0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos) 125 vistas18 páginasLa Narrativa. Seppia
Entre libros y lectores 1
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Entre libros y lectores I
El texto literario —
OFELIA SEPPIA / FABIOLA ETCHEMAITE
Maria D. Duarte / Maria E. L. pz ALMADA
Coleccién
, RelecturasEntre libros y lectores I: el texto literario / Ofelia
Seppia... {et al] - 1a ed. 3a reimp. - Buenos Aires:
Lugar Editorial, 2009. :
160 p. ; 20x14 cm - (Relecturas)
ISBN 978-950-892-109-3
1. Anilisis literario. I. Sepia, Ofelia
CDD 808
Primera edicién: febrero de 2001.
Primera reimpresi6n: noviembre de 2003,
Segunda reimpresién: septiembre de 2005,
Tercera reimpresién: octubre de 2009.
Directora de Coleccién
Susana ITzcovicu
Idea de tapa
JULIAN ROLDAN
Motivo de tapa
DETALLE DEL LIEBER DILIGENTIARUM (1749)
Queda prohibida la reproduccién total o parcial de este libro, en forma idén-
tica o modificada y por cualquier medio o procedimiento, sea mecanico, in-
formatico, de grabacién o fotocopia, sin autorizacién de los editores.
ISBN 978-950-892-109-3 aa ay
© 2001 Lugar Editorial S. A. ; / WesUNpELT
Castro Barros 1754 (C1237ABN) Buenos Aires, Argentina
Tel/Fax: (54-11) 4921-5174 / (54-11) 4924-1555
E-mail: lugared@elsitio.net / info@lugareditorial.com.ar
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aa
Queda hecho el depésito que marca laley 11.723
Impreso en la Argentina — Printed in ArgentinaCapitulo 4
La narrativa
ADrcaremos en este capitulo algunas caracteris-
ticas de la narrativa, indicando algunos aspectos
te6ricos de cada uno.
Esperamos que esto permita a los docentes realizar
lecturas criticas de los textos para asi poder no sélo se-
leccionar sino también encontrar elementos de andlisis
para trabajar con sus alumnos a fin de realizar lecturas
cada vez mas profundas y productivas.
1-E] texto narrativo es historia
y es discurso
Para acercarnos al texto narrativo utilizaremos dos
categorias que, si bien en el relato se presentan indiso-
lublemente unidas, a los fines del andlisis es convenien-
te tratarlas por separado. Estas categorias son historia
y discurso. Es historia lo que ha ocurrido, be que se
cuenta, los acontecimientos que son Sea
largo de la obra. Esta misma historia puec esert era
por diferentes medios (pelicula, histor eae re at be J
de muy diferente manera dentro de cada un S.
m rrativa es discur-
A obra narrativa es d
i neamente, la o a i ae
Dee s se organizan siempre de determi
a0 10. y Ors i
ee pert texto. “Es la estructuracton y organt
nada manera e!
99ENTRE LIBROS Y LECToRES I
zacion lingiiistica del relato; una realizacion particular
de las propiedades de la lengua. Es, pues, la enuncia-
cién del texto” (A. Paredes, 93).
Seguiremos a Tomachevski®5 (1925) para definir més
claramente ambos términos: la historia es el conjunto
de acontecimientos vinculados entre si que nos son co-
municados a lo largo de la obra; la misma seguiria un
orden natural, cronolégico, causal de los acontecimien-
tos, con independencia del modo en que han sido dis-
puestos u organizados en el texto. E] discurso, en cam-
bio, propone un orden de aparicién en la obra, que re-
sulta ser el modo en que el lector se entera de lo sucedi-
do. El discurso es la construccién artistica.
En el nivel del discurso no son los acontecimientos
referidos los que cuentan sino la manera como el na-
rrador nos los da a conocer. Una misma historia —la
de Caperucita, por ejemplo— puede construir textos 0
discursos diferentes. Podemos afirmar que es en el
nivel del discurso donde se juega mas claramente el
caracter literario que se le atribuye al texto. Como di-
jimos al principio, ambos (historia y discurso) son
una unidad significante; no hay historia que pueda
ser analizada independientemente del discurso que
la presenta.
Nos interesa aqui trabajar especialmente el plano
del discurso por cuanto hemos dicho que es el que pre-
senta la construccién artistica del relato.
35. Trama y argumento son los términos que utiliza ‘Tomachevski
para estos dos conceptos. Su plantes, si bien fue acufiado en las
primeras décadas del siglo, es recuperado posteriormente por las
sucesivas teorias de la narracién.
100El texto literario
En el nivel del discurso pueden aislarse algunos ele-
mentos que construyen la totalidad textual. Es en él
donde se presenta el mundo ficcional creado, su ordena-
cidn, las condiciones del pacto ficcional, el narrador que
cuenta ese mundo y las caracteristicas del lector que ese
texto propone.
El escritor elige una construcci6n, presenta una orde-
naci6n de los hechos. Esta presentacién, puede realizar-
se desde perspectivas distintas, desde diferentes puntos
de vista u ofrecer mas o menos descripciones. Asi es re-
cibido por el lector. En el discurso, entonces, Alguien (el
narrador) cuenta (con las caracteristicas ya enunciadas)
a Alguien (el receptor narrativo) una historia.
2-E] pacto narrativo
En el mundo ficcional quedan suspendidas las
“condiciones de verdad referidas al mundo real en el
que se encuentra el lector antes de abrir el libro” (Po-
zuelo Yvancos, 89) y se trastoca toda nocién de reali-
dad. Este instante inaugura un pacto —propio de todo
discurso narrativo- en el cual el lector acepta lo que
el texto le propone y respeta las condiciones impues-
tas: acepta el “como si” de la ficcién. Para que este
pacto se realice el texto debe cumplir con la condicién
de verosimilitud ya vista. Para ello, acepta también
que el autor —que no aparece como persona real- se
disfraza constantemente, cede su voz a personajes
que son —a veces— los encargados de narrar lo ocurri-
do y pueden llegar a ser muy diferentes a él. Si no
aceptamos esta propuesta no creemos en la ficcién,
deshacemos el pacto.
101EntRE LIBROS Y LECTORES I
2.1-E] narrador
El narrador es quien, al construir el relato, asume
la fundacién del mundo ficcional, por lo cual, sus de-
cisiones afectan a todo el entramado textual: la histo-
ria, su estructuracién, la modalidad narrativa, el
punto de vista, el registro, la administracién de los
datos, el manejo temporal y espacial, las convencio-
nes retéricas; en una palabra, todos los elementos
que intervienen en el relato. Es la voz encargada de
entablar un verdadero didlogo con el lector, recono-
ciendo sus competencias y no subvalorando sus posi-
bilidades interpretativas.
Las marcas que el narrador deja en la narraci6n nos
obligan a separar al narrador (quien cuenta la histo-
ria) del autor (quien escribe el libro). Quien escribe no
es quien existe, decia Barthes. Esta voz que narra el
texto, como ya hemos dicho, no debe ser confundida con
el autor empirico. Del mismo modo que se acepta el es-
tatuto ficcional del texto literario, también se debe
aceptar el estatuto ficcional del narrador, ya que este
también es un producto del discurso, construido por el
texto y deducido por el lector en el transcurso de la lec-
tura. Si nadie supone que Silvia Schujer “es” Oliverio,
ya que éste es tan ficcional como su primo Federico y el
conflicto planteado, del mismo modo, nadie puede creer
que “es” Graciela Cabal la que cuenta como experien-
cias personales las distintas situaciones que aparecen
en sus textos. Simplemente crea tanto la historia como
quien la cuenta.
Si no aceptamos esto estamos desficcionalizando la
literatura.
102Bl texto literario
2,2-E] lector modelo
Lo mismo ocurre en el plano de la recepcién, donde
también es posible distinguir el receptor real del receptor
que acttia dentro del texto. Asf, no se confunde el “lector
real” o “empiric” —por ejemplo, Andrés, 15 afios, habitan-
te neuquino- del lector que prevé y construye el texto.
Aqui cobra importancia la idea de lector modelo, en
Ja terminologia de U. Eco, 0 lector implicito, en la de
Iser, que es una de las ideas centrales para la mirada
tedrica que relaciona al texto con el lector.
El lector implicito es un concepto tedrico que obvia-
mente no guarda correspondencia con los lectores em-
piricos, sino que esta presente en la enunciacién mis-
ma del texto. En qué lugar? En toda la extensién tex-
tual: se va construyendo a medida que se desarrolla la
narraci6n.
Cuando la voz narradora construye el texto, elige de-
cir algunas cosas para construir su mundo de ficcién e
implicita otras, o sea, selecciona qué dice, qué calla, qué
vacios deja, qué blancos dibuja en ese mundo, esperan-
do que el lector en un acto cooperativo complete esos
blancos, construyendo el sentido textual. Para Eco esta
nocién de lector modelo equivale a “las condiciones de
felicidad establecidas textualmente que deben satisfa-
cerse para que el contenido potencial de un texto quede
plenamente actualizado”.
{Qué sucede en tanto con el lector empirico? En el ac-
to de lectura, activa alguno de esos sentidos potenciales.
El concepto de lector implicito es fundamental para
la seleccién que haga el mediador de un texto. Al selec-
clonar estamos, de alguna forma, evaluando si los lecto-
res empiricos a quienes ofrecemos el material tienen
103Entre LIBROS Y LECTORES I
una historia previa de lectura, si poseen competencias
para un abordaje feliz y no frustrante. Y en caso de no
tenerlas, debemos prever estrategias que lo ayuden a
ampliar sus competencias lectoras y literarias, su enci-
clopedia, para que puedan acceder a textos literarios
més exigentes. Para que puedan generar lecturas cada
vez mas profundas a través de la actualizacién de diver-
sos sentidos potenciales del texto, realizando una efec-
tiva cooperacién entre texto y lector.
3-El narrador: figuras de la narraci6n
Estas caracterfsticas del relato narrativo estan rela-
cionadas con el narrador y sus modos de contar algo a
alguien, siempre con la finalidad de producir determi-
nados efectos. Estas opciones no son meramente forma-
les, sino que contribuyen a la produccién de sentido, en
tanto tienen una relacién solidaria con el mundo narra-
do, el tema, la perspectiva ideolégica y los efectos que se
busca producir en el lector.
Estas figuras son producto de las convenciones de la
época y los lectores; en tanto participamos de estas con-
venciones aceptamos o rechazamos, nos acercamos 0
alejamos de los modos de narrar vigentes.
3.1-La mirada del narrador
Esta particular actitud de la voz narradora es un as-
pecto fundamental de la estructura narrativa ya que,
segun sea la eleccién, expresa concepciones de] mundo
al optar por contar algunas cosas y no otras, desde muy
cerca o desde muy lejos, desde adentro o desde afuera.
104El texto literario
Ane iposible de plantear la perspectiva es la
a erna, en la que la mirada que manda
es la de un narrador externo a la historia, que ve desde
afuera todo lo que pasa y transcribe lo que los persona-
jes dicen y hacen. Esta opci6n —conocida como narra-
dor omnisciente— ofrece la ilusién de objetividad, la
que, sin embargo, con la seleccién de las palabras esta
generando valoraciones, opiniones y recortes particula-
res de lo que cuenta. Las novelas del siglo XIX que no-
sotros conocemos (El Conde de Montecristo de Alejandro
Dumas, Los Miserables de V. Hugo) presentan un na-
rrador externo a los hechos que sabe todo de sus perso-
najes, conoce todo de la historia y expresamente lo men-
ciona (“Ya veremos mds adelante, lector, en qué termina-
ré esta historia”, por ejemplo). Fue propio de un estado
particular del desarrollo de la novela en occidente. Pa-
ra un lector poco acostumbrado este modo de narrar
puede resultar lento por la cantidad de informacién que
brinda. Victor Hugo es un ejemplo de quienes han recu-
rrido a tal tipo de narrador:
“Hagamos aqut un corto paréntesis. Esta es la segunda vez
que el autor de este libro en sus estudios sobre la cuestién pe-
nal y sobre la cadena legal, toma el robo de un pan como pun-
to de partida del desastre de un destino. Claudio el mendigo
habia robado un pan. Una estadistica inglesa demuestra que
en Londres, de cada cinco robos, cuatro tienen por causa in-
mediata el hambre.
Juan Valjean habia entrado en el presidio sollozando y tem-
bloroso; salié impasible. Entré desesperado; salié sombrio.
4Qué habrdé pasado con su alma?”36
36. Victor Hugo, Los miserables, s/f, Barcelona, Editorial Provenza.
105ENTRE LIBROS Y LECTORES |
Hay otras formas de focalizacién externa a los hechos
que pueden ser fija o variable. El primero es el caso en
el que un narrador se cifie a un personaje y cuenta las
cosas sometido a la visién de ese personaje, lo sigue y a
veces llega a confundirse con él. Tal es el caso de Mari-
nay la Iluvia37, de Laura Devetach, donde el efecto que
se crea es el de adhesién a un personaje del que tene-
mos una amplia percepcién, tanto de lo que hace como
de lo que siente u opina frente a Jos hechos o frente a
otros personajes.
El segundo caso, una focalizacién externa variable, con-
siste en organizar un texto a partir de la mirada sucesiva
de distintos personajes; esta figura nos ofrece las variadas
formas de entender un mismo hecho desde perspectivas di-
ferentes. En El sol es un techo altisimo®8 de Liliana Santir-
so, se generan amplias posibilidades de comprensién no
solo de cada personaje sino también del hecho narrado.
Es importante entender que la mirada no es sola-
mente la eleccién de qué se va a ver y contar sino qué
opiniones, valores, juicios, elecciones ideolégicas se dan
a través de ellas.
En el final de El Club de los Perfectos®9 de Graciela
Montes puede observarse un narrador cronista que va-
lora y opina aunque a través de una forma impersonal:
“Cuentan también que en la casa de la calle Warnes ahora
crecen malvones.
37. Devetach, Laura, Marina y la Iluvia en La torre de cubos, Bue-
nos. Aires., Colihue, 1985/2000, Col. Libros del Malabarista.
antirso, Liliana: El sol es un techo altisimo, Buenos Aires, Co-
libue, 1993, Col. Cuentos del Pajarito Remendado.
39, Montes, Graciela: EI Club de los Perfectos, Buenos Aires, Coli-
hue, 1993, Col. Cuentos del Pajarito Remendado.
106
awEl texto literario
Y parece que asi es mucho mejor que antes.”
En cambio, el narrador de Historia de un primer fin
de semana, de Silvia Schujer explicitamente valora la
situacion a partir de la perspectiva elegida, exterior a
los hechos:
“De entrada, la del primer fin de semana fue una historia
triste para Ricardo.
Y también para Marta
Para Violeta y para Daniela.
¥ es que el primer fin de semana de nuestra historia, es la
historia del primer fin de semana.
Del primer fin de semana que Ricardo estuvo solo con las
nenas.
Solo con Violeta y con Daniela.
Porque es la historia del primer fin de semana que Violeta
y Daniela se quedaron en la casa del papd.
Sin embargo, ahora que el tiempo pasé para todos (porque
el tiempo siempre pasa para todos), la historia del primer fin
de semana se convirtié en un recuerdo grato. Gracioso.
Casi casi divertido.
Empez6 un viernes a la noche.”
Entre los narradores internos a la historia, pode-
mos sefialar aquellos cuya mirada esta limitada a un
solo aspecto de la historia, que es el que tienen posibili-
dades de conocer en tanto personajes que participan de
lo ocurrido desde un determinado lugar. Cuando el
alumno de El examen‘}, cuento de Fernando Berton, ob-
40. Schujer, Silvia, Historia de un primer fin de semana,
Juirquincho, 1988. ade .
en Veinte jévenes cuentistas ar-
41. Berton, Fernando, E/ examen,
gentinos, Buenos Aires» Colihue, 1986, Col. Leer y Crear.
107Lipros Y LEcTORES I
serva a los tres profesores cuenta lo que ve y supone lo
que no puede observar:
“El que fumaba apaga el cigarrillo. Se levanta. Camina
por el salén, muy despacio. De vez en cuando me mira. Pare-
ce preocupado. Se acerca a la ventana y mira la plaza. Sigue
mirdndome. En sus ojos puedo darme cuenta que tiene proble-
mas. Seguramente se peleé con la esposa. Yo me hago el gil”
3.2-La voz del narrador
En términos generales se puede hablar de narradores
que hablan de otros y de narradores que hablan de si mis-
mos. El narrador externo (generalmente en 3ra. perso-
na) suele llamarse narrador no personaje. Es el narra-
dor de Los reyes no se equivocan*? de Graciela Cabal:
“Julieta termin6 de lustrarse los zapatos de ir a la escuela.
Cierto que ella hubiera preferido poner las zapatillas rosas
con estrellitas, las que le habia regalado su madrina para el
cumplearios ntimero seis.
Pero la mamé dijo que esas zapatillas eran una pura hila-
cha y qué iban a pensar los Reyes Magos.”
Los narradores internos a los hechos son persona-
jes y pueden contar lo que les ocurre a ellos como pro-
tagonistas o ser testigos de lo que pasa. Esta forma de
contar puede crear la ilusién de acercamiento en el lec-
tor y, cuando esta en primera persona, sugiere con fuer-
72. Cabal, Graciela, Los reyes no se equivocan en Historias para ne~
nas y perritos, Buenos Aires, A~Z Editora, 1995.
108El texto literario
za el valor de la experiencia y se torna mas “convincen-
te”. Por ejemplo, el narrador de El desertor*3 de Marce-
lo Eckhardt:
“Soy un desertor de Malvinas. Un desertor anacr6nico. Un
NN, un pseudo-desaparecido en falsa accion. jLa accién debe
ser veraz, veraz a través de los cuerpos, del valor, de la ofren-
da vital de tu pulso? Atin hoy, no lo sé. Lo cierto es que, desde
mi perspectiva, desde mi cobardia, deserté durante una bata-
lla cuerpo a cuerpo contra los gurcas. Esa falsa accién me sal-
v6 la vida.”
En el extremo de este modo de narrar esta el mond-
logo interior en el que el narrador deja “fluir su con-
ciencia’”, ofrece, no solo el hilo de las acciones, sino el hi-
lo de su pensamiento, sus percepciones, sus recuerdos.
Si bien es dificil encontrar este tipo de narrador en la li-
teratura para chicos, hay intentos de ofrecer a los lecto-
res noveles formas de narrar diferentes a las que el
mercado los tiene acostumbrados y, en ese sentido, el
narrador de Algo aqui adentro*+, de Silvia Schujer nos
permite acercarnos a ellas:
Yo no se la pedi. Ast que... ni loco se la hubiera pedido. Pero
ahora si que estoy frito. Porque va a venir a buscarla dentro de
un rato y jestos malditos tornillos que no aparecen! También
quién me manda? Todo porque el bobo de Julian dijo que aden-
tro de las guitarras eléctricas hay pilas. Y yo que le digo que no
y apostamos una caja de chicles y claro, para averiguarlo tuve
43. Eckhardt, Marcelo, El desertor, Buenos Aires, Quipu, 1992, Col.
Los naranjas de Quipu.
44, Schujer, Silvia, Algo aqui adentro, en Oliverio Junta Preguntas,
Buenos Aires, Sudamericana, 1988, Col. Pan Flauta.
109Entre LIBROS ¥ LecToREs I
que destornillarla y abrirla. jMi primo me mata! ¥ bueno. El me
la dojé porque quiso. Yo nose Ia pedt. Pero spor qué tenta que pa-
sarme esto? Justo con Federico que ademds no es uno cualquie-
ra. Porque los primos hermanos son mds que primos. Sobre to-
do Federico. Ahora no va a querer prestarme mds nada. Ni me
va a acompaiiar a la pista de patinaje. Nivaa querer que yo
lo ayude a ordenar los cables de sus instrumentos.
3.3- El tiempo de la narracién
Sin desdenar las profundas discusiones que tal cate-
alar solamente el va-
goria ha provocado, queremos sen
lor fundamental que el tiempo tiene en la narrativa y
fectos estéticos se-
cémo el discurso se carga de nuevos eft
gin el uso del tiempo que se elija. Al cuento, a la nove-
la, el tiempo nunca les es ajeno porque el lenguaje es
temporal, se desarrolla en la sucesion y también porque
los hechos de la historia se desarrollan en el tiempo. Por
ello, el discurso narrativo organiza y administra de al-
guna forma el tiempo de los hechos en Ja historia y asi
“crea una nueva dimensién temporal”.
Sila historia presenta una serie de hechos que se su-
ceden en un orden légico causal, el discurso puede orga-
nizar esos hechos en una sucesién temporal diferente:
¢ de una manera cronolégica, tal como se suceden
(atin cuando no haya coincidencia entre el tiempo de la
historia y el tiempo del discurso),
de una manera anacrénica retrospectiva —hacia el
pasado— en donde se presenta una narracién en la que se
ah a On eee temporalmente anterior,
el futuro- en donde se ii ain ie a
a insertan fragmentos de anticipa-
cién de lo que va a pasar.
110El texto literario
Para ilustrar estas dos tltimas posibilidades podemos
mencionar el texto de Pablo De Santis Astronauta solo‘3
y la version de Jorge Luis Borges de El brujo posterga-
do*®, El primero inicia el capitulo contando un suceso que
corresponde al pasado del tiempo de la historia:
“Cuando conoct a Ana estaba a punto de casarse con un ar-
quitecto, recién recibido pero ya préspero. Le esperaba una vi-
da lena de comodidades, como se suele decir. Habian com-
prado departamento, lo habtan llenado de cosas,”
El otro texto -muy conocido por todos— presenta, por
el contrario, una visién anticipadora que le permite al
brujo saber que su pretendido discfpulo le Pagaria con
ingratitud sus ensefianzas, por lo cual decide no acep-
tarlo como alumno.
Més alld de estas lineas generales aparecen diversi-
dades interesantes como ocurre en La Nona Insulina4?,
de Ema Wolf donde el tiempo del relato avanza cronolé-
gicamente mientras que los hechos que le ocurren al
personaje van hacia el pasado:
“Por esa misma época le empezaron a gustar mds los tacos
altos que las pantuflas.
En unos afios nacié su ultimo nieto; y poco después, el
primero.
45. De Santis, Pablo: Astronauta solo, Buenos Aires, Colihue, 1994,
Col. La Movida, .
46. Borges, Jorge Luis: El brujo postergado, en Historia universal de
la infamia, Buenos Aires, Alianza, 1998.
47Wolf, Ema: La nona Insulina, en Los imposibles, Buenos Aires.
1988, Primera Sudamericana, 1988.
111ENTRE LIBROS Y LECTORES I
Se jubilé de maestra de piano.
Pronto le desaparecieron las primeras canas. (...)
Hasta entones fue criando a sus dos hijos, que le daban ca-
da vez mds trabajo a medida que se hactan chicos.”
3.4-La modalidad: polifonia
Excede nuestro propésito trabajar los distintos tipos
de modalidades del decir que pueden aparecer en un
texto narrativo: estilo directo, estilo indirecto, estilo in-
directo libre, etcétera, atin cuando reconocemos su im-
portancia en la construccién de un relato. Solamente
queremos sefialar en este apartado que un cuento 0
una novela esté compuesto por muchas voces, es un lu-
gar de encuentro de la “polifonia de los discursos ver-
bales” (Bajtin). Allf aparece la voz del narrador, las de
los personajes (que ofrecen puntos de vista diferentes a
éste) y otros juegos de voces y citas de otros textos que
generan formas diversas de ver los hechos, las situacio-
nes y los personajes. Esta polifonia se da fundamental-
mente en la narrativa actual que abandona el discurso
impersonal y el discurso en el que una sola voz se hace
cargo del relato y no contempla la posible inclusién de
otras voces y otras posturas. A estos discursos se los co-
noce como monolégicos por oposicién al discurso dia-
légico que planted Bajtin para la novela polifénica
contemporanea.” .
Para aclarar este tema vamos a comentar dos
uno de Martha Salotti, en el que el discurso monol6;
impera en la narracién, y otro en el que la polifonia
mina el texto, como es caracteristico de la escritura i
Gustavo Roldan.
112El texto literario
En todos los cuentos de El Patito Coletén'8, la voz d
minante es la del narrador que es, al mismo tiempo, an
torizada y autoritaria. Es inica porque es portavoz del
discurso hegeménico, moralizante y diddctico, como es
evidente en El Pollito Desobediente donde la vod de la
madre acompania la actitud del narrador y se sanciona
la desobediencia del pollito.
En el caso de Un ruido muy grande, las distintas
voces portadoras de visiones diferentes acerca de los
elefantes no solo se ven en las posturas que sostienen
los animales presentes (piojo, mono, quirquincho) sino
que se enfrentan al contradiscurso de la lechuza, muy
fuerte y apoyado en falsos razonamientos. A su vez hay
una vuelta mas de tuerca.en esta polifonia, ya que estos
personajes y estos razonamientos citan o aluden a otros
textos anteriores.
Hay, sin duda, otras figuras que se refieren al modo
como el narrador presenta la historia, pero su trata-
miento excede los limites e intenciones de este trabajo.
Creemos que los ejemplos sefialados pueden ser ttiles
para ejercer la mirada critica que todo promotor tiene
sobre la literatura, porque ofrecen posibilidades muy
variadas que responden a modos diversos de estructu-
rar un relato.
Adiferencia de los relatos que suelen circular por las
instituciones educativas, —-basados tinicamente en una
estructura canénica de iniciacién, nudo y desenlace, con
48. Salotti, Martha, El patito Coletn, 50 cuentos para Jardin de In-
fantes, Buenos Aires, Guadalupe, 1975.
49. Roldan, Gustavo, Un ruido muy grande, en La noche del elefante,
Buenos Aires, Colihue, 1995, Col. Libros del Malabarista.
113ENTRE LIBROS Y LECTORES |
un relato que sigue el desarrollo cronolégico de los he-
chos, con una voz tinica que presenta los hechos de una
sola manera, con una perspectiva siempre igual— 0 ex-
terna a los hechos o de protagonista cldsica —hay en la
actualidad una variada y riquisima produccién que
rompe con los moldes establecidos para la literatura in-
fantil e incorpora a su discurso toda la riqueza que la li-
teratura reservara para los textos “para adultos”.
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