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La Ma No Es El Mensaje - COMPLETO

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La Mediana no es el mensaje1

Nota introductoria por Steve Dunn

Stephen Jay Gould fue un influyente biólogo evolucionista, quién enseñó en la


Universidad de Harvad. Fue el autor de al menos diez libros populares sobre evolución,
y ciencia, incluyendo, entre otros, La sonrisa del Flamenco, La Falsa medida del
hombre, La Vida maravillosa y La grandeza de la vida.

En lo que a mí concierne, La mediana no es el mensaje de Gould, es lo más completo, y


humano nunca escrito acerca del cáncer y las estadísticas. Es el antídoto tanto a los que
dicen que, “la estadística no es la cuestión”, como a quienes tienen el desafortunado
hábito de pronunciar sentencias de muerte sobre pacientes que enfrentan una difícil
prognosis. Cualquiera que investigue la literatura médica confrontará las estadísticas
para su enfermedad. Cualquiera que lea esto estará armado con razones y esperanzas.

La Mediana no es el mensaje
Por Stephen Jay Gould
Mi vida se enfrentó recientemente, en la forma más personal, con dos de las frases más
famosos de Mark Twain2. Una la diferiré hasta el final del ensayo. La otra (algunas
veces atribuida a Disraeli3), identifica tres especies de mentiras, cada una peor que la
anterior: mentiras, malditas mentiras, y estadísticas.

Considere el ejemplo típico de forzar la verdad con números: un caso completamente


relevante a mi historia. Las estadísticas reconocen diferentes medidas de un
“promedio”, o tendencia central. La media es nuestro usual concepto de un promedio
global: sumar los ítems y dividir por el número total (100 caramelos recogidos por 5
niños próximo a Halloween dan un promedio de 20 caramelos cada uno). La mediana,
una medida diferente de la tendencia central, es el punto medio. Si ordeno cinco niños
por su altura, el niño mediana es más bajo que dos de ellos y más alto que los otros dos
(así que puede tener problemas para obtener su mediana de los chupetines compartidos).
Un político en el poder podría decir con orgullo, “el ingreso medio de nuestros
ciudadanos es de $15.000 por año”. El líder de la oposición podría retrucar, “pero la
mitad de nuestros ciudadanos sacan menos de $10.000 por año”. Ambos están en lo
cierto, pero ninguno cita las estadísticas con indiferente objetividad. El primero invoca
la media, el segundo la mediana. (La media es más alta que la mediana en tal caso,
porque un millonario puede pesar más que cientos de personas pobres en la
determinación de la media).

1
Traducido del texto publicado en http://cancerguide.org/median_not_msg.html
2
Escritor norteamericano 1835-1910.
3
primer ministro británico alrededor de 1860
Una cuestión más amplia que crea una desconfianza o desprecio frecuente a las
estadísticas, es más problemática. Algunas personas hacen una desafortunada e inválida
separación entre mente y cuerpo, o sentimiento e intelecto. En algunas tradiciones
contemporáneas, incitadas por actitudes estereotipadas centradas en el Sur de California,
los sentimientos son exaltados como más “reales” y la única base apropiada para la
acción –si te hace sentir bien, hazlo- mientras que el intelecto se subestima, como un
elitismo pasado de moda. Las estadísticas, en esta absurda dicotomía, a menudo llegan a
ser el símbolo del enemigo. Como escribió Hilaire Belloc4, “Las estadísticas son el
triunfo de los métodos cuantitativos, y los métodos cuantitativos son las victoria de la
esterilidad y la muerte”.

Esta es una historia personal de estadísticas, adecuadamente interpretadas y


profundamente instructivas y vivificantes. Este texto declara la guerra santa al
descrédito del intelecto contando una pequeña historia acerca de la utilidad del árido
conocimiento académico de la ciencia. El corazón y la cabeza son puntos focales de un
solo cuerpo, una sola personalidad.

En Julio de 1982, supe que estaba sufriendo de mesothelioma abdominal, un raro y serio
cáncer usualmente asociada con la exposición al asbesto. Cuando me desperté luego de
la cirugía, hice la primera pregunta a mi doctora y quimioterapista: “¿cuál es la mejor
literatura técnica acerca del mesoteliona?”. Ella respondió, con un toque de diplomacia
(la única vez que se apartó de su franqueza directa) que la literatura médica no contiene
nada realmente valioso.

Por supuesto, tratar de mantener a un intelectual lejos de la literatura, funciona tan bien
como recomendar castidad al Homo sapiens, el primate más sexual de todos. Tan pronto
como pude caminar, me fui directamente a la Biblioteca de medicina de Harvard y
tecleé mesotelioma en el programa de búsqueda bibliográfica de la computadora. Una
hora más tarde, rodeado de la última literatura sobre el mesotelioma abdominal, me di
cuenta, tragando saliva, porqué mi doctora me dio ese humano consejo. La literatura no
podía ser más brutalmente clara: el mesotelioma es incurable, con una mediana de
mortalidad de sólo ocho meses luego de descubierta. Me sentí atónito por cerca de
quince minutos, luego sonreí y me dije a mí mismo: es por esto que ellos no quieren
darme nada para leer. Entonces mi mente comenzó a trabajar nuevamente, gracias a
Dios.

Había encontrado un clásico ejemplo de que un poco de aprendizaje nunca puede ser
peligroso. La actitud, claramente importa en la lucha contra el cáncer. No sabemos por
qué (desde mi vieja perspectiva materialista, sospeché que el estado mental se vuelve
sobre el sistema inmunológico). Pero, al comparar personas con el mismo cáncer, edad,
clase, salud, estatus socioeconómico, en general, aquellos con actitud positiva, con
voluntad y propósito de vivir, con compromiso en la lucha, con una activa reacción a
ayudarse a su propio tratamiento y no sólo una aceptación pasiva de cualquier cosa que
dice el médico, tienden a vivir más. Unos pocos meses más tarde pregunté a Sir Meter
Medawar, mi gurú científico personal y un nobel en inmunología, sobre cuál podría ser
la mejor prescripción en el éxito contra el cáncer. “Una personalidad optimista”,
contestó. Afortunadamente (dado que uno no puede cambiarse a sí mismo en un corto

4
Hilaire Belloc (1870-1953); historiador inglés.
plazo y para un propósito definido), soy, si es que soy algo, una persona tranquila y
segura en ese sentido.

De ahí el dilema para los doctores compasivos: dado que el problema de la actitud es tan
crítico, ¿debería advertirse de tal sombría conclusión, especialmente dado que poca
gente tiene suficiente comprensión de las estadísticas para evaluar lo que la afirmación
realmente significa? De mis años de experiencia con la evolución a pequeña escala de
las serpientes de las tierras de Bahamas tratadas cuantitativamente, he desarrollado este
conocimiento técnico, y estoy convencido que jugó un rol clave en salvar mi vida.
Conocimiento sin duda es poder, en el proverbio de Bacon.

El problema puede ser brevemente enunciado: qué significa en lenguaje corriente que
“la mediana de mortalidad es de 8 meses”. Yo sospecho que la mayoría de la gente sin
entrenamiento en estadística, leería tal afirmación como “probablemente muera en 8
meses” – justo la conclusión que debería ser evitada, dado que no es así, y dado que la
actitud hacia el problema es importante.

Yo no estaba, por supuesto, rebosante de alegría, pero no interpreté la afirmación en


esta forma vernácula. Mi entrenamiento técnico me permitió una perspectiva diferente
sobre “los ocho meses de mortalidad mediana”. El punto es sutil, pero profundo,
expresa la forma distintiva de pensamiento en mi propio campo de la biología
evolucionaria y la historia natural.

Aún acarreamos el bagaje histórico de la herencia platónica que busca esencias


definidas y límites definitivos. (Así esperamos encontrar un no-ambiguo “comienzo de
la vida” o “definición de la muerte” aunque la naturaleza a menudo nos aparece como
una irreducible continuidad.) Así, la herencia platónica, con su énfasis en la distinción
clara y las entidades inmutablemente separadas, nos conduce a ver las medidas
estadísticas de tendencia central, erróneamente, de hecho opuesta a una apropiada
interpretación para nuestro mundo actual de la variación, sombreada y continua. En
resumen, nosotros vemos medias y medianas como la dura “realidad”, y la variación
que permite su cálculo como un conjunto de mediciones transitorias e imperfectas de
esta esencia oculta. Si la mediana es la realidad y la variación alrededor de la mediana
sólo un dispositivo para su cálculo, el “probablemente yo muera en ocho meses” puede
pasar como una razonable interpretación.

Pero todos los biólogos saben que la variación en sí misma es la esencia irreductible de
la naturaleza. La variación es la dura realidad, no un conjunto imperfecto de mediciones
para una tendencia central. Medias y medianas son la abstracción. Además, yo miro las
estadísticas del mesotelioma de un modo completamente diferente –y no sólo a causa de
que soy un optimista que tiende a ver el “donnut” en lugar del agujero, sino ante todo,
porque conozco que la variación en sí misma es la realidad. Yo me ubico en medio de la
variación.

Cuando supe de la mediana de ocho meses, mi primera reacción intelectual fue: bien, la
mitad de la gente vivirá ocho meses más; y yo tengo chances de estar en esa mitad. Leí
furioso y nervioso durante hora y concluí con alivio: maldito bien. Yo poseo cada una
de las características conferidas a la probabilidad de más larga vida: soy joven, mi
enfermedad ha sido reconocida en un estadio relativamente temprano, recibiría el mejor
tratamiento médico de la nación, tengo un mundo para vivir; sé cómo leer los datos
apropiadamente y no desesperar.

Otro punto técnico se agregaba entonces a mi consuelo. Inmediatamente reconocí que la


distribución de la variación alrededor de los ocho meses sería casi seguramente lo que
en estadística se llama “sesgada a la derecha”. (En una distribución simétrica, el perfil
de variación a la izquierda de la tendencia central es una imagen espejada de la
variación a la derecha. En distribuciones asimétricas, la variación a un lado de la
tendencia central es más alejada –sesgada a la izquierda si se extiende a la izquierda,
sesgada a la derecha, si se extiende a la derecha). La distribución de la variación tiene
que ser a la derecha, razoné. Después de todo, la izquierda de la distribución contiene un
irrevocable límite inferior a cero (dado que el mesotelioma puede solamente ser
diagnosticado a la muerte o antes). Así, como no hay mucho espacio para la mitad más
baja de la distribución (o izquierda) –debería estar apretujada entre 0 y 8 meses. Pero la
mitad superior (o derecha) puede extenderse por años y años, aunque nadie sobrevive
definitivamente. La distribución debe ser asimétrica a derecha, y yo necesito saber cuán
lejos se va la cola: por lo que concluí que mi perfil favorable me hace un buen candidato
para esa parte de la curva.

La distribución era, sin duda, fuertemente asimétrica a la derecha, con una larga cola
(sin embargo pequeña) que se extendía por varios años por encima de los ocho meses de
mediana. Vi que no había razón por la cual no podría estar en esa parte de la cola, y
respiré con alivio. Mi conocimiento técnico me ayudó. Leí el gráfico correctamente. Me
planteé la cuestión correcta y encontré la respuesta. Obtuve, con toda probabilidad, el
más preciado de todos los posibles regalos en las circunstancias: tiempo sustancial. No
tenía que parar, así que inmediatamente seguí el requerimiento de Isaías a Ezequías: pon
tu casa en orden porque morirás y no vivirás. Dispondría de tiempo para pensar, para
hacer planes, y para luchar.

Un punto final acerca de la distribución estadística. La distribución se aplica solamente


a un conjunto dado de circunstancias: en este caso sobrevivir con mesotelioma bajo
modos convencionales de tratamiento. Si las circunstancias cambian, la distribución
puede alterarse. Yo fui incluido en un protocolo experimental de tratamiento y, si la
fortuna se mantiene, seré la primera cohorte de una nueva distribución con alta mediana
y una cola derecha extendida a la muerte por causas naturales a edad avanzada.

En mi opinión, se ha convertido algo demasiado de moda, aceptar la muerte como algo


intrínsecamente digno. Por supuesto, acuerdo con el predicador del Eclesiastés que hay
un tiempo para amar y un tiempo para morir y cuando mi cuerda se acabe espero
enfrentarme al final, tranquilamente y a mi manera. Para la mayoría de las situaciones,
sin embargo, prefiero esa visión más marcial que considera a la muerte como el último
enemigo y no encuentro nada reprochable en aquellos quienes luchan con coraje contra
la extinción de la luz.

Las armas de batalla son numerosas, y ninguna más efectiva que el humor. Mi muerte
fue anunciada en un encuentro de mis colegas en Escocia, y casi experimenté el
delicioso placer de leer mi necrológica escrita por uno de mis mejores amigos (el
susodicho dudó de la noticia y la comprobó; de hecho él es un estadístico, y no esperaba
encontrarme tan lejos sobre la cola de la derecha). El incidente provocó mis primeras
buenas carcajadas después del diagnóstico. Imagina, casi tuve que repetir la más famosa
frase de todas las de Mark Twain: la noticia de mi muerte ha sido exagerada.

Postscript por Steve Dunn


Mucha gente me ha escrito preguntándome qué fue de Stephen Jay Gould.
Desafortunadamente, el Dr. Gould murió en Mayo de 2002 a la edad de 60 años. El Dr.
Gould vivió por 20 años muy productivos después de su diagnóstico, excediendo así la
mediana de 8 meses de supervivencia por un factor de 30. Aunque él murió de cáncer,
aparentemente no fue mesotelioma, sino un segundo cáncer no relacionado.

En marzo de 2002, el Dr. Gould publicó sus 1342 páginas de su Obra Maestra: The
Structure of Evolutionary Theory. Es justo que Gould, uno de los científicos y escritores
más prolíficos del mundo, pudo terminar la comunicación definitiva de su trabajo
científico y filosofía, justo a tiempo. Ese texto es demasiado largo y denso para casi
cualquier hombre común, pero las obras de Stephen Jay Gould vivirán. Especialmente,
espero. “La mediana no es el mensaje”.

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