La civilización micénica
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En la Grecia continental hacia el 2000 a. C. penetra un nuevo pueblo indoeuropeo, los
griegos, desde el Épiro (su
patria originaria según afirma Aristóteles) y los Balcanes; este pueblo era de civilización
inferior que los pobladores anteriores a los que suplantaron, por lo que durante 400 años
aproximadamente se dedicaron a asimilar la cultura superior de sus predecesores, al
tiempo que se enriquecieron con la aportación cultural de los minoicos.
Es posible que los minios de los que se ha hablado ( considerándolos también como
luvitas) fueran en realidad los griegos.
Es entonces, alrededor del 1600 a. C. cuando se empieza a expandir el fruto de dicha
asimilación, una nueva civilización que recibirá el nombre de micénica gracias al
desenterramiento de Micenas por parte de Schliemann y ser ésta el mayor núcleo poblado y
de mayor empuje de esta cultura (coincidiendo así con la idea de Homero de que Micenas
era la más poderosa por ser su rey, Agamenón, el general en jefe de la tropas griegas en la
batalla de Troya).
Micenas, en la Argólide, se convierte en un centro de riqueza y poder con una
civilización guerrera sin igual en la zona del Egeo; no obstante no es el único centro de
población importante de Grecia central y meridional que surge y brilla con esplendor en
esta época: Pilos en Mesenia, Tebas, Glá y Orcómenos en Beocia y Tirinto también en la
Argólide y parece que bajo la Acrópolis de Atenas reposa un primitivo asentamiento
fortificado micénico.
El período de esplendor micénico va desde el 1600 al 1150 a. C., cuando se configuran
los palacios descritos en la Ilíada y sus reinos: Pilos, Tebas, Orcómenos, Glá, Atenas y
Micenas.
Lo escabroso del terreno en Grecia continental provocó que el dominio total sobre la
península balcánica fuera imposible, pero no así en el mar: la construcción de una flota
poderosa les permitió la aventura y conquista de ultramar y sustituir a los minoicos como
dominadores del Egeo.
Características de la civilización micénica
Muchos son los rasgos que diferencian de un modo tajante esta civilización de la
minoica; la diferenciación étnica fue el detonante de ellas. Las principales características
son:
por primera vez los gobernantes
quieren dejar constancia de su vida y su status social, manifestado sobre
todo en el enterramiento; por primera vez se delimitan espacios sagrados
para tumbas; es el caso de los dos círculos de tumbas delimitados de
Micenas fuera del casco urbano con ajuares para los muertos, lujosos
objetos metálicos y objetos guerreros (petos de oro, collares, pendientes y
máscaras faciales de oro, etc...); es la inmortalización del poder y la
autoridad; (uno de los círculos, con la ampliación de las murallas de Micenas
quedó encerrado dentro del núcleo fortificado);
asímismo el enterramiento presenta la novedad de la colocación de losas
verticales para indicar las tumbas con grabados de escenas de animales,
cacerías, militares o círculos como signo sagrado; junto a los suntuosos
enterramientos están los enterramientos introducidos por los griegos desde
el 2000 a. C.: son enterramientos en tumbas en forma de cistas (grandes
vasijas), bien individuales o familiares, en posición vertical con los cuerpos
en posición fetal; el enterramiento se producía dentro de la casa o al pie de
los muros de la misma;
elaboración de objetos de lujo muy bellos y exquisitos como abalorios de
ámbar, las joyas arriba citadas de oro, alfilera con cabeza de cristal de roca
y escudillas en forma de plato también en cristal de roca;
aparición del carro de combate; parece ser un elemento que trajeron los
griegos y que exportaron a la Creta minoica; se conocía el carro de bueyes
para transportes, pero el carro de combate se caracteriza por su ligereza y
por ser llevado por caballos (en Creta minoica se usó el tiro de caballos para
transporte al ser un pueblo pacífico); otra arma propia de los micénica es la
espada larga y muy particular es la armadura de láminas de metal (bronce)
y casco de dientes de jabalí;
la sociedad presenta una estratificación social muy marcada, dominada por
una nobleza guerrera que concentra el poder (en los enterramientos se ha
visto que además son de una altura y corpulencia mayor que el resto de
habitantes de estos asentamientos); también hay especialización del trabajo
en función de las habilidades técnicas y artísticas;
el rasgo propio que quizá defina más a los micénicos y domine en todo su
teritorio es la gran tumba llamada de tholos (o de colmena) de las que la
más famosa es la denominada Tumba de Atreo en Micenas: una gran
cámara mortuoria construída por completo con grandes bloques de piedra,
de dimensiones enormes y que no tiene precedentes arquitectónicos ni
dentro ni fuera de Grecia ;
el rasgo propio que quizá defina más a los micénicos y domine en todo su
teritorio es la gran tumba llamada de tholos (o de colmena)
la vida micénica también está marcada por una gran religiosidad: el futuro
panteón griego se empieza a dibujar en estas fechas con las divinidades
indoeuropeas aportadas por los griegos: Zeus, Hera, Posidón, Artemis,
Atenea, Hermes, Ares y Dioniso; la santidad y temor por los muertos es un
ejemplo; hacían sacrificios humanos a los dioses según las tablillas de Pilos;
no obstante parece ser claramente indentificable la Gran Diosa Madre de la
civilización minoica reencarnado en Potnia con el título de da-pu-ri-ti-jo (la
dama del Laberinto);
los asentamientos se basaban en el levantamiento de casas a modo de
celdas denominadas mégaron , casas con un porche con columnas, una
larga habitación rectangular y en muchos casos al final de ésta una
despensa; en ellos el edificio sobresaliente era el palacio y después la
adición de fortificaciones como los muros "ciclópeos" de Tirinto o las gruesas
murallas de Micenas con la puerta de los Leones de acceso al complejo
amurallado, protecciones contruídas con grandes peñascos y bloques de
piedra labrada; el palacio era además el centro del culto religioso, junto con
algunos santuarios externos a los asentamientos a modo de ermitas.
Los micénicos, en su época de esplendor, coincidente con la construcción de las
grandes tumbas de tholos, desarrollaron su actividad hacia el exterior exportando sus
productos y cerámicas al mundo Egeo e incluso más allá: encontramos restos de dichas
actividades comerciales en Sicilia, Italia, Chipre, Mileto, Rodas y Asia Menor en el Heládico
Reciente HR II A y B; de ésta época son las tablillas de Lineal B conservadas.
Hablando del Lineal B, los micénicos adoptaron de los cretenses miniocos la escritura
para anotar su propia lengua, el griego; para ello transformaron el sistema de escritura y
sustituyeron el Lineal A (cuya escritura sólo se encuentra en Creta) por el llamado Lineal B,
que se encuentra en todos los centros micénicos del Grecia continental y que fue exportado
después a Creta.
La evolución de los reinos micénicos
Los centros micénicos no eran verdaderas ciudades, aunque se les llame así (yo he
preferido llamarlos asentamientos); las ciudadelas o fortalezas eran únicamente eso y sólo
albergaban un palacio y poco más. Diseminadas por las cercanías de los asentamientos se
han encontrado restos de poblamientos a modo de pequeñas aldeas en colinas donde
habitaban en gran masa los habitantes de cada reino (de ahí que en las tablillas de los
palacios se haga referencia a muchos nombres de localidades desconocidas para nosotros,
pero que corresponden a estas aldeas; así sucede en Pilos).
El palacio y el reino lo regentaba un gran señor (un
rey) cuya riqueza no obstante no se basaba exclusivamente de los tributos de sus
campesinos; había también artesanos que trabajaban la producción de cerámicas, armas
de bronce y otros artículos. Asímismo eran buenos marineros y, aparte de la rapiña y el
saqueo cuando podían, se dedicaban al comercio. Artesanos y campesinos se incluían en
una economía decpalacio, aunque contaran conuna organización de cierta independencia en
el marco de las estructuras aldeanas. El wanax , gran señor rey, eran sustituídos en las
aldeas por basileis y consejos de gerontes. que se encargaban de organizar y administrar
los campos y actividades artesanales. Comenzaba la división de clases.
Los wanax y lawagetas (jefes del ejército y también con atribuciones religiosas-
sacerdotales) poseían un pedazo de tierra denominado temenos por las tablillas donde se
indica que es un pedazo de tierra sagrado destinado a su beneficio y usufructo privado,
mientras que las demás clases sociales los basileis (administradores o ancianos de las
aldeas) vigilaban la tierra denominada kekemena (de la comunidad) y los telestai poseían
un pedazo de tierra denominada ktimena (propia), mientras que los demás, el damos, se
encargaban o de tierra ajena o de trabajos artesanales.
Las grandes distancias entre los palacios identificados sugieren que no había un poder
central en la época micénica, sino que cada palacio era independiente y que Micenas sólo
era uno más (a lo mejor el mayor) y de él no dependía nigún otro centro. En cada centro
aprovechaban la mano de obra de esclavos y campesinos para la construcción de los
palacios, murallas y tumbas tholoi .
Los micénicos viajaron en busca de rutas comerciales, bien las de sus predecesores o
bien nuevas; su motivación primera era la búsqueda de metales y de ahí que abrieran rutas
hacia Occidente (Sicilia e Italia) desde el s. XV a. C., pero también al Báltico en busca del
ámbar nórdico, pero también llegaron a Asia Menor, Chipre, Siria y Egipto en busca de
miel, oro, tejidos, marfil, pasta vítrea, papiros, perfumes y ungüentos; lo sabemos por los
restos de cerámica micénica allí encontrados.
En función de la cerámica la época micénica se subdivide en:
período I: ca. 1550 a. C.
período II: ca. 1500
período III A: ca. 1425
período III B: ca. 1300
período III C (incluído submicénico): ca. 1230-1050.
Del 1400 al 1200 a. C. los estados micénicos comienzan su esplendor. sus
exportaciones crecen y son más visibles en casi todo el mundo conocido por aquel
entonces. Todas las regiones de Grecia presentan instalaciones en el continente e islas de
cultura micénica, todas ellas con un poder central que se centraba en el poder territorial.
Los mitos micénicos
Del gran caudal de mitos de la mitología griega la mayoría son micénicos o de época
micénica: los micénicos fueron los griegos que trajeron el panteón (todavía incompleto) de
dioses configurado totalmente un poco más tarde, al tiempo que todos los héroes son
herederos de una sociedad guerrera (y la primera sociedad guerrera en suelo griego fue la
micénica); a ello hay que sumar que los mitos que no eran originariamente micénicos (los
de los minoicos y otros provenientes de Egipto y Asia Menor) se confundieron o se
fundieron con mitos micénicos (como se ha visto en el caso de Minos); es por ello que no
se van a exponer aquí ningún mito y se va a hacer referencia única y exclusivamente a la
Ilíada y a la Odisea , pero también de modo sucinto para tratar la problemática del reflejo
del mundo micénico en la obra homérica.
La guerra de Troya
Constituye una de las últimas empresas de expansión micénica. Arqueológicamante
sólo puede ser posible en el estrato Troya VII a, pues es entonces cuando se encuentra una
destrucción tras una vida dura y accidentada: las casas, pequeñas y mal construídas, llenan
todo el espacio libre dando idea de amontonamiento y promiscuidad; en el suelo de las
viviendas aparecen empotradas enortmes tinajas para almacenamiento de líquidos y
alimentos en provisión de escaseces provocadas por el asedio; este estrato además está
culminado por un incendio devastador y en las calles y edificios aparecen cuerpos
insepultos; además cronológicamente los objetos de cerámica micénica importada son muy
escasos y la fecha de destrucción de Troya VII a se produji entre el 1193 y el 1184 a. C. y
las noticias de Eratóstenes y el Marmor Parium la sitúan hacia el 1208 o el 1250.
Las causas de la guerra son desconocidas y lo más desconcertante de todo es que los
aqueos no se establecieran en Troya una vez destruída ésta (quizá por su agotamiento y
debilidad de fuerzas); Page ha sugerido, según unos documentos de los dos últimos reyes
hetitas, que un tal Attarsiyas (identificado con Atreo), aqueo, hacía correrías por Asia
Menor y ejercía su predominio; entonces intervino Taruisa (Troya) en una Liga que peleó
contra el rey hetita Thudalijas IV bajo la dirección de Assuia (Asia región del Caístro que da
nombre al continente) y, tras el derrumbamiento del reino hetita, aqueos y asiáticos se
disputaron el poder bacante en la guerra con asedios de Troya, Rodas y una guerra en Asia
Menor a mayor escala o extensión.
La guerra de Troya se inserta además en plena época de crisis y decadencia del
mundo micénico y supuso el canto del cisne de dicha cultura. La época contemporánea de
la guerra, el Heládico Reciente HR IIIc muestran un empobercimiento cerámico, artístico y
material, concluídos con la emigración e invasión doria (o la sublevación de los dorios como
las capas sociales más bajas de la sociedad micénica) con la cremación de cadáveres y el
hierro.
Respecto a los troyanos es difícil ver en ellos a un pueblo griego, ya que en la Tróade no se
encuentra toponimia indoeuropea y además culturalmente incineran a los muertos,
mientras que los griegos los enterraban; por ello hay quien dice que eran luvitas o al
menos no griegos.
La Grecia micénica y la Grecia homérica
Que los poemas homéricos se basan en acontecimientos de época micénica es
indudable; que se originaron como poesía épica recitada por aedos, también; que
conservan su esencia micénica, también; pero desde la caída de Troya hasta los poemas
homéricos tal y como los conocemos hoy en día pasaron cerca de 500 años, años que
dejaron su huella en la elaboración homérica.
Los poemas en primer lugar no pretenden narrar la sociedad micénica en sus aspectos
cultural, social, económico ni aspectos similares, sino que sólo pretende narrar un
acontecimiento bélico en función de la exaltación de las hazañas de los héroes y hacer un
relato agradable para los oídos del auditorio; ello no evita que a veces se le escapen
referencias y noticias acerca del mundo originario de estos héroes, pero modernizándolos
en muchos casos, es decir, que presentan grandes anacronismos. Ello nos debe conducir a
no creer que todo lo homérico es micénico y que todo lo micénico va a estar en lo
homérico. Debemos tener a Homero como una fuente de información secundaria o
terciaria, dependiente de la arqueología y de las tablillas de Lineal B.
La validez del mundo micénico de la Ilíada y de la Odisea en menor medida debe ser
puesta en duda sólo con ojear el contenido de los poemas. Que guerreasen diez años por
Asia Menor lejos de sus reinos y además las increíbles aventuras de Odiseo hacen que todo
lo novelesco y ficticio de los poemas se impongan sobre lo histórico relegándolo a ciertas
nociones a modo de citas, como el catálogo de la naves, el carro de guerra micénico, el
casco de dientes de jabalí y poco más.
Bibliografía
Índice
Roberto Lérida Lafarga (IES Serranía Baja, Landete -Cuenca-) Proyecto Clío
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Troya
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Para otros usos de este término véase Troya (desambiguación).
Sitio arqueológico de Troya1
Patrimonio de la Humanidad - UNESCO
Los muros de la ciudad de Troya
Coordenadas 39°57′23.2″N,
26°14′20.4″E
País Turquía
Tipo Cultural
Criterios ii, iii, vi
N° identificación 849
Región2 Europa y
América del Norte
Año de 1998 (XXIIª sesión)
inscripción
1 Nombre oficial según UNESCO
2 Clasificación según UNESCO
Troya (en griego Τροία o Τροίας; también llamada Ilión, en griego Ίλιον o Ίλιος, Wilusa
en hitita y Truva en turco) es una ciudad tanto histórica como legendaria, donde se
desarrolló la Guerra de Troya. La palabra Wilusa es de origen hitita y, según los estudios
de Starke en 1996 (Hawkins 1998, y Niemeier 1999), indica la Troya homérica.
Esta célebre guerra fue descrita, en parte, en la Ilíada, un poema épico de la Antigua
Grecia. Este poema se atribuye a Homero, quien lo compondría, según la mayoría de la
crítica, en el siglo VIII adC, aunque contiene material más antiguo. Homero también hace
referencia a Troya en La Odisea. La leyenda fue completada por otros autores griegos y
romanos, como Virgilio en la Eneida.
La Troya histórica estuvo habitada desde principios del tercer milenio adC. Está situada en
la actual provincia turca de Çanakkale, junto al estrecho de los Dardanelos (Helesponto),
entre los ríos Escamandro (o Janto) y Simois y ocupa una posición estratégica en el
acceso al Mar Negro (Ponto Euxino). En su entorno se encuentra la cordillera del Ida y
frente a sus costas se divisa la cercana isla de Ténedos.
Las especiales condiciones del estrecho de los Dardanelos, en el que hay una corriente
constante desde el Mar de Mármara hacia el mar Egeo y donde suele soplar un viento del
nordeste durante la estación de mayo a octubre, hace suponer que los barcos que en la
antigüedad pretendían atravesar el estrecho debían esperar a menudo condiciones más
favorables durante largas temporadas en el puerto de Troya.
Tras siglos de olvido, las ruinas de Troya fueron descubiertas por excavaciones realizadas
en 1871 por Heinrich Schliemann. En 1998, el sitio arqueológico de Troya fue declarado
patrimonio de la humanidad por la UNESCO.
Mapa de Tróade en la época de Homero.
Tabla de contenidos
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1 Troya legendaria
o 1.1 Fundación mítica
o 1.2 Expedición de Heracles contra Troya
o 1.3 Guerra de Troya
2 Historicidad de la guerra de Troya
3 Troya histórica
o 3.1 Troya en las fuentes hititas
o 3.2 Troya en las fuentes egipcias
o 3.3 Troya en las fuentes históricas
griegas
o 3.4 Troya en las fuentes históricas
romanas
o 3.5 El final de Troya
4 Excavaciones
o 4.1 El dilema Hisarlik-Bunabarschi
o 4.2 Heinrich Schliemann
o 4.3 Misiones arqueológicas posteriores
5 Las diez ciudades
o 5.1 Troya I
o 5.2 Troya II
o 5.3 Troya III-Troya IV-Troya V
5.3.1 Troya III
5.3.2 Troya IV
5.3.3 Troya V
o 5.4 Troya VI
o 5.5 Troya VII
5.5.1 Troya VII-A
5.5.2 Troya VII-B-1
5.5.3 Troya VII-B-2
5.5.4 Troya VII-B-3
o 5.6 Troya VIII
o 5.7 Troya IX
o 5.8 Troya X
6 Referencias y notas
7 Bibliografía
8 Véase también
9 Enlaces externos
Troya legendaria [editar]
Fundación mítica [editar]
Según la mitología griega, la familia real troyana fue iniciada por la pléyade Electra y
Zeus, padres de Dárdano. Éste cruzó hasta Asia Menor desde la isla de Samotracia, donde
conoció a Teucro, que lo trató con respeto. Dárdano se casó con Batiea, hija de Teucro y
fundó Dardania (posteriormente gobernada por Eneas). Tras la muerte de Dárdano, el
reino pasó a su nieto Tros. Zeus raptó a uno de sus hijos, llamado Ganimedes, a causa de
su gran belleza, para convertirlo en copero de los dioses.
Ilo, otro hijo de Tros, fundó la ciudad de Ilión y pidió a Zeus una señal. Casualmente
encontró una estatua conocida como Paladio, que había caído del cielo. Un oráculo decía
que mientras el Paladio permaneciera en la ciudad, ésta sería inexpugnable. Luego Ilo
construyó el templo de Atenea en su ciudad, en el mismo lugar donde había caído.1
Los habitantes de Troya son denominados teucros, mientras Troya e Ilión son los dos
nombres por los que se conocía la ciudad, por tanto Teucro, Tros e Ilo eran considerados
sus fundadores epónimos.
Los romanos relacionaron el nombre de Ilión con el de Iulo (en latín Iulus), hijo de Eneas
y antepasado mítico de la gens Iulia o Iulii, a la que pertenecía Julio Cesar.
Véase también: Estirpe de Troya
Expedición de Heracles contra Troya [editar]
Los dioses Poseidón y Apolo construyeron los muros y fortificaciones alrededor de Troya
para Laomedonte, hijo de Ilo.2 Cuando Laomedonte se negó a pagarles el salario
convenido, Poseidón inundó la tierra y envió un monstruo marino que provocó estragos en
la zona. Como condición para que cesaran los males sobre la ciudad, un oráculo demandó
el sacrificio de Hesíone, hija del rey, para ser devorada por el monstruo, así que fue
encadenada a una roca del litoral.3
Heracles a punto de matar a Laomedonte, frasco de terra sigillata de la Galia, final del
siglo I – principio del siglo II
Heracles, que había llegado a Troya, rompió las cadenas de Hesíone e hizo un pacto con
Laomedonte: a cambio de las yeguas divinas que Zeus había entregado a Tros, padre de
Laomedonte, en compensación por el rapto de Ganimedes, Heracles liberaría la ciudad del
monstruo.4
Los troyanos y Atenea construyeron un muro que debía servir como refugio a Heracles.5
Cuando el monstruo alcanzó la obra defensiva, abrió sus enormes mandíbulas, y Heracles
se arrojó armado en las fauces del monstruo. Después de tres días en su vientre causando
destrozos, salió victorioso y completamente calvo.6
En otras versiones, el enfrentamiento con el monstruo se situaba dentro del camino de ida
de la expedición de los argonautas, y el modo en que Heracles mataba al monstruo era
arrojándole una roca en el cuello.7
Pero Laomedonte no cumplió su parte del pacto, sustituyendo dos de las yeguas inmortales
por dos yeguas ordinarias y como represalia Heracles, encolerizado, le amenazó con atacar
Troya y embarcó de vuelta a Grecia.8
Pasados unos años, encabezó una expedición de castigo de dieciocho naves, después de
reclutar en Tirinto un ejército de voluntarios entre los que se encontraban Yolao,
Telamón, Peleo, el argivo Ecles hijo de Antífates, y Deímaco el beocio. Telamón tuvo
una actuación destacada en el asedio de la ciudad al abrir una brecha en las murallas de
Troya y entrar el primero. Capturada Troya, Heracles mató a Laomedonte y a sus hijos,
excepto al joven Podarces.9
Hesíone fue entregada a Telamón como recompensa y se le permitió llevarse uno
cualquiera de los prisioneros. Ella eligió a su hermano Podarces y Heracles dispuso que
antes debía hacerse esclavo y luego ser rescatado por ella. Hesíone se quitó el velo de oro
de la cabeza y lo dio como rescate. Esto le valió a Podarces el nombre de Príamo que
significa «rescatado».10
Después de haber quemado la ciudad y devastado los alrededores, Heracles se alejó de la
Tróade con Glaucia, hija del dios-río Escamandro, y dejó a Príamo como rey de Troya, en
virtud de su sentido de la justicia, pues fue el único de los hijos de Laomedonte que se
opuso a su padre y le aconsejó que entregara las yeguas a Heracles.11
Guerra de Troya [editar]
Mapa con la procedencia de los contingentes que, según la mitología griega, intervinieron
en la guerra de Troya. Los caudillos aqueos están señalados en verde y los troyanos y sus
aliados, en amarillo.
Artículo principal: Guerra de Troya
Artículo principal: Caballo de Troya
Durante el reinado de Príamo, y a causa del rapto de Helena de Esparta por el príncipe
troyano Paris, los griegos micénicos, comandados por Agamenón, tomaron Troya tras
haber puesto sitio a la ciudad durante diez años. La Guerra de Troya fue fechada por
Eratóstenes entre 1194 adC-1184 adC, por el Marmor Parium entre 1219 adC-1209 adC y
por Heródoto en 1250 adC.
La mayoría de los héroes de Troya y de sus aliados murieron en la guerra, pero unos pocos,
liderados por Eneas, lograron sobrevivir y navegaron hasta llegar primero a Cartago y
luego a la península itálica, donde llegaron a ser los ascendientes de los fundadores de
Roma. A los primeros asentamientos de estos supervivientes en Sicilia y en Italia se les dio
igualmente el nombre de Troya.12 Los barcos troyanos en los que viajaron fueron
transformados por Cibeles en náyades, cuando iban a ser quemados por Turno, el rival de
Eneas en Italia.13
Según narran Tucídides y Helánico de Lesbos, otros troyanos supervivientes se
establecieron en Sicilia, en las ciudades de Erice y Egesta, recibiendo el nombre de
élimos.14 Además, Heródoto comenta que los Maxies eran una tribu del oeste de Libia
cuyos miembros afirmaban ser descendientes de los hombres llegados desde Troya.15 16
Algunos de estos relatos míticos, a veces con contradicciones entre sí, aparecen en la Ilíada
y la Odisea, los célebres poemas homéricos, y en otras obras y fragmentos posteriores.
Historicidad de la guerra de Troya [editar]
El problema de la autenticidad histórica de la guerra de Troya ha suscitado conjeturas de
todo tipo.
El arqueólogo Schliemann admitía que Homero fue un poeta épico y no un historiador, y
que pudo exagerar el conflicto en aras de la libertad poética, pero no que lo inventara. Poco
después, el también arqueólogo Dörpfeld defendió que Troya VI fue víctima del
expansionismo micénico. A esta idea se ha sumado recientemente Sperling, en 1991.
Los estudios de Blegen y su equipo admitieron que una expedición aquea debió haber sido
la causa de la destrucción de Troya VII-A hacia el 1250 adC (actualmente se suele fijar el
fin de esta ciudad más cerca de 1200 adC), sin embargo hasta ahora no se ha podido
demostrar quienes fueron los atacantes de Troya VII-A.
Hiller, en cambio, también en 1991, señaló que debió haber dos guerras en Troya que
marcaron el fin de Troya VI y Troya VII-A. Mientras, Demetriou, en 1996, insistió en la
fecha de 1250 adC para una histórica guerra de Troya, en un estudio en el que se basó en
yacimientos chipriotas.
Frente a ellos se halla una corriente de opinión escéptica encabezada por Moses Finley que
niega la presencia de elementos micénicos en los poemas homéricos y señala la ausencia de
pruebas arqueológicas acerca de la historicidad del mito.17
Joachim Latacz, en un riguroso estudio publicado en el que relaciona fuentes arqueológicas,
fuentes históricas hititas y pasajes homéricos como el catálogo de naves del libro II de la
Ilíada, ha probado el origen micénico de la leyenda, pero, con respecto a la historicidad de
la guerra, se ha mostrado cauto y solo ha admitido que es probable la existencia de un
sustrato histórico de la leyenda.18
También se ha tratado de fundamentar la historicidad de la leyenda con el estudio de textos
históricos contemporáneos a la edad del Bronce tardío. Carlos Moreu ha interpretado una
inscripción egipcia de Medinet Habu, en la que se narra el ataque sobre Egipto de los
Pueblos del mar, de manera distinta a la interpretación tradicional. Según esta
interpretación, los aqueos habrían atacado varias regiones de Anatolia entre las que se
encontrarían Troya y Chipre, y los pueblos atacados habrían establecido un campamento
en Amurru y posteriormente habrían formado la coalición que se enfrentó a Ramsés III en
1186 adC.19
Troya histórica [editar]
Troya en las fuentes hititas [editar]
Artículo principal: Tratado Alaksandu
Artículo principal: Carta de Manapa-Tarhunta
Mapa con la situación de Wilusa, al noroeste del imperio hitita (siglo XIV adC).
La ciudad de Troya estuvo habitada desde la primera mitad del tercer milenio adC, pero su
momento de mayor esplendor coincidió con el auge del imperio hitita.
En 1924, poco después del desciframiento de la escritura hitita, Paul Kretschmer había
comparado un topónimo que aparece en fuentes hititas, Wilusa, con el topónimo griego
Ilios, usado como nombre de Troya. Los eruditos, basándose en pruebas lingüísticas,
establecieron que el nombre Ilios había perdido una digamma inicial y anteriormente había
sido Wilios.
A esto se unía otra comparación entre un rey de Troya que aparece escrito en documentos
hititas, denominado Alaksandu, y Alejandro, usado en la Ilíada como otro nombre de Paris,
príncipe troyano.
Estas propuestas de identificación de Wilusa con Wilios y de Alaksandu con Alejandro en
principio fueron motivo de controversia: era dudosa la situación geográfica de Wilusa y en
fuentes hititas aparece también el nombre de Kukunni como rey de Wilusa y padre de
Alaksandu, sin aparente relación con la leyenda de Alejandro, aunque algunos han señalado
que este nombre podría tener su equivalente en griego en el nombre Κύκνος (Cicno), otro
personaje del ciclo troyano.
Sin embargo, en 1996, Frank Starke probó que, efectivamente, la localización de Wilusa
debe situarse en el mismo lugar donde está la región de la Tróade.
No obstante, algunos arqueólogos como Dieter Hertel todavía se niegan a aceptar esta
identificación entre Wilusa e Ilios.
Los principales documentos hititas que mencionan a Wilusa son:
E
l llamado Tratado Alaksandu, que fue un pacto entre el rey hitita Muwatallis II y
Alaksandu, rey de Wilusa, datado a principios del siglo XIII adC. Del texto de este
tratado se ha deducido que Wilusa tenía una relación de subordinación respecto del
Imperio Hitita.
Entre los dioses que son nombrados en el tratado como testigos del pacto figuran
Apaliunas, que algunos investigadores han identificado con Apolo, y Kaskalkur, cuyo
significado es camino al inframundo. Sobre Kaskalkur, el arqueólogo Korfmann indica
que:
De este modo se designaban los cursos de agua que desaparecían en el suelo de las regiones
cársticas y volvían a surgir al exterior, pero los hititas también usaban este concepto para las
galerías de agua instaladas artificialmente.
Esta divinidad ha sido por ello asociada al descubrimiento de una cueva con un manantial a
200 metros al sur del muro de la acrópolis que se ha datado a principios del tercer milenio
adC y en torno a la cual podrían haber surgido mitos.
También se ha señalado la coincidencia que supone la alusión del autor Esteban de
Bizancio a que un tal Motylos, que podría ser una helenización del nombre de Muwatalli,
prestó hospitalidad a Alejandro y Helena.
Una carta escrita por el rey de Seha (estado vasallo hitita) Manapa-Tarhunta al
rey Muwatallis II, y por tanto datada también alrededor de 1295 adC, donde se da
información de un tal Piyamaradu que había encabezado una expedición militar contra
Wilusa y contra la isla Lazba, identificada por los investigadores con Lesbos.
En la Carta de Tawagalawa (h. 1250 adC), generalmente atribuida a Hattusil
20
III, el rey hitita hace referencia a antiguas hostilidades entre los hititas y los ahhiyawa
posiblemente sobre Wilusa, resueltas de manera amistosa en esta carta:21
Ahora es cuando hemos llegado a un acuerdo en el asunto de Wilusa respecto al cual estuvimos
enemistados...
La última mención de Wilusa conservada en fuentes hititas aparece en un fragmento de la
llamada carta de Millawanda, remitida por rey Tudhalia IV (1240-1215 adC), a un
destinatario desconocido. En ella, el rey de los hititas explica que va a usar todos los
medios a su alcance para reponer en el trono de Wilusa a Walmu, un sucesor de Alaksandu
que había sido destronado y exiliado. Sin embargo, T.R. Bryce, dice que este hecho es
mencionado con anterioridad, consignándolo en su reinterpretación de la Carta de
Tawagalawa.22
Además, en un informe del rey Tudhalia I (1420-1400 adC), éste declara que tras una
expedición de conquista, una serie de países le declararon la guerra, en cuya lista se
encuentran, seguidos:
...el país Wilusiya, el país Taruisa...
Algunos investigadores, como Garstang y Gurney, han deducido que Taruisa podría
identificarse con Troya; sin embargo, esta equivalencia no cuenta aún con el respaldo de la
mayoría de los hititólogos.
Troya en las fuentes egipcias [editar]
Relieves de Medinet Habu que muestran a Ramsés III derrotando a los pueblos del mar.
No es segura la mención de Troya en las fuentes egipcias de la edad de bronce. Sin
embargo, algunos eruditos han investigado la relación que podría tener con las
inscripciones de Medinet Habu que cuentan la batalla entre los egipcios de Ramsés III
contra el intento de invasión de los pueblos del mar, en 1186 adC.23
Según las inscripciones, los egipcios derrotaron en una batalla terrestre y en otra marítima a
una coalición de pueblos de identificación dudosa. Entre las denominaciones de los pueblos
que componían la coalición figuran los weshesh, que podrían tener relación con Wilusa y
los tjeker, que se han puesto en relación con los teucros.
Troya en las fuentes históricas griegas [editar]
Los primeros colonos griegos que llegaron debieron ser emigrantes eolios. El origen del
santuario de Atenea de la ciudad podría remontarse al año 900 adC. Explica el arqueólogo
Dieter Hertel que:
Como muy tarde desde 900 fue también venerada la diosa griega Atenea, como se deduce del
grueso sedimento sobre el revestimiento del pozo del bastión nororiental, que estaba completamente
lleno de residuos de ofrendas.
Otros autores, en cambio, sostienen que los griegos no llegaron a colonizar Troya hasta el
año 700 adC. En todo caso hasta el siglo III adC debió ser una entidad pequeña de
población, de menor nivel que otras colonias litorales próximas como Sigeo y Aquileo.24
Troya fue parte del reino de Lidia, teniendo como capital a la ciudad de Sardes
probablemente desde la época de Aliates, uno de los reyes de la dinastía Mermnada, de
principios del siglo VI adC. El último rey de esta dinastía fue Creso, que llegó a reinar
sobre casi todos los territorios al oeste del río Halys.
Los persas, bajo el mando de Ciro II el Grande, derrotaron a Creso en la batalla del río
Halys e invadieron su reino, incluida Troya, en 546 adC. Entre 499 y 496 adC, durante la
revuelta jónica, los eolios apoyaron a los jonios contra los persas bajo el reinado de Darío
I, pero la rebelión fue sofocada. Himeas fue el general persa que sometió a Ilión en esta
revuelta.25
Posteriormente la visita de Jerjes I a Troya en 480 adC fue también relatada por
Heródoto, que cuenta que sacrificó a Atenea mil bueyes y los magos ofrecieron libaciones
a los héroes.26
Una de las consecuencias de la firma de la Paz de Calias entre persas y atenienses fue que
Troya, junto a muchos territorios de Asia Menor, estuvo bajo la dirección de Atenas desde
449 adC; luego, a fines de ese mismo siglo pasó a pertenecer a un principado dárdano
dependiente de Persia; pero poco después, desde 399 adC, perteneció a Esparta y en el
387 volvió a pasar a control de Persia tras la firma de la Paz de Antálcidas con Esparta.
Alejandro Magno protegió especialmente la ciudad, a la que llegó en 334 adC. Él mismo
se consideraba como un nuevo Aquiles y guardaba como un tesoro un ejemplar de la Ilíada.
La visita de Alejandro Magno a Troya es narrada por Plutarco y por Estrabón:
Subió a Ilión e hizo un sacrificio a Atenea, así como libaciones a los héroes. En la tumba de
Aquiles, tras ungirse de aceite y correr desnudo junto con sus compañeros, como es su costumbre,
depositó coronas, llamándolo bienaventurado, porque en vida tuvo un amigo leal y tras su muerte
un gran heraldo de su gloria.27
Dicen que la ciudad de los actuales ilieos había sido durante un tiempo una aldea con un pequeño y
humilde santuario de Atenea, pero que cuando Alejandro llegó allí después de la batalla de Gránico
adornó el santuario con ofrendas, dio a la aldea el título de ciudad, ordenó a los encargados que la
realzaran con edificios y le otorgó la libertad y exención de impuestos. 28
Tras derrotar a los persas prometió hacer de Ilión una gran ciudad, aunque fue Lisímaco de
Tracia, uno de sus generales, el artífice de la mayor parte de las reformas y ampliación de
la ciudad.29
Entre los años 275 y 228 adC, Troya perteneció al Imperio Seléucida, que años atrás había
sido fundado por Seleuco, otro de los sucesores de Alejandro. Del 228 al 197 adC, la
ciudad fue independiente, pero con vínculos con el reino de Pérgamo. Volvió a pertenecer
a los seléucidas entre 197 y 190 adC.
Durante toda esta época siguió siendo importante el culto a Atenea. Un ritual que se
celebraba en su honor era el sacrificio de bueyes, que se colgaban de un pilar o un árbol y
allí se les abría la garganta.
Áyax el menor arrastra a Casandra, agarrada al Paladión. Copa ática de figuras rojas, 440-
430 adC.
También se celebraba una costumbre relacionada con el mito de la guerra de Troya: puesto
que la leyenda decía que Áyax Locrio había arrastrado durante el saqueo de Troya a la
princesa Casandra de la estatua de Atenea a la que estaba agarrada buscando su
protección, los locrios habían sido obligados por el Oráculo de Delfos a enviar cada año
durante un periodo de mil años a dos o más muchachas de origen noble a Troya. Las
muchachas, una vez llegadas a la costa troyana, trataban de alcanzar el templo de Atenea; si
lo conseguían, se convertían en sacerdotisas del templo, pero los habitantes de Troya
trataban de matarlas en su trayecto. Si alguna moría, los locrios debían enviar otra en su
lugar. La mayoría lograba su objetivo y alcanzaba el templo de Atenea. Hay controversia
sobre cuándo dejó de practicarse esta costumbre. Algunos señalan que finalizó tras la
guerra focidia, en 346 adC; otros creen que se practicó hasta el siglo I.30
Troya en las fuentes históricas romanas [editar]
El prestigio de Troya en la época romana fue acompañado de motivaciones ideológicas y
políticas ligadas a las propias raíces de la fundación de Roma.
En 190 adC, las tropas romanas llegaron a la ciudad y tras ofrecer sacrificios a Atenea
pusieron a Ilión bajo su protección. Según Plinio el Viejo, Ilión era una aldea en la época
de la batalla de Magnesia (189 adC), en la que Antígono III fue derrotado por los
romanos.31
Tras la paz de Apamea, la ciudad fue parte de los dominios del reino de Pérgamo entre
188 y 133 adC, hasta que Pérgamo cayó bajo el poder de Roma y Troya pasó a formar
parte de la provincia romana de Asia.
En el año 85 adC, el general romano Fimbria destruyó y saqueó Troya durante la guerra
contra Mitrídates, que había combatido la dominación romana en Oriente. Posteriormente
el emperador Augusto reconstruyó el templo de Atenea.
Julio César, después de la batalla de Farsalia, visitó, en el año 48 adC, la ciudad de
Ilium, que él consideraba patria de sus antepasados. Aumentó el territorio de la ciudad y la
liberó de tributos. En esa misma época se acuñó por vez primera moneda con la imagen de
Eneas huyendo de Troya con su padre Anquises en brazos y el mítico Paladio. Según
cuenta Suetonio, Julio César meditaba trasladar su residencia a Ilium.
El emperador Caracalla llegó a Ilium en el año 214 y allí consagró a Aquiles una estatua y
organizó desfiles militares en torno a la supuesta tumba del guerrero mítico. Para que estos
actos se asemejaran más a los juegos en honor de Patroclo tras su muerte, narrados en la
Ilíada, mató a su amigo Festus para que tomara el papel de Patroclo.
El final de Troya [editar]
Después de que el emperador Constantino hubiera hecho oficial el cristianismo como
religión del Imperio Romano, el emperador Juliano el Apóstata, partidario de las
antiguas creencias, visitó la ciudad en 354-355, pudiendo comprobar que la tumba de
Aquiles seguía allí y que se seguían ofreciendo sacrificios a Atenea. Sin embargo, en 391 se
prohibieron los ritos paganos.
Hacia el año 500 ocurrió un gran terremoto que provocó el definitivo derrumbe de los
edificios más emblemáticos de Troya.
Parece ser que Troya siguió siendo un asentamiento poblado durante la época del Imperio
Bizantino, hasta el siglo XIII, pero apenas se tienen noticias de sucesos ocurridos en ella y
poco después la misma existencia de la ciudad cayó en el olvido.
Tras la Caída de Constantinopla en 1453, la colina sobre la que se asentaba Troya fue
llamada Hisarlik, cuyo significado en turco es dotada de fortaleza.
Excavaciones [editar]
Plano de los estratos de Troya identificados en las excavaciones
El dilema Hisarlik-Bunabarschi [editar]
Desde comienzos del siglo XIX el hallazgo de inscripciones había convencido a Edward
Daniel Clarke y John Martin Cripps de que en la colina de Hisarlik, a unos 4,5 km de la
entrada de los Dardanelos, en la provincia turca de Canakkale, estuvo emplazada la
ciudad de Troya.
En su Disertación sobre la topografía de la llanura de Troya, publicada en Edimburgo en
1822, el estudioso escocés Charles MacLaren había sostenido la hipótesis de que el
emplazamiento de la Nueva Ilión grecorromana coincidía con el de la fortaleza cantada por
Homero.
Pero no todos los investigadores se mostraban de acuerdo. En 1776, el francés Choisseul-
Gouffier opinaba que la antigua Troya estaba ubicada en la colina de Bunarbaschi, a 13
kilómetros de los Dardanelos y esta hipótesis fue popularizada años después por Jean
Baptiste Lechevalier.
En aquella época ambas posibilidades no eran seguidas demasiado en serio por la mayoría
de los académicos.
Heinrich Schliemann [editar]
Tras una pequeña tentativa de excavación en el área realizada en 1863 por Frank Calvert,
en la década de 1870 el arqueólogo alemán Heinrich Schliemann excavó la colina de
Hisarlik. La prosecución de los trabajos llevó a Schliemann a distinguir siete ciudades o
estadios de ocupación del lugar, asignando la fase de Troya II a la Troya homérica. Entre
sus más llamativos hallazgos figura el llamado Tesoro de Príamo. A partir de 1882 volvió
a excavar en el lugar junto con Wilhelm Dörpfeld que había trabajado en las excavaciones
alemanas en Olimpia. Schliemann se vio obligado a reconocer que el estrato de Troya II
era mucho más antiguo y fue Troya VI la que pasó a ser considerada como la ciudad
homérica. Tras la muerte de Schliemann, Dörpfeld volvió a excavar entre 1893 y 1894. El
resultado de estas campañas fue el hallazgo de nueve ciudades construidas sucesivamente
las unas sobre las otras.
Misiones arqueológicas posteriores [editar]
De 1932 a 1938, un equipo estadounidense volvió a excavar en el lugar, bajo la dirección
de Carl William Blegen, que diferenció con mayor detalle cada una de las fases de
construcción de las ciudades y propuso a Troya VII A como la ciudad destruida por los
griegos micénicos. En 1988 se reanudaron las excavaciones, dirigidas por el alemán
Manfred Korfmann, que logró importantes descubrimientos, como el hallazgo de un gran
barrio bajo en Troya VI. Korfmann falleció en 2005. A partir de entonces dirige las
excavaciones el austriaco Ernst Pernicka. Los resultados de las excavaciones se estudian
en la unidad de trabajo llamada Proyecto Troya, de la universidad de Tubinga y cada año
se publica lo más importante en la revista Studia Troica.
Las diez ciudades [editar]
A raíz de las distintas excavaciones fue reconstruida la historia de Troya en sus diez fases
de ocupación. Desde Troya I a Troya V se atestigua un largo periodo de continuidad
cultural. Troya VI da fe de un segundo florecimiento de la ciudad.
Troya VII es la principal candidata para identificarse con la Troya homérica. Troya VIII y
Troya IX cubren, respectivamente, la Grecia arcaica, la época clásica, el periodo
helenístico y romano. Troya X es la perteneciente al periodo Bizantino.
Desde el primer asentamiento hasta Troya VII no existen restos de documentación escrita
que ayuden a la valoración histórica y social del desarrollo de la ciudad.32
Troya I [editar]
Según Blegen, Troya I existió por espacio de cinco siglos -la estratificación es de más de
cuatro metros- y ocupaba sólo la mitad noroccidental de la colina.
La ciudadela de Troya I (2920 adC-2450 adC, aproximadamente), sacada a la luz por
Schliemann, estaba constituida por un recinto de murallas fortificadas de piedra, de 2,50 m
de grosor, probablemente con torres salientes; quedan huellas de la oriental, de una altura
de 3,50 m y que controlaría la entrada. Estaba formada por piedras irregulares y se
estrechaba por la parte alta.
Las viviendas asociadas con la muralla son del tipo de megaron,33 que se convertiría en el
estándar de la ciudad. Aparece, por primera vez, cerámica decorada con rostros humanos
esquemáticos.
Alojó a una población cuya cultura, llamada de Kum Tepe, era neolítica, pero ya
plenamente insertada en la Edad del Bronce Antiguo.
Fue destruida por un incendio, reedificada y dio así origen a Troya II.
Troya II [editar]
Fotografía del Tesoro de Príamo hallado en Troya II.
Troya II (2600 adC-2350 adC) siguió siendo una ciudad pequeña y fortificada,34 de planta
poligonal, con torres cuadradas en los ángulos y provista de un acceso principal que da al
lado sur.
Esta fase de ocupación fue puesta al descubierto por Schliemann, y reexaminada por
Dörpfeld.
Aunque conste que Troya I fue bruscamente destruida, no existe interrupción ni
cronológica ni cultural entre ambas.
En esta fase se verifica un progreso, tanto en la topografía urbana como en la técnica
arquitectónica. Los megarones y los propileos fueron desplazados hacia el corazón de la
ciudad. El modelo de casa llamado megaron, que es una gran estancia rectangular, con el
hogar doméstico, precedida de un vestíbulo abierto, fue un tipo de vivienda característico
del Heládico de la Grecia continental.
El sistema de propileos de dimensiones decrecientes, del exterior al interior del conjunto
palatino, se encuentra también en Tirinto, mientras que una concepción planimétrica
similar se repite en la Acrópolis de Atenas.
Las puertas más grandes están junto a la puerta suroeste, a través de una monumental
rampa, y daban acceso al palacio real, a través de un pequeño propileo en megaron.
El edificio más importante es un megaron, originalmente de 35-40 m, cuya mayor estancia
tiene unos 20 x 10 m, donde Dörpfeld encontró los restos de una plataforma que tal vez
albergara un hogar.
Los otros megara descubiertos por Dörpfeld debían ser las residencias privadas del rey y de
su familia, y el almacén central para las reservas.
Fue con seguridad una ciudad muy próspera, como lo prueban los restos de un gran recinto
amurallado, la llamada Casa del Rey y sus más de 600 pozos, según Dörpfeld, para
almacenar provisiones y que en general contenían restos de grandes jarras de conservación,
probablemente cubiertas de ladrillos, que estaban diseminados por la ciudadela.
Rampa de entrada a Troya II
La gran sencillez de los edificios del conjunto del palacio de Troya II se contrapone a la
arquitectura oficial contemporánea de Mesopotamia bajo los reyes de Akkad (2300-2200
adC), de rico aparato escénico, como las residencias y los templos de los gobernadores de
Lagash, y de la dinastía III de Ur, y a las construcciones monumentales del Egipto
faraónico de la época del Imperio Antiguo (2950-2220 adC). Esta sencillez de los edificios
de Troya sorprende al compararlos con la profusión y la riqueza de la joyería y orfebrería
de la época, testimoniadas por los célebres tesoros que Schliemann atribuyó a Príamo y que
Blegen asignó a la fase de Troya II.
Éste es el patrimonio artístico más ingente y significativo de la Troya del tercer milenio
adC.
Los tesoros (datados en torno al 2600 adC) están compuestos de valiosos objetos de metales
preciosos y piedras, que fueron donados por Schliemann a Alemania y tras el fin de la
segunda guerra mundial fueron a parar a Moscú, donde actualmente se encuentran, en el
museo Pushkin.
De los nueve lotes, los más importantes comprenden colecciones de puñales, utensilios y
ornamentos de las vestiduras y muchas vajillas de oro y plata.
Entre los objetos preciosos destaca un disco grande, provisto de un ónfalos (literalmente
ombligo, una especie de abultamiento en el centro del objeto) y de un largo mango
aplanado, que termina con una pequeña serie discos pequeños. Se usaba para tamizar el oro,
y es parecido a utensilios hallados en Ur y en Babilonia, entre finales del III milenio y
principios del segundo milenio adC.
Entre las joyas hay dos diademas femeninas que adornaban la frente con una franja de
menudas y tupidas cadenas de oro, terminando cada una de ellas con un colgante de
láminas doradas en forma de flor o de hoja. Se encontraron junto con una serie de collares y
pendientes, en una jarra grande de plata.
El incendio acaecido hacia el 2200 adC y la precipitada huida de los habitantes, que marcan
el final de Troya II, no parecen haberse producido a consecuencia de una guerra perdida,
sino más bien de una catástrofe natural.
Troya III-Troya IV-Troya V [editar]
Con el transcurso del tercer milenio adC, una primera y masiva ola de invasiones de
pueblos indoeuropeos marca en el área mediterránea sensibles cambios, registrados
también en Troya en las fases III-V de la vida de la ciudad, cuya cultura no parece
interrumpirse, pero sí reducirse drásticamente: faltan huellas seguras de murallas
fortificadas hasta Troya V. Los restos de los edificios son exiguos y de calidad inferior a los
de los precedentes y la imagen de conjunto del sitio responde más bien a la de un centro
comercial que a la próspera ciudad del tercer milenio adC.
Troya III [editar]
Sobre las ruinas de Troya II se alzó Troya III (2350-2200 adC), construida casi
completamente de piedra, a diferencia de las precedentes que lo fueron de adobe.
Son característicos de Troya III los vasos antropomórficos, como el hallado por
Schliemann en 1872 y que según él representaba a Atenea Ilias.
La ciudad floreció durante siglo y medio y luego fue arrasada.
Troya IV [editar]
Con una superficie de 17.000 m2, Troya IV (2200-1900 adC), muestra la misma técnica de
amurallamiento que Troya II y Troya III. En cambio son nuevos los hornos en cúpula y un
tipo de vivienda con cuatro habitaciones.
Troya V [editar]
Troya V (1900-1700 adC) es una total reconstrucción de Troya IV, sobre la base de un
plano urbanístico más regular y con casas espaciosas, pero sin una ruptura cultural con
respecto a los asentamientos precedentes. Con ella, finaliza la fase premicénica de la
historia de Troya.
Troya VI [editar]
Gráfico de las capas del sitio arqueológico.
Troya VI (1700-1300 adC ó 1250 adC) corresponde al periodo crucial de la historia
anatolia comprendida entre el fin de las colonias comerciales asirias de Kültepe-Kanish
(hacia mediados del siglo XVIII adC) y la formación y la expansión del imperio hitita
(hasta la primera mitad del siglo XIII adC), cuando probablemente un fuerte terremoto
acabó con la ciudad, que había resurgido a una nueva vida, tras la larga fase precedente de
«ciudad mercado».
Fue un lugar próspero, sede de un rey, príncipe o gobernador y centro administrativo que
fue progresivamente ampliado hasta alcanzar en el siglo XIV adC, su forma definitiva.
Estuvo habitada por inmigrantes de origen indoeuropeo que se dedicaron a nuevas
actividades como la cría y doma de caballos, imprimieron un gran desarrollo a la tecnología
del bronce y practicaron el rito funerario de la incineración.
La mayoría de los fragmentos de cerámica son de la llamada cerámica gris de Anatolia.35
Las vasijas micénicas que también han sido halladas son una prueba de la existencia de
relaciones comerciales entre Troya y la civilización micénica.
Entre las estructuras fundamentales de Troya VI destaca la fortaleza, con el monumental
bastión de 9 m de altura y ángulos muy agudos, en posición análoga a la de Troya II, en el
Bronce Antiguo (Troya I-II), dominando el curso del Escamandro.
En caso de asedio, disponía de una enorme cisterna de 8 m de profundidad en el interior del
bastión central.
El trazado de las murallas con un diámetro de unos 200 m (el doble del recinto más
antiguo), se desdoblan en un segundo cerco concéntrico al precedente con una altura media
de 6 m y un grosor de 5 m. Se llegaba por una puerta principal, controlada por una torre
fortificada y por otras tres secundarias, de las que partían en sentido radial amplias calles
convergentes hacia el centro septentrional de la ciudad, hoy desaparecido.
Al atravesar las puertas se encontraban piedras rectangulares, en forma de pilar, encajadas
cada una en otro bloque de piedra, del tamaño aproximado de una persona. Este tipo de
elementos es bastante común en el ámbito hitita. El arqueólogo Peter Neve cree que
podrían estar relacionados con el culto a divinidades protectoras de las puertas, mientras
Manfred Korfmann sugiere que podrían estar relacionadas con el culto a Apolo.
La técnica de construcción resulta compleja, con la estructura de base de piedra y la
superestructura de adobes en una altura de 4-5 m.
En el interior de las murallas aún hay pocas viviendas de planta rectangular y provistas de
un pórtico, pero sólo se conserva la planta baja: entre las ruinas más imponentes de Troya
VI hay que señalar la llamada "Casa de los Pilares", de forma trapezoidal, de 26 m de larga
y 12 m de ancha. Está formada por un recibidor, al este, y una amplia sala central, que
termina en tres pequeñas habitaciones posteriores. Se trataba de un edificio público para las
ceremonias oficiales reales.
En Troya VI, la disposición de los edificios y de los ejes de circulación se adaptaba a la
forma circular de las murallas, cuyo centro debían de constituirlo el palacio y su templo.
En otra colina llamada Yassitepe, más cerca del mar, se ha encontrado una necrópolis de la
época de la edad de bronce con inhumaciones de hombres, mujeres y niños, así como
ajuares funerarios formados por los mismos tipos de cerámica hallados en Troya VI. En el
mismo lugar se han encontrado también algunos restos de incineraciones.
El gran barrio bajo de la ciudad fue descubierto por Korfmann a partir de 1988, ayudado
por una nueva técnica llamada prospección magnética. Tras este descubrimiento, se
atribuye a la ciudad una superficie de 350 000 m², es decir, trece veces más grande que la
acrópolis ya conocida. Con unas dimensiones también considerables, Troya sobrepasaba en
superficie a otra gran ciudad de la época, Ugarit (200 000 m²), y es de hecho una de las
ciudades más grandes de la Edad del Bronce. Su población oscilaría entre 5 000 y 10 000
habitantes. En caso de asedio se estima que podría albergar 50 000 habitantes de toda la
región.
Ante él, fueron descubiertos, en 1993 y 1995, dos fosos paralelos de 1 a 2 metros de
profundidad , que podrían haber servido de defensa contra un ataque perpetrado con carros
de guerra. También fueron halladas, en 1995, una puerta de la fortificación del
mencionado barrio, el arranque de la muralla del barrio bajo y una calzada empedrada que
desde la llanura del río Escamandro se dirigía a la puerta occidental de la acrópolis.
Troya VII [editar]
Troya VII-A [editar]
Maqueta de Troya VII
El complejo palaciego de Troya VI fue destruido probablemente por un violento terremoto
hacia 1300 adC, si bien algunos investigadores se inclinan por datar su final hacia 1250
adC. Su inmediata reconstrucción en la sucesiva fase de Troya VII-A ha planteado el
interrogante de cuál de las dos ciudades fue la Ilión homérica.36
Blegen rechazó la tesis de Dörpfeld que apuntaba a la fortaleza micénica de Troya VI-
probablemente destruida por un terremoto y no por un incendio-, y se inclinó por el
asentamiento de Troya VII A, donde existe un espeso estrato de cenizas y restos
carbonizados que puede datarse hacia el 1200 adC.
Entre los restos hallados en este estrato figuran restos de esqueletos, armas, depósitos de
guijarros (que podrían tratarse de municiones para disparar con honda) e, interpretada por
algunos como muy significativa, la tumba de una niña, cubierta con una serie de vasijas de
provisiones, indicio de un enterramiento urgente a causa de un asedio.
Además la fecha de su fin no se aleja mucho de las dataciones que, en base a la duración de
las generaciones, fijaron los eruditos griegos Heródoto, Eratóstenes (fechas ya mencionada
en la sección de Guerra de Troya), Dúrides de Samos y Timeo (estos dos últimos
sugieren el 1334 adC).
Por todo ello algunos eruditos señalan que la «ciudad de Príamo» se corresponde con Troya
VII-A, a pesar de la indudable inferioridad artística y arquitectónica que la distingue de la
precedente.
Troya VII-B-1 [editar]
En el sucesivo nivel de Troya VII-B-1 (1200-aprox. 1100 adC) se han encontrado restos de
una cerámica bárbara que no se hacía con torno sino a mano y con una arcilla tosca. Por
restos similares que se han encontrado en otras zonas se ha supuesto que en esta época se
asentó un pueblo extranjero procedente de los Balcanes.
Además, la ciudad muestra una gran acumulación de terreno quemado, hasta 1 m, de
grandes y repetidas perturbaciones, que no interrumpieron la continuidad de la vida en la
ciudad, donde las murallas y viviendas fueron preservadas.
De ello se ha deducido que durante esta época se produjeron al menos dos incendios y uno
de ellos produjo el final de esta colonia.
Grecia y el Egeo hasta el final de la civilización micénica
Continente
Troya Cícladas Creta
griego
Troya I Grotta-Pilos
2920-2450 3200-2700
adC adC
Troya II Karos-Siros
Bronce 2600-2350 2700-2200 Minoico antiguo (Prepalacial) Heládico antiguo
antiguo adC adC 2500-1850 adC 2700-1850 adC
Troya III Filacopí I
2350-2200 2200-2000
adC adC
Troya IV
2200-1900
adC
Troya V Filacopí II
Bronce 1900-1700 Minoico medio I-IIIA (Protopalacial) Heládico Medio
2000-1800
medio adC 1850-1550 adC 1850-1580 adC
adC
Troya VI
1700-1300
adC
Troya VII-A Minoico Medio IIIB-Minoico tardío II Micénico I
1300-1200 (Neopalacial) 1580-1500 adC
adC 1550-1400 adC
Bronce Micénico II
Troya VII- Minoico tardío III 1500-1425 adC
tardío
B-1 1400-1100 adC
1200-1100 Micénico III
adC 1425-1100 adC
Troya VII-B-2 [editar]
El signo más evidente de un componente nuevo en el orden social y cultural está
representado en el nivel de Troya VII-B-2, (1100-1020 adC) por la cerámica llamada
knobbed ware, (aunque también han aparecido restos de cerámica similares a la de la etapa
anterior e incluso unos pocos restos de cerámica micénica) con decorativas protuberancias
en forma de cuernos, difundida ya en los Balcanes y probablemente herencia de gentes
recién llegadas, infiltradas pacíficamente en la región o bien producto de intercambios
culturales entre Troya y otras regiones extranjeras.
También la técnica de construcción varía sensiblemente con murallas reforzadas en las
hiladas inferiores con monumentales ortostatos.
En 1995 fue hallado un documento escrito en este estrato consistente en un sello de bronce
donde aparecen signos de un sistema de escritura del idioma luvita denominado
luvioglífico. Fue descifrado en su sentido especial encontrando que en una de sus caras
contiene la palabra escriba, en el reverso la palabra mujer y, a ambos lados, el signo bueno.
Por todo ello se ha supuesto que el dueño del sello debió ser un funcionario oficial.
Troya VII-B-2 cayó a causa de un incendio debido probablemente a causas naturales.
Troya VII-B-3 [editar]
La diferenciación de este estrato con el anterior se debe al arqueólogo Manfred Korfmann,
que defiende que tras el fin de la anterior ciudad hubo a continuación otra colonia que debe
distinguirse de la anterior caracterizada por la utilización de cerámica protogeométrica y
que desapareció en torno a 950 adC, quedando a continuación el lugar casi deshabitado
hasta el año 750 o 700 adC.
Frente a ello, Dieter Hertel cree que ya los griegos se establecieron en Troya desde el fin de
Troya VII-B-2.
Troya VIII [editar]
Tetradracma de plata de Troya del período helenístico, 188–160 adC. Cabeza de Atenea
con casco ático en el anverso. Figura femenina en el reverso y lechuza con la inscripción:
ΑΘΗΝΑΣ ΙΛΙΑΔΟΣ, ΚΛΕΩΝΟΣ ΙΛΙΟΥ
La historia de Troya en la época griega antigua, no se remonta mucho más allá del siglo
VII adC, igual que ocurre con los otros numerosos testimonios del área noroccidental del
Asia Menor y de la propia Bizancio.
Durante unos 250 años, entre 950 y el 700 adC, la colina de Hisarlik debió permanecer casi
deshabitada, aunque algunos autores como el ya mencionado Dieter Hertel defienden lo
contrario.
En Troya VIII aparece una floreciente actividad arquitectónica, sobre todo religiosa: el
primer gran edificio de culto de la época descubierto, el llamado upper témenos (recinto
superior), conserva aún en el centro un solemne altar y otro, de la época de Augusto, en el
lado occidental. Sigue el lower témenos (recinto inferior), con dos altares, quizá para
sacrificios a dos divinidades, ambas desconocidas.
El santuario de Atenea, cuyo origen podría remontarse al siglo IX adC, fue convertido en
un gran templo, de riguroso orden dórico, en el siglo III adC. Para ello, y para la
construcción de la stoa, se demolieron algunos edificios de la acrópolis de épocas
anteriores.
Algunos arqueólogos sitúan en el siglo III adC el inicio de Troya IX, en discrepancia con la
cronología propuesta por Manfred Korfmann.37
Troya IX [editar]
Troya IX (Ilium Novumo Nueva Ilión) fue la ciudad romana surgida tras la destrucción de
Troya VIII por parte de Fimbria, uno de los hombres de Cayo Mario (86-85 adC).
La gens Iulia, Julio César y, con mayor amplitud, Augusto, enriquecieron la ciudad de
Troya con templos y palacios, y ampliaron el templo de Atenea, que fue rodeado de
monumentales columnatas (de 80 m de lado), y provisto de un imponente propileo.
Este asentamiento romano se extiende en parte por la llanura que queda al pie de la colina,
mientras que la acrópolis mantiene su carácter de lugar destinado al culto con el templo de
Atenea. De esta fase se conservan algunos lienzos de muralla, las termas, el bouleterión,
un teatro y algunas viviendas.
La imagen grandiosa y solemne de esta milenaria ciudad fue, pues, alimentada durante más
de tres mil años por una fuerte continuidad de vida cultural y social.
Troya, Historia y Leyenda
I- La Leyenda Se Convierte En Historia
Hasta el ultimo cuarto del siglo XIX todavía la comunidad científica se cuestionaba la
realidad de la existencia de la ciudad de Troya. Amplios sectores la consideraban un
producto a caballo entre la mitología y la leyenda, existente solo en la grandiosa obra
del poeta ciego Homero y en las de aquellos que siguieron su estela
En la región, antes llamada Troáde, sobre la colina de Hissarlik (en la actual Turquía)
dominando el estrecho de Dardanelos (antes Helesponto) que comunica el mar Egeo con el
Mármara y este con el Mar Negro, descansan las ruinas de Troya, también llamada Illión por
los griegos.
Posiblemente el lugar decepciona al turista medio, pero pasear a primeras horas de una mañana intensamente azul
por sus ruinas modestas, mientras la luz nítida de Noviembre dibuja cada una de sus piedras o los relieves de las
suaves montañas que la rodean y que se deslizan hacia el mar; resulta una experiencia única. El lugar emana la
solemne majestuosidad de los lugares telúricos, esos lugares en los que parece que “Tiempo”, en su continuo
sobreponer capas para construir la historia, se olvidó de sellar alguna puerta. No importa que lo más espectacular de
la visita sea el templo de Atenea (restaurado en época romana), que los restos más abundantes correspondan a etapas
muy anteriores a los hechos narrados en la Illiada. Dirigiendo la mirada desde la Acrópolis hacia la llanura del río
Escamandro , el estrecho de Dardanelos y la península de Galípolli; se siente que en ese inmenso cielo otoñal bien
podrían habitar todavía los dioses y no hay que hacer ningún esfuerzo intelectual para escuchar los ecos de las armas
de bronce de Aquiles y Héctor o el fragor de las batallas entre aqueos y troyanos.
Cuando en el otoño de 1871, Heinrich Schliemann, rico comerciante alemán y
apasionado amante del mundo homérico, dió su primer azadonazo en la colina de
Hissarlik, la Troya del rey Príamo comenzó a salir de las lejanas brumas de la leyenda
para convertirse en realidad histórica.
Es verdad que los métodos de este arqueólogo aficionado hoy resultarían escandalosos,
que cometió el grave error de dar por ciertos todos los datos y fechas del poema
homérico, de forma que guiado por lo que hoy seria un imperdonable “apriorismo”, su
excavación se precipitó buscando los niveles inferiores del yacimiento. El
descubrimiento en el nivel que los arqueólogos mas tarde llamarían Troya II, de una
impresionante muralla de circunvalación y un fabuloso tesoro (hoy joya del museo de antigüedades de Berlín) no
hizo sino confirmarle en su idea de que estaba en la ciudad del rey Príamo y ante su tesoro. Excavaciones
posteriores más rigurosas establecieron la existencia de nueve ciudades superpuestas en nueve niveles arqueológicos,
desde Troya IX (la superior y más moderna, la bizantina) hasta la Troya I la inferior, prehistórica. Guiado por su
entusiasmo Schliemann había destruido buena parte de los niveles bizantinos, los romanos y los de la Troya
homérica que posteriormente se situó en el nivel VII y se dató sobre el siglo XII a.C., mil años después que Troya
II.
Schliemann, que no fue consciente de su error hasta pocos antes de su muerte, llevado por el entusiasmo del
descubrimiento; trasladó en 1876 su teatro de operaciones a suelo griego, decidido a sacar de la leyenda la ciudad de
Micenas, la enemiga de Troya y capital del reino del legendario Agamenón. La suerte volvió a acompañarle, y en la
región situada entre la Grecia peninsular y continental, excavó una ciudad rodeada de impresionantes muros con
sillares de hasta 17 toneladas, con un urbanismo bien planificado, sistemas de conducción y almacenamiento de
agua, impresionantes tumbas reales cubiertas por gigantescas cúpulas de hasta 14 mts. de altura. En una de ellas
encontró un magnifico ajuar funerario con objetos de oro que ofreció al Museo Nacional de Atenas.
Los esfuerzos de Schliemann, Dörpfels, Evans, Ventris, y otros muchos investigadores, por levantar el velo que
cubría este periodo de la historia del que surgió la civilización occidental, bien podrían ser la base de un apasionante
guión cinematográfico que superaría con mucho las aventuras de Indiana Jones.
II- La Realidad Histórica
La caída de Troya se encuadra en un periodo histórico marcado por la decadencia de reinos, imperios y culturas. Es
el fin de toda una época gloriosa que generaciones que siglos siguientes llamarían “La Edad Dorada”en
contraposición a “La Edad Oscura” durante la que el sentimiento popular colectivo hizo, rehizo y reinterpretó
embelleciéndolos, las gestas y los palacios de aquellos lejanos héroes hasta convertirlos en leyenda. Cuando estas
leyendas trasmitidas durante siglos por tradición oral fueron recopiladas por poetas, que les
infundieron nueva frescura, los palacios de Creta y de las antes poderosas ciudades micénicas
yacían enterradas. Troya llevaba cuatro siglos abandonada. Si nada pudo impedir que durante
milenios permaneciese perdidas en la historia, el reguero de cultura y gloria que dejaron antes de
precipitarse, las mantuvo en el altar de la leyenda.
Los Enemigos: Aqueos Y Troyanos
Hablar del mundo micénico, de la cultura micénica, que toma su nombre de Micenas, ciudad
que en la gesta homérica era la capital del reino de Agamenón; es hablar de los aqueos.
Homero nunca habla en “la Illíada” de “griegos”, que es un término posterior. Para referirse a
los ejércitos que sitiaron Troya, lo hace como aqueos, algunas veces danáos o helenos.
Algunos investigadores los relacionan con los hititas, otros los hacen originales del norte de los
Balcanes. Lo que esta claro es que era un pueblo indogermánico, guerrero que conocía la
domesticación del caballo y el hierro. Y que sobre él 2000 a. C. Inicia un movimiento
migratorio desde sus lugares de origen. Un ramal de esta corriente llega sobre 1800 a.C. a la
Grecia continental mientras el resto continúa por Centroeuropa hasta la Península Escandinava,
e incluso algunos investigadores aventuran hasta las Islas Británicas.
Seria un error pensar que llegaron a Grecia como una invasión guerrera de hordas bárbaras,
ellos mismos eran portadores de una elevada cultura. Como flujo migratorio, buscaban mejores
regiones en las que asentarse, aunque los restos arqueológicos atestiguan que debieron
encontrar la oposición de los habitantes de la península y entonces utilizaron el poder de sus
poderosas armas. En unos casos nuevas ciudades se construyeron sobre las antiguas, en los
más, se levantaron en localizaciones cercanas a las sometidas.
Firmemente asentados en suelo griego, alrededor del 1600 a.C, se inicia un fecundo proceso de mestizaje étnico y
también cultural, en el que los nuevos elementos se mezclan con el sustrato heleno muy influenciado por la rica
cultura cretense. El resultado es lo que se ha dado en llamar “Cultura Micénica”.
Se organizaban en algo semejante a ciudades-estado, con zonas de influencia política y económica; auténticos reinos
independientes (los héroes aqueos de la “Illiada” eran señores de su reino) que cuando las circunstancias externas lo
requerían abandonaban su frecuentes y mutuas reyertas para unirse frente a una causa común, tal como hicieron para
atacar Troya.
En el vértice de una pirámide social perfectamente estratificada, y que tenía su base en amplias masas de esclavos,
estaba el rey-sacerdote (basileus). Ejercía su poder desde el palacio-templo que junto con otros edificios
administrativos conformaba la acrópolis. Se rodeaba de consejeros que ejercían funciones ministeriales y basaba su
poder en una aristocrática y poderosa casta guerrera.
Las en principio, tímidas corrientes migratorias de otros pueblos sobre los reinos micénicos, no hicieron sino
enriquecer su cultura y aportar frescos contingentes de población. Sin embargo en el siglo XIV a. C. se aprecian ya
signos de sobrepoblacion. Con este fenómeno se relaciona la destrucción de los palacios cretenses y los primeros
asentamientos aqueos en el norte de Creta. Poco más tarde y aprovechando la decadencia del imperio hitita, aparecen
las primeras colonias micénicas en la costa de Asia menor, cercanas a la región de Troáde.
Este fenómeno de creación de colonias y las incursiones aqueas en el norte de Asia Menor son la base histórica de
los hechos narrados en “la Illiada”. La obra de Homero es pues, un reflejo embellecido por la imaginación y la
poesía de hechos históricos sucedido entre los siglos XIII y XII a.C.
Las primeras ocupaciones humanas de la colina de Issarlik se remontan al 3000 a.C. Sobre esta primera ciudad se
levantaron otras ocho más. Cada una sentaba sus cimientos en las ruinas de la
anterior destruidas por diferentes motivos, en la mayor parte, naturales. Sólo la
homérica Troya VII muestra niveles de destrucción debida al hombre: por
arrasamiento e incendio. De nuevo la leyenda coincide con la historia y la
destrucción de Troya VII se asocia al saqueo de los ejércitos aqueos.
Sobre el 1800 a.C. una población relacionada con la micénica se asentó sobre la
anterior Troya. Las estructuras sociales y políticas así como los elementos
artísticos lo demuestran. Lejos de los centros de poder aqueo de la península
griega y más en contacto con oriente, continuó su evolución de forma
independiente que no totalmente diferente.
Su privilegiada situación geográfica, por la que controlaba tanto las rutas
comerciales con oriente como el trafico marítimo hacia el mar Negro, que le
daban acceso a los mercados del trigo y los metales, a lo que se le añadía el peaje que los navíos que franqueaban el
Helesponto debían pagar al rey de Troya, levantaron la codicia de los reyes aqueos.
A esto hay que sumarle que los troyanos no debieron recibir con agrado a los colonos micénicos, que presionados
por la sobrepoblación continental, ya habian empezado a asentarse en la Troáde. Su bien organizado ejercito bien
podía convertirse en un elemento disuasorio para estos obligados movimientos de inmigración aquea.
La fórmula para terminar con el poderío troyano fue la guerra de desgaste, ahogar la economía troyana.
Más que una guerra de diez años, se piensa en una sucesión de incursiones guerreras aqueas, que Homero y otros
poetas fundieron con fines dramáticos en una sola (la poesía necesita sus licencias).
No se explica que una ciudad totalmente sitiada resistiese diez años. “La Illiada” confirma que tanto la puerta Skeas
como la Dardanea permanecía abiertas en tiempos de tregua (habría que hablar “en tiempos de paz”) y aqueos y
troyanos acudían libremente al templo de Apolo Timbreo, situado en zona neutral; además de recibir víveres y
productos comerciales de sus aliados. Por otra parte la ciudad no estaba rodeada de tropas (algo imprescindible para
sitiar una ciudad). El campamento aqueo se levanto a la orilla del mar (a unos seis kilómetros de las murallas), pero
los ejércitos aqueos apostados periódicamente ante Troya y las continuas beligerancias, convirtieron la costa asiática,
en zona conflictiva y poco segura, por los que las rutas comerciales que mantenían la pujante economía troyana se
desviaron . Poco a poco privada de sus recursos, Troya no pudo mantener ni su ejercito, ni la “lealtad” de sus
asociados.”Troya la sagrada”, “La ciudad de anchas calles”, cita Homero, estaba lista para sucumbir en un último
episodio bélico que tendría su punto álgido en la toma de la ciudad mediante torres de asalto móviles, que la poesía
convirtió en un enorme caballo.
Codicia y temor fueron pues, las verdaderas causas de “las guerras de Troya”.
Afortunadamente para el arte, el alma colectiva del pueblo llano y los poetas, encontraron las razones políticas y
económicas demasiado abstractas y prosaicas, e imaginaron un motivo mas concreto y emocional: el rapto de Helena
por Paris.
III – La Leyenda
1- Protagonistas
A- Aqueos:
Agamenón. Rey de Micenas, la mas poderosa de la ciudades micénicas. Lideró la coalición aquea contra la troyana.
Aquiles. Rey de Tesalia. Sus soldados eran los “mirmidones”. Cuando Tetis, hija del dios Nereo, le sumergió en la
Laguna Estigia, le hizo invulnerable a las armas.
Ajax. Príncipe de Salamina. Famoso por su valentía y por su mágnifica presencia física.
Díomedes. Caudillo de las ciudades de Argos y Tirinto. Enamorado de Helena, recibió la afrenta de Menelao como
propia.
Helena. Auque se conoce a Tíndaro como su padre, fue concebida por Leda, esposa de aquél, y por Zeus. Castor y
Pólux eran hermanos suyos. Casó con Menelao. Su infidelidad con Paris fue el origen de la guerra.
Néstor. Rey de Pilos. El más anciano de los aqueos. Sus consejos y prudencia, siempre eran tenidos en cuenta.
Menelao. Rey de Lacedemonia, hermano de Agamenón y esposo de Helena.
Patroclo. Primo y amante de Aquiles.
Ulises. También llamado Odiseo. Rey de Itaca, casado con Penélope. Las aventuras de su
regreso a la isla, dieron lugar al poema de “La Odisea”.
B- Troyanos
Andrómaca. Esposa de Héctor.
Briséis. Hija del troyano traidor Calcante. Prometida de Troillo, hijo de Príamo. Cuando fué
llevada al campamento aqueo, fué entregada a Aquiles, a pesar de que ella amaba al aqueo
Diómedes. Agamenón la exigió al perder a su concubina Criséis.
Eneas. Rey de los dardanéos y aliado de Troya. “El alma del ejército troyano”.
Héctor. “El más noble de los troyanos” o “la espada de Troya”. Hijo de Príamo.
Paris. Hermano de Héctor y el seductor de Helena. Mas aficionado a velar por su belleza que
por su patria.
Príamo. Rey de Troya. De su esposa Hécuba y sus concubinas, tuvo cincuenta hijos. Todos los varones murieron en
la contienda.
2- El Guión
Para la reconstrucción de la “epopeya troyana”, es decir los hechos literarios precedentes a la guerra, la guerra
misma y su desenlace, se hace necesario recurrir a varios relatos de autores antiguos y de diferentes épocas; desde
“La Iliada” de Homero, “Epistome” de Apolodoro, “El saqueo de Troya”de Trifiodoro; hasta la “Eneida” o
“Heroidas”; de los poetas latinos Virgilio y Ovidio respectivamente. Es lo que se ha dado en llamar “el ciclo
Troyano”.
De entre todos ellos se eleva con luz propia la “Illiada”. No relata toda la guerra, y Homero como hábil guionista,
concentra en un solo episodio toda la intensidad del drama colectivo. Sus imágenes tienen una fuerza singular. La
belleza y lirismo, con los que dota a las descripciones de una naturaleza con alma, y a los fenómenos naturales,
tienen la fuerza de la imagen cinematográfica y el acierto de la mejor literatura. Son el dramático contrapunto, o el
reposo emocional a los pasajes de luchas y batallas, en los que no ahorra detalles de la mas cruda realidad: “La
Aurora, de rosados dedos, se levantó del brillante lecho del mar, para llevar de nuevo la luz a Inmortales y a
hombres”. Sin transición, pasa a describir el ajetreo del campamento aqueo preparándose
para la batalla. Se percibe la tensión, el olor del cuero, el sonido metálico de las armas;
chirrían los carros, relinchan los caballos y refulgen las armaduras con la primera luz del
día.
Cincela los personajes con el instrumento de quien conoce los laberintos del alma humana,
sus pasillos más oscuros y sus balcones más luminosos .
No es de extrañar que la obra de Homero, haya sido admirada y leída durante dos mil
ochocientos años, y que durante todas las épocas haya sido fuente de inspiración de poetas,
dramaturgos, novelistas, pintores y escultores.
Los relatos del “Ciclo Troyano” permiten la siguiente reconstrucción de la tragedia troyana:
Todo comienza con el episodio de “la manzana de la discordia”.
Eris, diosa de la discordia no fue invitada a un banquete nupcial que se celebró en los salones olímpicos. Para
vengarse arrojo allí una manzana de oro con la inscripción “para la diosa más bella”. Como Hera, Atenea y
Afrodita, que se disputaban su posesión no se pusiesen de acuerdo, decidieron
que fuese el príncipe Paris,“el más hermoso de los hombres”, el que zanjase la
cuestión. Paris le concedió la manzana a la diosa del amor, lo que le valió la
enemistad de Hera y Atenea. A cambio la caprichosa Afrodita le concedió el
derecho de tener a “la más bella entre las mortales”.
La princesa Helena,“La más bella entre las mortales” estaba destinada al
matrimonio. Para ello su padre, el rey Tíndaro, reunió a todos los reyes aqueos,
que acudieron a la invitación con ricos regalos en la esperanza de ser elegidos como esposo.
Tíndaro no acepto ningún presente. Solo hizo prometer a los pretendientes que cualquiera que
fuese el elegido por su hija, todos acudirían en ayuda del esposo cuando la belleza de Helena le
pusiese en dificultades. Menelao, rey de Lacedemonia fue el elegido.
La cotilla Afrodita puso en conocimiento de Paris, que Helena vivía en Lacedemonia junto con su
esposo el rey Menelao, hermano de Agamenón rey de Micenas. Como príncipe troyano Paris viaja a
Lacedemonia, y como tal fue recibido. Allí conoció la hospitalidad y la generosidad de su rey. La belleza y las
insinuaciones de Paris vencieron a la reina, que ya tenia dos hijos de su esposo. Aprovechando una ausencia de
Menelao, que acudió al entierro de su padre, huyeron a la patria del seductor después de haberse apropiado de buena
parte del tesoro real. El burlado marido recordó a los antiguos pretendientes de Helena la promesa hecha a Tíndaro .
No todos los que habían hecho solemne juramento estaban dispuestos a ir a la guerra y así, cuando Menelao, Nestor
y Palamenes, se dirigieron a Itaca para pedir la ayuda de su rey, Ulises; encontraron a éste intentado eludir la
promesa dada haciéndose pasar por loco. No menos indigno fue el comportamiento de Aquiles, al que Menelao y
Ulises descubrieron en el gineceo de su palacio de Tesalia, disfrazado de doncella.
Después de arduas negociaciones, al final, en Aulide, en la isla de Eubea, junto a la costa egea griega, se reunieron
veinticinco reyes en una expedición de castigo contra Troya. La formaban mil doscientas naves y más de cien mil
guerreros con Agamenón como “general de generales”. La fuerzas navales quedaron al mando de Aquiles y Ajax.
Por su parte los troyanos en una federación de las principales ciudades de la costa norte de Asia Menor reunieron un
ejercito de cincuenta mil hombres. De todos los reyes que apoyaban la causa troyana, y la suya propia con aquella,
destacaban: Eneas, rey de los dardaneos, y Reso, señor de Tracia.
Tras azarosa travesía por el Egeo (la flota se perdió y saqueó varias ciudades costeras confundiéndolas con Troya) la
armada aquea ancló sus barcos en costa troyana, protegiéndolos por una enorme empalizada de
los ataques troyanos. Daba comienzo así una larga guerra de desgaste.
Durante nueve años la balanza no se inclinó claramente hacia uno u otro bando. Mientras, “los
Divinos habitantes” del “Cronos que todo lo cubre”, se divertían participando en la guerra de
los hombres. Las agraviadas en el juicio de Paris; Hera,“la de los blancos brazos”; Atenea “la
de la mirada clara” y Hefestos “el señor de los fuegos subterráneos”, tomaban partido por los
aqueos. Tetis, “la más hermosa de las Nereidas”, velaba por su hijo Aquiles. Afrodita tenía
doble razón para favorecer a troyanos: por una parte era la beneficiaria del juicio de Paris, y
por otro era la madre de Eneas, por su unión con un mortal. El fervor de Troya a Apolo, le
valió la protección del “dios de dorado arco”. La situación de Zeus “el padre de los dioses”, era delicada. Unas veces
cedía a las presiones de su irascible esposa Hera y de su enérgica hija Atenea, y otras a los ruegos de sus hermosos y
queridos hijos Apolo y Afrodita. Por otra parte el belicoso Ares, en semejante situación campaba a sus respetos,
acompañado de sus temibles compañeros, Miedo, Terror y Pavor.
En estos nueve años se sucedieron todo tipo de acciones salvajes, en las que Aquiles tiene un especial protagonismo,
y que hacen un retrato terrible de la oscura y siniestra personalidad del héroe aqueo.
Habiéndose encontrado en combate Aquiles y Troillo, el menor de los hijos de Príamo, aquél sintiendo un violento
deseo sexual por el adolescente le amenazó con matarle si no accedía a sus requerimientos. Huyo espantado Troillo,
pero días mas tarde Aquiles le siguió hasta el templo de Apolo Timbreo y allí le violó de forma tan furiosa que le
rompió varias costillas y el joven murió inmediatamente.
En otra ocasión los mirmidones de Aquiles, entablaron batalla con las amazonas que apoyaban a los troyanos.
Aquiles atravesó con su lanza a su reina Pentesilea que se desplomó a los pies del aqueo. Cuando este recogió su
cuerpo moribundo no pudo resistirse a su belleza y allí mismo la poseyó, jaleado por sus hombres. Es verdad que
después, conmovido, le dio unas exequias honorables.
Los poetas griegos dejan claras sus simpatías, quizás porque todos ellos eran originarios de Asia Menor. Mientras la
mayoría de los héroes aqueos son dibujados como seres, traicioneros, brutales, jactanciosos, desafiantes de dioses y
hombres; los héroes troyanos, a excepción de Paris, son representados como valientes, nobles, fieles a la palabra
dada civilizados y humanos. En cualquier caso tanto unos como otros, son personajes de “bulto redondo”, con sus
luces y sombras.
El décimo año de la guerra la suerte pareció abandonar a la empresa aquea. Apolo,
envió una terrible epidemia al campamento aqueo, enojado porque cuando Crises,
sacerdote de su templo, acudió a suplicar a Agamenón que le devolviese a su hija
Criseida, prisionera y concubina forzosa del rey de Micenas; este le despacho con
humillaciones y amenazas.
Cuando Aquiles descubre cual es la causa de los males que les asolan, exige a
Agamenón que devuelva inmediatamente Criseida a su padre. Agamenón enojado
acepta, pero a cambio ordena a Aquiles, que como compensación le entregue a su prisionera y concubina Briseis,
que había sido la prometida de Troillo, hijo del rey de Troya. Aquiles se siente humillado públicamente, y decide
que ni él ni sus mirmidones lucharan junto a los aqueos.
Hay algo más que un furor pasajero en las duras palabras que Aquiles le dirige al rey de Micenas; aparecen preñadas
de resentimiento, de antiguos y callados rencores y de ambiciones personales frustradas. Su oscuro resentimiento la
lleva a rogar en silencio a su madre que suplique a los “dioses inmortales” para que ayuden a los troyanos.
La retirada de Aquiles no hubiese tenido gran trascendencia si no hubiese sido por el hecho de que este era el mas
fuerte, arrojado y carismático de los guerreros aqueos, el que con la sola vision de
su armadura y su carro infundía terror en las filas enemigas. Bien es verdad que el
hecho de ser invulnerable a las armas desde que su madre le sumergió al nacer en el
lago Estigia, era cosa de gran ayuda a la hora de darle seguridad y arrojo.
Ante estos hechos funestos, el ejercito aqueo parece deseoso de regresar a sus
respectivas patrias y abandonar una guerra en la que no se vislumbraba el fin. Los
hombres ya se retiraban felices hacia los barcos, y solo las palabras y argumentos de
Ulises y el sabio anciano Néstor, consiguen que regresen al campamento.
Cuando los dos ejércitos van a entablar batalla, el mutuo agotamiento, les decide a
que la situación se resuelva en un duelo a muerte entre dos guerreros de los respectivos bandos.
El ultrajado esposo Menelao y el seductor Paris les representaran. Si gana el aqueo, los troyanos
devolverán a Helena, los tesoros de los que se apropió y pagarán una fuerte indemnización de
guerra, ellos retiraran sus naves y regresarán a sus ciudades. Si gana el troyano, Helena
permanecerá en Troya con sus tesoros robados y los aqueos se retiraran sin cobrar la
indemnización.
Maravillosamente “enjaezado” Paris se apresta al duelo, pero cuando ve de cerca al impresionante guerrero que es
Menelao,“el ardoroso en combate”, huye despavorido para refugiarse en la retaguardia de su ejercito. Sólo la
vergüenza y los violentos reproches de su hermano, “el noble y magnánimo” Héctor, hacen que el cobarde regrese al
duelo. Cuando Menelao está a punto de terminar con él, Afrodita acude en ayuda del troyano, cubriendo el campo de
niebla y polvo. Los aqueos, con razón, esgrimen que ha habido”tongo” y que ellos son los ganadores, pero los
troyanos no están de acuerdo, puesto que Paris no ha muerto.
Tras la sangrienta batalla que sigue a esta dudosa situación, las fuerzas siguen niveladas, por lo que se pacta una
tregua, que Héctor aprovecha para retar a uno a uno a los héroes aqueos. Ajax acepta enfrentarse a Héctor. Después
de duro combate todo queda en tablas y Ajax y Héctor se intercambian sus armas en señal de mutuo respeto. Sin
embargo este resultado exalta el ánimo de los troyanos, que crecidos lanzan todo su ejercito contra el aqueo y tras
infringirle una terrible matanza, es acosado hasta sus naves. Los troyanos rompen las defensas costeras de los aqueos
y prenden fuego a algunas navíos. Los dioses parecen haber abandonado al ejercito de Agamenón.
La situación es tan desesperada que Agamenón ya piensa en la huida y Patroclo ruega a Aquiles, que desde su
navío ha mirado impasible estos desastres, deponga su odio y acuda con su ejercito a reforzar a los aqueos. Como
Aquiles permanece inmutable en su decisión, Patroclo toma la coraza, las armas, glebas y el carro de Aquiles y entra
en el combate seguido por los mirmidones de aquél. Aqueos y troyanos creen que es el mismo Aquiles el que a toda
velocidad recorre las filas enemigas. Su “presencia” enardece a unos y aterroriza a otros. En plena
desbandada troyana, Patroclo se enfreta a Héctor. Después de durísimo combate cuerpo a cuerpo,
el troyano atraviesa con su lanza al aqueo, le arranca las armas y la armadura , que después
mostrará como preciado trofeo sobre las murallas de la ciudad.
Cuando Aquiles tiene conocimiento de la muerte de su inseparable Patroclo y de la pérdida de su
armadura, se abandona a unas profundidades de dolor y odio pocas veces reflejadas en la
literatura universal. Jura no comer, ni dormir, ni enterrar a su amigo hasta que haya vengado su
muerte. El odio hacia Héctor lo hace extensible a cualquier troyano. Puesto que ya ha encontrado
otra causa hacia la que dirigir sus más oscuros sentimientos, abandona su enemistad con Menelao,
que le devuelve a Briseis, y se presta a la batalla arengando él mismo a los ejércitos. Antes, su madre Tetis
conmovida por su desesperación le ha entregado nuevas armas y armadura, que el propio dios Hefestos ha fabricado
en sus fragua subterránea.
Es espectacular la descripción que hace Homero del momento en la que entre los brillos metálicos, que “la Aurora la
del peplo azafranado” arranca al ejercito aqueo, sobresale refulgente la armadura y la impresionante presencia física
de Aquiles, semejante al mismo dios de la guerra. Desde este momento Aquiles no es el guerrero que aterroriza y
causa temor a sus enemigos, es la propia personificación del Terror y el Miedo. Es el mismo Ensañamiento en busca
de sangre troyana. Las descripciones de la batalla son pavorosas. Enloquecido busca a Héctor, en medio de un campo
de vísceras, miembros mutilados y cuerpos aplastados en el que su propio carro; salpicado con
la sangre que los caballos levantan de los cadáveres; tiene dificultades para moverse. Cuando se
encuentran, el duelo es el de dos leones heridos. Un venablo atraviesa a Héctor de parte a parte
ante los ojos aterrorizados de su padre Príamo. Como un animal que sólo ha hecho probar el
sabor de la sangre, lleva su odio y sed de venganza a limites que aterrorizan a los propios
dioses. Perfora los tobillos de Héctor para atar el cadáver a su carro y lo arrastra alrededor de
las murallas de Troya ante la mirada horrorizada de su padre, madre y esposa. No satisfecho
con esto, lo lleva al campamento con la intención de entregarlo a los perros. No lo hace porque
decide que durante diez días hará la macabra ronda alrededor de la ciudad. Al décimo día se
celebran las exequias de Patroclo. En la pira arderán vivos doce jóvenes prisioneros troyanos.
Sólo después, Aquiles consigue conciliar el sueño.
Aconsejado por Apolo, que se ha conmovido por el dolor de Príamo, llega el rey al campamento aqueo. Allí de
rodillas, besa y llora sobre las manos del matador de su hijo y le suplica que le devuelva su cadáver para que pueda
ser entregado a los ritos funerarios. Sólo el recuerdo de su anciano padre conmueve el corazón de Aquiles y llorando
entrega a Príamo el cuerpo de Héctor y la promesa de una tregua de doce días, para que puedan ser cumplidos todos
los ritos debidos “a tan gran guerrero”. Durante doce días, llora la ciudad la muerte del “más noble de los troyanos”,
y su propia desgracia. Cuando el cuerpo de Héctor termina de arder en la pira, la tregua se da por terminada y se
reinician los ataques.
Sin Héctor, la guerra se inclina hacia los aqueos. Pero Afrodita revela a Paris el único punto vulnerable de Aquiles,
el talón; el lugar por el que su madre le sujetó para sumergirle en la laguna Estigia y donde el agua no le tocó.
También le revela donde puede encontrarle, en el templo de Apolo Timbreo. Allí se dirige Paris, y en una apoteosis
de cobardía, le dispara una flecha alcanzándole en su único punto vulnerable. Se cumple el oráculo que le fue
revelado a Aquiles en su patria: si la abandonaba moriría ante los muros de Troya.
Durante diecisiete días que duran los fuegos funerarios en honor a Aquiles, lloran los aqueos su muerte. El día
decimoctavo su cuerpo es entregado a las llamas. Sus cenizas son depositadas en la misma urna que contiene las de
su amado Patroclo. Completados los ritos, Ajax y Ulises reclaman las armas y la armadura de Aquiles, ésas que el
“herrero divino” cinceló para él. Agamenón que guardaba resentimientos contra Ajax
se las concede a Ulises, como “el más valiente de los guerreros”.
Esto da lugar a uno de esos los episodios vergonzantes de esta guerra, al que los
poetas antiguos llamaron “la locura de Ajax”. Éste, totalmente fuera de sí, descarga su
ira en una sañuda carnicería contra los rebaños de Agamenón, que culmina con el
desquiciado episodio en el que toma a dos carneros blancos, a los que llama
Agamenón y Ulises, después los ata y los azota hasta la muerte, mientras les lanza
todo tipo de rabiosos insultos. Una vez que ha dado salida a su locura, y completamente agotado, se da muerte
clavándose su espada. La misma espada que el troyano Héctor le regaló en reconocimiento a su valor guerrero.
Poco después Paris encuentra la muerte en uno de los habituales duelos a los que aqueos y troyanos se entregaban en
periodos de tregua. Helena que hace tiempo daba muestras de estar cansada y avergonzada de la cobardía de Paris,
no está dispuesta a guardarle el duelo debido, y recuerda que después de todo sigue siendo la esposa de Menelao y
reina de Lacedemonia. Una noche un vigía la descubre intentando abandonar la ciudad. Para evitar otros intentos es
entregada a la fuerza en matrimonio a un noble troyano.
Con estos hechos la guerra todavía continúa en un “impase”. El astuto Ulises ve claro, y lo hace ver al resto de
generales, que la guerra nunca se ganará por las armas sino por la astucia.
Un día los troyanos asombrados vieron desde las murallas como el ejército aqueo se retiraba a
sus barcos y éstos enfilaban proa a su patria. Casi tanto asombro como esto, les produjo la visión,
delante de una de las puertas, de un enorme caballo de madera. Los troyanos felices al pensar que
su resistencia había dado sus frutos, salieron de las murallas. Cerca encontraron a un aqueo,
Sinon, al que hicieron prisionero y le interrogaron. Sinon declaró que la flota se había retirado
hacia su patria, que él estaba destinado a ser sacrificado a Atenea y en último momento había
podido escapar y que el caballo era una ofrenda de los aqueos a la diosa para rogarle que les
concediesen viento favorable en su regreso. Lo habían construido tan grande para que los
troyanos no pudiesen meterlo en la ciudad, y atraerse de esta forma el favor de la diosa.
Conmovido por los llantos de Sinon, Príamo le acepta entre los suyos y le concede Troya como
su nueva patria. Llenos de loco júbilo después de años de guerra interminable y sintiéndose
seguros, los troyanos derribaron parte de una de las puertas de la ciudad y un trozo del lienzo de
la muralla para permitir el paso del enorme caballo. Llegada la noche, bajo la incierta luz de una luna espectral, la
ciudad, abandonando toda prudencia, se entregó a las celebraciones y excesos. Era el momento. Desde la parte más
alta de la muralla y con una antorcha Sinón hizo una señal hacia la cercana isla de Ténedos, donde la flota aquea se
había escondido. Era el momento de que regresase. Después se dirigió al caballo y abrió una puerta escondida por
donde salieron Ulises, Menelao y un grupo de soldados. Los troyanos no pudieron reaccionar. La ciudad fue
entregada al saqueo y al incendio; los hombres en edad de coger armas, a la espada. En una orgía de venganza, el
hijo de Héctor fue arrojado desde las muralla; los hijos vivos de Príamo no corrieron suerte más piadosa: Polidoro
fue lapidado; Polixena, vehementemente deseada por Aquiles en vida, le fue sacrificada para acompañarle en la
muerte; Casandra fue entregada a Agamenón; la esposa de Príamo, a Ulises; Andrómaca, la esposa de Héctor al
hijo de Aquiles. El propio rey Príamo sufrió la venganza póstuma de Aquiles en el brazo ejecutor del hijo del aqueo.
Después de matarlo, lo decapitó, descuartizó y ofreció sus restos a la tumba de Aquiles y a los buitres.
No fue el peor de los posibles el destino de Helena. Cuando Menelao descendió del caballo y enloquecido de rabia y
celos se dirigió junto con Ulises, en busca de Helena para darle muerte con sus propias manos, la encontró en el
palacio junto con un noble troyano que había acudido a protegerla. Traicioneramente, ella mató a su protector
clavándole una daga ante la vista de su esposo. Esto y el hecho de que se le presentase envuelta en velos trasparentes,
debieron conmover la voluntad de Menelao que tomándola en brazos la condujo a la seguridad de sus barcos.
Entre los pocos que consiguieron huir, gracias a la protección de su madre Afrodita, estaba Eneas y su hijo,
Ascanio-Julo. Éste después de largo peregrinaje arribaría a las costas Italianas. Los futuros fundadores de Roma,
Rómulo y Remo, serían sus descendientes.
Poco tiempo disfrutaron los reyes aqueos de su victoria. Muchos habían muerto en la guerra, a otros como Úlises les
restaba un largo peregrinar hasta llegar a Itaca. Agamenón encontró la muerte a manos de su esposa Clitemnestra y
de su amante que habían usurpado el poder en ausencia del rey.
Y si esto queda en el ámbito de la leyenda, la historia confirma que no más de dos generaciones duraría la gloria
aquea tras la caída de Troya. Lo que hacía dos siglos no eran sino tímidas y fructíferas inmigraciones sobre suelo
aqueo, terminan por descubrirse como la temprana avanzadilla de un alud migratorio de tribus guerreras en un
estadio menos avanzado de civilización, auténticos “señores de la guerra”, que procedentes del Norte de los
Balcanes, invadirían Grecia a principio del siglo XII a.C. Las ciudades aqueas fueron destruidas. Micenas, Pilos,
Tirinto, junto con su enemiga Troya entraron en la leyenda. La caída de Troya es el último episodio de toda una
época, de todo un mundo que se derrumba para precipitarse en una “Edad Oscura”; siglos convulsos, una “Edad
Media” de la antigüedad, durante los cuales unos pueblos son desplazados por otros en un hervidero de emigraciones
forzadas. Caen reinos, imperios, ciudades y culturas para ser sustituidos por otros. Cuando tras cuatro siglos de
“noche”, el mundo griego despierte, lo hará para mostrarse al mundo en toda su espléndida grandeza.
Bibliografía
Homero: “La Illiada”. Ediciones Gredos
Virgilio: “La Eneida” (Capl. II). Ediciones Gredos
Robert Graves: “Los mitos griegos” Vol. I y II. Alianza Editorial.
Col. Religión y mitología
Robert Graves: “La guerra de Troya”. Unidad Editorial
V. V. Struve. “Historia de la Antigua Grecia” ( Vol I) Akal Editor.
H. Bengtson: “El mundo mediterráneo en la Edad Antigua”.Vol I.
Editorial S XXI
Arnold Hauser: “Historia social de la literatura y el arte” (Vol. I). Ed. Guadarrama
Julia Saiz
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