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Análisis de las Serranillas de Hita

Este documento resume el comentario de las Serranillas del Arcipreste de Hita. Explica que las serranillas narran encuentros amorosos del poeta durante sus viajes por parajes montañosos de España. Describe que algunas serranas se presentan de forma más realista mientras que otras son más idealizadas. También analiza la estructura métrica y temática de las serranillas, observando una evolución desde mujeres salvajes a figuras más nobles tratadas con reverencia, acercándose al género de la pastorela francesa.

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Análisis de las Serranillas de Hita

Este documento resume el comentario de las Serranillas del Arcipreste de Hita. Explica que las serranillas narran encuentros amorosos del poeta durante sus viajes por parajes montañosos de España. Describe que algunas serranas se presentan de forma más realista mientras que otras son más idealizadas. También analiza la estructura métrica y temática de las serranillas, observando una evolución desde mujeres salvajes a figuras más nobles tratadas con reverencia, acercándose al género de la pastorela francesa.

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Comentario de las Serranillas del Arcipreste de hita

Introducción

De cronología muy variada (las conocidas fueron compuestas entre 1429 y 1440), están
vinculadas estrechamente a la biografía de don Íñigo. Las serranillas narran encuentros
amorosos que, de acuerdo con el género, ocurrían en un viaje del poeta por diversos parajes
montañosos. Según Lapesa no sabemos si la difusión de la serranilla peninular con la pastorela
exótica se dio por primera vez en las cánticas de Juan Ruiz, o si el arcipreste conto con
precursores españoles que hubiesen combinado ya los dos elementos.

El tono es mas o menos realista o idealizante: frente a la serrana de Boxmediano (1) o Menga
de Mançanares (5), tenemos el realismo refinado de la serrana de Loçoyuela (3), la moçuela de
Bores (4) o la vaquera de Fijonosa (7).

Como ya se ha indicado, el itinerario de las Serranillas corresponde al de ciertos momentos de


la vida del Marqués, que , con palabras de Lapesa, reflejan “las campañas de Ágreda (I Y II,
1429) y Huelma (V,1438), una convalecencia en tierras de Córdoba (VI, 1431), andanzas por sus
dominios de Mananares (IV), liébana (IX, 1430) y Buitrago (III y VIII) y finalmente la jornada
para recibir a la princesa doña Blanca en la frontera de Álava (X, 1440). La de rasgos más
arcaicos, la IV, es probablemente la más antigua.

Argumento

Las serranas eran personajes de existencia casi legendaria y habitaban en escondidos puertos o
pasos de montaña. Eran de una gran rusticidad de costumbres y de una tal simplicidad moral
que escandalizaban a personajes más cultivados que, extraviados por la dureza del camino y el
clima hostil, se veían obligados a pedirles albergue, por lo cual ellas pedían una especie de
peaje, bien sexual, bien en forma de algún regalo. A algunas, incluso, se les atribuían crímenes
o desapariciones de viajeros. Ése es el origen de la leyenda de La Serrana de la Vera, quien, al
parecer, embriagaba a los viajeros, les hacía el amor y cuando se desmayaban de sueño, los
degollaba y guardaba sus huesos en su cueva. Este argumento dio origen a no pocos romances
y piezas teatrales del Siglo de Oro, especialmente la comedia La serrana de la Vera de Luis
Vélez de Guevara.

Estructura

La obra está compuesta por 10 serranas. La Serranilla se compone de 6 estrofas, una de ellas
es la cabeza, divididas en versos de 6 sílabas con rima consonante, de arte menor y
encadenada(abab), en las cuales se repite una vuelta del tipo abba. Una primera parte
narrativa descriptiva (localización geográfica), encuentro con la serrana, dialogo y resolución
del encuentro amoroso.

Análisis

La diferencia entre las salvajes serranas descritas por el Arcipreste y las idealizadas por
Santillana es tajante. Observamos que la "descriptio" de las serranillas del Marqués está
llevada a cabo en breves pinceladas, pero absoluta- mente en todos los casos apunta a
mujeres hermosas, tratadas en ocasiones con la reverencia debida a una gran dama: La
serranilla de Moncayo (I/l)'° será "más clara que sale en Mayo,/ell alva, nin su luzero". La
segunda (II/2), a pesar de rechazar al caballero, es mencionada como "mo^a lozana". La
tercera (III/3), serranilla en hexasflabos, con un mayor grado de refinamiento, trata a la
muchacha como dama: "Juro por Santana/ que no soys villana". La siguiente (IX/4), también en
hexasflabos:

"Más vi la fermosa de buen continente la cara pla9iente fresca como rosa, de tales colores qual
nunca vi dama nin otra, señores"

En la misma linea continúa la descripción de todas las serranillas; evidente- mente su belleza
no tiene nada en común con la tradición de la "mujer salvaje", ni con las serranas del
Arcipreste. Santillana entronca más profundamente con la tradición de la lírica cortés, como
observa Rafael Lapesa:

"...es muy probable que hubiera una influencia francesa o provenzal difusa, que convirtió en
verdaderas pastorelas las dos más refinadas serranillas del señor de Buitrago (la VI/7 y la
IX/4)""

Los tres son casos de mujeres relativamente salvajes, aunque hermosas; al igual que la Chata
de Juan Ruiz éstas también asaltan violentamente al caminante: "desta yrá mi prisionero. E
vino a mí como un rayo diziendo: "Preso, montero"(S.I/l)

"non penseis que me tenedes, ca primero provaredes este mi dardo pedrero" (S.II/2)

"que me dedes la pintura ó entremos á braz partido; ca dentro en esta espessura vos quiero
luchar dos pares"(S.IV/5)

La mayor semejanza se da en Menga de Manzanares, la quinta serranilla (IV/ 5), en la que


ataca al caballero para robarle la "pintura", paralelismo ya comenta- do por Lapesa; pero la
segunda le amenaza con un "dardo pedrero", el mismo arma arrojadiza que lanzaba la serrana
de Malagosto contra el Arcipreste, por lo que la relación es también clara, aunque en este caso
la violencia se deba al escenario de guerra entre Castilla y Aragón. El resto de las serranillas, (la
III/3, IX/4, V/6, VI/7, y X/8), muestran una evolución hacia el ennoblecimiento de la dama
propio de la pastorela francesa. Desaparece totalmente la violencia de las mujeres salvajes, se
evitan las descrip- ciones de sus vestidos rústicos, son tratadas como damas, no como villanas,
y, por último, incluso el paisaje va abandonando el cariz agreste cubriéndose de pincela- das
idílicas; las rosas y flores de la tradición cortés rodean por ejemplo a la vaquera de la finojosa
(S.VI/7):

"En un verde prado de rosas e flores, guardando ganado con otros pastores, la vi tan graciosa,
que apenas creyera que fuese vaquera de la finojosa"

Este progresivo alejamiento de la tradición folklórica de la mujer salvaje, acercándose a la


pastorela francesa, se refleja incluso formalmente en la métrica de las canciones. Las más
estilizadas se presentan en breves y ágiles hexasílabos

(la III/3, la IX/4, y la VI/7), frente a los octosílabos propios de la tradición hispana)'

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