Apuntes Depresion Ansiedad y La Vida Cristiana
Apuntes Depresion Ansiedad y La Vida Cristiana
Basados en el libro del Dr. Michael S. Lundy y J.I. Packer (sobre la experiencia
de Richard Baxter)
PROPÓSITO:
(No un manual de diagnóstico ni una guía de tratamiento) Expandir nuestro
entendimiento sobre la depresión y lo que prudentemente podemos
intentar frente a ella según el caso.
Nota: Con lo que aquí exponemos, NO pretendemos prohibir ni reemplazar el
tratamiento médico y/o psiquiátrico apropiado en caso de requerirse. Más
bien queremos, desde la posición de la familia de la fe, acompañar, cuidar y
contribuir en la sanación del creyente (hermano o hermana en la fe) en
estado de depresión.
ENTENDAMOS LA DEPRESIÓN
¿QUÉ ES DEPRESIÓN?
El término describe una presión hacia abajo que exprime y drena cualquier
tipo de energía y voluntad que haya habido.
Según un diccionario: Es “un estado de abatimiento extremo o melancolía
morbosamente excesiva; un estado de ánimo de desesperanza y
sentimientos de ineptitud, muchas veces con síntomas físicos como pérdida
de apetito, insomnio, etc.”
¿QUÉ SUCEDE EN LA DEPRESIÓN?
Una pesadez irritable ocupa la mente, a veces haciéndola más lenta al punto
de una parálisis virtual donde cesa el pensamiento. También puede resultar
en actitud fija de pesimismo, o una insistencia incesante sobre cosas que se
sienten incurablemente mal.
Las personas deprimidas no controlan sus pensamientos; son incapaces de
dejar de desesperarse por todo o de empezar una disciplina de
agradecimiento y regocijo en Cristo, o de concentrarse en algo que no sea su
propia desesperanza y la certidumbre sentida de condenación. Ellos
cultivaban la soledad y la pereza; pasan horas sin hacer nada. Insisten en que
los demás no los comprenden. Algunos insisten en que ellos no están
enfermos, sino que son realistas acerca de sí mismos, y resultan neciamente
obstinados en el tema de tomar medicamentos.
Las personas deprimidas se sienten aisladas y distantes de los demás,
incluyendo a sus más cernos y más queridos, y de los proyectos en los que,
hasta ahora, su corazón estaba totalmente involucrado.
La conducta puede volverse excéntrica, impredecible o la inactividad podría
establecerse, la creatividad concentrada podría desvanecerse o la tristeza
podría volverse habitual.
Los sentimientos de ansiedad, baja autoestima y desesperanza se desarrollan,
y un pesimismo defensivo toma el control.
Algunas depresiones son cíclicas, puntos bajos en los cambios de estado de
ánimo bipolar, donde podrían estar seguidos por explosiones de
autosuficiencia enérgica. Lo que los medicamentos pueden hacer para
modificar estos extremos varía de una persona a otra.
SEÑALES DE DEPRESIÓN
1. Temor sin causa, o sin causa suficiente. Todo lo que escuchan o ven es
capaz de incrementar sus temores, especialmente si el temor en sí fue el
precipitante, y muchas veces lo es.
2. Su imaginación se equivoca más al exagerar su pecado, peligro o
infelicidad. Cada pecadillo que mencionan con asombro, como si fuera un
pecado atroz. Cada peligro posible lo toman como probable, y los probables
por seguros, cada peligro pequeño por grande, y cada calamidad por una
destrucción total.
3. Son consumados por la tristeza excesiva: algunos lloran sin saber por qué
e incluso piensan que, de alguna manera, es apropiado. Si llegaran a sonreír o
a hablar animadamente, sus consciencias les reprochan por ello, como si
hubieran hecho algo malo.
4. Sus sentimentalismos y prácticas religiosas enfatizan el duelo y el
ascetismo.
5. Se acusan continuamente, trayendo todo tipo de cargos contra sí mismos,
ya sean cosas que escucharon, leyeron, vieron o pensaron. Se cuestionan en
todo lo que hacen, así como una persona polémica lo hace con otros.
6. Sienten constantemente que Dios los abandonó y son propensos a la
desesperación. Son como un hombre en el desierto, abandonado por todos
sus amigos y sus comodidades, abatidos y desconsolados. Su pensamiento
continuo es: “¡Estoy acabado, acabado, acabado!”.
7. Piensan que el momento de la gracia ha pasado y que ahora es
demasiado tarde para arrepentirse o para hallar misericordia. Si les habla del
tono del evangelio y su ofrecimiento de perdón gratuito para todo creyente
penitente, ellos aún lamentan: “Muy tarde, muy tarde, mi oportunidad ha
pasado”, sin considerar que cada alma que se arrepiente verdaderamente en
esta vida está ciertamente perdonada.
8. Muchas veces, son tentados a mirar solo los aspectos temerosos en la
doctrina de la predestinación y, completamente fuera de contexto, los usan
mal como base para la desesperación. Ellos razonan que si Dios los ha
rechazado (o no los ha elegido), todo lo que ellos, o el mundo entero, haga no
podrá salvarlos. Si perseveran, disfrutarán de la salvación. Arrepentirse es la
mejor manera de demostrar que uno es elegido.
9. Nunca leen ni escuchan algún ejemplo miserable sin identificarse con él.
Si oyen de Caín, o de faraón, entregados a la dureza de corazón, ellos piensan:
“¡Todo eso se trata de mí!”, Si saben de algo terrible que ocurrió a alguien,
piensan que lo mismo les sucederá.
10. Al mismo tiempo, estas personas piensan que nadie ha compartido un
problema similar. “He visto muchos casos muy similares en el curso de unas
pocas semanas. Aun así, cada uno dice que nadie más ha sido como ellos”.
11. Son totalmente incapaces de disfrutar algo. Leen todas las amenazas de
la Palabra con una percepción y aplicación preparada. Sin embargo, leen las
promesas y dicen: “No me pertenecen: mientras más grande sea la
misericordia de Dios y las riquezas de la gracias, más miserable soy por no
tener parte en ellas”.
12. Repelen las responsabilidades que les traerían consuelo. En cuanto al
agradecimiento por las misericordias, alabar a Dios, meditando en su amor y
gracia, y en Cristo y sus promesas: indíquelas tan firmemente como quiera;
ellos no ven estas como su responsabilidad, tampoco hacen esfuerzo
consciente alguno para llevarlas a cabo.
13. Dicen siempre que no pueden creer, y, por lo tanto, piensan que no
pueden ser salvos. Esto se debe a que ellos malinterpretan generalmente la
naturaleza de la fe. Consideran que la fe es la creencia que ellos mismos están
perdonados y que están en el favor de Dios, y, por consiguiente, deben ser
salvos. Y debido a que no pueden creer esto, lo cual su enfermedad no les
permitirá creer, piensan que no son creyentes.
14. Están infelices y descontentos consigo mismos. Piense en alguien difícil
de complacer, que encuentra errores en todo lo que ve o escucha, que se
ofende con todos y que sospecha de todos a los que ve murmurando. Así es
como una persona deprimida es hacía sí misma: desconfiada, descontenta y
hallando defectos en todo.
15. Se dan a las reflexiones fijas, y a los pensamientos observadores y largos
que no sirven para nada. En consecuencia, la meditación y el pensamiento
profundo son sus actividades principales y una gran parte de su enfermedad.
17. Son muy reacios a trabajar en sus deberes y tienden a la ociosidad, ya
sea acostados en la cama o sentados solos, pensando de manera no
beneficiosa.
18. Generalmente, en raras ocasiones meditan sobre Dios el cielo, Cristo, el
estado de la iglesia o cualquier cosa externa a ellos (a menos que estén
airados). Piensan más que nada en sí mismos: Sus pensamientos se tratan de
sus pensamientos. La autotortura resume sus pensamientos y sus vidas.
19. Sus pensamientos son como un hombre en un laberinto en el desierto,
que no encuentra salida o uno que ha perdido el rumbo en la noche.
20. Sus inseguridades son interminables: teme pecar en cada palabra que
dice, en cada, acción o pensamiento.
21. Es altamente supersticioso e inventa muchas reglas para sí mismo que
Dios nunca le requirió. Se atrapa a sí mismo con votos y resoluciones
innecesarias, y un ascetismo dañino: “no tocar, no probar, no manejar”.
22. Han perdido el poder de controlar sus pensamientos sombríos por
medio de la razón. No pueden expulsar sus pensamientos molestos; no
pueden redirigir su mente; no pueden pensar en el amor y la misericordia. No
pueden pensar en otra cosa que no sea sobre lo que sí piensan, como un
hombre con un dolor de muelas solo puede pensar en su dolor.
… Por lo general, después de esta etapa empeoran progresivamente…
23 Se vuelven incapaces de participar en la oración o en la meditación
privada. Cuando deberían orar o meditar, se van por cientos de tangentes, y
no pueden mantener sus pensamientos fijos en una sola cosa. ESTA ES LA
ESENCIA MISMA DE SU ENFERMEDAD: UNA IMAGINACIÓN ERRÓNEA,
CONFUNDIDA, COMBINADA CON UNA RAZÓN DÉBIL QUE NO PUEDE
CONTROLARLA. A veces, el terror los aparta de la oración; no se atreven a
tener esperanza y, por lo tanto, no se atreven a orar. Generalmente, se
atreven a no recibir la Santa Cena.
24. De este modo, desarrollan una evasión poderosa de toda obligación con
la religión. Luego, ellos concluyen que odian a Dios y a la devoción,
atribuyendo los efectos de su enfermedad a sus almas. Irónicamente,
aquellos que son devotos prefieren ser liberados de todos sus pecados y ser
perfectamente santos que tener todas las riquezas o el honor del mundo.
25.Experimentan como si algo estuviera hablando en su interior. Como si
sus propios pensamientos violentos y contradictorios fueran alegatos e
impulsos de alguien más. Por lo tanto, tienden a atribuirles todas sus
fantasías a algún acto extraordinario del diablo o del Espíritu de Dios. Se
expresan en palabras como estas: “Lo pusieron en mi corazón”, o “Me dijeron
que tenía que hacer algo. Luego, me dijeron que no tenía que hacerlo, y ¡me
dijeron que tenía que hacer algo más!”. Experimentan sus propios
pensamientos casi como voces audibles diciendo lo que ellos mismos están
en realidad pensando.
… Cuando la melancolía se vuelve intensa…
26. Son afligidos frecuentemente con tentaciones espantosas, blasfemas, en
contra de Dios, de Cristo o de la Escritura, y en contra de la inmortalidad del
alma. Esto viene parcialmente de sus temores. Como uno que anhela
desesperadamente dormir y teme ser incapaz de poder dormirse está
condenado a mantenerse despierto por esos mismos temores y deseos.
A causa de eso:
27. Piensan que han cometido el pecado contra el Espíritu Santo, sin
entender cuál es ese pecado, pero aún temerosos de haberlo cometido
debido a que es un pecado muy temible. Por lo menos, piensan que no serán
perdonados. No reconocen que la tentación es una cosa, pero que el pecado
es otra, y que nadie tiene menos razón de temer a ser condenado por su
pecado que aquel que está menos dispuesto a cometerlo y que más lo odia.
Nadie puede estar menos dispuesto a cometer pecado que estas pobres
almas con respecto a los pensamientos horribles y blasfemos de que se
quejan.
A causa de esos pensamientos:
28. Llegan a pensar que están endemoniados. Si tan solo entra en su mente
la manera en que una persona poseída actúa, el simple poder de la sugestión
hará que se comporten igual. He conocido personas que juran, maldicen,
blasfeman e imitan una voz extraña interior, pensando que fue el diablo en
ellos el que lo hacía. Sin embargo, pocos llegan a este extremo.
29. Algunos que sí experimentan delirio escuchan voces y ven luces y
apariciones, y creen que el velo se abre ante ellos, y que alguien se encuentra
y conversa con ellos. Es, sin embargo, solamente el error de un cerebro que
falla y de la imaginación desordenada.
30. Muchos de ellos llegan a cansarse de la vida en sí debido a las
perplejidades constantes y agotadoras de su mente, y aun así, permanecen
con temor a morir. Algunos deciden matarse de hambre; otros son
fuertemente tentados a suicidarse, y son afligidos con la tentación tan
implacablemente que no pueden ir a ninguna parte sin sentir como si algo en
su interior los provoca y les dice: “¡Hazlo, hazlo!”. Con el tiempo, muchas
pobres almas ceden y se suicidan.
31. Muchos otros sufren temores fijos y falsos de llevar carencia, pobreza y
miseria a su familia; de encarcelamiento o deportación; o de que alguien los
matará. Ellos creen que a cualquiera que ven murmurando está tramando
asesinarlos.
32. Algunos determinan no decir ni una palabra, y entonces, permanecen en
decidido silencio.
33. Todos ellos son intrincados y tercos en sus opiniones, y no se les puede
convencer de lo contrario, sin importar cuán irracionales sean.
34. Pocos de ellos responden positivamente a cualquier razón, persuasión o
consejo. Si parece satisfacerlos, aquietarlos y animarlos por el momento, al
día siguiente estarán igual de mal que antes. La naturaleza de su enfermedad
es pensar de la manera en que lo hacen. Sus pensamientos no están curados
porque la enfermedad subyacente en sí permanece sin curar.
35. Sin embargo, en toda esta angustia, algunos de ellos Insisten en que es
simplemente una sensación racional de infelicidad debido a que Dios los
abandonó y están bajo la ira pesada de Él. Por lo tanto, difícilmente pueden
ser persuadidos de tomar algún medicamento o de usar otros medios para la
curación de su cuerpo. Sostienen que están bien, confiados de que solo es su
alma la que está afligida.
Si la depresión avanza por causas fisiológicas…
36. Estas personas reportan sentir una presencia de algo a su lado, digamos,
hablándoles de varias cosas, dirigiéndolos a hacer esto o lo otro. Relatarán
que en un momento le dice una cosa y en otro momento algo diferente, y
solo con gran dificultad, si acaso, creerán que las voces son producto de su
propia enfermedad e imaginación trastornada.
37. Algunos se convencen de recibir revelaciones al recordar por ejemplo
varios versículos, aunque mal entendidos y mal aplicados. En ocasiones
terminan abandonando la fe.
LA CONTROVERSIA DE LA POSESIÓN DEMONÍACA
• Satanás orquesta persecuciones, sufrimientos y enfermedades
comunes hacia los fieles de Dios (Job 2:7-9), pero ejerce “propiedad”,
solamente en las almas de aquellos cuyos hábitos están entregados a
la incredulidad y la sensualidad. (Efesios 2:1-3)
• Satanás también ejecuta sufrimientos extraordinarios que afectan el
funcionamiento del cerebro privando a las personas del sentido y el
entendimiento. (1 Samuel 16:14-16)
• Como tentador, él es la causa principal de: dudas, temores, y de la
confusión emocional, de lo cual la depresión puede considerarse como
una causa secundaria.
• Pero, el diablo puede hacer con nosotros, no lo que a él le da la gana,
sino lo que Dios ha ordenado (Job 2:6), y en esos límites (1 Corintios
10:13), lo que nosotros le permitimos. (Job 2:9-10)
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Instrucción 3.
LA MEDITACIÓN NO ES DEFINITIVAMENTE UNA RESPONSABILIDAD PARA
UNA PERSONA MELANCÓLICA, excepto por los pocos que pueden tolerar un
tipo de meditación breve y estructurada. Si un hombre tiene una pierna
quebrada, no debe caminar hasta que se cure, si no todo el cuerpo sufrirá. Es
su facultad para pensar o su imaginación la parte que está quebrada,
lesionada. Por lo tanto, no debe usarla para reflexionar en las cosas que tanto
lo perturban.
Instrucción 4.
NO SE INVOLUCRE POR MUCHO TIEMPO EN UNA TAREA PRIVADA QUE
USTED NO PUEDE SOPORTAR. La oración en sí, cuando usted es incapaz de
hacerla, tiene que ser llevada a cabo solamente al grado que usted puede: las
confesiones y peticiones cortas a Dios tendrán que ser suficientes. Si la
enfermedad puede excusar a una persona por ser cortante debido a que su
fuerza está disminuida, entonces el mismo principio aplica aquí en una
enfermedad del cerebro y del ánimo.
Instrucción 5.
SI NO PUEDE TENER DEVOCIONALES PRIVADOS, NO SEA DEMASIADO DURO
CONSIGO MISMO. MEJOR, VAYA A UN PASO QUE NO SEA DEMASIADO
INCÓMODO. ¿Por qué? Porque todo esfuerzo que no lo capacita, solamente
lo estorba, hace que su responsabilidad sea más pesada para usted. Cuando
su estómago está descompuesto, no es comer mucho sino digerir bien lo que
restaura la salud.
Instrucción 6.
INVIERTA EL MAYOR ESFUERZO EN TAREAS QUE TOLERA MEJOR. Para la
mayoría, esto consistirá en orar en voz alta en presencia de otros y la buena
conversación. No me malinterprete: en asuntos de necesidad absoluta,
permítame enfatizar, usted tiene que esforzarse en hacerlas pase lo que
pase: SI ES LENTO PARA CREER, PARA ARREPENTIRSE, PARA AMAR A DIOS Y A
SU PRÓJIMO, PARA SER SERIO, RECTO Y DEVOTO, O INCLUSO PARA ORAR,
ENTONCES, AQUÍ USTED DEBE LUCHAR Y NO EXCUSARSE POR RENUENCIA.
ESTAS RESPONSABILIDADES DEBEN CUMPLIRSE, O USTED ESTÁ PERDIDO.
Sin embargo, alguien que no puede leer podría ser salvo sin leer, y alguien en
prisión o enfermo podría ser salvo sin escuchar la Palabra predicada y sin la
comunión de los santos.
Instrucción 7.
EVITE ESTAR A SOLAS INNECESARIAMENTE Y, TANTO COMO SEA POSIBLE,
mantenga una compañía sincera y animada. Usted necesita a los demás y no
es conveniente estar por sí solo. Dios usará y honrará a los demás como
extensiones de sus manos para entregar sus bendiciones.
Instrucción 8.
CONTROLE DE INMEDIATO PENSAMIENTOS BLASFEMOS O
PERTURBADORES, controle su lengua, las manos o los pies. De la misma
manera en que se avergonzaría por correr en círculos o pelear con sus puños
y luego dijera “no puedo evitarlo”, así debería avergonzarse de permitirle a
sus pensamientos continuar alegóricamente, o permanecer sobre cosas
dolorosas, y luego decir: “no puedo evitarlo”
¿No puede salir de su habitación y empezar alguna tarea que le sirva como
una distracción? Podría hacer más de lo que habría hecho si tan solo
estuviera dispuesto y supiera cuánta responsabilidad tiene de hacerlo.
Instrucción 9.
FIJE SUS PENSAMIENTOS EN LO ALTO Y NO EN USTED: Piense en Dios y la
gracia, Cristo, el cielo, o sus hermanos o la iglesia. Concentre sus
meditaciones externamente y asegúrese de no examinarse a sí mismo en
detalle. Esto se debe a que la naturaleza de su trastorno es estar acusándose
a sí mismos continuamente.
Recuerde que es un deber mucho más alto, más noble y más dulce pensar
en Dios, Cristo y el cielo que en tales gusanos como lo somos nosotros.
Cuando vamos a Dios, vamos al amor y a la luz y a la libertad. Cuando
bajamos la mirada a nuestro interior, vemos un calabozo, una prisión, un
desierto, un lugar de tinieblas, horror, suciedad, miseria y confusión.
Entonces, en vez de tratar tan fuerte de leer su corazón para saber si está o
no fijo en lo celestial, eleve sus pensamientos al cielo y piense en su gloria.
Instrucción 10.
NO PASE POR ALTO EL MILAGRO DE AMOR QUE DIOS HA MOSTRADO EN LA
ENCARNACIÓN, EL MINISTERIO, LA VIDA, LA MUERTE, LA RESURRECCIÓN, LA
ASCENSIÓN Y EL REINO DE NUESTRO REDENTOR.
• ¿Están sus pecados siempre frente a usted? ¿Por qué no también la
gracia perdonadora en Cristo?
• ¿Está el infierno abierto ante usted? ¿Por qué no está también ante
usted el Redentor?
• ¿Usted responde: “Porque el pecado y el infierno me pertenecen, pero
Cristo, la santidad y el cielo no son míos”? Entonces, yo le respondo:
“Es así, porque así lo quiere: si no lo quisiera de esa manera, entonces
no sería así”. Dios puso primero vida ante usted, y no solo muerte. Él
ha puesto a Cristo, la santidad y el cielo en su lado de la balanza; el
diablo pone el placer del pecado por un tiempo, en el otro. El lado que
usted escoge sin fingimiento alguno es suyo.
Dios le ha dado a elegir (al creyente). Nada es más cierto que esto: Dios ha
dado tan completamente a Cristo y la vida a todos los que escuchan el
evangelio que nada, excepto su rechazo final y obstinado, puede
condenarlos.
Instrucción 11.
PIENSE Y HABLE TANTO SOBRE LA MISERICORDIA QUE HA RECIBIDO
No se atreva a decir que la misericordia que ha recibido es menos digna de
recordarse y mencionarse que todos sus pecados. Cuando Dios hace tanto
por usted, ¿debería ignorarse, disimularse o minimizarse como si sus
misericordias fuera un hueso seco o un desierto infértil que no produce algo
en que reflexionar? No sea culpable de tan enorme ingratitud. Los
pensamientos de amor y misericordia engendrarán amor y dulzura en el
alma. Por el contrario, los pensamientos de pecado e ira solamente
cultivarán indisposición, terror, amargura y confusión.
Instrucción 12.
CONFIESE DIARIAMENTE LA MISERICORDIA RECIBIDA COMO TAMBIÉN EL
PECADO COMETIDO, La acción de gracias y la alabanza son responsabilidades
mayores que confesar el pecado y la miseria.
• Con el tiempo esto quitará la amargura de su espíritu.
• La sola mención frecuente de cosas más dulces, endulzará su mente y
cambiará su temperamento y su hábito
• Aunque le cueste, sea determinado y de todos modos haga lo que
pueda y mencione las misericordias de Dios según pueda.
Instrucción 13.
NO VALORE DEMASIADO EL ASPECTO EMOCIONAL DE LA PIEDAD, pero
entienda esto: el juicio, la voluntad, la práctica, la alta estima de Dios y la
santidad, la decisión determinada, y el esfuerzo sincero son la vida de la
gracia y la responsabilidad; las emociones que siente son cosas menores e
inciertas. Dios no se deja llevar por nuestras sensaciones, y por lo tanto, se
le puede experimentar mejor a través del entendimiento y la voluntad que
a través de las emociones. El alma más santa es la más inclinada hacia Dios,
determinada por Él y conformada a la voluntad de Dios; no la afectada con
las tristezas, los temores y las alegrías más profundas, y otro tipo de
emociones cautivantes similares.
Instrucción 14.
NO SE PREOCUPE DEMASIADO EN SUS PROPIOS PENSAMIENTOS. No les dé
mucha importancia. Hacer un gran alboroto por cada pensamiento que entra
en su mente los mantendrá más tiempo allí. El plan del diablo es fastidiarlo y
desconcertarlo. Si ve que usted no se molestará ni desconcertará, él se
rendirá.
Ya conozco su respuesta: “¿Debería yo ser tan impío como para ignorar esos
pensamientos pecaminosos?”. Le estoy aconsejando no que los ignore en el
sentido de que no se preocupe por qué pensamientos están en su mente o
que descarte un pecado pequeño como si no existiera. Sino que no los haga
pecados más grandes o más peligrosos de lo que son en realidad.
¿Le gustaría si su empleado empezara a notar y a preocuparse por
imperfecciones insignificantes en su trabajo en lugar de hacer su trabajo?
Instrucción 15.
RECUERDE, NO ES PECADO SER TENTADO, SINO SOLAMENTE CEDER A LA
TENTACIÓN. No toda contaminación pecaminosa representa acceder al
pecado que nos tienta.
Instrucción 16.
Considere cuán distante está de amar, deleitarse o estar renuente a
abandonar estos pensamientos pecaminosos. OBSERVE QUE NO TODO
PECADO CONDENA, EXCEPTO EL PECADO QUE ES TAN AMADO Y EN QUE
TANTO SE DELEITA QUE PREFERIRÍA MANTENERLO QUE DEJARLO. ¿Acaso
no anhela ser libertado de todos estos pensamientos y pecados horribles?
¿Estaría renuente a vivir en desgracia, pobreza o exilio si tan solo fuera
libertado del pecado? Si es así, ¿por qué duda de su perdón? ¿Acaso puede
tener una señal más segura de arrepentimiento o de que su pecado no es un
pecado imperdonable ni gobernante que el hecho de que usted no lo ama ni
lo desea? Mientras menos voluntad para pecar, menos pecado; y mientras
más voluntad para pecar, más pecado. El hombre codicioso ama su dinero, el
fornicario ama su lujuria, el orgulloso ama su honor, al borracho le encantan
sus bebidas y al glotón le encanta complacer su apetito. A ellos les gusta
tanto esto que no lo dejarán. Pero ¿a usted le gustan sus pensamientos
perturbadores, confusos o blasfemos? ¿Acaso no está muy cansado de ellos,
incluso hasta cansado de su vida a causa de ellos? ¿No le agradaría y estaría
agradecido de que nunca lo vuelvan a molestar? Entonces, ¿cómo puede
dudar de ser perdonado?
Instrucción 17.
NO SE CULPE A SÍ MISMO MÁS DE LO QUE EXISTA UNA CAUSA PARA ELLO
POR LOS EFECTOS DE SU ENFERMEDAD. ¿Haría que un hombre con fiebre se
acuse a sí mismo por tener sed o por esos pensamientos, deseos o las cosas
que dijo?
Instrucción 18.
ASEGÚRESE DE MANTENERSE CONSTANTEMENTE OCUPADO, hasta donde
su fortaleza le permita, en labores diligentes de un llamado honesto y no
desperdicie tiempo precioso en la ociosidad. He conocido personas
desesperadas, melancólicas, que se sanaron al ponerse a sí mismas, resuelta
y diligentemente, a cumplir sus responsabilidades. De lo contrario, su
tragedia está bien merecida.
Instrucción 19.
NO SE SUMERJA EN PENSAMIENTO TRISTES, ESE ES EL TRABAJO DEL
DIABLO. Al mantenerlo a usted en sus dudas y temores confusos, él le roba a
Dios el agradecimiento y la alabanza que usted le debe por todas sus
misericordias.
Instrucción 20.
NO CONFÍE EN SU PROPIO JUICIO. Comprométase al juicio y la dirección de
alguien experimentado, un guía fiel. ¡Usted dice que los demás no sienten lo
que usted siente! Pero una persona sabia, cuando está enferma, se confiará a
sí misma, bajo Dios, a la instrucción de su médico y a la ayuda de sus amigos
Instrucción 21.
ESFUÉRCESE POR CURAR SU ENFERMEDAD, sométase al cuidado de su
médico y obedézcale. Entienda esto, es la química, la razón y el estado de
ánimo los que están desequilibrados.
Fin.
Notas:
La tristeza y el pecado
Y, en contraste, la pronunciación eficaz de la absolución del pecado es mucho
más difícil incluso que restaurarles la vista a los ciegos.39 Sin embargo, Jesús
mantiene la conexión entre el pecado y la enfermedad sin permitir el tipo de
deducciones superfluas tan populares en su época y en la nuestra. De hecho,
en un lugar distinto, después de sanar al hombre del estanque de Betesda,
Jesús le da un consejo preventivo: “no peques más, para que no te venga
alguna cosa peor”. Entonces, todo este asunto del pecado y la enfermedad
debería producir una gran humildad. Deberíamos ser muy renuentes, ya sea
en culpar la enfermedad de otros sobre su pecado en particular o en
considerarlos totalmente inocentes, cuando no tenemos el tipo de visión
adjudicada a Cristo.
Evaluar las causas con humildad y compasión
Entonces, ¿son las enfermedades psiquiátricas el resultado del pecado? ¿Se
debe culpar a los individuos, o ellos no son responsables de su destino?
Volviendo a los pronunciamientos propios de Jesús y a aquellas explicaciones
que encontramos en otras partes de la Escritura, hay conexiones entre el
pecado y la enfermedad, pero muchas veces tendemos a ver solo ciertas
capas de esas conexiones.
La determinación de la causalidad no debería convertirse en un objetivo en sí.
La causalidad misma podría estar oscurecida por otros factores que alimentan
y agravan los síntomas. Para citar un ejemplo: El insomnio crónico puede
tener un inicio y una causa muy específicas e identificables. Sin embargo, con
el paso del tiempo, la causa tiende a desvanecerse en la memoria, ya sea de
manera natural o (en el caso de un trauma de combate, por ejemplo) debido
a que la memoria está dispuesta o, por el contrario, reprimida.
Repito, con relación a la causalidad y la responsabilidad inferida, la humildad
es más útil que la arrogancia, y las recompensas de la primera son mucho
más agradables en cualquier caso.
Baxter cree en un Dios amoroso y generoso, pero duda de que sus lectores
aprecien adecuadamente cuán bueno realmente es Dios. Baxter aborda a
algunos de sus lectores como que ellos dudan de la bondad de Dios o de su
propia capacidad para beneficiarse de ella (lo cual es una duda de la grandeza
de Dios). Él ataca vigorosamente estas y otras áreas de incredulidad. Sin
embargo, el mismo Baxter es bueno y generoso con aquellos que están
débiles y son incapaces de pensar clara o racionalmente, o que no pueden
pensar del todo. A estos los encomienda no a medicamentos extendidos o
complejos, oraciones prolongadas, ayuno, ascetismo estricto, o cosas
parecidas, sino al cuidado de sus amigos y su familia; él limita expresamente
los esfuerzos de dichos pacientes para hacer lo que no pueden hacer por su
discapacidad.
La apreciación de Baxter de que una capacidad disminuida reduce la
culpabilidad es, yo creo, consistente con los precedentes legales ingleses del
derecho consuetudinario de la época, lo cual continúa siendo válido hoy en
día. Sin embargo, él no permite que una inhabilidad particular dé licencia a
una falta de voluntad general ni excusa a sus lectores por dejar de hacer lo
que deberían o podrían. Aquí, la parábola de los talentos viene a la mente:
tener pocos recursos podría reducir las exigencias para nuestro desempeño
sin eliminar el requerimiento de que descarguemos diligentemente nuestras
responsabilidades según podamos.