PROBLEMA MENTE-CEREBRO
El llamado problema mente-cerebro es en la actualidad una de las cuestiones más
relevantes del diálogo entre ciencia y filosofía.
Dicho problema ha sido una constante en la historia del pensamiento. Todos los grandes
filósofos se han preguntado cómo el cuerpo humano puede desempeñar actividades que,
al menos en apariencia, transcienden lo puramente material. La cuestión, avivada por el
espectacular avance de la neurobiología en las últimas décadas, vuelve a plantearse en
nuestros días.
Respecto a la historia del pensamiento, en el Mundo Antiguo, Platón relaciona el
cerebro con las funciones superiores del hombre. Sin embargo, se le considera el
primero en realizar la distinción entre mente y cerebro. La solución platónica ha sido
considerada como dualista. Para el filósofo, la mente se relaciona con un mundo de
ideas eternas e inmutables y pertenece, por ello, a ese orden. El cerebro, por su parte, se
inscribe en el mundo sensible, inestable y perecedero.
En cambio, Aristóteles critica el dualismo de su maestro Platón. La antropología
aristotélica afirma la unidad sustancial de mente y cuerpo. En esta nueva perspectiva,
mente y cuerpo son principios distintos pero inseparables.
En la Edad Media, Avicena, fue uno de los principales difusores del pensamiento
aristotélico en el medievo de Occidente. Ejerció un gran condicionamiento sobre Tomás
de Aquino y Buenaventura entre otros. Avicena acepta pacíficamente en su obra que el
cerebro es el órgano implicado en el conocimiento y la afectividad humanas.
Tomás de Aquino defiende la inmortalidad de la mente. Funda su propia argumentación
en que la potencia intelectiva se ejerce gracias a un principio que transciende lo
puramente orgánico. El filósofo deja claro, a diferencia de Aristóteles, que el principio
intelectual es individual.
En los inicios de la modernidad, Descartes plantea de nuevo el dualismo. Para él, mente
y cuerpo son irreductibles. Descartes no logra explicar cómo se relacionan el ámbito
mental con el corporal.
Este planteamiento lleva a considerar el cuerpo humano como una máquina, es decir,
como un conjunto de procesos materiales que no se distingue de cualquier artefacto que
puedan crear los hombres. El pensamiento cartesiano culmina con el idealismo.
El idealismo se convierte en la filosofía dominante del siglo XIX con Hegel como su
máximo representante. El filósofo pretende dar una explicación filosófica absoluta de la
realidad partiendo de la mente.
En la Edad Contemporánea, con la crisis del idealismo, entra en escena el positivismo y
con él la creencia de que nuestro saber se reduce a la ciencia empírica. Este saber tiende
a marginar la mente, porque ésta escapa a la experimentación. Es esta situación la que
explica que tomaron gran fuerza tesis como el psicologismo, para el cual la actividad
mental debía explicarse como una consecuencia del funcionamiento del cerebro.
Según Husserl, lo propio de una teoría científica es no tener que decidir arbitrariamente
las condiciones de verdad, como hace el psicologismo.
A lo largo del siglo XX ha nacido y madurado la Filosofía de la Mente en el seno de la
tradición anglosajona, de corte empirista. Esta filosofía centra su estudio en los
problemas lógicos y en el análisis del lenguaje, así como en la aplicación de dichos
estudios a la discusión del problema mente-cerebro.
Respecto a la historia de la Neurociencia, en la Antigua Grecia, Hipócrates ya llegó a la
conclusión de que el lugar donde se recogían las sensaciones era el cerebro. Sin
embargo, Aristóteles pensaba que era el corazón el que almacenaba nuestros
sentimientos.
En el Imperio Romano, Galeno se dedicó a observar el cerebro de los gladiadores. Se
dio cuenta que el cerebro tenía una consistencia distinta a la del cerebelo y que debido a
esta diferencia el cerebro sería el encargado de las sensaciones (gracias a su consistencia
blanda él creía que las sensaciones se podían plasmar o dejar huella con mayor
facilidad) y el cerebelo con su consistencia más recia se encargaría del movimiento. Su
teoría fue que el funcionamiento del cuerpo dependía del equilibrio de los Cuatro
Líquidos (los Cuatro Humores) y que estos líquidos circularían por los nervios, que
serían huecos.
En el Renacimiento, aún se continuaba con el concepto de los humores. Muy importante
fue Descartes, que le otorgó una gran importancia a la glándula pineal. La glándula
pineal se comunicaría con la “mente”, la cual almacena las sensaciones y Descartes le
otorga un carácter religioso.
En cambio, entre el siglo XVIII y XIX, las bases de la neurociencia se establecen en que
los nervios son los cables eléctricos, para ellos, se realizan experimentos de
estimulación eléctrica. En 1810 diferencian dos tipos de fibras o cables. También, se
vieron diferentes funciones cerebrales en distintas partes del cerebro y la neurona como
unidad funcional del cerebro.
Actualmente la neurociencia se estudia a diferentes niveles, como por ejemplo el
molecular, celular...
Es por todo esto, por la historia del pensamiento y la de la neurociencia, que hablamos
de problema mente-cerebro, porque en el estudio de la psique humana aparecen dos
ámbitos difícilmente conciliables. Por una parte, las experiencias en primera persona,
las vivencias subjetivas de tipo cognitivo, afectivo o emocional.
Por otro lado, el conocimiento científico de estas experiencias nos permite examinar el
comportamiento de los órganos implicados en ellas. La dificultad consiste en encontrar
la unidad entre las dos perspectivas: la personal y la científica.
Por mente, entendemos conjunto de capacidades intelectuales de la persona, y por
cerebro, parte superior y más voluminosa del encéfalo, constituida por una masa de
tejido nervioso y que se ocupa de las funciones cognitivas y emotivas y del control de
actividades vitales como los movimientos, el sueño, el hambre, etc.
Una de las cuestiones más controvertidas en torno al problema mente-cerebro es la de
dar razón de la libertad que nosotros experimentamos en la vida ordinaria. ¿Está el
hombre determinado por su dotación biológica y su entorno o, por el contrario, es un
agente responsable de sus acciones?
Siguiendo a David Chalmers, un primer problema consiste en explicar la
autoconciencia, es decir, la experiencia de la propia identidad.
El problema se plantea en términos parecidos en el ámbito de las emociones. Tenemos
la convicción de que aquello que experimentamos en primera persona pertenece
exclusivamente a nuestro yo y es intransferible. Sin embargo, la ciencia está logrando
desentrañar cada vez mejor los procesos neuronales que constituyen la base orgánica de
estas experiencias. Esto ha llevado a algunos científicos a reducir emociones y
sentimientos a procesos neuronales.
En conclusión, a lo largo del tiempo hemos podido descubrir que los principales
problemas de mente-cerebro son la libertad, autoconciencia y emociones e interacción
social.