciones de Valparaíso, Rol N° 1469-2022,
sentencia de fecha 4 de agosto de 2022, que hace esa declaración).
37
Para Horvitz (2008), pp. 112 basta la mera sospecha de la inimputabilidad fun-
dada, en “un comportamiento extraño en el imputado” y Falcone (2016), p. 160,
explica que el artículo 458 plantea unas exigencias razonablemente bajas como
para recién iniciar una averiguación acerca del estado mental (y eventualmente la
peligrosidad) del sujeto. Sobre lo mismo, Falcone (2018), p. 108.
El delirante procedimiento de medidas de seguridad contra el enajenado mental 431
V. ESTÁNDAR PARA EL ESTABLECIMIENTO DE CADA ELEMENTO
NECESARIO PARA IMPONER UNA MEDIDA DE SEGURIDAD
Y TRIBUNAL COMPETENTE PARA SU DETERMINACIÓN
En el juicio por medida de seguridad celebrado ante el Tribunal de Juicio
Oral en lo Penal, en cuanto al hecho y la participación del imputado, ante la au-
sencia de norma especial y por aplicación supletoria del artículo 340 del CPP
(como dispone el artículo 456 del CPP), los sentenciadores deben tenerlos
por demostrados si alcanzaren convicción más allá de toda duda razonable38.
Respecto de la enajenación mental se pronuncia el Juzgado de Garantía
al resolver el requerimiento de medida de seguridad, declarando la inim-
putabilidad del requerido según el artículo 462 del CPP solo si los antece-
dentes le permiten establecer con certeza que se encuentra en la situación
prevista en el artículo 10 N° 1 del Código Penal, o la imputabilidad si los
antecedentes no le permiten alcanzar esa certeza39.
En lo concerniente al riesgo de que el imputado atente contra sí mismo
u otras personas, según el artículo 455 del CPP, deben existir antecedentes
calificados que permitieren presumir que realizará ese atentado40.
Como ya se ha destacado, la mera inclusión de un individuo dentro de la
categoría de inimputable, en ningún caso debiera desembocar en la aplica-
ción de una medida de seguridad si no se ha pronosticado en base a ante-
cedentes calificados además su peligrosidad, pues el ser enajenado mental
no implica nada en el ámbito jurídico penal41. Pero la mera peligrosidad
general no es suficiente, pues aun cuando el artículo 455 del CPP condicio-
na la imposición de una medida de seguridad al riesgo de un atentado sin
exigir que este sea un delito, esto es, peligrosidad criminal42, como ya hemos
argumentado, el carácter de ultima ratio, fragmentario y subsidiario del siste-
38
Horvitz (2008), p. 130, explica que el estándar de convicción en este punto es tan
exigente como en el caso de los imputables y Maturana y Romero (2010), pp. 1122,
encuadran esta exigencia dentro del fumus iuris que justifica la medida de seguridad.
39
Núñez (2003), p. 524, señala que únicamente si el informe del médico legista
público “demuestra circunstanciadamente en su dictamen el estado demencial
del paciente, procederá dar curso al procedimiento especial para la aplicación de
medidas de seguridad”.
40
Maturana y Romero (2010), pp. 1123, encuadran esta exigencia dentro del peligro
o periculum in mora que debe concurrir para la imposición de la medida de seguridad.
41
Falcone (2007), p. 244.
42
Falcone (2007), pp. 242-243, diferenciándola de la mera “peligrosidad social”.
432 Manuel Rodríguez Vega
ma criminal en el que se inserta el procedimiento de medidas de seguridad,
conlleva que solo pueda imponerse para evitar la comisión de conductas
penalmente relevantes —no necesariamente la misma que dio lugar al pro-
cedimiento actual—, y no de cualquier probable atentado que corresponda
nada más que a una conducta perturbadora o socialmente molesta43.
El estándar de convicción requerido en el artículo 455 para establecer el
riesgo de atentado contra sí mismo o terceros, es notoriamente inferior al
demandado para asentar el hecho y la participación, pues para esto último
se requiere alcanzar una convicción más allá de toda duda razonable, en
cambio para el referido riesgo basta una presunción, sin perjuicio que esta
debe construirse en antecedentes calificados44. Esta diferencia se explica y
justifica porque la peligrosidad es el resultado de un análisis de prognosis
(¿qué ocurrirá?) sobre la conducta futura del imputado y no retrospectivo
(¿qué ocurrió?) como lo es sobre un hecho pasado y la participación que
en él le cupo al requerido45.
43
Criterio compartido en Corte Suprema, Rol N° 1079-2013, sentencia de fecha 18
de abril de 2013, al adherir al de Horvitz (2004), pp. 559-560, que postula que
la peligrosidad debe establecerse de acuerdo a un juicio de pronóstico que deter-
mine la probabilidad concreta de que el individuo cometa “determinados delitos”
en el futuro. En Documento de Trabajo N° 2, pp. 77-78, y Cisternas (2021), p.
117 y Vicencio y Orellana (2019), p. 209, acotan el tipo de delitos sobre el que
tiene que versar la peligrosidad a aquellos que sean catalogados como “delitos
contra bienes jurídicos personalísimos”, lo que coligen de referirse el artículo 455
al riesgo de atentado “contra otras personas”. Ese precepto, empero, hace excep-
ción a la exigencia de un peligro de reiteración de conductas “delictivas” —según
lo precisado arriba—, al comprender el riesgo de que el enajenado mental atente
contra sí mismo, puesto que el intento de suicidio y las autolesiones, salvo excep-
cionalmente en el caso de las últimas, carecen de relevancia penal.
44
Mismo parecer en Corte de Apelaciones de Talca, Rol N° 380-2007, sentencia
de fecha 17 de agosto de 2007. Cisternas (2021), p. 117, n. 17, además estima
que la voz “antecedentes calificados” remite a elementos que se encuentran pro-
cesalmente en una calidad por debajo de la exigida a los medios probatorios, de
modo tal que la imposición de una pena tendría mayores requisitos que la de una
medida de seguridad.
45
Sobre la oportunidad para incorporar estos antecedentes sobre la peligrosidad,
corresponde al mismo juicio oral, junto con la prueba del hecho y la participa-
ción, pues solo probándose esos tres elementos debiera dictarse una sentencia
condenatoria en el procedimiento de medida de seguridad. Como hemos dicho,
la peligrosidad es el fundamento de la medida de seguridad y, por ende, su es-
tablecimiento no es una circunstancia accesoria en este procedimiento sino el
meollo del mismo, en el cual la audiencia de determinación de pena del artícu-
lo 343 del CPP —instancia para la valoración de esos antecedentes sugerida en
El delirante procedimiento de medidas de seguridad contra el enajenado mental 433
Y en lo concerniente a la competencia para declarar esa peligrosidad,
según el claro tenor del artículo 462 del CPP, el Tribunal de Garantía se
pronuncia aceptando o rechazando el requerimiento únicamente según si
los antecedentes permiten o no “establecer con certeza la inimputabilidad”
del requerido, sin que sea un elemento a considerar para ese fin, que haya
“antecedentes calificados que permitieren presumir que [el requerido]
atentará contra sí mismo o contra otras personas”. Ello importa que este
aspecto —la peligrosidad— debe ser evaluado exclusivamente por el Mi-
nisterio Público al decidir si requiere o no la medida de seguridad, y luego
por el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal al dirimir si impone alguna, mas
no por el Juzgado de Garantía, lo que es consistente con los términos del
artículo 463 letra c) del CPP y con el derecho consagrado en el artículo 1°
del CPP, a que la imposición de una medida de seguridad se establezca en
virtud de una sentencia fundada dictada por un tribunal imparcial46.
VI. RESOLUCIÓN DEL TRIBUNAL DE GARANTÍA
SOBRE LA IMPUTABILIDAD Y PRONUNCIAMIENTO
POSTERIOR CONTRADICTORIO DEL TRIBUNAL
DE JUICIO ORAL EN LO PENAL
Veamos primero la alternativa más sencilla.
Si conforme al artículo 462 del CPP, el Tribunal de Garantía acepta el
requerimiento —declara que el sujeto requerido se encuentra en la situa-
ción prevista en el artículo 10, número 1°, del Código Penal—, la defensa
Documento de Trabajo N° 2, p. 67— únicamente servirá, eventualmente, para
determinar la naturaleza y extensión de la medida. Igual conclusión se desprende
de Corte de Apelaciones de Talca, Rol N° 380-2007, sentencia de fecha 17 de
agosto de 2007, al declarar que la convicción sobre este aspecto debe formarse
sobre la base de “la prueba” producida durante “el juicio”.
46
A igual conclusión arriban Vicencio y Orellana (2019), p. 209. Horvitz (2008),
p. 122, manifiesta que únicamente si el informe psiquiátrico arroja como resul-
tado una alta probabilidad futura de atentado contra sí mismo o contra terceros
(pronóstico positivo de peligrosidad), el Juez de Garantía deberá acceder al re-
querimiento del Ministerio Público, para luego, pp. 128, admitir que no basta con
la declaración de inimputabilidad para la imposición de una medida de seguri-
dad, sino que debe “acreditarse su peligrosidad durante el juicio oral”, tarea que
“corresponde al ministerio público”, con lo que pareciera ahora reconocer que
no es un asunto zanjado ante el Juzgado de Garantía, sino que debe ser demostra-
do ante y definido por el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal.
434 Manuel Rodríguez Vega
normalmente no buscará demostrar lo contrario en el juicio oral, ni tam-
poco el Ministerio Público ni el querellante, por tratarse de un asunto ya
resuelto por dicho tribunal47. En ese escenario, en el procedimiento de
medida de seguridad ante el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal, ni siquie-
ra se recibirán medios de prueba que permitan emitir una decisión discor-
dante a la adoptada por el Juzgado de Garantía48.
Bajo esa premisa, el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal, para decretar
la medida de seguridad, únicamente deberá establecer que el enajenado
mental —estado ya zanjado por el Juzgado de Garantía— realizó un hecho
típico y antijurídico y que existen antecedentes calificados que permitieren
presumir que atentará contra sí mismo o contra otras personas (artículo
455 del CPP)49, lo que se ve confirmado por la letra c) del artículo 463 que
47
En el estudio de 50 sentencias realizado por Cisternas (2021), p. 122, 49 de ellas
no dan cuenta de debate entre los intervinientes sobre la condición de inimputa-
ble del requerido.
48
Núñez (2003), p. 532, secunda que “el tribunal de juicio oral no podrá revisar la
decisión del juez de garantía acerca de la inimputabilidad del acusado”, al igual
que Cerda (2010), pp. 749, quien estima que la resolución del Juzgado de Ga-
rantía que declara al imputado enajenado mental es “vinculante para el tribunal
que conozca del juicio”. Mismo criterio en Oficio FN N°286/2010, pp. 12 y en
Documento de Trabajo N° 3, p. 4.
49
Sin perjuicio de lo arriba explicado, Horvitz (2008), p. 132, sostiene que en la
hipótesis en que el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal, conociendo del juicio y
fruto de su libertad de valoración de prueba, adquiere la convicción de que el su-
jeto es imputable, ya al momento de comisión del hecho atribuido o al momento
del juicio, la solución pasa únicamente por la declaración de nulidad del juicio.
Expresa esta autora que, habiéndose fijado por el Tribunal de Garantía el objeto
del juicio, el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal queda limitado en el conocimien-
to del asunto, pudiendo pronunciarse exclusivamente acerca de la procedencia o
improcedencia de la medida de seguridad. Si por el contrario, continúa, el tribunal
se pronuncia sobre la capacidad de culpabilidad del sujeto, se vulneraría la regla
establecida en el artículo 341, inciso 1º, del CPP, dando con ello lugar a la confi-
guración de la causal de nulidad del artículo 374 letra f) del CPP. Antes, sobre lo
mismo, Horvitz (2004), pp. 573. Discrepamos de esta solución en cuanto propone
la declaración de nulidad del juicio, pues en el hipotético supuesto de que el Tri-
bunal de Juicio Oral en lo Penal reciba pruebas que le lleven a la convicción sobre
la imputabilidad del requerido, la solución debiera ser simplemente el rechazo de
la medida de seguridad, pues esta solo se aplica al enajenado mental, condición
que no se reúne en la especie. Lo realmente interesante es si esta decisión produce
cosa juzgada que impida iniciar un nuevo procedimiento, esta vez, ordinario, para
establecer la responsabilidad penal del imputado. Resolver esta pregunta requiere
una mayor reflexión que la brevedad del presente trabajo no deja espacio.
El delirante procedimiento de medidas de seguridad contra el enajenado mental 435
no condiciona la imposición de una medida de seguridad a la constatación
en el juicio de la enajenación mental del imputado, sino asumiendo que
quien está siendo juzgado es inimputable50.
La solución debe ser distinta si el Tribunal de Garantía desestima el
requerimiento de medida de seguridad —no declara la inimputabilidad—
y ordena la continuación del juicio según las normas del procedimiento
ordinario.
Como ya fue explicado, el Tribunal de Garantía debe declarar la inim-
putabilidad únicamente cuando logra “certeza” sobre la existencia de ese
estado, es decir, hay una exigencia de acreditar positivamente y con segu-
ridad la inimputabilidad51. En cambio, en el juicio oral del procedimiento
ordinario, para un pronunciamiento condenatorio el acusador debe acre-
ditar todos los elementos del delito, de manera de generar en los jueces
una convicción “más allá de toda duda razonable” respecto de cada uno
de ellos, por lo que el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal debe absolver
al acusado si la prueba incorporada por las partes —generalmente la de-
fensa— crea a la mayoría de sus miembros “dudas razonables” de su im-
putabilidad —como elemento de la culpabilidad—, sin que sea necesario
alcanzar “certeza” de su inimputabilidad52.
Es por eso que en este supuesto el Juez de Garantía sí debe admitir en
su auto de apertura la prueba que las partes ofrezcan para acreditar este
asunto en el juicio según su postura (imputabilidad o inimputabilidad), si
50
Si bien el artículo 463 letra c) tampoco alude a la peligrosidad del enajenado,
el uso del verbo “poder” se explica porque esa posibilidad se dará precisamente
si respecto del enajenado que cometió un hecho típico y antijurídico, existen
también “antecedentes calificados que permitieren presumir que atentará contra
sí mismo o contra otras personas”. En ese derrotero, Falcone (2007), p. 253 y
Horvitz (2008), p. 130.
51
Horvitz (2008), p. 122, n. 38, confirma que el inciso 1º del artículo 462 del CPP
impone un alto estándar para establecer la inimputabilidad del sujeto por ena-
jenación mental y, por consiguiente, no basta la posibilidad, ni siquiera una alta
probabilidad de existencia de la enfermedad.
52
Horvitz (2008), p. 127, en cambio, supedita en estos casos la absolución a que
el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal adquiera “la convicción” de que el acusado
no es imputable. En Documento de Trabajo N° 3, pp. 5, se admite la exención
de responsabilidad penal por ese tribunal con fundamento en lo dispuesto en el
artículo 10 N° 1 del Código Penal, y se niega en Oficio FN N°286/2010, p. 113, al
señalar que no puede revisar la decisión del juez de garantía acerca de la inimpu-
tabilidad, ni someterla a discusión o a prueba.
436 Manuel Rodríguez Vega
pese al rechazo del requerimiento se anuncia como un tema a discutir en
el juicio oral —sea que el Ministerio Público pida la medida de seguridad
subsidiariamente, o no—.
VII. IMPOSICIÓN DE MEDIDA DE SEGURIDAD POR
EL TRIBUNAL DE JUICIO ORAL EN LO PENAL
EN UN PROCEDIMIENTO ORDINARIO
En la hipótesis examinada al final de la sección anterior, esto es, el re-
chazo por el Tribunal de Garantía del requerimiento de medida de segu-
ridad formulado por el Ministerio Público, pero también en el supuesto
en que este ni siquiera lo formule pese a conocer los antecedentes que
hicieren presumir la enajenación mental del imputado a la época del de-
lito53, si el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal absuelve al acusado en el
procedimiento ordinario por no alcanzar convicción más allá de toda duda
razonable acerca de su imputabilidad, salvo que se haya solicitado subsidia-
riamente en la acusación conforme al inciso final del artículo 462, no es
viable imponerle una medida de seguridad54.
En los casos reseñados, si el tribunal concluye que la enajenación men-
tal del acusado perdura a la época del juicio oral y, por ende, su incapaci-
dad procesal, ello importa que el juicio se celebró sin los resguardos que en
virtud de esa inhabilidad la ley establece en los artículos 459 y 463 del CPP
53
Si esos antecedentes se conocieren solo en el juicio oral, Horvitz (2004), p. 567,
estima que deberá decretarse la interrupción del mismo siempre que puedan
cumplirse las condiciones que el artículo 283 del CPP establece, pero “En todo
caso, la declaración de inimputabilidad del acusado determinará la aplicación de
las reglas especiales contenidas en el artículo 463 CPP”, mientras que en Docu-
mento de Trabajo N° 3, pp. 11, refiere que “Ante la aparición de antecedentes de
inimputabilidad durante el juicio oral y que hasta ese entonces hayan sido desco-
nocidos para el fiscal, la práctica ha optado por suspender el procedimiento hasta
tener certeza de la condición mental del imputado y, en caso de ser efectivamente
inimputable, se ha anulado el juicio oral y se ha retrotraído el procedimiento has-
ta el cierre de la investigación. Si bien, dicha costumbre no tiene ningún sustento
legal, consideramos que es una solución oportuna y que coloca a los intervinien-
tes en igualdad de condiciones de cara a la realización de sus solicitudes”.
54
Mismo resultado en Documento de Trabajo N° 3, pp. 3-10, ante lo que denomi-
na “requerimiento intempestivo”, fundando en razones atingentes a la competen-
cia procesal para requerir la medida de seguridad, el principio de congruencia, la
extrapetita, y la prohibición de sorpresa.
El delirante procedimiento de medidas de seguridad contra el enajenado mental 437
(designación de curador, juicio separado de imputables, sin declaración
del imputado), cuestión que ya no puede ser revertida o subsanada una
vez comunicada la decisión absolutoria. No solo eso, este tardío pronuncia-
miento judicial puede haber privado a la defensa de respaldo para solicitar
en la audiencia de preparación de juicio oral, la exclusión de evidencia
obtenida en diligencias de investigación en las que haya participado el im-
putado, inválidamente como ahora se sabe55.
La posibilidad en examen vulnera también la “prohibición de sorpresa”
en lo que respecta a la peligrosidad del imputado, ya que, la defensa no
habrá tenido la posibilidad de prepararse para la discusión respecto de ese
punto56. En efecto, sí es esperable que la defensa presente antecedentes en
el juicio oral para demostrar la inimputabilidad del acusado, pero no así de
su peligrosidad, de manera que instará únicamente por la absolución mas
no por la imposición de una medida de seguridad.
Cabe insistir que, en todo caso, para sentenciar una medida de seguri-
dad al acusado absuelto no basta que el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal
tenga dudas razonables sobre su imputabilidad —en otras palabras, que
no alcance convicción más allá de toda duda razonable sobre ésta—, sino
que debe lograr “certeza” sobre la inimputabilidad, pues ese es el estándar
demandado por el artículo 462 del CPP para que el Tribunal de Garantía
acepte el requerimiento. De lo contrario, se estarían reconociendo dos
estándares de convicción sobre la inimputabilidad para imponer medidas
de seguridad, según la contingencia de la aceptación o rechazo previo del
requerimiento por ese juzgado.
55
Horvitz (2008), pp. 128 y 132, explica que en la realidad examinada, esto es, la
sentencia que absolviendo al acusado por exclusión de su culpabilidad impone,
no obstante, una medida de seguridad sin haberse cumplido con todos los requi-
sitos y trámites del procedimiento establecido para dicho efecto, es “impugnable
por vía de recurso de nulidad fundado en la causal establecida en el artículo 373
letra a) del CPP, pues por esta vía se habrá vulnerado la garantía a un debido pro-
ceso”, pese a que en Corte Suprema, Rol N° 1079-2013, sentencia de fecha 18 de
abril de 2013, se valida la imposición de oficio de una medida de seguridad por el
Tribunal de Juicio Oral en lo Penal en un procedimiento ordinario, en ausencia
de requerimiento del Ministerio Público, atendido que el tribunal llamó a las
partes a debatir sobre la procedencia de esa medida y estableció las condiciones
para la imposición de la medida de seguridad en base a la misma prueba rendida
por ellas, concluyendo la Corte que “no se divisa en la actuación del tribunal ma-
niobra o resolución que haya privado a la defensa del acusado de la tutela de los
derechos que la ley y la Constitución Política de la República le reconocen”.
56
Esto es compartido por Documento de Trabajo N° 3, p. 8.
438 Manuel Rodríguez Vega
Si bien hace excepción a lo razonado la petición subsidiaria de medida
de seguridad que admite explícitamente el inciso final del artículo 462
del CPP57, creemos que la aceptación de dicha posibilidad no deja de ser
problemática, si en la audiencia de preparación, ante el rechazo del reque-
rimiento, no pudieron efectuarse las solicitudes de exclusión de pruebas
obtenidas o derivadas de diligencias en que intervino el imputado que pu-
dieren verse viciadas por ese motivo, y en el juicio oral no se implementa-
ron las precauciones previstas para el juicio de medida de seguridad. En
ese orden, la autorización de la ley para imponer una medida de seguridad
requerida en subsidio de la pena, no obsta para que, en el caso concreto
ello pueda significar la infracción a garantías fundamentales, como el debi-
do proceso, que puedan ser reclamadas vía recurso de nulidad.
VIII. EXTENSIÓN TEMPORAL MÁXIMA DE
LA MEDIDA DE SEGURIDAD58
La peligrosidad del inimputable, junto con erigirse como fundamento
de la medida de seguridad, cumple igualmente el rol de determinar su in-
57
En nuestra opinión, los escritos de acusación del querellante o del Ministerio Pú-
blico pueden contener peticiones subsidiarias relativas a la imposición de medidas
de seguridad, únicamente si el requerimiento del Ministerio Público fue previa-
mente desestimado por el Juzgado de Garantía, desde que esa facultad se regula
precisamente en el precepto que trata su resolución, sin que resulte admisible que,
ya contando con antecedentes acerca de la inimputabilidad, la fiscalía presente un
requerimiento —aun subsidiario— obviando el pronunciamiento previo del Juz-
gado de Garantía prescrito en el artículo 462. De otra opinión que abre el abanico
de posibilidades, Cerda (2010), pp. 746 y 750, al incluir también el supuesto en
que la fiscalía no está convencida de la enajenación mental del acusado y por ello
presenta acusación conforme a las reglas generales, y también en Documento de
Trabajo N° 3, pp. 4, que incorpora el caso en que el fiscal no requiera medidas de
seguridad por considerar que los antecedentes no son suficientes para determinar
la inimputabilidad por enajenación mental de la persona imputada, o bien, en caso
de sospecha y de que se quiera dejar la resolución del asunto al tribunal.
58
No nos hemos detenido en la determinación del tipo de medida de seguridad a
que se someterá al inimputable, esto es, según el artículo 457 del CPP, internación
en un establecimiento psiquiátrico o custodia y tratamiento, lo que debe dirimirse
conforme a la misma disposición “según la gravedad del caso”, porque esta pro-
blemática, a diferencia de la tratada en esta sección, parece haber sido dejada a
la ponderación del sentenciador, lo que no lo exime de su obligación de funda-
mentar su decisión y de que lo explicado en este apartado pueda predicarse a la
solución de esta cuestión, en particular la observancia del principio de proporcio-
El delirante procedimiento de medidas de seguridad contra el enajenado mental 439
tensidad, por lo que a menor o mayor su peligrosidad, menor o mayor será
la intensidad de la medida59.
Sin embargo, de delimitarse únicamente en función del pronóstico de
peligrosidad, por esa vía podría el enajenado mental que comete un delito
permanecer indefinidamente sujeto a una medida de seguridad60. Para evi-
tar esto, el legislador ha reconocido la sanción “penal” prevista para la con-
ducta perpetrada —con los contornos que luego se desarrollarán— como
techo de la duración de la medida de seguridad.
Lo anterior, porque la comisión de un hecho típico y antijurídico por un
inimputable es manifestación o indicio de su peligrosidad criminal, en par-
ticular de que por su patología repita ese hecho en el futuro, probabilidad
que puede ser necesario inocuizar mediante una medida de seguridad61,
la que en ese caso no debe exceder a la necesaria para ese fin asegurativo.
En ese orden de ideas, el parámetro para determinar la extensión de
la medida que asegurará que no se cometa la misma conducta violenta
atribuida —u otra más grave— en el futuro y, consiguientemente, la deter-
minación de la medida de seguridad proporcional a la misma, en principio
debe consistir en la conducta efectivamente perpetrada y sometida a en-
juiciamiento, único antecedente cierto de lo que la enfermedad le puede
llevar a ejecutar62. Decimos “en principio”, porque antecedentes médicos
nalidad entre el hecho y la consecuencia jurídica, asociado a la clase de medida y
su duración, aun cuando, lleva la razón Falcone (2007), pp. 253, al detectar que
el problema es que no se sabe a qué atender para concluir que el caso es “grave”.
Al respecto nos dice: “Generalmente, la jurisprudencia atiende al delito cometi-
do, pero ello no puede ser determinante, si la peligrosidad es baja. Cabe también
preguntarse qué ocurre si el delito es de poca monta, pero el pronóstico revela
alta probabilidad de comisión de hechos graves”.
59
Cisternas (2021), pp. 115-116.
60
Esto supone necesariamente asumir que, en el sistema seguido por el CPP, como
lo apunta Falcone (2007), p. 247, la peligrosidad puede subsistir tras la expira-
ción de la medida de seguridad.
61
Como recuerda Horvitz (2008), p. 117, “En el procedimiento penal de aplica-
ción de una medida de seguridad, el delito no es fundamento sino motivo de la
imposición de la medida, pues el establecimiento de su perpetración en la senten-
cia permitiría confirmar el pronóstico de que el sujeto podría atentar nuevamente
contra sí mismo o contra terceros”.
62
Falcone (2007), pp. 239-240, expone que “frente a la poca o dudosa precisión de
los pronósticos de peligrosidad, parece razonable exigir que el sujeto manifieste
la suya, cuando menos, por medio de la realización de un comportamiento delic-
tivo. El delito previo es un síntoma o indicio de peligrosidad que, añadido a otros
440 Manuel Rodríguez Vega
y de otro tipo podrían conducir a diagnosticar un juicio de peligrosidad
inferior63 y, por ende, a la determinación en la sentencia de una medida
de menor duración64, sin perjuicio que el artículo 481 dispone, además,
que estas medidas solo podrán durar “mientras subsistieren las condicio-
nes que las hubieren hecho necesarias”.
A falta de antecedente en contrario, no cabe sino esperar que el enaje-
nado que sustrae furtivamente dulces del almacén de su barrio simplemen-
te siga incurriendo en la misma conducta u otras similares. A diferencia del
inimputable que incendia una casa con personas en su interior, conducta
que permite prever, en principio, que la misma conducta u otra de igual
gravedad para la vida de las personas puede ejecutarse en el futuro.
En estos casos resulta palmario que la diferente penalidad de ambos de-
litos es concordante con la distinta y correlativa peligrosidad de sus autores
y ello explica que el legislador, recogiendo los principios de necesidad y
proporcionalidad65, tome como variable “inicial” para tasar la peligrosidad
del autor y, por consiguiente, para determinar la prolongación máxima de
la medida de seguridad necesaria para anularla, la misma sanción asignada
al delito efectivamente cometido.
Bajo este marco, el legislador regula dos modalidades para establecer
ese máximo en el artículo 481 del CPP, que conviene tener a la vista66:
mecanismos de prognosis, concede legitimidad al consiguiente proceder, privan-
do o restringiendo los derechos del individuo” y, le sigue Corte de Apelaciones
de Valdivia, Rol N° 551-2021, sentencia de fecha 13 de septiembre de 2021, al
sentenciar que “Subyace como objetivo de estas medidas por una parte, neutrali-
zar a un sujeto que puede ser peligroso y, por otra, someterlo a tratamientos que
permitan controlar su conducta. En ese contexto es que deben ser interpretadas
las reglas para precisar la extensión de las medidas de seguridad”.
63
Dos completos estudios sobre los criterios jurisprudenciales usados para la deter-
minación de la peligrosidad en personas inimputables, en Cisternas (2021), pp.
120-134 y Documento de Trabajo N° 2, pp. 80-126.
64
Vicencio y Orellana (2019), p. 216, resaltan que los límites del artículo 481 solo
constituyen un máximum en la duración de la medida, siendo posible imponer
una extensión menor.
65
Cerda (2010), p. 759.
66
Falcone (2007), pp. 246 y 253, explica que en Chile se siguió el sistema del Có-
digo Penal español de 1995, donde se impuso el criterio de proporcionalidad
de acuerdo a la peligrosidad del sujeto, pero sin que, además, se pueda rebasar
el límite de la pena que se habría impuesto por el delito particular que reveló la
peligrosidad.
El delirante procedimiento de medidas de seguridad contra el enajenado mental 441
“Las medidas de seguridad impuestas al enajenado mental sólo podrán durar
mientras subsistieren las condiciones que las hubieren hecho necesarias, y en
ningún caso podrán extenderse más allá de la sanción restrictiva o privativa
de libertad que hubiere podido imponérsele o del tiempo que correspondiere
a la pena mínima probable, el que será señalado por el tribunal en su fallo.
Se entiende por pena mínima probable, para estos efectos, el tiempo mínimo de
privación o restricción de libertad que la ley prescribiere para el delito o delitos
por los cuales se hubiere dirigido el procedimiento en contra del sujeto enaje-
nado mental, formalizado la investigación o acusado, según correspondiere”.
En la primera modalidad la norma se refiere a la pena concreta y determi-
nada que habría impuesto el tribunal en su sentencia al acusado imputable,
y en la segunda, alude a la sanción prevista en la ley de modo abstracto67.
Partamos por la segunda alternativa contemplada en el citado artículo
481, esto es, la “pena mínima probable”. Este método de determinación se
justifica porque, como dijimos, la comisión de un hecho punible es la ex-
teriorización de la peligrosidad del enajenado y, por lo mismo, ese hecho
es el dato más cierto para aquilatar su peligrosidad y fijar un “máximo”
objetivo de la correlativa necesidad de vigencia de la medida de seguridad.
Pero dada la amplitud temporal de los marcos penales, a fin de dar aún
mayor certeza el legislador dispone que se debe entender como pena míni-
ma probable, según el inciso segundo del artículo 481, al “tiempo mínimo
de privación o restricción de libertad que la ley prescribiere para el delito
o delitos por los cuales se hubiere dirigido el procedimiento en contra del
sujeto enajenado mental, formalizado la investigación o acusado, según
correspondiere”, es decir, “el tiempo mínimo” del marco penal correspon-
diente al delito que se tuvo por acreditado en el juicio oral, en definitiva, la
cuantía más baja de la pena en que comienza ese marco, porque cualquie-
ra otra superior ya no será la mínima68.
“Tiempo mínimo”69 es notoriamente un concepto distinto al de “grado
mínimo” o al “mínimum” de la pena al que se refieren los artículos 66, 67
67
Núñez (2003), pp. 550. También Vicencio y Orellana (2019), pp. 213.
68
Coincide Núñez (2003), pp. 551, también Corte de Apelaciones de Valparaí-
so, Rol N° 1345-2013, sentencia de fecha 22 de octubre de 2013, Corte de Apela-
ciones de Valparaíso, Rol N° 1000-2015, sentencia de fecha 28 de julio de 2015,
y Corte de Apelaciones de Puerto Montt, Rol N° 1080-2020, sentencia de
fecha 11 de enero de 2021, Corte de Apelaciones de Valdivia, Rol N° 551-2021,
sentencia de fecha 13 de septiembre de 2021 y Corte Suprema, Rol N° 82319-
2021, sentencia de fecha 28 de octubre de 2022.
69
El Código Penal no utiliza esa expresión en ninguno de sus artículos, a diferencia
del CPP que sí lo hace en los artículos 283 y 481, en ambos casos aludiendo a su
442 Manuel Rodríguez Vega
y 68 del Código Penal70, y el principio de reserva legal reconocido en el
artículo 19 N° 7 letra b) de la Constitución71, así como la prohibición de
analogía e interpretación extensiva que consagra el artículo 5° del CPP72,
impide volverlos conceptos fungibles.
Por ejemplo, en un delito con una pena de presidio menor en sus gra-
dos medio a máximo, concurriendo una atenuante, la pena mínima pro-
bable —y, por tanto, la extensión máxima de la medida de seguridad bajo
esta alternativa—, son 541 días de presidio, no el grado de presidio menor
en su grado medio (541 días a 3 años)73.
No resulta en balde despejar que constituye un claro error la referencia del
artículo 481 al delito o delitos “por los cuales se hubiere dirigido el procedi-
miento” en contra del sujeto enajenado mental, “formalizado la investigación”
o “acusado”, pues lo único relevante para determinar la pena mínima proba-
ble será el delito en el que se estime probada la participación del requerido en
la sentencia dictada por el Tribunal de Juicio Oral en lo Penal74.
sentido natural y obvio. Si seguimos a la Real Academia Española, que en la acep-
ción que resulta útil para “mínimo” lo define como “Límite inferior, o extremo a
que se puede reducir algo”, tenemos que “tiempo mínimo” será el límite inferior
de tiempo al que se puede reducir “algo”, siendo ese algo, en el caso del artículo
481, la duración de la pena asignada al delito cometido por el enajenado mental.
70
Al respecto, v. Corte de Apelaciones de Valparaíso, Rol N° 1000-2015, senten-
cia de fecha 28 de julio de 2015.
71
Esta garantía constitucional hace innecesario tratar de encuadrar las medidas de
seguridad en el concepto de “pena” del inciso 8° del N° 3 del artículo 19 de la
Constitución.
72
Norma en la que asilan también sus decisiones Corte de Apelaciones de Puerto
Montt, Rol N° 1080-2020, sentencia de fecha 11 de enero de 2021 y Corte de
Apelaciones de Valdivia, Rol N° 551-2021, sentencia de fecha 13 de septiembre
de 2021.
73
Idéntica conclusión, en Vicencio y Orellana (2019), pp. 214. Al contrario, Cor-
te de Apelaciones de San Miguel, Rol N° 2173-2014, sentencia de fecha 30 de
enero de 2015, realiza un tertius genus, al concluir que “la pena mínima probable”
del delito debe determinarse “conforme al grado de desarrollo de este, a la parti-
cipación que en el mismo le correspondió (…) y de acuerdo a las circunstancias
modificatorias de responsabilidad que le afectan”, imponiendo según estas el mí-
nimum o máximun de la pena conforme regla el artículo 67 del Código Penal.
74
Horvitz (2008), pp. 131 aclara que esta norma se sostenía en el contexto del
antiguo sistema de enjuiciamiento criminal, que no precisaba el establecimiento
del delito y la participación como presupuestos de aplicación de una medida de
seguridad.
El delirante procedimiento de medidas de seguridad contra el enajenado mental 443
La segunda opción que recoge el artículo 481 resulta únicamente apro-
vechable de ser más favorable al requerido75, y consiste en “la sanción res-
trictiva o privativa de libertad que hubiere podido imponérsele”76, lo que
pese a la confusa redacción, a fin de constituir una opción a la alternativa
antes analizada, corresponderá a la pena “concreta” una vez aplicados los
elementos de determinación legal y judicial que den como resultado una
sanción inferior al “tiempo mínimo” antes referido, sea por alcanzar el
delito un grado de desarrollo imperfecto, participar el imputado como
cómplice o encubridor, el concurso de atenuantes77 u otros factores que in-
cidan en la determinación de una pena, siempre menor, pues como se dijo,
de conducir a su incremento deberá necesariamente inclinarse el tribunal
por el “tiempo mínimo” del marco penal abstracto78.
75
Eso se falla en Corte de Apelaciones de Valparaíso, Rol N° 1000-2015, sentencia
de fecha 28 de julio de 2015, Corte de Apelaciones de Valdivia, Rol N° 551-2021,
sentencia de fecha 13 de septiembre de 2021 y Corte Suprema, Rol N° 82319-2021,
sentencia de fecha 28 de octubre de 2022, y de la misma forma, Vicencio y Orellana
(2019), p. 213, afirman que el tribunal “deberá” optar por aquella regla de aplicación
que sea más favorable al imputado. Falcone (2007), pp. 253 concuerda, señalando
que “parece lógico entender que la ley ha señalado dos límites porque debe prefe-
rirse el más bajo que resulte en el caso particular”. También Núñez (2003), p. 551,
explicando que “la distinción que hizo el legislador entre la pena real y la pena legal
ha tenido por objeto favorecer al imputado otorgando al tribunal la facultad discre-
cional opcional de aplicar una u otra, según resulte más beneficioso para el enajena-
do mental”. Sin embargo, discrepamos de este autor en calificar como una “opción
discrecional” para el juez, pues es un “deber” preferir la pena inferior resultante de
este cotejo. Y al contrario, resolviendo que el tribunal puede optar por cualquiera de
las modalidades de determinación de la pena máxima, sin ser un mandato optar por
la que dé un resultado inferior, Corte de Apelaciones de San Miguel, Rol N° 1444-
2010, sentencia de fecha 6 de diciembre de 2010 y Corte de Apelaciones de Puerto
Montt, Rol N° 258-2021, sentencia de fecha 12 de abril de 2021.
76
Para Cerda (2010), p. 760, este criterio legal se aplica nada más que a aquel impu-
table respecto de quien se ha formalizado o acusado que cae luego en enajenación
mental, proposición a la que no adherimos por las razones arriba desarrolladas.
77
En favor de la consideración de las circunstancias atenuantes Núñez (2003), pp.
551, Horvitz (2004), p. 569, Horvitz (2008), p. 131, Cerda (2010), p. 747, Cor-
te de Apelaciones de Puerto Montt, Rol N° 258-2021, sentencia de fecha 12 de
abril de 2021, Corte de Apelaciones de Valdivia, Rol N° 551-2021, sentencia de
fecha 13 de septiembre de 2021 y Corte Suprema, Rol N° 82319-2021, sentencia
de fecha 28 de octubre de 2022.
78
Razón por la que resulta equivocada la apreciación de las circunstancias agra-
vantes, como lo hizo Corte de Apelaciones de San Miguel, Rol N° 2173-2014,
sentencia de fecha 30 de enero de 2015, respecto de la modificatoria del artículo
12 N° 15 del Código Penal.
444 Manuel Rodríguez Vega
En esta segunda modalidad, el que el enajenado haya participado solo
como cómplice en un hecho ajeno, o que el acto no haya ocasionado el
resultado necesario para la consumación, o que el requerido haya buscado
reparar celosamente el mal causado, por ejemplo, evidencian que la peli-
grosidad que revela su acto es inferior a la del enajenado que actúa como
autor, o que logra la consumación del delito, o que no se empeña en resar-
cir el daño causado y, el principio de proporcionalidad fuerza entonces a
que la medida de seguridad tenga correspondencia con esa menor peligro-
sidad demostrada, debiendo por tanto pasar a ser esta pena rebajada ahora
el máximo de duración de la medida de seguridad.
IX. ACCIÓN CIVIL INDEMNIZATORIA EN EL
PROCEDIMIENTO DE MEDIDA DE SEGURIDAD
La acción civil indemnizatoria no tiene cabida en el procedimiento de
medidas de seguridad, si se repara en que el legislador la ha admitido de
manera excepcional en el procedimiento penal, con el objeto de no en-
torpecer ni diferir el establecimiento de la responsabilidad criminal en el
juicio oral, lo que constituye el centro del mismo79.
Es así como solo se admite en el procedimiento ordinario cuando se
ejerce por la víctima contra el imputado, excluyendo la acción interpuesta
por un tercero perjudicado y la que se dirige contra un tercero civilmente
responsable. En ningún otro procedimiento es admitida y no se ven razo-
nes convincentes para adoptar un criterio diverso en el procedimiento de
medidas de seguridad, cuyas normas en parte alguna aluden a la acción
civil o al demandante.
El procedimiento de medida de seguridad debe enfocarse en la peligrosi-
dad del requerido una vez demostrado el hecho típico y antijurídico que se le
79
Tesis opuesta defiende Horvitz (2008), pp. 130-131, quien recuerda que la fuen-
te de esta responsabilidad es el hecho antijurídico que causa daño y, por ende, es
perfectamente posible deducir la acción civil dentro de este procedimiento espe-
cial en contra del imputado representado por su curador. Maturana y Romero
(2010), pp. 1124, señalan que, de conformidad al inciso final del artículo 68 del
CPP, de decretarse en el juicio oral el sobreseimiento por la enajenación mental
del acusado y demandado, el juicio debe continuar con su tramitación para el solo
efecto de resolver la demanda civil, supuesto que entonces no corresponde al de
una acción civil en el procedimiento de medida de seguridad, sino en el mismo
procedimiento ordinario.
El delirante procedimiento de medidas de seguridad contra el enajenado mental 445
atribuye, constituyendo la determinación de la causación de daños y su cuan-
tía un aspecto de lato conocimiento que distraerá del establecimiento de
aquellos. Por otra parte, los defensores penales públicos, que generalmente
representan al inimputable, no comprenderán en su defensa la acción civil,
por lo que el imputado en la práctica carecerá de la misma respecto de esta.
Por otro lado, si se acepta que por aplicación del artículo 178 del Código
de Procedimiento Civil, la condena a una medida de seguridad producirá
cosa juzgada en el juicio indemnizatorio ante el Juzgado de Letras, este se
limitará a determinar la existencia de los daños causados por el delito y su
cuantía mediante un procedimiento sumario, lo que abona la convenien-
cia de ejercer la acción civil de manera independiente con posterioridad,
procedimiento en el que el tribunal civil correspondiente puede adoptar
las medidas necesarias para que el enajenado pueda contar con adecuada
representación letrada.
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